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Transcript
Acumulación, cohesión social y subjetividad en el capitalismo latinoamericano
contemporáneo. El aporte de la economía política cultural crítica∗
Fernando Leiva Letelier∗∗
Resúmen
¿Cuáles son los límites de las políticas de producción de legitimidad, cohesión
social y “sentido de pertenencia” en sociedades como las latinoamericanas,
caracterizadas por economías abiertas, altamente transnacionalizadas y
“financierizadas,” y en cuyos sectores exportadores más dinámicos, la tasa de
ganancia se asienta sobre una fuerza de trabajo flexible y precarizada?
Abordamos esta interrogante desde la perspectiva de la economía política
cultural crítica (EPCC) y su enfoque teórico-metodológico que explora cómo
discurso y materialidad interactúan y co-constituyen la siempre contradictoria e
inestable reproducción de formaciones sociales capitalistas. En este trabajo
adaptamos y ampliamos la EPCC tal como ha sido desarrollada en Europa por la
“Escuela de Lancaster” para explorar como actualmente se entrelazan
acumulación, hegemonía y subjetividad en la región. Alegamos que para
desentrañar esa relación hoy, hay que concentrar la mirada sobre dos actores
claves en la producción contemporánea de subjetividad: los grupos económicos
latinoamericanos y la centro-izquierda y sus intelectuales.
Introducción: Los retos del presente
Dilucidar el alcance de las nuevas formas de acumulación y legitimación desplegadas
por el capitalismo latinoamericano constituye uno de los retos teórico-metodologicos más
importantes que enfrenta el pensamiento crítico y las ciencias sociales latinoamericanas. Si bien
América Latina es considerada por muchos observadores como “la única parte del mundo donde
el capitalismo continúa siendo impugnado” (Anderson 2010), no es menos cierto también que el
capitalismo latinoamericano sigue demostrando una enorme capacidad de transformación y de
solvencia política y cultural.1
Ponencia preparada para la mesa “Aportes de la Economía Política Cultural Crítica al estudio de América Latina”
(Eje 1 “Orientaciones y retos de la sociología centroamericana en el campo teórico- metodológico”), Asociación
Centro-Americana de Sociología (ACAS), 4-6 de Agosto de 2010, San José, Costa Rica
∗∗
Profesor Asociado, Departamento de Estudios sobre América Latina, el Caribe y Latinos en EEUU, Universidad del
Estado de Nueva York (Albany) y miembro del Grupo de Trabajo sobre Economía Política Cultural Crítica
(GTEPCC).
∗
1
Tras revisar estudios de opinión realizado en 18 países entre 1990 y 2007, Andy Baker
por ejemplo concluye en su libro The Market and the Masses in Latin America que a pesar de
elegir gobiernos progresistas de centro-izquierda, los latinoamericanos en el fondo “son
neoliberales” (Baker 2009). Según sus cifras, la gran mayoría de ricos como de pobres apoya los
actuales procesos de globalización y liberalización del comercio. Dicho apoyo se explicaría en
gran parte porque en la actualidad, según Baker, serían “los intereses de los ciudadanos como
consumidores y no como trabajadores o productores, aquellos que mejor explican sus actitudes
hacia la política económica de los gobiernos” (Baker 2009: 13 [mi traducción]).
En el presente trabajo nos internamos en el debate desde el enfoque de la economía
política cultural critica para explorar las dinámicas de articulación entre la acumulación de
capital y la producción de hegemonía y subjetividad en el momento actual. En particular, nos
interesa abordar las siguientes dos interrogantes:
-
Cuáles son los límites que enfrentan las políticas de producción de legitimidad,
cohesión social, “sentido de pertenencia” en sociedades como las latinoamericanas,
caracterizadas por economías abiertas, altamente transnacionalizadas y
“financierizadas,” y cuyos sectores exportadores más dinámicos se caracterizan por
tasas de ganancia asentadas sobre una fuerza de trabajo flexible y precarizada?
-
¿Qué estrategias y mecanismos están siendo desplegados para intentar superar las
contradicciones inherentes a esta situación?
Es decir, nos interesa resaltar las características fundamentales, la matriz ordenadora, de la
constitución y co-determinación de los procesos actuales de valorización de capital, del liderazgo
intelectual, político y moral que las clases dominantes ejercen sobre la sociedad, y de la
producción de deseos, actitudes y comportamientos que definen la actual coyuntura histórica del
capitalismo periférico latinoamericano.2
Investigar cómo se articulan acumulación, hegemonía y subjetividad en el capitalismo
latinoamericano actual, nos obliga a examinar el quehacer en el plano material-discursivo de dos
actores fundamentales: los grupos económicos latinoamericanos y sus particulares estrategias de
expansión por un lado, y la centro-izquierda y su producción intelectual y acción política por el
otro.
Colocar a los grupos económicos latinoamericanos y al progresismo de centro-izquierda
y a sus intelectuales en la mira analítica resulta una tarea ineludible, ya que ambos actores, de
2
manera mucho más reflexiva y explícita que en cualquier otro momento, han elegido focalizar
sus intervenciones sobre la subjetividad y el plano simbólico-cultural. Tal como lo explicamos
más adelante, tanto las estrategias de valorización del capital impulsadas por los conglomerados
económicos así como las estrategias de intervención política de la centro-izquierda para producir
“cohesión social y sentido de pertenencia,” (CEPAL 2007), se caracterizarían por lo que he
llamado “el giro-socio-emocional” (Leiva 2008).
En particular, analizamos el discurso progresista de centro-izquierda como parte de un
proceso mas amplio para reorientar y recalibrar la acción del Estado mediante: (1) el reescalonamiento, desterritorialización y re-territorialización de la intervención estatal sobre
múltiples escalas articulándolo transnacional, lo nacional, lo local y lo individual; (2) la “deestatización” del sistema político incorporando a actores no-estatales en nuevas formas de
gobernanza y en la producción de cohesión social; y (3) la reconfiguración de los límites que
separan lo económico de lo extra-económico para crear condiciones más favorables para la
acumulación de capital (Jessop 2002). Todo ello sin embargo para transformar mas eficazmente
las formas de sociabilidad y subjetividad, entendida esta última como los deseos, expectativas y
estilos de vida de amplios sectores sociales.
En este momento histórico tanto las formas de valorización del capital, cómo las formas
de hacer política, nos desafían teórica y metodológicamente a dar cuenta de cómo el capitalismo
periférico latinoamericano en el proceso mismo de producción, apropiación y realización de
plusvalía, no sólo produce mercancías, sino que también produce subjetividad.3 Para cumplir ese
desafío es que surge la economía política cultural crítica latinoamericana.
Estructura del trabajo
Este trabajo explora con las herramientas que entrega la economía política cultural crítica
las nuevas formas de articulación entre acumulación y legitimación a través de cinco acápites.
Primero, exponemos brevemente los rasgos fundamentales del enfoque de economía
política cultural crítica, corriente interdisciplinaria (mas bien “pre- y pos-disciplinaria” según el
argumento de Jessop y Sum (2001)) que surge en el año 2000 y que se encuentra aún en pleno
desarrollo. 4
En la segunda sección analizamos el rol que están jugando los grupos económicos
latinoamericanos (GEL de aquí en adelante), colocando especial énfasis tanto en como su
3
expansión durante la última década ha reestructurado las relaciones sociales y relaciones de
poder en la sociedad, así como también en sus esfuerzos actuales para abrir nuevos fronteras a la
valorización del capital. En este sentido remarcamos que la expansión de los GEL en la región,
produce a la vez que presupone la producción de una nueva y particular sociabilidad y
subjetividad en la región. Al proponer su estudio, cautelamos sobre la tentación de mirarnos en el
“espejo eurocèntrico” ya que a diferencia de los países centrales, donde los cambios estructurales
han sido examinados desde ópticas tales como el “posfordismo,” la “sociedad de la información”
o del “capitalismo cognitivo,” en el caso latinoamericano debemos considerar seriamente la
“metáfora del ornitorrinco” de Francisco de Oliveira (de Oliveira 2003). Con ello enfatizamos
que es precisamente su particular amalgama de lo “atrasado” y lo “moderno,” la forma
historicamente especifíca que está asumiendo su carácter de “desigual y combinado” en la
primera década del siglo XXI, los que nos lleva a postular que el capitalismo latinoamericano
actual no puede sino que ser comprendido también como una particular producción de
subjetividad, producto y también condición necesaria para su reproducción.
En el tercer acápite, explicamos por qué creemos que el pensamiento y práctica de
intelectuales, partidos y gobiernos del progresismo de la “centro-izquierda” ameritan ser
estudiados críticamente. En nuestra opinión, han jugado y siguen jugando un rol fundamental en
el diseño, producción y circulación de prácticas discursivas y de políticas públicas orientadas a
producir un nuevo tipo de ciudadanía y subjetividad que legitiman el capitalismo periférico
latinoamericano, dotándole de un modo de regulación más eficaz.5 Para ello es preciso revisar los
imaginarios, cartas de navegación, y políticas públicas elaboradas a partir de 1990 por la
CEPAL, el PNUD y fuerzas políticas progresistas de centro-izquierda tales como la
Concertación en Chile. Esta influyente y densa constelación de producción intelectual,
académica, política y comunicacional sobre “crecimiento con equidad” y “globalización con
solidaridad” ha contribuido decisivamente a consolidar la hegemonía del capital transnacional en
el continente. Y ello requiere ser analizada críticamente.6
En el cuarto acápite, destacamos algunas de las nuevas estrategias para producir lo que la
CEPAL llama “cohesión social y sentido de pertenencia” en sociedades latinoamericanas
(CEPAL 2007). El elemento cualitativamente distinto es que dichas intervenciones orientadas a
producir la nueva subjetividad requerida de parte de ciudadan@s, consumidores, trabajador@s,
usuari@s de servicios, y beneficiari@s de políticas públicas, se caracterizan por la acción
4
coordinada y mancomunada entre estado, empresas y una variopinta gama de ONGs
reconvertidas, instituciones voluntarias y fundaciones empresariales filantrópicas. Junto con
señalar ejemplos de estas nuevas modalidades de intervención político-cultural tomados del caso
chileno, intentamos develar algunas de sus contradicciones.
Finalmente, y a pesar de su carácter preliminar, cerramos estas páginas destacando
algunas líneas de investigación a desarrollar por la EPCC y las ciencias sociales latinoamericanas
para comprender más cabalmente como se inter-relacionan las actuales estrategias de
acumulación de capital, producción de hegemonía y de subjetividad en la región.
I. La Economía Política Cultural Crítica (EPCC) y Su Aporte
Ni la economía política a secas (aquella que solo se centra en el análisis estructural de la
producción, apropiación y distribución del excedente), ni la economía política cultural (aquella
abocada a estudiar el enquistamiento institucional y cultural de prácticas económicas en microespacios), pueden aprehender en toda su magnitud, las transformaciones económicas, políticas y
culturales que vive el capitalismo contemporáneo Para ello, necesitamos una economía política
cultural crítica (Sayer 2001).
¿Qué es la economía política cultural crítica (EPCC de aquí en adelante)? ¿En qué se
diferencia de la economía política a secas, o de la economía política cultural? ¿Cuáles son sus
aportes fundamentales?
En términos generales la EPCC es un esfuerzo “posdisciplinario” que, inspirada en Marx,
Gramsci y Foucault (entre otros), pretende hacer una síntesis crítica entre los enfoques
estructuralistas de la década de los 50 y 60 del siglo XX, con aquellos surgidos del giro
posestructuralista que en décadas posteriores, centró su atención sobre el rol del discurso,
identidad, subjetividad, la sexualidad y el cuerpo. Este “giro cultural” predominante sobretodo en
la academia estadounidense y europea, llegó al paroxismo de plantear que el “texto y nada más
que el texto,” el “discurso y nada mas que el discurso,” estructuraban la realidad.7 El predominio
del pos-estructuralismo agudizó aún más el declive de la influencia de la economía política en las
ciencias sociales. Ello sin tomar en cuenta que a pesar de sus notables omisiones, la economía
política había tenido la virtud de un mirada sistémica y de totalidad, centrada en la materialidad
de las relaciones de poder y de la acumulación del capital.8
5
La economía política cultural crítica pretende forjar un enfoque teórico-metodológico que
responda a la realidad latinoamericana contemporánea. A partir de encuentros y nuestros
trabajos de investigación, el Grupo de Trabajo sobre Economía Política Cultural Crítica que
constituimos en Agosto de 2009, apunta a construir una versión latinoamericana de la EPPCC,
que “descolonizada” y construida a partir de las problemáticas históricas de nuestro tiempo,
aporte al fortalecimiento del pensamiento crítico latinoamericano.
Reconocemos eso sí, que nuestro esfuerzo, es continuador crítico de dos vertientes
anteriores: la “Escuela de Lancaster” y los trabajos del Cultural Political Economy Research
Centre de dicha universidad (Sayer 2001, Sum 2002, Jessop y Sum 2001) y de la “economía
política cultural radical” surgida a partir de los estudios de la comunicación en América Latina
(ver por ejemplo Bolaño 2006, Sardinha 2008).
Tres Aportes de La Escuela de Lancaster (Fairclough, Sayer, Sum y Jessop)
Un espacio clave para la formulación original de la EPCC fue el Cultural Polítical
Economy Research Centre (CPERC) de la Universidad de Lancaster en Inglaterra. Allí, a fines
de los noventa e inicios del siglo XXI, académicos cómo Andrew Sayer, Norman Fairclough,
Bob Jessop y Ngai-Ling Sum, convocaron públicamente a constituir una corriente de economía
política cultural crítica, capaz de comprender las grandes transformaciones experimentadas por el
capitalismo europeo y sus esfuerzos por superar la crisis del ¨Fordismo Atlántico.”
A través de numerosas publicaciones, delinearon algunas rasgos definitorios de la
emergente corriente. (Fairclough 1999, Sayer 2001, Ngai-Ling Sum 2002, Bob Jessop 2001,
2002, Sum and Jessop 2001). De estas publicaciones podemos desprender tres hipótesis de
trabajo importantes que nos aporta la economía política cultural crítica:
1. La co-constitución de la realidad por lo material y lo discursivo: La primera de ellas, y
resultado del esfuerzo de síntesis entre los enfoques estructuralistas y pos-estructuralistas, es que
la realidad social es co-constituída por lo material y lo discursivo, exigiendo una síntesis entre
análisis estructural sistémico de la sociedad (“lo material”) con prácticas discursivas
(semiósis). La relación entre la materialidad de las relaciones de poder y prácticas discursivas
está mediada tanto por las características generales de la semiósis (variación, selección,
retención), como por las formas específicas y dinámicas institucionales del capitalismo.9 En este
6
sentido se trata de una relación históricamente específica en un contexto de permanente conflicto
y cambio.
2. La contradicción fundamental del capitalismo: El carácter contradictorio e inestable del
capitalismo está dado por su incapacidad estructural para reproducirse a si mismo
exclusivamente a partir de las relaciones mercantiles y de intercambio que generaliza y
mundializa con su expansión. La fuerza de trabajo, la tierra, el dinero, y el conocimiento, son
continuamente transformadas en mercancías e incorporadas en los procesos de valorización del
capital, pero ninguna de ellas es producida mediante relaciones mercantiles o de intercambio.
Para asegurar y acelerar la valorización del capital, el capitalismo está constante retrazando la
frontera entre lo mercantilizado y lo no mercantilizado, entre lo económico y lo no-económico.
Entonces, uno de los nodos centrales de su reproducción y regulación está dado por los esfuerzos
por modificar esta frontera. Los procesos de proletarización, mercantilización, y mundialización
que caracterizan la expansión capitalista, no son, ni pueden ser, procesos económicos solamente.
El desarrollo capitalista está cruzado por un conflicto permanente en torno a cómo definir
esta fluída y siempre cambiante frontera entre lo mercantilizado y lo no mercantilizado. Ello no
hace sino que intensificar “el carácter improbable, inestable, y contradictorio de la acumulación”
(Jessop 2002) y resalta la importancia que las prácticas discursivas adquieren para modular
dichas inestabilidades dentro de parámetros que permitan la reproducción del sistema. Así, el
curso del desarrollo capitalista, no está predeterminado, ni sigue una dinámica mecánica o
teleológica, sino que es el resultado de los conflictos sociales y la lucha de clases, librados en
“espacios discursivo-materiales.”
3. La articulación acumulación, hegemonía y subjetividad: Con una mirada que trasciende el
reduccionismo de cierta economía política tradicional a lo material, o de la economía política
cultural a los microespacios y micro-fenómenos, la EPCC examina la dialéctica entre discurso y
materialidad en la reproducción y regulación de formaciones sociales capitalistas. Basándose en
Marx, Gramsci y Foucault, la EPCC desarrollada en el Cultural Political Economy Research
Centre, examina cómo se ha articula acumulación y hegemonía, combinando lo lo “macro” con
lo micro tal como la indican los seis pasos propuestos por Ngai-Ling Sum (2002)10 Se parte del
supuesto que el “liderazgo intelectual, político y moral” del bloque en el poder, expuesto
permanentemente a resquebrajamientos, necesita ser restaurado constantemente. Ello se logra a
través de prácticas discursivas orientadas a producir las subjetividades apropiadas que, con
7
momentos de resistencia contrahegemónica y/o negociación, luego de un tiempo se van
encarnando en nuevas relaciones sociales y nuevos comportamientos. En definitiva, la
articulación de acumulación, hegemonía y subjetividad debe ser entendida como un proceso
incierto y contradictorio, co-constituído por materialidad y prácticas discursivas, el cual es objeto
de estudio de la EPCC.
Por último, cabe destacar que la “Escuela de Lancaster” logra traducir discusiones
teorico-metodológicas sobre la EPCC al debate político contingente en el Reino Unido y la
Comunidad Europea sobre sí las “políticas de reconocimiento” y de fortalecimiento de la
identidad propiciadas por New Labour resultan eficaces para encarar los problemas estructurales
de desempleo, racismo y pobreza generados por la crisis del “fordismo Atlántico” y su posterior
transición del Estado Nacional Keynesiano de Bienestar (ENKB) al estado posnacional
competitivo schumpeteriano actual (Sayer 2001, Jessop 2002, 2006).
Forjando un enfoque latinoamericano
A partir de aportes hechos por la Escuela de Lancaster y los estudios de la comunicación
latinoamericano, a saber a cómo interactúan prácticas discursivas y materialidad para renovar la
hegemonía (Sum 2002) y reorganizar y recalibrar el rol del Estado Fordista (Jessop 2002), y del
estudio las formas de subsunción del trabajo intelectual (Bolaño 2006, Sardinha 2008), el Grupo
de Trabajo sobre Economía Política Cultural Critica que constituímos en Agosto de 2009, se ha
planteado fotalecer una versión latinoamericana de la EPCC, adaptándola y aplicándola a la
transformación económica, política y cultural todavía en curso en América Latina.
Este esfuerzo contempla avanzar en dos direcciones entrelazadas:
Por un lado avanzar en investigaciones sobre la realidad latinoamericana con un enfoque
de EPCC en torno a tres ejes temáticos (a) Migración, subjetividad y poder; (b) Acumulación,
desigualdad y pobreza; y (3) Comunicación, medios y poder.
Por otro lado, nos hemos propuesto avanzar en una reflexión colectiva de carácter mas
epistemológico que nos permita descolonizar nuestro pensamiento y desarrollar enfoques
teorico-metodológicos surgidos a partir de las condiciones históricas actuales y la problemática
de nuestros pueblos. Como veremos mas abajo, ello implica “romper el espejo eurócentrico”
(Quijano 2000) con una mayor autoconciencia sobre cómo teorizamos. La sugerente “metáfora
del ornitorrinco” propuesta por Francisco de Oliveira (2003) que ve el capitalismo
8
latinoamericano (o mas precisamente al brasileño) como un ente malformado, conformando una
economía abigarrada con un sector financiero hiper-moderno como su gigantesca cabeza
descansando sobre sobre un cuerpo raquítico, con pies de barro representado por la extrema
pobreza y desigualdad, que la evolución atrapó a medio camino sin salida posible, nos convoca a
pensar críticamente sobre nuestra realidad y a como teorizamos sobre ella.
II. Los grupos económicos latinoamericanos: articuladores de acumulación, hegemonía y
subjetividad
Los expansión de los grupos económicos latinoamericanos (GEL) debiera ser un objeto
de estudio de la EPCC, ya que esta depende la vez que genera nuevas articulaciones entre
prácticas discursivas y la materialidad de las relaciones de poder.
No es tan solo su tamaño y espectacular crecimiento en las últimas dos décadas que
llaman la atención. Desde el punto de vista de la EPCC, los GEL son actores fundamentales en
acoplar acumulación, hegemonía y subjetividad en el momento histórico actual. Por un lado,
como sujetos de los procesos de reestructuración capitalista, le imprimen al capitalismo
periférico latinoamericano sus características estructurales. Por otro lado, despliegan
constantemente estrategias orientadas a abrir nuevas fronteras para la valorización del capital,
rearticulando lo “económico” y lo “no-económico” de la sociedad.
Este doble accionar, crucial para su sobrevivencia, despierta resistencia social de parte de
“los de abajo” y también intensifica pugnas al interior del bloque en poder, gatillando así, nuevos
esfuerzos por ejercer hegemonía sobre la sociedad. Los GEL ocupan el epicentro de la
cambiante vinculación entre prácticas discursivas y la materialidad de las relaciones sociales.
Los grupos económicos que hoy dominan las economías latinoamericanas surgieron en
diferentes momentos históricos y a partir de diversos sectores económicos como base de
crecimiento originaria Algunos con presencia de larga data en la historia del capitalismo de la
región, estando asociados al proceso de industrialización. Tal es el caso de Alpargatas y Bunge y
Born en Argentina, Votorantim y Vicunha en Brasil, la Compañia Manufacturera de Papeles y
Cartones (CMPC) y la Compañia de Acero del Pacífico (CAP) en Chile, el Grupo Santo
Domingo y el Sindicato Antioqueño en Colombia y los conglomerados derivados del Grupo de
Monterrey en México (Fernandez 2000). Otros se conformaron mas recientemente, a partir de la
privatizaciónes de las empresas públicas en la década de los setenta, ochenta y noventa. Si bien
9
sus raíces históricas y sectoriales difieren– producción de recursos naturales, sector alimentos,
manufactura, o sector financiero, tras su expansión exitosa inicial, comparten caracteristicas
comunes:
•
La combinación de empresas financieras y no financieras bajo el control del grupo. En
Chile, como en otros países, los grupos económicos son conglomerados financieros que
bajo un holding financiero, aglomeran empresas bajo su control ubicadas en los mas
diversos sectores. Dominan los sectores exportadores claves y el sector manufacturero, al
mismo tiempo que ejercen control sobre el sector financiero. En el caso de Chile, por
ejemplo, en el 2006 los 9 bancos controlados por los grupos económicos controlaban el
47% del mercado de crédito (Leiva y Malinowitz 2007).
•
El uso generalizado de estructuras piramidales y una altísima concentración de la
propiedad con una alta concentración en el sector financiero. En el caso chileno, el
principal grupo económico controlaba en 1990, el 22% de los activos transados por
empresas abiertas en la bolsa de comercio y los cinco mas grandes controlaban el 44%.
Para el 2002, el mas grande había declinado a solo el 20.5%, mientras que los cinco
mayores habían aumentado su control al 47.6% (ver Leiva y Malinowitz, Cuadro 2).
• Altos grados de transnacionalización: Los conglomerados latinoamericanos han potenciado
y protagonizado acelerados procesos de transnacionalización del capital en todos los
sectores de la economía. Se han aliado con bancos transnacionales, inversionistas
institucionales, y empresas transnacionales, lo que ha reforzado su poder.
• Los GEL han regionalizado e internacionalizado sus operaciones, convirtiéndose no solo en
exportadores de bienes y servicios, sino que también en exportadores de capital a los países
vecinos y fuera de la región.
En suma, han experimentado un acelerado crecimiento, ya que su acceso preferencial al
mercado de capitales, les permite optimizar y combinar multiples estrategias de crecimiento
incluyendo: (1) exportacion de recursos naturales y commodities a los mercados mundiales; (2)
capturar segmentos claves de la demanda interna en el sector comercio y servicios en los cuales
ejercen un control oligopólico; (3) la regionalización de sus operaciones, invirtiendo en países de
la región; (4) asociación con el capital transnacional dando nacimiento a una nueva clase
capitalista transnacional latinoamericana; y (5) aprovechamiento al máximo de su inserción en
los circuitos globales de capital para participar en actividades financieras y especulativas.
10
El peso que han adquirido los GEL en la economía latinoamericana desde 1990 ha
aumentado pero no existen datos precisos. Dado la dificultad para contar con datos empíricos
sobre el peso real de los grupos económicos, podemos coligar una idea aproximada de su peso a
partir de la gravitación de las de las 100 y 500 empresas mas grandes de la región.11 Asi, por
ejemplo, para el 1996, estas cien empresas realizaron ventas conjuntas por un total de163.8 mil
millones de dólares, equivalente al 29 por ciento del total de las ventas de las 500 empresas mas
grandes. A su vez, en 1996 estas 500 empresas facturaron en conjunto 568 mil millones de
dólares, cuando el PIB de América Latina equivalía un total de 1700 millones de dólares (Peres
1998). O sea en 1996, las 500 empresas mas grandes (incluyendo varias empresas petroleras
estatales), fueron responsables del 33.4% del PIB regional. Para 2008, estas 500 empresas
facturaron un total de 1.882 millones de dólares (AméricaEconomía 2010). Si consideramos que
según la CEPAL el PIB regional en 2008 era de 4.146 millones de dólares, las 500 empresas
serían responsables doce años mas tarde por el 45.4% del PIB regional.
Sin embargo no es tan solo su tamaño sino que su capacidad para influir sobre todos los
ámbitos de la vida social que exige que la EPCC preste especial atención a los grupos
económicos latinoamericanos. Hoy son los GEL y no las políticas neoliberales desplegadas
desde el estado constituyen el principal propulsor de la reestructuración del capitalismo
latinoamericano, y, en estrecha alianza con empresas multinacionales financieras y no
financieras, son pioneros en impulsar nuevas modalidades de valorización del capital,
sometiendo nuevos ámbitos de la vida bajo la férula del capital.
Focalizar la atención sobre los GEL sirve como antídoto contra aquellas visiones utópicas
y tecno-deterministas que hablan de un “cambio de época” gestado por las nuevas teenologías de
la información y su infante, un nuevo paradigma tecnico-económico en que las contradicciones
del capitalismo habrían sido superadas. La “especialización flexible” de los ochenta, la “sociedad
de la información,” la “sociedad del conocimiento,” e incluso las concepciones de “capitalismo
cognitivo,” generalizan a partir de cambios reales, visiones que, miradas desde el punto de vista
de América Latina, y del capitalismo periférico “realmente existente.” resultan lineales, dualistas
y evolucionistas.
Los GEL y la reestructuración del capitalismo latinoamericano
11
La reestructuración capitalista en la región, está siendo perfilada hoy fundamentalmente
por estrategias empresariales de valorización del capital. Sin duda que asistidos por las políticas
públicas neoliberales y neoestructuralistas, los grupos económicos latinamericanos han
exacerbado ciertas características estructurales del capitalismo latinoamericano que no pueden
ser ignoradas. Lejos de conducir a las sociedades hacia la visión utópica de la “sociedad del
conocimiento,” los GEL han grabado indeleblemente las características estructurales de un
capitalismo latinoamericano (1) transnacionalizado, (2) financierizado, (3) promotor de la
informalización de la relación capital/trabajo y precarizador del empleo, (4) depredador del
medio ambiente y de los eco-sistemas y (5) concentrador de la riqueza.
Por ello hoy debemos desplazar la atención desde el Estado hacia las estrategias de
valorización de capital desplegados por los grupos económicos latinoamericanos, mas que
quedarnos con la mirada fija sólo en las políticas del estado. Ese desplazamiento nos permite
vislumbrar las nuevas formas en que se van articulando practicas discursivas con la materialidad
de las relaciones de poder. Un ejemplo puntual de ello es el rol que han jugado los GEL en la
expansión de los malls, supermercados y créditos de consumo en la región, procesos que en un
periódo histórico relativamente breve han transformado profundamente la vida cotidiana de
millones de latinoamericanos y latinoamericanas. En la actualidad, en América Latina operan
cinco grandes cadenas multinacionales: Makro de Holanda, Carrefour y Casino de Francia, Wal
Mart de Estados Unidos y Cencosud de Chile con ventas anuales de 100.000 millones de dólares
en los 13 países donde actúan (Miranda 2010). Los supermercados se han convertido en los
actores predominantes pasando de un control del10% a 20% del mercado minorista en 1990 a un
50% a 60% el año 2000 (Reardon y Berdegué 2003). En definitiva, en “una década de globalización,
el mercado minorista en América Latina hizo el cambio que le tomó 50 años al sector minorista en
Estados Unidos” (Readon y Berdegué 2003: 1).
Nuevas Estrategias de Valorización del Capital
Los análisis más lúcidos del capitalismo latinoamericano siempre cuestionaron la visión
lineal, etapista y evolucionista propiciada por formas de pensar eurocéntricas. Raúl Presbisch y
Celso Furtado, fundadores del estructuralismo latinoamericano, cuestionaron a fondo la validez
de la economía neoclásica y sus propuestas para América Latina. Sergio Bagú, Andre Gunder
Frank, y Ruy Mauro Marini cuestionaron la noción de que América seguía el mismo itinerario
12
que Europa, obligada a superar un supuesto feudalismo, pasar por una necesaria etapa
democrático burguesa, concepción que la Revolución Cubana cuestionó. El capitalismo
periférico latinoamericano ha sido siempre una amalgama de lo “atrasado” y lo “moderno,” un
ensamble de formas precapitalistas y capitalistas articuladas bajo la lógica del capital. No se trata
de una economía de “tres velocidades” como postula la última conceptualización de la CEPAL,
en que en espacios separados y sin interactuar entre si, coexisten sin vincularse las empresas
informales, empresas formales pequeñas y medianas, y las empresas nacionales y extranjeras
operando a escala mundial (CEPAL 2004). Este enfoque es continuación de la “razón dualista”
y de la teoría de la modernización que sigue pesando en las discusiones actuales, jugando un rol
ideológico legitimador del capital transnacional y su lógica. Esta concepción profundamente
eurocéntrica, economicista, y lineal es la que lleva a Carlos Altamirano, ex Secretario General
del Partido Socialista chileno, a advertir ““Debemos elegir entre ser “explotados” con capitales y
tecnología avanzada o no ser “explotados” y quedarnos sin eso. (…) En buenas cuentas, si no
hay una “explotación imperialista,” nos sucedería lo que le ocurre al Africa: quedaríamos al
márgen de la historia y de la economía mundial”12
Con una mirada así, marginan de todo análisis los esfuerzos de los GEL por abrir nuevas
fronteras a la valorización del capital, un esfuerzo acompañado por altos costos sociales y
ecológicos, y por una profundización de las desigualdades. Las estrategias de expansión de los
GEL descansan en amalgamar tres estrategias diferentes de acumulación flexible:
(a) Acumulación mediante la apropiación de trabajo vivo excedente: En la producción de bienes
y servicios, los GEL intensifican la flexibilidad laboral (tipos de flexibilidad), la precarización
del empleo, a la vez que promueven la proletarización de nuevos contingentes, particularmente
mujeres.
(b) Acumulación por desposesión: Apropiación privada de bienes públicos, comunales, y la
conversión en mercancías del conocimiento y la naturaleza.
(c) Acumulación mediante la apropiación de trabajo social colectivo, la capacidad de
cooperación, y el intelecto general de la sociedad: En el pasado se ha estudiado como el
capitalismo aprovecha distintas formas de trabajo social no remunerado para aumentar su tasa de
ganancia y capacidad para producir y apropiar plusvalía. En el pasado se han estudiado como el
trabajo doméstico no remunerado y como diferentes modalidades de articulación entre relaciones
sociales de producción pre-capitalistas y capitalistas subsidian la valorización del capital. En el
13
actual momento histórico, el peso y accionar de los GEL han colocado otras dos formas
adicionales en el tapete. Estas son el acoplamiento de estrategias de sobrevivencia de los pobres
a las estrategias de reducción de costos de grandes empresas exportadoras pertenecientes a los
grupos económicos; y la apropiación de la subjetividad, el intelecto general, la cohesión social y
la asociatividad general existente en la sociedad en función de sus estrategias de valorización del
capital.
Al interior de cada una de estas estrategias existen múltiples modalidades, reflejando la
voracidad y dinamismo del capital. Pero cada una es potenciada exponencialmente, al estar
dotados los grupos económicos de la capacidad de combinar estrategias. Así, a la par que se
intensifica la pobreza, desigualdad y concentración de la riqueza, se agudiza la brecha y
“asincronía” entre modernidad y subjetividad.
La economía política cultural crítica, blandiendo la metáfora del ornitorrinco adelantada
por Francisco de Oliveira (de Oliveira 2003), debe aproximarse al estudio de como prácticas
discursivas y materialidad interactúan para co-constituir hoy estas tres formas de acumulación
flexible desplegadas por el capital y los grupos económicos latinoamericanos, apuntaladas por
discursos gubernamentales. Ello requiere desechar las concepciones lineales, universalmente
válidas y evolucionistas propias del pensamiento eurocéntrico.
Mientras las grandes empresas y los conglomerados económicos se expanden a ritmos
acelerados gracias a su capacidad para combinar estas tres modalidades de acumulación flexible
bajo un sólo haz, la “comunidad epistémica” del progresismo de centro-izquierda, ha construido
un imaginario y discurso que legitima dicha expansión. Alabando el fin del conflicto de clases
debido a la supuesta mutación del capitalismo en “sociedad del conocimiento” y al tránsito hacia
un nuevo paradigma técnico-económico que supera las viejas contradicciones entre capital y
trabajo, la centro-izquierda convierte a los grupos económicos latinoamericanos y a las empresas
transnacionales en los portadores de modernidad y progreso, y al capital transnacional local y
metropolitano, en el principal actor del proceso de desarrollo.
Para que los GEL continúen acumulando son necesarias condiciones económicas y
“extra-económicas.” Al desplazar a los neoliberales dogmáticos, los gobiernos de centroizquierda se convirtieron en los principales responsables de cumplir dicha tarea. En muchos
casos, dicha misión se acomete con entusiasmo y con la profunda convicción
14
que generando dichas condiciones “extra-económicas,” la centro-izquierda contribuye a que la
región avance hacia una “genuina” e “inclusiva” modernidad.
III. El progresismo de centro-izquierda y su contribución a la hegemonía del capital
transnacional
“Como en otras épocas de la historia, ahora hay que salvar al
capitalismo de sí mismo... Y, tal como ha ocurrido en circunstancias
semejantes, nadie mejor para ello que la centroizquierda.” 13
Eugenio Tironi, 31 de Marzo de 2009
Junto con estudiar a los grupos económicos, también debemos prestar especial atención a
la amplia gama de prácticas discursivas de la centro-izquierda latinoamericana y a cómo dichas
prácticas interactúan con las relaciones de poder. El progresismo de centro-izquierda ha
diseñado y desplegado discursos y políticas públicas que en muchos países que han permitido
cumplir dos tareas históricas fundamentales: (a) la legitimación del nuevo sistema de dominación
surgido tras la reestructuración capitalista neoliberal y (b) la erección de un modo de regulación,
es decir, la instalación de un conjunto de mediaciones e instituciones para administrar dentro de
límites aceptables las contradicciones y conflictos inherentes al nuevo régimen de acumulación
(Leiva 2008). Esta evaluación se desprende no solamente a partir del accionar político del
progresismo de centro-izquierda a lo largo de las ultimas décadas. En Chile, donde la
“evolución” de la centro-izquierda ha ido más lejos, los teóricos del progresismo abiertamente
plantean éste como su rol:
De lo que se trata, en definitiva, es que el progresismo debe construir confesa e
integralmente políticas de desarrollo capitalista y no limitarse a políticas económicosociales parciales y supuestamente correctivas de las irracionalidades e injusticias que
produce el desarrollo “espontáneo” del capitalismo. Con tal limitación, lo que hace, al fin
de cuentas, es someterse a un tipo global de desarrollo, definido por las elites privilegiadas
del sistema, y actuar en los escasos espacios que tal modelo deja para introducir
“correcciones”. ¿Po-r qué no puede existir una propuesta progresista de desarrollo y
reproducción capitalista? ¿Por qué concederle –como de hecho se hace– esa materia al
empresariado y a las derechas? (Cortes Terzi 2005: 211 [mi énfasis])
15
La extensa e influyente “comunidad epistémica” construída por el progresismo de centroizquierda para cumplir este rol, ---abarcando desde instituciones internacionales tales como la
CEPAL y el PNUD, a centros de estudio ubicados en diferentes países de la región, fuerzas
políticas tales como la Concertación en Chile y el PT en Brasil vinculadas internacionalmente
con la Cumbre Progresista (Progressive Governance Summit), y a numerosos cuadros tecnoburocrático en el aparatos del Estado, universidades e instituciones internacionales-- ha venido
elaborando una racionalidad y colocando en circulación un imaginario orientada a lograr
precisamente dicho propósito. Desde 1990 hasta el presente, bajo las cambiantes rúbricas de
“competitividad sistémica,” “crecimiento con equidad,” “globalización con solidaridad,”
“modernidad inclusiva,” “gobernanza democrática y participativa,” “Cohesión social y sentido
de pertenencia” entre otras, esta comunidad epistémica ha investigado explícitamente cómo
producir sujetos adaptados y a la vez adaptables a las nuevas exigencias que impone la
acumulación de capital en la región.
Es preciso destacar este sentido que han sido los intelectuales y políticos ligados a la
centro-izquierda quienes en forma mucho mas refinada que los discípulos de Milton Friedman,
en América Latina mas han estudiado la relación entre globalización capitalista, modernidad y
subjetividad.14 Son ellos quienes han mejor comprendido que la subjetividad requerida para los
nuevos tiempos tiene que ser producida mediante una expresa intervención política, acercándose
de esta manera más a los “ordo-liberales” que a los “neoliberales” estudiados por Foucault. A lo
largo del último quinquenio han emprendido un amplio proyecto de investigación a nivel de todo
el continente en torno al tema de la “cohesión social y sentido de pertenencia.” Un ejemplo de
ello es el proyecto conjunto sobre Cohesion Social en América Latina realizado por CIEPLAN,
el Instituto Fernando Henrique Cardoso, el Instituto Kellogg de la Universidad de Notre Dame,
el PNUD, y la Pontificia Universidad Católica de Chile. En el transcurso de ese esfuerzo, han
desarrollado nuevos marcos interpretativos, metodologías y modalidades de medición en torno a
cómo leer mejor la realidad para ser mas eficaces en la producción de “cohesión social y sentido
de pertenencia.”15 En este esfuerzo han unido las ciencias sociales con las técnicas de
investigación desarrolladas por empresas dedicadas a los estudios de mercado, la publicidad y las
encuestas de opinión. Ello ejemplifica no solamente una forma mas cómo la lógica del mercado
penetra el quehacer académico; refleja la preocupación por entender, dimensionar y actuar sobre
la subjetividad, cómo lo demuestran el estudio realizado conjuntamente por la CEPAL y
16
Latinobarómetro, Amèrica Latina frente al espejo. Dimensiones objetivas y subjetivas de la
inequidad y el bienestar en la región (CEPAL 2010) y el Informe Regional sobre Desarrollo
Humano para América Latina y el Caribe 2010: Actuar sobre el futuro, romper la transmisión
intergeneracional de la desigualdad (PNUD 2010).
El arribo de la centro izquierda a los gobiernos de la región ha sido clave para que pueda
emerger plenamente una forma particularmente latinoamericana de gubernamentalidad. En este
sentido, con las banderas del progresismo de centro-izquierda a la cabeza (y en la cabeza), ha
sido posible que la región dé inicio a la transición desde el “disciplinamiento de los cuerpos” al
“disciplinamiento de la libertad.”
Así, a partir de fines de la década de los noventa, con la elección de gobiernos de centroizquierda, en Chile lidereado por Ricardo Lagos, y luego en Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia,
Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Guatemala y Paraguay, se da inicio a la “era posneoliberal” de
América Latina y a lo que he llamado las “contradicciones del desarrollo posneoliberal” (Leiva
2008). Por más de una década ya, el progresismo de centro-izquierda, ha sido un actor
fundamental en los procesos de construcción recíproca de “técnicas de poder” y “formas de
conocimiento.”
Por estas razón, si la EPCC latinoamericana quiere dilucidar las formas que está
asumiendo hoy la articulación entre acumulación, hegemonía y subjetividad, debe investigar
rigurosamente, (1) las formas de saber, (2) los imaginarios, (3) las cartas de navegación, (4) la
racionalidad tras el diseño de políticas públicas, y (5) las formas de producción de ciudadanía y
de subjetividad, alentadas por el progresismo de centro izquierda.16
El imaginario de una sociedad “conforma los micro-mapas del espacio social y político a
través de los cuales percibimos, juzgamos y actuamos en el mundo” (Steger 2008:6), instalando
en el substrato profundo de la conciencia, aquellas nociones y sentimientos que permiten
imaginarse la vida en común. O sea, como bien lo ha advertido la centro-izquierda en numerosas
publicaciones a lo largo de los últimos años, “sin una imagen colectiva que represente qué somos
y hacia dónde vamos, la cohesión social tiene pocas posibilidades de sobrevivir”. (Tironi, 2005).
Asi, una de las preocupaciones centrales de la centro-izquierda ha sido precisamente cómo
construir y fortalecer un imaginario sobre una “modernidad progresista” en que los acuerdos de
libre comercio y la apertura de la economía y el dominio creciente de la sociedad por el capital
17
transnacional, puedan co-existir con percepciones ciudadanas de una mínima solidaridad y
sentido de pertenencia.
La preocupación por la cohesión social, la inclusión y el sentido de pertenencia
Ademas del imaginario asociado a una “modernidad progresista,” la centro-izquierda ha
elaborado también una nueva racionalidad para las políticas públicas. En ese esfuerzo, ha
reemplazando el concepto de “competitividad sistémica”17 como eje articulador, inicialmente
propuesto por la CEPAL (CEPAL 1990) por el de la producción de cohesión social y sentido de
pertenencia (CEPAL 2007).
Pero en un continente que le niega la cobertura social a un 36% de los asalariados, un
74% de los trabajadores informales, un 50% de la población urbana, y la gran mayoría de la
población rural, producir “cohesión social y sentido pertenencia” no es un desafío menor. Mas
aún cuando se pretende hacerlo sin transformar las relaciones de propiedad ni afectar la tasa de
ganancia de los grupos económicos, ni la “libertad” de las empresas transnacionales extranjeras.
Reflejando la falta de voluntad para transformar las relaciones de poder y los mecanismos
de apropiación y distribución del excedente, la CEPAL y la comunidad epistémica de centro
izquierda, elabora un concepto de cohesión social que a primera vista puede aparacer sui generis
y engorroso. La cohesión social es definida como “la dialéctica entre mecanismos instituidos de
inclusión/exclusión sociales y las respuestas, percepciones y disposiciones de la ciudadanía
frente al modo en que ellos operan, y que determinan el sentido de pertenencia.” (CEPAL 2007:
16-17).
Esta definición combina elementos “objetivos” como “subjetivos.” en la cohesión
social. Entre los “objetivos” se encuentran el empleo, los sistemas educacionales, la titularidad
de derechos, y las políticas de protección social. Pero a la vez, la definición contempla elementos
subjetivos: “En el otro lado, los comportamientos y valoraciones de los sujetos abarcan ámbitos
tan diversos como la confianza en las instituciones, el capital social, el sentido de pertenencia y
solidaridad, la aceptación de normas de convivencia, y la disposición a participar en espacios de
deliberación y en proyectos colectivos (Hopenhayn sf: 2).
Esta identificación y “procesamiento intelectual de la realidad” es lo que permite el
empotramiento de una racionalidad orientada a elaborar políticas públicas que operen sobre la
subjetividad de la población. Asi, CEPAL señala que, “La política pública puede influir
18
notablemente en la cohesión social mediante la ampliación de las oportunidades productivas, el
fomento del desarrollo de capacidades personales, la conformación de redes más inclusivas de
protección ante vulnerabilidades y riesgos y una gestión eficiente de las finanzas públicas”
(CEPAL 2007: 49 [mi énfasis]).
Sin embargo, existe un segundo logro, no menos importante, resultante de esta nuevo
discurso sobre “cohesión social y sentido de pertenencia:” la capacidad de construir hegemonía
tanto sobre la sociedad, como también sobre el mundo académico y las ciencias sociales.
Nos hemos referido a “hegemonía” como la capacidad del bloque en el poder para ejercer
el liderazgo intelectual, político y moral de la sociedad. Pero tal como lo señala de Oliveira, esta
capacidad de hegemonía, se expresa en la capacidad de mantener al adversario dentro de los
límites del campo creado por dinámicas de propuesta-respuesta, otorgando de esa manera una
cierta estabilidad al campo político, al establecerse una determinada pauta de temas, excluyendo
otros. Es decir, la capacidad de hegemonía sería “la capacidad cultural para tornar en
indeclinable los temas propuestos, lo que obliga al adversario a jugar con los lenguajes,
situaciones, instituciones, cultura inventados y que se transforma así, en cultura dominante. La
hegemonía es la producción conflictiva del consenso” (de Oliveira 2006 [mi traducción])18
Las últimas publicaciones de la CEPAL (2010) y el PNUD (2010), arriba señaladas por
qué colocan a las relaciones interpersonales y a las percepciones como el ámbito preferencial
para enfrentar la pobreza y la desigualdad. Ello tras un alambicado racionamiento que deflecta la
atención de cuestiones estructurales de fondo. Así, el PNUD plantea:
Muchas de las restricciones que limitan las capacidades de las personas
pertenecientes al sector más desfavorecido de la sociedad se originan en la
interacción tanto con otros individuos del mismo sector como con aquellos
pertenecientes a otros sectores sociales. Esto implica tomar en cuenta no sólo la
pertenencia de una persona a un determinado grupo, sino considerar también de
qué modo los miembros de ese grupo se relacionan entre sí y cuáles son los
términos en que se definen las identidades de los distintos grupos en la sociedad.
(PNUD 2010: 81 [mi énfasis]).
A partir de esta inovación, se sugiere cual debería ser el marco preferencial para el accionar de las
políticas públicas: el mundo más íntimo de la vida cotidiana y el hogar, la dimensión psico-social
de las personas:
Los contextos y los marcos de referencia en los cuales se desenvuelven los hogares
influyen tanto en las aspiraciones de las personas a lograr distintos funcionamientos, como
19
en las percepciones que ellas tienen sobre la posibilidad de alcanzar los objetivos que se
plantean. Dentro de este marco, destaca la existencia de elementos subjetivos que influyen
en las decisiones que se toman en los hogares y en las aspiraciones de sus miembros
respecto del logro de desarrollo humano que esperan alcanzar. En algunos casos estos
elementos subjetivos refuerzan la dinámica de reproducción de la desigualdad. Por ello, el
presente capítulo busca contribuir a la identificación y el análisis de esos factores. (PNUD
2010: 81- 82 [mi énfasis])
Este énfasis no es nuevo. Dichas concepciones son continuadoras de una mirada que
desvincula la realidad que viven los pobres y excluidos del análisis de los procesos de
acumulación de capital. Este enfoque epistemológicamente liberal, aunque arropado con colores
retóricos del progresismo de centro-izquierda, tiene una serie de inconvenientes, que solamente
pueden ser superados por un enfoque radical (Pérez-Sáinz y Mora 2008).
Tal como lo señalan Perez-Sainz y Mora, la persistencia de la desigualdad, el tema social
medular de la sociedades latinoamericanas, puede también ser comprendido a partir de tres ideas
básicas mas próximas a un enfoque radical que liberal.19 Es precisamente la eliminación de dicha
mirada “metodológicamente radical,” que cuestiona cómo se produce, apropia y distribuye el
excedente, que los enfoques liberales progresistas de centro-izquierda, omiten y pretenden
transformar en “nuevo sentido común.”
Progresismo y Legitimación
Como lo he demostrado a través del estudio sistemático del pensamiento
neoestructuralista producido la CEPAL entre 1990 y el 2007 (Leiva 2008), dicha maniobra
metodológica que expunge las relaciones de poder del análisis, se torna en imprescindible para
que el progresismo de centro izquierda pueda lograr lo que se propone: asegurar la reproducción
del nuevo modelo de dominación capitalista instaurado por la reestructuración neoliberal de la
región.
La producción discursiva de la centro-izquierda (p. ej. CEPAL, PNUD, intelectuales
asociados a la Concertación chilena) sistemáticamente margina de su análisis las relaciones de
poder. A pesar de ello, el progresismo de centro izquierda ha logrado ejercer una gran influencia
intelectual y política en la región. Ello se explica en gran parte por dos importantes e
innovadores aportes que han hecho al discurso político, aportes que adquieren mayor resonancia
ante la demostrada incapacidad de los neoliberales dogmáticos para elaborar nociones que
20
permitan legitimar e institucionalizar plenamente el proceso de reestructuración capitalista
iniciado por ellos.
Primero, quebrando el predominio del neoliberalismo más dogmático, han realizado “un
procesamiento intelectual de la realidad” enfatizando que los mecanismos de coordinación social
existentes en la sociedad son tres – el mercado, el estado y las redes de confianza – y todos ellos
deben ser aprovechados en el arte de gobernar (Lechner 1997).
Apoyándose en dicha innovación discursiva, su accionar permitió desplazar el debate
sobre cómo las políticas públicas podían complementar al mercado aprovechando estas otras dos
formas extra-mercado. Como ello es posible solamente mediante el liderazgo político y la
revalorización de la política en la producción de imaginarios, la centro-izquierda realza la
dimensión de lo público y de la democracia, pero asegurando que sus parámetros se condigan
con los requerimientos de la reproducción capitalista de la sociedad. Los discursos progresistas
de centro-izquierda en el continente, influenciados por la CEPAL y otros organismos,
promueven la inter-penetración de las tres formas de coordinación social – mercado, estado y
redes de confianza—al servicio de la cohesión social, el status-quo, y a la competitividad
internacional. Construir una sinergia entre estas tres formas de coordinación social sería la única
forma de lograr economías que la economía haga la transición desde una “competitividad
espuria” a una “competitividad sistémica,” engendrando así un circuito virtuoso en que
competitividad internacional, estabilidad política y cohesión social se potencien mutua y
continuamente. Esta dinámica que aparece a primera vista como propiamente político-discursiva
refleja y amplifica una dinámica mas de fondo: aquella en que para asegurar su valorización, el
capital debe colonizar todos los espacios de la vida. En otras palabras, el discurso progresista de
centro izquierda, aquel que critica a los neoliberales por su estrechez mental capaz de concebir
solamente a los precios y a la ley de oferta y demanda como herramientas disponibles para
reestructurar la sociedad, se transforma a partir de una determinada fase de la reestructuración
neoliberal en algo indispensable para coronar con éxito y asentar las bases “extra-económicas”
de la acumulación de capital.
La segunda innovación, ligada a la anterior, ha sido lo que he llamado el “giro-socio
emocional” en las políticas públicas (Leiva 2008: 170-180). En vez de redibujar los derechos de
propiedad o redistribuir el excedente econòmico, las políticas públicas de nuevo tipo elaboradas
por el progresismo de centro-izquierda, desplaza el eje de su accionar al ámbito de la
21
subjetividad, a lo simbólico, y la dimensión cultural, con el fin de construir nuevos sentidos.
Este desplazamiento busca fomentar relaciones de reciprocidad y sobretodo capturar el
capital social y la capacidad para cooperación basada en la confianza existente en la sociedad
para funcionalizarlo como recurso indispensable para la competitividad internacional y
lanlegitimidad institucional. Tal como lo señala John Durston, ex-funcionario de CEPAL y uno
de los expertos regionales sobre capital social, uno de los requisitos para que este tipo de
políticas públicas tenga éxito es el “fomento del vínculo afectivo entre el funcionario y la
comunidad atendida” (Durston 2002: 52 [mi énfasis). Solamente potenciando este vínculo socioemocional entre el representante del estado y la población atendida, será posible captar el capital
social que existe en comunidades campesinas, hogares urbanos pobres, o comunidades indígenas.
Es decir, “[e]l sentimiento de que pueden confiar en el agente y la disposición socioemocional
de trabajar con él, constituyen el primer paso en la construcción o reconstrucción intencional del
capital social ...” (Durston 2002: 144).
Ello requiere, entre otras cosas, reformar el Estado, reorganizándolo y recalibrándolo
para que pueda cumplir nuevas funciones. Se crean así nuevas reparticiones orientadas
especificamente a jóvenes, mujeres, indígenas, muchas veces financiadas y orientadas por
organismos internacionales como el BID y el Banco Mundial. Se re-educa a los funcionarios
públicos para que comprendan y valoren la nueva relación que están encomendados a construir,
de suerte que comprendan la apuesta por consolidar lazos sociales, reforzar confianzas y
reciprocidad y se crean nuevos dispositivos “mas personalizados” para la entrega de servicios.
En este contexto, discursos sobre la importancia de inculcar nuevas normas y valores de
convivencia y de reconocimiento a la diversidad – la creación de una “cultura de la
democracia”—se transfiguran en la racionalidad tras aparatos de producción nuev@s
ciudadan@s empresari@s de un@ mism@, dotados de la capacidad de recurrir al mercado, a los
servicios públicos y a las redes de confianza, para ejercer el auto-cuidado. Así, el progresismo
de centro-izquierda está cruzado por lo que he llamado la “paradója heterodója: en su esfuerzo
por elaborar políticas públicas de “nuevo tipo” que aprovechen las tres formas de coordinación
social y que se focalizan en lo socio-emocional, el progresismo termina facilitando la
colonización de lo público y de lo no-económico por la lógica del capital transnacional.
22
IV. Estrategias para Producir Cohesión Social y Sentido de Pertenencia
A lo largo de las últimas dos décadas tanto los grupos económicos latinoamericanos
como el progresismo de centro-izquierda han promovido y gestionado una serie de profundas
transformaciones culturales, políticas y económicas en la región; siguiendo la lógica de la
valorización del capital los primeros y los segundos elaborando la racionalidad, los discursos y
las políticas públicas orientadas a producir cohesión social y sentido de pertenencia en
sociedades cruzadas por profundos clivajes. Ambos actores han convergido en focalizar su
accionar sobre la producción de una determinada sociabilidad y subjetividad que apuntale los
actuales procesos de acumulación de capital y la legitimadad política del actual sistema de
dominación. Además del “giro-socio emocional,” el signo distintivo de las políticas públicas en
nuestros tiempos pareciera ser la creciente entre empresas, estado y sociedad civil para lograr
dichos objetivos. Por lo tanto, si queremos comprender cómo se articulan acumulación,
hegemonía y subjetividad en la actual coyuntura histórica, debemos también estudiar las
estrategias de producción de cohesión social desplegadas conjuntamente. En esa labor la
economía política cultural crítica puede hacer una aporte decisivo.
Una hipótesis orientadora es que dichas prácticas involucran una profunda reorganización
del sistema político, reorganizando y recalibrando la acción del estado para cumplir las nuevas
funciones que exige el actual momento histórico. En el caso de Europa, esto explicaría tres
transformaciones fundamentales en el accionar del Estado: su desnacionalización, de-estatización
y des/re-territorialización para que el estado capitalista pueda operar mas eficazmente en
múltiples escalas (Jessop 2002, 2006).
La hipótesis sobre la “de-estatización” del sistema político
Las actuales propuestas del progresismo de centro-izquierda y los requerimientos de las
asociaciones empresariales tienen como eje precisamente el re-trazamiento de la línea que separa
lo público de lo privado, estableciendo nuevas alianzas entre el sector público, la sociedad civil,
y las empresas con tal de fomentar el crecimiento económico y la cohesión social. Tal como lo
señala Jessop, con ello se busca, la “de-estatización del sistema político” incoporando nuevos
actores no-estatales en las funciones tradicionales cumplidas por el Estado de aseguramiento de
las condiciones para la acumulación y legitimación capitalista. Quizás debido a ello, el ex-
23
Presidente de Chile Ricardo Lagos, ya en el 2003 planteaba este como un dilema central
enfrentado por el progresismo en el gobierno:
Estamos aprendiendo que, a diferencia de los años sesenta, cuando la cohesión social era
completamente estatal, hoy se abre un espacio de participación Estado-privados mucho
más rico que el que conocíamos hasta ahora (...) cómo generar mayores espacios
de cohesión social sin que conspiren contra la creación de inversión privada y, en
consecuencia, empleo. Y cuarto, cómo establecer para esta cohesión una alianza entre
Estado y privados, de una manera distinta a lo que hemos hecho clásicamente, en que
las entidades públicas son las encargadas exclusivamente de ir a financiar la cohesión
social. (Lagos 2003: 47[mi [enfasis])
Para intentar lidear con este dilema, los discursos progresistas de “gobernanza participativa”
pretenden compartir con nuevos actores tales como las organizaciones no-gubernamentales
(ONGs), instituciones de beneficencia, fundaciones filantrópicas de los grupos económicos y de
las empresas transnacionales, las tareas políticas e ideológicas de manejar las contradicciones del
sistema de dominación.20 Los discursos sobre “participación ciudadana” y “responsabilidad
social empresarial” por ende están a la órden del día.
Las principales modalidades para crear nexos entre el estado, la sociedad civil, y el sector
privado hasta ahora han sido tres: (1) “administración participativa” (o más certeramente
“participación hegemónica” (Greaves 2004)) de proyectos sociales incluyendo aquellos
destinados a combatir la pobreza, promover el desarrollo de comunidades indígenas con
identidad, y el desarrollo rural; (2) la celebración de “pactos sociales” sobre empleo, equidad,
multiculturalidad, innovación, competitividad, etc. impulsados desde el Estado; y más
recientemente (3) el impulso de alianzas público-privadas (Devlin y Moguillansky 2010).
Mas que meras alianzas instrumentales o novedosas técnicas de gestión, éstas iniciativas
buscan establecer un nexo socio-emocional entre representantes del estado, miembros de
comunidades locales, y las grandes empresas privadas. Con ello se busca incrementar la
complementaridad entre formas de coordinación social basadas en el mercado con las
promovidas por el estado y redes sociales, descargando toda estas fuerza asociadas en la labor
de modificar los límites entre las dimensiones económica y no-económicas, facilitando así la
acumulación de capital. De esta forma, políticas de lucha contra la pobreza y con un discurso de
género, facilitan y aceleran la incorporación de la mujer al mercado laboral. Políticas y discursos
sobre “etnodesarrollo” y “desarrollo con identidad” promueven la penetración de la lógica de
competitividad internacional en todos los intersticios y poros de comunidades indígenas de suerte
24
que, aprovechando sus “ventajas competitivas étnicas,” se transformen en sujetos activos de su
propia y continua mercantilización. Políticas industriales de nuevo tipo para promover la
innovación y la protección de la propiedad intelectual privada, aseguran la mercantilización y
privatización del conocimiento, los genes y la vida misma. En definitiva, el conjunto de este
nuevo tipo de políticas, orquestada y manejada desde el Estado, busca lograr que la
mercantilización de la vida social se extienda no como resultado del dirigismo estatal o producto
de los corrosivos efectos del mercado. Muy por el contrario, se trata de asegurar la instalación de
un nuevo “sentido común” validado mediante la participación de las mismas comunidades
afectadas.
A continuación, pasamos revista rápida a algunas estrategias que el Estado, las empresas,
y la sociedad civil están desplegando con la finalidad de construir este lazo socio-emocional
entre individuos y el status quo. Aplicando el enfoque de la economía política cultural crítica,
podemos señalar que a pesar de la variedad de estrategias para producir cohesión social y sentido
de pertenencia, todas ellas incorporan una doble maniobra discursivo-material: (1) Subordinar
todos los mecanismos de coordinación social – estado, mercado y redes de confianza –a los
procesos de valorización del capital; y (2) Apuntar explícitamente a la dimensión socioemocional, interviniendo activamente en ella para producir vínculos afectivos entre los
individuos el Estado y el capital. Destacamos el hilo común: la conciencia compartida de que es
necesario facilitar nuevas formas de valorización del capital mediante la producción de una
nueva subjetividad. La contribución histórica del progresismo de centro-izquierda ha sido
precisamente – la de-estatización del sistema político—a saber que la “producción de cohesión
social y sentido de pertenencia” ha crecientemente dejando de ser exclusiva responsabilidad
presupuestaria, política y comunicacional del estado, para pasar a ser una tarea asumida y
compartida por el sector privado empresarial y diversos organismos de la sociedad civil.
Estas nuevas estrategias de producción de hegemonía son las que el pensamiento crítico
latinoamericano debe comprender mas profundamente en el momento actual.21
La subjetividad como producción mancomunada del Estado, las empresas y de la sociedad
civil
El giro-socio-emocional se da no sólamenente en el Estado, sino que también al interior
de las propias empresas capitalistas y en el accionar de las ONGs y la sociedad civil. Aunque
cada uno de estos actores ha llegado al giro socio-emocional mediante diferentes trayectorias, lo
25
que marca la nueva coyuntura es que hoy se despliegan en forma mancomunada bajo el impulso
de la centro izquierda, las instituciones internacionales de desarrollo, las grandes empresas
afiliadas a los grupos económicos y la sociedad civil..
Cada uno de estos actores ha aprendido que el éxito de su accionar crecientemente
depende de su capacidad para establecer una relación socio-emocional individualizada con las
personas a quienes son objeto de su accionar – ciudadan@s, trabajador@s, consumidores,
usuarios de servicios públicos, así como a los beneficiarios de las políticas sociales y de
“protección social.” 22
El Estado: el apoyo psico-social para integrarse al desarrollo
Junto con constatar la magnitud de las brechas sociales periódicamente dimensionadas
por la CEPAL, el PNUD y el BID entre otros, el Estado construye un espacio “discursivomaterial” que justifique su accionar sobre la subjetividad de la población. Un buen ejemplo de
esto lo constituye el Proyecto Puente del Programa Chile Solidario (www.puente.cl) y el
Programa Orígenes, un programa de “desarrollo con identidad” orientado a promover el
desarrollo de comunidades indígenas rurales (www.origenes.cl).23
Para enfrentar la pobreza, la política de moda en la actualidad son las Transferencias
Monetarias Condicionadas (TMC). Esta nueva modalidad condiciona los subsidios a que los
beneficiarios mantengan una relación constante con los servicios del estado, de suerte de recibir
el “apoyo psico-social” que le permite cambiar sus formas de vida de suerte de adaptarse
exitosamente al nuevo contexto. El Programa Puente de Chile Solidario por ejemplo, se define
como “un servicio de apoyo psicosocial destinado a familias en situación de extrema pobreza
que mediante un acompañamiento personalizado facilita el desarrollo de procesos necesarios
para restituir las capacidades de funcionamiento básico del sistema familiar y sus
integrantes.”24
Las Empresas: Fidelizando consumidores, destacando su responsabilidad social
Mas allá de como el giro socio-emocional se ha convertido en la última moda en las
estrategias de gestión y liderazgo empresarial (“liderazgo sentiente”), nos interesa destacar
cómo las empresas y sobretodo las empresas de los grupos económicos, intervienen en la
producción de una nueva sociabilidad y subjetividad.
26
Una forma de hacerlo sistemáticamente es utilizar el enfoque de los circuitos de capital en que se
puede descomponer el proceso de valorización del capital: (a) el momento de la inversión; (b) el
momento de la producción; y (c) el momento de la realización o venta. Cada uno de estos
momentos se destaca por estar co-constituídas tanto por practicas discursivas y como por una
determinada materialidad de relaciones de poder.
En el “momento de la inversión,” las empresas buscan mantener la confianza de los
inversionistas privados y convencer que la racionalidad privada que define como se utiliza la
mayor parte del excedente social buscando maximizar el lucro y la acumulación, coincide
plenamente con la racionalidad y lógica social de uso del mismo. En el “momento de la
producción,” mediante el control de la fuerza de trabajo, las empresas buscan producir
trabajadores y trabajadoras que “se pongan la camiseta” de la empresa y se adapten y se hagan
complices de las estrategias de explotación y apropiación de trabajo excedente.
Quizás sea el “momento de la realización o venta” sea el que haya recibido la mayor
atención hasta ahora. Gerentes y administradores de las grandes empresas pertenecientes a los
grupos económicos contratan consultores para aprovechar el “social network marketing” y
diseñar estrategias para “fidelizar a los consumidores.” La fidelización de los consumidores, los
intentos de transformarlos en “prosumidores,” el nuevo discurso sobre Responsabilidad Social
Empresarial, son las formas que los grupos económicos de la región apuntan su accionar sobre la
subjetividad. Ello por supuesto sobre las materialidad del consumo y los créditos de consumo,
que no solo les permite a los grupos económicos extraer grandes utilidades, sino que también
producir deseos y aspiraciones que a naturalizan la acumulación del capital y hegemonía del
capital transnacional.
La Sociedad Civil y la mercantilización e individualización de la solidaridad
La sociedad civil está siendo profundamente reconfigurada a través de (1) la aprobación
de un nuevo marco jurídico que abre nuevas formas de financiamiento y que obliga a la creación
de Registros Nacionales; (2) la creciente subcontratación de ONGs por el Estado mediante
proyectos concursables y su transformadas en “organismos técnicos de ejecución” de programas
sociales y (3) la creciente presencia de organizaciones filantrópicas vinculadas a grupos
empresariales. La aparición y legitimación social del voluntariado (como Un Techo para Chile) o
de vínculos entre obras de beneficencia religiosos apoyados por los grandes consorcios
27
empresariales son dos importantes y nuevas formas de intervención que entre otras cosas,
promueven la despolitización de los problemas de pobreza y desigualdad transformándolo en un
problema de sentimiento individual, junto con la “mercantilización de la solidaridad.”
Un ejemplo reciente surgido en Chile de como podría operar esta nueva forma de alianzas
público-privadas es como el gobierno pretende concesionar la reconstrucción de los hospitales
públicos a través de la materialización de la alianza público-privada en un espacio arquitectónico
urbano de nuevo tipo: mall privados-hospitales públicos:
“...operadores de centros comerciales se han acercado al Ministerio de Salud para ofrecer
la construcción de hospitales a cambio de vincular estos recintos asistenciales con malls.
Fue el propio ministro de Salud, Jaime Mañalich, quien reconoció ante la Comisión de
Salud de la Cámara de Diputados que ya hubo acercamientos preliminares sobre el tema
con empresas del rubro. (...) ¿Cómo operan? La empresa construye el hospital y recibe a
cambio la posibilidad de instalar el mall en el mismo lugar. Y los hospitales siempre
tienen accesos diversos y una afluencia de público garantizada.De los 24 hospitales que
se concesionarían originalmente, fueron descartados dos: el psiquiátrico de Putaendo y el
de San José de Maipo. (Diario el Mercurio, 21 de Mayo de 2010).
V. Conclusion
Nuestro punto de partida fue plantear dos preguntas teórica, metodológica y
políticamente que nos parecen insoslayables en el momento histórico actual: ¿Cuáles son los
límites que enfrentan las políticas de producción de legitimidad, cohesión social, “sentido de
pertenencia” en sociedades como las latinoamericanas, caracterizadas por economías abiertas,
altamente transnacionalizadas y “financierizadas”, y cuyos sectores exportadores más dinámicos
dependen de mantener tasas de ganancia asentadas sobre una fuerza de trabajo flexible y
precarizada? ¿Cuáles son las estrategias que están siendo desplegadas para intentar superar
estas contradicciones y estabilizar los conflictos inherentes al capitalismo periférico
latinoamericano?
Aducimos que contestar dichas interrogantes exigía adoptar un enfoque de economía
política cultural crítica, reformulado para responder a la realidad y problemática del capitalismo
periférico latinoamericano actual.
Argumentamos que dicha adaptación exigía por una parte, descolonizar la EPCC,
inoculándola contra concepciones eurocéntricas evolucionistas, lineales y universalistas, que nos
llevan a aceptar a-críticamente enfoques de capitalismo posfordista o sobre capitalismo cognitivo
desarrollados en EEUU y Europa. Recordando la “metáfora del ornitorrinco” de Francisco de
28
Oliveira, sugerimos que para descifrar las formas concretas mediante las cuales se articulan
acumulación, hegemonía y subjetividad hoy en nuestro continente, la EPCC latinoamericana
debería concentrar su mirada analítica sobre el accionar de los grupos económicos
latinoamericanos y el progresismo de centro-izquierda. Por último delineamos algunas de las
estrategias desplegadas desde el Estado, las empresas y la sociedad civil en un intento por
superar las contradicciones d el desarrollo capitalista en la región. Queda claro que un análisis
mas detallado de las flaquezas evidenciadas por dichas intervenciones, así como de las brechas
creadas por diferentes formas de prácticas contrahegemónicas, está aún por realizarse.
La construcción de un nivel de cohesión social capaz de legitimar un capitalismo
latinoamericano transnacionalizado, financierizado, precarizador, concentrador y depredador de
eco-sistemas, supone la construcción de una nueva ciudadanía y una nueva subjetividad. Para
ello cooperan cada vez más Estado, empresas y ongs, alentados por un dispositivo transnacional
de diseño de políticas públicas. Este esfuerzo mancomunado está orientado a producir
ciudadanos y ciudadanas capaces de ser “emprendedores de uno mismo,” dotados de la
capacidad para adaptarse rápida y continuamente a los nuevos requerimientos de la valorización
del capital, portadores de los suficientes “recursos psico-sociales” como para gestionar su propia
empleabilidad a lo largo de su vida laboral, aprovechando todas las ventajas competitivas que
ofrece el mercado local y global. Para ello no sólo tienen que saber como sobrevivir en el
mercado, pero también deben saber cuando recurrir al apoyo de diversos servicios del Estado, y
cómo aprovechar sus propias redes sociales basadas en la confianza, la reciprocidad y la
asociatividad.
Hace más de una década que intelectuales y centros de estudios alineados con el
progresismo de centro-izquierda, se han abocado a teorizar sobre cómo producir este nuevo tipo
de ciudadanía flexible y articulada. Su quehacer ha contribuido a la elaboración de nuevos
imaginarios, cartas de navegación, y una racionalidad para las políticas públicas que promueve
intervenciones mancomunadas Estado-Empresa-ONGs orientadas a instalar estas nuevas
identidades y subjetividades. Una revisión de esta producción intelectual y cómo ella ha
interactuado con las relaciones de poder existente, muestra que las clases dominantes y los
aparatos de saber e intervención política a su servicio, han descubierto hace años que los
procesos de acumulación de capital, de legitimidad y de producción de subjetividad están
profundamente relacionados y se determinan mutuamente.
29
En este sentido, si la gubernamentalidad neoliberal muestra en general la congruencia
entre un individuo moral “responsable” de su auto-cuidado con el surgimiento de un actor
económico-racional (Lemke 2001), entonces para el caso de América Latina, la producción de
aquellos individuos, se estaría dando gracias a la orientación político-ideológica de la centroizquierda y de su discurso de “globalización con solidaridad,” presentando aquel auto-cuidado
como un valor constituyente de la modernidad capitalista inclusiva y solidaria que promete.
Aquella modernidad que ofrece niveles mínimos de protección social que no logran constituirse
en amenaza a la competitividad internacional, ni mucho menos, en formas de
desmercantilización de la vida social. Mientras el viejo Estado de Bienestar capitalista de
orientación liberal y fordista, creaba espacios de defensa contra la mercantilización y predominio
de la lógica de competitividad capitalista, en la actualidad, el progresismo de centro-izquierda
promueve limitados mecanismos de proteccion social, individualizados y financierizados,
sometidos plenamente a la lógica del mercado y del capital. Mientras los más pobres reciben
transferencias monetarias condicionadas (TCM), el resto contrata seguros individuales con
empresas financieras pertenecientes a los grupos económicos. Transferencias condicionadas,
seguros individuales de desempleo, seguros individuales de salud, seguros individuales de
defunción y entierro, cuentas individuales de seguridad social manejada por empresas financieras
privadas, todo ello como parte de los “pactos cohesión social” y presentados como un logro de la
“globalización con solidaridad.”
Entonces, a luz del somero análisis presentado en éstas páginas, ¿cuáles serían los
desafíos y retos que enfrenta el pensamiento crítico y las ciencias sociales?
En breve, este se puede resumir en hacer un análisis concreto de lo concreto a partir de un
enfoque teórico-metodológico que surja de las condiciones y el momento que enfrentan las
sociedades latinoamericanas en la actualidad. Creemos que el desarrollo de la corriente de
economía política cultural crítica puede contribuir a encarar ese desafío.
30
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34
1
Alvaro García Linera ha señalado recientemente que América Latina “se ha puesto en
movimiento, que es protagonista de un conjunto de grandes transformaciones, tanto de carácter
económico como político, que buscan ir mas allá del neoliberalismo y, germinalmente, del
capitalismo” (Garcia 2010: 295).
2
Estudiar la articulación de acumulación, hegemonía y subjetividad es el objeto de mi proyecto
de investigación “Acumulación flexible y la producción de cohesión social en América Latina
posneoliberal,” que actualmente se encuentra en su etapa preliminar.
3
Este argumento ha sido planteado con fuerza por Jason Read en su libro The Micropolitics of
Capital: Marx and the Prehistory of the Present. (SUNY Press, 2003). Habría que agregar que
para estudiar la intersección entre producción de mercancías y producción de deseos, debemos
también estudiar los mecanismos de mediación, el objeto de los estudios de comunicación. Como
lo subraya Bitonte, por ser un campo de productividad de sentido y de subjetividades, la semiosis
es también un campo de producción de hegemonía. (Bitonte 2008)
4
En Agosto de 2009, investigadores e investigadoras del Instituto de Investigaciones Sociales de
la Universidad de Costa Rica, del Instituto de Comunicación e Imágen de la Universidad de
Chile, de la Universidad de la Frontera (Temuco-Chile) y de la Universidad del Estado de Nueva
York en Albany constituímos el Grupo de Trabajo sobre Economía Política Cultural Crítica. En
Enero del 2010, se unió al grupo, investigadoras de la Universidad Veracruzana.
5
De la Escuela Regulacionista, tomamos los tres conceptos de (1) régimen de acumulación:
“arreglo estable que permite durante un periódo relativamente largo la asignación del producto
neto entre el consumo y la acumulación” (Lipietz 1986, 19); (2) modo de regulación: conjunto de
mediaciones que permite asegurar que las distorsiones creadas por la acumulación del capital se
mantengan dentro de parámetros compatibles con la cohesión social al interior de cada nación
(Aglieta 2000, 391); y (3) modo de societalización: “patrón de integración institucional y de
cohesión social complementario al régimen de acumulación dominante y a su modo de
regulación económica, asgurando de esa forma su dominio sobre el conjunto de la sociedad
(Jessop 2002; 56). Mi traducción en las tres definiciones.
6
Para un análisis mas detallado del pensamiento de la CEPAL y del neoestructuralismo ver Leiva
2006 y 2008. Por su parte, Francisco de Oliveira es tajante en su evaluación cuando analizando el
caso de Brasiil señala, que “com a liderança carismática de Lula, o PT facilita a dominação
burguesa sem política.” (de Oliveira 2006: 290)
7
Ver por ejemplo, Laclau and Mouffe (1985) y la crítica de Lee Artz (1997).
8
Ejemplo de ello fueron en América Latina, el pensamiento estructuralista de la CEPAL de los
1950 y 1960, y la teoría de la dependencia en sus dos vertientes, la reformista (Faleto y Cardoso)
35
y la marxista (Ruy Mauro Marini, Theotonio dos Santos, Vania Bambirra) entre otros. Para un
excelente recuento del pensamiento latinoamericano, ver el libro de Cristóbal Kay, Latin
American Theories of Development and Underdevelopment (Routledge 1989).
9
Lazzarato plantea esta relación de la siguiente manera: “Discursive practices and non-discursive
practices are not in a relation of causality, symbolization or representation, but of mutual
presupposition. What one says is no more the reflection or inverted image of what one does than
an infrastructure of production would be the support for a super-structure. Discursive and nondiscursive practices are ceaselessly interwoven and together produce our world and the relations
that constitute it” (Lazzarato 2009 113).
10
En una revisión de su trabajo del 2002, Sum plantea seis (no cinco) momentos discursivos en
la reorganización de las relaciones sociales: (1) Momento discursivo estratégico en el cuál
cambios coyunturales obligan a proveer un nuevo repertorio de discursos inscritos
ideológicamente orientados a restaurar la hegemonía, o liderazgo intelectual, político y moral del
bloque en el poder sobre la sociedad; (2) Momento de selectivo de inscripción estratégica en el
cual se privilegian ciertos objetos de gobernanza en las prácticas discursivas; (3) Momento
discursivamente selectivo en el cual ciertas tecnologías disciplinarias traducen en sentido común
para difusión masiva; (4) Momento de configuración de subjetividades y prácticas en el cual se
rehacen subjetividades y regular comportamientos; (5) Momento de reacuñe en relaciones
sociales; y finalmente (6) Momento de resistencia contra-hegemónica y/o negociación.
11
Para un discusión de las dificultades que presenta el estudio los grupos económicos ver Leiva
y Malinowitz 2007. Entre las dificultades destacamos (1) la desaparición de límites claros entre
empresas financieras y no financieras en la actividad de los grupos, (2) el alto grado de
concentración de la propiedad y el control a través de estructuras piramidales y cadenas de
propiedad en cascada; (3) el hecho que los grupos combinan en su interior empresas que se
transan en la bolsa y aquellos que son cerradas; (4) la alta concentración al interior del propio
sector financiero abarcando bancos, brokers, empresas de seguros, administradoras de fondos de
pensiones y empresas ofreciendo otro tipo de servicios financieros; y (5) su alta frecuencia de
participar en Fusiones y Adquisiciones y cambio en las estructuras de propiedad de año a año
dada su alta capacidad de mutación y aprovechamiento de oportunidades para hacer inversiones
rentables.
12
Cita Altamirano. El Mercurio, 1996
13
Diario El Mercurio 31 de Marzo del 2009
14
Ver por ejemplo los trabajos de Martin Hopenhayn, actual director de la división de desarrollo
social de la CEPAL quien aclara el contexto en que se plantean las cuestions sobre cohesión
social en el continente: “Todo ello ocurre en el marco de una modernización centrada en la
fuerza integradora del consumo, en la apertura global, en un “ethos aspiracional ” y muchas
expectativas de ascenso social. Lo que implica, en suma, un peligro para la cohesión
social: grandes expectativas surgidas del consumo simbólico (acceso masivo a la
educación y a la industria cultural) y un acceso restringido al consumo material todavía
para una gran parte de la población. ¿Qué ocurre con la confianza, la solidaridad, la
36
pertenencia y el respeto a las normas básicas de convivencia ampliada, cuando esta
brecha de expectativas se prolonga en el tiempo? Difícil saberlo ” (Hopenhayn sf 5). Para
saberlo, la labor de la CEPAL y el PNUD se ha orientado crecientemente al plano de la
subjetividad. Ver por ejempl CEPAL 2010, PNUD 2010.
15
El último Informe Regional del PNUD 2010, señala que Asi, por ejemplo, el último Informe
Regional del PNUD, señala que:
“En particular, es importante examinar el modo en que las personas forman sus aspiraciones y si
estas inciden en las decisiones clave que influyen en el nivel de bienestar alcanzado por los
individuos y los hogares (por ejemplo, las decisiones que determinan cuánto ahorrar o cuánto
tiempo y esfuerzo dedicar a distintas actividades (PNUD 2010: 83)
16
En mis trabajos sobre el rol del pensamiento de la CEPAL y del neosestructuralismo (Leiva
2006, 2008, 2009), sobre la izquierda chilena (Leiva 2010), y sobre la política económica de los
gbiernos de la Concertación (Petras y Leiva 1994, Leiva 1995), asi como también en los cursos
monográficos que he dictado en el Instituto de Comunicación e Imágen de la Universidad de
Chile - -“Discursos Progresistas y Capitalismo Chileno” de Julio del 2009
(www.fernandoileiva.blogspot.com) y “Economía Política Cultural Crítica del Capitalismo
Chileno” de Julio del 2010 (www.epccdelcapitalismochileno.blogspot.com) -- he venido
desarrolando esta línea de trabajo.
17
En Transformación Productiva con Equidad publicado en 1990, la CEPAL advertía que lo que
competían en el mercado mundial no eran mercancías, sino que sistemas sociales.
18
A força de uma invenção se ex-pressa na capacidade de manter o adversário nos limites do
campo criado pela proposta/resposta e isto confere estabilidade ao campo político, permanecendo
a pauta e a agenda das questões. Gramsci chamaria essa capacidade de hegemonia3, no sentido
preciso de uma cultura que torna indeclináveis as questões propostas, que obriga o adversário a
jogar com as linguagens, situações, instituições, cultura, inventados e que se tornam, assim, a
cultura dominante. A hegemo-nia é a produção conflituosa do consenso. ( de Oliveira)
19
Primero, acotar el campo social a los mercados supone que la persistencia [de la desigualdad]
tiene que ver con desigualdades que buscan el control de recursos mercantiles. Segundo, tal
control es necesario para la generación y apropiación de excedente y, como se sabe, estos
procesos son fundamentales en tanto que son los que estructuran la vida material de las
sociedades. Y tercero, el control se logra a través de pugnas de poder que no sólo confronta a
individuos sino también de grupos sociales y primordialmente a clases sociales. Por
consiguiente, el fenómeno de la persistencia tiene que ver con poder para generar y apropiar
excedente resultante de distintos tipos de pugnas (Pérez-Saínz & Mora 2008: 4 [mi enfasis]).
20
Un ejemplo lo da el libro de Devlin y Moguillansky (2010) publicado por la último informe de
la CEPAL sobre innovación producido por M. y Mougallinsky (2010), en el que señalan como la
principal recomendación:
“En primer lugar, para tener estrategias inteligentes de
37
transformación productiva debe invertirse más capital en fortalecer el
diseño institucional y la gestión de las alianzas público-privadas, según
algunos de los lineamientos mencionados, cuando existen y, cuando no
existen, poniendo en marcha programas piloto experimentales a nivel
nacional o sectorial. Profundizar la participación de las alianzas en la
burocracia pública haciendo que formen parte de directorios y paneles
asesores de organismos ejecutores debería constituir también uno de
los objetivos. Cabría también recomendar menos vacilaciones en cuanto
a internacionalización de la alianza fomentando la representación de
multinacionales cooperadoras que ejecuten operaciones económicamente
importantes de interés estratégico en el país, y creación de paneles
asesores internacionales en esferas estratégicas, para contar con más
antenas en redes internacionales”. (Devlin y Moguillansky 2010: 281)
21
Dado el carácter preliminar de este trabajo, los ejemplos son tomados fundamentalmente del
caso chileno, el país de toda la región en que el capital transnacional ha sido más exitoso en la
construcción de su hegemonía.
22
No dispongo del espacio para hacer un analisis exhaustivo, vale la pena reseñar brevemente los
principales hitos que fueron madurando esta transformación al calor de los procesos de
reestructuración y globalización neoliberal de la región. Al vislumbrar los factores que fueron
incidiendo en este proceso para cada uno de estos actores por separado – estado, empresas, y
sociedad civil—podremos acercarnos a vislumbrar las caracteríticas que adquiere la acción
mancomunda de estos tres actores en la actualidad, sus caracteristicas centrales, sus estrategias y
fortalezas. Nos permite entender como se va rearticulando practicas discursivas con la
materialidad de las relaciones de poder en la sociedad realmente existen, e identificar sus
debilidades e inconsistencias que pueden dar surgimiento a acciones colectivas contrahegemómicas.
23
Para un análisis crítico del Programa Orígenes ver Fernando Leiva, “Ethnodevelopment,
Globalization and the State: Programa Orígenes and Aymara Communities in Northern Chile.”
24
Página Web del Programa Puente www.puente.cl
38