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Diversificación energética: clave para el medio
ambiente y la economía
España necesita aumentar la variedad de fuentes de
energía, sobre todo renovables, para evitar su fuerte
dependencia externa y reducir la contaminación
El consumo de energía en España depende, y mucho, del petróleo, el gas y el
carbón del exterior. Los expertos recuerdan que estos combustibles, además
de contaminantes, serán cada vez más caros y escasos. Por ello, resultará
imprescindible reducir durante los próximos años la dependencia energética
exterior, en concreto de los combustibles fósiles, y diversificar las fuentes de
energía, apoyando especialmente a las renovables, más ecológicas y "made in
Spain".
Por Alex Fernández Muerza
- Imagen: Fábio Pinheiro El 86% de la energía primaria consumida en España es importada, lo que
convierte al nuestro en un país muy dependiente del exterior. Esta energía se
consigue principalmente mediante tres combustibles fósiles: del 100% del
consumo primario, el 49% se basa en el petróleo, el 21% en el gas natural y el
12% en el carbón.
Por otra parte, la electricidad generada en España se basa esencialmente en
centrales termoeléctricas (que utilizan gas, carbón o gasolina), nucleares e
hidroeléctricas. En cuanto a las energías renovables, a pesar de contar con uno
de los sectores más avanzados del mundo, su peso en la producción de energía
final no pasó en 2008 del 9%.
El 86% de la energía primaria consumida en España es importada, lo que le
convierte en un país muy dependiente del exterior
Por ello, el escenario energético en España es muy poco diversificado, con una
clara dependencia de combustibles no renovables extranjeros, lo que supone
básicamente dos consecuencias muy negativas para el medio ambiente y la
economía. La producción eléctrica y el transporte, dos de los principales
consumidores energéticos, emiten una gran cantidad de gases de efecto
invernadero (GEI), causantes del cambio climático.
En concreto, se calcula que España lanza a la atmósfera unos 400 millones de
toneladas anuales de dióxido de carbono (CO2), uno de los principales GEI, de
los que el 25% provienen de la generación de electricidad y el 27% del
transporte. Con estos datos, España emite un 63% más de GEI que en 1990,
una cifra que convierte en una misión prácticamente imposible el compromiso
firmado en el protocolo de Kyoto de emitir en 2012 un 15% más de GEI que en
1990.
- Imagen: Mike Spasoff En el aspecto económico, la dependencia externa de unos combustibles que se
agotan y se encuentran en manos de unos pocos países es un claro
inconveniente para la competitividad. En 2007, las transferencias de riqueza al
exterior por importaciones de energía primaria supusieron a la economía
española 35.000 millones de euros. Según Iván Martén, consultor de la firma
Boston Consulting Group, a corto y medio plazo habrá disponibilidad de estos
recursos, pero serán más caros, a pesar de que los precios mundiales de
petróleo y gas se hayan estabilizado actualmente como consecuencia de la
crisis.
Además, la demanda energética es cada vez mayor, con un ritmo de
crecimiento anual del 2,4% en el periodo 2002-2006 (frente a un 3,3% de
media mundial). Y aunque la actual crisis económica frene ligeramente esta
tendencia, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) estima que a largo
plazo continuará al alza. En concreto, los responsables de la AIE consideran
que en 2030 se consumirá en el mundo un 50% más de energía que en la
actualidad.
Medidas para la diversificación energética
Un estudio publicado en enero en la revista Energy Policy analizaba la posible
evolución del sector eléctrico español. Sus autores, un grupo de investigadores
de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, dirigidos por Pedro Linares, lo
califican de "insostenible" y, por ello, ofrecían diversas medidas industriales y
políticas que podrían tomarse para su sostenibilidad, entre ellas, potenciar las
energías renovables.
El peso de las renovables en la producción de energía final en España no pasó
en 2008 del 9%
Por su parte, la Unión Europea (UE) también es consciente de sus carencias. El
55% de energía primaria consumida por los países europeos es también
importada. La reciente crisis del gas natural ruso, que dejó sin suministro a
varios países, puso en evidencia los inconvenientes de tener un mix energético
tan dependiente como poco diversificado.
Por ello, el Parlamento Europeo ha aprobado un plan de diversificación
energética en el que reclama a la Comisión una serie de medidas. Entre ellas
destaca el apoyo a la creación de nuevas rutas de abastecimiento de gas
natural y de más infraestructuras para albergar gas natural licuado (GNL); el
fomento de un "debate abierto en la sociedad, sin prejuzgar los resultados,
sobre el uso de la energía nuclear", en la que la industria europea "ejerce el
liderazgo mundial"; o el impulso de la energía solar y de la biomasa.
- Imagen: Petr Kovar En definitiva, los expertos insisten en aumentar la presencia de las renovables
en el mix energético y reducir paulatinamente el peso de los combustibles
fósiles, especialmente el petróleo, hoy por hoy el gran dominador del sistema
energético. Además, no hay que olvidar que ya se plantean objetivos
concretos, como el plan europeo para que en 2020 estos supongan el 20% de
la energía producida.
De forma paralela, las medidas para aumentar la eficiencia energética y
apostar por la innovación tecnológica permitirían también diversificar y mejorar
los sistemas de producción energética y reducir el consumo de energía.
Asimismo, los expertos sostienen que estos objetivos son ambiciosos pero no
imposibles, porque el desarrollo tecnológico es suficiente para ello. Por tanto,
se necesita un esfuerzo común en todo el mundo en el que participen todos los
actores sociales. En este sentido, los consumidores son también una parte
fundamental, ya que pueden asumir medidas para ahorrar energía, utilizar una
mayor cantidad de energías renovables, para lo que pueden también solicitar
subvenciones, y reclamar a las instituciones que lleven a cabo planes de
diversificación.
Producción energética en el mundo
El planeta, y no sólo Europa, necesita aumentar la diversificación energética: la
mayor parte de la energía que se consume en el mundo también es de origen
no renovable. Según el último informe de la AIE, con datos de 2006, el 34,4%
del total proviene del petróleo, el 26% del carbón/turba, el 20,5% del gas, el
10,1% de combustibles renovables y residuos sólidos (biomasa y productos de
origen animal, gas y líquidos a partir de biomasa, y de los residuos industriales
y municipales), el 6,2% es de origen nuclear, el 2,2% es hidroeléctrico, y el
0,6% corresponde a otras fuentes (geotérmica, solar, eólica, etc.).