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Cuento número 45:
Ese chillido
Por: Alan Flores
elmundodealan.com
Tener tu propia casa es genial, ¿no? Tus propias reglas, tus propios cuidados,
tus propios acomodos…
Después de un buen tiempo posponiéndolo, al fin comencé a buscar una casa
propia y tras varios días, encontré algo que no sólo se ajustaba a mi presupuesto, sino
que además era linda: de dos pisos, dos habitaciones, un gran patio y su sala,
comedor y pequeña cocina. No sería la casa blanca, pero para mí me bastaba.
Me traje mis cosas lo más pronto que pude y con la mudanza tuve más o menos
acondicionada la casa para ser habitable. Ya habría tiempo después de ir acomodando
todas mis cosas en su lugar.
Con el ajetreo de la mudanza estaba muy cansado, y lo que quería hacer era
tumbarme en mi cama a descansar, cosa que hice nada más ponerme mi pijama. Quité
la sábana, apagué el foco y me metí a la cama.
Pero no pasó mucho cuando lo escuché: Un chillido, un chillido largo y agudo
como de alguien lamentándose.
Me reincorporé y miré a la puerta de la habitación como esperando ver algo y
como a cualquier persona, la primera reacción que tuve fue pensar:
Maldita sea, mi casa está embrujada.
Y como si no fuera poco para amargarme la noche, afuera soplaba un viento
horrible que movía las cortinas de mi habitación dándole siluetas fantasmales.
Pero aunque como cualquier persona tengo un sano respeto por lo paranormal,
también me considero alguien muy escéptico, y me negaba a aceptar que mi casa
estuviera embrujada sin primero descartar todas las opciones lógicas.
Reuní valor para salir de mi habitación mientras seguía escuchando en
intervalos al azar ese horrible chillido y bajé a la planta baja, tratando de identificar de
dónde venía el chillido.
Mi corazón se aceleraba, pues si bien el chillido continuaba escuchándose en
pequeños intervalos, a cada paso que daba este se oía cada vez más fuerte. Me
estaba acercando a la fuente.
Y pasó: escuché el chillido justo detrás de mí. Me giré despacio y frente a mí vi
la puerta de la entrada. Lo que fuera que estaba haciendo ese ruido debía estar detrás
de ella.
Pasé saliva, tomé mis llaves y poco a poco comencé a abrir la puerta, me asomé
y… no vi nada.
Sólo el sonido del viento y entonces, otra vez ese chillido.
Y fue ahí cuando lo comprendí.
Comencé a buscar entre la noche hasta que lo encontré: cerca de la entrada de
mi puerta, había un tubo con varias hojas atoradas una de las bocas, cuando el viento
soplaba, pasaba por el tubo y se escuchaba un chillido que yo fácilmente podía
interpretar como un lamento fantasmagórico.
Desatasqué las hojas y esperé. El viento sopló una vez más pero el chillido
desapareció. Misión cumplida, ya podía volver a dormir.
Me gustan las buenas historias como al que más, y me gustaría ser partícipe de
un evento paranormal para darle algo de emoción a mi vida… pero también hay que
tener en cuenta que antes de achacarle lo que sea a una entidad paranormal, hay que
hacer nuestra investigación, pues eso que juramos que es un fantasma, puede ser
provocado por algo tan tonto como hojas atoradas en un tubo.