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El Moto Bazar fue a jugar hasta Italia.
A día de hoy, es el equipo de formación
de Vilagarcía que más lejos ha jugado en
la historia. Es otra realidad. Salimos el
día 1 de 1996 a las 5 de la mañana.
Marcos
Dávila
y
Jordi
Aragonés,
se
cambiaron el traje directamente para
subirse al autobús y hacer, tropecientas
horas
en
busca
de
excelente
torneo,
terceros,
pero
experiencia
fue
lo
Venecia.
donde
un
quedamos
mejor
disfrutar
Fue
de
de
esta
un
día
previo a Reyes, en plena ciudad de
veneciana, con nieve. Es algo que no se
le olvidará nunca a Rocío y a Noly…
Planteamos hacer un torneo en Semana Santa. Era Abril y un mes antes,
Benjamín Rey, que llevaba apartado varios años del baloncesto, fue
convencido y abordado en su moto (casco incluido como siempre) para que
nos echara una mano en busca de dinero para organizar aquella devolución
de visita.
La Rucker, equipo de Fabio Trolese esa temporada, no pudo acudir por
problemas económicos. No tenían dinero para el viaje. Nosotros, acabamos
de pagar el autobús de Pereira con el cual habíamos ido a Italia, al concluir
la segunda edición del torneo, gracias a la Diputación de Pontevedra, y
usamos su subvención de forma íntegra para pagar lo que faltaba.
Exactamente,
300.000
pesetas
de
aquel
momento.
(1.800
euros
actuales).
Fernando Salgado escribía deportes en La Voz de Galicia (no existía el
Diario de Arousa y Faro de Vigo todavía no tenía su edición local). Por eso,
todas las noticias de nuestro deportes pasaban por la redacción de La Voz
o Radio Arosa. Fernando nos dio la primera gran galería del torneo,
indicando que 20 años después el pabellón de la Policía había vuelto acoger
un acontecimiento de baloncesto. Fue, tal vez, el primer alegrón del
campeonato.
Fuimos unos osados. Simón Sabariz, segundo de a bordo en la Policía
Nacional en aquel momento, nos dejó urgar. Sacamos carteles del torneo,
sin tener permiso para jugar allí. Pero entre él y Enrique León, efímero
alcalde de Vilagarcía años más tarde, lograron que pudiéramos comenzar un
camino. Y eso que Simón, no es de nuestra cuerda…más bien lo contrario.
Bueno, que logramos hacer un torneo internacional, no sólo con equipos
portugueses (¡menos mal que nos queda Portugal!), sino que también el
Fantuzzi Perdenone de Italia estuve presente. El conjunto transalpino llegó
a la final frente al Elmar León, primer campeón de la Basket Cup. ¡Cuántas
veces se habla de torneo internacional son solo equipos de Portugal!
Cuando en la décima edición, León volvío al torneo, el director deportivo
del club, un tío de excepción, Joaquín Rodríguez, reunió a sus chicos nada
más llegar a Fontecarmoa. Era el segundo año de las banderolas de los
campeones colgadas en el pabellón. En fin, que los reunió, lez hizo ver que
los nombres que había a su lado y logró emocionar al equipo. Como
siempre, León respondió a un gran nivel.
Volvemos al 96. Fernando Salgado comentaba, con acierto, que además de
ver baloncesto en el pabellón de la rúa Castelao, tras más de 20 años
cerrado al público, el torneo había sido diferente por un par de razones:
música y speaker. Miguel Ángel González (que en paz descanse) nos dejó un
bafle que tenía en el instituto de Carril (pesaba lo que no está escrito) y
con un simple radiocasette casero y una crack al micro, el ya mítico Pablo
Rebollo, la gente vio la esencia de la Basket Cup: música y basket. Esa es
la receta.
Vimos nacer la primera estrella del torneo, David García Peña, “Torpedero
Peña” como así la bautizó Pablo, un anotador sin igual en aquel momento
en la categoría cadete, que ahora juega en LEB BRONCE (por aquel
entonces) y que ha sido varios años uno de los máximos anotadores de la
LIGA EBA (cuando EBA era una Liga … ). Pablo lo bordó. Se quedó sin
voz, ronco, destrozado por el esfuerzo (no solo era de día) sino que de
noche él y Adrían, Will, Marcos, Jordi, cuando acabaron el torneo, cayeron
enfermos del esfuerzo. Había valido la pena.
Al acabar la segunda edición, Simón fue muy claro: el torneo no se puede
hacer más en el pabellón. Razones: seguridad. Lo que nosotros pensábamos,
que no querían que lo hiciéramos allí porque se llenaba. En 1997, con cinco
equipos masculinos (la Rucker presente) y cuatro femeninos, el pabellón no
daba para más y a Fontecarmoa, subían cuatro gatos… El tiempo siempre
da la razón y Simón hizo lo que debía.