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COMENTARIOS AL TRABAJO DE PATRICIA PESSAR
BRAZILIAN MILLENARIANISM, POPULAR CULTURE, AND RESISTANCE.
“The apocalyse, the millenium, the messiah, and the Antichrist have provided a rich vocabulary for both
the poweful and the subaltern to ponder their times, to reflect on their place, and to imagine their future.”
El trabajo presentado por Patricia Pessar nos lleva a considerar, entre otros importantes
asuntos relacionados con nuestro tema de la Resistencia, el del pensamiento utópico, y
el preguntarnos, por tanto, qué es una utopía. El tema de las utopías nos acerca a la
historia de las ideas políticas, y particularmente la discusión sobre ideología.
Una preocupación central es cómo desde el poder del estado los movimientos
milenaristas han pasado de ser movimientos de “fanáticos” a un producto folcklórico
para consumo turístico.
Dirige una crítica a las ciencias sociales que parecen estar poco cómodas con las
materias de creencia religiosa y de motivación espiritual. (Aquí siguiendo una de las
críticas hechas por Ortner), el marginalizar la religión, no permite entender que los
simbolos y normas religiosas en el Brasil rural proveyeron guías conceptuales y éticas
que forjaron vidas sociales y materiales
Central en su argumentación es que el milenarismo es una forma alternativa de
modernidad, ciertamente como una formación de mentalidad característica del
pensamiento religioso-político. Una sugerencia es profundizar en la importancia del
concepto de ideología (tratado por algunos como falsa conciencia para denominar este
tipo de movimientos , y en general la discusión sobre religión) y su relación con utopía.
Ya Laplantine (1974,1977) planteaba que no “hay hoy por hoy un solo aspecto de lo
que se ha convenido en llamar, un poco a la ligera, arcaísmo o primitivismo que no se
refleje en nuestra modernidad, y por lo demás esta no se confunde necesariamente con
el movimiento y menos aún con el progreso o la liberación” Habría entonces que
preguntarse –con ese mismo autor- si el mesianismo y el milenarismo son unas de las
auténticas categorías antropológicas universales de la esperanza, susceptibles, incluso,
de reactualización a poco que las circunstancias se presten para ello, en el corazón
mismo de nuestras propias sociedades? .
Me atrevo a plantear que el trabajo de la prof. Pessar va en la línea –a través del
concepto de resistencia- de disipar las falsas dicotomías entre lo imaginario político y lo
imaginario religioso.
Nuestra autora critica enfoques tempranos tales como el de Queiroz que aislaban el
milenarismo como manifestación del contexto nacional más amplio.
En este sentido el milenarismo no es patrimonio de los brasileños marginalizados, es
más facilitó la creación de formas alternativas de modernidad.
Justamente por el poder del lenguaje milenarista, tanto para los poderosos como para los
subalternos, ella propone ampliar el círculo de actores e instituciones incluídos
convencionalmente en los estudios de milenarismo. Rechaza entonces solamente
reservar para el subalterno los significados y emociones ligados a los discursos
milenarios critica enfoques tempranos tales como el de Queiroz que aislaban esta
manifestación del contexto nacional más amplio.
En este sentido el milenarismo no es patrimonio de los brasileños marginalizados, es
más facilitó la creación de formas alternativa de modernidad. Este es uno de sus
aciertos.
Otros autores tales como Sierra (1987) , aluden precisamente a que la significación del
término utopía se delimita por una delimitación rigurosa entre realidad y ficción. Así
este significado, reino de lo ilusorio, de lo imposible, se opone al término de topía que
se refiere a un orden social realmente existente y en curso, es decir lo real.
Sin embargo, siguiendo a Sánchez Vázquez, como forma de la ideología, sin dejar de
ser una construcción imaginaria, una representación de un mundo irreal, la utopía tiene
existencia real, efectiva. La utopía es a la vez topia. De igual manera su significado se
ha degradado al pasar de su connotación original de “en ninguna parte” a significar lo
imposible.
Al igual que Pessar, Sierra afirma, debemos tratar las utopías como hechos de cultura,
significativos por sí mismos, y como tal guardan una relación con la sociedad misma en
la que se producen y son instrumentos de cambio, o de afirmación –según el caso-, o de
resistencia…
E. Krotz (1988) contrapone la utopía a la vida “normal”, opuesto a lo real a lo factible y
lo viable aparece lo fantástico, el sueño diurno, lo utópico. Para ello no hay
lugar:quienes lo cultivan están en peligro de estar fuera de lugar. Al revisar entre otros
casos, el del milenarismo campesino en la edad Media europea, lo define como
representativo de un sinnúmero de formas utópicas de la cultura popular, tanto en el
pasado como en el presente. Así la denuncia casi desesperada –en palabra y acción- del
orden existente no puede separase del anuncio de un mañana mejor, de la esperanza
invencible en la posibilidad real de una convivencia verdaderamente humana de las
personas y de los pueblos.. De esa manera –abunda Krotz- la utopía en todas sus formas
gira siempre en torno a dos polos: la sociedad actual y la sociedad nueva, la sociedad
donde los valores fundamentales del ser humano no tienen el lugar que tienen en sus
sueños desde siempre, y la sociedad donde se habrán convertido en las condicionantes
fundamentales de toda existente. Por ello es imprescindible relacional siempre los
símbolos y modelos utópicos con las vidas y las coyunturas sociohistóricas más amplias
de sus autores o actores.
La profesora Pessar coincide con Rubin en el sentido de que el término resistencia
requiere para su aplicación de actos que supongan aspectos de conciencia, acción
colectiva y un desafío directo a las estructuras de poder, dos de los movimientos.
analizados por ella llenan estos requisitos, los otros dos no llenan los requisitos, sin
embargo considera que son también otro tipo de resistencia, aunque no se constituya
como un desafío a la autoridad del estado.
Cultura como un sitio estratégico de contienda entre clases dominantes y subalterna…
Es en el contexto actual se pregunta si el milenarismo brasileño que ha alimentado la
resistencia popular puede retener su carácter oposicional. El milenarismo brasileño es
entendido como una forma de cultura popular, donde las cuestiones de poder y los
problemas de política entre los miembros de la elite y el subalterno se vuelven
preocupaciones centrales.
Por ello este discurso ha servido también como fundamento para los discursos creadores
de nación, tal es el caso de da Cunha, los sertoes las selvas alejadas de la costa. En
donde el triunfo de la eugenesia, en el cual las “razas” más débiles serían subsumidas
por su compatriotas de piel más clara o bien desaparecer. Es decir un discurso
hegemónico.
Pessar manifiesta su preocupación acerca del uso de los términos resistencia y protesta,
mirando cómo los sujetos milenaristas brasileños en efecto ven su propia agencia. De
manera central en los casos de Canudos y Contestado los milenaristas se apropiaron del
lenguaje de sus opresores y lo modelaron en una ideología de lucha, justicia social y
redención social a través de la intervención divina.. Todo ello también resonó en los
adherentes de la teología de la liberación y su iglesia de los pobres.
Conciencia, acción colectiva y desafío directo a las estructuras de poder, Canudos y
Contestado ciertamente llenan estos criterios, sin embargo, en los otros casos de Cicero
y Batista no representaron amenazas abiertas al estado y no promovieron que sus
seguidores lo hiciesen así., pero atacaron otras arenas de poder; la iglesia, el trabajo
alienado, la acumulación y el consumo conspicuo. Esto también es un tipo de
resistencia. Ellos lograron simultáneamente acomodar y resistir grandes estructuras de
poder. Para ello propone el concepto de negociación, la lucha cotidiana por valor y
poder, por libertad y autonomía.
Sin embargo en la actualidad los líderes romeiro están implicados una agenda más
amplia de turismo, rescate cultura y la comodificación de la cultura popular, de tal
forma que no plantea una amenaza real al proyecto hegemónico más amplio.
Estos movimientos actualmente son parte de la nostalgia brasileña de un auténtico
pasado rural Las nuevas generaciones han trasformado los santos carismáticos de ayer
en planificadores. maestros y campeones de la justicia social
La Prof. Pessar plantea el concepto de intertextualidad que puede dar cuenta de estos
procesos y así entender cómo ciertos episodios de milenarismo popular viven en los
imaginarios social en las producciones culturales y las luchas de actores sociales y sus
instituciones. En este sentido no son eventos finitos, pero producciones sociales y
culturales en proceso.
Siguiendo con su propuesta, plantea analizar cómo representan otros actores sociales,
los académicos, los periodistas, los que hacen películas, los curadores de museos.
Milenarismo como una formación cultural que viaja en movimientos histórico y
producción social en proceso….Para ella las prácticas y los discursos milenaristas
viajan entre y dentro los movimientos.