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MEMORIAS
Nuevas Tecnologías, Internet y Sociedad de la Información
DISIDENCIAS POLÍTICAS JUVENILES, TECNOLOGÍAS Y COMUNICACIÓN1
Juan Manuel Avalos González
[email protected]
Universidad de Guadalajara
Resumen
En el presente texto reflexiono las disidencias políticas juveniles y los procesos de
comunicación que son parte de ellas, es decir, intento aproximarme a la dimensión
comunicacional de las experiencias de posicionamiento sociopolítico juvenil frente a los
actores políticos y económicos. Las reflexiones mantendrán como referente la
diversidad de expresiones sociopolíticas del México contemporáneo desarrolladas
desde la irrupción del movimiento #YoSoy132 y la aparición de otras formas de
resistencia y movilización articuladas desde la lógica de los colectivos.
Palabras clave: Disidencia política; medios digitales e interactivos; Comunicación;
activismo; jóvenes.
Abstract.
In this paper I work some ideas on youth political dissent and communication processes
that are part of them. The reference of this reflection is the contemporary sociopolitical
diversity of dissent expressions of the recent years in Mexico, developed since the
#YoSoy132 movement and the emergence of other forms of resistance and
Youngs.
1
Este texto forma parte de los avances de trabajo del proyecto de investigación titulado “Disidencia
política mediatizada. Posicionamientos sociopolíticos juveniles y medios de comunicación interactiva en
Guadalajara”, desarrollado en el programa de maestría en comunicación del Departamento de Estudios
de la Comunicación Social de la Universidad de Guadalajara.
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Key words: Political Dissent; Interactive and Digital Media; Communication; Activism;
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mobilization articulated by the logic of collective.
MEMORIAS
Nuevas Tecnologías, Internet y Sociedad de la Información
DISIDENCIAS POLÍTICAS JUVENILES, TECNOLOGÍAS Y COMUNICACIÓN
Juan Manuel Avalos González
[email protected]
Introducción.
En la década de los sesenta del siglo XX los movimientos sociales estudiantiles y
antibélicos se enfrentaron a la forma en que los medios de comunicación masiva
producían representaciones sobre sus movilizaciones y sus líderes a partir de una
cobertura informativa y a la construcción de imágenes que otorgaron visibilidad a sus
participantes determinada por cierta distancia hacia los valores e ideas promovidas por
ellos (véase Gitlin, 1980).
La experiencia anterior remite directamente al modelo del establecimiento de la
agenda, planteado para ubicar los encuadres que los medios de comunicación emplean
para informar y establecer guías interpretativas sobre los acontecimientos políticos o
sociales, en sincronía con intereses y valores específicos (véase McCombs, 1972).
Sin embargo, el vínculo movimientos sociales y medios de comunicación masiva
también habilita a la pregunta por la fuente de las representaciones: ¿sólo provienen de
los medios de comunicación masiva? Después de más de cuarenta años, los
movimientos sociales no pueden esquivar su relación con los medios de comunicación,
De hecho, los mismos movimientos sociales han utilizado recursos como las radios
comunitarias, los carteles o las tecnologías de información y comunicación como
medios de comunicación alternativa que permiten producir contenidos por fuera del
mainstream de las corporaciones mediáticas y desde la posición de los activistas (Atton,
2010: 15).
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sociales y culturales.
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sobre todo en una época donde estos son parte fundamental de las dinámicas políticas,
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A la fecha, la relación de los movimientos sociales y los medios de comunicación sigue
vigente, se ha actualizado en la tensión entre las representaciones estigmatizantes y
bajo una lógica de criminalización auspiciadas por los actores políticos y las
corporaciones mediáticas y las autorepresentaciones de los activistas elaboradas a
través de sus propios medios y recursos.
Ejemplo de lo anterior son las dispares coberturas de los medios de comunicación
masiva nacional e internacional sobre las manifestaciones en México por el caso de la
desaparición de 43 estudiantes normalistas de la escuela Raúl Isidro Burgos de
Ayotzinapa en Iguala, Guerrero, el 26 de septiembre por parte de autoridades y policías
municipales, así como la delincuencia organizada. Sin embargo, como explicaré a lo
largo de este texto, el tema de la representación no es el único objeto de análisis en
relación a los movimientos sociales contemporáneos en cercanía con la comunicación.
Desde los estudios sobre los movimientos sociales, la atención a la
comunicación o los medios de comunicación se ha orientado básicamente a su función
dentro del intercambio de información entre los participantes del movimiento y hacia el
entorno exterior (Mattoni y Treré, 2014: 253-254), es decir, se ha enfocado de manera
parcial un fenómeno social que es más complejo, que trasciende la idea de
comunicación como transmisión de información.
En ese sentido, desde las experiencias de los participantes de los movimientos
sociales contemporáneos, es posible reconocer en las actividades de disidencia,
condición comunicativa y mediática, proceso que tiene su punto de partida en las
formas emergentes de intervenir el espacio público y de apropiarse de plataformas
digitales e interactivas por parte de sus participantes.
Por lo anterior, en este texto presento algunas reflexiones e ideas sobre las
disidencias políticas juveniles y los procesos de comunicación que son parte de ellas, es
decir, intento aproximarme a la dimensión comunicacional de las experiencias de
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resistencia y movilización una serie de prácticas sociopolíticas que alcanzan una
Página
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posicionamiento sociopolítico juvenil frente a los actores políticos y económicos. Las
reflexiones mantendrán como referente la diversidad de expresiones sociopolíticas del
México contemporáneo desarrolladas desde la irrupción del movimiento #YoSoy132 y la
aparición de otras formas de resistencia y movilización articuladas desde la lógica de los
colectivos.
De las disidencias políticas juveniles
En México se percibe una coyuntura de participación política frente a los malestares y
agravios que aquejan a la sociedad, sea la falta de legitimidad de los gobiernos y el
colapso de la representatividad de los partidos políticos, la corrupción e impunidad de
las instituciones y los actores políticos, las políticas económicas que producen 60
millones de pobres, desigualdad social y precarización, los escenarios de violencia que
colocan en vulnerabilidad a la población o las estrategias políticas represivas como
solución a las expresiones de disidencia ciudadana.
La coyuntura de participación política se conforma de diversos contextos
(espacios y tiempos), alude a un escenario de prácticas de resistencia y movilización, y
se nutre de múltiples trayectorias de actores sociales, como activistas con experiencia,
activistas emergentes o participantes ocasionales, quienes conforman grupos o
colectivos definidos por una clara identidad generacional, una flexibilidad en la
Destaca en primer lugar el contexto anterior a 2012: el activismo con experiencia
en movimientos sociales de impronta tradicional (apoyo al zapatismo, por ejemplo), los
colectivos de derechos humanos, los grupos organizados en torno a la violencia contra
periodistas, contra la violencia de género y la movilización No Más Violencia en 2009,
entre otros. Además, desde las plataformas digitales e interactivas la base crítica de
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de información y comunicación.
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pertenencia mediada por la causa por la que se lucha y una apropiación de tecnologías
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blogueros y tuiteros que se han conformado desde 2006 y las resistencias del
#VotoNulo e #InternetNecesario en 2009.
En segundo lugar, el breve e incipiente Occupy México en 2011, y el movimiento
#YoSoy132 en 2012, con su capacidad de conexión entre miles de jóvenes y estudiantes,
así como amplios sectores de la sociedad a nivel nacional e internacional. Y finalmente,
el conjunto de colectivos que se han posicionado frente a una diversidad de causas
entre
2013
y 2014,
#NoMásPoderAlPoder,
como
la Operación 1Dmx,
#TodosSomosPolitécnico
y
#PosMeSalto, #YakiriLibre,
#TodosSomosAyotzinapa.
Es
indispensable señalar que estas experiencias de disidencia política, sobre todo a partir
del movimiento #YoSoy132, se benefician de las posibilidades de articulación local,
nacional y global que permiten los diversos dispositivos tecnológicos para establecer
acciones colectivas frente a los actores políticos y económicos.
En ese sentido, los elementos clave de la coyuntura actual aluden, por un lado, a
la “condición comunicacional contemporánea”, que puede entenderse como la
posibilidad de los actores sociales de trascender el papel de consumidores hacia el de
productores creativos, capaces de generar información sustantiva y contenidos
audiovisuales a través de distintas plataformas (Orozco, 2014a: 100).
Y por otro lado, la búsqueda de articulación entre activistas, colectivos y la
sociedad en general, para encausar la indignación compartida en formas de activación
política en múltiples niveles: desde la organización de grupos, la convocatoria a
Es importante señalar que la disidencia política juvenil y su apropiación de
tecnologías de información y comunicación poco tiene que ver con la reducción de la
participación política a las experiencias de ciudadanía digital (Mossberger, Tolbert y
McNeal, 2008) o el ciberactivismo (Tascón y Quintana, 2012), las trascienden en la
medida en que el uso de la tecnología es estratégico, ya sea para convocar a una
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redes sociales y la asistencia a manifestaciones.
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marchas y protestas, el diseño de propuestas para intervenir el espacio público y las
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protesta, registrar lo que sucede en la misma o difundir contenidos en redes sociales,
es decir, un activismo combinado que recupera las ventajas de la auto-emisión y las
incorpora a la intervención del espacio público desde el cuerpo (Reguillo, 2014).
Por último, es indispensable señalar que estas expresiones sociopolíticas
pueden reconocerse como parte de una insurrección global que se conforma de un
ciclo de protestas a nivel mundial (Rovira, 2014) que confrontan a los gobiernos o los
actores económicos. Como parte de este escenario destaca el movimiento estudiantil
chileno (2006 y 2011), la revuelta en Egipto (2011), el movimiento de los jóvenes
indocumentados (2010) y Occupy Wall Street (2011) en Estados Unidos, los indignados
españoles (2011), las movilizaciones en Brasil (2013) y recientemente la resistencia
juvenil en Hong Kong (2014).
De la cultura audiovisual y mediática
Hoy en día se reconoce que los medios de comunicación tuvieron especial participación
e injerencia en la conformación de las sociedades modernas, recreando la transmisión
cultural de formas simbólicas al definir la producción e intercambio de información
entre sujetos y estableciendo nuevas experiencias de interacción entre ellos y los
entornos sociales (Thompson, 1998: 25-26).
Además, los medios de comunicación también se constituyeron como una
la mediatización, que reconfigura las prácticas sociales, las interacciones y la vida
cotidiana en general (Lundby, 2009).
Otro proceso en donde las redes globales de comunicación participan de
manera importante es el del consumo cultural de imágenes e ideas a partir de los cuales
la población juvenil conforma algunos de sus referentes identitarios, a los cuales los
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los procesos de interacción a nivel societal e imprimirles su sello distintivo: la lógica de
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esfera social a la par de la política o la económica, con autonomía para relacionarse con
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jóvenes dotan de sentido en contextos concretos, recreando así valores y significados
incorporados a sus relaciones entre pares (Reguillo, 2012: 54-55).
Esta cultura de la visualidad, como también podríamos llamarle a la sociedad
mediatizada y de consumo en la que vivimos, es el marco cultural del que son parte los
jóvenes que se colocan como ciudadanos en pleno uso de sus derechos políticos, una
ciudadanía comunicacional que está obligada a interpretar esas visualidades, puesto
que el interés y el actuar en lo público no tienen sus raíces en la política formal (Rocha,
2010: 23-25).
Estos son tres ejes que tensionan la configuración de las culturas, resistencias y
movilizaciones juveniles en la actualidad, entre otras. De ahí, que las interpretaciones
sobre este fenómeno social y comunicacional sociopolítico deba incluir las
interrelaciones entre la participación y el consumo, la cultura audiovisual-mediática y el
compromiso político, los afectos y lo lúdico, escenarios desde donde se conforma el
sujeto juvenil.
Las disidencias políticas juveniles desde la comunicación
Los sujetos que identifico como activistas, y que conforman los colectivos y
movimientos sociales contemporáneos, los reconozco como actores sociales con
capacidad de agencia, que producen y reproducen prácticas sociales en espacios y
Los actores sociales de la disidencia política representan formas de participación
que incluyen el desarrollo de acciones colectivas como protestas y acciones directas,
así como la creación y difusión de contenidos a través de las plataformas digitales e
interactivas. Esto alude a capacidades y saberes juveniles utilizados para intervenir el
espacio público que les dan visibilidad como agentes del cambio social.
Página
constreñimiento, proceso dialéctico entre la acción y el orden social (Giddens, 1991).
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tiempos concretos en contextos estructurados definidos por cierto carácter de
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La aproximación a la disidencia política juvenil y el activismo combinado desde
una noción de comunicación que trascienda la idea de transmisión de información o
mensajes, debe instalarse en una perspectiva sociocultural que se acerque al enfoque
sobre el poder, es decir, una definición que se constituya de las dimensiones de
interacción, sentido y poder.
La comunicación articula las representaciones de la realidad social y los
significados que orientan las acciones de las personas como individuos o colectivos, en
ese sentido, vincula la mediación de la agencia humana con la estructura social (Jensen,
2010: 13). Desde el concepto de interacción, de índole sociológica, la comunicación
permite acercarse al entendimiento de las relaciones sociales en donde tienen lugar
procesos de significación (véase Peters, 2014: 26).
Por otra parte, una de las recientes definiciones de poder, sugiere su definición
como relación y no como atributo, eso implica que el poder se construye y reproduce
en las relaciones sociales que se establecen por medio de procesos comunicativos de
intercambio de información y significados (Castells, 2012a: 72-77), es decir, ámbitos de
poder que se recrean comunicativamente.
Y dado que las experiencias de resistencia y movilización son mediadas y
potenciadas tecnológicamente, una coartada clave es reorientar la comunicación hacia
el proceso de mediación que posibilita la acción comunicativa y las representaciones
sociales, pero que permite ubicar las interrelaciones entre las prácticas sociales, los
Por otro lado, es importante considerar la asociación de la interacción y la
interactividad para captar la forma en que los actores sociales se apropian de las
tecnologías de información y comunicación con fines sociopolíticos, es decir, la manera
en que los individuos se comunican a través de internet, con otros medios, entre ellos y
con la sociedad en general (Jensen, 2010: 53-54).
Página
Lievrouw, 2006: 8-9).
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acuerdos sociales y las características del artefacto tecnológico (Livinsgtone y
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El proceso de interactividad para enfocar la relación entre actores sociales e
internet se conforma de las dimensiones individual, situacional, institucional y
tecnológica, de tal manera que dicha relación tiene un anclaje contextual (espacio y
tiempo), parte de las prácticas sociales e incorpora las características del referente
tecnológico (véase Avalos, 2011a y 2011b).
La asociación interacción-interactividad también puede reconocerse como la
autocomunicación de masas, caracterizada por su alcance hacia audiencias globales,
por la producción individualizada y la selección de sus receptores. Esta forma de
comunicación interactiva confiere a los actores sociales el control de los procesos de
comunicación dentro de una cultura de autonomía, donde producen y compartir
contenidos en el espacio público a través de códigos y valores que son parte de su
causa (Castells, 2012a: 88).
Sobre las autorepresentaciones
Las representaciones podemos entenderlas como las estructuras de comprensión a
través de la cual los sujetos miran al mundo, son portadoras de significados que se
materializan a través del uso del lenguaje, sea escrito, visual, auditivo o corporal
(Victoriano y Darrigrandi, 2009: 250).
Los medios de comunicación, donde destaca de manera importante la
televisión, producen representaciones de la realidad con criterios de selección y
interpretar la realidad a partir de representaciones (Orozco, 2014b), que incorporan
ideas e intereses asociados a las corporaciones mediáticas, la esfera política, y los
capitales económicos, etc.
Los colectivos de la disidencia política producen y difunden mensajes e
información respecto a su conformación, sus exigencias y soluciones a los problemas
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su cualidad de lo televisivo, es decir, la transformación del modo de concebir e
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producción, a partir de su potencial videotecnológico expresado en la instantaneidad, y
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sociales. En su intento por colocar códigos de sentido y valores asociados a su causa,
hacen uso de medios alternativos para tener visibilidad en el espacio público. Esas
autorepresentaciones disputan en términos comunicacionales, confrontan a los actores
políticos y tensionan la construcción del imaginario social respecto a la problemática o
conflicto en su búsqueda por incorporar al resto de la sociedad.
Los contenidos producidos por los actores sociales transitan por las plataformas
digitales e interactivas, imágenes, videos y textos que construyen el registro de las
acciones colectivas, desde donde buscan visibilizar otra narrativa modelada por sus
valores e ideales. En algunos casos, este relato es recuperado por los medios de
comunicación masiva, y en otros, fluyen solamente por vías alternativas, llegando a las
audiencias y los actores sociales que utilizan internet a escala local, nacional y global.
Lo anterior se debe a la convergencia de medios digitales e interactivos y
dispositivos tecnológicos que generan nuevos géneros, plataformas y formas de
comunicación que redefinen la participación de los actores sociales con y a través de
los medios de comunicación. Este escenario, permite la creación comunicativa a partir
de medios alternativos que incorporan proyectos políticos de nuevos medios,
culturales o de activismo artístico que desafían la hegemonía (Lievrouw, 2011: 1-19).
Sobre las prácticas comunicativas
comprender la dinámica social sin perder de vista la agencia de los actores sociales
dentro de la estructura social (véase Giddens, 1991). Desde los estudios de juventud,
también se sugiere indispensable hacer la lectura de las prácticas a partir de dos
dimensiones fundamentales: la situacional, el análisis intragrupal y las adscripciones
identitarias, y la contextual relacional, el marco estructural donde las prácticas sociales
tienen lugar y su historicidad (Reguillo, 2012: 74-75).
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Enfocar la aproximación analítica hacia las prácticas sociales es un recurso para
Página
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Las prácticas socioculturales pueden ser entendidas como la convergencia de
dos trayectorias: los soportes materiales y la capacidad de incorporación cognitiva de
los actores sociales. Esta concepción permite comprender la resignificación de los
mensajes y significados a partir de los distintos escenarios en donde el actor social
realiza sus negociaciones de sentido (González, 2003).
En ese sentido, dichas prácticas socioculturales podemos entenderlas también
como comunicativas dentro de la interacción social e interactividad, en la primera,
como los recursos para orientar la acción, el intercambio comunicativo, la interacción
social y la producción de sentido, en la segunda, como prácticas de intercambio de
información, consulta, alocución, registro y conversación (Bordewijk y Kaam, 1986
citados en Jensen, 2010: 118-119), en marcos de procesos sincrónicos y asincrónicos de
comunicación.
En el marco de la disidencia política juvenil, es posible reconocer una asociación
entre prácticas sociales, prácticas comunicativas y prácticas de activismo mediático
(véase della Porta y Mattoni, 2014; Mattoni y Treré, 2014). Por un lado, las prácticas
sociales en el marco de las acciones colectivas pueden identificarse como: prácticas de
participación en acciones directas, protestas y movilizaciones; prácticas de
organización, que permiten planear reuniones de trabajo y coordinar acciones;
prácticas de protesta, que permiten desarrollar las acciones de disidencia en el espacio
público; y prácticas simbólicas, que remiten a los discursos, las reflexiones, los
Por otro lado, las prácticas sociales convergen con prácticas de comunicación,
que permiten observar los procesos de comunicación en una diversidad de situaciones
y contextos concretos. En el marco de la disidencia política y los movimientos sociales
contemporáneos, las prácticas de comunicación tienen lugar en las interacciones al
interior de los colectivos y los grupos que se organizan para desarrollar acciones
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movilizaciones (Mattoni y Treré, 2014: 259).
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significados e interpretaciones de los temas centrales dentro de las resistencias y
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colectivas, pero también hacia el exterior, cuando interactúan con otros actores
sociales de la sociedad en la búsqueda de difundir sus actividades y mensajes.
Es precisamente, la interacción vía difusión de contenidos producidos por medio
de medios alternativos o plataformas digitales e interactivas, la condición que permite
que las prácticas de comunicación puedan ser llamadas prácticas mediáticas del
activismo, por su carácter creativo y empleo recurrente, mediante las cuales los
activistas participan en interacciones con otros actores sociales en el entorno
mediático más amplio (Mattoni y Treré, 2014: 259).
Cabe
destacar
que
las
prácticas
mediáticas
del
activismo,
siempre
socioculturales y comunicativas, se relacionan con procesos de mediación, relación que
potencia la producción, circulación e interpretación de contenidos vinculados (Mattoni
y Treré, 2014: 260), pero sobre todo, posibilita enmarcar las prácticas en acuerdos,
valoraciones e ideas compartidas al interior de los colectivos y acercarnos a la
composición digital y multimedia de dichos contenidos.
¿Disputar comunicacionalmente?
La comunicación forma parte de los procesos de conformación y difusión de las
acciones colectivas de disidencia política, ya sea como recurso en el intercambio de
información para la organización o en la proyección mediática de sus valores e ideas.
los actores políticos pero también como una disputa comunicacional.
Esta ambivalencia, se configura desde los saberes, competencias y habilidades
que los sujetos juveniles practican en los entornos de la cultura audiovisual y mediática
y se incorpora a los posicionamientos sociopolíticos, imprimiéndoles creatividad,
nuevas estéticas, reglas y normas emergentes, así como nuevas características al
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experiencias juveniles pueden ser reconocidas como una disputa sociopolítica frente a
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Además, en el marco de los conflictos y problemáticas contemporáneas, las
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proceso inherente de interlocución e interpelación. Esto último tiene que ver
directamente con la redefinición del pacto comunicacional entre los actores sociales y
los medios digitales e interactivos que se constituye de categorías de sentido, propias
de la apropiación de la interactividad, lo digital, lo multimedia y la reticularidad, como
compartir contenidos, discernir entre diferentes informaciones y entornos dentro de
internet, entre otras.
Algunos ejemplos de estas nuevas formas de disputar comunicacionalmente y
solicitar la participación de la sociedad podemos encontrarlos en los contenidos
producidos por los participantes de los movimientos sociales contemporáneos, quienes
poseen una clara noción de la importancia de lo mediático.
En 2012, el antecedente fundacional del movimiento #YoSoy132 fue la creación
de un video por parte de los alumnos de la Universidad Iberoamericana, para colocar su
autorepresentación como estudiantes críticos y conscientes frente a la representación
que los actores políticos colocaban en el espacio público sobre ellos (véase Imagen 1).
Los estudiantes recibieron acusaciones que los señalaban como acarreados y porros
por los acontecimientos que tuvieron lugar en la visita a su universidad de Peña Nieto,
candidato del PRI a la presidencia de México (para conocer los testimonios de los
Página
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jóvenes estudiantes, véase Muñoz, 2012: 47-59).
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Imagen 1. Video de la réplica de estudiantes de la UIA al PRI.
Fuente: YouTube, 2012.
El video, publicado en YouTube por los estudiantes, titulado “131 Alumnos de la Ibero
responden”, cuenta con más de un millón de vistas, alrededor de 20 mil likes y casi
ocho mil comentarios, en uno de los diversos canales en donde se presentó. El material
audiovisual, compartido miles de veces vía Twitter alcanzando condición de viralidad,
inicia con las declaraciones de un vocero de uno de los partidos políticos que
entre los 30 y 35 años. En un segundo momento, el video anuncia el derecho de réplica
y 131 voces declaran: “Somos estudiantes de la Ibero, no acarreados, no porros, y nadie
nos entrenó para nada”.
Otro ejemplo remite a la resistencia frente a la Ley en Telecomunicaciones en
México en 2014, que promovía un sesgo de censura a las libertades de expresión y sus
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y como miembros de esa comunidad educativa, afirmando que sus edades oscilaban
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integraban la alianza junto con el PRI, quien desconoció a los estudiantes como jóvenes
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consecuencias en el derecho a la manifestación ante la propuesta de limitar la conexión
a internet en espacios determinados a criterio del gobierno y el almacenamiento de
datos personales. En el marco de ese escenario, el colectivo Once Once produjo y
difundió cuatro videos en formato stand up comedy para fortalecer la campaña contra
la denominada #LeyTelecom, contenidos que representan las nuevas formas de
confrontar e interpelar a los actores políticos y conectar con el resto de la sociedad
(véase Imagen 2).
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Imagen 2. Video stand up comedy contra LeyTelecom.
Fuente: YouTube, 2014.
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Destacan los videos Los anuncios ERROR 404 #DemocracyNotFound, donde se
presentaba el argumento sobre la necesidad de los medios sociales frente a la
comunicación oficial del gobierno, acompañado de la leyenda: “No permitamos que
pase en internet lo mismo que en la TV”; y Mi novio celoso ERROR 404
#DemocracyNotFoundMx que aludía al propósito de censura del gobierno federal.2
Los recursos empleados en las plataformas digitales e interactivas (imágenes,
videos) se complementan con la intervención del espacio público en las protestas y
acciones directas (presencia en la calle, carteles, mantas, performances), tanto los
contenidos digitales como el registro de las acciones colectivas, son difundidos vía
Twitter con la finalidad de generar difusión a escala local, nacional y global la diversidad
de expresiones.
En el marco de la resistencia y movilización de todo el país por la exigencia de
justicia en el caso Ayotzinapa, algunos colectivos han empleado Twitter y otros
programas complementarios, que funcionan como herramientas para intervenir las
interacciones en las redes sociales e intentar conectar con otros actores sociales (véase
Página
330
Imagen 3).
2
Los videos fueron elaborados por ERROR 404 Producciones y el Frente Autónomo Audiovisual y
difundidos en el canal Imágenes en rebeldía de YouTube del 4 al 11 de junio.
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Imagen 3. Visualización de red de interacciones en Twitter previo al paro activo de
ITESO en apoyo de Ayotzinapa.
Fuente: Colectivo Másde131ITESO, 2014.
El uso estratégico de la tecnología, en el caso de Twitter, alude a la capacidad de
monitorear y ajustar los referentes vinculantes (hashtags) que permiten integrar
diversas expresiones en una categoría, en la medida en que se desarrollan
interacciones en tiempo real entre los usuarios. Pero también, a la posibilidad de
procesar los datos respecto a las interacciones para conocer los alcances de las
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articulaciones de quienes participaron en ellas (véase Imagen 4).
Página
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Imagen 4. Visualización de red de interacciones en Twitter en relación al paro activo de
ITESO en apoyo a Ayotzinapa.
Fuente: Colectivo Másde131ITESO, 2014.
En ese sentido, se pueden construir gráficos en forma de redes que visibilizan las
cuentas de usuarios (nodos) en torno a las cuales se conformaron las interacciones,
estableciendo las relaciones con otros usuarios, y las densidades de la participación
desde estas plataformas.
y la disidencia política juvenil es necesario articular conceptos como comunicación,
interacción social, sentido y poder para conformar una plataforma heurística que nos
aproxime a este objeto de estudio desde el análisis de las prácticas socioculturales,
comunicativas y mediáticas del activismo. Y ante la mediación tecnológica, esta
perspectiva debe incluir otros conceptos como interactividad y autocomunicación de
Página
Para pensar la dimensión comunicacional de los movimientos sociales contemporáneos
332
Notas finales
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masas, que permite establecer desde las agencias de los actores sociales del activismo
una mirada sobre los posicionamientos sociopolíticos.
Los saberes y competencias de los actores sociales jóvenes utilizados fuera y
dentro de los entornos tecnológicos y mediáticos para convocar, organizarse y
desarrollar acciones colectivas de disidencia (activismo combinado) aluden a formas de
participación donde estos son productores y receptores de contenidos. Estos roles
dentro de los procesos de comunicación remiten a un entorno de convergencia
tecnológico y cultural donde el crear y compartir son nociones clave que el activismo
ejercita en sus expresiones contrahegemónicas.
En ese sentido, podemos entender que la disidencia política juvenil se recrea en
diversas culturas de participación, donde formas de colectividad, por la participación de
grupos de personas; de apertura, por la posibilidad de que se sumen nuevas
contribuciones a lo que se ha producido; y de posesión abierta, donde los contenidos
son liberados en internet y pueden ser recuperados por una diversidad de activistas y
no activistas. Estas culturas de participación generan espacios de oposición a las
culturas dominantes asociadas a la política formal y las formas de operar de las
corporaciones mediáticas (della Porta y Mattoni, 2014:176-177).
Por ello, la comunicación deja de ser un asunto superficial dentro de los
fenómenos sociales, y se desplaza al centro de las dinámicas socioculturales y políticas,
asunto que implica, de manera particular, la posibilidad de profundizar interpretativa y
Tarea que obliga a recuperar los avances en el estudio de la comunicación que
visibilizan las agencias de las audiencias y los actores sociales, así como sus formas de
participación en los entornos de la convergencia tecnológica y cultural (Orozco, 2012).
Pero también los estudios juveniles (Reguillo, 2012; Valenzuela, 2012), los movimientos
sociales red (Castells, 2012a y 2012b) y los nuevos medios (Livingstone y Lievrouw,
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contemporáneos.
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analíticamente el tema de la disidencia política juvenil y los movimientos sociales
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2006), siempre desde una perspectiva no determinista y sociocéntrica de lo
Página
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tecnológico (Orozco, 2007).
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