Download teñido de textiles con tintes naturales

Document related concepts
Transcript
TEÑIDO DE TEXTILES CON
TINTES NATURALES
Taller de Tintes Naturales en la Comunidad Cora de Sta. Teresa, Nayarit.
EDUARDO TERRAZAS MATA
INTRODUCCIÓN
La posibilidad de conocer y transmitir el oficio de la tintorería nos ha llevado a
reflexionar sobre los pros y contras de poner en práctica las técnicas que giran alrededor
del mismo; por un lado, observamos que las tradiciones de los pueblos se pierden en el
contexto de la modernidad, y por otro, que hay una tendencia a explotar sólo los recursos
económicamente comerciales en el mundo mercantil, donde se olvida la importancia que
para los individuos y las comunidades posee la diversidad de fauna y flora de distintas
regiones que el hombre habita; las técnicas tradicionales que aprovechan dicha diversidad
han caído en desuso, pues no se aprecia un beneficio económico a corto plazo.
Sin embargo, las consecuencias negativas de esta visión se muestran alarmantes si
se hace un análisis del resultado de las estrategias productivas que en el contexto de las
sociedades modernas caracterizan a las acciones del hombre sobre la naturaleza. De
manera general, se incluirían como ejemplos la pérdida de la identidad de los pueblos y el
respeto por la naturaleza que los caracteriza, la disminución de tierras fértiles, cambios
importantes de los ciclos climáticos —sequías, inundaciones, etc.—, disminución y
contaminación de las fuentes de agua potable. En resumen, hablamos de la pérdida de
riqueza cultural y recursos naturales.
La necesidad de diversificar actividades y cultivos, ha motivado a muchos
investigadores a emprender labores de recopilación de información para el rescate de
oficios tradicionales. Mas limitarse a las técnicas para la extracción de tintes y su
aplicación en materiales diversos reduce la perspectiva del proceso; como complemento,
se requiere del conocimiento de acciones paralelas que tomen en cuenta todas las etapas
de producción de insumos relativos a la tintorería, y así trasladar esta experiencia hacia un
lugar común en que respetemos y hagamos un manejo respetuoso e integral de los
recursos naturales.
Son muchas las recetas escritas o transmitidas oralmente; empero, los elementos
que intervienen en la tintorería hacen de éste un oficio azaroso. Por ejemplo, el p.h. —
potencial de hidrógeno: grado de acidez o alcalinidad de un elemento— del agua utilizada
en la tintorería modificará el resultado de los colores obtenidos; también la calidad de las
plantas o tintes en relación con la época de recolección marcará diferencias notorias en
los resultados. Por ello es recomendable utilizar la imaginación, explotar las posibilidades
que tengamos a la mano y experimentar con todos los materiales, para de esta forma
enriquecer los conocimientos acerca de oficios y materiales en los que se puedan
incorporar los tintes naturales.
Por otra parte, hay alternativas tecnológicas que ayudan en gran medida a
desarrollar proyectos productivos en diferentes regiones del país, pero de acceso
imposible para algunas poblaciones. Por ejemplo, la utilización de hornillas de gas
constituye una costumbre que evita la quema de leña —menos contaminante, ahorra
tiempo de recolección a los productores y disminuye el consumo de material orgánico,
aprovechable para otros usos—; sin embargo, en muchas comunidades no existe la
posibilidad de contar con tanques de gas, ni con los servicios de suministro de este
combustible. La consideración de las disímiles circunstancias probables nos conduce a
pensar de antemano en las soluciones más adecuadas para cada uno de los casos en que
intentemos desarrollar un proyecto individual o colectivo. Hemos retomado información
de autores de gran experiencia en la materia; confiamos que los lectores aprovecharán
este texto para implementar de manera integral el oficio de la tintorería de acuerdo a sus
propios medios y posibilidades.
Este manual ha sido elaborado tomando en cuenta los conocimientos adquiridos en
un taller casero de tintes naturales, viajes a diversas comunidades indígenas del país —en
donde se multiplican esfuerzos para adaptar el oficio a circunstancias adversas, como
sequías, pobreza, marginación, etc.—, y sobre todo, textos de grandes maestros en las
áreas que se abordan, para conformar una propuesta amplia y que la tintorería sea
sustentable y de uso racional para quienes la practiquen como una alternativa productiva.
Los elementos integrados en esta propuesta muestran sólo un esbozo de las
acciones encaminadas a producir adecuadamente algunos de los insumos que se utilizan
en los talleres de tintorería y a cuidar el medio ambiente. La falta de espacio en esta
modesta edición y la limitada información respecto a las opciones comprendidas en las
áreas agrícola y de creación de infraestructura, nos impide tratar o describir ampliamente
cada uno de los temas; la reflexión y el estudio de otras alternativas por parte del lector
redundarán en un manejo más adecuado del oficio.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LOS TINTES NATURALES
La utilización de los tintes naturales por parte del hombre se remonta a tiempos
prehistóricos; en aquellas lejanas épocas, los humanos primitivos se valían de lo que
encontraban en su medio natural para colorear pieles y tejidos. Los colorantes se extraían
de vegetales, minerales y animales por medio de la cocción o del contacto con los
materiales a teñir.
Entre los hallazgos arqueológicos que brindaron luz al conocimiento de estos
procedimientos tintóreos destacan los de Robenhausen (Suiza), que identifican el uso de
carbón, almagre y agallas de roble, muy probablemente complementados con la Rubia
tinctorum, la Reseda luteola y el Vaccinium myrtillus. Por otra parte, en la cueva
neolítica de Adaouste (Bouches-du Rhône, Francia) se encontraron fibras textiles teñidas
con quermes, insecto hermípedo de la familia Coccidae, del que se extraía uno de los
tintes rojo púrpura más famosos de la antigüedad. Por muchos años confundido con un
grano, posteriormente Plinio se refirió a él en los siguientes términos: “Este grano se
llama solecium, (gusanito) Hemos comprobado el uso de este grano y la manera de
prepararlo cuando hablamos del tinte púrpura...”
Coccidae
Respecto a los textiles, existen tres regiones que se distinguieron por su aportación
de fibras al orbe: La India con el algodón; el Extremo Oriente, con la seda, y Egipto, con
el lino.
En Egipto, el lino con que en un principio envolvían a las momias hace unos 6000
años era liso, pero posteriormente (tumba de Beni Hassan, 2500 años a C) mostraba
franjas de colores azul, marrón y ámbar —obtenidas en el primer caso de hojas de
Indigofera coerula e Isatis tinctoria, o con semillas de la acacia nilótica; y en los
segundos posiblemente de la Juglans regia. En otro contexto, según datos obtenidos, se
llegó a la conclusión de que también utilizaban los tintes en la medicina.
Isatis Tinctoria.
Sin embargo, quizá el descubrimiento más trascendente de esta civilización sea el
de los mordentes —quizá alumbre, potasa, salvado, orina humana— registrado por Plinio:
“En Egipto se practica un extraordinario procedimiento de colorear tejidos. Toman los
lienzos blancos y les aplican no los colores directamente, sino ciertas substancias o
medicamentos que tienen el poder de absorber o embeber el color, sin que en las telas así
tratadas se manifieste la menor señal de tintura con colorante...” Después de describir los
pasos posteriores añade: “...los lienzos quedan tan firmemente indelebles que resulta
imposible eliminarlos mediante el lavado.”
En India —país en que se cultivó el algodón desde siglos antes de nuestra era— se
utilizaba el batik, técnica original y complicada mediante la cual, después de tejer el
algodón en su color natural, lo teñían utilizando un pincel o pluma para dibujar
complicados motivos. O bien, protegían parte de la tela con cera o arcilla para que no
absorbiera en la primera tintada, y después de varios lavados y blanqueos efectuaban la
segunda, preservando nuevas zonas para posteriores tintadas. También usaron el método
“atar y teñir” y el estampado mediante pequeños bloques de madera.
El rojo lo obtenían de un insecto, el Coccus lacca (Cartheria lacca), cuyas
picaduras en las ramas de los árboles que los hospedaban producían una sustancia
transparente y resinosa que le envolvía. El “palo de laca” resultante proveía el tinte, a
través de una disolución de carbonato potásico.
Coccus Laca
Los asirios y babilonios también gozaron de gran fama por los colores de sus
tejidos —de lana, algodón, pelo de cabra y seda que importaban del Extremo Oriente—,
extraídos de un insecto similar a la cochinilla mexicana, de la Rubia tinctorum, el Isatis
tinctoria L., el Rhus coriaria L., el Crocus sativus, el Myrtus communis L. y el carbón. A
pesar de que no se conservan muestras de sus tejidos existen variadas referencias de su
quehacer tintóreo, como la de los poetas latinos, quienes hablaban de la Babylonica
stromata, un tipo de tapiz con figuras zoomorfas cuyo valor se tasaba de acuerdo con su
peso en oro.
Rubia tinctorum
Crocus sativus
Como testimonio del arte hebreo plasmado en atuendos ceremoniales, en el Éxodo
se encuentran numerosas referencias, como la que cita: “El ephod (vestidura sacerdotal)
lo harán de oro e hilo torzal de lino, púrpura violeta, púrpura escarlata y carmesí”. Sus
trajes se elaboraban a partir de los diferentes colores de la púrpura, y los secretos
relativos a su obtención se transmitían de generación en generación.
Se atribuye a los fenicios el haber sido los primeros en preparar el tinte de púrpura
en sus propias fábricas de Tiro, aproximadamente doce siglos antes de Cristo,
convirtiendo sus prendas en mercancía de enorme valor y símbolo de lujo y poder.
El tinte se extraía de una glándula secretora del murex —púrpura—, molusco
gasterópodo de la familia de los Murícidos; la substancia, primero incolora, mediante un
proceso de oxigenación al contacto con el aire, variaba del verde amarillento al púrpura,
pasando por el azul, por lo que, según la variedad y cantidad de moluscos y el momento
de interrupción en la fijación del tinte, se lograban diferentes colores. Su uso se extendió
por muchos territorios aledaños al Mediterráneo. Dentro de los dominios de Roma, las
telas teñidas con murex fueron exclusivas de los emperadores, incluso decretándose pena
de muerte —en el caso de Nerón— contra cualquier otro que osara llevarlas.
Murex
El uso de colorantes no estaba reservado a los textiles; sino que se aplicaba
también en la decoración corporal, práctica que en ocasiones constituyó su antecedente.
Las mujeres griegas teñían sus cabellos con plantas para lograr tonalidades amarillas. Esta
cultura aprendió el arte del teñido de los hindúes. Asimismo, los conquistadores del
Imperio Romano, al invadir Inglaterra, encontraron que los nativos decoraban sus cuerpos
de azul e incorporaron la utilización de los colores en sus fibras.
América aportó y asimiló, en tiempos de la Conquista, conocimientos en el terreno
de los colorantes que hoy perduran como resultado de una añeja tradición. Los antiguos
pobladores practicaban la cromatización de sus muertos: los teñían con tonos rojos en sus
rituales, para que el poder mágico del color les proporcionara la energía necesaria para
emprender el camino de la muerte. El arte de teñir data de antes del advenimiento de los
españoles, en una costumbre desarrollada a la par que el tejido y cuya finalidad se
abocaba a la diferenciación de las castas y la materialización de significados rituales y
cotidianos.
Huipil de la Malinche
En Colombia, los pobladores prehispánicos se protegían del sol y de las picaduras
de insectos mediante grasas y resinas untadas en su piel. En la cultura de los hipogeos de
tierra adentro se descubrieron pictografías con base en pigmentos naturales de
coloraciones blanca, negra, ocre y rojiza. Dos grupos se distinguieron por su labor textil:
los Muiscas y los Guanes, quienes elaboraban mantas de algodón pintadas con tintas
negras o rojas, que simbolizaban el nivel político, social y religioso de sus comunidades.
El oficio textil era exclusivo de las mujeres y se practicaba en rudimentarios telares de
cintura verticales u horizontales.
Conocedores de una primaria teoría del color, obtenían, mediante mezclas, nuevos
tintes. Así, para el café combinaban lejía y gamón; uvilla con aguacate y sal para el azul
verdoso, y el zumo de raque con yerbabuena y barro podrido para el negro. Aislaban
dibujos con almidones y barro, en una variante del batik hindú. Los Quimbayas,
conocidos por su cerámica decorada y policromada, empleaban rodillos para estampar sus
telas. Los Chibchas intercambiaban con los Tayrona colorantes de caracoles marinos.
Cultura Quimbaya
El color, para la sociedad Muisca, era vehículo de diferenciación. Las gentes de
posición alta vestían mantas con ornamentos de oro; el pueblo, los colores naturales de
las fibras. Los sacerdotes consagrados al sol se diferenciaban con tonalidades rojas
mientras que los adoradores de la luna adoptaban el blanco como distintivo. El rojo en la
cara y en el manto eran signo de luto; el verde era para los gobernantes. Los Guane, por
su parte, emplearon plantas tintóreas en el algodón, el fique y la lana de ceibo. Sus
colores predilectos fueron castaños y ocres.
Cultura Guane
En cuanto a Perú, durante la época correspondiente a las necrópolis de Paracas y
Nazca —ubicadas en una amplia zona desértica de la costa del Pacífico— se envolvía a
los muertos con telas bordadas, lo cual presupone un intercambio de influencias entre la
costa y la montaña, el hábitat natural de las llamas, alpacas y vicuñas, proveedoras de la
lana de las telas encontradas, —aunque también se han hallado textiles de algodón—. Los
motivos abarcaban figuras zoomórficas, antropomórficas y estilizaciones abstractas con
diversos dibujos geométricos, de colorido muy vivo y composiciones resplandecientes.
Textiles de Alpaca (Perú)
Probablemente extraían las materias tintóreas de la cochinilla, Coccus cacti L., y
entre otras especies vegetales, la Indigofera anil, Junglans australis, Berbens
congestiflora, Quebraquia lorentz, etc., combinadas con algún liquen (Usnea barbata),
carbones y tierras varias. Utilizaban la técnica de “atar y teñir”, ya ligando hilos con
cuerdas antes de sumergirlos en el tinte, ya atando el tejido por diferentes lugares una vez
terminado, lo que originaba así un dibujo anillado. Para el estampado se servían de
moldes de cerámica coloreados y como mordiente recurrían a la orina fermentada, lejías
de ceniza de diversas plantas, agua salada, cal, barros podridos, etc.
Grana Cochinilla
Telar con la técnica “Atar y Teñir” Ikat.
En México, se cultivaba la cochinilla para producir colores rojos, morados y
carmín; el caracol púrpura, de origen marino (Patula panza.) y del cual obtenían el
preciado tinte de ese color; el añil o el muicle, para el azul, y el huizache para el negro.
La importancia de los colores se asociaba a la naturaleza, el hombre y su cosmovisión.
Para los mayas, cada punto cardinal se asociaba a un color: el norte se representaba con
el negro; el sur, con el amarillo; el oriente con el rojo, y el poniente con el blanco. El
centro era el yax, verde azuloso símbolo del árbol de la ceiba sagrada, que unía en sus
raíces, tronco y ramas al inframundo, el supramundo y la tierra. Por lo que se refería a la
sociedad, el rojo escarlata y el morado violeta caracterizaba a quienes sustentaban el
poder.
Grana Cochinilla.
En lo que respecta a la cochinilla, su tinte ya era utilizado por los aztecas y, por los
relatos de Hernán Cortés, sabemos que uno de los más grandes tributos que recibía
Moctezuma eran los “zurrones” de grana. Después de la conquista de la Indias se
propagó su empleo en España, criándose en las Islas Canarias. Constituye todavía uno de
los cultivos más originales de Lanzarote, donde los campesinos la recolectan mediante
largos cepillos durante los meses de julio y agosto.
LOS TINTES NATURALES, AYER Y HOY
Cuando el hombre inició el aprendizaje de técnicas para explotar los recursos
naturales, descubrió las particularidades de cada uno de ellos y los aplicó en la
fabricación de objetos utilitarios y suntuarios, otorgando una gran importancia al aspecto
que éstos adquirían durante el proceso y en los objetos terminados. La utilización de
pigmentos para decorar las piezas manufacturadas adquirió una mayor importancia en la
medida en que los colores incorporaban significados específicos para las diversas
culturas; así formaron parte del conocimiento que distinguía a cada pueblo, amén de
proporcionarles una identidad.
Cerámica tipo Paquimé, Chihuahua.
En el México prehispánico, los pueblos o etnias llegaron a desarrollar técnicas
complejas para decorar una infinidad de objetos; inclusive se utilizaron para la decoración
corporal. Se sabe, a través de los relatos de los cronistas, que los guerreros se pintaban
con diferentes colores, ya para representar a los animales que eran sus aliados o a los
dioses que adoraban —en México subsisten grupos étnicos que conservan prácticas de
decoración corporal: Huicholes, Tarahumaras, Coras, Lacandones, entre otros, quienes
utilizan tintes naturales en prácticas rituales o religiosas. Dichas técnicas sorprendieron a
los conquistadores por los resultados en los objetos producidos por esos grupos
indígenas, tanto en calidad como en duración. Muchas de esas técnicas sobrevivieron al
choque cultural generado durante la Conquista, además de enriquecerse con los nuevos
materiales aportados por la cultura occidental —la lana de borrego y gran diversidad de
plantas que se introdujeron en América.
El descubrimiento de las anilinas —pigmentos sintéticos— en 1856, provocó que la
tintorería natural cayera en desuso; los nuevos colores gozaron de la preferencia de los
productores de textiles, debido a costos más bajos en el teñido y a técnicas más sencillas
para su aplicación. Sin embargo, las grandes producciones de anilina pueden repercutir
negativamente en el medio ambiente.
Hoy día, investigaciones han determinado que el uso de colorantes sintéticos en
algunos productos resulta perjudicial para quien los consume; tal caso se ilustra con la
prohibición de rojos o carmín en alimentos y cosméticos, dados sus efectos cancerígenos.
Por tal motivo, el tinte de la grana cochinilla es el único cuyo uso, por normas de salud
internacionales, se permite en la fabricación o transformación de productos de estas dos
ramas, incrementando la producción de este insecto, sobre todo en Perú y en las Islas
Canarias —lugares a los que se exportó desde México durante los tiempos en que los
conquistadores propagaron las cualidades de su tinte.
LOS TINTES NATURALES
Es notable la gran cantidad de plantas que contienen pigmentos, pero debemos
considerar como tintes naturales también a las diversas tierras y óxidos metálicos
empleados para el mismo fin, e incluir a los animales e insectos con los que se tiñen
algunas fibras como la grana cochinilla y el caracol púrpura.
En este contexto, Ruth Lechuga hace una distinción entre colorantes —de origen
animal y vegetal— y pigmentos, de origen mineral; además de dedicar una apartado
especial para los “tres grandes de la tintorería Méxicana”: añil, caracol púrpura y grana
cochinilla —Técnicas textiles en el México indígena. En este manual utilizamos
indistintamente ambos términos.
La habilidad de los artesanos ha logrado transformar una gran cantidad de
elementos naturales para incorporarlos en el oficio de la tintorería, que trasciende el
simple hecho de pintar fibras textiles, ya que también se emplean en otros oficios con un
propósito semejante, como en el maqueado de guajes y maderas, en el papel amate, en el
totomoxtle (hojas de maíz), la peletería y la curtiduría, entre varios más.
Los tintes se clasifican en tres ramas:
Sustantivos: tintes que no requieren un fijador o mordente; pues contienen alguna
sustancia —normalmente tanino— que sirve para tal acción. Como ejemplos tenemos:





Nogal.
Líquenes.
Achiote.
Manglar.
Liquidambar.
De Tina: tintes que precisan de un proceso de reducción de oxígeno, dado que no
pueden ser disueltos en agua. La reducción del oxígeno se logra a través de una
fermentación del líquido en el que se disolverá el tinte. Por ejemplo, para el añil, se
utilizan pulque y orines mezclados en agua —con la posibilidad de agregar vinagre o
tequesquite—, durante un proceso normalmente largo y que requiere de un buen
estómago del tintorero, pues el olor fétido de dichas mezclas puede ser sumamente
molesto. Entre estos tintes encontramos:
 Añil.
 Caracol púrpura.
 Arcillas.
Mordentes: categoría que abarca a la gran mayoría de tintes, los cuales precisan el
uso de un fijador o mordente en un tratamiento previo, durante el cual los materiales se
preparan para recibir el tinte o pigmento y fijarlo. Muchos de los materiales que se
utilizan en esta preparación se encuentran en la naturaleza; son materiales que pueden o
no contener tinte, pero que nos servirán para desarrollar el oficio de la tintorería, por lo
que deben tomarse en cuenta. En ciertos casos, una buena preparación de las fibras
necesita la aplicación de lejías para eliminar la lignina en el algodón, la sericina en la seda
y la lanolina en la lana; para su obtención se queman algunas plantas, como el plátano, el
órgano o la madera de ocote. Posteriormente se lavarán las fibras textiles con jabones
naturales o neutros, y después se mordentarán, para que los tintes se adhieran o penetren
—dependiendo el caso— a la fibra.
TÉCNICAS DE APLICACIÓN DE TINTES NATURALES
EN LOS DISTINTOS MATERIALES Y SUPERFICIES.
LAQUEADO Y MAQUEADO: estas técnicas se practican sobre materiales no
resinosos, normalmente en guajes, jícaras y algunas maderas. La preparación previa a la
aplicación de las tierras y tintes varía según el artesano; algunos prefieren interponer una
capa de aceite de aje, “axin” o “Axocuilin” —Llaveia axin, insecto de la familia de los
Cóccidos,— al objeto que desean decorar. Para las maderas resinosas se hace un
“desflemado”, que consiste en hervir la madera que se utilizará y dejarla secar, en
ocasiones durante meses.
Para el empleo de maques y lacas sobre superficies lisas —usualmente madera o
guajes—, se manejan aceites extraídos de diferentes plantas (chía, linaza y chicalote) los
cuales se mezclan con tierras finamente molidas. Las tierras pueden contener algún color,
o bien se combinan con tintes naturales para obtener una amplia gama de tonos. La tierra
más común para este tratamiento es el caolín —de color blanco— y los métodos para
agregarle color son básicamente dos. El primero consiste en incorporar el extracto molido
del tinte a la tierra hasta obtener el color deseado (esto es posible sólo con los extractos
secos de tintes, como el olote y el hueso de mamey quemados, de los que se obtienen
tonos negros). El segundo requiere preparar un concentrado de tintes y agregar el caolín,
para después secar la mezcla al sol y molerla finamente en un metate. Una molida la
tierra, se une al aceite extraído de las semillas de una de las plantas anteriormente
mencionadas (la extracción se hace con el uso de una prensa, previo tostado de las
semillas en un comal) y se aplica a mano, con brocha y pincel, sobre las superficie que se
quiere pintar; la superficie absorbe el aceite, y cuando el maque está seco, se puede pulir.
El proceso de endurecimiento de los materiales utilizados —aceite, tierras y tintes
naturales— se conoce como polimerización.
Existen otras técnicas para la aplicación de maques, como el embutido, en el cual
se cubre la pieza con una capa pareja de maque, y antes de que seque completamente, se
trabaja sobre ella con un punzón —esgrafiado—, dibujando algún motivo. Se desprende
el color del interior del dibujo, y posteriormente se aplica un nuevo color, que a su vez
puede ser esgrafiado para incorporar otro color en su interior —cada color tomará
alrededor de veinte días para secar; no se pueden aplicar dos colores a la vez en el mismo
dibujo—. En otra variante, se aplican diferentes capas sobrepuestas en toda la pieza, y
cuando aún no han secado completamente, se raya a la altura del color que se desea en
cada parte del dibujo.
PAPEL AMATE: Para la obtención del papel amate se requieren cortezas de
diferentes especies de árboles; las de mayor uso son el palo de mora —la madera interior
del tronco también proporciona un excelente tinte amarillo— y varias especies del género
Ficus. El procedimiento es el siguiente: se remojan las cortezas durante varios días y
luego se cuecen con cal o cenizas; una vez preparadas, se golpean con un martillo plano
de encino sobre una tabla hasta lograr el grosor y tamaño de papel deseados. Algunas
cortezas son blancas, pero se pueden teñir agregando concentrados de tintes de diferentes
plantas, arcillas, insectos o pigmentos naturales. En la Huasteca Veracruzana todavía es
posible encontrar curanderos que elaboran este material para hacer muñecos de papel que
representan a alguna deidad.
Para teñir el papel, se preparan extractos del tinte a emplear, los que se aplican con
un pincel o dando un baño a la pieza entera, para después dejarla secar a la sombra. Los
colores suelen modificarse debido al p.h. del papel, por lo que conviene realizar pruebas
con pedazos pequeños de papel antes de pigmentar una pieza entera.
DECORACIÓN CORPORAL: muchas culturas utilizan diferentes tintes para
este propósito, ya en ocasiones especiales o bien cotidianamente. Por ejemplo, los
Huicholes de Jalisco y Nayarit decoran su rostro durante las ceremonias en las que se
come peyote; cada individuo traza en su rostro diversos motivos que representan a dioses
o animales que consideran “aliados” o “protectores”, con el fin de guarecerse de fuerzas
externas capaces de causarles algún daño. Los Coras de Nayarit, celebran en Semana
Santa La Judea, una representación sincrética de la pasión de Cristo. En esta fiesta, “los
borrados” representan a la judea —los cazadores de Cristo— y pintan sus cuerpos con
tierra blanca de la región (posiblemente caolín) y con olote quemado, para el color negro.
Los primeros días corren alrededor del pueblo en calzón o taparrabo, y durante los días
siguientes, de acuerdo al rito, van adquiriendo mayor fuerza. El Jueves Santo decoran sus
cuerpos con los colores mencionados y usan máscaras blancas de papel maché con
diseños de diablos y animales; en algunas de ellas incorporan fibras de pochote o ixtle de
maguey. Los días posteriores agregan colores a su decoración corporal —actualmente
emplean pintura vinílica, pero los más apegados a la tradición extraen tintes del palo de
brasil y otras plantas, tanto para las máscaras como para sus cuerpos. Los Tarahumaras
de Chihuahua celebran una fiesta similar, pero sólo se pintan de color blanco.
ARTE PLUMARIA: este arte se vale de plumas coloridas de aves, a las que se
hacen cortes de diversos tamaños para mezclarlas en cuadros o penachos; en casos
especiales se aplican en textiles. Hay diferentes técnicas para incorporar las plumas a los
objetos que se decoran; en algunas se prepara una goma con el extracto de una orquídea
(Tzacuhtli, Epidendrum pastore, Orquidáceas), o bien se utiliza cera de Campeche —
cera que producen las abejas meliponas— para pegar las plumas. Las plumas blancas de
diferentes tipos de aves se pueden teñir fácilmente con tintes naturales, mediante el
mismo tratamiento que se le emplea para la lana.
TOTOMOXTLE: así se llama a las hojas que cubren al maíz —y con las que se
elaboran diversas artesanías—, susceptibles de teñirse con facilidad mediante plantas
tintóreas. Las técnicas de mordentado y pigmentación son iguales a las de la lana de
borrego, e indispensables para lograr colores perdurables.
TEXTILES
Las fibras textiles naturales provienen de dos fuentes: la vegetal (zapupe, ixtle,
henequén, algodón, pochote, yute, etc.) y la animal (lana, seda, alpaca, vicuña, etc.). El
color natural de cada una de las fibras servirá de base al tinte que deseemos aplicar; éste
constituye uno de los elementos que produce variaciones en los resultados, aun cuando
utilicemos un determinado tipo de fibra con una misma receta. Por este motivo resulta
importante conocer las posibles gamas de colores a obtener en cada uno de los materiales
textiles. Por ejemplo, la lana abarca distintos tonos, desde el blanco hasta un café muy
oscuro; si se hila lana combinando distintos tonos —blanco y café— para teñirla después,
se lograrán tonos más oscuros que si se utilizan madejas de lana blanca.
Zapupe(Agave fourcroydes)
Cuando se elabore una pieza con fibras textiles, será conveniente teñir una cantidad
suficiente de material en el mismo baño de tinte, pues aunque repitamos exactamente la
receta, los colores mostrarán variaciones.
Es recomendable hacer anotaciones en un cuaderno, que se usará como recetario y
en donde se registrará la forma en que se comportan los materiales que se empleen. Para
conocer las propiedades de cada uno de los productos del taller de tintes naturales,
también se realizarán pruebas con cantidades pequeñas de fibras, mismas que se
guardarán como muestras y se someterán a pruebas de durabilidad en relación con la
exposición a la luz y el lavado. Mediante estos experimentos y registros, se definirán las
recetas más convenientes para el tipo de trabajo que se pretenda desarrollar
posteriormente. Se pueden utilizar etiquetas con hilo para atar a las madejas teñidas y así
recordar cada paso efectuado durante su pigmentación.
TECNICAS DE RESERVA
BATIK: la técnica de batik fue conocida por los habitantes del México
prehispánico. Consiste en bloquear dibujos predeterminados con algún material —
normalmente cera— sobre un lienzo de tela, mismo que posteriormente se sumerge en un
baño de tinte (la tela debe de ser lavada y mordentada previamente). Una de las
condiciones para lograr óptimos resultados radica en el empleo de tintes sustantivos que
pinten en frío (ver teñido en frío), pues los baños a altas temperaturas disolverían la cera
del dibujo. Mediante esta técnica se pueden incorporar varios colores, pero se requiere
quitar la cera del dibujo y aplicar una capa distinta para cada color. La cera se retira con
una plancha caliente, poniendo papeles absorbentes —papel revolución o estraza—frente
y detrás del lienzo.
Batik, Indonesia.
IKAT: en México Jaspe o Jaspeado. La palabra, de origen malayo —mengikat—
significa atar, amarrar, anudar o enrollar.
Los rebozos tejidos en algunas comunidades del país, como Santa María del Río,
San Luis Potosí; Zamora, Michoacán; Chilapa, en Guerrero, etc., se fabrican mediante
esta técnica. Se amarran hilos en partes predeterminadas de la urdimbre antes de tejer el
lienzo; los amarres bloquearán las partes de la urdimbre en las que no se desea que el
tinte penetre: Los maestros artesanos logran teñir con más de dos o tres colores los hilos
de la urdimbre, a través de procedimientos muy complicados pero con resultados
sorprendentes. En este caso es posible utilizar baños de tinte con temperatura.
SHIBORI O PLANGI: esta técnica se aplica en lienzos de tela. Similar al ikat, se
bloquean con hilos las partes en las que no se quiere que penetre el tinte —las telas deben
de ser lavadas y mordentadas previamente—. Hay infinidad de nudos para lograr
diferentes diseños; inclusive, se obtienen resultados similares bloqueando la tela con
pinzas de tendedero y con ligas. En este proceso es factible el empleo de baños de tinte
con temperatura.
P.H. (Potencial de Hidrógeno)
El p.h. de los elementos que se utilicen en la tintorería determinará el tono de los
colores aplicados en los distintos materiales. Los colores reaccionarán a la alcalinidad o
acidez del baño de tinte, en una reacción bioquímica que modificará su tono.
Se deberán evitar baños de tinte demasiado ácidos o alcalinos que puedan estropear
la fibra —especialmente las de origen animal—; el único baño que se realiza con un alto
grado de alcalinidad es el añil (9.5), pues se requiere que el extracto se disuelva en tales
circunstancias. Por esta razón conviene, al término del proceso, dar un baño ácido —
ligero— que neutralice el efecto de la alcalinidad precedente, para que las fibras no
pierdan brillantez y elasticidad.
Para conocer el grado de acidez o alcalinidad de un baño de tinte se utiliza el papel
tornasol —de venta en lugares especializados en químicos o en droguerías— con el que
se mide, mediante una escala de colores, el p.h. del líquido que usemos. La lectura debe
realizarse inmediatamente después de sacar el papel del tinte o solución, ya que se
decolorará al poco tiempo.
La escala de valores de los colores es la siguiente:
ácido fuerte ácido medio
rojo
1-2
naranja
3-4
ácido débil
amarillo
5-6
neutral
verde
7
álcali débil
turquesa
8-9
álcali medio álcali fuerte
azul
10 - 11
morado
12-13-14
AGUA: La calidad del agua que se utilice en la tintorería representa otro factor
relevante. Es recomendable utilizar agua de manantial o de lluvia. Se recoge en un
recipiente (tambo) de plástico y se deja serenar por lo menos una noche. El agua del grifo
contiene químicos —como el cloro— que afectarán el resultado de la aplicación de un
tinte.
CUIDADOS GENERALES DE LAS FIBRAS: La preparación de mordentes y
baños de tinte se efectúa normalmente mediante agua y calor. Una regla general para
todas las fibras indica cuidar la temperatura del caldo con el que se trabaje, que no debe
exceder los 70 grados centígrados. En caso de no contar con un termómetro, se mete la
mano en el líquido hasta sentir que ya no es posible mantenerla dentro, pero nunca debe
hervir, pues ocasionaría el deterioro de las fibras. En caso de teñir con un caldo alcalino,
se recomienda no rebasar los 55 grados centígrados, para no dañar la textura de la fibra.
Cuando preparamos un caldo tintóreo debemos dejarlo enfriar antes de meter en él
las fibras, pues si las introducimos directamente se maltratarán o se harán fieltrosas,
además de que los colores perderán su brillo. Las fibras permanecerán en los caldos de
mordente o tinte por lo menos el tiempo que tardan en enfriarse, aunque se estima mejor
alargar el periodo de un día para otro. Los cambios bruscos de temperatura afectarán
negativamente los resultados del trabajo. Cuando introducimos una madeja a una lejía o a
un baño de mordente o tinte, se remojará un par de horas antes, con el propósito de lograr
una absorción uniforme de los productos del caldo.
Las fibras que se encuentran en un baño de mordente o de tinte se moverán
constantemente, dado el tamaño y material usual de las ollas en que se preparan. De no
hacerlo, solamente se calentará la parte de abajo y se obtendrán colores disparejos. Los
movimientos serán lentos, para que las fibras no se apelmacen o se enreden.
Una vez pigmentadas, las fibras textiles se enjuagan perfectamente hasta que no se
aprecien residuos de tinte. Se exprimen —ligeramente para no dañarlas— y se ponen a
secar en un lugar bien ventilado, pero protegido de los rayos del sol.
Los colores que se observan en la fibra durante su permanencia en el caldo
normalmente son más fuertes que los que se obtienen después del enjuague. En caso de
querer colores fuertes, se agregará más producto tintóreo o se incorporará un entonador
que modifique el resultado. Si se desea añadir un entonador o mordente, se deberá diluir
previamente en agua y se sacará la fibra del caldo antes de verterlo. Se moverá la
solución y entonces se reintroducirá la fibra, con el fin de que el color quede parejo; en
caso contrario, el material textil se manchará.
El espacio destinado al taller de tintorería deberá ser, de preferencia, un lugar bien
ventilado. Las fibras lavadas se secarán a la sombra y se guardarán en bolsas de papel
para su posterior uso. Se aconseja someter las fibras mordentadas a la pigmentación
cuando aún están húmedas.
Algunos tintoreros recomiendan evitar el empleo de madejas de algodón
mercerizado —proceso en que se hierve el algodón con sosa cáustica—; sin embargo,
pruebas del autor con dicho material han arrojado excelentes resultados.
ATADO DE LAS MADEJAS: Dependiendo del material que pretendamos teñir,
se cuidará que éste no se enrede, para facilitar los pasos posteriores. Las fibras duras,
plumas o totomoxtle, se introducirán en los baños de mordentado o tinte directamente,
pero para el caso de fibras preparadas en forma de hilo, se aconseja hacer madejas de 100
a 200 gr. —de acuerdo al producto que se quiera obtener— y atar hilos del mismo
material en cuatro puntos distintos. El atado se efectúa pasando el hilo en medio de la
madeja, formando ochos, que quedarán suficientemente holgados para que el tinte penetre
en toda la fibra; de esta forma será más sencillo volver a enrollar una bola y manejar
adecuadamente la fibra.
MATERIALES Y HERRAMIENTAS DEL TALLER DE TINTES NATURALES
Las herramientas básicas para un taller de tintes naturales se encuentran en
cualquier cocina. No obstante, los utensilios destinados a la tintorería se ocuparán
exclusivamente para desarrollar el oficio, ya que muchos de los productos que se
utilizarán son tóxicos, por lo que se requiere separar dichos instrumentos del resto de los
empleados en la cocina, para prevenir accidentes.
Las medidas y cantidades de los elementos del taller dependerán de las cantidades
de fibra que se pretendan pigmentar.
Son recomendables las ollas de peltre (que no estén despostilladas) o de barro con
recubrimiento; las de acero inoxidable se consideran excelentes, pero resultan muy caras.
Se lavará perfectamente cada utensilio antes de pigmentar, para evitar manchas en las
fibras.
Se pueden utilizar ollas de cobre o hierro, pero se obtendrán resultados distintos a
los que se llega con las recetas que aquí se incluyen; normalmente los colores serán más
oscuros.
HERRAMIENTAS
METATE
MOLCAJETE
PALANGANAS DE PLÁSTICO
OLLAS DE BARRO
OLLAS DE PELTRE
CUCHARAS DE MADERA
CUCHARAS DE PELTRE
BÁSCULA
BOTELLAS DE VIDRIO
BOTELLAS DE PLÁSTICO
CUBETAS
TERMÓMETRO
TAZA PARA MEDIR
CUCHARA PARA MEDIR
GUANTES DE HULE
Importante: todos los materiales del taller se mantendrán fuera del alcance de los
niños; muchos de los productos son tóxicos.
ÁCIDO CÍTRICO.- Entonador ácido. Puede sustituirse con jugo de limón.
ÁCIDO SULFÚRICO.- Se utiliza en ocasiones para diluir el añil; su manejo puede ser
peligroso, y en exceso daña las fibras (ver receta).
SULFATO DE HIERRO (Caparrosa).- Entonador alcalino y mordente. Se emplea en
la obtención de colores mate o más oscuros. Se sustituye con un caldo de agua y clavos
oxidados. En exceso deteriora la fibra.
SULFATO DE COBRE (Vitriolo azul).- Entonador alcalino y mordente. Permite lograr
colores verdes a partir de pigmentos amarillos Puede reemplazarse por una olla de cobre,
dentro de la cual se pigmentará la fibra. Substancia venenosa.
BICROMATO DE POTASIO.- Mordente y entonador alcalino. Químico muy sensible
a la luz (ver mordentado de la lana). Mediante su uso se extraen colores más fuertes y
luminosos. Altamente tóxico, se debe guardar en botellas oscuras y bien selladas.
ALUMBRE DE POTASIO.- Mordente. En exceso se daña la fibra.
CREMOR TÁRTARO (ácido de potasio).- Mordente y entonador ácido. Es el residuo
que queda en los recipientes donde se prepara el vino de uva. Proporciona más brillantez
y suavidad a las fibras.
HIDROSULFITO DE SODIO.- Se utiliza para reducir el agua en la que se diluye el
añil (ver receta). De olor muy fétido, debe almacenarse en recipientes bien sellados.
CLORURO DE ESTAÑO.- Mordente. Adecuado para alcanzar colores brillantes. Se
aconseja no exceder las cantidades descritas en las recetas, pues deterioraría las fibras.
ACIDO TÁNICO (Tanino).- Mordente; excelente para el algodón. Se sustituye con una
gran variedad de plantas (ver lista de plantas tintóreas).
JABON NEUTRO.- Se suple con plantas jabonosas (ver capítulo de jabones).
LEJÍA QUÍMICA.- Fácilmente reemplazable, ya que la preparación de lejías es muy
sencilla y se aprovechan materiales de desecho del taller tintóreo (ver capítulo de lejías).
TEQUESQUITE.- Entonador alcalino; producto natural.
CAL.- Entonador alcalino; producto natural.
PAPEL TORNASOL.- Sirve para medir el grado de acidez o alcalinidad de los líquidos
(ver capítulo de p.h.).
BICARBONATO DE SODIO.- Entonador alcalino.
ÁCIDO OXÁLICO.- Entonador ácido.
VINAGRE (ácido acético).- Entonador ácido; producto natural.
SAL DE MAR.- Mordente; producto natural.
TÉCNICAS DE EXTRACCIÓN DE LOS PIGMENTOS.
Los vegetales tintóreos contienen el colorante en toda la planta o en una o varias de
sus partes —semillas, frutos, flores, raíz, corteza, madera—, las cuales se especifican en
la lista de plantas tintóreas. Una receta general para casi todas las plantas de las que se
pretende extraer pigmentos y preparar el caldo o baño de tinte, se realiza mediante una
operación sencilla, que consiste en hervir tres veces consecutivas —con agua suficiente
para cubrir el material—, durante periodos de una hora, la parte de la planta a utilizar. Las
cantidades descritas en la lista servirán para teñir madejas de 100 gr. de fibra. Una vez
extraído el tinte, se puede reciclar la materia orgánica y producir tierra en una abonera de
compostaje (ver anexo).
El volumen del caldo de tinte también debe bastar para cubrir completamente la
fibra que deseamos teñir; en caso contrario se agrega un poco de agua, cuidando no diluir
demasiado la extracción. Las maderas (palo de campeche, palo de mora, agracejo, etc.) se
depositan en agua y se guardan en recipientes con tapa (de esta manera conservan sus
propiedades por periodos prolongados). Cuando llegue le momento de utilizarlos, se
extrae el tinte hirviendo y colando el material, para posteriormente introducir en él las
fibras.
Para las plantas que requieren otro tipo de extracción, ésta se menciona en la lista
de plantas tintóreas; existen algunas plantas que necesitan un proceso de putrefacción
(reducción). En cuanto a las partes blandas de las plantas, conviene dejarlas en agua
durante un día y triturarlas o machacarlas antes de ponerlas a hervir.
Se aconseja utilizar extracciones de plantas frescas, pues los colores son más
brillantes. Por otra parte, el registro de periodos de recolección de plantas permitirá
planificar las labores del taller tintóreo.
Cuando se utilicen plantas secas, se ocupará la mitad del peso descrito en cada una
de las plantas de la lista.
CONSERVACIÓN DE LOS TINTES
Es posible conservar muchas de las plantas recolectadas para el taller tintóreo de
una manera sencilla: se limpian de tierra y se ponen a secar volteadas hacia abajo, en un
mecate que debe situarse en un sitio ventilado y protegido del sol. Una vez secas, se
guardan en bolsas de papel, también en un lugar ventilado, para que no se llenen de polvo
y no se deterioren por el efecto de la humedad del ambiente.
Los extractos de tinte se conservan en botellas bien selladas; otra opción es obtener
un extracto seco, agregando 50 gramos de alumbre a la solución original, hirviéndola
hasta que el alumbre se haya disuelto y desecándola bajo los rayos del sol—esta técnica
resultará más completa si agregamos baba de nopal al caldo tintóreo antes de secarlo—,
en un proceso un poco lento, pero que ayudará a conservar el tinte.
LEJÍAS
Las fibras textiles se exponen a un purgado mediante lejías naturales, como primer
paso en la preparación para recibir el tinte: se introducen en la lejía y se mantienen en
reposo hasta que la fibra haya absorbido la humedad. Se puede calentar la mezcla al
fuego y dejar enfriar hasta el día siguiente; posteriormente, la fibra se enjuaga
perfectamente y se lava. El baño de lejía deberá ser ligero; es decir, se prepara un
extracto de lejía y se le añade suficiente agua para cubrir las fibras que deseamos
preparar.
Las lejías, conocidas en náhuatl como nexatl, contienen carbonato de potasio y se
preparan de las siguientes maneras:
Se cierne la ceniza de leña —la mejor ceniza es la de ocote; la de encino es
demasiado fuerte— se cubre con agua, se mueve y se deja reposar durante un día. Se
cuela con un trapo y se utiliza el agua así obtenida; también se puede colar con un olla
quebrada.
Otra receta indica: cien gramos de ceniza de ocote se dejan reposar en un litro de
agua durante tres días y se cuela el líquido resultante con un trapo. Este extracto puede
conservarse indefinidamente en una botella. Por cada 100 gr. de fibra se utilizarán 100
ml. del extracto, agregando agua suficiente para cubrir a los primeros.
También se puede emplear la penca —seca— de la que cuelgan los racimos de
plátano.
En Japón usan ceniza de paja para preparar lejías suaves.
En Michoacán combinan tequesquite y cal para elaborar lejía.
En algunas comunidades indígenas utilizan las lejías para lavar y blanquear la ropa.
JABONES. (lavado)
El lavado de fibras o lienzos textiles constituye un paso fundamental, ya que con
este procedimiento se retira de ellos la goma que utiliza la industria en su hilado o
fabricación. En el caso de fibras hiladas a mano, con el lavado se extraen las grasas y
suciedad que bloquean el paso de los tintes hacia la fibra.
Jabones naturales. Conocidas en náhuatl como amolli, existen muchas plantas que
sustituyen al jabón en el lavado de fibras. En algunos casos se usan las raíces; en otros,
las hojas o los frutos (ver lista de plantas tintóreas).
Cuando no haya posibilidad de conseguir plantas jabonosas, se recomienda el uso
de jabones neutros, dado que no contienen sosa cáustica, sustancia capaz de provocar
cambios de tono al teñir con tintes naturales. En caso de no encontrar jabones neutros, se
puede utilizar jabón de pasta (de color café).
Para fibras textiles, se diluye el jabón —20 gramos por cada 100 de fibra— en
agua caliente. Las fibras se remojan previamente en agua fría y se vierte poco a poco el
agua jabonosa —con el fin de no cambiar repentinamente la temperatura a la que está
expuesta la fibra—; se pone la solución al fuego durante una hora, en una olla de barro o
peltre, y se deja enfriar. Después se enjuaga la fibra hasta retirar todo el jabón. En
ocasiones se necesita repetir este último paso, dependiendo de la claridad del agua al
término del mismo (las aguas residuales son inofensivas y pueden utilizarse, entre otras
actividades, para regar plantas).
FIJADORES O MORDENTES
Para aplicar pigmentos en fibras y semillas, se requiere la aplicación de algún
agente químico que sirva como fijador; a este proceso se le conoce con el nombre de
mordentado, y se llevará a cabo para cada material en que se apliquen pigmentos —
excepto en laqueados—, pues la durabilidad de los colores depende del mordente
utilizado.
Se remojarán las fibras antes de hundirlas en los caldos de mordentado, para lograr
una absorción uniforme de los ingredientes. Es conveniente dejar la fibra en el baño de
mordentado hasta el momento previo a su introducción en la solución tintórea (antes de
meter la fibra al baño de tinte se exprime suavemente).
Todos los mordentes deben diluirse en un volumen pequeño de agua hirviendo, al
que se incorporará agua fría antes de recibir la fibra .
El mordente más utilizado para la lana es la piedra alumbre (sulfato alumínicopotásico), que acompañada de cremor tártaro (ácido de potasio) proporciona brillantez y
uniformidad al tinte. Para prepararlo, se diluye la piedra alumbre y el cremor en un poco
de agua y se agrega agua fría suficiente para cubrir la fibra; se pone al fuego durante una
hora —sin permitir que hierva— y se deja enfriar. La fibra mordentada se exprime
suavemente y se deposita en el caldo tintóreo frío, para exponerla nuevamente a la lumbre
por un periodo de una hora. Se deja reposar toda la noche antes de enjuagar (si se desea,
se puede prescindir del cremor tártaro).
Para cada 100 gramos de lana se requieren 25 de alumbre y 6 de cremor tártaro.
En otra opción, para cada 100 gramos de lana, corresponden 3 de cloruro de estaño
y 12 de cremor. Generalmente resultan más opacos los colores con esta receta.
Otro mordente común para la lana es el bicromato de potasio, que gracias a su p.h.
alcalino, permite obtener colores más fuertes. Para esta receta, la proporción señala 6
gramos de bicromato para cada 100 de lana. La olla que se utiliza en este baño debe de
tener tapa, pues el bicromato es sumamente sensible a la luz. Se diluye el bicromato en un
poco de agua caliente y se agrega al agua necesaria para cubrir la fibra —el caldo debe de
estar bien mezclado antes de introducir la fibra—. Se pone al fuego durante una hora, sin
que hierva, y se deja enfriar hasta que se deposite en el caldo tintóreo, (todo el tiempo
debe permanecer la olla con su tapa puesta).
El mordente más usual para el algodón es el tanino (ácido tánico). Se utilizan 30 gr.
de ácido tánico por cada 100 gr. de algodón. En otra alternativa, se mordenta el algodón
con 30 gramos de alumbre y posteriormente, en otro baño de mordentado, se emplean las
cantidades de tanino anteriormente descritas.
Muchas plantas contienen ácido tánico; los resultados variarán dependiendo de la
fuente de tanino a que estemos recurriendo. Por ejemplo, las cortezas de encino
pigmentarán de un tono oscuro la fibra que se teñirá después con otro producto tintóreo.
La penca de la que cuelgan los plátanos, así como la corteza y palo del guayabo o
las agallas —bolas que se forman en las ramas de los encinos cuando una especie de
avispa construye su nido en ellas— se hierven para la extracción del tanino. Otras fuentes
naturales de tanino son la “lengua de vaca” (Rumex crispus. L.. Rumex acetosa.
Poligonáceas.), la corteza del fruto del coco y las del aguacate, mangle, huizache,
mezquite y pirú. Las cantidades dependerán de la fuente de tanino y de la época de
recolección, por lo que se recomienda efectuar pruebas hasta conseguir los resultados
deseados. Como referencia, se puede observar el caldo de mordentado; si éste tiene un
color amarillo-dorado, contendrá suficiente tanino para ser utilizado.
Las fibras duras (ixtle, zapupe, etc.) se mordentan con alumbre —30 gr. por cada
100 gr. de fibra—. Para la seda y las plumas se sigue esta misma receta.
Después de teñir las fibras, existe la posibilidad de dar un último baño a las fibras
en sal de mar con el fin de fijar los colores. El uso de algunas plantas no requiere de
mordentado, dado que contienen substancias que servirán para tal fin; esta particularidad
se ilustra en la lista de plantas tintóreas.
ENTONADORES (TLAPALLI).
Cuando se incorporan ciertos agentes —químicos o naturales— a los tintes
naturales, éstos reaccionan modificando su tono o color habituales, cualidad que se puede
aprovechar para aumentar las diferentes alternativas de cada elemento tintóreo de nuestro
taller. Los entonadores se agregarán al caldo tintóreo previamente diluidos en agua
caliente y sacando la fibra previamente, para obtener un resultado uniforme en el color.
Los entonadores modifican y fijan los tonos de los colores en las fibras que se tiñen,
alterando el p.h. mediante bases (álcalis) o ácidos. Para conocer el tipo de sustancia que
se empleará, se requiere de una prueba muy sencilla con papel tornasol o indicador (ver
capítulo de p.h.)
Un ejemplo de cambios de tono al trabajar con distintos entonadores, lo constituye
la grana cochinilla. Su color neutro es el carmesí; si se le añaden ácidos —vinagre o
limón, por ejemplo—, torna a rojo amarillento. En cambio, si se agregan bases (alcalinos)
como tequesquite o ceniza, se vuelve morado.
Ejemplos de entonadores naturales ácidos: limón, vainas verdes de tamarindo,
cinco negritos, vinagre, xoconostli, “lengua de vaca”.
Ejemplos de entonadores naturales alcalinos: tequesquite, cal, ceniza.
Los entonadores químicos han sido descritos en la lista de materiales del taller.
CARACOL PÚRPURA (Patula panza):.
La Maestra Teresa Castelló se refiere al caracol púrpura y a su uso de la siguiente
manera:
“Desde la época prehispánica los grupos étnicos que habitaban cerca de la costa
del Pacífico, desde California hasta Colombia, obtenían el tinte del molusco.
El caracol del cual se obtiene el tinte vive adherido a las rocas que descuellan en
las playas donde rompen las olas; la concha tiene nódulos en la superficie, que es de color
gris verdoso; el interior es azul con visos blancos y naranjas. Su ciclo de reproducción va
de abril a septiembre; en abril y mayo tiene lugar su apareamiento, de junio hasta agosto,
la hembra deposita sus huevos en las grietas de las rocas, cubriéndolos con el tinte para
protegerlos de sus enemigos; después permanece junto a ellos para defenderlos,
empleando también el tinte para cegar a los cangrejos y demás depredadores, así como a
los pequeños moluscos de los cuales se alimenta; en septiembre nacen las crías.
El tinte debe extraerse de los caracoles grandes, ya que si se hace de los pequeños,
éstos no se desarrollan y no producen más tinte, los caracoles viven siete años, pero su
desarrollo es muy lento.
En Oaxaca los Chontales, Huaves y Mixtecos tiñen el algodón con el tinte del
caracol, pero respetan la veda y al molusco extrayéndole el tinte sin destruirlo.
Para obtener el tinte, los Mixtecos van desprendiendo uno a uno al par que van
tiñendo, pues llevan consigo madejas de algodón hiladas a mano con un malacate y
mojadas con agua de mar, mientras que con un palo de huizache muy afilado desprenden
el caracol para no lastimarlo.
Voltean la concha, le soplan para quitarle el agua de mar y con el dedo mojado con
saliva oprimen suavemente el opérculo. El caracol irritado expulsa una espuma lechosa, la
cual el tintorero deja caer directamente sobre el hilo. Después se deja secar, y con el calor
del sol y el aire, los hilos van cambiando de un color amarillo verdoso a verde azuloso y
finalmente a violeta, conservando un fuerte olor marino.
El caracol se vuelve a poner en la grieta y se remoja con agua de mar; ahí se deja
reposar durante veintiocho días, un ciclo lunar, para que se recupere y se pueda volver a
ordeñar.
Para teñir una madeja de 200 gr. se requieren aproximadamente de 90 a 150
caracoles, y para poder tejer una falda (enredo o pozahuanco) se necesitan alrededor de
100 madejas (sic). Las mujeres Huaves usaban antiguamente sus enaguas de caracolillo
totalmente teñidas con este pigmento, pero hoy en día se limitan a tejer servilletas y
huipiles de boda en algodón blanco que adornan con finos dibujos tradicionales,
entretejiéndolos con hilos de caracol”.
NOCHESTLI, GRANA COCHINILLA (Dactylopus coccus, Coccus cacti):
Insecto hemíptero originario de México. Su nombre científico, del latín coccinus, es
sinónimo de grana y escarlata.
La grana cochinilla es un excelente tinte para casi todas las fibras textiles, a
excepción del algodón, aunque hay autores que describen recetas con las que afirman
haber obtenido buenos resultados. Sin embargo, por un lado, dichas recetas resultan
difíciles de ejecutar; por otro, en las prácticas realizadas por los autores del presente
manual no se ha logrado fijar el pigmento en tal fibra, por lo que recomendamos el uso de
este tinte básicamente en la lana de borrego, seda y algunas fibras duras.
Una descripción muy detallada sobre el cultivo de la grana cochinilla nos la
proporciona la Maestra Teresa Castelló en su libro Colorantes Naturales de México:
“Es conveniente cultivar estos insectos en climas secos y templados, pues la
abundancia de lluvias puede desprenderlos de los nopales que los albergan. El terreno
debe estar bien drenado para que no se encharque el agua de lluvia. Y es preferible poner
una cerca para que el ganado no se coma los nopales y las gallinas la grana; el suelo debe
aflojarse y mezclarse con arena de río, abonándose con estiércol bien podrido y seco.
Deben escogerse plantas fuertes, que no estén plagadas de gusanos. El mejor nopal
es el llamado de Castilla, pues sus pencas son grandes, gruesas y casi no tienen espinas,
además de que es muy resistente. Después de cortar las pencas hay que dejarlas unos diez
días al aire, para cicatrizar los cortes y que no se pudran. Se siembran en surcos
separados por una brazada (160 cm.) para poder caminar, y a 30 cm. entre planta y planta
las pencas se entierran hasta la mitad, colocadas de manera que reciban la luz del sol de
la mañana en una de sus caras y el de la tarde en la otra. El nopal recién sembrado no
debe regarse. Enraiza más o menos a lo quince días. A los dos años es el mejor tiempo
para poner la grana. Entonces debe regarse cuando la tierra esté muy reseca. A los seis
años de plantados, los nopales se cortan a flor de tierra, pues la poda hace que broten con
mayor fuerza. Las cochinillas cambian de piel tres veces durante su vida; están cubiertas
de un polvo blanco llamado tasole y en lugares templados tardan 90 días en alcanzar su
desarrollo completo. Se sabe que van a parir o desmadrar, cuando muestran en la cola una
gotita roja, y ésa es la señal para recolectarlas. Entonces hay que seleccionar las mejores
para la cría y dejar el resto para el tinte. Deben tenerse los nidos tejidos con palma, con
textura abierta, para que puedan salir los nenes (cocoyuchi, como los llaman en Oaxaca).
Con un carrizo o una cuchara de totomoxtle se colocan en el nido de 30 a 50 cochinillas,
y a continuación se tapa con heno o estropajo. Cada hembra pone hasta 300 huevos. Los
nacimientos tardan de 15 min. a 6 horas, según la temperatura del día.
Para asemillar, los nidos se cuelgan de las pencas fijándolos con una espina de
chapixtle o de maguey, pero nunca con clavos de hierro, que pudren al nopal. Conforme
vayan saliendo los nenes, se cambian de lugar los nidos. Los nopales se cubren con
tapexco de ayate, de petate o de nylon, pues el viento se lleva a los nenes y los cambia de
lugar. Éstos requieren de 24 a 48 horas para fijarse en el nopal. Se sujetan en la penca
con su pico chupador, que clavan para alimentarse de los jugos del nopal, y mueren si se
les arranca, pues se les rompe el pico. Las cochinillas que van a ser machos, después de
la primera muda de piel tejen su capullo (que es blanco) y de él salen hacia atrás,
convertidos en palomitas pequeñas, con cuatro alas y una pancita terminada en dos cerdas
largas y blancas. Viven un mes, hacen vuelos cortos y cubren a las hembras al amanecer.
No hay que confundir a los machos ni a sus capullos con otros insectos.
Es necesario espulgar todos los días las pencas para eliminar los insectos que se
comen a la cochinilla, como el arador, el telero, la cascarita, el cochinito y la aguja. El pie
del nopal debe de estar bien limpio, pues algunos insectos acostumbran poner sus huevos
en la tierra y sus crías, después de nacidas, suben de noche al nopal a comerse la
cochinilla y se ocultan en la tierra durante el día. Los pájaros y los ratones también la
atacan.
Para cría se escogen las cochinillas más grandes y gordas. se raspan o bajan del
nopal cuando ya están próximas a parir; se recogen con carrizos huecos y se colocan en
los nidos.
Las cochinillas que serán destinadas a obtener el tinte, se bajan de la penca
removiéndolas con una brocha de maguey o de pelo, teniendo cuidado de no lastimarlas y
se ponen a secar al sol, extendidas para que no se hagan bodoques. Hay que revolverlas
de cuando en cuando, para que el secado sea parejo. Durante la noche se guardan en
cuartos secos y cerrados. Se conoce que ya están muertas porque se endurecen. Así
quedan listas para empacarse y venderse.
Hay distintas clases de grana: grana negra o zacatillo es la grana ya parida. La
cochinilla se recoge ya que han salido todos los nenes, pues el insecto pasa unos quince
días pariendo y después muere. Los nidos se sacuden y se recogen las madres ya secas.
Pesan poco, pues ya solamente son cáscara y color, pero son muy apreciadas pues dan un
tinte muy hermoso. Grana plateada o blanca es la cochinilla que pesa más, porque no
parió. Granilla es la cochinilla pequeña, raquítica porque se desarrolló sobre nopales
débiles, estuvo amontonada o la afectaron las lluvias o el frío”.
Las Maestras Ana Roquero y Carmen Córdoba proporcionan las siguientes recetas
en su libro Manual de Tintes de Origen Natural Para Lana.
“Color: rojo escarlata. Mordientes: para 100 g. de lana, 3 g. de cloruro de estaño,
12 g. de cremor tártaro.
Receta. Se maceran desde la noche anterior 10 g. de cochinilla. Al día siguiente, se
exprimen y machacan bien y se vierte este concentrado en el agua de la olla. Se deja
hervir una hora. Cuando está templada, se cuela y se introduce la lana sin morder,
calentando hasta el punto de ebullición y manteniéndolo así una hora más, al cabo de la
cual se sacan las madejas y se echa al tinte la solución de los mordientes, volviendo a
meter la lana para calentarla otros 15 o 20 minutos. Se aclara rápidamente. Este baño se
debe aprovechar para sucesivas tintadas, de las cuales se obtendrán tonos cada vez más
pálidos hasta agotar el color. También es interesante conservar este caldo para mezclarlo
con otros, por ejemplo, de azafrán, campeche, etc.
Colores púrpura, bermellón, rosa. Mordientes: para 100 g. de lana, 25 g. de
alumbre, 6 g. de cremor tártaro; al final, 3 g. de ácido cítrico.
Receta. Se maceran desde la noche anterior 10 g. de cochinilla. Al día siguiente se
exprimen y machacan bien y se vierte este concentrado en el agua de la olla. Se deja
hervir una hora. Cuando está templado, se cuela y se introduce la lana mordida,
manteniéndola una hora en el punto de ebullición. Se saca la lana y se aclara la que se
desee para color púrpura, reservando el resto para el bermellón. Éste se consigue
añadiendo al tinte 3 g. de ácido cítrico previamente diluido, metiendo después el resto de
la lana y calentándolo otra media hora. Para los colores rosa se aprovecha el mismo baño
en sucesivas tintadas. También se puede obtener la gama de los rosas manteniendo las
recetas anteriores, pero reduciendo la cantidad de cochinilla”.
En algunos lugares este insecto crece de manera silvestre y puede aprovecharse
para teñir, aunque el tinte será menos fuerte que el de la especie domesticada o cultivada.
Se recomienda utilizar jugo de limón como entonador, para sustituir el ácido cítrico.
AÑIL SILVESTRE (Indigofera suffruticosa): Leguminosas.
AÑIL CULTIVADO (Indigofera tinctorea): Legumináceas.
El añil es un material difícil de trabajar, ya que no se diluye en agua, y por lo tanto
se necesita aplicarle un proceso de reducción-oxidación para poderlo diluir. Existen
muchos procedimientos al respecto; haremos la descripción detallada de algunos para dar
a conocer varias alternativas; no obstante, se estima idóneo el empleo de la menor
cantidad posible de químicos. La reducción es la separación de una parte o todo el
oxígeno que un cuerpo o líquido contiene; se logra con el uso de productos naturales y/o
químicos, mediante un proceso de fermentación. La oxidación es la recuperación de
oxígeno del material que estamos tiñendo, para lo cual la fibra se expone al aire libre, de
preferencia en un lugar sombreado.
Resulta adecuada incluir la detallada descripción de la Maestra Teresa Castelló
sobre el cultivo, preparación del extracto y recetas del añil de su libro Los Colorantes
Naturales de México:
“Al parecer el único lugar en donde se cultiva el añil es en Niltepec, Oaxaca,
pueblo vecino de Juchitán, Oax. Para obtener un kilo de colorante se necesitan 500 kg. de
las plantas que lo producen. Son tropicales y crecen en regiones húmedas, las favorecen
tierras arcillosas y muy soleadas. El 7 de abril se prepara la tierra de temporal, haciendo
la roza y quemando la maleza, después la aflojan y deshierban, pues la semilla brota con
extrema dificultad. En mayo, por San Isidro, se siembra; un sembrador lleva una vara de
otate larga o una estaca de madera llamada “pica” y hace hoyos de una pulgada de
profundidad; otro lo sigue con la semilla, depositando las que atrapa con tres dedos y las
deposita empujando la tierra con el pie. Cada mata se siembra a 25 cm. una de la otra,
excepto las que serán destinadas a la simiente, dejándolas en las orillas donde reciben
más luz del sol y separándolas a 1.5 m. de distancia. Conforme crecen hay que
deshierbarlas; después no es necesario hacerlo pues son plantas calientes y no consienten
otras plantas a su alrededor. Se fumigan en julio; se siembran cada cuatro años, pero a
veces hay que desembrar, pues la ataca el comején que come las raíces, o los gusanos y
chapulines, que comen sus hojas y flores.
El corte del primer año se llama “plantilla”; el del segundo, “tronconada”; el de
tercero, “retronco”, y el cuarto, “zoca”. La planta retoña cada año y alcanza de uno a dos
metros de altura; las flores son pequeñas y rosadas. Si se sembró en mayo, se corta en
octubre antes de florecer, pues la planta floreada no da tinte; mide entonces como metro y
medio, y cuando se le ven unas como agujitas verdes, está a punto de cortarse. Como
prueba se corta una rama, que debe de soltar una gota como de leche espesa. Se corta a
cinco centímetros del suelo para no molestar a la raíz; se cortan los manojos de pie, para
que no se marchiten las plantas. Después se llevan a cocer inmediatamente; para esto se
utilizan por lo menos dos pilas grandes y un pileta, colocadas al aire libre cerca de un
pozo de agua. Por lo regular se hacen de ladrillo que se recubre de cemento; se colocan
escalonadas en distinto nivel y comunicadas entre sí, para permitir el escurrimiento por
medio de dos caños en cada una, uno arriba del otro, que según las maniobras se van
tapando o destapando. Las plantas se depositan en la pila más alta (“pudridero”), se
acomodan en capas cruzadas, se llena la pila de agua y se sumergen las plantas con
horcones de madera pesada; la fermentación tarda unas doce horas. Es importante
conocer el punto de fermentación, pues de él depende la calidad del tinte. Al fermentar se
produce una espuma amarilla; si la pila se tapó a las tres de la tarde, se destapa a las tres
de la mañana; se destapa entonces la pila de cargar y se abre el caño para que el líquido
pase a la pila de batir. Entonces se bate con unas varas largas llamadas “remos”, se agita
fuertemente para apagar la espuma y permitir que penetre el aire, con el fin de lograr la
oxidación; esta labor se realiza durante seis horas aproximadamente. Cuando el líquido se
pone morado se “puntea” en una jícara y después se le pone el “cuajo” o “cuaja tinta”, un
líquido que se prepara machacando sobre piedra cerca de trescientos frutos de gulabere y
se le agrega agua. El cuajo se agrega y se sigue batiendo hasta tomar un tono verde
azuloso y se bate hasta que se separa del granulado y la pasta flota en la superficie, como
quien hace mantequilla; se deja dos horas en reposo para que el tinte se asiente. Después
se le da puerta al agujero de arriba o “bitoquero” para que salga el líquido; éste es
recogido por las mujeres para utilizarlo en enfermedades de la piel. La masa que quedo
asentada es el tinte y ya tendrá color azul; se le da puerta y se recolecta en cubeta, se
lleva a un cobertizo techado con tejas. Ahí, en hileras, están enterrados en el suelo unos
horcones de madera, en donde se sujetan unas mantas de algodón grueso que sirven de
destiladera. El tinte se cuela en unas canastas llamadas “chatas”, forradas de una
enredadera que se conoce por “almorrana”, y en las mantas se deja reposar durante cinco
horas para que destile el líquido. Después se pasa el tinte de una manta a otra, para doblar
el volumen, y se afloja la manta para que destile más líquido. Después se doblan las
mantas como costal y se cuelgan de un árbol, para drenar mas líquido durante toda la
noche; al día siguiente la masa se embotella, se coloca en tejas de barro y se seca al sol.
En unos tres días se seca y se parte sola; se debe proteger de la lluvia.
Las semillas se recolectan azotando las vainas, que son muy duras; para esto se
hace un hoyo en la tierra en donde se colocan piedras de río. Se ponen encima las vainas
y se majan con un mazo de madera hasta romperlas; después se recoge todo en un manta
de algodón y se limpia con el viento la cascarilla. Después se escogen las semillas, que
deben guardarse bien ventiladas, pues si no les da el aire no nacerán en la próxima
siembra; se guardan en un trapo y se cuelgan en un lugar fresco y ventilado.
Informante Pedro Solís Pacheco, Niltepec, Oax.
TEÑIDO DE LANA CON AÑIL. Basilio Dimas Hernández, de San Juan Ixtenco,
Tlaxcala, dice: se muele el añil con hojas de azumiate, que es una jarilla silvestre y se
pone con agua en una olla grande. Se añade pulque y tequesquite, se revuelve bien y se
pone a entibiar en la lumbre. Se deja fermentar durante tres días y se prueba el color
metiendo unas madejitas de lana; si éstas salen verdes, el baño está en su punto. Se
entibia el caldo y en él se sumergen las madejas que han sido entibiadas una hora antes en
el mordente; se mueve un rato y se retira del fuego. Se dejan enfriar durante toda la
noche, se sacan, se asolean y más tarde se enjuagan. Si las madejas no quedan del color
deseado, se repite el baño. Calcular 44 gr. de añil por cada 115 gr. de lana, y un litro de
agua por 25gr. de fibra.
TEÑIDO DE ALGODON CON AÑIL EN FRIO. Se quema una penca de plátano ya
seca. La ceniza se muele hasta juntar una jícara; se muele también la misma cantidad de
cal en piedra y 176 gr. de añil molido. Todo se revuelve en seco y la mezcla se pone en
una olla. Se añade agua en cantidad suficiente y la mitad de una panela (piloncillo), de las
de 20 cm de diámetro, partida en pedazos chicos. Se deja fermentar durante cuatro días.
Aparte, en otra olla, se pone a macerar en agua un manojo de muicle o hierba de Santa
Inés, machacada con piedra. se tapa y se deja pudrir durante cuatro días, tras los cuales se
cuela y se junta con la lejía del añil, quedando listo el baño del tinte. Dos madejas de hilo
de algodón crudo, de 230 gr. cada una, se remojan desde la víspera; se azotan sobre una
piedra, se golpean, se exprimen y, mojadas, se introducen al baño de color una por una,
dándoles vueltas con las manos, metiéndolas y sacándolas del tinte para que les dé el aire
y el color se oxide. El tono depende del tiempo que se esté tiñendo , pues debe recordarse
que el hilo mojado adquiere un tono más oscuro que el ya seco. Una vez teñidas las
madejas se exprimen, se enjuagan y se ponen a secar. Así teñían el algodón en
Tehuantepec, Oax., Miguel Ordoñez y su hija Carlota.
Una forma más sencilla de preparar el añil es la usada por Mary Frances Davidson,
que consiste en poner en orines calientes una onza de añil molido y otra de alumbre en
polvo; así se deja fermentar la solución en el sol o en un sitio caliente, hasta que se ponga
verde.
En Hueyapan, Morelos, doña Cirenia hace la misma preparación dos veces; para
mejorar el tono hace un “agua podrida” con añil molido y remojado en nejayote, que es el
agua en donde se cuece el maíz para el nixtamal; le añade un puño de cal y otro de
tequesquite, agua simple en cantidad suficiente, y lo deja fermentar por lo menos dos
semanas, hasta que el líquido se pone verdoso y de mal olor. Prepara de nuevo la misma
composición y, en vez de añadir agua simple, le pone el agua podrida ya preparada.
Revuelve bien, deja que fermente dos días y la entibia para teñir las madejas.”
Otra alternativa para el uso del añil se desarrolla a continuación. Se muelen 100 gr.
de añil hasta convertirlos en un polvo fino que se mete en una botella de vidrio o plástico,
cuya tapa no sea metálica. Se vierten 100 ml. de ácido sulfúrico poco a poco y se agita la
mezcla con la botella destapada, ya que los vapores pueden botar la tapa. Se deja reposar
una semana, durante la cual se repetirá cada día la acción descrita anteriormente; si la
pasta es demasiado consistente, se le puede agregar ácido sulfúrico, para que tengamos
un líquido fácil de manejar. La solución puede guardarse indefinidamente, bien tapada y
alejada del alcance de los niños.
Esta receta resulta muy eficiente, pero de difícil manejo, pues requiere una serie de
cuidados específicos para la obtención de los tonos deseados, dado que la cantidad de
solución a utilizar dependerá del azul que pretendamos lograr, en una gama que
comprende desde azul claro hasta azules casi negros. La solución siempre se vierte en
agua fría, pues el agua caliente provoca una reacción que puede salpicar a quien la
manipula; se pone a entibiar antes de meter la fibra —previamente mordentada—,
moviendo constantemente para que se incorpore el caldo tintóreo. Después de introducir
la madeja, permanece al fuego durante una hora, sin que hierva, y continúa removiéndose
cuidadosamente mientras la fibra esté sumergida en el líquido. Posteriormente se deja
enfriar y se lleva a un lugar ventilado y sombreado, de lo cual dependerá que el tinte
adquiera el tono deseado. Si se quiere un tono más obscuro, se deberá añadir la solución
preparada, para lo cual se repetirá desde el inicio la operación; la solución se agregará al
caldo sacando la madeja o lienzo cuando éste se haya enfriado. Uno de los
inconvenientes de esta receta es que las fibras se dañan al someterse a la acción de
grandes cantidades de ácido sulfúrico.
Las formas de preparación del tinte de añil varían de lugar a lugar, pero en todas
ellas encontramos que la fermentación del líquido que sirve como base al caldo es básica
para el logro de buenos resultados. En algunos sitios se utiliza pulque y vinagre; en otros,
el nejayote, la panela o piloncillo y los orines. Un elemento importante radica en la
duración de la fermentación —por lo menos dos semanas. Se recomienda hacer pruebas
con los materiales de la región en donde se practique el oficio, y así desarrollar recetas
propias. El caldo producto de la fermentación debe mostrar un color amarillo-verdoso
para ser utilizado.
Es posible calentar el caldo de añil en recipientes o palanganas de plástico, en baño
maría: se deposita la palangana en una olla de metal, con agua suficiente para que flote.
Hay que recordar que la temperatura del caldo no debe exceder los 55°C.
Una receta muy eficiente la describe la maestra Michele Wipplinger, en su libro
Tintes Naturales Para Artesanos De Las Américas:
“Extracción: Método químico.
1. La siguiente receta teñirá aproximadamente 4 kg. de fibra.
2. Machaque el tinte de añil para hacer un polvo fino. Mida 100 gr. de este polvo
3.
4.
5.
6.
7.
8.
(igual a media taza).
Ponga el polvo en una jarra grande (2 litros).
Mezcle el polvo de añil con 200 ml. (media taza) de agua tibia. Mézclelo todo
bien para hacer una pasta mojada de añil.
Añada un litro de agua concentrada de ceniza (se cuela un litro de agua por 2
tazas de ceniza. Si no puede conseguir agua de ceniza, use dos cucharadas de
lejía química con un litro de agua).
Agregue medio litro de agua limpia.
Añada 3 cucharadas de hidrosulfito de sodio y mezcle cuidadosamente. Este
químico eliminará el oxígeno del baño.
Espere 15 minutos para que esta mezcla de añil se cambie de un azul opaco a un
amarillo-verdoso transparente.
La jarra se puede guardar indefinidamente si la cubre con una tapa y la mantiene
fuera del calor. Sólo use un poco de esta mezcla (un cuarto de taza) al empezar un baño
fresco de tinte de añil. Se le puede añadir más de este extracto de añil como lo vaya
necesitando durante el proceso de teñir.”
Posteriormente, la misma autora hace unas recomendaciones para preparar el baño
de tinte; en torno al control de temperatura y otros temas:
Lana, alpaca y seda
Fibras duras
Algodón y yute
52°C
38°C
38°C
Al agua se le añade la cantidad recomendada del concentrado preparado
previamente, más dos cucharadas de hidrosulfito de sodio; el momento para introducir las
fibras es cuando la mezcla adquiere un color amarillo-verdoso transparente. Los cambios
de color se pueden controlar utilizando un vaso transparente; el contacto con el aire
provoca un cambio de color de la mezcla que torna rápidamente a azul.
Se debe controlar la alcalinidad del baño con papeles de p.h.: para lana y seda de
9.5 a 10; fibras duras 10.5, y algodón y yute 11. Si el baño es demasiado ácido se agrega
un poco de carbonato de sodio hasta alcanzar los grados recomendados; si el baño es más
alcalino de lo recomendado, se puede agregar un poco de limón hasta llegar al grado
correcto.
El teñido se realiza de la siguiente manera:
Las fibras deben estar bien lavadas.
Para evitar las manchas, se debe mover a un lado la nata del añil de la
superficie del baño, justo antes de introducir o retirar la fibra del mismo.
Se deben sumergir completamente las fibras en el baño durante todo el
proceso; para mover las fibras dentro del baño, se deben hacer movimientos lentos, para
no introducir oxígeno en el mismo.
Es muy importante mantener una temperatura constante durante el proceso
de teñido
Bastarán unos cuantos minutos para que la fibra se tiña. Lana y seda entre 5
y 10 minutos. Fibras duras de 3 a 5 minutos. Algodón y yute de 5 a 10 minutos.
Sin importar el tipo de fibra, la mejor forma de teñir un azul añil oscuro es
incrementando con una serie de inmersiones sucesivas. NO REMOJE SU FIBRA O
MATERIAL UNA VEZ POR HORA y espere que el color sea permanente. El azul
teñido de esta forma se despintará constantemente al frotar o lavar. Si desea un color
claro, todavía es mejor remojar la fibra dos veces, aunque sólo por dos o tres minutos, en
un baño de tinte menos concentrado.
Suavemente saque la fibra del baño de tinte, tratando de no introducirle aire.
Cuando la saque tendrá un color amarillo. Al hacer contacto con el aire, cambiará de
color a verde y después a azul. Deje sus materiales en la sombra por un tiempo mínimo de
20 o 30 minutos, para facilitar el cambio de color. Despliegue y rote la fibra, para que el
aire pueda penetrar todas las superficies.
La fibra se puede remojar (en el baño) y airear varias veces. Exprima el tinte
sobrante antes de resumergir. Repita este proceso hasta obtener el tono deseado.
Recuerde teñir dos o tres tonos más oscuros del deseado, porque el color se hará más
claro después del lavado y el secado.
Se añade otro tanto de extracto cada vez que se vuelve a sumergir la fibra en
el baño. Para comprobar la necesidad de agregar más extracto, se mete la fibra en el baño
no añadiendo más extracto y comparando los tonos obtenidos. Si el color oscurece, el
baño tiene suficiente tinte.
Para mejor resultado, deje las fibras airearse durante 24 horas a la sombra
después de la última inmersión y antes de lavarlas.
Para terminar, se neutraliza la fibra. Se agrega media taza de vinagre por
cada kilogramo de fibra en agua tibia suficiente para cubrir la fibra y se deja por 15
minutos.
Se lava en agua bien caliente con jabón neutro por 20 minutos.
Frecuentemente se requieren dos o tres lavadas de agua caliente y se enjuaga hasta que el
agua pase transparente y el color no se destiña.”
LISTA DE PLANTAS TINTÓREAS.
ACAHUAL: Varias especies de los géneros Bidens, Encelia y principalmente Thitonia.
Compuestas. Flores silvestres amarillas que tiñen del mismo color. Proporción: 100 gr. de
flor por cada 100 gr. de fibra.
Los acahuales son los terrenos que se dejan descansar entre periodos de cultivo (más o
menos cinco años); en éstos crecen plantas regionales que se aprovechan normalmente
para el consumo de leña. Muchas de estas plantas reciben el nombre de “acahual”; a las
que nos referimos en relación con la extracción de pigmentos son plantas pequeñas de
flores amarillas.
ACHIOTE, ACHIOTL, ACHIOTILLO: Bixa orellana. Bixáceas. Arbusto o árbol de
dos a cinco metros de altura con corteza café y lisa. Sus hojas, sin pelos por arriba y
verde pálidas por abajo, son delgadas y están sostenidas por largos soportes. Las flores
son de color rosa o blanco y se encuentran en racimos. Los frutos secos están
generalmente cubiertos con espinas delgadas y suaves; una pulpa anaranjada cubre a las
numerosas semillas.
Originario de México, Centro y Sudamérica, habita en clima cálido, desde el nivel del
mar hasta los 1200 metros. Planta cultivada en huertos familiares; cuando es silvestre, se
asocia a vegetación perturbada que deriva de bosques tropicales subperennifolio y
perennifolio. Las semillas se utilizan en cocina; su cultivo se adapta a distintos climas. El
tinte de la planta es difícil de fijar en las fibras y es sensible a la luz, pero se obtienen
buenos resultados, sobre todo en lana. Se remojan las semillas dos días, se muelen en
molcajete, se cuelan y se agrega agua para preparar el caldo. También funciona la pasta
condimentada que venden para sazonar alimentos. Mordente: bicromato de potasio.
Proporción: 60 gramos de pulpa por 100 de fibra, o 150 gr. de semillas por 100 de fibra.
Mordiente: para 100gr. de lana, 3 gr. de bicromato potásico.
AGUACATE: Persea americana. Lauráceas. Árbol que alcanza 20 metros de altura, de
tronco grueso y con hojas alargadas que terminan en punta. Las flores son pequeñas y sus
frutos ovalados, con semilla grande rodeada por una pulpa carnosa. Se cultiva por sus
frutos y crece asociado con la selva tropical caducifolia, subcaducifolia, perennifolia, en
el matorral xerófilo y en bosques mesófilos de montaña, de encino y pino. Se usan las
hojas como tinte (pinta amarillo) y el hueso molido (café claro). Se maceran las hojas una
noche y se hierven; se cuela el caldo para que no se enreden las fibras. El hueso se muele
en licuadora o molcajete; se meten las fibras sin colar y después del baño caliente se
cuelgan en un mecate, procurando que el aire penetre en ellas, ya que la oxidación resulta
importante para obtener un color más fuerte. O bien, el hueso rallado se combina con la
grana cochinilla sobre algodón para obtener un color morado. Las cáscaras del fruto
sirven como mordente. Proporción: 500 gr. de hojas por 100 gr. de fibra; 200 gr. de hueso
por 100 gr. de fibra; 300 gr. de cáscara por 100 gr. de fibra.
ALBARDA: Fouquieria. Fouquieriáceas. Los Tarahumaras lo utilizan como jabón
natural.
ALCATRAZ CULTIVADO: Zantedesch aetiopicaia. Aráceas. El tallo picado se
emplea como fijador de tintes. Bueno para el algodón. Proporción: 100 gr. de tallo por
100 de fibra.
ALGODÓN: Gossypium hirsutum. Malváceas. Fibra textil. Arbusto de dos metros. de
altura, con ramas largas. Las hojas están partidas, formando tres picos y las flores son
amarillo-cremosas y grandes. Sus frutos, en forma de cápsulas, al secarse abren en tres o
cinco partes, de las cuales sale una pelusa que es la que conocemos como algodón.
Originario del Nuevo Mundo; habita en climas cálidos, desde el nivel del mar hasta los
300 metros. Planta cultivada en huertos familiares, asociada a bosques tropicales
caducifolio, subcaducifolio, subperennifolio y perennifolio.
ALISO: Alnus acuminata, A. ferruginea. Contiene tanino; se usa en curtiduría. Las hojas
y la corteza pintan color café. También se aprovecha la corteza, en la misma proporción
de fibra, con huesos de aguacate molidos. Se echan en agua con calhidra —para un color
pardo; si se quiere más oscuro, se le agrega hollín.
AMOLE, AMOLLI: En general, estos nombres se aplican a varias plantas que, por ser
ricas en saponinas, se emplean como jabón. La mayoría pertenece a las familias de las
sapindáceas (los frutos), de las cucurbitáceas y de las agaváceas (las raíces, los tallos o
las hojas). Con ellas se lavan las fibras antes del proceso de teñido.
ANÍS CULTIVADO: Pimpinella anisum. Umbelíferas. Tanto toda la planta como sus
flores pintan de color amarillo. Se requieren 200 gr. de material tintóreo por cada 100 de
fibra.
ARCILLAS: En algunos lugares se utilizan diferentes arcillas para obtener diversos
resultados en el teñido y decorado de objetos artesanales (ver laqueado y maqueado); en
el teñido de fibras textiles se usan las tierras ferruguinosas (que contienen hierro)
acompañadas de plantas, para obtener tonos oscuros, desde cafés hasta negros.
En Chiapas, la lana de borrego se tiñe de negro con una planta (Hierba Amarga,
Eupatorium ligustrinum) y con arcilla negra, en un proceso de tres días durante los que se
cubre por capas la lana, alternando con hojas de la planta y cubriendo con lodo negro.
ÁRNICA DEL PAÍS, ÁRNICA FALSA: Heterotheca inuloides. Compuestas. El
árnica falsa es una planta que mide menos de un metro de altura, de hojas alargadas y
anchas y flores agrupadas y colocadas en forma circular. Se encuentra generalmente en
climas cálido, semicálido, semiseco y templado. Se cultiva en huertos, aunque crece
asociada a la selva tropical caducifolia y perennifolia, al matorral xerófilo y a los bosques
de encino y mixto de pino.
La planta entera y la flor tiñen amarillo; en combinación con grana, da tonos anaranjados.
Proporción: 200 gr. de material tintóreo por 100 de fibra.
AZAFRANCILLO: Ditaxis heterantha. Euforbiáceas. Picadas toda la planta y la flor —
no requieren maceración— tiñen color amarillo canario. Proporción: 200 gr. de material
tintóreo por 100 de fibra.
BARBAS DE VIEJO, MUSGO, TZON TE’: Usnea barbata. Usneáceas. Liquen que
crece en árboles, piedras y cercas. Se deja en agua una semana —pinta color café—; no
necesita mordente. En Zongolica, Veracruz, le dicen Paxtle. Ver liquen. Proporción: 200
gr. de material tintóreo por 100 de fibra.
CAFÉ, CAJÉ, CAFIÉ, CAPIJ: Coffea arábica. Arbusto de hojas opuestas, flores
blancas y fruto rojo, cuya semilla es el café. Para teñir se usan tanto el fruto completo —
semilla, pulpa y cáscara—, como únicamente su cáscara. Para preparar el tinte —en
cualquiera de las dos opciones mencionadas— se remojan los ingredientes una noche, y
al día siguiente se introducen en una olla con suficiente agua, misma que se pone a
calentar. Se deposita la lana en la olla durante una hora y se remueve para que el líquido
no hierva. Pasada la hora, se deja enfriar dentro del agua, se enjuaga bien y se tiende a
secar en la sombra. Proporción: 200 gr. de material tintóreo por 100 de fibra.
CASCALOTE, NACASLOTE: Caesalpinia coriaria y C. cacalaco. Leguminosas. Las
vainas se mantienen en remojo durante tres días; se obtiene un color café. La corteza
macerada posee un alto contenido de tanino y sirve como mordente o fijador —pinta
color rojo—; de su fruto machacado se extrae tinte negro. Proporción: 100 gr. de material
tintóreo por 100 de fibra.
CAPULÍN: Prunus capuli. Árbol de hasta 12 metros de altura, de corteza rojiza y hojas
alargadas. Sus flores están agrupadas en racimos; originan frutos globosos. Habita en
climas cálido, semicálido, semiseco y templado. Se cultiva en las casas y crece de manera
silvestre asociado a la selva tropical caducifolia y subcaducifolia, al matorral xerófilo, y a
los bosques montaña, de encino y pino.
Se emplean los frutos —en la misma proporción que la fibra—para lograr un tono morado
grisáceo. Se recomienda para lana.
CEBOLLA: Allium cepa. Herbácea de hojas alargadas, que brotan de un tallo bulboso
que se desarrolla bajo tierra; produce un soporte donde aparecen las flores, con forma de
pequeñas sombrillas. Originaria de Asia y Europa, ahora se halla adaptada a diferentes
hábitats en climas cálido, semicálido, semiseco y templado. Se cultiva en casas y está
asociada a la selva tropical caducifolia, subperennifolia, perennifolia, al matorral xerófilo,
a los bosques mesófilo de montaña, de encino y pino.
Las cáscaras externas —único ingrediente útil— pintan amarillo; se recomiendan también
las de la cebolla morada; de la que se obtiene ese mismo color. Proporción: 100 gramos
de cáscara por 100 de fibra.
CEMPOAL-XOCHITL, CEMPAZUCHIL, FLOR DE MUERTO, PERIQUILLO,
CEMPOAL, JUTUS, MUSÁ: Tagetes erecta. Compuestas. Herbácea anual de 50 a 100
cm. de altura, muy ramificada. Las hojas presentan nervaduras con los bordes dentados y
sus flores circulares son de color amarillo. Debe su origen a México y habita en climas
cálido, semicálido, seco y templado. Crece en huertos y en terrenos de cultivo; está
asociada a distintos tipos de selva tropical caducifolia, subcaducifolia, a bosques
espinoso, mesófilo de montaña, de encino y pino.
La flor tiñe de amarillo; se siembra en mayo —el día de San Juan— y se recolecta en
octubre y noviembre. Planta con hojas de olor penetrante y flores anaranjadas o amarillas.
Se cultiva casi en toda la República (Mexicana), para las ofrendas del Día de Muertos. Si
se quiere disponer de la flor todo el año, se corta y pone dentro de una bolsa de papel, en
un lugar seco. Su siembra favorece los terrenos donde se desarrolla, dado que los libera
de parásitos, gracias a su carácter de insecticida. Proporción: 100 gr. de flor por 100 de
fibra.
CEREZA DE CHACHALACA, CEREZA DE MONTE, ZAPOTILLO: Prunus
brachybotrya. Rosáceas. Las hojas frescas o secas sirven como entonador, aunque su
función dependerá de la cantidad y fuente del caldo tintóreo al que se pretenda modificar
el tono.
CINCO NEGRITOS, CHINGUIRITO: Lantana camara. Verbenáceas. Arbusto
frondoso, de hasta dos metros de altura, de hojas alargadas, rugosas y terminadas en
punta. Todo el año presenta flores y sus frutos redondos, al madurar, se tornan negros.
Vive en climas cálido, semicálido, seco y templado. Su crecimiento es silvestre y está
asociada con la selva tropical caducifolia, subcaducifolia, perennifolia, el matorral
xerófilo, y los bosques espinoso, mesófilo de montaña, de encino y mixto de pino.
Entonador y mordente para fibras textiles (excepto algodón) con grana cochinilla. Su uso
precisa moderación, pues en exceso maltrata las fibras. Al tinte se le agrega un manojo de
tallos, hojas y flores machacadas, junto con limones secos y molidos. Se utilizan también
los frutos para pintar color verde. Deben de estar bien negros, y resultan muy difíciles de
recolectar, pues son muy pequeñitos, se requieren muchos para teñir, y la producción por
planta es escasa. Se aplica bicromato de potasio como fijador.
Un kilo de lana necesita quince litros de frutos. Si al día siguiente el color no es verde
sino gris, se el agrega una cucharada de bicarbonato de sodio y se hierve nuevamente por
diez minutos.
COCO CULTIVADO: Cocccus nucifera. Palmáceas. La corteza del fruto contiene
tanino. Mordente para fibras textiles, pinta de color café. Proporción: 500 gr. de material
tintóreo por 100 de fibra.
COLORÍN, TZOMPANTLI: Varias especies del género Erytharina. Leguminosas.
Hojas y corteza se maceran tres días, para obtener un color amarillo; o bien, el interior de
la corteza se hierve con cal y orines. Proporción: 200 gr. de material tintóreo por 100 de
fibra.
CONGUERAN, MAZORQUILLA: phytolacca octandra. Fitolacáceas. En Michoacán
se utilizan los frutos como jabón natural.
CÚRCUMA, FALSO AZAFRAN: Cúrcuma tinctoria, Cúrcuma longa. Planta
herbácea, rizomatosa, de la familia de las Zingiberáceas. De tallos altos, entre 50 cm. Y 2
m., y flores de diverso color colocadas en espigas, habita lugares húmedos y sombríos.
La raíz tiñe de amarillo; muy buena para el algodón. Se muele en un molcajete y se
hierve en agua; el caldo se cuela antes de teñir, para que las fibras no se manchen.
Proporción: 50 gr. de raíz por 100 de fibra.
CHAZÁ, EUGENIA, CHI’ TE’, CAPULÍN, DETZE: Eugenia spp. Eugenia
acapulcensis. Mirtáceas. Fijador y entonador. Se utilizan los frutos o las hojas; en
Guerrero se le conoce como capulín.
CHICHICAXTLE: Urera caracasana. Urticáceas. Alcanza la altura de un árbol; tiene
hojas aserradas, erizadas de espinas con las que punza cuando se le toca. La corteza de
los tallos se moja y se hila como lino para la manufactura de vestidos.
DALIA SILVESTRE: Dhalia coccinea. Compuestas. Se maceran las flores una noche;
se obtienen colores rojizos y amarillentos. En Veracruz crece en zonas cercanas a la
comunidad de Atlahuilco, Zongolica, y cerca de Huayacocotla, en la Huasteca. Se
recomienda fijar con bicromato de potasio.
Proporción: 100 gr. de flor por 100 de fibra.
DIENTE DE LEÓN, AMARGÓN, ACHICORIA AMARGA, CERRAJA,
MORAJA, NOCUANA-CUEE-TA: Taraxacum officinale. Hierba que mide menos de
30 cm de altura, con hojas formando un círculo en la base del tallo y desde donde salen
sus flores amarillas. Éstas, al secarse, originan frutos globosos. En México vive en climas
cálido, semicálido, semiseco y templado, y crece en tierras de cultivo, asociada con la
selva tropical caducifolia y subcaducifolia; el matorral xerófilo, y los bosques mesófilo de
montaña, de encino y mixto de pino.
Se usa toda la planta, incluidas raíz y flor, en igual cantidad de planta y fibra. Pinta
amarillo.
ENCINO, ROBLE: varias especies del género quercus. Fagáceas. En Veracruz se
localiza en las zonas altas de Zongolica y la Huasteca.
Se utiliza la corteza, que tiñe de color café, amarillo o negro; si se combina con otros
tintes, se obtiene una variedad de colores muy amplia. También de su corteza y de las
“agallas” —nidos de una avispa que habita sobre la planta— se obtiene tanino, por lo
cual funciona como un excelente mordente, en especial para el algodón.
Proporción: 100 gr. de material tintóreo por 100 de fibra.
ENCINO COLORADO: Quercus crassifolia Se emplea la corteza para un color café,
aunque de la variación en las cantidades y la modificación mediante entonadores, es
posible obtener distintos colores.
Proporción: 100 gr. de corteza por 100 de fibra. No necesita mordente.
EUCALIPTO, ALCANFOR, ÓPALO: Eucaliptus globulus. Árbol que llega a medir
hasta 20 metros de altura, de tronco recto y liso. Las hojas tienen forma alargada y
puntiaguda, y sus flores semejan una motita dentro de un pequeño cono. Los frutos
parecen botones con abundantes semillas. Habita en zonas de climas cálido, semicálido,
semiseco y templado. Crece cultivada en jardines y está asociada a la selva tropical, al
matorral xerófilo y a los bosques de encino y pino.
Se utilizan hojas, tallos y corteza; pintan color amarillo.
Proporción: 200 gr. de material tintóreo por 100 de fibra.
GIRASOL MORADO, XOCOATOLE, XOXOATOLE: Cosmos bipinnatus.
Compuestas. Abunda al borde de las carreteras; de sus flores, color rosa-morado se
obtiene el color lila, aunque autores sostienen que las flores no dan color, sino que el tinte
se encuentra en tallos y hojas y es de color verde. Proporción: 200 gr. de material tintoreo
por 100 de fibra.
GRANADO CULTIVADO: Punica granatum. Punicáceas. Arbusto que alcanza entre
dos y seis metros de altura, de tallo muy ramificado, hojas alargadas y flores con
abundancia de estambres, de las que posteriormente crecen frutos globosos. De origen
europeo y asiático, en México habita en climas cálido, semicálido, semiseco y templado.
Se cultiva en las casas y está asociado a la selva tropical caducifolia, subcaducifolia y
perennifolia; al matorral xerófilo y a los bosques espinoso, mesófilo de montaña, de
encino y pino.
Se utilizan las cáscaras de los frutos para tonos amarillos ocre; combinadas con añil,
alumbre y cloruro de estaño, pintan verde.
Proporción: 200 gr. de material tintóreo por 100 de fibra.
HIERBA DE SANTA INÉS, MUICLE, TROMPETA DEL DIABLO,
SACATINTA: Jacobiana spicigera. Acantáceas. Planta que mide hasta dos metros de
altura, con tallo muy ramificado y hojas alargadas. Sus flores originan frutos con forma de
cápsula. Habita en climas cálido, semicálido, seco y templado. Crece cultivada en
viviendas y se asocia a la selva tropical caducifolia, subcaducifolia, subperennifolia,
perennifolia, al matorral xerófilo, y a los bosques de encino y pino.
Las hojas se dejan sumergidas en agua durante una semana —se obtienen tonos morados
y azules—; si se desea un color rosado, se agrega limón; para grises, cal o bicarbonato de
sodio. En algunos sitios se emplea como mordente del añil, probablemente porque la
fermentación del muictle acelera la reducción en el caldo del tinte, además de añadirle el
pigmento que produce. Cuando se utiliza solo, resulta difícil de fijar en la fibra.
Proporción: 200 gr. de material tintóreo por 100 de fibra.
HIERBA
VINAGRERA,
LENGUA
DE
VACA,
XOCOLPAPATLA,
ARRACACHUELO, BARRABÁS, BIJUACA, IJUACÁ, LENGUEVACA,
ROMAZA, RUIBARBO DE HUERTA: Rumex crispus. L.. Rumex acetosa.
Poligonáceas. Planta herbácea, vivaz o anual, con hojas oval-oblongas generalmente
grandes, inflorescencia en racimos. Se le considera planta invasora, difícil de erradicar.
Crece en clima cálido, templado o frío.
Se maceran las hojas tres días —pinta color amarillo—; en muchas ocasiones se usa
como mordente, gracias a su alto contenido de tanino. Por esta combinación de elementos
colorantes y taninos, se emplea también para curtir cuero.
Proporción: 200 gr. de hojas por 100 de fibra. No necesita mordente.
LÍQUENES: Parmelia, Usnea y Lobaria. Varios géneros de líquenes se encuentran
creciendo en las esquinas lejanas del mundo: en la tierra, las rocas, los árboles, edificios
viejos y cercas. Con sólo mirar atentamente se descubre a estos pioneros, escondidos en
donde uno menos lo espera. Los que tienen el color más ordinario en la superficie, dan el
color de tinte más extraordinario, resultando un gozo para la persona que tiñe. Hay miles
de especies, muchas aún sin nombre. Los líquenes brindan su color fácilmente, sin
necesidad de mordentar. Sin embargo, crecen despacio y por lo tanto deben cosecharse
cuidadosamente sin destruir una población entera. Los líquenes se han usado también
como plantas medicinales, para calcular la edad de árboles y rocas, y como indicadores
de acidez y alcalinidad (ph).
Antes de teñir se le quita al liquen la tierra y los pedazos de tronco que se le hubieran
adherido; ya limpio, se desmenuza bien. En una olla, se ponen 100 gramos de liquen en
agua suficiente como para cubrir la fibra y se le agrega una cucharada de vinagre; se
calienta, y cuando el agua está tibia, se introduce una madeja de 100 gramos de lana,
previamente lavada. Se sigue calentando durante un lapso que varía entre diez minutos y
tres horas, dependiendo del color que se desee lograr; a mayor tiempo de la lana en el
tinte, más oscuro será el tono. Una vez obtenido el tono buscado, se retira la olla del
fuego y se deja enfriar. Se enjuaga bien la lana y se tiende a secar en la sombra.
HUIZACHE: Acacia farnesiana y A. pennatula. Leguminosas. Las flores y corteza
contienen tanino, por lo que funcionan bien como mordente. Para un tinte negro se
maceran las vainas secas durante una semana. Cuando envejecen los huizaches y
mezquites, producen una goma, conocida en la época prehispánica como mizquicopalli,
semejante a la arábiga y muy usada en la tintorería para dar lustre a las fibras.
Proporción: 200 gr. de vainas por 100 de fibra. No necesita mordente.
IGUAMBU, IN HUAMBO, GORDOLOBO: Bocconia arborea B. frutecens.
Papaveráceas. Las hojas se maceran tres días; pinta amarillo. También de la corteza y los
tallos —bien picados— se extrae un tinte del mismo color. Proporción: 200 gr. de
material tintóreo por 100 de fibra.
LECHUGUILLA: Agave lechuguilla. Agaváceas. Con la fibra se manufacturan
artesanías y diversos objetos utilitarios.
LIMÓN: Citrus aurantifolia. Familia: Rutáceae. Se utiliza el jugo del fruto como
entonador, por su contenido de ácido cítrico.
Proporción: depende de la cantidad y fuente del caldo tintóreo al que se pretenda
modificar el tono.
MAGUEY DE IXTLE, METL: Agave salmiana, A. mapisaga, A. angustifolia.
Agaváceas. Las fibras se emplean para la elaboración de artesanías. Con una de estas
especies se preparara el pulque, que en tintorería fermenta el caldo del añil.
MANGLE: Rizophora mangle, Avicennia germinans, Laguncunaria racemosa,
Conocarpus erecta. Combretáceas. La raíz se muele y se macera durante una semana —o
bien, únicamente se macera junto con hojas frescas de piñón durante diez días—, se
cuela, se depositan en el caldo las madejas y se hierve durante una hora. Pinta color café;
si se quiere un color más oscuro, se añade cal. También sirve la corteza, útil para curtir
pieles por su alto contenido de taninos.
Es recomendable recolectar sólo la madera o raíces de árboles muertos, ya que es
una especie en peligro de extinción.
MERCADELA, REINITA: Caléndula officinalis. Planta anual o perenne que mide
entre 30 y 70 centímetros de altura y posee hojas alargadas sin soporte de unión con el
tallo, desde donde salen las flores con pétalos largos de color amarillo. Oriunda del sur de
Europa, en México se cultiva como planta de ornato en lugares con climas semiseco y
templado. Crece en huertos familiares y está asociada a la selva tropical caducifolia, al
matorral xerófilo, y a los bosques de encino y pino.
Se usa la flor, pinta amarillo.
Proporción: 100 gr. de flor por 100 de fibra.
MEZQUITE: Varias especies del genero prosopis. Leguminosas. De sus vainas se
obtiene tinte negro y gris. Se muelen las vainas secas y se ponen a macerar en agua
durante una semana. Después se hierven una hora, junto con una pizca de caparrosa
oscura —sulfato de hierro—; se cuela la solución y se introduce en ella la madeja de
algodón premordentada. Se mantiene una hora sobre el fuego, sin que llegue a hervir. Al
día siguiente se saca del baño, se enjuaga y se pone a secar.
Proporción: 200 gr. de vainas por 100 de fibra. No necesita mordente.
MORA, PALO DE MORA, PALO AMARILLO: Clorophora tinctoria. Moráceas.
Árbol tropical, alto y de madera dura, que crece silvestre por toda Centroamérica,
México, las Antillas y Brasil. Excelente tinte para el algodón —el mejor extracto proviene
de la madera interior del tronco, de color amarillo azufre—, proporciona una buena base
para otros colores: sobreteñido con añil, da verdes y verdes azulados; combinado con raíz
de madder y cochinilla, anaranjados, y mezclado con palo de Brasil, verdes olivo. Tiñe
los amarillos más puros con mordiente de alumbre.
Proporción: 200 gr. de madera por 100 de fibra.
MORERA CULTIVADA: Morus alba, M. nigra, M japonica. Moráceas. Se utilizan
los frutos —un kilo por cada 100 gramos de fibra—; pinta color morado.
MORERA SILVESTRE: Morus celtodifolia. Moráceas. Ver morera cultivada.
NOGAL, NUEZ MECA: Carya illinoensis, Juglans regia. Juglandáceas. Árbol grande,
de corteza color gris oscuro, la cual se fisura al envejecer; hojas alternas, compuestas y
muy aromáticas, de 30 a 40 centímetros de largo, con foliolos ovales —que varían en
número, de cinco a nueve— de color verde oscuro y fruto verde y carnoso que envuelve a
la nuez. Florea en primavera; sus frutos maduran en septiembre. Crece en huertas y
riberas; prefiere el fondo de los valles apacibles, con tierra profunda y arenosa.
En otoño se recolectan las envolturas que recubren la nuez, de preferencia cuando se
tornan marrones, ya que se desprenden más fácilmente. Se depositan en un frasco grande
o tinaja, cubiertas de agua —de lluvia si es posible— y tapadas. Se dejan así macerar; al
cabo de un mes se pueden usar, aunque se conservan durante años si se les mantiene
siempre cubiertas de agua. Cuanto más larga la maceración, más intenso el tinte.
Proporción: 200 gr. de cáscara por 100 de fibra. No necesita mordente.
PALO DE BRASIL, PALO TINTO, PALO DE TINTA: Haematoxylon brasiletto,
Caesalpinia brasilienis (Brasil), Caesalpinia echinata (México). Leguminosas.
Para extraer el tinte, se secciona la corteza en astillas pequeñas y se deja podrir en agua
durante un mes. Ya fermentada, se saca la madera, se introduce en una media, calcetín o
manta de algodón y se ata a una de las asas de la olla —dentro de la cual ya se
encuentran las madejas—, para que suelte poco a poco el color, a fuego constante y
removiendo la lana para que el color salga parejo. Transcurrida una hora, se retira del
calor hasta que se enfríe, se enjuaga bien la lana y se pone a secar a la sombra.
Para obtener un tono anaranjado se añade el jugo de dos limones desde que se calientan
juntos el tinte y la lana, siguiendo los demás pasos del procedimiento descrito.
Para un tono morado, se fija la lana con bicromato de potasio, depositando ambos en una
olla con agua, tapada y puesta al fuego —sin hervir— durante una hora. Se deja enfriar y
se enjuaga bien la fibra.
Proporción: 200 gr. de madera por 100 de fibra.
Se recomienda sumergir la madera en agua, dentro de un recipiente tapado y por tiempo
indefinido. Para teñir, se utiliza tanto el caldo como las maderas, las cuales deben hervirse
antes de sumergir las fibras.
PALO DE CAMPECHE: Haematoxylon campechianum. Leguminosas. (Ver palo de
Brasil)
Antecedentes: los aztecas llamaban al palo de tinte “árbol espinoso”, por su tronco
espinoso y torcido. A partir del año 1500 se dieron luchas sangrientas entre españoles e
ingleses a causa del palo de tinte. Los ingleses tomaron navíos cargados de palo de tinte
saliendo de la Bahía de Campeche y lo usaron como combustible, hasta que cayeron en
cuenta de su valiosas propiedades para el teñido.
Hoy en día se usa como tintura de laboratorio y para teñir negras las medias. De hecho, el
mejor uso del palo de tinte resulta de combinarlo con hierro para crear grises y negro. La
extensión nativa para el palo de tinte es México, Centroamérica, Colombia, Venezuela y
la Guyanas, aunque se ha naturalizado en otros países. Actualmente, los principales
exportadores son México, Honduras y Haití.
Se sumerge la madera en agua, en un recipiente tapado y durante tiempo indefinido; se
utiliza tanto el caldo como las maderas, hervidas previamente a la introducción de las
fibras.
Como morado solo, no es tan resistente a despintarse por acción de la luz como el rojo de
la cochinilla sobreteñido con añil.
Proporción: 200 gr. de madera por 100 de fibra.
PERICÓN, ANISILLO, YYAUHTLI: Tagetes filifolia, T. florida Sw., Bidens
rubifolia H.B.K. Compuestas. Arbusto de aproximadamente 1.80 metros de altura, hojas
verde oscuro y flores anaranjadas, parecidas a las margaritas que abundan en los bordes
de las carreteras. Crece en clima templado o frío.
Se utiliza toda la planta, incluidas flores; proporciona un tinte amarillo, muy efectivo en
cualquier fibra. Se recomienda su uso en algodón. Se puede fijar con bicromato de
potasio.
Proporción: 100 gr. de material tintóreo por 100 de fibra.
PIRÚ: Schinus molle. Excelente por su alto contenido de tanino. Sirve como mordente;
se utiliza la corteza.
Proporción: 200 gr. de material tintóreo por 100 de fibra. No necesita mordente.
PLÁTANO: Musa sapientium. Musa paradisiaca. Musáceas. La penca de la que
cuelgan los frutos se utiliza como mordente, hirviéndola en agua, aunque también se
quema para preparar lejía con su ceniza.
Proporción: 500 gr. de penca para mordentar 100 gr. de fibra.
SANACOCHE, CHICHICAMOLE: Curcubita radicans. Curcubitáceas. La raíz se
emplea como jabón natural.
SAÚCO: Sambucus nigra. Arbusto de dos a cinco metros de altura, tallos grises y hojas
divididas en cinco hojuelas; sus flores son blancas y se agrupan en la parte terminal de las
ramas. De frutos pequeños y negros, habita en climas templados y vive asociado con la
selva tropical caducifolia y perennifolia; el matorral xerófilo, y los bosques espinoso,
mesófilo de montaña, de encino y mixto de pino.
Las hojas pintan amarillo pálido; de los frutillos se obtiene un color anaranjado. Para
pintar negro, se ponen en un bote fierros viejos con agua, se agrega panela (piloncillo) y
vinagre —se produce acetato de hierro— y se mantiene así un mínimo de dos semanas.
Este caldo se hierve con el sauco y se dan baños de tina. El desagradable olor se
neutraliza hirviendo la fibra con musgo. Proporción: 200 gr. de material tintóreo por 100
de fibra.
TAMARINDO CULTIVADO: Tamarindus indicus. Leguminosas. Se utilizan las
vainas verdes como entonador y como fijador.
Proporción: dependerá de la cantidad y fuente del caldo tintóreo al que se pretenda
modificar el tono.
TUNA CARDONA: Opuntia streptacantha. Cactáceas. Fruto del nopal cardón que se
emplea como tinte; pinta morado. También es útil para fermentar el añil, haciendo una
melcocha: se hierve el jugo de la tuna con un pedazo de biznaga limpia y desflemada en
agua de cal —en un mínimo volumen— hasta que espese.
Proporción: para cada 100 gramos de lana se requiere un kilo de frutos.
TZACUHTLI: Epidendrum pastore. Orquidáceas. Con el extracto de la planta se
elabora un mordente —aunque también se puede obtener una harina— y sirve además
para consolidar los extractos de diferentes pigmentos en la fabricación de acuarelas. En el
arte plumaria se utiliza como pegamento de las plumas, para fijarlas en bases rígidas.
XIXI, SHISHI: Residuo obtenido después de extraer el ixtle de los magueyes pulqueros
Agave salmiana y A. mapisaga, así como de la lechuguilla A. lechuguilla. Agaváceas. Se
emplea como jabón natural.
XOCONOSTLI, TUNA AGRIA: Fruto de varios nopales del género Opuntia.
Entonador para la grana cochinilla.
Proporción: dependerá de la cantidad y fuente del caldo tintóreo al que se pretenda
modificar el tono.
YAMOLI, YIAMOLI, PALO DE MULA, HIERBA DE LA MULA: Monnina
xalapense. Los frutos pintan color morado bajo; también se usan como jabón natural.
Para dichos tonos morados o azules, se ponen los frutos —se necesita un buena
cantidad— al fuego durante cuatro horas, sin permitir que hierva el líquido, moviéndolo
constantemente. Se deja enfriar la fibra dentro del caldo toda la noche y se enjuaga hasta
que no salga más color.
Proporción: a 100 gramos de fibra le corresponde un peso igual de frutos.
ZACAPALLI, ZACATLAXCALLI, BARBA DE LEÓN, BARBAS DE CHIVO,
BARBAS DE CAMARÓN, CUERDA DE VIOLÍN, FIDEO, POPOTILLO,
ZACAPAL, TORTILLA DE ZACATE, TORTA HERBÁCEA, TIRIPU, MATAPALO, CUSCUTA, BEJUCO, TRUPI, TRIPA DE JUDAS: Varias especies del
genero Cuscuta. Convolvuláceas. De zaca (tl) pasto, zacate, y tlaxcalli, tortilla. Planta
parásita, compuesta de tallos muy largos y de color amarillento, que se adhiere a otras
plantas y les extrae sus savias. Carece de hojas y tiene flores blanquecinas, pequeñas, a lo
largo del tallo. Planta común en época de lluvias, se desarrolla mucho sobre los árboles
de pirú.
Debe recolectarse madura, pero antes de su floración, ya que la flor mancha la fibra. Se
enrolla en forma de nido y se seca a la sombra, para utilizarse posteriormente; o bien, se
muele con tequesquite y se amasan tortas pequeñas, que se dejan secar también a la
sombra.
Resulta ideal cuando proviene de una planta productora de tanino, pues contiene más
color. Se emplea toda la planta, de la que se obtiene un amarillo muy intenso. Si el tinte
extraído se observa falto de color, se agrega al caldo un puño de cal—esta operación
requiere que saquemos la fibra del caldo para que no se manche.
Proporción: 200 gr. de planta por 100 de fibra.
ZAPUPE, SARGA BATAVIA: Agave deweyana Trel. Agaváceas. Fibra textil. Se
utiliza particularmente en Las Huastecas; región cuyos habitantes portan morrales
tradicionales elaborados con esta fibra.
ZARZAMORA: Rubus. Spp. Ver mora.
BIBLIOGRAFÍA

























Tavera de Telles, Gladys. Taller de tintes naturales para lana. Ministerio de Desarrollo
Económico, Artesanías de Colombia
Roquero, Ana y Carmen Córdoba. Manual de tintes de origen natural para lana. Ediciones del
Serval. 1981.
Larios León, Sofía y otros. Textiles de la Sierra de Zongolica. Gobierno del Estado de
Veracruz, Sedesol, INI.
Wipplinger, Michele. Tintes naturales para artesanos de las Américas. Organization of
American Status. 1996.
Ámbar Past-SNA Jolobil, Bon. Tintes naturales., 1989.
Castelló, Teresa. Colorantes naturales de México. Industrias Resistol, 1988.
Revista electrónica México Desconocido. (Datos de Internet)
Piña Luján, Ignacio. La grana o cochinilla del nopal. Monografías LANFI
La magia curativa de la herbolaria mexicana. Colección de herbolaria y naturismo, Editores
Mexicanos Unidos, S.A.
Teñido de plantas con lana. Colección Cántaro, Árbol Editorial, S.A. de C.V., 1989.
Pontón, Raúl. Teñido de algodón con tintes naturales en frío. Extraído del curso Tintes
Naturales, Museo de las Culturas, México, D.F., 1995.
Montiel Reyes, María Lucía. Morfología de Dactylopius coccus costa. Su biología y producción
en dos fotoperiodos: Tesis de Maestría en Ciencias, 1995.
Del Río Dueñas, Ignacio. Instructivo para teñir con grana cochinilla. Tlapanochestli.
Rebozos de la Colección Robert Everts. Revista Artes de México. Colección, uso y estilo. 1994.
Lechuga, Ruth D. Las técnicas textiles en el México indígena. FONART-FONAPAS, (ciudad?),
1982.
Turok, Martha, y otros. El caracol púrpura. Una tradición milenaria en Oaxaca. Dirección de
Culturas Populares, 1988.
Indumentaria Prehispánica. Revista Arqueología Mexicana. Vol. III, Núm. 17, 1996.
Guzmán Contreras, Alejandro. Las lacas. FONART-SEP, 1986.
Beltrán, Alberto. La pintura popular de México. FONART-SEP, 1986.
Lechuga, Ruth D. La indumentaria en el México indígena. FONART-FONAPAS, 1982.
Mompradé, Electra L. y Tonatiúh Gutiérrez. Historia del arte mexicano, indumentaria
tradicional indígena. Dos tomos. Editorial Hermes, 1981.
Lacas mexicanas. Revista Artes de México. Colección Uso y Estilo, Museo Franz Mayer,
(ciudad?), 1997.
Lechuga, Ruth D. Textil tradicional de Veracruz. Instituto de Artes Plásticas-Museo de
Antropología de Xalapa-Universidad Veracruzana, 1994.
Revista Cuadrante. Nueva época, números 11 y 12. Universidad Autónoma de San Luis Potosí,
San Luis Potosí, 1993.
Revista Agroentorno. Números 11 y 12, fundación PRODUCE de Veracruz, A.C., 1998.
Este manual ha sido elaborado con fines de transmisión del conocimiento de la tintorería tradicional, queda
prohibida su reproducción con fines de lucro. Todas las imágenes provienen de diversas paginas de internet
Se agradece el apoyo del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico de Veracruz, del Instituto
Veracruzano de la Cultura, 1997.
Corrección de estilo. Carlos D‘Arbel C.
ACTIVIDADES ALTERNATIVAS DEL
TALLER DE TINTORERÍA NATURAL.
En este manual hemos hablado de diferentes técnicas e insumos con los que
podemos trabajar el teñido y pigmentación de productos artesanales. algunos de los
elementos mencionados pueden ser tóxicos o contaminantes; por eso se recomienda
trabajar con productos naturales que no afecten el medio ambiente. En este anexo se
sugieren algunas propuestas para desarrollar el oficio de una manera eficiente y
sustentable; nos limitamos a hacer ciertas recomendaciones que pueden servir como un
punto de partida y de reflexión para aquellas personas que practican o desean practicar la
tintorería en diferentes niveles.
PLANEACIÓN DE ACTIVIDADES. Las actividades del taller deben
planificarse concienzudamente para aprovechar al máximo los recursos naturales y
humanos que intervienen en los procesos del oficio. En caso de compartir con otros las
experiencias de la tintorería, se pueden rotar las actividades para lograr una
especialización individual y colectiva; por ejemplo, alguna gente puede dedicarse a las
labores de cultivo y recolección de especies que se utilizarán en el taller y otra, al teñido
de los materiales que se pretende transformar en objetos artesanales.
USO RACIONAL DE INSUMOS NATURALES. Las plantas no susceptibles
de ser cultivadas deben recolectarse de manera respetuosa; es decir, mediante una
cosecha cuidadosa que les permita reproducirse en condiciones óptimas. También reviste
particular importancia la investigación de los cuidados específicos de ciertas plantas que
así lo requieren, tanto en el cultivo como en la cosecha y recolección. La conservación de
dichas plantas, una vez recolectadas, resulta vital para disponer de ellas durante todo el
año.
CULTIVO DE PLANTAS. Como una alternativa productiva, se plantea la
posibilidad de crear un huerto o vivero tintóreo, en donde se cultiven plantas que
contengan elementos útiles para el taller, ya sean pigmentos, mordentes o entonadores.
Los ciclos de cultivo de estas plantas son diferentes, por lo que precisan de una
planeación que brinde a las plantas condiciones adecuadas para su reproducción y
explotación. En la lista de plantas tintóreas hemos intentado recopilar algunos datos al
respecto, pero aún falta mucho por investigar.
Los vegetales pequeños se plantarán en un huerto cercado, para evitar que los
animales las dañen. Los árboles, en un primer periodo, se ubicarán en un semillero al
interior del cercado, para posteriormente transplantarlos a un terreno externo. Las camas
de cultivo de la hortaliza se harán —como dimensiones recomendables— de 1.30 metros
de ancho por 6 de largo. Conviene aflojar y voltear la tierra de las camas de cultivo hasta
lograr una profundidad mínima de 30 cm. y agregar composta orgánica hasta una altura de
30 o 40 cm. por encima del nivel del suelo. La separación entre camas de cultivo será de
50 cm. para cada uno de sus lados; estos camellones nos servirán para caminar entre las
camas cuando realicemos escardas, fumigaciones, cosechas, etc.
Para el cercado se emplearán plantas que protejan al huerto, dependiendo de la
región en la que se trabaje. En algunos casos se recurrirá a plantas de zarzamora, en otros
a órganos, etc. Dichas plantas no deberán competir con las de las camas de cultivo por los
nutrientes del suelo, por lo que se sembrarán a una distancia mínima de 50 cm. de las
segundas.
COMPOSTAJE DEL MATERIAL ORGÁNICO. La creación de aboneras en
las que se lleve a cabo el compostaje de material vegetal utilizado en la extracción de
pigmentos resulta una actividad fundamental, ya que por un lado mejoraremos la calidad
de las tierras del huerto tintóreo, y por otro, aprovecharemos los recursos naturales
desechados en el taller. Estas técnicas se implementan fácilmente en parcelas y huertos de
traspatio.
Las aboneras se ubicarán al interior del espacio cercado, para evitar que los
animales perjudiquen nuestro trabajo. En época de lluvias será conveniente techar la
abonera con materiales de la región, para evitar el exceso de humedad.
Se utilizarán los líquidos de desecho del taller para humedecer la composta,
siempre que no contengan algún químico sintético —no natural— que la perjudique.
Mediante el compostaje se transformará la materia orgánica en humus rico en
minerales y nutrientes para ser aprovechado por las plantas a las que se aplique,
acortando un proceso que en la Naturaleza puede tardar años. Al poner en práctica las
tareas adecuadas de mantenimiento de la abonera, es factible producir un promedio de
400 a 500 kilos de tierra fértil por metro cúbico —en un terreno de 40 metros cuadrados
se producirían 20 toneladas de abono—; la descomposición de la materia orgánica la
realizan microorganismos (hongos y bacterias) en un proceso de fermentación que dura
aproximadamente tres meses.
Los materiales más comunes a utilizar en la abonera son: desechos de cosecha —
paja, rastrojo de maíz y caña, pulpa de café, pie de frijol etc.—, hierbas verdes y/o secas,
madera podrida, cenizas de fogón, cal agrícola o hidratada, estiércoles, y en general,
materia orgánica de diversas procedencias. Las maderas deben de ser precomposteadas o
quemadas, para incorporar la ceniza en la misma abonera. Todos los materiales se
“picarán”, con el objetivo de provocar una descomposición más rápida. Los insectos que
habitan en la composta colaborarán en la descomposición, por lo que nunca se utilizarán
insecticidas.
Del control adecuado del proceso dependerán los resultados de nuestro esfuerzo.
Todos los materiales de la composta deberán ser de origen natural.
LOMBRICOMPOSTAJE. Las lombrices de tierra pueden ayudarnos a lograr un
composteo de los desechos orgánicos del taller de tintes naturales. Para tal efecto, se
utilizan especies domesticadas que se venden en lugares especializados (ver lista de
productores de insumos. Las lombrices se alimentan de la materia orgánica, la digieren y
la convierten en humus rico en minerales y nutrientes asimilables para las plantas del
huerto-vivero de nuestro taller.
Una ventaja adicional de este método de composteo proviene de la obtención de
material proteico transformable en alimento para aves de corral o ganado. Con las
lombrices que exceden a la población necesaria para el compostaje se preparan una
harina digerible para los animales.
ABONOS VERDES. Este término comprende diferentes tipos de plantas que
poseen un efecto benéfico en su relación con el terreno de cultivo, preferentemente las
leguminosas, que actúan modificando elementos físicos y químicos del suelo y, en
general, lo protegen del impacto de las gotas de lluvia.
Los abonos verdes se utilizan en cuatro modalidades plenamente reconocidas:
CULTIVOS DE COBERTURA. Idóneas para áreas de temporal, se
siembran por lo menos quince días antes de la cosecha del cultivo principal y se
dejan crecer libremente. Se puede utilizar una especie determinada de leguminosa
—Nescafé: Mucuna prueriens— para proteger el suelo, fijar el nitrógeno, evitar el
crecimiento de hierbas invasoras y obtener materia orgánica para la fabricación de
abonos orgánicos. Constituye un recurso muy eficiente para acabar con las malas
hierbas. Los resultados de su empleo se apreciarán después de que hayan
transcurrido tres años de uso constante.
CULTIVO ASOCIADO. Se nombra así a las plantas que servirán como
abono verde y que además representan una alternativa económica para el productor
(frijol, calabaza, chile, yuca, etc.).
BANCO DE PROTEINAS. Denominación que se le da a las leguminosas
forrajeras que, aparte de proporcionar una opción para la obtención de abonos
verdes, sirven para alimentar al ganado.
CULTIVO EN CONTORNO: Se llama así a las leguminosas que se
siembran como cercos vivos, y con las cuales también se preparan abonos o se
usan como forraje para ciertas especies de ganado.
CONTROL BIOLOGICO DE PLAGAS (manejo ecológico de plagas). Las
plagas que afectan el desarrollo y/o rendimiento de las plantas pueden ser insectos,
hierbas u hongos. Entre las prácticas más comunes para su erradicación se encuentra la
aplicación de distintos productos comerciales: insecticidas, fungicidas, y herbicidas
(plaguicidas).
Hay otras opciones para atacar a las malas hierbas, como la escarda de las mismas
y el empleo de abonos verdes. En lo referente a insectos y hongos, se deben tomar en
cuenta las siguientes consideraciones.
Es normal que existan hongos e insectos en los cultivos. Los problemas de los
agricultores comienzan cuando, dada su influencia negativa en los niveles de
producción, provocan daños económicos,. Las razones más frecuentes por las que
aumenta la población de estos organismos son:
 El uso indiscriminado de insecticidas y fungicidas. Afecta también a insectos y
hongos que son depredadores de aquéllos que dañan a las plantas, además de
exterminar los microorganismos que enriquecen el suelo.
 El monocultivo. Facilita la estancia de los invasores.
 La supervivencia de los fuertes. Los sobrevivientes al empleo de químicos son
los organismos más fuertes, y por lo general, los más perjudiciales; por otra
parte, adquieren una mayor resistencia a las substancias mencionadas.
Las soluciones a estos problemas pueden ser:
 Efectuar una rotación de cultivos periódica en el terreno.
 Llevar a cabo cultivos asociados; es decir, sembrar barreras alternadas de
diferentes plantas, para detener el avance de insectos y hongos.
 Utilizar trampas vivas. El hinojo, por ejemplo, atrae a los pulgones por la noche
y los insectos pueden ser retirados con la mano al amanecer.
 Utilizar métodos de control biológico. En México hay empresas que se dedican a
la producción de organismos vivos que atacan a determinadas especies de
insectos dañinos.
 Algunas recetas elaboradas con ingredientes naturales sirven para combatir
plagas, como los tés de chile y ajo y el jabón neutro, aplicados mediante
aspersores.
 Se pueden hacer trampas para insectos, con cartón amarillo y un pegamento
especial que venden en las tiendas de insumos agrícolas. Estas trampas se
colocan en postes altos y a las orillas del cultivo, para atrapar insectos voladores.
 Existen algunos productos comerciales —químicos— más eficientes que ciertos
productos naturales y hasta cierto punto inofensivos; una consulta con algún
especialista en el tema puede aportar consejos útiles y prácticos.
SISTEMAS DE CAPTACIÓN DE AGUA. El agua es un elemento indispensable
para el desarrollo de la tintorería. Hay diferentes sistemas de captación de agua que
pueden brindar soluciones para los talleres de este oficio; se pueden instalar depósitos
prefabricados (tanques de agua) al pie de alguna casa —o del taller en su caso—, o con
techos de dos o más aguas —lados— y captar el agua con canaletas de metal. Otra
alternativa consiste en la construcción de ollas de agua al pie de una ladera cercana o la
construcción de un pozo. Todo depende de las condiciones y particularidades del terreno
o región en la que se pretenda formar un taller de tintorería.
TANQUE DE OXIDACIÓN. Los caldos de tinte y mordentado que contengan
sustancias tóxicas o contaminantes deben desecharse en recipientes donde se neutralice el
efecto del p.h. del químico en cuestión. Una manera sencilla y barata de deshacernos de
tales líquidos estriba en la utilización de un depósito o tanque de oxidación.
En un tambo de plástico de 200 litros se pone cal viva y se depositan los desechos;
es preciso mantener un nivel de cal que los líquidos no rebasen. Este recipiente debe
situarse en un lugar techado, bien ventilado y sin tapa. Se recomienda instalar una malla
“de gallinero” o más gruesa alrededor del tambo para evitar que animales y niños se
asomen o se introduzcan en él. Los líquidos se evaporarán y la cal se encargará de
neutralizar el ácido o álcali de los químicos.
Con el tiempo se hará necesario tirar la mezcla; para desecharla, debemos
cerciorarnos del grado de alcalinidad o acidez de los residuos mediante el uso de papel
tornasol —ver capitulo de p.h.—. Se requiere de un lugar adecuado para excavar un hoyo
de por lo menos 5 mt. de profundidad, cuidando se encuentre lejos de sitios cercanos a
pozos, manantiales, arroyos o cualquier fuente de agua que se utilice en la región o
comunidad.
RECICLAJE DEL AGUA. El agua que ocupamos para preparar y teñir los
materiales artesanales puede ser reutilizada con el fin de no desperdiciarla. Dependerá de
la actividad particular que estemos desarrollando y de cómo nos organicemos en el taller
para ahorrar tiempo y materiales. Las aguas que se han utilizado para lavar materiales son
útiles para segundos baños de lavado; las aguas de enjuague sirven perfectamente para
lavar otras fibras o materiales agregando un poco de jabón; para los caldos de
mordentado, existe la alternativa de usarlos una segunda vez en materiales semejantes,
agregando los mismos mordentes para fibras o materiales similares. Deberemos hacer
pruebas con los materiales que deseamos teñir, para comparar resultados en cada uno de
los pasos que hagamos y así decidiremos en cuáles ocasiones nos conviene emplear
caldos y aguas de enjuague usados de antemano.
Por ejemplo, el agua del caldo de la lana que ha sido mordentada con alumbre y
cremor tártaro, puede ser reutilizada un par de veces para el mismo propósito si
agregamos 30 gramos de alumbre y cuatro de cremor tártaro por cada 100 de fibra.
Terminada la labor de teñido, es factible guardar los caldos tintóreos y agregar
nuevamente extractos de pigmentos, ya sea el mismo o uno diferente —con lo cual
aumentaremos las gamas de colores en la producción del taller. Las aguas de enjuague de
los tintes sirven para preparar nuevos caldos.
Las aguas con las que se enjuagaron materiales se aprovechan en el riego de
plantas del huerto tintóreo; la única condición es que no contengan químicos sintéticos
que puedan afectarlas. En ningún caso se podrán beber —hombres o animales— las
aguas residuales del taller.
PRODUCCIÓN DE LEÑA. Dada la práctica común, observada en algunos sitios
donde se quiere retomar este oficio, de la combustión de leña para cocer los alimentos —
a falta de estufas de gas—, se torna predecible que se extienda su aprovechamiento en la
elaboración y aplicación de los productos tintóreos. Por tal razón, deberemos contemplar
la posibilidad de disponer de un terreno en el que se atiendan las especies locales, de las
cuales podremos obtener leña para el taller.
Existe también la opción de construir estufas lorena para ahorrar combustible
(leña).
COMERCIALIZACIÓN DE LOS PRODUCTOS DEL TALLER. Debe
contemplarse la necesidad de crear una estructura —o estrategia— que posibilite la
comercialización de los productos elaborados por el taller. Cada caso presenta
particularidades distintas —capacidad de producción, mercados cercanos, transporte,
etc.— por lo cual no se incluyen aquí recomendaciones precisas sobre el tema.
PROPIEDADES Y USOS ALTERNATIVOS DE LAS PLANTAS. Muchas de
las plantas con que se trabaja en la tintorería tienen usos alternativos en otras áreas, como
en la salud —por sus propiedades curativas— o en la alimentación. Así encontramos,
como ejemplos, el aguacate, que sirve como tinte (hueso), como alimento (fruto) y como
mordente o fijador (hojas y cáscara del fruto); o el cempazuchil, con propiedades
insecticidas además de ser un excelente tinte. Es importante investigar sus propiedades
para explotarlas adecuadamente y en una gama de actividades más amplia.