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China, 30 años de Reforma y
Apertura
17/12/2008
Del 18 al 22 de diciembre de 1978 se celebró una sesión plenaria crucial del
Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh) que puso rumbo al país
en otra dirección, dando inicio a la gaige-kaifang. Desde entonces, han pasado
tres décadas y China y el mundo han experimentado profundas mutaciones.
1. Qué aspecto o aspectos destacaría de la transformación vivida por China en
los últimos treinta años? 2. Puede la actual crisis económica y financiera
mundial condicionar la política de reforma y apertura o, incluso, torcer su
rumbo? 3. Una vez cumplido el objetivo de la modernización y el desarrollo,
¿considera que China será un país democrático y cooperador con la
comunidad internacional?
Han colaborado: Enrique Posada Cano (Observatorio Virtual de Asia-Pacífico,
Colombia); Julio A. Díaz Vázquez (Profesor Titular, Centro de Investigaciones
de Economía Internacional, Universidad de La Habana); Augusto Soto
(consultor y profesor en ESADE).
Respuestas de Enrique Posada Cano (Observatorio Virtual de AsiaPacífico, Colombia):
1. Qué aspecto o aspectos destacaría de la transformación vivida por
China en los últimos treinta años?
Primero. No me sorprenden las cifras astronómicas que tan frecuentemente se
citan al hablar del crecimiento y el desarrollo de China. Me sorprende sí la
velocidad -30 años apenas- con la cual se ha producido ese fenómeno. En
solamente tres décadas, China pasó de ser un país tercermundista, aislado y
bloqueado, con varios cientos de millones de sus habitantes en el límite de la
pobreza absoluta y regiones como el noroeste en profunda depresión, a ser
una potencia de primer orden en aspectos como el comercio exterior y las
reservas internacionales; y de segundo orden, pero de todos modos potencia,
en aspectos como los desarrollos científicos y tecnológicos.
Segundo. Un hecho relevante como pocos en este balance de treinta años de
reforma y apertura es la cuadruplicación del ingreso per cápita de los chinos.
Quedan todavía unas cuantas decenas de millones de chinos en el límite de la
pobreza absoluta, pero la gran mayoría ha conseguido en este período un
modus vivendi si no holgado al menos digno.
Y tercero. Al dispararse desde una situación de encierro y bloqueo hacia una
apertura de las más audaces registradas en la historia por cualesquier países
del mundo en circunstancias similares, China ha logrado una inserción, más
que real, sorprendente, en la economía global.
2. Puede la actual crisis económica y financiera mundial condicionar la
política de reforma y apertura o, incluso, torcer su rumbo?
Por el contrario, esta crisis es una demostración más, para China y para el
resto del mundo, de que la política de reforma y apertura al exterior del gigante
asiático fue y sigue siendo necesaria, y que en ausencia de ella, el impacto
económico y social de la crisis financiera mundial sobre la misma nación china
sería hoy por hoy desastroso.
China, de modo diferente a otras naciones comprometidas actualmente en
procesos reformistas de su economía, cuenta con un componente estatal de la
industria y el comercio, que es el sector dirigente de la economía y que, en
consecuencia, puede generar políticas que morigeran el impacto de la crisis
sobre la población de menores ingresos. En esto consisten la armonía social y
el desarrollo científico en que el Partido Comunista y el gobierno de China
están empeñados.
3. Una vez cumplido el objetivo de la modernización y el desarrollo,
¿considera que China será un país democrático y cooperador con la
comunidad internacional?
Desglosemos su pregunta en los dos aspectos que la integran y analicemos
cada uno de ellos por separado. ¿Que si será China un ‘país democrático’ una
vez cumplido ese objetivo? Habría que ver, en primer lugar, lo que para los
chinos en general significa democracia, no para unos cuantos disidentes, sino
para la mayoría del pueblo. ¿Puede significar lo mismo para ellos que para los
estadounidenses, los franceses, los latinoamericanos?
Si hay distancias
insalvables entre lo que el concepto de democracia implica para un
norteamericano y lo que significa para un hindú o un colombiano –valga esto
como ejemplo- ¿qué separación no se producirá entre dos conciencias tan
alejadas entre sí como la china, de tradición histórica confuciana, y la francesa,
de cuyas raíces culturales e institucionales hablan nombres tales como
Voltaire, Napoleón, Sartre, De Gaulle cuando traemos a nuestras mentes la
noción DEMOCRACIA? Nada que hacer. Cada vez que se le pide a China
apertura democrática, tenemos que aterrizar este principio dentro de un
contexto cultural a fin de saber de qué cosa estamos hablando.
Es indudable que en China se viene operando un proceso democrático, un
desarrollo político que a veces aparece como algo casi invisible, pero no hay
tal, “no hay peor ciego que quien no quiere ver”, ese proceso posee su propia
dinámica, obedece a características intrínsecas del sujeto que lo impulsa.
Como no es igual hablar de economía que de política, también es
incomprensible querer colocar en el mismo plano, con el mismo ritmo e iguales
características, las reformas económicas que el desarrollo de los cambios
políticos en el contexto del gigante asiático.
Yo, luego de observar a China durante los últimos cuarenta años -la mitad de
ese tiempo como testigo presencial-, he concluido que no hay en estas tres
décadas de reformas y apertura nada más sorprendente e importante que los
cambios operados en la fisonomía espiritual de los chinos. Pongámoslo en
esos términos y veamos si eso tiene que ver algo, mucho o nada con el
progreso de la democracia en China.
Pero si lo que se le exige a China es copiar de una vez y a rajatabla las
instituciones occidentales como lo hizo Japón a partir de la Reforma Meiji, esta
es una sonata o mejor, una cantinela muy distinta que los chinos no están
dispuestos a entonar. Y eso que los japoneses tampoco se limitaron a copiar:
vinieron a Occidente, estudiaron sus instituciones y adaptaron a su realidad lo
que les era útil. Desecharon lo demás.
Para responder a la segunda parte de la pregunta, creo que sí: China será
cada vez más cooperador con la comunidad internacional. Lo ha demostrado
desde el comienzo y lo está demostrando en el momento presente, con motivo
de la crisis financiera mundial. A veces olvidamos que China dejó atrás su
pasado de ‘revolución cultural’. La manera como viene actuando desde
comienzos de los años 80 demuestra fehacientemente que para su propio
crecimiento y desarrollo, lo que más conviene a China es un mundo estable,
multipolar, pluralista.
Respuestas de Julio A. Díaz Vázquez (Profesor Titular, Centro de
Investigaciones de Economía Internacional, Universidad de La
Habana).
1. ¿Qué aspecto o aspectos destacaría de la transformación vivida por
China en los últimos treinta años?
Puede afirmarse, sin lugar a dudas, que las transformaciones ocurridas en la
sociedad china, entre 1978 y el 2008, van más allá de lo que pudieron imaginar
los iniciadores de la política de “Reforma y Apertura”, cuyo líder indiscutido fue
Deng Xiaoping. Ante todo, sin orden de prelación, destacaríamos, llevar a
China al sendero que la está conduciendo a recuperar el lugar cimero que
ocupó en la economía mundial, hasta finales del siglo XVIII. Doscientos años
más tarde, Mao Zedong, al proclamar, el 1 de octubre de 1949, el advenimiento
de la “República Popular China” (RPCh), y “poner de pié a la Nueva China”,
sentó las bases para que los inicios de la centuria asistan a la irrupción de la
nación como potencia económica mundial, cuyo peso en la geopolítica global
irradiará a lo largo de siglo XXI. Parece que no es objetivo ni exacto englobar a
China dentro de los llamados países “emergentes”; es algo más que eso, es
volver a ser: “el país del centro”. Tampoco, entre otros aspectos, puede
pasarse por alto que los enormes cambios sociales operados en país, resultan
colosales. Con independencia de lo mucho que en ámbito social queda por
superar, liberarse de las recurrentes hambrunas, sacar de los niveles de
pobreza más miserables a cientos de millones de personas, abrir los más
amplios canales para el despliegue de las iniciativas y creatividad de todo
ciudadano, resulta una conquista nunca antes dispensada al pueblo chino.
Además, el país está desarrollando un caudal de “capital humano”
monumental, sin parangón en el planeta. Al igual que el ritmo de la “Reforma y
Apertura”, se ha venido desarrollando de manera gradual, y siempre, primero
experimentando; en el plano político la sociedad china acomete reformas y
reestructuraciones que tocan al funcionamiento del Partido Comunista de China
(PCCh), los órganos representativos estatales, a todos lo niveles, así como el
quehacer de las instituciones gubernamentales. En los citados ámbitos, las
adecuaciones, importantes y sustanciales, siguen estando en el centro de los
necesarios perfeccionamientos que reclaman las transformaciones que vive en
lo económico-político-social el país. Sin embargo, el sello distintivo resulta
obvio, hoy la sociedad china es más abierta y transparente que 30 años atrás.
En resumen, pocas veces la humanidad ha conocido de acontecimientos que
en tan poco tiempo hayan provocado mutaciones económicas y sociales tan
gigantescas. De ellas, en última instancia puede decirse lo mismo que
apreciamos en el sol: “los agradecidos hablan de la luz, los desagradecidos
hablan de las manchas”.
2. ¿Puede la actual crisis económica y financiera mundial condicionar la
política de reforma y apertura o, incluso, torcer su rumbo?
Precisamente, la compleja coyuntura que conmociona los cimientos de las
relaciones económicas internacionales, provocada por el irresponsable
comportamiento de las instituciones financieras radicadas en Estados Unidos,
es un suceso que con elocuencia demuestra que, de hecho, ningún suceso de
relieve planetario, en la actualidad, puede superarse sin contar con el concurso
de la RPCh. Agregando, al margen de la profundidad y alcance de la crisis
económica destapada en las finanzas mundiales, así como su extensión y
repercusiones en las esferas productivas, el explosivo desempeño económico
de China, aunque sufra una relativa ralentización, será un factor que
contribuirá a amortiguar los desastrosos efectos de la crisis, en particular, para
los países en desarrollo grandes productores de materias primas. Por otra
parte, el responsable manejo de las medidas que contribuyen a la estabilidad
de los grandes agregados macroeconómicos, por parte de China, está
reforzando el papel del país como factor de estabilidad en la economía
internacional. Todo indica que China saldrá fortalecida, en lo externo e interno,
en los ramos económico, político y social, del inmenso maremoto que sacude,
en primer lugar, a los centros del poder mundial: Estados Unidos la Unión
Europea y Japón; y traslada sus nefastas consecuencias a los países del
llamado “Tercer Mundo”. La reunión del “Grupo G-20” (15-11-08), con harta
elocuencia mostró el carácter constructivo con que el “coloso asiático” asume
sus relaciones y compromisos exteriores. Mostró el rumbo que sigue el país en
la arena internacional: abogar por fortalecer la confianza, reducir las disputas,
expandir la colaboración y evitar las confrontaciones. Concluyendo, el curso
marcado por el desempeño habido en la modernización económica de China, a
partir de la aplicación consecuente de la política de “Reforma y Apertura”, se
refuerza, suma éxitos, activa el papel del país en los diversos ámbitos de las
relaciones exteriores, por lo que la crisis actual en las finanzas, así como su
reflejo en otros sectores de la economía internacional, lejos de “torcer su
rumbo” reformador, viene a confirmar lo justo del camino emprendido, en el
algo lejano 1978.
3. Una vez cumplido el objetivo de la modernización y el desarrollo,
¿considera que China será un país democrático y cooperador con la
comunidad internacional?
Si bien, China ha logrado enormes éxitos, también los desafíos que deben
remontar aún la modernización y desarrollo del país resultan tareas de titanes.
En lo social, entre otras, liquidar los focos de pobreza, reducir las diferencias
entre las áreas urbanas y rurales, eliminar los desiguales niveles de desarrollo
económico-social
regionales
(este-centro-occidente),
poner
freno
a
la
contaminación ambiental, facilitar agua potable a las grandes ciudades,
ocuparan la atención preferente del PCCh y del Gobierno durante un largo
plazo. En lo económico, alcanzar un “desarrollo medio”, resolver las ingentes
demandas de energéticos, conquistar las cimas del desarrollo científicotecnológico; unificar políticamente la nación, aún exigirá de políticas atinadas y
de un clima interno-externo estable. Y quizás, lo más importante, neutralizar, la
conjunción de factores que pugnan por obstaculizar, el ascenso pacífico de
China a planos mundiales, son desafíos que pondrán a prueba la “sabiduría
asiática”, en la conducción del país.
Sin embargo, temas recurrentes, en la perspectiva de China, son integrarse
plenamente en la comunidad internacional y el signo democratizador que
seguirá el país. Ante todo, cualquier observador honesto y sin prejuicios,
reconoce los avances que en el orden político, ha logrado la sociedad china en
los últimos 30 años, al amparo de la reforma, lo cual no significa ignorar lo
mucho que queda por perfeccionar en este campo. En cuanto, a la integración
en los flujos internacionales económico-políticos, China pareció que con acierto
partió de la “realidad para extraer la verdad”; el mundo existente se “globaliza”
y, por tanto, decidió “jugar con esas reglas de juego”. En este ámbito el país ha
logrado grandes éxitos y significativos progresos. Los disensos más acusados
aparecen cuando se trata de la “democracia”. Aquí, la gama de interrogantes
es amplia y cromática. En un plano algo esquemático pueden sintetizarse dos
interpretaciones de signo contrario. Una, que clama por la “democratización”,
sin poner adjetivo al término, con lo cual, parecen sugerir como válida la
“democracia de impronta liberal”. En otras palabras, la democracia burguesa
parece ser el inicio y fin único de la ruta a seguir por China. La otra, se
identifica con las posturas oficiales que, a la vez, reconocen la necesidad de
mayores libertades civiles y régimen de derecho establecido y consolidado,
pero, dan prioridad a las tareas que urgen al país resolver en lo económicosocial. En este enfoque, el proceso “democratizador” es una meta de largo
plazo y ha realizarse de modo gradual. Esto, como objetivo social queda
integrado al logro de “una sociedad armónica”.
Una tercera postura, más pragmática constata que la “Reforma y Apertura” de
hecho, dio al traste con los postulados del “modelo clásico soviético”, así como
con
los
intentos
“maoístas”
de
construir
paradigmas
propios.
La
“democratización” a alcanzar integrará elementos “culturales” muy específicos
y, sin dudas, lejos estará de seguir los cánones “liberales”. En resumen, China,
de hecho ya constituye un factor positivo con su integración paulatina a la
comunidad internacional. El “color” que asumirá la “democracia” en el país, está
en “pañales”, y profetizar sobre sus características es tarea hoy, más de
“oráculos”, que de la ciencia. Obviamente, la realidad será más rica que la
mejor filosofía.
Respuestas de Augusto Soto (Consultor y profesor en ESADE):
1. Qué aspecto o aspectos destacaría de la transformación vivida por
China en los últimos treinta años?
a) La creciente autonomía individual, pura y simple, lograda por una importante
masa de habitantes.
b) La restauración de la capacidad de empresa y la creatividad individual tras
varios años de oscurantismo.
c) La transformación camaleónica del Estado y su elástica inclusión de
orientaciones semi-ideológicas y semi-pragmáticas.
d) El reconocimiento internacional de China como potencia indispensable en el
sistema internacional.
e) La expansión global de la cultura china considerada como un componente
inexcusable del patrimonio de la Humanidad.
2. Puede la actual crisis económica y financiera mundial condicionar la
política de reforma y apertura o, incluso, torcer su rumbo?
a) En esta crisis global en ciernes es aventuradísimo especular. Las
percepciones del desmoronamiento de la arquitectura financiera actual siguen
dando sorpresas a los historiadores de las crisis del siglo XX.
b) No es sólo la crisis, sino también la posible cantidad de mega-escándalos
financieros que emergen y en los que a priori no se pueden descartar
malogrados actores asiáticos con impacto añadido en China.
c) Como es sabido, por su mayor aunque aún relativa exposición al exterior,
China debiera ser más afectada que en ninguna de las crisis originadas en el
mundo occidental del último medio siglo (incluida la “crisis asiática” o “crisis del
Fondo Monetario Internacional”, según una extendida percepción en Asia del
Este).
d) El puro desconocimiento de los límites del derrumbe afecta a China. Ya
sabemos de la baja del PIB y de las exportaciones. Pero una estimación parece
probabilísima: los países más poderosos de Occidente tendrán más poder que
perder que China. Si lo confirma el reacomodamiento abstracto de las finanzas
y del comercio global post-crisis, China reemergerá menos lejos de EE UU de
lo que se preveía hace un año en la inevitable carrera hacia la preeminencia
mundial.
3. Una vez cumplido el objetivo de la modernización y el desarrollo,
¿considera que China será un país democrático y cooperador con la
comunidad internacional?
a)
Debido a la crisis, el objetivo de la modernización y el desarrollo puede
tardar más de lo previsto tras el más reciente Congreso del Partido Comunista
de China. Pero se logre en tres décadas o no, no es lo más importante en el
marco de la pregunta.
b)
En las últimas décadas China ha cooperado con la comunidad
internacional de una manera inusual para una potencia en ascenso. Por lo
general, las potencias en ascenso no cooperan cuando ascienden, e incluso
bien asentadas, su disponibilidad para el consenso disminuye en proporción
inversamente proporcional al despliegue de una agenda autónoma.
c)
China no ha cooperado aún como actor fundamental o fundacional en
ninguna de las grandes instituciones internacionales, como han hecho Gran
Bretaña o EE UU en el último siglo. Abrumadoramente se ha sumado a ellas:
las ha abrazado. Sin embargo, si se considera el asunto realmente en un
sentido de “comunidad internacional” allende el restringido concepto del
término (que iguala “comunidad” con los países más desarrollados del
Hemisferio Norte), China no bloquea ni intenta imponer un concepto de orden
mundial o nueva civilización (como sí lo anunciaba Pekín en época de Mao).
d)
Sin embargo, conviene recordar que una China más democrática, y por
tanto, más compleja de gobernar, puede ser menos cooperadora con la
“comunidad internacional” de lo que ha sido hasta ahora.