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Reseñas
de lecturas sobre
geopolítica y economía
global
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ESADEgeo, bajo supervisión del Profesor Javier Solana
y del Profesor Javier Santiso
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Fault lines: How Hidden Fractures
Still Threaten the World Economy
Raghuram G. Rajan (2010) Princeton University Press
Los mercados financieros y los gobiernos democráticos no
son incompatibles… El papel del gobierno es crear un marco
legal, regulatorio y de supervisión en el cual puedan operar
los mercados financieros. Sin embargo, el gobierno
democrático tiene otras funciones, incluida la de limitar las
consecuencias más injustas de la economía de mercado por
medio de impuestos, subsidios y redes de seguridad.
Cuando el gobierno democrático utiliza de forma
inadecuada esos otros instrumentos, cuando intenta utilizar
los modernos mercados financieros para cumplir objetivos
políticos, cuando se convierte en un participante del
mercado en lugar de un regulador, se producen el tipo de
desastres que acabamos de experimentar…
A menos que restablezcamos al gobierno y al sector financiero al papel que les
corresponde, y reparemos los desequilibrios entre las naciones, lo que ha ocurrido
puede volver a suceder.…
Idea básica y opinión
Según Rajan, las fuentes de la crisis iniciada en 2008 son siete problemas estructurales
del sistema económico actual que el autor denomina fracturas y que analiza a lo largo
del libro con extremado rigor analítico. En este libro, que en 2010 ganó el premio
Financial Times al mejor libro de negocios del año, Rajan propone tres grandes bloques
de reformas para solucionar las fracturas.
The author
Raghuram G. Rajan es profesor de Economía en la Universidad de Chicago-Booth
School of Business y ex economista jefe del Fondo Monetario Internacional. También
es coautor de Saving Capitalism from the Capitalists: Unleashing the Power of Financial
Markets to Create Wealth and Spread Opportunity (Princeton University Press).
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Fault lines
Según Rajan, el colapso financiero y la posterior recesión que han sacudido el
capitalismo desde 2008 no han sido causados sólo por los factores que se han
señalado, desde entonces, de modo más recurrente, como por ejemplo: los incentivos
sesgados de los banqueros, que desbocaron su codicia de manera aparentemente
irracional; o la falta de exigencia de los organismos reguladores públicos, incapaces de
prever y de atajar a tiempo una situación de riesgo sistémico evidente. “Las verdadera
fuentes de la crisis que hemos experimentado no sólo son más generalizadas, sino que
además están más ocultas.” Se trata de siete problemas estructurales del sistema
económico actual que el autor denomina fracturas y que analiza a lo largo del libro. En
el mismo, propone tres grandes bloques de reformas para corregir la situación actual.
Las fracturas del sistema económico
La creciente desigualdad de rentas en los EE.UU. y el apoyo gubernamental al
“crédito fácil” para compensarla
Entre 1975 y 2005, la desigualdad salarial entre el percentil 90 y el percentil 10 pasó de
3/1 a 5/1. La causa principal de este incremento es la llamada ‘prima salarial de los
universitarios’, derivada del abismo entre la oferta y la demanda de individuos con
estudios superiores, que a su tiempo es consecuencia de un acceso desigual de los
ciudadanos de los EE.UU. a una educación de calidad. Esta creciente desigualdad
condujo al gobierno a expandir el crédito de manera populista, para brindar a la gente
las posibilidades de consumo que sus rentas estancadas no les hubieran permitido.
Todo funcionó mientras el precio de la vivienda se mantuvo al alza. “El crédito fácil, en
general, es una forma extremadamente costosa de redistribuir”.
Desarrollo basado en las exportaciones
Los países de desarrollo tardío, han optado por apoyar desde el gobierno unas pocas
compañías privadas con el fin de convertirlas en ‘campeones nacionales’. Sin
embargo, este modelo tiene el inconveniente de que como fuerza bajos salarios para
permitir la rentabilidad de los ‘campeones nacionales’, reprime el consumo interno y,
por lo tanto, deja a estas grandes compañías sin mercados nacionales donde vender.
La solución ante esto ha sido orientar estas compañías a la exportación. Por esta vía, el
‘capitalismo dirigido’ ha conseguido con enorme éxito sacar a los países de la pobreza.
Sin embargo, no se puede superar la dependencia de las exportaciones y convertirse
en una economía equilibrada de manera suave e indolora.
El choque entre sistemas financieros distintos
En los países del ‘capitalismo dirigido’, como el gobierno y los bancos dirigieron los
movimientos financieros, hay poca información pública, la información es celosamente
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guardada por un reducto de bancos privilegiados y la aplicación de las reclamaciones
contractuales depende de las relaciones comerciales a largo plazo. Pero, los inversores
extranjeros occidentales desconfían de ese sistema. Muchos países en desarrollo no
acceden a los mercados financieros internacionales. En consecuencia, a finales de los
90, los países en desarrollo pasaron de ser importadores netos a ser exportadores
netos de capital. Pero estos excedentes tanto comerciales como de capital son un
problema grave para la economía mundial. “El intento de estos exportadores por
alcanzar la seguridad –escribe Rajan- ha incrementado la vulnerabilidad del resto del
mundo.”
Una red de seguridad débil en los EE.UU.
Históricamente, los estadounidenses se han opuesto a tener altas prestaciones por
desempleo y de seguridad social, a diferencia de Europa. El sistema de EE.UU. ha
funcionado bien mientras las recuperaciones posteriores a una crisis económica han
sido rápidas. Con la recesión de 1991, han llegado las “recuperaciones sin empleo”.
Presionados por los ciudadanos y sin estabilizadores automáticos, los gobiernos
utilizan la política fiscal y la política monetaria para reactivar la economía. La creación
de una red de seguridad social sería una alternativa mucho más saludable para la
economía que “persistente estímulo monetario políticamente motivado”, altamente
peligroso para el sector financiero.
Una política monetaria creadora de burbujas
Rajan señala los dos errores principales de la Reserva Federal en las últimas décadas.
Para luchar contra la “recuperación sin empleo” posterior al 2001, los EE.UU. hicieron
una política monetaria muy expansiva (tipos extremadamente bajos) durante un largo
período. El segundo error fue la opción put de Greenspan (1996): un compromiso por
el cual la Reserva optaba por ignorar los precios de los activos, con el argumento de
que “no podía determinar con facilidad cuando los precios de los activos estaban
formando una burbuja (…) pero estaría preparada para intervenir cuando estallara la
burbuja”, inundando el mercado con liquidez. Con ello “transmitía a los banqueros la
idea de que, si participaban en el juego [de la burbuja], la Reserva no limitaría sus
ganancias, pero si sus apuestas salían mal, suavizaría sus consecuencias. (…) El
apalancamiento creció en todo el sistema.”
La lógica del sector financiero en contacto con las fracturas anteriores
La codicia –explica Rajan- es una motivación constante en el sector financiero y, por lo
tanto, no puede explicar por sí sola sus auges y sus caídas. Sólo unos incentivos
equivocados sobre “un sector financiero amoral con un ojo clínico para las
oportunidades” pueden hacerlo descarrilar, como ha ocurrido en la reciente crisis.
Estos incentivos procedieron del apoyo público a las hipotecas de alto riesgo (1ª
fractura) y de los inversores extranjeros necesitados de un lugar donde invertir las
enormes reservas de divisas acumuladas gracias a sus inmensos superávit comerciales
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(2ª fractura). El “enorme aumento del volumen de dinero que se destinó a *las
viviendas de protección oficial+” hizo que las agencias de calificación “no pudiesen
ejercer un control de calidad demasiado exhaustivo.” Los compradores finales de los
títulos se dejaron engañar por las calificaciones erradas.
La apuesta de los bancos por los riesgos de cola
Los riesgos de colas tienen tres características: se producen muy raras veces (están en
la cola de la distribución de probabilidad); para desencadenarlos deben ocurrir eventos
adversos en todo el sistema; y cuando se materializan son muy costosos. Los valores
garantizados por hipotecas tenían la calificación AAA porque “la correlación entre el
impago de las cuotas [de las distintas hipotecas empaquetadas en estos valores] era
baja”. Por tanto, aquel riesgo de impago era un riesgo de cola: para que se produjera,
tenían que incumplir pagos las hipotecas de todo el país. Por otro lado, las
características de los riesgos de cola “garantiza que son ignorados tanto por los bancos
como por los mercados” porque se sabe que “la gente está dispuesta a pagar mucho
por evitar los daños” de un daño tan grande si se materializa. Dado que los riesgos de
cola sólo se materializarían “si se incumplían los pagos de las hipotecas de todo el
país”, era evidente que el gobierno se vería obligado a intervenir si esta improbable
eventualidad se producía.
Reformas necesarias para afrontar estas fracturas
estructurales
Reformas en el sistema financiero
Rajan defiende unas reformas “que limiten la capacidad de las finanzas para hacer
daño y al mismo tiempo aprovechar su energía creativa”. No es partidario de unas
reformas orientadas a lo que se conoce como “hacer aburridas las finanzas”. En el
mismo sentido, cree que la mayoría de la gente debe tener acceso a las finanzas y es
partidario de la democratización del crédito. “Nuestro objetivo debería ser conseguir
que los responsables de las decisiones [de endeudamiento] interioricen todas las
consecuencias de estas decisiones, en lugar de evitar que tomen alguna decisión.” De
ahí que el propósito de la reforma, partiendo que las finanzas y sus beneficios no
deben estar reservadas a un grupo selecto e informado, “debería ser extraer lo mejor
de las finanzas para el mayor número de personas al mismo tiempo que se minimiza el
riesgo de inestabilidad.” Rajan propone una decena de líneas de acción concretas.
Mejorar el acceso a las oportunidades en los EE.UU.
“Estados Unidos tiene que evitar el aumento de la polarización social, tanto en la
realidad como en la percepción. (…) La mejor forma de reducir la desigualdad
innecesaria de las rentas es reducir la desigualdad en el acceso a un capital humano
mejor. (…) Si no se hace nada, la desigualdad se alimentará a sí misma.”
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Rajan cree esencial mejorar la calidad del capital humano. Para ello propone evitar la
pobreza infantil, garantizar una escolarización de calidad universal y proveer ayudas
para la universidad. Además, un capital humano de calidad solo se logrará
garantizando un sistema de protección y seguridad física y social de toda la sociedad, y
fomentando el ahorro.
Acabar con los desequilibrios de la economía mundial
“En los últimos años, Estados Unidos (y otros países como el Reino Unido o España)
han consumido más de lo que producen o ganan y, por lo tanto, han producido
préstamos para financiar la diferencia. Los países pobres como China o Vietnam han
hecho lo contrario”. En aras de la prudencia macroeconómica, los países con gran
déficit tendrán que ahorrar más. Pero si se quiere evitar que la economía mundial se
ralentice, los países exportadores deberían aumentar el gasto. Para conseguir estos
cambios, hay que dar un nuevo papel al G-20 y, sobre todo, al FMI. Fue fácil que los
países del G-20 se pusieran de acuerdo a la hora de dar la primera respuesta a la crisis:
ninguno pagaba ningún coste por la política de estímulos coordinados. Pero acabar con
los desequilibrios estructurales exige reformas económicas en cada país políticamente
dolorosas, “reformas que parecen más orientadas ayudar a otros países a corto plazo
en lugar de al propio *país+ reformador.” “La razón por la que todo el mundo señala al
vecino no es que no comprendan su propia responsabilidad, sino que ninguno (…)
puede comprometerse realmente a tomar las medidas necesarias”, por sus costes
políticos y sociales a corto plazo –mientras que los beneficios de estas medidas sólo se
producirán a largo plazo-.
Hoy el FMI, que es el organismo encargado de la coordinación macroeconómica
internacional, lo tiene mal para forzar a los países a emprender las reformas
necesarias. A diferencia de la OMC, no tiene capacidad sancionadora -ni puede llegar a
tenerla-. La única manera que el FMI obtenga poder para impulsar las reformas que
necesita la economía mundial -para que no se repita una crisis como esta- “pasa por
aumentar su influencia apelando a los ciudadanos de cada uno de los países de forma
más directa.” Si el FMI es capaz de explicar a los ciudadanos de un país las ventajas
multilaterales y a largo plazo de unas reformas que tiene costes unilaterales y a corto
plazo, los gobiernos de estos países estarán más dispuestos a llevarlas a cabo. En
coherencia con esta mayor influencia, el FMI debería reclutar más personal de fuera de
los EE.UU. para ampliar sus marcos intelectuales.
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