Download Chinese way - Cuatrecasas, Gonçalves Pereira

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Expansión.com
Fecha:
16/02/2010
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Chinese way
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Publicado el 15-02-2010 , por Omar Puertas
4. El duro castigo a la banca invita a
aplazar compras
Es imposible hablar de China estos días y mencionar a Google y sus recientes forcejeos con el gobierno
chino. La decisión de la empresa de quejarse públicamente de ciertos ataques cibernéticos a sus
sistemas y, en particular, su servicio de correo electrónico, Gmail, ha sido todo un acontecimiento en el
país asiático.
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gigas
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No es un secreto que Google ni empezó bien ni lo ha tenido fácil en
China. Cuando aterrizó en el país en 2006, entró ya en conflicto con el
regulador chino, al usar durante meses una licencia para publicar
contenidos que no le pertenecía. Como era de esperar y práctica
habitual entonces, la empresa fue objeto de especial escrutinio.
Baidu, el competidor local de más éxito, es el dominador del mercado
de búsquedas por Internet, con una cuota de casi el 70%.
Omar Puertas, socio y
director de la oficina de
Shanghai de Cuatrecasas,
Gonçalves Pereira.
Google ha ido ganando terreno en los últimos tiempos, pero a un
ritmo muy inferior al esperado. A ello hay que añadirle los constantes
problemas que ha tenido que afrontar en sus oficinas principales en
Pekín; en especial, un alto índice de rotación de la plantilla –a pesar
de los más que jugosos sueldos que paga a sus ingenieros–, hasta el
punto de tener que desplazar de forma temporal a equipos enteros
desde su sede en Mountain View, California. El año pasado, el
gobierno chino impidió el acceso a Google en China durante días por,
supuestamente, mostrar entre sus resultados imágenes obscenas –
las mismas que aparecían en Baidu. Picasa y Youtube, los servicios de
Google de fotografía y vídeo, hace meses que tienen el acceso
restringido en el país.
Si Google, como ha anunciado, deja de aplicar los filtros requeridos por el gobierno chino, éste, sin duda,
impedirá su acceso en el territorio. Abdicar ante una empresa, por más grande y americana que sea, no
es una opción. Microsoft, a todo esto, ha visto una oportunidad histórica y ya se ha posicionado a favor
del gobierno.
Aquí tiene uno la impresión de que es China la que ni quiere ni necesita a Google. Ésta parece decirnos
que tampoco necesita a China, pero, ¿durante cuánto tiempo?
El gigante asiático lleva meses dando muestras de su poder. Reclama su puesto como superpotencia,
algo que incluso aquí ha sorprendido, y no tanto por el hecho en sí mismo, sino por la celeridad con la
que lo está haciendo. Parece como si, aprovechando la situación económica global y la debilidad de
Europa y los Estados Unidos de América, se haya decidido a afianzar su papel mundial. La manera como
lo está haciendo, sin embargo, da que pensar.
El gobierno chino ha reaccionado con contundencia al anuncio de la Casa Blanca de que Barack Obama
se reunirá con el Dalai Lama. Para un país que no se cansa de repetir que no permitirá interferencias de
otros en su política interna, no deja de sorprender que pretenda imponer al resto de países con quién
se pueden o no reunir. Francia y, por ende, Europa, ya pagaron el año pasado semejante “osadía”. Lo
que tal vez no esperábamos es que China elevara el tono aún más en el caso de los Estados Unidos. De
momento, las importaciones de pollo americanas ya están sufriendo las consecuencias. China, sabedora
de que Estados Unidos la necesita –entre otras cosas, por haber comprado la gran mayoría de su deuda
externa–, no vacila en mostrar su determinación y solicitar el puesto que considera que le pertenece en
el nuevo mapa mundial.
A ello habría que añadir la arrogancia con la que participó en el foro de Copenhague, donde se negó a
adoptar ningún pacto vinculante.
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16/02/2010
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17000 u.u.d / 476000 u.u.m
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adoptar ningún pacto vinculante.
Pero China también necesita al resto del mundo. Siendo la mayor exportadora del planeta, está claro
que necesita que alguien le compre todo lo que produce. Incluso ahí, no deja de adelantarse al resto.
Para depender menos de Europa y Estados Unidos, firmaba recientemente un acuerdo comercial con
ASEAN, la asociación de naciones del sureste asiático. Tal vez más relevante es su relación con Japón. Un
evento ocurrido a finales de 2009 y que, curiosamente, ha tenido poca repercusión en la prensa
europea y norteamericana, deja entrever la estrategia de China. El secretario general del Partido
Democrático de Japón, tras cinco meses en el poder, lideraba, a finales de 2009, una misión de nada
menos que 639 personas a Pekín, incluyendo 143 parlamentarios. El presidente de China, Hu Jintao, se
hacía una foto con todos y cada uno de ellos. Como irónicamente señalaba The Economist, Hu Jintao no
sonríe de la misma forma a los representantes de los gobiernos europeos y de Estados Unidos que a la
delegación japonesa. China busca ganarse la confianza de Japón, el aliado comercial y, no olvidemos,
militar de Estados Unidos en la zona de Asia-Pacífico durante las últimas décadas.
La forma de actuar de China demuestra la confianza que tiene en sí misma. Un crecimiento del 8,7%
durante un año en el que el resto de países ha visto sus economías decrecer, da, sin duda, confianza.
Su bien diseñado y ejecutado plan de estímulo económico ha permitido mantener las tasas de
crecimiento, pero también un yuan devaluado que les ha permitido amortiguar el descenso en el volumen
de exportaciones, así como las continuas políticas proteccionistas que, sin embargo, el resto de países
no aplica a las inversiones chinas.
La China que esperaban todos en estos momentos de crisis es una China amable que asume su papel
de potencia responsable. Lo que transpira, sin embargo, es una arrogancia, tal vez egoísmo, que, a largo
plazo, sólo puede tener consecuencias negativas para el propio país. China puede no necesitar a
Google, pero tampoco puede permitirse vivir en un mundo aparte.
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