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Crítica feminista del sujeto autónomo desde la conciencia
condicionada de José Ortega y Gasset y John Dewey
Marta Vaamonde Gamo
Resumen:
Caroll Gilligan y Seyla Benhabib critican las contradicciones que
acompañan a la identificación del sujeto moral con el sujeto autónomo
en la teoría de Kohlberg. El ideal único de autonomía, de acuerdo con
Gilligan, contradice las observaciones, que muestran que el
razonamiento moral predominante en las mujeres atiende al contexto.
Benhabib considera que el ideal de universalidad propuesto por las
éticas de la justicia es incompatible con la incondicionalidad del sujeto
autónomo. José Ortega y Gasset y John Dewey se anticiparon a la
crítica a la abstracción del sujeto moral propuesto en la modernidad.
De acuerdo con Dewey y Ortega y Gasset, el desarrollo de la
conciencia moral surge cuando se tienen en cuenta la perspectivas de
los otros. Desde este punto de vista, las diferentes perspectivas de
mujeres y hombres no se consideran deficiencias que hay que suprimir
para mantener la integridad de un sujeto moral único, sino como
condición del desarrollo moral.
Palabras
claves:
Sujeto
autónomo,
conciencia
incondicionalidad, perspectiva, crecimiento moral.
moral,
1. Introducción
En su artículo “Kant y el método filosófico” John Dewey
realiza una crítica de la consideración kantiana de la conciencia que se
sitúa en la línea de la crítica a la razón idealista que presenta José
Ortega y Gasset en ¿Qué es filosofía?
Ambos manifiestan la contradicción que entraña definir la
conciencia como una identidad desde la que determinar al sujeto
moral. El dualismo entre ser y deber ser, entre el método experimental
1
de la ciencia y la consideración formal de la lógica y la ética, sería
consecuencia de esa visión reducida del sujeto que, sin embargo, se
mantiene en el ideal de autonomía propuesto por Lawrence Kohlberg.
Kohlberg define al sujeto moral desde la perspectiva autónoma
de una razón idéntica a sí misma, que se concibe como única y que
excluye cualquier otro punto de vista. Las mujeres, que no se
identifican con ese ideal de autonomía —pues tradicionalmente se
dedicaban al cuidado de los otros— quedan excluidas de la dignidad
moral si no renuncian a los roles sociales con los que han ido
fraguando su propia identidad. Seyla Benhabib se muestra así de
contundente al criticar la identificación del sujeto moral con el sujeto
autónomo:
“La idea de autonomía moral, no sólo en la teoría de Kohlberg sino
en las teorías universalistas contratistas, desde Hobbes hasta Rawls,
conducen a una privatización de la experiencia de la mujer y a la
exclusión de su consideración desde un punto de vista moral.” 1
John Dewey y José Ortega y Gasset superan críticamente la
interioridad de una conciencia idéntica a sí misma, para abrirnos una
perspectiva moral condicionada por la pluralidad de mujeres y varones
que la experiencia nos muestra.
2. Críticas de Carol Gilligan y Seyla Benhabib a la identificación
del sujeto moral con el sujeto autónomo de Kohlberg
Carol Gilligan en su artículo “El desarrollo moral en la
adolescencia tardía y la adultez: una crítica y reconstrucción de la
teoría de Kohlberg” propone una revisión del desarrollo de la
conciencia moral de Lawrence Kohlberg.
1
Benhabib, S. El ser y el otro en la ética contemporánea, Gedisa, Madrid, 2007,
176.
2
De acuerdo con Kolhberg, la conciencia madura es la que
resuelve los conflictos morales de acuerdo con unos principios
formales e incondicionales de justicia. Sin embargo, Carol Gilligan
observó que los sujetos, cuando pasaban de la adolescencia a la
madurez, solían atender al contexto al resolver los dilemas morales.
Las observaciones le llevaron a modificar la teoría de Kohlberg y a
proponer dos tipos de madurez moral, el formalismo posconvencional
y el contextualismo posconvencional.
Las mujeres que, de acuerdo con las observaciones de Carol
Gilligan, no solían adoptar una perspectiva formal para resolver
conflictos morales sino que atendían a los sujetos concretos del
contexto, alcanzaban la madurez moral de un modo distinto. Gilligan
amplía la perspectiva ética de Kohlberg, pues a la justicia como
criterio de madurez moral le añade el cuidado.
Sin embargo, las observaciones del comportamiento moral de
las mujeres no llevaron a Kohlberg a plantearse la justicia como
criterio único de moralidad. Kohlberg interpreta la conciencia como
una facultad formal, desde este punto de vista la madurez moral
supone su plena identidad y por lo tanto su incondicionalidad respecto
a cualquier instancia ajena. Consecuentemente, el método para el
análisis de esta conciencia no puede ser más que formal y no puede
verse alterado por observaciones empíricas, que, si bien pueden
completar el análisis moral, no lo pueden alterar. Kohlberg afirmó en
relación a las investigaciones de Caroll Gilligan:
Las ideas de Carol Gilligan, si bien son interesantes, eran materia para
Jane Loewinger en su estudio de las etapas del desarrollo del ego, pero
no para estudiar la dimensión específicamente moral en el
razonamiento […] Siguiendo a Piaget mis colegas y yo hemos tenido
la mayor confianza en que el razonamiento acerca de la justicia se
prestaría a un análisis formal estructuralista o racionalista 2.
2
Benhabib, S. El ser y el otro en la ética contemporánea, 174.
3
Seyla Benhabib se hizo eco de la crítica de Carol Gilligan a
Kohlberg ampliándola a las teorías éticas universalistas que
identifican la madurez moral con la autonomía de un sujeto
incondicionado y abstracto. De acuerdo con Seyla Benhabib, es
imposible que un sujeto moral idéntico a sí mismo, alcance una
perspectiva universal. Su soledad e incondicionalidad le impiden
analizar las circunstancias concretas que distinguen a los otros, con el
fin de alcanzar juicios válidos para todos. Benhabib manifiesta así la
incompatibilidad entre la universalidad y la definición incondicionada
y abstracta del sujeto moral de las éticas de la justicia:
Una definición del ser que se limita al punto de vista del otro
generalizado se vuelve incoherente […] sin asumir el punto de vista
del otro concreto, no se puede llevar a cabo ninguna prueba de
universalidad coherente, porque no contamos con la información
necesaria para juzgar si mi situación moral es similar o distinta a la
tuya 3.
La universalidad, de acuerdo con Seyla Benhabib, no se
identifica con la incondicionalidad de un sujeto solitario sino con el
diálogo de sujetos que interactúan.
3. La conciencia situada que John Dewey y José Ortega y Gasset
frente a la conciencia incondicionada del sujeto autónomo.
José Ortega y Gasset en ¿Qué es filosofía? muestra la
contradicción presente en la visión idealista de la conciencia. El gran
descubrimiento del idealismo respecto al realismo consiste en darse
cuenta de que lo real no son las cosas definidas como sustancias, pues
el ser humano es un sujeto. Sin embargo, presa del prejuicio de que lo
existente es lo independiente, el idealismo cae en la contradicción de
definir la conciencia como sustancia. De acuerdo con Ortega, la
3
Benhabib, S. El ser y el otro en la ética contemporánea, 188.
4
conciencia implica relación a lo otro, a los fenómenos a través de los
cuales se reconoce. De esta manera, no puede entenderse al sujeto al
margen del mundo en el que se explica, sino que la filosofía, como
ontología, clarifica las categorías del ser humano concreto a través de
un análisis fenomenológico de esa relación del yo con el mundo que
constituye la vida de cada cual.
John Dewey en su artículo “Kant y el método filosófico”, alaba a
Kant porque considera la actividad de la razón como sintética. Supera
así tanto la visión analítica del racionalismo, que convierte la
actividad de la razón en una relación de categorías vacías de contenido
real, como la visión empirista de la razón, según la cual asocia
impresiones que pasivamente recibe. El conocimiento como actividad
sintética supone la relación entre dos elementos, las categorías del
sujeto y los fenómenos de experiencia. La filosofía trascendental
muestra la relación sistemática de esas categorías que son
constitutivas de la conciencia y de la experiencia misma.
Sin embargo, tanto para Dewey como para Ortega, Kant
mantiene el prejuicio de considerar lo existente como lo
independiente, lo que le lleva a considerar como puramente analítico,
el pensamiento que la razón tiene de sí y como trascendente a la
conciencia, y por tanto incognoscible, el objeto real. Dewey afirma en
relación a la filosofía kantiana:
Recibe una arbitraria limitación de la filosofía anterior. Por una parte,
ha aprendido que el pensamiento puro es analítico, por la otra, que el
individuo está afectado por sensaciones que imprime sobre él un
objeto externo. Al mismo tiempo que corrige ambas doctrinas con su
propia deducción de las categorías, formalmente retiene ambos
errores 4.
4
Dewey, J. “Kant and Philosophic Method”, The Early Works of John Dewey
(1935-1953) edición de Jo Ann Boydston, Southern Illinois University Press, 1996,
I, 40.
5
De acuerdo con Dewey, para comprender realmente a los
sujetos y a los fenómenos, hay que remitirse a las relaciones en que se
nos manifiestan en la experiencia y a través de las cuales se
constituyen. Dewey, como Ortega, considera que la razón humana no
es una razón a priori.
Los adelantos científicos que Dewey conoció, la teoría
evolucionista de Darwin, la fisiología de Helmoltz, venían a romper,
por una parte con la visión mecanicista de la naturaleza y la
consideración atómica de los fenómenos que Kant, bajo la influencia
de Newton mantenía, y por otra, con la consideración pura y formal de
una razón soberana que ahora aparece explicada por relación a un
proceso de evolución natural. Los acontecimientos sociales
evidenciaban también la imposibilidad de que el sujeto se constituya
como autónomo al margen de unas condiciones sociales que le
permitan desarrollarse como tal. La filosofía de Dewey se hace eco de
la crisis de la visión sustancialista del mundo y de la conciencia para
mostrarnos la relación orgánica que realmente guardan. Desde su
planteamiento es inadecuado el análisis formal de la conciencia, pues
se realiza y comprende en la experiencia.
Dewey expresa así la relación orgánica entre el sujeto y los
objetos: “La relación entre sujeto y objeto no es externa. Es la más
elevada unidad que se constituye a sí misma en la relación” 5.
5
Dewey, J. “Kant and Philosophic Method”, EW (1885), I, 42.
6
4. De la universalidad como incondicionalidad a la universalidad
como ampliación de perspectivas y crecimiento moral desde la
conciencia situada de José Ortega y Gasset y John Dewey.
La ética formal de Kohlberg de herencia kantiana, muestra la
importancia que la razón tiene en el comportamiento moral. El
conocimiento que nos procura es el punto de partida para dirigir
nuestra propia vida y de este modo desarrollar nuestra libertad y
autonomía. Sin embargo, si bien la razón es una condición necesaria
para el desarrollo moral, no es suficiente. Ni la identidad moral ni la
dignidad del ser humano se identifican con su racionalidad, aunque
esa razón tenga en cuenta los argumentos y razones de los otros.
Esperar que la razón nos proporcione principios inquebrantables de
conducta que nos conviertan en sujetos morales, supone esperar
demasiado de una facultad humana que, como tal, es condicionada y
relativa a la experiencia misma de la que procede y no una facultad
formal susceptible de un análisis racionalista como afirma Kohlberg.
Si identificamos la justicia con la racionalidad de unos
principios, nos encontramos con el problema de determinar qué es lo
razonable, quiénes son los sujetos plenamente racionales capaces de
determinar esos principios y cuál el procedimiento para llevar a cabo
esa determinación. Puesto que ese procedimiento se adecua
plenamente a la razón, establece de modo unívoco lo que puede ser
considerado como moral, marcando una frontera que no puede
traspasarse. Sin embargo, desde la aparición de la ética formal con
Kant, la historia nos muestra que hemos crecido moralmente
superando críticamente los límites establecidos, para ampliar la
perspectiva de nuestras consideraciones vitales.
Caroll Gilligan y Seyla Benhabib señalan las contradicciones en
las que se incurre cuando se identifica la madurez moral con la
incondicionalidad de un sujeto autónomo. De acuerdo con Gilligan,
esa identificación contradice los hechos, que muestran que los sujetos
razonan moralmente no sólo cuando atienden a principios formales de
justicia, sino cuando cuidan de las necesidades de los otros concretos
7
que forman parte de su contexto. Benhabib señala que la universalidad
como criterio ético es incoherente con la definición abstracta y aislada
del sujeto moral como sujeto autónomo.
John Dewey y José Ortega y Gasset señalan también la
contradicción que supone identificar al sujeto moral con una
conciencia formal, pues la conciencia como logos supone relación a
los fenómenos por medio de los cuales se comprende. Superan
críticamente la visión formal de la moralidad desde una visión
fenomenológica y experimental del ser humano, que se realiza como
sujeto en sus interacciones con los otros y que, si bien alcanza la
madurez moral cuando amplía y universaliza sus juicios, esa
universalidad no se logra haciendo abstracción de los otros para
recluirnos en la uniformidad de una conciencia cerrada sobre sí
misma, sino integrando las perspectivas que el mundo nos ofrece, pues
el reconocimiento de uno mismo, necesariamente mediado por los
fenómenos y por el mundo, lleva implícito el reconocimiento de los
que son distintos.
Desde la consideración condicionada de la conciencia que
Dewey y Ortega defienden, la pluralidad de perspectivas morales de
las mujeres y los varones no es vista como una deficiencia que hay
que anular para preservar la unicidad de una conciencia formal, sino
como una posibilidad de ampliar la comprensión que tenemos de la
moralidad y de nosotros mismos como sujetos morales.
8