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La comunicación como eje de la nueva norma guía ISO 26000 de la Responsabilidad Social Empresarial Francisco Campos Freire. Universidad de Santiago de Compostela, España María Salgueiro Santiso. Universidad de Santiago de Compostela, España Abstract Palabras clave La comunicación se sitúa en el centro de los negocios, de la actividad económica y de la sociedad. Un comité mundial de medio millar de expertos de 72 países elabora actualmente una norma guía internacional ISO 26000 para la estandarización de la aplicación de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE). Mediante esa nueva norma ISO, que se presentará oficialmente en 2009, la comunicación pasa a convertirse en el corazón de la RSE. Los principios generales centrales no sólo son la responsabilidad ética y su reputación, sino también el reconocimiento del derecho de las partes interesadas a ser escuchadas y el deber de la organización a responder así como la integración de la responsabilidad social en la visión, misión, políticas y estrategias. A partir de la propuesta de contenidos que se anticipa para la nueva norma ISO 26000 se analiza y evalúa el índice de aplicación existente de la RSE entre las principales empresas de comunicación y tecnologías de la información. Responsabilidad Social Empresarial, reputación, credibilidad, gestión de la calidad, códigos éticos y buenas prácticas. Abstract The communication is in the centre of the businesses, the economic activity and the society. A international committee of five thousand of experts from 72 countries elaborates a norm at the moment guides international ISO 26000 for the standardization of the application of enterprise social responsibility (ESR). By means of that new norm ISO, that will appear officially in 2009, the communication it happens to become the heart of it. The central general principles not only are the ethical responsibility and its reputation, but also the recognition of the right of the parts interested to being listened and to have of the organization to respond as well as the integration of the social responsibility in the vision, mission, policies and strategies. From the proposal of contents that is anticipated for new norm ISO 26000 it analyzes and it evaluates the index of existing application of the ESR between the main companies of communication and technologies of the information. Keywords Enterprise Social Responsibility, reputation, credibility, ethical management of the quality and good practices. Dos de los valores más preciados de cualquier producto o servicio son la confianza y la credibilidad. Aunque se tratan de un fin de cualquier empresa, sin duda son un objetivo supremo para los medios de comunicación. No es fácil conseguirlos y, sobre todo, conservarlos. Ni tampoco se encuentran, en general, en su mayor o mejor momento. Responsabilidad y calidad son los ejes de una industria mediática actual, muy marcada por su trascendencia económica y social. Las empresas mediáticas actuales operan y compiten en la Sociedad de la Información que se caracteriza por una economía intensiva en comunicación y escasa en atención. Pero abundancia y cantidad no son sinónimos de calidad. Este hecho obliga a las personas y a las organizaciones a dedicar una parte muy importante de su tiempo no sólo a hacerse escuchar sino también a hacerse entender y comprender, cambiando necesariamente los comportamientos de las personas y las organizaciones. La economía de la atención [1] caracteriza de forma absoluta el ciclo actual de la Sociedad de la Información, en la que los medios tradicionales compiten con los nuevos medios, con el ciudadano o la empresa convertidos también en medios, llámense blogs, Web 2.0 o redes sociales virtuales. Y el enorme volumen de información, comunicación y representación simbólica de la sociedad actual provoca un nivel muy alto de saturación y competencia entre los mensajes en circulación. La producción de información ha aumentado del orden del 30 por ciento anual en el último quinquenio, según datos de la Universidad de California, en Berkeley. Esto obliga a los emisores y receptores no sólo a revisar la funcionalidad y utilidad de sus canales de difusión sino también los propios códigos y contextos. Además, la mayor parte de esa información se transmite mucho más rápido que en el pasado, lo que duplica también su impacto. La producción y gestión sostenible de la información se ha convertido en uno de los retos futuros de la humanidad. No se trata sólo de la “infoxicación” (saturación) y del riesgo de incomprensión de los mensajes (incomunicación), sino también del importante gasto energético generado por la sobreproducción, el uso de ancho de banda y los costes de gestión y almacenamiento. Estamos ante todo un problema social de sostenibilidad. Doris Drucker [2] alza la voz de alarma y lanza una llamada de atención sobre esta situación: “Hay esfuerzos en marcha para organizar la vasta cantidad de información existente y la que se acumula todos los días. Pero lo que más necesitamos son líderes capaces de entender que la revolución de la información no tiene que ver con la comunicación, sino con los valores y la conducta del hombre. Así como los reformistas del siglo XIX lucharon por eliminar los excesos de la Revolución Industrial, ahora necesitamos reformistas que estén dispuestos a identificar los excesos de la Revolución de la Información, y decididos a ponerles fin”. La convergencia de las tecnologías de la comunicación convierte a la información en un recurso abundante, instantáneo, ubicuo, omnipresente y personalizado. Las nuevas tecnologías, Internet y la telefonía móvil, abrieron la posibilidad de comunicar permanentemente e instantáneamente a casi todo el mundo; y esa democratización universal de la accesibilidad -que es favorable para la igualdad y positiva para la transparencia- se convierte también, al mismo tiempo, en una desaforada lucha por la visibilidad y la atención. Recibimos instantáneamente, en directo, toda la información de actualidad del momento a la que somos capaces de acceder. La multiplicación de canales y soportes fragmenta e individualiza los impactos. Los medios tradicionales no sólo se enfrentan entre ellos sino también con sus propios receptores. Para no perder la batalla de la competencia, cada cual baja las barreras que cree más fáciles y convenientes, no siempre las mejores ni las más adecuadas a medio y largo plazo. Es evidente que está cambiando la forma y el fondo de la mediación. Algunos estudiosos de la comunicación actual, no sólo destacan la abundancia de la información y la escasez de atención sino también el debilitamiento de la mediación por la fragmentación y disgregación de la recepción [3], la universalización sin totalidad [4] o el “aligeramiento” de los contenidos a favor de la información “light” y el entretenimiento “basura” [5]. Hay quien va más allá y sostiene [6] que la convergencia, que muchas veces se presenta como un paradigma tecno-económico, es actualmente ya más bien un fenómeno social de ámbito cultural. Esa convergencia tecno-económica y cultural ha derribado las barreras que los medios tradicionales mantenían frente a sus directos competidores, a los nuevos entrantes, a los productos sustitutos, a los clientes y a los proveedores. Por tanto, la estrategia competitiva en este nuevo escenario tiene que variar su rumbo porque hay que convertir a los competidores en aliados y hallar la ventaja competitiva en otros valores que contribuyan a la diferenciación y a incrementar la necesidad de acceder a la información ofrecida por cada empresa de forma singular. Los medios tienen que incrementar valor a través de la calidad, como axioma para recuperar la reputación, la confianza y la credibilidad. Recuperación del valor de los valores La Responsabilidad Social Empresarial o Corporativa –ambas acepciones se manejan en el ámbito académico y económico- es una forma distinta de entender la empresa y la organización, que defiende que la gestión empresarial está centrada en los valores y ésta se tiene que orientar hacia la satisfacción de las demandas de los distintos grupos de interés o stakeholders de cualquier entidad − accionistas, competidores, inversores, trabajadores, sindicatos, clientes, asociaciones profesionales y civiles −. Las empresas a través de su RSE expresan su compromiso de contribuir al desarrollo económico, a la vez que mejora la calidad de vida de los trabajadores y sus familias, de la comunidad donde actúan y de la sociedad en su conjunto.Dicho de otra manera, esta concepción defiende un sistema de gestión integral que abarca todas las áreas funcionales y que trata de responder a los nuevos retos y demandas del entorno con nuevos enfoques y soluciones. Valores que, si son importantes para cualquier empresa en general, resultan fundamentales para las empresas informativas. Entre esos valores el de la transparencia ocupa un lugar central, ya que si es una exigencia frente a todos los grupos de interés o partes interesadas de cualquier organización, en las de comunicación es el espejo de la legitimidad y la confianza que fortalecerá su reputación y credibilidad. Esta corriente de pensamiento y acción sobre la Responsabilidad Social Empresarial penetra en la gestión empresarial a mediados del pasado siglo XX y que, a partir de la década de los años 90, trata de dar respuesta voluntaria desde las organizaciones a los retos sociales de la globalización. Actualmente, está afianzada en los círculos empresariales, superando los planteamientos iniciales y sesgados que la empleaban con fines paternalistas en la órbita del marketing social. La Organización Internacional de Normalización (ISO), un organismo mundial creado en Ginebra en 1947 para promover y estandarizar los valores de la calidad, define la Responsabilidad Social Empresarial como “las acciones de una organización para responsabilizarse del impacto de sus actividades sobre la sociedad y el medio ambiente, de forma que sea consistente con los intereses sociales y el desarrollo sostenible, basándose en el comportamiento ético, cumplimiento de las leyes e instrumentos intergubernamentales”. Esta definición forma parte del borrador de la Norma ISO 26000, que es una futura guía para la implantación estandarizada y homologada de la RSE. Este concepto ha sido auspiciado por distintos organismo internacionales promotores de normas y códigos vinculados a la RSE, principalmente a partir de los últimos años del siglo pasado. Desde la ONU surge en 1999 Global Compact o Pacto Mundial para promover la ciudadanía corporativa global que permita conciliar los intereses y procesos de la actividad empresarial con los valores y demandas de la sociedad civil. Le sigue en 2000 la OCDE o la OIT con sus líneas directrices para que las multinacionales descarten el trabajo infantil o la corrupción y respeten los derechos humanos y el medio ambiente. A través de Global Reporting Initiative (GRI) en 1997 o de Social Accountability International (SA 8000) en 1999 las corporaciones acreditan y certifican su comportamiento, después de haber sufrido algunas de ellas el descrédito y repudio social por no respetar los derechos humanos. La Unión Europea, a través de su Libro Verde sobre la RSE (2001), inicia el siglo XXI marcando como objetivo de convergencia “la responsabilidad social de las empresas para la integración voluntaria de las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y relaciones con los stakeholders”. Códigos de conducta ética y responsable, buenas prácticas, inversión socialmente responsable, marketing social, gestión sostenible y certificación de la responsabilidad social corporativa pasan a formar parte del nuevo lenguaje y las agendas del management y de la sociedad en general. A pesar de estas iniciativas promovidas por los distintos organismos, todavía no existe consenso para una definición unificada del concepto de Responsabilidad Social Empresarial. Unos la consideran como comportamiento ético responsable de la empresa ante la sociedad, el medio ambiente y sus grupos de interés y otros la plantean como el ejercicio de responsabilidad corporativa sostenible frente a la ciudadanía global. La norma ISO 26000 pretende superar este handicap, promoviendo una terminología común. De todas formas, la concepción social de la empresa no contrapone lucro frente a acción social, sino que extiende el beneficio a la dimensión colectiva de la sociedad, aprovechándose y retroalimentándose del valor generado, asumiendo un compromiso voluntario y general en pro de la mejora social. Comunicación al servicio de la ciudadanía La responsabilidad social en la empresa de comunicación es el compromiso con la buena gestión mercantil y con el ejercicio de la libertad de expresión, a través del comportamiento responsable con las personas y los grupos sociales con los que interactúa. Esa responsabilidad social va más allá de las normas legales establecidas y de los resultados cuantitativos expresados en forma de balances, audiencias o ratios económicos. Un autor clásico del estudio de los medios de comunicación y de sus sistemas de responsabilidad social, Claude-Jean Bertrand [7], profesor emérito de la Universidad de París II, subrayaba que el sector de la comunicación es una industria y un servicio público. La fuerza democrática de la ciudadanía es, para Bertrand, la base del contrapoder mediático y el equilibrio frente a los excesos del mercado y a las tentaciones del Estado. Fervoroso defensor del autocontrol y la autorregulación, llegó a relacionar y estudiar más de sesenta códigos o normas de distintos ámbitos y países. Su filosofía y teoría de la responsabilidad social de los medios es una avanzadilla humanista de la Responsabilidad Social Corporativa. En una de sus conferencias en la Universidad Católica de Santiago de Chile titulada “El futuro del periodismo: más que un pronóstico, un sueño”, el profesor Bertrand apostaba porque los medios de comunicación de medio siglo después, del año 2043, no fuesen partícipes ni asociados del poder económico o político, sino integrantes e instrumentos transparentes de la ciudadanía democrática. Para el recordado profesor Bertrand, los medios de comunicación de calidad del año 2043 tendrían superado y conseguido la distinción entre información y entretenimiento, la supresión de los seudoacontecimientos, la eliminación de las noticias preestablecidas, las omisiones como fruto de la tendenciosidad sistemática, una nueva concepción de noticiabilidad, descubrimiento de la realidad auténtica debajo de las apariencias, lograr la comprensión por sus destinatarios, que las noticias importantes también sean atractivas y que las interesantes sean también importantes, que los medios sean transmisores de conocimiento, que la información estimule el debate y que de él surjan reformas con avances sociales. Tanto la calidad como la responsabilidad social, que están estrechamente ligadas, no pueden ser sólo una declaración de voluntades ni un ejercicio resultante de códigos éticos y buenas prácticas. Es preciso un proceso intenso de aplicación al conjunto de la organización, que hay que implantar sistemáticamente, comprobar y verificar periódicamente desde criterios de independencia. Para la aplicación de la calidad en la gestión corporativa y de la Responsabilidad Social Empresarial, bien sea en una organización mediática o de carácter general, son necesarios sistemas estandarizados y homologados a nivel global que permitan marcar objetivos y establecer comparaciones. La verificación y certificación acaba siendo el mejor compromiso de disciplina para la puesta en práctica y la verificación del cumplimiento. La certificación es la acción llevada a cabo por una entidad reconocida como independiente de las partes interesadas, a través de la que se comprueba la conformidad del cumplimiento de los requisitos de los códigos y las normas. La comunicación en ISO 26000 Un grupo de trabajo convocado por la Organización Internacional de Estandarización (ISO) está trabajando para elaborar una guía sistematizada sobre la Responsabilidad Social Empresarial desde el año 2004. El grupo está compuesto por cerca de 500 expertos y observadores procedentes de 72 países y que se adscriben a seis categorías distintas de stakeholders –industria, gobierno, trabajadores, consumidores, organizaciones no gubernamentales y otros, además de tener un equilibrio basado en el género y en el origen geográfico- . Su labor concluirá en el primer trimestre de 2009 con la publicación de la Norma ISO 26000 para la RSE, que se fundamentará en las mejores prácticas desarrolladas por iniciativas del sector público y privado, con la incorporación de las declaraciones y tratados relevantes de la ONU y organizaciones internacionales como la OIT. El objetivo es elaborar una guía genérica y normativa, de aplicación voluntaria, para que organizaciones de todo tipo y tamaño, tanto públicas como privadas, puedan implantar la Responsabilidad Social Empresarial, a la vez que se respeten las diferencias culturales, sociales, ambientales y legales, y las condiciones de desarrollo económico. Además de que sirva como herramienta homogénea para el desarrollo sostenible de las organizaciones; para ayudar a las organizaciones a establecer, implementar, mantener y mejorar la estructuras de responsabilidad social empresarial; apoyar a las organizaciones para demostrar su responsabilidad social mediante una buena respuesta y un efectivo cumplimiento de compromisos y objetivos; y facilitar la comunicación de las actividades relacionadas con la RSE promoviendo y potenciando una transparencia máxima. La comunicación es una herramienta fundamental para el desarrollo de la RSE. Es el instrumento de relación con sus stakeholders o grupos interesados. Permite que una organización transmita interna y externamente su orientación, prácticas y desempeño, aumentando la conciencia y estimulando la participación general a favor de la mejora. Promueve que la organización evalúe y mejore su desempeño así como conocer la percepción de sus interlocutores interesados. Facilita el alineamiento y fomenta una reputación concertada al compartir el ejercicio de las acciones responsables. También puede tener muchos otros aspectos y matices, pero en general ayudará a la organización a abordar metas de corto y largo plazo así como establecer un clima de consenso basado en la confianza, exactitud y receptividad. Si la comunicación es una herramienta importante para la responsabilidad social efectiva, las empresas de comunicación no deberían quedar tampoco al margen de estas nuevas estrategias y dinámicas de modernización de la organización. Algunas de las principales empresas de comunicación, como muchas otras corporaciones, reconocen la Responsabilidad Social Empresarial como uno de sus principales ejes estratégicos y, en este sentido, la plasman ya en sus objetivos empresariales, en sus comportamientos, buenas prácticas, códigos y memorias anuales ambientales o sociales. Para estas organizaciones supone un nuevo apoyo, un impulso y un aliento para animarles a seguir avanzando. Para muchas otras, es una nueva oportunidad para incorporar a su estrategia la práctica sistematizada de la Responsabilidad Social Empresarial. La preocupación por la responsabilidad y la calidad de la comunicación, en conclusión, es un sentimiento y un problema social generalizado. Se ha planteado desde muchos ángulos y perspectivas, con distintas gradaciones y soluciones, desde ámbitos profesionales a evaluaciones generales y académicas. Para los fines generales a los que se aspira, toda búsqueda es favorable y un avance. No se trata de determinar cuál de ellas es más o menos operativa y funcional. Se trata de comprender y compartir su importancia, para luego trasladarla a la mejora continua y al cambio en la organización. La filosofía de la gestión de la calidad total y de la responsabilidad social corporativa, aunque parezca una ilusión utópica, es una necesidad evidente para la introducción de la mejora continua frente a los grupos interesados que, en definitiva, serán los que devolverán o no la confianza y la credibilidad. Referencias bibliográficas [1] Davenport, Th. H. y Beck, J.C., La economía de la atención. El nuevo valor de los negocios, Barcelona, Paidós, 2002. [2 ] Drucker, D., “El liderazgo en la era de la información”, en HSM Managment, marzo-abril, Madrid, 2008. [3] Missika, J.-L. (2006), La fin de la televisión, Seuil, París Porter, M. (1985), Competitive Advantage: Creating and Sustaining Superior Performance, NY the Free Press, Nueva York [4] Lévy, P., Cibercultura. 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