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Ensayando sobre trascendencia que aunque no se nombre es búsqueda, sospecha desde mirada externa… tal vez solo reflejos de la interna. LOS AGUJEROS NEGROS Andan por ahí en el espacio de a montones… haciendo sus cosas esos agujeros. Negros porque no se ven… pero además porque no se sabe mucho de ellos y la imaginación lleva a lugares mágicos. ¿Ventanas que conectan planos entre dimensiones? Los están investigando aunque hasta los más avezados todavía no los llegan a descifrar. No hay ley o expresión matemática que los explique. Se les aproximan un poco pero a partir de un límite no se sabe… por eso construyen anillo gigante bajo la tierra, para reproducir en pequeña escala fenómenos similares y así poder estudiar más de cerca el fenómeno. No es poca cosa, los agujeros son mucho más poderosos que simples puntitos de incertidumbre en la inmensidad universal. Casi nada de espacio ocupan entre miles de millones de estrellas… pero no son poca cosa. Ahora saben que no se sabe mucho del Universo. Saben que lo conocido es mucho menos que lo por conocer. Sólo un 10% del total observable es conocido. El 90% restante le llaman materia y energía oscuras, actúan pero no se sabe porqué. Los agujeros suelen encontrarse en los centros galácticos. Inmensos conglomerados de estrellas agrupadas en sistemas. Nuestra Via Lactea es una espiral conformada por miles de millones de estrellas que se va condensando hacia el centro y nuestro diminuto “Sol” se ubica en un brazo alejado del centro. Parece que estos agujeros son los responsables de mantener a las estrellas hermanadas en las maravillosas y variadas configuraciones galácticas, cientos de miles con miles de millones de soles que te hacen pensar en una exquisita sensibilidad de su creador. ¡Nada está fijo!!Nada está quieto! Todo va en permanente transformación… aunque creamos que hay permanencia eterna en el imperturbable firmamento salpicado de fijas estrellas en las noches de inspiración. ¡Viajamos a altísima velocidad! Ni suelo ni de lo que estamos hechos permanece… A cada instante se modifica y ya no es para ser otra cosa. Mas que decir somos… debiéramos decir: vamos siendo. Y las estrellas… soles de gas calentísimo de tamaño imposible de imaginar en combustión permanente, millones de bombas nucleares que estallan simultáneas… mientras lento se van condensando hacia su centro, a cada instante. Gigantescas fábricas de los elementos que componen el Universo, los de la tablita de Don Dimitri Mendeleiev. Las estrellas, como nuestro sol, nacen, viven un tiempo y luego mueren… y eso depende de su tamaño. Diferente les pasa, no todas terminan igual. Algunas como frías rocas, cascotes inservibles sin influencia y otras tan poderosas que explotan convirtiéndose en algo diminuto que no sabe brillar. Las Supernovas… porque estrellas hay de todo tipo: gigantes, enanas, blancas, marrones, etc. Son inmensas bolas de fuego, miles de veces más grandes que el más grande entre nosotros, astro rey de nuestro mundo, que comparado con ellas es tímido y templado nuestro pequeño sol. Tan grandes y pesadas son que comienzan a caerse hacia dentro de si mismas concentrándose en pesadísimo espacio. Dicen que una cucharadita del plasma de que están hechas pesaría más que setecientos elefantes. Tanto se aprietan que implosionan extraordinariamente iluminando los rincones más alejados del universo esparciendo la materia con la que luego se formarán nuevos sistemas. Pero algo queda de ellas… que no se sabe bien que es, pero de gran poder… un puntito más pequeño que cabeza de alfiler… con fuerza tal que todo gira a su alrededor. Tan poderoso centro que ni la luz escapa haciéndose opaco ante la mirada. Embudo que todo se traga. En los aceleradores de partículas, esos anillos gigantes… cuando hacen chocar diminutas partículas a altísima velocidad se observa que no todo se transforma, hay una parte de la energía que se pierde, contradiciendo la ley universal y eso se busca medir. Como si hubiera algún salto de energía que no se sabe adonde va y ya no es de aquí. Todo y todos estamos hechos de lo mismo, en todas partes y por todos lados hay de lo mismo. Somos polvo de estrellas que en diferente grado de evolución se manifiesta, es energía que se expande generando vida. Esa vida que en nosotros a lo largo de múltiples cambios y transformación llega a verse a sí misma. Toma conciencia y actúa con intención y a veces en contra de lo que vida le dio. Violencia y destrucción. Llamare a esto: la tesis del sol propio. Como estrellas –unipersonales- que vivimos en relación con todo lo demás. ¿Pero que tipo de estrella seré? Hace tiempo en un lugar llamado Hollywood ya inventaron eso. Que por luminoso y destacado entre lo común resulta ser: una estrella. Muchos quieren llegar a ser ellas, pero no se ha visto mucho de interesante cuando se aproxima a su final. A eso que se le llama éxito y luz, en pantalla… dura lo que dura un gas. Tal vez habría que dar vuelta a la mirada… para adentro. Con los ojos del alma buscar el centro. Sensibles para sentirnos si crece o desaparece… eso que da luz. Observar lo que nos da la vida, el sol de adentro, si irradia u oscurece. Cuando doy desinteresado me ilumino desde adentro pero también esa luz irradia afuera, es la fuerza, el entusiasmo que contagia vida en los demás. Y cuando especulo, en frío cálculo buscando solo el para mí, veo la diferencia. A veces, sin saberlo porque no busco eso, cuando en fidelidad y humildad me siento, bien conmigo y con los otros, explota la supernova adentro. Y cuando lo busco ya no lo encuentro. Y aunque sin la luz de adentro a veces queremos ser sol, obligaremos a los demás darnos vueltas para que a nuestro servicio estén y el temor reina en las tinieblas, y la violencia es el método, que destruye sentido a contrapelo de la vida generando dolor que otros pagarán. Los vacíos más grandes adentro están, que al pretender llenar se abisman aun más… Y te enfermas. Queriendo llenar y más vacío habrá… solo oscuridad. Tal vez la luz sea indicador ante elevada propuesta y el ciclotrón encienda acelerando energía que en el corazón de estrella explota transmutando en esencia… Tal ves ese universo que miramos fuera sea espejo del alma. Reflejos de una realidad aun más verdadera. Tal ves alguien sí entienda de ese 90% que se desconoce afuera. Y no me lastimas Soberbia, cuando te escucho: Fe, como invisible e inexplicable fuerza que algunos ya anunciaron movía montañas, pero que otros la impusieron con traicionera estupidez. “…No te opongas a la presión de la luz. Absorbe la luz como si fuera un viento…” (Silo). Rauly. Marzo 2010