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Transcript
OKINAWA, JAPÓN
AB-2398
CII/AB-978
11 abril 2005
Original: español
DISCURSO DEL GOBERNADOR POR LA ARGENTINA
EN LA TERCERA SESIÓN PLENARIA
Roberto Lavagna
1.
Permítanme comenzar expresando mis saludos a todas las autoridades, delegaciones e
invitados aquí presentes y nuestro especial agradecimiento al generoso y hospitalario pueblo
japonés y a la prefectura de Okinawa.
2.
Como el año pasado en Perú, estamos realizando esta asamblea dentro de un clima
económico favorable en Latinoamérica y el Caribe, y en la economía mundial, si bien es
evidente que hay —a nivel mundial— cambios estructurales que no deben demorarse si
queremos garantizar el mediano plazo.
3.
En el caso de mi país, la recuperación que se inició a mediados del año 2002, luego de
cuatro años de depresión económica y de haber sufrido la crisis más profunda en los últimos
150 años, se reforzó claramente en 2003, y ha continuado en el 2004, con un crecimiento del
producto bruto del 9%.
4.
Desde que comenzó la recuperación, la economía lleva 11 trimestres de crecimiento
continuo y 26% de aumento del producto en los tres años que van de abril de 2002, el peor
momento de la crisis, hasta el presente. Para el año 2005 las proyecciones de crecimiento en
el Presupuesto Nacional —hechas en septiembre del año pasado— son del 4%, pero las
proyecciones actuales superan esos valores. El consenso privado se ubica en torno al 6% de
expansión.
5.
El empleo ha seguido recuperándose, no solamente por el crecimiento económico
sostenido sino también porque el actual patrón de desarrollo inclusivo con justicia social está
generando más empleos por unidad de PBI, resultado de la mayor atención a las PYMES, las
economías regionales, la expansión del mercado interno y las exportaciones competitivas.
6.
Desde la salida de la recesión se han creado más de 2,5 millones de puestos nuevos de
trabajo, de los cuales casi el 80% corresponden al sector privado de la economía. El
desempleo ha ido reduciéndose y en la actualidad se ubica en el 12%, muy por debajo de los
picos de casi 25% del 2002. Para nuestros estándares, los vigentes hasta los años 80, es aún
alto y se requieren de continuados esfuerzos de política económica para seguir reduciéndolo.
-2-
7.
La mayor ocupación, junto a políticas sociales específicas y aumentos de salarios
ligados al alza de la productividad de la economía, han permitido bajar fuertemente los
niveles de pobreza y pobreza extrema, estimándose que desde la salida de la recesión
3,2 millones de personas han salido de la situación de pobreza y 3,5 millones de la
indigencia. De todas maneras los porcentajes de pobreza e indigencia —como en el caso de la
desocupación que recién citamos— continúan altos en términos históricos por lo que está
claro que atender este problema central, resultado de políticas erróneas del pasado y de la
crisis de la Convertibilidad, va a continuar siendo tarea central del gobierno.
8.
Este crecimiento con generación de empleo se ha dado en un contexto de inflación
moderada, que en el 2004 alcanzó a algo más del 6% y que está proyectada para el 2005 entre
un 8%-11%, en parte como resultado de la recuperación de salarios y de corrección de
algunos precios relativos que quedaron desacomodados luego de la crisis de la
Convertibilidad.
9.
Entendemos que el proceso sostenido de inversiones y mejoras de la productividad,
así como una continuada prudencia en el manejo fiscal y monetario, deberán dar como
resultado que, luego de estos reacomodamientos temporarios, los índices de precios
converjan hacia tasas menores.
10.
La sostenibilidad del crecimiento se apoya en la importante recuperación de los
niveles de inversión, que ya han alcanzado niveles superiores a la década de los noventa,
llegando al 21% del PBI medido, como corresponde, en precios corrientes. Esta inversión se
ha financiado con mayores niveles de ahorro interno, lo que asegura el financiamiento del
crecimiento hacia adelante, y se ha distribuido de manera más uniforme entre sectores,
regiones, y tipos de empresas, propiciando un crecimiento más balanceado con mayor
inclusión social y mejor distribución de empleo, ingresos y oportunidades.
11.
Un importante pilar de este crecimiento inclusivo, balanceado, y con justicia social,
es una solidez fiscal como hace cincuenta años que no se alcanzaba. En el 2004, las cuentas
públicas nacionales mostraron superávit a nivel primario (3,9% del PBI). Por segundo año
consecutivo y por vez primera vez en muchas décadas, tanto el gobierno nacional como las
provincias mostraron excedentes fiscales. El superávit primario consolidado fue superior al
5% del producto.
12.
La mayor solidez fiscal ha creado el margen macroeconómico para una política
monetaria prudente en apoyo del crecimiento y para la paulatina recomposición de los
balances del sistema financiero. Aunque para 2004, como un todo, los bancos presentaron
una pequeña pérdida (-0.3% como retorno sobre activos), ésta fue 10 veces menor que en el
2003 y hacia fines de año el sistema bancario en su totalidad presentó ganancias. La
expansión del crédito privado (25% en el 2004), la significativa recuperación de la calidad de
los activos (el porcentaje de préstamos irregulares fue reducido en un 44% respecto
del 2003), la sustancial mejora en la rentabilidad y las importantes capitalizaciones
efectuadas, son factores que indican el progresivo fortalecimiento y la estabilidad del sistema.
13.
El tipo de cambio flotante se ha mantenido estable en términos nominales, mientras
que en términos reales permanece en niveles que favorecen la producción y el empleo. Se han
acumulado reservas por más de 20.000 millones de dólares, y en el 2004 el superávit de la
balanza comercial alcanzó a aproximadamente el 8% del PBI. A diferencia de otros años con
balance comercial positivo, esto fue logrado en un contexto de importante crecimiento de la
-3-
economía, y con exportaciones que han marcado, en el 2004, un récord histórico para la
Argentina y con una notable diversificación de mercados además de un fuerte incremento en
las exportaciones industriales.
14.
La solidez de las cuentas fiscales, monetarias, y externas, y un tipo de cambio flotante
hacen que, a tres años de haberse iniciado, el “Plan de Normalización y Crecimiento”
presente las variables sin desvíos importantes, con un alineamiento básicamente correcto.
Anteriores planes, que produjeron efectos positivos transitorios, habían acumulado ya antes
del tercer año desvíos cambiarios y fiscales notables. Es precisamente el alineamiento actual
de las variables el que abre la oportunidad de dar sustentabilidad al proceso de crecimiento.
Esto va a permitir que se pueda crecer sostenidamente en tiempos normales y, eventualmente,
hacer frente, sin crisis devastadoras, a cambios adversos en las condiciones internacionales.
15.
Este es un cambio central respecto del pasado, cuando la volatilidad y fragilidad de
los marcos macroeconómicos, contribuyeron a generar en la Argentina un patrón de
crecimiento errático, puntuado por crisis, que siempre terminaron deteriorando los
indicadores de pobreza y distribución del ingreso, y ahuyentaron el ahorro doméstico hacia el
exterior.
16.
Si bien los avances han sido importantes sabemos que debemos aún hacernos cargo de
los grandes problemas económicos y sociales que se iniciaron en los setenta con la ruptura de
la continuidad institucional y se profundizaron con políticas de la década pasada y con su
colapso posterior. Sabemos de la enorme tarea que tenemos por delante en desarrollo social,
competitividad y mejora institucional.
17.
Un aspecto importante de la consolidación del marco macroeconómico para el
crecimiento inclusivo, balanceado y sostenible ha sido la conclusión exitosa de la
reestructuración de la deuda. Argentina ha salido del default.
18.
Permítanme extenderme en este punto. La implosión de la Convertibilidad y su
secuela de pobreza y crisis generalizada incluyó la suspensión del pago de una parte
importante de la deuda externa por parte de la administración de transición que siguió al
gobierno que renunciara como consecuencia de la crisis. Sin embargo, la crisis de la deuda
empezó tres décadas atrás con el reciclaje de los petrodólares hacia fines de los setenta, el
drástico incremento de las tasas de interés mundiales y el colapso de los precios de las
commodities en la primera mitad de los ochenta, una resolución parcial del problema de la
deuda de los países en desarrollo hacia fines de los ochenta, y, en el caso de la Argentina, el
establecimiento de un marco macroeconómico con la Convertibilidad que requirió un proceso
de endeudamiento continuo y creciente.
19.
La deuda argentina en esas décadas pasó de 8.000 millones de dólares a mediados de
los setenta hasta más de 190.000 millones recientemente, resultado especialmente del
endeudamiento requerido para sostener la Convertibilidad primero, y de atender luego los
costos de su colapso. Este endeudamiento no sostenible se dio con el beneplácito y
participación de diferentes actores internos y externos a la Argentina.
20.
Como indicara el Presidente Kirchner en su discurso de apertura del Congreso a
principios del 2004 y lo reiterara este año, éste no es el gobierno del default pero al mismo
tiempo no ha eludido la herencia recibida, ni tampoco evitó hacer frente a la responsabilidad
de resolver el problema.
-4-
21.
Había dos grandes maneras de encarar esta reestructuración:
– ignorando los límites a la capacidad de pago del país. Buscando la rápida
“aceptabilidad” de los mercados (política que Argentina siguió durante muchos años
en los 90, en la etapa pre-default), o
– asumiendo los errores cometidos por el país y por los acreedores. Aceptando que
esos errores fueron y están aún siendo pagados por:
•
la propia población argentina, especialmente en el momento del derrumbe de la
convertibilidad del año 2001, y también por
•
los acreedores, sobre todo los más pequeños que obviamente contaron con
menor información
22.
La primera estrategia era rápida, cómoda para las autoridades económicas pero
absolutamente efímera. Esa falsa reestructuración hubiera llevado rápidamente a una nueva
reestructuración, con nuevas subas en la deuda externa y pérdidas enormes para el país en
términos de crecimiento y bienestar.
23.
El segundo de los caminos, el que hemos elegido, trató de lograr la máxima
aceptabilidad de los mercados dentro de lo más importante que es la sustentabilidad. Esta fue
una reestructuración integral —más difícil y compleja— pero a nuestro juicio la única
compatible con un proceso de crecimiento y equidad continuado.
24.
Dentro de esta concepción, como prometimos, al día siguiente del acuerdo con el
FMI, en Dubai en septiembre del 2003, el gobierno presentó los lineamientos para la
reestructuración de la deuda. Un requisito para definir esos lineamientos era tener el acuerdo
con el FMI, que fijara ciertos parámetros financieros clave del programa de financiamiento.
25.
Luego de eso el gobierno realizó, durante varios meses, más de 70 reuniones en
diferentes países y ciudades, con diferentes grupos de acreedores para ir definiendo las
características de la oferta. Antecedentes previos y la complejidad sin precedentes de la
deuda, con numerosas emisiones, en diferentes monedas y jurisdicciones, indicaban que este
mecanismo de consulta era el único adecuado para llegar a una oferta comprensiva que
permitiera arribar a una solución factible y sustentable, que minimizara la pérdida de valor
para todas las partes. Sentarse a negociar sólo con grupos individuales, especialmente en el
caso de algunos autodesignados voceros de bonistas que demostraron ser tan ruidosos como
poco representativos, hubiera sido altamente impráctico y discriminatorio contra otros.
26.
Terminado este proceso de consultas, insistimos en que era necesario dejar que
“hablaran los mercados”. Los mercados, con más realismo que los lobbies han hablado
favorablemente con una tasa de aceptación de más del 76%, por encima de lo que hoy exigen
las cláusulas de acción colectiva.
27.
Durante las negociaciones, el Gobierno de Argentina enfatizó ciertos principios
básicos.
28.
Primero, la comunidad internacional consideró que la resolución de la deuda argentina
en esta oportunidad debía darse sin dinero fresco y con una solución de mercado, a diferencia
-5-
de otros casos (inclusive de la Argentina previamente), en que hubo participación de los
organismos internacionales con aportes de fondos públicos adicionales.
29.
La Argentina señaló de manera consistente, que considerando que no solamente no
estaba recibiendo dinero fresco de las organizaciones internacionales sino que, por el
contrario, había realizado importantes pagos netos a las mismas, del orden de los
11.500 millones de dólares desde el 2002, computando capital e intereses, esto implicaba
menos dinero disponible para los acreedores privados.
30.
Segundo, desde que fueron anunciadas las pautas para la reestructuración de la deuda,
el Gobierno de la Argentina llevó adelante el proceso con buena fe, cumpliendo con una regla
básica: no prometer aquello que es imposible —materialmente— cumplir. Mientras que
algunos han enfatizado la necesidad de altos niveles de aceptación como prueba de una
negociación de buena fe, nuestro gobierno ha indicado consistentemente la necesidad de
asegurar la sustentabilidad del acuerdo, para que no se requieran reprogramaciones
posteriores, como ocurrió con frecuencia en los años 90 generando incertidumbre, afectando
a la inversión y al crecimiento en perjuicio de todas las partes involucradas, especialmente los
pobres y desempleados en la Argentina, por una parte, y los pequeños inversores que
creyeron en nuestro país, por la otra.
31.
Tercero, dada la profundidad y el alto costo social de la crisis, la resolución del
problema tenía que considerar de manera central el tema del crecimiento y de la atención de
los problemas sociales. La caída significativa del PBI, mucho mayor que en otros casos de
reestructuraciones, implicaba que el haircut en el caso Argentino tenía que ser más profundo.
El bono ligado al crecimiento fue considerado, no solamente por nosotros, sino por diversos
observadores imparciales, como una manera innovadora de ofrecer a los tenedores de bonos
en cesación de pagos la posibilidad de beneficiarse también del considerable potencial de
crecimiento de nuestra economía.
32.
Como dijimos en Lima “La única manera de que todos podamos ganar es
recuperando y creando valor. La posibilidad de usar un bono ligado al crecimiento,
permitirá que los tenedores de bonos en cesación de pagos también se beneficien del
considerable potencial de crecimiento de nuestra economía”.
33.
Cuarto, la Argentina siempre enfatizó que esta es una reestructuración diferente, que
no puede compararse con otras experiencias ni debe ser considerada como antecedente de
otras futuras operaciones. Las razones, ya indicadas para esta diferenciación son el tamaño y
las complejidades técnicas, la profunda recesión previa y posterior, y el hecho que la
Argentina, no solamente no recibió dinero público, sino que realizó pagos netos a los
organismos internacionales.
34.
Mucho de la incomprensión y críticas internacionales, provienen de no haber
entendido estas diferencias, lo que ha sido una fuente de conflictos y frustraciones. En
particular, frente a los dos posibles paradigmas de resolución de la deuda, que podemos
llamar “de mercado” y de “salvataje público,” es intelectualmente incongruente querer
mezclar componentes de ambos, o juzgar los resultados de uno desde la perspectiva del otro.
35.
Por ejemplo, si se quiere una solución de mercado, no se puede al mismo tiempo
lamentar la supuesta falta de fuerza de los organismos internacionales en el proceso, ya que,
-6-
por definición, deben mantenerse al margen; o reclamar niveles de haircut y porcentajes de
aceptación similares a operaciones en las que ha habido dinero público.
36.
Todo esto ha hecho que la reestructuración argentina haya implicado recortes más
importantes en el valor de los papeles a ser reemplazados en el cambio de deuda. Sin
embargo, reconociendo que la oferta representaba la real capacidad de pago de la Argentina,
esos mercados se expidieron con una aceptación global del 76,15%, y con participación
altamente mayoritaria en las diferentes monedas jurisdicciones e instrumentos.
37.
Si se suma la actual reestructuración al ordenamiento de la deuda hecha durante los
tres últimos años, puede señalarse que Argentina tiene hoy 86% de su deuda total en
condiciones normales y que la atención en tiempo y forma de esta deuda pasa a ser su
primera prioridad.
38.
Mirando hacia delante, la situación de la deuda en la Argentina, si bien requiere un
esfuerzo fiscal sostenido por muchos años, ha vuelto a niveles más manejables: comparado
con los niveles de diciembre del 2001, los intereses bajaron del 8% al 2% del PBI; el stock de
la deuda bajó de más de 540% de las exportaciones a alrededor del 360%; los pagos de
intereses que equivalían al 70% de las reservas y al 22% de los recursos tributarios, ahora se
ubican en valores del 15% y 10% respectivamente.
39.
Un dato muy importante para la reducción de la vulnerabilidad sistémica es que la
deuda en pesos pasó del 3% a aproximadamente el 37% de la deuda pública.
40.
La política del gobierno es continuar con el proceso de reducción de la deuda, de
manera de bajar de manera continua la relación deuda/PBI en los próximos años.
41.
La “estrategia realista” que Argentina ha seguido ha permitido llegar a este punto. La
continuidad de esta estrategia, sin aceptar presiones, será la que servirá también, como en la
reestructuración de otros países, para ocuparse en el debido tiempo y dentro de las normas del
Prospecto de pasivos eventuales que quedaron, por su propia decisión, fuera de la
reestructuración.
42.
La experiencia argentina deja también lugar a otras reflexiones para una mejora de la
arquitectura financiera internacional. Estas reflexiones no deben dejarse en manos de unos
pocos y activos intereses especiales. No servirán códigos de conducta que adolecen de graves
fallas e inconsistencias como ser:
•
No ir acoplados a un código de transparencia informativa antes y durante las
crisis,
•
No dejar en claro el carácter de acreedor privilegiado de los organismos
multilaterales, al tiempo que se escuda en estos organismos para que defiendan
sus intereses,
•
No decir con claridad que no se espera recurrir a fondos públicos para cubrir
pérdidas privadas tal como ocurrió durante la década pasada,
•
No fijar posición frente a las “burbujas financieras”,
-7-
•
No proteger a los inversores minoristas no sofisticados, tratando como iguales a
quienes no tienen igual información ni capacidad de evaluación,
•
Sobrerrepresentar a los acreedores especulativos en el momento de las
reestructuraciones,
•
No decir nada sobre la “buena fe” con que deben actuar, también, los acreedores,
•
Omitir la responsabilidad de los organismos de regulación y de las entidades
colocadoras cuando actúan fuera de lo establecido en los prospectos de
colocación,
•
Poner la “aceptabilidad” de los mercados por encima de la “sustentabilidad” y
por último y esencial,
•
Ignorar que ningún artilugio financiero reemplaza al crecimiento económico
sustentable en términos de generar capacidad de pago.
43.
Esta verdad casi de perogrullo era, y es, sin embargo negada en los mercados
financieros internacionales. Muchas veces se la reemplaza por la lógica de que un programa
es sustentable en tanto tenga financiamiento voluntario o forzado.
44.
Esta lógica fue la que permitió que una economía —y, por ende, un modelo
económico— como el argentino, que estaba en retroceso, con creciente exclusión social, con
un índice de endeudamiento cada vez mayor, continuara siendo mantenida artificialmente.
Esa lógica termina siempre en una crisis y cuanto más tarda en manifestarse, como fue el
caso argentino, más fuerte son sus impactos negativos.
45.
Nuestra lógica fue siempre la de que sin crecimiento con inclusión social, no hay
capacidad de pago durable en el tiempo. Este principio que comienza a ser aceptado a nivel
internacional será quizás, el mayor aporte hecho por Argentina a la estabilidad de los
mercados financieros internacionales.
46.
Si se lo sabe interpretar y valorar todos habremos ganado algo de esta dura
experiencia.
47.
Permítanme señalar que se requieren adaptar —por principios elementales de
coherencia— algunas de las reglas de funcionamiento del mercado financiero:
•
Los umbrales mínimos de aceptación de la reestructuración,
•
Los plazos de la nueva deuda,
•
El tratamiento de intereses pasados,
•
La representación de los acreedores,
•
Los criterios para sustentabilidad versus aceptación y
•
La deuda nominal resultante NO puede ser igual a la que emergía de los rescates
con fondos públicos multilaterales o bilaterales.
-8-
48.
Incluso el pari passu, debería reanalizarse para diferenciar entre tenedores originales y
compradores post default. Tampoco es justo tratar igual a inversores minoristas no
sofisticados y a grandes inversores institucionales.
49.
Nosotros hemos propuesto, en el contexto del G-20, diferentes medidas para hacer
más justo y transparente el proceso de negociación de futuras reestructuraciones de mercado
que, considerando nuestra propia dolorosa experiencia, desearíamos que fueran muy pocas o
ninguna.
50.
En ese sentido deseo aclarar la preocupación que existe en algunos acerca de que el
caso argentino sirva de precedente.
51.
A ellos les decimos que nadie en su sano juicio puede recomendar a ningún país del
mundo pasar por la experiencia argentina. La más larga y profunda recesión económica en
por lo menos un siglo y medio, empezada en 1998 hasta llegar al colapso y sus consecuencias
en 2001 y 2002.
52.
Endeudamiento sin límite, desocupación récord, desestructuración productiva, pérdida
de una parte importante del tejido social argentino, pobreza, indigencia, riesgos de
hiperinflación y desarticulación política.
53.
A nadie podría ocurrírsele que éste es un ejemplo para que otros países planteen una
reestructuración al estilo argentino. El precio previo que hay que pagar para ello es tan alto
que decididamente no hemos de ser un precedente ni para otros países ni para nosotros
mismos en el futuro.
54.
Una situación excepcional requiere de políticas excepcionales y no sienta precedente.
La acumulación y persistencia de errores que convirtieron al país en un experimento a escala
real y que llevaron a un nivel de deuda sin precedentes, son los antecedentes de esta
reestructuración.
55.
Que nadie esgrima la falsa idea de un “premio” al país. Al revés, el costo que hemos
pagado y del cual estamos recuperándonos, ha sido enorme y no ciertamente recomendable
para nadie.
56.
Permítanme, por último, insistir en algo que señalamos en Milán sobre el crédito
multilateral:
“La vocación es inconfundible: defender el crédito de fuente multilateral porque conocemos
la volatilidad de los mercados. Esta es una premisa que no está sujeta a discusión alguna ni
es motivo de negociación. Sin embargo, la posibilidad de cumplir con los compromisos
asumidos es un camino de dos vías, donde los países y la comunidad financiera internacional
tienen ambos una responsabilidad que cumplir.
Claramente, los países y sus gobiernos tienen una tarea indelegable en el diseño y ejecución
de la política macroeconómica. Pero los organismos multilaterales tienen una cuota no
menor: deben acompañar ese proceso y contribuir a crear las circunstancias y opciones para
que fructifiquen estos esfuerzos. Está claro que los organismos multilaterales no pueden
jugar un rol procíclico, tal como ha ocurrido al menos recientemente en el caso argentino y
en Latinoamérica en general.”
-9-
57.
Paso ahora a referirme al BID. Durante los años 2003 y 2004 Argentina realizó pagos
netos al BID por aproximadamente 914 millones de dólares, contabilizando capital e
intereses. Contando únicamente los pagos y desembolsos por capital, el BID aportó flujos
netos a la Argentina por algo menos de 125 millones de dólares en ese período. Debemos
notar que, como mencionara antes, no todo el sistema de financiamiento multilateral ha
mostrado igual disposición a mantener flujos positivos de financiamiento.
58.
Consideramos importante la aprobación de los acuerdos para el nuevo marco de
financiamiento respetando la independencia y naturaleza especial del BID; la implementación
de las nuevas normas de elegibilidad de gastos y de la matriz de financiamiento; y el avance
en los nuevos procedimientos de compras del BID. Asimismo, estamos muy interesados en
ver una pronta ejecución de las actividades consideradas en el plan de medio término para la
efectividad del desarrollo, especialmente en lo que hace a la iniciativa PRODEV. Esperamos
un esfuerzo redoblado de apoyo a la infraestructura para la integración, dentro de las acciones
contempladas en el Fondo de Integración e IIRSA en particular. Argentina apoya la
reposición del FOMIN, y considera necesario continuar avanzando en la coordinación y
mejora de las actividades del sector privado, y extender al PRI las flexibilidades necesarias
como ya fuera realizado oportunamente con la Corporación.
59.
Hago explícito el reconocimiento de Argentina y de nuestro gobierno por el apoyo de
los países que conforman el Banco, y en particular del Presidente Iglesias, que siempre ha
acompañado los esfuerzos de nuestro país con entusiasmo, optimismo e inteligencia,
ayudando a la búsqueda de soluciones.
60.
Deseo cerrar mi intervención recordando que el BID representa una alianza
geopolítica especial que no puede quedar subordinada a decisiones de una arquitectura
financiera internacional en la cual nuestros países son simples observadores.
61.
Este Banco es un ejemplo único de lo que puede lograrse con el esfuerzo
mancomunado entre países de diferentes niveles de ingresos cuando se trabaja por el
desarrollo de nuestros pueblos a partir del diálogo constructivo y del respeto por las
perspectivas de los otros socios.
62.
Apoyados en el consenso de la democracia, en políticas económicas y sociales
responsables, diseñadas en y para los países de la región, y en el trabajo austero y
constructivo de todos es posible construir un futuro mejor para nuestra querida región.