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Las Matemáticas y la Filosofía, dos tipos de saberes más cercanos entre sí en la búsqueda de un saber verdadero e interlocutores con los demás saberes. José Ricardo Perfecto Sánchez Profesor del Plantel I.R.C. El método como fin es la exasperación del <espíritu de análisis>, resultado previsible de todas aquellas abstracciones o mejor, cualidades de aquello que es abstracto, producido por laceraciones y dicotomías, los O…O, que, a la vez, han generado relativismo, escepticismo, nihilismo. Tomaso Bugossi1. Hoy en día, aunque nadie afirma explícitamente que los métodos en la investigación “científica” constituyen el fin de la misma, sin embargo, la tendencia mayoritaria de los investigadores los sobreestima y, más aún, se llega a veces a absolutizarse el llamado método científico, basado en el positivismo comtiano. Esta tendencia suele encaminar hacia una postura inicialmente escéptica o relativista y no pocas veces, de índole nihilista. En palabras llanas, ante aquello que se nos presenta como verdadero, se pueden asumir actitudes de duda, de sustitución de la verdad por la duda o simplemente de agnosticismo, a saber, no podemos saber nada con verdad. Ante esta lamentable situación epistemológica actual, es obvio preguntarse: ¿los seres humanos somos capaces de conocer la verdad en las diferentes parcelas de la realidad infinita, que nos rodea y de la cual formamos parte? Si la respuesta fuese afirmativa, nos volveríamos a preguntar: ¿Cuáles son los limites y horizontes del conocimiento humano? Y, finalmente, ¿el conocimiento humano, dentro de sus límites y horizontes, tiene como función propia solamente conocer, saber, algo de la realidad para cultivar nuestra razón e inteligencia, o su función implica el desarrollo del ser completo de nosotros, en cuanto seres humanos, dotados de cuerpo y espíritu? Estos interrogantes exigen una respuesta rigurosamente argumentada y cada respuesta requiere a la vez, una investigación sólida. Aquí nos ceñiremos a compartir 1 Bugossi, Tomaso, (2002), Dialogo e organicità del sapere, Genova, Edicolors, p.55. 1 alguna experiencia en torno a la interdisciplinariedad de dos saberes distintos, más no opuestos, referentes a las disciplinas de Matemáticas y Filosofía. Esta tendencia interdisciplinaria, a mi parecer, obedece a la insatisfacción de las ciencias modernas en cuanto consideradas aisladamente entre sí y con el agravante de proclamarse a veces en los únicos saberes capaces de resolver las necesidades humanas, incurriendo así en un reduccionismo epistemológico y metodológico en detrimento de los otros saberes. No se debe olvidar que los problemas humanos, si es cierto que tienen un referente particularizado ora en la salud, ora en la educación, ora en el trabajo, ora en la política o en el la ecología, o en la moralidad, etc., que se debe atender por determinada ciencia, también es cierto que tienen necesidad de recurrir atrás ciencias que fortalezcan las respuestas de solución a los mismos de manera conjunta. Un paso más adelante en esta exposición nos obliga a reconocer que el problema gnoseológico del conocimiento científico no es un problema moderno sino que se ha presentado desde la antigüedad hasta el presente, de modo que se podría aseverar que una Crítica o Filosofía del conocimiento no está aún acabada. Pues, desde la época antigua de Heráclito hasta la edad contemporánea con Piaget, Gadamer y Habermas, las perspectivas epistémicas o científicas se manifiestan pluridimensionales. En este contexto es preciso distinguir de inicio tres niveles de conocimiento: el sensible, el racional y el inteligible. El primero se centra en el análisis de los fenómenos particulares; el racional, se eleva a la elaboración de leyes generales de los fenómenos particulares; mientras que el conocimiento inteligible trasciende a los anteriores, sin desvincularse de ellos y está dirigido a las intuiciones con las que se busca la unidad del conocimiento humano como luz que ilumina el sendero a seguir por los humanos, que los pueda conducir a la construcción o reconstrucción de una sociedad menos violenta y con mejores estándares de bienestar social. Las ciencias jamás pueden detenerse en los fenómenos particulares, ancladas solamente en lo sensible, sin ir más adelante, para poder descubrir leyes generales y así poder controlar al menos en parte las leyes de la naturaleza. Toda ciencia ha de recurrir a la abstracción, basándose en los sentidos ciertamente pero deberá desmaterializar a los fenómenos singulares, separando lo fenoménico que es cambiante, para que la mente se quede con el contenido inmaterial, llamado forma, estructura o esencia del fenómeno. Los epistemólogos suelen aducir tres grados de abstracción: <loa del primer grado capta los entes móviles; la del segundo capta las cantidades la del tercero capta el ser en cuanto ser>. De donde se sigue las ciencias naturales se enfocan en el estudio de los entes 2 móviles; las Matemáticas, incluyendo a la Lógica, estudian las cantidades y sus relaciones; y la Filosofía estudia al ser en cuanto ser. “Un matemático, dice Raúl Gutiérrez Sáenz, y un filósofo estudian las cantidades. – Pero el matemático se interesa en las relaciones inmediatas entre ellas, en las operaciones y en las razones próximas que explican sus teoremas. El filósofo en cambio, estudia la esencia de la cantidad, de la extensión, del número etc.”2. De donde se infiere que la filosofía ni es la <Madre de todas las ciencias>, ni es el <Sol seminal de todos los saberes>, sino que es una interlocutora, que asume este papel en coordinación con todos los otros saberes. Cada uno de ellos desempeña una función o conjunto de funciones, primordialmente para conocer mejor los fenómenos de toda índole, a través de diferentes metodologías, sin proclamarse alguna de ellas o todas como la única que descubre o construye los conocimientos científicos. Bibliografía 1.- Bugossi, Tomaso (1990), Dialogo e organicità, Genevoa, Edicolors. 2.- Bugossi, Tomaso (2002), Lo spazio del dialogo, Villa María, Argentina, ET-ET Convivio Filosófico Ediciones. 3.- Habermas, Jürgen (1991), Conciencia moral y acción comunicativa, Barcelona, Península. 4.- Horhheimer, Max (1990), Teoría crítica, Buenos Aires, Amorrurtu. 2 Gutierrez Sáenz, Raul ( ), Introducción a la Lógica, México, Editorial Esinge, p.56. 3