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Sociourban enviroment and the protagonism
of the City of Mexico historical center
Rubén Cantú Chapa
Instituto Politécnico Nacional, México
The present work has the intention to analyze and to explain the existing protagónico character
and the urban social enviroment in the Historical Center of the City of Mexico, acquired as a
result of the problems of the Mexican society and the exhaustion of the model of development
in the last decades within the framework of the process of the neoliberal globalization.
Also, it tries it describe the nature that assumed east cultural space before the different
expressions from the great conflicts and events of the nation. It is tried to also
include/understand, the meaning of the urban image that was from the urban-architectonic
conjunction with the problems of the diverse social sectors that go there and they are
pronounced, originating as much of the metropolis as of the rest of the country.
The sprouting of a concept is formulated and proposed, that it tries more to be finished of
the Historical Center, when putting itself of relief not only the form as the patrimonial space
testifies what happens in the nation and the same city, but because in that place, the character
of the Historical Center with the same history is also reaffirmed that the society writes there.
The social expressions that give identity to the zone in the cultural scope of the great
problems of the economy, policy and aspects and the establishment of the nationality, construct
the history of the city.
Although the Mexican State time and time again legitimizes with deprived acts witnessed by
notary public and in the closed places, the civil society does in the opened spaces, even
patrimony of the inhabitants of the city.
[email protected]
1
El Centro Histórico de la Ciudad de México modificó su naturaleza y fisonomía durante el
proceso acelerado de urbanización y metropolización en el marco de la globalización. En el
lugar surgió un medio ambiente sociourbano y un cambio en la función del área en las dos
últimas décadas, a raíz de la crisis económica, que pronto pasó a la crisis política y social.
Adquirió el carácter protagónico de los grandes problemas de la sociedad en el ámbito urbano,
y con los bienes arquitectónicos patrimoniales asumió, más aun, el papel de testimonios
insobornables de la historia. Es el mayor espacio de historia e identidad nacional y el lugar
donde continúa escribiéndose los acontecimientos de los últimos años. Más que entender la
historia de la ciudad de México en esta área urbana, es la historia que se expresa en el Centro
Histórico como “sujeto” urbano por su papel protagónico de los grandes problemas de la
sociedad en los períodos de crisis económicas y políticas. Es, en los últimos tiempos, el modelo
urbanístico y la cultura de la ciudad que configura el Centro Histórico, con una sociedad y un
Estado con problemas.
El agravamiento de las condiciones de vida urbana debido a una sucesión de hechos sociales
incompatibles con el concepto y la necesidad del desarrollo urbano y la preservación de los
bienes culturales patrimoniales, transformó la situación y el valor de uso de la ciudad,
particularmente en el Centro Histórico. Por una lado, en esta área patrimonial se desenvuelve
determinados fenómenos sociourbanos que expresan los problemas derivados de las relaciones
sociales y su espacio urbano-arquitectónico que concreta la memoria histórica-cultural más
importante; y por el otro, tienen lugar numerosas acciones inherentes a la regulación,
suministro y mantenimiento físico-territorial de la ciudad para dar cabida a la aglomeración
humana.
La forma de preservar el patrimonio cultural de los Centros Históricos varía en las distintas
metrópolis y ciudad el país, además de ser cuestionables. Mientras en las ciudades grandes como
Guadalajara y Monterrey, por ejemplo, en las áreas patrimoniales de valor cultural de sus
Centros Históricos se construyeron sendas macroplazas para privilegiar el valor de cambio del
uso del suelo comercial, financiero y la administración privada, dejando el menor espacio para la
gestión pública y la vivienda, en la Ciudad de México se ensaya salvaguardar el área para las
mismas funciones, pero sin macroplazas, aunque sí con macroproyectos aledaños. La magnitud
de la urbanización en la capital del país llevó al Estado mexicano a la creación de tantas
Delegaciones políticas como la necesidad de contar con organismos estatales de gestión y
regulación de los asuntos y los conflictos urbanos que suceden en la ciudad más grande del país
y Latinoamérica, sin resultados satisfactorios.
LOS PROBLEMAS AMBIENTALES Y EL MEDIO AMBIENTE SOCIOURBANO
Los problemas ambientales son diversos. No sólo son los ecológicos. Son además los que surgen
por el deterioro de las relaciones de la sociedad con la naturaleza o con su entrono construido
previamente, particularmente con el proceso de urbanización. También, se derivan de las
contradicciones sociales a partir de las prácticas políticas y las políticas económicas en los
espacios citadinos. Las fluctuaciones y deterioros del ambiente ecológico y del medio ambiente
sociourbano se extiende a la superestructura del Estado y se diversifica en determinadas épocas
del año y en los períodos relacionados con las crisis de la economía, las prácticas políticas y las
relaciones sociales.
Separados los conceptos medio y ambiente, se pueden aplicar al aspecto ecológico y a la
naturaleza. Unidos ambos términos, medio ambiente suele llamarse y emplearse a la suma de
factores y procesos sociales, económicos, políticos y culturales con relación al ser social. Medio
ambiente no sólo es la suma de todas las determinaciones, sino la relación entre ellas.
2
Con relación al medio ambiente sociourbano como categoría de análisis, se puede definir
como las condiciones de interrelación de los factores y procesos sociales, económicos, políticos y
culturales que tiene en sí la sociedad actual de una ciudad metropolitana (Cantú, 2000: pág. 88).
Manifestación en el Zócalo de la Ciudad de México
en las décadas de los ochentas y noventas, con más
frecuencias en el uso del espacio y mayor número de
asistentes que en las décadas anteriores. Foto: cortesía
del periódico Excelsior.
En las ciudades, los problemas ambientales son los problemas urbanos que resultan de las
dificultades, desajustes y desequilibrios de la economía, la política y la cultura. Hoy aparecen
como resultado de una crisis de civilización, jamás vistos en el siglo que terminó y en lo que va
del presente, justamente con la crisis del modelo dominante de desarrollo y de sus estrategias
de sobre vivencia y expansión en el ámbito mundial, lo que culmina en la globalización de los
problemas ecológicos y los procesos de degradación socioambiental (Leff, 1993, pág. 243). (1)
Si las guerras de conquista destruían en poco tiempo el ambiente sociourbano construido
durante varios siglos, las acciones neoliberales parecen llegar a los mismos resultados. Es decir,
levantar nuevamente localidades destruidas por los conflictos neoliberales y las querellas de la
clase política que no se quedan atrás.
Quizá pronto un mayor número de los monumentos y ruinas arqueológicas y el patrimonio
cultural urbano queden a merced del capital, en un ambiente de incertidumbre, que logre
sobrevivir con dificultad a las numerosas contiendas entre clases sociales, sólo disfrazados del
ambiente navideño pero no de un real rescate. La existencia de otras adversidades del medio
ambiente sociourbano que sufrieron en otras épocas y la relación entre el hombre y su entorno
se vuelve problemático. Más todavía al finalizar cada año.
El proceso de metropolización sin desarrollo social y urbano va en detrimento del Centro
Histórico y con ello la creación de un medio ambiente sociourbano en el marco de la
globalización neoliberal, que ahora predomina. Esto es, a diferencia del fenómeno de
metropolización que se presenta en los países centrales, que acontece por su tasa rápida de
crecimiento económico, en nuestro país el proceso de metropolización de las ciudades grandes y
medianas continúa a pesar de la baja tasa de crecimiento económico, y sin el correspondiente
desarrollo social y urbano, hecho que repercute en detrimento del patrimonio de los Centros
Históricos. Mientras la única tasa de crecimiento que se mantiene arriba del cero es la
población, el desequilibrio económico entre las clases sociales se traduce en una diversidad de
acciones de la sociedad, a través de la gestión urbana y una actividad política producto de las
reivindicaciones de las necesidades sociales más sentidas, como son: el empleo, la vivienda, la
seguridad pública, los diversos servicios urbanos, la salud, la educación, etc.
La globalización neoliberal no soluciona los problemas que crea el sistema; por el contrario,
los incrementa. La economía de aglomeración se convierte en deseconomía y la sociabilidad de
la vida en la metrópoli se vuelve antisocial. La respuesta a los problemas urbanos del proceso de
metropolización mediante el progreso tecnológico y el avance científico no ha sido satisfactoria
para las grandes mayorías ni para la preservación de los Centros Históricos.
La memoria social aumenta y se periodiza en el Centro Histórico. La memoria social de la
ciudad no sólo se afirma en cada período de su historia con la propia edificación y los nuevos y
representativos significados de las recientes expresiones físicas urbanas-arquitectónicas; también
se amplía con los sectores de la sociedad que ahí exponen sus necesidades, intereses y
aspiraciones, y se extiende a una mayor base de apoyo social para la defensa del patrimonio y
permanencia nacional. El lugar principal urbano que existe, el Centro Histórico, se manifiesta
3
como tal por su identidad, que “lleva en sí misma la diferencia, el cambio (...) y de todo lo
demás” (Engels, 1961: 181-182), con la población en el marco del medio ambiente sociourbano
de la Ciudad de México.
Cada período crítico de la sociedad citadina se imprime en la ciudad y en el Centro
Histórico. Se graba los hechos en el Centro Histórico, se signa y queda como testimonio, sobre
todo aquellos que corresponden a las grandes transformaciones y formaciones sociales, políticas
y económicas, como son la Independencia, la Reforma, la Revolución Mexicana y la
consolidación de la nacionalidad mexicana con la expropiación del petróleo. Asimismo, estos
acontecimientos periodizados no pudieron ocurrir sin las necesarias condiciones que ofrecen los
escenarios urbanos y los entornos sociales correspondientes a la vida en la ciudad, la región
donde se ubica y el país que lo limita.
En el Centro Histórico están presentes el período prehispánico, que se demuestra con el
descubrimiento reciente del Templo Mayor y la Coyolxauhqui, entre otros; la época colonial, con
una considerable edificación aledaña a la Plaza de la Constitución; la etapa de la Independencia,
con patrimonios históricos como la Campana de Dolores en el Palacio Nacional; los años de la
formación de la nación mexicana, con la construcción y las modificaciones realizadas durante La
Reforma en los espacios arquitectónicos y urbanos que sirvieron de escenario; no se diga del
período porfirista, también presente; las obras representativas del triunfo de la Revolución
Mexicana y posteriormente la consolidación de la identidad y nacionalidad con la segunda
independencia, es decir, la económica, surgida con la expropiación petrolera, la entrega de la
tierra en ejidos y los programas de educación, salud, etc., también se ubican aquí, a pesar de
que, poco después, se dio marcha atrás en los siguientes sexenios. Esa memoria social e histórica
periodizada y plasmada en la obra urbano-arquitectónica ilustra y es la más representativa
socialmente, alienta además las demandas de la población para preservar las conquistas sociales,
a pesar de la amenaza que empezó a sentirse en las últimas décadas con el modelo neoliberal.
Las recientes manifestaciones de organización y acción de la sociedad civil por redefinir el
Estado y la necesidad de otra Constituyente que sirva de marco jurídico a las actuales y grandes
necesidades sociales del país, son los intentos por la defensa de la nacionalidad basadas en las
expresiones de la historia materializadas en la obra urbano-arquitectónica de la ciudad ante una
globalización avasalladora.
La presencia y forma de vida de la humanidad está en lo urbano-arquitectónico. La historia
de las ciudades nos permite reflexionar sobre la reminiscencia y presencia de la humanidad en la
obra edificada y sobre las formas de vida y desarrollo de las civilizaciones divididas en clases
sociales contendientes de distintos niveles culturales, es decir: la que se expresa en el quehacer
urbano-arquitectónica y en su ámbito social, sin dejar de considerar la materialidad y el
significado de las diferentes manifestaciones del arte, la ciencia y la tecnología, en lo
relacionado al hecho social. Es el enlace que existe entre las numerosas determinaciones que
crearon la ciudad con sus espacios habitables en el marco de las condiciones urbanas sin las
cuales no hubieran sucedido.
LA CALLE, PUNTO DE INFLEXIÓN DE LA POLÍTICA NEOLIBERAL Y LUGAR DE EXPRESIÓN
DEL MEDIO AMBIENTE SOCIOURBANO
El primer punto de inflexión del neoliberalismo en nuestro país fue la calle de la Ciudad de
México, particularmente las del Centro Histórico. No sin expresar una y otra vez la condición del
medio ambiente que ahí surgió. Hechos similares se presentaron en varios países
latinoamericanos. El más expresivo, se puede decir, sucedió en Bolivia con la defensa del recurso
natural patrimonial del gas.
4
Surgió el sesgo neoliberal en el marco de la aparición del medio ambiente sociourbano,
expresado a través del incremento de las marchas contestatarias y los mítines derivados de los
grandes problemas de la economía nacional, así como del aumento del número de vendedores
ambulantes apostados en las aceras y cruceros de avenidas, que hoy prolifera y se extienden por
todas las ciudades metropolitanas. El impacto de la globalización neoliberal se desplegó hacia
las ciudades medias, incluso en las pequeñas localidades.
Manifestación en la Av. Juárez que parten del Monumento
a la Revolución. Décadas de los ochentas y noventas. Foto:
cortesía del periódico Excelsior.
Otro punto más de inflexión de la política neoliberal en nuestro país, fue la oposición en el
Poder Legislativo al Poder Ejecutivo como nunca antes. El rechazo a la privatización del
patrimonio nacional de los energéticos o lo relacionado con la Reforma Fiscal en la Cámara de
Diputados (11/XII/2003) muestran que el medio ambiente sociourbano se puede extender a los
representantes populares. Su impacto fue mayor debido al surgimiento de las nuevas formas de
expresión social de descontento en la ciudad con las protestas conjuntas de la sociedad civil y
representantes de la clase política, mediante la presencia en las protestas públicas de varios
diputados y senadores del Poder Legislativo de distintos partidos políticos.
Como contraparte, la otra cara del punto de inflexión es la construcción de los corredores
viales, aun en proceso, que también muestran las necesidades a resolver de la ciudad
globalizada en la que está insertada la Ciudad de México.
Darle fluidez al sistema capitalista en las metrópolis y evitar la parálisis urbana, cada vez
más cerca de ella, es la función de las grandes obras de vialidad y transporte. Lejos de limitar
“los derechos y poderes del auto” (H. Lefebvre), de las trasnacionales automotrices, mediante
un mayor uso de los medios masivos de transportación de la población, las empresas de
automóviles son estimuladas con la construcción de los distribuidores viales, que salen al quite a
los “infartos” urbanos de la capital del país cada vez más frecuentes.
Las inconformidades a la política neoliberal pasan de la calle a las cámaras legislativas con
más firmeza, al grado de no aprobar nuevamente las iniciativas del poder ejecutivo, ahora
relacionado con las políticas de recaudación fiscal. (2)
La expresión de la calle, de ser el lugar de inflexión de la política neoliberal, fue porque el
ciudadano pasa cada vez más a ser actor que espectador de la globalización oficializada, con
problemas en la superestructura del sistema. Y denota más ese lugar público, las relaciones de
conflictos entre posiciones políticas e ideológicas de los partidos políticos e ideológicos
determinados en esencia por las formas de la economía que sustentan y defienden.
Si el mundo de la mercancía se despliega en la calle, también lo hace la mercancía de la
fuerza de trabajo desechada por el sistema como el hombre superfluo, como aquel desplazado
por la automatización, la robótica y la era de la información. Solo que ese despliegue de la
mano de obra desempleada y subempleada dio lugar al sustento del punto de inflexión de la
política neoliberal en apuros. (Cantú, 26/XII/03, p.1)
5
EL ZÓCALO, EL MAYOR ESPACIO ABIERTO DEL CENTRO HISTÓRICO ES LA PUNTA DE
LANZA DE LA SOCIEDAD CIVIL
La mega-marcha contra las privatizaciones de los energéticos, puso de relieve el considerable
descontento de la población del país en el único lugar insobornable de la ciudad y de la
historia: el Zócalo del Centro Histórico de la Ciudad de México, siempre el más acertado espacio
de defensa de los recursos naturales, de la identidad nacional y del patrimonio cultural.
Fue el uso intensivo hecho costumbre, de tener esta zona de la ciudad como punta de lanza
de la sociedad civil, al hacer presente el “sujeto” urbano del Centro Histórico donde se expresan
las máximas aspiraciones nacionales, ahora con relación al petróleo y la electricidad, en el
ámbito de la economía y la política del Estado mexicano.
Las políticas del actual gobierno con relación a los energéticos del petróleo y la electricidad,
muestran tanto la continuidad de desincorporación de empresas de propiedad nacional de los
anteriores sexenios, como la entrega inaceptable de los recursos energéticos patrimoniales de la
nación a las trasnacionales, mediante contratos ilegales, como se han denunciado con la
industria petrolera en el Poder Legislativo una y otra vez.
Lo difícil no es comprender que el Zócalo y el Centro Histórico de la Ciudad de México
expresan las formas de desarrollo político, social y económico en distintas épocas del país, sino
que aun pueden procurarnos tanto el goce estético del espacio urbano, como el deseo y el
deber de manifestarnos como ciudadanos para protestar contra los actos de autoridad, que
vayan contra la nacionalidad y la venta de los recursos patrimoniales como los energéticos.
Tampoco dejar de considerarlo como el único espacio de expresión social y sujeto urbano actor,
a raíz de los problemas económicos, políticos y sociales de las últimas décadas. Si en el Centro
Histórico de la ciudad, la estancia del ciudadano se objetiva, en las manifestaciones, el Zócalo
como objeto, es el sujeto protagonista de los problemas de la sociedad y la propia ciudad.
Las manifestaciones en el Centro Histórico muestran un doble carácter en indisoluble
unidad: es la expresión de la realidad, pero simultáneamente crea la propia realidad por la
defensa de los recursos patrimoniales. Una realidad que no existe fuera del Centro Histórico sino
precisamente en éste (parafraseando a K. Kosik)
La punta de lanza de la sociedad civil, el Zócalo del Centro Histórico de la Ciudad de
México, continua también como testigo en esa porción de la historia que escriben los sindicatos
(Sindicato de Electricistas) y numerosas organizaciones sociales ante una globalización neoliberal
que no cesa en avasallar naciones enteras en todos los continentes, pero también con múltiples
y diversas respuestas como la efectuada en las marchas de la sociedad civil.
La memoria histórica de la ciudad y la sociedad muestran su fortaleza en el Centro
Histórico con las movilizaciones sociales. Se pone en acción cuando el gobernante no cumple
con su papel ante la sociedad; cuando promete un cambio en la vida social, económica y política
y poco después lo olvida. También cuando pierde la identidad de nacionalidad ante el
neoliberalismo globalizador.
En los centros históricos se tienen días de unidad nacional en torno a la no-privatización de
los energéticos, con los sectores mayoritarios de la población y también de unidad política, pues
en muchas ciudades del país se manifestaron de similar forma, en los espacios de defensa que
tienen los respectivos centros urbanos, y muchos de ellos históricos, de las localidades en los
Estados. (Cantú, 1º/XII/03, p.1)
6
LA NEGACIÓN DEL ESPACIO PÚBLICO
La realidad social ha incumplido las funciones de la ciudad. Este espacio de vida urbana
vinculada a los derechos ciudadanos, supuesto territorio de hombres y mujeres libres con las
mismas igualdades, ya no es objeto de promesas para sus habitantes, ni menos su realización y
formalidad.
Numerosas ciudades grandes, medianas y pequeñas, han sido golpeadas por los problemas
de la economía, la deslealtad de la clase política para con los subalternos y la complicidad de los
gremios de profesionales e intelectuales orgánicos, que no pugnaron por ordenar y regular el
desenvolvimiento de la ciudad. Al contrario contribuyeron a su disfuncionalidad.
Esos gremios de profesionales orgánicos a los poderes del Estado y al capital se adhirieron al
proceso del dominio privado sobre lo público, con los resultados de ciudad que padecemos.
Negaron al interés social y al espacio público y estos a la vez, niegan al privado. (3)
En la metrópoli dejaron crecer e incrementar vastos espacios urbano arquitectónicos
selectivos y de “desarrollo” comercial, con la contraparte de acumulación de déficit en el
desempleo, la vivienda y los servicios urbanos, que la historia lo depositó en la vida urbana y
cuyo testimonio es la misma ciudad.
La paradoja de los que han gobernado y administrado la ciudad durante décadas para el
capital industrial, comercial, financiero e inmobiliaria, es por un lado, la necesidad del espacio
público para el funcionamiento y la gobernabilidad del territorio, y por el otro, su negación
para convertirlo en un espacio residual (Jordi Borja y Zaida Muxi). Mientras sea rentable y
segregado en los social y lo urbano en pos de la ganancia, el espacio público adquiere la
hegemonía con la clase dirigente y los propietarios de la ciudad.
Esos empresarios financieros y del gran comercio, requieren de espacios abiertos en vialidad
para circular y dar las condiciones para el desarrollo capitalista en las esferas de la producción,
la distribución y el consumo, sin la cual el sistema no puede funcionar. También, como
fraccionadores inmobiliarios, el espacio público lo optimizaros dejándolos reducidos y en su
mínima expresión y el resultado es que ahora se ahogan en los mismos espacios y dificultan la
propia realización de la ganancia, al hacer las calles y avenidas insuficientes en sus dimensiones.
De ahí surgiendo las “horas picos” en el transporte y los numerosos “infartos” urbanos por la
mañana y por la noche, incumpliendo una de las funciones de la ciudad: la circulación, sin la
cual el trabajo y la vivienda entran en crisis, así como el proceso de distribución en la vida
urbana.
El espacio privado en la ciudad nació a condiciones de crear su contrario: el espacio público.
A semejanza del capital, este no puede surgir si no procrea su opuesto: el obrero. De manera
similar el espacio privado no puede funcionar si no tiene el espacio público a su lado o inmerso
en él, a pesar de sus limitaciones como lo creó aquel. Pero como el capital, también tiene un
desarrollo desigual y combinado.
El poseedor del espacio privado que lo hace rentable se opone históricamente al público
desde el nacimiento de éste. Pero también es su salvación para sobrevivir. A medida que en el
espacio privado se acumula capital y entorpece las relaciones de producción, debido a sus
funciones y formas de acumulación, en el espacio público se genera la oposición con la
ocupación de los diversos gremios sociales que pugnan por sobrevivir en el sistema desigual y de
segregación.
En el espacio público se genera el reclamo por el derecho a la ciudad y por los derechos
urbanos. Su valor de uso democrático ocupado por la sociedad en pos de las demandas sociales
se contrapone al valor de cambio impuesto por la propiedad privada del suelo urbano.
En el espacio público se demandan los derechos ciudadanos, el derecho al trabajo y salarios
justos, se exigen la vivienda y el acceso a la educación media y superior, cada vez más
7
segregada. Se reclaman los servicios básicos de salud y el derecho a la vida y con todo ello,
restituyen o pugnan en los hechos, por la democratización de la ciudad a través de los espacios
públicos. Así como espacio privado niega al espacio público, esto lo niega aquel, a pesar de que
vive de él.
Los espacios públicos con identidad urbana, como el Zócalo del Centro Histórico, son las
trincheras infranqueables en la defensa de la vida ciudadana y el derecho a la ciudad, por ser
los lugares de las raíces políticas, sociales y patrimoniales, a pesar de negarlo como espacio
público, cuando la sociedad se apropia de él. (Cantú, 27/X/03, p.1)
CENTRO HISTÓRICO: SUJETO PROTAGÓNICO SOCIOURBANO
El espacio del Centro Histórico de la Ciudad de México ha sufrido numerosas transformaciones
en su configuración arquitectónica e imagen urbana. Las ha padecido porque es el espacio
inagotable de luchas y conflictos históricos que van con su significado y función urbana a partir
de los últimos años de la década de los sesenta para convertirse en sujeto social urbano y
espacio protagónico. Sobre todo a partir de acontecimientos de represión feroz el 2 de octubre
de 1968 contra los estudiantes.
La reestructuración dramática del centro histórico sucedió durante la industrialización,
cuando le impusieron una nueva expresión social con las numerosas edificaciones fuera del
contexto urbano patrimonial de varios siglos de existente. Una industrialización que anunciaba
una serie de hechos sociales, económicos y políticos pero que también incidieron sobre el centro
histórico.
Paralelo a este acontecimiento de la industrialización-urbanización, la reestructuración
urbano arquitectónica de la ciudad y del centro histórico, se llevó a efecto con la consiguiente
presencia de la sociedad civil en el área de la ciudad, particularmente en el Zócalo del Centro
Histórico, cada vez más frecuente, hasta llegar a la casi permanencia de los demandantes
sociales en ese lugar.
Las grandes determinaciones de la economía y las prácticas políticas son deliberadas en el
Centro Histórico en los órganos de poder del Estado. Específicamente el Zócalo, es uno de los
espacios urbanos que favorece la organización social y política de la sociedad mexicana con las
propias movilizaciones.
La crisis recurrente del capitalismo industrial por un lado y del sistema político de partido de
Estado por otro, condujeron a nuevas formas de organización social y política de la población y
tiene al centro histórico su mayor testimonio, por ser el lugar de expresión permanente
mediante las marchas y las manifestaciones ahí realizadas.
Mientras la industrialización impulsó una conformación de la ciudad y sus diversas áreas,
estos espacios urbanos también contribuyeron a la organización social y política de la sociedad.
Cada movilización de la población en las plazas públicas o en la calle, los remitía a nuevas
formas de organización de la población, además de las ya existentes en los centros de trabajo a
través de los sindicatos.
En los espacios urbanos de producción, la disposición y diseño de la fábrica o de la empresa
conlleva un determinado orden y un rigor disciplinario de los trabajadores para “vencer” a la
máquina. Ese ordenamiento “militarizado” también sienta las bases para la organización
gremial en sindicatos, como sujetos productivos. De manera similar vino sucediendo en los
espacios de consumo donde surgieron nuevas formas de organización social y/o sindicalismo
colectivo en pro de la vivienda, la escuela, centros de salud, instalaciones culturales y deportivas,
etc.
8
Los movimientos sociales urbanos, si bien no han llegado a la transformación radical de la
sociedad, son acciones que producen cambios en la ciudad, en su administración y en la
actividad política del Estado. Bastaron iniciar las elecciones en la ciudad de México en 1997 para
constatar el arraigo de los movimientos urbanos y su carácter contestatario al sustituir al partido
de estado por otras perspectivas ya aceptadas por la población, según la últimas encuestas.
Aunque difícil la tarea para un partido de centro izquierda por las condiciones de mayores
emergencias urbanas en la capital del país, una mayor organización social independiente, puede
sortear los grandes problemas sociales de una aglomeración de macrocefalia urbana como la
ciudad de México. (Cantú, 13/X/03)
A MANERA DE CONCLUSIÓN
Nueva función urbana del Centro Histórico
- Desde hace más de dos décadas, el Centro Histórico de la Ciudad de México asumió una
función urbana más, distinta por su carácter a la misión que venía desempeñando desde su
creación
- Adquirió un carácter protagónico en paralelo y en contraposición a la globalización
neoliberal surgió un medio ambiente socio urbano de la sociedad civil y el Centro Histórico,
diferente al que hubo durante casi todo el siglo XX
- Por ser el sitio donde se asienta la mayor parte de su pasado cultural y es el espacio
patrimonial más relevante, el Centro Histórico de la ciudad es el testimonio de la historia,
de identidad nacional, que adquirió un carácter de interlocutor como nunca antes
- De objeto urbano sin sujeto social, pues así estuvo con sus expresiones estéticas e históricas
antes de la crisis, el Centro Histórico tomó la función de sujeto urbano actor, a raíz de los
problemas económicos, políticos y sociales de las últimas décadas
- En México como en América Latina y demás partes del mundo, la globalización neoliberal
nació a condición de crear su contrario en las metrópolis: el sujeto urbano protagónico del
Centro Histórico
- El carácter protagónico del Centro Histórico contribuyó a la “revolución” cultural: la
cultura política de la sociedad urbana
- Sin la comprensión de la esencia que adquirió el Centro Histórico en las últimas décadas,
difícilmente podrá establecerse un programa de salvaguarda del espacio, su preservación,
así como la identidad del lugar.
9
NOTAS
(1) Las crisis ambientales de naturaleza y sociedad contrastan con nuestro sistema sociourbano.
Las bajas temperaturas de invierno, aunadas a los subsiguientes estancamientos de la
atmósfera, que se esperan de la contaminación en el Valle de México, disienten con las altas
“temperaturas” de la clase política para dirimir sus diferencias. La mega-marcha en la
capital del país de noviembre pasado, contra las privatizaciones del patrimonio de los
recursos naturales, “ambientó” las disputas en las cúpulas de los partidos políticos como
sucede ahora con el viejo partido de Estado (PRI, Partido Revolucionario Institucional) sin
que queden exentas las demás agrupaciones.
(2) En el sexenio pasado también rechazaron las reformas cedillistas (expresidente Ernesto
Cedillo) referidas con el energético de la Electricidad ante los reclamos del Fondo Monetario
Internacional de privatizar todos los rubros de la economía. Ahora, los legisladores y la
sociedad civil mostraron en las calles su inconformidad como sucedió en la mega-marcha del
pasado 27 de noviembre contra la privatización de la Comisión Federal de Electricidad y
Petróleos Mexicanos. Esa manifestación aumentó la función de la calle, es decir, como lugar
de paso y de circulación, o el lobby del automóvil, aunque este hizo un estacionamiento
extendido de las calles y las avenidas su proliferación.
(3) El “Botín del Paraje San Juan” de Iztapalapa, Ciudad de México, es un problema urbano en
ascenso, muestra el cuestionamiento al Poder Judicial y a los profesionales orgánicos, que
privilegian lo privado sobre el interés publico de la vida urbana en la capital del país.
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BIBLIOGRAFIA
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2003, pág. 123 (y 15)
- Cantú Chapa, Rubén, Centro Histórico, Ciudad de México, Medio Ambiente Sociourbano, Ed.
Plaza y Valdés, México, 2000.
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Metropolitana, periódico Excelsior, México, 26/XII/03
- _________________, “El zócalo, punta de lanza de la sociedad civil”, Sección Metropolitana,
periódico Excelsior, México, 1º/XII/03.
- _________________, “La negación del espacio público”, Sección Metropolitana, periódico
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- Kosik, Karel, Dialéctica de lo concreto, Grijalbo, México, 1967
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y sustentable”, en Ecología y Ambientalismo, de Memorias del Seminario de Ecología y
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Acción Ciudadana, PRD, México, 1993.
- Lefebvre, Henri, La revolución urbana, Alianza editorial, 1972
11