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Orientaciones Necesarias Para El Buen Debate
Rodolfo Fortunatti
ace exactamente un año, cuando se echó a andar el V Congreso del Partido, la
primera idea que se nos vino a la cabeza fue la de realizar un congreso de
profesionales. O sea, una asamblea de representantes elegidos que, tras un largo
proceso de diálogo y democracia interna, analizaran y votaran tesis políticas.
H
Fue así como surgió el documento oficial del Frente —este que lleva impresa en su
portada la figura del Padre Hurtado—, y que nosotros veíamos como una especie de
guía para el debate. En sus cincuenta párrafos buscamos dar cuenta de las principales
preocupaciones del mundo democratacristiano. Estas se clasificaron en ocho ámbitos,
con sus respectivas fichas, que cubren desde los asuntos doctrinarios, pasando por los
temas políticos y programáticos, hasta cuestiones más concretas, como las relativas a
la organización y la estructura interna del partido.
Sin embargo, poco a poco nos dimos cuenta que, en vez de hacer un congreso de
profesionales, lo que en realidad necesitaba el Partido era algo aún más elemental. Era
emprender un diálogo. Una conversación. Si se quiere, un reconocimiento de caras.
Eso que Etzioni, el comunitarista norteamericano, ha llamado diálogo moral: una
discusión en torno a valores. Un debate que, lejos de la conversación entre expertos,
es un diálogo de ciudadanos, de gente abierta a modificar su conducta, sus
sentimientos y sus creencias.
Y esto, esta nueva finalidad que nos dimos, cambiaba radicalmente el procedimiento
de trabajo imaginado originalmente, y cambiaba también los énfasis que queríamos
darle, si bien conservando la esperanza utópica que quedó esbozada en el encabezado
del documento. Esa descripción tan bella y tan verdadera que hace Giovanni
Schiaparelli de la Cruz del Sur, la Eterna Cruz del Sur:
«Pudieron los pastores y agricultores de Palestina contemplarla sobre el
horizonte extremo meridional, bajo la apariencia de una luz intensa, como de
aurora austral sembrada de estrellas brillantes, y admirar un espectáculo que
hoy sólo puede ser visto por quien descienda hacia el Ecuador».
No deja de sorprender la sencillez de este icono, en contraste con el profundo
significado que tiene para la tradición cristiana, y, muy crucialmente, para esta
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tradición que echó raíces al sur de América. De algún modo la Cruz del Sur nos evoca
la facultad más excelsa del político: la lucidez. La claridad en el razonamiento, en las
expresiones, en el estilo, virtudes que se necesitan para formar la política democrática.
Lucidez y empatía para deliberar, para hablar y para escuchar. Porque aquí, en este
Encuentro, no se vota nada. Aquí no se elige nada. Aquí no se calza ninguna plantilla.
Es probable que en algunas materias ni siquiera se consiga acuerdo. Nadie debiera
inquietarse, pues aquí el mayor bien perseguido es una mejor, una más elevada
disposición del espíritu. Una que nos permita reconocer nuestra visión, y nuestra
misión, pero, muy esencialmente, que nos permita reconocernos a nosotros mismos.
En cierto modo, que nos permita caminar más aliviados los dos meses que nos faltan
para el Quinto Congreso.
Ahora, ¿entre qué límites nos movemos? La economía del Encuentro nos dice que
todos juntos sumamos un poco más de 200 personas. Que deben formarse 7
comisiones, lo que da un promedio de 30 personas por comisión. Que estas 7
comisiones deben debatir en forma simultánea por espacio de 3 horas, o sea, de 180
minutos.
La economía del Encuentro nos dice, asimismo, que si en cada comisión habláramos
todos, entonces el tiempo disponible de cada persona no debería exceder los 6
minutos. Vendrá luego la plenaria, que dura una hora, esto es, 60 minutos divididos
por 7 relatos, más la moderación. Significa que cada relator tendrá sólo 7 minutos para
comunicar las conclusiones de su comisión.
Si todos nos respetamos, no hay razón para dudar que estas limitaciones sean sorteadas
con buena voluntad, pero, sobre todo, con destreza y habilidad, por los moderadores,
secretarios y relatores de cada comisión, así como por el presidente del Frente. Es
deseable —sin pretender inhibir a nadie con su escaso tiempo— que el esfuerzo
común se concentre en el qué hacer, o sea, en las propuestas, más que en el cómo son
las cosas, es decir, en los diagnósticos.
El moderador es el coordinador. Es el organizador del debate. El encargado de explicar
el tema, de informar —si cabe— sobre las ponencias que hubieren llegado, y de
ofrecer en primer lugar la palabra a sus autores, para después concedérsela a las demás
personas. El moderador planifica la duración de las intervenciones de acuerdo al
tiempo disponible.
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El secretario es el responsable de tomar nota de las opiniones formuladas, y de llevar
registro de ellas, al modo de un listado de frases fuerza, siguiendo la secuencia del
debate. Este registro contiene las conclusiones de la respectiva comisión, y debe
entregarse al presidente y al secretario del Frente de Profesionales, para ser plasmado
en el informe final.
Por último, el relator, apoyado en el registro hecho por el secretario, es la persona a
cargo de exponer las conclusiones de su comisión en la plenaria.
Por lo tanto:
La Comisión N° 1, Los Principios y el Cambio, tiene como moderador al camarada
Sergio Micco; como relator, al camarada Gutenberg Martínez; y como secretario, al
camarada Juan Eduardo Romero. Esta comisión funcionará en la primera sala del
pabellón central.
La Comisión N° 2, La Política, tiene como moderador al camarada Francisco
Cumplido; como relator, al camarada Ignacio Balbontín; y como secretario, al
camarada Eduardo Reyes. Funcionará en la sala 2 del pabellón central.
La Comisión N° 3, La Economía, tiene como moderador al camarada Juan Guillermo
Espinosa; como relator, al camarada Ricardo Ffrench-Davis; y como secretaria, a la
camarada Giovanna Flores Medina. Funcionará, aquí, en la sala de plenarias.
La Comisión N° 4, La Sociedad, tiene como moderador al camarada Víctor Salas;
como relator, al camarada Osvaldo Verdugo; y como secretario, al camarada Félix
Grado. Funcionará en la pérgola, el último espacio en el pabellón central.
La Comisión N° 5, La Cultura, tiene como moderadora a la camarada Patricia Díaz;
como relator, al camarada Enrique Bertrán; y como secretario, al camarada Renato
Vásquez. Funcionará en la sala 3 del pabellón central.
La Comisión N° 6, Mundo, tiene como moderador al camarada Rodrigo Vega; como
relator, al camarada Sergio Fernández; y como secretaria, a la camarada Wilna
Saavedra. Funcionará en la sala 4 del pabellón central.
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Finalmente, la Comisión N° 7, El Partido, tiene como moderador al camarada
Gonzalo Wielandt; como relator, al camarada Ricardo Hormazábal; y como secretario,
al camarada Carlos Espinoza. Funcionará, en la sala contigua.
No deben olvidar los moderadores que se formalizó la presentación de 13 ponencias.
Estas son: en Política, de los camaradas Ignacio Balbontín, Bernardino Sanhueza y
Gutenberg Martínez. En Sociedad, de los camaradas Osvaldo Verdugo, Diego
Olivares, y Profesionales de Concepción. En Partido, de los camaradas Ricardo
Hormazábal y Gonzalo Wielandt. En Economía, de los camaradas Rodrigo Vega,
Mauricio Jélvez y Martín Garrido. En Cultura y Mundo, de los camaradas
Profesionales de Concepción.
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