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Año 10. Nº 10, Diciembre 2014
REFLEXIÓN TEÓRICA EN TS
El Mito Del “Objeto” en Trabajo Social
The Myth of The “Objeto” in Socialwork, Alicia González-Saibene
La Universidad y el Cientista Social como Formadores Sociales, en el Escenario Neoliberal. Un Análisis
Crítico sobre Ciudadania y Responsabilidad Social
University and Social Scientist as Trainers in the Stage Neoliberal.Un Critical Analysis of Citizenship and Social
Responsibilit, Carlos Montaño
Una Aproximación a la Vejez Uruguaya desde la Teoría del Reconocimiento
An Approach to Old Age Uruguaya from the Theory of Recognition, Saphir Stemphelet Colo
Retos Contemporáneos de la Intervención Socio-Familiar.
Contemporary Challenges of Socio-Family Intervention, Ángela María Quintero Velásquez
TRABAJO SOCIAL EN AMÉRICA LATINA
Perfil de las Generaciones Estudiantiles de Trabajo Social Universitario Periodo 2010 – 2014
Profile of Student Generations of Social Work University Period 2010 - 2014, Patricia Castañeda Meneses y Ana María
Salamé Coulon
Los Cambios de la Sociedad Contemporánea y su Impacto enlas Condiciones Labores de los Trabajadores
Sociales
Changes in Contemporary Society and Its Impact on The Work Of Social Workers Conditions. Prof. Ts Teresa Dornell, Lic.
Ts Saphir Stemphelet, Bach. Romina Mauros
Convivencia Escolar en la Argentina. Sobre su Legislación, Normas y Autoridad.
School Life in Argentina. On Their Legislation, Rules and Authority, Marian Gonzalez
El Cuidado en la Vejez: Una Tipología de Cuidadores
Care In Old Age: A Typology Of Caregivers. Sandra Sande Muletaber
INVESTIGACIÓN E INTERVENCIÓN PROFESIONAL EN TRABAJO SOCIAL
El Autocuidado y el Bienestar desde las Prácticas Religiosas y la Cultura
The Self and Welfare from Religious Practices and Culture. Felipe Roboam Vázquez Palacios
El Proceso de Producción de Políticas de Cuidados a Mayores Dependientes, en Clave de Intervención en
lo Social .
The Production Process of Elderly Dependents Care Policies on Key Social Intervention . Verónica Cimatti. Paula Mara
Danel
Relaciones entre Clima Familiar y Personalidad en los Niños de La Calle del Centro Shama de Lima.
Family Relationships Between Climate and Personality in the Street Children Center of Lima , Shama. Ms. Nilda Mabel
Flores Chavez
Empoderamiento de Mujeres Quechuas y Aymaras en la Ruta de Atención de Violencia Familiar y Sexual
a Partir de una Experiencia Investigacion – Accion – Participante.
Empowering Women Quechua and Aymara Atention on the Trail of Family and Sexual Violence from a Research
Experience - Action – Participant. María E. Zúñiga Vásquez
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Número 10, diciembre del 2014
SANTIAGO - CHILE
ISSN 0718- 4182
Escuela de Trabajo Social
Facultad de Ciencias Sociales Universidad Central de Chile
3
RUMBOS TS, año IX, Nº 10, 2014
Facultad de Ciencias Sociales
DECANO
OSVALDO TORRES GUTIERREZ
DIRECTORA ESCUELA DE TRABAJO SOCIAL
DAISY MARGARIT SEGURA
EDITORA DE REVISTA RUMBOS TS
MARIA GLADYS OLIVO VIANA
COMITÉ EDITORIAL REVISTA RUMBOS TS
MARIA GLADYS OLIVO VIANA
DAISY MARGARIT SEGURA
COMITÉ EDITORIAL ACADÉMICO
GRACIELA CARMEN ANDRÉ, Académica de la Universidad Nacional de San Luis-Argentina
PATRICIA CORREA, Académica de la Universidad Nacional del Altiplano, Puno, Perú
MONTSERRAT FEU CLOSAS, Académica Colaboradora Escola de Treball Social (ICESB) de La Universidad Ramon
Llull De Barcelona-España
OSCAR LABRA, Académico Departamento Desarrollo Humano y Social Universidad de Laval, Quebec, Canadá.
MARY MOLLO MEDINA
, Académica de ESAN Graduate School of Bussiness- Lima- Perú
CARLOS MONTAÑO BARRETO, Académico de la Universidad Federal de Río de Janeiro-Brasil.
GEORGINA A. PINTO SOTELO, Académica de la Universidad Nacional del Altiplano de Puno-Perú
SUSANA AURELIA PRECIADO JIMENEZ, Académica de la Universidad de Colima-México
MARGARITA ROJAS DE DUARTE, Académica de la Universidad Central de Venezuela.
MARGARITA ROZAS PAGAZA , Académica de la Universidad Nacional de La Plata- Argentina
CORRESPONDENCIA
Escuela de Trabajo Social- Torre A – Piso 2
Campus Gonzalo Hernández Uribe, San Ignacio 414 - Santiago Centro
Santiago- Chile
CORREO ELECTRÓNICO ( E-MAIL)
[email protected]
[email protected]
RUMBOS TS
Revista N° 10 de la Escuela de Trabajo Social
Facultad de Ciencias .Universidad Central de Chile
Año 9-N° 10 – Diciembre 2014
ISSN 0718-4182
EDITA: FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
DISEÑO-DIAGRAMACIÓN Y PRODUCCION:
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Escuela de Trabajo Social
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad Central de Chile
RUMBOS TS, año IX, Nº 10, 2014. ISSN 0718- 4182
EDITORIAL
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REFLEXIÓN TEÓRICA EN TS
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El Mito Del “Objeto” en Trabajo Social
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The Myth of The “Objeto” in Socialwork, Alicia González-Saibene
La Universidad y el Cientista Social como Formadores Sociales, en el Escenario Neoliberal. Un
Análisis Crítico sobre Ciudadania y Responsabilidad Social
University and Social Scientist as Trainers in the Stage Neoliberal.Un Critical Analysis of Citizenship
and Social Responsibilit, Carlos Montaño
Una Aproximación a la Vejez Uruguaya desde la Teoría del Reconocimiento
An Approach to Old Age Uruguaya from the Theory of Recognition, Saphir Stemphelet Colo
Retos Contemporáneos de la Intervención Socio-Familiar.
Contemporary Challenges of Socio-Family Intervention, Ángela María Quintero Velásquez
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TRABAJO SOCIAL EN AMÉRICA LATINA
Perfil de las Generaciones Estudiantiles de Trabajo Social Universitario Periodo 2010 – 2014
Profile of Student Generations of Social Work University Period 2010 - 2014, Patricia Castañeda
Meneses y Ana María Salamé Coulon
Los Cambios de la Sociedad Contemporánea y su Impacto enlas Condiciones Labores de los
Trabajadores Sociales
Changes in Contemporary Society and Its Impact on The Work Of Social Workers Conditions. Prof. Ts
Teresa Dornell, Lic. Ts Saphir Stemphelet, Bach. Romina Mauros
Convivencia Escolar en la Argentina. Sobre su Legislación, Normas y Autoridad.
School Life in Argentina. On Their Legislation, Rules and Authority, Marian Gonzalez
El Cuidado en la Vejez: Una Tipología de Cuidadores
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Care In Old Age: A Typology Of Caregivers. Sandra Sande Muletaber
INVESTIGACIÓN E INTERVENCIÓN PROFESIONAL EN TRABAJO SOCIAL
El Autocuidado y el Bienestar desde las Prácticas Religiosas y la Cultura
The Self and Welfare from Religious Practices and Culture. Felipe Roboam Vázquez Palacios
El Proceso de Producción de Políticas de Cuidados a Mayores Dependientes, en Clave de Intervención
en lo Social .
The Production Process of Elderly Dependents Care Policies on Key Social Intervention . Verónica
Cimatti. Paula Mara Danel
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Relaciones entre Clima Familiar y Personalidad en los Niños de La Calle del Centro Shama de Lima.
Family Relationships Between Climate and Personality in the Street Children Center of Lima ,
Shama. Ms. Nilda Mabel Flores Chavez
Empoderamiento de Mujeres Quechuas y Aymaras en la Ruta de Atención de Violencia Familiar y
Sexual a Partir de una Experiencia Investigacion – Accion – Participante.
Empowering Women Quechua and Aymara Atention on the Trail of Family and Sexual Violence from
a Research Experience - Action – Participant. María E. Zúñiga Vásquez
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Escuela de Trabajo Social
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad Central de Chile
RUMBOS TS, año IX, Nº 10, 2014
RESEÑAS DE LIBROS
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El camino recorrido. Intervención comunitaria: cómo es y cómo ha sido la experiencia de los
trabajadores sociales chilenos.
The road tour. Community intervention: how and how was the experience of social workers
chileans
167
Autor Teresa López Vázquez, por Omar Ruz Aguilera
Campamentos de ladrillo. Propuesta operacional y participativa comunal para el desarrollo de
barrios conformados por viviendas sociales
Book: brick camp. Operational proposal and participatory community development areas for social
169
housing conformados
Autor Angélica Castro Saavedra, por Leonardo Oneto Piazze
Trabajo social e investigación
Social work and research
170
Autor Ruth Lizana Ibaceta , por Alexandra Gajardo Tobar
INSTRUCCIÓN A LOS AUTORES
173
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Escuela de Trabajo Social
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad Central de Chile
RUMBOS TS, año IX, Nº 10, 2014
Editorial
L
uego de varios años de reconocida trayectoria, la revista Rumbos TS “un espacio
crítico para la reflexión en Trabajo Social”, proyecto surgido en el año 2006 y que
hoy orgullosamente transita por Rumbos impensados en el mundo de Trabajo
Social en los Escenarios Latinoamericanos. Nuestra Revista ha estado desde
ese momento en la discusión actualizada, reconocida, transparente y pública; se ha trabajado
intensamente para participar de manera activa y colaborativa con ideas y aporte intelectual
para Chile y América Latina.
Es un espacio de unión, donde democráticamente confluyen las ideas y nos colaboramos
todos para pensar colectivamente desde el mundo profesional y académico de Trabajo Social,
buscamos a través de este medio, aportar para dar el status académico reflexivo que corresponde
y para consensuar desde el mundo de las ideas, con el fin de entregar una formación y desarrollo
de calidad a nuestra profesión; hemos y seguiremos trabajando en la colaboración y en la
convicción que solo eso nos llevará por el mejor de los caminos o rumbos…
Desde este espacio, queremos agradecer a los antiguos y nuevos integrantes del Comité
Editorial Internacional, reconociendo no solo su gran voluntad de aporte y colaboración, sino su
compromiso desinteresado para con el mundo de Trabajo Social Latinoamericano y su desarrollo
intelectual. También a los evaluadores de artículos, quienes merecen nuestro reconocimiento,
dado su alto grado de celeridad y rigurosidad para obtener artículos de la mejor calidad y por
supuesto a los autores, quienes no solo se interesaron por participar en el proceso de publicación,
sino atendieron en un serio ejercicio académico, los comentarios y observaciones de evaluación.
Gracias por la generosidad de compartir sus nuevos libros a las autoras de: “Campamentos
De Ladrillo. Propuesta Operacional Y Participativa Comunal Para El Desarrollo De Barrios
Conformados Por Viviendas Sociales”; “Trabajo Social E Investigación” y “El Camino Recorrido.
Intervención Comunitaria: Cómo Es Y Cómo Ha Sido La Experiencia De Los Trabajadores Sociales
Chilenos” también a los destacados académicos que comentan.
Esta conjunción de elementos y personas diversas, han sido claves en la edición de un
número 10, de Diciembre 2014, que contiene interesantes reflexiones teóricas, diferentes
miradas de Trabajo Social Latinoamericano desde Brasil, Colombia, Uruguay y Argentina.
Asimismo un grupos importante de profesionales que han buscado instalar sus temas en el
marco de la Convención Internacional de los Derechos Humanos como etnia, vejez, mujeres
quechuas y aymará, niños de la calle, desde el pensamiento, la investigación y las intervenciones
profesionales en Perú, México y Argentina, ellos nos aportan con experiencias investigativas
innovadoras y sensibilizadoras hacia el mundo de Trabajo Social en América Latina. Finalmente
hemos dedicado un espacio de nuestra revista a nuevos temas emergentes que ya empiezan
a inquietar el pensamiento de Trabajo Social en Chile y en América Latina desde Argentina un
aporte a la reflexión sobre la Convivencia Escolar, tema que cada vez con mayor nitidez vemos
de primera relevancia, igualmente, las condiciones de empleo para los Trabajadores Sociales
que a partir de la experiencia uruguaya nos hace sentido para el resto de los países en materia
gremial; también una reflexión sobre las actuales generaciones de estudiantes de Trabajo Social
y su renovado perfil en las Escuelas Universitarias de Chile. Sin duda todo invita a visitar nuestra
revista y a motivarles para continuar por más, en ediciones futuras.
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Escuela de Trabajo Social
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad Central de Chile
RUMBOS TS, año IX, Nº 10, 2014
Esa grandeza profesional es la que hoy necesitamos, sabemos qué el momento en que
nos toca actuar, está cruzado por la necesidad de posicionarnos profesionalmente frente a
las transformaciones nacionales e internacionales que se vienen manifestando a través de los
nuevos movimientos sociales y que dan cuenta de complejas dinámicas estructurales, políticas
y económicas, ligadas a las contradicciones de la globalización y del modelo de desarrollo
neoliberal, que a su vez, posee profundas repercusiones a nivel psicosocial, personal y valórico
en las personas, todo ello motivo fundamental de nuestra ocupación profesional. En este sentido
Trabajo Social desde Rumbos TS seguirá siendo una voz profesional para aportar a la actuación
responsable, consistente y comprometida sin aspiraciones vánales ni instrumentales, sino con
los principios éticos de nuestra profesión a la que hemos dedicado y seguiremos dedicando lo
mejor de nuestras vidas.
Maria Gladys Olivo Viana
Académica Escuela de Trabajo Social
Editora Revista Rumbos TS
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Escuela de Trabajo Social
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad Central de Chile
REFLEXIÓN TEÓRICA EN TS
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RUMBOS TS, año IX, Nº 10, 2014
El Mito del “Objeto” en Trabajo Social1
The Myth of The “Objeto” in Socialwork
Fecha de recepción: 27-Noviembre-2014/ fecha de aprobación:17-Diciembre-2014
Alicia González-Saibene2
Resumen
En el Trabajo Social, en el ámbito local e incluso regional, la cuestión del Objeto de Intervención ha
cobrado, durante más de una década, una dimensión privilegiada en tanto la formación académica
se impregnó con su apelación constitutiva. Diversos textos y autores han trabajado en la
explicación, comprensión, ampliación y difusión de sus componentes y sus expresiones. Este
texto, sostenido en una lectura crítica de tales aportes, apunta a desmitificar este concepto con el
objetivo de esclarecer los elementos constituyentes que colaboraron en su construcción y
consolidación. Tal postura implica introducirnos en las categorías de intervención profesional e
investigación científica, a efectos de sostener sus diferencias y mostrar la necesidad de su
articulación.
Palabras claves: Trabajo Social, Objeto, Mito, Intervención Profesional, Investigación Científica.
Abstract
In Social Work at the local and even regional level, the issue of the Statement object has claimed for
more than a decade, a unique dimension in both academic training was impregnated with its
constitutive appeal. Several texts and authors have worked on the explanation, understanding,
expanding and spreading their components and their expressions. This text held in a critical
reading of such contributions, aims to demystify this concept with the aim of clarifying the
constituents who helped in its construction and consolidation. This position involves us into the
categories of professional intervention and research, in order to sustain their differences and
show the need for articulation.
Keywords: Social Work, Object, Mito, Professional Intervention, Scientific Research.
Introducción
Las razones de su preponderancia
E
n el Trabajo Social, en el ámbito regional y -en particular- localmente, la cuestión
del Objeto de Intervención ha cobrado, durante más de una década, una dimensión
privilegiada.
Los diversos textos utilizados en la formación profesional de los trabajadores sociales,
provenientes tanto de las producciones del Centro Latinoamericano de Trabajo Social (Ce.L.A.T.S.),
1
. Escuela de Trabajo Social, Facultad de Ciencia política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario
. Argentina. Licenciada en Trabajo Social y Psicóloga de la Universidad Nacional de Rosario, Diploma Posgrado en Ciencias
Sociales con orientación en Epistemología de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales FLACSO, Doctora en Psicología con orientación en Epistemología y Posdoctora en Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid.
Investigadora Categoría 1 en el Programa de Incentivos a Docentes Investigadores de la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación de la Nación.
Profesora de grado -Trabajo Social II de 2do. Año y Trabajo Social III de 3er. Año- en la Licenciatura en Trabajo Social de la
Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario.
Profesora de cursos de Epistemología de las Ciencias Sociales en Maestrías y Doctorados en la Universidad Nacional de
Rosario, Universidad Nacional de Entre Ríos, Universidad Nacional de Mar del Plata, Universidad Nacional de Tucumán, y
de Profundización Disciplinar en la Universidad Nacional de Misiones y Universidad Nacional de La Plata.
Docente, Conferencista y Evaluadora convocada por la Universidad Federal de Santa Catarina en Brasil, Universidad de
Santiago de Chile, Universidad Andrés Bello y Universidad Diego Portales en Chile, Universidad Llamón Llul de Barcelona,
Universidad Rovira y Virgili de Tarragona y Universidad Complutense de Madrid en España.
Rosario S2000BKB, Argentina
[email protected]
2
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Escuela de Trabajo Social
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad Central de Chile
RUMBOS TS, año IX, Nº 10, 2014. pp. 10-37
órgano académico de la Asociación Latinoamericana de Escuelas de Trabajo Social (A.L.A.E.T.S.)
radicado en Lima, como de los aportes de docentes de asignaturas específicas (Trabajo Social y/o
Práctica Profesional) de la Licenciatura en Trabajo Social de la Universidad Nacional de Rosario,
se organizaron durante un largo período en torno al eje que este objeto señalaba.
Dicho objeto, identificado en un primer momento como Problema Objeto de Intervención
(y nombrado por los docentes y estudiantes como POI) y luego (¿a efectos de evitar su
caricaturización?) denominado Objeto de Intervención a secas (vulgarizado entonces por los
estudiantes como OI), orientó el discurso y la práctica formativa de los/as docentes trabajadores/
as sociales en esta región.
¿Qué lo caracterizaba? Reproduciré aquí el texto que, como material de cátedra, comandó
durante años el aprendizaje de los estudiantes de la carrera en su 3er. año de cursado.
“El objeto de intervención es el eje articulador de la práctica profesional en tanto
permite saber cuáles son y qué contradicciones lo atraviesan.
Esta definición implica una reflexión crítica, en el sentido de comenzar definiendo la
situación objeto de intervención desde el conocimiento de la realidad social y cuya
problemática exige una respuesta profesional.
No se trata sólo de reconocer -o señalar- una situación sino que debemos definirla
en términos de la intervención, constituyendo esto último el espacio particular de la
profesión.
Definir el/los objeto/s de intervención significa delimitar qué aspectos de una
necesidad social son susceptibles de ser modificados con nuestra intervención
profesional.
Las distintas problemáticas a las que nos aproximamos profesionalmente no son
los objetos definidos de la intervención, los que, si bien están integrados por esas
necesidades, deben delimitarse a fin de esclarecer lo que es posible de enfrentar
profesionalmente; de no hacerlo, se corre el riesgo de realizar un sinnúmero de
acciones dispersas que pueden no influir en su modificación.
No se trata aquí de hacer el diagnóstico -en el sentido de detectar “enfermedades
sociales”- ni de diseñar la práctica profesional desde él. Se trata, sí, de identificar
un objeto de intervención buscando un hilo conductor que acerque al profesional al
mundo de los sujetos sociales, con los que se involucra desde sus necesidades como
parte de la lucha por su supervivencia y por el logro de mejores condiciones de vida.
Definir el objeto de intervención significa delimitar sobre qué actuar; esta delimitación
está basada en el conocimiento de los diversos actores sociales que comparten los
escenarios -la organización desde la cual se interviene, la caracterización de aquellos
para los que se trabaja y los objetivos, características y formas de la intervención
profesional- de lo que resultará un proceso complejo de análisis de los mismos que
nos mostrará los intereses, las fuerzas en conflicto, las dificultades de la acción.
El saber conjugar estos aspectos nos posibilitará el establecimiento de la estrategia
profesional en base a la que podremos:
- Definir qué nos proponemos -los objetivos-.
- Tener claridad respecto de cuáles son las posibilidades y limitaciones
- Planear cómo realizar la propuesta de modificación de la situación.
Este proceso orientará y permitirá definir el camino de la selección de alternativas
de acción y la organización de las acciones y del tiempo mediante la planificación”
(GONZÁLEZ-SAIBENE y PEREYRA, 1995: 6).
Esta posición seguía la línea establecida por las colegas (TOBON, ROTTIER y MANRIQUE,
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Escuela de Trabajo Social
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad Central de Chile
El Mito del “Objeto” en Trabajo Social, por Alicia González-Saibene
1981: 99 a 138) que, desde el Ce.L.A.T.S., a principios de la década de los ‘80 colectivizaban su
pensamiento en torno a este objeto, en un esfuerzo por dotar a los/as trabajadores/as sociales
de “una guía para la reflexión de la práctica de los trabajadores sociales, que como práctica social
se inserta en un contexto histórico concreto” (op. cit.: 8). El objetivo de esta producción, en
palabras de sus autores
“…constituye un esfuerzo conjugado por ampliar los recursos teóricos y los
instrumentos técnicos que el trabajador social latinoamericano requiere para
hacer cada vez más positiva y rigurosa su práctica profesional… En este sentido,
no se pretende un enfoque profesionalista que haga del trabajador social el actor
más importante, sino que, por el contrario, éste asuma un papel promotor capaz de
contribuir en la atención de las necesidades sociales de los sectores populares...
La construcción de nuevas alternativas en el ejercicio profesional, exige un mayor
acercamiento a la vida cotidiana de los sectores populares de nuestra sociedad de
parte de un colectivo de trabajadores sociales, que superen los niveles genéricos de
conocimiento de la realidad y que se propongan una tarea de promoción junto a ellos,
atendiendo requerimientos metodológicos y teóricos imprescindibles a la instancia
profesional” (op. cit.: 7 a 8).
En tal sentido, las autoras desarrollaron un texto organizado de la siguiente manera:
“…módulos de trabajo con los temas concernientes al proceso de intervención del
Trabajo Social, con la finalidad de que sean abordados en su especificidad y a su vez,
en la totalidad del proceso social... En el proceso de intervención del Trabajo Social
podemos reconocer los momentos de acción y reflexión de la práctica profesional:
la definición del problema objeto de intervención, la selección de alternativas de
acción, la ejecución de acciones y la evaluación de las mismas; con el apoyo de la
investigación social, los instrumentos de planificación y evaluación y técnicas de
intervención, que se ofrecen como soportes teóricos y metodológicos orientados a
proveer al trabajador social de las herramientas científicas3 indispensables para ser
eficaz en su acción” (op. cit.: 7 y 8).
Para analizar la práctica profesional, las autoras consideraron necesario establecer cuál es
el eje que articula esta actividad y cuáles y qué tipo de contradicciones lo atraviesan (op. cit.:
99). La tradición del Trabajo Social, nos dicen, definida en el esquema diagnóstico-tratamiento,
“…buscaba determinar la naturaleza de ciertos “males sociales”... intentando
determinar sus causas y los efectos que contribuían a su agravamiento y manutención...
Los problemas se formulaban a partir de la suma de casos individuales y se procedía a
clasificarlos dentro de una tipología... la identificación del problema sobre la base de
este diagnóstico no es más que una descripción de aspectos valorados intuitivamente
por el trabajador social comparando el “caso” con experiencias anteriores, tanto
personales como profesionales y otorgando importancia a determinados aspectos
del problema... sobre una escala de valores del profesional o de modelos subjetivos...
El establecimiento de las causas que lo determinan [al diagnóstico] no se basa en un
conocimiento científico4 sino en la experiencia y sentido común del trabajador social...
Una reflexión crítica sobre esta modalidad de conocer y de actuar nos plantea la
necesidad de comenzar definiendo la situación objeto de nuestra intervención, a partir
del conocimiento de la realidad social en la cual nos movemos y cuya problemática
exige a nuestra actividad profesional una respuesta... Definir el problema objeto de
3
. Subrayado mío.
. Ibídem
4
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Escuela de Trabajo Social
Facultad de Ciencias Sociales
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RUMBOS TS, año IX, Nº 10, 2014. pp. 10-37
intervención es delimitar qué aspectos de una necesidad social son susceptibles de
modificar con nuestra intervención profesional” (op. cit.: 100).
Resulta claro, entonces, que la propuesta de estas autoras proponía un salto cualitativo en
el accionar profesional, que dejara de lado una intervención técnica irreflexiva e indiscriminada
(en tanto no fundada racionalmente) y se orientara hacia un proceso gradual de conocimiento:
“Los conocimientos obtenidos van a mostrarnos los intereses existentes, las fuerzas
en conflicto, las dificultades que enfrentaremos al proponer una acción, etc. Si
sabemos conjugar estos aspectos en forma correcta podemos señalar con claridad
una estrategia profesional” (op. cit.: 105).
Y en tal sentido, la investigación se constituía en el medio para definir el problema objeto de
intervención. Aunque las mismas autoras advertirían que:
“…definir un problema con miras a desarrollar una acción es básicamente diferente
a definir un problema objeto de investigación... La investigación es un instrumento
que nos ayuda a llevar a cabo nuestro objetivo principal: intervenir en una situación
para modificarla. Es por estas consideraciones que se hace tan complejo definir el
problema objeto de intervención, tenemos no sólo que conocerlo e interpretarlo, sino
establecer cómo podemos modificarlo y hasta donde” (op. cit.: 112 a 113).
Y ello requiere de un “esfuerzo creativo” en la acción profesional que consistiría, para las
autoras, en la traducción de los hechos reales en hechos científicos5, con la finalidad de
mejorar cualitativamente su práctica (op. cit.: 112 a 113).
“Es preciso diseñar la investigación como práctica complementaria del ejercicio
profesional... el carácter instrumental de la investigación se refiere a que ésta le sirve,
la apoya en la acción” (URRUTIA, 1983: 25 a 45 citado en TOBON et alii, 1981: 114 y
115).
En esta línea, en 1994, Margarita Rozas, por entonces docente de la carrera en Rosario,
plantea “una estrategia metodológica en Trabajo Social” en un proceso que comienza con
“algunas reflexiones epistemológicas sobre la construcción del Objeto de Intervención en
Trabajo Social” (ROZAS, 1994: 119 y sgs. y 1998: 59 y sgs.). En esta propuesta, desarrolla la
relación entre conocimiento y acción para la construcción del objeto de intervención.
“Consideramos que la determinación del Objeto de Intervención no es una construcción
puramente racional o un producto de cierto ordenamiento empírico. Al contrario,
entendemos esa construcción como un proceso teórico-práctico6... Buscamos
desarrollar un concepto de intervención profesional, clave conceptual que recupere
el sentido de la construcción del Objeto de Intervención como elaboración teóricopráctica, apoyándonos en el conocimiento de cómo proceder metodológicamente”
(op. cit.: 122).
Para esta autora, el Objeto de Intervención u Objetos de Intervención es/son construcciones
teórico-prácticas y productos de procesos sociales particulares, en tanto que se constituyen en
el conjunto de diversas problemáticas que expresan los actores sociales, problemáticas que son
expresiones de necesidades sociales que tienen connotaciones ontológicas y antropológicas,
5
, Subrayado mío.
. Ibídem
6
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Facultad de Ciencias Sociales
Universidad Central de Chile
El Mito del “Objeto” en Trabajo Social, por Alicia González-Saibene
en un contexto determinado por la reproducción cotidiana de la vida social
“…a lo que Agnes Heller ha denominado hombre entero, que participa en esta
reproducción con sus sentidos, habilidades, capacidades, pasiones, ideas, ideologías,
etc. En este sentido, la vida cotidiana es la verdadera esencia de la sustancia social”
(op. cit.: 128 a 129).
En el contexto de complejidad en el que se determina el Objeto de Intervención profesional,
y para llegar a él, es necesario -propone M. Rozas- articular una forma de proceder que organice
y dé significado al conjunto de las acciones que sean necesarias en el abordaje del objeto. La
metodología de intervención se constituye como una guía que se enriquece con los procesos
particulares de la práctica de los actores sociales. Para ella
“la determinación del Objeto de Intervención y el conocimiento del proceder para
abordarlo permiten avanzar en la reflexión del saber especializado de la profesión...
No es posible la producción de conocimiento sin investigación... Sólo la comprensión
teórico-práctica de la construcción del Objeto de Intervención nos permitirá superar
las falacias dicotómicas entre teoría-práctica, institución-comunidad, etc.” (op. cit.:
130 a 132).
En las páginas siguientes, esta autora avanza sobre la relación entre el diagnóstico
“para algunos... marco de referencia de una realidad representada a partir del cual
se pueden combinar distintas posibilidades de acción... para otros... punto de partida
de la intervención profesional por considerar que en este momento se determina la
jerarquización de problemas a partir de lo cual se orienta la acción...” (op. cit.: 203).
y la investigación en el Proceso Metodológico.
“En términos generales, el diagnóstico se refiere a saber las causas de un problema...
Desde nuestra perspectiva teórico-metodológica, el diagnóstico es un momento
de síntesis del conocimiento que sustenta el Problema Objeto de Intervención y las
acciones a seguir... este momento [es] el resultado de procesos cognitivos que se han
ido acumulando desde el momento de inserción. Estos procesos cognitivos no son
sólo elaboraciones intelectuales sino que se dan en contextos vitales sobre los que
se reproduce la vida social... El diagnóstico, como síntesis, es la re-elaboración de ese
conocimiento acumulado con la ayuda de las categorías del saber. En esta síntesis
se hace inteligible la complejidad de las problemáticas que se han ido analizando en
el transcurso de la intervención profesional. Este proceso de inteligibilidad no puede
ser prolongación del sentido común... es necesario trabajar con categorías de análisis
que permitan la conexión de los procesos cognitivos que surgen de contextos vitales
y las formas de vida reproducidas socialmente” (op.cit.: 205 a 206).
M. Rozas enfatiza en la necesidad de
“conocer la vinculación histórica entre el diagnóstico y la intervención profesional y
establecer las diferencias entre la concepción tradicional del diagnóstico y la actual”
(op. cit.: 203).
El texto completa el proceso metodológico con la planificación y la evaluación. Así, mientras
que Tobon, Rottier y Manrique destierran en el discurso los viejos términos supliéndolos con
propuestas innovadoras, Rozas los retoma para caracterizar su propuesta de intervención,
aunque otorgándoles una nueva significación.
Dos décadas antes, un texto producido por docentes de la Escuela de Trabajo Social de
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Escuela de Trabajo Social
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad Central de Chile
RUMBOS TS, año IX, Nº 10, 2014. pp. 10-37
la Pontificia Universidad Católica de Chile (AYLWIN, JIMÉNEZ y QUESADA, 1976) fue por años
el manual técnico de los/as trabajadores/as sociales, siendo un referente para la producción
posterior de autores/as como Tobón, Rottier y Manrique (1981) y Rozas (1994). En él ya se
establecía la relación entre diagnóstico y teoría partiendo del proceso investigativo, tal como se
expresa en algunos párrafos de los primeros capítulos.
“Toda acción científica se fundamenta en una triple alianza entre la práctica social,
la teoría y el método... El método no puede utilizarse sin una orientación teórica,
la teoría se desarrolla por la aplicación de métodos científicos y ambos, método
y teoría, son indispensables para otorgar un carácter científico7 a la práctica
social... La práctica social es una forma de actividad o acción, entendiendo por tal,
el conjunto de actos mediante los cuales un sujeto modifica un objeto o realidad,
exterior a él... el conjunto de actos dirigidos a transformar o modificar un objeto se
inician previendo un resultado ideal o fin y terminan con un resultado real, producto
de la acción (Aylwin et alii, 1976: 15)... Podríamos catalogar al trabajo social como un
tipo específico de práctica social, que se ejerce mayoritariamente a nivel de grupos
primarios y secundarios y cuya acción transformadora se orienta específicamente al
cambio de conductas y valores de individuos y grupos (op. cit.: 16)... Entendemos por
teoría científica un sistema de hipótesis comprobadas que se supone proporciona una
explicación aproximada de un sector de la realidad (ibídem)... La ciencia construye
los hechos para así poder estudiarlos8. De allí que no sean las relaciones reales
entre las cosas, sino las relaciones conceptuales entre problemas las que delimitan
los diferentes ámbitos de la ciencia. Esto obliga a distinguir entre el objeto real,
percibido a través de los sentidos, y el objeto de la ciencia, construido por medio de
relaciones entre conceptos (BOURDIEU et alii, 1968 citado por Aylwin et alii, 1976:
17)... Cabe destacar que la actividad práctica y la actividad teórica son diferentes,
pero no opuestas sino complementarias. Se observa entre ellas, permanentemente,
una relación de interdependencia dialéctica... Si bien práctica y teoría están
estrechamente interrelacionadas, tienen relativa autonomía una de otra (Aylwin et
alii, 1976: 17)... Teoría y práctica no son otra cosa que dos formas del comportamiento
del hombre ante la realidad, que se desarrollan estrechamente unidas, a lo largo de
toda la historia humana (op. cit.: 18).
[El diagnóstico] es el “proceso de medición e interpretación que ayuda a identificar
situaciones, problemas y sus factores causales en individuos y grupos” y pensando
en el trabajo social, agregaremos que tiene por objeto aportar los elementos
fundamentales y suficientes, dentro del proceso de planificación, en vista a la
acción transformadora (SACHS ADAMS, 1970 citada por Aylwin et alii, 1976: 30)...
No puede haber acción transformadora sin conocimiento de aquello que se pretende
transformar. El conocimiento se justifica en la medida que sirve a la acción. De
aquí desprendemos el principal objetivo del diagnóstico... el diagnóstico apunta al
conocimiento (Ibidem)... Entenderemos por conocimiento general la caracterización
global de la unidad de trabajo, que proporciona una visión de conjunto y permite percibir
los principales problemas que en ella se desarrollan. Entenderemos por conocimiento
específico, el estudio en profundidad del o los problemas de una realidad, y este es la
culminación y síntesis de la etapa del conocimiento. El conocimiento general da origen
al diagnóstico general y el conocimiento específico al diagnóstico específico... Ambos
se complementan (Aylwin et alii, 1976: 32)... Entenderemos por diagnóstico general
el conjunto de información teórico-empírica de la unidad de trabajo [seres humanos,
grupos, comunidades o instituciones], que permite: caracterizarla internamente
de acuerdo a ciertas variables relevantes, relacionar la unidad de trabajo con el
contexto global, precisas los problemas fundamentales y secundarios que allí surjan,
7
. Ibidem
. Ibidem
8
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El Mito del “Objeto” en Trabajo Social, por Alicia González-Saibene
jerarquizar los problemas de acuerdo a determinados criterios, identificar los recursos
existentes en relación a los problemas (op. cit.: 33)... Elegido el o los problemas a
abordar en virtud de los criterios de jerarquización establecidos, corresponde iniciar
su estudio en profundidad, tarea que corresponde al diagnóstico específico, que es la
expresión del conocimiento de un determinado problema. El conocimiento específico
se enriquece en la medida que se aborda el conocimiento de diferentes problemas”
(op. cit.: 36).
El texto se completa con las instancias siguientes del llamado “esquema metodológico del
Trabajo Social” (op. cit.: 25 a 26): programación, ejecución, evaluación.
Remontarnos más atrás en el tiempo nos ubica en la producción de Mary Richmond (1917
en ANDER-EGG, 1985: 169 a 198), quien sostiene que
“Diagnóstico Social es una tentativa de llegar a una definición lo más exacta posible
de la situación social y de la personalidad de un determinado cliente... muchos
trabajadores sociales llaman a este proceso “investigación”, pero es mejor llamarlo
diagnóstico, pues es una palabra que describe el final del proceso investigativo (op. cit.:
171)... el límite de tiempo es inelástico, comparado con otras formas de investigación
social... el diagnóstico debe realizarse en función de la acción benéfica a realizar. Con
una terminología acuñada con posterioridad, diríamos que el diagnóstico del que
habla Mary Richmond es siempre una “investigación aplicada”, vale decir, orientada a
un hacer concreto y específico” (op. cit.: 176).
Para conocer, Mary Richmond hace referencia a la inferencia,
“… proceso racional por el cual pasamos de hechos conocidos a hechos desconocidos.
En otras palabras, de una serie de casos particulares, podemos llegar a una
formulación general o, como sucede con más frecuencia en el trabajo social, de una
verdad general se puede inferir algunos hechos nuevos acerca de un caso particular.
El primer paso o fase para una inferencia es la formulación de una hipótesis, cuyo
ingenio en formularla y la paciencia en probarla es la base del éxito del trabajo
social... Los vacíos o lagunas en una evidencia exigen la búsqueda de confirmación de
una hipótesis a través del experimento” (op. cit.: 177).
Estos productos fueron el resultado de un largo y trabajoso proceso inductivo sostenido,
implícita pero evidentemente, en las posiciones del empirismo más puro, en clara adhesión
a los postulados del positivismo de principios del siglo XX. Después de ella, esta inquietud
cognoscitiva se perdió, o quedó limitada a una repetición mecánica de las técnicas de recolección
de información (GONZÁLEZ-SAIBENE, 1996: 111 a 128). Los esfuerzos de los autores de la
Reconceptualización -al plantear objetivos teóricos para el Trabajo Social junto con los objetivos
políticos de transformación- no pudieron superar limitaciones tales como un metodologismo
exagerado, una apelación dogmática a categorías materialistas dialécticas expresadas en un
sensualismo extremo, al sostener principios tales como “toda teoría es ideológica”, a partir
de la utilización de textos de los colombianos hermanos Zavala y de Mao Tse Tung para sus
formulaciones (GONZÁLEZ-SAIBENE, 1990).
La perspectiva de la recuperación política de una instancia metodológica denominada
“definición del objeto” la obtenemos del texto de Lady Fonseca (FONSECA, 1982: 43 a 50)
quien, al hacer referencia a la preocupación por la búsqueda de estrategias metodológicas para
el Trabajo Social, no puede desligar de la misma el problema epistemológico de las Ciencias
Sociales, expresado en la pregunta ¿cómo conocer lo social? al que la autora entiende como
16
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aquel objeto material (real)9 sobre el cual se ejerce una determinada acción (op.cit.: 43), uno de
los elementos que conforman una tríada en permanente interrelación: teoría, metódica, objeto.
“Corresponde a la teoría proporcionar una comprensión de la realidad, una
interpretación del hombre en su totalidad de relaciones sociales dentro de una
formación social históricamente determinada, y a la metódica, el conjunto de
categorías que permiten al pensamiento apropiarse del objeto; pero que jamás
llega a sustituir al objeto en sí mismo (ibídem)... La definición del objeto incluye
una perspectiva teórica, por consiguiente implica una determinada concepción e
intencionalidad. Esta intencionalidad particular (¿para qué conocer?) orienta el
proceso de aprehensión y comprensión del objeto y la orientación prevaleciente en
la modalidad de gestión desarrollada, vale decir, de la estrategia metodológica... Sin
embargo su incorporación [del objeto] sólo puede darse subordinada al movimiento
del pensamiento (reflexión-acción) sobre el objeto, movimiento éste que sólo
puede darse y encontrarse en el pensamiento dialéctico. El pensamiento dialéctico
clarifica y factibiliza el uso de métodos provenientes de otras disciplinas según
ciertas condiciones: una concepción totalizadora, síntesis explicativa de la unidad
y movimiento de cada fenómeno, relación entre los procesos estructurales y los
procesos coyunturales (op. cit.: 45); el apoyo de disciplinas científicas auxiliares, que
proveen una visión acumulativa-descriptiva del objeto de estudio10.
Este análisis unificador, sintetizador, capaz de englobar a su interior lo emergente
y recurrente, es lo político, en tanto estudio del poder como correlación de fuerzas
contradictorias, como unidad de lo diverso en un momento histórico determinado”
(op. cit.: 45 a 46).
En los textos citados pueden identificarse las influencias de los dos paradigmas
hegemónicos en Trabajo Social a lo largo de su proceso histórico de institucionalización: el
positivismo y el materialismo histórico y dialéctico -vulgarizado como marxismo-. En esta línea,
una lúcida producción de la colega brasileña Consuelo Quiroga nos alerta respecto de la “invasión
invisible” del positivismo que va minando -recortando, simplificando, descartando- contenidos
teóricos fundamentales en el espacio de la formación académica del Trabajo Social -situación
particularmente grave en el análisis y dictado del Materialismo Histórico y Dialéctico- y, en
general, va impregnando todas las esferas de la vida social (QUIROGA, 1989: 64 a 110 y 1990:
72 a 108).
Dice Margarita Rozas que
“La separación de estas dos instancias [la estructura y la acción], como producto
de la herencia positivista en la profesión, ha significado confundir los niveles en los
cuales se debe generar la construcción del objeto de intervención. La ubicación de la
intervención profesional en el marco de las problemáticas derivadas de la producción
y reproducción de la vida social permite a los trabajadores sociales revalorizar
la capacidad transformativa de los actores sociales... Por ello, estas prácticas
reproducidas por los actores, además de ser apropiadas por las teorías sustantivas,
constituyen el marco en el cual se estructura no sólo el objeto de intervención
sino también su significado social. Nuestra hipótesis parte del supuesto de que la
construcción del objeto de intervención11 se ha realizado de manera discontinua,
produciendo así prácticas vulnerables que no han aportado nada significativo en el
desarrollo del saber profesional” (ROZAS, 1994: 123).
9
. Subrayado mío.
. Ibidem
11
. Subrayado mío.
10
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El Mito del “Objeto” en Trabajo Social, por Alicia González-Saibene
Formulemos ahora las preguntas eje del presente texto:
¿Qué objetivo se propone esta lectura crítica del Objeto de Intervención? ¿Y por qué
sostengo que el mismo se ha constituido en un mito para el Trabajo Social?
A la que debemos agregar nuevos -aunque imprescindibles- cuestionamientos:
¿Qué entendemos por Objeto de la profesión? ¿Y de qué modo se relaciona, articula o
superpone con el llamado Objeto de la intervención?
CUERPO DE CONCEPTOS
Las significaciones adjudicadas
Partiendo del principio ¿qué es un mito?
En el lenguaje cotidiano se emplea el término para dar cuenta de una fábula, relato
inverosímil, leyenda o tradición, siempre ligada a la cultura antes que a la razón. También se lo
refiere a aquel individuo cuya presencia, personalidad, producción y/o posición ameritan una
trascendencia que excede los límites de la explicación racional.
Si buscamos en un diccionario cualquiera, encontraremos que por mito se entiende una
fábula que relata la historia de los dioses, semidioses y héroes de la antigüedad pagana... una
tradición que, en forma alegórica, trata de explicar un hecho natural, histórico o filosófico...
una cosa fabulosa... Dirá Mariátegui, un imaginario ancestral colectivizante que permea las
conciencias [del campesinado expoliado] (MARIÁTEGUI, 1929).
C. Castoriadis, al afrontar la tarea que considera más importante respecto de la demarcación
de la sociedad desde (y) su oposición al ser viviente, cual es la caracterización esencial de la
organización de la sociedad, dice
“Voy a comenzar por algunos hechos comunes. La sociedad no existe sin la aritmética.
La sociedad no existe sin el mito. (En la sociedad actual la aritmética es, por
supuesto, uno de los mitos principales. En la sociedad contemporánea no existe, y
no puede existir, una base racional para el predominio de la cuantificación. Ésta es
sólo la expresión de una de sus principales significaciones imaginarias: lo que no se
puede contar, no existe). Pero podemos ir un poco más lejos. El mito no existe sin
la aritmética; y la aritmética no existe sin el mito. A manera de paréntesis, quiero
agregar que lo más importante acerca del mito no es, como el estructuralismo
sostiene, que la sociedad organice lógicamente el mundo a través de éste. El mito no
tiene sólo una lógica (aunque, desde luego, la tiene), y menos aún la lógica binaria de
los estructuralistas. Para la sociedad, el mito es esencialmente una forma de revestir
de sentido12 al mundo y a la vida que está dentro del mundo; porque, de otra manera,
ambos carecerían de sentido” (CASTORIADIS, [1986] 2000: 20).
Desde esta perspectiva revisemos las discusiones entre los estructuralistas (Lévi-Strauss)
y los hermeneutas (Ricoeur) en torno a la interpretación del lenguaje mítico -del mito- y de la
cultura en general (GONZÁLEZ-SAIBENE, 2000a: 2 y 3).
El estructuralismo, que pertenece al nivel de la ciencia, de la ciencia experimental -como
reiteradamente dice Lévi-Strauss-, y la hermenéutica, disciplina ligada a la reflexión especulativa,
es decir, a la filosofía, se ocupan del orden -sistema- simbólico (lenguaje, cultura). La aprehensión
del sentido se opera, en cada uno de ellos, a niveles distintos. La tarea estructural se sitúa en
la base de toda comprensión hermenéutica; no hay hermenéutica sin estructuralismo -dirá
Ricoeur-, se trata de articular el “comprender” hermenéutico sobre el “explicar” estructuralista.
Y el terreno propicio para articular estas dos instancias se encuentra en el lenguaje mítico.
12
. Subrayado mío.
18
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Para ambas corrientes, el mito pertenece al lenguaje, pero con diferencias.
Para Lévi-Strauss el mito no exige una comprensión sino una decodificación porque,
siendo el lenguaje de orden semiótico fundamentalmente, encuentra su razón y
agota su significado en su propia combinatoria; se trata, por tanto, de encontrar la
clave de esta combinatoria.
Para Ricoeur y Benveniste, por el contrario, el lenguaje es decir algo de algo, que no
se estructura solamente sobre la oposición de los signos sino también sobre la unidad
semántica y significativa de la frase. El mito es lenguaje y, como tal, es discurso.
Discurso con un sujeto, con una referencia, con un mundo que se nos ofrece. Resulta
ineludible escuchar cuanto nos pueda decir sobre el origen del hombre y del mundo,
y sobre lo que estos son.
¿Cuál es la suerte del pensamiento mítico en el área semita y prehelénica, de la que se
ha originado nuestra cultura? Los mitos, en esta área cultural, pueden ser reinterpretados
en lugares y tiempos muy distintos, adquiriendo significatividad en la historia que en ellos se
realiza, desligada del momento inicial y virtualmente significante; ellos requieren -más allá de la
explicación por sus partes estructurales- de una interpretación en virtud de su preponderante
diacronía13.
Puedo hablar de sentido -dirá Ricoeur-, sentido como segmento de la comprensión de sí, si
comprendiendo los mitos yo me comprendo mejor (RICOEUR, 1969).
Desde la filosofía clásica, la filosofía reflexiva (GONZÁLEZ-SAIBENE, 2000b: 10), pueden
extraerse distintas líneas, significaciones y autores para entender el mito. Una de esas
acepciones es la que lo considera -en la línea de Platón y Aristóteles- una forma atenuada de
intelectualidad.
Si nos remontamos a Hegel, veremos que “podemos presuponerlo (...) como inmediatamente
dado por la representación” (HEGEL [1827] citado en JESI, 1976: 12). Pero el mito no es algo que
pueda presuponerse como inmediatamente dado por la representación, sino que lo que puede
así circunscribirse es la mitología, de la que su etimología -derivada del griego, mythos y logosya nos habla de una “mezcla de contrarios”; siendo así que, al añadir a mito lo que parece ser
su contrario, logos, si se da una correspondencia entre la etimología de la palabra y el objeto a
la que esa palabra refiere, ese objeto presentará los caracteres de esta “mezcla de contrarios”.
El primer paso, entonces, para la verificación de esa “mezcla de contrarios” en la palabra
mythología consiste en examinar la contraposición entre sus dos componentes. Y para ello hay
que remontarse a la antigüedad.
En Homero, la elocuencia del héroe
“se nutre de, por lo menos, dos facultades: la astucia para emplear las palabras
justas en el momento preciso (en lo que se destacó Odiseo) y la capacidad de utilizar
solemnemente un repertorio de historias preexistentes... (en lo cual se destacó
Néstor)... La fuerza de su elocuencia (la de Néstor) está hecha de experiencia, de
persuasión, pero, sobre todo, del valor intrínseco de la evocación del tiempo pasado”
(JESI, 1976: 16).
Néstor representa el mythos y Odiseo el logos. La reflexión científica griega, con los sofistas,
hablará del talento de Odiseo y no del de Néstor. En el Protágoras de Platón ya aparecen las
13
. Otro lenguaje simbólico que pone en evidencia un modelo semántico y diacrónico es el que refiere las tradiciones históricas de Israel. Todo su relato es discurso en la diacronía: la temporalidad resulta clave de su poder significante. No es
el orden de las combinaciones formales sino los hechos históricos y las intervenciones de cada momento quienes libran
la secuencia significativa.
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reservas críticas respecto de las evocaciones del pasado que inducían a contraponer logos a
mythos y a desvalorizar el segundo -mito-, puro cuento, narrar no obligatorio en relación con
el primero -logos-, discurso sostenido en la argumentación. Es el logos la palabra que, en el
Protágoras, seduce y persuade en base a la consonancia entre la psiquis y el verbo. Sin embargo,
en la República, Platón declara que mythos y logos tienen parte idéntica en el arte musical. En
dicha obra Platón se atiene a la elocuencia de Néstor; si tal mythología quedaba excluida por
obra de los sofistas, Platón volverá a aceptar el mythos para hacer persuasivo su discurso.
En síntesis, si en determinados momentos de la historia de la lengua y de la cultura griega
hubo una contraposición entre mythos y logos, esta oposición no estuvo presente desde los
orígenes ni fue siempre absoluta. Platón mismo, en algunos casos, parece emplear ambas
palabras de forma mudable. Las referencias al Fedón -aunque advirtiendo la no homogeneidad
discursiva de todos los diálogos tomados en su conjunto- contribuyen a hacernos comprender
que, en el griego del siglo V, las palabras mythos, logos, mythología, eran susceptibles de
oscilaciones semánticas.
“Todos los elementos filológicos, que aquí nos hemos visto obligados a indicar con
pocos ejemplos, inducen a creer que la palabra mythología no fue originariamente
una “mezcla de contrarios” (de los “contrarios” mythos y logos), ante todo porque no
parece documentable que mythos y logos señalaran unos “contrarios” antes de que
se elaborase la sinonimia retórico-sofista, y además porque, aún después de esta
elaboración doctrinal, perduraron en la lengua griega las oscilaciones semánticas de
mythos y logos, hasta el punto de hacerse ambos términos intercambiables” (op. cit.:
21).
Tal como se expone en los párrafos anteriores, es posible establecer la articulación entre
mito y logos, entre sentido y razón. Pues bien, si la explicación -erklären-cede lugar y/o comparte
posición con la comprensión -verstehen14-, desde similar perspectiva filosófica se nos ofrece,
para la profesión, una forma recuperada de plantear alternativas en su formulación que resulten
menos dogmáticas y más fecundas.
Entonces, ¿de qué se trata esta cuestión del “objeto”?
En los textos presentados en el primer título de este documento, y en la misma tradición del
Trabajo Social, resalta la tendencia a destacar el papel del conocimiento, de la teoría, la teoría
científica, de la ciencia, de la producción de teoría científica a partir de la construcción del objeto
de intervención -o diagnóstico- en las acciones profesionales de los/as trabajadores/as sociales.
Su historia está sesgada, en los últimos años y en nuestra región, por el debate -siempre
subyacente, escasamente sostenido entre pares- en torno a la relación entre intervención e
investigación en Trabajo Social, a la subsunsión15 de la primera -la intervención- en la segunda -la
investigación- planteada por algunos/as autores/as de Trabajo Social16. Este enfrentamiento es
14
. Para ampliar este punto, profundizando en la llamada “querella de los métodos” de fines del siglo XIX y principios del
siglo XX, referida al conflicto entre las ciencias de la naturaleza -nomotéticas, de corte positivista, basadas en la explicación- y las ciencias del espíritu -ideográficas, de corte subjetivista, sostenidas en la comprensión/interpretación-, remito
a GONZÁLEZ-SAIBENE, 2000b: 6 a 8.
15
. Entendemos por tal, en sentido estricto, la consideración de la premisa menor del silogismo -con relación a una premisa mayor-, tal como lo plantea ABBAGNANO ([1961] 2000: 1100). También podemos referirnos a la subsunción de un
objeto bajo un concepto, siguiendo a KANT ([1781] 1977: I). En el mismo sentido, tampoco hay que confundir la subsunción de algo individual, en general de un “esto que está aquí” bajo una esencia, con la subordinación de una esencia a su
especie superior o a un género, en la referencia de HUSSERL ([1950] 1962: 13). También puede entenderse el concepto
como la fuerza que convierte una cosa abstracta (capital), en concreta (trabajo) en base al apoderamiento de lo concreto
(el trabajo vivo), que le es ajeno y que no reconoce. Lo que es subsumido (el trabajo), da concreción y realidad a la fuerza
que lo subsume (el capital) CENTRO de ASESORÍA y ESTUDIOS SOCIALES, Subsunción de los trabajos en el capital, www.
nodo50.org/ca.es
16
. A modo ilustrativo, tomamos dos textos de épocas distintas que, sin ser únicos, dan cuenta de lo expresado: MAGUIÑA, PALMA, QUIROZ, URRUTIA (1987: 25 a 38) y IAMAMOTO (2004: 1 y 9).
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de larga data y todavía hoy de poco probable resolución, y requiere de la voluntad del colectivo
académico-profesional para promover y potenciar la polémica y el consecuente debate17.
Se trata nada menos que de diferenciar, caracterizándolas, a la investigación social
de la intervención profesional en el Trabajo Social, recuperando en ese acto el sentido y la
trascendencia de esta última en su singularidad.
En este esfuerzo, y de modo casi colateral, queda planteada la otra discusión que atraviesa
el colectivo académico-profesional: el pretendido “rango científico” del Trabajo Social el que,
según aquellos/as que sostienen tal perspectiva, es considerado como una disciplina social.
Que el Trabajo Social es una profesión centrada en la intervención en lo social con el objetivo
de modificar las situaciones particulares que aborda en su ejercicio cotidiano, situaciones
atravesadas por conflictos en las relaciones sociales de quienes las padecen, es una posición
que asumí hace mucho, que expreso en cuanto espacio se me habilita y que queda, aunque
veladamente, asentada en este texto. Que los procesos de recuperación, sistematización y
reflexión que su “puesta en acto” (GONZÁLEZ-SAIBENE, 1996: 112) conlleva no se plasman en
teorías científicas, en tanto sus objetos no son teóricos y, por lo tanto, no constituyen procesos
de investigación científica, también queda expresado en este texto18.
Entiendo que la expresión que uso para dar cuenta del objeto de la intervención profesional
-objeto real, empírico- resulta cuanto menos incongruente en tanto me esfuerzo desde hace
años por alejar a la profesión -a sus estudiantes, a sus docentes, a sus trabajadores/as socialesdel recurrente pensamiento empirista que nos caracteriza (GONZÁLEZ-SAIBENE, 1996: 112).
Pero, tal como sostengo en un trabajo posterior (GONZÁLEZ-SAIBENE, 2000c),
“esta aparente contradicción ante el ojo poco informado, se disuelve si uno reconsidera
el concepto de empiria, y la visualiza como un conjunto de variables complejas -y no
sólo distintas-. Ejemplos de lo expresado lo encontramos [entre otros] en la concepción
de inconsciente y sus representantes en el psicoanálisis [en tanto realidad psíquica,
la “materialidad” del sueño es lingüística]. Estas consideraciones nos remitirán,
necesariamente, a la configuración de nuevos observables, de generación de nuevos
procedimientos, nuevos entendimientos del hecho empírico”.
Esta expresión, que me acarreó en su momento no pocas críticas de mis pares, tuvo el
propósito de provocar en el medio académico-profesional de Trabajo Social el cuestionamiento
y consecuente abandono del supuesto -férreamente sostenido, como quedó en evidencia en
el primer apartado de este documento- de que la delimitación (o definición o identificación) del
“objeto de intervención” (o “problema objeto de intervención”), esa instancia de conocimiento
de la situación particular que se aborda en cada intervención profesional, resulta en una
construcción teórica, es decir, que el producto al que se arriba tras esta instancia profesional es
un conocimiento científico19.
Esta posición parece sustentarse en una muy mal informada consideración del proceso
mediante el cual, al indagar y profundizar cada situación particular que se aborda en la
intervención profesional a efectos de conocerla mejor para llegar a su modificación, se pone
en juego el arsenal teórico-técnico del que dispone el/la trabajador/a social y que, como
bien dice Urrutia y citan Tobón, Rottier y Manrique, convierte a la investigación en práctica
complementaria, dado el carácter instrumental con que acompaña el ejercicio profesional. Pero
esto no convierte el diagnóstico en teoría!!!
17
. “Esta parece una discusión ya saldada en el campo profesional del Trabajo Social, sin embargo, recientes experiencias
de posgrado con docentes y graduados/as del ámbito nacional y del extranjero nos permiten visualizar que estamos lejos
de haber internalizado esa necesaria diferenciación. Por lo que esto que se asume como un pensamiento suficientemente
trabajado, parece suscitar una tendencia a la repetición…” (GONZÁLEZ-SAIBENE, 2014: 180).
18
. Este párrafo, al igual que los próximos anterior y posterior, pertenecen a la “Introducción” del texto de GONZÁLEZSAIBENE, 1995.
19
. Si así fuera, ¡¡¡cuánto habría aportado el Trabajo Social a las Ciencias Sociales!!!
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Como afirma José Paulo Netto (1989: 151) cuando analiza críticamente la Sistematización
de la Práctica como “método” para el Trabajo Social, trasladar la problemática de constitución
de un método para la construcción teórica al nivel de un método de intervención de la realidad
plantea una dualidad de corte positivista entre teoría y práctica difícil de sostener, al menos si se
quiere operar desde una perspectiva dialéctica.
En esta línea, no dudamos en sostener -militante, aunque pocas veces triunfante- el
carácter transformador del conocimiento, la relación entre ciencia y transformación social. Pero
esta tensión no se resuelve de manera automática, sino que precisa de instancias intermedias.
Esto ya fue trabajado en un texto de mi autoría (1995: 3 a 4), en el que sostengo que el proceso
de producción científica contiene en sí no sólo el conocimiento sino también la transformación
de la realidad, aunque no de manera inmediata. Este -el conocimiento- es el presupuesto
indispensable para la transformación, al contener su posibilidad. Citando a Bourdieu,
“… la experiencia directa de los individuos y las situaciones concretas en las que
viven, ya se trate del decorado cotidiano de la vivienda, del paisaje o de los gestos
y entonaciones, no constituye, sin duda, de por sí, un conocimiento, pero puede20
proporcionar el lazo intuitivo que a veces hace surgir la hipótesis de insólitas
relaciones, pero sistemáticas, entre los datos” (BOURDIEU, 1973: 85 n2).
Insisto, que el conocimiento contenga la posibilidad de la transformación no implica que ésta
ocurra de manera mecánica e inmediata. Y es aquí, entonces, dónde parece ubicarse el meollo
de la cuestión sobre el Objeto de Intervención del Trabajo Social. Esa información que se obtiene
profesionalmente al profundizar en las relaciones sociales que abordamos en su singularidad en
cada intervención resulta, sí, un campo particular constituido y caracterizado como un conjunto
de conocimientos que se produce en el interior de un oficio, eso que Michel Foucault llama saber
local o específico, surgido de las emergencias de las prácticas sociales, y que se constituye en la
cotidianeidad produciendo efectos de transformación (GONZÁLEZ-SAIBENE, 1995: 3).
En su “arqueología del saber”, Foucault propone recorrer el eje práctica discursiva-saberciencia (en contraposición a la clásica tríada conciencia-conocimiento-ciencia), en tanto que
esta arqueología encuentra el punto de equilibrio de su análisis en el saber, dominio en el
que el sujeto está necesariamente situado; territorio cuyos principios de organización son
completamente distintos al dominio científico, ya que pueden estar atravesados por lo literario,
lo filosófico tanto como por lo científico. El saber no entra sólo en las demostraciones -propias de
la ciencia- sino que puede intervenir igualmente en ficciones, reflexiones, relatos, reglamentos
institucionales y decisiones políticas.
“La práctica discursiva no coincide con la elaboración científica a la cual puede dar
lugar; y el saber que forma no es ni el esbozo áspero ni el subproducto cotidiano de
una ciencia constituida... las ciencias aparecen en el elemento de una formación
discursiva y sobre un fondo de saber” (FOUCAULT, 1995: 304 a 309).
Así, ese saber o conocimiento particular producido en la profundización de cada situación
puede devenir objeto de estudio, objeto teórico, desde el cual procesarse una investigación.
Ello conlleva un proceso de decisión profesional y/u organizacional pues, en tanto el método
[de investigación], así concebido, permite la construcción teórica, no es en el mismo acto que
se opera la transformación de la realidad, porque entre la teoría y la actividad práctica no existe
una relación directa sino que hace falta un trabajo de mediación GONZÁLEZ-SAIBENE, 1995: 8).
En términos de rigurosidad conceptual, entonces, deberíamos trabajar en profundidad el
concepto de mediación, tanto desde autores del Trabajo Social como mediante la profundización
de su concepción original.
20
. Subrayado mío.
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Mediación es la función que pone en relación dos términos o dos objetos en general.
Aristóteles plantea, en Primeros analíticos, que el silogismo está determinado por la función
mediadora del término medio que contiene en sí un término y está contenido por el otro término.
Según la Lógica de Port Royal, la mediación es indispensable en cualquier razonamiento. Cuando
la sola consideración de dos ideas no basta para juzgar si se debe afirmar o negar una de la otra,
se necesita recurrir a una tercera idea, simple o compleja, y esta tercera idea se denomina medio.
A su vez Locke decía que las ideas intervinientes que sirven para mostrar el acuerdo entre dos
ideas se llaman pruebas y cuando, por medio de esas pruebas, se percibe llana y claramente el
acuerdo o el desacuerdo, a eso se llama demostración. En el mismo sentido, D’Alembert afirmaba
que toda la lógica se reduce a una regla muy simple: para confrontar dos o más objetos alejados
mutuamente, se utilizan varios objetos intermediarios; lo mismo sucede cuando se quieren
confrontar dos o más ideas; el arte del razonamiento no es más que el desarrollo de este principio
y de las consecuencias que de él resultan. Según Hegel, quien la presenta en su formulación
más acabada, la mediación es la reflexión en general. Un contenido puede ser conocido como
la verdad sólo en cuanto no media con otros, no es finito, media por lo tanto consigo mismo y
es así, al mismo tiempo, mediación y relación inmediata consigo mismo. En otros términos, la
reflexión excluye no solamente la inmediatez, que es el intuir abstracto o sea el saber inmediato,
sino también la “relación abstracta” o sea la mediación de un concepto con un concepto diferente
(las pruebas de Locke) que Hegel consideraba (y con razón) propio del siglo de la Ilustración
(ABBAGNANO, 1961: 786 a 787).
Según Vicente Faleiros (1986: 67) es la construcción de categorías que permiten el análisis
complejo de situaciones concretas y no su simple interpretación abstracta aislada.
“¿Qué entendemos por mediación? Es la relación de lo inmediato -la prácticacon lo mediato -la teoría-, entendiendo que entre ambas no existe una relación
directa y lineal... [las mediaciones] posibilitan articular el campo particular de la
intervención profesional con la teoría social de sustento. Y, como mediaciones,
suponen una necesidad metodológica en tanto proceso de reconstrucción múltiple,
de recuperación de la razón en la multiplicidad de sus voces” (GONZÁLEZ-SAIBENE,
1996: 126 retomando a HABERMAS, 1990: 155).
Las disciplinas sociales y el paradigma positivista -desde el exterior- y las mismas
prácticas mecánicas, asistencialistas, repetitivas y acríticas de los/as trabajadores/as sociales
habían ubicado al Trabajo Social en un papel de técnico, es decir, ocupado de modo unilateral
en el dominio de un aspecto específico de la realidad social que conforma su ámbito de acción
inmediato, preocupado por dar razón de su quehacer en ese espacio reducido sin relacionarlo con
la totalidad de los procesos sociales, delegando esta tarea en sociólogos, politólogos, filósofos.
Este lugar, esta posición debía ser revisada, se imponía su superación.
El proceso comenzado con la Reconceptualización convocó al Trabajo Social a sostener la
producción teórica como uno de sus objetivos. La irrupción de las corrientes dialéctico-crítica
y constructivista, que caracterizaron al conocimiento como un producto social, impulsaron
esta nueva configuración epistemológica. Ampliada la perspectiva teórica, el Trabajo Social de
Latinoamérica -en especial en Brasil, Chile y Argentina- comenzó a perfilar una fuerte tendencia
hacia la epistemologización de su intervención, si bien desde matrices de pensamiento diversas.
La “reflexión sobre la práctica”, propuesta por Tobón, Rottier y Manrique (1981), constituyó
un esfuerzo por centrarse en ese objetivo. La ruptura con la visión técnica y la inclusión en el
complejo espacio social requerían de un profesional que reflexionara sobre su ejercicio desde
y hacia la globalidad de los procesos sociales, cortando con el origen y la tradición del Trabajo
Social, sin desvincular la teoría de la acción, sino entendiendo que la teoría, en tanto explicación/
interpretación de lo real, es condición de posibilidad para la acción social.
23
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El Mito del “Objeto” en Trabajo Social, por Alicia González-Saibene
El [Problema] Objeto de Intervención, entonces, se erigió en el imaginario académicoprofesional como un espacio de construcción de conocimientos que permitiría acercar a los
trabajadores/as sociales a ese anhelado objetivo de construcción de un cuerpo teórico sólido. Y
con ello se alcanzaría el estatuto científico que hasta el momento no se poseía. Las situaciones
particulares que se abordaban en todas y cada una de las intervenciones profesionales -en tanto
expresiones singulares de necesidades sociales- fueron visualizadas como los espacios ideales
en pos de tal objetivo. Y durante gran parte de la década de los ’80 y mitad de los ’90 los/as
teóricos/as del Trabajo Social se esforzaron -nos esforzamos- en darle sustento a esta posición.
Pero no tuvimos en cuenta que el que la racionalidad científica sea considerada -desde la
visión positivista- la única y legítima forma de conocer obedece, según la visión del espistemólogo
Paul Feyerabend, a la fuerza y el poder de su argumentación y al éxito por ella obtenido en un
determinado proceso histórico pero, según este mismo autor, en una posición que compartimos,
esto no hace que sea la mejor manera de conocer y tampoco la única (GONZÁLEZ-SAIBENE,
1995: 6).
Plantear la diferencia entre los procesos de investigación y de intervención no es restarle
importancia a uno de ellos -generalmente la intervención- en favor del otro -según el paradigma
racional hegemónico, la investigación-. El respeto por la especificidad y la complejidad de
la intervención y la no reducción de la misma a “recetas” permitirá la recuperación de los
saberes que ella misma produce los que, en el mismo momento en que se subordina ésta a la
investigación, copiando sus reglas, son descalificados y/o no considerados valiosos por los
mismos que pretenden hacer “científica” a nuestra profesión (op. cit.: 13).
¿Un objeto, dos objetos?
Al mismo tiempo, y acompañando el movimiento teórico-epistemológico señalado en los
apartados previos, se puso en debate otro objeto, esta vez el objeto de la profesión. La mención
de los problemas sociales y/o las necesidades sociales como objeto profesional resultaba ya
inadecuada, imprecisa, insuficiente, funcionalista (diversos modos en que se lo consideró), y el
mismo movimiento fue desplazando el eje conceptual y centrando la profesión en torno a un
¿nuevo? objeto: las relaciones sociales. Pero esta aparente claridad en la afirmación presentaba,
entonces, una dificultad que me haría repensar el dualismo21 en el que nos habíamos colocado.
¿Objeto de la profesión Y objeto de intervención? No se trataba ya de una mera dificultad
lingüística sino de un verdadero dilema epistemológico.
Este dilema tampoco quedaba limitado al ámbito paradigmático -académico-, ya que la
confusión entre los/as estudiantes y también entre los/as profesionales fue en aumento ¿Cómo
articular esos aparentes dos objetos?
Para complejizar aún más la situación, en la misma época se instaló el debate respecto de la
terminología utilizada.
“Ya en los años 70, algunos trabajadores sociales llamaban la atención hacia la
denominación “objeto” (que se aplica al segmento de realidad que una investigación
convierte en foco de atención) resultaba muy inadecuada cuando se trataba de
grupos que buscaban la iniciativa en la acción social; que eran “sujetos” (MAGUIÑA,
1987: 32).
21
. Para la filosofía, el dualismo es la doctrina que admite la existencia de sustancias materiales y de sustancias espirituales. Su fundador es Descartes, quien reconoce la existencia de dos especies de sustancias: la corpórea y la espiritual. Siendo éste el origen del concepto, por extensión se lo atribuyó también a otras oposiciones reales tales como la establecida
por Aristóteles entre materia y forma, la medieval entre existencia y esencia, y la de todos los tiempos, entre apariencia
y realidad. De este modo nos encontramos ratificando la posición binaria, excluyente, que decíamos rechazar en pos de
la adhesión al pensamiento dialéctico, que incluye el ser y el no ser, que admite la contradicción, que en el proceso de lo
positivo y lo negativo encuentra la superación (GONZÁLEZ-SAIBENE, 1993: 11 a 32).
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El develamiento de estos nuevos obstáculos me convocó a enfrentar un nuevo desafío, que
llevó tiempo y esfuerzo. En el proceso de intercambio teórico-académico fue alumbrándose una
posición superadora, elaborándose nuevas respuestas que fueron puestas a prueba en distintas
instancias: con los/as estudiantes, con los/as docentes, con los/as graduados/as; en el campo
teórico-epistemológico, en el técnico-operatorio.
Pero vamos por partes ¿Qué se entiende por objeto? El término de una operación
cualquiera, activa o pasiva, práctica, cognoscitiva o lingüística. Es el fin al que se tiende, la cosa
que se desea, la cualidad o la realidad percibida, la imagen de la fantasía, el significado expreso
o el concepto pensado. En un sentido muy general, es el término o límite de toda actividad o
pasividad, calificado en relación al carácter específico de la actividad o la pasividad. Junto a este
significado fundamental, según el cual el término es insustituible, a veces se encuentra, en
el lenguaje filosófico y en el común, un sentido más restringido o específico, según el cual el
objeto es tal sólo en caso de hallarse provisto de una validez particular, por ejemplo, si es “real”,
“externo”, o “independiente”. Este último significado no elimina sino que presupone el anterior
(ABBAGNANO, 1961: 867 a 870).
La palabra fue introducida en el siglo XIII por los escolásticos22. Santo Tomás de Aquino lo
define así:
“El Objeto de una potencia o un hábito es aquello por lo cual las cosas dicen relación a
tal potencia o hábito, como el hombre y la piedra dicen relación a la vista por el color, y
de aquí que lo coloreado sea el Objeto propio de la vista” (SANTO TOMAS DE AQUINO,
1267/1273: I. q1. a7).
Esta noción de Objeto fue posteriormente tomada por otros autores, quienes definieron
el Objeto de un saber como la materia del saber mismo en cuanto aprehendida o conocida. Una
materia cognoscible resulta un Objeto conocido mediante un hábito intelectual relativo a este
objeto.
También se define el Objeto como el ente que termina la acción del agente o en el cual terminan
las acciones del agente, por lo que es casi un límite de la acción. Este significado sigue siendo
fundamental en el uso que del término se ha hecho en la filosofía moderna y contemporánea. La
cuestión del carácter real o ideal del Objeto en general o de una clase específica de Objeto (de los
objetos físicos o cosas, por ejemplo) no ha influido en él. Así, el Objeto del conocimiento puede
ser considerado como una idea o una representación, como una cosa material o un fenómeno
pero siempre es, como Objeto, el término o límite de la operación cognoscitiva. Sin embargo,
Kant inicia el uso restringido del término, de acuerdo con el cual el Objeto, o más exactamente el
Objeto del conocimiento, es de preferencia el Objeto “real” o “empírico”. Con ello, Kant reafirma
que la idea de la razón pura, hablando con precisión, no tiene Objeto porque el Objeto es sólo el
empírico (la cosa natural) y la idea se refiere sólo indirectamente a un grupo de tales objetos.
Con todo, este significado específico del Objeto no elimina, ni siquiera para Kant, el significado
general y fundamental. Kant, en efecto, no considera únicamente el concepto de Objeto como el
concepto “más alto” en filosofía, sino que también habla de una “distinción de todos los objetos
en general en fenómenos y noúmenos”, y considera al noúmeno mismo -la cosa en sí, concebida
más allá de toda experiencia sensible- como “el Objeto de una intuición no sensible” admitida
hipotéticamente (KANT, [1781] 1977: III).
Para Kant existe, además del Objeto de conocimiento, “el Objeto de la razón práctica” (KANT,
[1788] 2000: I, 2). El Objeto es, en este caso, el término o el resultado de una acción libre. Lo
que, en todo caso, constituye el Objeto es su función de límite o término de una actividad o de
22
. En sentido estricto, agrupa a los adeptos de la filosofía cristiana de la Edad Media. Al pie de la letra, escolástica significa
la “filosofía de la escuela”, cuyo problema fundamental es llevar al hombre hacia la comprensión de la verdad revelada,
en tanto ejercicio de la actividad racional -en la práctica, se refiere al uso de la filosofía aristotélica o neoplatónica- con
la finalidad de llegar a la verdad religiosa. La escolástica no es una filosofía autónoma, como lo fue la filosofía griega, ya
que su límite es la doctrina religiosa, el dogma.
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una operación cualquiera. Tal noción no falta tampoco en las formas más radicales del idealismo,
para las que el Objeto es el límite de la actividad del Yo.
De manera análoga, toda otra determinación que los filósofos puedan dar acerca de la
naturaleza del Objeto adquiere, como punto de partida, su definición general. Por ejemplo, el
Objeto puede ser considerado como un dato (tal como lo hacen habitualmente los empiristas) o
como un problema (como lo hacen los kantianos), pero puede ser una u otra cosa únicamente en
caso de ser considerado como el límite o el término de la actividad cognoscitiva.
En la filosofía contemporánea, pensadores como Husserl (1950: I, 37) han generalizado el
concepto. En el dominio de la lógica matemática, Frege ([1892] 1973: 3) defendió una noción
sustancialmente idéntica del Objeto, identificándolo con el significado: “El significado de una
palabra es el Objeto que nosotros indicamos con ella” ([1892] 1973: 3), y con ello quería decir
que el Objeto es el término o el límite de la operación lingüística, esto es, del uso del signo.
A su vez, Wittgenstein dijo que
“El nombre variable “x” es el signo propio del pseudoconcepto objeto. Cada vez que
el término Objeto (“cosa”, “entidad”, etc.) se usa correctamente, se expresa en el
simbolismo lógico por el nombre variable” (WITTGENSTEIN, [1921] 2009: I, 4.1272.1).
No muy diferente de ésta es la noción de Objeto expuesta por Dewey, para el cual el Objeto
es el resultado de una operación de investigación.
“Hablaremos de Objeto para designar cuanto ha sido producido y ordenado en forma
estable por medio de la investigación. La aparente ambigüedad que supone el empleo
de la expresión “Objeto” a estos fines (ya que la palabra se aplica regularmente a
cosas observadas y pensadas) no es más que aparente. Porque las cosas existen para
nosotros como Objeto cuando han sido previamente determinadas como resultado de
la investigación” (DEWEY, [1938] 1950: 138).
Es fácil ver que la diferencia entre estas definiciones de Objeto es sólo la diferencia entre
las actividades o las operaciones que se consideran; el Objeto es el término del significado si
se considera el lenguaje y, en general, el uso de los signos; es el término de una operación de
investigación si se considera la investigación científica, y así sucesivamente, pero en todo caso es
(como ya lo consideraban los escolásticos) el término o el límite de una operación determinada.
La palabra Objeto es, por lo tanto, el término más general de que dispone el lenguaje
filosófico. A este respecto, Kant tuvo razón al afirmar que si “el más alto concepto del cual se
suele partir en una filosofía trascendental es la división de posible e imposible”, ya que toda
división presupone un concepto a separar, “debe ser aducido un concepto aún más alto y éste
es el concepto de un Objeto, en general, tomado problemáticamente y sin decidir si tal objeto es
algo o no es nada” (KANT, op. cit.)23.
Es obvio que el concepto de Objeto no coincide enteramente con ninguna de sus
especificaciones posibles. Las cosas, los cuerpos físicos, las entidades lógicas y matemáticas, los
valores, los estados psíquicos, etc., son todos Objetos especificados o especificables por medio
de modos de ser particulares o por particulares procedimientos de comprobación, pero ninguna
de estas clases de Objeto posee una objetividad privilegiada y ninguna se presta para expresar,
en su ámbito, la característica del Objeto en general.
23
. O, como lo trabajamos con los estudiantes del grado, para quienes estas especulaciones filosóficas son demasiado
complejas, el Objeto es aquello sobre lo que se incide, ya en la intervención como “objeto empírico”, ya en la investigación como “objeto teórico, conceptual o de estudio” (GONZÁLEZ-SAIBENE, 1995: 6 a 8).
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De objetos, campos y disciplinas...
Federico Schuster (1995), en su exposición en los Ateneos Mensuales del Instituto de
Investigación en Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de
Buenos Aires, sostiene que en las ciencias sociales hay una vieja idea referida a que cada campo
de conocimiento tiene un objeto que le corresponde. La existencia de un objeto preconstruido
al que se le adosa una disciplina es una idea que la filosofía de la ciencia ha encontrado, hace
tiempo, dudosa.
Las disciplinas, sostiene, son formas de organización social del conocimiento; si se plantea
que hay objetos preconstruidos y que cada disciplina corresponde a un objeto preconstruido,
nos encontraríamos con que las disciplinas son cerradas, atadas a un objeto. Y la interdisciplina
sería un grave problema.
Lo que diferencia, entonces, a un sociólogo y un politólogo no es el objeto distinto sino
las distintas perspectivas, las distintas maneras de abordar el objeto porque sus disciplinas
se constituyeron sobre orígenes problemáticos distintos. Desde allí constituyeron lo que
Khun denomina matrices disciplinarias distintas, juegos de lenguaje, reglas de procedimiento,
métodos y estrategias distintas.
El problema parece radicar en el modo en que disciplinas constituidas desde tradiciones y
desde lugares sociales diferentes pueden intercambiar24.
Otro problema es el del lenguaje, ya que cada disciplina conforma un lenguaje teórico ¿Son
traducibles los lenguajes? Sacar un enunciado de un conjunto teórico ¿no le hace perder sentido?
Si se lo toma desde otra disciplina ¿está diciendo lo mismo? Cada disciplina tiene sus problemas
epistemológicos particulares.
Hay un salto que se da, inevitablemente, en términos de formación y de práctica. En
la formación académica universitaria de una carrera hay un aprendizaje de contenidos y de
procedimientos, y eso es parte de la formación práctica. Se puede plantear un nivel descriptivo,
una descripción de la práctica, que no está en el nivel de la práctica sino que convierte a ésta en un
objeto, y un nivel explicativo, que se pregunta por las condiciones de posibilidad de esa práctica.
En tal sentido, la ciencia social no puede ser neutral, ya que la legitimidad de las creencias de los
agentes sociales que está en la base de sus prácticas y las hace posible resulta inescindible de
todo intento de explicación de las prácticas sociales mismas (op. cit.: 48 a 51).
Schuster se refiere a la enseñanza de una “práctica”, la práctica de la investigación ¿Cómo
enseñar esa otra “práctica”, la del ejercicio profesional del Trabajo Social? ¿Qué les respondemos
a los/as estudiantes que nos interpelan respecto del aprendizaje del ejercicio profesional? Se
trata de la transmisión, proceso que implica una mediación, en tanto requiere una toma de
distancia, tal como el pintor que se aleja del lienzo para calibrar con mejor perspectiva y totalidad
su trabajo.
Si esta es la diferencia entre una intervención indiscriminada y una intervención fundada25,
en tanto la primera no puede dar cuenta de sí misma y la segunda implica un riguroso proceso
crítico-reflexivo, su enseñanza amerita una transmisión hecha con fundamento.
¿Qué significa fundar la transmisión del ejercicio de la profesión? En principio, poder dar
cuenta, en el ámbito organizacional de su aplicación, del campo.
Resultan necesarias algunas puntualizaciones teóricas previas al desarrollo de la tarea: cada
organización configura un campo, en tanto sistema de relaciones socialmente constituido por
24
. El autor trata de señalar que no es un problema de objeto sino de articulación de comunidades científicas.
. Estas categorías son producto de los aportes del Prof. Alberto PARISI, docente e investigador de la Escuela de Trabajo
Social de la Universidad Nacional de Córdoba. Las escuché por primera vez en Santiago de Chile, en agosto de 1994, en el
marco del Seminario Internacional sobre INVESTIGACIÓN E INTERVENCIÓN EN TRABAJO SOCIAL, organizado por la Escuela de Trabajo Social de la Pontificia Universidad Católica. Desde entonces se han convertido en un dispositivo conceptual
orientador de la intervención y de la docencia, aunque lamentablemente pocos, muy pocos, recuerdan citarlo cuando
utilizan esas valiosas herramientas.
25
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los agentes sociales directamente vinculados con su quehacer, que determina las condiciones
específicas de producción y circulación de sus productos (BOURDIEU, [1966] 1967: 135).
Estos campos se presentan como espacios estructurados de posiciones (de puestos) cuyas
propiedades dependen de su posición en dichos espacios y que pueden analizarse en forma
independiente de las características de sus ocupantes quienes, en parte, están determinados
por éstas (BOURDIEU, [1980] 1990: 135 y sgs).
Dos elementos, el capital común y la lucha por su apropiación, constituyen el campo. En su
interior se genera un capital común por cuya apropiación luchan los grupos que en él intervienen:
los que detentan el capital y los que aspiran a poseerlo. Estos grupos tienen intereses comunes,
lenguaje, complicidad que subyace a todos los antagonismos. Intervenir en la lucha apuntala
la reproducción del juego al otorgarle valor al mismo. La posesión del capital brinda poder y
autoridad a los que dominan el campo, quienes sostienen estrategias más conservadoras,
mientras los que luchan por su posesión adoptan estrategias más subversivas.
Un campo, cualquier campo, se define mediante el reconocimiento de aquello que está en
juego y de los intereses específicos, irreductibles a los participantes del juego de otros campos,
a sus intereses propios, ya que cada conjunto de intereses importa indiferencia hacia otros
intereses, que se percibirán como irracionales, absurdos.
Ante la propuesta planteada y las conceptualizaciones formuladas, surge entonces,
desde el colectivo profesional, una serie de preguntas ¿qué significa fundamentar el ejercicio
de la profesión? ¿cómo se encara este proceso? Frente al desafío, un ensayo de respuesta.
Fundamentar el ejercicio profesional supone dar cuenta del campo, de cada campo, en el ámbito
organizacional de su aplicación. Supone, con ello, la construcción de un saber, práctica discursiva
(FOUCAULT, 1969: 50 a 64 y 304 a 309) definida por las condiciones de existencia a que están
sometidos los distintos elementos -objetos, modalidades de enunciación, conceptos, elecciones
temáticas o teorías, estrategias- que ha tenido que elaborar y sistematizar a partir de prácticas
de otro orden -político, técnico, social, económico- que le ha dado lugar.
Estas son las nociones que hay que poner a prueba y los análisis a encarar a efectos de
dar razón -fundamento- al ejercicio de la intervención profesional del Trabajo Social en una
organización.
Para ello, propongo algunos elementos destinados a ser discutidos y reflexionados por
el conjunto de participantes del campo -insisto, destinados a fundar un campo, a construir un
saber-. Los elementos a considerar son:
1. La historia, el origen de la organización26.
2. Las concepciones, categorías y conceptos que la misma sostiene.
3. Los objetos sobre los que interviene.
4. Los sujetos (o actores, o agentes) que involucra.
5. Las estrategias a las que, explícita o implícitamente, apela (GONZÁLEZ-SAIBENE,
2005b).
Conocer su historia; dar cuenta de su origen; identificar las concepciones, categorías
y conceptos que, en su constitución, se han ido y lo han ido forjando; dominar técnica y
conceptualmente el/los objeto/s en base a los que se consolida socio-históricamente; reconocer
26
. Este concepto está entendido, a la manera de la escuela institucionalista francesa, como el nivel de la fábrica en su
totalidad, de la universidad, del establecimiento administrativo; nivel de la organización burocrática, que ya adquiere
formas jurídicas, nivel de los aparatos, de las retrasmisiones, del envío de órdenes. A diferencia de éste, la institución
es el nivel del Estado, que hace la Ley, que da a las instituciones fuerza de ley. En líneas generales, lo que establece, lo
que instituye. LAPASSADE, [1974] 1985). Retomamos el concepto de Institución, entendido como norma universal (ley
escrita) o considerada tal (cultura). Son formas sociales visibles por estar dotadas de organización administrativa, jurídica
y/o material: empresa, escuela, hospital, sistema. Su carácter específico lo da su finalidad (oficial, operatoria) y su misión
(no oficial, ideológica) de producir modelos de comportamiento, mantener normas sociales, integrar a los usuarios al
sistema social (LOURAU, [1970] 1975).
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a los sujetos -actores, agentes- involucrados, sus intereses, sus posiciones en relación a la
posesión del capital común; develar las estrategias que cada uno/grupo desarrolla en su lucha
por el poder -la apropiación del capital en juego-; todo ello aporta al conocimiento de las reglas
del juego, de lo que está en juego y orienta las estrategias dirigidas a transformarlo.
Comenzar por el primero o por el último elemento de análisis resulta indistinto. En ciertos
espacios, en los que la confusión inhibe el análisis, comenzar reconociendo las estrategias a las
que se apela permite, ante su profundización y visibilización, dar cuenta de todos los demás. El
proceso implica una reconstrucción categorial, conceptual, político-ideológica, histórica y técnica
a manos de sus protagonistas. No es tarea sencilla. Los resultados, francamente minoritarios, y
las dificultades y confusiones, mayoritarias, que el ejercicio genera lo pone de manifiesto.
Surge de mi parte una pregunta obvia, pero imprescindible: si no producimos este proceso
¿Qué les enseñamos a los/as estudiantes a los que acompañamos en su aprendizaje? ¿De qué
modo se sostiene la transmisión? Enseñar es transmitir, es darle al otro lo que uno sabe... lo
que uno cree que sabe... Los/as estudiantes nos interpelan, nos demandan, nos ponen entre
la “espalda y la pared”27 para que demos cuenta de nuestra intervención... así se produce su
aprendizaje “práctico”. Frente a ellos, debemos fundamentarla, es decir, dar cuenta de su
proceso en la faz histórica, social, filosófico-epistemológica, teórica, político-ideológica y
técnico-operativa, tanto como en el aspecto comunicacional referido a las subjetividades con las
que interactuamos.
“Consideramos que, en el espacio de la producción de conocimientos, este
desarrollo representa lo que conocemos o podemos caracterizar como investigación
cuantitativa, basada en la explicación como elemento fundante del llamado
paradigma estadístico-experimental, haciendo una recreación del concepto de
paradigma desarrollado por Kuhn en un sentido amplio, es decir, que representa una
matriz disciplinaria que abarca generalizaciones, supuestos, valores, creencias y
ejemplos corrientemente compartidos en lo que constituye el interés de una disciplina
(KUHN, [1970] 1982: 181 a 187); espacio ese que confrontó históricamente con el de
la investigación cualitativa, sostenida en la comprensión de los fenómenos que son
su objeto de estudio” (GONZÁLEZ-SAIBENE, 1997: 4).28
De allí la necesidad de impulsar la tarea propuesta en párrafos anteriores y de su
fundamentación para lograr, a partir de sus resultados, la comprensión de las dificultades,
los obstáculos que se viven cotidianamente en el ejercicio “práctico” de formación académica
y de intervención profesional. El no formar parte del cuerpo docente universitario no exime
al colectivo profesional de responsabilidad. Al ámbito organizacional del que forma parte le
compete la responsabilidad de dar consistencia a la formación continua -llamada también
27
. Idea lacaniana para dar cuenta de una mayor dificultad…
. Explicar comporta un proceso riguroso de reflexión, sistematización, análisis y síntesis dirigido a determinar el porqué
de un objeto, a hacer claro y accesible al entendimiento un discurso o una situación, o a eliminar en una situación dificultades y conflictos, sustituyendo un enunciado vago o poco riguroso por otro más exacto, haciendo referencia a una uniformidad empírica comprobada. La comprensión, característica de la investigación cualitativa, no se propone objetivos de
generalización estadística, ya que privilegia la involucración del/la investigador/a con los sujetos que conforman el grupo
de análisis, a través de un proceso de interacción que se establece con los mismos en su propio terreno.
28
29
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capacitación en servicio29-, entendiendo que fundar -fundamentar- cada intervención es un
elemento constitutivo y constituyente del quehacer profesional, así como la posibilidad de su
recreación, mejoramiento y superación.
RESULTADOS Y CONCLUSIONES
¿Objeto de intervención profesional DEL Trabajo Social?
Volvamos ahora a la pregunta inicial, la que introdujo el tema del “objeto de intervención del
Trabajo Social”.
Pregunta insidiosa, candente y actual que obliga al colectivo académico-profesional,
representantes y/o integrantes de distintas organizaciones, a realizar/se replanteos teóricos,
filosófico-epistemológicos, técnico-operativos.
En el desarrollo del ejercicio precedente, me orienté a dejar en evidencia que el tal “objeto”
no es una construcción teórico-práctica desarrollada por el/la trabajador/a social ni lo establece
dicho profesional en y para su intervención, así como tampoco lo generan los/as otros/as
profesionales que comparten el espacio laboral. Así considerado el tema, resulta evidente
que el agente de la intervención profesional del Trabajo Social no puede “delimitar”, “definir”,
“construir” su propio objeto. El “objeto”, esa “materia o ente que termina la acción del agente o en
el cual terminan las acciones del agente”, sobre el que se interviene a efectos de su modificación
desde cualquiera -todas o cada una- de las disciplinas/profesiones que, a través de sus agentes,
conforman el campo, está establecido por y en ese espacio de relaciones de fuera/relaciones de
poder que configura cada organización.
En síntesis, el “objeto” es de la organización, y está político, teórico, ideológico, histórico,
social y simbólicamente estructurado, construido en el mismo proceso -dinámico, conflictivo,
contradictorio- de su legitimación y consolidación. Esto quiere expresar que las políticas que
implementa la organización -gubernamental o no gubernamental- van delineando ese objeto
y, al mismo tiempo, estableciendo estrategias para su abordaje, de manera explícita o no, a
través de normas claras o en ausencia de ellas, mediante programas y proyectos formulados y/o
implementados por las mismas o por medio de la burocracia que, como “máquina de impedir”,
promueve su propia supervivencia a costa de la población “objetivo” de aquellas políticas.
¿Cómo, entonces, se presenta esa relación tensional entre este “objeto organizacional”,
empírico, manifestación singular de la conflictiva social, con el “objeto profesional”, identificado
mediante las categorías de relaciones sociales o cuestión social, sostenidas y conceptualizadas
de modo diverso de acuerdo al posicionamiento teórico-epistemológica que se asuma?
Tal como lo plantea el Plan de Estudios 199630 de la Licenciatura en Trabajo Social de la
Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario
“… el objeto de estudio de la presente carrera comprende las relaciones sociales que
29
. Distintas miradas en el ámbito de lo educativo están dirigidas, hoy, a la revisión del proceso laboral intentando generar propuestas de desarrollo de los recursos humanos a través de una capacitación continuada y comprometida con la
transformación de los servicios. Esta postura se acompaña con un importante giro en el pensamiento de la educación
profesional y de los procesos de trabajo, que apunta a la revalorización de este último como centro privilegiado de aprendizaje, ya que en él se consolidan los comportamientos y formas de actuación individuales, colectivas e institucionales. El
espacio laboral ya no es considerado sólo desde la perspectiva de aplicación de conocimientos adquiridos en ámbitos de
educación formal, el aprendizaje no ocurre exclusivamente fuera del espacio efectivo de trabajo sino también en su propio seno. En tal sentido, la capacitación permanente del profesional apunta a colaborar en el fortalecimiento de marcos
teóricos y metodológicos, articulando los procesos de formación académica con el afianzamiento de los cambios en las
organizaciones laborales, a efectos de alcanzar los objetivos que las mismas persiguen, desarrollando valores de calidad
y equidad y promoviendo, en tal sentido, procesos comprometidos con la transformación de las prácticas laborales, centrados en la estimulación del pensamiento y la acción conjunta en torno a los problemas de cada servicio, abandonando
así el peso reproductivo y espontáneo de prácticas caducas que tienden al congelamiento organizacional. El proceso de
trabajo se convierte, en esta perspectiva, en un instrumento de perfeccionamiento, transformación y anticipación de
nuevos problemas (GONZÁLEZ-SAIBENE, 2005b: 25 a 27).
30
. Actualmente en proceso de modificación.
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se estructuran entre los sujetos, en función de las necesidades y el contexto social
particular y general, que permita un abordaje de las problemáticas”.
Estas categorías y su reconocimiento como objeto del Trabajo Social instalaron reflexiones,
discusiones y debates que no se circunscribieron al ámbito local, regional y nacional, sino
que incluyeron las producciones de colegas pertenecientes a unidades académicas del Cono
Sur de América Latina (Brasil, en particular). De este proceso, y de las transformaciones de la
categoría relaciones sociales según la matriz epistemológica -el enfoque- que la soporta, se dio
cuenta en el documento de mi autoría, citado en páginas anteriores, trabajo presentado en un
evento académico latinoamericano convocado y organizado por una universidad del Cono Sur y
posteriormente publicado en una revista especializada (GONZÁLEZ-SAIBENE, 1996).
En él se abordan las relaciones sociales como objeto de la profesión, sosteniendo que
“... definir el objeto de la profesión en términos de individuos, o comunidades, o
sistema social, o problemas sociales, es permanecer en el espacio de la problemática
real o de las manifestaciones o representaciones ideológicas, de la apariencia;
si consideramos, en cambio, que cualquiera de esos “objetos” así definidos se
inscriben en la compleja trama de las relaciones sociales, y que éstas son leídas de
distinta manera de acuerdo al punto de vista teórico y a la posición epistemológica
que -consciente o inconscientemente- se asumen, podemos entonces considerar
que, históricamente, el objeto del Trabajo Social han sido las relaciones sociales,
entendiendo que éstas son más que relaciones entre intersubjetividades, que ellas
se establecen también entre posiciones sociales y condiciones de vida; pero, y al
mismo tiempo, son más que la reproducción de la totalidad del proceso social, de
determinado modo de vida. Si la primera parte de este enunciado da cuenta de una
perspectiva idealista, sosteniendo una concepción de sujeto basada en los principios
de libertad e igualdad individual -concepción propia del Trabajo Social tradicional-,
la segunda privilegia una concepción sin sujeto, reduciendo éste a la estructura
-posición propia del Trabajo Social reconceptualizado-. Para concluir diciendo que
“fundamentalmente, sostendré la tesis expuesta en los párrafos anteriores: que,
históricamente, el objeto del Trabajo Social se ha configurado en las relaciones
sociales, interviniendo en su articulación” (Op. cit.: 116 a 118).
Las relaciones sociales, entendidas como relaciones complejas31, definidas históricosocialmente en cada época de la profesión, configuran el “objeto” profesional que se relaciona
con el “objeto” de la organización, ese espacio, esa situación conflictiva, esa problemática común
a múltiples miradas profesionales, al que el Trabajo Social imprime su característica propia: una
intervención planificada en base a objetivos específicos.
¿Cuál es la relación a establecer entre el objeto al que un campo organizacional cualquiera
presta atención -infancia y adolescencia, género, salud, salud mental, tercera edad o adultos
mayores, y tantos otros- y el objeto del Trabajo Social constituido por las relaciones sociales
complejas? Esta no es una pregunta cualquiera, en tanto quienes la formulan más asiduamente
no suelen ser los/as estudiantes de la carrera, sino los/as propios/as trabajadores/as sociales
preocupados por la “especificidad” profesional, por encontrar aquello que nos defina ante
los otros y ante nosotros mismos, que nos permita abandonar la respuesta clásica -lo que no
31
. En tanto esa categoría supera la de contradicción, la que instaura una relación de tensión -más que de articulación- en
tanto reconoce la noción de conflicto como constituyente del campo. La complejidad implica caos y entrelazamiento de
múltiples componentes, desaloja la posibilidad de pensar en términos de sistemas estables y leyes universales, junto con
las certezas, e impulsa a plantear estrategias de cambio, transformación, creatividad, comunicación e interacción. Para
profundizar en esta categoría, recomiendo:
FRIED SCHNITMAN comp., [1993] 1994 y DABAS y NAJMANOVICH comp., [1995] 1999.
31
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El Mito del “Objeto” en Trabajo Social, por Alicia González-Saibene
somos o no queremos ser- para identificarnos e identificar nuestras intervenciones desde su
singularidad.
En un intento de dotar de mayor claridad al punto de conflicto, permítaseme tomar un
ejemplo, uno de los tantos que utilizo con los/as estudiantes en mis clases de 3er. año, en base a
su propia experiencia de inserción transitada en el cursado de la asignatura Práctica Profesional
I. Me remitiré a tal fin a una organización ampliamente conocida en la ciudad de Rosario: I.L.A.R.
(Instituto de Lucha Antipoliomielítica de Rosario). Esta organización, originariamente destinada
al tratamiento y rehabilitación de los/as afectados/as por la Poliomielitis -llamada parálisis
infantil por ser los niños y las niñas, en los ’50, cuando la enfermedad asolaba el país, el grupo
más vulnerable-, fue modificando su objetivo, ampliándolo y destinándolo al tratamiento y
rehabilitación de todo tipo de discapacidad motora, ampliando también el grupo etario de
atención, incluyendo a los/as adultos/as discapacitados motores. Este es, entonces, el objeto de
la organización. Un objeto empírico, singular, histórica y socialmente configurado.
En la organización, las funciones de los/as médicos/as son claras: asisten, tratan y rehabilitan
a los/as discapacitados/as motores/as que solicitan la prestación; los/as psicólogos/as recortan
su intervención en la atención de las conflictivas psíquicas que la discapacidad produce en los
pacientes; los/as enfermeros/as y kinesiólogos/as se desempeñan en las tareas específicas
de rehabilitación, cuidado y asistencia de los mismos; ¿y los/as trabajadores/as sociales? La
respuesta surge, descriptivamente, de los/as mismos/as estudiantes: los/as trabajadores/as
sociales trabajan con el entorno familiar, laboral, relacional de los/as pacientes; muchos/as de
ellos/as presentan afecciones derivadas de situaciones de violencia doméstica en sus diversas
modalidades, sufren discriminación laboral debido a su discapacidad, son abandonados/as
o escasamente acompañados/as por la familia y/o amigos/as debido -con frecuencia- a las
incomodidades que su discapacidad representa para el desarrollo de las actividades cotidianas,
o a las limitaciones económicas o de tiempo o de vivienda que padecen los otros miembros del
grupo familiar.
Las estrategias que los/as profesionales del Trabajo Social adoptan para modificar estas
situaciones particulares son -deberían ser- variadas, creativas e innovadoras: el establecimiento
de redes comunitarias, el trabajo grupal con pacientes y familiares, la mediación ante distintos
actores gubernamentales, no gubernamentales y sociales, la atención individualizada frente
a situaciones específicas, la formulación y gestión de programas y proyectos respaldados por
organismos de los tres niveles -nacional, provincial y municipal- y con otras organizaciones
internacionales, y muchas otras líneas orientadas por una concepción de sujeto basada en los
derechos civiles y sociales -humanos, en síntesis-, enfrentando la permanente escasez de
recursos institucionales en pos de revertir las relaciones de fuerza desfavorables por las que
transitan los/as usuarios de la organización.
Si este ejemplo resulta -y efectivamente, resulta- demasiado institucionalizado, demasiado
parecido a las propuestas originales del Trabajo Social de Caso Individual ya que su intervención
parece -sólo parece- recortarse en el estrecho ámbito individual-familiar del/de la/de los/
as involucrados/as directamente -los/as “pacientes”, los/as discapacitados que conforman el
objeto organizacional-, puede recurrirse a otros ejemplos que amplían la mirada.
El Programa Criando Confianza, desarrollado en el año 2002 en la Provincia de Santa
Fe a través de un convenio entre la Secretaría de Desarrollo Humano y Familia del Ministerio
de Desarrollo Social de la Nación y la Secretaría de Estado de Promoción Comunitaria
provincial, tenía como objetivo original “la capacitación de recursos humanos con la finalidad
de fortalecer la acción de aquellas madres que desempeñen tareas de cuidado y atención de
niños en condiciones de alta vulnerabilidad social y promover la complementación de acciones
entre familias y grupos comunitarios en función del desarrollo de los niños, afianzando los
procesos organizativos comunicacionales en el ámbito local, provincial e interprovincial”. Su
implementación en el ámbito provincial se organizó bajo una conducción provincial y un equipo
de conducción regional, mayoritariamente conformado por trabajadoras/es sociales, que
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convocó a otros/as profesionales -médicos/as, psicólogos/as, docentes- de las siete regiones en
donde se lo ejecutó.
Su objetivo original -el fortalecimiento de la función materna- fue rediseñado por el equipo
de conducción orientándolo en dos sentidos:
1. el fortalecimiento subjetivo -desde una perspectiva de género-; y
2. la capacitación en planificación y gestión.
En el primer eje, se privilegió el trabajo en torno a la recuperación de los valores propios de
los grupos de mujeres involucradas en el Programa -más allá de su condición de madres- y hacia
el potenciamiento de la creatividad.
En el segundo eje, se enfatizó en la transmisión de herramientas de planificación y gestión
que dotaran a las mismas de los recursos necesarios -materiales y simbólicos, subjetivos y
sociales- para formular, hacer viables y ejecutar proyectos específicos en su medio local/regional.
A modo de evaluación, una viñeta... se preguntó a un grupo de mujeres de Reconquista, en
el momento en que presentaban públicamente una serie de proyectos formulados por ellas y
a punto de ser ejecutados en el ámbito municipal, qué era lo que habían recibido del Programa
en este proceso, dada la idoneidad con que habían trabajado, y la respuesta fue “confianza en
nosotras mismas”.
Las intervenciones profesionales del Trabajo Social en distintos campos involucran a
actores sociales -individuos, grupos, organizaciones y/o comunidades- caracterizados por la
exclusión social y/o vulnerabilidad, en tanto ostentan -en distinto grado- precarización laboral
y fragilidad en las relaciones sociales. Las mismas están –deberían estar- orientadas a dotarlos/
as de herramientas de acceso a lo que Mario Rovere denomina recursos críticos, es decir, “todo
recurso imprescindible para un proyecto u operación pero que el actor que planifica no controla”
(ROVERE, 1993: 105), aquellos recursos de los que el actor o actores involucrados carecen y
que se encuentran en manos de otros actores -“gerentes” de los sectores gubernamentales
o no gubernamentales, organismos públicos o empresas privadas-, lo que los convierte en
herramientas de poder y, por lo tanto, de producción y reproducción de las situaciones de
vulnerabilidad y exclusión. El proceso de apropiación de esos recursos críticos, por parte
de quienes no los detentan, para el logro de sus objetivos, va configurando un cambio en las
relaciones sociales -de fuerza a la manera gramsciana, de poder al modo foucaultiano- entre los
diversos actores sociales
“Una vez instalado este proceso, una vez que se pone en manos de la población en
situación de vulnerabilidad los dispositivos, los instrumentos, las herramientas más
sensibles para su autoafirmación, para la construcción de las posibilidades de su
desarrollo subjetivo, para confirmar y aumentar sus potencialidades, los resultados
son absolutamente espectaculares” (GONZÁLEZ-SAIBENE, 2005ª, 98).
y confirmarán la resolución del conflicto original por medio de la modificación de las
relaciones sociales -siempre relaciones de fuerza, de poder...-.
“Es por ello que las políticas públicas y los programas locales, provinciales, nacionales
e internacionales ponen énfasis -un énfasis todavía restringido- en los procesos de
capacitación o, en términos más actuales, de facilitación. No en vano desde hace
siglos el cogito cartesiano, ese famoso “pienso luego existo” -aunque discutible y
cuestionado en espacios filosóficos y académicos- lidera el mundo del pensamiento
moderno” (ibídem).
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El Mito del “Objeto” en Trabajo Social, por Alicia González-Saibene
Así, la intervención profesional del Trabajo Social encuentra su “especificidad” en el conjunto
de estrategias diseñadas -planificadas, proyectadas- a fin de trabajar con los sujetos afectados
por la exclusión y la vulnerabilidad social, con el propósito de lograr su inclusión32.
El/la trabajador/a social, en tanto miembro del estamento profesional de los organismos
gubernamentales -municipales, provinciales, nacionales o internacionales-, o de las
organizaciones no gubernamentales, en síntesis, de los espacios políticos destinados a
la implementación de políticas sociales, se caracteriza por su incidencia, con objetivos de
modificación/resolución/superación, en situaciones particulares33 en las que las relaciones
sociales -subjetivas e intersubjetivas, familiares, intersectoriales, de clase, de edad, de género,
de etnia, de orientación sexual- de y/o entre los diversos actores con los que se relaciona en
términos de intervención profesional se encuentran empobrecidas, vulneradas, dañadas,
fragmentadas o quebradas. En síntesis, con los excluidos... -del sistema productivo, del núcleo
familiar, de los beneficios de género, del medio socioeconómico o cultural, de la orientación
sexual “correcta”...-.
En esta línea argumental, el horizonte de intervención se recorta en la potenciación
del capital participativo orientado a la construcción ciudadana, entendiendo por tal el pleno
desarrollo de la libertad personal, la autodeterminación, el ejercicio responsable de derechos,
lo que significa poner en juego la capacidad de elección, y ello implica la posibilidad de decidir.
Entiendo por tal la idea de una identidad histórica, social, teórica y políticamente construida.
32
. Estrategias que se elaboran a partir de una profundización del conocimiento de la situación -de cada situación- y,
especialmente, de los objetivos que a partir de dicho conocimiento se diseñan para alcanzar la modificación, resolución
o superación del conflicto original -dependiendo de la perspectiva o enfoque político-epistemológico desde la cual se
aborda la intervención-.
33
. “… cualquier situación de intervención, particular por definición aunque inmersa en la dialéctica universal-particularsingular…” (GONZÁLEZ-SAIBENE, 2011: 233).
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RUMBOS TS, año IX, Nº 10, 2014
La Universidad y el Cientista Social como Formadores
Sociales, en el Escenario Neoliberal. Un Análisis Crítico
sobre Ciudadania y Responsabilidad Social*
University and Social Scientist as Trainers in the Stage Neoliberal.
Un Critical Analysis of Citizenship and Social Responsibility
Fecha de recepción: 15-Noviembre-2014/ fecha de aprobación: 5-Diciembre-2014
Carlos Montaño1
Resumen
El presente texto busca tratar críticamente el papel de la Universidad y particularmente del
Científico Social, en cuanto intelectual, en sus funciones para la formación profesional y ciudadana,
la producción y divulgación de conocimiento, y en su función extensionsita.
De esta forma, se trata el conocimiento y el lenguaje y su potencialidad, sea para desvelar, sea para
ocultar y mistificar la realidad. Aquí verificamos cómo la racionalidad positivista, hegemónica en la
constitución de las disciplinas sociales en las universidades y la formación disciplinaria, y la
racionalidad pós-moderna, como pensamiento hegemónico en la actualidad, tienden a fragmentar
la realidad y por lo tanto contribuyen más con el ocultamiento que con el desvelamiento de la
realidad social.
Por su turno, verificamos la formación de un lenguaje, hoy de uso generalizado entre la
intelectualidad (en la universidad y por parte de los científicos sociales y actores sociales) que,
oriundo de las banderas progresistas, tiende a ocultar el verdadero sentido de proyectos afinados
al neoliberalismo, legitimando su aplicación: así, un lenguaje de izquierda que oculta y legitima
proyectos de derecha.
A seguir, problematizamos, en el contexto de las tensiones y luchas sociales, bajo la hegemonía
neoliberal, un proceso de cooptación y pacivización del intelectual y el militante de “izquierda”.
Este proceso constituye un aspecto central en la legitimación y envolvimiento popular con
proyectos funcionales a la ideología neoliberal.
Entendemos que existe una relación entre la ideología neoliberal y la racionalidad pós-moderna,
en la medida en que confluyen en los proyectos que sustentan la auto-responsabilización del
indivíduo, la des-responsabilización del Estado y la des-gravación (reducción de los gravámenes)
del capital.
Así, finalizamos este trabajo, analizando, a partir de la identificación de diferentes proyectos
sociales, la cuestión de la Ciudadanía y de la llamada Responsabilidad Social.
Palabras Claves: Formación Social, Ciudadanía, Responsabilidad Social, Análisis Crítico
1
Doctor en Servicio Social por la Universidad Federal do Rio de Janeiro (UFRJ, Rio de Janeiro, 2001). Profesor Asociado e
Investigador de la misma Universidad. Graduado en Servicio Social por la Universidad de la República (UdelaR, Montevideo-Uruguay, 1989). Realizó estudios de post-doctorado en el Instituto Superior Miguel Torga (ISMT, Coimbra-Portugal,
entre 2009 y 2010). Autor, entre otros, de los libros Microempresa na era da globalização (Cortez, 1997); La naturaleza
del Servicio Social (São Paulo, Cortez, 1998 y 2007); Tercer Sector y Cuestión Social (Cortez, 2002 y 2005) y Estado, Classe
e Movimento Social (Cortez, 2010) y organizador de las coletaneas: La Política Social hoy (Cortez, 2000); Metodología y
Servicio Social hoy en debate (Cortez, 2001); Servicio Social Crítico (Cortez, 2003) y Coyuntura Actual, Latinoamericana
y Mundial (Cortez, 2009). Coordinador de la Biblioteca latinoamericana de Servicio Social (Cortez). Profesor visitante y
conferencista en diversos países de América Latina. Fue Miembro de la Dirección Ejecutiva de ALAEITS (2006-2008) y
Coordinador Nacional de Relaciones Internacionales de la ABEPSS (Brasil, 2008-2010 y 2011-2012). Coordina el Núcleo
de Estudios Marxistas sobre “Política, Estado, Trabajo y Servicio Social” (PETSS-ESS-UFRJ).
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RUMBOS TS, año IX, Nº 10, 2014. pp. 38-52
ABSTRACT
This paper seeks to critically address the role of the university and particularly the Social Scientist,
as intellectual, to hold office for professional and civic education, production and dissemination of
knowledge, and its extensionsita function.
Thus, knowledge and language and its potential is, whether to reveal, is to hide and mystify reality.
Here we check how positivist rationality, hegemonic in the constitution of the social sciences in
universities and disciplinary training, and post-modern rationality as hegemonic thinking today,
tend to fragment reality and therefore contribute more to the concealment with the unveiling of
social reality.
In his turn, verify the formation of a language widely used today among the intelligentsia (in
college and by social scientists and social actors) that native progressive flags, tends to obscure
the true sense of refined projects neoliberalism, legitimizing their application: thus, a language
that hides left and right legitimizes projects.
Next, we question, in the context of tensions and social struggles under the neoliberal hegemony,
a process of cooptation and pacivización intellectual and militant “Left”. This process is a central
aspect of legitimacy and popular involvement with the neoliberal ideology functional projects.
We understand that there is a relationship between the neoliberal ideology and pós-modern
rationality, to the extent that converge in projects that support self-empowerment of the
individual, de-responsibility of the state and the de-taxation (reduction of taxes ) of the capital.
So, we end this paper, analyzing, from the identification of different social projects, the question of
Citizenship and Social Responsibility call.
Keywords: Social Education, Citizenship, Social Responsibility, Critical Analysis
I. Conhecimento e linguagem: a função de desvendar ou de ocultar o real
E
xiste, como exigência para perpetuar a hegemonia, entendida na sua acepção
gramsciana, a necessidade de desenvolver a direção social para além da mera (porém
sempre presente numa sociedade de classes) coerção. No atual contexto de crise
sistêmica, a (fração de) classe hegemônica deve inserir seu projeto de reestruturação sistêmica
(neoliberal) com o mínimo de resistência e oposição possível; este projeto deve possuir um
mínimo razoável de legitimidade e aceitação social.
Mas, como gerar aceitação de um projeto claramente regressivo no que se refere a direitos
e conquistas trabalhistas, políticas e sociais? A reforma do capital, orientada pelos padrões
neoliberais (e, com suas particularidades, no caso latino-americano, condicionada pelo Consenso
de Washington), leva ao aumento do desemprego estrutural, à radical transformação das relações
de trabalho com perda de direitos trabalhistas conquistados, ao esvaziamento da capacidade
democrática real de uma sociedade comandar minimamente seu destino, à eliminação do “pacto
social” que sustentou um Estado (e também através dele, toda a sociedade) respondendo às
necessidades populacionais e industriais etc. Como gerar então aceitação deste processo de
precarização das condições de trabalho, da instabilidade do emprego, da eliminação de direitos
conquistados, da redução de salário real e dos serviços públicos, da transferência para o controle
do capital privado/estrangeiro o que era de controle social/estatal?
Essa questão constituiu um desafio significativo para a consecução do projeto hegemônico
de reestruturação do capital, sob comando neoliberal.
A resposta, para além da obvia repressão, é tanto a expansão de uma racionalidade
hiper-desarticuladora e fragmentadora da totalidade social – seja pela razão formal-abstrata:
positivismo, neopositivismo, sistemismo etc., seja pela chamada razão “pós-moderna” –, como
a imposição de um “linguajar” que ideologicamente2 leve a uma forma fetichizada e reificada
2
. Na acepção marx-engelsiana de ideologia, como “falsa consciência” (ver Marx e Engels, 1977).
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La Universidad y el Cientista Social como Formadores Sociales, en el Escenario Neoliberal. Un Análisis Crítico sobre
Ciudadania y Responsabilidad Social, por Carlos Montaño
de visão da realidade, ocultando o verdadeiro sentido das reformas e mostrando-as como
“vontade popular”. Uma linguagem, portanto, que esconda seu caráter de classe, que “importe”
os termos das velhas bandeiras progressistas (democracia, justiça, poder social, popular,
solidário, participativo etc.), mas as reconfigure com outros conteúdos, agora sim funcionais aos
interesses conservadores ou restauradores da grande burguesia, mas neste caso escondido nos
discursos de setores da esquerda. Vejamos melhor.
I.1) O intelectual e as visões fragmentadas da realidade: as racionalidades formalabstrata e “pós-moderna”. Na produção e divulgação de conhecimento sobre o real, o intelectual
tem papel destacado. Vejamos como, ao produzir conhecimento, o intelectual, e dentre eles
o “cientista social”, tem tido uma visão fragmentada do real, e portanto, tem desenvolvido e
reproduzido, tendencialmente, um conhecimento fragmentado.
Assim, o intelectual (“orgânico” ou não) já nasce, no presente, imbuído de uma tendencial
cultura positivista (enquanto principal expressão da razão formal-abstrata), que visa a
segmentação da realidade em esferas sociais (“objetos específicos”), constituindo, a partir
desta segmentação, “campos de saber” e “disciplinas sociais” específicas. É o que Lukács chama
das “Ciências Sociais Particulares” (a este respeito, ver Lukács, 1992 e Coutinho, 1994, p. 91 e
ss.).
Ao estudar “a divisão social do trabalho”, Lukács mostra como para os anticapitalistas
românticos “a especialização cada vez mais estreita é o ‘destino’ da nossa época, um destino do
qual ninguém pode escapar. Em favor desta concepção, adota-se frequentemente o argumento
de que a extensão da ciência moderna atingiu uma amplitude que não mais permite à capacidade
de trabalho de um só homem dominar enciclopedicamente todo o campo do saber humano”
(Lukács, 1992, p. 122). Assim, por exemplo, a sociologia
“surge como ciência autônoma porque os ideólogos burgueses pretendem estudar as
leis e a história do desenvolvimento social separando-as da economia. A tendência
objetivamente apologética desta orientação não deixa lugar a dúvidas. Após o
surgimento da economia marxista, seria impossível ignorar a luta de classes como
fato fundamental do desenvolvimento social, sempre que as relações sociais fossem
estudadas a partir da economia. Para fugir desta necessidade, surgiu a sociologia
como ciência autônoma; quanto mais ela elaborou seu método, tão mais formalista
se tornou, tanto mais substituiu, à investigação das reais conexões causais na
vida social, análises formalistas e vazios raciocínios analógicos. (...) Assim, como
a sociologia deveria constituir uma ‘ciência normativa’, sem conteúdo histórico e
econômico, do mesmo modo a História deveria limitar-se à exposição da ‘unicidade’
do decurso histórico, sem levar em consideração as leis da vida social” (Lukács, 1992,
p. 123).
Acrescenta Lukács, em outro texto, que “o nascimento da sociologia como disciplina
independente faz com que o tratamento do problema da sociedade deixe de lado a sua base
econômica; a suposta independência entre as questões sociais e as questões econômicas
constitui o ponto de partida metodológico da sociologia.” (idem, 1992, p. 132). De tal forma,
as crises geradas pelas dissoluções da escola ricardiana e do socialismo utópico “põem fim à
economia burguesa no sentido dos clássicos, ou seja, no sentido de ciência fundamental para o
conhecimento da sociedade. Por um lado, nasce a economia burguesa vulgar (...); por outro lado,
nasce a sociologia enquanto ciência do espírito desvinculada da economia.” (idem, p. 132).
Como expressa esse autor, ao analisar as leis que regem o sistema capitalista, “essa ‘lei’
(...) terá que ser [por um lado] uma lei das ‘contingências’ que reagem reciprocamente e não a
de uma organização realmente racional. Por outro lado, este sistema de leis não apenas deve
impor–se aos indivíduos: terá também que não ser nunca susceptível de um conhecimento
integral e adequado, por que o conhecimento integral da totalidade asseguraria ao sujeito
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desse conhecimento uma tal posição de monopólio que tanto bastaria para suprimir a economia
capitalista” (Lukács, 1974, p. 117).
Desta forma o positivismo, entanto razão formal-abstrata, se apresenta como a
racionalidade hegemônica da cultura “oficial” do mundo ocidental, dada a sua funcionalidade com
a ordem burguesa. Assim, segmentada a realidade em “esferas” autonomizadas – a econômica
(como sendo o campo das relações entre atores que ocupam lugares diferentes no processo
produtivo; sem classes, nem lutas de classes, nem interesses contrapostos – despolitizando
este espaço, convertendo a “economia política” em “economia vulgar”, quase identificável à
contabilidade, à engenharia industrial e à administração), a política (como sendo o espaço das
lutas de interesses, mas que, por serem deseconomizados – retirada a conexão econômica, das
classes, em relação a esses interesses –, elas são entendidas como sendo operadas na órbita do
Estado e/ou da sociedade civil, e não da produção, e entre partidos políticos e/ou movimentos
sociais, e não classes sociais), a social (como sendo a interação entre indivíduos no seu espaço
cotidiano, despolitizado e deseconomizado) – opera-se, portanto, a desistoricização do social:
o “sistema” não mais pode ser alterado na sua totalidade; a revolução e a transformação
desaparecem como opção ou possibilidade histórica; só é possível alterar, controlar ou manipular
“variáveis”, “disfunções”, “partes” do todo, permanecendo o sistema no seu “natural equilíbrio”.
Surge o conhecimento fragmentado em lugar da perspectiva de totalidade; surgem as teorias da
“mudança” substituindo a perspectiva de revolução.
Para isto, a forma de conhecimento produzido sobre esta “história natural da sociedade”
deve ser fragmentária e fenomênica: surgem e se desenvolvem as ciências sociais particulares
como disciplinas que repartem entre si o conhecimento (parcial e fenomênico) dos “retalhos de
realidade”, e o conhecimento fragmentário da realidade é dissociado da intervenção, tomada
como uma manipulação “corretiva” de variáveis destas frações do real (ou “realidades”).
Assim, a hegemonia do sistema capitalista consolidado se mantêm não apenas com a
coerção, mas precisa de certo grau de aceitação geral (ver Marx e Engels, 1977), de consenso
(ver Gramsci). Desta forma, a ideologia, os valores e normas burgueses devem ser incorporados
pelo conjunto da população como “cultura oficial”, o que obriga à classe hegemônica a dois
artifícios: a “naturalização” e o ocultamento ou até fetichização daqueles. Os valores e
normas “naturalizados” e “fetichizados” são, então, desistoricizados; nesse sentido, são vistos
como naturais e incompreensíveis ou indecifráveis, portanto, imutáveis. A forma de fazer
isso é desenvolvendo um tipo de racionalidade que seja ao mesmo tempo segmentadora e
manipuladora do real.
Se o positivismo foi a racionalidade hegemônica, dada a sua funcionalidade com o tipo
de conhecimento compatível com os interesses do capital, hoje o pensamento pós-moderno
apresenta-se como nova racionalidade hegemônica, que não apenas fragmenta o real em
esferas isoladas, mas que pulveriza a realidade, retirando sua objetividade, transformando
agora o real em “as realidades” vividas, sentidas (ver Jameson, 1996 e Harvey, 1993).
• O intelectual (o cientista social particularmente) para fugir desta armadilha, desta
“gaiola de ferro” positivista e/ou pós-moderna, deve incorporar e desenvolver: 1) uma
visão de totalidade, 2) um pensamento crítico, 3) uma perspectiva de transformação
social.
I.2) A função ideológica do novo linguajar: a linguagem de esquerda e o projeto de
direita. O conhecimento produzido (fragmentado ou não, funcional à reprodução da ordem
ou à sua transformação), para ser apropriado pelos demais, é divulgado mediante um tipo de
linguagem, que ainda pode ajudar tanto à apreensão fiel do real quanto à sua mistificação.
Nesse sentido a linguagem tem um papel destacado, e no contexto atual, para legitimar as
transformações antipopulares, os setores hegemônicos desenvolvem um novo linguajar.
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Efetivamente, a (nova) nomenclatura, o (novo) linguajar, deve camuflar o verdadeiro
conteúdo regressivo e antipopular dessas reformas e mostrá-las como adequações,
melhoramentos, modernizações, como respostas às necessidades populares. Como afirmam os
editores argentinos de Petras, o fio condutor do pensamento deste autor nas suas conferências
nesse país mostra “a convicção de que a hegemonia cultural conquistada pelo imperialismo entre
os intelectuais [e a população em geral], incluídos os de esquerda, tem imposto uma linguagem
adrede eufemística que obscurece intencionalmente a compreensão do mundo real” (in Petras,
2000, p. 8). Ou, nos próprios termos de Petras, “o problema básico é que parte da hegemonia
recentemente conquistada pelo capital é encontrada no uso de linguagem e termos analíticos
que obscurecem as relações reais, os processos de exploração social e a reconcentração de
poder social” (Petras, 1999, p. 55).
Por tanto, este linguajar deve ir além da direita e grupos dominantes, e penetrar até na
esquerda e nos setores “populares”, pois, nos termos de Petras, “o retrocesso dos direitos sociais
e trabalhistas ... não poderia acontecer usando linguagem de auto-interesse dos capitalistas”;
desta forma, continua, “uma nova linguagem, que em alguns casos emprestou termos
essenciais da Esquerda foi elaborada”; o objetivo, afirma nosso autor, nesta “tarefa ideológica
de mistificação científica”, foi “criar uma linguagem e conceitos que parecessem ser técnicos
ou apolíticos, que parecessem ser divorciados de interesses de classe às quais eles serviam”
(idem, p. 62). Assim, para este autor, “as ONGs utilizam [e divulgam] a linguagem da Esquerda:
‘poder popular’, ‘delegação de poderes’, ‘igualdade de gênero’, ‘desenvolvimento de base’, etc.
O problema é que essa linguagem está ligada à estrutura de colaboração com os doadores e
órgãos governamentais que subordinam a atividade prática às políticas de não-enfrentamento”
(idem, p. 48). Estes termos, em geral oriundos do pensamento progressista, das lutas históricas
das esquerdas, são reconceituados em função dos interesses hegemônicos do grande capital,
para este novo conteúdo conservador ou regressivo, poder ser melhor aceito entre os setores
subalternos, oprimidos, explorados.
Por outro lado, em muitos casos, com as melhores intenções de superar preconceitos e
formas de discriminação social, substituem-se termos considerados “preconceituosos” por
outros “politicamente corretos”. Assim: o “velho” por “adulto maior”, o “paraplégico” por “portador
de necessidades especiais”, a “maioridade” pela “melhor idade”, o “negro” por “afro-descendente”,
o “favelado” por “morador de comunidade”.3 Sem questionar o fato real das palavras portarem os
preconceitos e discriminações que as criam, a mudança de termos pouco altera a questão de
fundo, mas ao contrário, acaba por ocultá-las; a discriminação e o preconceito persistem, mas
agora de forma disfarçada, camuflada na nova palavra considerada “politicamente correta”.
Assim, a classe dominante, para ocultar e legitimar seus projetos, se vale tanto das palavras
e termos oriundos das esquerdas, das históricas bandeiras progressistas – “democratização”,
“popular”, “solidário”, “empoderamento”, “igualdade”, “participativo” –, mas esvaziando e
refuncionalizando seus conteúdo, quanto dos termos “politicamente corretos”; ambos de uso
cotidiano da intelectualidade e militância de uma “esquerda possibilista”.
Desenvolve-se, assim, nestes intelectuais e militantes – parafraseando Lukács em A Teoria
do Romance –, uma linguagem de esquerda escondendo um projeto de direita.4
Hoje, a esquerda e a direita falam nos mesmos termos. Esse é o grande papel ideológico e
mistificador da nova nomenclatura: converter o projeto que responde aos interesses da fração
de classe dominante em um projeto aceito por todos, ao entoarem os “cânticos das Sereias”.
A função ideológica da “palavra” aqui expressa seu lado opressor: quem detém o saber,
quem controla a linguagem, tem trilha aberta para dominar o outro. Vejamos alguns exemplos:
3
. Até criou-se uma “Cartilha do Politicamente Correto”; ver em: <http://pt.wikipedia.org/wiki/Politicamente_Correto_%26_Direitos_Humanos> (acesso em abril de 2013).
4
. Aponta Lukács, em A Teoria do Romance, a coexistência de “uma ética de esquerda e uma epistemologia de direita”
(1963: 18).
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Primeiramente, termos como “ajuste estrutural”, “reforma do Estado”, “programa de
estabilização”, “reforma da previdência” e “reforma tributária”, “privatização participativa”,
“iniciativa privada”, visam a ocultar o caráter classista e regressivo de um processo de
transformação estatal-legal (a contra-reforma do Estado) orientado por interesses das
frações hegemônicas do capital, e os mostra como aggiornamenti necessários e naturais aos
tempos modernos, como “ajustes técnicos”, não políticos. O “ajuste”, que visa efetivamente à
reconcentração da renda e da propriedade, e o enfraquecimento dos trabalhadores e seus
direitos sociais adquiridos (ver Petras, 1999, p. 63), acaba por se mostrar como necessário e
benéfico para a população.
Da mesma forma, o termo “terceira via” ou mais recentemente o conceito de “neodesenvolvimentismo”, usado para denominar um projeto social supostamente nem socialista
nem neoliberal ou um desenvolvimentismo em contexto de crise, respectivamente, esconde
que se trata, na verdade, de correntes inteiramente neoliberais, que procuram “corrigir” certas
carências do modelo neoliberal implementado nos anos 80 (nos países centrais) e 90 (na
periferia). Com isto, pretende-se adesão a tal corrente por parte de quem está desiludido e
frustrado com os resultados do modelo neoliberal ortodoxo, sem aderir ao projeto socialista.
Por seu turno, no aspecto mais econômico-produtivo, termos como “reestruturação
produtiva”, “flexibilização do contrato de trabalho” (que escondem a precarização), “Qualidade
Total” (que escamoteia a intensificação do trabalho), “engajamento” (disfarçando o objetivo de
motivar o trabalhador para dar tudo de si pela empresa), “terceirização das relações de trabalho”
(ocultando a perda da estabilidade no emprego), em fim, estes termos escondem a verdadeira
queda na qualidade de vida do trabalhador, o esvaziamento de seus direitos e garantias e sugere
relações não conflitivas, flexíveis, de interesses comuns e cooperação entre as classes. Assim, a
reestruturação no espaço da produção deixa de ser vista como um jogo de poderes e interesses,
e passa a ser concebida como “reformas”, alterações impessoais, naturais, necessárias, como
mudanças de peças num tabuleiro, aparentemente sem ator, sem sujeito.
O termo “globalização” merece destaque. Segundo Chesnais, “quando se fala em
mundialização do capital (ou quando se dá um contexto mais rigoroso ao termo inglês de
‘globalização’), se está designando bem mais do que apenas outra etapa no processo de
internacionalização, tal como conhecemos a partir de 1950. Fala-se, na verdade, numa nova
configuração do capitalismo mundial e nos mecanismos que comandam seu desempenho e
sua regulação” (1996, p. 13). Porém, como claramente expressa o autor, as palavras “global”
e “globalização”, diferentes do conceito de “mundialização do capital”, não são neutros,
mas utilizados para manipular o imaginário social (idem, p. 24). Ao mesmo tempo, o termo
“globalização” serve para esvaziar o caráter histórico de um processo apresentado como natural
e inalterável, propiciando a resignação e a “ideologia do possibilismo” político-econômico;
ou, segundo Petras, “o termo não possui referente histórico e especificação sociológica das
classes dominantes, Estados e instituições econômicas que estão dirigindo e se beneficiando
do processo. Ideólogos globalistas usam o termo como um conceito abstrato, e o descrevem
como um processo inevitável e irresistível” (Petras, 1999, p. 64); sendo que, para ele, o termo
que descreve bem as relações entre classes e entre Estados é o imperialismo (idem, p. 65).
Na verdade, para este autor, “a ‘globalização’ atual é uma extensão das políticas imperiais ...”
(ibidem).
Por outro lado, fala-se hoje, entre setores da esquerda, não mais de “lutas de classes”
mas de “lutas sociais”; estas, muitas vezes, em substituição do primeiro termo e esvaziadas
de qualquer determinação econômica ou de classe. Ora, se as lutas sociais não se esgotam na
determinação de classe, sem esta última estaremos reduzindo aquele conceito a meros conflitos
pontuais que em nada questionam a ordem. Com o esvaziamento da determinação de classe
torna-se o conceito de luta como algo desarticulado dos fundamentos e da estrutura capitalista
(ver Montaño e Duriguetto, 2010, p. 117-20).
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Particularmente no contexto da luta pela hegemonia na sociedade civil, empregam-se
ideologicamente os termos “publicização” (disfarçando que se trata da privatização dos serviços
públicos), “parceria” (escamoteando o repasse de verbas do Estado para o âmbito privado),
“empresa cidadã” (para designar o que na verdade é uma empresa que investe na sua imagem,
no “marketing social”), “solidariedade” (induzindo a pensar que o Welfare State não tinha como
sustentação um tipo de solidariedade, não individual mas sistêmica). Procura-se, com isto, um
deslocamento das lutas e enfrentamentos entre classes (que visam ora a superação da ordem,
ora a limitação da exploração capitalista) para uma ação integradora e não conflitiva entre as
“classes”, vistas como “parceiras” na “luta” de combate à pobreza, à fome etc. (ver Montaño,
2002, p. 45-8 e 165-69).
Neste particular, hoje emprega-se (inclusive por setores da esquerda “possibilista”) o
termo de “exclusão social”, em clara substituição da (supostamente limitada ou até inexistente)
categoria de “exploração”, para designar as situações particulares dos setores carentes.
Isto estaria justificando a existência de uma “nova questão social”. Ora, com esse linguajar,
a suposta “nova questão social”, tida como novas problemáticas que afetam a população na
atualidade, além de segmentar e isolar ainda mais essas situações pontuais, não permite vêlas como manifestações, consequências da velha (e estrutural) “questão social”, derivada essa
da contradição central capital-trabalho. Essas ditas “novas questões sociais” nada teriam a
ver com tal contradição classista e sistêmica. Por seu turno, falar de “exclusão social”, no lugar
de “exploração”, permite uma resposta aceitável e compatível com a manutenção do sistema.
Efetivamente, enquanto a “exclusão” se resolve com a “integração” ou “inclusão”, portanto,
sem questionar a ordem, a “exploração” exige para sua superação a eliminação das relações
capitalistas. Esta categoria, a diferença daquela de atual uso corriqueiro, faz referência às
contradições sistêmicas.
Também, o novo linguajar hegemônico emprega o termo “capital” adjetivado-o de “social”,
“humano”, “intelectual”, “cultural”, “ecológico” etc., escamoteando a determinação desse
termo sobre um sistema que leva seu nome. O termo capital assim empregado perde seu
poder heurístico no desvelamento dos fundamentos da sociedade comandada pelo capital: a
exploração da força de trabalho (ver Montaño e Duriguetto, 2010, p. 77-9).
Vivemos, portanto, numa era onde tudo tende a ser fetichizado, ideologizado, reificado,
mistificado, naturalizado, fragmentado, ocultando-se assim o verdadeiro significado das coisas.
A figura revolucionária do “Che” Guevara é transformada comercialmente num ícone de uma
espécie de “rebeldia juvenil”; as bandeiras e discursos de esquerda são, mantidos os termos,
alterados nos seus conteúdos; prega-se o “fim das ideologias”, das contradições e da história,
como se não houvesse mais direita e esquerda, a “crise de paradigmas”. As palavras hoje têm
mais a utilidade de esconder do que desvelar. Essas palavras são os versos do “Canto das Sereias”.
• Combater esta armadilha do novo linguajar exige do intelectual (e do militante) engajado
com os “setores subalternos” a astúcia de compreender o real sentido dos termos à luz
da sua inserção na totalidade social, explicitando seus promotores, os interesses que
expressam, e os que escondem, as contradições e lutas que ocultam; deve pensar os
termos à luz da crítica radical.
II. A esquerda, o intelectual e as lutas pela hegemonia: o processo de cooptação e
pacivização do intelectual e do militante de “esquerda”
A organização e lutas de classe, e as escolhas políticas sobre táticas e estratégias sempre
estão ligadas ao grau de consciência de classe dos militantes políticos, e portanto ao papel do
intelectual. A forma de conhecimento da realidade produz formas de consciência da realidade,
o que se relaciona com a organização e as lutas. Assim, também neste processo de lutas, o
intelectual tem um papel destacado na produção e divulgação do conhecimento, orientado este
para a crítica ou para a mistificação da realidade. Assim, atacar ou cooptar o intelectual (inclusive
o de esquerda) é tarefa fundamental para os setores hegemônicos.
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Vejamos, então, quando e como este intelectual de “esquerda” tende a ser atacado/
cooptado pelos grupos hegemônicos.
Seguindo James Petras (2000, p. 89 e ss.), ao tratar do “imperialismo e os intelectuais”,
o contundente êxito ídeo-político do grande capital transnacional e do imperialismo tem
acontecido pela capacidade de captar a adesão de vários intelectuais latino-americanos. Isto tem
sido possível, segundo o autor, por ter conseguido a) dissociar o intelectual das lutas populares e
b) substituir o papel do intelectual (engajado) pelo de consultor (neutro).
O autor identifica três momentos em que o imperialismo norte-americano tem tentado
cooptar os intelectuais da América Latina (idem, p. 89-92):
a) No período de 1948 a 58 – após a II Guerra Mundial, e durante a primeira fase
da Guerra Fria, com o objetivo de esfriar a influência do “exemplo soviético”,
particularmente com o “macarthismo”5. Cooptava-se o intelectual pela indução ao
medo, pela repressão, pela perseguição política.
b) No período de 1959 a 79 – após a Revolução Cubana, agora visando
fundamentalmente reverter a tendência de generalizar a revolução na América
Latina. Estimula-se o “desenvolvimentismo” no continente, mediante a Aliança
para o Progresso; promove-se um processo de reformas, para esfriar a tendência à
revolução; o governo de Washington aproxima-se da “nova esquerda” ou “esquerda
democrática”, com o objetivo de diminuir a influência da “esquerda comunista” ou da
“esquerda radical” (a exemplo do “Maio Francês” de 1968). Promove-se, após isto,
ditaduras militares por quase todo o sub-continente (Paraguai: de 1954 até 3 de
fevereiro de 1989; Guatemala: 1960 a 1986; El Salvador: 1962 a 1975; Brasil: de 31
de março de 1964 a 1985; Honduras: 1963 até 1980; Panamá: 1968 a 1989; Bolívia:
agosto de 1971 a 1978; Chile: 11 de setembro de 1973 até 11 de março de 1990;
Uruguai: 27 de junho de 1973 até 1985; Peru: 1975 a 1980; Argentina: 24 de março de
1976 a 10 de dezembro de 1983).
c) No período desde meados dos anos 80 até a atualidade – com a crise do chamado
“Socialismo real”, com o retorno de intelectuais exilados na Europa, num contexto
de crise capitalista, fomentam-se as Fundações e a re-vinculação acadêmica
desses intelectuais; as palavras de ordem passam a ser a “democratização”
(porém, esvaziada de seu conteúdo político-instrumental), e a “mudança pacífica”.
Substitui-se, na linguagem acadêmica, a revolução pela “mudança”, a contradição
pela “parceria” e “negociação”, a mundialização do capital e o imperialismo pela
“globalização” (naturalizada, sem sujeito aparente), a sociedade civil (como espaço
de contradição e luta pela hegemonia) pela noção abstrata de “sociedade civil
organizada” (despolitizada e supostamente homogênea) ou pelo “terceiro setor”,
a categoria exploração pelo conceito de “exclusão social”, o capital pelo “capital
social” ou “humano”, as lutas de classes pelo “empoderamento” dos pobres, a classe
trabalhadora pela noção de “população” ou “cidadão”, o protagonismo do movimento
operário pelas ONGs.
Tal substituição conceitual/categorial, envolve, primeiramente, uma significativa
alteração heurística; ou seja, não se trata apenas de “linguagem”, de “termos”, mas do arsenal
heurísticos, dos instrumentos de que dispomos e usamos para a compreensão da realidade6. Em
segundo lugar, esta substituição projeta uma alteração significativa nos objetivos e finalidades
5
. O Macarthismo foi um movimento político anticomunista desencadeado nos EUA depois da II Guerra Mundial pelo senador republicano Joseph McCarthy. Durou até o final dos anos 50 e caracterizou-se pela perseguição implacável a todos
os comunistas e simpatizantes com base principalmente na delação.
6
. É significativamente diferente pensar a realidade mediante categorias como “exploração”, “contradição”, “lutas de classes”, “imperialismo” etc., do que se valendo dos conceitos de “exclusão social”, de “paradoxo”, “harmonia” ou “parceria”,
“ação social”, “globalização” etc.
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militantes: renunciando ao projeto socialista, aos objetivos anticapitalistas ou até trabalhistas,
e se reorientando para o campo das ideologias subjetivistas, para as ações afirmativas, para as
necessidades imediatas (e desarticuladas).
Os intelectuais e os militantes cooptados por esta sedutora proposta (que articula
“linguagem de esquerda” com inserção e financiamento a Fundações e ONGs como o caminho
para a democratização), como veremos a seguir, encantam-se com a ideologia do “Terceiro
Setor” e incorporam seus “novos projetos”: o “Empoderamento” / a “Responsabilidade Social
Empresarial” / a “Inclusão Social” pela cultura e pela educação / o Estímulo ao “Capital Social”
/ a “Economia Solidária” / o “Fortalecimento da Sociedade Civil Organizada” / a Ampliação das
Ações do “Terceiro Setor” ou das ONGs / A “Humanização do Capital”, o “Capitalismo Verde” e
a produção “auto-sustentada” ... tudo dentro tanto de uma racionalidade positivista, como
liberal e até pós-moderna, mas funcional aos interesses do projeto neoliberal, de autoresponsabilização dos sujeitos, de desresponsabilização do Estado e de des-oneração do
capital. Estes, portanto, não são projetos societários, mas inserem-se (ou se tornam funcionais)
claramente como sub-projetos nos valores e interesses do projeto neoliberal.
Se seus conteúdos são nitidamente funcionais ao interesses hegemônicos da burguesia,
seus divulgadores e promotores são atores oriundos de setores populares e/ou da “esquerda
possibilista”; ou seja, se estes sub-projetos tem como sujeito a alta burguesia, por responder
diretamente aos seus interesses de classe, eles tem como divulgadores, operadores e
executores a essa intelectualidade e militância da “esquerda possibilista”.
• Enfrentar, no plano da batalha ideológica, o projeto neoliberal de reestruturação do
capital, demanda a des-ideologização desse linguajar, pois, nos termos de Petras, “o
processo de retirada/reconcentração [do trabalho] exige que nós ‘desconstruamos’
ou desmistifiquemos a linguagem da análise social” (1999, p. 55), e, mais ainda,
requer da tarefa de manter acessa a luz da crítica social, na esteira da teoria marxiana,
na perspectiva de totalidade e de revolução. Penso que se torna necessário, em face
do atual contexto, o intelectual e o militante: a) retomar as categorias fundantes do
capitalismo de exploração, de contradição capital-trabalho, de imperialismo, de lutas
de classes, da mais-valia, a teoria do valor-trabalho etc.; b) reassumir a perspectiva de
transformação social, de superação da ordem do capital, de revolução; c) superar as
visões fragmentadas da realidade (positivistas, sistemistas ou pós-modernas),
recuperando uma perspectiva de totalidade; d) se assumir como “intelectual orgânico”,
engajado, articulado ao movimento da história, com os movimentos sociais, com as
classes trabalhadoras organizadas, sem por isso confundir atividade científica ou
profissional com militância partidária.
III. Projetos Societários, Cidadania e Responsabilidade Social
É neste contexto de profunda ideologização, mistificação e desarticulação da totalidade
social, e de cooptação de uma “esquerda possibilista” (intelectual e militante), que surge
o termo de “terceiro setor”, com a clara origem de classe e uma nítida função ideológica de
setorializar (fragmentando) a sociedade em três instâncias supostamente desarticuladas,
criando uma imagem ideológica de um suposto “setor” autônomo e homogêneo, que seria
“popular”, “progressista”, espaço da “participação”, da “parceria” e do “entendimento”, sem
conflito ou contradição interna e que interviria eficientemente nas respostas às necessidades
sociais que o Estado vai abandonando. O uso do termo “terceiro setor” desloca, assim, a atenção
do desavisado para pensar nas ações sociais solidárias, desenvolvidas voluntariamente, no
âmbito da sociedade civil ... um verdadeiro “canto de Sereia”, inclusive aos ouvidos daqueles
que honestamente almejam a igualdade e a justiça social: eis suas funções mistificadoras e
ideológicas (ver Montaño, 2002). O termo “terceiro setor”, assim, funda uma ideologia e um
projeto social. Vejamos melhor isto.
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Na atualidade é possível identificar a disputa de, pelo menos, quatro grandes projetos
societários, cada um deles fundado em diversos valores e princípios, que concebem algum tipo
de sujeito, e que orientam diferentes ideologias e ações sociais:
1) o projeto revolucionário – fundamentalmente de inspiração marxista, que tem como
finalidade, gradual ou abruptamente, a superação da ordem capitalista. O mesmo orientase nos valores voltados para o desenvolvimento de uma sociedade sem classes, fundada
na emancipação humana e organizada mediante a associação de livres produtores, a partir
da erradicação do comando do capital, da exploração e das formas de dominação. O sujeito
revolucionário é centrado na sua determinação de classe, enfrentando a classe trabalhadora
(que depende da venda de sua força de trabalho para se inserir no processo produtivo e obter
seus meios de vida) e a classe capitalista (a burguesia, que, dona dos meios de produção, compra
e explora a força de trabalho). As ações desenvolvidas em torno deste projeto centram-se nas
lutas de classes (orientadas diretamente na contradição capital-trabalho e nos fundamentos
da ordem burguesa) e nas complementárias lutas sociais (orientadas nas diversas formas
particulares de expressão da “questão social”, formas de desigualdades e discriminação social);
2) o projeto reformista – tanto em sua vertente liberal-keynesiana como social-democrata,
hegemônico entre os anos do segundo pós-guerra até a crise capitalista contemporânea,
representa o expansionismo do capitalismo produtivo/comercial conjuntamente com algum
grau de desenvolvimento dos direitos civis, políticos, sociais e trabalhistas, visando criar
massivamente força de trabalho para atender as necessidades do capital, promover sua
capacidade de consumo massivo e engajar a classe trabalhadora neste projeto social. Tal
projeto foi articulado, particularmente nos países da América Latina, como um processo de
desenvolvimento industrial-nacional, o “desenvolvimentismo”, fortemente sustentado no
protecionismo industrial e no estímulo ao consumo nos países. Neste caso, processa-se uma
nacionalização/publicização/estatização, estimulando e protegendo a indústria mediante a
injeção de recursos públicos, mas reconhecendo e respondendo demandas e necessidades de
setores trabalhistas. O sujeito aqui é concebido como o “cidadão”, portador de direitos, e que
desenvolve suas ações em torno da defesa e ampliação desses direitos, dentro da legalidade da
ordem capitalista; assim ações sindicais e trabalhistas, manifestações, e demandas para que o
Estado medeie os conflitos sociais e responda às demandas particulares dos cidadãos;
3) o projeto neoliberal – de inspiração monetarista, sob o comando do capital financeiro,
que procura, no atual contexto de crise, e para garantir as margens de lucro do capital, desmontar
os direitos trabalhistas, políticos e sociais, historicamente conquistados pelos trabalhadores,
acentuando a exploração de quem vive do seu trabalho e sugando os pequenos e os médios
capitais. Tal projeto, hoje absolutamente hegemônico, funda-se nos valores e princípios
da desregulação do mercado e das relações trabalhistas, na defesa da “livre concorrência”,
buscando a auto-responsabilização dos indivíduos, a des-responsabilização social do Estado e a
desoneração do capital. Este projeto concebe, como sujeito, a desagregação da cidadania em pelo
menos dois tipos: o cidadão consumidor (um “ator-livre-concorrente” no mercado) e o cidadão
usuário (os indivíduos que, fracassados no mercado, dependem de ajuda do Estado ou da caridade
de indivíduos na sociedade civil ou da “responsabilidade social” empresarial). Assim, as ações
promovidas neste projeto orientam-se tanto ao ator no mercado – promovendo sua auto-estima,
seu “empoderamento”, sua capacitação, sua autonomia na procura do “empreendedorismo” e
das fontes autônomas de renda –, como ao desmonte da “paternalista” ação social estatal –
desenvolvendo um processo de privatização/desnacionalização/desestatização e promovendo
a ação solidária e voluntária da sociedade civil e das empresas orientadas a ajudar os indivíduos
que fracassam no mercado. Este projeto neoliberal tem se camuflado em denominações como
“terceira via” ou “neo-desenvolvimentismo”, que, na verdade, não representam outra coisa que
pequenos ajustes para manter seus fundamentos no novo contexto;
* Elaborado por Montaño, C. e Duriguetto, M. L.
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4) o projeto da “esquerda possibilista” – fundado na subjetivista e destotalizante
razão pós-moderna, um pensamento que rompe com a compreensão da realidade pela razão,
concebendo cada vivência subjetiva como fundamento do conhecimento das micro-realidades.
Esta racionalidade abriga tanto autores e perspectivas verdadeiramente conservadores (ex.:
Lyotard) como progressistas (ex.: Boaventura de Souza Santos), marcando neste último caso a
“esquerda possibilista”. O fundamento, nesta racionalidade, é a não existência de uma realidade
estrutural, mas de realidades concebidas a partir da percepção subjetiva de cada indivíduo, e
portanto a inexistência (ou improcedência) de projetos macrossociais. O pensamento pósmoderno tanto despreza a noção de realidade objetiva e de macro-projetos sociais (se opondo
a todas as correntes originadas na modernidade), como hiper-valoriza a vivência, a percepção e
o significado subjetivos de cada indivíduo (onde a realidade objetiva é substituída pela vivência
subjetiva) e os projetos locais e singulares (fragmentados e desarticulados dos fundamentos
da estrutura social). Assim, o sujeito (na verdade, o “ator”) aqui concebido são os indivíduos ou
pequenos grupos reunidos por “identidades” particulares, que, no âmbito da sociedade civil, ou
“terceiro setor” (não no espaço do Estado, nem do mercado), devem agir, em parceria, visando
às mudanças das situações singulares. Neste caso, seus projetos e ações sociais orientam-se na
potenciação dos indivíduos (auto-ajuda, empoderamento, empreendedorismo, auto-motivação,
capacitação etc.) ou na ajuda ao próximo (solidariedade, responsabilidade social empresarial,
parcerias, filantropia etc.).
Observemos que, se os fundamentos dos projetos neoliberal e o da “esquerda possibilista”
são essencialmente diferentes (o neoliberalismo concebe o ator no mercado e o pensamento
pós-moderno o situa na sociedade civil; o projeto neoliberal visa o lucro capitalista e o projeto
da “esquerda possibilista” visa a mudança nas condições de vida dos indivíduos), suas ações
são significativamente semelhantes ou complementares (em ambos casos fundados na
noção de auto-responsabilização dos sujeitos e da des-responsabilização social do Estado).
Assim, a ideologia e o projeto do “terceiro setor” é portanto marcada pela confluência e
funcionalidade com os projetos neoliberal e da “esquerda possibilista”. Na verdade, mostra
uma relação articulada e funcional entre os projetos hegemônicos do grande capital (o projeto
neoliberal) e seus operadores e divulgadores ideológicos (a “esquerda possibilista”).
Vejamos então, como se conforma a ideologia do “Terceiro Setor”, que por sua vez constitui
um verdadeiro projeto social.
Iii.1) A Questão da Cidadania e os Direitos *
• A cidadania no pensamento liberal, como igualdade de status, garantida por direitos.
Marshall define a cidadania moderna como um conjunto de normas e procedimentos
reguladores de direitos e deveres, que são atribuídos e garantidos a todos os indivíduos
pertencentes a uma sociedade nacional. Esse aparato regulatório institui jurídica
e simbolicamente uma “igualdade básica” (o status de cidadania) que se articula
com as desigualdades sócio-econômicas e se afirma sobre estas (idem). Marshall,
analisando o desenvolvimento da sociedade inglesa desde o século XVII, afirma que,
como conseqüência de uma igual distribuição de “direitos civis” a todos os indivíduos,
novos direitos “políticos” e “sociais” seriam a ele incorporados, uma vez que “já estaria
implícito nos princípios da igualdade básica dos ‘direitos civis’”. Os direitos de cidadania
são classificados pelo autor como: civis, políticos e sociais; sendo que: “o elemento civil é
composto dos direitos necessários à liberdade individual − liberdade de ir e vir, liberdade
de imprensa, pensamento e fé, o direito à propriedade e de concluir contratos válidos
e o direito à justiça. (...) Por elemento político se deve entender o direito de participar
no exercício do poder político, como membro de um organismo investido da autoridade
política ou como um eleitor dos membros de tal organismo. (...) O elemento social se
refere a tudo o que vai desde o direito a um mínimo de bem-estar econômico e segurança
ao direito de participar, por completo, na herança social e levar a vida de um ser civilizado
de acordo com os padrões que prevalecem na sociedade” (Marshall, 1967: 63-4).
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Afirma o autor que a incorporação e ampliação dos direitos de cidadania pela ação estatal
reduz a influência da “sociedade de mercado” na produção da desigualdade excessiva ao
mesmo tempo que possibilita delimitar os conflitos de interesses das classes sociais nos
processos sócio-políticos.
A tese de Marshall, da cidadania como “igualdade de status”, é assim caracterizada para
a estabilização e legitimação da sociedade capitalista, vindo a expressar o chamado
“pacto sócio-político do pós-guerra” que compatibilizou as condições de existência da
acumulação capitalista com procedimentos políticos democráticos e um Estado liberal
provedor de direitos sociais.
• Cidadania, Movimentos Sociais e Democracia no pensamento pós-moderno.
A concepção de cidadania de Marshall é compartilhada pela grande maioria dos
liberais-democratas contemporâneos (ver por exemplo Bobbio, 1992: 32-3), mas ela
é refuncionalizada ou até contestada em novas teorizações pós-modernas sobre o
conceito.
Estas, no contexto dos anos 1960 e 70, com o maior protagonismo dos movimentos
sociais − ecológicos, antinucleares e pacifistas, urbanos, feministas etc. −, e das
temáticas e lutas por eles levantadas, reinterpretam a questão da cidadania (como
igualdade de status estabelecida por direitos garantidos pelo Estado), passando agora
a enfatizar, não a ação do Estado, mas a ação dos cidadãos e dos movimentos sociais,
na sociedade civil. Destaca-se assim a necessidade de complementar ou substituir a
“aceitação passiva” dos direitos de cidadania (passividade e dependência atribuídas
nessas teorizações às instituições do Estado do Bem-estar) pelo “exercício ativo” das
responsabilidades cidadãs (“desejo de participar do processo político com o propósito
de promover o bem público”) e incorporar o crescente pluralismo social e cultural das
sociedades modernas (“capacidade de tolerar e trabalhar com a diferença”) (Kymlicka e
Norman, 1997: 6, 9).
Por isso, as formulações desse debate pós-marshalliano (e pós-moderno) propõem,
no que tange aos “direitos sociais”, a descentralização e a participação democrática
na administração dos programas e benefícios sociais. Entendem que a participação
política promoveria a responsabilidade nos indivíduos para com o cumprimento dos
deveres da cidadania e dos assuntos públicos. Nessa direção, a democracia participativa
e a descentralização do poder estatal passam a ser o tema central da concepção
contemporânea acerca da cidadania social (Kymlicka e Norman, 1997:14). Em relação
aos “direitos civis”, ressalta-se que qualquer discussão sobre cidadania deve dar conta
das distintas lutas que empreendem os grupos, movimentos e classes contra tipos
específicos de discriminação, estratificação social e opressão política (Zolo 1997: 104 e
Held, 1999: 215).
Com essas ponderações, temos, então, uma concepção da cidadania que tende a vê-la
como um fenômeno associado aos movimentos sociais, à solidariedade e à sociedade
civil, ou seja, as iniciativas dos movimentos sociais devem estar orientadas pela busca
da ampliação da esfera pública − onde seria contemplada a diversidade cultural com as
respectivas subjetividades (étnicas, de gênero etc.) -, da solidariedade − definida pelo
princípio de responsabilidade individual e coletiva com o bem comum − e no âmbito da
sociedade civil − que, composta por organizações e ações voluntárias, possibilitaria o
aprendizado das virtudes do compromisso social mútuo. Os debates, assim, passaram
a abarcar questões relativas à ampliação da democracia política em concomitância com
a discussão da cidadania. Ou seja, as demandas pela conquista e ampliação de direitos
sociais pelos movimentos sociais são vistas nestas abordagens como o caminho para
a consolidação da democracia. E a “base material” de potencialização da cidadania e
da democracia seria o espaço da socieda de civil, tematizada como esfera pública nãoestatal (ver Duriguetto, 2007 e Capítulo 3, item 3.2 da Terceira Parte).
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Ora, identificar democratização com mera ampliação das liberdades civis, com
democracia participativa, conduz a uma perspectiva teórica e prático-política que tende
a limitar o processo de democratização. A idéia de democracia daí decorrente é a de uma
democracia autolimitada, não considerada como um produto das lutas de classes: uma
ideia que não põe em questão a possibilidade de superação do capitalismo, pois não
tem como horizonte, no desenvolvimento da democracia, a agregação e mobilização das
classes subalternas num projeto ético-político que tenha como perspectiva a construção
de sua hegemonia. Assim, a estratégia da cidadania como mecanismo de efetivação
da democratização tende a substituir a idéia de revolução. Em outras palavras, a luta
pela cidadania não aparece associada à criação de um novo projeto de classe contrahegemônico.
Fazem parte destes debates certas abordagens sobre “poder local”, “democracia
participativa”, “sociedade civil organizada”, “empoderamento”, “empreendedorismo” etc.
• Cidadania e Classe Social: uma crítica marxista. O que os autores liberais (que
concebem a cidadania como igualdade de status, constituída por direitos garantidos pelo
Estado) e os pós-modernos (que a interpretam como o processo de ação na/da sociedade
civil e dos próprios cidadãos por seus direitos) não incorporam na análise da sociedade
civil é o fato deste conceito de cidadania (os direitos, a intervenção do Estado, a ação
dos cidadãos na sociedade civil) se desenvolver em contextos históricos marcados pela
contradição central capital-trabalho, no MPC.
Efetivamente, desarticulam o conceito de cidadania da categoria de classe. Ora ignorando
esta última, ora identificando ambas.
Ora, a categoria classe social faz referência a uma sociedade dividida em grupos sociais
antagônicos, com interesses enfrentados, fundados no papel desempenhado no
processo de produzir valores, e sua participação na distribuição da riqueza socialmente
produzida. A categoria põe de manifesto as contradições da ordem social capitalista,
explicita os fundamentos da desigualdade social, e mostra como, para sua resolução, é
imprescindível a superação da ordem comandada pelo capital.
Enquanto isso, o conceito de cidadania se desenvolve numa noção de direito natural
e numa naturalização da desigualdade social. Ela esconde os fundamentos da
desigualdade, se remetendo à “igualdade de status”, igualdade formal. O conceito de
cidadania tem origem no pensamento liberal, burguês, e, ao não contestar o MPC e os
fundamentos da desigualdade (a contradição de classes), se torna, tanto nas abordagens
liberais quanto pós-modernas, funcional à manutenção da ordem.
Se a contradição de classes, que expressa os fundamentos sistêmicos da desigualdade,
exige a superação da ordem, a cidadania pode ser desenvolvida dentro e no contexto da
manutenção da ordem social vigente.
• A ampliação da cidadania como caminho ao socialismo. Mas a cidadania, se pensada
numa sociedade desigual, dividida em classes sociais, não é incompatível com a
democratização como transição para o socialismo. Ela forma parte da “democracia
institucional-formal” ou “método”, e sua ampliação pode constituir a base e o caminho
para uma democracia substantiva, em direção à emancipação humana.
Como afirma Coutinho, “a ampliação crescente dos direitos sociais é, a longo prazo,
incompatível com a lógica da acumulação capitalista” (1992: 43), pois “a universalização
da cidadania é, em última instância, incompatível com a existência de uma sociedade de
classes”, e conclui: “só uma sociedade sem classes − uma sociedade socialista − pode
realizar o ideal da plena cidadania, ou, o que é o mesmo, o ideal da soberania popular
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e, como tal, da democracia” (Coutinho, 2000: 67-68). De forma semelhante, Netto
sustenta que “o arranjo sócio-político do Welfare State constitui uma possibilidade da
ordem do capital que, pela lógica intrínseca desta última, converte-se agora num limite
que ele deve franquear para reproduzir-se enquanto tal” (1993: 70).
Iii.2) A “Responsabilidade Social” e A Cidadania No Neoliberalismo
• Por um lado, conforme a formulação liberal-marshalliana, a “Cidadania” envolve um
conjunto de Direitos e Deveres. Esta, portanto, estaria “naturalmente” associada à
“Responsabilidade Social” dos indivíduos.
• Por outro lado, na visão pós-moderna, o “Cidadão” (enquanto “ator”, ou sujeito ativo)
pode desenvolver a “Responsabilidade” de responder às suas próprias necessidades
(mediante ação solidária ou desenvolvendo o dito “empoderamento”).
• Finalmente, na perspectiva histórico-crítica, visando a eliminação/superação dos
fundamentos estruturais e sistêmicos da desigualdade, o “Cidadão” é considerado, tal
como nas concepções anteriormente expostas, tanto como “sujeito ativo”, protagonista
de sua própria história, como “possuidor de direitos e deveres”. Mas estas dimensões são
reducionistas e limitadas, se o conceito de cidadania não se articular com a categoria
de classe. O Cidadão deve ser compreendido na sua condição de Classe, e portanto
incorporando a contradição entre elas: os interesses de uma são contraditórios aos da
outra (uma explora e a outra é explorada; uma domina e a outra é dominada). Assim as
condições de cada sujeito (de cada cidadão) jamais são concebidas de forma autônoma,
mas dentro de relações contraditórias, no interior de um sistema social estruturalmente
desigual: aqui, a pobreza (e suas formas de enfrentamento) não são pensadas de forma
isolada, mas como um lado da relação pobreza/riqueza ou pobreza/acumulação (ver
Montaño, 2012). Neste processo o “cidadão/membro de classe” pode desenvolver uma
consciência de sua condição, e se organizar para a defesa de seus interesses, ou para
a eliminação dos fundamentos da desigualdade nesta sociedade capitalista. Aqui, a
“Responsabilidade Social” ocorre no enfrentamento dos fundamentos estruturais da
desigualdade, procurando a emancipação política e/ou humana.
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Ciudadania y Responsabilidad Social, por Carlos Montaño
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RUMBOS TS, año IX, Nº 10, 2014
Una Aproximación A La Vejez Uruguaya Desde La Teoría
Del Reconocimiento.
An Approach to Old Age Uruguaya from the Theory of Recognition.
Fecha de recepción: 5-Diciembre-2014/ fecha de aprobación:26-Diciembre-2014
Saphir Stemphelet Colo1
Resumen
El presente documento propone estudiar el término de Reconocimiento propuesto por Axel
Honneth pensándolo para la vejez. Mediante el mismo se pretende problematizar algunas de
las posibles experiencias de reconocimiento o menosprecio que viven los viejos y cómo estas
repercuten en los mismos. Así mismo, se analizará el papel protagónico que tiene el derecho como
elemento necesario para el reconocimiento. La relevancia de interpelar el reconocimiento se debe
a que un mal reconocimiento puede llegar a perjudicar cómo los viejos se ven, cómo piensan y en
consecuencia cómo actúan.
Palabras claves: Reconocimiento–Autorrealización-Vejez-Derechos Humanos-Solidaridad
Abstract
This paper attempts to study the concept of recognition applied to old age, based on Axel
Honneth’s theory. Throughout this article, the object is to theorize about some recognition
and non-recognition patterns experienced by the elderly, and how this may affect them. Also,
understand how the law takes center stage in recognition analysis. Non-recognition patterns
tend to have a negative impact on how the elderly perceive themselves, on what they think, and in
consequence, how they act.
Keywords: Recognition- Self-realization - Old Age - Human Rights - Solidarity
INTRODUCCIÓN
E
s una realidad que la población vieja va en aumento, Uruguay es el país más envejecido
de América Latina, y esto ha sido posible debido a múltiples factores, entre ellos los
avances en la medicina y las nuevas tecnologías de la salud que han conseguido que
las personas vivan más años. Ante ésto surgen algunas interrogantes como: vivir más, ¿pero en
qué condiciones? Existe un desfasaje, dado que si bien se asiste a un acelerado cambio científico
y tecnológico, éste no va acompañado del reconocimiento adecuado que merecen los viejos.
En la actualidad, el interés por los viejos se debe a la emergencia que constituyen, por ser una
población que va en aumento, dándose el mayor énfasis en conflictos de índole económica. Si
bien ésta lucha es válida, es necesario comenzar a entender a la vejez en toda su magnitud y
complejidad, prestando atención también a otros aspectos, como el reconocimiento, el valor a
nivel individual y colectivo, la solidaridad intergeneracional, entre otros.
Con ésta intención se propone problematizar éste estado desde la Teoría del Reconocimiento
planteada por Honneth, puesto que es una herramienta que no se ha utilizado para pensar la
1
Uruguaya. Licenciada en Trabajo Social. Área de Vejez y Trabajo Social. Departamento de Trabajo Social-Facultad de Ciencias
Sociales-Universidad de la República. Uruguay. [email protected]
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Una Aproximación A La Vejez Uruguaya Desde La Teoría Del Reconocimiento por Saphir Stemphelet Colo
vejez y sus implicancias. Es necesario analizar desde dicho enfoque qué reconocimiento se le
está concediendo a este grupo etario, dado que un mal reconocimiento puede llegar a perjudicar
la imagen que el viejo tiene de sí mismo. Si se les brinda un lugar marginal en la sociedad, éstos
harán eco de ésta conducta social respondiendo así a las expectativas que tienen los otros para
este colectivo.
La propuesta del presente artículo implica visualizar desde diferentes esferas (que se
presentaran más adelante), el reconocimiento de ésta población para poder identificar las
diversas experiencias que los viejos viven. En el devenir del mismo, se pretende revelar el daño
que se le efectúa a los mismos cuando no se les otorga un apropiado reconocimiento, dejándolos
expuestos a situaciones de maltrato, vulneración de derechos, exclusión y humillación. Estos
escenarios van en detrimento de la autoconfianza, autorrespeto y autoestima de los viejos,
requisitos para el desarrollo de la personalidad. En relación a esto se problematizará como la
ausencia de un marco normativo adecuado refuerza estos contextos de no reconocimiento que
vivencian los adultos mayores.
El pensar desde ésta teoría, implica incorporar una nueva dimensión en la forma de entender
la vejez, la del no reconocimiento, como un aspecto más del viejísmo. Si el envejecimiento de
la población es uno de los mayores triunfos de la humanidad, vale cuestionarse qué calidad de
vejez se le está concediendo a los viejos del Uruguay. En esta dirección se inscribe el presente
trabajo.
BREVE RESEÑA SOBRE LA VEJEZ EN URUGUAY
Uruguay es el país más envejecido de América Latina, y los resultados del último censo
confirman la agudización del proceso de envejecimiento de la población. No sólo aumenta el
número de población vieja sino también se incrementa su peso relativo en la población total. “La
población de 65 o más años pasó de representar el 7,6% del total en el censo de 1963 al 14,1%
en el Censo 2011. A la inversa, en el período 1963-2011 se verifica un importante descenso del
porcentaje de población menor de 15 años, que pasó de representar el 28,2% de la población en
1963 a constituir el 21,8% en 2011” (Instituto Nacional de Estadística; 2011: 8).
En cuanto a la esperanza de vida al nacer, Uruguay presenta muy buenos indicadores,
actualmente se ubica en los 76 años, 72 para los varones y 79 para las mujeres. A medida que
el tiempo transcurre y se sobrevive a cada año, la expectativa de vida aumenta. Al llegar a los
60 años, esta es de 18 años más para los varones y 24 para las mujeres; cabe destacar que
esta brecha entre los sexos se acorta en las edades más avanzadas. Esto permite vislumbrar la
feminización de la vejez, siendo las mujeres las que viven más años. En estrecha relación, se
presenta el “envejecimiento del envejecimiento”, debido al incremento de la esperanza de vida,
lo que significará que en el grupo de mayores de 60 años aumente la proporción de personas de
75 años y más (Paredes et al.; 2010).
Las características actuales del país se deben a varios procesos, entre ellos la primera
transición demográfica2, en la cual Uruguay se inició a fines del siglo XIX, treinta años antes
que en los demás países latinoamericanos y otros países no desarrollados. Asimismo vuelve a
converger con los países desarrollados hacia fines del siglo XX, momento en que se da inicio a
la segunda transición demográfica3, término que da cuenta de los cambios que experimentó la
familia occidental a mediados de 1960.
2
. Proceso que se caracteriza por el pasaje de la población de una situación de equilibrio, resultado de una mortalidad y
natalidad alta a otra situación de equilibrio, pero con mortalidad y natalidad baja. (Cabella; Pelegrino; 2010)
3
. Caracterizada por el aumento de los divorcios, descenso de la nupcialidad, aumento del concubinato, reducción de la
fecundidad, entre otros. Al igual que la primera transición, ésta logra un equilibrio entre los diversos indicadores demográficos, pero se le suman otros aspectos como lo son las motivaciones personales, ya sea la autonomía individual o la
emancipación femenina como las más relevantes. (Cabella; Pelegrino; 2010)
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EL RECONOCIMIENTO Y SU IMPORTANCIA.
Autores como Taylor (1993) o Fraser (1997) han aportado a la noción de reconocimiento,
aquí se tomará la perspectiva presentada por el filósofo y sociólogo alemán Axel Honneth quien
en su teoría contempla tres esferas de reconocimiento, así como dinámicas de menosprecio.
Para Honneth (1997), la intersubjetividad es la condición central por la cual se constituye
el reconocimiento, de este modo, la identidad y la integridad de la persona dependen
constitutivamente de la experiencia de reconocimiento intersubjetivo. El giro teórico que
realiza el autor, permite analizar los diversos modos por los cuales debe ser reconocido el viejo;
especialmente porque a través de estos momentos de interacción el sujeto construye una
relación positiva consigo mismo y con los demás, potenciando su autonomía personal.
Las personas sólo pueden concebirse a sí mismas a través de la mirada del otro, por éste
motivo es que los sujetos suelen ser vulnerables a las relaciones entre sí, ya que es la contra parte
de la relación quien mediante reacciones aprobatorias o reprobatorias le otorga la posibilidad
de autorrealizarse de manera positiva o negativa. La autorrealización refiere al “proceso de
realización no forzada de los objetivos vitales que alguien escoge, y se asienta en la construcción
de una autorrealización práctica positiva, la cual sólo puede garantizarse con la experiencia del
reconocimiento de los otros.” (Honneth, 2010:324). Ésta se construye a través de las esferas de
reconocimiento, en éste sentido cuando se experimenta un adecuado reconocimiento la persona
logra una autorrealización positiva porque sus expectativas relacionadas a las condiciones de su
identidad son confirmadas por el otro. Lo contrario de la situación anterior, es cuando el individuo
vivencia dinámicas de menosprecio, éstas refieren al “(…) aspecto de un comportamiento, por
el que las personas son lesionadas en el entendimiento positivo de sí mismas (…)” (Honneth;
1997:160). Éste reconocimiento fallido perjudica al individuo, el mismo es decepcionado en sus
expectativas de realización, generando así una percepción negativa de su identidad.
A modo de síntesis, a cada una de las esferas del reconocimiento le corresponde un tipo de
daño o menosprecio: al amor, la violación y el maltrato; al derecho, la privación de los mismos
y la exclusión; y a la solidaridad, la humillación y el estigma. Sumado a esto, se encuentran las
distintas formas de autorrealización del individuo, los daños mencionados atentan en la primera
esfera la autoconfianza, en la segunda el autorrespeto y en la tercera la autoestima (Honneth;
1997).
ESFERA DEL AMOR Y DINÁMICAS DE MENOSPRECIO.
La esfera del amor contiene todas aquellas relaciones de carácter afectivo, en las que se
encuentran la familia y los amigos. La misma es particularista, debido a que solo pueden incluirse
a los grupos de referencia del sujeto, por éste motivo no es posible exigir reconocimiento a todos
los individuos por igual. (Tello; 2011) En éste primer estadio las personas se confirman en su
naturaleza necesitada, “(…) en la experiencia recíproca de atención amorosa los dos sujetos
se saben unificados, porque en su necesidad, son dependientes del otro ocasional.” (Honneth;
1997:118) El principio de atención que rige en la esfera del amor es el de necesidad, tanto
emocional, como de seguridad.
Aquellos que pertenecen al vínculo más íntimo del sujeto son quienes dedican afecto,
brindan seguridad, ganando a su vez de manera recíproca por parte de quien es cuidado el afecto
y el respeto, esto también genera que quien es cuidado se apodere de la situación y aprenda
a actuar de forma independiente (Fernández; 2011). Esto hace referencia a la preocupación
por el bienestar del otro, que además involucra sentimientos y emociones que llevan a actuar
y reconocer al otro en su singularidad. Cuando sucede un reconocimiento positivo en la esfera
del amor, la persona logra la autoconfianza, consiguiendo expresar sin temor sus necesidades y
sentimientos, con la satisfacción de que sus allegados pueden satisfacerlo. Ésta “(…) es posible
porque el sujeto se sabe amado por el otro y confía en la estabilidad de esta relación afectiva.”
(Arrese; 2010:60).
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Por otro lado, la autoconfianza, se encuentra amenazada cuando la persona vive
experiencias negativas de reconocimiento. Dado que éste tipo de relación se encuentra ligada a
la existencia corporal del otro, el menosprecio atenta contra la integridad física de la persona, a
través del maltrato, violación e incluso la muerte, no logrando disponer libremente de su cuerpo
(Honneth; 1997). Debido a éstas lesiones, el sujeto deja de expresar sus necesidades, pierde la
confianza y la seguridad, experimentando un sentimiento de indefensión frente al otro que no
lo reconoce en su integridad física.
ESFERA DEL DERECHO Y DINÁMICAS DE MENOSPRECIO.
Otra de las esferas que propone Honneth, es la que involucra al derecho, ésta ubica al
sujeto en el ámbito público, reconociéndosele como miembro de la sociedad en tanto portador
de derechos y obligaciones. El principio de atención que rige es el de igualdad, ya que “(…) la
pretensión del derecho es dirigida a todos los ciudadanos en tanto libres e iguales.” (Honneth
2006 apud Arrese; 2010:60). Así, la esfera del derecho es de carácter universal, debiéndosele
exigir su reconocimiento a todos las personas independientemente de cualquier orden. A través
del reconocimiento positivo, el sujeto obtiene la posibilidad de “(…) concebir su obrar como una
exteriorización de su autonomía moral que es respetada por todos.” (Arrese; 2010:61). Es decir,
la persona logra percibirse como moralmente responsable que cumple con sus obligaciones,
permitiéndose realizar juicios propios, obteniendo el respeto de sí mismo y de los otros.
Ésta esfera, tiene como potencial de desarrollo la generalización y la materialización,
esto es, cada vez más se les reconoce derechos a grupos que antes estaban excluidos y
además se expanden a los derechos liberales, a los políticos de participación y a los derechos
sociales de bienestar (Honneth; 1997, Fascioli; 2011). En ésta dirección es que los grupos
luchan reivindicando tanto el contenido material como el alcance social a todos los miembros
de la sociedad. Los derechos pueden concebirse como “signos anónimos de un respeto social”
(Honneth; 1997), esto se debe al carácter público que los mismos poseen. Todo miembro de la
sociedad es portador de derechos y deberes, y así deben reconocerse unos con los otros, de lo
contrario se pondrá en funcionamiento el aparato sancionatorio previsto por la autoridad para
los casos en los que se transgrede la ley.
Las formas de menosprecio referidas al derecho son la privación de los mismos y la exclusión
social. En éstas experiencias, el sujeto es privado de ciertas libertades legítimas mediante
engaños o perjuicios legales (Honneth, 1996). Aquí, el reconocimiento menoscabado niega a la
persona el principio de igualdad que le afirmaba como miembro de la sociedad. “(…) Tales formas
de menosprecio, (…) no consiste solamente en la limitación violenta de la autonomía personal,
sino en su conexión con el sentimiento de no poseer el estatus de un sujeto de interacción
moralmente igual y plenamente valioso.” (Honneth, 1997:163). En este sentido, se lesiona
su aspiración a ser reconocido por los otros como individuo capaz de formar juicios morales,
por esto, el autor afirma que en ésta experiencia de desposesión de derechos lo acompaña la
pérdida de respeto de sí mismo. El otro le devuelve la idea de que es menos responsable que los
demás, y de esta manera la persona pierde la “capacidad de referirse a sí mismo como sujeto de
interacción legitimo e igual con los demás.” (Honneth, 1997:163). Esto atenta contra la integridad
social, puesto que junto a la pérdida del autorrespeto, deviene una vergüenza social que termina
excluyendo al individuo de los diferentes ámbitos.
ESFERA DE SOLIDARIDAD Y DINÁMICAS DE MENOSPRECIO.
Si bien el derecho le permite al sujeto ser reconocido por cualidades que comparte con
otros, esto no alcanza, los individuos necesitan saberse reconocidos también por capacidades
que le habiliten diferenciarse de sus compañeros de interacción. En esta dirección, se presenta
la tercera esfera de reconocimiento denominada valoración social o solidaridad. La misma
refiere a la valoración social que hacen los otros de cualidades y facultades concretas del sujeto
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(Honneth; 1997). Se caracteriza por ser contextual, puesto que el reconocimiento aquí va a
depender de los ideales actuales compartidos por cada sociedad, con los cuales se medirá el
aporte del sujeto al colectivo, por lo que es necesario que el horizonte de ideales y metas sea
lo suficientemente amplio como para incluir las diversas aptitudes (Arrese; 2010). Ésta esfera
propone como potencial de desarrollo la individualización y la igualación con los miembros del
propio grupo de referencia. La primera en cuanto a que el singular es reconocido y valorado como
portador de facultades diferentes a otros; igualación asociada al reconocimiento como parte de
un colectivo particular. “La experiencia de distinción social suele darse por identificación con el
grupo social al que el sujeto pertenece, que es experimentado por él con orgullo, por su utilidad
en relación con valores compartidos por la comunidad.” (Arrese; 2010:61).
Mediante este reconocimiento positivo la persona obtiene la seguridad de que sus actos o
sus facultades son considerados aportes valiosos para el resto de la sociedad, generando esto
estima propia y hacia los demás (Honneth; 1997). Este autor afirma que en estas relaciones
sociales, donde a cada uno se le reconocen sus cualidades como significativas para la praxis
común, deben denominarse solidarias, “(…) porque no solo despiertan tolerancia pasiva, sino
participación activa en la particularidad individual de las otras personas; pues solo en la medida
en que yo activamente me preocupo de que el otro pueda desarrollar cualidades que me son
extrañas, pueden realizarse los objetivos que nos son comunes.” (1997:158-159). Cada uno
ofrece lo que tiene para un bien común, pero no alcanza que uno contribuya, se necesita que se
reconozca el aporte del otro.
Finalmente, la forma de menosprecio correspondiente a la solidaridad es la humillación y
estigmatización, a través de las cuales se produce una ausencia de valoración social al sujeto
o grupo. En dichas experiencias, se les transmiten que sus formas de vida son desvalorizadas
y que sus cualidades no son útiles, impidiéndoseles así la integración plena en la vida común y
produciendo además la pérdida de autoestima.
EL RECONOCIMIENTO Y LA VEJEZ.
Se plantea la premisa de que el reconocimiento y las autorrealizaciones que se obtienen,
son imprescindibles para que el viejo sea capaz de planificar y desarrollar un plan vital, en el
que el mismo pueda asumir un rol protagónico en el proceso de toma de decisiones. Estas
autorrealizaciones no son “(…) puras creencias acerca de uno mismo ni estados emocionales,
sino que son propiedades emergentes de un proceso dinámico en el que los individuos se
experimentan a sí mismos como teniendo un cierto status, siendo objeto de preocupación, o un
contribuyente valioso a proyectos compartidos (…)” (Honneth; 2005:131 apud Pereira; 2013:66).
Partiendo de éste planteo es que se aplicarán las tres esferas presentadas a la vejez. Con éste
propósito se analizarán posibles dinámicas de reconocimiento y menosprecio asociadas a las
diversas experiencias que pueden estar viviendo los viejos en Uruguay. Esto se hará mediante
el estudio de distintas categorías de análisis y de datos que ejemplifiquen lo explicitado. Cabe
mencionar que las tres esferas que propone el autor no se presentan de manera clara en la
realidad, éstas simplemente pretenden distinguir tres espacios distintos en la vida de las
personas. Por este motivo, se matizarán algunas posturas y se propondrán otros aspectos que
Honneth no incluye, pero que se consideran pertinentes.
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Fuente: Elaboración propia, basado en Honneth (1997)
ESFERA DEL AMOR Y DINÁMICAS DE MENOSPRECIO EN LA VEJEZ.
La esfera del amor involucra a aquellas personas cercanas las cuales brindan cuidado. Si
bien a medida que aumentan los años, se suele necesitar de más ayuda, esto dependerá del
estado físico de cada viejo (algunos necesitarán más atención que otros). El cuidado es la “(…)
acción de ayudar (…) a una persona dependiente, en el desarrollo y el bienestar de su vida
cotidiana (…)” (Batthyány; 2009:94). La familia suele ser la primera organización que brinda la
protección y el sustento para sus miembros, cada una despliega distintas estrategias para hacer
frente al proceso de envejecimiento. El cuidado varía desde el otorgar afecto hasta ayudarlo en
actividades diarias, si así lo necesita.
En esa dirección, “se destaca la importancia que cumplen las redes como factores protectores
en todas las etapas de la vida y en particular en los momentos de crisis y vulnerabilidad.”
(Dornell; et al; 2014:1). Las relaciones primarias son transcendentes, siendo estrategias eficaces
cuando el viejo atraviesa por períodos de transición4, que son aquellos en los que la persona
debe moverse de una etapa a otra donde se presentan diversos cambios (Sánchez; 2000). Las
redes conforman un gran soporte que permite al individuo preservar una buena calidad de vida,
actuando de “amortiguadores” frente a los posibles efectos nocivos que puede producir alguna
enfermedad. Sin embargo, algunas autoras mencionan que el cuidar, supone un vínculo que
involucra una relación por lo menos de dos personas, en las que se dan diversos intercambios.
En éstos momentos se da un mutuo reconocimiento de las capacidades y limitaciones del otro.
“El modelo vincular prototípico familiar supone un proceso de separación e individuación de sus
integrantes. Esto necesariamente lleva a confrontaciones en las que se deben tramitar afectos
amorosos y hostiles. Estos afectos serán más o menos intensos, y más o menos conflictivos
según la historia de aspectos resueltos o no en el vínculo.” (Dornell et al; 2014:164).
Teniendo en cuenta lo anterior, se puede sostener que durante el proceso de envejecimiento
existe mayor probabilidad de experimentar un déficit funcional, el cual puede vulnerar al sujeto
y dejarlo más expuesto frente a posibles situaciones de maltrato. La forma en que las personas
podrán enfrentar esto, se verá inevitablemente condicionada por la trayectoria vital de las
mismas. El maltrato como forma de violencia, avasalla los derechos individuales de las personas
y va en detrimento directo de su autonomía. En este sentido, se define al mismo “(…) como la
acción única o repetida, o la falta de respuesta apropiada, que ocurre dentro de cualquier relación
4
. Algunas transiciones son jubilación, ser abuelo/a, nido vacío, viudez, cambio de vivienda, entre otros. (Sanchez;2000)
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donde exista una expectativa de confianza y la cual produzca daño o angustia a una persona
anciana.” (OMS; 2002:3). El maltrato limita en gran medida el ejercicio de las capacidades y de
las libertades fundamentales de las personas que lo padecen, esto genera una gran barrera para
el desenvolvimiento de esos individuos dado que no logran obtener la autoconfianza necesaria
para poder expresar sus necesidades.
Se ha pensado a la familia como un espacio donde está presente el cuidado, así como
también el lugar privilegiado para la intimidad, la construcción de identidad y los procesos de
socialización, pero asimismo se reproducen desigualdades sociales entre sus miembros. En esta
dirección, Teubal (2001) expresa que muchos de los viejos no se animan a denunciar la situación
de maltrato por vergüenza a la exposición pública, o para preservar la armonía del hogar. “Es
frecuente que el anciano por lo tanto, tema ser abandonado, aislado, institucionalizado, o que se
tome venganza con él” (Teubal; 2001:254).
ESFERA DEL DERECHO Y DINÁMICAS DE MENOSPRECIO EN LA VEJEZ5.
En la esfera del derecho, se parte de la concepción del viejo como sujeto de derecho y no
como objeto de caridad. Más allá de los derechos humanos inherentes a toda persona, deberá
estar presente una protección legal que respalde a los viejos. Algunos de los encuentros
internacionales que enmarcan el ordenamiento de los derechos y funcionan como acuerdos
son: la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948), Asamblea General de las Naciones
Unidas (1991), Asambleas Mundiales sobre el Envejecimiento (1982 y 2002), entre otros
(Pugliese; 2010). A pesar de éstos esfuerzos realizados por los organismos que recomiendan
a los gobiernos de los países que consideren en la agenda pública la realidad de los viejos,
esto no se logra. Aun así, Uruguay tiene algunos intentos de comenzar a ocuparse, si bien no
existe un marco legal específico para los viejos, hay algunas disposiciones dispersas como son
las leyes. A modo de ejemplo: la Ley Nº 17.796 de Promoción Integral de los Adultos Mayores,
que refiere a los derechos básicos como la salud, integración social, beneficios, entre otros,
incluyendo además acceso a la participación y bienes culturales. La ley Nº 18.241 brinda subsidio
a personas carenciadas de entre 65 y 70 años; la ley Nº 17.066 regula los Hogares y residencias
para ancianos, buscando reglamentar las condiciones de los mismos. La ley Nº 18.340 refiere a
la administración de viviendas para jubilados y pensionistas beneficiarios del Banco de Previsión
Social (BPS), y también para estos existe la ley Nº 18.095 que otorga una prima a los jubilados del
BPS que perciben menores ingresos e integran hogares de escasos recursos.
En cuanto al contexto institucional, algunos de los que trabajan para que se efectivicen
los derechos y las prestaciones de los viejos son: el Ministerio de Salud (MSP), Ministerio de
Desarrollo Social (MIDES) y el BPS. Dentro de la órbita del MIDES, funciona el Instituto Nacional
del Adulto Mayor (INMAYORES), órgano que se encarga de diseñar, analizar y coordinar las
políticas dirigidas a los viejos. Generalmente las desigualdades y la exclusión impide el ejercicio
pleno de los derechos humanos, aquí se origina la importancia de las políticas sociales destinadas
para la población. En esta dirección, se reconoce como un avance significativo la propuesta del
“Plan Nacional de Envejecimiento y Vejez 2013-2015”. Este plan busca transformar y revertir,
“(…) situaciones de vulneración de derechos al sistematizar una respuesta coordinada (…);
da sostenibilidad y permanencia a los cambios y define criterios que aseguren el goce de los
derechos de las personas en una sociedad para todas las edades” (INMAYORES; 2012:13).
Por otro lado, en el plano del menosprecio podría afirmarse que los derechos humanos de
ésta población no son prioridad en la agenda pública. Éste grupo ha sido relegado a una subcategoría que los invisibiliza por no responder a la población prioritaria (la activa). A nivel mundial,
se han realizado distintos encuentros internacionales que ante la ausencia de una convención6
5
. Es pertinente dejar manifestado que aquí se realizará una selección del marco normativo y de sus vacios, en ningún
momento se pretende presentar una descripción exhaustiva.
6
. Cabe mencionar que desde hace ya un tiempo se comenzó a discutir la posibilidad de llevarse a cabo una convención
pero aun no se ha concretado.
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funcionan como acuerdos. Una convención, reforzaría los acuerdos ya existentes y habilitaría la
posibilidad de reunir en un único texto los derechos civiles, políticos, sociales y económicos de
este grupo etario. Si se diera y Uruguay participara, estaría comprometido a adecuar su marco
normativo a los principios que dicte la convención y a destinar todos los esfuerzos que sean
necesarios para lograr que cada viejo goce plenamente de sus derechos, reconociendo así las
distintas maneras de envejecer.
Continuando en el plano del no reconocimiento, como se mencionó anteriormente los viejos
son un grupo generalmente excluido y discriminado; la “discriminación propiamente dicha” es la
privación de derechos a un individuo o grupo, existe discriminación, “(…) cuando negamos a otros
(…) la igualdad de trato que ellos pueden desear” (Allport, 1968:70). HelpAge (2009), entiende
que la discriminación hacia los viejos, es una práctica tolerada en todo el mundo. En el caso estos
grupos, la discriminación se determina justamente por la edad; algunas de las experiencias que
manifiestan son la negación de un trabajo por ser demasiado viejo (discriminación directa) o el
no recoger datos sobre infecciones de VIH (u otras enfermedades venéreas) en esta población.
Ésta última es una discriminación indirecta, ya que al no recabar éstos indicadores da lugar a
que se los excluya de programas de prevención o tratamiento (HelpAge; 2009). El hecho de que
exista un imaginario social de los viejos como personas asexuadas refuerza esta actitud.
Otro derecho frecuentemente vulnerado en los viejos es el de vivir libres de violencia.
El maltrato atenta directamente contra los derechos humanos, y al ser una temática muy
sensible, la misma permanece en el ámbito privado; esto además se ve reforzado cuando los
principales afectados pretenden denunciar la situación de maltrato y se encuentran con trabas
institucionales o vacíos legales. En este sentido es importante mencionar que el maltrato no solo
se manifiesta en la familia, sino también en las instituciones del Estado y los residenciales, por
lo que es necesario interpelar todos los espacios. Ante este contexto “(…) no puede afirmarse .
Las sociedades que no les ofrecen a sus viejos la posibilidad de desenvolverse y expresar
sus condiciones, en definitiva suscitan a que éstos se aíslen, creando pocas oportunidades para
una participación activa. Una de las mayores barreras que impiden la valoración social de este
grupo son los prejuicios que hay en torno a la vejez (viejísmo). Estos prejuicios son sostenidos
por varias determinantes, una de ellas son las características (que posee el imaginario colectivo)
que acompaña al viejo en el ingreso a este cohorte de edad (fragilidad, enfermedad, inactividad).
Así, no se reconoce el trayecto de vida de la persona implicada, y se la somete a una foto del
momento, construyéndose en torno al mismo una caracterización que muchas veces nada tiene
que ver con el sujeto.
¿CÓMO INFLUYE LA ESFERA DEL DERECHO?
En su teoría, Honneth no establece ninguna jerarquía entre las esferas, más allá de
destacar la importancia de la del amor por ser la primigenia. Sin embargo, en este apartado se
pretender problematizar por qué la esfera del derecho tiene un lugar preponderante en relación
a las demás esferas, y cómo sus elementos (marco normativo) refuerzan el reconocimiento o el
no-reconocimiento en los otros espacios. Ésta selección se debe en primer lugar por ser la esfera
universal, rigiendo el principio de igualdad y pudiéndosele exigir reconocimiento a todas las
personas. Así mismo en esta esfera, se procura la libertad individual de las personas posibilitando
el libre ejercicio de sus capacidades. En tercer lugar, es en ella donde se producen las luchas por
el reconocimiento, en términos hegelianos es el motor de la historia, aquí se efectúan las luchas
que irán ampliando el horizonte de valores morales de la sociedad (Tello; 2011). Finalmente,
como se intentará analizar, la esfera del derecho toma un rol importante cuando en situaciones
en las cuales, las relaciones sociales pueden poner en conflicto los criterios de reconocimiento
de las distintas esferas, esta profundiza (refuerza) o repara dicho conflicto.
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A través del marco normativo, la sociedad se enmarca en un conjunto de reglas o normas
que encauza el camino de lo que es bueno o malo, lo deseable o lo justo, y es también el que
permite una relación de igualdad entre las personas. Es decir, éste le otorga un contexto a las
relaciones sociales. En el caso de la esfera del derecho, las leyes logran generar el autorrespeto
dado que con la declaración y la efectivización de la norma (sin la concreción de ésta última
de nada sirve la primera), la persona no solo es tratada en forma justa, sino que también es
reconocida como ciudadano. En cuanto al marco normativo para la vejez en Uruguay, como se
pudo apreciar aún falta mucho por hacer. Dentro de la pirámide jurídica del marco legal, el país
presenta un rango intermedio, ya que sólo tiene leyes específicas de protección, pero no existe
ningún estatuto que disponga de una protección integral para los viejos. En esta misma dirección
se presentan algunas particularidades del panorama de las políticas sociales del país, estas en
tantos elementos que contribuyen al ejercicio pleno de los derechos humanos. Es necesario que
la titularidad del derecho acompañe siempre a las mismas, desde su creación hasta su ejecución,
“(…) el punto de partida no es la existencia de personas con necesidades, que deben ser
asistidas, sino sujetos con derechos que obligan al Estado y al resto de la sociedad.” (Huenchuan;
2009:23). En Uruguay, INMAYORES comienza a realizar este giro, concibiendo a los viejos como
ciudadanos con capacidad para contribuir en la agenda política. Con sus aportes, este organismo
ha trascendido las prestaciones tradicionales que respondían a una manera limitada de pensar
la vejez, orientando así la acción del Estado (INMAYORES; 2014).
Ahora bien, teniendo en cuenta todo lo mencionado hasta el momento en cuanto a las
existencias y ausencias de las condiciones materiales en la esfera del derecho, es posible
analizar cómo ésta se correlaciona con las demás esferas. Para esto se tomarán dos aspectos
que ya se han trabajado a lo largo del documento, esto es el maltrato en la esfera del amor, y la
discriminación en la esfera de la solidaridad. La esfera del amor es “(…) la encargada de entregar
los elementos necesarios de cuidado y atención para el establecimiento de los (…) sujetos
autónomos, dignos de derecho y valoración social.” (Tello; 2011:55). Pero en ciertas ocasiones
esto no se cumple, surgiendo patologías a la interna de la misma; ante estas situaciones la esfera
del derecho puede aporta algunos elementos.
Un ejemplo dentro de la esfera del amor puede ser el siguiente, un viejo es maltratado física
y psicológicamente de manera frecuente por su hijo. ¿Qué ley protege al viejo en este caso? En
Uruguay la ley que protege a las personas ante las situaciones de maltrato, es la que refiere a
la violencia domestica, específicamente la que acontece entre personas que hayan tenido una
relación afectiva basada en la cohabitación y originada por parentesco, por matrimonio o unión
de hecho (Ley Nº17.514). La misma presenta una dirección distinta (énfasis en las relaciones
de pareja) que no encuadra con algunas de las situaciones que pueden estar padeciendo los
adultos mayores.
En Uruguay el maltrato suele ser una materia pendiente dado que no existe un adecuado
abordaje. En primer lugar persiste la ausencia de una ley específica que garantice la protección de
los viejos dentro del ámbito familiar, penalizando las situaciones de maltrato. Es indispensable,
así mismo que se eliminen los obstáculos institucionales de acceso de los viejos a la justicia que
impiden el ejercicio de sus derechos en condiciones de igualdad con el resto de las personas.
Al mismo tiempo, es preciso que la información esté al alcance de los interesados, para que la
persona afectada pueda saber con qué servicios cuenta. Además es pertinente un trabajo en red
con los diversos sistemas, ya sea judicial, policial, de seguridad social u organizaciones donde se
pueda trabajar el tema e identificar situaciones de maltrato. En Uruguay, INMAYORES es un actor
importante, pero es imprescindible pensar otros mecanismos para llegar también hacia aquellos
viejos que no participan en ninguna organización y a los que no es tan fácil acceder.
Por otro lado, si se entiende que “(…) todo ordenamiento jurídico es también la expresión
de una forma de vida particular y no sólo el reflejo especular del contenido universal de los
derechos fundamentales.” (Habermas; 1999:205), entonces será posible examinar cómo la
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esfera del derecho y la de la solidaridad se influencian. Un ejemplo puede ayudar a visualizarlo:
un viejo es recientemente jubilado, al disponer de más tiempo libre decide participar y aportar
en las reuniones mensuales que realizan en su barrio. Una vez que llega al espacio se encuentra
con un grupo de personas (en su mayora jóvenes) que le informan que todas las tareas ya
tienen una persona adjudicada. Manifestándosele además, que con su edad no puede ayudar
en nada porque está viejo. En Uruguay, la protección ante la discriminación por edad se orienta
al espacio laboral, las leyes que refieren a la discriminación en otros ámbitos no tiene en cuenta
la edad, este es el caso de la ley Nº17.817 que alude a la lucha contra el racismo, la xenofobia y
la discriminación. La misma declara que “(…) se entenderá por discriminación toda distinción,
exclusión, restricción, preferencia o ejercicio de violencia física y moral, basada en motivos de
raza, color de piel, religión, origen nacional o étnico, discapacidad, aspecto estético, género,
orientación e identidad sexual, (…)” (Poder legislativo; 2004). En este sentido, la misma no
identifica a la edad como un elemento a tener en cuenta ante la discriminación.
Continuando con la situación planteada, el viejo se enfrenta a una situación de no
reconocimiento, en la que se le manifiesta que por su edad ya no tiene nada para aportar. Esto
atenta contra la dignidad del sujeto, ya que daña su autoestima, y habilita el aislamiento de
quienes son discriminados dado que estos interiorizan lo que los demás le devuelven, reforzando
así los prejuicios existentes. En este sentido, la edad como motivo de discriminación por edad
continúa siendo un debe. Junto a una ley que prohíba y sancione las conductas discriminatorias,
otra propuesta que colaboraría a mitigar esta problemática sería que los consejos de educación
sugieran que en los programas para la educación primaria como secundaria se incluyan el curso de
vida como temática a abordar. Esto contribuiría a problematizar la vejez como un estado, pensar
en la trayectoria de vida y el envejecimiento como proceso presente siempre. La necesidad de
comenzar a educar y formar a las personas sobre la vejez, no sólo radica en que la carencia de ésto
se transforma en exclusión y discriminación hacia los viejos, sino también la automarginación,
dado que tampoco se percibe la propia vejez. En esta dirección, una posible herramienta son los
programas intergeneracionales, que promueve el intercambio y el aprendizaje.
Otra propuesta sería diseñar talleres de sensibilización e información en diversos ámbitos
educativos sobre el derecho a la igualdad y a la no discriminación. Éstos también pueden
reproducirse mediante un trabajo en red con diversos sistemas así como también con los
dirigentes de organizaciones comunales, con el objetivo de que ellos luego se lo transmitan al
grupo. El problema de la discriminación hacia los viejos depende de un gran número de variables,
muchas de ellas requieren de un cambio cultural que generalmente es lento.
Subyace bajo el último ejemplo, una interrogante que se plantea Tello “¿son las formas
discriminatorias del derecho manifestación de formas de valoración social depreciada? En
otras palabras, ¿es la valoración social depreciada la que establece formas discriminatorias del
derecho o son las formas discriminatorias del derecho las que establecen visiones depreciadas
de valoración social de ciertas personas o grupos?” (2011:53). No es una pregunta que se
pretende contestar aquí, pero sí se quiere dejar manifiesto que la relación existente entre la
esfera del derecho y de la solidaridad obliga que el daño referido a la valoración social debe ser
también resuelto en términos de derecho. (Tello; 2011)
Lo mencionado hasta el momento, da luz de por qué es en la esfera del derecho donde se
producen las luchas sociales, las personas ven en esta la base para reivindicar sus derechos,
y para denunciar las situaciones de no-reconocimiento, esto es, distintos grupos articulan
experiencias colectivas y oponen resistencia al menosprecio de su propia dignidad. Entonces,
es la esfera del derecho la “(…) encargada de fundar los criterios universales desde los cuales
se puede establecer lo igual y lo diferente.” (Tello; 2011:55). Éstos a su vez reafirmarán qué tipo
de valoración social reciben los viejos o grupos conformados por los mismos. Lo explicitado no
impide pensar que la esfera del derecho sólo se compone de los criterios universales, ya que
la misma está condicionada también por la esfera de la solidaridad, la cual propone un marco
cultural interpretativo determinado (Tello; 2011).
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ALGUNAS CONSIDERACIONES.
Si bien la mera presencia de la legislación o de las políticas sociales no garantiza su
cumplimiento, estas son necesarias y constituyen la herramienta por excelencia para la
reivindicación de derechos de los grupos oprimidos. La existencia de leyes es un primer paso para
el reconocimiento de los viejos, en tanto que su ausencia solo refuerza el no-reconocimiento
de estos. Se entiende que ciertas reformas constitucionales son necesarias para fortalecer el
principio de igualdad que las leyes consagran, con el objetivo de que la discriminación por edad
adquiera vida propia y deje de ser entendida solamente como un problema de desigualdad.
Lo mismo sucede en relación al maltrato hacia los viejos, lo cual presenta especificidades que
deben considerarse y explicitarse, para luego poder ser erradicadas. Ante este contexto surge
la interrogante de si estas características se enmarcan en el maltrato estructural, entendido
este como aquellas condiciones sociales, económicas, políticas y culturales que subyacen bajo
las demás formas de maltrato y que incluye falta de políticas sociales, ausencia o mal ejercicio
de leyes existentes, entre otros (SENAMA;2007). Lo mencionado anteriormente interpela otro
aspecto, ya que en los viejos, como en otros grupos vulnerables, la violación de los derechos
humanos no sólo se manifiesta a través de privación de los derechos, sino que también se
expresa cómo omisión o indiferencia en lugar de la garantía que se supone debe ofrecer el
Estado y demás instituciones para que se efectivice el ejercicio de los mismos (Cifuentes; 2006).
Con lo explicitado hasta el momento no se propone regularizar todos los espacios y
relaciones sociales en las que el viejo participe, simplemente se pretende problematizar el
reconocimiento de este grupo etario y dejar manifiesto que continúa siendo un colectivo
invisible en términos de reconocimiento por parte del Estado y la sociedad en general. Esto
surge como contradicción con la realidad del país, el cual posee la población más envejecida de
América Latina. Teniendo presentes éstos aspectos y la ausencia de legislación específica en
materia de protección hacia los viejos, se considera que Uruguay tiene la responsabilidad de
comenzar a trabajar fuertemente en la búsqueda de garantizar una mejor calidad de vida para
los mismos; esto incluye entre otros elementos, el reconocimiento necesario para que el sujeto
pueda concebir su identidad e integridad humana. Un marco normativo adecuado que proteja a
los viejos, habilitaría la posibilidad de reivindicar derechos que le son propios y autorrealizarse
en tanto personas dignas portadoras de derechos. Esto, acompañado de sensibilización en
torno a la vejez y sus implicancias permitirá que el reconocimiento se genere en todas las
relaciones sociales, desde las más amplias hasta el círculo íntimo. A través del mismo, los viejos
pueden visibilizarse como sujetos apreciados por ellos mismos y por los demás, reconocidos
jurídicamente en igualdad y valorados socialmente por lo que brindan.
Actualmente, el escenario que plantea la longevidad es tan positivo que posibilita que las
personas puedan desempeñar nuevas funciones y profundizar en otras, que puedan responder
al cambio social e incluso influir sobre el mismo; el punto radica en la apertura que tenga la
sociedad como generadora de espacios amigables y como promotora de las potencialidades de
los viejos.
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RUMBOS TS, año IX, Nº 10, 2014
Retos Contemporáneos de la Intervención Socio-Familiar
Contemporary Challenges of Socio-Family Intervention
Fecha de recepción: 5-Diciembre-2014/ fecha de aprobación: 17-Diciembre-2014
Ángela María Quintero Velásquez1
Se hace urgente intervenir a partir de lo que sucede realmente y para eso hay que
Ser capaces de escuchar al otro (cualquier otro involucrado en los procesos
Que queramos conocer e intervenir) y disponerse para una construcción
Colectiva del conocimiento. (Cuadernos de Trabajo Social. 2014).
RESUMEN
Reflexiona sobre la evolución y validez de Intervención Social y Familia, nociones y desafíos
de la intervención socio-familiar y la consolidación del enfoque socio-jurídico. Tendencia
latinoamericana donde convergen la tradición disciplinaria y las normas legales y jurídicas que
protegen a la Familia y sus miembros, enfatizando Niños, Niñas y Adolescentes. Con visión
multidisciplinaria se resaltan los aportes de Trabajo Social y el mandato de trascender el carácter
técnico instrumental y contribuir a la construcción del conocimiento.
Palabras claves: trabajo social, intervención social, familia, enfoque socio-jurídico, derechos,
intervención socio-familiar.
ABSTRACT
Reflects on the evolution and validity of Social Intervention and Family, notions and challenges
of socio-familiar and consolidation of socio-legal approach to intervention. Latin American trend
which converge disciplinary tradition and legal and legal standards that protect the family and its
members, emphasizing Children and Adolescents. With multidisciplinary view the contributions of
Social Work and the mandate to transcend the instrumental technical nature and contribute to the
construction of knowledge.
Keywords: Socio- legal, social work, family, rights, social intervention, socio-family intervention
PREÁMBULO.
L
as dos categorías centrales del artículo, -Intervención y Familia-, están tamizadas por
la complejidad de la época y la necesidad de interpelar los discursos, con perspectiva
multidisciplinar, pero enfatizando la construcción teórica y técnico–instrumental
del Trabajo Social, como área del conocimiento en crecimiento exponencial, que también ha
aportado a las ciencias sociales, humanas y naturales.
La Familia, como campo disciplinario propio, intrínseco a las prácticas originarias, ha
evolucionado a la par de la profesión, y ello establece retos para que la acción social, se consolide
en escenarios diversos, incluyentes, caóticos, polivalentes, propugnando por la justicia e
igualdad y el reconocimiento de los Derechos Humanos.
El Enfoque de Convergencia que propende por el lenguaje colaborativo y la armonización
de los saberes, -comunicación dialógica-, incorpora los enfoques de género, derechos, socio1
. Colombiana. Trabajadora Social, Magíster en Orientación y Consejería. Profesora titular jubilada, Universidad de Antioquia. Catedrática, asesora y conferencista. Medellín-Colombia. Correo: [email protected]
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RUMBOS TS, año IX, Nº 10, 2014. pp. 66-77
jurídico, territorial, poblacional y diferencial, para la creación y reconfiguración de estrategias
metodológicas acordes con las vicisitudes de los tiempos, pero considerando la tradición de la
profesión y la apropiación social del conocimiento, que a través de la investigación científica, -en
sus múltiples opciones-, provee de un sustrato epistemológico y teórico.
Con las diferencias intrínsecas al desarrollo de Trabajo Social en cada nación, y por ende
de la educación y autonomía universitaria, asumimos la premisa básica de que el Trabajo Social
Familiar, es un campo disciplinario que los permea a todos, donde existen contribuciones de vieja
data, tal como está sustentado en libros, investigaciones, eventos, posgrados, publicaciones,
organizaciones y redes, entre otros.2
En consecuencia, el propósito de este artículo, es reflexionar sobre las nociones y desafíos
de la intervención socio-familiar, la transición de la familia contemporánea, y la configuración
del enfoque socio-jurídico, -como tendencia latinoamericana-, donde convergen la tradición
disciplinaria y las disposiciones legales y jurídicas que protegen a la Familia y sus miembros,
fundamentalmente Niños, Niñas y Adolescentes- NNA-J.
Ponderando La Intervención Socio-Familiar.
En Trabajo Social, la generación de conocimiento se logra del estudio de la realidad social
a partir de los referentes teóricos producidos en las ciencias sociales. En este sentido Vázquez
(1998:269) cree que la epistemología del trabajo social parte de lo que él denomina, la
concepción ampliada o nueva de las ciencias humanas, donde las características particulares del
trabajo social, encuentran justificación para poder generar conocimiento. (Rivera, 2014:1).
El debate reciente, replantea la categoría que ha distinguido a la profesión de otras, y
pese a sus resignificados, críticas y devaluaciones, sigue vigente. Unos sectores postulan
Intervención a secas, otros Intervención Profesional, algunos proponen cambios, -con mayor o
menor argumentación-, en la terminología. Pero en general, predomina el criterio de denominar
Intervención Social, al ejercicio profesional en los contextos inciertos, ambiguos, propios de la
época.
Intervención social. Es toda actividad profesional consciente, organizada, planificada y
dirigida a actuar sobre una realidad social para estudiarla, analizarla, modificarla y cambiarla
en la consecución de una mejora positiva. En trabajo social este término es análogo al termino
psicológico “tratamiento”, pero además aglutina los efectos terapéuticos de las relaciones
profesionales interpersonales, la prevención, la defensa de los derechos, la mediación, la
planificación social, la organización de la comunidad, la gestión de recursos sociales y otras
muchas actividades relacionadas con la acción social.[T.F.G.] [L.P.L.R]. (Fernández &Vásquez,
2013:295)
Trabajo Social, evoluciona y genera dispositivos en los fenómenos planetarios, y enfrenta
amenazas políticas, ambientales, culturales, económicas, para subsistir y avanzar como
profesión-disciplina, conservando como uno de sus ejes centrales la Intervención. Puntualizar
su significado exige la conexión con la Epistemología y la fundamentación científica, de manera
dialéctica, para enaltecer y reconocer, la práctica profesional, el trabajo de terreno e institucional,
con énfasis en la Atención.
De esta manera también se neutraliza la dicotomía academia-sociedad, donde el discurso
ultra posmoderno va por una vía, y en otra dirección avanza la acción profesional en escenarios
precarios, excluyentes, inequitativos, que en muchos de los casos, supera el principio conceptual.
“Es importante volver la mirada sobre aquellos modos de intervención propios, pero a su vez,
ubicarlos en un análisis riguroso sobre la profesión y su contexto actual. Esto se traduce en
2
. Ver: Quintero, A.M. (2003). Trabajo Social y el Enfoque Sistémico, Lumen: Buenos Aires. Grupo Convivir, Argentina.
Asociación Civil Internacional de Profesionales de Trabajo Social Socio terapéutico- ACIPTSS, Argentina. Red de Asistentes
Sociales Jurídicos de Colombia. Ser Clínico (Brasil).
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Retos Contemporáneos de la Intervención Socio-Familiar por Ángela María Quintero Velásquez
reivindicar un trabajo social orientado por la investigación y su contraste y retroalimentación
continua sobre la realidad”. (Cuadernos de Trabajo Social, 2014: 15).
La importancia del tema y el afán acucioso por estudiar, analizar y argumentar al
respecto, evidencia su carácter nodal. Basta con revisar los eventos académicos y gremiales en
Latinoamérica y España,-divulgados ampliamente por el Boletín Electrónico Sura de Costa Rica-,
para reconocer que la Intervención en Trabajo Social es un eje vertebral, todavía en proceso de
consolidación y consenso, pero ineluctable en la formación de pre y posgrado.
Este universo y debate de la Intervención, no es exclusivo, de Trabajo Social, sino que
convoca múltiples aéreas del conocimiento, que también dinamizan sus procesos epistémicos,
curriculares y metodológicos. La propuesta desde la Convergencia y el paradigma moderno es
resaltar la especialidad de cada profesión, pero con una perspectiva multidisciplinar, donde el
saber específico, no riñe con los otros dominios científicos. De ello da cuenta, la incorporación del
vocablo Intervención en: sociología, antropología, psicología, pedagogía, derecho, profesionales
de desarrollo familiar, emergiendo enlaces disciplinarios tales como psico-social, psicopedagogía, psico-educación, socio-sanitaria, socio-educación, socio-jurídico, socio-terapéutico.
En el ramo de Familia, es más conocido intervención psicosocial, por el imperativo de las
legislaciones de las últimas décadas al respecto. Sobresaliendo el cumplimiento de los Objetivos
del Milenio (ONU), la Carta Magna de los Derechos Humanos, la Convención Internacional de Niños
de 1989, (CIDN) y las disposiciones en niñez, infancia, adolescencia y juventud. La mayoría de los
países que suscriben los acuerdos y tratados internacionales, postulan de carácter obligatorio,
-aunque es evidente que no funciona así-, los equipos psicosociales, en la administración de la
justicia, y ello obliga a desarrollar procesos colaborativos, o por lo menos coordinados, en las
rutas de Atención Integral.
Es menester, resignificar la dicotomía entre intervención-investigación, definiendo límites
y nexos entre ambos dominios, que ha dado lugar a equívocos y posturas excluyentes en el uso
del vocablo. De igual manera, incorporar en el discurso y la acción profesional con Familias, la
multidisciplina.
Los tres hallazgos referidos a “La familia y la orientación interdisciplinaria como dimensiones
prioritarias de la práctica educativa”, “La familia, la escuela y la intervención interdisciplinaria
como focos de transformación social” y “La relevancia de la familia en los procesos de intervención
interdisciplinaria en contextos educativos,” se relacionan entre sí en el sentido dialógico,
participativo y constructivista que exige una propuesta interdisciplinar para acompañar a los
niños, adolescentes y jóvenes en el ámbito de lo educativo.(Rodríguez & Viveros, 2013:129)
La reflexión contemporánea sobre Intervención y Familia, atraviesa ineludiblemente las
nociones de posmodernidad, de sociedad líquida, y los constructos de: Giddens, Bourdieu,
Bauman, Zenelman, Ricoeur, Morín, Von Foster, Maturana, Fals Borda, Luckman, Boaventura de
Sousa Santos, Cortina, entre otros, para cimentar los escenarios profesionales:
En un sentido similar, Giddens y Turner (1991) abogan por una teoría social abierta, que
no sea asumida como propiedad de una disciplina concreta, dado que las cuestiones relativas a
la vida social y a los productos culturales de la acción social se extienden a todas las disciplinas.
(López & Herrera, 2014:48).
En las ciencias sociales se siguen creando objetos de conocimiento; estos nuevos objetos
surgen de las disciplinas, en las disciplinas o tomando elementos de algunas1 y generando
otros; tal es el caso de familia, un objeto reconocido como subcampo disciplinar y como campo
independiente que apropia y también produce conocimiento, como se verá más adelante.
1.En el artículo “Epistemologías que conducen a explicaciones primarias en la ciencia de
familia”, se indica que este campo es multidisciplinario en el sentido de que un gran número
de disciplinas contribuyen al conocimiento acerca de las familias, que las ideas están siendo
descubiertas y aplicadas desde las perspectivas de muchas disciplinas al mismo tiempo, y que
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familia es solo uno de los aspectos de los que se ocupan la Sociología, la Historia, la Psicología, la
Biología, la Economía del Hogar, la Psiquiatría, la Antropología, las Ciencias Políticas, el Derecho
de Familia, las Comunicaciones, y los Estudios Feministas; cada una entrega referentes de lo que
sabemos acerca de familia (NCFR, 1988, p. 92). Otras disciplinas son la demografía, la geografía
social, y los estudios jurídicos. La economía, la ciencia política y los estudios religiosos también
pueden ser actores aquí (Karraker & Grochowski, 2006, citados por Ribbens & Edwards, 2011, p.
2). Así mismo: desarrollo familiar (Suárez & Restrepo, 2005), educación, ciencias de familia y el
consumidor, enfermería, medicina, arquitectura, literatura, y trabajo social. (P, 68).
En razón de lo cual, la naturaleza multidisciplinaria de la acción social con los sistemas
humanos, y la familia como el máximo sistema social, no sólo es transversal a todos los campos,
sino que demanda el concurso de las áreas del conocimiento referidas, además de las ciencias
naturales como la ingeniería,-desarrollo sostenible, conciliación trabajo-familia, ecología-.
Lo que se materializa en las Políticas Públicas y en los proyectos de Atención Integral, que se
diseñan, ejecutan y evalúan en la región.
Las Transiciones de la Familia contemporánea, determinan el carácter de la Intervención,
por la emergencia y visibilización de fenómenos propios de la época y de las bases fundacionales
de la profesión. La noción de Familia, da un viraje significativo al considerarla como un actor
político, un sujeto prioritario de derechos, un dominio de los movimientos sociales, de la
participación ciudadana y política, -en el entendido no partidista y fundamentalista-, y así se
conciben de manera distinta los procesos de atención, en bucles circulares, probabilísticos,
holísticos, complejos.
El trabajo social desde la intervención, a partir de su práctica, hace visible el padecimiento
como expresión de la desigualdad social en los espacios de lo microsocial. En efecto se intenta
establecer desde allí nuevas formas de agenda pública. En definitiva, la intervención social se
liga con el hacer ver al otro, a la institución, a la sociedad, la desigualdad y sus efectos.
El trabajo social desde la intervención está allí, en innumerables lugares, donde el
desconcierto, las nuevas formas de subjetividad y el padecimiento se comparten con ese
otro sufriente, en instituciones y espacios de intervención atravesados muchas veces por el
sinsentido. De allí que la sola presencia de un trabajador social en un hospital, una escuela, un
tribunal, está diciendo que hay algo más que un cuerpo enfermo, un sistema educativo en crisis
o una ley deslegitimada. (Carballeda, 2013: 10)
Según lo susodicho, para el Trabajo Social contemporáneo es Es hora de volver a las raíces,
re-encontrarnos con aquello que un día nos hizo existir, re-conocernos en esa mirada sobre uno
mismo y en la de aquellos que caminan a nuestro lado. (Cuadernos de Trabajo Social, 2014: 13).
En consecuencia es menester, reivindicar los orígenes de la profesión, en palabras
coloquiales de Marcos Chinchilla, 2013, (coordinador del Boletín Electrónico SURA, Costa Rica,
que con respeto por la pluralidad del pensamiento divulga artículos, ponencias, libros, tesis y
eventos de todo el continente), muchos profesionales y estudiantes de Trabajo Social tienen una animadversión hacia la obra de Mary Richmond, asombra reconocer que lo poco que conocen
de ella es una suerte de re-lectura que hicieron otras autoras. Para comprender a Richmond,
hay que ubicarla en su época, con las influencias teóricas del momento. Perteneció a un grupo
de pioneras de la profesión que para su momento resultaban transgresoras del orden que
experimentaban: algunas fueron pacifistas, otras lesbianas, todas reconocidas intelectuales.
En la expansión y pluralidad del pensamiento, es imperativo recordarle al gremio y a las
generaciones que les vetaron el conocimiento, nuestras raíces disciplinarias, la identidad y el papel
de las pioneras y su líder, Mary Richmond. En contratendencia de las posiciones hegemónicas
y fundamentalistas, invocamos vario/as de lo/as autore/as, hispanos que reivindican la base
fundacional de trabajo social y la validez de la Familia en el corpus metodológico y conceptual.
Para la mención Fernández&Ponce de León, Ituarte, Escartín y Miranda, de España. Méndez,
Alwin, Solar y Quiróz de Chile. Faleiros y Meixas, de Brasil. Rodríguez de Venezuela. Quintero de
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Retos Contemporáneos de la Intervención Socio-Familiar por Ángela María Quintero Velásquez
Colombia. Argentina, Eroles, Chadi, Calvo, Travi y el Grupo de Investigación Interdisciplinaria en
Trabajo Social-GIITS, con sus pesquisas sobre las pioneras y V Encuentros, entre otros.
ACERCA DEL ENFOQUE SOCIO-JURÍDICO.
Intrínsecamente relacionado con Familia como un todo y con los miembros que la componen,
en su diversidad generacional y de género, se consolida y evoluciona este campo disciplinario,
fundamentado en varios países de la región, con investigaciones y publicaciones que apuntalan,
a enaltecer un dominio propio de la acción social, y a la luz del giro paradigmático, recrea el corpus
teórico y metodológico.
La literatura especializada utiliza de manera discriminada área, perspectiva, campo, enlaces,
y otros, todos apellidados socio-jurídicos, pero la propuesta contemporánea es estructurar,
divulgar e incorporar en el acervo académico y profesional, el Enfoque socio-jurídico, como
potestativo de la práctica de Trabajo Social, en la administración de justicia y en el cumplimiento,
la verificación, la garantía y el restablecimiento de los derechos de la Familia y las personas que la
integran. Bajo el supuesto de la asunción de los enfoques: de derechos, de género, poblacional,
territorial y diferencial.
De esa manera, es que el “área” o “campo” socio jurídico represente, actualmente, una
perspectiva singular para la actuación profesional, que percibe el derecho como una compleja
carga de contradicciones. Posibilita, entonces, la acción en busca de nuevos sentidos para las
relaciones sociales, en la dirección de la realidad emancipatoria y diferente de la reproducción
pura del orden establecido. (Conselho Federal de Serviço Social & Conselhos Regionais de
Serviço Social, 2014: 12).
(Quintero, 2014). La premisa fundamental del enfoque socio-jurídico, conlleva la
multidisciplina, más allá de vocablos o discursos teóricos, es una visión del mundo incluyente,
probabilística, compleja, holística, para entender que los dilemas humanos requieren el
concurso de diferentes áreas para estudiarlos, comprenderlos e intervenir. También contribuiría
al desarrollo de un lenguaje profesional y a la armonización terminológica, sobre conceptos y
categorías de uso común.
La intervención social en el área socio jurídica se entiende aquí en un sentido amplio,
como una forma de intervención en el espacio social con objetivos transformadores,
independientemente de la formación disciplinaria de sus operadores. Se denominan operadores
sociales a todos los expertos que intervienen en el área socio-jurídica en el campo de la infancia
y la adolescencia, considerando específicamente la intervención en relación a la infracción
adolescente como ámbito de análisis. (Citado en Quintero, 2014, González, 2012:929)
Varios son los dominios profesionales en contextos uni y multidisciplinarios, que operan
bajo el Enfoque Socio-Jurídico, pero al igual que lo argumentado en esta disertación, la propuesta
del debate gremial y el ejercicio académico, es trascender la práctica técnico instrumental,y
pese a la solidez científica de las técnicas y metodologías, propias de nuestro quehacer, el
propósito epistémico es asumir una categoría que contribuya a la producción del conocimiento y
a la ecología de los saberes (transcribiendo a Boaventura de Sousa Santos).
Ello implica, y según los preceptos básicos de la interdisciplina, que las áreas del conocimiento
involucradas en este proceso, se transformen, en relaciones simétricas, colaborativas, de cocreación, de apropiación de lenguajes especializados, que atraviesen la intervención de dichas
disciplinas y por ende del derecho, que tradicionalmente establece posiciones dominantes
sobre los denominados de manera equívoca, “auxiliares de la justicia”, donde se sitúa al Trabajo
Social y afines.
Amparados en el pensamiento crítico y ortodoxo de algunos sectores del trabajo social
brasileño, adquieren validez para los países de la región, sus voces:
…en esta perspectiva, el derecho que incorpora lo “jurídico” está constituido por “operadores
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RUMBOS TS, año IX, Nº 10, 2014. pp. 66-77
de derecho [que] concurren por el monopolio del derecho de decir el derecho “(Bourdieu citado
en Shiraishi, 2008, p.83), para los/as trabajadores sociales, otra dimensión es necesaria: la
de contribuir para trazar, para la esfera del imperio de las leyes, la historicidad ontológica del
ser social, por la vía de diversas posibilidades de intervención profesional, impulsadas por el
proyecto ético-político profesional. (Conselho Federal de Serviço Social & Conselhos Regionais
de Serviço Social, 2014: 12)
La reinterpretación del discurso socio-político, permea la perspectiva contemporánea de
la intervención en Trabajo Social. El término no es privativo de la profesión, pero si el apellido, la
noción, el significante de social y hacia ella fortalecemos los dominios disciplinarios en el Trabajo
Social Familiar y en el Trabajo Social Forense-TSF, como las áreas, donde se resalta la acción
profesional con familias y sus miembros, y aplica en toda su magnitud el Enfoque socio-jurídico.
En las rutas conceptúales, metodológicas y técnico-instrumentales, del Trabajo Social
contemporáneo, sobresale una figura socio-jurídica, el Peritaje Social-PS, con destacada acción
profesional desde hace varias décadas, pero solo recientemente es considerada de su fuero
doctrinal. Se constituye en un paradigma en los procesos de intervención multidisciplinaria
y consolida las funciones de Trabajo Social en los ámbitos legales, constitucionales y
gubernamentales. (Quintero, 2013: 27).
No obstante la posición crítica y desconocimiento, resalta bajo el Enfoque Socio-Jurídico, el
crecimiento exponencial del Trabajo Social Forense, que se posiciona de a poco, por las figuras
jurídicas del dictamen pericial, peritaje o peritazgo social, pericias judiciales, pero que requieren
enlaces psico-sociales, socio-jurídicos y psico-jurídicos, para validar la premisa de que el derecho
es insuficiente por si solo para estudiar, comprender e intervenir la complejidad de los tiempos.
En correspondencia con la proposición ya expuesta en esta disertación, de trascender el
carácter técnico-instrumental de la intervención, los dispositivos para ello son la apropiación
social del conocimiento, la investigación rigurosa, la sistematización y convalidación de
experiencias, la producción científica y la formación académica en todos sus niveles, pregrado,
posgrado, educación continua. TSF avanza en esta ruta:
El Trabajo Social Forense o Trabajo Social en el campo socio-jurídico, como campo profesional
demanda el cumplimiento de una serie de condiciones, tales como un cuerpo de conocimientos
específicos y especializados, una comunidad profesional activa, organizaciones profesionales
académicas y no académicas, líneas de investigación, publicaciones, realización de eventos, etc.
(Ponce de León, 2013:21)
Desafíos en la Intervención Socio-Familiar
El paradigma eco-sistémico y el Cambio de Época, es sustentado desde diferentes voces,
que con el pensamiento crítico y posmoderno, asocian a la Familia y a sus miembros, en su
contexto, rebasando la manida discusión de que Familia es de carácter burgués o restringida
al espacio íntimo, solo de las subjetividades. El paradigma pos- positivista del estudio de la
Familia, trasciende el individualismo, el asistencialismo y asume perspectivas constructivistas,
sistémicas y complejas, con categorías como la circularidad,- entrecruce de individuo, grupos,
familia, comunidad, corporaciones-, con una mirada holística que no disgrega, ni excluye, ni
reduce según el modelo analítico.
La evolución del concepto de Familia y de intervención, así como de las teorías y enfoques
que la soportan, establecen que el término procede de la medicina, con carácter directivo,
intrusivo, pero ya en la época asume los procesos colaborativos y cocreadores y recogen la
tradición de Trabajo Social. Intervención es un proceso multidimensional y polisémico, que
demanda revisar las epistemologías, ampliar la cosmovisión y comprensión del universo y
examinar la complejidad de la diversidad.
71
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Retos Contemporáneos de la Intervención Socio-Familiar por Ángela María Quintero Velásquez
En este tránsito uni y multidisciplinario, la definición de Intervención Familiar, enfatiza
en los procedimientos socio-familiares, para resaltar el análisis de contexto y la intrínseca e
ineludible conexión de todos los procesos y sistemas humanos:
Intervención Familiar, Family intervention.
Proceso de interacción entre el profesional y la familia para el abordaje de una situación
familiar que requiere una acción experta, la cual puede ser de asesoría, sostén, control, tutela,
mediación o terapia; por medio de la creación conjunta de contextos que expandan las acciones,
las cogniciones, los territorios afectivos y nuevas condiciones relacionales, dentro de las cuales
las familias generen sus propios recursos y así invertir la dirección disfuncional3 por la que
atraviesan. Se requiere establecer la naturaleza de la situación y la necesidad de profundizar
el tratamiento, o atender la disfunción en algunas sesiones de orientación. Las intervenciones
son conducidas por los servicios sociales, educativos, sanitarios, religiosos, comunitarios,
psicológicos, jurídicos, organismos gubernamentales y no gubernamentales. Operan en los
contextos no clínicos y en los contextos clínicos. (Quintero, 2007: 79).
La transición del positivismo y reduccionismo metodológico, al pensamiento sistémico,
complejo, implica asumir criterios y dispositivos técnico-instrumentales acordes con el cambio
de época. Este viraje apuntala a superar la visión binaria, dicotómica de los procesos humanos,
soportados en el paradigma determinista, mecanicista, analítico.
Conlleva trascender el carácter operativo, reinventar, resignificar espacios propios, con los
Enfoques de Convergencia y Eco sistémico, que privilegien el análisis de contexto.
Pero todavía proliferan posiciones sectarias, fundamentalistas que desconocen la validez de
la Sistémica, en su evolución hacia la posmodernidad, con dominios constructivistas, holísticos y
complejos. Reiterando la premisa de trascender el carácter técnico-instrumental y asumir el giro
paradigmático: El área de individuo y familia identifica una tendencia por articular asignaturas
en la relación de individuo, familia y comunidad desde una visión sistémica, sin perder de vista
las condiciones socio-económicas por las que atraviesan las familias y en ello, el alto nivel de
pobreza, la internacionalización de la economía, la situación de violencia en el ámbito público
como privado y el incremento de las tasas de desplazamiento como factores que continuamente
están planteando necesidades de profundización e intervención. (Pava, 2013:90)
En la sustentación e intervención de Trabajo Social Familiar, es menester invocar nuestras
raíces e identidad disciplinaria, en sus ejes fundacionales, para enaltecer a las pioneras,
activistas de la primera generación de los derechos civiles, del sufragio universal y democrático
y de la diversidad sexual. Considerando la relación dialéctica familia-género, las investigaciones,
proyectos, redes y acciones, en más de un siglo de ejercicio profesional, y el acervo conceptual y
metodológico consolidado.
La discusión, con matices ideológicas de rechazo a los procesos de intervención socio-familiar,
tanto en Contextos no Clínicos y Contextos Clínicos, están fundamentada, en una interpretación
y asunción del pensamiento crítico, liderado por la hegemonía de un sector del Servicio Social de
Brasil, -con resonancia latina-, que desde posiciones sectarias y fundamentalistas emanadas de
centros de estudio superior, (lideradas por colegas sin práctica profesional, o trabajo de terreno,
con vínculos laborales solo en las universidades o en posiciones burócratas de los organismos
gremiales y académicos), que excluyen y zahieren posturas que no sean afines a su discurso.
Y esto debe de ser una razón importante para que la intervención social se convierta para
muchos profesionales en «un género literario » que casi sólo se cultiva desde lo puramente
académico, escrito por profesionales que ejercen su trabajo en ámbitos alejados de la práctica,
o desde tribunas exclusivamente políticas, que lo exhiben propagandísticamente porque lo
necesitan con efectos de impacto, a corto plazo (Cuadernos de Trabajo Social, 2014: 11)
3
. La categoría disfuncional, es replanteada en los últimos años, recogiendo las críticas sobre su esencia positivista y el
matiz peyorativo, que desconoce que todas las familias, en su diversidad y contexto, están organizadas a su manera,
atendiendo su estructura y enlaces emocionales particulares.
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Pero la contratendencia como bien lo plantea Morín, está dada por proyectos heterogéneos,
en Brasil mismo, como Ser Clínico. Apuntalando al fortalecimiento y la pluralidad del debate, que
permite disyuntivas teóricas, metodológicas y epistemológicas, de Intervención Social, acordes
con el respeto a la diversidad, la argumentación científica, la expansión del pensamiento y el
cambio de época.
El giro de paradigma y la asunción del axioma contemporáneo, redefine los términos de
familias disfuncionales e incompletas-, que aún en boga-, no dan cuenta de la complejidad e
incertidumbre del tiempo, y son propios del modelo analítico:
Por otro lado, y, además, hablar de rupturas familiares uniéndolo, sin solución de continuidad
al término familias disfuncionales, canonizando el modelo de familia nuclear intacta, es negar
que los cambios en los modelos familiares son fruto de la ampliación de opciones individuales, de
profundas transformaciones en las dinámicas y en las formas de elección de pareja, de los ciclos
de vida, etcétera. Así, hoy se encuentran una variedad de modelos familiares, que obviamente
en sí mismos no son disfuncionales, como las familias monoparentales y reconstituidas,
homoparentales, entre otros, que conviven con el modelo patriarcal tradicional dominante de
familia nuclear (Ulrich Beck y Elisabeth Beck-Gernsheim, 2003). (Rodríguez; 2013: 12)
Dominios como la cuestión social, la diversidad sexual, los derechos sexuales y reproductivos,
los tratados de paz de varios países de la región, el viraje hacia gobiernos más democráticos,
están expresados en la Intervención Socio- Familiar, que en bucles hologramáticos, conlleva:
• Procesos multidisciplinarios, donde se enfatice el dispositivo técnico-instrumental y
conceptual de Trabajo Social, pero en relaciones colaborativas con las otras áreas del
saber que atienden a la Familia.
• Dotar a la familia como campo disciplinario de la fundamentación epistemológica.
• Potenciar la Atención Integral, que ya es un mandato de gran parte de los estados
hispanos, pero que desde hace varios lustros está incorporado en el precepto
metodológico de Trabajo Social. Con el propósito de que trascienda la coyuntura, el
evento asistencial o humanitario, para privilegiar lo preventivo-promocional.
• Neutralizar, diluir las barreras mentales e ideológicas que todavía, para varios sectores
del Trabajo Social latino, ubican el Trabajo Social Familiar, TSF y afines, como un asunto
periférico, residual, que no hace parte del proyecto ético-político impulsado por la
corriente marxista y ortodoxa del continente.
• Comprender que el Pensamiento Crítico en su acepción epistemológica, incluye y
permite, la acción social con la Familia.
• Asumir la evolución del Trabajo Social Familiar, con los Enfoques de derechos,
género, diferencial, poblacional, territorial, la diversidad familiar, la justicia social y los
movimientos sociales, considerando a la familia actor y sujeto político.
• Relación dialéctica Familia y Género: bajo la premisa de que en la familia se forma la
identidad de género, según el mandato cultural, pero también es en ella, donde se avala
o estigmatiza la identidad y opción de género.
• Diversidad sexual: en toda su magnitud LGTBI, más allá del discurso vacío, carente de
significado conceptual y metodológico. Corresponde al Trabajo Social, argumentar
y fundamentar científicamente, estas categorías en los enlaces socio-jurídicos, los
derechos humanos y en la atención integral, y no rendirle culto al activismo hueco,
vano, ideológico, de carácter empírico, que solo agrede y reivindica asuntos personales
9. Homoparentalidad: En la evolución de la categoría de familias homosexuales
(inadecuado, en tanto esa no es la condición de la familia en su totalidad, sino la opción
de género de la pareja), a familia homoparentales vrs familia heteroparental, Trabajo
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Social ha contribuido con investigaciones. Esto es significativo para la construcción del
conocimiento y dar soporte teórico a procesos contemporáneos que están en el debate
y la agenda de las políticas públicas.
• Empresa Familiarmente Responsable- EFR: en la conciliación del mundo laboral y la
familia, emerge esta categoría, divulgada en el hemisferio hispano parlante. Para
fortalecer una cultura corporativa del trabajo que facilite la armonización de intereses
laboral, familiar y personal, acorde con las vicisitudes de la contemporaneidad.
• Políticas Públicas: diseño, ejecución y evaluación, trascendiendo el tradicional, pero
necesario, rol de operador social de la Políticas Públicas de Familia. Como es el caso de
los programas de transferencia condicionados, para los países de la región.
Estas acciones pueden implicar la formulación de planes, programas y proyectos, que
orientados a diferentes grupos etarios, consideren aspectos como los siguientes:
• Una percepción contextualizada y ecológica de la familia, que construya conexiones
entre la vida cotidiana familiar y el medio social en el que se inserta.
• Un conocimiento de la ideología y de los discursos de poder predominantes en la cultura
en la que se inserta la familia o las familias objeto profesional de intervenir nos da cuenta
de normas, valores, actitudes y diversas pautas de comportamiento, con la naturaleza,
con los otros, y a conocer cómo conciben el pasado, el presente y su proyección en el
futuro.
• Una posición crítica de parte del profesional frente a los elementos anteriores, que
oriente su trabajo de manera tal que, al tiempo que se co-construyen opciones, emerjan
otras voces, voces alternas, en los miembros de la familia, que les permitan el desarrollo
de un sentido crítico frente a sus experiencias. (Betancourt & Micolta & Escobar, 2013:
372)
La innovación y dinamismo innegable del Trabajo Social Familiar o la modalidad de acción
profesional que se nombre, demuestra día a día la validez del pensamiento sistémico, del
paradigma moderno del conocimiento que Trabajo Social, incorpora en su corpus teórico y
técnico-instrumental, en cumplimiento de sus ejes misionales y el compromiso ético-político
con la sociedad.
A modo de provocaciones finales, en desarrollo y asunción continental, destacan escenarios
de vanguardia, en las voces de sus autores, entre otros: El término Socio terapia, definimos a la
misma como el Modelo de Intervención que tiene como meta la mejora del mantenimiento del
equilibrio socio-relacional de los sistemas humanos, llámese Familia, Grupo o Comunidad y cuya
práctica es la aplicación científica de la teoría y los métodos de Tratamiento del Trabajo Social,
interviniendo específicamente en los espacios inter-vinculares, activando los recursos sanos
pre-existentes y gestando los no desarrollados que, conducirán a la reducción de las causas
que sostienen la problemática. Desde esta perspectiva, podemos pensar en el Trabajo Social
Terapéutico con una mirada renovada. Un adecuado “soplo de aire fresco” que da constancia
del crecimiento y evolución del Trabajo Social, como disciplina que brinda “razón de sí”. (Chadi,
2013).
Esta investigación resalta de manera especial que tanto desde la perspectiva de la Terapia
Familiar, como desde otros contextos no clínicos, la hermenéutica que Gadamer ofrece e
ilumina senderos para el entendimiento, bifurca caminos para la comprensión y el acuerdo en
la cosa4, quita los velos que se forman por el cegamiento dado por una mirada lineal, no circular,
excluyente, para acercarse a los contrariedades propias del diario vivir y resignificar sentidos en
torno a éstos, para acercarnos al otro y ser capaces de entrar en diálogo. (Perez, 2013).
4
. La cosa” hace referencia a la situación interpretable, a la realidad que es susceptible de ser objeto de la práctica hermenéutica. “La cosa”, siguiendo a Gadamer, es aquello por lo que la familia acude al Terapeuta Familiar.
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• En la escucha y diálogo disciplinario, desde otros saberes en amigable Crítica plantean,
Nueva propuesta, cambio de paradigma [subrayado personal]: Durante los últimos
treinta años en América Latina se han ‘naturalizado’ las llamadas ‘intervenciones sociales’.
Sea en el marco de políticas o programas estatales, o a través de proyectos y acciones
de organizaciones de la sociedad civil, este modelo de intervención ha demostrado no
contribuir a la construcción de sociedades más equitativas y democráticas. El paso de
este modelo ‘intervencionista’ a uno vinculado más a la ‘colaboración’ y la ‘promoción de
derechos sociales’, requiere de un análisis detenido de los aspectos que conforman aquel
paradigma dominante, y de un esfuerzo por recrear nuestra mirada y nuestra acción ante
los problemas que enfrentamos como sociedad. (Bombarolo & Pauselli, 2007: 4)
• Pensar en una Terapia Familiar posmoderna con matices más centrados en las prácticas
intergeneracionales, en las relaciones con el contexto, en las circunstancias de un
entorno con marcas que inciden y que solo el mirar la dinámica interna no resuelve,
fortaleciéndose hoy los enfoques en terapia que propenden por las historia, las
vivencias, los significados, las percepciones, los sentidos, todo ello válido en una época
de incertidumbre, complejidad, donde el papel del terapeuta trasciende al sentir,
observar, reflexionar con la familia. (Agudelo, 2013:105).
• La idea anterior se relaciona con la formación académica de los profesionales a cargo
del trabajo con familias, especialmente en la actualidad, donde las universidades han
traspasado la barrera de la docencia, y la formación profesional la complementan con
una inserción en la red social desarrollando intervenciones en diversos niveles, en apoyo
a los lineamientos técnicos de las políticas públicas o en forma independiente, dejando
plasmado en esa acción el sello institucional y la identidad de los profesionales según
la casa de estudios donde se han formado. No obstante, la universidad no es la única
fuente de formación de los profesionales, sino que la práctica y el ejercicio de la profesión
también es un escenario de aprendizaje tanto de habilidades como de estrategias de
intervención, que se adecuen a los diversos tipos de familia con miras a un logro de
objetivos.(Baeza & Donoso & Rojas, 2013: 373)
La provocación final, es reflexionar y debatir sobre la Intervención Socio-Familiar en sus
múltiples acepciones y matices, y en lo que representa para el Trabajo Social contemporáneo
en su consolidación epistemológica, teórica y metodológica, en el cambio de Época y en la
expansión del pensamiento.
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TRABAJO SOCIAL EN AMÉRICA LATINA
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Perfil de las Generaciones Estudiantiles de Trabajo Social
Universitario Periodo 2010 – 2014
Profile of Student Generations of Social Work University Period
2010 - 2014
Fecha de recepción: 4-Diciembre-2014/ fecha de aprobación: 14-Diciembre-2014
Patricia Castañeda Meneses1
Ana María Salamé Coulon2
RESUMEN
El presente artículo presenta los resultados de una experiencia de sistematización temática que
tiene por objetivo caracterizar el perfil de las generaciones estudiantiles que cursan actualmente
Trabajo Social Universitario en el país. Los resultados obtenidos permiten establecer las principales
características que asume el colectivo estudiantil en sus dimensiones académicas, tecnológicas,
doble rol estudiantes/consumidores y de participación social.
Palabras claves: Trabajo Social - Formación Profesional - Estudiantes de Trabajo Social.
ABSTRACT
This article presents the results of a systematic thematic experience that aims to characterize the
profile student currently enrolled generations University Social Work in Chile. The results obtained
allow the main features that assumes the student body in their academic, technological, double
roll student /consumer and social participation dimensions.
Keywords: Social Work - Professional Education - Social Work students.
PRESENTACIÓN.
L
as generaciones tienden a ser grupos de edades próximas que desarrollan una conciencia similar frente a experiencias relativamente comunes que se interpretan a la
luz de eventos epocales sincrónicos. Asociado a la novedad de cada generación, se
reconoce la novedad de situaciones históricas, ideas y sensibilidades que les acompañan en
su tiempo histórico específico. Si esta novedad viene asociada a la conciencia del grupo de
dichas novedades y las plantea como propuesta de cambio, entonces puede hablarse de una
generación. Las generaciones son un hecho de poder. Imponen en su época una interpretación del futuro, del pasado y del presente, lo que las lleva a enfrentarse a las generaciones
anteriores, ya que entran en conflicto sus poderes reales y sus sentidos de identidad histórica
Asimismo, los grupos generacionales pueden definirse como un conjunto de individuos que
se reconocen como marcados e influenciados por unas mismas fases en las distintas dimensiones en la vida social del país (Güell, 2002:80).
1
Chilena, Académica e Investigadora. Escuela de Trabajo Social. Universidad de Valparaíso. Trabajadora Social y Licenciada en Trabajo Social. Universidad de Valparaíso. Doctora en Ciencias de la Educación. Universidad de Barcelona. Dirección
postal institucional: Avda. Colón 2128, Valparaíso. Dirección correo electrónico [email protected].
2
Chilena, Académica e Investigadora. Departamento de Trabajo Social. Universidad de La Frontera. Trabajadora Social.
Pontificia Universidad Católica de Chile. Doctora en Ciencias de la Educación. Universidad de Barcelona. Dirección postal
institucional: Avda. Francisco Salazar 01145, Temuco. Dirección correo electrónico [email protected]
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Perfil de las Generaciones Estudiantiles de Trabajo Social Universitario Periodo 2010 – 2014 por Patricia Castañeda
Meneses Y Ana María Salamé Coulon
Muñoz (2011:135-137) ha desarrollado una propuesta conceptual sobre el abordaje generacional. En ella, define que las generaciones no tienen un ritmo predeterminado con raíz
en lo biológico, sino que la irrupción y cambio de generaciones depende de la vivencia sociohistórica y de la interpretación subjetiva de tal vivencia; es decir de la memoria, identidad y
las marcas epocales. Asimismo, plantea que la juventud es un eje simbólico de lo generacional. La generación se constituye como una referencia importante, cuando la juventud emerge
como carga simbólica del cambio histórico, factor ideológico propio de las sociedades modernas.
Las generaciones estudiantiles corresponden a las cohortes de ingreso de un plan de
estudios, que desarrollan su proceso de formación en forma sincrónica, recibiendo las habilitaciones profesionales válidas para un colectivo en los espacios de aprendizaje legitimados
por la tradición formativa. En ese contexto, circulan habilidades y saberes distintivos, que
son transmitidos inter generacionalmente por quienes poseen dominios avanzados en la tradición, hasta garantizar que la cohorte de ingreso alcanza la participación plena en las prácticas socioculturales que caracterizan a la profesión (Rojas 1999:77-78).
En este marco, el presente artículo presenta los resultados de una experiencia de sistematización que caracteriza a las generaciones estudiantiles que cursan o han cursado Trabajo Social en las Universidades del país, en el período 2010-2014, lapso que se inicia con el año
de la conmemoración del bicentenario de Chile y en cuya vigencia se han implementado procesos de innovación curricular en la mayoría de las unidades académicas del país. Esta organización de la información ha permitido configurar un perfil generacional de los actuales estudiantes y futuros profesionales del mundo social a partir de sus principales características y
experiencias.
METODOLOGÍA
El presente artículo es resultado de una sistematización temática que tiene por objetivo
caracterizar el perfil estudiantil de las generaciones que cursan o han cursado Trabajo Social
Universitario en el país durante el período 2010-2014. La información fue recolectada a través de estrategias de revisión documental de informes técnicos y documentación académica;
junto con observación de prácticas docentes en el marco de la formación teórica y práctica de
Trabajo Social y entrevistas en profundidad con equipos académicos de diversas casas de
estudio. El plan de análisis presenta una organización de la información conforme los criterios
de relevancia, significancia y convergencia, permitiendo la generación y densificación de las
categorías de análisis provistas por la sistematización y que corresponden a características
académicas, características tecnológicas, características de doble rol estudiante/consumidor
y características de participación social. Los resultados obtenidos fueron validados por medio
de procedimiento de juicios expertos académico y profesional.
RESULTADOS
Características académicas del colectivo estudiantil.
El actual perfil estudiantil de Trabajo Social universitario en Chile corresponde en una
proporción cercana al 70% a la primera generación de su entorno familiar que accede a la
educación superior. Por lo general, el acceso a la Universidad está fuertemente regulado por
la oferta vigente en las instituciones de educación superior regionales, dado que hoy en día
las oportunidades de estudio fuera de la región de origen son una situación de excepción,
condicionadas principalmente a la existencia de redes familiares en la región de destino. El
financiamiento de los estudios universitarios es una preocupación permanente a lo largo del
proceso de formación y es enfrentada a través de fondo de crédito universitario, becas y servicios estudiantiles aportados por las Universidades y servicios generales de financiamiento
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de la banca privada a través del crédito con aval del Estado. Asimismo, se realizan esfuerzos
individuales de financiamiento a través de actividades laborales part time en comercio o servicios, que sean compatibles con los horarios de estudios demandados por la Universidad.
Como reflejo de la estructura de la educación básica y media chilena, los ingresos a Trabajo Social provienen mayoritariamente de la educación subvencionada, seguida de la educación municipal y particular pagada, estimando en un 90% proveniencia de la modalidad científica humanística y 10% modalidad técnico profesional. Los rangos de puntajes de selección
PSU para la carrera en el primer llamado del proceso de ingreso 2014 correspondieron a
728.90 como primer seleccionado y 440.80 como último seleccionado (DEMRE; 2014). Del
total de ingresos, aproximadamente el 70% corresponde a la promoción egresada de Enseñanza Media en el año inmediatamente anterior al año vigente de ingreso y el 25% restante
se distribuye en promociones egresadas en años anteriores. En promedio, y en coherencia
con la tendencia histórica, el 80% del ingreso corresponde a matrícula femenina y el 20% a
matrícula masculina.
Las principales motivaciones declaradas para cursar estudios universitarios, corresponden a realización personal, necesidad de tener un título profesional y mejoramiento de las
condiciones de vida actuales y futuras. El perfil vocacional disciplinario se define genéricamente como humanista, con interés por las ciencias sociales. La vocación es respaldada por
aptitudes personales de espíritu de servicio e interés en los problemas sociales y se concreta
en la postulación en primera preferencia por la carrera de Trabajo Social. Las preferencias
secundarias para la carrera traducen una opción por puntaje que les excluye de otras alternativas académicas o por un interés general en el área disciplinaria que aún no decanta vocacionalmente.
Las experiencias estudiantiles previas al ingreso a la carrera corresponden a actividades
voluntarias o remuneradas en el ámbito social, a través de experiencias en sus establecimientos educacionales de origen, instituciones religiosas, organismos públicos, asociaciones
voluntarias y organizaciones no gubernamentales. Entre las experiencias voluntarias se destaca la participación en actividades pastorales, acompañamiento a hogares de reposo a adultos mayores, ayuda a establecimientos educacionales que atienden a sectores sociales vulnerables, entrega de alimentos a personas en situación de calle y actividades en centros comunitarios, de atención a la infancia o de rehabilitación. En las actividades remuneradas se
declara participación en proyectos sociales en líneas de trabajo educativo de organizaciones
no gubernamentales, principalmente a través de ejecución de monitorías socioeducativas o
recreativas. También se refieren experiencias de afiliación a grupos, partidos o movimientos
políticos preferentemente de orientación progresista y anarquista.
La percepción estudiantil respecto a su formación profesional coincide en torno a que los
programas de estudios de Trabajo Social contienen las bases generales de respaldo a su formación y responden en forma central a las expectativas vocacionales y académicas con las
que ingresaron a la carrera. La principal valoración es referida a la calidad de los equipos docentes, considerada decisiva para la adecuada resolución de los contenidos contemplados en
los programas de asignaturas y de su utilidad e integración en el marco de un avance curricular desde la lógica de los prerrequisitos. Potenciar el repertorio de las estrategias pedagógicas, controlar el cumplimiento de las responsabilidades docentes, calibrar la carga de trabajo
académico según importancia relativa de la asignatura en el plan de estudios, cautelar niveles de exigencias acordes a las capacidades del pregrado y transparentar los criterios de evaluación son declaradas como medidas necesarias para fortalecer la tarea docente en el nivel
de pregrado, reconociendo importantes avances en este sentido en los últimos años.
Asimismo, declaran necesario revisar las asignaturas teóricas vigentes, profundizando
los contenidos para un desempeño pertinente en el actual mercado laboral. Específicamente,
en las asignaturas metodológicas se demanda una mayor apertura a modelos y a estrategias,
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Perfil de las Generaciones Estudiantiles de Trabajo Social Universitario Periodo 2010 – 2014 por Patricia Castañeda
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en vistas a contar con un repertorio diverso que les permita contar con un mayor respaldo
frente a sus decisiones técnicas actuales y futuras. En las asignaturas prácticas, reconocen
diversidad de estilos de supervisión académica y de contextos institucionales, que no siempre garantizan condiciones y oportunidades homólogas para cada estudiante que las cursa.
Complementariamente, proponen aumentar la cantidad y disponibilidad de asignaturas electivas, a fin de otorgar mayor flexibilidad a la formación. En términos generales, se espera que
la actualización permanente de la totalidad de las asignaturas existentes juegue un rol fundamental, dado el dinamismo de la realidad social y de los contextos sociolaborales de la
profesión.
En forma complementaria, también se demandan espacios formativos que fortalezcan
explícitamente las dimensiones personal y vocacional de cada estudiante, proponiendo entre otras temáticas, el desarrollo de habilidades comunicacionales, manejo de grupos de trabajo y liderazgo técnico, en un marco que propicie un temprano acercamiento a la realidad
social. En este sentido, el desarrollo de talleres de integración teórico prácticos es referido
como instancias deseables para dinamizar los aprendizajes obtenidos en los ramos teóricos y
que no siempre cuentan con espacios de aplicación real.
En una mirada autoevaluativa, el colectivo estudiantil reconoce la necesidad de asumir
una posición de mayor protagonismo en su proceso formativo, con una abierta disposición
hacia una autoactualización permanente, atributo que en su opinión, no solo respaldaría su
etapa de estudios de pregrado, sino que debería ser un recurso fundamental en su trayectoria profesional posterior. También reconocen que las condiciones de ingreso a la carrera, asociadas a la calidad de la formación recibida en su establecimiento de enseñanza media de
origen y la estabilidad de las condiciones socioeconómicas familiares, afectan el potencial
desempeño académico a lo largo de sus estudios.
CARACTERÍSTICAS TECNOLÓGICAS ESTUDIANTILES
Las actuales generaciones estudiantiles de Trabajo Social se caracterizan por un manejo
intermedio y avanzado de múltiples formatos de repertorios tecnológicos, que superan ampliamente las condiciones tecnológicas que el proceso formativo considera, tanto en lógicas
de contenido profesional como de recursos para la enseñanza. Esta brecha no genera dificultades iniciales, dado que la condición humanista de la carrera centra su atención en los procesos de interacción social que la han caracterizado históricamente y no en los soportes y formatos en que se desarrolla la intervención social. Efectivamente, se continúan utilizando los
recursos tecnológicos como soportes en forma analógica a lo que en épocas pretéritas representó la máquina de escribir, esto es, construcción de textos en formato clásico para comunicar los procesos de intervención social de los que el colectivo estudiantil forma parte a través
de pasantías o prácticas profesionales. En forma complementaria, también se reconoce la
creciente incorporación de software de análisis de datos cuantitativos y cualitativos como
recursos auxiliares para el proceso de investigación social.
No obstante la valoración académica de complementariedad a los procesos formativos
otorgada a los recursos tecnológicos, la actual inclusión de las tecnologías en la totalidad de
los contextos sociolaborales en los que se inserta Trabajo Social, comienza a desplazar la valoración inicial de medios, instrumentos o herramientas de apoyo al trabajo profesional, para
constituirse en una oportunidad de resignificar el desempeño, a través de la exploración y
apropiación de diversos usos y aplicaciones con fines sociales, en donde las nuevas generaciones pudiesen aportar nuevos códigos y recursos.
Los inéditos escenarios que ha generado la tecnología en la formación comienzan progresivamente a develar situaciones estudiantiles peculiares. No es de extrañar que las nuevas generaciones posean una percepción particular del tiempo cronológico, cruzado por la
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característica de instantaneidad derivado de la tecnología. En efecto, los materiales disponibles en forma inmanente en la red de Internet o aula virtual, sumado a la inmediatez del correo electrónico distorsionan la percepción del tiempo real y los necesarios aprendizajes formativos asociados a puntualidad y cumplimento formal de compromisos. Se observa como
consecuencia un manejo de tiempos inadecuado que se precipita en sus plazos de término en
forma inesperada, dado que se encuentra instalada una permanente confianza en que la tecnología aportará la información requerida de manera instantánea y oportuna, interfiriendo
con ello en el aprendizaje de organización de las tareas conforme los tiempos cronológicos
reales disponibles. Asimismo, las nuevas generaciones suelen no usar reloj, confiando el mecanismo horario a su teléfono móvil, pero difiriendo con ello el rutinario monitoreo de los
tiempos, horarios, distancias y compromisos en los que el tiempo real es el único regulador.
Junto con lo anterior, se observa una disminución de la secuencia metodológica de lectura, fichaje y construcción de textos en vistas a la entrega de un informe o trabajo de investigación, que realizado de manera tradicional obliga a incorporar en la secuencia el trabajo
cognoscitivo de lectura y reelaboración del contenido en vistas a generar una nueva versión
ajustada a los objetivos planteados en el trabajo académico encomendado. En el contexto de
los recursos tecnológicos, la disponibilidad de información en la red es inconmensurable, permitiendo en ocasiones acortar la secuencia metodológica completa para contar con el producto académico encomendado, agilizando la vía de recolección a través de la función tecnológica de procesador de texto copy - paste, alterando la esencia del trabajo de búsqueda y
análisis bibliográfico, Es decir, si bien en la forma la secuencia tradicional y mecanismo tecnológico parecieran homólogos, al permitir a ambos arribar a un texto final, en el fondo, solo el
primero de ellos moviliza obligatoriamente un compromiso cognoscitivo que respalda el proceso de aprendizaje asociado a su construcción.
Se suma a lo anterior la creciente presencia en aula de aparatos electrónicos que capturan en forma permanente la atención estudiantil, distrayéndoles del proceso de aprendizaje
que se realiza en clases. Frente a esta situación, la posición académica se manifiesta en forma diversa entre quienes solicitan explícitamente apagar aparatos antes de iniciar la clase;
quienes establecen normas de uso al inicio del curso en cada semestre; entre quienes requisan los aparatos si emiten sonidos o son sorprendidos en uso durante la clase; y, entre quienes hacen caso omiso de la situación, asumiendo que cada estudiante es un adulto responsable y por tanto, si prefiere distraerse a escuchar la clase, tendrá que asumir las consecuencias
posteriores en las instancias evaluativas. No obstante la diversidad, hay consenso en el equipo académico que se observa ansiedad por el acceso inmediato a los aparatos al inicio de cada
receso o intermedio entre sesiones de clases y una creciente dependencia en el uso de aparatos electrónicos, identificando casos de completa abstracción de las actividades académicas para prestar atención al constante devenir de correos, contactos, mensajes y avisos disponibles en la red.
Asimismo, debe precisarse que se observa una tendencia emergente de prescindencia
de las tomas de apuntes formales en formato papel y se han iniciado sistemas de registro alternativos en el teléfono móvil o pantallas portátiles, fotografías de apuntes o exposiciones y
grabaciones de audio, que surgen como aplicaciones complementarias de la tecnología en su
condición de recurso para almacenamiento dinámico de información. En esta progresiva inclusión de recursos tecnológicos, las salidas a terreno se resignifican y actualmente es usual
que se realicen estas tareas con apoyos que superan los sistemas clásicos de registros y observación en formato papel definidos desde la academia, y se enriquecen con los recursos
auxiliares de información geográfica GPS, número de teléfono móvil del grupo de dirigentes
a los que se debe visitar para contactarles en forma inmediata frente a cualquier imprevisto y
fotografías, mensajería e imágenes digitales como evidencias de contactos formales.
En los equipos académicos se manifiesta una creciente inquietud por la potencial influencia adversa que podría generar el uso de los aparatos electrónicos en la calidad del desa83
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rrollo de las necesarias habilidades sociales de interacción directa con personas, y que ha sido
considerada una característica distintiva del Trabajo Social. Así entonces, las habilidades de
comunicación efectiva, claves en el desarrollo profesional, requieren de una base de comunicación expresada a través de tonos de voz, lenguaje corporal, empatía y contacto visual que
se expresa por medio del contacto directo. Dado que las nuevas generaciones tienden a comunicarse preferentemente en forma virtual con sus pares, se estrechan las habilidades sociales disponibles en forma inicial para apoyar el desarrollo de los niveles de mayor especialización profesional. Complementariamente, la preocupación académica también alude al manejo del lenguaje técnico especializado, amenazado por los códigos de comunicación tecnológicos plenos de abreviaturas, lugares comunes y ausencia del estricto apego requerido
para el cumplimiento de las normas ortográficas.
La progresiva incorporación de la tecnología en los códigos tradicionales de Trabajo Social es una característica generacional estudiantil en el período 2010-2014. Las oportunidades plenas del recurso para la formación y el ejercicio profesional pueden seguir escribiéndose y profundizándose en un futuro cercano, mediados por el egreso de las nuevas generaciones al mundo profesional.
CARACTERÍSTICAS DEL DOBLE ROL ESTUDIANTES/CONSUMIDORES.
Actualmente, el consumo de bienes y servicios es facilitado por múltiples mecanismos
de acceso al crédito, constituyendo con ello la imagen deseable de que todas las necesidades
humanas pueden ser satisfechas desde el mercado. En esta imagen, la educación superior no
es la excepción. Promovida desde las más diversas estrategias de marketing que desean matricular estudiantes para hacerles parte de proyectos profesionales exitosos, es inevitable
notar como se han modificado las condiciones de selectividad en el ingreso a la universidad.
Hasta hace 20 años, el sistema universitario seleccionaba a sus estudiantes. Hoy en día, cada
estudiante recibe en forma personalizada una oferta de carreras y beneficios adicionales,
conforme su puntaje, colegio de procedencia, contribución de aporte fiscal indirecto AFI y
orientación vocacional que terminan transfiriéndole directamente la decisión final de elección de su carrera y su casa de estudios, conforme las ofertas recibidas y los beneficios comprometidos en su matrícula. Así entonces, su decisión ya no está exclusivamente basada en
su vocación personal, sino que mediada por una serie de dinámicas de mercado que buscan
con mayor o menor direccionalidad, sumarlo al proyecto académico de una institución de educación superior en particular.
Una vez ingresado, y antes de titulación, la banca privada le ofrecerá líneas de crédito
preferentes para hacerle participar de los beneficios del mercado a los que posteriormente
accederá plenamente en su vida profesional. No obstante, también en lógicas de mercado, la
deuda por los aranceles universitarios generados a partir de los mecanismos de apoyo de la
banca privada al crédito universitario será la cara amarga del ingreso al mundo del crédito.
Esta constitución de sujeto de crédito ejerce también su influencia en el aula. En ocasiones la
exigencia de aplicación de trabajos en terreno, el requerimiento de materiales de lectura o la
aplicación de instrumentos irá acompañada por la expresión de queja estudiantil respecto a
los costos económicos que dichas actividades académicas llevan asociadas.
La mayor expresión de esta dualidad estudiantes/consumidores está contenida en la
ambivalencia expresada en el deseo de titularse en una escuela de Trabajo Social de prestigio, pero manifestar disconformidad cuando ese prestigio se traduce en mayor exigencia
académica. La permanente tensión entre los costos de la educación superior sostenidos por
directamente por cada estudiante o su grupo familiar y los avances académicos regulados por
un estándar mínimo de exigencia, siempre se resuelve a favor del segundo factor, esto es la
exigencia académica, por lo que la demanda del pago por los servicios prestados no es interpretada aún a nivel universitario tradicional como la obligatoriedad de la promoción estudiantil.
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La nueva forma de reinterpretar la relación clásica docente/estudiante es una característica generacional estudiantil en el período 2010-2014. La relación clásica docente/estudiante se había basado tradicionalmente en el respeto y afectos mutuos en el marco de una
relación asimétrica enmarcada en el conocimiento y la experiencia docente. En la nueva interpretación emerge la relación proveedor/consumidor, en que la institución universitaria se
compromete con servicios académicos definidos, cuyos costos son de cargo del consumidor
que los demanda. La dificultad asociada a este segundo tipo de relación es que no está explícito que la condición de exigencia académica tradicional no se ha alterado. Dicho de un modo
simple, el título profesional no está a la venta ni es obligatorio otorgarlo porque se esté cancelando un arancel por su obtención.
CARACTERÍSTICAS DE PARTICIPACIÓN SOCIAL ESTUDIANTIL.
Las actuales generaciones universitarias de Trabajo Social se encuentran vinculadas directamente a movimientos ciudadanos y políticos, que se han expresado en los últimos años
a través de manifestaciones masivas, declarando un abierto rechazo a los efectos negativos
que ocasiona en el mundo social el modelo económico vigente actualmente en Chile. Particularmente, las demandas por una educación gratuita y de calidad conforman el correlato generacional de la rebeldía juvenil a la que pertenece su impronta epocal. Es interesante anotar
que intergeneracionalmente, las actuales cohortes universitarias de Trabajo Social corresponden a hijos e hijas de la generación juvenil de la década de 1980 que desafió a la dictadura
militar a través de acciones de protesta social; y a los nietos y nietas de la generación de plena
rebeldía política y cultural de la década de 1960. Por tanto, su posición de compromiso y desafío a las normativas económicas establecidas, cuenta con el simbólico respaldo de las generaciones que les precedieron en la protesta social antisistema.
Asimismo, siendo una generación de pleno dominio tecnológico, sus manifestaciones,
convocatorias y expresiones de participación social se evidencian fuertemente, no solo a través de actos presenciales masivos como marchas, asambleas o encuentros estudiantiles,
sino que también a través de las oportunidades de conectividad que proveen las redes sociales de las que son usuarios frecuentes. Esa dimensión tecnológica les provee de instantaneidad en sus vínculos, por lo que pueden enfrentar de manera más proactiva la contingencia y
los imprevistos característicos de los procesos de participación social.
Se definen como una generación desencantada del sistema político y económico al que
pertenecen y buscan caminos de salida alternativos a los tradicionales, siendo el reciclaje y el
cuidado del medio ambiente; el respeto por los pueblos originarios; los derechos del mundo
animal; la interculturalidad en un marco de procesos migratorios internacionales; el voluntariado en organismos nacionales e internacionales; la diversidad de género y de orientaciones
sexuales; las búsquedas espirituales alternativas y los estilos de vida veganos, algunos de
los nuevos relatos a los que integran sus intereses y manifestaciones juveniles.
En el ámbito político se observa una participación acotada, expresada eventualmente en
la representatividad partidista de centros de estudiantes o federaciones universitarias, pero
que no alcanzan a constituir propuestas con amplia base de adhesión o militancia. Se sienten
convocados a la participación estudiantil desde necesidades y problemas comunes, pero a
menudo las preocupaciones académicas reciben mayor atención en lo cotidiano que las demandas por reivindicaciones y causas sociales cuya resolución y defensa representan un
compromiso de largo aliento, que supera sus urgencias cotidianas.
La movilización del año 2011 es el hito de participación social distintivo de la generación
estudiantil en el lustro 2010-2014. Permitió expresar masivamente en las calles el malestar
social por las condiciones de lucro en la educación, colapsó al sistema educacional en su funcionamiento regular y renovó los temas sociales de la agenda política siendo sus demandas
aún vigentes y reconocibles como compromisos no resueltos plenamente en los años que
han sucedido a las manifestaciones realizadas.
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DISCUSIÓN.
La generación estudiantil que actualmente estudia Trabajo Social es hija de su tiempo.
Expresada en códigos tecnológicos; respondiendo a demandas simultáneas de tiempos reales y virtuales; fichando sus textos sin necesariamente leerlos o comprenderlos; con habilidades sociales mediadas por aparatos electrónicos y redes sociales; las actuales cohortes estudiantiles son las que probablemente se han distanciado con mayor velocidad de quienes les
han precedido, comparadas con las distancias que caracterizaron las relaciones entre generaciones anteriores. Actualmente, los equipos académicos intentan transferir las normas universitarias clásicas de formación a una generación que es la primera de su familia con estudios superiores y que se comunica tecnológicamente en lógicas de instantaneidad e inmediatez. Por tanto, resulta complejo para sus ritmos vitales instalar un proyecto de formación
profesional que progresa lentamente en su avance, en un horizonte a cinco años plazo y en
donde cada asignatura revisa en detalle un aspecto constituyente del total, exigiendo su
máxima atención por un período promedio de 16 semanas por semestre.
La actual generación estudiantil de Trabajo Social declara poseer las mismas motivaciones y orientaciones vocacionales de quienes les precedieron, pero sus expresiones cotidianas muchas veces generan inquietud académica, al interpretar en sus manifestaciones una
aparente indiferencia con los procesos del mundo social. Sin embargo, se debe recordar que
quienes actualmente se encuentran en las aulas universitarias están marcados con una impronta peculiar. En su primera infancia fueron testigos en vivo y en directo del ataque a las
Torres Gemelas del World Trade Center de New York el 11 de Septiembre del 2001 y en sus
historias personales refieren que este hecho colapsó tempranamente su capacidad de asombro, sensación acompañada de sentimientos de miedo, inseguridad y amenaza que acompañaron la cobertura de prensa del aciago evento. Por tanto, es un enorme desafío encontrar
nuevos relatos que tengan la capacidad de permitirles recuperar el asombro ante nuevos
hechos vitales.
A pesar de sus legítimas demandas de educación gratuita y de calidad, la paradoja del
actual sistema universitario no les es indiferente. Ha sido el mercado y no el Estado, el que ha
hecho realidad la demanda histórica de Universidad para todos, en atención a que la oferta
universitaria estatal representa solamente el 33% del total de la actual matrícula de Trabajo
Social en Chile, correspondiendo a la oferta privada el 67% de la matrícula total. Y es el mercado quien ofrece en forma expedita oportunidades de financiamiento de estudios superiores, relegando al Estado a un cuestionado rol de regulador del sistema y de aval financiero.
Las generaciones universitarias de Trabajo Social resignifican una tradición vocacional
de compromiso con los sectores de mayor precariedad social y son paradojalmente sus cuestionados repertorios tecnológicos de pregrado, los que eventualmente podrían enriquecer
los desempeños profesionales clásicos, anclados fuertemente en los tiempos y espacios reales que han caracterizado hasta ahora las intervenciones sociales. Para que ese proceso ocurra, falta aún que se implemente el esperado ejercicio profesional de las generaciones actualmente en formación, quienes podrán poner en juego sus habilidades tecnológicas en los
nuevos desempeños que les corresponda ejercer, para dar respuesta a los requerimientos y
oportunidades que demande el mundo social desde códigos reales y virtuales en forma simultánea.
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Finalmente, a diferencia de las generaciones que les precedieron, las nuevas generaciones asumen su futuro con una promesa de la que no tienen certeza en su cumplimiento cabal.
Esta promesa indicaba que la educación superior era un mecanismo seguro de movilidad social. Sin embargo, el actual contexto se caracteriza por un mercado laboral saturado, un creciente número de vacantes de primer año sin completar en diversas instituciones públicas y
privadas que ofrecen la carrera de Trabajo Social y tendencia a la baja en las remuneraciones
de los nuevos cuadros profesionales. Todo ello instala una interrogante central en sus proyectos de futuro que esperan desarrollar al término de sus estudios universitarios, constituyendo un nuevo desafío para una generación que espera aportar con renovadas respuestas a
los viejos problemas de la profesión.
Valparaíso/Temuco, Primavera del 2014.
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Los Cambios de la Sociedad Contemporánea y su Impacto
enlas Condiciones Labores de los Trabajadores Sociales.
Changes in Contemporary Society and Its Impact on The Work Of
Social Workers Conditions.
Fecha de recepción: 4-Diciembre-2014/ fecha de aprobación: 26-Diciembre-2014
Prof. Ts Teresa Dornell1
Lic. Ts Saphir Stemphelet2
Bach. Romina Mauros3
Resumen
El contexto social se ha visto influenciado por cambios: (i) en el mercado laboral con nuevas
lógicas de regulación, (ii) en las complejidades familiares sin correlación con las Políticas Sociales,
(iii) en el interés de procesos de inclusión con participación y accesibilidad a bienes y servicios,
componentes que en su conjunto forjan una suerte de “saturación” en el rol del Trabajo Social, que
por su naturaleza social lo define y lo hace sensible ante factores estresantes siendo muy difícil
discernirlos y delimitarlos en la cotidianidad del ejercicio profesional.
Palabras clave: Trabajo Social – Ejercicio Profesional – Cambios sociales
-Actividad Laboral– Factores estresantes.
Abstract
The social context has been constantly influenced by changes: (I) in the labor market with new
regulation logics of regulation, (II) , in the familiar complexities without correlation with the Social
Policies, (III) in the interest of processes of inclusion with that participation and accessibility to
goods and services, components that forge a luck of “saturation” in the rol of the Social Work, that
by their social nature defines it and they make it sensible before estresantes factors being very
difficult to discern them and delimit in the cotidianidad of the professional exercise.
Keywords: Social Work – Professional Exercise – Changes of articles of corporation
– Work Activity – Stress Factors
1
. Uruguaya. Profesora Licenciada en Trabajo Social, Universidad de la República, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Trabajo Social. Coordinadora del Proyecto Integral: Cuidado Humano, Derechos e Inclusión Social. Coordinadora del Área de Vejez y Trabajo Social. Montevideo, Uruguay. Correo electrónico: [email protected]
2
. Uruguaya. Licenciada en Trabajo Social, Universidad de la República, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento
de Trabajo Social, Área de Vejez y Trabajo Social. Montevideo, Uruguay. Correo electrónico: [email protected]
3
. Uruguaya. Estudiante avanzada de Trabajo Social, Universidad de la República, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Trabajo Social, Área de Vejez y Trabajo Social. Montevideo, Uruguay. Correo electrónico: rominamauros@
hotmail.com
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INTRODUCCIÓN
E
l presente artículo pretende poner en debate4, de cómo las nuevas manifestaciones de la cuestión social en las cuales se inserta el profesional del Trabajo Social
van moldeando sus prácticas interventivas, pero eso le significa (como a otras profesiones) convivir con factores objetivos y subjetivos estresantes producto de las condiciones de trabajo en las cuales se sumerge.
La determinación trabajo es considerada en las sociedades occidentales como una necesidad humana, con un valor incalculable para el individuo; la cual más allá de permitirle percibir una remuneración económica para su sustento diario, lo habilita al crecimiento y desarrollo
personal, desplegando asimismo la capacidad de cambio, creación y transformación; al tiempo que le genera un espacio en donde el individuo puede establecer nuevas relaciones sociales. “Así pues muchos de los ingredientes esenciales de satisfacción, salud y bienestar en la
vida están intrínsecamente vinculados con el trabajo y la profesión.”(Kalima, R. et al; 1988:6)
Por eso, el trabajo representa aquella actividad objetiva a través de la cual “(…) el Hombre crea su realidad, el trabajo tiene un sentido ontológico o fisiológico. (…) es una forma de
praxis, y la praxis es la esfera del ser Humano. Sin praxis no hay realidad Humana (…).” (Kosik,
K; 1988:6)
Sin embargo, en algunas circunstancias las condiciones de trabajo pueden originar riesgos y situaciones desfavorables para la salud de los individuos y, en determinados contextos
pueden provocar estados hostiles para los mismos. A pesar de que el ser humano cuenta con
capacidades físicas e intelectuales que le asignan un lugar preponderante respecto al resto
de los animales que habitan este universo, la inteligencia del ser humano lo habilita a poner
en práctica y dar origen a esa actividad llamada trabajo, por medio de la cual pone en ejercicio
todos sus sentidos, aptitudes físicas, destrezas y habilidades.
La actividad del trabajo es presteza del hombre entero poniendo en acción todas sus
potencialidades físicas y mentales, acrecentando el autoestima, porque el resultado del mismo es producido y producto de su propia actividad. El trabajo forma parte del diario vivir de
todo individuo y es parte esencial de la sociedad, otorgándole al hombre (en sentido genérico) un papel de prestigio y suma importancia. Es “(…) la reproducción del particular, es reproducción del hombre concreto es decir, que en una determinada sociedad ocupa un lugar determinado en la división social del trabajo.”(Heller, A; 2002:37)
Las sociedades globalizadas han desarrollado un gran entusiasmo e interés por el impulso de la producción, la economía y la tecnología con el fin de aumentar la productividad y la
ganancia económica, subestimando el desarrollo de las capacidades de los individuos, la
creatividad individual y por ende la propia capacidad de bienestar y salud de las personas.
El mundo actual ha abierto las puertas a los cambios en la producción, exigiendo a los
individuos una tecnificación constante y la readaptación a los instrumentos tecnológicos y
sociales; generando “(…) el más formidable desafío jamás planteado a la familia: la más peligrosa de las injusticias. Una cruel selección de los más aptos para la competitividad y la
supervivencia.”(Eroles, C.; 2006:191). Es así, que la sociedad de la cual somos parte y en la
4
. El debate que aquí se presenta, surge en diversos espacios de encuentros informales con colegas, en donde se reflexiona de manera reiterada sobre las condiciones “precarias” de trabajo de la profesión y lo que ello acarrea para su
bienestar.
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cual nos vamos formando se vuelve un “enemigo” del individuo, en su vida y en su trabajo,
representando un riesgo para la salud del trabajador.
TRABAJO COMO VALOR DE USO Y COMO VALOR DE MERCANCÍA
La sociedad actual presenta un doble desafío para las personas que la integran, lograr un
lugar dentro del mercado laboral y por otra parte, permanecer en él. “Adentrarnos en las
transformaciones en el mundo del trabajo, hoy, implica necesariamente, no solamente reflexionar sobre la verdadera mutación tecnológica, institucional, laboral, cibernética, sino
también comprender que el Liberalismo y el neo liberalismo vivido a nivel macro, tiene sus
repercusiones en la vida cotidiana, en la intimidad más profunda, en la construcción y deconstrucción de subjetividades.”(Araujo, A.M. et al.; 2008:11)
Esta realidad ejerce un poder invaluable en el individuo, adentrándose en todas sus esferas.
El trabajador pone al servicio de su labor su propia esencia y la vida misma, en medio de las exigencias que requiere el mercado. En pertinaces oportunidades se ha hablado de la importancia
del trabajo para la vida de todo individuo, sin embargo en los últimos tiempos también hemos
escuchado del lado “oscuro” del mismo: “(…) pérdida de trabajo o falta de trabajo o lo que se denomina desocupación, desempleo masivo.” (Sarachu, G.; 2003:11)
El trabajo debe considerarse siempre en relación al mercado, es decir, toda actividad laboral
tiene un fin, por tanto no se lo puede concebir fuera de las leyes del mercado, dinero y de las
necesidades de los individuos. El valor del trabajo como mercancía reside en el uso dado por los
otros, aquellos que hacen uso del resultado del trabajo. Colson sostiene que: “(…) el trabajo es el
empleo que el hombre hace de sus fuerzas físicas y morales para la producción de riquezas o de
servicios.”(1963:13), en donde está actividad del trabajo está delimitada teleológicamente, respondiendo de algún modo a la ecuación: trabajo igual a mercancía; la cual ha de responder a un
determinado uso.
Al considerar la actividad del trabajo, no se puede evitar hablar del valor del trabajo para el
individuo, más allá de la importancia que adquiere para la sociedad en su totalidad, como actividad humana, sino que también se la debe considerar en su valor monetario, en el valor que adquiere por medio del salario.
Es así, que “El salario no es sólo una compensación del trabajo, calculado a tanto por hora
según su duración; es el ingreso del pobre y; en consecuencia, debe bastar sólo para su mantenimiento durante la actividad, sino también durante la remisión del trabajo.”(Sismando en: Fieman, G; Navilla, P; 1963: 114). Pero el valor del salario ha adquirido tal grado de valor no sólo para
el trabajador sino para la sociedad en su conjunto, que ha traspasado su propia cuantía signada
por la relación jornada laboral igual a salario, sino que: “(…) los salarios se convierten en valores
objetivos en torno de los cuales gravitan todas las formas de existencia de las poblaciones industriales modernas.” (Fieman, G; Navilla, P; 1963: 115)
De manera tal, que existen quienes consideran la actividad del trabajo como una venta que
es paga por medio del salario. Sin embargo, es posible considerar al trabajo en sí como mercancía
a través de la cual el trabajador es capaz de acceder a determinados elementos y/o necesidades
que le son vitales para su día a día.
El trabajador al ingresar al mercado laboral está recibiendo una contrapartida monetaria a
cambio del empleo de la fuerza física y/o mental empleada en la actividad a la que se dedica, está
vendiendo su fuerza de trabajo. El trabajo adopta la definición de mercancía a través del dinero
percibido por medio del salario ya que por intermedio de éste el trabajador logra adquirir otros
elementos de valor monetario que le son de importancia para su vida. “Es posible, en cierta me-
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dida, similar el trabajo a una mercancía, el aporte del trabajo a una venta cuya contrapartida es
el pago del salario.” (Fieman, G; Navilla, P; 1963: 115)
La importancia que adquiere el pago del salario al hacer referencia a la noción de mercancía
se cimienta en que la mercancía es medida en dinero. Si se considera la antigua situación del
trueque: antiguamente el ejercicio del trueque se llevaba adelante por medio de objetos, elementos, animales, entre otros, de diferente orden, sin embargo en la sociedad capitalista adquiere un valor de preponderancia la actividad monetaria. Es a través de ella que se manifiesta la
actividad paga, y en la que adquiere mayor importancia. “La existencia del salario se ha comprendido hasta ahora como la manifestación de un cambio contractual, de una libre negociación
entre el que ofrece y demanda trabajo (…).”(Friedman, G; Naville, P; 1963: 117)
El trabajo, tiene una fuerte correlación con la salud, ya que por intermedio del salario el trabajador adquiere los bienes necesarios para la subsistencia diaria. El lugar que ocupe dentro de
la división socio – técnica del trabajo representa un fuerte componente en su bienestar tanto
físico como psicológico. Dejours expresa: “(…) hay que volver a dibujar la historia de la Salud de
los trabajadores (…) Surge así un frente de protección al cuerpo; resguardarlo de los accidentes,
prevenir enfermedades profesionales e intoxicaciones y asegurarle adecuado cuidado y tratamiento.” (2008:11)
La salud laboral manifiesta la concordancia entre las condiciones y medio ambiente de trabajo, en correspondencia con la salud del individuo/trabajador a través de los factores de riesgo
a nivel físico, social y/o psíquico. Un lugar de trabajo (sobre todo aquel al que un individuo dedicó
tiempo para su adecuada capacitación) que cuente con las condiciones ambientales y físicas
adecuadas, ha de ser generador de un clima propicio para el ejercicio de la actividad.5
CONDICIONES DE TRABAJO Y SU ACERCAMIENTO A LA PROFESIÓN DEL TRABAJO SOCIAL
En medio de cambios tecnológicos, de la mercantilización del trabajo y la globalización, la
población trabajadora se enfrenta a los retos de la exclusión de la actividad laboral. El campo de
la salud, presenta dos situaciones diferentes: por un lado, los desempleados que enfrentan la
realidad de verse excluidos de un bien tan preciado para la sociedad actual, y por otra parte los
que sí poseen un trabajo pero que son presos de la “nuevas” exigencias laborales, a fin de mantenerse “en el ruedo”, ya que si el trabajador “(…) se involucra verdaderamente en el trabajo, la
empresa puede asegurarle una hermosa carrera.” (Dejours, C.; 2006:46)
La falta de trabajo, por la razón que lo genere, (sea por enfermedad, jubilación, desocupación) inmediatamente se convierte en padecimiento, y no sólo ello, sino que trae aparejado un
sentido de vergüenza al ser portadora del abandono de la actividad laboral: “Si uno está enfer5
. Dentro del ambiente físico laboral debe considerarse Espacio físico: lugar cómodo, ventilado, y donde pueda establecerse cierta privacidad; Ruido: este factor puede ser una fuente de importante incidencia sobre el cansancio, el cual en
muchos casos puede verse influido por la falta de privacidad ante la ausencia de un adecuado espacio físico,; de manera
tal que puede ser generador falta de concentración, dolores de cabeza, molestias varias; iluminación: ésta bajo las condiciones inadecuadas ha de generar en el individuo factores adversos a su salud sobre todo visual, al tiempo que ha de
ser generadora de otras consecuencias anexas a ésta como por ejemplo dolores cervicales, lumbares, dolores de cabeza;
sobrecarga de trabajo: en éste deben considerarse la cantidad de situaciones a considerar, adheridas al factor tiempo
y las respectivas demandas; estructura organizacional y clima: la cooperación dentro del ambiente organizacional juega
un papel preponderante, la falta o ausencia de participación es una fuente importante de estrés ya que la misma implica
restricciones sobre la labor del individuo dando origen a cierto sentimiento de impotencia, ya que al verse limitado en
sus actividades se enfrenta al cuestionamiento del lugar que ocupa dentro de la organización y la sensación de pérdida
del control de su propia labor ha de jugar un papel fundamental en sus salud mental. Asimismo junto a estos factores
deben considerarse también el ámbito familiar y espacios de descanso personal. El individuo como ser social, establece
relaciones fuera del medio laboral, su medio familiar juega un papel de importancia en su día a día, y el disfrute del
tiempo libre junto con espacios de recreación han de significar para él su “escape” a lo cotidiano. El ámbito familiar es un
espacio vital en la vida del individuo, en él se desarrollan lazos de importante valor emocional que han de funcionar como
paliativos ante situaciones complejas y/o negativas a la salud del mismo; sin embargo el medio familiar también puede
funcionar como una importante fuente de estrés debido a las demandas y situaciones complejas que se manifiestan en
el interior de la misma.
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mo, es porque es perezoso”. “Cuando se está enfermo, uno se siente juzgado por los
otros.”(Dejours, C.; 1990: 32). Como consecuencia se genera el silencio ante la presencia de la
enfermedad, con ello se evita el rechazo, el juzgamiento y la vergüenza. “El bienestar y las enfermedades de los individuos no son vistas ordinariamente como resultados organizacionales, ni
siquiera en parte.” (Katz, D; Kahn, R; 1992:11)
“Los posibles mecanismos que vinculan el estrés y la enfermedad con la dedicación sin alegría a un trabajo arduo están relacionados con las reacciones cognoscitivas, emocionales, de
conducta y fisiológicas.”(Kalimo, R. et al; 1988:77). Desde la jerga popular en incansables oportunidades se ha escuchado decir (y hemos dicho): “una persona bajo presión funciona mejor”. El
estado de estrés bajo su concepción científica denominada “eustrés”, respondería de alguna
manera a ello, generando en el individuo un rendimiento óptimo en cuanto a su tarea. Sin embargo, si consideramos la situación en la que el individuo no pueda hacer frente a las demandas que
se le presentan, el estado de estrés ha de fundar en él consecuencias de índole negativa, sumergiéndolo en condiciones de depresión, agotamiento, angustia y sentimiento de no dar más de sí;
este estado ha recibido el nombre de “distrés”.
Es así, que: “Acción, trabajo y sufrimiento están indefectiblemente unidos, aunque cada uno
de los términos sea irreductible a los otros dos.” (Dejours, C.; 2006: 150). La psicopatología del
trabajo utiliza el término sufrimiento a fin de hablar de la inestabilidad mental que puede atravesar el individuo en el medio laboral. “El sufrimiento (…) implica entonces una confrontación entre
los factores patógenos provenientes de la organización del trabajo y los procedimientos defensivos elaborados por los mismos trabajadores.” (Dejours, C.; 1990: 182)
Si bien, no existe una clara definición y una única clasificación de los factores de estrés y sobre el significado específico de “estrés ocupacional” ha sido posible (de acuerdo a algunos autores) establecer una clara clasificación sobre algunas situaciones de acuerdo a la rama laboral en la
cual se desempeñe el individuo diferenciando entre: estresores de rol, de desarrollo de la carrera,
de sobrecarga cualitativa, y otros de carácter social; o estresores tales como: ruidos, temperatura, contaminación (condiciones de ambiente físico) monotonía y falta de control sobre el trabajo.6
Las condiciones y medio ambiente de trabajo (CYMAT) están referidas a la organización de
trabajo, tiempo y áreas de descanso, higiene del espacio físico, remuneración, entre otros. Los
factores de riesgo del medio ambiente de trabajo son considerados como la posibilidad de padecer un daño en la salud, causando cargas laborales con fuertes consecuencias sobre las capacidades de los trabajadores.
Por ello, el resultado final de la carga laboral es producto de la articulación de factores físicos,
mentales y psíquicos. Sin embargo, las consecuencias sobre los individuos han de depender de las
características individuales de los trabajadores, su capacidad de adaptación y resistencia a los
factores agresivos. “(…) Una situación donde las demandas exceden a las capacidades es definida como estresante sólo cuando las demandas realmente representan un deseo que el individuo
es incapaz de alcanzar o cuando las demandas asociadas con la resolución de una discrepancia
entre percepciones y deseos exceden las capacidades del individuo.” (Peiró JM; 1992:13)
Este escenario es propio de aquellos trabajos monótonos de actividad mental y bajo contextos, con gran sobrecarga emocional. “(…) la angustia provocada por los riesgos profesionales no
siempre se manifiesta en lo que dicen los trabajadores. Ha de buscarse bajo actitudes defensivas
(…).” Kalima, R. et al; 1988: 69)
Al respecto resulta importante cuestionarse ¿cómo lo oculta un Trabajador social? ¿Cuál es
su acto defensivo? Entre los mecanismos de defensa deben considerarse, entre otros, la nega6
. Para determinar los factores estresores dentro de una organización se debe considerar entre otros: el tiempo de trabajo: refiere a las horas empleadas en la tarea y el tiempo de trabajo; Nivel ocupacional: es decir las tareas que desempeña el individuo así como también los límites que se manejan dentro de la institución; Relaciones sociales: La falta de
comunicación ha de repercutir en un factor de estrés; en lo que refiere a la producción debe considerarse la demanda y
el nivel de exigencia respecto a la producción de la misma; grado de autoridad en la organización; una organización con
altos niveles de exigencia y autoridad ha de repercutir fuertemente en el estado de estrés.
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ción de la realidad presente y la represión. Los mismos se dan en función de la vulnerabilidad de
cada individuo y de las situaciones a las cuales se enfrente. “El concepto de vulnerabilidad (…) se
refiere a la tendencia de cada individuo a reaccionar ante ciertos tipos de acontecimientos o situaciones con estrés psíquico o con un grado mayor de estrés que otro individuo (…).” (Kalima, R.
Et all ; 1988: 126)
Murphy “diferencia tres niveles de intervención: primaria (reducción de los estresores), secundaria (gestión o manejo del estrés) y terciaria (programas de asistencia a los
empleados).”(Peiró, J.M; Salvador, A; 1993:68) Si bien con anterioridad se ha hecho referencia a
aquellos ámbitos dentro de una organización que puedan funcionar como factores estresantes
(clima organizacional, ambiente físico, demandas, entre otros) existen ciertos elementos a nivel
individual que pueden ayudar a confrontar determinados estados de estrés, éstos se limitan a acciones de meditación y/o relajación por parte del individuo, a través de los cuales pueda delimitar
y paliar zonas de tensión corporal – muscular, y estrategias de respiración – sumisión, ejercicios
físicos que reduzcan las situaciones de tensión del mismo y le eviten problemas subsecuentes.
Aunque sean variados los medios por los cuales es posible elaborar estrategias de defensa
contra la aparición de factores estresantes, los factores organizacionales, personales, sociales
han de requerir una adecuada articulación entre sí a fin de darle al individuo el equilibrio óptimo
para el desarrollo de su actividad, y su bienestar dentro del ámbito laboral. “Las características
esenciales de un trabajo estresante consiste en imponer exigencias y crear restricciones ambientales por encima de la capacidad de respuesta del trabajador. Bajo esta óptica el estrés en
el trabajo no debe ser entendido como un problema individual: trabajador estresado, sino organizacional: trabajo estresante.” (Silveira Rondán, N; 2008: 35) Ante el sentimiento de impotencia, de “no poder dar más de sí” el individuo tiende a aislarse exhibiendo una actitud hostil hacia
los demás.
Estos factores en su conjunto tienen gran importancia sobre la salud de los individuos, la
misma es efecto de una adecuada articulación con el medio en el cual se desenvuelve el individuo, sea éste social, familiar, laboral. “Los riesgos profesionales no son necesariamente inherentes al trabajo y por lo tanto eliminables.”(Neffa, JC; 1987:31)
Cuando el individuo ha agotado todas sus herramientas de adaptación, mentales y materiales se manifiesta en él un sentido de pesadumbre como consecuencia de la insatisfacción que le
genera el ámbito del trabajo. Sin lugar a dudas el contenido ergonómico 7 del trabajo juega un
papel preponderante en el origen del sentido de angustia e insatisfacción del individuo en el
medio laboral. Es aquí donde las CYMAT juegan un rol concreto.
Factores como tiempo (horas empleadas en el trabajo y lapso en el cual se desarrollan las
actividades pueden generar factores de estrés que repercutan en trastornos emocionales y/o
de sueño); demanda laboral (puede forjar a ciertos niveles de exigencia en el individuo que podrían llegar a “sobrepasarlo” en sus funciones. Este factor en particular está estrechamente
vinculado a la formación con que cuente y los niveles de experiencia); nivel ocupacional (precedida por la falta de información sobre la labor a realizar) y relaciones sociales (la falta de comunicación y apoyo organizacional así como la incapacidad de lograr una adecuada articulación
entre su vida laboral, social y familiar serán un propicio espacio para la aparición de estrés) han
de tener su influencia a nivel laboral y/o individual generando grados de satisfacción o no de
acuerdo a la capacidad de adaptación del individuo.
La actual realidad de los trabajadores es consecuencia directa de los cambios sociales con
repercusión en el ámbito laboral: recorte de recursos, retracción en la toma de decisiones,
disyuntivas éticas, instancias conflictivas y una nueva realidad sobre los usuarios y sus características y demandas. Estos últimos han pasado de ser “simples usuarios” a ser sujetos con capa7
. Entiéndase por ergonomía un adecuado funcionamiento del medio laboral con respecto a la propia actividad del trabajador. Relación trabajo – trabajador.
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cidad de decisión y complejas demandas acompañadas por diversas realidades. El alto intercambio de contacto directo e interacción con los usuarios y sus diversas realidades hacen del Trabajador Social un individuo en contacto con diversos conflictos.
El Trabajador Social se encuentra inmerso en una serie de transformaciones producto de
cambios políticos y sociales: relaciones efímeras con los usuarios, sobrecarga de funciones que
van más allá de su realidad social y desvalorización de la profesión. Estas han generado, asimismo una especie de incógnita y confusión de los límites de la profesión. Esto impide un adecuado
contacto e interlocución entre el Trabajo Social y el usuario a fin de interiorizarse en su historia
de vida y encontrar junto al otro una adecuada repuesta a la problemática.
En las condiciones y medio ambiente de trabajo, específicamente en lo que refiere al Trabajo Social, se debe considerar como factor preponderante el nivel de respaldo con que cuenta el
profesional dentro de la organización en la cual está inserto. Esta clasificación debe pensarse
como eje nodular, debido a la naturaleza del Trabajo Social, que responde a un continuo de interrelaciones profesionales ante cualquier situación que se presente.
La complejidad del tema ha llevado incluso al cuestionamiento sobre las propias Políticas
Sociales (herramienta fundamental del Trabajo Social) las cuales muchas veces se presentan
como inadecuadas o de corto alcance en la búsqueda de soluciones para individuos con problemas prolongados en el tiempo. Discurriendo en la relación Trabajador Social – usuario, se debe
considerar también los variados agentes que atraviesan esa relación: relaciones organizacionales, jerarquías, familia entre otros.
Frente a esto, la profesión, podría realizar el siguiente cuestionamiento, ¿qué sucede con la
población usuaria ante los cambios que se producen en el Trabajador Social frente a la falta de
respuesta? Ellos son individuos que concurren en busca de soluciones de contención, la falta (o
ausencia) de apoyo y respuesta por parte del profesional han de repercutir en su propio estado,
generando incertidumbre, desamparo y por qué no frustración en su propio plan de vida.
La constricción de la autonomía y participación en las decisiones son elementos adversos al
individuo. El Trabajador Social como profesional está inserto en la estructura y dinámica organizacional, forma parte de la misma y por ende de su planificación y desarrollo. Durante su formación académica se le instruye sobre la elaboración y planificación de proyectos, por lo cual puede
considerase que esta tarea forma parte de su “naturaleza profesional”. En este aspecto, el no
poder brindar respuesta desde ese lugar de saber- hacer puede surgir un desencadenante de
estrés (como resultado de dicha contradicción) formando parte así de una falta de control extrínseco del individuo.
La escasa oportunidad para poner de manifiesto nuevas habilidades es un fuerte factor
generador de estrés. La importancia que adquiere poner en ejercicio nuevas actividades, propuestas y soluciones, evita caer en la aburrida monotonía, adaptándose al mismo tiempo a nuevas realidades. Los individuos tienen características, historias, realidades y vivencias distintas,
por lo cual se necesitan respuestas distintas. Si el profesional no logra superar dicha realidad, ha
de caer en una suerte de monotonía que le impedirá desarrollarse profesionalmente y no logrará
la emancipación de los propios afectados; lo cual se conjugará en una ausencia de entusiasmo
por la labor.
Si bien, los diferentes estresores existentes son variados y se hace necesario tratar de reconocer a cuáles de ellos está mayormente expuesto un Trabajador Social, a fin de poder sortearlos, procurando un desarrollo y desempeño óptimo de la profesión. Cuando un individuo
elige su camino laboral, profesional, éste es precedido por la aspiración de formarse profesionalmente. Entonces, si se considera esta voluntad y el tiempo que dure la misma, se podría considerar que ésta viene signada de cierta satisfacción profesional y equilibrio mental. Pero el proceso laboral y desarrollo del mismo cuenta a su paso con determinados factores que no están implícitos en el momento de la formación profesional y elección de la carrera del individuo; por el
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contrario, éstos van surgiendo con el paso del tiempo y las propias características del individuo
actuando como componentes para la seguridad del sujeto frente al medio laboral.
Los profesionales tienen la posibilidad de elegir su tarea, su profesión, lo cual puede considerarse como un punto importante de motivación, sin embargo actualmente existe una amplia
división del trabajo, con una fragmentación que le impide al individuo desenvolverse en un campo “ameno”. Asimismo se evidencian mecanismos de supervisión y alto control que les quitan libertad a los trabajadores, repercutiendo fuertemente en la psiquis de la persona. El trabajo
aparece aquí como un medio de “escape” a aquellos problemas que se originan fuera de este
ámbito, problemas familiares, sociales, entre otros.
El Trabajador Social por naturaleza de la profesión debe desenvolverse en el seno de las
relaciones laborales, en constante interacción con el resto del equipo a fin de contar con soluciones adecuadas. La carencia de confianza y cooperación puede respaldar la aparición de estresores. Ahora bien, dentro de un grupo existen determinadas expectativas, hacia cada uno de sus
miembros por parte de los demás, lo cual forma parte de una fuente de estrés, llevando muchas
veces al individuo a deshacerse de sus propias convicciones y motivaciones para proseguir el
ritmo “normal” de la organización.
Aparece una tensión difícil de resolver entre calificación profesional y capacidad de poner
en práctica la formación (entendida como formación educativa con la que cuenta el individuo,
experiencia, destrezas), junto a las posibilidades de articular dicha formación con las imposiciones del medio laboral.
Entre las condiciones de trabajo, que se deben considerar en Trabajo Social están: “(a) La
organización grado de división el contenido y la significación del trabajo, (b) La duración y la
configuración del tiempo de trabajo, (c) Los sistemas y niveles de remuneración, (d) La ergonomía de las instalaciones, útiles y medios de trabajo; () La transferencia de las innovaciones tecnológicas y organizacionales, (f) El modo de gestión de la fuerza de trabajo, que incluye la evaluación del desempeño y la carrera profesional y (g) Los servicios sociales y asistenciales para
bienestar de los trabajadores; entre algunos.” (Neffa, JC; 1997:22)
En la búsqueda de una mayor eficiencia de la organización se hacen necesario cumplir con la
calidad del servicio y en el tiempo correspondiente, lo cual implica una carga para los trabajadores y presión para su tarea. Las exigencias del medio hacen que el individuo debe adaptarse a las
nuevas realidades establecidas en él por medio de sus propias habilidades y destrezas y poniendo en acción también su propia experiencia.
Para eso, se hace necesario tener una capacidad de articulación y adecuado manejo de los
recursos y herramientas con las que se cuente en busca de los objetivos, de la adaptación a los
cambios tecnológicos con una adecuada capacitación para el manejo de los mismos. Por ejemplo,
los cambios informáticos se desarrollan vertiginosamente, forman parte las organizaciones y en
la actualidad se hace imperante poseer estos conocimientos para adecuarse a las nuevas demandas globales, proyectos organizacionales, elaboración de informes, manejo de datos de importancia para la organización, que son archivados bajo el sistema informático con los cual se
vuelve un imperativo el manejo de este sistema a fin de estar “involucrado” con la información
interna de la organización, estableciendo una adecuada articulación y la promoción del compañerismo con los integrantes de la organización, como consecuencia de las actuales demandas
que requieren de decisiones conjuntas y no individuales dada su complejidad.
Las relaciones grupales son valoradas favorablemente para la salud de los individuos. Éste
al encontrarse con un ambiente “amistoso” dominará sus posibilidades de insatisfacción, tensión o rechazo; un ambiente que propicie el buen trato, compañerismo y trabajo conjunto (cuan96
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do fuere necesario) serán factores primordiales a la hora de entablar la labor positivamente,
beneficiando no sólo al individuo sino a la organización en su globalidad.
Por ello, debemos cuestionarnos: ¿Qué sucede a medida que nos vamos haciendo “experientes” en el medio profesional y en el ámbito aboral? ¿Disminuyen o se acentúan los factores
de estrés?
Peiró (1992) considera a este respecto diferentes etapas en el desarrollo de la carrera determinando posibles estresores en cada una de ellas:
(i) Inicio de la carrera: el mismo se emprende bajo determinadas expectativas, ansiedad motivación. Por primera vez ocurre el “enfrentamiento” a un mundo desconocido, con personas
acostumbradas a cierto funcionamiento organizacional y manejo dentro de la misma. Razón
ésta que los invitará a acomodar al “nuevo” a sus propias demandas pagando éste sus “derecho de piso”. Sin duda alguna el individuo ha de enfrentarse aquí al cuestionamiento ¿qué
debo hacer? Encontrándose sin rumbo y bajo presión en el inicio de su profesión.
(ii) Las nuevas realidades económicas llevan al individuo a buscar su propio beneficio personal; pero a medida que va desarrollando su carrera su vida también sigue esos pasos. Esto
ha de llevarlo a tomar decisiones que impliquen una articulación trabajo – familia acompañado muchas veces de nuevos horizontes que involucren el cambio de una ciudad a otra y
con ello nuevas adaptaciones zonales, laborales, y por supuesto familiares.
(iii) Por último el abandono de la profesión donde se han de presentar diferente sentimientos. Envejecimiento, pérdida de habilidades, abandono de un ámbito considerado como
propio luego de la experiencia y el reconocimiento de una nueva vida.
La actividad del Trabajador Social requiere una importante actividad mental, comúnmente
combinada por la recurrencia al mecanismo de la memoria, sea ésta a corto, mediano o largo plazo (más allá de los registros escritos con los que cuente). Un ejemplo: la memoria referente a
detalles de historias de vida, y sus principales características, más aún ante la presencia de un
usuario que no ha frecuentado al Trabajo Social, así como los requisitos necesarios para la adopción de una Política Social que remita a una respuesta inmediata.
Freidson sostiene: “(…) una profesión se considera una ocupación, “que ha asumido una
posición predominante en la división del trabajo, en el sentido que logra el control sobre la determinación de la esencia de su propio trabajo”, “y es autónoma o independiente”. “Así alega ser
la autoridad más confiable en la naturaleza de la realidad que trata” Por lo tanto, el análisis de
una profesión implica pensar en los dos significados que la palabra tiene: en tanto tipo especial
de ocupación y como voto o profesión de fe. De allí que la profesionalización como ocupación,
mantiene el estatuto especial, porque promete sobre la integridad de sus miembros, tanto en la
práctica científica como por la adhesión a un código ético.” (2008: 25)
El desarrollo de la profesión es funcional al sistema ¿pero cuál es límite? ¿Hasta dónde el
accionar es autónomo? “La acción profesional en esos espacios no es sencilla, ya que la misma
se enfrenta permanentemente a un modelo autoritario. El riesgo que se corre es el de que el
propio profesional termine siendo transformado por el sistema que se propone transformar
(…).” (Casas, A. et al.; 2008: 171 – 172)
La naturaleza de la misma exige cierta direccionalidad desde la propia realidad social, en
esta se enlazan ideas, saberes doctrinas distintas con las que el profesional debe aprender a
trabajar. “Hay una tensión planteada en la articulación de saberes diferentes (el académico profesional y el “popular”) que se conjugan en la producción de las prácticas sociales. Estos saberes encierran representaciones y poderes asimétricos, colocando el conflicto de la distribución/ construcción/ ejercicio de poder.” (Casas, A. et al; 2008:170)
Mendoza (186: 72-73) expresa que “Los tipos de trabajo se distinguen por: el que tiene por
objeto un saber y aquel que tiene una práctica con un objeto material. Todo objeto de trabajo es
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un objeto construido, en un tiempo y momento particular.” “El objeto de Trabajo Social no es un
objeto dado sino que éste se construye en la práctica, en el tránsito entre la necesidad y la satisfacción y que su producto significa el logro de los objetivos que la profesión se ha marcado para
contribuir a la construcción de la sociedad y su organización.”
A modo de síntesis, la profesión de Trabajo Social parece encontrarse “amenazada” o tal
vez “invadida” por otras profesiones, ante las cuales en vez de lograr una adecuada articulación
en pro de los individuos entran en competencia, limitando el espacio de cada uno y con ello las
capacidades de ejercicio de la profesión. El Trabajo Social se encuentra en una instancia de cambio, al cual aún parece no adaptarse.
“El sentido de la práctica profesional es objeto de permanente tensión, su contribución hacia un determinado proyecto político global no es resultado de una decisión tomada de una vez
y para siempre. Esta es la gran riqueza de la práctica, que nos coloca en constante movimiento y
siempre en tensión.” (Casas, A. et al; 2008:170)
El contexto en el cual se desarrolla le imprime de sobrecarga de demandas, no sólo a nivel
social sino también político. El Estado está enfrentando una serie de cambios, entre los cuales se
encuentran el rumbo a tomar de las Políticas Sociales, principal herramienta del Trabajo Social:
las mismas en su nuevo alcance son de tipo focalizadas siendo dirigidas a las poblaciones de menores recursos generando en cierta forma aumentar las desigualdades.
El Trabajo Social a lo largo de su historia ha ido sufriendo una serie de modificaciones en la
naturaleza de la profesión, las cuales han conllevado a cambios a nivel social. Desde las “Hermanas de la Caridad”, las visitadoras sociales dependientes del poder médico hegemónico, al movimiento de reconceptualización de los años ‘70 que se extiende hasta hoy, parecen dar cuenta de
las innumerables actividades a desarrollas por esta profesión y hasta en ocasiones, parecen
confundirse los roles con otras disciplinas.
“(…) El ser profesional se trata de una construcción permanente en la que los diversos perfiles se interpelan mutuamente y constituyen el campo de posibilidades de desarrollo de la profesión. La pregunta no es qué es lo específico de la profesión, sino a qué demanda podemos dar
respuestas y cómo ampliamos nuestro repertorio teórico – práctico para que dichas respuestas
sean creativas y generadoras de nuevas posibilidades ampliando así los campos de actuación
profesional”. “Es posible la búsqueda de un Servicio Social no alienado, que intente superar su
lugar de subordinación y de mero instrumento administrativo y pase a asumir los desafíos que
supone intervenir en una compleja contextualidad, analizarla críticamente y dar respuestas
creativas para la solución de los problemas con los que se debate.”(Bentura J.P; Sarachu, G.;
1972: 74)
Con los cambios concebidos durante la década del ’90, los problemas sociales generados en
medio de un Estado que hecha la suerte al libre mercado, lo social adquiere soporte bajo las manos de los cientistas sociales. Estos últimos se enfrentan a duras demandas bajo políticas focalizadas y sectoriales.
Asimismo, este profesional adquiere nuevos lugares donde desarrollar su trabajo, producto
(en los últimos años) de nuevos programas destinados a diferentes problemáticas, los cuales
suelen ser de corta duración, lo cual genera incertidumbre en el individuo. Acompañado de nuevas fuentes de empleo, que si bien el Estado ha sido y sigue siendo el principal empleador, nuevas instituciones privadas han dado lugar a este profesional. “A veces pareciera que los Trabajadores Sociales estamos incapacitados de comprender la enorme importancia que adquiere lo
asistencial para los desposeídos. Las necesidades concretas tiene que ser el punto de partida; y
a partir de ello entonces se podrá impulsar la organización y el proceso de lucha por otras
reivindicaciones.”(Alayón, N; 2008:25)
El mundo laboral actual se enfrenta a grandes desafíos de diversa índole: tecnológica, geográfica, física; el Trabajo Social no escapa a esa realidad, por el contrario, se encuentra inmerso
en una infinidad de factores que por su naturaleza social la delimitan como profesión fuerte-
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mente potenciadora de la aparición procesos de desgaste laboral, no siendo la única propensa a
padecerlo.
La naturaleza de la profesión la define como profesión sensible ante factores de estrés y
desgaste profesional siendo muy difícil discernirlos en el transcurso diario del ejercicio técnico.
Sin embargo, la acción social por sí ya se vuelve un factor adverso para la salud del trabajador,
motivo por el cual se hace más complejo evadir los factores generadores de daño.
La esencia de la profesión requiere enfrentarse a situaciones complicadas con emotivas y
angustiosas situaciones de vida de las cuales el profesional debe aprender a separarse. El ambiente donde se desenvuelve generalmente el Trabajador Social responde a ciertas situaciones
de vulnerabilidad social. La contradicción ejercicio profesional – herramientas (políticas sociales)
remiten a la confusa realidad que enfrenta diariamente el profesional en el ejercicio de su rol; en
medio de su interés y esmero por generar cambios en la realidad que se le presenta, encuentra
además “vallas” que saltar en medio de la política institucional y la acción del propio actor social.
En la actualidad la profesión está logrando un reconocimiento de vital importancia a nivel
social, ha conquistado espacios en cuestiones antes impensadas; esto ha conllevado un aumento en las demandas, lo cual repercute en un aumento de la actividad laboral, se hace preponderante entonces la articulación entre espacio laboral y tiempo libre, porque un factor no menos
importante es el fin de la jornada laboral, el equilibrio entre vida profesional y vida personal; el
disfrute de tiempo libre, actividades recreativas, buen descanso, son fuertes generadores de
bienestar y funcionan como “como “aislantes de problemas”.
Es así, que cabe preguntarse si ¿la ausencia de bienestar en el ejercicio de la profesión ha de
repercutir negativamente en el desempeño de la función? o si ¿.las complejas situaciones a las
cuales se enfrenta el profesional y la falta de herramientas indispensables para la actuación han
de generar un sentimiento negativo en la salud del profesional?
La acción social por sí, ya es un factor adverso para la salud del trabajador, por eso lograr
establecer fronteras de autocuidado, y un clima organizacional generador de intervenciones interdisciplinarias, contribuirían al diálogo en pro de estrategias que favorezcan no sólo al ciudadano con el cual se involucra, sino también al profesional.
“(…) la angustia provocada por los riesgos profesionales no siempre se manifiesta en lo
que dicen los trabajadores. Ha de buscarse bajo actitudes defensivas (…).” (Kalima, R. et al.
1988:69)
Al respecto resulta importante cuestionarse ¿Cómo oculta un Trabajador Social los factores
estresantes? ¿Cuál es su acto defensivo? Así como, ¿qué sucede a medida que nos vamos haciendo “experientes” en el medio profesional y en el ámbito laboral?, ¿disminuyen o se acentúan los
factores de estrés laboral en Trabajo Social?
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Convivencia Escolar en la Argentina. Sobre su
Legislación, Normas y Autoridad
School Life in Argentina. On Their Legislation, Rules and Authority
Fecha de recepción: 4-Diciembre-2014/ fecha de aprobación: 23-Diciembre-2014
Marian Gonzalez1
Resumen
En el presente articulo realizaremos un estudio de la normativa escolar vigente en la Republica
Argentina, buscando identificar sus pautas ideales, es decir, las formas que se proponen como
imperativas para regular la cotidianeidad escolar, recuperando a tal efecto los significados en las
representaciones de la autoridad y el orden escolar teniendo en cuenta sus normas y sanciones.
Palabras claves: Legislación, educación y convivencia.
Abstract
In this article we will study the current school regulations in Argentina Republic , seeking to
identify their ideal patterns , the forms that proposed as imperative to regulate daily school life,
recovering to that effect the meanings in the representations of the authority and school order
considering its norms and sanctions.
Keywords: Legislation, education and school life.
INTRODUCCIÓN
E
l presente artículo propone abordar la actual normativa Argentina de educación de
la provincia de Buenos Aires, concentrándose en el estudio de la Resolución N° 1709
del año 2009, haciendo principal hincapié en las pautas que aparecen como ideales
(BEALS Y HOIJER, 1981), es decir, los modos imperativos propuestos para regular la cotidianeidad
escolar. En este sentido, se realizará un minucioso rastreo y análisis de las categorías de autoridad
y normatividad que presenta la Resolución en cuestión; para luego, contrarrestarlas con la
realidad empírica, observando qué ocurre en las prácticas, tomando por caso, una institución
escolar de una ciudad de tamaño intermedio de la Provincia de Buenos Aires, Argentina.
Para ello, el estudio de los datos empíricos, circunscribe como estrategia de análisis a lo
que Blumer denomina como procedimientos de inspección, que consisten en “(...) someter los
elementos analíticos a un meticuloso examen por medio de un escrutinio minucioso y flexible
de los casos empíricos que aquellos comprenden” (1982: 33). Estos datos se concentrarán, en
el estudio de documentos escolares, la normativa provincial vigente por un lado, y el Acuerdo
Institucional de Convivencia de la escuela en cuestión por el otro.
ALGUNAS REFERENCIAS RESPECTO DEL MARCO LEGISLATIVO EDUCATIVO ARGENTINO
En la actualidad, el marco legislativo escolar Argentino, se encuentra constituido por
la Ley de Educación Nacional N° 26606 del año 2006, y en la provincia de Buenos Aires,
por la Ley N° 13688 sancionada en julio del año 2007, en una clara búsqueda por establecer
1
. Argentina. Licenciada en Trabajo Social. Miembro de la planta de colaboradores del Centro de Estudios Interdisciplinarios en Problemáticas Internacionales y Locales, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires- CP
7000. Tandil. [email protected] +54 (02983) 15504903.
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prácticas de convivencia escolar, centradas en la democratización de las relaciones inter e
intrageneracionales, la primacía de la voz del alumno/a y la contextualización de las situaciones
problemáticas, pretendiendo distanciarse del paradigma disciplinar de mediados del siglo XX
(GONZALEZ, 2013) y comprender el proceso educativo desde una perspectiva de los derechos
humanos.
Si bien, se registran antecedentes desde fines de la década de 1980 de normativas
nacionales y provinciales que tratan la convivencia escolar, es con la Resolución N° 1709 del
año 2009 que se cristaliza el proceso de transición de regimenes disciplinarios hacia formas
de ordenamiento escolar que tienen como primacía su carácter democrático. Esto último, se
vislumbra en el documento que regula el orden escolar denominado Acuerdo Institucional
de Convivencia (AIC), el cual es entendido como un instrumento que debe ser construido en
conjunto por toda la comunidad educativa y que permite “(…) mejorar la convivencia y generar
mayores vínculos entre jóvenes y adultos así como también trascender el carácter punitivo de la
sanción prevista, a fin de lograr la reparación de la falta cometida frente a la trasgresión de una
norma” (LITICHIVER, 2008: 1).
ALGUNAS REFERENCIAS TEÓRICAS SOBRE EL TEMA
Al respecto, para adentrarnos en el estudio de la convivencia escolar, resulta necesario
mencionar el estado de la cuestión. En principio, al hablar de autoridad conviene realizar algunas
aclaraciones conceptuales sobre la idea de orden escolar. Coincidiendo con Noel (2008), quien
siguiendo con los aportes de Weber (1996:21) y Simmel (2003:32-33, 78), considera que dicha
idea
[…] resulta de la existencia continuada de un sistema de expectativas reciprocas,
siendo él mismo, por tanto, a la vez expresión y consecuencia de que determinados
actores sociales en relación puedan pautar con razonable anticipación y previsibilidad
sus acciones mutuamente referidas (WALLCE, 1972: 45 - 58). Correlativamente allí
donde esto no ocurra, habrá de aparecer presumiblemente esa condición que puede
denominarse por contraste desorden o desorganización. (NOEL, 2008: 41).
Tal como plantea el autor, si el orden está relacionado con la adecuación de las expectativas
recíprocas de los actores, y estas “dependerán correlativamente de determinados supuestos
que establecerán qué clase de otro es el que tengo en frente y qué puedo, por tanto, esperar
de él” (NOEL, 2008: 65), su opuesto, el desorden aparece como el equivalente a un “desajuste
sistemático y persistente de las expectativas recíprocas de actores que entran habitualmente
en contacto” (NOEL, 2008:49).
Ahora bien, resulta pertinente preguntarse por consiguiente, qué papel juegan las normas
en la construcción del orden escolar. En este sentido Noel (2008) afirma que, si bien la existencia
de un sistema de expectativas recíprocas y de un ethos compartido es condición suficiente para
la presencia de una determinada forma de orden, “(…) la existencia de normas relativamente
conocidas, pasibles de sanción e institucionalmente respaldadas contribuyen al ajuste habitual
de estas expectativas.” (NOEL, 2008: 46). Sin embargo, como el mismo autor agrega al revisar
el concepto de desorden, aún cuando los actores muestren una conformidad con las normas,
sus comportamientos pueden tener regularidades que se les aparecen como imprevisibles. Las
normas cumplirían, además, un papel ambiguo, en tanto que, si por un lado permiten servir de
orientación dentro de un mismo grupo, por otro dificultan la interacción entre grupos distintos
en tanto la coexistencia de diversos sistemas normativos, puede llevar a que dos o más de ellos
entren en conflicto.
Una última cuestión a recuperar de estos estudios, es el concepto de autoridad. Los trabajos
de Gallo (2008, 2011) recuperan el concepto relacional de autoridad propuesto por Weber, en
tanto, según la autora, este proporcionaría un buen punto de partida para la delimitación del
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fenómeno que pretende analizar. Siguiendo los planteos de este autor, Gallo entiende que la
autoridad haría referencia a la probabilidad de encontrar obediencia a mandatos específicos
dentro de un grupo determinado. Según Weber, la autoridad requiere un mínimo de voluntad de
obediencia, ó sea de interés en obedecer, sea éste de orden interno (por ejemplo la habituación
inconsciente) o externo (presente, por ejemplo, en lo que él llama acción racional con arreglo a
fines).
En este sentido, y como han señalado, entre otros, los estudios de esta autora (GALLO,
2008; GALLO, 2011; GALLO, 2012), la cuestión de la autoridad y sus mutaciones es central para el
estudio de las dinámicas escolares, y ha resultado particularmente productiva para aprehender
las formas de relacionamiento entre alumnos y docentes (tanto en su dimensión ideacional
como comportamental), las estrategias (no entendidas necesariamente como acciones
concientemente planificadas) que estos desarrollan para responder a distintas situaciones que
se les presentan en el cotidiano y, por lo tanto, para abordar la problemática de la violencia y la
conflictividad en las escuelas.
LOS CONCEPTOS DE AUTORIDAD Y NORMATIVIDAD EN LA RESOLUCIÓN N° 1709/09
Aquí nos proponemos realizar un rastreo sistemático y analítico de los conceptos de
autoridad y normatividad que señala la Resolución N° 1709. Cabe mencionar, que la normativa
vigente, en relación con la anterior del año 2002 (Resolución N° 1593), conserva cierta
continuidad en los sentidos y significados de los conceptos expuestos al análisis en el presente
artículo.
Con respecto al concepto de autoridad el mismo aparece de la siguiente forma:
Cada docente es el representante institucionalizado del código escolar y en esto
reside su lugar de autoridad. La relación docente-alumno, entendida en términos
asimétricos, requiere de vínculos estables y de una legitimidad que responda a un
interés superior. (Anexo 1 - Primer subtitulo)
En este sentido, se entiende que la autoridad se instituye, en la asimetría de la relación
entre el docente y el alumno. Considerando que esta relación debe sostenerse mediante vínculos
estables y su legitimidad enmarcarse en un interés superior. De esta forma, el docente pasa a
ser el representante institucionalizado del código de convivencia, que a su vez, este último es
producto de una construcción consensuada entre todos los agentes de la institución, haciendo
que la autoridad se asiente en ese tipo de vínculo.
De esta manera, al detenernos en los párrafos que citaremos a continuación, se observa
cómo dicha idea de autoridad comenzaría, según la Resolución, a ser interpelada por los mismos
alumnos.
Es importante señalar que en la situación de crisis actual, lo público se encuentra
en jaque y la autoridad cuestionada, las instituciones y los sujetos se convierten
en espacios frágiles y en riesgo. Así, la crisis en lo social produce un fuerte impacto
en las instituciones y en los modos en que los sujetos transitan por ellas: malestar,
sospechas, reclamos, quejas e indiferencia. Se genera así un “sujeto indeterminado”
que sitúa tanto a los adultos (docentes, directivos y padres) como a los adolescentes
en un mismo plano de vulnerabilidad. (Anexo 1 – Primer subtitulo)
Los adolescentes denuncian un malestar. Malestar que, en parte y desde el discurso,
aparece asociado a los adultos y a los modos en que enmarcan la autoridad, promoviendo nuevas
formas practicas de-subjetivantes. (Anexo 1 - Primer subtitulo).
En este sentido, se pone de manifiesto una situación de “crisis social” que tendría
implicancias sobre las instituciones escolares y los actores sociales que forman parte de ellas.
Situación que se explica mediante el cuestionamiento a lo público y a la autoridad adulta,
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generando cierta pérdida de sentidos en los principios que fundamentan la estructura y dinámica
de las instituciones escolares.
El llamado “malestar” que manifiestan los alumnos, podría dar cuenta de la idea de autoridad
en Weber, donde tal como se mencionó anteriormente, la voluntad de obediencia se fragiliza,
produce un debilitamiento de las formas tradicionales de autoridad de un grupo específico
(Gallo: 2011).
Continuando con la noción de normatividad, es necesario comenzar con la primera parte de
la Resolución la cual expresa:
Que la Resolución 1593/02 sostenía como “muy deseable que los Acuerdos
Institucionales de Convivencia no sean un elenco de prohibiciones. Es decir usar
sólo una formulación negativa sin poner las normas en el marco de una propuesta en
positivo” y que en muchos casos los AIC aprobados presentaban un esquema en el que
se listaban las prohibiciones en el primer apartado y las sanciones correspondientes a
quien no las respetase en el segundo, con escasa referencia a la finalidad pedagógica
de los mismas.
Como señalan las líneas anteriores, vemos que se manifiesta la necesidad de profundizar
algunos fundamentos del sistema de convivencia escolar, ya que en la concretización del AIC, las
escuelas no se habrían apropiado del sentido que se le pretende otorgar a la idea de normatividad.
Esto da cuenta de ciertas ambigüedades, a la hora de interpretar y apropiarse desde los distintos
agentes escolares los principios que ordenarían la normativa. De esta forma, se expresa que la
norma debe ser entendida a partir de su finalidad pedagógica, donde no puede limitarse sólo a
la sanción y a la prohibición.
Con respecto a esto último, identificar a la escuela como una institución con finalidades
pedagógicas significa, según la Resolución,
(…) pensar en un sistema de reglas y recursos orientados a una finalidad específica:
garantizar los procesos de enseñanza y de aprendizaje, en los cuales se incluyen
normas, pautas y modelos relacionales, tanto entre los sujetos como en relación
con el conocimiento. Por tal motivo, la “buena convivencia” es una de las condiciones
necesarias para que se pueda enseñar y aprender, a la vez que es un contenido a
ser enseñado y aprendido. Desde esta perspectiva, los A.I.C. en su definición y uso,
se constituyen en una herramienta relevante para el trabajo en el aula. (Anexo 1 –
Segundo subtitulo)
Y agrega,
Que la reconfiguración de un marco común de convivencia, de una norma orientada
con sentido pedagógico que posibilite la reflexión, la conformación de sujetos críticos,
sin otras asimetrías que las que puedan establecerse desde los distintos roles y
propios del vínculos pedagógico, es tarea indispensables para la conformación de un
sistema educativo igualitario y justo (Considerando).
Al respecto, en el primer punto se desarrolla la idea de considerar a las normas desde su
finalidad pedagógica, garantizando los procesos de enseñanza y aprendizaje. Mientras que en
la segunda cita, se complementa el principio de los fines pedagógicos que persigue la norma
con la idea de formar sujetos críticos, los cuales permitirían la posibilidad de reflexionar sobre el
sistema de convivencia, considerando sólo las asimetrías que le confieren a cada actor escolar,
con el objetivo de construir un sistema educativo igualitario y justo.
Y por último, a la idea de sujetos críticos se le suma la de sujetos de derechos afirmando
que, “la condición de sujetos de derecho de los jóvenes y de los adultos requiere la construcción
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colectiva de las normas que rigen un espacio compartido como la escuela secundaria”
(Considerando). Es decir, una vez más se refuerza el fundamento de construir colectivamente
las normas entre toda la comunidad educativa como condición de ejercicio de los derechos
ciudadanos.
En síntesis, en una primera aproximación, podemos afirmar que la normativa vigente
refuerza ciertas ideas, que justifican el modelo de democracia que se pretende construir.
Durante su desarrollo, se destaca la permanencia en la mención a conceptos como: democracia
y ciudadanía, los cuales reforzarían el marco teórico que fundamenta la vida en democracia. Sin
embargo, si bien la Resolución se esfuerza por otorgarle sentido y significado a conceptos que
recuperamos para el análisis como autoridad y normas, no deja de recaer en cierta ambigüedad
en su interpretación al momento de ser apropiada por parte de los actores escolares y en los
sentidos que pretende consolidar fundamentados en la idea de la convivencia democrática.
Es decir, el desarrollo de la normativa habilitaría a los agentes escolares la posibilidad de
implementar desde su forma y percepción las medidas de convivencia, ya que se encuentran
ausentes algunas cuestiones procedimentales para la aplicación de las disposiciones, lo cual
podría producir la limitación de las normas a asuntos valorativos que pueden alejarse aún más
de los acuerdos establecidos para la convivencia.
EL ACUERDO INSTITUCIONAL DE CONVIVENCIA
Aquí nos proponemos articular el análisis de escalas “macro” realizadas en el apartado
anterior y el análisis de escalas “micro” con el Acuerdo Institucional de Convivencia (AIC), donde
se expresa tanto la condensación de las normativas escolares, como las particularidades de la
escuela estudiada a través de su normativa.
a. Breve contexto socio-institucional
El AIC expuesto al análisis, pertenece a una institución de enseñanza media situada en un
barrio con una larga trayectoria histórica radicado en una aglomeración de tamaño intermedio
de la Provincia de Buenos Aires. Algunas de las particularidades de la institución escolar, se
encuentran dadas por su tamaño intermedio2, ya que durante el año 20123, cuenta con 10
divisiones de 4° a 6° año (cuatro divisiones en cuarto año, y tres en quinto y sexto) del nivel de
enseñanza secundaria superior, y una matrícula de 229 alumnos. La distribución de los alumnos
por grado es de un total de 87 alumnos/as en 4° año, 81 alumnos/as en 5° y 61 alumnos/as en
6°, con un promedio por división de aproximadamente 21 alumnos en 4°, 27 para 5° y 20 para 6°.
b. Características generales del Acuerdo Institucional de Convivencia
La actual Resolución, propone una estructura para la presentación de los AIC, la cual se
prevé de la siguiente forma: en un primer apartado, se ubica la presentación que contiene el
mensaje del Director de la escuela a los docentes, alumnos y familias. Seguido por una breve
reseña institucional, donde se debe describir la historia, el contexto socio-comunitario, la
matricula, la relación con la comunidad educativa y los proyectos especiales de la institución
escolar. Luego, se encuentran los fundamentos, que enuncian los objetivos y principios básicos
del acuerdo. En cuarto lugar, aparece el apartado denominado proceso de elaboración, que
busca explicitar los mecanismos institucionales por los que se llega a la elaboración del AIC,
en sus instancias de participación de toda la comunidad educativa. Y por último, el llamado
cuerpo del documento, que distingue cuatro secciones: la primera, que enuncia las normas; la
segunda detalla las medidas a aplicarse en caso de transgresiones a los mencionados acuerdos;
2
. Esta clasificación retoma el criterio desarrollado por Gallart y otros (1987) retomado por Paulin (2000), en el cual se
considera una escuela pequeña a las que tienen menos de 9 divisiones, intermedia a las que cuentan de 10 a 39 y grandes
a las que tienen más de 40.
3
. Año en que se realizó el trabajo de campo durante la investigación.
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la tercera la descripción y función del Consejo Institucional de Convivencia (CIC) como organismo
permanente de asesoramiento para el abordaje específico de la convivencia institucional; y la
última, la planificación de instancias de revisión y ajustes periódicos del AIC.
En este sentido, el reglamento sujeto al análisis respeta el orden propuesto por la normativa
provincial. Cabe detallar que los títulos que contiene a tal efecto son los siguientes:
- Presentación
- Reseña institucional
- Fundamentación
- Procesos de elaboración
- “Las expectativas de logro se centran en:”
1- Los acuerdos
• De los docentes
• De los padres
• De los alumnos
• Para las horas libres
2- Sistema de sanciones
• Categorías de sanciones
• Son faltas leves
• Son faltas graves
• Son faltas muy graves
3- Procesos
4- Tipo de sanciones
- Consejo Institucional de Convivencia
• Composición
• Funcionamiento
- Planificación de instancias de evaluación
Antes de adentrarnos en las características del acuerdo, resulta pertinente detenernos en
el apartado que hace referencia a su proceso de elaboración. En la escuela estudiada, el proceso
de construcción del AIC implicó el trabajo conjunto de dos escuelas durante dos jornadas, que
abarcaron los tres turnos, mañana, tarde y vespertino. En palabras del AIC,
Para poder re-elaborar estos acuerdos (…) se tomaron como base los acuerdos
anteriores y se adaptaron a lo establecido por la nueva resolución (1709), alumnos,
profesores y familias. Estas escuelas vinculadas x1, x2 y x3 trabajaron desde que todo
no sean prohibiciones sino una reflexión y que por sobre todas las cosas la escuela
también es un proceso de reconocimiento de adaptación al otro, consecución de una
convivencia adecuada al proceso de enseñanza/aprendizaje.
Como observamos aquí, si bien la forma de redacción del texto se encuentra un tanto
confusa, se puede vislumbrar que el contenido expresa que la construcción del documento se
produjo articuladamente con las escuelas involucradas, incluyendo además a alumnos, docentes
y familias tal como prescribe la normativa.
Tal como analizaremos a continuación, si bien desde la escuela se tiene en cuenta el
requisito formal para la estructuración del AIC, iremos observando que el reglamento parece
ser, por lo menos en parte, más el cumplimiento de un requerimiento formal ante una demanda
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del ministerio provincial de generar este tipo de documentos, que la respuesta a la necesidad
de definir participativamente las pautas y normas de convivencia desde las condiciones
institucionales concretas4
Esto último se manifiesta en el contenido que constituye el documento, donde podemos
encontrar apartados que fueron tomados de manera textual del reglamento oficial, los cuales
deberían ser producción de la propia comunidad educativa para, de esta forma, tener en cuenta
sus particularidades institucionales. Esto parece contraponerse a la intención manifestada en la
normativa, de impulsar a cada escuela a sancionar Acuerdos que tengan en cuenta los factores
contextuales e identitarios de cada institución. Sin embargo, en lo atinente a la normatividad
y lo prescripto para los actores escolares, sí aparecen definiciones de la propia escuela, lo cual
estaría indicando que pese a todo, el particularismo si es una cuestión presente, aunque no
necesariamente de manera absoluta.
c. Autoridad y normatividad
Centrándonos en el AIC, para su estudio nos interesa, recuperar los sentidos atribuidos a
las normas y las relaciones de autoridad. De esta forma, revisaremos el modelo de docente y
alumno5 que prescribe el acuerdo, con la intención de analizar el lugar que ocupan cada uno de
ellos en el escenario escolar, como así también rastrear la(s) forma(s) que debe asumir la relación
con otros actores escolares.
El primer apartado de la normativa, comienza definiendo los derechos y deberes que se le
adjudican a los docentes. De esta forma, se acuerda que el docente tiene derecho a:
- Enseñar en un ambiente cómodo y favorecedor del proceso de aprendizaje.
- Peticionar ante las autoridades escolares.
- Ser tratado con respeto por parte de superiores, pares y alumnos.
- Integrar grupos de investigación y formación.
- Participar en cursos de perfeccionamiento.
Vemos aquí que, en primer lugar se ubica el derecho de ejercer las funciones docentes en un
clima cómodo y favorecedor, quedando librado a la idea que conciba cada actor escolar respecto
a cómo sería un ambiente que propicie dichas características para el desarrollo del proceso de
enseñanza. Luego, se considera la posibilidad de peticionar ante las autoridades escolares, a
través de este derecho se puede inferir el lugar que ocupa el mismo docente, reconociendo que
hay autoridades que son superiores a él, como sería el caso de los Directivos. Además, se podría
decir que la autoridad superior a los docentes, se encuentra abierta a escuchar solicitudes y
reclamos. A su vez, la idea del respeto aparece como un principio ordenador del trato ‘deseable’
en la relación con sus pares, sus superiores y con los alumnos. Por último, aparecen dos derechos
relacionados a la posibilidad de formación, investigación y perfeccionamiento docente, sin
especificar para ello si este derecho se podría hacer durante la jornada escolar o si quedaría por
fuera de ella.
• Por otro lado, los deberes que aparecen para los docentes son:
• Asistencia y puntualidad en clase. Avisando cuando deba faltar.
• Conocer el PEI y cumplir con los AIC pertinentes.
• Devolver personalmente las evaluaciones a los alumnos, entregando en término las
planillas de calificaciones previo comunicar al alumno la calificación.
4
. En este línea se pueden ubicar los estudios de litichiver y otros (2008) en su trabajo realizado sobre los reglamentos de
convivencia en escuelas medias.
5
. Cabe señalar, que en el AIC no se encuentran atribuciones, deberes y prohibiciones para la figura del director/a.
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• Usar vestimenta y vocabulario adecuado
• Todo ciudadano tiene derecho a gozar de un ambiente libre de humo por lo que no se
podrá fumar en lugares cerrados.
• Dirigirse correctamente a superiores, pares y alumnos.
• Informar a las autoridades sobre los proyectos, concreciones y dificultades en el
desarrollo de su actividad.
• Participar en los actos escolares.
Se observa aquí, en primer lugar, una norma que regula la asistencia y puntualidad a clase
acompañado de otra que indica el aviso de ausencia a clase, lo que parece intentarse con esto,
es incorporar y tratar de regular algo así como una ‘habitualidad’ (impuntualidad, inasistencias)
teñida de cierta informalidad, y que en gran medida, podría estar marcando un elemento de
tensión en la cotidianeidad escolar. En segundo lugar, se reconoce el deber de conocer el
Proyecto Educativo Institucional y la obligación de cumplir con la normativa que prescribe el
mismo acuerdo. Luego, aparece regulado el deber de entregar personalmente las evaluaciones a
los alumnos. Continúa con una normativa respecto a la apariencia personal, que en gran medida
remeda al sentido tradicional del maestro como ejemplo de corrección. Se señala también la
prohibición de fumar en lugares cerrados.
Además, se indican dos normativas que estarían mostrando la forma que debe asumir la
relación de los docentes con sus superiores, sus pares y sus alumnos, en la cual los docentes
deben dirigirse adecuadamente hacia ellos, sumado a que se encuentran obligados a dar a
conocer a sus autoridades el desarrollo de las actividades que realizan con sus alumnos. Por
ultimo, se menciona el deber de los docentes de participar en los actos escolares, resaltando de
esta forma la importancia de cumplir con los rituales patrios y los eventos ceremoniales.
Como podemos ver, y a diferencia de algunos de los AIC analizados por autores como
Litichiver (2008; 2011), Paulín (2000), entre otros, el acuerdo incluye e intenta regular a los
agentes adultos de la institución, en este caso los docentes, poniendo énfasis en el sujeto más
que en el rol que ocupa. También resulta interesante observar cómo las pautas propuestas
oscilan entre la generalidad y la particularidad, es decir encontramos reglas claramente
señaladas y definidas y otras que no lo son. Llama la atención además, que aquellas pautas más
generales son las que intentan reglar los vínculos entre los actores escolares, vale preguntarse
por ejemplo, qué implicaría un trato respetuoso o qué implicaría un trato correcto.
Hasta aquí hemos señalado las regulaciones que aparecen en la normativa para los
docentes, ahora nos concentraremos en el modelo de alumno que prescribe la resolución y la
relación de los mismos con la autoridad. En primer lugar, la normativa dice:
Con la debida autorización de los padres los alumnos pueden entrar más tarde o
retirarse antes, cuando se anuncian horas libres que no pueden ser cubiertas. El
horario y causa del retiro de alumnos debe figurar en el cuaderno de comunicaciones
y en 24 hs debe entregarse en preceptoría con la firma del padre o tutor.
De esta manera, como veíamos anteriormente, se ordena a los docentes asistencia y
puntualidad a clase, y a los alumnos sólo se prescribe que pueden entrar más tarde (o salir más
temprano) cuando haya horas libres, no se plantea la prescripción de la puntualidad y la asistencia
para los alumnos. Sin embargo, como veremos más adelante en el sistema de sanciones, sí
encontramos la prescripción que refiere a los usos de los tiempos escolares.
El acuerdo continua señalando que,
- Es deseable mantener una presentación personal prolija e higiénica. Se desaconseja el
uso de aros cuando se note inflamación o lastimadura. Es aconsejable usar delantal blanco
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sin escrituras.
- Los varones evitar ingresar con shorts, traje de baño, pantalones cortos y tendrán la
cabeza descubierta dentro del establecimiento, en el acto de izamiento de la bandera y
en horas de clase.
Al igual que para los docentes, se regula la apariencia personal, parte de la diferencia radica
en un mayor énfasis para los alumnos, detallando aquello que se aconseja y desea, en virtud
de lo que se considera pertinente. Como vemos, la manera de comunicar los enunciados no se
fundamenta en prohibiciones sino en lo que se desea y/o aconseja al alumno. Luego, la forma de
la proposición abre dos aristas interesantes, por un lado, una propuesta de lo que es deseable
en la ‘presentación’ dentro de la escuela, pero esa deseabilidad no implica una prohibición
(aún cuando funcione como tal en la práctica cotidiana), y por lo tanto, supone también un
reconocimiento de (o al menos cierta tolerancia hacia) ciertos ‘estilos’ juveniles. Por otro lado,
la misma forma de la proposición implica una laxitud (al menos retóricamente) que quizás pueda
ser causa de tensiones latentes y/o manifiestas).
Avanzando hacia las medidas establecidas para el cuidado de la escuela, encontramos
que los alumnos deben, “Cuidar la infraestructura y mobiliario, facilitando la higiene de
espacios compartidos”. Siguiendo con las regulaciones del AIC, aparecen las denominadas
neotrasgresiones, cabe recordar que son consideradas por Litichiver (2008) como la
incorporación en los documentos formales de temáticas novedosas en la escuela como: drogas,
portación de armas, bebidas alcoholicas, falsificaciones, robos, actos de corrupción, entre otros.
En este sentido, encontramos menciones destinadas a los alumnos como:
- No podrán traer a la escuela elementos que pongan en peligro la integridad física como por
ej. Armas blancas etc., o el deterioro de la institución, ejemplo aerosoles etc.
- Todo ciudadano tiene derecho a gozar de un ambiente libre de humo por lo que no se podrá
fumar en lugares cerrados o en la puerta de entrada de la escuela.
Como vemos, aparece la prohibición de introducir en la escuela elementos que puedan
generar daños físicos a otras personas, como así también a la misma institución escolar. La
presunción en estas prohibiciones hacia los alumnos, podrían estar indicando también su misma
presencia en la escuela.
Por último, las normativas que siguen prescriben lo que se considera como buenos modales,
donde se ordena a los alumnos que,
- Deberán ser cuidadosos con el vocabulario.
- Deberán tratar a compañeros y personal con respeto hacia las personas y su propiedad.
- Molestar a vecinos y peatones es considerado una falta de respeto hacia miembros de la
comunidad.
- No salivar fuera del baño.
Esto nos estaría mostrando, la búsqueda por conformar pautas de comportamientos
‘civilizadas’, entendiendo por tales aquellas que implican el trato ‘respetuoso’ en la relación
con los otros (más allá del ámbito escolar), el autocontrol en el vocabulario y en las excreciones
(‘no salivar’). En este sentido, deberán tratar con respeto tanto a agentes escolares como a sus
pares, pero además este respeto, amplia los limites escolares, debiendo mantener conductas
respetuosas con toda la comunidad en general.
d. Sanciones
El sistema de sanciones que presenta el AIC, hace inmediata referencia a las faltas, o sea,
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a las transgresiones. Con lo cual confunde la falta con la sanción, siendo que las primeras dan
lugar a las segundas, pero no pueden ser asimilables entre sí. Mas adelante, en el apartado Tipo
de Sanciones, se pretende identificar un régimen de sanciones. La sección se divide en tres tipos
de faltas que van aumentado en función de su grado de importancia: faltas leves, faltas graves y
faltas muy graves. Para las primeras se consideran las siguientes trasgresiones:
- Entorpecer el normal desarrollo de la clase.
- Retirarse del aula sin permiso y/o aviso.
- Fumar dentro del establecimiento.
- Arrojar papeles, tizas u otros elementos.
- Uso de celular en el salón o cualquier otro aparato tecnológico.
- Llegar tarde a clase.
- Golpear y rayar mobiliario.
- Utilizar gorra dentro de lugares cerrados, aún siendo llamado de atención.
- Evadir participación en actos y retirarse antes del mismo
Como vemos, las faltas de menor grado agrupan distintas trasgresiones al orden escolar.
Por un lado, se encuentran aquellas que podrían desarrollarse en el interior del aula, generando
la interrupción del desarrollo de la clase. Además, se mencionan otras que hacen referencia
al cuidado y limpieza de la institución. Nuevamente se menciona la prohibición de fumar
dentro de la escuela, como así también el uso de gorra. Y por último, se le otorga importancia
a las celebraciones patrias, apareciendo como falta el desinterés de los alumnos en los actos
escolares.
Continuando con las faltas graves que enuncia el acuerdo, son consideradas como tales:
- La acumulación de faltas leves.
- La participación de los actos conmemorativos o festivos de los alumnos hacen a la
internalización de valores, aumentan la identidad y la pertenencia, por lo que la falta de
respeto a los símbolos es falta grave.
- La responsabilidad de la institución sobre el alumno esta delimitada por el tiempo que
se encuentre en el establecimiento o en actividades educativas con docentes. Ningún
alumno puede retirarse del establecimiento, lugar de actividad física o del grupo sin
aviso al docente y personal directivo quien lo dejara registrado. El retiro sin permiso y
permanecer toda la hora fuera del aula.
- Valorización de la convivencia pacífica no podrán agredirse física ni verbalmente. Se
considera que se puede mediar y con la comunicación y el dialogo evitar conflictos;
altamente riesgosos para los alumnos cuando culminan con agresiones físicas en los
pasillos., escaleras otros espacios de la escuela o a la salida del turno. No se aceptará
el maltrato entre compañeros y/o personal que trabaja en el establecimiento,
comprendiéndose como maltrato todo tipo de agresión verbal o física sin lesiones.
- Promover o participar en peleas entre grupos en el Establecimiento, clases de Educación
Física o a la salida del turno.
- Hurto, robo o destrucción de material didáctico o pertenencias.
- Discriminación por razones de raza, religión, etc.
- Ingresar alcoholizado o bajo el efecto de algún medicamento o droga.
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Convivencia Escolar en la Argentina. Sobre su Legislación, Normas y Autoridad por Gonzalez, Marian
En primer lugar, la misma acumulación de las faltas de menor grado recae en faltas graves,
no se especifica cuál sería el número límite de esa acumulación. Vuelve a hacerse hincapié sobre
los rituales patrios, considerando como sancionable la falta de respeto a los símbolos patrios.
Luego, se especifica la responsabilidad de los agentes escolares sobre el cuidado de los alumnos,
debiendo dejar registrado si el alumno se retira durante el horario escolar; y en la misma medida
se incluye a los alumnos señalando que esta prohibido retirarse sin permiso del docente durante
el desarrollo de la clase.
Por otro lado, se concentra gran parte del apartado en la medida que prioriza el dialogo como
fuente de la convivencia escolar, y como la forma de relacionamiento que evitaría que se produzcan
conflictos y violencia física entre alumnos y los mismos con el personal de la institución. De esta
forma, la medida comienza fundamentando cómo debería ser la relación entre los alumnos, y
quienes no cumplan con esa forma de relacionamiento serán sancionados. Esto quiere decir que
se consideran faltas graves aquellas que ‘trasgreden’ pautas de relacionamiento ‘civilizadas’
(incivilidades), esto es, aquellas que transgreden el trato considerado correcto y/o deseable en
el ámbito escolar (en particular, y en el trato social en general): temperancia, diálogo, tolerancia,
etc. Además, es importante señalar la manera en que especifican que es el maltrato, aunque no
está claramente explicitado, se establece una distinción con la violencia propiamente dicha.
Y por último, se incorporan las neotransgresiones como:
- Hurto, robo o destrucción de material didáctico o pertenencias.
- Discriminación por razones de raza, religión, etc.
- Ingresar alcoholizado o bajo el efecto de algún medicamento o droga.
Tal como mencionábamos anteriormente, estas medidas incluyen problemáticas que
resultan novedosas en la escuela, el robo de pertenencias personales e institucionales, el
consumo de sustancias tóxicas o medicamentos que no fueran indicados por un profesional
especializado y la discriminación socio-cultural.
Para finalizar, las faltas que se entienden como muy graves son:
- Acumulación de faltas graves.
- En caso que la agresión pasara a provocar lesiones sean estas leves o graves. Las faltas se
consideraran muy graves.
- Sustraer o modificar documentación y sellos de la institución.
- Consumir alcohol, drogas o medicamentos no recetados, en el establecimiento elementos
que pongan en peligro la integridad de los semejantes.
Observamos aquí, al igual que en la anterior, que en primer lugar se enuncia la acumulación
de faltas graves, sin especificar cual sería el limite de faltas que superen las anteriores. En este
sentido, se profundizan algunas medidas consideradas como graves, como el uso de la fuerza
física entre alumnos, agregando que se consideraría como muy grave si eso llega provocar
lesiones en el cuerpo de los involucrados (o sea, la violencia propiamente dicha). Y culmina
mencionando dos medidas, que anteriormente se categorizaron como neotrasgresiones, en
primer lugar, el robo o falsificación de documentación de la institución, y en segundo lugar, el
consumo de sustancias tóxicas que no sólo afecten su integridad física sino también que pueda
ser perjudicial para el resto de los actores escolares.
Como mencionábamos al comienzo, más adelante se presenta el apartado referido al Tipo
de Sanciones, el cual estipula las siguientes regulaciones:
- Reparación moral.
- Presentación de un trabajo de investigación reflexivo, con un plazo de presentación no
superior a una semana, el cual será corregido por el personal afín a la temática elegida.
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RUMBOS TS, año IX, Nº 10, 2014. pp. 102-114
- Restitución de lo hurtado o roto.
- Cambie de división o turno si fuere posible.
- Suspensión ante faltas reiteradas con trabajo de reflexión.
- Separación del establecimiento y búsqueda de un establecimiento adecuado a
las necesidades del alumno. Se facilitará la inserción de otra institución acordando con su
personal directivo y en lo posible con el EOE correspondiente.
Esta clasificación de las sanciones puede dar cuenta de un mayor énfasis en las de tipo
restitutivo (Ritzer, 1993), prevaleciendo en las cuatro primeras, y las últimas se encuentran
más asociadas a las de tipo represivo. Por otra parte, si bien se establece un cierto régimen de
sanción, el mismo no aparece estipulado en relación con las faltas y sus tipos.
CONCLUSIONES (ALGUNAS CONSIDERACIONES INICIALES)
Para finalizar con este breve acercamiento al estudio de la convivencia en las escuelas,
observando el reglamento marco y su particularización en una institución escolar, consideramos
destacar, en primer lugar, los constantes esfuerzos de la Resolución N° 1709 en fundamentar y
precisar el modelo de democracia que se pretende formar desde las escuelas. Sin embargo, los
conceptos que recuperamos para el análisis, vemos que se encuentran ligados a la ambigüedad
en sus interpretaciones, donde lo(s) sentido(s) y significado(s) posibles de ser atribuidos por los
actores escolares, podrían ser de lo más diversos y heterogéneos al momento de efectivizar la
normativa en la escuela.
Por otro lado, a través del Acuerdo Institucional de Convivencia se intentó mostrar las
formas particulares en que la normativa provincial, habría sido adoptada por la institución
escolar. Para ello, nos concentramos en la estructura general del reglamento de convivencia,
el cual evidenciaba el respeto a los criterios formales establecidos por la normativa del año
2009, no sólo en lo que respecta a su estructura, sino también en la necesidad imperiosa de no
centrarse en prohibiciones.
En segundo lugar, nos concentramos en el modelo relacional que busca conformarse entre
docentes y alumnos, a los cuales se les exige la observancia de los tiempos escolares, el dispensar
respeto hacia los demás actores escolares, como así también hacia los símbolos y actos patrios,
y el uso de una vestimenta adecuada. Más allá de estos modelos que postulan los deberes y
obligaciones, y que como observamos se vuelven más temperantes, cuando analizamos la
autoridad y la normatividad, al igual que en el análisis de las sanciones, encontramos ciertas
evidencias de la erosión de las asimetrías, expresadas en el carácter más bien reflexivo de la
autoridad, la negociación de las normas y en la prevalencia de sanciones restitutivas por sobre
las represivas.
Sugerimos entonces que una de las características más salientes, del orden escolar actual
en Argentina, tiene que ver con la imposibilidad de lograr un consenso respecto de las normas,
que estarían más allá de los procesos permanentes de negociación, y permitirían un relativo
ajuste de las expectativas reciprocas de los actores escolares.
Hasta acá, resulta pertinente enunciar, que estas consideraciones finales no pretenden
ser más que conjeturas iniciales, para el abordaje de un fenómeno que no es solo pluricausal y
complejo, sino que nos interpela a encontrar soluciones efectivas.
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Convivencia Escolar en la Argentina. Sobre su Legislación, Normas y Autoridad por Gonzalez, Marian
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RUMBOS TS, año IX, Nº 10, 2014
El Cuidado en la Vejez: una tipología de cuidadores1
Care In Old Age: A Typology Of Caregivers
fecha de recepción: 4-Diciembre-2014/ fecha de aprobación: 29-Diciembre-2014
Sandra Sande Muletaber2
Resumen
La propuesta de este trabajo implica la utilización del “método individualista” propuesto por Weber
(1944) para la “comprensión” de las formas que asume el cuidado de los viejos en las instituciones
de larga estadía. Se trata del ejercicio epistémico de intentar incorporar los aportes de ese marco
teórico en el análisis de las formas de cuidado a los Adultos Mayores institucionalizados por parte
de los cuidadores formales.
Palabras claves: vejez, cuidados, institucionalización, cuidador.
Abstract
The proposal of this work involves the use of the “individualist method” proposed by Weber (1944)
for the “understanding” of the forms assumed the care of the old in long-stay institutions. It is
exercise epistemic attempting to incorporate the contributions of this theoretical framework in
the analysis of the forms of care to the elderly institutionalized by formal caregiver
Keywords: Old age, care, institutionalization, caregiver.
INTRODUCCIÓN
E
ste artículo da cuenta de una investigación realizada en el marco de la elaboración
del proyecto de doctorado, con la intención de aportar a la discusión sobre el Sistema
Nacional de Cuidados3 en Uruguay. Se desarrolla una tipología de las formas que
adopta el cuidado rentado a partir de un estudio de caso único. El interés se centró en dar cuenta
de la relación entre las representaciones sobre la vejez, las formas de cuidado y la anticipación
sobre la propia vejez de los funcionarios4 cuya tarea es el cuidado de los adultos mayores
institucionalizados.
Las preguntas que guiaron el trabajo fueron: ¿Cuál es el discurso sobre las prácticas de
cuidado de los trabajadores de las instituciones de cuidado a Adultos Mayores? ¿Cómo impactan
las formas de anticipar el propio envejecimiento en las prácticas de cuidado de los trabajadores
de las instituciones de larga estadía?
La propuesta implicó la creación de “tipos ideales” que surgieron a partir del análisis
de los resultados, La selección de estas singularidades se realizó en el marco de un cuadro
conceptual con significación específica, como un instrumento operativo, un medio, que puede
ser confrontado con los hechos de la realidad.
1
. El documento que se presenta constituye una síntesis de la investigación realizada en el marco del programa de Doctorado en Ciencias
Sociales, opción Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República, Montevideo, Mayo 2014
2
. Uruguaya. Doctoranda en el Doctorado en Ciencias Sociales (orientación Trabajo Social) de la Facultad de Ciencias
Sociales (FCS) de la Universidad de la República (UDELAR). Magister en Trabajo Social egresada de la FCS de la UDELAR.
Posgrado en Psicogerontología por la Universidad Maimónides, Argentina. Posgrado en análisis sociodemográfico aplicado a la gestión por la UDELAR. Licenciada en Sociología egresada de la UDELAR . Licenciada en Trabajo Social por la
UDELAR Profesora asistente de la asignatura Teorías Sociales II de la Licenciatura en Trabajo Social. Profesora asistente
del Departamento de Trabajo Social de la FCS de la UDELAR. Jefa del Departamento de Trabajo Social del Hospital Centro
Geriátrico Dr. Luis Piñeyro del Campo. Correo electrónico: [email protected]
3
. Sistema que está en debate en el país y que es parte de la agenda del nuevo gobierno
4
. Empleados por el Estado para cumplir funciones en la institución
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El Cuidado en la Vejez: Una Tipología de Cuidadores por Sandra Sande Muletaber
SOBRE LA VEJEZ Y EL ENVEJECIMIENTO
El conocimiento sobre la temática ha tenido un gran impulso en los últimos veinte años
“Se ha comprobado a lo largo de estas dos décadas que una buena vejez es posible, lo cual ha
promovido un cambio rotundo de paradigma en el modo de pensar el tema, en diversos campos de las ciencias sociales, humanas y de la salud” (Zarebski; 2011:22).
La edad cronológica está dada por los años vividos, da cuenta del tiempo transcurrido
desde el nacimiento, los años “que se cumplen”, la edad biológica tiene que ver con el transcurso de la biografía, con la trayectoria, con el “curso de vida”; De cómo ambas se acerquen o
separen, será su correlato en el envejecimiento, pudiendo llegar el caso que la edad biológica
sea menor que la cronológica, o su opuesto, si se logra transformar los años, en “buenos”
años. La variabilidad existente entre ambos procesos depende de: el auto cuidado, la alimentación, el pensamiento, el sentimiento y el movimiento. “La focalización de la cuestión del
envejecimiento desde la mediana edad no implica que este comience en este momento, sino
que (…) es parte del curso vital” (Iacub, 2011:92).
El ritmo del envejecimiento y el grado de salud que pueda tener una persona está relacionado con su entorno, tanto interno como externo, depende tanto de los estímulos que recibe del exterior, como de su bagaje de emociones, sentimientos, pensamientos y experiencias. Cada persona cuando llega a una edad avanzada, comienza a experimentar cambios. Por
lo general, estos no son considerados de manera positiva; se tiende a pensar y a hacer sentir
que en la vejez no se tiene nada que aportar, que ya cumplieron su rol en la sociedad, en la
familia, que ya no tienen la energía y capacidad para hacer cosas, apareciendo dificultades en
la salud, entre otros cambios generalmente interpretados negativamente. Esto sucede principalmente porque desde niños hemos sentido que envejecer es malo, que es un signo de
inutilidad y que además se aproxima la muerte. No se prepara para envejecer de manera positiva y saludable de ahí que establecer una edad para determinar el inicio de la vejez es una
construcción social, que estará establecida por la sumatoria de factores biológicos o psicológicos y sociales.
Para la Organización Mundial de la Salud el envejecimiento individual es “Un proceso normal que ocurre a todos los seres vivos, comienza en el momento en que se nace, se acentúa
en los últimos años. Se produce una limitación de la adaptabilidad. Es un proceso no uniforme,
es diferente de una especie a otra, de un hombre a otro, en un mismo ser humano no todos
sus órganos envejecen al mismo tiempo” (OMS, 2000: 89). El sentimiento de estar viejo es
gradual, durante el transcurso de la biografía personal, acercándose a nivel descriptivo, a
partir de cambios sutiles. El envejecimiento conduce a la modificación de las funciones biológicas, consecuencia del paso del tiempo (Ludi, 2005; Iacub, 2011; Muchinik, 2006) Este proceso se acompaña de pérdidas funcionales y de diferentes sentimientos que pasan desde la
aceptación hasta la resignación. Esto varía según las culturas, sobre todo, de acuerdo a la
primacía que se le dé a la edad cronológica. La vejez es siempre un momento de la vida en que
se suman fragilidades, pero depende de diferentes factores: biológicos, sociales y culturales,
como se gestionarán esas vulnerabilidades.
Los factores biológicos, si bien pueden estar condicionados por la genética, por ejemplo
la duración de la vida, son mediaciones que no deben de dejarse de lado, pero, inciden y muchas veces prevalecen, las condiciones materiales: el “cómo” y el “qué tipo” de calidad de vida
se ha tenido y se tiene. Los factores sociales y culturales son también coadyuvantes a la hora
de definir el tipo de vejez. “(…) la vida humana requiere un nivel de comprensión que aborde
la complejidad del entorno” (Muchinik, 2006:68)
Las personas mayores de 65 años a nivel mundial alcanzan a ser 660 millones, y el índice
de envejecimiento mundial está en el orden del 7%, mientras que el de Uruguay es de 13.9%,
ocupando el tercer lugar luego de la Comunidad Europea y el Japón en su envejecimiento poblacional, siendo la más envejecida de América con un 19% de mayores de 60 años y de esta
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RUMBOS TS, año IX, Nº 10, 2014. pp. 115-124
población 35% de mayores de 75 (Paredes, 2010; INE, 2011). Según la Organización Mundial
de la Salud (1999): en un mundo, lleno de diversidad y tan cambiante, el envejecimiento es
una de las pocas características que nos definen y unifican. El hecho de que como población
estemos envejeciendo, debe celebrarse.
EL CONCEPTO DE ANTICIPACIÓN
Zarebski (2005) plantea que debemos ocupamos de los sujetos envejecientes y de sus
diversos contextos culturales y que para hacerlo es necesario un nuevo enfoque–superador
del modelo simplista y biologista – incorporando una perspectiva integradora de los aspectos
bio-psico-sociales que de manera compleja están interactuando La fundamentación teórica
sobre la pertinencia de trabajar con este concepto de anticipación está dada por la idea de
que si los eventos pueden ser anticipados, el trabajo de duelo se realizará adecuadamente y
la resolución se hará sin que se interrumpa el sentido de continuidad del ciclo vital (Zarebski,
2011) de esta manera se abre la eventualidad de la elaboración anticipada del envejecer.
Esta posibilidad se basa en la idea de que los duelos y las pérdidas son previsibles a futuro, el psiquismo los va elaborando y cuando acontecen, ya hay una posición tomada que
ayuda o dificulta su superación (Zarebski, 2005,2011). El supuesto que subyace es que en el
envejecimiento se pone en juego la identidad, de cómo vayan operando las condiciones psíquicas durante la vida es como se irán construyendo los factores protectores o los de riesgo
en el envejecer, si la elaboración se desarrolla “contra” el envejecer se constituirán en factores de riesgo psíquico de un envejecer patológico” (Zarebski, 2005,2011). Cuando en cambio
las personas pueden poner en cuestión sus prejuicios en relación a la vejez, tendrá su correlato en un buen envejecimiento.
EL CUIDADO EN LA VEJEZ
El cuidado es necesario durante el curso de la vida, la distribución del mismo asume diferentes formas según el momento socio-histórico, y los agentes encargados de llevarlo a cabo
son la familia, el Estado y el mercado. En Uruguay, los cuidados se han caracterizado por ser
“familiarizados” y feminizados.
El cuidado humano puede ser considerado como una función social que involucra la promoción de la autonomía personal y la atención a personas dependientes. Sin esta relación
entre quienes brindan cuidado y aquellos que los necesitan, no sería posible la reproducción
social y el desarrollo de las capacidades individuales. Se puede definir al cuidado como “la
acción de ayudar (…) a una persona dependiente, en el desarrollo y el bienestar de su vida
cotidiana” (Batthyány, 2009: 94). Comprende actividades materiales que implican dedicación
de tiempo, involucramiento emocional y afectivo, el cual puede ser realizado de forma remunerada o no. Cuando el empleo formal de las personas se vincula al cuidado de los adultos
mayores, aparecen valores, sentimientos, creencias, prejuicios, y miedos que impactan en la
forma en que se desarrolla la tarea.
SOBRE EL MÉTODO
Para atender a la propuesta es necesario explicitar algunos tópicos relacionados al individualismo metodológico y la concepción weberiana de la verstehen en el individualismo
metodológico que implica “basar la comprensión de las relaciones sociales en una reconstrucción en términos de individuos orientados teleológicamente en su interaccionar, a partir de
creencia, deseo y esperanza” (Naishtat, 1997:90). El método consiste en proceder para el
análisis de lo social desde la acción de uno a varios individuos.
El punto de partida para la explicación es el concepto de “acción social” entendida como
acción individual productora del hecho social. “Por “acción” debe entenderse una conducta
humana (bien consista en un hacer externo o interno, ya en un omitir o permitir) siempre que
el sujeto o los sujetos de la acción enlacen a ella un sentido subjetivo” (Weber; 1944; 5). En la
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El Cuidado en la Vejez: Una Tipología de Cuidadores por Sandra Sande Muletaber
medida en que está asociada a significados conferidos por el actor, puede ser comprendida y
esta interpretación del sentido de la acción, es la base de la explicación causal de lo social.
Abarca cualquier tipo de proceder humano que se orienta por las acciones de otros, las cuales
pueden ser pasadas, presentes o esperadas como futuras. “La “acción social”, por tanto, es
una acción en dónde el sentido mentado por su sujeto o sujetos está referido a la conducta de
otros, orientándose por ésta en su desarrollo” (Weber, 1944,5)
Para comprender el sentido de la acción, propone la construcción de “tipos ideales”. La
comprensión es completada con la explicación causal, ya que de acuerdo Weber “Toda interpretación persigue la evidencia. Pero ninguna interpretación de sentido, por evidente que
sea, puede pretender, en méritos de ese carácter de evidencia, ser también la interpretación
causal válida” (Weber, 1944; 9)
Un tipo ideal se construye mediante la abstracción y la combinación de un número indefinido de elementos, que aunque se encuentren en la realidad, rara vez se descubren de esa
forma “específica”. Se elabora mediante el realce de elementos de la realidad pertinentes,
que sirven como guía al investigador. Se abstraen rasgos singulares, simplificándolos, y se
conectan objetivamente para realizar el estudio del fenómeno que se desea “comprender”.
La creación de tipos ideales no es un fin en sí mismo; su utilidad solo puede evaluarse en
función de un problema concreto (o una serie de problemas) y el único objetivo de su construcción, es facilitar el análisis de cuestiones empíricas “se distancia de la realidad, sirviendo
para el conocimiento de ésta en la medida en que, mediante la indicación del grado de aproximación de un fenómeno histórico a uno o varios de esos conceptos, quedan tales fenómenos
ordenados conceptualmente” (Weber;1944:17)
Para Weber lo que importa, es el sentido realmente pensado por el hombre y no sus conductas simplemente reactivas Según el origen que motiva la acción, Weber propone cuatro
tipos de orientación del proceder social: 1- intencionalidad, que va a afectar a otros, es una
acción con sentido asumido. 2- que anticipa la respuesta del otro y 3- que responde a la respuesta posible del otro. Le atribuye al sujeto la acción de racionalidad. Según el origen que
motiva la acción, Weber propone cuatro tipos de orientación del proceder social: a) Racional
con arreglo a fines, b) Racional con arreglo a valores, c) Afectiva y d) Tradicional. El objetivo de
la investigación social es “rescatar”, reconstruir el sentido que el sujeto le da. Cuando este
sentido es encontrado, se “ilumina” la historia” no es necesario ser César, pero comprender a
César”. No es necesaria la experiencia (la práctica no enseña), pero, justifica la atribución de
sentido. Se pueden definir dos problemas frente a esta postura: 1- la propia construcción del
tipo ideal. Esto debido a su margen de arbitrariedad (el sujeto la construye) 2- hacer la atribución de sentido, supone una calificación difícil de lograr. Para Weber, es imposible que la ciencia se desprenda de los valores, éstos inciden en la elección del objeto de investigación. La
opción está condicionada y va a decir que eso es legítimo, porque no es posible elegirlo, solo
está marcado por valores. La cientificidad no depende de esa elección, es apenas un problema de método. Lo importante no es como se llega al objeto, sino como se lo “trate” lo que debe
ser científico es el método. Esta conceptualización implica construir una idea, que refleje lo
que a juicio del investigador son las características específicas del fenómeno: a) como categoría explicativa de ordenamiento de la realidad, b) para caracterizar diferentes fenómenos
históricos y c) tipos ideales que son utilizados para definir o conceptuar fenómenos.
El tipo ideal es una construcción abstracta realizada por el investigador que resumen las
características del fenómeno. Aparece como una reconstrucción racional de las conexiones
de sentido utilizadas por el actor, que le permite al investigador interpretar la conexión de
sentido y explicarla. Este constructo sirve para ordenar coherentemente la realidad y así, poder interpretarla. Es una hipótesis formulada para guiar la investigación social, que aplica de
dos formas diferentes: 1) como contrastación del modelo racionalmente elaborado con la
realidad y 2) como hipótesis de relación causal: que consiste en la aplicación de un tipo ideal
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a la comprobación de una relación causal. La formulación de tipos ideales de cuidado: Análisis
de los resultados
El hospital Centro Geriátrico Dr. Luis Piñeyro del Campo (HCGPC)5 es el único centro de
larga estadía para adultos mayores público del Uruguay. Es una institución paradigmática6,
que combina características de residencia de ancianos y Centro de Salud. Las representaciones sociales en el país sobre la vejez institucionalizada suelen tomarlo como referencia.
Cuenta con un staff de alrededor de 300 funcionarios, la mayoría con tareas de atención directa a los adultos mayores internados y con una media de edad de 40 años. La muestra seleccionada para este trabajo consistió en 16 funcionarios: 3 hombres y 14 mujeres, 9 de
ellos, con educación secundaria completa o más y 7 con secundaria incompleta o menor. Las
observaciones se realizaron en todos los sectores del hospital, durante seis meses. Se realizaron 16 entrevistas, 2 grupos de discusión y se aplicaron 16 cuestionarios “Mi envejecer”
(Zarebski, 2011), además de observaciones que se realizaron durante el año 2013, y hasta el
mes de marzo de 2014. Para el análisis de los resultados obtenidos se utilizó el método de la
tipología ideal
Se trata de un análisis de caso único, dado que por sus características es posible indagar
sobre las formas de anticipación al envejecimiento de los funcionarios y su relación con el
trato que brindan a los adultos mayores institucionalizados. Se entiende que se está haciendo una imputación de sentido por parte de la investigadora a partir de características objetivas de las prácticas. El sentido subjetivo, consciente o intencional de las mismas, se relevó
por el uso de las técnicas de entrevista y grupo focal para finalmente pretender la comprensión a partir de los resultados de la implementación del cuestionario “mi envejecer” de la Dra.
Zarebski (2011).
I- Si bien no se puede, a partir del trabajo empírico, aseverar que existen diferencias de
acuerdo al género, dada las características de la población de estudio -no es posible realizar
inferencias en las formas de proyectarse entre hombres y mujeres a partir de la información
que se recabó-esto en sí es un dato. En la medida que la elección de un trabajo en el campo del
cuidado, está fuertemente feminizado, se pueden interpretar conexiones de sentido. Si bien
la representación social sobre los cuidados, tiende a colocarlos en lo “femenino”, la elección
de los técnicos por áreas vinculadas es también significativa: 1/8 trabajadores Sociales es
varón, 1/15 Geriatras, 2/6 fisioterapeutas, 1/8 Licenciados en Enfermería, ningún psicólogo
ni psiquiatra. En los empleos no técnicos vinculados al cuidado directo se mantiene la tendencia, siendo muy baja la relación de enfermeros/ cuidadores frente a sus pares femeninas.
II- Con respecto al nivel educativo, este aparece como un factor co-ayudante a una anticipación positiva sobre el propio envejecimiento pero sólo cuando va ligado a una visión no
prejuiciosa sobre la vejez, y se encuentra más relación con la formación específica en el trabajo gerontológico. Los funcionarios que participaron de cursos o tienen estudios, tienen mejor
trato para con los Adultos Mayores (AM) internados. Si bien se presupone que la propia elección de un trabajo o una carrera vinculada a la vejez debería incorporar una visión positiva
sobre la vejez (Geriatras, Trabajadores Sociales vinculados a la temática, etc.) esto no surge
de la empírea. Se constata un discurso “políticamente correcto” de los profesionales con una
idea de “vejez” como tema a ser atendido con una propensión en las prácticas que oscila entre
la protección (que incluye pérdida de autonomía) con un desprecio hacia las trayectorias de
los residentes que están internados en la institución. Esto es apreciable tanto en las entrevistas, como en la observación. Un ejemplo es el discurso de preservación de la autonomía que
plantean algunos técnicos, con la práctica de solicitar “permiso” a las familias, para que los
usuarios participen en paseos y actividades.
5
. Único hospital Geriátrico público con larga estadía para personas adultas mayores
. En la medida que forma parte de la historia que acompaña la atención de la vejez en Uruguay desde su fundación en
el año 1860.
6
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El Cuidado en la Vejez: Una Tipología de Cuidadores por Sandra Sande Muletaber
III- Con respecto a las prácticas profesionales se pueden definir cuatro tipos de atender
a la tarea desde el análisis de la técnica de observación: 1-Disposición, 2- Oposición, 3- Conformidad, 4- Reglamentarismo. Si bien al utilizar la técnica de observación se plantearon dos
formas típicas de actitud frente al trato de los viejos internados: a) los que apuestan a un
envejecimiento activo, aún en la dependencia y la institucionalización y b) los que no les consideran personas con capacidad de logro, estas forman los extremos de un continuum donde
aparecen formas intermedias. Se optó por realizar una tipología a efectos del análisis de los
datos. En este sentido se entiende por:
1- “Disposición”- A aquella categoría de funcionarios que participan activamente en la
promoción de las actividades que mejoran la calidad de vida de los viejos institucionalizados. Son los que se anotan voluntariamente para participar de todas las actividades, están siempre dispuestos a trasladar, vestir, preparar o promover todas aquellas
acciones que tengan que ver con el bienestar del anciano institucionalizado. Se tiene
en cuenta para esta categorización el haber tenido actitudes proactivas, con conductas que tienden a mejorar el bienestar, o que más allá de la función específica, realizan actividades que mejoran la calidad de vida del viejo institucionalizado.
2-La categoría “Reglamentarista” se conforma con aquellos funcionarios que generan
trabas a la participación de los AM en las actividades, ya sea por acción o por omisión.
Están aquellos que no visten, preparan (omisión), alegando razones de tipo “médicopsicológicas” o actitudinales, o por “no acción” a las que definitivamente no participan
en la preparación del viejo, no cambiándolos, medicándolos a des hora, o simplemente
acostándolos, impidiendo así que los viejos participen de las actividades, eventos o
paseos.
3-Se define como perteneciente a la categoría “conformidad” a aquellos funcionarios
que “cumplen con la tarea”, es decir, cumplen con la descripción del cargo, por ejemplo, se realiza un solo cambio de pañales por turno, si el anciano necesita una excepción, ésta no es atendida. Tampoco se realizan excepciones cuando está prevista una
actividad, aunque depende de la “percepción de utilidad” de la tarea, por lo que en el
caso de las actividades centrales de la institución, preparan y trasladan a los adultos
mayores, porque es mayor la visibilización de la tarea.
4- La cuarta categoría la componen aquellos funcionarios que muestran una mala disposición a la hora de desarrollar su tarea. El opositor ni si quiera se plantea la posibilidad
de la participación del viejo, lo infantiliza, o lo coloca en una posición de inferioridad,
este define al viejo como el “no merecedor” o cuando menos el “manipulador”, colocándolo en un lugar de “objeto” de cuidado, al que no hay más remedio que atender
mínimamente, para preservar el empleo. Es claramente un tipo ideal, ya que en la
práctica cotidiana, estos mismos funcionarios pueden tener diferentes actitudes, por
ejemplo hacia algunos residentes en particular, así como no lo explicitan en los discursos, éstos se solapan “personalizando” en el sujeto singular, “tal viejo” tiene tal característica que lo hace pasible de “tal” conducta.
La perspectiva medicalizada de la vejez, aún en los profesionales no- médicos, es la que
prima en el hospital, más allá de la propuesta socio-sanitaria. Esto se contradice con la Misión
que proyecta: “Hospital, destinado a la atención geriátrica integral de adultos mayores vulnerables, a través de servicios de corta estadía o diurnos, de media estancia (unidad de media
estancia y rehabilitación), de servicios de larga estancia, servicio de atención e inserción familiar, promoviendo y aportando el desarrollo de modelos y sistemas de proyección comunitaria” (http://www.pineyrodelcampo.org.uy).
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Reconocer el carácter de sujeto de quienes habitan los geriátricos, es un punto crítico, ya
que en la práctica, el proceso de institucionalización se produce en la mayoría de los casos por
la pérdida de autonomía, no sólo como pérdida de capacidad funcional, sino especialmente
como pérdida de capacidad psíquica y jurídica (Yuni; 2005).
IV- Otra de las categorías analizadas son las formas en que los funcionarios del Piñeyro
del campo entienden que es esta etapa del curso de vida. De acuerdo a la percepción sobre la
vejez, se pueden distinguir distintas actitudes, las que son posibles de relevar desde la técnica de entrevista. Se completa la caracterización a partir de datos recabados con el uso de la
observación. Se utilizó el mismo criterio de presentación de los hallazgos definiendo cuatro
tipos ideales a los que se denominaran: 1-Continuidad 2- Viejismo 3- Protección y 4- Consolación
1- “Continuidad” es aquella forma de entender la vejez en la que la identidad del sujeto se
sostiene sobre lo que ha vivido, continuándose en el presente y proyectándose hacia
el futuro. La vejez como una etapa más en el continuo de la biografía. Esto implica una
visión positiva sobre la vejez, donde es posible enamorarse, aprender, participar. Se
incluyen en esta categoría a aquellos funcionarios cuyos discursos incluyen la posibilidad de que en la vejez sea posible la conformación de un proyecto de vida.
2- “Viejismo” es la actitud que la coloca a la vejez como algo a lo que no se quiere llegar.
Esto implica ser una carga, un estorbo, y conlleva a las pérdidas. Ligado a esto, la percepción de la falta de autonomía. Estas actitudes, los colocan como un “objeto” de
atención y no como un “sujeto” de derechos, cosificándolos, no son personas, sino
“parte de la tarea” que hay que realizar: “anotó en la planilla, cambio un pañal”.
3- “Proteccionismo” es aquella forma de pensar a la vejez como “necesitada de cuidado”,
que debe ser “guiada” por las diversas carencias que para estas personas conlleva esa
etapa. Esta perspectiva vincula a la vejez con la dependencia, la enfermedad y la vulnerabilidad. Estos funcionarios van a realizar la tarea de cuidado, desde un lugar de
“diferencia”, son los que “ayudan”, “protegen”, “cuidan” a ese que no puede valerse por
sí mismo, y consecuentemente no toma decisiones sobre su vida.
4- “Consolación” es aquella forma de entender a la vejez como algo a lo que se va a llegar,
pero la vivencia es que inevitablemente es una etapa de pérdida de autonomía. Consideran a la vejez como “la última etapa” aquella que se asocia a la decrepitud, y por lo
tanto no deseable, y sólo aceptada como recurso para seguir existiendo.
Si tenemos en cuenta que el envejecimiento se puede definir como “(…) Todas las modificaciones morfológicas, psicológicas, fisiológicas, bioquímicas que aparecen en nuestro organismo como consecuencia de su funcionamiento en el tiempo; no es éste el que produce
los cambios sino el complejo funcionamiento fisiológico (…) en el tiempo de nuestra vida y de
los “riesgos” que encuentra” (San Martín, en Buendía, 1997: 16), sin embargo, éste no es sólo
individual, sino que refiere a las poblaciones. Se desprende de esto que el envejecimiento no
es solo un fenómeno individual sino también poblacional. También inciden en las formas de
entender el envejecimiento, las propias prácticas, en una suerte de profecía auto cumplida:
cuanto peor sea el trato, en el sentido de pérdida de autonomía con respecto a los viejos “cuidados”, mayor será la desvalidez de éstos y consecuentemente mayor la carga de cuidados y
la sobrecarga del trabajador.
V- La última categoría analizada es la anticipación del propio envejecimiento. Para poder
definirla, se construyeron a partir de los resultados de la implementación del cuestionario
para menores de 59 años de Zarebski (2011), y en interacción con las afirmaciones que se
recabaron mediante las entrevistas, cuatro formas de anticipación: 1-Anticipación positiva,
2-Anticipación negativa, 3-Resignación, 4- Indiferencia
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1- Se entiende por “Anticipación positiva”, si hay un reconocimiento de continuidad vital.
En esta categoría se incluye a quienes resignifican el pasado, se ubican en su presente
y generan estrategias para el futuro. Hay una identidad del yo biográfico durante el
curso de vida.
2- “Anticipación negativa”: refiere a lo “siniestro” del envejecimiento. Implica una negación del “yo” viejo, “no imaginarlo”, “no querer verlo”, incluso una perspectiva de negación de esa etapa para sí mismo.
3- “Resignación”, es una anticipación que si bien muestra una actitud proyectiva, la vincula a una etapa en que son más las pérdidas. Se aceptan las ayudas técnicas porque
es la forma de no ser dependientes, a la vez que algo difícil de sobrellevar.
4- “Indiferencia”, se puede vincular a una escasa capacidad de proyección, que tiene que
ver con una idea de algo que le sucede a “otros”. Es significativo que más de la mitad,
no hayan pensado en su propia vejez, ni puedan imaginarse como un sujeto viejo.
Para muchos de los implicados en esta investigación el proceso de envejecimiento es
vivido como una carga, desconociéndose como sujetos envejecientes. La vejez es un tema de
los viejos con los que interactúan en su trabajo cotidiano, no algo que les va a suceder. Para
otros, implica la necesidad de “pensarse” como sujetos que están en un proceso en el cual,
indefectiblemente, las vejez los encuentra. La anticipación permite “un ensayo” y una preparación psíquica para cuando efectivamente sucedan” (Zarebski; 2005:68)
Si se realiza una comparación de los resultados obtenidos, se puede inferir la existencia
de cuatro “tipos ideales” de cuidado vinculadas a las formas de entender el propio envejecimiento, la concepción que se tiene sobre la vejez y la perspectiva del curso de vida. A efectos
de este trabajo, se denominarán: Promotores, Boicoteadores, Conformistas y Ausentes.
Tabla resumen de tipologías propuestas
Promotores
Tipo Ideal
Continuidad
(A)
Boicoteadores
Discontinuidad
(B)
Conformistas
No continuidad
(A”)
Ausentes
No discontinuidad
(B”)
Observación
Disposición
Oposición
Conformidad
Reglamento
Entrevista
Continuidad
Viejismo
Protección
consolación
Cuestionario
Anticipación
positiva
Anticipación
negativa
Resignación
Indiferencia
Reflexiones finales:
El objetivo de este trabajo ha sido analizar la anticipación que tienen los funcionarios del
Hospital Piñeyro del Campo, sobre el propio envejecimiento y su vínculo con las formas de
cuidado a la vejez que realizan en el marco de su empleo formal, a partir de la conformación
de una tipología ideal que permita comprender este fenómeno
Trabajar en la atención a la vejez vulnerable e institucionalizada interpela a los sujetos
en tanto que se impacta directamente en la vida cotidiana de los que allí residen, y en la medida en que también empieza a formar parte de la propia cotidianidad, de ahí que la conforma-
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ción de una tipología sobre las formas de atención a la vejez en una institución de esas características, sea un insumo para “comprender” las formas que asume el cuidado a la vejez.
Es importante recordar que este tipo de institución, se debe entender como un conjunto
de normas, reglas y disposiciones explícitas e implícitas que regulan la vida de los que allí residen y que les obliga a adoptar las formas institucionales para ser bien atendidos, lo que
conlleva a que las personas internadas deban renunciar, muchas veces, a su autodeterminación (Goffman; 1984). Esta pérdida progresiva de derechos impacta negativamente en la autoestima y muchas veces genera deterioro. Los funcionarios que trabajan en el Piñeyro, están
en presencia diaria de estas cuestiones.Trabajar en estos lugares, en contacto con la fragilidad de la vejez, conviviendo con las patologías y los deterioros, genera situaciones de tensión
y de ansiedad, y muchas veces, esto repercute en los residentes, quienes también lo viven
así.
En el Uruguay, persiste una idea generalizada de la vejez como una etapa de deterioro,
de pérdida y de inactividad. Esta repercute en la marginación de los viejos, si bien hay un presupuesto institucional que apunta a la atención socio sanitaria, la cultura del hospital reproduce el imaginario social, que considera que los que están internados allí, están esperando la
muerte física, habiendo ya transitado la muerte social.
Si se atiende a que en la vejez se concentran los mayores grados de vulnerabilidad, tanto
en lo físico, psicológico, como social, se debe dar cuenta que el último factor es importante
para mejorar la calidad de vida en esta etapa. Pero esto es así porque las personas son sujetos
sociales, que se vinculan desde un mundo social, que involucra el mundo subjetivo aunque
no se explicite (Habermas; 1981) Es en la interacción social, donde están privilegiados los
prejuicios, y es en ellos, en los que se debería poder impactar. De alguna manera, se es víctima y victimario a la vez, porque el camino para no envejecer es morirse, y no se está dispuestos a pagar ese precio, de ahí la necesaria atención a los aspectos psicológicos de un buen
envejecer, porque como plantea Zarebski (2011) “el futuro se construye”
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El Cuidado en la Vejez: Una Tipología de Cuidadores por Sandra Sande Muletaber
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INVESTIGACIÓN E INTERVENCIÓN
PROFESIONAL EN TRABAJO SOCIAL
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El Autocuidado y el Bienestar desde las Prácticas
Religiosas y la Cultura.
The Self and Welfare from Religious Practices and Culture.
Fecha de recepción: 15-Noviembre-2014/ fecha de aprobación: 20-Noviembre-2014
Felipe Roboam Vázquez Palacios1
Resumen
La pregunta central que guía el desarrollo de este trabajo es: ¿Cómo se procesa el autocuidado y el
bienestar en las personas de edades avanzadas ante la complejidad de sus problemas y necesidades
más frecuentes a través de sus prácticas religiosas cotidianas? Todo ello con el fin de encontrar una
perspectiva distinta para analizar las necesidades básicas del anciano y especialmente, mostrar el
sentido y significado2 que estos procesos tienen en la última etapa de la vida.
Palabras Claves: Prácticas Religiosas, Autocuidado, Bienestar, Adultos Mayores.
Abstract
The central question guiding the development of this work is: How self-care and well being
processed in people of advanced age by the complexity of their problems and needs more frequent
through daily religious practices? All this with the in order to find a distinct perspective to analyze
the basic needs of Older People and especially to show the meaning and significance of these
processes at the last stage of life.
Keywords: Religious Practices, Self Care, Wellbeing, Older Adults.
PRESENTACIÓN
C
omo cuidadores y analistas pocas veces incursionamos en las prácticas religiosas
y la trascendencia que éstas tienen para las personas de edades avanzadas,
especialmente en el autocuidado y el bienestar. Por lo general, ponemos atención a
cómo satisfacen o solucionan sus necesidades personales, oímos relatos de cómo le han hecho
para mejorar su calidad de vida y describimos sus autocuidados muchos de ellos mezclados con
situaciones milagrosas, pero sin ligar lo que nos narran con él plano simbólico y su eficacia. Como
que pensamos que estas experiencias, pertenecen únicamente a la vida interior de cada quien
y que como analistas sociales no está en nuestro quehacer científico, el ir más allá. Pensamos
que creer y tener fe en cuestiones divinas, no implica que las cosas sucedan, sin darnos cuenta
que con ello se construyen expectativas de autocuidado y bienestar que parten del actuar
divino. Muchas de las veces, como analistas tratamos de neutralizar las creencias; Incluso, hay
la tendencia a querer quitar, lo cierto y lo útil que es para cada creyente este aspecto, porque
se estima inaccesible o irrelevante para el análisis. Hacemos antropología de la palabra, pero
no hacemos antropología de la palabra ligada a una acción y lo que esta implica en la vida del
creyente.
1
. Mexicano. con doctorado en Antropología social, Investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en
Antropología Social en el Golfo. Mail: [email protected]; [email protected]; Tel: 228 81 54 8842
2
. Por sentido se comprende una relación entre varias experiencias, y en el que el sentido de las experiencias se construye
a través de las funciones relacionales de la conciencia (Berger, 1994:32). En tanto que por significación, se entiende la
manera en que el yo considera su vivencia, reside en la actitud del yo hacia esa parte de su corriente de la conciencia que
ya ha fluido hacia su “duración transcurrida” (Schütz, 1972: 99 y ss.). Es decir que el sentido no es una cualidad inherente
a ciertas experiencias que surgen dentro de nuestro flujo de conciencia, sino el resultado de una interpretación de una
experiencia pasada contemplada desde el presente con una actitud reflexiva, puesto que constituyen universos de significado que orientan y en los que se conducen los propios sujetos.
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Debido a la situación socioeconómica y de salud en la que se encuentran la mayoría de las
personas en edades avanzadas, se considera este grupo etario como el que más amenazas tiene
a su bienestar y el que tiene más requerimientos de autocuidados. Ya que al aumentar la edad,
disminuyen los ingresos económicos así como el riesgo de experimentar enfermedades crónicas
y/o, accidentes.
El autocuidado y el bienestar en la vejez generalmente se han estudiado desde la
perspectiva de las ciencias de la salud y la demografía, donde dependiendo de las orientaciones
políticas y perspectivas de las instituciones y organizaciones que están detrás de cada uno
de los programas, se pugna por un envejecimiento: activo, exitoso, saludable, satisfactorio,
competente, pleno, feliz (Montes de Oca, 2010 y Vázquez, 2014). En todas estas propuestas se
destacan condiciones objetivas y subjetivas, analizando el autocuidado como una experiencia
más personal donde el individuo es el que te dice en que consiste; mientras que el bienestar es
una experiencia más colectiva que está en relación con la interacción social con otras personas.
Tanto en uno como en el otro, hay intereses comunes que son el mejorar: las condiciones de salud,
económicas y/o materiales, los apoyos emocionales y sociales, con la finalidad de prolongar la
vida en las mejores condiciones posibles.
Con base en lo anterior, quiero invitarlos a cambiarse la bata blanca y a ponerse las botas
para el campo y si quieren también el sombrero y si algunos quieren la sotana pues también,
para observar el autocuidado y el bienestar desde la perspectiva de las prácticas religiosas
y la cultura.3 Con ello pretendo visualizar elementos que hasta ahora no se les ha prestado la
atención y que están fuertemente relacionados con las principales problemáticas en las que se
encuentran insertos los sectores envejecidos, me estoy refiriendo a las prácticas religiosas y
su fuerte vinculación con las condiciones generales de existencia en la vida de los ancianos, en
donde se experimentan alternativas que permiten solucionar o mitigar necesidades básicas y
especialmente dar sentido y significado a la vida.
Hay que tener en cuenta que debido al incremento de la longevidad, los ancianos de
ahora experimentan una vejez con mayor abandono que las generaciones anteriores. Los
apoyos socioculturales, emocionales, económicos, físicos, se han visto cada vez más limitados
y trastocados por una crisis generalizada cambiante, generando incertidumbre y merma en la
capacidad de agencia de la persona adulta mayor, especialmente en sentido y significado a la
vida, las necesidades y sus proyectos personales.
Sostengo que el adulto mayor al procesar el autocuidado y el bienestar, entrelaza
fuertemente sus creencias religiosas con sus condiciones cotidianas en las que están inmersos,
generando conjuntos organizados de conductas y acciones rutinarias o eventuales con las cuales
tratan de salir adelante en la vida.
En este sentido, veo el bienestar y el autocuidado, como procesos dinámicos de
interpretación y significación, así como de sentido de la propia experiencia --situados dentro de
un contexto sociocultural determinado-- y, dentro de una trayectoria biográfica, desde donde se
nutren, se comprenden, gestionan y desarrollan estos procesos tan necesarios para lidiar con la
vida, aun bajo las formas más extremas.
Ahora bien, para analizar el autocuidado y el bienestar, se requiere identificar fortalezas y
necesidades. Las fortalezas en el adulto mayor se manifiestan en conocimientos, experiencias,
cualidades, actitudes y habilidades. Las necesidades en cambio son de salud, económicas,
emocionales, sociales y espirituales. Al conectar las fortalezas con las necesidades surgen las
estrategias de autocuidado y bienestar, que a medida que pasa el tiempo es preciso afinar,
3
. La cultura la definimos aquí como ese sentido y pensamiento práctico con el cual el anciano ha domesticado su realidad; ese saber que es a la vez raíz y ligadura entre lo que somos y hacemos y lo que hemos sido y lo que hemos hecho,
gozado y sufrido. Es a través de la cultura como se mira de distinta manera lo que está alrededor, especialmente cuando
con el paso de los años los significados y los sentidos se han ido acumulando y conformando individual y colectivamente
de manera organizada. Es por ello que la cultura es un arma que permite el empoderamiento y el desarrollo de la capacidad de agencia de los ancianos.
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El Autocuidado y el Bienestar desde las Prácticas Religiosas y la Cultura por Felipe Roboam Vázquez Palacios
adecuar, promover y estar dispuestos a experimentar cambios en correspondencia con la
realidad de cada momento.4
Y es que con el alargamiento de la expectativa de vida de la población envejecida,5 estas
estrategias de bienestar y autocuidado son imprescindibles para vivir.
Las prácticas religiosas, el autocuidado y el bienestar.
Parto de que las personas de 60 a 80 años6 de edad manifiestan tener un mayor apego
a sus prácticas religiosas7 y ello, conlleva a poder visualizar a través de ellas autocuidados y
sensaciones de bienestar, independientemente de su situación. Y es que las prácticas religiosas
entretejen elementos cotidianos, naturales y divinos con los cuales los adultos se ayudan a
sobrellevar la vejez.
Las prácticas religiosas8 las concibo como un capital simbólico en donde se encuentran
experiencias objetivas y subjetivas sustentadas en la fe en Dios, que se han ido acumulando en
creencias, modos y estilos de vida, dando significado y sentido a la existencia. Estas prácticas
requieren del esfuerzo y el ejercicio constante, así como del conocimiento de la experiencia
colectiva a la que aluden pasajes bíblicos, testimonios y experiencias religiosas, de “otros” que
se encontraron en las mismas o en peores condiciones y encontraron una respuesta al porqué
y para qué vivir; además de lograr mantener una sensación de refugio, consuelo, consejo,
compañía, seguridad, salud, plenitud, ya que se sabían apoyados o protegidos por un Dios.
Por bienestar comprendo no sólo la satisfacción de las necesidades básicas, sino
básicamente, el mantenimiento de las capacidades y funcionamientos, más que la posesión de
bienes o recursos, las formas en que se potencializan. Así como el placer experimentado bajo la
forma de sentimientos, emociones (humanas y religiosas) y estados de humor entre otros.
El autocuidado9 lo entiendo como las representaciones y prácticas que una población
utiliza tanto individual como socialmente para diagnosticar, explicar, atender, controlar, aliviar,
soportar, curar, solucionar o prevenir los procesos que afectan la vida y el buen desempeño de la
actividad de los adultos mayores en términos y reales o imaginarios.
El trabajo está basado en 50 encuestas levantadas en la ciudad de Xalapa entre personas de
más de 60 años de las cuales 10 son mujeres entre 60 y 75 años y 15 son de 75 y más años; 9 son
hombres de 60 a 75 años y 16 son de más de 75 años de edad. Todos ellos miembros de iglesias
establecidas en esta capital: 23 católicos, 5 Testigos de Jehová, 22 evangélicos pentecostales.
Se seleccionaron informantes claves para profundizar la información requerida, así como para
ciertas opiniones especializadas en cuanto al tema a tratar.
4
. Margaret Mead afirmaba que a medida que envejecemos nos convertimos en inmigrantes en el tiempo y es preciso
estimular el aprendizaje temprano de un nuevo lenguaje y estar dispuestos a experimentar cambios en correspondencia
con la realidad de cada momento.
5
. En México 2030, la mitad de la población será mayor de 60 años, con riesgo de padecer alguna enfermedad crónicodegenerativa. Es útil recordar que las enfermedades crónico-degenerativas se caracterizan principalmente por incurabilidad, así como paulatino detrimento de la salud de los individuos, al mismo tiempo que éstas demandan un cuidado y
tratamiento que continúa hasta el final de la vida. La enfermedad es una realidad biológica, social y cultural, que obliga
a que las prácticas corporales cambien para su tratamiento o su cura, estas prácticas de atención a la enfermedad varían
dependiendo del contexto social y la etapa de la vida en la que se desenvuelve el individuo.
6
. Considero que las personas de más de 80 años, si bien continúan haciendo prácticas religiosas, estas disminuyen por
los achaques propios de la edad, afectando la praxis de la fe migrado de una dimensión privada a una dimensión íntima.
7
. Si bien es cierto que las religiones tradicionales parecen ir en declive en nuestras sociedades contemporáneas, hay sin
embargo, una tendencia al incremento de personas que resaltan la importancia que tiene en sus vidas “lo espiritual”.
Aparentemente, la espiritualidad aparece como migrando de una dimensión colectiva a una más individual y subjetiva, la
cual no tiene necesidad de una estructura formal, de creencias doctrinales o de un núcleo comunitario.
8
. De la Pineda (1998:28-29), afirma que la creencia religiosa es una necesidad ineludible que el hombre tiene que satisfacer cuyo principio se sustenta en la necesidad de conocer y no ser capaz de hacerlo plenamente ni con seguridad total.
9
. Para la definición de autocuidado me he basado en: Menéndez (2009) y en Orem (1993).
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El procesamiento del autocuidado y el bienestar en los creyentes ancianos se 0bservó en 4
aspectos en que las experiencias religiosas tienen una implicancia directa:10
1) En la Salud y fuerza, que va más allá de la ausencia de enfermedades y del bienestar físico. En cuanto a la fuerza, esta no solo es física, sino de voluntad, para dejar vicios, actitudes negativas, ser fuerte a las tentaciones, es la fuerza que sirve para vencer las vicisitudes de la vida y auto-cuidarse con mayor efectividad. Fuerza y salud las engloban bajo
el concepto teológico de: “una vida plena y abundante”.
2) En el aprovisionamiento, de sus necesidades, las cuales no son sólo materiales y/o económicas, sino socioculturales, de valores y principios, así como espirituales.
3) En el sentido y significado a la vida, en donde se proveen de una “guianza” que da estructura y coherencia a la vida, poniendo orden y sentido existencial, así como trascendencia.
4) En la seguridad y la esperanza, en un mundo tan convulsionado y violento, así como en
una etapa de la vida en que es difícil mantenerse bien, es indispensable confiar y tener
esperanza en algo o alguien que pueda dar protección que esté a nuestro lado, que nos
cuide y nos aliente a una mejor calidad de vida.
Veamos algunos ejemplos de cada uno de ellos:
En la medida en que se va avanzando en edad, según nuestros informantes, lo “cotidiano”
(alimentarse, vestirse, asearse, ser el soporte económico, cuidar la vivienda, atender a la familia)
pasa a ser reinterpretado y vivido de distinta manera, y en especial, cuando se esta en contacto con
prácticas y creencias religiosas, ya que los creyentes ancianos/as construyen sus expectativas
pensando en el actuar divino, donde Dios es el eje en donde gira la vida y consecuentemente
también el autocuidado y el bienestar, proveyéndose con ello, de significados y experiencias que
les proporcionan confianza en sí mismos para auto cuidarse y estar bien.11
Evidenciemos lo anterior con el testimonio de Juana (de 69 años, católica,) me decía:
“Antes me gustaba estar en la calle, pasear viendo los almacenes, ahora me da miedo
salir, si salgo es solo a la iglesia y siempre acompañada. Allí, me siento bien se me
olvidan mis achaques. Eso sí, cargo con mis pastillas para la presión, mis dulces por si
me baja la azúcar, pastillas para el dolor, mi aspirina y sombrilla por si llueve, me llevo
para taparme por si está muy fresco, y si está lloviendo o hace mucho frío mejor no
salgo”.
10
. Elison (1991), hace un estudio sobre el involucramiento religioso y su repercusión en el bienestar de las personas
adultas y encuentra 4 formas principales de incidencia: 1) mediante la integración social y apoyo; 2) mediante el establecimiento de relaciones personales y divinas; 3) mediante la provisión de sistemas de significado y coherencia existencial y
4) mediante la promoción de patrones de organización religiosa más específicos a sus estilos vida personales.
11
. Los adultos mayores construyen expectativas a partir de creer en el actuar divino. Es curioso ver como en los últimos
años, se ha incrementado el universo de Santos que amortiguan las angustias y miedos particulares. Frente a la angustia,
la soledad, la enfermedad, la incertidumbre, la religión fomenta las expectativas bajo la forma de esperanzas y bienaventuranzas. Deseos canalizados en probabilidades que de no cumplirse, no causarán una ruptura. Las prácticas y creencias
religiosas fomentan la reflexión retrospectiva para reconstruir la vida, sin tragedia por el futuro. He aquí las bienaventuranzas más usuales entre los informantes que se encuentran en el evangelio de Mateo 5:3-12 Las Bienaventuranzas
3 “Bienaventurados (Felices) los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos.
4 “Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados.
5 “Bienaventurados los humildes[a], pues ellos heredarán la tierra.
6 “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados.
7 “Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia.
8 “Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios.
9 “Bienaventurados los que procuran la paz, pues ellos serán llamados hijos de Dios.
10 “Bienaventurados aquéllos que han sido perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos.
11 “Bienaventurados serán[b] cuando los insulten y persigan, y digan todo género de mal contra ustedes falsamente, por
causa de Mí.
12 Regocíjense y alégrense, porque la recompensa de ustedes en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que ustedes.
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El Autocuidado y el Bienestar desde las Prácticas Religiosas y la Cultura por Felipe Roboam Vázquez Palacios
“Hace algunos años, me disgustaba que alguien quebrara un plato, una taza, o que
se perdiera algo. Ahora ya no me importa, como que las cosas que antes disfrutaba
han perdido su encanto. Ahora lo más importante es tener cerca a la virgencita, hacer
mis rosarios para pedirle a Dios su protección y mi salud y que me dejen oír mi radio…
Tampoco me importa que se burlen o me tiren de loca, antes eso me disgustaba. Ahora
no me importa. Dios me llena de amor para perdonar a todo aquel que me ofende y eso
me da paz.”
Las prácticas religiosas dan motivación, relajación, consuelo y aceptación ante lo inevitable
del constante deterioro físico de alguna enfermedad, o por los cambios bruscos de rol, -ya sea por
retirarse del mercado laboral y perder estatus o bien, por la muerte del cónyuge-, reintegrándolas
socialmente. El caso de Elvira (71 años, católica) evidencia lo anterior:
“Desde la muerte de mi esposo todo ha sido distinto, he aprendido a vivir sola, a aceptar su
ausencia y a encontrarme en nuevas situaciones en las que me sorprendo yo misma, porque
ahora no tengo que pedir permiso para salir, participó en ´la hora santa´ y en otras comisiones en
la iglesia. Hay varias personas de edad y entre todas nos cuidamos cuando estamos enfermas.
Siento que me quieren y disfrutó de su compañía. Estamos muy ocupadas visitando los enfermos,
juntando despensas para los necesitados, ´hoy por ellos, mañana por mí´; Todos los días vengo,
antes cuando vivía mi marido ni pensarlo”.
A través de las prácticas religiosas, los adultos mayores son capaces de tomar decisiones
existenciales, trascender sus sufrimientos, proveyéndose esperanza de una vida futura sin
sufrimiento; además, de construir significado, autoestima y seguridad, felicidad y optimismo.12
Agustín (74 años, evangélico):
“Fue a raíz de un accidente a los 67 años, que me dio por ver hacia arriba y empecé a
buscar a Dios, a través de la lectura de su palabra, mi vida cobró nuevamente sentido,
me di cuenta que el estar postrado en una cama, encadenado a una silla de ruedas, era
una oportunidad para que Dios me mostrara una perspectiva distinta de lo que es la
vida y sobre todo como es el camino a la vida eterna…”
Guadalupe (73 años, católica), muestra:
“Debido a la ceguera ya no puedo hacer el aseo de la casa, ni preparar mis alimentos,
realizar compras, lavar, planchar. Esto me da mucha tristeza; ya que era muy activa,
siempre andaba de allá para acá. Ahora tengo que depender totalmente de alguien
quien me ayude. En mis momentos más difíciles de mi soledad, yo encuentro refugio y
consuelo, platicando con mi Jesús. El me devuelve la fe y la confianza de que no estoy
sola, me infunde ánimo y la fuerza necesaria para controlar mi carácter y aceptar esta
situación y seguir adelante y no dejarme vencer sobre todo cuando no hay quien me
ayude.”
Las prácticas religiosas suministran modelos de autocuidado y bienestar en medio del
sufrimiento, así como paradigmas para no sólo soportar, sino cambiar la actitud de incapacidad
por una nueva perspectiva, en donde se tenga más control de la vida. Y lo más importante el ir
construyendo esperanza y significado. El caso de Cruz (67 años, católica,) puede ilustrarnos:
“Ahora que ha hecho mucho frío los huesos se me entumen y no puedo levantarme
por la artritis de mi cama, si alguien no me ayuda. Yo pido a mi virgencita y al sagrado
12
. Si revisamos la lista del santoral católico en nuestro país, encontraremos que las advocaciones de cada uno de los
Santos son específicas a problemas y sufrimientos. San Judas Tadeo por ejemplo se asume como el patrón de los casos
difíciles, San Juan protege de la lluvia, la virgen de Zapopán protege contra rayos y centellas, Guizar, es especialista en
partos difíciles, etc.
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corazón de Jesús, que me den fuerzas para que no me desespere, y me pongo a pensar
en lo que tuvo que aguantar Job, el mismo Jesús y me calmo, hasta que poco a poco la
fuerza viene a mis huesos. Dios es el que me sostiene.” 13
Al estar recabando la información observé un gran esfuerzo en los adultos mayores por
evidenciar y resaltar la manera en que las prácticas religiosas les ayudan a los individuos a
construir y procesar sus estrategias de autocuidado y bienestar, pues encuentran en él modelo
narrativo bíblico diferentes formas para ordenar sus experiencias, la manera en que deben
canalizar sus peticiones, controlar y expresar sus sentimientos, fijar sus percepciones, justificar
su invalidez o dependencia y quizás lo más importante encontrar sentido a su sufrimiento.14
Estas prácticas religiosas, no son sólo ritos, cantos, hacer oraciones, leer la biblia y estar en la
iglesia, sino es una vivencia, “vivir lo que creo”; es una experiencia personal íntima entre Dios
y el creyente, que llena y vivifica. En otras palabras, refuerza las ganas de seguir viviendo, auto
cuidarse y encontrar mejores maneras de vivir la vejez. Y ojo, ya no por el bien de ellos mismos,
sino porque es un mandato divino y además porque es bueno para los que les rodean.
Como podemos observar, el auto-cuidado y el bienestar vistos desde las prácticas religiosas
tienen tres movimientos: uno hacia dentro, cuando se experimenta “una vida en Cristo” la
vivencia cristiana, Dios en el cuerpo cansado, agotado, enfermo: especialmente en el corazón
y en la mente; cuando el creyente siente que Dios le ha dado capacidad y fuerza para autocuidarse y ello le brinda confianza en sí mismo, paz interior, armonía consigo mismo y con los
que le rodean y, sobre todo, lo invade un sentimiento de amor. Este movimiento es el que más
exaltaron los informantes.
El segundo movimiento es hacia fuera, con “el prójimo”, cuando se descarga todo el arsenal
espiritual que se ha recibido: entonces se ayuda al necesitado, se visita al enfermo, se dan
consejos de autocuidado al que está con problemas de salud, se asiste al que no tiene qué comer,
etc. A menudo en este segundo movimiento es cuando se muestra el grado de bienestar que la
persona experimenta.
El tercer movimiento es hacia arriba, con la divinidad, y es consecuencia de los dos anteriores.
Aquí se trasciende hacia una dimensión espiritual que conecta el espíritu del creyente con Dios,
gracias a lo cual se supera cualquier dificultad humana: no tener miedo a la muerte, alabar a Dios
a pesar del dolor, estar gozoso, fortalecido, a pesar de la tristeza o la pena. Es aquí a donde el
auto-cuidado tiene su mayor eficacia, donde los informantes manifestaron el mayor grado de
bienestar y felicidad y plenitud.
Procesado así el autocuidado y el bienestar, encontramos que los adultos mayores los
perciben como fortalezas y recursos que Dios les da en esta etapa de la vida, como un principio
de transformación personal e interpersonal,15 experimentando una sensación de plenitud,
integridad y trascendencia con uno mismo, con los demás y con la divinidad.
13
. Koenig, (1994), mostró que ciertas conductas y actitudes religiosas contribuyen indirectamente a la salud de las persona ancianas; como la dieta entre los adventistas, prácticas higiénicas y el evitar conductas dañinas, entre los grupos
evangélicos. La oración, y la fuerte interacción humana disminuye el estrés psicológico, previene la presión alta y algunas
enfermedades cardiovasculares. Evidencia que la mayor participación religiosa o el retorno a ella durante la vejez, ofrece
un grado de esperanza y fuerza emocional (mayor que el obtenido de otras fuentes) para enfrentar problemas como la
perdida de salud. La religión, enfatiza las relaciones interpersonales, pone énfasis en el perdón no sólo con los otros, sino
con uno mismo, dando bienestar al creyente.
14
. Al escuchar los testimonios de cómo las prácticas y creencias religiosas operan en la vida de los creyentes Garma
(1999), ha observado que el modelo narrativo bíblico, sirve como modelo para ordenar las experiencias vividas del mismo individuo. De este modo, las experiencias se ordenan con base a la vida del pecado, o la vida en la ignorancia, que
tienen como consecuencia el dolor y el sufrimiento. O bien de acuerdo a la salvación, que conlleva al alivio del dolor, la
mitigación del sufrimiento. A partir de este modelo se construye un discurso sobre su propia vida, con un sentido social
que permite explicar el presente, dando coherencia al pasado que explica el presente y proyecta su futuro.
15
. Las creencias y prácticas religiosas, como bien apunta Pittard (1994:19), dan conexión, integración e integridad al
creyente.
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El Autocuidado y el Bienestar desde las Prácticas Religiosas y la Cultura por Felipe Roboam Vázquez Palacios
En la sensación de sentirse “pleno” va implícito el autocuidado y el bienestar, donde
el creyente articula experiencias pasadas --no sólo de él, sino de personajes bíblicos y
creyentes virtuosos-- con su realidad cotidiana, y que se proyectan al futuro correlacionando
e interconectando el significado de su vida con su experiencia religiosa personal. O sea, que no
sólo se interconecta el creyente con otros creyentes y se comparten estrategias de autocuidado,
estilos de vida propósitos y objetivos de bienestar, sino significados del porqué y para qué vivir;
lo que mezclado con las creencias religiosas se convierte en una práctica positiva y eficaz, donde
los ancianos/as son capaces de experimentar paz o alegría en la soledad, en el agobio o ansiedad,
y sentirse interconectados tanto en un mundo material como en un mundo sobrenatural.
Dándoles integración, capacidad y restauración, resolviendo la tensión causada por la soledad,
abandono, marginación, etc. Estableciendo una conexión no sólo con los que están vivos, sino
con los que están en el más allá, especialmente con lo divino, alejando o mitigando los temores y
dando continuidad al autocuidado y bienestar en la existencia y en el más allá.
Ahora, hay que tener presente que el autocuidado y bienestar, si bien no siempre es efectivo
o real, es manejado como algo que puede perfeccionarse, adaptativo a cualquier situación y que
si te lo propones como objetivo y estilo de vida tendrás un alto grado de satisfacción, además de
una mayor concientización de las posibilidades y limitaciones como envejecientes. Obviamente,
encontré información en el sentido de que él no cumplir con las prácticas y creencias religiosas,
es la razón por la que a veces no son tan eficaces los cuidados o no obtienen un grado alto de
bienestar.
La información hizo evidente que en las más duras pruebas, las prácticas religiosas
adquirieron significados especiales. Fueron en estas circunstancias donde los adultos mayores
pasaron de la abstracción de una práctica y creencia religiosa a la práctica de una acción;
enmendando, planeando sus estrategias de autocuidado, controlando, soportando, adaptando,
permitiendo o evitando que tal situación o necesidad tuviera un efecto devastador. Es curioso
como los adultos mayores encontraron en las narraciones bíblicas experiencias en la viudez,
pérdidas materiales, sociales, físicas; tristezas, accidentes y angustias con las cuales se
identificaron y que sólo con la fe puesta en Dios se pudieron enfrentar. Recurrir a ellas, les dio una
sensación de bienestar, plenitud, esperanza, seguridad y protección divina; que calmó, mitigó
sus miedos, los sano y ayudó a solventar sus necesidades; les generó pensamientos, actitudes,
sentimientos y comportamientos que les ayudaron a incorporar las limitaciones de manera
constructiva y aceptar el paso de los años, incluso, a aceptar la muerte y lo que hay detrás de
ella. Generó plenitud, satisfacción, paz que la ciencia, por cierto, nunca pudo ofrecerles.
Por ello, no debe sorprendernos que los creyentes más fieles de las iglesias sean ancianos,
ni que lo religioso domine su vida cotidiana, pues con ello posibilitan que puedan enfrentar con
mayor facilidad las adversidades de esta etapa de la vida, y además interpretar, reinterpretar,
responder y ajustarse a las cambiantes circunstancias económicas, políticas y sociales que les
ha tocado vivir.16
Frente a estos resultados considero imprescindible plantear el autocuidado y el bienestar
desde las experiencias religiosas. Sobre todo en una “sociedad de riesgo” (Giddens, 1999);17
donde salvación del alma esta estrechamente ligada al autocuidado y el bienestar que se puede
encontrar en este mundo.18
16
. Respecto a las diferencias que encontramos entre católicos y evangélicos, podemos decir que en los católicos el involucramiento y compromiso religioso es menor y por lo tanto el grado de satisfacción y bienestar puede tener bajas escalas.
En cambio con los evangélicos podemos encontrar una diferenciación en grados de bienestar, debido al involucramiento
y compromiso religioso.
17
. Giddens (1999), sostiene que se vive en una “sociedad de riesgo” que implica una actitud de cálculo hacia nuevas formas de acción, tanto favorables como desfavorables, con las que nos enfrentamos continuamente individual y de forma
colectiva. Es una sociedad preocupada cada vez más con el futuro y la seguridad, resultado del proceso de la modernización sí mismo, alterando la organización social.
18
. Cabe señalar que en la modernidad ya no es el individuo el que controla sus incertidumbres, tampoco es Dios o la
naturaleza. Ahora, es un mundo de signos, símbolos, sistemas que sólo los expertos pueden manejarlos.
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Hay que tener presente que vivir como adulto mayor en una sociedad donde se exige una
vejez activa, saludable, exitosa, competente, que implica dietas, costosos estudios clínicos,
cuidados extremos, ejercicio, cumplir con preceptos y normas éticas y religiosas, puede
significar fustración por el gran esfuerzo que requiere e incertidumbre, carencia de esperanza,
donde sólo con un sentido y significado a la vejez es posible la existencia en esta etapa de la
vida. Concuerdo con Daniel Bell (Citado en Habermas, 2008), que el renacimiento religioso es
la única alternativa en la crisis actual. La fe, según Bell, unida a la tradición dará como resultado
un individuo con identidades más claramente definidas y seguridad existencial.19 Las prácticas
religiosas se vuelven necesarias ya que como lo expresa Geertz (1995), “establece vigorosos,
penetrantes y duraderos estados anímicos y motivaciones en los hombres. Al configurarles un
un “orden general de existencia” (Geertz, 1995).
La investigación encontró que independientemente de la situación en la que se encuentren
los adultos mayores, edad, sexo, condición económica, redes sociales, etcétera, existe la
posibilidad de vivir la vejez plenamente, sintiendo felicidad, satisfacción, gusto por la vida,
buscando un significado último de todo lo que nosotros hemos sido y hemos experimentado a
través de nuestra propia existencia;20 Hay que tomar en cuenta que el autocuidado, la esperanza
y el bienestar en la vejez, no únicamente se derivan de los aspectos biológicos, económicos y
sociales, sino la mayor parte de las veces, esta en la posibilidad de creer en un Dios, creador
de todo cuanto existe, que es el principio y el fin. Pese, a que esta capacidad humana del creer
sea cada vez más inhibida por la modernidad, aún no deja de tener grandes sorpresas para la
humanidad, especialmente para los sectores envejecidos que afortunadamente no han cesado
de practicar sus creencias religiosas.
19
.Bell, no apuesta el regreso de lo religioso y el abandono de la modernidad. Por el contrario, aboga por entender que
lo religioso no es una propiedad de la sociedad, sino una parte constitutiva de la conciencia del hombre, es la búsqueda
cognitiva del esquema del orden general de la existencia.
20
. Erikson decía que la tarea en la parte última de la vida era la lucha entre la integridad y la desaparición.
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El Autocuidado y el Bienestar desde las Prácticas Religiosas y la Cultura por Felipe Roboam Vázquez Palacios
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Facultad de Ciencias Sociales
Universidad Central de Chile
RUMBOS TS, año IX, Nº 10, 2014
El Proceso de Producción de Políticas de Cuidados a
Mayores Dependientes, en Clave de Intervención en lo
Social
The Production Process of Elderly Dependents Care Policies on Key
Social Intervention
Fecha de recepción:2 -Diciembre-2014/ fecha de aprobación:20 -Diciembre-2014
Verónica Cimatti1
Paula Mara Danel2
Resumen
El presente trabajo presenta discusiones en torno a los desafíos públicos y privados que implica el
proceso de envejecimiento en general y los cambios en la estructura etaria de la población mayor
de 60 años, en particular. Proponemos interrogantes, conceptualizaciones efectuadas desde
procesos de producción de políticas de cuidados, formuladas desde el desarrollo de experiencias
de intervención en lo social e investigativas.
Palabras claves: Cuidados – Políticas – Envejecimiento – Trabajo Social
Abstract
This paper proposes discussions on public and private challenges of the aging process in general
and changes in the age structure of the population over 60 years, in particular. We propose
questions, conceptualizations made from production processes care policy, formulated from the
development of social intervention experiences.
Key Words: Care - Policies- Aging - Social Work.
PRESENTACION
E
n este artículo se presentarán discusiones en torno a los desafíos públicos y privados
que implica el proceso de envejecimiento en general y los cambios en la estructura
etaria de la población mayor de 60 años, en particular.
Propondremos interrogantes, conceptualizaciones efectuadas desde procesos de
producción de políticas de cuidados, formuladas desde el desarrollo de experiencias de
intervención en lo social e investigativas.
En un primer momento se inscribirán las discusiones en torno a la categoría envejecimiento
poblacional, posteriormente se incluirán debates sobre el estado y la producción de políticas y
finalmente se circunscribirán discusiones sobre la réplica en las instituciones, en los dispositivos
y en las intervenciones profesionales.
Argentina, Licenciada en Trabajo Social (FTS UNLP), Adscripta cátedra Antropología Social II. En proceso de elaboración
de tesis de Especialización en Gerontología Comunitaria e Institucional (UN Mar del Plata). Colaboradora en Investigación
del Centro de Estudios de Trabajo Social y Sociedad (FTS / UNLP). Trabajadora Social INSSJyP – Pami. [email protected]
1
2
Argentina, Magíster en Trabajo Social. En proceso de elaboración de tesis doctoral. Docente Cátedra Antropología Social II e Investigadora del Centro de estudios de Trabajo Social y Sociedad (FTS UNLP).
Trabajadora Social INSSJyP. [email protected]
135
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Facultad de Ciencias Sociales
Universidad Central de Chile
El Proceso de Producción de Políticas de Cuidados a Mayores Dependientes, en Clave de Intervención en lo Social por
Verónica Cimatti Y Paula Mara Danel
Iniciamos planteando que el proceso de envejecimiento poblacional se ha constituido en
una situación presente en la dinámica poblacional de nuestro país – Argentina -. El mismo inicia
con los impactos de los procesos migratorios trans – oceánicos de fin de siglo XIX, y junto a Cuba
y Uruguay ha sostenido ese lugar durante todo el siglo XX.
El siglo XXI nos encuentra formando parte de un proceso de envejecimiento global, y la
dinámica de nuestro país se da con una tendencia alcista en cuanto a la presencia de personas
mayores:
Censo
Porcentaje de población de
65 y más años
1970
7,0 %
1980
8,2 %
1991
8,9 %
2001
9,9 %
2010
10,2 %
Tabla de elaboración propia a partir de datos censales3
Los dos últimos censos (2001 y 2010) han demostrado que el incremento no sólo se da
en la población total de 65 y más, sino que el mayor crecimiento se encuentra entre los más
añosos. A este proceso se lo denomina cambios en la estructura etaria de la población mayor de
60 años. Los mismos se ponen en evidencia al presentar el dato que el 2,5 % de la población
total del país tiene 80 y más años con expresiones diferenciales a lo largo del territorio nacional.
A estas situaciones de vejez (Ludi, 2005) que se masifican, le agregamos las diferenciales
de género. El censo 2010, nos señala el índice de feminización, con la siguiente fórmula:
Índice de feminización: Total de mujeres de 65 años y más x 100
Total de la población de 65 años y más
Índice de feminización de 65 a 74 años: Total de mujeres de 65 a 74 años
x100
Total de la población de 65 a 74 años
Índice de feminización de 75 años y más: Total de mujeres de 75 años y más
x100
Total de la población de 75 años y más
Arrojando que el índice de feminización en la población de 65 y más es de 59,2; mientras
que para el grupo de 65 a 74 años asciende a 55,5; para el de 75 y más años se incrementa a
64,04.
Los datos presentados anteriormente han sido incluidos a fin de poner en evidencia que
el proceso de envejecimiento poblacional es continuo, diverso, heterogéneo y amerita una
mirada pormenorizada en cada territorio a fin de valorizar el impacto diferencial. Asimismo se
constituyen en claves para la elaboración de estrategias a largo plazo destinadas a mejorar la
calidad de vida de este colectivo poblacional.
En relación a estas diferencias, es pertinente presentar los datos asociados a las limitaciones
en la actividad y/o restricciones en la participación que se han incluido en la recuperación de
datos poblacionales en el último Censo Nacional. Allí nos surge un interrogante que se torna
3
. Fuente: http://www.censo2010.indec.gov.ar/resultadosdefinitivos_totalpais.asp
. Paraampliar sobre el particular: http://www.censo2010.indec.gov.ar/resultadosdefinitivos_totalpais.asp
4
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RUMBOS TS, año IX, Nº 10, 2014. pp. 135-143
irresoluble ¿estamos pensando en situaciones de dependencia en la vejez ó en discapacidades
construidas por un entorno que no resulta accesible? ¿Las discusiones del modelo social de la
discapacidad, han impactado en el campo gerontológico?
Total población
39.671.131
5.114.190
12,9
60-64
1.607.139
452.660
28,2
65-69
1.273.386
399.423
31,4
70-74
999.265
367.187
36,7
75-79
775.667
337.980
43,6
80 y más
930.714
524.628
56,4
Gráfico I: Total del país. Población en viviendas particulares, con dificultad o limitación
permanente y prevalencia de la dificultad o limitación permanente, según grupos de edad. Año
2010 (filtrado para población adulta mayor)5
El gráfico nos permite inferir que a medida que la edad avanza se incrementan las
dificultades o limitaciones permanentes, por lo que los mayores de 80, tienen estadísticamente
más probabilidades de requerir servicios de apoyo social ó cuidados integrales, integrados y
progresivos.
Nuestro país ha sido uno de los primeros junto con Cuba y Ecuador en la implementación
de programas de cuidadores domiciliarios en nuestra América. Esto ha permitido capacitar a
personas de la comunidad para asistir a los adultos mayores en situación de dependencia. En el
año 1996 se impulsó el Programa Nacional de Cuidados Domiciliarios6 con plena vigencia en la
actualidad, el cual se constituyó bajo dos líneas de acción la capacitación de los cuidadores y la
prestación de los cuidados a los adultos mayores que lo necesitaban.
Este programa, fue modificando su estructura, su sistema de alianzas interinstitucionales,
pero lo que sí logró sostener es el proceso de visibilización de las necesidades de un grupo de
población a ser receptores de cuidados.
A continuación abordaremos analíticamente el proceso de producción de políticas
gerontológicas en nuestro país, a partir de la revisión del concepto de estado, de cuidados y de
intervención social.
Podríamos concluir que el escenario al que invitamos a acercarse está caracterizado
por un incremento en la cantidad de personas mayores, una feminización de las mismas, y un
acrecentamiento de las limitaciones en la actividad a medida que se avanza en edad. En esa línea,
nos interesa compartir los puntos de análisis que venimos recorriendo en nuestras pertenencias
institucionales como investigadoras de la Facultad de Trabajo Social7 y ejerciendo la profesión8.
5
. Para ampliar sobre este tema, se sugiere consultar: http://www.censo2010.indec.gov.ar/resultadosdefinitivos_totalpais.asp (noviembre 2014)
6
. Para ampliar sobre el programa, consultar: http://www.desarrollosocial.gob.ar/cuidadores/165 ó http://www.google.com.ar/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=3&sqi=2&ved=0CCgQFjAC&url=http%3A%2F%2Fwww.aecidcf.org.uy%2Findex.php%2Fdocumentos%2Fdoc_download%2F1004-programanacionaldecuidadosdomiciliariosargentina&ei=m_BxVNuJDMj6igLhyoGQCg&usg=AFQjCNEdL66cUaLz6PtYVZbbup3LIHCY1Q&bvm=bv.80185997,d.cGE
7
. Ambas autoras participan del Proyecto Promocional de Investigación y Desarrollo “Identidades colectivas: la relación nosotros – otros en los procesos de intervención” en el que abordamos como unidad de referencia empírica al colectivo de
adultos mayores. (Proyecto radicado en el Centro de Estudios de Trabajo Social y Sociedad, Facultad de Trabajo Social, UNLP)
8
. Las autoras ejercen la profesión en el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (INSSJyP),
sosteniendo procesos de acompañamiento a los mayores en situación de dependencia y generando ofertas prestacionales tendientes a incrementar la oferta de cuidados progresivos de atención.
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El Proceso de Producción de Políticas de Cuidados a Mayores Dependientes, en Clave de Intervención en lo Social por
Verónica Cimatti Y Paula Mara Danel
PRODUCCIÓN DE POLÍTICAS GERONTOLÓGICAS: LAS TENSIONES DEL CUIDADO
Este apartado lo iniciamos a partir de la conceptualización de estado, a fin de enlazar las
reflexiones sobre la producción de las políticas gerontológicas. Siguiendo a Oszlack (1982:14)
definimos al estado “como una relación social y un aparato institucional”. El autor nos plantea
que la existencia del estado se verifica a partir del desarrollo de un conjunto de atributos que
definen la “estatidad”. En esta línea, los atributos de la estaticidad se conjugan de modo tal
que permiten externalizar su poder, institucionalizar su autoridad a partir de una estructura de
relaciones de poder, desarrollar capacidades que permitan diferenciar su control e internalizar
una identidad colectiva. Estos atributos se singularizan en relación a diferentes grupos que
disputan respuestas cristalizadas en políticas públicas que respondan a sus necesidades.
Estado es al mismo tiempo:
“una relación social en tanto instancia política que articula un sistema de dominación
social (sentido abstracto) y también (manifestación concreta) actor social en la medida en que
sus múltiples unidades e instancias traducen la presencia estatal difundida en el conjunto de las
relaciones sociales y a su invocación de legítima autoridad para encarnar el interés general de la
sociedad” (Fiscella, 2005:20)
Desde las investigaciones desarrolladas hemos recuperado las dinámicas sociales que se
desplegaron históricamente en relación al colectivo de adultos mayores9 Las mismas estuvieron
ancladas en cuatro ejes significativos:
Asistencia social: las respuestas asistenciales hacia los mayores estuvieron impregnadas
con lógicas normalizadoras, medicalizadoras y de exclusión social vinculada al encierro
(lógica asilar)
Seguridad económica: Vinculado al desarrollo de los sistemas previsionales y las disputas
en torno a la inscripción de las necesidades del movimiento obrero organizado y las lógicas
neoliberales que proponían sistemas de capitalización individual.
Atención sanitaria: la construcción de políticas de prevención en salud, de lógicas de
atención al pulso de la construcción hegemónica de modelos médicos.
Seguridad alimentaria: el reconocimiento de la crisis del sistema previsional instaló como
necesidad la alimentación segura, accesible, de calidad. Y en la actualidad se debate
entre miradas asociadas a la soberanía alimentaria y a las necesidades médicas de control
de las vida cotidiana de los mayores (pautas alimentarias, etc.).
Por esto es que planteamos que el Estado ejerce su poder entre la coerción y la construcción
de consensos, y el interés general de la sociedad no es otra cosa que la expresión de la relación
de fuerzas entre las clases. Este concepto de Estado adquiere sentido en diálogo con el de
política pública entendida como la cristalización de proyectos, y acciones tendientes a satisfacer
necesidades sociales de diferentes actores de la sociedad (que están en pugna). Por lo que para
que una problemática sea abordada por la política social es necesario que suscite interés público,
y se instale en la agenda de gobierno (agenda pública). Siguiendo los aportes de Huenchuan
Navarro (2004) decimos que aquellas acciones organizadas por parte del Estado frente a las
consecuencias sociales, económicas y culturales del envejecimiento poblacional e individual las
denominamos políticas de vejez.
La definición de un concepto dinámico de estado y de política pública nos ha permitido
bucear entre los antecedentes históricos y la génesis de la atención a las personas mayores,
a las que se las viene denominando como políticas de vejez, gerontológicas ó de cuidados a los
mayores.
9
. Para acceder a la historicidad de la política de vejez, se recomienda capítulo I de la tesis de Maestría de Danel, P:
http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/29366 Asimismo, el desarrollo de estas discusiones están siendo debatidas en
el equipo dirigido por la Dra. Rozas Pagaza, Margarita Proyecto “La intervención actual del Trabajo Social y las Políticas
Sociales: Nuevas dimensiones en relación con el enfoque de derechos en los campos jurídico, discapacidad, acción comunitaria y gestión de políticas sociales en la ciudad de La Plata” radicados en el CETSyS de la FTS UNLP.
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Investigaciones previas que hemos desarrollado10 nos han permitido construir interrogantes
sostenidos sobre los procesos de producción de políticas gerontológicas. En párrafos anteriores
señalábamos que la atención hacia las personas mayores en nuestro país se trazó en cuatro
ejes significativos, si bien en este trabajo no vamos a profundizar sobre los ejes, nos interesa
incluir discusiones en torno a pensar las políticas hacia los mayores como expresión del estado
de fuerzas del campo gerontológico. Y aquí tomamos los aportes de Bourdieu (1997) para
pensar relacionalmente y configurar un análisis sobre el espacio social en el que se desatan las
relaciones entre agentes sociales que disputan acciones, sentidos y criterios de verdad sobre las
necesidades de los/as mayores.
En esa línea, retomamos los aportes de Golpe y Arias (2005:6) quienes plantean que
“fue necesaria la consolidación de un campo gerontológico específico que se aboque al
estudio de las trayectorias organizacionales de los actores relacionados con el envejecimiento
y los estilos de vida de los adultos mayores. Sin dejar de visualizar, cuáles son las condiciones de
posibilidad para el fortalecimiento de los sistemas de disposiciones que regulen las prácticas
institucionales orientadas a la optimización de la vejez, apuntando a las identidades regionales,
pero sin descuidar las políticas sociales para adultos mayores y los consensos mundiales acerca
del proceso de envejecimiento contemporáneo”.
Las tendencias medicalizadoras impregnan las políticas gerontológicas, y en tal sentido
el Trabajo Social viene sosteniendo intervenciones en lo social (Carballeda, 2007) que buscan
impugnar estas tendencias. Aquí hacemos referencias a tendencias medicalizadoras (Conrad
1982) de las necesidades a ser cubiertas, la ampliación de los discursos de la neuro – psicología
y psiquiatría que pone bajo sospecha todas las prácticas sociales de los mayores y bajo la lógica
medicalizada persigue generar rehabilitaciones constantes.
Reiteramos que los modos de comprender la situación de las personas mayores en la
sociedad se han basado en explicaciones biomédicas que aportaron en la construcción de este
grupo como un problema para sus familias y la sociedad, y al envejecimiento como un obstáculo
para el desarrollo. Es desde aquí, que nos preguntamos sobre la producción de políticas de
cuidado a personas mayores dependientes y en clave de intervención en lo social.
Ahora bien, las discusiones actuales en torno a la política de cuidado postulan la necesidad
de repensar la noción de responsabilidad: la familia y del Estado como principales fuentes de
cuidado. Estos ejes del debate exigen que los procesos de intervención de los trabajadores
sociales sean revisados bajo nuevas lógicas que superen la escisión entre la esfera de lo públicoEstatal y lo privado familiar. El desafío actual es avanzar hacia esquemas de corresponsabilidad
entre Estado y familia, pero también dentro de ésta última entre varones y mujeres.
Nora Aquin (1999) plantea que la reflexión sobre la disciplina en relación a las condiciones
sociales y su capacidad de respuesta frente a las mismas, es una práctica frecuente para el
colectivo profesional. Por lo que es viable en nuestro colectivo revisar las certezas en torno a la
categoría de cuidado.
Arias Campos (2007:26) postula la noción del cuidado como
“una práctica social sedimentada en la cultura de las relaciones consigo mismo, con los otros
y con el entorno. Su abordaje contiene implicaciones multidimensionales (…) configura una
construcción social, dinámica contextual, que incluye razonamientos, sentimientos, tradiciones,
prácticas, imaginarios y regulaciones valorativas, jurídicas y políticas”.
Este aporte es central para elaborar estrategias integrales que permitan procesos de
intervención sustentados en el derecho de cuidar y ser cuidado. Consideramos que el cuidado
es un tópico relevante en el desarrollo de sistemas de protección social. Esto exige que los
estados desarrollen políticas públicas con un fuerte arraigo institucional, es decir que permitan
una planificación de largo alcance. . En este sentido, Huenchuan advierte que:
10
. Investigación efectuada para obtener titulación de Maestría, se puede consultar en: http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/29366/Documento_completo__.pdf?sequence=1 y la investigación en curso: http://www.trabajosocial.unlp.edu.ar/uploads/docs/proyecto_ppid___identidades_colectivas__la_relacion_nosotros_otros_en_los_procesos_de_intervencion_.pdf
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El Proceso de Producción de Políticas de Cuidados a Mayores Dependientes, en Clave de Intervención en lo Social por
Verónica Cimatti Y Paula Mara Danel
“la evolución de la ciencia política moderna y de las políticas públicas tiende a dejar de lado
el hecho de que ellas existen en el contexto de las instituciones, las que aportan importantes
parámetros para el planteamiento de los problemas, la toma de decisiones y su solución, sea
esta positiva (acción) o negativa (latencia o inactividad), influyendo en la calidad de los efectos
sociales y económicos de las políticas la generación de nuevos modos de pensar la intervención
(Huenchuan: 2013: 149).
En la misma línea, afirmamos que las instituciones requieren asumir compromisos que les
permitan convertirse en instrumentos del Estado para la protección y desarrollo de los grupos
sociales. Por ello, entendemos que es en la arena institucional donde se juegan los procesos de
intervención, y los mismos constituyen apuestas estratégicas para pensar con estado.
Por lo tanto, el concepto de actor social se torna interesante para reflexionar los procesos
de producción de políticas y su expresión en la arena institucional. La mirada que sobre el actor
implica a aquellos que se hallan situados en algún lugar entre el determinismo y la libertad. Los
actores que ocupan la misma posición en la estructuración social no utilizan sus recursos de la
misma manera. La identidad y los proyectos desempeñan un papel decisivo en la utilización
diferencial de tales recursos. Tanto la identidad como los proyectos son construidos por el actor
(en interacción con otros actores) y esta construcción, que se inscribe frecuentemente en el
ámbito de las representaciones, genera a su vez, diferentes prácticas en la medida en que el
actor puede manipular las relaciones de poder en su beneficio. (Giménez, 2007)
Del mismo modo, entendemos que el espacio institucional implica una diversidad de
lógicas y marcos de comprensión, que imprescindiblemente tendremos en cuenta para poner
en acto nuestras acciones. Las representaciones situadas se ponen en juego en los procesos de
intervención, tanto por parte de los adultos mayores, sus familias, los marcos programáticos y la
de los profesionales intervinientes.
Por consiguiente la intervención en lo social pensada en términos de dispositivo, nos
permite recuperar el entramado de discursos, disposiciones, reglamentos, leyes, enunciaciones
que definen la singularidad de la intervención en cada situación concreta. Es en esta red o trama
que se pone de manifiesto como inexorablemente lo macro - social se entreteje con lo micro,
construyendo series singulares de inscripción en los sujetos y en los espacios sociales.
La forma en que las sociedades abordan y organizan la provisión de cuidados impacta en
la inserción laboral de las personas y afecta en forma desventajosa a las familias con menos
recursos, condición que es en algunas oportunidades aminorada por los Trabajadores Sociales.
Los cuidados primarios son provistos en su mayoría por el grupo familiar, siendo las mujeres
de esas configuraciones familiares las que desempeñan estas tareas. En las últimas cuatro
décadas se produjo una inserción masiva de las mujeres en el mercado de trabajo, sin que se haya
modificado la manera en la cual se organiza el cuidado de las personas dependientes del hogar.
Situación que ya fue advertida por distintos trabajos sobre el tema, donde se problematiza el
lugar del género femenino en los tareas de cuidados en domicilio y la inequidad perpetuada en
dicha labor.
Otro punto relevante, y que entendemos ha sido poco relevado a la hora de diseñar con la
persona mayor y su grupo familiar y/o referencial la organización del cuidado, es el impacto que
tiene en su cotidianeidad para aquel que asume el cuidado. Frente a esos impactos, aparece la
restricción en la capacidad de estas personas para participar en otras esferas de la vida social,
la disminución de las oportunidades laborales, el incremento de la carga económica que afectan
directamente la calidad de vida del que cuida.
Nos interesa analizar las disputas en torno a los anclajes territoriales del cuidado, es decir
¿dónde se brindan los cuidados? ¿Los dispositivos institucionales han sido desarrollados en
nuestro país de modo homogéneo? ¿Las impugnaciones a la determinación del encierro como
única respuesta posible, ha sido efectiva?
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Adherimos a la idea de cuidados progresivos de atención como recursos imprescindibles
para concretizar las políticas de cuidados. La presencia de dispositivos que brinden alternativas
diferentes orientadas a las/os mayores, es una situación anhelada de quienes intervienen en
lo social.
Los dispositivos a los que hacemos referencia son los Centros de día, centros de día
especializados, grupos de familiares para brindar herramientas sobre pautas de cuidado,
residencias para mayores, registros estatales de cuidadores domiciliarios que permitan una
contratación respaldada y viabilizada mediante políticas sociales.
COROLARIO
Las ideas expresadas en los puntos anteriores, nos han permitido construir interrogantes
en torno a los desafíos que supone la puesta en acto de intervenciones sociales que buscan
consagrar como derecho el ser cuidado y cuidar. Los modos hegemonizados de construcción de
la vejez y de la organización familiar disputan sentidos con lógicas construidas desde enfoques
de derechos. ¿Cómo tramitamos las lógicas medicalizadas? ¿Desde nuestras intervenciones las
afianzamos ó generamos impugnaciones?
Las acciones de cuidados no implican abnegaciones eternas, sino la puesta en acto de la
vincularidad. Eso supone que no hay lugares naturalmente asignados por género. ¿Desde las
intervenciones en lo social, afianzamos los estereotipos de género?
En otro artículo11 planteábamos que necesitábamos un reconocimiento de la performatividad
de nuestras prácticas profesionales a la hora de pensar los procesos contemporáneos de
producción social de vejeces.
¿Cuánto de performativo se esconde en la imposibilidad de hacer visibles los derechos a ser
cuidados y las obligaciones del estado a generar condiciones para ello?
Entendemos que trabajo social adquiere su materialidad en el proceso de construcción de
respuestas a aquellos que ha configurado como sujetos de su práctica. Sujetos que son legítimos,
en tanto se instituyen en tensión y concordantes con las argumentaciones disciplinares, de los
programas / leyes que configuran el plano normativo jurídico del escenario institucional (Danel,
2013) Los sujetos se instalan en el lugar esperado / deseado por el discurso profesional, lo
que nos permite visualizar las contradicciones, disputas, hegemonías y subalternidades que
se expresan en el campo gerontológico. El trabajador social en el proceso de intervención
contribuye a la construcción de los sujetos. Por una parte, por el poder de la enunciación y por
las respuestas posibles que se despliegan. Las vejeces como producción social, en el movimiento
contradictorio entre autonomía y dependencia encuentra en las intervenciones de estos/as
profesionales experiencias heterogéneas, ambiguas, complejas.
Sintetizando lo antedicho, entendemos que las discusiones sobre el cuidado han avanzado
en estos tópicos, a partir de:
Pensar desde la matriz del derecho social la categoría de cuidado;
Proponer una concepción dinámica de estado que permita analizar las lógicas
contrapuestas de los actores sociales tendientes a inscribir en la agenda sus propias
necesidades,
Situar las lógicas de diseño de las políticas de cuidado en los escenarios institucionales,
en tanto espacios sociales complejos a los que es necesario transversalizar con estas
discusiones,
Incluir las lógicas de la intervención social situada, como condición de posibilidad para
construir ciudadanía
11
. Para ampliar sobre el tema sugerimos: Danel, Paula (2014) Performatividad de la intervención del trabajo social en el
campo gerontológico. En: Más Mayores, más derechos. EDULP. (en prensa)
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El Proceso de Producción de Políticas de Cuidados a Mayores Dependientes, en Clave de Intervención en lo Social por
Verónica Cimatti Y Paula Mara Danel
Disputar sentidos asociados a los cuidados familiares como única respuesta frente a las
necesidades de los mayores en proceso de dependencia ó fragilidad
Democratizar en todo el territorio la idea de cuidados progresivos a fin de visibilizar la
obligatoriedad estatal, y la cristalización de los derechos en propuestas certeras.
El desafío teórico, metodológico y político que asumimos es el de hacer visible la realidad
de los mayores que requieren cuidados, de sus familias y de los profesionales que intervenimos
en el campo. Por lo que intentamos aportar a la impugnación de las ideas asociadas a cierta
privatización del cuidado, apostando a su construcción como un derecho. Nuestros tránsitos
investigativos apuntan a consolidar las discusiones del campo gerontológico en el concierto de
las ciencias sociales en general, y del trabajo social en particular.
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RUMBOS TS, año IX, Nº 10, 2014
Relaciones entre Clima Familiar y Personalidad en los
Niños de la Calle del Centro Shama de Lima
Family Relationships Between Climate and Personality in the Street
Children Center of Lima Shama
Fecha de recepción: 4-Diciembre-2014/ fecha de aprobación:11-Diciembre-2014
Ms. Nilda Mabel Flores Chavez1
Resumen
Las notas expresadas, corresponden a algunos antecedentes obtenidos en relación a experiencias
en Trabajo Social, en el tema de Clima Familiar y Personalidad de los niños de la Calle. Se trata de
un problema social, de salud pública, seguridad ciudadana y derechos humanos. En atención a ello,
se realizó en el año 2006 – 2007, una investigación adscrita a la Universidad Federico Villarreal,
Escuela de Post Grado, titulado “Relación entre el Clima Familiar y Personalidad en los Niños de la
Calle: Centro Shama – Lima”. El estudio se orienta al planteamiento de programas de reinserción
social y familiar, específicamente a la relación existente entre las variables Clima familiar y
Personalidad; esto se logró producto de la aplicación del método fenomenológico y del análisis de
la experiencia de abordaje de la problemática. Entre los resultados se afirmó que las pruebas (CPQ y
Clima Familiar) utilizados ofrecen validez y confiabilidad para su utilización. La personalidad de los
niños de la muestra se relaciona ampliamente con su Clima Familiar mientras que los componentes
del Clima Familiar Negativo de estos niños, se relacionan de la misma manera con su personalidad.
Se busca propuestas concretas a las instituciones superiores quienes deberán fortalecer el
desarrollo de estudios relacionados para contar con abundante evidencias empírica que permita
formular programas preventivos mostrando la realidad en la que viven los niños de la calle y los
peligros a que están expuestos a nivel nacional; así como también proponer decisiones en materia
de política pública a fin de desarrollar programas de capacitación, que permitan una atención
progresiva al problema a nivel local y nacional desde la perspectiva académica, profesional y política.
Palabras claves: niños de la calle, clima familiar, personalidad
Abstract
The notes set forth below, correspond to some background on experiences in Social Work, Family
Climate related to the personality of children Street . It is a social problem, public health, public
safety and human rights. In view of this, it was performed in 2006 - 2007, an investigation
attached to the University Federico Villarreal, Graduate School , entitled “Relationship between
Family Climate and Personality in Children of the Street: Shama Center - Lima “ . The study aims
to approach social programs and family reintegration; specifically the relationship between
the two variables (family Climate) and (Personality) this product was achieved applying the
phenomenological method and analysis of the experience of addressing this problematic. Among
the findings it was stated that the evidence (CPQ and Family Climate) used provide validity and
reliability for use . The personality of the children in the sample is large and negatively associated
with your Family Climate. Family Climate components are negatively related to the personality of
children and family climate dimensions are negatively related to their personality.
Wanted proposals to higher institutions who should strengthen the development of related to
having abundant empirical evidence that allows formulating preventive programs showing the
1
Peruana. Docente nombrada en la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional del Altiplano - Puno
Maestra en Administración y Gerencia Social en la Universidad Nacional Federico Villarreal de Lima
Directora de Investigación de la Maestría en Lingüística Andina y Educación periodo 2012 - 2013 UNA - Puno
Directora de Proyección Social de la Maestría en Lingüística Andina y Educación periodo 2014 UNA - Puno
Investigaciones en familia, niñez y la mujer.
Trabajo de Capacitación con organizaciones de base en Municipios Provinciales en Defensa Civil
Promotora del Trabajo con Niños de la Calle en la ciudad de Lima.
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reality in which street children and the hazards they are exposed nationwide live studios proposals
is proposed; as well as propose decisions on public policy to develop training programs that enable
progressive attention to the problem at local and national level since the academic, professional
and political perspective.
Keywords: street children, family environment, personality
PRESENTACIÓN
L
a investigación en referencia, tiene como marco protagónico al “Niño de la Calle”. Este
niño por lo general se encuentra en condiciones degradantes por una sociedad que
lo margina, el niño se vuelve duro, en sus relaciones aparece el abandono, el abuso,
la explotación, el inicio de la delincuencia, promiscuidad sexual, como formas cotidianas de
convivencia.
La vida de los niños de la Calle, tiene como factor común: “nadie los quieres o nadie los deseo
nacer”, vienen al mundo desprovisto de amor de sus padres, esto no es solo no los protegen,
sino que muchas veces son el motivo por el que están en la calle. Este significativo personaje
que constituye también el futuro de nuestra sociedad, constituye el motivo de la investigación
titulada “Relaciones entre el Clima Familiar y Personalidad en los Niños de la Calle: Centro Shama
– Lima”. Cuyo fin, es determinar el grado o nivel de vinculaciones entre la variables (Clima Familiar
y Personalidad de los niños de la calle) con lo cual generar programas de reinserción social y
familiar. Así mismo responder a la interrogante ¿Qué relación existe entre el Clima Familiar y la
personalidad en los niños de la calle del Centro Shama de Lima?
Como Trabajadores Sociales, es muy importante conocer la dramática vida de los niños de
la calle, no solo en Lima sino también en el país, de esa forma poder reflexionar no solo a título
personal sino también a nivel profesional correspondiéndonos actuar en forma activa en la
búsqueda de alternativas que permitan que este mal social no se siga extendiendo.
MATERIALES Y MÉTODOS
El diseño de la muestra es no probabilística de tipo intencionado, identificando de manera
voluntaria el lugar (Centro Shama) constituido por 70 niños de la Calle albergados por esta
institución:
COMPOSICIÓN DE LA MUESTRA POR SEXO
SEXO
FRECUENCIA
PORCENTAJE
Varón
46
65.7
Mujer
24
34.3
Total
70
100.0
La composición de la muestra por género indica que los hombres participan mayoritariamente
65.70% en tanto que las mujeres obtienen el 34.30%.
La investigación se caracterizó por ser No Experimental en tanto no es posible la
manipulación de las variables independientes, por lo que tenemos que observar los fenómenos
tal y como se dan en su contexto natural para después analizarlos.
El tipo de diseño es transversal correlacional, este diseño describe relaciones entre dos o
más variables en un momento determinado, identificando de manera voluntaria el lugar.
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Relaciones entre Clima Familiar y Personalidad en los Niños de la Calle del Centro Shama de Lima por Nilda Mabel Flores
Chavez
Las técnicas e instrumentos de recolección de información fueron:
- Evaluación inicial a los niños para establecer su situación familiar. Para los fines de nuestra
investigación era necesario saber si los niños tenían o no familia.
- Ubicación de la familia y determinación de la situación familiar.
- Evaluación de la personalidad de los niños con la prueba CPQ.
- Evaluación del clima familiar con la prueba FES aplicada a los padres.
- Utilización de Instrumentos de evaluación, los mismos que se detallan a continuación:
- Clima Familiar: Escala de Clima Familiar (FES)
Descripción de la Prueba: Esta escala aprecia las características socio - ambientales de
todo tipo de familias. Evalúa y describe las relaciones interpersonales entre los miembros de la
familia, los aspectos de desarrollo que tienen mayor importancia en ella y su estructura básica.
La escala consta de 10 subescalas que definen tres dimensiones fundamentales:
• Relaciones: Es la dimensión que evalúa el grado de comunicación y libre expresión
dentro de la familia y el grado de interacción conflictiva que la caracteriza. Está integrado
por tres subescalas: Cohesión, Expresividad y conflictos.
• Desarrollo: Evalúa la importancia que tiene dentro de la familia ciertos procesos de
desarrollo personal, que pueden ser fomentados o no, por la vida en común. Esta
dimensión comprende las subescalas de: Autonomía, Actuación, Intelectual – Cultural,
Social – Recreativa y Moralidad – Religiosidad.
• Estabilidad: Proporciona información sobre la estructura y organización de la familia y
sobre el grado de control que normalmente ejercen unos miembros de la familia sobre
otros. La forman dos sub escalas: Organización y Control.
- Personalidad: Escala de Personalidad CPQ (Cattell)
• Descripción de la Prueba: Explora 14 Factores o Rasgos de primer orden de la
personalidad y elabora tres Rasgos más de segundo orden. Cada factor o Rasgo tiene
una estructura BIPOLAR y su significación precisa en cada uno de dichos polos:
• Factores de Primer Orden: Reservado-Abierto; Lento-Brillante; Estable-Inestable;
Calmoso–Excitable; Sumiso–Dominante; Sobrio – Entusiasta; Despreocupado –
Consciente; Cohibido – Emprendedor; Independiente – Dependiente; Seguro –Inseguro;
Sencillo – Calculador; Sereno –Aprensivo; Poco–Muy Integrado; Relajado –Tenso.
• Factores de Segundo Orden: Ajuste-Ansiedad; Introversión-Extraversión; Patemia–
Estabilidad/Dureza.
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DISCUSIÓN DE RESULTADOS
Tabla N° 01
Matriz de correlación entre la Personalidad CPQ y los Componentes del Clima Social
Familiar
Variables
Personalidad CPQ
Cohesión
-0.62 ***
Expresividad
-0.45 ***
Conflicto
-0.64 ***
Autonomía
-0.62 ***
Actuación
-0.49 ***
Intelectual Cultural
-0.36 ***
Social Recreativo
-0.48 ***
Moralidad
Religiosidad
-0.18 ***
Organización
-0.23 ***
Control
-0.52 ***
*p < .05 ** p < .01 *** p < .001 N = 70
Fuente: Niños de la Calle centro Shama Lima
La matriz de correlación, entre la Escala de Personalidad CPQ y los componentes de Clima
Familiar, permite observar que existen amplias correlaciones estáticamente significativas entre
todas ellas, lo que nos permite pensar que cada uno de los aspectos que componen el clima
familiar y la personalidad están ligados por lo que sería necesario que desarrollemos una amplia
difusión del significado e importancia de la familia en el desarrollo de la personalidad de los
niños, la que finalmente juega un importante rol en la vida futura del ser humano.
Tabla N° 02
Matriz de correlaciones entre la Personalidad CPQ y las Dimensiones del Clima Social
Familiar
Variables
Personalidad CPQ
Relaciones
-0.62 ***
Desarrollo
-0.45 ***
Estabilidad
-0.64 ***
*p < .05 ** p < .01 *** p < .001 N = 70
Fuente: Niños de la Calle centro Shama Lima
La matriz de correlación permite, observar que todas las correlaciones son estadísticamente
significativas, siendo las más altas las obtenidas entre la Personalidad CPQ con las Relaciones y con
la de Desarrollo. Estos resultados corroboran nuestras afirmaciones realizadas en la tabla N° 01
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Relaciones entre Clima Familiar y Personalidad en los Niños de la Calle del Centro Shama de Lima por Nilda Mabel Flores
Chavez
En principio, los resultados obtenidos nos demuestran que los instrumentos utilizados
cumplen los requisitos técnicos exigidos como para ser utilizados en una investigación del nivel
de una tesis de maestría.
Por otra parte, los resultados nos muestran que las hipótesis de investigación son
fundamentalmente aceptadas, solo que la correlación encontrada es negativa. En general
podemos afirmar que la personalidad de los niños de la calle se encuentra asociada al clima
familiar poco favorable en el que vivieron. Esto lo podríamos entender como que la personalidad
de los niños no está siendo adecuadamente estructurada en la medida que su clima familiar es
igualmente deficitario.
En un mundo como el nuestro, de altos niveles de competitividad y competencia, donde se
privilegia la calidad, las instituciones sociales deben procurar brindar una formación personal
más eficiente al niño; que les permita desarrollar sus habilidades y competencias de tal manera
que puedan estar en posibilidad de ingresar al mundo laboral en las mejores condiciones posibles.
Lamentablemente, esto no está ocurriendo así dado que las familias y demás instituciones
sociales se ven sometidas a constante critica sin que se tomen las medidas correctivas a gran
escala, que reduzcan significativamente la pobreza y con ello el abandono y olvido en que viven
muchos de estos niños.
Los resultados encontrados en la presente investigación, confirman los resultados de
otras investigaciones realizadas en el extranjero y en nuestro país sobre las condiciones de la
niñez y sus implicancias para su desarrollo. Se debe trabajar más de cerca con este problema,
conocer las características que tiene el mismo en nuestro medio, su dimensión, los aspectos que
deben prevenirse, además promover, sensibilizar y toma de conciencia de la sociedad pero sobre
todo, hacer propuestas de políticas de bienestar y seguridad social como el presente estudio de
niños de la calle, que busquen atacar las causas como las que sufren por injusticia social. Elena
Poniatowska dice “Un país que no cuida a sus niños, es un país sin futuro”.
CONCLUSIONES
Las pruebas (CPQ y Clima Familiar), utilizadas en la presente investigación presentan validez
y confiabilidad por lo que es posible su utilización.
La Personalidad de los niños de la muestra, se relaciona ampliamente y de manera negativa
con su Clima Familiar
Los componentes del Clima Familiar, se relacionan negativamente con la Personalidad de
los niños de la muestra.
Las Dimensiones del Clima Familiar, se relacionan negativamente con la Personalidad de los
niños de la muestra.
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Facultad de Ciencias Sociales
Universidad Central de Chile
RUMBOS TS, año IX, Nº 10, 2014. pp. 144-149
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RUMBOS TS, año IX, Nº 10, 2014
Empoderamiento de Mujeres Quechuas y Aymaras en la
Ruta de Atención de Violencia Familiar y Sexual a Partir
de una Experiencia Investigacion – Accion – Participante
(Iap)1
Empowering Women Quechua and Aymara Atention on the Trail of
Family and Sexual Violence from a Research Experience - Action –
Participant
Fecha de recepción: 2-Diciembre-2014/ fecha de aprobación: 23-Diciembre-2014
María E. Zúñiga Vásquez 2
La violencia es quizás la más violenta violación de los derechos humanos y quizás la más
generalizada. No conoce límites geográficos, culturales o económicos. Mientras continúe, no
podemos afirmar que estamos logrando progresos reales hacia la igualdad, el desarrollo y la paz.
Kofi Annan, Ex Secretario de las Naciones Unidas
Resumen
En el año 2014 se desarrolló el proyecto “Empoderamiento de Mujeres Organizadas para la
Reducción de Vulnerabilidades en la Ruta de Atención de la Violencia Familiar y Sexual en la
Región de Puno”, ejecutado por la ONG. Movimiento Manuela Ramos, la finalidad fue contribuir
con la promoción, protección y respeto del derecho a una vida libre de violencia. La experiencia se
desarrolla desde el paradigma cualitativo, se empleó la metodología IAP, con la participación de
mujeres Quechuas y Aymaras de los distritos de Puno, Acora y Lampa.
Palabras claves: Autodiagnóstico, investigación-acción-participante, violencia familiar y sexual,
vigilancia ciudadana
Abstract
In 2014 the project “Empowering Women Organized to Reduce Vulnerabilities on Route Care
Domestic and Sexual Violence in the region of Puno”, implemented by ONG developed. Manuela
Ramos Movement’s purpose was to contribute to the promotion, protection and respect of the
right to a life free of violence. The experience is developed from the qualitative paradigm; the IAP
methodology was used, with the participation of Quechua and Aymara women in the districts of
Puno, Acora and Lampa.
Keywords: Self-diagnosis, action research participant, family and sexual violence, citizen oversight
1
. Ponencia presentada en el I Congreso Internacional de Trabajo Social “Trabajo Social en el Siglo XXI, retos y perspectivas”, organizado
por la Escuela Profesional de Trabajo Social , Universidad Nacional de San Agustín, 04 al 07 de noviembre del 2014. Versión modificada.
Experiencia realizada por Abog. Maritza Mendoza, Bach. TS Ana Gabriela Pilco, Bach. TS. Gianella Ramos, TS. Nahia Fernández, Socióloga
Sara Cuenta, MSc. María Zúñiga y Bach. Antrop. Nélida Aguilar.
2
. Peruana, docente asociada de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional del Altiplano de Puno, Asistente Social, Magister
Scientiae en Educación, estudios culminados Maestría en Trabajo Social, ocupa el cargo de Coordinadora de la Mesa de Concertación de
Lucha contra la Pobreza de Puno, [email protected]
150
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Universidad Central de Chile
RUMBOS TS, año IX, Nº 10, 2014. pp. 150-165
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
L
a violencia contra la mujer es un problema de derechos humanos. El Estado tiene
obligaciones, y una de ellas se deriva de la Convención de Belém do Pará, nos referimos
al cumplimiento del principio de la debida diligencia por el Estado para prevenir,
investigar y sancionar la violencia contra la mujer. Otro compromiso vinculante es la Declaración
de los Objetivos del Milenio, promovido por las Naciones Unidas que plantea la promoción de
la igualdad de los géneros y potenciar a la mujer. A nivel nacional contamos con el Acuerdo
Nacional del 2002, que en su segunda política nacional plantea la promoción de igualdad de
oportunidades en políticas, planes y prácticas del Estado, la no discriminación y no violencia
hacia la mujer y el acceso de las mujeres a instancia de poder. Así mismo la Ley de igualdad de
oportunidades entre mujeres y hombres N°28983, promulgada el año 2007, establece el marco
normativo, institucional de las políticas públicas en los ámbitos nacional, regional y local.
La violencia contra la mujer en el Perú, es un problema social de graves consecuencias para
la salud, la economía y el desarrollo de los pueblos, se instala de manera silenciosa en numerosas
familias y deja sus terribles secuelas (Viviano, 2007), es la expresión más inhumana del ejercicio
de poder, del hombre sobre la mujer, del adulto sobre los niños y en general, del fuerte sobre el
débil. Es un atentado a los derechos humanos de quienes la sufren.
Según datos de la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES) del año 2013, en el
caso de Puno los promedios sobrepasan al nacional, encontrándose un 74,3% versus un 71,5%
de mujeres alguna vez unidas que sufrieron algún tipo de violencia por parte del esposo o
compañero. La violencia psicológica y/o verbal, producida en el seno familiar representa el 67,5%
a nivel nacional y a nivel regional se incrementa a un 69,4%. (INEI, 2014). Zúñiga (2009), en una
investigación realizada respecto a la actuación policial en violencia familiar, tuvo como hallazgos
principales: limitaciones respecto a la celeridad en los plazos y formalismos de las denuncias, no se
emplean técnicas de interrogación adecuadas, la información obtenida en la etapa investigativa
no permite contextualizar la situación de violencia familiar, no se precisa el estado emocional
del agresor, por lo tanto las medidas de protección a la víctima no se aplican o no son oportunas
ni pertinentes. Los aspectos que ayudarían a mejorar la intervención policial se relacionan con
el compromiso y actitud favorable para erradicar la violencia tanto de los operadores como de la
sociedad en su conjunto, la aplicación de la celeridad procesal establecida en la Ley de violencia
familiar, se reconoce la necesidad de contar con personal policial especializado y capacitado en
teorías explicativas de la violencia familiar. Las recomendaciones planteadas por los agentes
claves fueron: promover una real y efectiva articulación de operadores de administración de
justicia, que los gobiernos regionales y locales comprometan presupuestos en el tema de
prevención, atención y rehabilitación de victimas y agresores, que se dote de apoyo logístico a
las comisarías.
La experiencia desarrollada tuvo por finalidad abordar el problema de la violencia familiar
y sexual a partir de la significación que tienen las propias mujeres (autodiagnóstico), para
posteriormente, con un proceso de capacitación y organización -desde y con ellas- puedan
generar cambios, transformaciones y empoderamiento3 en la ruta de atención de la violencia
familiar.
La necesidad de realizar intervención en esta problemática, considerada como prioritaria
desde el campo de la salud pública, responde al elevado índice de violencia familiar y sexual,
colocando a Puno entre las 6 regiones con las mayores tasas de denuncias a nivel nacional (INEI,
2014), por tal motivo en el Acuerdo de Gobernabilidad de la Región Puno 2015-20184, promovido
por la Mesa de Concertación de Lucha contra la Pobreza de Puno (MCLCP), en la dimensión social
ha considerado el componente de violencia de género, cuyo lineamiento de Política plantea el
derecho a una vida libre de violencia a través de la implementación de políticas públicas con
3
. Proceso de ir adquiriendo poder y control sobre las decisiones y recursos que determinan la calidad de vida de una persona.
. suscrito por 14 candidatos a la presidencia del gobierno regional de Puno
4
151
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Empoderamiento de Mujeres Quechuas y Aymaras en la Ruta de Atención de Violencia Familiar y Sexual a Partir de una
Experiencia Investigacion – Accion – Participante (Iap) por María E. Zúñiga Vásquez
enfoque de género desde el gobierno regional y gobiernos locales, por otro lado, se plantean
acciones para que las instituciones operadoras de justicia mejoren la calidad de los servicios y
los niveles de intervención frente a la violencia de familiar y sexual.
Desde el mundo académico y en especial desde el trabajo social, se hace necesario y
urgente realizar investigaciones que permitan visibilizar las brechas de género, relacionadas
con la formalización de las condiciones laborales de las madres, con experiencias de conciliación
laboral y familiar, a través de una mayor participación de los varones en el trabajo doméstico,
con la disminución de los índices de violencia familiar a partir de una intervención oportuna,
eficiente y eficaz de los operadores de justicia, así como la reducción de las altas tasas de
mortalidad materna, embarazo en adolescentes, el acceso de las mujeres a los espacios de toma
de decisiones a nivel regional, local.
Se ha asumido la metodología de Investigación – Acción – Participantes (IAP) ya que permite
democratizar el conocimiento producido por el saber compartido y las capacidades adquiridas,
donde los sectores populares van adquiriendo dominio y comprensión de los procesos y
fenómenos sociales en los que están insertos, y de la significación de los problemas que les
aquejan (Ander-Egg, 2003).
SUSTENTO TEORICO
1. Los Fundamentos Epistemologicos De La Investigacion Accion Participante (Iap)
Nos remontaremos a los años 60 etapa que conocemos en trabajo social como “re
conceptualización”, donde las propuestas de Paulo Freire -con la Educación Popular- permitieron
responder a las nuevas formas de generar conocimientos, con el uso de nuevos modelos
metodológicos de intervención (Montero, 2006).
Respecto a la Investigación-Acción-Participante, Fals-Borda (1985) identifica cuatros
objetivos: (a) el proceso colectivo de investigar temas sociales para producir conocimiento;
(b) la recuperación crítica de la historia; (c) el uso y la validación de la cultura popular, y (d) la
devolución y difusión de conocimiento. Por otro lado Vazquez (2005) reconoce la participación de
la comunidad en la toma de decisiones y en la ejecución de las fases del proceso de investigación.
Sin embargo es necesario poner de conocimiento que en la presente experiencia asumimos lo
propuesto por Ander- Egg (2003) al señalar que al ser la IAP una metodología participativa, no
necesariamente surge directamente desde los actores sociales, frecuentemente se abren paso
desde agentes externos, que en nuestro caso fue con la ONG Movimiento Manuela Ramos.
Montero (2006) propone cuatro aspectos que caracterizan la metodología de la IAP: (a)
Ontológicamente que parte de una concepción dinámica y dialéctica de la realidad, donde el
sujeto cognoscente forma parte del proceso del mundo que lo rodea, desde donde produce y
reproduce conocimientos, (b) epistemológicamente, la relación entre el sujeto que conoce
y aquello que es conocido, parte de la consideración de que tanto el investigador/interventor
como los participantes de esos procesos, son también productores de conocimiento, (c) ética,
que implica una posición sobre el respeto por el otro, (d) políticamente, al reconocer y posicionar
a las comunidades como agentes de su propia transformación social.
Asumimos a la IAP como una estrategia generadora de conocimiento que a decir de Osorio
(2010) reúne los siguientes requisitos: (a) es interpretativa, ya que la realidad se construye
desde los sujetos, (b) es creativa ya que es narrada desde diferentes maneras, (c) es comunitaria
colaborativa, abierta, dialógica creando vínculos en la escucha, (d) se desarrolla desde los sujetos
en su cotidianidad y (e), genera marcos interpretativos de la realidad.
2. Abordamiento de la Violencia Familiar
En las dos últimas décadas del siglo pasado estudios en el campo de las ciencias sociales
han contribuido a la elaboración de marcos teóricos en un intento para explicar la prevalencia de
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RUMBOS TS, año IX, Nº 10, 2014. pp. 150-165
la violencia familiar en la mayoría de las culturas a nivel mundial. Unos lo relacionan con factores
monocausales otros dan cuenta de la multicausalidad del fenómeno de la violencia familiar.
Asumiendo que el problema de violencia familiar debe ser analizado desde la complejidad, se
han venido elaborando marcos teóricos y enfoques más abarcativos que pueden brindar mayor
solidez a la comprensión de este fenómeno.
Corsi (2004) analiza dos enfoques, el sistémico y el ecológico. En este estudio se asume
el enfoque ecológico, para entender la complejidad de las relaciones entre varones y mujeres,
analizando los entornos que afectan a la familia. Se identifica: El macrosistema, donde se
encuentran las instituciones lejanas a la familia, así como las representaciones sociales, las
actitudes, los valores y los mitos. El mesosistema, donde se pueden encontrar factores de riesgo
que actúan como precipitantes de hechos violentos: la pobreza, el desempleo, hacinamiento,
migración, el aislamiento de la mujer de amigos(as) vecinos(as) y de la familia, también incluye
instituciones mediadores entre la cultura y el nivel individual; la escuela, la iglesia y los medios
de comunicación. El microsistema, que considera el ámbito en que se dan las relaciones cara a
cara y que constituye la red social más próxima al individuo, en este nivel se encuentra la familia
en sus diferentes formas: nuclear, extensa o compuesta. La familia por ser el agente socializador
más importante tiene un rol importante en la reproducción directa de la violencia familiar. Los
factores protectores de la violencia relacionados con este microsistema tienen que ver con una
estructura de la familia de tipo patriarcal caracterizada por el dominio masculino en la familia, así
como el control de la riqueza por parte del varón, la división de tareas.
Desde el campo de las ciencias sociales y en especial desde el trabajo social, reconocemos la
necesidad de enriquecer la investigación sobre este fenómeno social, a decir de Castro y Riquer
(2003) “es indispensable diseñar nuevas investigaciones sustentadas en el corpus conceptual
de las ciencias sociales y abandonar los diseños ateóricos y meramente estadísticos. Sólo así
será posible imaginar las nuevas preguntas de investigación que requiere el problema de la
violencia” (pg. 135). Watenberg (2008) apertura la discusión en el afinamiento de instrumentos
y estrategias para la transformación cultural de las relaciones de hombres y mujeres, en esta
línea Melgar y Valls (2010) nos abren la posibilidad de la transformación de los roles de género,
que son la fuente de la socialización de la desigualdad y que legitiman las relaciones de poder.
Nos toca “visibilizar” la violencia familiar y sexual, sacarla del ámbito privado, para lo cual las
campañas de sensibilización, resultan ser efectivas (Zúñiga, 2008). Aguilar, Chacón, González,
González, Jiménez, Loaiza, Mesa, Mora, Murillo y Ortiz (2006) proponen “la implementación de
estrategias asistenciales y de apoyo a las víctimas, para lo que se hace necesario la creación
de instancias sociales en los diferentes ámbitos: salud, educación, seguridad, jurídico–policial”
(pg.132). Noblega y Muñoz (2009) nos detallan estrategias de intervención que incorporen la
resolución de conflictos, a través del desarrollo de habilidades sociales al interior de la familia,
con énfasis en las mujeres. Igualmente Agoff, Rajsbaum y Herrera (2006) nos argumentan los
beneficios y los prejuicios que se generan a partir de la participación en redes de relaciones que
ofrecen las personas del entorno de la mujer ante el fenómeno de la violencia.
METODOLOGIA
En la actualidad y especialmente en ciencias sociales se están desarrollando tendencias
que justifican la investigación cualitativa. El regreso a lo oral, con la relevancia que adquiere
la comunicación, el lenguaje, las narrativas en un marco de creciente diversidad; el regreso
a lo particular, con la tendencia a tratar casos específicos y problemas concretos que ocurren
en situaciones con complejidades y particularismos subculturales propios; el regreso a lo local,
expresado en la importancia que viene adquiriendo la aplicación y estudio de experiencias
concretas en vez de probar su validez universal y el regreso a lo temporal, que se manifiesta
en la tendencia de buscar soluciones a problemas humanos en su contexto temporal e histórico
(Tulmin 1990, citado por Enciso, 2013)
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Empoderamiento de Mujeres Quechuas y Aymaras en la Ruta de Atención de Violencia Familiar y Sexual a Partir de una
Experiencia Investigacion – Accion – Participante (Iap) por María E. Zúñiga Vásquez
Este estudio se enmarca en la investigación cualitativa, desde la perspectiva Emic,
que privilegia la comprensión como tipo de conocimiento que busca la interpretación de la
subjetividad y del sentido de las decisiones y acciones, “desde adentro”, -desde las mismas
mujeres, un acercamiento a la realidad a partir de las personas que construyen la realidad social-.
Se hace uso de la metodología de la IAP “como herramienta que permite crear vínculos
virtuosos de reflexión- diálogo- acción- aprendizaje entre las personas y agentes externos
interesados en promover acciones para el desarrollo y el empoderamiento socio político de las
comunidades y grupos que se representan como marginados de los beneficios sistémicos” se
ajusta a lo planteado en la finalidad de la propuesta (Contreras, 2009:9). Los y las trabajadoras
sociales tenemos las competencias para aportar a la resolución del fenómeno de la violencia
familiar que viven principalmente mujeres; es posible pensar que de la reflexión sobre nuestra
práctica puedan surgir conceptualizaciones o teorías que trasciendan sus límites (Cifuentes,
2005). Se pretende reconocer el quehacer como objeto de conocimiento (Tello, 2000).
Fijarnos objetivos claros y precisos, utilizando propuestas metodológicas concordantes con
los instrumentos, se convierten en el centro de la discusión epistemológica desde el trabajo social
(Peña & Quiroz, 1996). Ya Vélez (2003) reconocía a la vigilancia epistemológica como principio
y práctica que requerimos asumir en la cotidianidad de nuestro ser y hacer, al constituirnos en
profesionales reflexivos y propositivos frente al conocimiento de trabajo social.
Participaron en una primera etapa 121 mujeres (autodiagnóstico), 80 mujeres (capacitación)
y 60 (comités de vigilancia) pertenecientes a diferentes organizaciones de base de los distritos
de Puno, Acora y Lampa, la mayoría tenían en común ser artesanas.
Se consideró técnicas cualitativas para el recojo de información; trabajo de grupos, historias
de vida, plenarias, dibujos, se grabaron las sesiones. Se transcribieron y tradujeron5 en algunos
casos los testimonios y luego se procedió al análisis de la información recabada, identificando
aspectos comunes, divergentes, procesos, secuencias, rutas críticas en torno a la violencia
familiar y sexual.
La experiencia se implementó en el marco del proyecto “Empoderamiento de Mujeres
Organizadas para la Reducción de Vulnerabilidades en la Ruta de Atención de la Violencia
Familiar y Sexual en la Región de Puno”, con el financiamiento de la Fundación InteRed Andalucía
y ejecutado por la ONG Movimiento Manuela Ramos, tuvo una duración de 8 meses (Febrero a
Octubre del 2014)
CAMINO RECORRIDO
1. Implementacion de la Propuesta
En esta etapa se realiza la presentación
del proyecto a las autoridades de las
respectivas zonas de intervención, se
llevaron a cabo reuniones con el Consejo
Regional de la Mujer, del Gobierno Regional
de Puno. A nivel local se hizo la presentación
ante las autoridades de la Municipalidad
Provincial de Puno en el marco del Convenio
firmado entre el Movimiento Manuela Ramos
y la Municipalidad, igualmente se hizo con
las autoridades locales de Lampa y Acora.
El proyecto también fue presentado en la
Mesa de Concertación Interinstitucional de
Atención y Prevención de Violencia Familiar
y Sexual de Puno.
REUNIÓN CON AUTORIDADES DE GOBIERNO REGIONAL PUNO
5
. Del quechua y aymara al castellano
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2.EL AUTODIAGNÓSTICO EN LA VIOLENCIA FAMILIAR Y SEXUAL
Hallazgos del autodiagnóstico:
Sobre la vida cotidiana de las mujeres:
La comunidad critica a las mujeres por
responsabilizarla del abandono o separación
de la pareja, y ellas asumen culpabilidad por
tales circunstancias. Los roles de género son
muy marcados y se transmiten hacia los hijos e
hijas por imitación, en las mujeres jóvenes se
reconocen cambios a nivel del trabajo
reproductivo, donde hay mayor participación
de los varones. Las mujeres reconocen
limitaciones para participar en la gestión
comunal por los celos y la poca disponibilidad
del tiempo para realizar tales actividades. En la
TRABAJO EN GRUPOS EN AUTODIAGNOSTICO: PUNO
división sexual del trabajo se reconoce la
participación económica de la mujer generando
ingresos económicos por las actividades que realiza. La subvaloración de la mujer sigue siendo
vigente y está en función a los ingresos que pueda generar, al nivel educativo alcanzado, la
procedencia (rural) y el machismo que impide la superación de la mujer. La felicidad/bienestar en
las mujeres está en función a la satisfacción de necesidades básicas de la familia, en el compartir
el trabajo doméstico y en la comprensión con la pareja, todo ello en un contexto de contar con
buenos ingresos económicos.
Reconocen que el empoderamiento de las mujeres ha sido posible por la capacitación
recibida, permitiéndoles mejorar la relación de pareja, aún falta la participación de los varones
en estos procesos educativos. Enfrentar la violencia familiar es reconocido como una decisión
individual, propia de cada mujer.
Sobre el conocimiento de la violencia familiar y sexual.
Las mujeres reconocen las características, modalidades, condicionantes de esta forma
de violencia de género, sin embargo señalan que salir fuera de la casa, generar ingresos les
ha generado violencia física y psicológica, en algunos casos ha promovido una situación de
“revancha”. Hay cierta confusión para diferenciar la violencia sexual al interior de la familia y
la violación sexual en otras circunstancias. Las prácticas culturales que la refuerzan son: el
machismo, la marginación de la mujer y el consumo de alcohol en fiestas comunales.
Servicios relacionados con la violencia familiar y sexual
Identifican y reconocen a la Gobernación, Policía Nacional/Médico Legista, defensoría
municipal (DEMUNA), Centro Emergencia Mujer (CEM), la Fiscalía y el Juzgado (mixto/familia).
El procedimiento de cada una de estas instituciones se encuentra calificado por las mujeres por
la eficacia del servicio. El trato recibido por las instituciones es dimensionado en función a la
descalificación que recibe la mujer, la demora en la atención, obstáculos y condicionamientos. En
las alternativas para mejorar el servicio se plantearon la atención oportuna sin condicionamientos,
perfil adecuado del profesional (competencia, buen trato, sensibilidad, trabajo multidisciplinario)
y vigilancia ciudadana.
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Sobre el problema priorizado
Las mujeres seleccionaron a través de
una votación secreta a la violencia psicológica
como la más frecuente y como aquel problema
donde requerían ampliar sus conocimientos,
para posteriormente realizar acciones que
conlleven a un cambio. Las características se
relacionan con las prohibiciones en torno al
arreglo personal, al contacto con familiares,
a la participación en capacitaciones. Dentro
de las causas identificadas y priorizadas están
el alcoholismo de la pareja, la dependencia
económica de la mujer y la relación de pareja,
ARBOL DE PROBLEMA: ACORA
donde el machismo es reconocido como una
causa, además de la infidelidad, los celos, chismes, envidias de familiares y de personas de la
comunidad, además precisan que asumen una recargada labor al interior del hogar y finalmente
señalan que hay una desvalorización de la mujer - a nivel de la pareja y a nivel personal, desde
ellas mismas-. En las consecuencias que conlleva la violencia familiar y sexual se identifican
tres aspectos: Desde las propias mujeres reconocen la baja autoestima con características
de depresión, frustración, incapacidad para superar su situación, deterioro de su salud por la
presencia de enfermedades colaterales y “decisiones fatales” como el suicidio. Desde la familia
se reconoce el fracaso, la reproducción de la violencia, los efectos en los hijos (rendimiento y
autoestima). Desde la pareja se identifica la separación, abandono, divorcio y en algunos casos
el “feminicidio”6
Rutas identificadas en torno a la violencia familiar y sexual
La primera ruta “la ruta de la privacidad” aquí juega una condición: la solución rápida de
“su problema” generalmente se recurre a este mecanismo al inicio de la vida en pareja, cuando
solicitan el apoyo a familiares y personas de mucha confianza y respeto (padres, padrinos y otros)
RUTA EN VIOLENCIA PSICOLOGICA: LAMPA
La segunda ruta “la ruta del costo” las
mujeres identifican dos tipos de servicio, según
la gravedad: El servicio gratuito, al que acuden
cuando no es grave su situación: la gobernación,
la comisaria, el hospital, la Demuna y el Centro
Emergencia Mujer. El servicio pagado, cuando la
violencia familiar es frecuente y con
consecuencias “es grave” y deben contratar un
abogado que presente la denuncia en la Fiscalía
y las represente en el “juicio que tendrán que
hacer en el juzgado” (Poder Judicial).
La tercera ruta “ruta de apoyo”, las mujeres reconocen que dependiendo de la gravedad
de la violencia familiar, se dan dos situaciones: Apoyo familiar/Comunal (violencia leve), cuando
recurren a los padres, amistades de mucha confianza, padrinos de matrimonio, teniente
6
. Ley 29819 y sus modificatorias tipifica al feminicidio como el asesinato de una mujer y cuando el autor es el esposo, pareja o ex pareja
u otro acosador por ejemplo un vecino o un ex enamorado.
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gobernador. Apoyo institucional (violencia grave), cuando acuden a la policía, fiscalía, juzgado,
mencionan a la Demuna en casos de solicitar alimentos y servicio especializado de psicólogo/a,
también señalan al Centro Emergencia Mujer.
La cuarta ruta “ruta sin salida”, las mujeres dan cuenta de un ciclo en torno a la violencia
familiar y sexual: buscan ayuda (personal /familiar/institucional); asumen consejos, realizan
trámites y procedimientos, en la mayoría de casos, su problema no tiene solución (por falta
de pruebas, dinero y tiempo), pese a que ellas buscan “justicia”; vuelven a realidad “continuar,
perdonar, seguir en lo mismo” y en casos extremos tomar una decisión fatal “el suicidio”.
Validación de los resultados del autodiagnóstico
En los talleres de validación se pudo ampliar el aspecto relacionado con los otros mecanismos
y recursos que utilizan las mujeres a nivel familiar, comunal para enfrentar la violencia familiar
y sexual, donde se pudo constatar que los padrinos de matrimonio juegan un rol importante,
así como aquellos familiares y amistades, hacia los cuales hay confianza y reconocimiento de
la pareja y deciden acudir a ellos, ya que consideran que su intervención, ayudará a solucionar
su problema a partir del ejemplo de vida y los buenos consejos que puedan proveer a la pareja,
aunado al manejo confidencial que es fundamental, a fin de no recibir críticas de la comunidad.
3.PLAN DE CAPACITACION
Se consideró los resultados del
autodiagnóstico y los datos obtenidos de la
aplicación de una encuesta sobre necesidades
de capacitación (temas, horarios, estrategias,
etc.)
El plan de capacitación tuvo como
objetivos: reforzar en las participantes su
derecho a una vida libre de violencia de género,
identificar la ruta de atención de la violencia
familiar y sexual, promover la apropiación de
recursos necesarios para desarrollar acciones
de vigilancia ciudadana e incidencia política.
SESION DE CAPACITACION: LAMPA
Se elaboró un curso de capacitación que contemplo cinco sesiones:
- Sesión 1: Presentación del Plan de capacitación, contenidos, horarios, requisitos.
Aplicación Prueba de entrada.
- Sesión 2: Derechos humanos de las mujeres. Igualdad y no discriminación. Relaciones de
género y su impacto en la vida de las mujeres.
- Sesión 3: Derecho a una vida libre de violencia.
- Sesión 4: Ruta de atención de la violencia de género en Puno.
- Sesión 5: Derecho a la participación y vigilancia ciudadana. Orientaciones para las acciones
de vigilancia ciudadana a los servicios de la ruta de atención de la violencia de género.
Aplicación de prueba de salida.
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Experiencia Investigacion – Accion – Participante (Iap) por María E. Zúñiga Vásquez
Se emplearon estrategias activas y
participativas, se incorporaron dinámicas para
presentarse, descubrir afinidades, relacionarse
e integrarse.
En esta etapa se seleccionaron a 20
organizaciones (9 de Puno, 6 de Ácora y 5 de
Lampa) haciendo un total de 80 mujeres. En
cuanto al horario se consideró lo requerido en
la encuesta, en Puno se realizó en horas de
la tarde, en Acora y Lampa se realizaron en el
turno de la mañana.
SESION DE CAPACITACION: ACORA
4. IMPLEMENTACIÓN DEL SISTEMA DE VIGILANCIA CIUDADANA.
Se da inicio en el mes de agosto, culminado
el proceso de capacitación se procedió a
implementar las acciones en base al plan de
vigilancia trabajados (Puno con dos acciones de
vigilancia, en el Centro de Emergencia Mujer y
en la Comisaría de Familia Puno; Ácora con una
acción de vigilancia a la Comisaría y en Lampa
con una acción de vigilancia al Centro de
Emergencia Mujer).
El plan de vigilancia contemplaba en
su estrategia la conformación de grupos de
vigilancia, conformada por grupos de mujeres
ACCIONES DE VIGILANCIA LAMPA
de dos o tres integrantes, quienes realizaron un
diagnóstico preliminar sobre el servicio en relación a la ruta de atención de la violencia familiar
y sexual.
Posteriormente se hicieron presentes ante los responsables del servicio, con una credencial
que las reconocía como integrantes del comité de vigilancia, a continuación procedieron a
realizar las acciones inherentes a la vigilancia ciudadana.
El equipo del Proyecto cumplió con brindar
asistencia técnica a los comités de vigilancia,
para la elaboración de las recomendaciones,
mediante el recojo y procesamiento de
información de las hojas de visita, de la revisión
y levantamiento de observaciones de los
informes de vigilancia, entre otros.
Previa coordinación con los responsables
de los servicios, se hizo alcance de las
recomendaciones que realizaron los comités
de vigilancia. Posteriormente se realizó un
REDACCION DE RECOMENDACIONES PUNO
proceso de negociación y advocacy7 con los y
las funcionarias para la adopción e implementación de mejoras las que serán monitoreas en una
próxima etapa del proyecto.
7
. Proceso sistemático dirigido al cambio de políticas, posiciones, o programas institucionales
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Asimismo las tareas de los comités de
vigilancia originaron que el Proyecto del
Movimiento Manuela Ramos canalice los casos
derivados por las vigilantes hacia los operadores
de justicia (Policía, Ministerio Público, Cems,
Ministerio de Justicia y otras instituciones que
son aliadas en la defensa y promoción de los
derechos
humanos
de
las
mujeres).
Consideramos que ha sido importante el trabajo
realizado por las cooperantes españolas Nahia
Fernández Vicario y Sara Cuenca Suarez
quienes acompañaron en el camino que
tuvieron que recorrer las victimas en la ruta de
ENTREGA DE RECOMENDACIONES COMISARIA PUNO
atención de la violencia familiar y sexual. La
mayoría de las vigilantes de Acora y Lampa vienen de una experiencia anterior de haber vigilado
establecimientos de salud y programas sociales en los gobiernos locales, en tanto que para las
vigilantes de Puno ésta fue su primera experiencia en desarrollar sus capacidades de vigilancia
ciudadana.
5. CAPACITACIÓN A OPERADORES JUDICIALES, POLICIALES, MUNICIPALES Y AUTORIDADES
COMUNALES
La actividad se realizó a finales del mes
de agosto y primera semana de setiembre
(Puno, Acora y Lampa), los insumos fueron los
resultados del autodiagnóstico y los primeros
reportes de los comités de vigilancia, tuvo
como finalidad generar compromisos por parte
de los/as representantes de las instituciones
operadoras en la violencia familiar y sexual.
Se realizaron seminarios/talleres a cargo
de las cooperantes españolas,
abogadas
especialistas, consultora que elaboró el
TALLER CON OPERADORES PUNO
autodiagnóstico, quienes desarrollaron los
siguientes temas: “Género para el análisis y
acción para la construcción de relaciones sociales igualitarias y sin violencia”, “Violencia basada
en Género y su impacto en el desarrollo”, “Tratamiento Legal del Feminicidio” “El Autodiagnóstico
en violencia familiar y sexual y los servicios de la ruta de atención”. Como producto se firmaron
acuerdos y compromisos con los operadores de justicia y autoridades presentes, donde se
reconoció a la vigilancia ciudadana como un mecanismo de participación que contribuye a la
mejora de los servicios del Estado y se sugiere su incorporación e institucionalización como
política pública a nivel regional, especialmente en los servicios a los que acuden las mujeres.
Igualmente la Policía Nacional del Perú a través de la Comisaría de Familia de Puno, se
comprometió a mejorar la calidad de atención.
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6. SOCIALIZACIÓN Y DIFUSIÓN DE INFORMACIÓN PRODUCIDA POR LOS COMITÉS DE
VIGILANCIA
ENCUENTRO DE MUJERES PUNO, ACORA Y LAMPA
Las actividades se realizaron en el mes de
setiembre, una primera se denominó
“Encuentro
de
mujeres
organizadas:
Experiencias de vigilancia ciudadana en la ruta
de atención de la violencia familiar y sexual en
Puno, Acora y Lampa”, donde las mujeres
pudieron socializar y difundir la información
producida por los comités de vigilancia, a través
de las recomendaciones a los servicios vigilados
y conocer los compromisos que han asumido las
diferentes instancias respecto a la vigilancia en
la ruta de atención de la violencia familiar y
sexual.
La elaboración y difusión del video sobre
la “vigilancia ciudadana, que resume el proceso seguido, se ha considerado las principales
actividades realizadas por las mujeres en la ruta de atención a la violencia familiar y sexual.
IV.CONCLUSIONES
PRIMERA: A partir del autodiagnóstico sobre la violencia familiar y sexual, las mujeres
reconocieron que el machismo sigue siendo uno de los factores de limitan su superación, sin
embargo el compartir el trabajo doméstico y mejorar la comunicación con la pareja ayudaría
a solucionar esta problemática. Los servicios prestados por los operadores de justicia son
calificados como ineficientes por la demora en la tramitación y el maltrato del que son objeto
por su condición de ser mujeres, por su idioma (quechua y aymara) por su procedencia (rural).
Las rutas que emplean para enfrentar la violencia familiar son identificadas como: la ruta de la
privacidad, cuando las mujeres tratan de solucionar su problema al interior de su entorno más
inmediato, evitan que salga hacia afuera y puedan ser criticadas y sancionadas. La ruta del costo,
según la gravedad, puede ser gratuito, cuando la violencia es leve y puede recurrirse a diferentes
instancias (Demuna8, Cem9) y cuando se manifiesta la gravedad deben contratar a un abogado
y por tanto debe pagarse los servicios para denunciar el hecho ante la fiscalía. La otra ruta es la
del apoyo que reciben, una a nivel familiar/local (familia, padrinos, autoridades locales) la otra
denominada institucional, aquella que proviene de las instituciones del Estado, de las ONGS y de
las organizaciones sociales de base.
SEGUNDA: El plan de capacitación, se inicia con los aportes del autodiagnóstico, se realizó
en dos momentos, el primero con las mujeres, utilizando metodologías activas que permitieron
analizar las brechas de inequidad de género y el machismo como fuente de la violencia familiar
y sexual, además se trabajaron en la apropiación de recursos y habilidades que les permita
identificar las rutas criticas en el sistema que opera esta forma de violencia. En el segundo
momento se trabajó con los operadores de justicia, con la finalidad de sensibilizarlos y
comprometerlos en mejorar la atención de los servicios que prestan.
TERCERA: La implementación de la vigilancia ciudadana, surgió en el proceso de
capacitación, a partir de la decisión de las mujeres, haciendo uso del mecanismo de participación
ciudadana, denominado como “vigilancia ciudadana en la violencia familiar y sexual”, se trabajo
en las recomendaciones y compromisos para mejorar los servicios que prestan las diferentes
instituciones del Estado.
8
. Defensoría Municipal del Niño y Adolescente, adscritas a las municipalidades provinciales y distritales
. Centro Emergencia Mujer del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables
9
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V. REFLEXIONES DESDE EL TRABAJO SOCIAL
Se inicia este acápite con tres conceptos que son fundamentales en Trabajo Social; el
conocimiento, la acción y la transformación (Cifuentes, 2009). La experiencia compartida ha
implicado una participación activa de las propias mujeres en todo el proceso de intervención,
más aún teniendo en cuenta el papel que les toca vivir cotidianamente en una problemática
vigente y urgente como es la violencia familiar y sexual. Reconociendo las diferentes realidades
subjetivas, donde se valore los significados y propósitos que la gente otorga a sus acciones y
que nos vislumbran el derrotero hacia una reivindicación y restitución de los derechos humanos
(Corvalán, 1996).
Carmelo y Cifuentes (2006) al hacer referencia a la fundamentación del trabajo social,
nos proponen desarrollar alternativas para integrar conocimiento e intervención, desde
diversos saberes pertinentes de teoría social, enfoques epistemológicos, referentes éticos y
metodológicos. Ahora bien es necesario en este punto analizar lo dicho por Martinelli (1992), al
reconocer que todo trabajador social debe cumplir con su vocación de práctica social direccionada
hacia la transformación de la realidad, que va mas allá de una práctica operativa, sino que
además transita por una práctica teórica y una práctica política. Reconoce tres dimensiones
de la identidad profesional: teórico metodológicas (saber); técnico-operativa (hacer) y éticopolítica (poder). Molina (2010) nos plantea el desafío en la aprehensión de los objetos de trabajo
profesional, como una responsabilidad ético-político, colocando a la investigación e intervención
desde el trabajo social en el sendero crítico. Se necesita respaldar -la intervención- asumiendo
teorías que nos den la posibilidad de comprender esa realidad, sin caer en teoricismos al margen
y en contra del compromiso con las urgencias, sino de revalorizar la teoría (Aquín, 2008).
Consideramos haber transitado por estos senderos. Así mismo el compartir esta experiencia
desde una mirada del Trabajo Social, exige someternos a la crítica de la comunidad académica
y no hacerlo, implicaría no desarrollar procesos de apropiación social y de transformación
conceptual (Cifuentes, 2005). Los hallazgos del autodiagnóstico, han permitido comprender los
saberes, lógicas, procesos y rutas que dificultan el trabajo de los operadores de justicia, pero
además nos permiten plantear estrategias de intervención, a partir de los nuevos conocimientos
generados desde y con las mujeres víctimas de violencia familiar y sexual.
VI. LA AGENDA PENDIENTE
Avanzar en investigaciones que aborden problemas relacionados con la masculinidad, que
permitan comprender las relaciones de poder y de socialización que se dan entre hombres y
mujeres, podremos estar en condiciones de presentar hallazgos relevantes.
Se sugiere acciones de advocacy desde la Mesa de Concertación de Lucha contra la
pobreza de Puno, desde el Consejo Regional de la Mujer, desde la Universidad, a través de la
Facultad de Trabajo Social y desde las diferentes instituciones y organizaciones de Puno-,
para la incorporación e institucionalización de los comités de vigilancia en violencia familiar y
sexual como política pública a nivel regional y local, mediante la dación de ordenanzas que los
reconozcan como espacios de participación ciudadana y que se enmarcan dentro de la Ley de
Igualdad de Oportunidades entre varones y mujeres10. Coadyuvar en la mejora de los servicios
estatales que operan en este fenómeno, es hoy un imperativo ético, y esto significa cumplir
nuestra tarea con un elevado sentido de responsabilidad política (Garatea, 2014).
Que experiencias similares sean socializadas en otros espacios (políticos, judiciales, sociales
y académicos), permitiendo generar cambios y acciones transformadoras y que la utopía que
soñamos pueda hacerse realidad “vivir una vida libre de violencia de género”.
Recordar el papel que juega la comunidad y la familia, dentro de las redes sociales en el
marco de la protección frente a los hechos de violencia familiar
10
. Ley Nº 28983 promulgada en el año 2007
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Toca hacer una vigilancia epistemológica de nuestras intervenciones que va mas allá de la
verificación, por el contrario va en la lógica del descubrimiento, desafiando las formas estándar
de ver los fenómenos, estimulando el proceso inductivo, escuchando lo que la gente dice y lo
que puede significar, descubriendo las propiedades y relaciones desde los datos, preguntarnos
y repreguntarnos constantemente. Reconociendo que la sensibilidad teórica11 orienta el
trabajo en terreno con el propósito de generar teoría a partir del mundo empírico. Asumiendo
metodologías coherentes con el enfoque cualitativo.
11
. habilidad de reconocer qué es importante en los datos y darle su significado
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RESEÑAS DE LIBROS
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TITULO: EL CAMINO RECORRIDO. INTERVENCIÓN COMUNITARIA: CÓMO ES Y CÓMO HA SIDO
LA EXPERIENCIA DE LOS TRABAJADORES SOCIALES CHILENOS.
TITLE: THE ROAD TOUR. COMMUNITY INTERVENTION: HOW AND HOW WAS THE EXPERIENCE
OF SOCIAL WORKERS CHILEANS.
AUTORA: Teresa López Vázquez1
EDITORIAL: Libros de Mentira Ltda. Santiago, Chile 2014.
NUMERO DE PAGINAS: 325 páginas. (ISBN 978- 956- 9136 -09-2.)
Por Omar Ruz Aguilera2. Diciembre 2014
Rescatar la memoria es un ejercicio relevante y necesario para reconstruir y comprender
el desarrollo del Trabajo Social chileno, invisibilizado en muchas de sus facetas por la escasa
producción escrita y la pérdida de valiosa documentación en el período de la dictadura militar.
Esa preocupación constituye el eje de articulación del trabajo de Teresa López, quien
siguiendo las directrices del enfoque biográfico investigativo de Bertaux y Wengraf, reconstruye
el itinerario histórico del trabajo comunitario en nuestro país, recurriendo al testimonio de 10
profesionales, que representan las visiones, tensiones y acciones de cuatro generaciones
de trabajadores sociales y de cuatro momentos históricos de la formación y la intervención
profesional.
La primera generación que incluye tres profesionales va de 1955 a 1964. La segunda, con
tres profesionales va de 1965 a 1974; la tercera, con dos profesionales, de 1975 a 1984 y
la cuarta y última generación, también con dos profesionales, de 1995 a 2009. El criterio de
representatividad que se propuso para incluir a los informantes, obviamente no es estadístico
sino de representación tipológica, socioestructural, en base a sujetos tipos portadores de la
experiencia y vivencia definida en los objetivos de la investigación.
El método de organización de la comunidad, como es conocido, se inicia en Chile en la década
de los cincuenta del siglo pasado como parte del proceso de modernización de la profesión en
una perspectiva desarrollista. Una de las características de su implantación es el hecho que
el ejercicio en la práctica profesional en el sector salud precedió a la formación en los centros
académicos de Servicio Social.
La autora construye un sólido y crítico marco de referencia de la intervención comunitaria,
aportando elementos que permiten comprender la importancia política que para los organismos
internacionales y los gobiernos revistió la intervención comunitaria. En esa perspectiva,
siguiendo a Follari, Hernández y Sánchez Peralta (1984) recuerda que su origen está en la
Conferencia de Cambridge (1946) y que inicialmente fue concebido como un instrumento para
retardar los procesos de descolonilización iniciados tras la segunda guerra mundial y/o para
mantener los vínculos de las ex colonias ya independientes con la metrópoli imperial.
Asimismo, destaca el aporte de la Trabajadora Social estadounidense Caroline Ware, quien
el año 1949 como funcionaria de las Naciones Unidas publica el primer Manual de Organización
y Desarrollo de Comunidad, con el cual se capacita a los equipos de salud que realizan su
implementación en Chile y en América Latina. El método rápidamente se generaliza por su
1
. Chilena. Asistente Social de la Universidad de Chile (Escuela “Dr. Alejandro del Río”). Mg. En Antropología y Desarrollo, de la Universidad
de Chile.
2
. Chileno. Asistente Social U. de Chile, Doctor en Sociología Universidad Complutense de Madrid, Académico Escuela Trabajo Social
Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Fué Presidente Consejo Nacional del Colegio de Asistentes Sociales de Chile entre los
años 2007- hasta Agosto 2014.
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Reseñas De Libros
adopción por otros organismos internacionales, como OIT, FAO, UNESCO, entre otros, lo que
permite su aplicación en programas gubernamentales agrarios, vivienda y desarrollo social.
A partir de un debate teórico y metodológico del Trabajo Social, formula tres líneas de
análisis que permiten la comprensión del camino recorrido por la intervención comunitaria y
cómo los profesionales vivieron su experiencia individual y colectiva.
La primera línea, referida a la formación universitaria y el itinerario profesional, pone de
manifiesto que la primera generación hizo camino al andar, debiendo enfrentar el desafío de
construir sus modelos de intervención desde la praxis y desde la nueva perspectiva del trabajo
multidisciplinario. Por su parte, la segunda generación (1965-1974) es parte y testigo de los
procesos académicos de deconstrucción de los métodos “tradicionales” y el impacto de los
métodos únicos o integrados surgidos al calor de la reconceptualización.
La tercera generación, producto del golpe militar y del período de la dictadura vive el retorno
a las concepciones más tradicionales del Método de Comunidad, con predominio de una teoría
sin práctica, pero con capacidad para aplicar la intervención comunitaria en los movimientos
sociales emergentes y en el mundo de las Organizaciones No Gubernamentales.
La cuarta generación corresponde al período del retorno a la democracia y de los cambios en
los paradigmas y modelos de intervención del Trabajo Social, entendiendo al trabajo comunitario
en una perspectiva de desarrollo local y territorial, en un encuadre de derechos e intervención
colectiva y en la perspectiva de las políticas públicas.
Desde esas diferencias de formación y enfoques epistemológicos, teóricos y metodológicos
las distintas generaciones interactúan con la realidad, produciéndose espacios de confluencia
que permiten el diálogo entre las generaciones, lo que les permite enriquecer sus visiones y
establecer la continuidad histórica y las rupturas que han prevalecido en este especial campo de
intervención disciplinar.
Esa interacción generacional, es abordada por Teresa López en las otras dos categorías de
análisis Concepciones y Énfasis de la intervención Comunitaria y Perspectivas comparadas entre
las generaciones, las que son procesadas en las conclusiones y hallazgos de la investigación. Los
anexos contienen la transcripción de las entrevistas y permiten que el lector acceda a la fuente
testimonial directa.
La investigación que sustenta la obra, como señala la autor, fue concebida inicialmente
como su tesis para optar al grado de Magíster en Antropología y Desarrollo de la Universidad de
Chile, de ahí el rigor del análisis teórico y la sólida fundamentación y discusión metodológica,
pero el resultado que se presenta en esta publicación trasciende a ese formato académico
y se aproxima a lo que Freire define como libros hablados, en los que el entrevistador queda
involucrado en lo que resulta más un diálogo que una entrevista, en los que el envoltorio del
diálogo es también diálogo (Monclus, 1988)
En síntesis, una obra que examinando el itinerario histórico de la intervención comunitaria,
reflexiona y recupera lo mejor del “oficio” del Trabajador Social, entendiendo el oficio en el
sentido crítico caracterizado por Bordieu, al tiempo que reafirma la idea que, más allá de las
formaciones académicas y campos de acción profesional, hay una suerte de hilo conductor que
impregna la visión de todas las profesionales entrevistadas, que no es otro que la concepción de
una identidad profesional, entendida como una forma de ser, estar, comprender y actuar en la
realidad, la que sin duda es subjetiva y polisémica, pero con la capacidad de trascender y unificar
una común-unidad de los Trabajadores Sociales.
Un libro indispensable para reafirmar el valor del ejercicio profesional de los Trabajadores
Sociales.
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TITLE: CAMPAMENTOS DE LADRILLO. PROPUESTA OPERACIONAL Y PARTICIPATIVA
COMUNAL PARA EL DESARROLLO DE BARRIOS CONFORMADOS POR VIVIENDAS SOCIALES
BOOK: BRICK CAMP. OPERATIONAL PROPOSAL AND PARTICIPATORY COMMUNITY
DEVELOPMENT AREAS FOR SOCIAL HOUSING CONFORMADOS
AUTORA: Angélica Castro Saavedra1
EDITORIAL Académica Española (April 25, 2013)
AÑO: 2013
NÚMERO DE PÁGINAS: 280 páginas
ISBN-10: 3659067830
ISBN-13: 978-3659067839
Por Leonardo Oneto Piazze2
El texto que se comenta hace frente a las problemáticas de exclusión social, falta de servicios
sociales, deterioro ambiental, y falta de pertenencia e identidad entre los habitantes de barrios
conformados por viviendas sociales debido a lamentables consecuencias de la implementación
histórica de la política de vivienda en Chile; se ofrece una investigación que opera como modelo
para la elaboración y diseño de propuestas de salida múltiple para la participación comunal en
la planificación estratégica del desarrollo barrial de conjuntos habitacionales constituidos por
viviendas sociales.
“Campamentos de ladrillo” está lleno de sugerencias prácticas, flexibles, sencillas,
adaptables universalmente que permiten de modo efectivo mejorar la gestión de los gobiernos
locales en el área de vivienda y habitabilidad comunales, donde el barrio se transforma en un
espacio físico y social de desarrollo local y mejoramiento de las relaciones vecinales de los
habitantes de viviendas sociales.
La autora nos propone un abanico de áreas de acción que se relacionan de manera sistémica
para conformar una estrategia de intervención social inclusiva, integral e identitaria que desde
la investigación acción participativa abarca procesos de educación social, potenciación del
capital social y redes, como así despliega un conjunto de estrategias de prevención y promoción
comunitaria.
Instrumentalmente la plataforma opera desde seis dispositivos o áreas: Espacio Urbano
o Territorio, Redes de Desarrollo Local, Desarrollo Psicosocial, Recreación y Cultura, Fomento
Productivo y Mediación Vecinal.
La modalidad de investigación operativa propuesta evidencia producir una potenciación
de la valoración del sentido del barrio por parte de sus habitantes. La vivienda social integra
el sentido de lo colectivo. La vida en comunidad se muestra fortalecida con una intervención
social sustentable. La participación de los vecinos en la política comunal para el desarrollo
barrial, implica una política de transparencia de información del municipio hacia la comunidad;
relaciones de confianza, credibilidad y acuerdos para realizar acciones en conjunto y ejercer
control social. De esta forma se disminuyen costos municipales; previniendo problemáticas
vecinales y sociales, (Drogadicción, exclusión, violencia vecinal etc.), disminuye la burocracia y
el tiempo de espera en la entrega de servicios, aumentando la calidad de atención del gobierno
local.
1
. Chilena, Asistente Social Pontificia Universidad Católica de Chile, Magíster en Trabajo Social Pontificia Universidad Católica de Chile,
académica Escuela de Trabajo Social de la Universidad Central de Chile, e-mail: [email protected]
2
. Chileno, Asistente Social, Universidad de Chile. Docente Escuela de Trabajo Social PUC- Magister en Trabajo Social, mención Análisis de
Políticas Sociales. Universidad de Puerto Rico.Doctor en Linguística, P. Universidad Católica de Chile
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Reseñas De Libros
TÍTULO: TRABAJO SOCIAL E INVESTIGACIÓN
TITLE: SOCIAL WORK AND RESEARCH
COMPILADORA: Ruth Lizana Ibaceta1
AÑO: 2014
EDITORIAL: Espacio, Argentina.
PÁGINAS: 150 páginas
por Alexandra Gajardo Tobar2-Diciembre 2014
Trabajo Social e Investigación, no sólo es el nombre de este libro, sino también el horizonte
hacia el que se dirige nuestra profesión. Ya en el año 1992, como anticipando el fuerte auge
que tendría la investigación en Trabajo Social, ALAETS y CELATS señalaron que los problemas
de conocimiento, análisis e intervención en la realidad social, eran puntos importantes en
la discusión y acción de los trabajadores sociales, por tanto los avances en la investigación
constituían una exigencia que debía estar presente en los procesos de formación y en el ejercicio
profesional.
Más de setenta años antes de estas declaraciones, la Pionera del Servicio Social Mary
Richmond, afirmaba en “Social Diagnosis” que sin investigación social no es posible realizar
Trabajo Social, ésta es fundamental no sólo para conocer las situaciones de las personas que son
sujetos de la profesión, sino también como un instrumento que permite la profundización en la
interpretación de la compleja realidad social y de las múltiples intervenciones que se realizan
para transformarla.
En la historia del Trabajo Social chileno, es posible identificar, elementos fundamentales que
dan cuenta de los intereses y esfuerzos de los trabajadores sociales por consolidar la profesión.
Al respecto, en el capítulo “Vino nuevo en Odres Viejos” Servicio Social de mediados del Siglo
XX en Chile. La construcción de la consolidación profesional, 1950-1973, Maricela González
Moya, expone el desarrollo que experimentó la profesión durante ese período, desarrollo que se
expresó en el aumento total de las escuelas de servicio social en el país; la creación del Colegio
de Asistentes Sociales y otros organismos gremiales que defendieron los derechos laborales de
los trabajadores sociales; y el inicio de una incipiente formación de posgrado que tenía como eje
fundamental la investigación social.
Lo anterior, tomó más fuerza con dos hechos fundamentales que sucedieron en la segunda
mitad de la década de 1960. Uno, es la declaración de la Asociación Latinoamericana de Escuelas
de Servicio Social en 1968 que indicó la insuficiencia de los métodos de caso, grupo y comunidad,
ante lo cual sugirió incorporar, entre otras, competencias avanzadas de investigación. Asimismo,
en Chile, el Instituto Superior de Servicio Social promovió la investigación social como una labor
que favorecería la evolución de la profesión, y luego de largas jornadas de trabajo estableció la
necesidad de que la investigación fuese parte del ejercicio profesional, para dar respuesta a los
problemas sociales que se reconocían como permanentemente cambiantes.
Si bien, en la historia del Trabajo Social es posible identificar diversos hitos que relevan la
importancia que se le atribuyó a la investigación social, no es menos cierto que como profesión
hemos experimentado profundas dificultades para cristalizar estas aspiraciones. Sabido es, que
durante décadas se ha discutido sobre la articulación teoría-práctica, interrogándose sobre si
ambas son esferas de la intervención que tienen algún punto de encuentro o elementos que
1
. Chilena. Trabajadora Social, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Magíster en Ética Social y Desarrollo Humano, Universidad
Alberto Hurtado. Directora de la Escuela de Trabajo Social, Universidad Católica Silva Henríquez
. Chilena. Asistente Social, Magíster en Trabajo Social y postitulada en Estudios de la Familia de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Docente e investigadora de la Escuela de Trabajo Social y del Centro de Investigación de Investigación de Familia, Trabajo y Ciudadanía,
CIELO de la Universidad Santo Tomás.
2
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RUMBOS TS, año IX, Nº 10, 2014. ISSN 0718- 4182
separan irremediablemente los centros de formación de los centros de intervención.
Pareciera entonces, que para muchos trabajadores sociales el mundo práctico se encuentra
escindido del mundo teórico, lo que les llevaría a renegar del pensamiento abstracto, como si
éste se encontrara en una nebulosa y no permitiera hacerse cargo de las problemas concretos
que enfrentan las personas. No obstante, tal y como señala Marcelo Piña en el capítulo “La
formación del espíritu científico en el Trabajo Social y la Vigilancia epistemológica en el
campo gerontológico” el pensamiento abstracto no es sinónimo de mala conciencia científica,
al contrario, es precisamente éste el que permitirá una experiencia científica, que a su vez
contradecirá la experiencia común. En otras palabras, la abstracción considera la relevancia
práctica y teórica de la investigación y permite por tanto generar conocimiento que es puesto al
servicio de la intervención.
A partir de lo anterior cabe preguntarse -tal como lo hiciera Gabriela Rubilar en el capítulo
“Repertorios investigativos de trabajadores sociales: reflexiones en torno al oficio y un análisis
de trastienda”- ¿Cómo investigan los trabajadores sociales? ¿Cómo se aproximan a la relación
investigación/intervención? De acuerdo a la autora, un elemento caracterizador de esta
aproximación “sería el vínculo o la conexión que los profesionales generan entre la pregunta
de investigación y la vida cotidiana de los sujetos (que pese a todas sus complejidades aparece
como una dimensión capturable), especialmente cuando ésta se circunscribe a fenómenos
o problemáticas vinculadas a sus intereses profesionales como las situaciones que enfrentan
quienes recurren a los servicios sociales o de asistencia social” (Pág. 125). De este modo
es de interés de los profesionales aquello que constituye la esencia misma de su quehacer
cotidiano, las motivaciones que tendrían no apuntan solo a conocer más de los fenómenos
–dinámicos y complejos- sino especialmente a como los sujetos vivencian dichos fenómenos.
De ahí, que las estrategias y herramientas que utilicen para desarrollar esta aproximación sean
preferentemente de carácter cualitativo e interpretativo que se cristalizan a través de los
repertorios investigativos entendidos como mecanismos híbridos de acercamiento en los que
confluyen una serie de técnicas y herramientas.
Sandra Iturrieta Olivares, por su parte, en “Producción de conocimientos en Trabajo Social:
desafíos al pensamiento usual” expone que la investigación en Trabajo Social abre posibilidades
para producir conocimientos que permitan discutir y contextualizar las naturalizaciones que
son habituales en la práctica profesional, no sólo por el actuar de los trabajadores sociales,
sino principalmente por los espacios en los que se desempeñan y que tienden, precisamente,
a normalizar ciertos problemas sociales. Los desafíos, por tanto apuntan a la consolidación
de la profesión como un trabajo intelectual, que trascienda la representación de un Trabajo
Social centrado en el hacer. Para ello, se deben enfrentar algunos obstáculos que dificultan
la producción de conocimientos: la inseguridad profesional que declara un bajo dominio en
métodos y técnicas de investigación -como que esto fuese exclusivo de Trabajo Social, cuando
las dificultades metodológicas también son reconocidas por otras profesiones-. Asimismo, se
debe combatir la idea de que las actividades laborales de producción material, no precisan el
desarrollo de conocimientos, lo que refuerza la idea de la separación entre teoría y práctica.
Descansar en este imaginario, entorpece la visualización de problemas de investigación y los
trabajadores sociales no logran constituirse en productores de conocimiento.
A las dificultades señaladas se suman otras, que radican en los contextos en los que
Trabajo Social se sitúa. Éstos se muestran permanentemente adversos y ponen en tensión el
quehacer profesional con los intereses de las instituciones en las que se prestan los servicios
y las expectativas de aquellos que son sujetos de la intervención. Sobre esto, Cecilia Aguayo
Cuevas en el capítulo “La investigación ética y moral con migrantes en salud primaria en Chile:
desafíos interculturales” expone que si bien desde los orígenes de la profesión se desprende
un compromiso de los trabajadores sociales con la justicia social, y la obligación de poner a
disposición de los sujetos, comunidades y sociedades sus saberes en pro del desarrollo y
resolución de sus conflictos, existen dificultades en el ejercicio diario para cumplir con estos
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principios, toda vez que desde el modelo neoliberal emerge un grave problema ético-moral
que demanda a los trabajadores sociales inclinarse por el crecimiento en cifras más que por los
derechos ciudadanos y sus procesos.
Lo expuesto se expresaría fuertemente en las situaciones que experimentan en Chile las
personas migrantes, especialmente aquellas que son usuarios del Sistema Público de Salud,
pues aunque el principio fundamental que debiera guiar la intervención es la atención oportuna
en un contexto de respeto e igualdad, debido a las particularidades del Sistema los trabajadores
sociales enfrentan una contradicción ética al tener que supeditar dichos valores a la cultura
organizacional, de este modo se observa que en los servicios de salud, existen mayores controles
administrativos y burocráticos por sobre los derechos de las personas.
Las preguntas para salvar estas dificultades también emergen de la investigación social,
es deber de los trabajadores sociales interrogarse sobre los sentidos y significados que ellos
mismos (y también los usuarios) le otorgan a la tensión entre los principios ético- morales,
profesionales e individuales y a la institucionalidad vigente y los servicios que presta.
Los grandes desafíos, que experimenta Trabajo Social en cuanto a su quehacer investigativo
son expuestos por Victor Yañez Pereira y Natalia Hernández Mary en los capítulos “Una mirada
epistémica a la complejidad disciplinar de la investigación/intervención en Trabajo Social:
articulaciones entre pensamiento, conocimiento, lenguaje y acción” e “Investigación en
contextos contemporáneos del Trabajo Social, una clave para las transformaciones complejas”,
respectivamente. Ambos se refieren a los complejos contextos de transformación social que
tensionan permanentemente la intervención y la investigación en Trabajo Social, por lo que
éste “junto con el dar cuenta de la realidad debe ser capaz de desarrollar un activo proceso
de creación de significados sobre ella, el cual, mediado por el lenguaje, promueva incidencias
semánticamente relevantes en el mundo fenoménico, transfiriendo sentido a los actos
instrumentales, con respecto a los cuales se requiere un profundo esfuerzo de interpretación
y explicación para que dejen de ser, simplemente, datos disponibles en un momento y un lugar
determinado.” (Página 142). Esto se lograría, a juicio de Hernández, a través de la investigación
situada, la que otorga la posibilidad de deconstruir los espacios naturalizados y construir a través
de la innovación nuevos significados.
Finalmente, enfatizar las palabras de Maricela González, que afirma que aquello a lo que
se ha visto expuesto Trabajo Social desde la década de 1990 (planes formativos, re-vinculación
con redes internacionales, importancia atribuida a la investigación social) “no son ruptura con
el pasado profesional, sino sólo un nuevo vino en odres viejos, donde pervive el desafío de
hacernos cargo de los retos que otros dejaron planteados y caminar por la ruta que a mediados
de siglo se diluyó”.
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Instrucción a Los Autores
Objetivo y Política Editorial
La Revista Rumbos TS es un espacio de reflexión diálogo y difusión del quehacer de la
investigación en Trabajo social y en las ciencias sociales en general, sin dejar de lado lo que se
hace en sistematización de experiencias de intervención social.
Se espera que la revista sea un espacio de diálogo y apertura crítica a los temas que
cuestionan e interrogan al Trabajo Social. La Revista intenta ser una ventana que acoja el diálogo
disciplina e interdisciplinar.La importancia de esta para una Escuela de Trabajo Social es porque conecta el quehacer
de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Central con el entorno inmediato, vale decir con
el resto de las carreras de la Universidad Central, como también con el resto de las Escuelas de
Trabajo Social de nuestro país y el extranjero.
La revista es importante respecto de la discusión de temas actuales del Trabajo Social y las
Ciencias Sociales en nuestro país y América Latina.
La revista se edita bianualmente y recibe las contribuciones en los correos de:
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COMO PUBLICAR EN RUMBOS TS. Normas de Presentación de Artículos
Para que un artículo sea publicado deberá cumplir con los siguientes requisitos
de presentación más la aprobación del Consejo Editorial:
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• Los trabajos deberán ser presentados vía correo electrónico en cualquier versión de
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12 Times New Roman, márgenes de 3 cms. en todos sus costados y con sus páginas
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cuadros, ilustraciones, citas y bibliografía.
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- Protugués. El título del trabajo debe venir en tamaño fuente 14 y los subtítulos en 12.
• Luego del título, se debe colocar el nombre del o los autores(as). En asterisco, antes de
las notas, se deberá indicar:
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este origen, su ocasión, evento y fecha, además de los cambios que se hayan hecho
para su versión impresa.
Antes del comienzo del artículo, en no más de seis líneas en cada caso, se
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o conceptos claves (key words) de identificación de contenido
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siguiente (APELLIDO, año: páginas). Las referencias completas se incluyen al final, del
siguiente modo:
1) Libros:
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RUMBOS TS, año V, Nº 5, 2010 166 Escuela de Trabajo Social Facultad de Ciencias Sociales
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libro destacado o en cursivas, Volumen (año), número, páginas / Ciudad, Editorial, páginas. Las
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el autor, editorial, objetivos, metodología y conclusiones del libro, además del aporte que realiza
el autor a la producción existente en el tema que aborda. Las indicaciones formales seguirán las
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El Editor acusará recibo de los textos e informará a sus autores de la decisión que sobre
ellos se adopte. La validación de las contribuciones enviadas para su publicación se hará bajo el
sistema de “doble ciego” a cargo de Evaluadores independientes.
Los autores cuyas contribuciones sean publicadas recibirán 2 ejemplares en papel del
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Año 10. Nº 10, Diciembre 2014
REFLEXIÓN TEÓRICA EN TS
El Mito Del “Objeto” en Trabajo Social
The Myth of The “Objeto” in Socialwork, Alicia González-Saibene
La Universidad y el Cientista Social como Formadores Sociales, en el Escenario Neoliberal. Un Análisis
Crítico sobre Ciudadania y Responsabilidad Social
University and Social Scientist as Trainers in the Stage Neoliberal.Un Critical Analysis of Citizenship and Social
Responsibilit, Carlos Montaño
Una Aproximación a la Vejez Uruguaya desde la Teoría del Reconocimiento
An Approach to Old Age Uruguaya from the Theory of Recognition, Saphir Stemphelet Colo
Retos Contemporáneos de la Intervención Socio-Familiar.
Contemporary Challenges of Socio-Family Intervention, Ángela María Quintero Velásquez
TRABAJO SOCIAL EN AMÉRICA LATINA
Perfil de las Generaciones Estudiantiles de Trabajo Social Universitario Periodo 2010 – 2014
Profile of Student Generations of Social Work University Period 2010 - 2014, Patricia Castañeda Meneses y Ana María
Salamé Coulon
Los Cambios de la Sociedad Contemporánea y su Impacto enlas Condiciones Labores de los Trabajadores
Sociales
Changes in Contemporary Society and Its Impact on The Work Of Social Workers Conditions. Prof. Ts Teresa Dornell, Lic.
Ts Saphir Stemphelet, Bach. Romina Mauros
Convivencia Escolar en la Argentina. Sobre su Legislación, Normas y Autoridad.
School Life in Argentina. On Their Legislation, Rules and Authority, Marian Gonzalez
El Cuidado en la Vejez: Una Tipología de Cuidadores
Care In Old Age: A Typology Of Caregivers. Sandra Sande Muletaber
INVESTIGACIÓN E INTERVENCIÓN PROFESIONAL EN TRABAJO SOCIAL
El Autocuidado y el Bienestar desde las Prácticas Religiosas y la Cultura
The Self and Welfare from Religious Practices and Culture. Felipe Roboam Vázquez Palacios
El Proceso de Producción de Políticas de Cuidados a Mayores Dependientes, en Clave de Intervención en
lo Social .
The Production Process of Elderly Dependents Care Policies on Key Social Intervention . Verónica Cimatti. Paula Mara
Danel
Relaciones entre Clima Familiar y Personalidad en los Niños de La Calle del Centro Shama de Lima.
Family Relationships Between Climate and Personality in the Street Children Center of Lima , Shama. Ms. Nilda Mabel
Flores Chavez
Empoderamiento de Mujeres Quechuas y Aymaras en la Ruta de Atención de Violencia Familiar y Sexual
a Partir de una Experiencia Investigacion – Accion – Participante.
Empowering Women Quechua and Aymara Atention on the Trail of Family and Sexual Violence from a Research
Experience - Action – Participant. María E. Zúñiga Vásquez
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