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La aparición del fenómeno beatnik y hippie, con sus oscuras connotaciones de sexo y droga, dio al traste con la ¡dea feliz de este tipo de revistas. La música pop fue progresivamente más reacia a seguir el juego de la domesticación, que languideció melancólicamente a la sombra de Üdo Jürgens o Ciquola Cinquetti. Cuando el desfase fue total, las revistas de moda hubieron de renunciar a su juego y adaptarse a las circunstancias. Las publicaciones como Fans dejaron paso a otros intentos más o menos tímidos de rendir una información más veraz en sólida alianza con las casas discográficas. Sin embargo, la música pop arrastrará siempre el lastre de esa fase inicial de divulgación en la que fue reducida a un apéndice rosa de las jóvenes sensibles. Los Beatles no podrán evitar seguir siendo los ángeles de la guarda que velaban los sueños del dormitorio adolescente con su sonrisa feliz. Nadie podrá borrar su simpática faz del subconsciente cultural de nuestra época. Las revistas En el momento en que la música pop significó un impacto para la juventud española, los medios de información al uso se cuidaron bastante de intentar una aproximación seria. Únicamente un medio informativo se consagró exclusivamente a la música ye-yé: las revistas. Entre las diversas publicaciones que se han dedicado a la «música moderna», tal vez la que llegó a ser más sospechosa fue Fans, revista que gozó de sólida popularidad y que durante un tiempo canalizó los impulsos todavía inexplorados de la juventud amante de la música. Fans fue un ejemplo luminoso de la manipulación primitiva de las modas jóvenes. Comenzó siendo una revista para «señoritas» que, bajo el pretexto de divulgar los milagros de los héroes musicales del momento, incluía un fotorromance protagonizado por cantantes de moda, un aberrante consultorio sentimental y una sección de cartas en las que las fans disputaban acerca de las excelencias de sus ídolos. Él posterior desarrollo de la revista simuló una especialización musical, pero siempre desde su peculiar óptica. La información que se ofrecía a los jóvenes se basaba exclusivamente en alimentar la mitología barata de los héroes de la canción. Los cantantes relataban su vida, sus preferencias y sus pasatiempos favoritos. La dimensión musical de la revista, como la de otras, fue prácticamente inexistente; en el fondo, continuaba siendo una velada educación, sentimental basada en la música como expresión de las modas del histérico acné juvenil. Los grandes nombres del pop se sucedieron sin más trascendencia que la bondad de sus facciones o la curiosidad de sus atuendos. E! mundo de invernadero en el que nacieron los primeros intentos musicales de lo pop ha desaparecido hace años. La música surge y se extiende por la calle, relata y se inscribe en la verdadera problemática de la juventud. Las letras han dejado de ser una repetición de moldes vacíos o sensibleros'para hablar directamente y en un tono casi confidencial al , público. La música pop ha asumido un papel decisivo en la comunicación entre la juventud, llegando a proponer nuevas maneras de sentir la vida. Ante ello, los trucajes comerciales han tenido que adecuarse a las nuevas circunstancias y abandonar sus anteriores descubrimientos. Hoy, la música pop ha dejado de ser un fenómeno unitario, y el aparato comercial se ha resentido en ello. La era de las revistas como Fans ha pasado a la historia, y con ellas la visión trucada de un monstruoso «Viva la gente» domesticado y pulcro.