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Título: Ciudades: las ecofábricas del futuro
Subtítulo: Puesto que el mundo prosigue su veloz proceso de urbanización, las ciudades van a
tener que desempeñar un papel cada vez más importante en el paso a una economía con bajas
emisiones de carbono. En el esfuerzo por crear una economía circular cerrada y una
economía lenta, las ciudades podrían ocupar la posición idónea para liderar la transición.
En busca de un nuevo modelo económico
Nuestra sociedad se enfrenta a múltiples crisis y ya conocemos los desafíos que conllevan.
Nuestro modelo económico actual de “extraer-fabricar-usar-eliminar” ya no es viable, dado
que supera la capacidad de carga de la Tierra y genera mayor desigualdad. Los Verdes
europeos han formulado un nuevo acuerdo ecológico (Green New Deal, GND) como
respuesta integrada a las crisis de escala tanto europea como nacional. Al mismo tiempo, la
innovación económica va cada vez más ligada a la existencia de ciudades y regiones urbanas
creativas. Por lo tanto, la recuperación económica de Europa podría basarse, en parte, en
contar con una red de ciudades y regiones urbanas que, como lugares de encuentro del
conocimiento y la innovación, se convirtieran en pioneras en el campo de la economía
ecológica. El primer estudio de casos da una buena idea de lo que puede lograrse cuando dos
ciudades creativas unen sus conocimientos expertos e ideas.
Para desarrollar este GND urbano, se estableció un proyecto entre la Fundación Verde
Europea y las fundaciones verdes de Cataluña y Flandes, Nous Horitzons y Oikos. Para iniciar
el debate, Oikos redactó un documento de trabajo que explora el escenario de una
reindustrialización ecológica de las ciudades europeas. A continuación se describen
someramente los perfiles de esta visión.
La transición exige un doble movimiento
El punto de partida de este escenario es que para lograr la transición hacia una economía
socio-ecológica se requiere un doble movimiento: si las economías urbanas de todo el mundo
evolucionan de forma ecológica hasta convertirse en economías circulares, la economía
mundial podrá reducir su tamaño y ser más verde. Esto último es necesario y deseable:
nuestra actual economía global consume demasiados recursos y combustibles fósiles, y una
relocalización de la producción puede generar nuevas oportunidades de empleo. Esto es
especialmente importante para nuestras ciudades, que se enfrentan a un descenso estructural
del número de empleos disponibles para personas poco cualificadas. La pérdida de
oportunidades de este grupo no puede considerarse como algo independiente de otros
fenómenos, como el ascenso de la extrema derecha.
Esta perspectiva no debería confundirse con un argumento ingenuo que abogue por “que todo
sea local”. Lo inteligente es pensar en diferentes escalas: seguirá existiendo el comercio de
ámbito mundial, y las empresas de alta tecnología que desarrollen, por ejemplo, tecnología
para satélites, seguirán operando en un mercado global. Por el contrario, todo aquello que sea
pesado y genere grandes emisiones de carbono deberá, en lo posible, producirse en la escala
más local. Por último, todo lo que sea “ligero”, en especial las ideas y el conocimiento, deberá
compartirse a escala global.
Si la meta es la reindustrialización, es importante entender que la industria del siglo XXI no
compartirá el modelo de producción en masa de usar y tirar de la economía del siglo XX,
desfasado ya. La promesa de la reindustrialización radica en la producción a medida como
parte de una economía circular, integrando nuevos modelos de negocio con combinaciones de
productos y servicios, entre los que se incluyen el arrendamiento y el intercambio.
Los cambios de sistema económico que se tratan en el documento se dividen en dos pilares
fundamentales. El primero es el desarrollo de una economía circular urbana. El segundo, igual
de importante, es la economía lenta, ya que una economía circular también puede volverse
insostenible si los círculos se ejecutan demasiado rápido (por ejemplo, el reciclaje de metales
consume mucha energía y es contaminante). Además, una economía circular en sí es neutral
respecto a los objetivos sociales y la búsqueda de una vida mejor.
El primer pilar fundamental: la economía circular cerrada urbana
Una economía ecológica mantiene los recursos dentro del circuito económico como respuesta
a la escasez de recursos y al problema de los residuos. Algunas de las cosas que resultan
evidentes actualmente (por ejemplo la minería de recursos, la incineración de residuos)
pasarán, en su mayoría, a ser cosa del pasado. Sin embargo, el círculo cerrado es solo tan
fuerte como lo sea su parte más débil. En esta cuestión, deben superarse al menos tres
desafíos radicales.
1. El diseño de productos de ciclo cerrado: ecodiseño
La economía ecológica comienza por el diseño ecológico, en el cual se analizan las
repercusiones de la producción desde todos los puntos de vista. Esto conlleva la creación de
productos fabricados de forma sostenible, de larga duración y con un diseño modular que
facilite su desmontaje y la sustitución de las piezas. Por tanto, en vez de tirar a la basura una
silla de oficina tras su primer uso, actualmente existe un modelo en el mercado (Herman
Miller) que puede ser totalmente desmontada y es reciclable en un 99 %.
2. Las ciudades como nueva fuente de recursos: la minería urbana
En lugar de tirar y exportar los productos utilizados, en un ciclo cerrado el objetivo es
conservar todos los recursos valiosos que circulan por la ciudad. En este concepto de minería
urbana, se reutilizan los recursos escasos: desde el desmontaje y la reutilización hasta la
refundición. Como es necesaria una cierta escala, este concepto puede organizarse en redes
regionales de ciudades, cada una de ellas especializada en formas específicas de
“regeneración”. En Bélgica, la empresa Umicore se ha reinventado a sí misma: ha pasado de
ser una compañía minera a convertirse en líder mundial en el campo del reciclaje de metales
(véase el caso 2, más adelante).
3. Nueva producción urbana: producción a pequeña escala con alta tecnología
Con la unión de las nuevas tecnologías y los modelos de negocios, como la impresión en 3D,
el software inteligente y los laboratorios de fabricación, podemos tener un futuro de
producción a pequeña con alta tecnología escala realizada en microfábricas. Esto permite la
personalización en masa: por ejemplo, una empresa belga que solía producir sus prótesis
dentales en China, debido a los altos costes laborales, trajo de vuelta la producción al país
gracias a la introducción de una planta de producción en 3D. Esta nueva forma de producción
ofrece posibilidades increíbles para el mantenimiento y la reparación, ya que se pueden
realizar piezas pequeñas a demanda.
Internet y el software de código abierto también permiten el diseño y la producción “entre
iguales”, donde expertos de todo el mundo pueden colaborar en el diseño de nuevos productos
(como el Wikispeed, un automóvil ecoeficiente).
El segundo pilar fundamental: la economía lenta
Desarrollar una economía de ciclo cerrado es fantástico, pero no es suficiente. Los ciclos
económicos pueden tener un gran impacto en el medio ambiente y consumir grandes
cantidades de energía. Además, con el reciclaje pueden producirse a veces productos de
menor calidad. Por lo tanto, la economía sostenible ralentiza los círculos tanto como sea
posible. Al mismo tiempo, esta economía lenta integra la búsqueda de un estilo de vida mejor
y más sostenible en una sociedad más igualitaria. Para lograrlo, hay cuatro elementos
fundamentales.
1. Comprar menos (o nada), y compartir, intercambiar o regalar
“No comprar nada” suena como la peor propuesta de negocios del mundo. Pero las cosas
están cambiando y hay empresas, como Patagonia, que animan a sus clientes a no comprar
cuando no lo necesitan. Si compramos productos, podemos compartirlos: el consumo
colaborativo está en aumento, creando unos estilos de vida más sostenibles y consiguiendo
que el ciclo sea más lento y más ligero. Esto demuestra que una economía ecológica no se
basa solo en otros modos de producción y productos, sino también en estilos de vida
sostenibles y sociedades que los hacen posibles. Se trata de que los ciudadanos consideren que
sus condiciones de vida son buenas sin ser esclavos de una sociedad consumista que funciona
con el “usar y tirar”. De este modo, mediante el intercambio de coches y herramientas,
pueden ahorrar dinero y tener buenas condiciones de vida aun con menos poder adquisitivo.
Así, tal vez podrían trabajar un día menos a la semana y pasar el tiempo libre realizando
labores de voluntariado y adquiriendo conocimientos de alta tecnología en un fab lab
(laboratorio de fabricación a pequeña escala). Es lo que podría denominarse urbanidad de
alta tecnología y bajo presupuesto.
2. Nuevos modelos de negocio: la sociedad del leasing
Con el modelo de leasing, se crea una nueva relación entre los productores y los
consumidores. El hecho de que los productores sigan siendo los propietarios de los productos
les motiva a hacerlos más eficientes en recursos, a prolongar la vida útil del producto, a
optimizar su utilización y a favorecer una fabricación o un reciclaje más sencillos. Sin
embargo, es necesario establecer regulaciones precisas para evitar consecuencias no deseadas,
como el efecto rebote de un aumento de la demanda y un posible impacto negativo en la
sociedad. Como demuestra el caso 3, la compañía Xerox obtuvo resultados notables
sustituyendo la venta por el leasing de sus fotocopiadoras.
3. Una red de reparación urbana
Parece obvio, pero es lo contrario de lo que se hace actualmente: reparar los productos rotos.
De este modo, el desafío para una ciudad consiste en desarrollar su capacidad para reparar
todos los productos utilizados en su territorio. Esto implica la creación de una red urbana de
reparación (como la que puede encontrarse en Viena), con la que se generan nuevos puestos
de trabajo para personas con cualificación técnica (o de formación de personas sin
cualificación) y da lugar a una nueva relación con los productos.
4. Ralentización del círculo mediante la aceleración de la innovación tecnológica: los
derechos de propiedad intelectual
Está claro que los avances útiles, como la minería urbana, necesitan mucha innovación
tecnológica, por ejemplo, para extraer los metales preciosos de la chatarra electrónica
mediante su fundición. Los derechos de propiedad intelectual (PI) pueden proteger los costes
de inversión, pero al mismo tiempo son un lastre para los nuevos negocios de innovación e
impiden el intercambio de conocimientos. Por lo tanto, establecer nuevas formas de
intercambio de conocimientos, como las cooperativas de conocimientos, podría ser una
manera innovadora de avanzar.
Empleo para todos
Una economía circular urbana ofrece oportunidades de empleo, aunque también puede
ocasionar la pérdida de otros empleos. En el sector de las materias primas, la principal
oportunidad se encuentra en la transformación de los recursos ya utilizados (minería urbana,
ropa). En la industria de la producción, aumentará el mercado de refabricación y renovación.
En el sector de los servicios, las combinaciones de producto-servicio pueden proporcionar
nuevos puestos de trabajo para las personas menos cualificadas, tal como ocurre en la
economía social.
Financiación de la transición
El mercado y las finanzas públicas no siempre pueden satisfacer las necesidades de
financiación de la transición. Por lo tanto, deben considerarse otros métodos. En primer lugar,
el sector de las cooperativas está floreciendo de nuevo. Las cooperativas se financian a través
de suscripciones a participaciones del capital social y/o contribuciones periódicas de los
ciudadanos. Existen bancos cooperativos, así como cooperativas en las áreas de energía
renovable, vivienda, agricultura y alimentación.
Internet ha creado los medios para financiar proyectos a través del crowdfunding
(financiación colectiva), previsto sobre todo para pequeños proyectos puntuales que atraen
pequeñas donaciones de un gran número de personas.
Los gobiernos municipales también pueden conseguir fondos para financiar la transición,
ofreciendo préstamos baratos o creando programas de garantía de préstamos; y las grandes
ciudades podrían considerar la posibilidad de emitir sus propios bonos, de modo que el ahorro
de los ciudadanos pueda movilizarse para construir una economía sostenible.
Una última posibilidad es la introducción de una moneda complementaria o regional, como ha
sucedido, por ejemplo, en Bristol con la “Bristol Pound”.
Políticas para la economía ecológica urbana
Los diferentes niveles políticos pueden adoptar medidas diversas para estimular la transición.
A escala nacional, un sistema fiscal que traslade los impuestos procedentes del trabajo al uso
de la energía y los recursos es un impulso importante. Las ciudades pueden conceder
subvenciones y préstamos, actuar como intermediarias entre las iniciativas locales y las
instituciones de crédito y ofrecer terrenos municipales a las cooperativas. Tan importante
como el dinero es proporcionar la infraestructura para la innovación urbana: espacios de
trabajo compartidos, centros comerciales propiedad de la comunidad y espacios para las
empresas emergentes. Además, un centro especializado para la fundación de cooperativas
puede ser clave para dirigir el desarrollo económico hacia la dirección correcta.
Pensamiento innovador
La economía se basa en satisfacer nuestras necesidades, tal y como se aprende en cualquier
curso básico de economía. Esto demuestra que la economía va más allá de lo que sucede en el
mercado. Las llamadas soft structures (o estructuras “blandas”, es decir, lugares de
intercambio, puesta en común y solidaridad) garantizan la solución de una gran cantidad de
necesidades propias de la ciudad de una forma distinta a la de la economía tradicional. Si los
habitantes de un barrio ponen en marcha una “biblioteca de herramientas”, necesitan menos
poder adquisitivo para obtener el equipo que a veces necesitan tener disponible. La mejor
manera de comprender estas formas de organización es con el término bienes comunes
urbanos. Otro ejemplo de ello, en el que pueden intercambiarse una gran cantidad de
necesidades y aptitudes, son sistemas como los de intercambio local. Tal y como Wikipedia
muestra a escala mundial, una producción abierta “de igual a igual” puede generar resultados
inesperados.
Conclusión: no hay tiempo que perder
El filósofo Benjamin Barber escribe en su último libro If Mayors Ruled the World (“Si los
alcaldes gobernaran el mundo”) que las ciudades se están convirtiendo en campos de batalla
políticos donde las naciones se sabotean unas a otras. Así, mientras las negociaciones
internacionales sobre el clima apenas consiguen avanzar, cada vez más ciudades se esfuerzan
por lograr la neutralidad climática. Además, pueden tomar la iniciativa y convertirse en el
escenario donde la economía ecológica sea parte del renacimiento urbano del s. XXI.
Caso 1: Almere y Prato, una conexión a través del reciclaje textil
En septiembre de 2012, los alcaldes de Prato y Almere firmaron una declaración de
intenciones para establecer una innovadora colaboración. El primer paso consiste en la
recogida, en los Países Bajos y a partir de diferentes fuentes, de ropa desechada, generalmente
usada. A continuación, una empresa local, que cuenta con el equipo necesario, clasifica las
prendas según el tipo de fibra y el color. La ropa se corta en trozos y se estira a través de
cilindros dentados independientes para eliminar las partes no textiles. Las fibras se someten
después a pruebas para conocer su composición y si contienen residuos peligrosos, antes de
ser prensadas en fardos y enviadas a los hilanderos de Prato. Durante el proceso de hilado, las
fibras se mezclan unas con otras para aumentar la calidad del producto. Los tejedores emplean
el hilo resultante para crear telas que después envían a los minoristas en forma de prendas de
vestir. Dado que Prato es una ciudad dedicada a la moda, los textiles reciclados se introducen
directamente en el corazón de la industria de la confección. Una de las novedades incluidas es
un sello de calidad con forma de etiqueta de lavado que indica la cantidad de fibras recicladas.
La empresa que lo proporciona utiliza un sistema de seguimiento y localización, de modo que
una cadena de tiendas puede solicitar un porcentaje garantizado de fibra reciclada.
Caso 2: Minería urbana
En Amberes, la empresa Umicore se ha reinventado a sí misma: de ser una compañía minera
centenaria se ha convertido en líder mundial en el campo del reciclaje de metales procedentes
de teléfonos móviles y baterías de coches eléctricos. De este modo, las ciudades se convierten
en nuevas fuentes de recursos (minería urbana). Umicore dedica la mayor parte de sus
esfuerzos de I+D a las tecnologías limpias. Se centran en catalizadores de control de
emisiones, materiales para baterías recargables (para almacenar energía) y fotovoltaicas (para
generar energía limpia), pilas de combustible (que generan energía a partir de hidrógeno) y en
la recuperación de metales escasos procedentes de productos que han terminado su vida útil,
como las pilas. Cerrar el ciclo de los materiales es uno de los principales apartados de su
estrategia de negocio: “Ofrece un servicio vital a muchos clientes y a nosotros nos ofrece una
ventaja competitiva clave.”
Caso 3: El leasing, una nueva forma de comprar en la ciudad
Conseguir un uso más inteligente de los productos es un paso importante para lograr una
economía circular. Un ejemplo de ese uso es el leasing. Sin embargo, la inversión puede ser
enorme y el interés y comportamiento actuales de los consumidores son factores que no
pueden pasarse por alto. Mud Jeans demuestra que, a pesar de estos desafíos, es posible que
una empresa de nueva creación tenga éxito. Mud Jeans empezó a usar el método del leasing
con pantalones vaqueros en Ámsterdam y Gante: el cliente paga una cantidad fija por
adelantado y luego una pequeña mensualidad a cambio de pantalones vaqueros de algodón
biológico y reciclado. Las reparaciones se realizan de forma gratuita y después de un año se
pueden cambiar por un nuevo modelo.
Otro ejemplo es el sistema de productos-servicios de Xerox, que ofrece “servicios de gestión
de documentos”. En el leasing se incluye un mantenimiento completo y la garantía de
satisfacción del cliente con respecto a las máquinas en funcionamiento. El cliente paga un
precio fijo por copia. Tras finalizar el contrato de leasing, Xerox recoge el producto para
someterlo a una refabricación en las instalaciones correspondientes. Posteriormente recupera
los materiales de los productos para usarlos de nuevo en equipos usados, refabricados o de
nueva fabricación. Para ello, Xerox ha creado un diseño de producto que permite un fácil
desmontaje y, por tanto, una refabricación y recuperación de los materiales también más
sencilla. Las cifras son impresionantes: en la actualidad, la mitad de sus ingresos proceden del
alquiler y el leasing, se recicla el 94 % de los residuos sólidos no peligrosos, se devuelven
más de 2,2 millones de cartuchos y contenedores, y se reutilizan unos 590.000 kg de tóner al
año.
Autor: Dirk Holemans es coordinador de la fundación ecológica belga de habla holandesa
Oikos.