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Transcript
Lilian Sanhueza Díaz
Francisco Javier Ibaceta Watson
Alejandra Santana López
Magaly Cabrolié Vargas
Soledad Larraín Heiremans
Psicóloga U. C.
Magíster en Psicología Clínica: Estudios Sistémicos Avanzados
de la Familia y la Pareja. Universidad Alberto Hurtado.
COLECCIÓN DIÁLOGOS DE TRABAJO SOCIAL
Fernando Slater San Román
(...) En Chile, en las últimas dos décadas, se ha comenzado paulatinamente
a construir una política pública orientada a dar una respuesta integral
al fenómeno del maltrato infantil y el abuso sexual. Se ha modificado la
legislación, tanto en el tema de violencia intrafamiliar, como la legislación
sobre delitos sexuales, se han implementado programas orientados
principalmente a la reparación del sufrimiento en las víctimas y sanción
a los abusadores, se han producido cambios en los procedimientos de las
instituciones con la finalidad de disminuir el impacto en los niños y niñas
del paso por el sistema judicial.
Sin embargo, la información que tenemos sobre la prevalencia del
maltrato y abuso sexual, aunque insuficiente, nos permite afirmar que los
índices de maltrato se mantienen casi inmodificables en el tiempo, que a
pesar de las modificaciones legales y los programas existentes, los niños y
niñas continúan siendo abusados y maltratados en sus hogares y en las
instituciones.
Este es el desafío al que se enfrenta esta publicación, cómo vamos cerrando
las brechas entre la teoría y la práctica mediante la investigación tanto
cualitativa como cuantitativa, que permita ver los avances y también los
vacíos o contradicciones que tenemos en lo inmediato. Cinco interesantes
artículos van revisando y reflexionando sobre distintos tópicos relacionados
con el maltrato y abuso que son indispensables mirar cuando queremos
avanzar en una respuesta integral. (...)
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: Reflexiones desde la práctica
AUTORES
Lilian Sanhueza Díaz
Editora
Lilian Sanhueza Díaz
Trabajadora Social,
Magíster en Intervención Social
ABUSO SEXUAL
INFANTO JUVENIL
Reflexiones desde la práctica
Actualmente se desempeña como
Directora de la Escuela de Trabajo
Social de la Universidad Católica de
Temuco. También está a cargo de
las cátedras de pregrado de Trabajo
Social y Familia II y Metodología
de la Intervención Familiar. En
Educación Continua es coordinadora
y docente de diversos programas
como: Curso de Abuso Sexual Infanto
Juvenil: Estrategias de Intervención
Psicosocial y Curso de Relaciones
de Pareja, Violencia e Intervención
Psicosocial, Diplomado en Violencia
en la Familia y Postítulo en Familia,
Violencia e Interculturalidad. Es
docente del Diplomado en Infancia
e Interculturalidad impartido por la
UC Temuco en convenio con UNICEFChile.
Además de la docencia, su experiencia
profesional ha sido como Gerenta de
Calidad Técnica para los programas
de Área de protección de Derechos
de la Fundación Tierra de Esperanza
y Directora del Centro Infanto Juvenil
Tierra de los Niños.
Lilian Sanhueza Díaz
Editora
ABUSO SEXUAL
INFANTO JUVENIL
Reflexiones desde la práctica
Proyecto Línea Divulgación de Extensión y Vínculo 2008, de la Dirección General Académica, Universidad Católica de Temuco
Este es una publicación financiada por la Dirección de Extensión y Vínculo y la Escuela de
Trabajo Social en el marco del Concurso Integrado de Proyectos de la Dirección General
Académica, 2008.
ISBN: 978-956-7019-61-8
Universidad Católica de Temuco
1a edición, Noviembre 2010
Ediciones Universidad Católica de Temuco
Manuel Montt 056, Temuco
[email protected]
Edición general
Lilian Sanhueza Díaz
Coordinadora Ediciones UC Temuco
Andrea Rubilar Urra
Diseño Portada
Lola de la Maza Wielandt
Diseño e impresión
Alfabeta Artes Gráficas
IMPRESO EN CHILE / PRINTED IN CHILE
Esta obra está bajo Licencia Atribución- No Comercial-Licenciar Igual 2.0 Chile de Creative Commons. Quedan
los derechos liberados para copiar, distribuir, mostrar y realizar su trabajo y trabajos derivados basados en ella,
pero sólo para propósitos no comerciales. Nada en esta licencia menoscaba o restringe los derechos morales de
los autores.
5
Contenidos
Prólogo ............................................................................................................ 7
Políticas sociales de infancia, oferta programática
y abordaje del abuso infantil
FERNANDO SLATER ............................................................................................. 13
Abuso sexual intrafamiliar: la familia como dispositivo
de actualización de la violencia social, cultural e histórica
LILIAN SANHUEZA DÍAZ ....................................................................................... 33
Agresión sexual incestuosa: ¿obligatoriedad de la
denuncia o estrategia de intervención psicosocial?
FRANCISCO JAVIER IBACETA ................................................................................... 47
¿Quién cuida a los que cuidan? El Autocuidado
en equipos que intervienen en violencia intrafamiliar
ALEJANDRA SANTANA LÓPEZ ................................................................................. 65
Mundus complexus, disciplinas inacabadas
MAGALY CABROLIÉ VARGAS ................................................................................. 89
7
Prólogo
Este año 2010 se cumplen 20 años de la ratificación de la Convención de los
Derechos del Niño (CDN) por parte del Estado chileno, por lo que quizás es
un buen momento para hacer una reflexión de los avances y dificultades en su
implementación.
La primera constatación en la cual puede existir un amplio consenso es en reconocer que la infancia ha pasado a ser un grupo relevante al momento del diseño
e implementación de las políticas públicas, se han producido cambios en la legislación, en el lenguaje, en la cultura y en las prácticas que dicen relación con
los niños. Se ha ido paulatinamente superando la doctrina de la “irregularidad”,
y reemplazando las políticas asistenciales y correctivas por políticas integrales
con el acento en la prevención y consideración del niño y la niña como sujetos
de derechos.
Uno de los temas a los que se ha prestado especial preocupación ha sido la
violencia de la que son víctima los niños tanto en su propia familia como en la
escuela, instituciones de justicia, en la calle y por la sociedad en su conjunto.
Producto de la discusión del comité de los derechos del niño, sobre la violencia
de los estados contra los niños y de la violencia en la familia y la escuela, se
solicitó a la Asamblea General el que se llevara a cabo un estudio mundial sobre
la violencia contra los niños. Es así como el estudio de las Naciones Unidas fue
conducido por el profesor Pinhiero y los resultados fueron publicados en el “Informe Mundial sobre la Violencia contra los Niños y Niñas” en el año 2006.
El estudio dio cuenta de una realidad alarmante en América Latina y el Caribe,
con una población de más de 190 millones de niños. Además de ser una de las
regiones más desiguales del mundo, posee los mayores índices de violencia, que
afectan principalmente a mujeres, niños y niñas1. Según el estudio del Secretario
1
Informe Mundial sobre la Violencia contra los Niños y Niñas. Paulo Sérgio Pinheiro.
ISBN-10 92-95057-51-1.
8
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
General mencionado, en la región la violencia contra los menores de edad al
interior de las familias se manifiesta principalmente a través de castigo físico
como una forma de disciplina, el abuso sexual, el abandono y la explotación
económica.
El maltrato infantil es un atentado a los derechos más básicos de los niños, niñas
y adolescentes, consagrados a partir de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Todos los menores de edad tienen derecho a la integridad física
y psicológica y a la protección contra todas las formas de violencia. La Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) –adoptada por Naciones Unidas en el
año 1989– en su artículo 19 exige a sus estados parte adoptar “todas las medidas
legislativas, administrativas, sociales y educativas para proteger al niño contra
toda forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente,
malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual, mientras que el niño se encuentre bajo la custodia de sus padres, de un tutor o de cualquiera otra persona
que le tenga a su cargo”. De igual manera, el Comité de los Derechos del Niño
de Naciones Unidas ha enfatizado la importancia que los países miembros prohíban toda forma de castigo físico y tratos degradantes contra los niños2.
Sin embargo, por diferentes razones que van desde factores culturales a factores sociales e individuales, los niños, niñas y adolescentes sufren violencia en
aquellos espacios e instituciones cuyo mandato es precisamente proteger sus
derechos. Debido a los altos niveles de dependencia emocional, económica y
social que tienen los menores de edad de los adultos, presentan altos niveles de
vulnerabilidad, especialmente al momento de hacer la denuncia para frenar las
situaciones de violencia, esto ha permitido que esta acción hacia los niños, y el
abuso sexual, se mantenga por siglos silenciado y muchas veces naturalizado,
sin tener los menores de edad recursos para poder salir de la situación de daño
y violencia.
Desde el año 1962 en que el Dr Henry Kempe publica el trabajo The battered
child sindrome, sorprendiendo a la comunidad científica sobre la existencia de la
violencia por parte de los padres y cuidadores hacia sus hijos e hijas, a la fecha
se pueden apreciar importantes avances en la investigación y conceptualización
del tema. Hoy, cuando han trascurrido casi 50 años, hay evidencias claras que
permiten afirmar que el maltrato y abuso sexual es un problema grave a nivel
2
Cuadragésima segunda sesión en junio de 2006. Observación general N° 8.
PRÓLOGO
mundial, que se producen diferentes manifestaciones de maltrato, siendo las más
frecuentes el maltrato físico y el emocional, el abuso sexual y la negligencia, el
maltrato tiene un impacto en los niños y niñas a lo largo de la vida.
En Chile, en las últimas dos décadas se ha comenzado paulatinamente a construir una política pública orientada a dar una respuesta integral al fenómeno del
maltrato infantil y el abuso sexual. Se ha modificado la legislación, tanto en el
tema de violencia intrafamiliar como la legislación sobre delitos sexuales; se han
implementado programas orientados principalmente a la reparación del sufrimiento en las víctimas y sanción a los abusadores; se han producido cambios en
los procedimientos de las instituciones con la finalidad de disminuir el impacto
en los niños y niñas del paso por el sistema judicial.
Sin embargo, la información que tenemos sobre la prevalencia del maltrato y
abuso sexual, aunque insuficiente, nos permite afirmar que los índices de estos
se mantienen casi inmodificables en el tiempo, que a pesar de las reformas legales y los programas existentes, los niños y niñas continúan siendo abusados y
maltratados en sus hogares y en las instituciones.
Este es el desafío al que se enfrenta esta publicación: cómo vamos cerrando las
brechas entre la teoría y la práctica mediante la investigación tanto cualitativa
como cuantitativa, que permita ver los avances y también los vacíos o contradicciones que tenemos en lo inmediato. Cinco interesantes artículos van revisando
y reflexionando sobre distintos tópicos relacionados con el maltrato y abuso que
son indispensables mirar cuando queremos avanzar en una respuesta integral.
Fernando Slater, parte situando el abordaje del maltrato y abuso en el contexto
de las políticas sociales y de la infancia, aportando específicamente la realidad
de la Región del Bío Bío. Slater, como punto de partida, entiende las políticas
de infancia como políticas sociales; desde esa perspectiva la acción del Estado
se explica en el objetivo de reducir las brechas e inequidades que afectan a la
infancia como categoría social, el cual debe generar las condiciones para el
ejercicio de los derechos de la población. Se hace una descripción de la evolución histórica de las políticas sociales y las políticas de infancia, para llegar a la
situación actual, en donde las políticas para la infancia tienen como referencia
la “Convención de los Derechos del Niño”.
En relación al tema del maltrato, el autor describe la amplia oferta programática
existente tanto a nivel nacional como regional, pudiendo observarse como la mayo-
9
10
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
ría de los programas son ejecutados bajo la supervisión del SENAME3, destacándose
ausencias relevantes en el tema, como son los programas de salud y educación.
Dentro de las reflexiones finales se señala la importancia del trabajo intersectorial
y de una mayor coordinación entre las instituciones. Junto a los cambios en los
programas, Slater plantea dos elementos relevantes a esta discusión, la importancia
de una legislación adecuada y el necesario cambio cultural que se requiere para ir
disminuyendo los altos índices de maltrato que el artículo describe.
En un segundo artículo, Lilian Sanhueza aborda el complejo tema del abuso
sexual intrafamiliar. En el artículo denominado “Abuso sexual intrafamiliar: la
familia como dispositivo de actualización de la violencia social, cultural e histórica” Lilian nos enfrenta a la complejidad del estudio del abuso sexual cuando
este se da al interior de la familia. Describe cómo aparecen discursos conservadores que sacralizan la familia y dificultan el estudio de las relaciones de violencia y abuso que se dan en su interior. Este ha sido uno de los factores que más ha
afectado el estudio de maltrato intrafamiliar y de las características de la propia
familia que la hacen una institución de riesgo para la existencia de la violencia y
el maltrato en su interior. El artículo, a través de una revisión bibliográfica, revisa
lo que ha sido el trabajo social con las familias, develando el rol de la familia en
relación a las dinámicas violentas y abusivas. Se revisan algunas dinámicas de
relación en la familia que favorecerían el abuso infantil.
El artículo hace una interesante mirada desde el modelo neoliberal, el colonialismo y las relaciones interétnicas, analizando cómo la cultura del consumo llega a
traducirse en la cosificación comercial del cuerpo del niño y en la pedofilización
publicitaria. Esta mirada sistémica permite rescatar la complejidad del tema del
abuso cuando se interviene en un contexto familiar determinado. Un interesante
aporte del artículo dice referencia a describir los diferentes tipos de organización
familiar que se dan en las situaciones de abuso y las ideas fuerzas que debiera
guiar el trabajo social en cada una de ellas.
A lo largo del artículo, Lilian Sanhueza va analizando las características de la
intervención de los profesionales, para terminar planteando el desafío de la importancia de revisar los discursos de los profesionales en relación a los sobrevivientes del abuso sexual.
3
Servicio Nacional de Menores.
PRÓLOGO
Francisco Javier Ibaceta se refiere en su artículo “Agresión sexual incestuosa:
¿obligatoriedad de la denuncia o estrategia de intervención social?” a un tema
relevante, que ha sido discutido en numerosos congresos y reuniones y sobre el
cual continúa sin haber un consenso: la obligatoriedad de la denuncia. A pesar de estar claramente establecido en la legislación vigente que las agresiones
sexuales son hechos constitutivos de delito, aún existe un número importante de
profesionales de la salud mental, especialmente en la consulta privada, que ven
en la denuncia un factor de posible daño para la víctima.
El autor propone en el presente artículo una manera de abordar situaciones de
agresiones sexuales hacia niños, niñas y adolescentes validando desde criterios
psicosociales la necesidad de la denuncia judicial y plantea una forma colaborativa de trabajar desde el ámbito judicial y terapéutico.
Ibaceta concluye que los sistemas terapéutico y judicial operan con poca coordinación y plantea el desafío que la sanción penal del agresor sea terapéutica para
la víctima, evitando que el paso por el sistema sea victimizador.
Alejandra Santana nos enfrenta a una pregunta relevante y muchas veces ausente
al momento de planificar los programas: ¿Quién cuida a los que cuidan?
Existe a la fecha una importante literatura que pone énfasis en los riesgos en la
salud mental a los que se ven expuestos los profesionales que trabajan con personas que tienen un alto nivel de sufrimiento, como son las víctimas de abuso
sexual y maltrato, y la necesidad de mejorar las condiciones laborales de esos
trabajadores y desarrollar estrategias de autocuidado.
El artículo que presenta Santana es una síntesis de un estudio enfocado a identificar
las estrategias de autocuidado de equipos interdisciplinarios que se desempeñan en
la atención del maltrato grave y abuso sexual. Se describe lo que se entiende por
autocuidado, estableciendo que la responsabilidad central de este es de las instituciones, las que deben generar las condiciones para proteger los recursos profesionales y en segundo nivel la capacidad de los profesionales de autocuidarse.
En el artículo se describen cuatro modelos de autocuidado, desde aquellos que
ponen el énfasis en las medidas que debe tomar la institución a aquellos centrados en la subjetividad.
11
12
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
Por último Magaly Cabriolié nos enfrenta a una importante reflexión sobre la interdisciplinariedad en su artículo “Mundus complexus, disciplinas inacabadas”.
El abordaje del maltrato infantil requiere de la consideración de una multiplicidad de factores, desde los aspectos culturales, sociales, jurídicos y psicológicos,
esto implica necesariamente un abordaje interdisciplinario. Magaly Cabriolié, en
el presente capítulo, aborda este tema revisando las principales visiones sobre la
interdisciplinariedad a partir de la idea de complejidad. Diferencia los conceptos de multidisciplinariedad, pluridisciplinariedad y transdisciplinariedad como
insumo para entender el trabajo de los profesionales que se desempeñan en el
área social.
Hoy en día la gran mayoría de los profesionales que trabajan en maltrato infantil
tienen claro que la respuesta desde una sola disciplina es parcial o “mutilada”,
como lo señala el artículo de Magaly Cabriolié, sin embargo, en la práctica ha
sido difícil, implica asumir la limitación del enfoque particular de una disciplina
lo que hace perder poder.
El artículo nos muestra la diversidad conceptual de la interdisciplinariedad y
la diferencia con el concepto de multidisciplinariedad, señalando que muchas
veces ambos términos se identifican de manera errónea. El artículo termina con
acertadas propuestas para el desafío de la interdisciplinariedad, a modo de ejemplo, terminar con la terminología (jerga) especializada.
En resumen, la presente publicación nos entrega cinco artículos que abarcan temas relevantes para los profesionales que deben planificar las metodologías para
abordar el grave problema del maltrato y del abuso sexual, como también para
los profesionales que implementan las políticas. Todos son temas que no pueden
postergarse y que significan asumir la gravedad del maltrato como también su
complejidad.
Soledad Larraín Heiremans
Psicóloga U. C.
Magíster en Psicología Clínica:
Estudios Sistémicos Avanzados de la Familia y la Pareja.
Universidad Alberto Hurtado.
13
Políticas sociales de infancia, oferta
programática y abordaje del abuso infantil
FERNANDO SLATER1
Introducción
El reconocimiento y la preocupación por el maltrato y abuso sexual infantil a
partir de los años noventa han instalado progresivamente la temática en la agenda pública. Inicialmente oculto y limitado a especialistas, este problema ha provocado un creciente interés para su abordaje en programas y proyectos, y su
impacto ha generado una permanente presencia y discusión de la temática en
los medios de comunicación.
La Región de La Araucanía no ha estado ajena a este proceso, más aún, ciertos
indicadores la sitúan como un territorio particularmente importante para su estudio e intervención.
En este escenario, el presente artículo intenta entregar una visión general de los
programas de abordaje del maltrato y abuso, a partir de antecedentes estadísticos
y documentales, y desde el contexto de su articulación con las políticas sociales
y de infancia, con especial referencia a la situación regional.
Política Social y Política de Infancia
Al hacer referencia a las políticas de infancia es preciso vincularlas con las políticas públicas, entendidas básicamente como la forma en que el Estado interviene el espacio público para llevar a cabo sus objetivos y cumplir sus funciones.
La política social, en lo específico, se basa en un gran supuesto: “Se parte de
que existen en la sociedad algunos problemas sociales que no son atribuibles a
condiciones individuales y grupales, sino que tiene su origen en el orden social
establecido. Por tanto la responsabilidad de esos problemas es un asunto colecti-
1
Antropólogo. Magíster en desarrollo Regional y Local. Servicio Nacional de Menores, Región
de La Araucanía. Correo electrónico: [email protected]
14
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
vo” (Montenegro, 2001, p. 99). Esta acción del Estado tiende a evitar la exclusión
y a apoyar a las personas y grupos que lo requieren.
Desde esta perspectiva, la sociedad presenta numerosas brechas de equidad, que
no corresponden necesariamente a la idea de desigualdad, sino que apunta a la
falta de oportunidades y desventajas presentadas por determinados sectores en
relación a las condiciones consideradas como normales en esta sociedad (Pacheco, 2007). Por lo tanto, una buena manera de entrar en el tema es entender que
las políticas de infancia son políticas sociales, y que como tal apuntan a reducir
brechas e inequidades caracterizadas por la situación misma de la infancia y que
por lo tanto requieren de la acción del Estado.
Ahora bien, para entender el tema de las políticas sociales es necesario visualizar
que esta acción del Estado se desarrolla en base a ciertos criterios tales como
el universalismo o la focalización selectiva de la población beneficiaria, oposición que tiende a ser superada en las visiones más actuales en la síntesis de un
“universalismo de la oferta versus universalidad de la satisfacción” de las necesidades básicas de todas las personas (Cohen y Franco, 2005). De este modo, la
focalización se convierte en un instrumento que tiende a asegurar el acceso a
los derechos y bienes sociales de toda la población. De igual modo aparece la
tensión entre el asistencialismo y la inversión social o capital humano, y en el
plano operativo la irrupción del concepto de subsidiariedad, derivado de la idea
de que el Estado solo debe intervenir para apoyar en subsidio ahí donde los actores o grupos intermedios no pueden hacerlo directamente (Franco, 1996).
La mirada contemporánea tiende a centrarse en el tema de los derechos, que en
las políticas sociales se han incorporado de una manera muy potente. Ya no se
trata de un Estado que solucione generosamente las inequidades, sino más bien
que genera las condiciones para asegurar el ejercicio de sus derechos a la población. Paralelamente, no se refiere solo a derechos civiles y políticos, sino que al
tema mucho más trascendente de los derechos sociales, económicos y culturales
(Contreras 1999, p. 30). Esto implica hacer una lectura de las políticas sociales en
el sentido que deben apuntar a garantizar a la población el ejercicio y el respeto
de estos derechos y a generar la línea de la protección social, espacio en que
conceptos como inclusión e inserción social adquieren la mayor trascendencia.
Estos antecedentes generales permiten situar el tópico de las políticas de infancia
en el contexto de la oposición entre los denominados paradigmas de la “irregularidad social” y de la “protección integral” (Contreras, 1999).
POLÍTICAS SOCIALES DE INFANCIA, OFERTA PROGRAMÁTICA Y ABORDAJE DEL ABUSO INFANTIL
La “situación irregular” fue el modelo dominante hasta la progresiva incorporación de los fundamentos de la Convención sobre los Derechos del Niño en
la legislación y políticas públicas. Este paradigma es el sustento de las antiguas
concepciones sobre la infancia centradas en la generación de sistemas de control
y discriminación. En efecto, estas políticas tienden a discriminar entre dos tipos
de infancia: los niños y jóvenes que cuentan con la satisfacción de sus necesidades básicas, y aquellos con necesidades insatisfechas que como categoría residual pasan a ser etiquetados como “menores” (García Méndez, 1994). Será, por
tanto, sobre esta última categoría que se ejercerá la intervención estatal, es decir,
frente a la “situación irregular”. El “menor” que entra en esta categoría abarca un
espectro amplio de situaciones y condiciones: pobreza, situación familiar disfuncional, negligencias, maltratos, así como problemas de conducta y conflicto con
la justicia por infracción de ley.
La mirada de la irregularidad asocia en una relación causal la situación de pobreza, los problemas familiares y sociales con la delincuencia, atribuyéndose una
continuidad y una cierta evolución normal de los niños desde un estado a otro. La
respuesta institucional será el denominado derecho tutelar, que deja a los niños
bajo la tutela completa de instancias judiciales que deciden su destino al margen
de consideraciones procesales, de garantías o de temporalidad. Esta doctrina de
la situación irregular ejerce fundamentalmente control social y está vinculada a
una mirada asistencialista que define su sujeto desde la carencia y el déficit, y
con una connotación de peligrosidad. La acción programática de esta política
se traducirá en una oferta basada en la internación en centros de protección en
cuya formulación básica está presente la calificación negativa sobre la familia y
la incapacidad para asumir sus funciones, así como una pérdida de sus derechos
y atribuciones, junto a un énfasis en la judicialización y el control externo.
La toma de conciencia sobre las características de este paradigma, provoca la
aparición de formulaciones críticas que conducirán al enfoque de derechos, pero
que también se expresan en visiones generadas desde los años setenta como el
denominado “paradigma de la normalización” (Casas 1998, p. 96). Este enfoque
se sostiene en la crítica a la idea de la situación irregular y especialmente a la
institucionalización planteando la necesidad de que la acción con la infancia
considere el entorno ambiental y las dinámicas de la vida cotidiana. El primero
comprende el entorno físico y socioambiental en que debe vivir cada niño, y que
debe ser el más parecido posible al de la mayoría de los niños y niñas en cada
ámbito cultural. La vida cotidiana hace referencia a las dinámicas en que se ven
envueltos, las que deben posibilitar sistemas de relaciones interpersonales pare-
15
16
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
cidos a la mayoría de los niños de cada edad, tales como relaciones con pares,
con vecinos, con el otro género, con adultos, etc.
La idea de normalización ha tenido importancia en las políticas de infancia,
acrecentando la búsqueda de la “máxima normalización” en todo programa de
intervención social. Sus efectos en los servicios sociales deriva en forma reactiva
hacia el cierre de las “instituciones totales”, la reducción de coberturas, la búsqueda de alternativas sucedáneas de la familia, pero también hacia el fomento
de acciones preventivas potenciando las redes básicas de servicios sociales y de
atención primaria, entendiendo que la intervención más normalizadora se da en
los propios contextos de vida y en los espacios comunitarios (Casas, 1998).
Por otra parte, frente a la doctrina de la situación irregular, progresivamente se
consolidó la visión del denominado paradigma de la “protección integral”, cuyo
centro de gravedad está en el concepto del niño como “sujeto de derechos”.
Este cambio se enfoca en la concepción del niño como un sujeto “titular y portador de ciertos derechos y atributos fundamentales que le son inherentes por
su condición de persona humana y especialmente por su condición de niño(a)”
(Contreras,1999). Esta consideración jurídica tiene un correlato potente en la
concepción del niño como sujeto social, como participante de su sociedad, portador de una visión de mundo, de una historia de vida, portador de relaciones e
inmerso en redes de interacciones sociales. De tal modo, el niño es considerado
como un ser completo, no como carente, sino dueño de recursos y potencialidades acordes a su desarrollo. Tal vez el principal aspecto latente en esta mirada
es la de visualizar las necesidades como derechos, como un conjunto de potencialidades posibles de satisfacer de acuerdo con el nivel de desarrollo de su sociedad. Tal perspectiva es acorde con la señalada anteriormente en la revisión de
las políticas sociales respecto al tema de la ciudadanía, entendiéndola como el
conjunto de derechos civiles, políticos y especialmente sociales, cuyo ejercicio
es requerido para asegurar el disfrute del bienestar económico, de la herencia
sociocultural y la participación en los aspectos que les afectan.
Otro elemento a tener en cuenta es el ámbito familiar, pues se establece una
nueva manera de entender la relación niño, familia y sociedad. Junto a la autonomía familiar está la obligación del Estado de apoyar la función de los padres;
correlativamente, implica límites que facultan al Estado para intervenir solo en
determinadas situaciones, y también límites a la autonomía parental ante vulneraciones de derechos en los niños.
POLÍTICAS SOCIALES DE INFANCIA, OFERTA PROGRAMÁTICA Y ABORDAJE DEL ABUSO INFANTIL
Retomando el concepto de ciudadanía, articulado inmanentemente con esta
concepción de sujeto de derecho asignada a la infancia, este estatus otorgado
a quienes son “completamente miembros de la sociedad” (Contreras, 1999),
implica el acceso a un conjunto de derechos en las áreas civil, política y social, con su componente económico y cultural. Este acceso está dado por el
hecho de ser miembro de la sociedad, y en sentido negativo, las categorías
analíticas centrales pasan a ser la exclusión y la vulneración de derechos, en
tanto que la “plena integración social” se alzará como el propósito de la política de infancia.
En este ámbito aparecen algunos conceptos en las políticas y programas de infancia que por su importancia merecen ser revisados con mayor profundidad, entre otros motivos por su asociación con el enfoque de derechos. Estos conceptos
son los de vulnerabilidad social, integración social e inclusión.
El concepto de vulnerabilidad usualmente se entiende como una condición de
riesgo de ser dañado o herido por fuerzas de origen externo, y que tal condición
surgiría por acumulación de desventajas estructurales e individuales.
Siguiendo a Hein (2004), las desventajas estructurales aluden así a ciertas condiciones de vida problemáticas, tales como el acceso a vivienda, salud, servicios
sociales, trabajo pagado y educación, entre otros. A su vez, las desventajas individuales se manifiestan como situaciones personales que influyen en las formas
de integración en ciertos grupos sociales, tales como discapacidades físicas o intelectuales, falta de habilidades sociales, constelaciones familiares problemáticas
y falta de conocimientos, actitudes y/o destrezas.
Por otra parte, la teoría de la vulnerabilidad societal no cuestiona la importancia
de los factores individuales y familiares, pero sostiene que estos son productos,
más que causas, de las experiencias negativas de los sujetos respecto de las instituciones sociales. En este sentido, y orientando el tema al área de infancia, “las
capacidades parentales, individuales, de los padres se muestran menoscabadas
porque estos han sufrido experiencias negativas; los niños fracasan en la escuela
porque viven en tales familias problemáticas y porque el establecimiento escolar
les ofrece un paquete curricular no adecuado; desarrollan una autoimagen y
perspectiva social inadecuada porque el colegio no permite otros estándares; por
eso se afana en buscar un fundamento valorativo para sí mismos en grupos no
conformistas” (Lambert 1997, p. 15).
17
18
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
La integración social, por su parte, se ha considerado como el propósito central
de la política de infancia y adolescencia, y requiere una revisión más detallada
como concepto. Desde la sociología, la noción de integración social se inicia
con Durkheim y su preocupación por el modo en que las sociedades modernas
producen y mantienen el orden social. La integración social hace referencia a los
medios y formas de organización y regulación de la sociedad, partiendo de una
concepción que define a la sociedad como un sistema de orden y que incluye el
complejo de normas reguladoras (SENAME, 2005, p. 20).
La integración social es definida por una relación dual entre los individuos y la
sociedad (Peyser, 2002), pues por una parte estos participan de los beneficios,
bienes y productos que existen en esa sociedad, y por otra, en las decisiones y
las actividades que orientan dichas decisiones. La integración en el caso de la
población infantil responde, en la lógica de derechos y de protección integral, a
potenciar la inserción y generar la reinserción al sistema social en aquellos casos
de vulnerabilidad, tanto en una lectura de lógica de derechos y ciudadanía plena
así como de cohesión social.
Los programas de infancia
En el contexto de lo señalado se debe abordar el tema de los programas de
atención a la infancia. Estos responden a la expresión territorial de una acción
nacional, enmarcada en la Política Nacional de la Infancia (MIDEPLAN, 2000),
y cuyo principal espacio está representado en su materialización a través del
Servicio Nacional de Menores, SENAME.
La Política de Infancia ha sido elaborada a partir del marco doctrinario de la
Convención sobre los Derechos del Niño, con el propósito de responder a esos
requerimientos y de adaptar la acción del Estado a dichos principios. Explícitamente, tiene como eje central la consideración del niño y la niña como sujetos
de derecho especial, la necesidad de considerar el “interés superior del niño”
como componente prioritario en las decisiones, y la responsabilidad primordial
de los padres y la familia en la crianza de sus hijos, con un rol por tanto subsidiario del Estado. Esta política, así como el plan de acción derivado tienen por
finalidad orientar la acción pública en el campo de infancia con especial énfasis
en generar condiciones para el ejercicio de los derechos, para lo cual contempla
el desarrollo de programas y servicios sociales que los aseguren.
POLÍTICAS SOCIALES DE INFANCIA, OFERTA PROGRAMÁTICA Y ABORDAJE DEL ABUSO INFANTIL
En este escenario global se insertan los programas que focalizan en la denominada infancia vulnerada en sus derechos, cuya principal concreción institucional
es el SENAME. Este organismo estructura su accionar a través de una lógica de
protección integral de la infancia, en la que se insertan sus programas de administración directa y privada. Dicha lógica esquemáticamente puede representarse
como una pirámide que incluye en su base las prestaciones universalistas, en
tanto que hacia su vértice se focalizan y especializan los programas específicos
(SENAME, 2007). La base de los servicios generales tiene un grado de universalismo mayor, con tendencia a integrar a toda la población, con especial énfasis
en salud, educación y con las redes de protección de derechos, en que no solo
intervienen los programas específicos de SENAME, sino principalmente acciones
sectoriales y locales. Esta base da paso a una instancia intermedia que son los
servicios de carácter selectivo en que ya comienza una primera focalización de
nivel medio, y cuya población objetivo son los niños, niñas y adolescentes con
problemas complejos en problemáticas leves o moderadas, con alto riesgo y que
generan programas y proyectos específicos de prevención y protección con énfasis en intervenciones socioeducativas y psicosociales. Finalmente, en la cúspide
de la pirámide, aparece un nivel especializado en problemáticas moderadas y
severas donde ya hay definitivamente vulneración grave de derechos, y que incluye asimismo la especificidad de los programas con jóvenes infractores.
En términos operativos2 se genera una amplia gama de oferta programática, en
que queda explícito que si bien los niños incluidos en el SENAME se asocian por
el imaginario colectivo con pobreza, exclusión social, vulneración de derechos
y, en definitiva, con la más profunda marginalidad, no obstante, son heterogéneos y sus características van cambiando de un sistema de atención a otro y de
una etapa de crecimiento a otra (SENAME, 2005). Una distinción transversal a la
señalada en la pirámide anterior está presentada por la oposición entre la “protección de derechos” y la “responsabilidad juvenil”, destinada esta última a los
adolescentes infractores de ley.
La protección de derechos responde a un conjunto de acciones orientadas a
restituir aquellos derechos que han sido vulnerados y contribuir por tanto a su
reparación. Sus sujetos son víctimas de vulneraciones (abandonos, violencia,
abuso, explotación, negligencia, etc.) que requieren una intervención tanto indi-
2
Cabe señalar que desde el año 2000 en adelante los programas han sufrido diversas redefiniciones, en un proceso que continúa en marcha en el período de redacción de este texto.
19
20
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
vidual como familiar y sociocomunitaria (SENAME, 2007). Fundamentalmente el
accionar de estos programas está sobre el nivel universalista de la política social
e implican acciones que reemplazan la función protectora de otras instancias
familiares y sociales. Sus principales programas se inscriben en prestaciones de
Prevención, Protección Local Ambulatoria, Diagnóstico, Protección Residencial
e Intervención Reparatoria.
La intervención preventiva es ambulatoria y se orienta a prevenir vulneraciones
de derechos promoviendo acciones de participación y promoción. Este programa
da origen a sucesivos proyectos de intervención tales como los Centros de Atención Diurna (CAD), Centro Infanto-Juveniles (CIJ), Proyectos de Fortalecimiento
Familiar y Proyectos de Intervención Breve.
Las prestaciones de Protección Local Ambulatoria representan un modelo emergente de los años 2000, destinado a incorporar fuertemente el espacio y la administración local. Su manifestación concreta son las Oficinas de Protección de
Derechos (OPD), instancia a nivel comunal que pretende brindar protección integral a los niños y a potenciar la articulación de servicios locales para generar
un sistema local eficiente de protección.
Las prestaciones de Diagnóstico constituyen la puerta de entrada al sistema, ya
sea en forma residencial o ambulatoria, y responden básicamente a los requerimientos de los Tribunales de Familia (ex Menores) para emitir fundadamente
resoluciones y derivaciones. La atención es realizada por los centros de Tránsito
y Distribución (CTD), tanto de administración pública como privada.
Los proyectos de la línea Residencial de Intervención en Familias otorgan atención residencial a niños que sufren grave vulneración de derechos a través de
Familias de Acogida o la denominada Colocación Familiar o Familia Sustituta.
Por su parte las Prestaciones Residenciales responden a las necesidades de niños
que deben ser separados de su entorno familiar y se acogen en una institución
que satisface sus necesidades básicas de provisión, protección y participación.
El nivel de prestaciones de mayor complejidad y especialización corresponde
a la cumbre de la pirámide antes mencionada y está representado por la Intervención Reparatoria, la que se refiere a los problemas de mayor gravedad en
la vulneración de derechos y que necesitan de una reparación especializada.
Comprende proyectos tales como de Reparación de Maltrato Infantil o Abuso
Sexual, Proyectos Especializados en Drogas, Proyectos Especializados para Niños
POLÍTICAS SOCIALES DE INFANCIA, OFERTA PROGRAMÁTICA Y ABORDAJE DEL ABUSO INFANTIL
de la Calle, Proyectos Especializados de Explotación Sexual Comercial Infantil
(ESCIA), Proyectos Especializados en Trabajo Infantil, así como también aquellos
Proyectos Especializados en Inimputables, destinados a población menor de 14
años involucrados en infracciones de ley y sin responsabilidad penal.
Ahora bien, en términos referenciales3, el total de niños(as) atendidos en los programas a nivel nacional ascendía a 83.009, a fines de 2006, lo que representa el
1,8% de la población infantil nacional. En el caso de la Araucanía, la población
incorporada era de 6.016, cuya proporción corresponde al 2,1% del total regional. En cuanto al género, en el espacio nacional un 47% (39.009) corresponde a
niñas, y 53% a niños (44.000), en tanto que de acuerdo con las “líneas de intervención”, la mayor incidencia está en los programas de prevención con 32,0%
(26.522) y las OPD con 25,1% (20.862), lo cual es concordante con el nivel
más general de sus acciones. La población en la línea de protección residencial en diversas modalidades representa a nivel nacional el 15,1% (12.557). Los
programas especializados en temáticas como maltrato y abuso, que se revisarán
más adelante, cubren 5.865 casos (7,1%), en tanto que los de diagnóstico son
3.959 (4,8%). Los casos de adolescentes infractores incorporados a programas
son 5.150 (6,2%), de los cuales 554 (0,7%) están en privación de libertad.
Acorde con la política social de tipo subsidiario anotada anteriormente, la red de
atención opera en base al sistema de subvenciones a instituciones acreditadas,
que ejecutan la mayor parte de los programas. En efecto, solo el 1,7% de los proyectos son de administración directa del Estado, correspondiendo a programas
de diagnóstico y para adolescentes privados de libertad; en tanto que el resto
está administrado por instituciones privadas. Este sistema determina la existencia
de orientaciones, la mayor parte del financiamiento y la fiscalización por parte
del ámbito público, y complementariamente, la ejecución y administración por
las instancias privadas.
Por otra parte, de acuerdo con lo señalado sobre las temáticas intervenidas por
los programas, las causales de ingreso a los sistemas presentes en los niños y
adolescentes, si bien son variadas, a nivel nacional se concentran en alrededor
de un tercio (33,6%) en situaciones de dificultad para el ejercicio de los roles parentales y problemas de protección general (abandonos parciales, inhabilidades,
incompetencias y formas de peligro físico o moral), en tanto que el 35,09% com-
3
Los datos estadísticos están basados en: SENAME (2007).
21
22
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
prende problemas de violencia y formas de maltrato. En otra dimensión, el 8,4%
de la población presenta faltas o conflicto con la justicia en diversos grados, con
1,5% de infracciones graves, principalmente delitos contra las personas.
Programas de intervención en maltrato y abuso infantil
Ahora bien, las situaciones de abuso sexual y maltrato representan un ámbito extremo de vulneración de derechos cuya intervención requiere de una alta
especialización. El abuso sexual infantil, de acuerdo a una definición aceptada
internacionalmente se refiere a “los contactos e interacciones entre un niño y
un adulto, cuando el adulto usa al niño para estimularse sexualmente él mismo,
al niño o a otra persona. El abuso sexual también puede ser cometido por una
persona menor de 18 años, cuando esta es significativamente mayor que el niño
(la víctima) o cuando (el agresor) está en una posición de poder o control sobre
otro menor”4.
Las situaciones incluidas abarcan distintas formas de violación, exhibicionismo,
utilización en pornografía, explotación sexual, etc. Algunos antecedentes relevantes se relacionan con su alta ocurrencia en contextos intrafamiliares y a la
“cifra negra” que impide conocer la real magnitud de su manifestación, estimándose que solo alrededor del 15% de los casos son denunciados.
En el marco legal e institucional, la Convención sobre los Derechos del Niño se
refiere explícitamente a este problema en sus artículos Nº 19 y Nº 34, e igualmente se incluye en disposiciones de la Ley de Menores, Código Penal, Ley de
Violencia Intrafamiliar y de Tribunales de Familia.
En tal contexto, la política pública y de infancia, a la cual se hace referencia
en puntos anteriores, ha generado una serie de instancias para su abordaje incluyendo planes de acción, comités intersectoriales y programas específicos en
sectores como educación salud y justicia.
La intervención propiamente tal en los temas de maltrato y abuso puede visualizarse desde tres perspectivas complementarias. En primer lugar, desde la incorpo-
4
Esta definición fue elaborada por la National Center of Child Abuse and Neglect (NCCAN) y
es habitualmente usada en la literatura especializada.
POLÍTICAS SOCIALES DE INFANCIA, OFERTA PROGRAMÁTICA Y ABORDAJE DEL ABUSO INFANTIL
ración de casos en los diversos niveles de la oferta programática de SENAME antes
mencionada; en segundo lugar, a través de la oferta especializada para las situaciones de mayor vulneración en los Programas de Protección Especializada de Sename
en sus modalidades de “Maltrato Infantil Grave y Abuso Sexual” y de “Explotación
Sexual Infantil y Adolescente”; y en tercer lugar, por los diversos programas sectoriales dependientes de Salud, Educación, Seguridad Pública y Policía.
Esta última oferta incluye una gran variedad de programas tales como el Centro de
Asistencia a Víctimas de Atentados Sexuales, CAVAS, del Instituto de Criminología,
de la Policía de Investigaciones, que otorga asistencia reparatoria en casos de víctimas de agresiones sexuales, especialmente a los menores de edad. La atención en
esta línea se complementa con los CAVI, Centro de Atención a Víctimas dependientes de la Corporación de Asistencia Judicial, y recientemente con los Centros de
Atención a Víctimas de Delitos Violentos dependientes del Ministerio del Interior.
En el caso de la oferta especializada de SENAME, los programas destinados a
la reparación del Maltrato Infantil Grave y Abuso Sexual se orientan a casos de
maltrato infantil constitutivo de delito, dirigidos a la recuperación física y psicológica mediante la intervención reparatoria especializada (SENAME, 2007b).
Incluyen la intervención con casos de maltrato físico grave, menos grave y de
agresión sexual en cualquiera de sus formas. Sus objetivos apuntan a la interrupción de la situación de maltrato, a la resignificación de la experiencia abusiva
por parte del niño, y al fortalecimiento de los recursos familiares y sociales protectores. Su metodología es eminentemente ambulatoria, tendiente a contextualizar socioculturalmente la situación, y promoviendo la participación familiar y el
fortalecimiento de las capacidades y recursos.
Los programas especializados en Explotación Sexual Comercial Infanto Adolescente (ESCIA), definen esta vulneración como la utilización de niños, niñas y
adolescentes menores de 18 años de edad para mantener relaciones sexuales remuneradas, pornografía infantil y adolescente, utilización de niños, niñas y personas adolescentes en espectáculos sexuales, donde existe además un intercambio
económico o pago de otra índole para la persona menor de edad o para un tercero intermediario de la explotación sexual (SENAME, 2007c). Esta vulneración de
derechos es conceptualizada tanto como una forma extrema de violencia sexual
así como una explotación económica asimilable a formas de esclavitud.
Los programas de esta línea pretenden generar procesos para la resignificación
por parte del niño víctima y para su integración sociofamiliar a través del fortale-
23
24
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
cimiento de recursos protectores psicosociales que incluyen de modo especial a
la familia, considerada también como su sujeto de atención. Si bien los casos implican judicialización, se potencia especialmente una derivación desde los otros
programas asistenciales, tales como residencias de protección, centros de diagnóstico y oficinas locales de protección (OPD). Las metodologías de intervención
se inscriben regularmente en el enfoque sistémico-ecológico que procura trabajar tanto con el niño víctima como con su familia y el contexto sociocultural,
incluyendo componentes psicosociales, jurídicos, educativos y terapéuticos.
La cobertura de estos programas es de alcance nacional, con presencia a lo largo
del país. En la Araucanía su distribución es la siguiente:
Programa
Institución
Cobertura
PEE Programa de Explotación Fundación Tierra de Esperanza/PEE Rukalaf.
50
Sexual
Temuco
PRM Programa de Maltrato
ONG Proyecta/PRM Wirarum Pichi Keche.
55
Angol
PRM Programa de Maltrato
Fundación Mi Casa/PRM Cenim Padre Las
50
Casas
PRM Programa de Maltrato
Corpadeh/PRM Esperanza de Niño. Temuco
75
Fuente: SENAME (2008)
Cabe destacar que en los casos de maltrato o abuso la intervención no está
circunscrita solo a los programas especializados, pues si bien estos concentran
aquellas situaciones de mayor gravedad, su distribución incluye también otros
proyectos preventivos y proteccionales.
En cuanto a la frecuencia de casos de maltrato, abuso y negligencia, la información nacional y regional consolidada de toda la red se aprecia en la siguiente
tabla:
Comparación entre País y Región de La Araucanía/Casos Vigentes según Causal
Asociada a Maltrato, Abuso y Negligencia/Diciembre de 2007
Causal
Maltrato Físico Grave
Maltrato Físico Leve
Maltrato Físico sin lesiones
Negligencia
Nacional
457
1.770
699
12.056
%
0,48
1,92
0,80
12,85
Araucanía
45
138
46
1.186
%
0,68
2,10
0,68
18,04
POLÍTICAS SOCIALES DE INFANCIA, OFERTA PROGRAMÁTICA Y ABORDAJE DEL ABUSO INFANTIL
Maltrato Psicológico
Víctima de Violación y otras
Víctima de Abuso Sexual
Explotación Sexual
Víctima de VIF y Maltrato
Otros
Totales Casos Abuso y Maltrato
Total Casos Vigentes Red SENAME
4.723
475
6.359
309
5.821
2
32.671
90.203
5,21
0,54
7,25
0,36
6,58
0,00
35,09
100,00
551
26
382
20
609
0
3.003
6.575
8,38
0,40
5,81
0,30
9,26
0
45,67
100,00
Fuente: SENAME (2008)
Esta información señala que poco más de un tercio de la población ingresada
al sistema proteccional, en todas sus líneas de acción, corresponden a causales
vinculadas al maltrato, abuso o negligencia. Destaca la diferencia sustantiva de
la región respecto al promedio nacional, superior en diez puntos, especialmente
significativa en casos de Negligencia, Maltrato Psicológico y Víctima de VIF y
Maltrato. Los datos nacionales para diciembre de 2007 señalan un 64,01% del
total de la población de protección sin causales de maltrato o abuso, lo cual a
nivel regional desciende al 54,3 %.
Por su parte, de los 3.003 casos incorporados en estas categorías en la región,
solamente 239 (7,95%) son intervenidos en programas de protección especializados en maltrato grave o explotación sexual, correspondiendo justamente a los
casos de causales de mayor gravedad. En efecto, estos programas concentran
más del 35% de los casos de abuso sexual, la totalidad de la explotación sexual
comercial y más de la mitad de los casos de violación. Por su parte, los programas generales tienden a concentrar mayoritariamente los casos de violencia
intrafamiliar y negligencia.
Un caso ilustrativo lo entregan las OPD (Oficinas de Protección de Derechos),
consideradas como la puerta de entrada al sistema y con una connotación netamente local.
25
26
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
Casos vigentes de maltrato, abuso y negligencia/Programas OPD
Región de La Araucanía/Diciembre 2007
Causal
Maltrato Físico Grave
Maltrato Físico Leve
Maltrato Físico sin lesiones
Negligencia
Maltrato Psicológico
Víctima de Violación
Víctima de Abuso Sexual
Explotación Sexual
Víctima de VIF y Maltrato
Total Maltrato y Abuso
Total Vigentes Red SENAME
Femenino
2
28
27
223
58
11
65
1
166
581
1.270
%
Masculino
0,08
3
1,14
21
1,10
24
9,05
214
2,35
79
0,45
6
2,64
30
0,04
1
6,74
132
23,59
510
%
0,12
0,85
0,97
8,69
3,21
0,24
1,22
0,04
5,36
20,71
Total
5
49
51
437
137
17
95
2
298
1.091
51,56
48,44
2.463 100,00
1.193
%
0,20
1,99
2,07
17,74
5,56
0,69
3,86
0,08
12,10
44,30
Fuente: SENAME (2008)
En otro sentido, la necesaria perspectiva de género debe ser incorporada para
ilustrar la distribución de casos. En ella se aprecia una tendencia al equilibrio,
pero con algunas diferencias significativas en causales tales como abuso sexual
y violencia intrafamiliar.
Casos vigentes de maltrato y abuso según género/Región de La Araucanía
Diciembre 2007
Causal
Maltrato Físico Grave
Maltrato Físico Leve
Maltrato Físico sin lesiones
Negligencia
Maltrato Psicológico
Víctima de Violación
Víctima de Abuso Sexual
Explotación Sexual
Víctima de VIF y Maltrato
Total Maltrato y Abuso
Femenino
22
66
20
632
301
20
277
12
330
1.680
%
Masculino
0,73
23
2,20
72
0,67
26
21,05
554
10,02
250
0,67
6
9,22
105
0,40
8
10,99
279
55,94
1.323
%
0,77
2,40
0,87
18,45
8,33
0,20
3,50
0,27
9,29
44,06
Total
%
45
1,50
138
4,60
46
1,53
1.186 39,49
551 18,35
26
0,87
382 12,72
20
0,67
609 20,28
3.003 100,00
Fuente: SENAME (2008)
En efecto, la diferencia global de diez puntos en los diferentes tipos de maltrato y
abuso se expande a una relación en que los casos femeninos casi triplican a los
POLÍTICAS SOCIALES DE INFANCIA, OFERTA PROGRAMÁTICA Y ABORDAJE DEL ABUSO INFANTIL
masculinos. Esta situación es acorde con la tendencia general observada en otros
contextos, por ejemplo con estudios en la Región Metropolitana que señalan una
prevalencia en casos femeninos de 82,9% (Achnu, 2006), así como con estudios
anteriores efectuados en Temuco (Arias et al. 1991). Sin embargo, tanto los datos
regionales como los de las OPD señalan un aumento en la incidencia de casos
de niños varones que se sitúan entre un 28% y 32% en la Araucanía.
En el eje temporal es posible apreciar ciertas evoluciones en los últimos años, si
bien deben mirarse con reserva por cuanto los indicadores y las categorizaciones
no son todos necesariamente coincidentes:
Casos Vigentes de Abuso Sexual/Región de La Araucanía/Años 2004,
2006 y 2007
Causal
Víctima de Violación
Víctima de Abuso Sexual
Explotación Sexual
Total Abuso
Vigentes Total
2004
%
67
1,4
184
3,9
s/inf
251
5,3
4751 100,00
2006
%
77
1,3
237
3,9
17
0,3
331
5,5
6.016 100,00
2007
%
26
0,4
382
5,8
20
0,3
428
6,5
6.575 100,00
Fuente: SENAME (2007, 2008)
Las prevalencias de los casos de abuso sexual fluctúan entre 5,3% y 6,5% respecto a la totalidad de la población de programas, con variaciones de interés en
el año 2007, especialmente en el caso del aumento de las “víctimas de abuso
sexual” y la disminución de “víctimas de violación”. Cabe hacer notar que estos
antecedentes no reflejan la ocurrencia de situaciones de abuso, sino la variación
de los casos atendidos en el contexto de la oferta efectiva de los proyectos.
Proyecciones y reflexiones
Finalmente, después de esta visión general de las orientaciones de la política
y de los programas, es importante identificar aquellos temas gravitantes para
la discusión, especialmente a nivel regional, entendiendo que tanto los nudos
como las proyecciones pueden ser vistos como oportunidades de direccionar el
trabajo y la intervención.
En primer lugar, destaca la necesidad de potenciar el trabajo intersectorial y de
coordinación. Baste señalar que si bien se desarrolla intervención por parte de
27
28
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
muchas instituciones, las acciones a nivel de red y a nivel intersectorial tienen
aún muchos déficits. En este sentido, las lógicas sectoriales de salud, justicia,
educación, etc., tienden a operar como universos desconectados, por lo cual
este tema, aun cuando no sea necesariamente el más importante, por su trascendencia operativa tiene méritos para ser mencionado en un primer lugar.
Luego, y recogiendo una percepción desde los proyectos especializados, emerge
la ausencia de proyectos complementarios. En este sentido, se consigna la necesidad de disponer de una oferta diversificada que evite la tendencia al “todo institucional” que tiende a entregar toda la atención y la intervención desde una sola
fuente. Un inconveniente suplementario a nivel regional está dado por la inexistencia de estos apoyos programáticos proteccionales en muchas de las comunas.
En un nivel de mayor complejidad se hace notar la necesaria adecuación legislativa. Así, a modo de ejemplo, las tipologías de delito en el campo de la explotación sexual son bastante precarias, hay tipologías que no existen o que no reflejan la especificidad del ámbito infantil, dificultando su abordaje. Lo señalado en
cuanto a la importancia de la agenda pública se asocia con las denominaciones
y el uso de discursos y lenguajes que posicionen y validen estos temas en el
interés de la comunidad.
Sin duda que un componente de fondo es el cambio cultural. Sin caer en una ingenuidad inmediatista que pretenda cambiar todo un sistema de valores y pautas
culturales, sí es posible potenciar cambios en la comunidad. En tal sentido, cabe señalar procesos vividos en las últimas décadas: hace veinte años el maltrato infantil
era visto como un término técnico, una categoría conocida solo por especialistas;
sin embargo, actualmente es un tema reconocido por la sociedad. La necesidad de
que problemas como el abuso sexual, la explotación sexual infantil o los adolescentes abusadores sean tópicos situados en los medios y en el discurso genera un
primer movimiento de cambio cultural y de avance en su intervención.
Un aspecto transversal de discusión está expresado en el tema de la judicialización y la intervención en contextos judiciales. Si se habla de maltrato grave o
de abuso sexual hay una referencia precisa a un delito, pero al mismo tiempo
hay toda una línea de política de infancia que apunta a la desjudicialización de
los problemas sociales, lo que ha generado en más de una oportunidad cierta
contradicción. Es decir, si el caso de abuso sexual o explotación es un delito,
tiene que ser tratado como tal, y debe obviamente ser judicializado; por tanto
la distinción entre lo proteccional y lo penal tiene que estar explícita y requiere
POLÍTICAS SOCIALES DE INFANCIA, OFERTA PROGRAMÁTICA Y ABORDAJE DEL ABUSO INFANTIL
que ambas sean abordadas. No por una supuesta proteccionalidad el tema penal
debe quedar de lado. En este campo la tendencia a la desjudicialización debe
tomarse con precaución, pues si bien la lógica de las políticas sociales apunta a
que los problemas no lleguen a los tribunales, obviamente aquellos hechos que
son sociales y que además son delitos, tienen que ser judicializados e intervenidos considerando este escenario.
Lo anterior genera la aparición del tema complementario de la intervención en
contextos judiciales. Esta implica ciertas especificidades, ciertas características
muy particulares de “contextos obligados”, escenarios que conllevan consecuencias para el grupo familiar, entendiendo que una gran proporción del abuso es
efectivamente de carácter intrafamiliar.
Otro desafío es la necesidad de reducir el mito de la simple asociación del maltrato o del abuso con la pobreza. Si bien probablemente la asociación se presenta entre ambas variables, el tema está lejos de quedar circunscrito a un solo
sector de la sociedad. En este sentido, un sesgo importante está dado por la
forma de intervención del Estado, focalizado en las familias pobres y en donde
cabe también esperar un progresivo cambio cultural.
En La Araucanía, por otra parte, brota una consideración especial e ineludible
asociada con el tema étnico y cultural. Las condiciones del maltrato y del abuso
sexual en los contextos indígenas han sido escasamente estudiadas tanto en términos cuantitativos como cualitativos. Existe una tarea pendiente en términos de
abordaje y conocimiento, y en donde las variables culturales se asoman con una
gravitación trascendente para la intervención (Slater, 1999).
Un tema de limitada visibilización y abordaje es de los abusadores sexuales juveniles. Una cantidad significativa de los abusos son cometidos por adolescentes
o incluso por niños, lo cual genera cuestionamientos y la necesidad de búsqueda
de orientaciones para abordarlo. Hasta ahora su consideración ha sido eminentemente de tipo penal, más aún con la reciente Ley de Responsabilidad Juvenil; no
obstante, es evidente que un abusador juvenil requiere de una intervención en
las dos vertientes antes señaladas en el tema de la judicialización. Efectivamente,
junto con la responsabilización se hace necesaria la implementación de procesos
reparatorios, para lo cual existen experiencias pilotos en otras regiones.
Una consideración paralela debe realizarse en el tema de la explotación sexual
comercial, pues lamentablemente es percibida en muchos sectores como un
29
30
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
ejercicio de la prostitución y no se insiste lo suficiente ni con el vigor requerido
en que siempre los niños y adolescentes son víctimas de la explotación. Nuevamente el tema del lenguaje y del cambio cultural a nivel societal se presentan
como tarea pendiente e impostergable de reforzar.
Finalmente hay dos temas importantes para los interventores. El primero se refiere
a la unificación estadística, que pudiera parecer como un tema muy académico
pero que es tremendamente importante al momento de la intervención. La inexistencia de estadísticas unificadas más allá de los servicios e instituciones, así como
incluso algunas contradicciones entre las diversas fuentes, representa un escollo a
la hora de diagnosticar y diseñar iniciativas a nivel regional y local.
El segundo tema está referido al mundo virtual de Internet. La aparición del
abuso cibernético, el grooming, representa un campo de alta importancia en el
acercamiento a estos temas, de creciente manifestación y para el cual aún la
sociedad, el Estado y los agentes intervinientes no están suficientemente preparados. El tema del abuso infantil se perfila así en escenarios emergentes que
requieren a su vez de nuevas iniciativas, estrategias y compromisos.
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31
33
Abuso sexual intrafamiliar: la familia como
dispositivo de actualización de la violencia
social, cultural e histórica
LILIAN SANHUEZA DÍAZ1
1.
Trabajo social familiar: la historia que habla hoy
Sabemos que el abuso sexual es un fenómeno bastante complejo, en tanto se
pone en cuestionamiento el rol de protección, de socialización, que nuestra sociedad y nuestra cultura le asigna a este grupo humano. La familia, como campo
de estudio del trabajo social, ha estado presente desde los orígenes de la profesión y es fundamental valorar el conocimiento adquirido desde hace ya un siglo.
En este sentido, Aylwin y Solar (2003) nos recuerdan que Mary Richmond, una
de las fundadoras del trabajo social, ya en 1917, sugería el tratamiento de familias completas y prevenía del riesgo de aislarlas de su contexto natural. Ella
acuñó el concepto de cohesión familiar, señalando que es “el grado de vinculación emocional entre los miembros de una familia, el cual es determinante
crítico de las capacidades de esta para sobrevivir” (Rosselot y Carrasco, 1997.
p. 66); desde sus inicios el trabajo social familiar identifica el apego en los seres
humanos como un aspecto clave en los procesos de transformación, con una
anticipación asombrosa respecto de las construcciones teóricas realizadas al respecto por otras disciplinas.
En su texto Social Diagnosis, Richmond (1917) refiere:
…los trabajadores sociales de casos familiares dan la bienvenida a la oportunidad de ver en el inicio mismo de la relación a los miembros de la familia reunidos en su propio entorno hogareño, actuando y reaccionando unos
sobre otros, cada uno tomando una parte en el historial del cliente, cada
1
Trabajadora Social. Magíster en Intervención Social. Directora Escuela de Trabajo Social,
Universidad Católica de Temuco. Correo electrónico: [email protected]
34
uno revelando hechos sociales de real significado por otra senda que la de
las palabras” (citado en Aylwin y Solar; 2003).
Esto último pone de manifiesto la relevancia otorgada al hábitat natural, al espacio
cotidiano en que las personas establecen sus relaciones y la importancia de la
comunicación no verbal, conceptualizada como analógica por Watzlavick, Beavin
y Jackson, décadas después en su Teoría de la Comunicación Humana (1981). La
relevancia de la comunicación no verbal queda de manifiesto hoy a partir de interesantes estudios que muestran que la credibilidad del “mensaje” no se encuentra
en el contenido del mismo, es decir, en sus componentes digitales, sino en las
manifestaciones cinestésicas del hablante, esto es, el tono de voz, contacto visual
y actitud corporal. De este modo, el trabajo social con familias muestra desde sus
orígenes una asertiva mirada respecto de las familias con las cuales trabaja y del
comportamiento humano que se va configurando entre sus miembros.
Hartman y Laird (1983), desde una perspectiva ecológica, entienden que en el
trabajo social familiar el foco es “la familia” aunque el “método” sea de caso,
grupal, comunitario o de intervención con sistemas más amplios. Desde esta perspectiva plantean que “los seres humanos solo pueden ser entendidos y ayudados
en el contexto de los íntimos y poderosos sistemas humanos de los cuales forman
parte” (p. 5), ello implica la familia de origen, el grupo familiar actual, las redes primarias con quienes se establecen relaciones cara a cara, significativas y/o
afectivas y aquellas redes más bien instrumentales, las que pasan a forman parte
de los posibles actores presentes en el trabajo social familiar. Pincus y Minahan
(1981), desde un punto de vista interaccional, señalan que el trabajo social con
familias es la intervención profesional, cuyo objeto son las interacciones conflictivas entre la familia y su medio social. Pasaremos a revisar, a continuación,
algunas posibilidades de comprensión que pueden adquirir estos elementos en el
trabajo social familiar con situaciones de abuso sexual infanto-juvenil.
2.
El medio social: modelo neoliberal, colonialismo y relaciones interétnicas
2.1. Narrativas de la violencia en el imaginario social de la cultura occidental
2.1.1. Modelo neoliberal y cultura occidental
El modelo neoliberal y el posmodernismo económico han generado una cultura
del consumo, en la medida que es el mercado el dispositivo que dinamiza nues-
ABUSO SEXUAL INTRAFAMILIAR: LA FAMILIA COMO DISPOSITIVO DE ACTUALIZACIÓN...
tro espacio y nuestro tiempo. El mercado es el ente “colonizador” de hoy, llega
al territorio que denominamos “mundo de la vida” y transforma “lo bueno” en
aquello que tiene un valor en el mercado. Un ejemplo de esto es lo que sucede
con los padres en las familias, en la medida que el “buen papá” es aquel capaz
de darle todo a sus hijos y por tanto necesita trabajar jornadas extensas para
lograr este objetivo, el que es por cierto inalcanzable, en la medida que es imposible darlo “todo”, pues el mercado crea a través de la imagen, cada segundo,
una nueva necesidad. La tendencia hedonista de nuestra sociedad y el consumo
compulsivo como un mecanismo de afrontar la sensación de vacío y sinsentido
que invade a muchos adultos, producto de la insatisfacción, tanto material como
humana y espiritual, exponen a miles de niños y niñas en riesgo de ser vivenciados como objetos de placer.
En esta perspectiva, el psiquiatra chileno Jorge Barudy (2001) señala dos conceptos que son básicos para entender esta situación, el concepto de cosificación comercial del cuerpo del niño y el de pedofilización publicitaria. A este respecto,
baste con navegar por Internet y solicitar información acerca de niños y niñas,
encontrando en este espacio virtual muchísima “oferta” de imágenes de distinto
tenor, un ejemplo de este tipo de oferta es la publicidad para visitar las islas del
Pacífico sur que circuló durante el verano de 2007 utilizando la imagen de dos
niñas prepúberes maquilladas profusamente y vestidas como mujeres adultas de
modo provocativo, evocando más bien una invitación al turismo sexual. En esta
misma línea, la película estrenada en el cine el año 2006, “Pequeña Miss Sunshine”, es una clara denuncia a los concursos de belleza para niñas realizados
en Norteamérica, los que “adultifican” la imagen de la infancia para hacerla más
vendible, exponiéndolos como productos en el mercado de consumo.
Otro elemento del contexto lo constituye la cultura patriarcal. En este sentido
los movimientos feministas han contribuido a cuestionar la sumisión absoluta de
los niños, las niñas y las mujeres a la autoridad del hombre, y en ese sentido a
esta concepción del orden natural, que de alguna forma ha permitido legitimar
la superioridad de género y en definitiva, al mismo tiempo, legitimar el abuso de
poder que se grafica dentro de sus muchas representaciones a través del abuso
sexual.
En esta misma línea es interesante analizar en esta discusión el concepto de
aporafobia, acuñado por la filósofa española Adela Cortina (Conferencia; agosto
2006). La aporafobia vendría siendo una suerte de fobia y rechazo a la pobreza
y, por ende, a las personas que viven en esta condición, lo que se traduce en la
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36
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
construcción de guetos que permitan aislar a los pobres y la pobreza de la vista
de los ”ciudadanos”, el amurallamiento de las poblaciones marginales y campamentos, la embestida publicitaria haciendo referencia a la inseguridad ciudadana
permanente basada en la amenaza de la delincuencia, delincuencia, por cierto,
ejercida solo por personas pobres, es decir, la criminalización de la pobreza.
Esto es bastante peligroso y así lo han señalado algunos movimientos europeos
de trabajadores sociales, que han denunciado que si los agresores son negros,
gitanos o extranjeros, las posibilidades de condena son muchos más altas que si
estos agresores denunciados tienen una situación económica solvente, o tienen
nacionalidad europea, lo que probablemente en nuestros países latinoamericanos pueda homologarse a la condición de joven, pobre y pertenecer a alguna
etnia.
La Convención Internacional de los Derechos del Niño (CIDN), subscrita por
nuestro país en el año 1990, constituye una herramienta jurídica que permite
establecer un nuevo paradigma de derecho. Más que una plataforma legal, la
Convención constituye una plataforma sociocultural y política, en términos de
que no solo establece las bases para poder sancionar ciertas vulneraciones de
derecho, sino que al mismo tiempo pretende modificar un estilo de relacionamiento entre el mundo adulto y la infancia. Un estilo de relacionamiento basado
en la diferencia de poder, un estilo de pensamiento basado en el pensamiento
simplista y lineal de comprender el mundo a través de binomios polarizados,
capaz/ incapaz, poderoso/débil, entonces identificamos a los niños como incapaces, como débiles, y a los adultos como capaces y como fuertes. En este sentido
la CIDN tendería a legitimar al otro en su diferencia, creando las condiciones
para que se genere una relación más democrática entre el mundo adulto y la
infancia. Para ahondar un poco al respecto, basta hacer el ejercicio de retroceder en el pasado; probablemente a muchos de nosotros durante nuestra infancia
nos hicieron callar cuando hablaba un adulto, con la instrucción “cuando los
grandes hablan los niños se callan”, lo que legitimaba la superioridad del adulto
por sobre el niño(a), en este sentido una relación más democrática apuntaría a
reflexionar acerca de la importancia de escuchar la opinión de los demás, sin
interrumpirlos, como manifestación del respeto por el otro en su calidad de ser
humano, más allá de la etapa del ciclo vital en que se encuentre.
Una práctica bastante difundida de parte del mundo adulto hacia los niños(as) es
obligar a estos últimos a saludar a adultos cercanos, familiares, amigos, en contra
de su voluntad, estableciéndolo como manifestación de buena crianza; sin embargo, esta obligatoriedad niega al niño(a) la capacidad de establecer límites cor-
ABUSO SEXUAL INTRAFAMILIAR: LA FAMILIA COMO DISPOSITIVO DE ACTUALIZACIÓN...
porales, lo que podría considerarse un atentado contra un mecanismo de defensa
básico frente a un posible abuso sexual; una propuesta alternativa a esta práctica
sería consultar al niño(a) razón que motiva a que él (ella) no quiera saludar a
una determinada persona, contribuyendo de esta forma al reconocimiento de sus
emociones, el establecimiento de límites corporales cuando se sienta amenazado
y la posibilidad de argumentar fundadamente su decisión de mantener distancia
corporal con un adulto determinado.
Hace 16 años que Chile suscribió esta Convención, es decir, todos los niños y
adolescentes que participaron del “movimiento secundario” el primer semestre
el año 2006, son adolescentes que nacieron y fueron criados bajo el alero de la
Convención. Un movimiento estudiantil que dio ejemplo de organización, convocatoria, coordinación, representatividad y con la capacidad de denunciar un
cuerpo legal que atentaba contra la calidad de la educación en Chile; muestra
cómo un cuerpo legal, el compromiso político detrás de la suscripción de la
CIDN, permite crear condiciones para que los adolescentes manifiesten abiertamente y con sólidos argumentos su malestar social.
Vemos, entonces, a partir de lo anterior, que existen elementos del medio social
que deben ser considerados al analizar el abuso sexual infantil desde el trabajo
social familiar.
2.1.2. Colonialismo y relaciones interétnicas
Aguirre (1995) plantea que el Estado tiende a una coordinación centrípeta, a una
unidad que a menudo genera unicidad, buscando homogeneizar y normalizar
los diferenciales étnicos a través de distintas estrategias. A través de diferentes cuerpos legales y políticas públicas el Estado coordina las acciones de los
ciudadanos en virtud del modelo de desarrollo que persigue. En el entendido
que “esta homogeneidad étnica significa para el Estado chileno, estabilidad y
cohesión, mientras que la multiplicidad de grupos étnicos representa tensión e
inestabilidad permanente” (p. 51).
La relación entre el Estado chileno y los pueblos originarios, particularmente en
la Región de La Araucanía, el pueblo mapuche ha provocado a lo largo de los
años un deterioro en las condiciones socioculturales de este último:
…la expropiación de casi todas sus tierras y recursos naturales y la consiguiente generación de minifundismo conllevarían a la creciente paupe-
37
38
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
rización de gran parte de la población y a su marginación de muchos de
los procesos económico-políticos de la sociedad nacional (Aguirre; 1997
p. 260).
A este respecto cabe recordar los antecedentes expuestos por el periódico El Ferrocarril y aquellos acontecimientos registrados en la “Memoria de Guerra Pacificación de la Araucanía 1887”, donde es posible apreciar la devastación causada
por el ejército chileno al apropiarse de ganado, cultivos, viviendas, arrasando
con todo a su paso, incluyendo las vidas humanas de los indígenas de la época,
quienes eran sometidos a múltiples formas de tortura y denigración. En la actualidad se continúan empleando distintos mecanismos de etnocidio encubierto, en
la medida que se desconfirma la identidad étnica diferenciada de la alteridad,
buscando la asimilación en desmedro del reconocimiento. El etnocidio se entiende como
…el intento deliberado de erradicar una cultura o modo de vida de un
grupo de personas (...) el etnocidio depende del uso de poder político para
forzar a gente relativamente indefensa a renunciar a su CULTURA y es por
lo tanto en situaciones coloniales u otras, en que la coerción puede ser
aplicada impunemente (Barfield, 1997, citado en Fundación Legado de Esperanza, 2003).
Si bien es cierto, el periodo colonial histórico finalizó en el 1800 con la independencia de Chile, al interior de la república se ha mantenido una relación
“colonialista” entre el Estado chileno y el pueblo mapuche a través del uso de
la violencia crónica, física y simbólica, la burla y desconfirmación, el desconocimiento y desvalorización de la cosmovisión de un pueblo distinto, de parte de
la sociedad no mapuche, lo que genera procesos de dolor y sufrimiento, que a
nuestro juicio han ido configurando el desarrollo de un trauma histórico. Este
concepto surge del trabajo con pueblos aborígenes de Canadá y alude a las
heridas emocionales y sicológicas colectivas, tanto sobre toda la vida como por
sobre generaciones de individuos, resultado de una (...) historia de etnocidio. A
este respecto, diversos estudios realizados desde un marco monocultural muestran al pueblo mapuche como depositario de altos índices de deterioro en su
población: índice de desarrollo humano, mortalidad, expectativas de vida, violencia intrafamiliar, resultados que son posibles de comprender a partir de este
proceso de traumatización, lo que podría estar gatillando el uso de la violencia
como forma extrema de búsqueda de reconocimiento y reivindicación.
ABUSO SEXUAL INTRAFAMILIAR: LA FAMILIA COMO DISPOSITIVO DE ACTUALIZACIÓN...
“La violencia, así como la enfermedad y toda forma de desarmonía, aparece
en contextos de pérdida de mecanismos de protección que entrega la cultura” (Ibacache, 2001:7). En el caso de la violencia intrafamiliar y particularmente del abuso sexual intrafamiliar, un concepto que favorece un análisis
comprensivo-relacional de esta situación es el de violencia colateral, que
vendría siendo “el comportamiento vejatorio, humillante, dañino y a veces
hasta violento contra un miembro de un grupo por parte de individuos del
mismo grupo” (Midleton-Moz, 1999, p. 116). Se aprecia más frecuentemente en grupos oprimidos que han quedado indefensos para contrarrestar las
acciones de un grupo opresor más poderoso, y que frecuentemente descarga su ira hacia miembros de su misma comunidad.
Esta interferencia en el equilibrio de las fuerzas presentes en el “mundo
mapuche”2, tan valorado por este pueblo para el logro del bienestar sociocomunitario, se encuentra mediatizado en gran medida por el debilitamiento de los
sistemas socioculturales propios de este pueblo a partir de la acción del Estado.
De este modo, las relaciones humanas estarían dadas por la interacción de las redes
parentales que se forman a través de las alianzas matrimoniales, historia común, la
organización tradicional, vigencia y participación en instancias de encuentro sociocomunitario como: eluwvn, gijatun, palin y otros en el marco de un territorio que sería el
espacio natural y sobrenatural donde se desarrolla la dinámica diaria de interrelación
social y política de las familias pertenecientes a las comunidades mapuche. De este
modo, el abuso sexual intrafamiliar en familias mapuche, así como toda expresión de
violencia intrafamiliar, debe ser comprendida en este marco de relaciones interétnicas.
3.
La familia: violencia y abuso sexual o el juego relacional del dominio y el
poder
3.1. Algunas conceptualizaciones acerca de las relaciones de violencia sexual
hacia los niños y niñas
Uno de los autores clásicos en la temática del maltrato infantil y el abuso sexual,
y que cuenta con muchos adeptos entre los profesionales que abordan este tipo
2
Ver el trabajo de recopilación de sabiduría ancestral realizado por el ngenpin Armando Marileo Lefio al respecto.
39
40
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
de violencias, es el psiquiatra chileno Jorge Barudy (2001). Barudy elabora tres
categorías que permitirían comprender cómo se desarrollan las dinámicas abusivas en estas familias. Él habla de organización enmarañada y altruista, la organización promiscua, caótica, indiferenciada y usurpadora, y la organización
rígida, absolutista y autoritaria. Sabemos que se puede acceder a una comprensión completa de las familias donde el abuso se da, puesto que es imposible
reducir la complejidad al nivel de aprehensión del fenómeno en su completitud,
sin embargo, se considera interesante esta construcción teórica en tanto permite
introducirnos en los posibles mundos familiares significativos que sirven de marco para las asimétricas y abusivas relaciones de poder que sostienen el abuso
sexual infantil.
En la organización enmarañada y altruista, aparecería un adulto que externaliza
la realidad, que arremete, abusa y no se hace cargo de esta situación, minimizando el hecho. Un adulto que a medida que comienza a abusar, lo hace partiendo de la invasión de los límites, de los espacios corporales de manera muy
sutil, y una familia en donde una vez que se devela la relación de abuso surgen
dos lenguajes claros, el lenguaje del arrepentimiento y el lenguaje del perdón.
Del arrepentimiento por parte del agresor y el perdón inmediato por parte de la
familia, siendo la víctima asignada como la salvadora de la unidad familiar. Esto
último es particularmente doloroso y difícil de trabajar para los profesionales, ya
que los papeles se invierten en cuanto la víctima pasa a ser la responsable del
bienestar familiar al inmolarse por esta. Una segunda categoría planteada por
este autor es la categoría de organización promiscua, caótica, indiferenciada y
usurpadora. En esta categoría, el adulto naturaliza la situación abusiva, son familias en donde con mucha recurrencia se presentaría promiscuidad, interacciones caóticas, falta de fronteras generacionales, hijos parentalizados, que asumen
roles que no corresponden, familias que se encuentran en un fuerte aislamiento
social y que presentan multiproblematicidad. Desde ese punto de vista, una vez
que surge la develación, la primera reacción de la familia es de estupor, que no
logra comprender la situación, y cae en una fuerte crisis frente a la develación.
Una tercera categoría sería la familia que presenta una organización rígida, absolutista y autoritaria. Aquí el adulto agresor defiende su inocencia, se presenta
como dogmático, autoritario y moralista, si se comprueba el delito, se victimiza.
Habitualmente el adulto fue un niño que ha sido abusado, y la reacción familiar
es negar, rechazar y culpabilizar a la víctima. En una familia con este de tipo
de organización familiar encontramos con alta frecuencia mitos y creencias, que
de alguna u otra manera legitiman la situación abusiva. Ahora bien, al analizar
ABUSO SEXUAL INTRAFAMILIAR: LA FAMILIA COMO DISPOSITIVO DE ACTUALIZACIÓN...
estos tres tipos de organización podemos tener luces respecto de algunas ideas
fuerza que deberían guiar el trabajo familiar. En el primer caso la organización
enmarañada y altruista, podríamos tener como ideas fuerza la importancia de la
confrontación y de la responsabilización. En la segunda organización promiscua,
caótica, indiferenciada y usurpadora, las ideas fuerza serían la reorganización y
resocialización. Y en la tercera conceptualización de organización rígida, absolutista y autoritaria, algunas ideas fuerza son fortalecer la comunicación digital
sobre la analógica.
Una segunda categoría es la que plantea Juan Luis Linares (2002), terapeuta familiar. Linares señala que cuando ocurren situaciones de abuso sexual se dan
ciertos juegos de relaciones en la familia, él habla de cuatro juegos relacionales
que se dan particularmente entre los padres: el juego de la estafa, el juego del
hechizo, el vampirismo y la seudofraternidad. Estos cuatro juegos relacionales,
tienen como elemento clave la relación conyugal fuertemente articulada con
la relación parental. Respecto de la relación de pareja, esta se basaría en la
complementariedad, con una distribución asimétrica del poder a saber: estafa,
hechizo, vampirismo y seudofraternidad.
En el juego relacional de la estafa, las madres son capaces de impulsar la separación y proteger a sus hijos, sin embargo los sentimientos y emociones más presentes en ellas y que pueden llevarlas a paralizarse son la ansiedad, inseguridad
y miedo. Ante los profesionales manifiestan su necesidad de “estar seguras” de lo
que pasó, “miedo a equivocarse y ser injustas con la pareja”, sin embargo, logran
establecer empatía con el sufrimiento de su hijo(a) lo que es un elemento clave a
trabajar a nivel familiar. Los padres agresores aparecen con una apariencia física
imponente que en muchas ocasiones encubre una alta vulnerabilidad, con abuso
de alcohol y sustancias. Cuando la víctima ha sido una hija adolescente, suelen
desarrollar juegos manipulatorios en tanto el “secreto del abuso” les otorga impunidad ante el agresor y les permitiría beneficios y libertades impensadas en el
contexto de una relación conyugal alineada en su rol parental.
En el hechizo, aparecería la complementariedad en su máxima expresión. Las mujeres se mostrarían extremadamente dependientes del esposo; en todos los detalles,
es el esposo quien maneja las horas a médico, establecimiento educacional de
los hijos, de control de niño sano, lo que se cocina en casa y en general todas las
decisiones pasan por él. Las madres mostrarían una conducta más bien inmadura
e infantil, siendo “amablemente descalificadas por la mirada benévola del marido”
(Linares, 2002, p. 69). El agresor es una figura muy importante para el grupo fa-
41
42
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
miliar, es una figura central, que “fascinan” no solo a las familias sino también al
entorno, suelen ser personas trabajadoras, reconocidas en su medio de trabajo, muy
buenos vecinos y suelen buscar como parejas a mujeres débiles que por lo general
no cumplen a cabalidad ni las funciones maternales, ni tampoco un rol público
en términos de trabajar o de generar otros mecanismos que le permitan fortalecer
su autoconcepto, en tanto este se construye en base a la pareja. Las víctimas, por
su parte, aparecería, trianguladas; el autor señala: “la hija seducida es elevada a
la condición de princesita consorte, en una especie de matrimonio morganático,
construido sobre el sutil repudio de la reina madre” (Ibíd., p. 70). Durante la adolescencia pueden tomar conciencia de la manipulación de que han sido víctimas y
al asimilar la incapacidad de las madres para protegerlas suelen abandonar el hogar
de forma definitiva, iniciando tempranas relaciones de pareja.
El tercer juego relacional es el denominado vampirismo. El autor señala que es el
juego relacional más patológico y de peor pronóstico. Aquí tenemos un agresor
depredador, que justifica su actuar en virtud de su superioridad, es un hombre
que cree que lo que está haciendo está bien, y un ejemplo clásico de esta situación son aquellos adultos proxenetas que explotan a sus mujeres o a sus hijos.
En este contexto es posible que exista más de un agresor al interior de la familia,
padre, abuelo, tíos, hermanos. Este juego relacional puede ser la base de futuras
situaciones de explotación sexual infantil.
Finalmente se menciona el juego relacional de la seudofraternidad. En este caso,
la complementariedad se mantiene, pero los papeles cambian. Es en este caso la
madre quien tiene el mayor poder en la relación de pareja, y el agresor aparecería más bien débil y altamente dependiente. El autor señala que por lo general nos encontramos con muy buenas madres… pero de sus esposos, a quienes
percibe frágiles y vulnerables, tendiendo a justificar su conducta abusiva, y por
el contrario, con los hijos(as) se mostrarían exigentes y severas. Una actitud representativa de este juego relacional es el discurso de la madre que alude a que
tal vez su hija “lo provocó”, que “era ella quien los buscaba para jugar o salir”.
Para la mujer, la relación de pareja las nutre de autoestima, necesitan que su pareja dependa de ellas para sentirse útiles e importantes. La víctima, en este caso,
suele sentir mucho más temor por la reacción de la madre que por la represalia
del agresor con quien existe cierta complicidad. La revelación suele darse en la
etapa de la adolescencia, al sentirse la víctima acosada por una figura paterna
que coarta espacios y amistades, no da permiso para mantener relaciones de pareja, entonces esta sensación de sentir que su libertad está siendo minada, puede
ser el principal motivador para develar los hechos.
ABUSO SEXUAL INTRAFAMILIAR: LA FAMILIA COMO DISPOSITIVO DE ACTUALIZACIÓN...
4.
La interacción. El trabajador social en la acción transformadora ante el
abuso sexual intrafamiliar
4.1. Reflexiones acerca de la acción social transformadora en el trabajo social
con familias que han vivenciado una situación de abuso sexual
El término intervención deriva del latín inter venire: venir entre, y tiene dos significados básicos en la literatura; uno más restringido, alude a la actuación del
profesional dirigida a objetivos concretos, por ejemplo, la activación de recursos
(Lerma, citado en Coletti y Linares 1997)). El otro, más abarcativo (Mazza, citado
en Coletti y Linares 1997), la interpreta como el proceso que, en un tiempo y
metacontexto institucional3 dados, desarrolla un sistema constituido por los profesionales y las personas que motivan su trabajo.
Dentro de los valores que sustentan el trabajo social, entre ellos el respeto al
otro y la autodeterminación, la intervención se concibe como una relación simétrica entre dos actores sociales: el profesional y la persona. Sin embargo,
el uso del concepto “intervención” ha derivado en la práctica a una relación
asimétrica, mediatizada por una metodología en ocasiones rígida y con un fuerte componente de control social, ello mediatizado por el enfoque positivista y
tecnocrático. Al respecto, desde un paradigma fenomenológico y hermeneútico,
la intervención entendida como acción social profesional se define como una
relación eminentemente intersubjetiva.
“El quehacer profesional se hace en el encuentro con el otro, en procesos intersubjetivos, aboga por la propia persona de los que están comprometidos en esta
situación social específica” (Aguayo, 2006, p. 122). De esta, en el encuentro de
los límites de la subjetivización, es su propia subjetividad la que está puesta en
cuestión. “Es su confrontación con los límites del derecho, es su propia relación
a la norma la que es interrogada” (Autes, 1999, p. 247). Si bien es cierto la
norma es clara con respecto a la judicialización, sanción y acción social frente
a este tipo de delitos, en este último ámbito se aprecia la necesidad no solo de
otorgar legalidad a la acción profesional, sino sobre todo legitimidad.
3
Concepto acuñado por Carlos Lamas, que alude, desde una perspectiva de la complejidad,
al todo compuesto por los elementos organizacionales, relaciones de poder y lineamientos
políticos que en una interacción recursiva y permanente con los sujetos que operan en dicho
sistema van conformando procesos autopoiéticos (Coletti y Linares; 1997, p. 156).
43
44
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
A este respecto, se considera fundamental para construir legitimidad en la acción
profesional conocer las implicancias y significaciones que los sucesos adquieren
para los propios actores involucrados, en el entendido que la relación entre un
yo y un tú está mediada por significados. Shutz (1993) plantea que la acción
social es significativa antes de entrar en contacto con otra persona. Al entrar en
contacto con otra persona estaría en otro nivel de significado, y son estos procesos los que hay que sistematizar, contar, relatar y hacer público.
La vida cotidiana provee conocimientos de la experiencia cotidiana que
se encuentra en la interacción social. El cara a cara, posibilita tener conocimientos y experiencias que permiten vivir el día a día. La relación cara
a cara es una relación directa, con un tú, con el cual comparto un tiempo
y un espacio. Cuando dos personas se encuentran de esta manera, una al
alcance de la experiencia directa de la otra, digo que están en la situación
cara a cara (Shutz, 1993, p. 192).
La importancia del lenguaje en la constitución del ser humano, en tanto como
platea el filósofo político Charles Taylor (1996), el lenguaje es significativo y
valorativo. Los seres humanos a través de nuestros actos de habla nos transformamos en animales capaces de autodeterminarnos y determinar a otros. La falta
de reconocimiento genera una identidad deformada o una identidad herida y es
de alguna forma lo que sucede con las víctimas de abuso sexual, en la medida
que los actos de habla de aquellos sujetos significativos son descalificadores y no
reconocedores de su dolor y sufrimiento. Amplia literatura hace referencia a que
“el apoyo materno es el factor más significativo en la moderación del impacto
traumático en niños y niñas víctimas de abuso sexual” (Sinclair y Martínez, 2006,
p. 1). Para muchos de los profesionales que han trabajado en hogares de protección con niños y niñas víctimas de abuso, es fácilmente distinguible que en
gran parte de los niños(as) y adolescentes el mayor sufrimiento no dice relación
con la agresión propiamente tal, sino con la reacción de la madre y el resto de
la familia, con la dificultad de estos para acogerles, comprenderles y finalmente
creer en su relato. Asimismo, muchos niños(as) y adolescentes, una vez realizada
la revelación, son objeto de la victimización secundaria de vecinos, profesores
y compañeros de escuela, quienes los señalan como “el niño violado”, “la chica
abusada”, situación que evidentemente constituye una agresión a la identidad,
desde los actos de habla.
En este mismo sentido, sería muy interesante analizar los discursos profesionales
que se construyen ante las/los sobrevivientes del abuso sexual (constructo desa-
ABUSO SEXUAL INTRAFAMILIAR: LA FAMILIA COMO DISPOSITIVO DE ACTUALIZACIÓN...
rrollado por Barudy y que aparecería como un concepto menos paralizante, que
pone de manifiesto que la vida continúa luego de la agresión) y sus familias, en
tanto los profesionales detentan un “saber experto” y por tanto el diálogo con
los profesionales puede ser una gran oportunidad para descubrir la identidad a
través del diálogo con el otro, cuando este diálogo está cargado de significado
que transmite el reconocimiento y la valoración por este otro.
5.
Referencias bibliográficas
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46
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
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47
Agresión sexual incestuosa: ¿obligatoriedad
de la denuncia o estrategia de intervención
psicosocial?
FRANCISCO JAVIER IBACETA WATSON1
Introducción
En Chile, las agresiones sexuales hacia niños, niñas y adolescentes se han constituido en un problema social de gran magnitud y relevancia. Al respecto, se
han diseñado políticas públicas, promulgado leyes, a la vez que se ejecutan
programas específicos en el ámbito de la prevención, detección, protección y
reparación.
La ocurrencia “real” de las agresiones sexuales es difícil de cuantificar, principalmente porque las víctimas y las familias de estas cuando son menores de edad
no siempre realizan la denuncia, aduciendo que les resulta incómodo el proceso
judicial. En esa línea se ha acuñado el concepto de victimización secundaria
para describir aquel sufrimiento que experimenta la víctima en su paso por las
diferentes instancias del sistema judicial. De esta manera, el número de casos
que se desconocen porque no son denunciados (cifra negra) es considerable. Esta
situación se hace aún más significativa cuando los agresores sexuales se encuentran al interior de la familia, pues esto agrega un elemento de mayor sufrimiento
y confusión acerca de los efectos de la denuncia judicial, en tanto el agresor
suele constituir un vínculo significativo.
De acuerdo con la legislación vigente, las agresiones sexuales son hechos constitutivos de delito, en tanto atenta contra el bien jurídico de la autodeterminación
sexual, a la vez que se constituyen una vulneración de derechos consagrados por
la Convención Internacional de los Derechos de los Niños y Niñas. A su vez, el
Código Procesal Penal en su artículo 175 señala que para los profesionales del
área de la salud las agresiones sexuales son hechos cuyo conocimiento en el
1
Psicólogo Universidad de Chile. Correo electrónico: [email protected]
48
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
ejercicio profesional amerita la obligatoriedad de la denuncia ante la instancia
judicial respectiva.
Lo recientemente descrito produce una tensión conceptual y metodológica en
los profesionales que trabajan ligados a la atención de víctimas, en particular si
estas son menores de edad, puesto que a la vez que intentan proteger a la víctima
de un mayor daño producto de la develación y la acción del sistema judicial2,
deberían cumplir con la obligación legal de proteger a la víctima poniendo los
antecedentes a disposición de las autoridades que corresponden, ya sea en el ámbito proteccional como en el penal. Esta tensión alcanza su mayor magnitud en el
ejercicio privado de la psicoterapia y la evaluación psicológica infantil, en donde
todavía existe un grado importante de desacuerdo (y desconocimiento) respecto
de las implicancias legales, éticas y terapéuticas de la atención de este tipo de
casos. Nuestra impresión es que en el ámbito privado, sistema terapéutico y sistema judicial se ven como situaciones difíciles de compatibilizar principalmente en
torno a cuestiones ligadas a la alianza terapéutica y el secreto profesional.
De esta forma, la judicialización de los casos de agresión sexual ha generado
procesos de discusión en los profesionales que trabajan en el tema acerca de
los efectos de esta en la víctima, su familia y en el proceso terapéutico que se
establece con ellos. Por una parte, se plantean propuestas de atención en donde
la iniciación del proceso judicial no es asumida directamente por los equipos
(Instituto de Criminología de la Policía de Investigaciones de Chile, Centro de
Atención a Víctimas de Atentados Sexuales, CAVAS, 2004). En contraparte, la
totalidad de los programas especializados en maltrato infantil grave dependientes
del Servicio Nacional de Menores solo trabajan en la atención de niños, niñas
y adolescentes cuyos casos se encuentran judicializados en él ámbito proteccional, tomando un rol activo en este tipo de instancias, a la vez que la mayoría
de dichas situaciones se encuentran denunciadas en la búsqueda de la sanción
penal correspondiente para el agresor.
El desarrollo del nuevo proceso penal imprimió aun mayor urgencia a la discusión acerca de la obligatoriedad de la denuncia. Lo cierto es que la norma es
clara, razón por la cual el psicólogo y los operadores psicosociales en general,
2
La reacción de la familia y el contexto frente a la develación y las características del paso
de la víctima por el sistema judicial, policial e incluso asistencial, constituyen factores que
median directamente el impacto final que tendrán las agresiones sexuales en las víctimas, de
forma que el daño y la evolución de este se relacionan directamente con dicha reacción.
AGRESIÓN SEXUAL INCESTUOSA: ¿OBLIGATORIEDAD DE LA DENUNCIA O ESTRATEGIA DE INTERVENCIÓN...
sea cual sea el ámbito en que desarrollen su ejercicio profesional, deben considerar que no pueden llevar su trabajado adelante al margen de la ley. De esto se
desprende la necesidad de conocer el proceso y los criterios que están a la base
de la toma de decisión de trabajar con sistema judicial, de forma de otorgarles
una validez del ámbito de la intervención psicosocial y psicoterapéutica.
El presente trabajo tiene como objetivo describir una manera de abordar situaciones de agresiones sexuales hacia niños, niñas y adolescentes validando desde
criterios psicosociales la necesidad (y no solo la obligatoriedad) de la denuncia
al sistema judicial, de forma de trabajar paralelamente y colaborativamente con
este. Este trabajo se centra específicamente en los casos de agresiones sexuales incestuosas y en el proceso de judicialización que sigue, en la mayoría de las ocasiones, a la revelación y denuncia ante las instancias respectivas. Adicionalmente,
se pretende describir un proceso de toma de decisión por parte de los equipos
profesionales que intervienen en estos casos acerca de cómo y en qué contexto
emplazar al sistema judicial, de manera de agregar a la conocida obligación legal
de denunciar, criterios de carácter psicosocial que orienten dicho operar.
Antecedentes teóricos
Para efectos de este trabajo, se entiende por agresión sexual incestuosa la relación
sexual de tipo abusivo, sin importar la clase de contacto sexual realizado, establecida por un padre, padrastro, conviviente de la madre o cualquier persona que ejerce
el rol paternal o maternal contra uno o varios niños3 a su cargo (Navarro, 1998).
Por otra parte, se define la judicialización como la activación de mecanismos
judiciales orientados a la protección del niño, ya sea a través de la vía proteccional o de alguno de los procedimientos destinados a sancionar al agresor que
contempla la ley (Servicio Nacional de Menores, 1997).
Barudy (1995) plantea que la judicialización es una elección clínica que se analiza en función del diagnóstico de la situación abusiva, del niño, su familia y las
redes en que estos se desenvuelven. Este autor plantea que los parámetros para
optar por la judicialización podrían ser los siguientes:
3
Se utiliza el género masculino niño para referirse tanto a niños como a niñas.
49
50
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
a)
b)
c)
d)
Grado de vulnerabilidad del niño, lo cual está determinado por la (corta)
edad del niño y/o por la ausencia de alternativas de protección segura e
inmediata en la familia nuclear y/o extensa.
El carácter grave y crónico de las agresiones sexuales y el grado de deterioro importante en la salud física y/o psicológica del niño.
Una dinámica familiar disfuncional4, sobre todo en lo relativo a la integración de la ley social de prohibición de conductas sexuales entre sus miembros, como también la ausencia de motivación, aceptación y cooperación
para con la intervención psicosocial y terapéutica.
Trastornos psiquiátricos graves de los adultos responsables del cuidado y
protección del niño.
Este autor también distingue tres espacios de intervención psicosocial que señalan consideraciones distintas respecto de la judicialización.
Un primer espacio supone que la restauración de la ley social al interior de la
familia y por tanto la protección del niño, se realiza a través de la autoridad
simbólica del profesional interviniente, sin participación del sistema judicial, ya
que la familia (agresor incluido) valida la intervención profesional y expresa de
manera explícita una necesidad de ayuda.
Una segunda posibilidad define que la restauración de la ley social al interior de la
familia solo puede hacerse mediante el señalamiento de los hechos a la autoridad
judicial, por cuanto esta es la única manera de lograr la protección de la víctima
de agresión sexual incestuosa y la validación de la intervención profesional.
Un tercer espacio implica la creación de espacios intermedios de evaluación en
los cuales se realiza un diagnóstico que permita decidir qué contexto es el más
adecuado para la protección del niño y la intervención terapéutica.
Perrone y Nannini (1997) señalan que la denuncia a la instancia judicial es una
condición ineludible, aunque no suficiente para la intervención terapéutica, por
cuanto es preciso tener certeza que el abuso sexual ha cesado y que el niño se
encuentra protegido.
4
Barudy (1998) describe organizaciones familiares en las que la notificación a la autoridad
judicial es una necesidad tanto para la protección del niño víctima de abuso sexual, como
para la intervención terapéutica.
AGRESIÓN SEXUAL INCESTUOSA: ¿OBLIGATORIEDAD DE LA DENUNCIA O ESTRATEGIA DE INTERVENCIÓN...
Dicha propuesta se basa en la consideración de la agresión sexual como una
relación desigual, abusiva, al margen de la ley y fuera de todo control social.
La recuperación de la capacidad crítica de la víctima y el rompimiento de operaciones de programación tales como el secreto y el pacto, aspectos inherentes
al proceso terapéutico, pasan por el rompimiento del encapsulamiento de la
situación hacia un espacio público que permita hacer un señalamiento externo
del carácter transgresivo de lo que ocurre.
El proceso de atención y de toma de decisiones
Glaser y Frosh (1997) describen cuatro momentos centrales en la atención de
este tipo de casos, los cuales, de una manera modificada y adaptada, denominaremos: sospecha, validación, protección y reparación. El esquema de este
proceso se aprecia en la Figura 1.
Fig. 1. Flujograma de atención de casos de abuso sexual incestuoso
Signos y/o síntomas de
carácter físico conductual
y emocional
P
Relato del niño
Relato de un tercero
L
O
Sospecha o descubrimiento parcial del abuso
L
Validación o confirmación de la sospecha
L
Entrevista con el niño, entrevista con familia nuclear y extensa, visita a terreno,
examen médico, evaluación de necesidad de medidas de urgencia para interrumpir abuso, discusión e implementación de decisiones: intervención psicosocial,
intervención judicial, intervención terapéutica.
L
Protección
L
Reparación
L
La sospecha remite a la toma de conocimiento por parte del equipo profesional
de la probabilidad de ocurrencia de una situación de agresión sexual incestuosa.
Esto obedece al señalamiento que hace un tercero que es parte de las redes so-
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ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
ciales en las que el niño participa, en función de la observación de indicadores
(signos y/o síntomas de carácter físico y/o psicológico y/o el relato del mismo
niño) que le hacen suponer la posibilidad de agresión sexual. Esta sospecha también se origina en los mismos profesionales cuando en la atención clínica, inicialmente llevada a cabo por otro motivo de consulta, se detectan elementos que
introducen la idea de la existencia de una situación abusiva de carácter sexual.
En la validación lo central es obtener certeza de la existencia del fenómeno
abusivo para ejercer protección. El relato del niño es el aspecto central a considerar, ya que de existir la necesidad de judicializar para lograr la interrupción de
la agresión sexual, se requieren elementos que permitan mostrar a la autoridad
judicial pertinente la necesidad de tomar alguna medida.
La secuencia de acciones llevadas a cabo con el fin de confirmar o no una
situación de agresión sexual, implican la realización de un diagnóstico psicosocial que permita guiar las estrategias a seguir en relación con la protección y la
elaboración de un plan de tratamiento individual en relación con la reparación.
Son considerados elementos básicos del diagnóstico la caracterización del hecho
abusivo y la evaluación de los recursos tanto del niño, su familia y el ámbito
comunitario. El objetivo de esta fase es obtener certeza de la existencia de abuso
sexual incestuoso y la evaluación del riesgo y las capacidades protectoras de la
familia.
El diagnóstico psicosocial que se realiza involucra una serie de acciones destinadas a configurar la situación psicosocial del niño y las características del abuso
sexual que este estaría sufriendo. Estas acciones incluyen entrevistas con el niño,
con los adultos responsables del niño, con miembros de la familia extensa, visitas domiciliarias, coordinaciones con otros profesionales involucrados en el
caso, y supervisión del mismo en equipo.
La protección integral
Una vez obtenida la certeza de la existencia de agresión sexual incestuosa, es
necesario implementar acciones tendientes a la protección del niño, interrumpiendo inmediatamente toda acción abusiva. La práctica de la protección supone
la utilización de medidas judiciales y no judiciales.
La protección opera como condición necesaria, anterior y permanente de un
espacio de reparación. Así, la protección es inseparable de la reparación, por
AGRESIÓN SEXUAL INCESTUOSA: ¿OBLIGATORIEDAD DE LA DENUNCIA O ESTRATEGIA DE INTERVENCIÓN...
cuanto a la vez que se protege se están reparando y restituyendo derechos que
han sido vulnerados.
Medidas judiciales
Judicializar un caso de agresión sexual incestuosa implica la utilización de las
herramientas que la legislación ofrece con el fin de proteger al niño. Supone
activar el aparato judicial en sus distintas instancias y competencias tal que ello
permita la interrupción de la situación de abuso.
Es fundamental tener claridad respecto de qué competencia judicial se está emplazando y con qué fines. A estas instancias judiciales se les puede denominar
judicialización proteccional (Tribunal de Familia), judicialización penal (Ministerio Público) y judicialización civil (Tribunales Civiles).
El Tribunal de Familia es aquel que tiene la facultad de otorgar medidas de
protección, en acuerdo al señalamiento de una situación de riesgo que indica,
por ejemplo, un profesional del área psicosocial. Dichas medidas de protección
van desde la simple acción de informar al Tribunal acerca de la sospecha de
una condición de riesgo hasta la petición de ingreso a un sistema de protección
simple, en la consideración que es la única forma eficaz de proteger al niño e
interrumpir las agresiones sexuales.
Por su parte, el Ministerio Público es emplazado en la búsqueda de la sanción
penal para el agresor, dado que el abuso sexual está tipificado como delito.
Aparentemente, por lo señalado inicialmente, en la práctica se operaría de forma
más restringida con esta instancia judicial. La protección desde el emplazamiento de esta instancia judicial estaría dada por la posibilidad de interrumpir la
agresión sexual debido a la privación de libertad del agresor.
La vía civil sería la menos utilizada, y se refiere principalmente a hacer uso de la
ley de violencia intrafamiliar, con el fin de solicitar una medida precautoria que
determine la salida del agresor del hogar por un período determinado. Producto
que las agresiones sexuales son materias penales, este tipo de acción judicial
es menos posible. Otra alternativa es que durante el proceso de reparación se
tengan que resolver materias civiles relacionadas con regulación del contacto y
mantención económica del padre no custodio y regulación de la tuición, aspectos centrales si se piensa en el carácter paternante de las agresiones sexuales incestuosas. Entonces, podría entendérsela como una forma de ejercer protección
53
54
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
a través de un emplazamiento indirecto, esto es, resolver una materia civil que
signifique protección para la víctima.
Criterios para judicializar
Los criterios que se proponen para validar la judicialización no deben ser entendidos ni utilizados como exclusivos en sí mismos, sino que se les debe asignar
un peso específico de acuerdo con cada caso y lo que de este se desprenda en
el diagnóstico psicosocial. Se proponen los siguientes:
1)
Ausencia de protección familiar para el niño, tal que se pueda lograr la
interrupción inmediata de la situación abusiva.
Se refiere a que ningún miembro de la familia nuclear ni extensa ni redes vinculares del niño pueden asegurar efectivamente que la situación de agresión sexual
va a cesar de forma inmediata, o que el niño simplemente no cuenta con figuras
significativas que lo protejan. Existen variadas configuraciones familiares que son
específicas a este criterio: padres con alteraciones psiquiátricas severas; niño que
vive solamente con el abusador; el adulto no abusador reconoce incapacidad
para interrumpir el abuso.
2)
Figuras adultas potencialmente protectoras niegan y/o minimizan el relato
del niño y/o la convicción confirmatoria del equipo profesional. Necesidad
de introducir crisis.
Aquí no solo no existe la posibilidad de proteger de manera inmediata al niño,
sino que además la negación o minimización del abuso cierran la posibilidad
de intervención, en tanto la familia no acepta el espacio de ayuda profesional e
invalida el relato y la petición de ayuda del niño, colocándolo en una posición
de riesgo mayor. La única posibilidad es emplazar al sistema judicial como una
forma de introducir el orden social y de esta manera lograr la posibilidad de
intervenir para generar protección y en lo posible cambio.
3)
Familia no presenta motivación al cambio ni empatía con el dolor del otro,
lo que coloca al niño en una situación de alto riesgo.
Esta condición alude a que si bien puede haber reconocimiento de la situación de abuso sexual, la disposición de los adultos involucrados o de alguno de
ellos (principalmente el abusador) es a señalar la no necesidad de cambio de
AGRESIÓN SEXUAL INCESTUOSA: ¿OBLIGATORIEDAD DE LA DENUNCIA O ESTRATEGIA DE INTERVENCIÓN...
sus patrones habituales de interacción y convivencia, lo cual generalmente va
acompañado de una posición no empática hacia quienes manifiestan sufrimiento
con lo que acontece. Luego, la posibilidad de reiteración o continuación de las
agresiones sexuales es altísima.
4)
Características del niño que lo colocan en una situación potencialmente
mantenedora de vulneración.
Este criterio alude a que ciertas características psicosociales de algunos niños los colocan en una situación en que es menos posible sostener de manera continuada la situación de protección. Se pueden mencionar, entre otras, las siguientes características:
•
•
•
•
Niño
Niño
Niño
Niño
de corta edad
con algún handicap específico (físico, cognitivo, etc.)
con poca visibilidad comunitaria.
con la sensación de no sentirse protegido.
5)
Características específicas de la situación de agresión sexual incestuosa.
Se refiere a las particularidades de este tipo de abuso sexual en relación con dos
aspectos. El primero es estático y dice relación con el carácter incestuoso, ya
que en la totalidad de los casos el abusador se encuentra al interior del hogar
y es parte central del núcleo familiar, lo cual implica riesgo, en tanto facilita la
continuidad del abuso sexual. Lo segundo se relaciona con que al momento de
evaluar las características de cada caso (frecuencia, tipo de contacto sexual, uso
de la violencia, nivel de daño, etc.) generalmente se encuentran situaciones de
carácter crónico y con un alto de nivel de daño en el niño, lo cual supone actuar
de manera urgente para impedir la continuidad del abuso.
Para qué judicializar
Los criterios para judicializar corresponden al cuándo y en qué circunstancias
aquello es necesario. También es necesario tener claridad para qué hacerlo. Los
usos de la judicialización más frecuentes son:
1)
Logro efectivo de la interrupción.
Mediante una resolución judicial se determina la forma en que la interrupción
del abuso sexual incestuoso se asegura de manera inmediata. Estas medidas pue-
55
56
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
den involucrar desde el alejamiento del agresor hasta la salida del niño a un
sistema de protección simple, siendo lo ideal que el niño quede al cuidado de
algún familiar que asegure protección, ya que esto no lo desarraiga de su entorno familiar y comunitario.
2)
Obligatoriedad de la asistencia.
Implica la petición de una resolución judicial que expresamente coloque al niño
y su familia como sujetos de atención obligatoria. Tiene por objetivo “evitar que
el caso se pierda” y que con ello el riesgo de reiteración del abuso aumente.
Entrega la responsabilidad al equipo profesional no solo de realizar una labor
terapéutica, sino que también una tarea de control social para verificar la interrupción sostenida de la situación abusiva. Si la asistencia no se produce, los
profesionales informan de aquello a la instancia judicial. Con esta acción el niño
adquiere visibilidad comunitaria.
3)
Generación de crisis al interior del sistema familiar.
Alude a movilizar a los miembros de la familia hacia la protección del niño,
en tanto la idea de orden social es introducida por una autoridad judicial y no
solamente desde el equipo profesional que tendría menor poder para interrumpir
de manera inmediata y sostenida las situaciones abusivas.
Propuesta de un modelo general
Lo hasta ahora descrito sigue la lógica habitual de los programas vinculados a la atención a la infancia. Nos hemos referido hasta aquí principalmente a aspectos ligados a
la judicialización proteccional y en menor medida a la penal. Hemos tratado de describir un proceso, en donde más allá de la obligatoriedad de denunciar establecida
por la ley, los profesionales del área psicosocial cuenten con criterios específicos que
guíen su accionar frente a situaciones de agresiones sexuales incestuosas.
La razón de esto es proveer a aquellos equipos y sobre todo a aquellos profesionales del área privada que atienden niños, niñas y adolescentes de consideraciones que les permitan discernir cuándo emplazar al sistema judicial. Esto
independiente que por ley tienen la obligación de denunciar.
En un intento por lograr esta inclusión realizamos una investigación (Becar e
Ibaceta, 2000) acerca de cómo integrar la judicialización al trabajo de repara-
AGRESIÓN SEXUAL INCESTUOSA: ¿OBLIGATORIEDAD DE LA DENUNCIA O ESTRATEGIA DE INTERVENCIÓN...
ción. En dicha investigación de carácter cualitativo y orientado por la Grounded
Theory (Hueser, 1999), entrevistamos a diversos profesionales del área psicosocial que trabajaban en proyectos ligados al SENAME.
Del análisis de la información recolectada desarrollamos un modelo descriptivo que intenta integrar los aspectos judiciales con los aspectos propios de la
reparación. Este modelo se aprecia en la Figura 2 y se describe en sus variables
constituyentes a continuación.
Fig. 2 Modelo general de judicialización de casos de abuso sexual incestuoso
Antecedente
Abuso sexual incestuoso
Variables
intervinientes
Fenómeno central
Protección integral
Estrategias
Medidas judiciales
Medidas no judiciales
Consecuencias
Interrupción
Reparación
Efectos de la judicialización
Criterios de
judicialización
Operar del
sistema
judicial
Legislación
vigente
CONTEXTO INSTITUCIONAL
Condición antecedente: abuso sexual incestuoso
La condición antecedente hace referencia a una situación de riesgo psicosocial,
en virtud de ciertos indicadores relacionados recurrentemente con la presencia
de abuso sexual incestuoso. La simple sospecha de esto moviliza a los equipos
profesionales hacia una postura de protección, lo que supone la realización de un
diagnóstico psicosocial destinado a lograr confirmación de la situación abusiva
y junto con ello la caracterización de la misma, aspecto dirigido a diseñar una
estrategia que permita alcanzar el objetivo central de toda la intervención profesional: lograr la protección integral del niño víctima de abuso sexual incestuoso.
57
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ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
Fenómeno central: Protección integral
La protección integral se constituye en el fenómeno central, por cuanto todas
las estrategias profesionales están destinadas a su logro. Los resultados de estas
acciones no solo se miden y adecúan en función de su impacto para lograr
protección, sino que también están ideadas para que en su práctica no causen
más daño. La idea de integralidad alude a que la intervención profesional no
solo debe evitar que el abuso sexual se reitere, sino que también debe otorgar
al niño la posibilidad de acceder a condiciones psicosociales que aseguren su
bienestar y desarrollo adecuado en todas sus áreas. La protección integral es
conceptualizada como el principio que guía todo el proceso de intervención
profesional.
Estrategias de acción – Interacción
Frente a una condición de abuso sexual incestuoso se diseña una estrategia dirigida a lograr protección. Estas estrategias suponen tanto medidas judiciales como
no judiciales.
Se parte de la base que no todos los casos son judicializados. Esto abre la posibilidad de determinar bajo qué criterios un caso puede o debe ser judicializado. Es aquí donde contar con criterios de judicialización juega un rol central
al momento de determinar de qué manera se diseñará la estrategia para lograr
protección integral, si predominantemente de manera judicial o de forma no
judicial. Los criterios que guían la estrategia de protección se contrastan con la
información derivada del diagnóstico psicosocial, de tal manera que la evaluación de ello permita orientar la forma de intervenir.
Cabe consignar que de optarse por la judicialización, se lo hace principalmente
vía proteccional y secundariamente vía civil y penal. Esto también es una indicación de protección, por cuanto intenta evitar el daño que la acción (proceso)
judicial pueda causar en la víctima (victimización secundaria).
Consecuencias
La aplicación de las estrategias reseñadas genera ineludiblemente ciertas consecuencias, de las cuales se busca principalmente la interrupción de la situación
de abuso sexual y, junto con ello, el acceso del niño y sus vínculos significativos
y potencialmente protectores a un espacio de reparación. Se concibe la interrup-
AGRESIÓN SEXUAL INCESTUOSA: ¿OBLIGATORIEDAD DE LA DENUNCIA O ESTRATEGIA DE INTERVENCIÓN...
ción y la reparación como elementos esenciales de la protección integral, en
tanto se le intenta devolver al niño una condición vital ausente de riesgo para su
integridad, desarrollo y bienestar psicosocial.
Sin embargo, también se generan consecuencias que pueden afectar la protección. Estas consecuencias se relacionan fundamentalmente con los efectos que la
judicialización puede causar tanto en el niño como en su familia. Aquí la noción
de protección integral adquiere un rol central, por cuanto se entra en una ponderación de aquellos efectos que se quieren evitar (por ejemplo, revictimización
del niño) por sobre aquellas condiciones que se quieren lograr (interrupción y
reparación). En algunas ocasiones la única posibilidad de ejercer protección es a
través de la utilización de todas las herramientas judiciales posibles, asumiendo
que ello puede significar un riesgo de daño (por ejemplo, separación del niño de
su familia) que es necesario enfrentar.
Variables intervinientes
Frente a la judicialización se debe saber qué competencia emplazar, de qué manera, cuándo y sobre todo para qué. La judicialización es evaluada caso a caso
no solo considerando el diagnóstico y los criterios que la guían como estrategia
de intervención, sino que también de acuerdo a las diferentes competencias que
se pueden emplazar, en función del análisis de su eficiencia y eficacia frente a
determinadas temáticas y de acuerdo con las posibilidades que ofrece la legislación vigente. A la vez que se utilizan las herramientas que la legislación ofrece,
se intenta mantener la protección del niño en relación a efectos dañinos que,
sobre todo por el tipo de procedimiento penal, pueden darse en el paso de este
por el sistema judicial.
Contexto institucional
La intervención está basada en la Doctrina de Protección Integral a la InfanciaAdolescencia, cuyo eje principal de expresión es la Convención Internacional
de los Derechos de los Niños, razón que imprime un sello metodológico particular al accionar profesional, el cual está basado en una serie de principios
que contempla la Convención. El Modelo General y las categorías conceptuales
descritas solo pueden ser entendidos desde este paradigma particular que orienta hoy la atención psicosocial a las problemáticas de la infancia - adolescencia
en Chile.
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ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
De esta manera, equipos vinculados a salud mental, en el ámbito público y
privado, pueden tener consideraciones diferentes respecto al espacio otorgado a
la judicialización en los procesos de atención (reparación) de víctimas de agresiones sexuales incestuosas. Estas van desde propuestas extrajudiciales (sin participación del sistema judicial y relacionado principalmente a espacios privados
de atención psicoterapéutica) a propuestas que suponen la obligatoriedad de la
denuncia como parte del proceso de atención (vinculados a proyectos de infancia desarrollados por instituciones financiadas principalmente por el SENAME).
Esta distinción es fundamental, pues más allá de la obligación de denuncia planteada por la ley, es el contexto en que se desempeña el profesional interviniente
(con las consideraciones ideológicas y teóricas detrás de este) el que tendrá más
peso en la utilización de la judicialización como estrategia de intervención.
Reparación: desde la obligatoriedad de la denuncia hasta el operar extrajudicial
Desde nuestra experiencia con distintos equipos y profesionales ligados a la
atención de niños, niñas y adolescentes, la judicialización constituye una estrategia de intervención más que una acción uniforme a seguir en los casos de abuso sexual incestuoso. Una razón de esto es el contexto en que se desempeñan.
Si se está vinculado a proyectos de infancia de carácter público, la denuncia
es parte fundamental del proceso de atención. Mientras más cerca del ámbito
privado, la denuncia es una acción a seguir que se discute con la víctima y
la familia, tomando en consideración sobre todo cuestiones ligadas a evitar la
victimización secundaria. Desde este ámbito, en general, se percibe a la judicialización penal como parte de una discusión de equipo, que considera central el
proceso de atención con el niño y su familia. Si el niño y la familia manifiestan
explícitamente que la sanción legal del abusador es un elemento central del
proceso de reparación, se orienta la denuncia judicial ante la autoridad jurídica
correspondiente. Ello se debe a que, en dichos casos, la sanción legal del agresor
representa mayoritariamente la posibilidad de la superación del daño causado
por el abuso sexual. Otra situación que guía la judicialización penal, se refiere a
que la única posibilidad de interrupción y de ejercer protección es mediante la
privación de libertad para el abusador.
Pensamos que la judicialización proteccional es una estrategia que viene a potenciar la intervención profesional, sobre todo en aquellos casos en que esta no
es suficiente para lograr interrumpir sostenidamente la situación de abuso sexual.
La judicialización proteccional se convierte en obligatoria cuando, dada la sola
AGRESIÓN SEXUAL INCESTUOSA: ¿OBLIGATORIEDAD DE LA DENUNCIA O ESTRATEGIA DE INTERVENCIÓN...
intervención psicosocial, no están garantizadas las condiciones que permitan la
protección del niño.
Independiente de todas las consideraciones realizadas, el contexto jurídico de
nuestro país señala la obligatoriedad de la denuncia para aquellas personas que
por su calidad o profesión se encuentran ligadas a la atención de casos de abuso
sexual5. En tal sentido el SENAME, que financia y orienta técnicamente la mayoría de los proyectos de atención relacionados al abuso sexual, señala que todas
las acciones que atentan contra la integridad y bienestar psicosocial de los niños
que son consideradas delito deben ser denunciadas y procesadas judicialmente
de manera de sancionar legalmente su acción. De esta manera, es la consideración de la tipología legal la que establece el límite entre una propuesta de
atención extrajudicial y una que debe incluir necesariamente el emplazamiento
al sistema judicial (Fernández, 1999).
Es posible señalar que dicha discrepancia puede, en cierto sentido, obviarse en
relación con la materia proteccional, por cuanto dicha competencia recae en los
Tribunales de Familia, el cual constituye un tipo de emplazamiento indirecto, en
cuanto a la acción abusiva se refiere. En cambio, respecto de lo penal la situación es distinta, puesto que precisamente la obligatoriedad de la denuncia y la
posición del SENAME aluden a un emplazamiento directo de la justicia penal,
en tanto lograr sancionar punitivamente una acción determinada que es considerada delito. Es en este punto en que el discurso y acción de los profesionales
alcanza su mayor grado de tensión con el contexto jurídico en el cual llevan
adelante su accionar.
Es probable que parte de esta tensión jurídico-metodológica se deba a que el
modelo de trabajo propuesto por Barudy sea el mayormente utilizado para el
abordaje de casos de abuso sexual. Tal como se ha expresado anteriormente,
dicho modelo contempla la judicialización como una posibilidad o estrategia de
intervención, concepción que guía el operar psicosocial de los equipos entrevistados que intervienen en casos de abuso sexual. Sin embargo, la experiencia
desarrollada por Barudy se realiza en un contexto social, en donde existen disposiciones jurídicas que explícitamente apoyan el accionar de los profesionales en
5
Germain (2000) señala que si bien existe la obligación de denunciar por ley, en la práctica
ello no se realiza. Indica que los equipos profesionales evalúan caso a caso pero, en su opinión, dada la gravedad de la situación abusiva, la denuncia debe ser parte del proceso de
intervención.
61
62
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
un ámbito extrajudicial. Evidentemente, esta contradicción metodológica debiera
suponer una adecuación del tipo de intervención profesional realizado por los
equipos que operan desde este modelo. Sin embargo, nuestra experiencia nos
muestra que dicha adecuación teórico - metodológica no se ha realizado en su
totalidad. Al respecto, Barudy, en una comunicación personal con los autores de
este trabajo, señaló que los profesionales que intervienen en los casos de abuso
sexual deben adecuar su proceder al contexto legislativo en el cual llevan adelante su accionar. Por otra parte, varios autores han planteado que la denuncia
judicial, dada la gravedad del fenómeno en estudio, forma parte ineludible del
tratamiento terapéutico que realizan (Germain, 2000; SENAME, 1997; Perrone y
Nannini, 1997; Barrett, Trepper y Fish, 1995).
Comentarios finales
Es posible señalar que sistema terapéutico y sistema judicial operan de manera
paralela y aun poco cooperativa, sobre todo en lo que se refiere a reparación y
judicialización penal. Se debe propender a que la búsqueda de la sanción penal
del agresor sea “terapéutica”, y que el paso del niño por el sistema de administración judicial criminal no sea victimizador.
Se debe intentar un acercamiento entre el lenguaje judicial y el psicosocial, de manera de crear intervenciones concertadas y coherentes orientadas al objetivo de reparación del daño causado por una situación de abuso sexual, evitando al máximo
la posibilidad de intervenciones conjuntas de tipo iatrogénicas. La flexibilización de
las pruebas para la confirmación del delito (por ejemplo aceptación igualitaria tanto
del relato del niño como de las pruebas físicas), la no rigidización del procedimiento penal (por ejemplo aceptación de videograbaciones de sesiones terapéuticas con
el niño en vez de declaraciones directas) y, en fin, todas aquellas acciones destinadas a dotar de intercambios entre ambas instancias, tal que ello vaya en directo
beneficio de la atención integral a los niños que han sufrido abuso sexual.
Por ahora, el acompañamiento y la preparación de los niños por su paso por
el sistema judicial, parece ser una intervención de carácter obligatorio, con el
fin de resguardar la protección integral del niño y, junto con ello, aumentar las
posibilidades de éxito del proceso de reparación.
Finalmente, el área de la práctica privada de la psicología clínica y la psicoterapia, e incluso de la misma práctica médica, suponen un espacio aún no tratado,
AGRESIÓN SEXUAL INCESTUOSA: ¿OBLIGATORIEDAD DE LA DENUNCIA O ESTRATEGIA DE INTERVENCIÓN...
en relación a la discusión de la forma de abordar tanto la sospecha como la
confirmación de situaciones de abuso sexual.
Nuestra postura final es que independiente del contexto en el que se trabaje, la
obligatoriedad de la denuncia debe respetarse sobre todo en lo vinculado a la
protección. Creemos que no hay reparación ni terapia posible sin protección, de
manera que proponemos llevar adelante procesos de atención de casos de agresiones sexuales solo en situaciones en que los aspectos judiciales están abiertos
y claros en el curso a seguir. Esto nos parece crucial para el proceso de apertura
del secreto, donde consideramos que lo ético también es terapéutico, y de fuente
de autocuidado para los profesionales intervinientes que se desgastan profundamente cuando su trabajo es solitario.
Referencias
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Barrett, M.; Trepper, T. y Fish, L. (1995). El abuso sexual del niño dentro
de la familia: propuesta de una terapia familiar de orientación feminista.
Revista Sistemas Familiares, vol. 11, Nº1, 9-20.
Barudy, J. (1995). Abuso sexual. Evaluación e intervención. Curso de extensión del Departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales
de la Universidad de Chile.
Barudy, J. (1998). El dolor invisible de la infancia. Una lectura ecosistémica
del maltrato infantil. Buenos Aires: Editorial Paidós
Fernández, H. (1999). Bases jurídicas para la intervención en maltrato infantil.
Documento de trabajo Nº 3, Servicio Nacional de Menores (SENAME).
Germain, L. (2000). Estrategias de intervención desarrolladas en Chile. En:
Vilches, O. (ed.). Violencia en la cultura: riesgos y estrategias de intervención. Santiago: Ediciones Sociedad Chilena de Psicología Clínica.
Glaser, D. y Frosh, S. (1997). Abuso sexual de niños. Buenos Aires: Editorial
Paidós.
Hueser, N. (1999). Grounded theory research: note for novice. The Qualitative Report, vol. 2, Nº5, 16-25.
Instituto de Criminología de la Policía de Investigaciones de Chile (2004),
Centro de Asistencia a Víctimas de Atentados Sexuales, CAVAS, Metropolitano: 16 años de experiencia.
Navarro, C. (1998). Patrones de vinculación en madres de víctimas de abusos incestuosos: los peligros del vínculo. Memoria para optar al título de
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64
•
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psicólogo, Escuela de Ciencias Sociales, Carrera de Psicología, Universidad
de Chile.
Perrone, R. y Nannini, M. (1997). Violencia y abusos sexuales en la familia.
Un abordaje sistémico y comunicacional. Buenos Aires: Editorial Paidós.
Servicio Nacional de Menores (1997). Orientaciones generales para el funcionamiento de programas de reparación del maltrato infantil. Programa de
Atención e Intervención en Maltrato Infantil, Servicio Nacional de Menores
(SENAME). Ediciones SENAME, Unidad de Comunicaciones, Santiago.
65
¿Quién cuida a los que cuidan?
El Autocuidado en equipos que intervienen en
violencia intrafamiliar
ALEJANDRA SANTANA LÓPEZ1
1.
Presentación
El presente documento es una síntesis de un estudio enfocado a identificar las
Estrategias de Autocuidado de Equipos interdisciplinarios que se desempeñan
en ámbitos de violencia intrafamiliar, particularmente maltrato infantil grave y
abuso sexual. La investigación, en extensa, aborda riesgos laborales vinculados
al desempeño profesional en este ámbito, las estrategias de Autocuidado desplegadas y la percepción de efectividad de ellas, desde las visiones de los profesionales. Para efectos de esta presentación, se desarrollará, en particular, lo relativo
a Estrategias de Autocuidado.
El texto se organiza en cuatro grandes apartados. Un primer marco de antecedentes, donde se desarrollan los antecedentes teórico-empíricos a la base de la
investigación, al igual que los distintos argumentos que dan cuenta de su relevancia. En segundo lugar, se presentan algunos antecedentes teórico-conceptuales, que tienen una relación más estrecha con las Estrategias de Autocuidado y
aportan un marco referencial para comprenderlas y/o problematizarlas. En tercer
lugar, se explican los principales elementos referidos al diseño metodológico,
que favoreció la realización del estudio. Finalmente se presentan los resultados
relativos a las Estrategias de Autocuidado identificadas por profesionales y equipos, cerrando el análisis con las principales conclusiones que se desprendieron
del estudio.
1
Trabajadora Social Pontificia U. Católica. Magíster en Psicología Pontificia U. Católica. Académica Escuela de Trabajo Social, Universidad Andrés Bello, Santiago. Chile. Correo electrónico: [email protected]
66
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
2.
Antecedentes
Los equipos profesionales que tienen por objeto de estudio la violencia –en sus
múltiples expresiones– ven que este tipo de intervención les impacta, replicándose en la relación terapéutica las acciones violentas presentes e instauradas
en las familias, generando en el profesional una serie de tensiones. Lo anterior,
sin excluir el impacto que el solo acercamiento al tema impone, la vinculación
emocional generada y los sentimientos que gatilla.
Una investigación exploratoria realizada en Chile (Hidalgo y Moreira, 2000) con
equipos de intervención en salud mental, obtuvo dentro de sus resultados que el
78% de la muestra se reconoció afectado psicológicamente, y de estos un 83%
lo relacionó directamente con factores laborales, tales como malas condiciones
de trabajo, problemas relacionados con su trabajo o tarea, malas remuneraciones
y problemas con su equipo de trabajo.
Pearlman (1999) hace referencia a una serie de estudios con psicólogos, terapeutas, profesionales de la salud mental y abogados (Pearlman & Mac Ian 1999;
Gamble, Pearlman, Lucca & Allen 1999; Follette, Polusny & Milbeck 1994;
Schauben & Frazier 1999, todos citados por Pearlman, op. cit.), reconociéndolos
como poseedores del estrés traumático secundario2.
En términos generales, “el trabajo en el área de violencia puede describirse como
una profesión de alto riesgo, lo que implica estar expuesto en mayor grado a las
consecuencias que se han descrito en el desgaste y agotamiento profesional”
(Arón, 2001, p. 87).
En base a la naturaleza de este trabajo y a la forma en que los equipos profesionales enfrentan su tarea, se han ido identificando procesos que inciden en la
subjetividad de quienes trabajan con situaciones de violencia. Dichos procesos
han adquirido diversas denominaciones: impacto emocional, riesgo de equipo,
dinámicas de equipo, supervisión de equipos, traumatización secundaria, traumatización vicaria, por nombrar algunas (Morales y Lira, 2000).
2
Entendiendo el estrés traumático secundario como el proceso a través del cual experiencias
internas de los terapeutas son transformadas negativamente a través de un compromiso empático con el material de trauma de los clientes (Cornille & Meyers, 1999).
¿QUIÉN CUIDA A LOS QUE CUIDAN? EL AUTOCUIDADO EN EQUIPOS QUE INTERVIENEN...
En este contexto laboral, los equipos profesionales aludidos comienzan a hablar
del autocuidado, siendo este un concepto difuso y que busca dar cuenta simultáneamente de los diversos aspectos que rodean el trabajo en torno a la violencia.
El Autocuidado podría abarcar desde la salud mental de los profesionales hasta
la infraestructura institucional; desde el impacto emocional hasta los dilemas
éticos; y así. Sin embargo, lo que sí podría afirmarse es que surge desde los equipos como necesidad de resolver un malestar que permea su discurso cotidiano
(Morales y Lira, 2000).
El Autocuidado es entendido como “la valoración de las necesidades y capacidades propias de cada individuo para poder orientar las acciones que irán destinadas a la resolución de problemas pesquisados en conocimientos, destrezas,
motivación, actitudes y recursos; aspectos requeridos por este en la mantención
del equilibrio biopsicosocial” (Arteaga, 1995).
La necesidad de autocuidado está siendo cada vez más reconocida por los equipos que trabajan con la violencia, entre ellos los que trabajan directamente con
maltrato infantil3.
Casi la mitad de los niños y niñas que se encontraban en los centros del Servicio
Nacional de Menores (SENAME) o su red privada, en mayo de 2001, ingresaron
por maltrato infantil, es decir, 26.409 de un total de 57.957.
El Servicio Nacional de Menores como espacio oficial, centrado en la infancia y adolescencia en Chile, especialmente en el resguardo a la vulneración de
derechos de los niños y niñas, ha hecho frente al maltrato infantil a través de
proyectos especializados, los que disponen de psicólogos, trabajadores sociales,
abogados, educadores y otros especialistas4.
Al plantear la justificación de esta investigación, en términos de la conveniencia
de su realización, destacó el aporte que puede llegar a ser para las instituciones
3
4
Entendiendo maltrato infantil como “todo comportamiento y/o discurso adulto que transgreda
las necesidades y los derechos de los niños ... todo acto activo o de omisión cometido por
individuos, instituciones o la sociedad en general, y toda situación provocada por estos privando a los niños de cuidados, de sus derechos y libertades, impidiendo su pleno desarrollo”
(Barudy, 1999, p. 72).
Disponible en Servicio Nacional de Menores, 1 de junio 2002 . Maltrato Infantil (En Línea).
En http: //www.sename.cl/maltratol/
67
68
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
que abordan el maltrato infantil a través de equipos interdisciplinarios. Lo anterior, contemplando que al planificar e implementar Estrategias de Autocuidado,
se estará haciendo en forma simultánea una optimización de recursos materiales
y humanos, lo cual tendrá, dentro de sus repercusiones indirectas, el mejoramiento de la calidad de atención brindada a los niños y familias afectadas por
el maltrato. Pues profesionales que estén en armonía con su trabajo y con la significación de este en sus vidas, podrán reflejarlo en la capacidad de: reconocer
el trabajo con los niños y sus familias como una fuente de satisfacción personal;
generar propuestas de intervención novedosas, creativas y atingentes a las realidades familiares atendidas; y establecer relaciones de equipo más constructivas,
coordinadas y cooperadoras.
Respecto a la implicancia práctica, los resultados de la investigación pueden aportar luces en conocer de qué forma estos equipos hacen frente a los riesgos de salud
que conlleva su trabajo. Concretamente, qué estrategias despliegan al sentirse dañados por el tipo de intervención, la temática y las condiciones laborales asociadas.
De esta forma, conocer las Estrategias de Autocuidado permite indirectamente
llegar a identificar algunas problemáticas que –si bien no se relacionan directamente con el maltrato infantil– están asociadas a estos equipos, que se vinculan
a las condiciones laborales, tales como la alta rotación de personal y/o la cantidad de licencias médicas emitidas al año.
Teóricamente –reconociendo el carácter descriptivo de la investigación– puede
contribuir con elementos que den pie a una futura construcción de Modelo de
Autocuidado que responda a las necesidades de los equipos profesionales que
trabajan con maltrato infantil, y que pueda ser utilizado por otros equipos que
trabajen en problemáticas semejantes.
De este modo, la investigación se planteó como un estudio exploratorio-descriptivo de las Estrategias de Autocuidado individuales y grupales de los equipos
interdisciplinarios que abordan el maltrato infantil y la percepción de efectividad
de estas, reconocida por los profesionales, al interior de instituciones vinculadas
a la infancia de la Región Metropolitana.
Así, este estudio estableció como objetivos generales identificar las Estrategias
de Autocuidado desplegadas por los equipos interdisciplinarios que abordan el
maltrato infantil e indagar respecto a la percepción de efectividad que dichas
Estrategias poseen para los equipos interdisciplinarios que las llevan a cabo.
¿QUIÉN CUIDA A LOS QUE CUIDAN? EL AUTOCUIDADO EN EQUIPOS QUE INTERVIENEN...
3.
Antecedentes teórico-conceptuales
3.1. El impacto de la violencia intrafamiliar en los profesionales y equipos que
se desempeñan en violencia intrafamiliar
Trabajar con las distintas manifestaciones de la violencia implica, en quienes
interactúan directamente con los implicados, desgaste profesional, aun cuando
el abordaje de la problemática sea desde un equipo y este constituya un soporte
para los profesionales.
De hecho, “quienes trabajan con víctimas de cualquier tipo de violencia están
expuestos a un nivel de desgaste profesional, que puede llegar al agotamiento
profesional o burnout5 y ser la causa de trastornos psicológicos graves, del abandono de la profesión o del abandono del campo de trabajo (...) estas tendencias
impactan a los grupos de trabajo, erosionándolos con graves consecuencias para
su supervivencia como equipo, para sus integrantes y para quienes los consultan” (Arón, op. cit., p. 67).
Este impacto en los profesionales ha ido recibiendo diversas denominaciones,
cada cual con distintos énfasis; así algunos autores hablan de: estrés traumático
secundario o burnout profesional. Para efectos de este documento, ampliaremos
el análisis de este último.
El burnout es entendido como un cansancio físico y emocional, que involucra el
desarrollo de una desvalorización del autoconcepto y el surgimiento de actitudes
negativas hacia el trabajo, así como también pérdida de preocupación o emoción en el trato con las personas a quienes beneficia a través del trabajo. Esta
condición se presenta, fundamentalmente, en personas que trabajan en áreas de
ayuda y que viven en contacto directo y continuo con personas necesitadas de
apoyo (Maslach, 1982).
Farber (1991) plantea que un elemento esencial y común del concepto de burnout, es el hecho de aplicarse solo a trabajadores de servicios de ayuda, a aquellos que se utilizan a sí mismos como herramienta en el trabajo con otros; un
5
Termino que nace desde el vocablo popular, haciendo metáfora al “fundimiento o queme
profesional”, la persona llega a un punto culminante de agotamiento, sin poder volver atrás
(Maslach, 1982).
69
70
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
segundo elemento distintivo, es la “inconsecuencia” percibida por los profesionales cuando sus esfuerzos por ayudar a otros han sido ineficaces, dada la falta
de retroalimentación por parte de los sistemas asistenciales.
Si bien burnout es útil para comprender como el desgaste a nivel individual en
los profesiones de contextos de ayuda, este puede ser complementado con las
expresiones que vive el equipo como grupo de trabajo.
Una de las conceptualizaciones que da cuenta de este impacto en los equipos
es la aportada por Germán Morales, denominándolo Riesgos de Equipo. Entendiendo a estos como aquellos elementos de la dinámica grupal que ponen en
riesgo al equipo en el desarrollo de la tarea constituyente, que se expresan en
ansiedades que emergen en el vínculo con los grupos hacia los cuales se dirige
la intervención (Morales, 1996). Se asocian fundamentalmente a las constelaciones polares de sentimientos y a los mecanismos de defensa grupal, abordados
anteriormente.
3.2. El Autocuidado de los equipos interdisciplinarios
El Autocuidado se entiende como “la valoración de las necesidades y capacidades propias de cada individuo para poder orientar las acciones que irán destinadas a la resolución de problemas pesquisados en conocimientos, destrezas,
motivación, actitudes y recursos; aspectos requeridos por este en la mantención
del equilibrio biopsicosocial” (Arteaga, 1995, p. 33).
Para quienes trabajan cotidianamente con víctimas de violencia, el Autocuidado aparece como una necesidad emergente. Este tiene que ver con estrategias
protectoras –sean estas individuales, de equipo o institucionales– desplegadas
por quienes ya han logrado reconocerse como profesionales y equipos en riesgo
(Arón, 2001).
Barudy (1999) considera que la noción de Autocuidado posee dos niveles, el
primero centra la responsabilidad en las instituciones, siendo estas quienes primeramente protegen a sus recursos profesionales; el segundo nivel se refiere a la
capacidad de los profesionales de autocuidarse.
Finalmente, a partir de la experiencia de este estudio, autocuidado se puede definir como acciones estratégicas y proactivas a la aparición del Síndrome del Queme profesional; desplegadas por los profesionales, a nivel individual y/o como
¿QUIÉN CUIDA A LOS QUE CUIDAN? EL AUTOCUIDADO EN EQUIPOS QUE INTERVIENEN...
equipos, que responden a una necesidad sentida de cuidarse, la cual se sustentaría en la conciencia del riesgo subyacente al trabajo con violencia; incorporando
en sus contenidos a la persona del profesional integralmente, es decir, orientándose a lo físico, emocional y espiritual de su vida; y donde la efectividad de estas acciones esté mediada, por una parte, por la motivación personal y de equipo
por incorporarlas a la cotidianidad, y por otra, por la responsabilidad de las
instituciones en generar espacios y recursos a su realización (Santana, 2003).
Modelos de Autocuidado
En relación a los equipos psicosociales que abordan el maltrato, Morales y Lira
(2000) han sistematizado una experiencia en Chile que intenta dar cuenta de una
“receta de Autocuidado” formulada desde estos mismos equipos, aplicando un
taller de trabajo a cuarenta personas representantes de diversas regiones del país.
Cabe destacar que ya se había realizado esta misma experiencia en contextos
institucionales y culturales muy distintos, tales como Perú (1997), Turquía (1996)
y Angola (1998).
En base a esta recopilación se logran identificar cuatro Modelos de Autocuidado
(Morales & Lira, 2000):
a)
b)
c)
Modelo de Reivindicación Institucional: este enfatiza en las condiciones
institucionales en que se desempeña la labor del equipo. Entre estas se encuentran: déficit de condiciones institucionales, como escasa infraestructura física, inestabilidad laboral, bajos salarios, ausencia de previsión y salud
para los trabajadores de los equipos.
Modelo de Identidad Social: este se refiere a todos aquellos aspectos que
hacen referencia al rol adjudicado y/o adjudicable, tanto a los programas
que trabajan en situaciones de violencia como a las identidades gremiales
y/o profesionales de sus componentes. Dentro de estas se encuentran las
necesidades de diferenciación y reconocimiento del valor de la labor realizada del programa frente a la institucionalidad, la diferenciación al interior
de los equipos por profesión y experiencia.
Modelo de Impacto Emocional: se refiere a todos aquellos aspectos transferenciales y contratransferenciales del trabajo con personas afectadas por
la violencia, que implica el manejo y cuidado respecto de las emociones
de los terapeutas. Dentro de estas se encuentra la necesidad de legitimar
los sentimientos rabiosos hacia los pacientes, dar cuenta de las agresiones
que los pacientes ejercen hacia los terapeutas y equipos, las dificultades de
71
72
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
d)
contención del sufrimiento y los límites de esta, y todo aquello que algunos
han llegado a denominar traumatización secundaria.
Modelo de Sociabilidad: este se refiere a los aspectos lúdicos, sociales y
recreativos de los equipos. Dentro de estos se encuentran la necesidad
de establecer espacios y ritos de esparcimiento y fundamentalmente de
pertenencia grupal a la vida informal del equipo, como participación en
los cumpleaños, apoyo en situaciones sociales o de salud de familiares del
profesional, celebraciones, que a veces gatillan la disolución de límites o
las autolimitaciones.
Estrategias de Autocuidado
Ana María Arón (2001), desde una perspectiva ecosistémica, sistematizó los
factores protectores de equipos que trabajan en maltrato, gran parte de este
trabajo se sustenta en la reflexión de diversos operadores sociales vinculados
a la violencia intrafamiliar (Servicio Nacional de Menores, 1998, 1999, 2000;
Academia Judicial, 1998, 1999, 2000; Fundación Educacional Arauco, 1999,
2000). Estos factores protectores pueden operativarse en estrategias de Autocuidado profesional.
Los factores protectores a nivel individual se sustentan en la capacidad de responsabilizarse de sí mismos, y en esta tarea el cuidarse sería fundamental. Dentro de estos, Arón (2001) destaca:
•
•
•
•
•
El Registro oportuno y visibilización de los malestares. Recobrar la capacidad de registrar oportunamente los malestares, tanto los físicos como los
psicológicos.
Vaciamiento y descompresión. El vaciamiento de los contenidos con fuerte
impacto emocional debe ser hecho entre pares, personas que no necesiten
explicaciones y que estén al tanto del tipo de problemas y puedan, por lo
tanto, contener el relato de la situación traumática.
Mantención de áreas personales libres de contaminación. Se refiere a la necesidad de tener espacios de oxigenación, en que la persona pueda airearse y
nutrirse de actividades absolutamente alejadas de las temáticas de trabajo.
Evitar la contaminación de espacios de distracción. Se refiere a no elegir
como espacio de recreación y distracción temas que se relacionan con el
ámbito laboral.
Formación profesional. Aunque este aspecto no siempre se relaciona con
una responsabilidad personal del profesional, es importante recibir forma-
¿QUIÉN CUIDA A LOS QUE CUIDAN? EL AUTOCUIDADO EN EQUIPOS QUE INTERVIENEN...
•
ción en aquellas perspectivas teóricas y modelos que entregan destrezas
instrumentales adecuadas para el tipo de trabajo y el tipo de consultante.
Ubicación de la responsabilidad donde corresponde. Evitar responsabilizarse en exceso y evitar culpar a otros.
Los equipos psicosociales han desarrollado una serie de estrategias grupales que
les permiten mantenerse en su labor, atenuando el efecto desgastador de la violencia contenida en los casos atendidos. Algunas de ellas son: reuniones técnicas
y de planificación, celebraciones de cumpleaños y actividades recreativas en
general, entre otras (Hidalgo & Moreira, 2000).
De esta forma, es posible visualizar que las Estrategias de Autocuidado que puedan surgir de los equipos estarán determinadas por la forma en que se operacionaliza la intervención en maltrato infantil, la cual tiene que ver tanto por las
condiciones de trabajo como por los riesgos concretos a los que se exponen los
equipos, principalmente al burnout, propio de las profesiones vinculadas a la
ayuda.
Ana María Arón (2001) identifica factores protectores a nivel de los equipos,
aun cuando para ella esta responsabilidad corresponde a los niveles directivos y
de las instituciones. Básicamente, se refieren a crear y asegurar condiciones de
trabajo que transmitan un mensaje de preocupación y cuidado de la institución
por sus equipos. Estos son:
•
•
•
Condiciones mínimas de resguardo. Asegurar a los profesionales las condiciones mínimas de integridad personal en el trabajo, especialmente cuando
este se desempeña en comunidades de alto riesgo social y con usuarios que
pueden ser peligrosos.
Facilitar espacios de vaciamiento y descompresión cotidianos. Considerar
dentro de las funciones de los operadores el poder descomprimirse con un
colega durante las horas de trabajo, idealmente en forma inmediata a la recepción de relatos traumatizantes. Organizar espacios sistemáticos en que
todo el equipo tenga la oportunidad de vaciar los contenidos contaminantes. Esto puede ser en reuniones técnicas, supervisiones de casos, reuniones
clínicas.
Compartir la responsabilidad de las decisiones. Compartir la responsabilidad de las decisiones riesgosas que deba tomar cada miembro del equipo,
especialmente aquellas que pongan en riesgo la vida o integridad de los
usuarios.
73
74
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
•
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•
•
•
Compartir la responsabilidad de las acciones. Compartir la responsabilidad de
las acciones que ponen en riesgo la vida e integridad de los profesionales.
Establecimiento de relaciones de confianza en el equipo. Generar espacios
de distensión para el equipo en áreas libres de contaminación temática,
que permita una interacción más suelta y no relacionada con las temáticas
de trabajo.
Estilos de liderazgo democrático. Los estilos de liderazgo autoritario y vertical aumentan la probabilidad de reproducir las dinámicas de abuso al
interior de los equipos y tienden a silenciar los conflictos.
Estilos de supervisión fortalecedores de los propios recursos. Este es un estilo de supervisión que no genera desconfianza y permite el vaciamiento y la
autoexposición de los profesionales a propósitos de las personas atendidas.
Los estilos más persecutorios de supervisión generan desconfianza y desaprovechamiento de los espacios naturales de vaciamiento para el equipo.
Resolución no confrontativa de conflictos y diferencias. Desarrollo de estrategias constructivas de abordaje de conflictos, que implica tener climas
protegidos en los cuales puedan ventilarse los desacuerdos y desarrollar
destrezas de negociación, consenso y respeto de las diferencias.
Visibilización de la traumatización de los equipos. Esto permite pedir ayuda oportuna a supervisores o consultores externos para elaborar los temas
contaminadores.
Generación de un clima laboral protector. Generación de espacios protegidos para la explicitación y resolución de los problemas surgidos al interior
de los equipos.
Apoyo de la institución para la formación continua. Se refiere a actividades
de perfeccionamiento que contribuyen a mejorar el clima laboral, tanto
porque representan espacios de crecimiento profesional como porque contribuyen a la comunidad de ideas y marcos teóricos en relación a los problemas que deben enfrentarse.
Comunidad ideológica. En la medida que existe un marco teórico compartido, una ideología o cultura organizacional común a todos los miembros de
la institución, que guía las acciones y las conceptualizaciones, se reduce la
ambigüedad y el conflicto al interior del entorno de trabajo.
Consultorías profesionales. Monitoreo, apoyo y supervisión de los profesionales que comienzan.
Rituales de incorporación y despedida. Los rituales facilitan la integración
de nuevos miembros al equipo, ayudándoles a entender la cultura organizacional y permitiendo al resto de los profesionales hacer un espacio a
¿QUIÉN CUIDA A LOS QUE CUIDAN? EL AUTOCUIDADO EN EQUIPOS QUE INTERVIENEN...
los recién llegados. También los rituales que marcan cambios en el ciclo
de desarrollo de los equipos o de las instituciones constituyen un factor
protector importante para la sobrevivencia, el crecimiento y la diferenciación.
El año 2004 DOMOS organizó un Seminario sobre Autocuidado, en esta ocasión
el equipo de Ana María Arón señaló algunos factores protectores asociados a la
red de profesionales. Entre estos, se reconoció: la necesidad de poder activar y
fortalecer las redes de apoyo.
Se hicieron sugerencias vinculadas a la formación profesional de quienes conforman los equipos desde la red, tales como: terminar con los sistemas estancos de
la formación profesional cuando son profesiones de ayuda, que apuntan a un fenómeno común. Combinar los aspectos teórico-prácticos y los tiempos; especial
mención tienen los procesos de prácticas profesionales, los que no siempre van
de la mano con los tiempos de las intervenciones. Esto requiere contar con docentes que se encuentren ejerciendo en el área, que potencien modelos teóricos
actualizados que favorezcan la autonomía, la negociación de los profesionales
y las destrezas instrumentales. Que se incluyan los temas de desgaste y autocuidado como parte de los programas mínimos de formación, estimulación a la
formación permanente de estos profesionales (Llanos, 2004).
4.
Aspectos metodológicos
El estudio es de corte cualitativo, privilegiando una aproximación a las cualidades del objeto de estudio más que a sus cantidades, pues este enfoque “produce
datos descriptivos: las propias palabras de las personas, habladas o escritas y la
conducta observable” (Krause, 1996, p. 2).
La investigación corresponde a un Estudio Exploratorio-Descriptivo, utilizando
en su realización un Diseño Emergente. La elección de este enfoque metodológico responde directamente a los objetivos del estudio, los cuales han buscado
captar desde los discursos de los participantes –profesionales y equipos– sus
percepciones respecto al Autocuidado, en un contexto laboral vulnerable a su
salud integral como lo es el maltrato infantil, siendo capaces de dar cuenta desde
sí mismos y a partir de sus propias significaciones qué acciones de Autocuidado
han llevado a cabo.
75
76
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
Participantes
Los participantes de este estudio fueron profesionales y equipos pertenecientes a
cuatro Centros de Atención Infanto-Juvenil de la Corporación OPCION6, ubicados en la Región Metropolitana, dos de ellos denominados Centro de Protección
Infanto-Juvenil (CEPIJ), y los otros dos llamados CODA, Centro de Diagnóstico
Ambulatorio.
En relación a los profesionales participantes en este estudio, estos fueron mayoritariamente trabajadores sociales (12 a través de las entrevistas individuales
y 11 en las entrevistas grupales de los equipos) y psicólogos (12 a través de las
entrevistas individuales y 9 en las entrevistas grupales de los equipos, participando eventualmente una educadora comunitaria y una técnico social (ambas en las
entrevistas grupales).
A continuación se presenta una tabla (Tabla N° 1) en la cual se sintetizan elementos característicos de los Centros en que se desempeñan los profesionales
participantes, a fin de dar cuenta del contexto laboral inmediato de estos.
La Tabla N° 2 presenta elementos característicos de los equipos profesionales y
los profesionales que los constituyen, a fin de dar cuenta de elementos distintivos
y particulares de estos.
6
OPCION es una corporación privada sin fines de lucro que trabaja en el ámbito de los derechos humanos, diseñando, ejecutando y sistematizando programas de atención a la infancia
adolescencia en las áreas de promoción y protección de derechos e infracción de la ley penal
(http://www.opcion.cl/presentacion1.html)
¿QUIÉN CUIDA A LOS QUE CUIDAN? EL AUTOCUIDADO EN EQUIPOS QUE INTERVIENEN...
Tabla N° 1
Caracterización de los Centros de Atención participantes
Ubicación
geográfica dentro
de la Región
Metropolitana
Lo Espejo, Pedro
Centro Aguirre Cerda, San
N°1 Miguel, La Pintana,
San Joaquín.
Lo Prado,
Centro
Pudahuel, Cerro
N°2
Navia.
Lo Espejo, Pedro
Aguirre Cerda.
Centro
N°3
San Joaquín, La
Florida,
Centro
San Ramón, La
N°4
Granja.
Problemáticas que aborda
– Maltrato Físico Grave
– Abuso Sexual
Nº de profeTiempo de
sionales que
funcionaconforman
miento
el equipo
5 años
8
– Maltrato Físico Grave
– Abuso Sexual
5 años
10
– Situaciones de vulneración
de derechos de los niños.
– Maltrato Físico Leve y
moderado.
– Abuso Sexual
– Situaciones de vulneración
de derechos de los niños.
– Maltrato Físico Leve y
moderado.
– Abuso Sexual
7 años
8
10 años
8
Tabla N°2
Caracterización de los equipos interdisciplinarios
Equipo 1
(Centro N°1)
Equipo 2
(Centro N°2)
Equipo 3
(Centro N°3)
Equipo 4
(Centro N°4)
Profesiones que conforman
el equipo
4 Asistentes Sociales.
1 Abogado.
3 Psicólogos.
1 Educadora Comunitaria.
1 Educadora Comunitaria
3 Psicólogos.
1 Contadora
3 Asistentes Sociales.
3 Psicólogos.
5 Asistentes Sociales.
4 Asistentes Sociales.
4 Psicólogos.
Sexo
Promedio de edades
6 Mujeres.
3 Hombres.
36
8 Mujeres.
33
8 Mujeres
28
8 Mujeres.
30
77
78
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
Instrumentos
Los instrumentos utilizados en este estudio fueron: Entrevista en Profundidad Individual y Entrevista en Profundidad Grupal. La elección de este instrumento radica en
el potencial que posee en lo referente a indagar a través de los propios discursos de
los participantes y, por lo tanto, asegurar cierto nivel de profundidad de estos.
Las entrevistas en profundidad de carácter grupal corresponde a una variación
de la entrevista en profundidad, y cuánta con la riqueza adicional de permitirle
al investigador, en un espacio y tiempo común, entrevistar a varios participantes,
esto implica captar las dinámicas de las interacciones de los participantes y sus
posiciones respecto a los temas que en la sesión se traten.
Análisis de Datos
El análisis de datos se realizó por medio de un proceso inductivo que permitió
construir categorías generales a partir de datos particulares. En este estudio se
realizó un análisis de significados y contenidos siguiendo los procedimientos
de la “Grounded Theory” de Glaser y Strauss (Glaser y Strauss, 1969, citados
por Valles, 1999), proponiendo generar teoría desde los datos recogidos por la
investigación, más que verificar categorías predeterminadas por los investigadores, por lo cual este método enfatiza la búsqueda de información a partir de los
individuos involucrados en la investigación. Este modelo ofrece tres niveles de
análisis: la codificación abierta, la codificación axial y la codificación selectiva.
Particularmente, esta investigación desarrolló los dos primeros tipos de codificación, en coherencia con su carácter descriptivo.
5.
Resultados de la investigación
A continuación se presentarán los resultados de la investigación, focalizando
en aquellos que hacen mención directa a las Estrategias de Autocuidado de los
profesionales a nivel individual y de equipo.
Se presentarán, inicialmente, las principales descripciones recogidas, las que serán
acompañadas de algunas citas referidas por los participantes, estos hallazgos son
fruto de la codificación abierta propuesta por el modelo de análisis de la “Grounded Theory”. Posteriormente, se desarrollarán algunas de las reflexiones generadas
a partir de la codificación axial, que preliminarmente ofreció el estudio.
¿QUIÉN CUIDA A LOS QUE CUIDAN? EL AUTOCUIDADO EN EQUIPOS QUE INTERVIENEN...
Principales descripciones relativas a las Estrategias de Autocuidado
Estrategias de Autocuidado
Se abordaran dos grandes tipologías: aquellas de carácter personal y aquellas
grupales, al interior de cada una se presentan distintos énfasis, de los cuales se
dará cuenta.
Las Estrategias de Autocuidado Personal serán subclasificadas en Extralaborales
(referidas a: Cuidado Personal, Actividades Sociales, Actitudes hacia la vida y/o
trabajo, y Recreativas propiamente tal) y Laborales. Las Estrategias de Autocuidado Personales se caracterizan por ser implementadas individualmente por el
profesional y pudiendo o no desarrollarse en el espacio de trabajo.
Al interior de la Estrategias Personales Extralaborales destacan aquellas referidas al Cuidado Personal, entre ellas: realizarse algún tipo de psicoterapia, “...
lo pude superar, con mucho trabajo, psicoterapia, con tratamiento medicamentoso... eso me ayudó a preocuparme de mí...”. Cabe destacar que el uso de la
psicoterapia no solo tiene una función “curativa”, sino que también se utiliza
como proceso de ayuda permanente. Por otra parte, otra estrategia es el Darse
Tiempo para sí Mismo(a), que está estrechamente relacionada con la señalada
anteriormente, pero asume no solo la dimensión psicológica del profesional, sino
que aborda otras esferas, “... salgo mucho, estoy haciendo un postítulo también
y en medio de todo eso igual me doy tiempo para mí...”.
En las Estrategias Personales Extralaborales, un grupo de ellas se refiere a la
participación en Actividades Sociales, principalmente aquellas vinculadas a
las redes sociales más próximas, destacan: el compartir en familia y la reactivación de redes sociales personales, donde los amigos asumen un rol central,
asociándolo también a otros espacios recreativos, como salidas a comer y/o
bailar. Estas instancias han sido un apoyo en lo referente a evitar contaminar
esos espacios con temáticas laborales, “... ya no hablo de trabajo en otros
espacios... vas a una reunión social y dices, por favor que no te pregunten
por tu trabajo, a lo más dices, trabajo en un centro de orientación familiar y
chao...”. Esta Estrategia está estrechamente ligada a actitudes hacia la vida
y/o el trabajo, donde lo mayormente reportado y con mayor significación
para los profesionales resultó ser el “evitar hablar de trabajo fuera de este
ámbito”.
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80
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
Dentro de las Estrategias Recreativas, una de las más reconocidas es la práctica de algún deporte, “... una práctica que he tenido ha sido la actividad física,
siempre hago deporte, especialmente gimnasia, que en un período difícil me sirvió mucho (...) en cuanto a relajarme, a botar tensiones a través de la actividad
física...”. Este espacio, posee la riqueza de favorecer la desconexión del trabajo,
descargar tensiones y reportar un bienestar físico asociado a su práctica.
Otros ámbitos recreativos lo constituyen el involucrarse en actividades sociales
y/o culturales.
Al interior de las Estrategias de Autocuidado Personales de carácter Laboral,
aquella que posee mayor mención, corresponde al establecimiento de límites
entre el trabajo y la vida personal, manifestado en “… tomándome el trabajo
como un trabajo no como un apostolado... uno está aquí para reparar y mientras
yo pueda hacer este trabajo voy a estar bien...”.
Se presentan un conjunto de Estrategias de Autocuidado Personales Laborales
que se involucran directamente con la tarea, teniendo como elemento común el
usar la comunicación como sustento de ellas, dentro de esta: establecer temas
de discusión, recibir supervisión de los casos de los propios pares profesionales,
abordar el tema del Autocuidado explícitamente, abordar las diferencias en las
relaciones del equipo, comunicarse permanentemente con la dupla, entre otras.
Así lo expresan, “... lo otro es conversar siempre con mi dupla después de las
sesiones (...) no es un sistema, sino que en el fondo si yo la veo mal, le pregunto...”. Se puede ver que el espacio de comunicación permanente, identificado
por los profesionales, tiene como contenido elementos de la tarea, pero también
aspectos de la relación profesional a profesional.
Otra Estrategia de esta tipología corresponde a mejorar o hacer agradable el
entorno físico en el cual se trabaja. En este sentido, el hacer del ambiente de
trabajo un espacio grato depende de los profesionales y es misión de ellos que
esto ocurra, siendo una tarea cotidiana, que permite distraerse del trabajo en
maltrato, y a la vez, da cuenta de cuánto se valora el lugar de trabajo, en tanto,
agradable para sí y para los otros.
Una Estrategia de Autocuidado Personal Laboral asociada a nutrirse en pro de mejorar las intervenciones es el recibir capacitación en el tema de maltrato infantil, “...
capacitarme, leer sobre el tema, eso a mí me ayuda, en el sentido que me voy sintiendo más segura, con más herramientas de un camino que otros ya han transitado...”.
¿QUIÉN CUIDA A LOS QUE CUIDAN? EL AUTOCUIDADO EN EQUIPOS QUE INTERVIENEN...
Resulta interesante señalar como el hecho de trabajar simultáneamente en otros
lugares, con otras temáticas, lo que a simple vista podría identificarse como una
sobrecarga más para los profesionales, pasa a ser reconocida como una Estrategia de Autocuidado.
Cabe destacar que gran parte de los profesionales en esta tipología incluyó aquellas Estrategias que son compartidas con el equipo. Los que serán abordados a
continuación.
Estas Estrategias son llevadas a cabo por el equipo profesional, y pueden vincularse a la tarea directamente. Para los equipos participantes, las Estrategias de
Autocuidado grupales poseen como características centrales: no ser estructuradas, tender a la recreación, ser financiadas con recursos de los propios equipos
e intentar dar respuesta a necesidades sentidas por el equipo.
Dentro de las Estrategias de Autocuidado grupal, sobresalen aquellas tendientes
a la recreación en conjunto, para esto se destinan horas al mes, estas pueden
usarse en actividades netamente recreativas o al abordaje de temáticas asociadas
a la tarea y al Autocuidado. Uno de los contenidos posibles de las horas de Autocuidado son aquellos lúdicos, donde el juego es reconocido como una de las
Estrategias de Autocuidado fundamentales, “... trabajamos juntos, nos quedamos
acá y a veces trabajamos ciertos temas, pero básicamente hacemos actividades
de descompresión...”. También se identifica el compartir espacios recreativos.
Estos espacios pueden o no situarse en el contexto laboral, pues incluirían la
celebración de cumpleaños, el salir a comer o el salir fuera de la ciudad.
Otro espacio de recreación son los desayunos colectivos previos a la realización
de la reunión técnica o contemplados dentro de la rutina semanal de trabajo,
“... yo recuerdo que una de las primeras cosas que se instauró fue el desayuno
colectivo que era previo a la reunión técnica, como un espacio de distensión, de
compartir, de fraternizar...”.
Uno de los contenidos posibles de las horas destinadas a Autocuidado son aquellos vinculados directamente con la tarea de intervenir en maltrato. En este ámbito se identifica: la supervisión de los casos, el tratar temáticas referidas al Autocuidado –temas emergentes o vinculados a la descompresión– intentando guiarse
por ciertos objetivos concretos. Habitualmente, algún integrante del equipo asume la responsabilidad de esta actividad, “... la idea es ordenar un poco el cuento
e ir viendo los responsables de cada actividad, qué hay que planificar, que todos
participen como coordinador de alguna actividad...”. Una estrategia grupal, que
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ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
tiene que ver con el espacio disponible para autocuidarse, lo constituyen las reuniones técnicas, “... también tenemos un supervisor (...) es un profesional que
nos da su apoyo, es externo al proyecto, a la institución que se financia con plata
del proyecto y que viene dos veces al mes, participa en la reunión técnica y en
algunas actividades de las que hacemos de Autocuidado, él además nos nutre
desde su experticia y nos apoya...”.
Existe un grupo de Estrategias de Autocuidado utilizadas por el equipo que se
vinculan a la tarea pero no necesariamente se dan en las horas contempladas
para Autocuidado, sino, más bien, se despliegan en la medida que surge la necesidad, principalmente el descomprimirse con sus pares, esta tiene un carácter
eminentemente comunicacional y, por lo tanto, relacional. Entre estas: preocuparse por el otro si se ve mal, escuchar al otro, contenerse si es necesario,
construir el espacio para desahogarse después de la sesión, socializar acerca
del trabajo, entre las mayormente reconocidas, “... yo creo que ayuda harto el
socializar mucho dentro del equipo los casos y lo que a cada uno le pasa con
los casos...”.
Interpretación y discusión
A partir de la codificación axial propuesta por el modelo de análisis de la “Grounded Theory”, las Estrategias de Autocuidado se desprenden como estrategias de
acción e interacción respecto al fenómeno central, que es el Autocuidado. A continuación se desarrollan algunas de las reflexiones generadas a partir de ellas.
El Autocuidado como noción está elaborado por la totalidad de los profesionales
que intervienen en maltrato infantil y se caracteriza por dar cuenta de una intencionalidad, la mayoría lo asocia a responsabilidad consigo mismo, al establecimiento de límites, a la tarea de protegerse, visualizándolo como proceso y que
posee dimensiones que lo constituyen.
Este concepto es operacionalizado a través de acciones, pues el Autocuidado es
por sobre todo acción y proacción, es decir, cuidarse de lo que daña en el trabajo y protegerse de aspectos vulnerables a los que es posible anticiparse.
Todos los profesionales participantes han desplegado Estrategias de Autocuidado, aun cuando quizás –en momentos– no hayan tenido conciencia qué hacían, presentándose como acciones espontáneas que permitían afrontar la tarea
y mantenerse en sus trabajos.
¿QUIÉN CUIDA A LOS QUE CUIDAN? EL AUTOCUIDADO EN EQUIPOS QUE INTERVIENEN...
Para los participantes, el Autocuidado es un tema explícitamente abordado por
los equipos, por tanto, son capaces de identificar las estrategias particulares que
han utilizado, y a la vez tienen la capacidad de analizarlas, emitir juicios de
valor acerca de cómo se han conducido y proponer cambios que llevaría a una
mejora.
Las Estrategias de Autocuidado tienen dimensiones: personales y grupales, manifiestas en los espacios laborales y extralaborales, que apuntan a un mismo
objetivo: estar bien integralmente consigo mismo, con el entorno inmediato y
realizar una labor de reparación en maltrato infantil sin el costo de autodestruirse en este intento.
El hecho que las Estrategias de Autocuidado sean identificas permite darse cuenta
que los profesionales han estado trabajando este tema, probablemente en distintos niveles de desarrollo; algunos recién en la toma de conciencia de la situación
de vulnerabilidad dada por la posición laboral, y otros, pensando en programar
acciones dentro de un plan formalizado de Autocuidado.
Lo anterior permite que los profesionales sean capaces de aportar una mirada
crítica al trabajo realizado en torno al Autocuidado, generando algunas propuestas de acciones. Si bien estas se pueden reconocer como demandas formuladas a
una esfera que trasciende lo grupal, ya que la mayoría de las propuestas apuntan
a destinar mayores recursos, contar con apoyo externo, implementar espacio de
resguardo laboral para los profesionales en su condición de trabajadores, entre
otras, las que dependen más bien de las políticas institucionales y cuán prioritarias sean para ellas el abordaje del Autocuidado.
6.
Conclusiones
Para concluir la presente investigación y discutir sus resultados, se presenta una
síntesis que intenta dar cuanta de cuáles son las Estrategias de Autocuidado desplegada por los equipos profesionales que se desempeñan en maltrato infantil.
Para los equipos participantes, el Autocuidado es un proceso tendiente al logro
de bienestar físico y emocional, enfocado en la prevención del Síndrome del
Queme profesional o en la reparación una vez que este ya ha dado algunas
señales, cuya responsabilidad recae directamente en la persona del profesional,
aun cuando también poseen una cuota importante los equipos e instituciones
donde se lleva a cabo el trabajo reparatorio del maltrato infantil. La referencia
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ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
a la responsabilidad ya era enunciada por Barudy (1999), aunque este sitúa la
responsabilidad institucional en primer lugar, y a continuación la personal.
El Autocuidado puede segmentarse –para fines analíticos– en dimensiones: personales, de equipo e institucional, siendo en cada una de estas esferas espacios
donde se despliegan Estrategias de Autocuidado particulares. Las que serían homologables a lo aportado por Arón (2001) al identificar factores protectores presenten en cada uno de estos niveles.
Las estrategias concretas de Autocuidado, desde lo personal, pueden clasificarse
como extralaborales y laborales. Las primeras, se enfocan al cuidado personal del
profesional, la activación de sus redes sociales más significativas –generalmente
familia y amigos– y la realización de actividades recreativas propiamente tales.
Las segundas, abordan principalmente la capacidad de establecer límites entre el
trabajo y la vida personal, el dar y recibir supervisión por parte de los pares, favorecer una comunicación fluida con el resto del equipo, tender a hacer agradable
el espacio físico de trabajo, recibir capacitación en el área, y dentro de lo posible,
tener otro trabajo paralelo en algún área distinta a la de maltrato infantil.
Las Estrategias de Autocuidado señaladas por los profesionales son similares a
las aportadas por Pearlman (1999) y sus estudios referentes a estrategias de enfrentamiento de profesionales que laboran en violencia doméstica y otras áreas
de salud mental (Gamble, Pearlman, Lucca & Allen, 1999; Follette, Polusny &
Milbeck, 1994; y Schauben & Frazier, 1999, cit. por Pearlman, 1999), principalmente en las de carácter extralaboral. Sin embargo, en estos estudios no se hace
una valoración explícita por lo grupal como un factor protector en sí mismo, de
contención, cooperación y comunicación permanente, como sí es asumido por
los equipos de este estudio. De hecho, solo en uno de ellos (Illiffe & Steed, 2000)
se hace mención al “apoyo de equipo” como una Estrategia de Autocuidado,
apuntando a evitar el aislamiento profesional.
Para los equipos participantes, las Estrategias de Autocuidado desplegadas a nivel grupal pueden clasificarse en: recreativas y asociadas a la tarea. Dentro de
las estrategias recreativas destaco: compartir espacios recreativos, jugar, desarrollar el sentido del humor y compartir desayunos colectivos.
Las estrategias grupales asociadas a la tarea, implican el trabajar con horas destinadas al Autocuidado, las cuales pueden contener: supervisones de casos, abordaje explícito de algún contenido de Autocuidado propiamente tal.
¿QUIÉN CUIDA A LOS QUE CUIDAN? EL AUTOCUIDADO EN EQUIPOS QUE INTERVIENEN...
Estas estrategias no solo se reducen a darle contenido a las horas de Autocuidado, sino que incluyen acciones cotidianas de los equipos, tales como: preocuparse por el otro y escucharse, especialmente, desahogarse después de una
sesión difícil con las familias que atienden.
En relación a las Estrategias de Autocuidado grupales, destaca el hecho que estas
cobren relevancia en el contexto latinoamericano con mayor fuerza (Hidalgo y
Moreira, 2000; Arón, 2001; Morales y Lira, 2000) y que posean una crítica subyacente a las condiciones laborales macro en que se insertan los equipos. Situación
que no es mencionada en los estudios norteamericanos y australianos referidos
anteriormente. Si bien los equipos de este estudio están abordando Estrategias
de Autocuidado particulares, existe un malestar de fondo, latente, implícito, que
podría mermar las iniciativas de Autocuidado desplegadas en la actualidad, una
suerte de “desesperanza”, arriesgando quedarse a un nivel aparente y no de profunda responsabilidad por el cuidado de la integridad profesional.
Por su parte, la necesidad de autocuidarse no podría acotarse solo a los equipos
que intervienen en maltrato infantil, pues existirían otros ámbitos de intervención
en que también se reconocerían riesgos laborales como los explicitados por los
participantes, en intervención en violencia o en problemáticas psicosociales de
similar envergadura, en que el profesional se utiliza a sí mismo como instrumento de trabajo en una situación de ayuda. Aquí resulta útil la conceptualización
de burnout profesional, en tanto aporta elementos explicativos y analíticos de
este síndrome, permitiendo proponer Estrategias de Autocuidado que apunten a
su sintomatología, especialmente en el nivel individual de los profesionales.
Al ubicar los equipos participantes y sus necesidades de Autocuidado insatisfechas, en los Modelos de Autocuidado señalados por Morales y Lira (2000), se
puede decir que estos poseerían más elementos satisfechos de los Modelos de
Impacto Emocional y Sociabilidad, en tanto ámbitos que ya han sido abordados y trabajados con cierta frecuencia. No obstante, los Modelos insatisfechos o
menos desarrollados serían, fundamentalmente, el de Reivindicación Institucional e Identidad Social. El primero, expresado recurrentemente en la sobrecarga
laboral, salarios no acordes a la tarea encomendada e inseguridad laboral. El
segundo fue abordado, como una desventaja de trabajar en duplas psicosociales, temiendo perder la diferenciación entre profesionales. Además, las críticas
y necesidades insatisfechas apuntan a condiciones laborales (modelo reivindicativo), las cuales son manifiestas con mayor potencia a través de los equipos en
instancias grupales, lo cual también deja entrever elementos identitarios (modelo
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86
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
identidad social) como profesional del área psicosocial y como equipo interventor en maltrato infantil.
Las experiencias que estos equipos poseen de Autocuidado, da pie a considerar
que el trabajo sistemático de Autocuidado en los contextos laborales son viables,
sin embargo, se requiere de ciertas condiciones: la voluntad de los actores implicados y recursos disponibles para ello. Por su parte, el rol institucional debe
orientarse a dar el espacio, y contar con la convicción de valorar este accionar
como una inversión en los equipos que se han consolidado a través de formación y de la experiencia cotidiana en maltrato. De esta forma, no solo basta con
dar “horas a Autocuidado”, sino también dar contenidos a ellas, lineamientos
generales. A la vez que se monitorea qué se está haciendo en Autocuidado, con
qué resultados, idear formas de difundir las experiencias y los aprendizajes generados a través de ellas, y por cierto, evaluar la incidencia del Autocuidado en
el equipo y cómo impacta al desempeño de la tarea.
El presente estudio pone en evidencia la necesidad de los equipos por darle
espacio a la salud mental laboral, y desplegar acciones concretas a favor del
bienestar de la persona del profesional, resguardando su integridad en el desempeño de la labor.
7.
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87
89
Mundus complexus, disciplinas inacabadas
MAGALY CABROLIÉ VARGAS1
Resumen
En este trabajo se exploran las principales visiones sobre interdisciplinariedad
a partir de la idea de complejidad de Edgar Morin. Se analizan las distintas
aproximaciones, incluyendo los conceptos de multidisciplinariedad, pluridisciplinariedad y transdisciplinariedad como insumos para resignificar el trabajo desarrollado por equipos que realizan acciones profesionales en torno a temáticas
de la dimensión social.
Palabras clave: Interdisciplina, pensamiento complejo, equipos de trabajo, acción profesional.
Abstract
This paper explores the key visions of interdisciplinarity from the idea of complexity of Edgar Morin. It discusses the various approaches, including the concepts of multidisciplinarity, transdisciplinarity and multidisciplinarity as input for
to resignify the work of teams engaged in professional actions around themes of
social dimension.
Key words: Interdisciplinary, complex thinking, teamwork, professional action.
Introducción
Para quienes nos desempeñamos en el ámbito de “lo social”, los términos “complejidad” e “interdisciplinariedad” han pasado a ser de uso común. Hemos asumido que la realidad en la que nos desenvolvemos es compleja y que por lo
tanto requiere ser abordada desde diferentes perspectivas disciplinarias, simultá-
1
Trabajadora Social Pontificia Universidad Católica de Chile. Magíster en Ciencias Sociales
mención en Sociología, FLACSO-México. Dra. en Estudios Latinoamericanos U. Nacional
Autónoma de México, Académica de la Escuela de Trabajo Social, Universidad Católica de
Temuco. correo electrónico: [email protected]
90
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
neamente. Sin embargo, esto que nos parece hoy tan obvio, no siempre fue de
esta manera.
La idea de complejidad surge de la reflexión que hace Edgar Morin (1995) en
torno a la superespecialización de la ciencia y al proceso de compartimentalización del conocimiento que se dio desde comienzos del siglo XIX. La tendencia
era hacia una creciente diferenciación del conocimiento en una multiplicidad
de disciplinas autónomas. El obstáculo, observado por numerosos científicos y
reelaborado por Morin, lo constituye la cada vez mayor dificultad de diálogo
entre las diferentes disciplinas, fragmentando así también la comprensión de la
realidad. De aquí que cobra un enorme sentido la afirmación de Morin de que
“un pensamiento mutilante conduce necesariamente a acciones mutilantes” (Morin, 1995). Es decir, que cuando abordamos algún aspecto de la realidad desde
nuestra acotada perspectiva disciplinaria, cercenamos aquello que nos interesa
limitando nuestras posibilidades de comprensión. Surge así una serie de preguntas en torno a la acción profesional de las profesiones orientadas por el ethos de
la promoción de la “vida buena” (Aguayo, 2006). ¿Son nuestras acciones profesionales, mutilantes? ¿Fragmentamos la realidad creyendo que esa es la forma
especializada de abordarla? ¿Negamos la complejidad del mundo en aras de
salvaguardar la especificidad de nuestras disciplinas?
En el pensar y abordar lo complejo, la propuesta de Edgar Morin y del llamado
paradigma del “pensamiento complejo”, nos remite a la idea de complexus, que
en latín hace referencia a lo que está tejido en conjunto. Esto implica contextualizar sin perder de vista lo particular, para poder conocer la realidad en toda
su amplitud de interacciones, tarea en que la colaboración entre las diferentes
disciplinas es fundamental.
Para Morin, uno de los riesgos es creer que se puede eliminar la simplicidad. Por
el contrario, el pensamiento complejo integra lo más posible los modos simplificadores de pensar, pero rechaza las consecuencias mutilantes, reduccionistas,
unidimensionales y cegadoras de una simplificación que puede tomarse erróneamente como reflejo de la realidad.
El segundo riesgo, siguiendo a Morin, es confundir complejidad con completud,
es decir, creer que al dar cuenta de las articulaciones entre dominios disciplinarios fragmentados por el pensamiento disgregador propio del conocimiento
occidental, se está dando cuenta de un conocimiento completo. En este sentido
el pensamiento complejo aspira al conocimiento multidimensional, sabiendo a
MUNDUS COMPLEXUS, DISCIPLINAS INACABADAS
priori que tal conocimiento complejo es imposible. Hay entonces un reconocimiento de lo inacabado e incompleto de todo conocimiento.
Entender la complejidad nos permite acercarnos a un tipo de práctica científica que
ha adquirido el rango, a la vez, de marco filosófico y metodológico: la interdisciplinariedad, que consiste en la búsqueda sistemática de integración de las teorías,
métodos, instrumentos, y, en general, fórmulas de acción científica de diferentes
disciplinas, a partir de una concepción multidimensional de los fenómenos, y del
reconocimiento del carácter relativo de los enfoques científicos por separado. Es una
opción por la pluralidad de perspectivas en la base de la investigación y el conocimiento, dando lugar a lo que ya algunos llaman el paradigma interdisciplinario.
Revisión conceptual de la interdisciplinariedad
Para comenzar, parece útil mencionar algunas ideas sobre la interdisciplinariedad que están en nuestro bagaje lingüístico y que son de uso habitual en el
mundo profesional, como por ejemplo:
a)
b)
c)
d)
e)
f)
g)
“cruza las fronteras disciplinarias”
“establece conexiones a través de las fronteras disciplinarias”
“construye puentes”
“toma como punto de partida los problemas y no las perspectivas de disciplinas particulares”
“permite escuchar seriamente el lenguaje ajeno de otras disciplinas”
“busca nuevos métodos y perspectivas en ámbitos diferentes”
“crea nuevo conocimiento que no podría surgir desde la perspectiva de
ninguna disciplina en particular”.
Tal vez las definiciones más comunes de interdisciplinariedad y de su concepto
relacionado, multidisciplinariedad, considerados con frecuencia y erróneamente
como sinónimos, podrían expresarse de la siguiente forma:
a)
v)
Multidisciplinario: común a varias disciplinas o materias.
Interdisciplinar o interdisciplinario: que engloba a varias disciplinas o supone la colaboración de varias de ellas.
Si bien ambos conceptos apuntan a situaciones diferentes, los dos corresponden
a distintas dimensiones de integración disciplinar. Es precisamente esta última
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noción, integración disciplinar, la que nos permite explorar el concepto de interdisciplina. Al respecto, Piaget (1979) propone los siguientes niveles:
a)
b)
c)
Multidisciplinariedad: es el nivel inferior de integración, que ocurre cuando alrededor de un interrogante, caso o situación, se busca información y
ayuda en varias disciplinas, sin que dicha interacción contribuya a modificarlas o enriquecerlas. Esta puede ser la primera fase de la constitución de
equipos de trabajo interdisciplinario.
Interdisciplinariedad: es el segundo nivel de integración disciplinar, en el
cual la cooperación entre disciplinas conlleva interacciones reales, es decir, una verdadera reciprocidad en los intercambios y, por consiguiente, un
enriquecimiento mutuo. En consecuencia, llega a lograrse una transformación de los conceptos, las metodologías de investigación y de enseñanza.
Implica también, a juicio de Torres (1996), la elaboración de marcos conceptuales más generales en los cuales las diferentes disciplinas en contacto
son a la vez modificadas y pasan a depender unas de otras.
Transdisciplinariedad: es la etapa superior de integración disciplinar, en
donde se llega a la construcción de sistemas teóricos totales (macrodisciplinas o transdisciplinas), sin fronteras sólidas entre las disciplinas, fundamentadas en objetivos comunes y en la unificación espistemológica y cultural.
Un concepto fundamental que subyace, es el de disciplinas, las que pueden ser
entendidas como cuerpos de conocimientos formados históricamente y en constante transformación, que cobran verdadero sentido cuando se hallan interconectadas entre sí, y que se derivan de las diferentes ciencias.
Entre los diferentes autores que abordan el concepto de interdisciplinariedad hay
consenso en algunos puntos tales como:
a)
b)
c)
d)
Es fundamentalmente un proceso y una filosofía de trabajo.
Es una práctica más que un planteamiento teórico.
Es una estrategia para lograr que se acorte la distancia entre la teoría y la
práctica.
Es una manera de relacionar campos del conocimiento, áreas científicas o
soluciones prácticas.
Para los autores Scuratti y Damiano (1977) existirían seis variantes de la interdisciplinariedad:
MUNDUS COMPLEXUS, DISCIPLINAS INACABADAS
a)
b)
c)
d)
e)
f)
Interdisciplinariedad heterogénea: Se presenta por la suma de informaciones de diversas disciplinas. Tiene carácter enciclopédico.
Pseudointerdisciplinariedad: Estructura de unión o metadisciplina que se
utiliza para trabajar en disciplinas muy diferentes entre sí.
Interdisciplinariedad auxiliar: Cuando en una disciplina se recurre al empleo de metodologías de otras disciplinas.
Interdisciplinariedad compuesta: Análisis en conjunto de todos los aspectos
de un fenómeno a través de la intervención de diferentes especialistas que
trabajan en equipos.
Interdisciplinariedad complementaria: Superposición de trabajos y especialidades que coinciden en un mismo objeto de estudio.
Interdisciplinariedad unificadora: Auténtica integración que tiene como resultado un nuevo marco teórico o metodológico.
A esta clasificación se le pueden hacer algunas observaciones. En primer lugar
la interdisciplinariedad no es una suma, sino una integración; en la interdisciplinariedad el todo es más que la suma de las partes y no puede pretender
el conocimiento enciclopédico, sino las vías, las herramientas para interactuar
con él, puesto que no hay sistema de enseñanza que pueda trasmitir todo el
conocimiento acumulado por la humanidad hasta el momento. Por lo tanto no
se podría considerar a la interdisciplinariedad heterogénea como verdadera interdisciplinariedad. En el caso de la pseudointerdisciplinariedad si se logran intercambios y enriquecimientos a partir de una metadisciplina, se ha logrado la
relación interdisciplinar e incluso se puede hablar de una transdisciplinariedad,
por cuanto ambas disciplinas se reencontrarían en una nueva que las incluye y
las enriquece.
En la interdisciplinariedad complementaria no hay verdadera interdisciplinariedad por cuanto todo lo que implica una superposición lleva implícito una subordinación en donde un elemento es regente y los demás regidos. Si bien hay casos
en que una disciplina tenga cierto grado de preponderancia, no quiere decir que
en todo momento tenga la mayor participación y las demás son apenas voces
terciarias en el conjunto; en la interdisciplinariedad tiene que existir equilibrio
y armonía.
Otro autor, Erich Jantsch (1980), propone cinco niveles de interdisciplinariedad:
a)
Multidisciplinariedad: Yuxtaposición de disciplinas, con mínima comunicación, e información contenida en estancos.
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ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: REFLEXIONES DESDE LA PRÁCTICA
b)
c)
d)
e)
Pluridisciplinariedad: Yuxtaposición de disciplinas en un mismo sector de
conocimientos. Ejemplo: Física, Química, Matemática: relación de mero
intercambio, acumulación de conocimientos.
Disciplinariedad cruzada: Una disciplina domina en su relación con las
demás que se subordinan a ella en sus contenidos y metodologías.
Interdisciplinariedad: Implica la voluntad de colaborar en un marco teórico
más general donde existe un equilibrio en las relaciones entre disciplinas.
Transdisciplinariedad: Nivel superior de coordinación donde desaparecen
los límites de las disciplinas (Torres, 1996, p. 73).
En este caso el autor establece los niveles de relación de menor a mayor y coloca a la interdisciplinariedad en el penúltimo nivel, lo cual quiere decir que antes
de este momento solo se dan acercamientos disciplinares.
En el mismo sentido, Manuel de la Rúa (2000) propone cuatro niveles:
a)
b)
c)
d)
Interdisciplinariedad: Cualquier relación entre dos o más disciplinas o asignaturas que puede tener varios niveles. Intercambio recíproco y comunicación amplia entre los campos del saber que las componen.
Intradisciplinariedad: Relación entre las asignaturas de una disciplina.
Multi o pluridisciplinariedad: Yuxtaposición de disciplinas que no realizan
articulación real, por lo que no hay intercambio ni enriquecimiento.
Transdisciplinariedad: Se rompen los límites de la disciplina para constituirse en una nueva.
Este autor no jerarquiza los niveles. La multi o pluridisciplinariedad debería estar
en el primer nivel, en el segundo la intradisciplinariedad, en el tercero la interdisciplinariedad y en el cuarto la transdisciplinariedad. Un aspecto nuevo que
introduce es la intradisciplinariedad, necesario paso que habría que dar antes de
establecer la interdisciplinariedad.
Para Jurjo Torres Santome (1996) la interdisciplinariedad es “fundamentalmente un
proceso y una filosofía de trabajo que se pone en acción a la hora de enfrentarse a
los problemas y cuestiones que preocupan a la sociedad” (p.69). Vale destacar en
este concepto el sentido de continuidad que el autor le confiere a la interdisciplinariedad cuando habla de proceso, porque ciertamente no es cuestión de un día o
de una campaña, pues la interdisciplinariedad es algo que se asume para mantenerla y perfeccionarla; tiene razón cuando la caracteriza como filosofía de trabajo,
porque es una manera de pensar que se implanta y rompe esquemas mentales de
MUNDUS COMPLEXUS, DISCIPLINAS INACABADAS
manera que el que la pone en práctica piensa de una manera diferente. Por último
destaca Torres Santome la relevancia de la sociedad en su implantación, con lo
cual hace corresponder su concepto a la nueva manera de concebir la ciencia en
la actualidad.
A lo anterior habría que agregar que quienes participan de una experiencia interdisciplinar deben tener ciertos valores, ya que requiere de una actitud a la vez
de humildad, de apertura, de curiosidad, una voluntad de diálogo y, finalmente,
una capacidad para la asimilación y la síntesis.
Se podría continuar revisando criterios, pero la idea general ha quedado esbozada a partir de entender la interdisciplinariedad como un proceso de intercambio
y colaboración entre dos o más disciplinas, que planificado sistemáticamente, en
grado de complejidad creciente, posibilita una nueva visión del objeto o fenómeno
estudiado a partir de la apertura epistemológica, metodológica, axiológica, ontológica, psicológica y pedagógica, que permite flexibilizar las fronteras originarias del
conocimiento para enriquecer a las disciplinas y a las personas que se encuentran
involucradas en dicha relación, sin que ello implique la renuncia a la identidad de
cada una de ellas, con el objetivo de acortar la distancia entre la teoría y la práctica. Se encuentra ubicada entre la intradisciplinariedad y la transdisciplinariedad.
La vivencia de la interdisciplinariedad en los equipos de trabajo
Considerando la revisión conceptual anterior, los equipos de trabajo surgen a
partir de la necesidad de
...enfrentar el entorno cambiante e incierto y responder a las necesidades
individuales, siendo una alternativa de la organización para reaccionar en forma flexible al entorno, para abordar una tarea dinámica y compleja, formando así, unidades altamente especializadas y satisfaciendo las demandas de
actualización e innovación de las instituciones (García, et al., 1983, p. 27)
Lo expuesto, responde al hecho de que actualmente hay una orientación hacia
el trabajo colectivo, en donde se hace necesario que las organizaciones se mantengan en estrecho contacto con la realidad, afinándose así las funciones de los
equipos de trabajo, haciéndose necesario, por tanto, la presencia de equipos de
trabajo interdisciplinario. De modo tal, que para entender en qué consisten estos
equipos, es preciso tener en consideración lo expuesto por García, et al. (1983),
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quien define a dichos equipos como: “... una entidad social altamente organizada y orientada hacia la consecución de una tarea común, compuesto por un
número reducido de personas que adoptan e intercambian roles y funciones con
flexibilidad, de acuerdo a un determinado procedimiento” (p. 70-71), hecho que
implicaría la interacción dinámica de sus integrantes, encauzados en una tarea
y en el logro de objetivos comunes, favoreciendo así el cumplimiento de los
desafíos propuestos por el equipo.
Es así que lo señalado anteriormente se relaciona con lo expuesto por Germán
Morales (1996), quien al referirse a los equipos de trabajo interdisciplinario los
define como: “... sistemas laborales organizados a través de un grupo de profesionales, provenientes de distintas disciplinas, que orientados por criterios de eficacia y eficiencia llevan a cabo una tarea; poseen determinada estructura formal,
y habitualmente, responden a un entramado organizacional mayor” (p. 38).
De esta forma, para que los equipos interdisciplinarios funcionen como tales, deben presentar una serie de características, entre las cuales García destaca: objetivo común y tareas aceptadas, número reducido de participantes, organización,
unicidad y totalidad, compromiso personal, límites y disciplina, presencia de un
vínculo interpersonal, convergencia y esfuerzos; aprovechamiento del conflicto
y conciencia de la situación interna.
Lo anterior puede ser entendido, además, en función de lo propuesto por Alicia
Stolkiner (1999), psicóloga argentina, quien señala que existen dos niveles de
análisis en torno al tema de la interdisciplinariedad: un nivel epistemológico y
de historia del conocimiento donde se plantea que “... la interdisciplina implica
un cuestionamiento a los criterios de causalidad lineal, y atenta contra la posibilidad de fragmentación de los fenómenos a abordar”; y un nivel metodológico.
En relación a este, la autora indica
... la simple yuxtaposición de disciplinas o su encuentro casual no es interdisciplinar. La construcción conceptual común del problema que implica
un abordaje interdisciplinario, supone un marco de representaciones común
entre disciplinas y una cuidadosa delimitación de los distintos niveles de
análisis del mismo y su interacción (…) reuniones de discusión de casos,
ateneos compartidos, reuniones de elaboración del modelo (…) o como parte del trabajo, puesto que para lograr los objetivos propuestos, se requiere
algo más que un grupo heterogéneo de profesionales trabajando a destajo
(Stolkiner, 1999a).
MUNDUS COMPLEXUS, DISCIPLINAS INACABADAS
Así, lo propuesto por Alicia Stolkiner se explica con la siguiente metáfora:
... la orquesta sinfónica, en la que cada instrumento tiene su especificidad,
su técnica y sus ensayos particulares. Si llegamos antes de que el concierto comience, oiremos una polifonía inarmónica. Sin embargo, cuando la
sinfonía comienza, es una. Un solo producto que, no obstante, contiene la
diversidad de sonidos de cada instrumento de una manera que no se explica
por simple adición (Stolkiner, 1999b).
De este modo, al analizar la metáfora propuesta por la autora, se puede entender
que en los equipos de trabajo interdisciplinario ocurre algo similar, dado que
en ellos participa una diversidad de profesionales, pertenecientes a diferentes
disciplinas, lo cual podría ser entendido como los diferentes instrumentos de la
orquesta, quienes, al funcionar de manera conjunta, generan algo “armónico”,
es decir, algo integrado, en donde la suma de las diferentes disciplinas se unen
en pro de una interpretación holística y totalizadora de la realidad, con objeto
de superar las consideraciones particulares de cada disciplina, y rompiendo con
una de sus principales caracteristicas, cual es tender “naturalmente a la autonomía” (Morin, 2005).
A lo expuesto, se puede sumar lo propuesto por Ezequiel Ander Egg (1993),
quien, al referirse al tema, señala:
... la interdisciplinariedad, implica un aumento de la complejidad de los
fenómenos sociales, lo que nos lleva a la necesidad de abordar ciertas problemáticas, desde una mirada holística que vea más allá de las parcialidades,
es decir, interdisciplinariamente… lo cual se lograría con equipos de representantes de las diferentes disciplinas, aunados en un trabajo a largo plazo
que posibilite una conceptualización y un lenguaje común (Ander Egg, y
Follari, 1993, p. 30).
Para las investigadoras Chacón et al. (2004), el desafío de los equipos de trabajo
interdisciplinario radicaría en tratar de abordar las problemáticas sociales en función de la complejidad que estas mismas implican, tratando de generar así una
visión integral respecto a la realidad que estos equipos abordan, para lo cual se
requeriría, por tanto, un esfuerzo aunado por parte de cada una de las disciplinas
que conforman dichos equipos, a modo de superar la especificidad e individualidad de cada una y generar así algo conjunto, es decir, algo integrado (p. 23).
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Lo anterior, se respalda con lo expuesto por Nidia Aylwin (1983), quien al reflexionar en torno al tema de los equipos interdisciplinarios, plantea:
... se espera que las especializaciones de cada disciplina, no pierdan la
visión totalizante de los fenómenos sociales, puesto que si cada disciplina
se encierra en sí misma, corre el peligro de absolutizar su objeto formal,
encandilándose ante la parte de la realidad que recorta para estudiar (p.
23).
En el mismo sentido, Ander Egg señala que los equipos interdisciplinarios deben
ser capaces de recuperar la totalidad al momento de abordar la situación objeto
de su preocupación, razón por la cual, debe existir una complementariedad entre las distintas disciplinas que conforman un equipo interdisciplinario, siendo el
Trabajo Social, para este autor, una disciplina indispensable en la conformación
de estos equipos; concepción que es compartida por Nidia Aylwin, quien al referirse a la complejidad de los problemas sociales y a la necesidad de intervenirlos
coordinadamente desde distintas disciplinas, señala que:
... dada la complejidad de los problemas sociales, el Trabajo Social se coordina con una variedad de profesiones y disciplinas para el logro de sus metas. Debiendo cada vez más, las divisiones disciplinarias ser traspasadas para
enfrentar la complejidad de los problemas sociales; puesto que si bien, cada
profesional define una tarea propia, el trabajo interdisciplinario se impone en
torno al estudio y solución de los problemas sociales (Aylwin, 1986, p. 9).
De este modo, teniendo en consideración lo planteado, se puede concluir que
los equipos de trabajo interdisciplinarios desarrollan un papel fundamental frente al abordaje de los fenómenos sociales, puesto que a través de la suma de
los aportes especializados de las diferentes disciplinas, es que se hace posible
reconstruir la totalidad de la realidad social, a partir de una mirada más holista, totalizante e integradora en donde cada disciplina aporta desde su propia
mirada.
Debilidades del trabajo interdisciplinario
Las fortalezas expresadas previamente en relación al trabajo interdisciplinario revelan, por otra parte, ciertas debilidades o riesgos que deben tenerse en cuenta.
En este contexto, las preguntas clave que es posible plantear a los equipos que
MUNDUS COMPLEXUS, DISCIPLINAS INACABADAS
buscan trabajar interdisciplinariamente pueden ser, entre otras: ¿Verdaderamente
nos interesan como equipo los planteamientos inherentes a la interdisciplinariedad? ¿Estamos dispuestos a trabajar seriamente en pro de la comunicación entre
las distintas disciplinas con las que nos toca cotidianamente entrar en contacto?
¿Damos a este objetivo la prioridad necesaria para que su consecución sea viable?
La mayor debilidad de la interdisciplinariedad es que en el fondo, la mayoría de
los profesionales piensan que la interdisciplinariedad es un lujo prescindible, y
esto puede producirse, porque en la actual configuración de nuestra sociedad,
saber equivale a poder, por lo tanto poseer en forma más o menos exclusiva una
porción significativa de ese saber-poder puede ser vista tanto como condición de
supervivencia o como llave del éxito y la prosperidad.
En definitiva, la interdisciplinariedad tropieza con los intereses gremiales de cada
disciplina, con los especialistas, y el desinterés por todo lo que no sea el corto
plazo de los objetivos de eficiencia.
A las anteriores dificultades extrínsecas, hay que sumar las intrínsecas: por ejemplo la llamada babelización de la cultura o multiplicación de lenguajes especializados, proliferación de metodologías ultraespecíficas, etc. Hay que señalar
también como una dificultad el que muchos de los que en principio se muestran
partidarios de la interdisciplinariedad sostienen que la reconstrucción de la unidad del saber tiene que realizarse a partir y alrededor de la disciplina particular
que ellos mismos cultivan, sobre todo si se trata de una disciplina de moda. Situaciones de este tipo es posible observar en relación a disciplinas que ocupan
posiciones de poder como pueden ser la Medicina, el Derecho, o la Economía.
Desafíos actuales en torno al trabajo interdisciplinario
Para enfrentar las dificultades señaladas anteriormente, y como una forma de
hacer un aporte al trabajo de los equipos interdisciplinarios, es posible señalar
algunos desafíos:
a)
b)
Asumir la interdisciplinariedad como una acción desinteresada, no utilitarista ni pragmática.
Evitar defender los privilegios o la importancia de la ciencia o disciplina a
la que se dedica profesionalmente cada quien y para la que se encuentra
capacitado.
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c)
Intentar hacer fácil el trabajo de los demás, para que le ayuden a uno y a
la ciencia que cultiva, resaltando por tanto no sus glorias y autosuficiencia,
sino todo aquello en que podría ser enriquecida por un diálogo con otras
disciplinas y puntos de vista.
Sugerencias
Ante la pregunta de ¿cómo enfrentar el desafío de la interdisciplinariedad en
los equipos de trabajo?, surgen algunas sugerencias que han sido recogidas de
Arana, J. (2001), y que pueden orientar a los equipos en torno a cuestiones de
orden práctico que es posible realizar para avanzar en la dirección del trabajo
interdisciplinario. Así, los equipos y sus miembros, particularmente si provienen
de distintas disciplinas, debieran:
a)
b)
c)
d)
e)
f)
Eliminar la terminología (jerga) especializada y los usos semánticos restrictivos. Como primera aproximación, se pueden elaborar léxicos que traduzcan en términos del lenguaje natural la terminología más relevante de cada
disciplina, abriendo la posibilidad de discutir sus problemas centrales y
últimos avances en términos sencillos y comprensibles para la generalidad
de los miembros del equipo.
Confeccionar “estados de la cuestión” para cada disciplina donde, sin entrar en detalles, se muestre cuáles son los grandes problemas abordados
por ella, los puntos donde se ha alcanzado consenso, las conclusiones que
se consideran firmes, los puntos donde los progresos son más claros y los
que presentan dificultades y estancamientos.
Confeccionar listado en el que se enumeren las contribuciones relevantes
que, a juicio de los miembros del equipo, podrían ser aportadas a cada
disciplina desde las otras.
Esfuerzo de teorización para mostrar por qué son insuficientes, simplistas o
desenfocadas –en el caso de que lo sean– las sugerencias que se formulan
a cada disciplina.
Realizar esbozos de articulaciones globales del saber, superando el particularismo de limitar la discusión interdisciplinar a los intereses de la disciplina de la que se parte.
Depurar los datos, resultados, teorías, interpretaciones y orientaciones que
no resulten indispensables para discutir con profundidad. Evitar por todos
los medios que los árboles impidan ver el bosque.
MUNDUS COMPLEXUS, DISCIPLINAS INACABADAS
g)
h)
Elegir como punto de encuentro y terreno común de discusión, el plano
ontológico y no el lingüístico, metodológico o epistemológico. Las discusiones terminológicas son a la larga estériles y extenuantes. El estudio y
comparación de los métodos respectivos sirve más para distanciar que para
unir. Las especulaciones sobre el tipo de evidencias, certezas, fundamentos, alcance y valor de cada una de las disciplinas –sin descender a los
contenidos– resultan demasiado abstractas y provocan malentendidos sin
término. En cambio, cuando se habla de las cosas mismas, de los núcleos
temáticos contemplados por cada disciplina por separado y a menudo por
varias de ellas a la vez, no es tan difícil llegar a conclusiones significativas,
a pesar de los inevitables malentendidos e incomprensiones.
Recordar permanentemente el sentido de haberse constituido como equipo
interdisciplinario, resaltando el aporte creativo que como colectivo hacen
a la temática específica en torno a la que están trabajando.
Las sugerencias anteriores van en la línea de tender cada vez más puentes entre
las disciplinas y de apuntar a un conocimiento que supere la mutilación recomponiendo los múltiples niveles de comprensión de lo social. Para Francisco Paoli
(1983) “el progreso del conocimiento humano se ve ya claramente por el camino
de la colaboración e interfecundación de disciplinas que se han cultivado separadas. El reto de construir metodologías interdisciplinarias para la resolución de
problemas complejos, es el reto de nuestro tiempo” (p. 58).
Para finalizar, es necesario enfatizar que la interdisciplina propone como elemento de integración, la confluencia de las estructuras del pensamiento y del
análisis generadas por las disciplinas para ser aplicada al estudio de una determinada situación de malestar. Esta perspectiva interdisciplinaria, a la vez que
facilita el trabajo en red, permite consolidar equipos de trabajo con propuestas
creativas, flexibles y novedosas, renovando esquemas tradicionales e incentivando la consolidación de esos equipos en la medida que responden a los retos
planteados por la complejidad de las relaciones sociales y de los diferentes contextos culturales y sociohistóricos.
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Bibliografia
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Lilian Sanhueza Díaz
Francisco Javier Ibaceta Watson
Alejandra Santana López
Magaly Cabrolié Vargas
Soledad Larraín Heiremans
Psicóloga U. C.
Magíster en Psicología Clínica: Estudios Sistémicos Avanzados
de la Familia y la Pareja. Universidad Alberto Hurtado.
COLECCIÓN DIÁLOGOS DE TRABAJO SOCIAL
Fernando Slater San Román
(...) En Chile, en las últimas dos décadas, se ha comenzado paulatinamente
a construir una política pública orientada a dar una respuesta integral
al fenómeno del maltrato infantil y el abuso sexual. Se ha modificado la
legislación, tanto en el tema de violencia intrafamiliar, como la legislación
sobre delitos sexuales, se han implementado programas orientados
principalmente a la reparación del sufrimiento en las víctimas y sanción
a los abusadores, se han producido cambios en los procedimientos de las
instituciones con la finalidad de disminuir el impacto en los niños y niñas
del paso por el sistema judicial.
Sin embargo, la información que tenemos sobre la prevalencia del
maltrato y abuso sexual, aunque insuficiente, nos permite afirmar que los
índices de maltrato se mantienen casi inmodificables en el tiempo, que a
pesar de las modificaciones legales y los programas existentes, los niños y
niñas continúan siendo abusados y maltratados en sus hogares y en las
instituciones.
Este es el desafío al que se enfrenta esta publicación, cómo vamos cerrando
las brechas entre la teoría y la práctica mediante la investigación tanto
cualitativa como cuantitativa, que permita ver los avances y también los
vacíos o contradicciones que tenemos en lo inmediato. Cinco interesantes
artículos van revisando y reflexionando sobre distintos tópicos relacionados
con el maltrato y abuso que son indispensables mirar cuando queremos
avanzar en una respuesta integral. (...)
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: Reflexiones desde la práctica
AUTORES
Lilian Sanhueza Díaz
Editora
Lilian Sanhueza Díaz
Trabajadora Social,
Magíster en Intervención Social
ABUSO SEXUAL
INFANTO JUVENIL
Reflexiones desde la práctica
Actualmente se desempeña como
Directora de la Escuela de Trabajo
Social de la Universidad Católica de
Temuco. También está a cargo de
las cátedras de pregrado de Trabajo
Social y Familia II y Metodología
de la Intervención Familiar. En
Educación Continua es coordinadora
y docente de diversos programas
como: Curso de Abuso Sexual Infanto
Juvenil: Estrategias de Intervención
Psicosocial y Curso de Relaciones
de Pareja, Violencia e Intervención
Psicosocial, Diplomado en Violencia
en la Familia y Postítulo en Familia,
Violencia e Interculturalidad. Es
docente del Diplomado en Infancia
e Interculturalidad impartido por la
UC Temuco en convenio con UNICEFChile.
Además de la docencia, su experiencia
profesional ha sido como Gerenta de
Calidad Técnica para los programas
de Área de protección de Derechos
de la Fundación Tierra de Esperanza
y Directora del Centro Infanto Juvenil
Tierra de los Niños.