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Agosto 8 del 2004, Compilador: Prof. J. R. Jiménez, FCA-UNAM
Llamamos globalización al proceso político, económico, social y ecológico que está
teniendo lugar actualmente a nivel planetario, por el cual cada vez existe una mayor
interrelación económica entre unos lugares y otros, por alejados que estén, bajo el
control de las grandes empresas capitalistas, las multinacionales.
La globalización económica implica que:
- Cada vez más ámbitos de la vida son regulados por el "libre mercado", como la salud, la
educación, la información, etc.
- La ideología neoliberal (ultracapitalista) se aplica en casi todos los países con cada vez
más intensidad.
- Las grandes empresas consiguen cada vez más poder a costa de la ciudadanía y los
pueblos.
- El medio ambiente y el bienestar social se subordinan absolutamente a los imperativos del
sistema económico, cuyo fin es la acumulación por parte de un minoría.
Amenaza global oculta
José Alberto Villasana M.
Lejos de sus patentes beneficios particulares, o de sus inevitables daños a la
soberanía y a las masas, el problema de la globalización radica en su carácter
prevalentemente economicista, en la carencia de una concepción antropológica integral y,
por lo mismo, en la capacidad de ser manipulada por intereses contrarios a la persona
humana y a las naciones.
Daños y beneficios
Es innegable que la evolución mundialista ha enriquecido a la civilización y ha
potenciado a los países mediante los intercambios mercantiles, financieros y culturales. Pero
también se ha convertido en un factor de exclusión, de empobrecimiento axiológico y de
contingencia económico-social.
Como señala Ramonet, criticando la obra de Friedman, la globalización es un nuevo
totalitarismo que impone al mundo la fuerza de dos poderosas y contradictorias dinámicas:
fusión y fisión. Por un lado se establecen consorcios, se facilitan pactos interregionales, se
celebran alianzas políticas y de seguridad.
1
Por otro, muchas empresas, estados y comunidades caen víctimas de la
fragmentación, el separatismo y el resquebrajamiento. Todo es interdependiente, pero todo
está en conflicto.
Por otro lado, la centralidad de la persona, que en el socialismo fue transgredida por la
injerencia del Estado protector, en el liberalismo es sofocada por la tiranía del mercado, la
cual se proyecta igualmente contra el bienestar de las poblaciones.
Y es que se heredó intacta la ética materialista del marxismo: la globalización es
buena porque funciona, no porque solucione las necesidades humanas desde su raíz.
Bajo ese axioma, los pueblos han tenido que ir aceptando un proceso que privilegia
los aspectos financieros, y que se ha caracterizado en concentrar beneficios y distribuir costos
sociales.
De allí el contraste que caracteriza la globalización. No sabemos si medirla con la
rapidez de las transmisiones informáticas, las innovaciones tecnológicas y la accesibilidad
financiera, o con el amenazador aumento de la pobreza, el analfabetismo, la violencia y la
enfermedad.
En los últimos cuatro años, la fortuna acumulada por los 200 hombres más ricos del
planeta suma el PIB de las 43 naciones más pobres. Y la quinta parte de la población más
rica posee el 80 por ciento de los recursos mundiales, mientras que la quinta parte más
pobre apenas acumula el 0.5 por ciento de los mismos. Lo preocupante es que ambas
tendencias se muestran como progresivas e irreversibles.
Totalitarismo sagrado
La globalización poco tiene que ver con la persona humana. Según sus agoreros, los
problemas más esenciales han de ser solucionados por la “mano invisible” del mercado y
por el crecimiento de los indicadores macroeconómicos. Este dogmatismo, que podríamos
calificar de “nuevo totalitarismo”, es un pensamiento único que justifica el hecho de que los
intereses capitalistas resquebrajen el Estado y la producción. No se pueden cuestionar las
consignas de ese totalitarismo: moneda flotante y sin respaldo, total desregulación local,
privatización, exportación de inflación norteamericana hacia el resto de los países.
Ramonet hace ver que, gracias a la globalización, sólo las actividades que poseen
cuatro características tienen éxito: las que son planetarias, permanentes, inmediatas e
inmateriales. Cuatro características que nos recuerdan los atributos de Dios. Quizá por ello,
la globalización se ha convertido en un ente divino que reclama sumisión, fe, adoración y
hasta nuevos ritos. Es el mercado el que dicta lo bello, lo verdadero, lo bueno y lo justo.
Las leyes del mercado se han convertido en las nuevas tablas de la ley que se debe seguir.
Así, la famosa “mano invisible” ha demostrado ser, en muchas ocasiones, la mano de
alguien que opera en detrimento de las mayorías, pues las operaciones financieras tienen la
virtualidad de regirse por personajes que son capaces de tomar decisiones internacionales
afuera de los límites de la economía formal y al margen de sus mismos “expertos”. No es
que se aprovechen de circunstancias aptas para la compra especulativa. Más bien, tienen la
habilidad de provocar situaciones volátiles mediante actos que deberían ser considerados
como ilícitos en el derecho internacional.
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El Destino Manifiesto
Varios de esos actores profesan una filosofía religiosa radicalmente selectiva: “Sólo
se salvan los elegidos, los cuales se identifican por la riqueza y el poder con que el Señor los
ha bendecido”. Esa idea, tomada del Talmud, es la que conformó el “Destino Manifiesto”, a
saber, el hado de un grupo de predestinados a dominar el mundo, cuya elección divina se
manifiesta en la riqueza.
En el fondo, la preeminencia de los elegidos es una pugna entre lo pagano y lo
trascendente pues la tendencia oligárquica, en vez de considerar la dignidad de la esencia
individual de la persona, ve al hombre como intrínsecamente depravado, por lo que sólo por
un milagro de gracia selectiva algunos están predeterminados a ser una clase superior de
semidioses, destinados a la riqueza y al poder. De allí que, en último término, la lucha por
el poder global se traduzca en una rivalidad entre lo cristiano y lo ateo.
No por azar, la escuela veneciana y la Gran Logia de los Iluminados se propusieron
destruir la civilización occidental judeocristiana, como requisito previo para lograr un
control global centralizado que pudiera retomar la utopía imperial de la antigua Roma.
El primer paso de ese gran diseño fue la Revolución Francesa, planeada con otras
logias en la Conferencia de Wilhelmsbad el 16 de julio de 1782. Pero otros “logros” han sido
la planeación y el financiamiento del Comunismo, del Nazismo, de la revuelta mundial del
’68 y de la New Age radical actual.
Cuando, a inicios de los años cincuenta, se desencadenaron la ira y las sospechas de
algunos norteamericanos, una Comisión del Congreso indagó, por los indicios que provenían
de comunistas confesos, y se adentró en la complicada maraña de fundaciones exentas de
impuesto y que se relacionaban con la alta finanza, llamada por otros historiadores “el
Sistema”, o Establishment.
El informe de dicha Comisión, publicado en 1954, ponía en evidencia un “proyecto
orgánico de fermentación social-comunista financiado por el poder económico dirigido por la
Round Table”. Este grupo es precisamente el que ha reunido a los máximos exponentes de la
masonería negra y de las doce banquing families más poderosas relacionadas con el proyecto
del Nuevo Orden Mundial bajo un Gobierno Mundial. El informe del Congreso menciona, de
paso, la existencia de un “plan de desmembramiento de la moral cristiana” y de una serie de
“iniciativas dirigidas a promover la penetración masiva de la ideología socialista en las
escuelas, en la cultura y en la vida norteamericana y mundial”.
Satanismo iluminista
Desde sus comienzos, en 1776, la secta de los Iluminados estuvo constituida por
integrantes del más alto rango de la masonería negra y era financiada por los poderosos
banqueros de la familia Rothschild. Sus iniciados juraban secrecía mediante pacto de sangre y
eran iniciados en las enseñanzas de Lucifer, supremo dador de luz según la doctrina de la
francmasonería iluminada. Su propósito: crear un orden mundial socialista y ateo,
introduciéndose en los círculos de poder de los gobiernos y de las finanzas.
“La meta específica de la orden de los Iluminados es la de abolir el cristianismo y
derrocar los gobiernos civiles”, escribe John Robinson citando a Adam Weishaupt, fundador
de la logia.
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Así fue como se sentaron los principios del “Nuevo Orden Mundial” que, en
resumidas cuentas, pretende integrar las tendencias culturales y religiosas en una silenciosa
“revolución” económica y política que reduce los valores humanos y cristianos al
denominador común de un humanismo horizontal reductivizado.
En nuestro siglo, dos poderosas instituciones nacieron bajo influjo de los Iluminados,
el Council on Foreign Relations (CFR), y el Royal Institute for International Affairs, si bien
actúan en diversos países mediante la creación de diversas organizaciones, frontales o
subsidiarias, operando bajo distintos nombres e introduciéndose en los asuntos de las
naciones de diversa manera.
Creada, en 1921, por los llamados “Grandes Hermanos” (Warburg, Rockefeller,
Baruch, Ginzburg, Rothschild, Rhodes y Morgan, entre otros), el CFR ha tenido un influjo
determinante en la conformación de los proyectos mundialistas, pues se trata de una escuela
para estadistas que ha provisto por más de medio siglo los hombres clave en todas las
administraciones estadounidenses.
Presidentes, secretarios de Estado, jefes de la CIA, embajadores, directores de la
Reserva Federal, de la ONU y de sus organismos, comandantes militares, presidentes y
funcionarios del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional son, en su gran
mayoría, entrenados según la política monetaria y “cultural” de ese poderoso centro de
pensamiento.
El Chicago Tribune, en su editorial del 9 de diciembre de 1950, sentenció duramente:
“Los miembros del Council on Foreign Relations son hombres de influencia muy superior a
la media. Ellos han usado el prestigio que les da su riqueza, su posición social y su educación
para conducir el propio país a la bancarrota y al desastre militar. Deberían verse las manos:
están manchadas de sangre”.
E. Adler, miembro del Sistema, escribe que “el CFR es la agencia que dice al
Gobierno lo que ha de hacer. No importa por quién vote el pueblo, siempre votará por
nosotros”. Y en una entrevista realizada por la revista Code al presidente del gobierno albano,
éste denunciaba que “un puñado de personas de la Comisión Trilateral y del CFR toman las
decisiones. Es un poderoso club privado que domina todos los gobiernos del mundo. Están
confabulados. Quieras o no, hay que hacer lo que ellos dicen. Aparentemente luchan contra el
Comunismo, pero al mismo tiempo lo financian”.
Dan Smoot, ex miembro del FBI en Washington, declaró que el propósito del CFR es
“Crear un sistema socialista mundial, en nombre de la democracia, y hacer que los Estados
Unidos formen parte de él”. Y el historiador Michael Howard afirma que “el CFR se ha
dedicado a destruir la soberanía de los Estados Unidos, promoviendo el internacionalismo y
la fundación de un super estado mundial que acabe uniendo Comunismo y Capitalismo en un
Nuevo Orden político”.
La Reserva Federal
Ya ocho años antes, los Iluminados habían logrado un inaudito asalto al poder
mundial mediante la constitución del Federal Reserve System (FRS)
El Presidente de la Comisión para las Relaciones Bancarias del Congreso
norteamericano escribía: “En los Estados Unidos hoy tenemos en realidad dos gobiernos.
Tenemos el Gobierno legalmente constituido, y luego tenemos, en el FRS, un gobierno
independiente, no controlado, no coordinado, que ejercita aquéllos poderes monetarios que la
Constitución debería reservar al Congreso”.
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En efecto, en 1913, Rothschild, Rockefeller, Morgan y Edward Mandell House
lograron que se modificara la Constitución estadounidense haciendo que el presidente Wilson
firmara la “Federal Reserve Act”, con lo cual pudieron crear el FRS. Este paso fue
importantísimo para ellos, pues así quitaron al gobierno y al congreso norteamericanos el
poder sobre el crédito y la emisión del dinero.
A partir de entonces, ese pequeño grupo de la oligarquía financiera estaría
posibilitado para imprimir y distribuir papel verde, y atraer las riquezas y servicios del
mundo. Por ello, el senador norteamericano Charles Lindberg profetizó ante los medios de
comunicación: “Con esta ley se constituirá el consorcio económico más gigantesco de la
Tierra. Cuando el presidente la firme, legalizará el gobierno invisible de los amos del
mundo”. Así fue como unas cuantas dinastías (Kuhn Loeb, John Pierpont Morgan, First
National City Bank, etc.), adquirieron una influencia arrolladora en el campo económico y
político. Incluso el Estado tendría que acudir al FRS cuando necesitara dinero, y además
pagaría intereses por él. Este dato es muy importante, pues la mayor parte de la gente ignora
que la Reserva “Federal” es, en realidad, un organismo privado en manos de unos cuantos.
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De la ONU al World Constitution and Parliament Association
Gary Kah, quien investigó al Sistema ocupando él mismo importantes cargos
diplomáticos y de gobierno, señala que cerca del 20 por ciento de los miembros de la World
Constitution and Parliament Association (WCPA) pertenecen a las Naciones Unidas. La
WCPA adoptó, en 1977, en Innsbruck, la Constitución de la Federación Terrestre, que
sienta las bases para la resolución de 32 problemas de interés internacional (quince de
medio ambiente, siete militares, seis de hambre y pobreza mundial y cuatro monetarios)
que, según manifiestan, “requieren de un Nuevo Orden Mundial”.
El plan de la WCPA incluía el de un gobierno global dividido en 10 regiones, y la
propuesta de un nuevo sistema monetario internacional centralizado.
Como su nombre lo dice, la WCPA delineó un proyecto de Constitución Mundial que
redefiniera los conceptos de democracia y derechos humanos, estableciendo un Tribunal
Supremo Mundial.
La parte principal de este proyecto fue sentada en el Acta Mundial Legislativa, que
delinea un Sistema Bancario Global y una Corporación de Crédito para la Tierra. El artículo 3
establece que el tamaño de los créditos depende de la tasa de crecimiento poblacional de cada
país. Aquellos que tengan más de 2 por ciento reciben menor apoyo, y quienes la bajen a
menos del 0 por ciento obtienen las mayores ayudas crediticias.
El artículo 7 señala que las primeras 25 naciones en firmar el nuevo sistema global
tendrán derecho a un representante en la junta de directores. Con esto se asegura el control a
quienes originaron el Nuevo Orden Mundial y se establecen consecuencias negativas para las
naciones que no se adhieran rápidamente.
En el aspecto político, la Asamblea Constituyente de Innsbruck estableció (pag. B)
que “Hay que descartar que los problemas globales puedan ser resueltos a través de
negociaciones entre naciones soberanas. La única alternativa para la humanidad es el
establecimiento de un Gobierno Mundial federal democrático”.
La Cumbre del Milenio
En su obra En Route to Global Occupation, Gary Kah documenta detalladamente
cómo las Naciones Unidas serán reemplazadas por la Federación Terrestre, y cómo cada
problema, real o fabricado, se convertirá en una razón para hacernos desear un gobierno
mundial. Así, la mayoría habrá de pensar que se trata de una conveniencia del momento, sin
imaginar que la red se organizó muchos años antes precisamente con ese propósito.
Efectivamente, desde los años noventa, cerca de 700 grupos y personas se dieron a
preparar la “Carta de la Tierra”, un documento a suscribirse en septiembre del 2000 durante
la así llamada “Cumbre del Milenio” de la ONU. Esta declaración establece que el hombre no
es el centro de la Creación, y que sus derechos están en el mismo nivel que los de la
naturaleza.
La instrucción pretende que las naciones adopten una ética global que viene a
trastocar los valores consagrados por la civilización cristiano-occidental. En el número de
diciembre de 1999, la revista “Catholic World Report” analizó el proyecto de la Carta de la
Tierra: “La mezcla de marxismo, ecología radical y pensamiento New Age pretende
reemplazar los principios morales y religiosos tradicionales”.
6
Entre los promotores de la Carta están diversas Comisiones, Fondos y Programas de
la ONU, así como decenas de ONG’s, aunque se atribuye especialmente a dos de las más
insidiosas organizaciones contraculturales: la Fundación Gorbachov y el grupo World
Goodwill, cara pública de Lucis Trust, otra logia mundialista de corte satánico.
Ya en octubre de 1999, en San Francisco, se llevó a cabo la reunión del “State of the
World Forum”, para analizar el “Nuevo Espíritu Mundial”. La reunión contó con el apoyo de
las fundaciones Ford, Gorbachov, Mellon y el Carnegie Endowment for International Peace.
Entre otros, estaban presentes George Bush, el ex dominicano Matthew Fox y la monja
benedictina Joan Chittester.
Allí se criticó abiertamente la doctrina cristiana como “dañosa para la ecología”, y se
dijo que hace falta una ética “menos antropocéntrica”, en la que se conciba la Tierra como
forma de “vida vital” que conecta a todos los seres vivientes en una nueva espiritualidad.
Después de que una Comisión del Senado norteamericano investigó dichos
estratagemas, el senador Jesse Helms declaró:
“La campaña contra los valores y la cultura tradicional norteamericana es una
guerra psicológica sistemática. Está orquestada por un vasto arreglo de intereses que
comprenden al Departamento de Estado y al Departamento de Comercio, a centros
bancarios y corporaciones multinacionales, a medios de comunicación e instituciones
educativas, a la industria del espectáculo y a grandes fundaciones exentas de impuesto.
Todos estos intereses operan en coordinación con líderes del Kremlin para crear lo
que algunos llaman el Nuevo Orden Mundial.
Organizaciones privadas como el Council on Foreign Relations, el Royal Institute
of International Affairs, la Comisión Trilateral, la Conferencia Dartmouth, el Instituto
Aspen, el grupo Bilderberg y el Instituto Atlántico sirven para diseminar y coordinar
planes para llevar a cabo este Orden Mundial en círculos financieros, académicos y
oficiales.
El principal instrumento para ejercer el control económico es la Reserva Federal.
Las políticas de los sectores industriales, sobre todo de corporaciones multilaterales,
son influenciadas por centros bancarios a través de deudas y acciones financieras.
Esta influencia es contraria a la seguridad nacional, pues persigue la subversión
del orden constitucional.
Lo único que importa a este club es la maximización de beneficios como resultado
del capitalismo financiero, un sistema que se basa en dos pilares: la deuda y el
monopolio. Este no es capitalismo verdadero. Es el camino para la concentración
económica y la esclavitud política”.
Pugna global anti-valores
Hoy día, el Sistema invierte enormes cantidades de dinero en fundaciones y centros
de difusión contracultural precisamente para propagar en occidente todas esas corrientes
desconstruccionistas, exaltando aspectos paganos de las civilizaciones precristianas y
presentando valores humanos reductivizados mediante un fuerte inmanentismo práctico.
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El último paso, propiciado por lo que se está dando en llamar el global melt down,
como fruto de la crisis política internacional y del resquebrajamiento del sistema financiero
mundial, consiste en sembrar la desesperanza en los corazones, de donde se deduzca el
fracaso de la civilización occidental judeo-cristiana y se acepte más fácilmente la instancia de
un Gobierno Mundial y de una religiosidad panteísta, filantrópica y universal, que será
liderada por una figura mesiánica que la Fundación Share ha venido preparando desde hace
varios años.
A estas alturas, el alegato escéptico de que el Anticristo es una visión “apocalíptica”
pero no una realidad concreta, aparece como un pretexto ciego o tendencioso.
Aunque esa noción bíblica fuera la expresión de todas aquellas fuerzas que se oponen
a “lo cristiano”, el poder del dinero y el dinamismo de las ideas está haciendo confluir
tendencias tan destructivas que bien podríamos suponer que estamos a las puertas de una
manifestación espectacular, virtual pero poderosa, que evoca al personaje profetizado por
Daniel, Mateo 24 y el mismo Apocalipsis.
Share International Foundation, acaudalada transnacional del Sistema, está
directamente relacionada con el programa social de la FAO para la repartición mundial de
alimentos, y es dependiente del Departamento de Información Pública de la ONU. Desde su
fundación ha alentado un poderoso proyecto global que directamente cristaliza en el New
World Order por medio de la contracultura.
Su publicación oficial, la revista “Share Magazine”, promueve las dos líneas más
importantes de la New Age, la política y la espiritual. Publicada en Holanda en doce idiomas,
tiene también gran alcance en la red, contando con cerca de 180 sites. La revista difunde los
escritos de Benjamin Creme, siendo él mismo uno de los dos editores en jefe de la revista.
Creme, exponente de la línea teosófica de Helena Blavatsky, se presenta como
discípulo de Maitreya, un maestro iluminado proveniente del Tibet con quien dice
comunicarse telepáticamente.
Maitreya es presentado como “Instructor del Mundo para toda la Humanidad”, una
especie de demiurgo que se sitúa por encima de Jesucristo, mientras éste es rebajado al nivel
de un simple profeta. Aunque a veces oculta su nombre, Maitreya se publicita como la fuente
de iluminación que ha “adumbrado” a los hombres espiritualizados que han surgido en las
diversas religiones. Añade que ahora debe mostrarse a la humanidad tal como es: los
cristianos esperan el retorno de Cristo, los hindúes el de Krishna, los budistas el de Buda, los
musulmanes el de Imam Manhi, etc., pero todos ellos no son sino diferentes manifestaciones
de Maitreya quien, esta vez, se dará a conocer al mundo, en persona, el “Día de la
Declaración Universal”.
Este ser supuestamente “iluminado” predica una filantropía y una espiritualidad
inmanentes basados en la idea del compromiso por cambiar las estructuras del mundo. Al
final del camino se llega a una paradisíaca beatitud global, es decir, a un bienestar mundial en
donde la trascendencia es eliminada.
Detrás de un lenguaje idílico que recuerda las Églogas de Virgilio, todo opuesto se
diluye en una armonía que nunca es definida. Bien y mal se funden en un “equilibrio” que se
transforma en “luz”, mientras naturaleza, humanidad y divinidad superan panteísticamente la
frontera que las divide.
Maitreya, como los demás exponentes de la New Age, se vuelve paladín del ambiente
y de la paz mundial, proponiendo un inexplicable despertar de la conciencia colectiva como
fruto de la llegada de la era de Acuario.
8
La teosofía que usa esta doctrina no sólo extrae a Jesucristo su divinidad, sino que la
suplanta. Sin duda nos encontramos ante un método más eficaz para borrar la idea de Dios
que el usado por el Comunismo o el movimiento naturalista del ’68, pues ahora no propugna
la persecución de Estado o la contestación. La manipulación es tan sutil e incisiva, que
incluso hechos de tipo sobrenatural que obedecen a una directa intervención divina, son
desvirtuados y vaciados de su contenido gracias a un enorme poder de mediatización y a una
reductivización de la ley causa-efecto.
En política, la Fundación Share privilegia un socialismo planetario y un ecologismo a
ultranza. En economía, propugna una subversión de las fuerzas del mercado las cuales
denomina “fuerzas del mal”. En sus escritos, Maitreya ha profetizado la caída de las bolsas y
del sistema de mercado presentando, como solución, una forma sofisticada de trueque
coordinada por los organismos internacionales que han venido preparando.
Retos globales
Capitalismo global desorganizado, ocaso de la soberanía, multiplicación de riesgos
económicos y sociales, así como la amenaza de un colosal fraude cultural y religioso, son el
lado anárquico de un mundialismo carente de vehículos institucionales que regulen la
circulación internacional de los capitales y salvaguarden los valores que son el cimiento de
nuestra civilización.
No hay modo de evitar la mundialización, pero sí de corregirla. Nos encontramos en
una encrucijada en la que urge reformar este proceso desde su raíz, partiendo de una
concepción antropológica que garantice la centralidad de la persona humana y globalice la
verdadera solidaridad.
¿Qué significa eso? Siete cosas muy concretas. 1) Revigorizar instituciones globales
que difundan valores éticos; 2) Recuperar la función de la política y de la ética en el
contexto de la globalización; 3) Seguir los consejos del Premio Nobel en Economía
Amartya Sen, para que la actividad económica vuelva a tener en el núcleo de sus
consideraciones la centralidad de la persona humana; 4) Incentivar y favorecer los
mecanismos que favorecen la producción; 5) Aplicar los dogmas del libre mercado a la
educación (subsidio directo que eficientice la educación pública, y apertura a la coinversión
privada); 6) Ir corrigiendo el sistema financiero con introducción paralela de moneda de
valor intrínseco; 7) Desarrollar mecanismos de solidaridad social, altruismo y gratuidad.
Este es el reto que enfrenta en estos momentos la mundialización. De no resolverlo,
veremos al liberalismo económico pasar a la historia como una doctrina más, entre las
muchas que no pudieron solucionar los problemas más esenciales y apremiantes del ser
humano, y a la globalización como un proceso que interconectó a la humanidad para
desintegrarla.
Comentarios:
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GEOPOLITICA y NEGOCIOS INTERNACIONALES
La geopolítica es la ciencia que permite a la dirigencia de cualesquier sociedad
el conocer con que recursos se cuenta y así poder actuar en consecuencia información del príncipe - respecto a la problemática de como crecer, progresar y
conservar la hegemonía; así entonces, el conocimiento de la base geográfica
resultará indispensable para comprender e utilizar la Historia en bien del grupo
social.
La naturaleza condiciona, no determina. … “es el Hombre y no la naturaleza,
quien inicia” (Karl Haushofer)
México, país bi-oceánico, precisa de una concepción geopolítica acorde con su
dimensión, 14va. nación del orbe, por el monto de su población, 11va. en el mundo
y por su Producto Interno Bruto, 9na. a nivel global.
Ya lo refiere el Gral. Secretario Vega García en su obra sobre seguridad
nacional …“ las implicaciones geopolíticas que para la nación mexicana significa
la vecindad con los Estados Unidos de Norteamérica marcan indeleblemente las
relaciones entre ambas naciones ”…, es decir que la combinación de factores de
ubicación, recursos, bagaje histórico y globalización viene a influir puntualmente en
la perspectiva de un país como el nuestro en cuanto al entorno de los Negocios
Internacionales.
Hay que despertar la conciencia de espacio, pues es mucho lo que cuesta la
ignorancia de la Geografía no sólo en el aprovechamiento de los económicos sino,
sobre todo, de los humanos (Karl Haushofer); al negociante internacional le será
indispensable empaparse de la teoría y práctica geopolítica para estar en
condiciones de navegar en el proceloso mar del intercambio de bienes y servicios
en el mercado mundial que hoy caracteriza a la sociedad posmodernista.
10
La geopolítica, estudia el impacto de la geografía en las relaciones entre
naciones. El sueco Rudolf Kjellén usó por primera vez el término en 1899; creía
que, tanto la economía como la política y la organización militar de cada nación se
derivaban de características geográficas e influencias ambientales, en particular,
Kjellén se enfocó en la importancia política de elementos tales como montañas y
océanos, así como a examinar la trascendencia de recursos naturales, tales como
petróleo, agua y metales, al igual que evaluar la influencia de los montos y
características de la población.
Al comienzo del siglo XX, tanto el almirante norteamericano Alfred Thayer
Mahan, como un poco más tarde, desde la London School of Economics, el
geógrafo inglés Sir Halford John Mackinder, con su teoría del "Heartland", sostenían
que la lucha más relevante por la supremacía entre naciones se daba entre
poderes marítimos y terrestres, los que por ende poseen diferentes orientaciones y
enfoques en cuanto a tópicos sociales, económicos y militares.
Así también, el geógrafo alemán Friedrich Ratzel, que comparaba al Estado con
un ente viviente, y por ende con un derecho natural a crecer, concepto del que se
derivó el del “Lebensraum” se orientó al estudio geopolítico marcando un hito en
el desarrollo político mundial.
Consideraciones tales como “pivote geográfico”, “acceso a vías de agua”,
“dominio sobre extensiones terrestres y recursos naturales” y “adquisición de
fronteras naturales” constituyen la piedra angular en el análisis geopolítico que hoy
en día se realiza en el ámbito de la economía globalizada; para estar en
posibilidad de lograr algún éxito en los negocios internacionales, forzosamente se
deberá estudiar el entorno geopolítico so pena de perecer en el proceso.
Mirada al mundo
Theotonio dos Santos
El Universal
Martes 27 de julio de 2004
Finanzas
11
Economía y geopolítica
No se pueden definir políticas concretas de integración comercial sin considerar
las realidades geopolíticas en que se insertan los fenómenos económicos de las
regiones, como ocurre en el caso América Latina; debemos discutir las ventajas
preferenciales
La institucionalización de un pensamiento económico absolutamente autista pretende
orientar la toma de posición de naciones enteras, cuya realidad pasa por otros factores
como las relaciones sociales y políticas y las relaciones históricas de carácter local,
nacional o regional. No se pueden definir políticas concretas sin considerar las
realidades geopolíticas en que se insertan los fenómenos económicos.
El debate actual sobre los procesos de integración no pueden ser discutidos dentro de
un plano exclusivamente económico. En este plano, si consideramos el pensamiento
neoliberal puro, tendríamos que aceptar que la única integración correcta es la del libre
comercio generalizado. Las integraciones regionales son intervenciones "artificiales" que
imponen límites proteccionistas a las zonas no integradas.
Sin embargo, se introducen consideraciones geopolíticas que indican las preferencias
reales de los técnicos y "teóricos" para justificar el apoyo a ésta o aquella preferencia.
Los defensores del ALCA, por ejemplo, justifican su necesidad por la importancia del
mercado estadounidenses que, según ellos, se abriría a través de este mercado común
que de hecho no corresponde a la propuesta presentada. Los estadounidenses
proponen una rebaja de barreras calificada, limitada a los sectores comerciales que les
interesan, y una apertura total al libre movimiento de capitales que seguramente no
alcanzan a cambiar los rígidos controles del movimiento de capital dentro de EU.
¿Por qué preferir a Estados Unidos como contraparte de los demás países
latinoamericanos? Como lo decimos, no se puede deducir esta preferencia de las "leyes"
económicas manejadas por los neoliberales. Desde su punto de vista, lo único correcto
es el libre cambio internacional.
La alegación, sin embargo, es de que EU es "el mayor mercado del mundo" y, por lo
tanto, sería realista darle las preferencias totales. Tratase de un argumento geopolítico.
Por detrás de él está la aceptación de que las relaciones internacionales no son
relaciones entre economías equivalentes, como se asume en todas las ecuaciones de
esta escuela económica.
Y por lo tanto, tenemos que razonar geopolíticamente cuando hablamos de la economía
mundial. En consecuencia, hay que tirar a la basura todas estas ecuaciones que se
asientan en primicias equivocadas.
Es a partir de ahí que tenemos que razonar sobre las propuestas de mercados
regionales. Es decir, sobre consideraciones históricas, culturales y geopolíticas que
demuestren las ventajas de que se asigne preferencia a este país u otro, a esta región u
otra. Si se trata de dimensión de mercado, por ejemplo, ¿por qué debemos privilegiar al
estadounidense cuando la Comunidad Europea tiene hoy un mercado similar? México
puede responder con un factor geográfico evidente: su frontera con Estados Unidos.
Pero Brasil y Argentina no cuentan con este factor. Por el contrario, tienen un contacto
mucho más fuerte con Europa a través del Atlántico Firmar un tratado preferencial con
12
EU no tiene por lo tanto ninguna justificativa.
Y una integración suramericana y latinoamericana, ¿tiene sentido geopolítico? En
realidad, cada país de la región tuvo su economía organizada en función del mercado
europeo y después norteamericano. Su sistema viario se orientaba esencialmente hacia
los puertos para entregar sus mercancías a las flotas mercantes internacionales.
Durante los años de "crecimiento hacia adentro" se ha creado alguna estructura viaria
volcada hacia los mercados nacionales. Esto fue interrumpido por las políticas de ajuste
estructural y del consenso de Washington, en los años 80 y 90.
La idea de un acuerdo regional sur y latinoamericano pasa por una voluntad política de
crear estas infraestructuras que son significativas oportunidades de inversión en la
región. En seguida, delinean la necesidad de políticas de desarrollo en todos o casi
todos los países que privilegie el aumento de sus rentas nacionales con el objetivo de
generar nuevos mercados para el conjunto de la región. Tratase sobretodo de crear
economías de escala adecuadas al padrón tecnológico actual. Es evidente que estas
tendencias indican una necesidad de proteger de las economías más poderosas este
mercado potencial. El libre mercado subregional aparece así como una medida
defensiva, amén de una apertura de nuevas posibilidades.
Si agregamos a todas estas conveniencias geoeconómicas las tradiciones históricas y
culturales comunes, la formación de una unidad ideológica y política regional en función
de la lucha por la independencia (con Bolívar a la cabeza), entendemos por qué hay una
carga emocional espontánea tan fuerte a favor de esta integración y no solamente de un
mercado latinoamericano. Por este camino podemos empezar a razonar sobre los
intereses geopolíticos de América Latina, dentro de cuyo cuadro debemos discutir la
cuestión de los mercados y las ventajas preferenciales.
Profesor titular de la UFF. Coordinador de la Cátedra y Red UNESCOUNU sobre
Economía Global y Desarrollo Sostenible ( www.reggen.org.br).
[email protected]
El mundo, tal parece, se presenta relativamente tranquilo, lo que pregona la "fausto" antes
mencionado.
Las cifras: la economía mundial gravita, prácticamente, en tres grandes bloques integrados por 3
mil 850 millones de personas y que son (entre paréntesis se indica el porcentaje de población
sobre el total): a) América del Norte (11%); b) Unión Económica Europea Ampliada (11%); el
mercado asiático (78%); en total se estima que el PIB frisará los 35 mil billones de dólares, con
aumentos variables entre 1.5 y 8.2%, de los cuales al primer bloque corresponderá el 37%, al
segundo 33%, al tercero 25%; al resto 5% distribuido entre América Latina (2.5%) Oriente Medio
(1.8%) y África (0.7%).
En cuanto al crecimiento promedio previsto para el PIB, las estimaciones son las siguientes: primer
bloque 3%; segundo bloque 2.5%; tercer bloque el asiático con un sostenido promedio de 5.4%,
correspondiendo a China más de 8%; y porcentajes superiores al 6.5% y 7% a India y Vietnam,
respectivamente. América Latina, considerando solamente a Argentina, Brasil, Colombia, Chile, las
previsiones son de 4%.
Rusia, tomada por separado, ofrece un PIB total de 450 billones de dólares y un aumento en el
mismo de 4.5%.
13
Con referencia a la inflación esperada, en general se ubica a la baja; así en la zona asiática
oscilará entre -0.5% para Japón y -0.9% para Hong Kong, para llegar a China con menos del 1%, a
Taiwan con 0.5%, a Tailandia con 1%, y mientras India la ubicará entre 4% y 5% e Indonesia 7%.
Si se consideran los 11 países que conforman la zona sur de Asia, según noticias obtenidas del
Banco de Desarrollo Asiático, el crecimiento promedio se prevé en casi un 6%. Esta situación muy
particular indica que el real motor de la economía mundial hoy se encuentra en esa zona, hacia la
cual algunas de las grandes empresas internacionales emigran con el fin de aprovechar el bajo
costo de la mano de laboral y buscar mejores ganancias.
Como en todas las ocasiones, habrá que monitorear esta muy sintética previsión de la economía
mundial, y complementarla con datos nuevos a la mano.
Economía Política de la Globalización
capitalista
Antonio Romero Reyes[1]
Presentación
.
El paradigma del desarrollo dominante descansa en el crecimiento incesante de la
producción de bienes y servicios cuya finalidad última es el consumo, y cuya
amplitud y profundización a través del juego de las fuerzas "invisibles" ("libres") del
mercado, se espera que irradien a toda la sociedad (estándares de consumo y
niveles de ingreso superiores a las necesidades básicas). Este tipo de desarrollo
ha producido una realidad muy diferente a la postulada por el modelo: desigualdad
social y entre los géneros, violencia, destrucción del ambiente y contaminación son
algunas de sus características.
Es innegable que la llamada «globalización» tiene como principales beneficiarios a
los grupos económicos y las grandes corporaciones, siendo dirigida u orientada
desde la cúspide del poder internacional. En otros términos, el fenómeno como tal
tiene una dimensión tanto económica como política, ambas inseparables.
El ensayo comprende 4 partes. Las dos primeras abordan las dimensiones
económica y política de la globalización, en este orden. La tercera incorpora la
problemática latinoamericana y en la última se plantean algunos elementos para
alimentar el debate sobre las alternativas, en términos de las respuestas que van
surgiendo y madurando desde lo local.
I.La dimensión económica de la globalización
La globalización por la que atraviesa actualmente el sistema-mundo-capitalista
(Wallerstein) es el resultado -para ponerlo en términos de la economía política de
Marx- principalmente de la revolución de las fuerzas productivas, que desde los
años setenta vienen operando desde determinados nichos vinculados a la
generación de conocimientos, información y tecnologías. Este proceso repercutió
profundamente sobre la división del trabajo, tanto al interior de los ámbitos
nacionales de los países más desarrollados, como sobre las relaciones
económicas internacionales. La consecuencia más palpable de todo esto es el
agrandamiento de la brecha entre países ricos y países pobres, que es medida
mediante distintos indicadores del reparto desigual de la riqueza que genera el
sistema-mundo dominante. Si en la división del trabajo clásica industrial lo que se
valoraba era la fuerza física del obrero, hoy en cambio, con la globalización, son
las capacidades mentales y las habilidades técnicas los ejes o referentes
14
principales de la valoración de cualquier tipo de trabajador que se ponga al servicio
del capital, ya se trate de un simple operario de máquina, un campesino,
profesional técnico o un director de empresa. Una de las fuentes de la ganancia en
el capitalismo consiste en que el valor de uso de las capacidades reales del ser
humano son infravaloradas, por lo que el nivel real de la valoración, medido por
ejemplo en el salario, está condicionado por el conflicto capital-trabajo que la
globalización no ha suprimido.[2] Frente al discurso apologético que ensalza a la
nueva economía proveniente de la revolución científico tecnológica, el grado de
conocimiento, así como el manejo técnico y el dominio de información, entre otros,
se han convertido en elementos que actúan detrás de los procesos de segregación
y exclusión de trabajadores de los mercados de trabajo y de los procesos
productivos más modernos.
1.1 Acumulación de capital a escala global
Al exponer sobre la «Tendencia histórica de la acumulación capitalista» [3] Marx
daba a entender que mientras no cesara el proceso de concentración de la
producción junto a la de los medios técnicos y la propiedad, la humanidad se
mantendrá bajo la férula de la prehistoria del capital. En los tiempos previos a la
primera revolución industrial y posteriormente, ese proceso se caracterizó por
métodos violentos e infames de despojo; pero es a partir del surgimiento del
capitalismo monopólico y de la era imperialista (desde fines del XIX y principios del
XX) que la concentración de los capitales se fue realizando mediante métodos más
racionales y "técnicos", liderados por el capital financiero.
¿Con la globalización estaría llegando a su fin la «prehistoria del capital»? Aníbal
Quijano escribió hace varios años: «El capitalismo, la Historia del Capital, avanza
ahora más rápida e irreversiblemente en la dirección de su última realización.
Cuanto más exitoso y más plenamente realizado y gracias exactamente a su éxito,
se despide de sí mismo.» [4]
Considerando entonces el argumento anterior, uno se sentiría tentado a concluir
que la tan mentada globalización representaría nada más y nada menos que el
«Fin de la Historia», pero de ese proceso, como el anuncio de la gran victoria del
capital. Sin embargo, conviene preguntar también si será el siglo de la decadencia
del capitalismo, aunque no necesariamente el de su derrota.
Hay quienes sostienen que el capitalismo no enfrenta actualmente una "crisis
económica estructural" sino social (tesis de Göran Therbon). Ello, sin embargo, no
supone negar la existencia de elementos que ya se hallan incubados y que con
toda probabilidad llevarán al sistema a una próxima crisis, la cual, más que
coyuntural o cíclica, debe interpretarse como una crisis sistémica que vendría dada
por la incapacidad del capitalismo para renovar en el futuro las condiciones de
acumulación, reproducción y crecimiento. Esos factores estarían asociados al
progreso técnico y a la centralización del capital. Para ponerlo en forma de
pregunta: ¿qué pasará si las fuerzas productivas ya no puedan ser más
revolucionadas (es decir, cuando cese la innovación tecno-científica) y la
centralización de la propiedad y los recursos lleguen al límite? ¿En qué
condiciones la humanidad y el planeta alcanzarán ese punto? Mientras eso suceda
es obvio que el sistema continuará generando crisis sociales, lo cual se ha vuelto
"habitual" reconocer en todos los diagnósticos socioeconómicos. La cuestión es
preguntarse hasta cuándo es todo eso política y socialmente tolerable, y quiénes
están dispuestos a implantar una política de detente al mismo tiempo que de
cambios estructurales del sistema.
1.2 Con la globalización el capitalismo no volverá a ser lo que era antes
15
La revolución tecnológica ha hecho de la biotecnología, la investigación genética,
el conocimiento científico-tecnológico, la capacidad de innovación y los servicios,
entre otros, los nuevos nichos de generación de valor y plusvalor; repotenciando la
capacidad de reproducción del sistema a niveles y escalas nunca antes
imaginadas. Esos avances han puesto al capital globalizado, entendido como una
relación estratégica entre los estados (¿nacionales?) y las grandes corporaciones,
en condiciones de ejercer su dominación sobre las vidas, mentes y cuerpos; y esta
es la gran diferencia con la época del capitalismo industrial clásico y luego
monopólico a nivel mundial (la era imperialista) donde lo vital era la explotación del
trabajo asalariado.
Como ya han señalado algunos autores y autoras occidentales (Ulrich Beck,
Viviane Forrester, André Gorz, Jeremy Rifkin) el mundo del trabajo ha empezado
"virtualmente" a desaparecer. El trabajo excedente sobre el trabajo socialmente
necesario, es decir, tiempo de trabajo no retribuido por el capitalista al trabajador,
que era la principal fuente del plusvalor, tiende a ser desplazado por un tipo de
trabajo altamente calificado orientado sobre todo a la producción de conocimientos
y medios técnicos para el desarrollo a su vez de nuevos procesos
(microelectrónica, biotecnología, informática, nanotecnología, etc).[5] El tiempo de
trabajo invertido efectivamente en la producción es progresivamente sustituido por
el trabajo sin tiempo ni espacio: el mundo de la virtualidad. Se trata de un proceso
inexorable e irreversible. Ser considerado competitivo, hoy en día, significa ser
capaz de brindar una corriente de servicios intangibles altamente valorados por el
capital, es decir conocimientos, creatividad e innovación, como condiciones para
añadir "valor agregado" a lo que se produce.
¿Cuál sería el correlato de un proceso de trabajo que se vuelve cada vez más
virtual? La gran rentabilidad, así como el potencial crecimiento y expansión de los
nuevos núcleos productivos, donde está el corazón de la revolución en las
tecnologías, ha atraído ingentes capitales porque se ha visto en ello la nueva
piedra de toque de la acumulación, sustento a su vez del dinamismo de los
mercados financieros: la inversión en acciones y valores de empresas, grandes
firmas y corporaciones vinculadas a las ramas "de punta", son también objeto del
juego de la mera especulación financiera y del interés de los capitales de riesgo.
Empresas como CiscoSystems, Yahoo!, Amazon y la misma Microsoft están
estrechamente vinculadas con estos capitales y mercados.
Sin embargo, se ha identificado la globalización con el "éxodo del capital" (Gorz
1998), para dar a entender que la base de la acumulación actual está constituida
por los mercados financieros y bursátiles donde el capital es dinero acumulado que
se reproduce a-sí-mismo, aparentemente con una autonomía, dinámica y
racionalidad propias, lo cual es parcialmente cierto, pues parte importante de ese
dinero que se acumula y se va capitalizando alimenta el funcionamiento de los
nuevos núcleos productivos, altamente rentables; es decir, no todo ese capital está
desprovisto de algún contacto con la esfera de la producción. En cambio, parte del
capital-dinero que se ve incrementado por la distribución de jugosos dividendos,
participación en los beneficios o por atractivos intereses, que por tanto no retorna a
la producción y que más bien se desvía hacia la especulación, ha ido generando
una "economía casino" o de carrusel a nivel mundial, siendo la expresión plus ultra
del "éxodo" al que se refiere Gorz; es decir, dinero que engendra dinero mediante
las cotizaciones en bolsa y la presión de una tecla, porque son billones de dólares
los que se mueven todos los días de un lugar a otro del globo en fracción de
segundos, pero cuyo respaldo y garantía son los depósitos y ahorros de toda la
vida de la gente, así como las reservas y fondos de encaje de los bancos
centrales.
16
Ese es el fantástico mundo del nirvana capitalista, la realización suprema del
capital-dinero, donde solo en cuestión de un parpadeo de ojos se gana o se pierde
millones de millones de dólares. [6] Las locuras especulativas (burbujas
financieras) acaban arrastrando (cuando explotan) a las economías de los países
que se adiccionan de ellos. Véase sino lo que ocurrió en 1997-1998 con los "tigres"
asiáticos (Tailandia, Malasia, Indonesia), después en Rusia y Brasil; antes con
México y Japón a comienzos de los noventa.
Mientras que el desarrollo tecnológico y de punta está produciéndose en los
principales nichos de valor y cadenas de valorización, aguzando la mayor
concentración del capital y de la propiedad, así como procesos de segregación /
exclusión de la fuerza de trabajo; en su fuga hacia el mundo de la virtualidad y la
especulación, el capital-dinero de naturaleza propiamente financiera, causa
estragos en las relaciones económicas internas, sea en los ámbitos sectorial,
regional y aun local. Uno y otro proceso llevan necesariamente al agudizamiento
de las contradicciones del capitalismo imperialista en el largo plazo, frente a lo cual
se está respondiendo con la globalización política desde los grandes centros,
liderados por Estados Unidos, consistente en un nuevo ordenamiento de las
relaciones de poder entre los estados en función de la mundialización de la
economía.[7]
En países como los latinoamericanos, para aquellos emprendimientos que no
hayan logrado modernizarse lo suficiente para poder competir (léase: exportar), o
no se hayan acoplado adecuadamente en alguna parte de la cadena de
valorización global de alguna gran corporación, solo les queda el apoyo estatal, su
absorción por (fusión con) otra empresa financieramente más solvente, o la simple
sobrevivencia.
En este proceso de mutación el capital ha ido dejando a su paso muchos ejércitos
de excluidos, desempleados y subempleados, recursos y capacidades de trabajo
que "no le sirven". Masas de gente desesperadas y famélicas recorren las
ciudades buscando emplearse en cualquier cosa u ofreciendo lo que tiene / sabe
hacer. El autoempleo es un fenómeno social cotidiano en países como el Perú,
una estrategia de los pobres y aun de las capas medias para agenciarse de dinero
y poder vivir.
1.3 Relativización del trabajo y crisis del Keynesianismo
Podemos abordar esta cuestión mediante las siguientes preguntas: ¿cómo y en
qué sentido el sistema económico "tiende a relativizar el rol del empleo"? Si el
empleo está perdiendo importancia relativa en la economía (sea por la tecnología
ahorradora de mano de obra, o por la menor demanda laboral y/o aumento de la
informalidad), entonces ¿para quiénes va dejando de ser relevante la
consideración del empleo "como mecanismo de acceso a recursos monetarios"?.
Obviamente, no para los más pobres quienes solamente poseen su propia fuerza
de trabajo y la de sus familias.
En el marco de una economía con pleno empleo se asume que toda la población
en edad de trabajar (la PEA) está incorporada en el aparato productivo (la
informalidad no existe); empleo y ocupación son además conceptos equivalentes
porque hablamos de trabajo contratado y remunerado, sea por la empresa privada
o por el Estado. El valor del producto social que se genera con la fuerza laboral
existente (dado un stock de capital) corresponde con la cantidad de dinero que se
echa a la circulación (emisión monetaria), haciendo equiparables oferta y
demanda. Bajo este contexto de equilibrio macroeconómico (donde el Estado
17
mantiene un presupuesto equilibrado) el empleo sí es un mecanismo válido de
acceso a los recursos monetarios (léase: ingresos, salarios y remuneraciones en
general), que permiten cubrir exactamente las necesidades del trabajador y su
familia (los trabajadores no ahorran). Esta es, en síntesis, la versión de la
macroeconomía estándar.
Sin embargo, cuando el empleo es "relativizado" por el sistema entonces estamos
operando en una realidad no solamente con desequilibrios macroeconómicos, sino
también con dualismos y brechas sociales, que es la realidad latinoamericana:
empleo/desempleo, moderno/tradicional, formal/informal, riqueza vis-a-vis pobreza,
inclusión de pocos/exclusión de muchos, etc. En un contexto así la
macroeconomía (keynesiana o neoclásica) deja de ser el marco apropiado para
diagnosticar, analizar y evaluar la realidad. Para diseñar alternativas se necesita
en estos casos construir escenarios más complejos o realizar un análisis
estratégico donde la economía es solamente una de las dimensiones del
desarrollo.
En la actual etapa histórica esa postura teórica y epistemológica implica al
argumento sobre el agotamiento del pensamiento keynesiano, reconocido sin
embargo por pocos. Si se pasa revista a los planteamientos con enfoque macro
surgidos sobre política social en la región (pobreza y necesidades básicas, gasto y
seguridad social, desarrollo urbano y otros) aparecen al menos dos elementos
comunes: el primero (a nivel teórico) lo constituyen los fundamentos keynesianos
alrededor sobre todo de la política fiscal redistributiva (particularmente: impuestos,
subsidios y reorientación del gasto); el segundo, en estrecha correspondencia con
el anterior, se refiere al rol activo y promotor que se le asigna al Estado, lo cual es
mal visto por quienes han hecho de la oposición entre mercado y Estado una
disyuntiva falaz (o una imagen maniquea).
Desde hace más de una década existe en América Latina una disputa ideológica y
política sobre el nuevo rol del Estado, pero que aún no concluye. Bajo el contexto
de las reformas estructurales y los procesos de ajuste, impuestos por el Banco
Mundial y el FMI, la reducción del tamaño del Estado iba frecuentemente
acompañada por la menor asignación de recursos para los llamados "sectores
sociales" (educación, salud, vivienda, seguridad social). Cualquier intento de
propugnar una gestión pública del presupuesto más sensible hacia las
necesidades sociales urgentes, era y es vista como sinónimo de intervencionismo
estatal y rebrote inflacionario. Por eso, mantener a raya el déficit fiscal ha sido
desde entonces el caballo de batalla de los tecnócratas, cualquiera fuese el
régimen político, que más bien oculta una preocupación central (la cara oculta de
la moneda): asegurar para el capital una tasa de ganancia y brindar condiciones
favorables para la inversión, como mecanismo sine qua non de la ansiada
integración de los estados latinoamericanos en la globalización.
Conviene plantear: ¿por qué el keynesianismo como estrategia de política
económica cayó en desgracia en los años setenta (segunda mitad)? Más que por
una debilidad intrínseca, la economía keynesiana reveló su crisis bajo los nuevos
cambios y necesidades que experimentaba el capitalismo, siendo este el contexto
histórico en el que tiene que ser explicado. La gestión keynesiana del Estado de
Bienestar en Europa y Norteamérica con sus controles, reglamentaciones, pero
sobre todo con sus políticas económicas interventoras, junto a la rigidez del
sistema monetario internacional y del comercio exterior, resultaba una camisa de
fuerza y una traba para la creciente movilidad del capital -especialmente financiero
o en la forma de inversión extranjera directa-, que tendía a rebasar los marcos de
los estados nacionales. El "triunfo neoliberal" [8] en la década de los ochenta tiene
una doble lectura. De un lado, la apertura total del comercio así como la libre
18
flotación de las monedas que requerían los capitales en expansión, encontraron en
el recetario neoliberal la respuesta "científica" que necesitaban para justificarse. De
otro lado, los neoliberales tuvieron la audacia de presentarse como una solución
en el momento preciso, con un discurso económico que le daba en la yema del
gusto a los intereses del capital, es decir, que el nuevo "modelo" prescindía del
Estado e inclinaba la balanza de la economía hacia las fuerzas más dominantes
del mercado (las grandes empresas, corporaciones y banca internacional).
II.La dimensión política de la globalización
Si la globalización es un proceso inevitable y autónomo, la pregunta es: ¿hasta
qué punto? Esto nos lleva a la cuestión de los límites, que son nítidamente dos: 1)
los límites ambientales o la soportabilidad del planeta frente a los impactos a
escala del capitalismo globalizado sobre los espacios naturales y sociales
nacionalmente considerados; 2) los límites políticos o la "capacidad de aguante" de
la humanidad afectada (clases, grupos, estratos, capas y sectores sociales;
comunidades étnicas, naciones, tribus) por los estragos de la globalización y las
miserias que produce. Desde este punto de vista, la globalización capitalista solo
puede dejar de ser inevitable políticamente, contraponiendo al poder global del
capital un contrapoder societal liderado por un conjunto de actores, entre los
cuales deberán estar los trabajadores. En ausencia de ese contrapoder será
entonces la Naturaleza la encargada de fijar tales límites, solo que cuando estos
se manifiesten con toda su fuerza podría ser demasiado tarde para la
supervivencia humana en el planeta. Estas son las cartas sobre la mesa que
desde hace un buen rato el capital ha lanzado a toda la humanidad, y no es ningún
tremendismo ni fatalismo decir que nuestra suerte está echada: en cualquier caso
está en juego la supervivencia o la extinción, y es hasta estos límites adonde
hemos llegado o el capital nos ha llevado a todos.
2.1 La globalización es la contrarrevolución política del capital
¿Qué es lo que permite entender cabalmente el "fenómeno" de la globalización?
¿Por qué apareció y hacia dónde nos lleva? Para empezar, el movimiento cíclico
del capital como sistema económico siempre viene acompañado de su respectivo
ciclo político, es decir, por la alternancia entre revolución y contrarrevolución. La
globalización no es un suceso aislado (un epifenómeno) sino el resultado de
muchos factores a la vez y por eso es multidimensional. Cierta literatura atribuye la
globalización a lo que se podrían llamar acuerdos económicos interestatales de los
países más poderosos, materializados en políticas de liberación financiera y
desregulación comercial, como consecuencia del "auge" de regímenes
neoliberales. Aunque aquí se esgrime un contenido político no es necesariamente
la explicación política. La explicación política es otra. Conviene aclarar que la
globalización es mucho más que la expansión de los mercados a lo largo y ancho
del planeta, como es la opinión recurrente que ha sido masificada en el "sentido
común" por los medios que producen "opinión pública". Significa, ante todo y sobre
todo, el nuevo ordenamiento del poder hegemónico del capitalismo, lo cual exigió
previamente -y aquí viene lo decisivo- la derrota histórica de todos los movimientos
revolucionarios tanto en el Norte como en el Sur, pero también la del "despotismo
burocrático" que rigió en Rusia y los países del este cuyo sistema político se
conoció luego con el nombre de «socialismo realmente existente» (Rudolf Bahro).
Estamos hablando de dos siglos de enfrentamientos, que vienen desde el XIX y
cubren casi todo el XX, a lo largo del cual el capitalismo lidió su supremacía contra
todo lo que se le opuso al frente. El periodo entre 1965 y 1975 fue la etapa más
reciente de esos enfrentamientos, la que decidió il nuovo corso de la globalización
y el "auge" neoliberal. Los movimientos por una globalización alternativa, tienen
19
como su más inmediato antecedente la lucha de ese periodo que puso en cuestión
a la cultura burguesa y el poder de la burocracia.
Allí tomaron parte no solo los trabajadores sino también otros explotados y
oprimidos, capas medias, juventud universitaria, víctimas de la colonialidad,
movimientos "antisistema", guerras de liberación, luchas anticoloniales, y guerrillas
en América Latina; pero el escenario donde el conflicto era estratégico y en donde
el capital dirimió su poder hegemónico fue toda Europa (el conflicto este-oeste).
Algunos hitos: mayo del 68 en Francia y Alemania; la revolución cultural china; el
fin de la "primavera de Praga" con la invasión de tanques soviéticos; guerra de
Vietnam y Woodstock; la masacre de Tlatelolco (México) y el "cordobazo"
argentino; aniquilamiento militar del proyecto político guerrillero del che Guevara;
instauración del fascismo en Chile luego del sangriento derrocamiento de Salvador
Allende.
¿Dónde radicó el fracaso de esos movimientos e intentos, o por qué fueron todos
ellos derrotados? ¿Acaso el capitalismo no fue suficientemente cuestionado? ¿Los
revolucionarios y contestatarios no estaban prisioneros de la racionalidad
capitalista proveniente de la colonialidad del poder? Aníbal Quijano propuso una
explicación:
«La cuestión apenas comienza a ser abierta. Con todo, es probable que eso se
deba, en lo fundamental, a que en especial desde el fin del siglo XIX hasta
entrados los años 60 del actual, entre esos movimientos y en particular entre sus
grupos más exitosos, la hegemonía del eurocentrismo -el patrón fundamental de la
racionalidad capitalista- permaneció incontestada. Es decir, no solo no alcanzaron
a liberarse de ella, sino que nunca la pusieron realmente en cuestión, ni en su
teoría ni en su práctica.
«Dicho de otro modo, toda la historia del siglo XX, incluidas las revoluciones,
transcurrió dentro de y como parte del desarrollo del capitalismo. Y las
revoluciones sociales, triunfantes sobre todo, pero no mucho menos las
derrotadas, sirvieron a la plena y final realización y universalización de las
principales tendencias y virtualidades del capital y de su orden de dominación.»[9]
La derrota política de los sesentas y setentas fue entonces lo que permitió dar luz
verde a la contra-revolución neoliberal, contribuyendo -aun sin quererlo- al
reordenamiento del poder capitalista en el mundo (la mentada globalización). Esta
es la historia que está por acabar y el capitalismo no volverá a ser lo que era
antes. No existe ningún fatalismo, al contrario, una nueva historia ya empezó.
Como sostiene Quijano: «en tabla alguna está escrito que seremos siempre
derrotados. Es, por el contrario, el momento de romper con las rejas del
eurocentrismo y de preparar la otra Historia, la que resultará de las grandes luchas
que ya están a la vista. ¡Esa nueva Historia puede ser la nuestra!».
2.2 ¿Globalización versus intereses "nacionales"?
¿América Latina está integrada en la globalización capitalista? La respuesta es
afirmativa si se considera que la región vive la globalización de los impactos de
políticas macroeconómicas que deciden e imponen los centros de poder con
EE.UU. a la cabeza. La misma pregunta se responde negativamente al constatar
que los centros no son consecuentes con el discurso sobre los beneficios que
supuestamente trae la apertura comercial para todos los países, cuando ellos
mismos cierran su mercado interno a las exportaciones latinoamericanas (por lo
menos algunas) mediante medidas para-arancelarias. Desde este punto de vista,
la globalización para AL tendría más de ficción que de realidad.
20
En contrapartida, los beneficiarios directos de esa globalización, así entendida, se
hallan en los países del Norte. En el primer caso, dado que las políticas
neoliberales operan a favor del capital financiero-especulativo, los beneficiarios
son los bancos, grupos financieros, inversionistas y grandes trusts. En el segundo,
el proteccionismo favorece a las empresas y productores de bienes no-transables
(es decir, no-exportables) del Norte, particularmente de la agricultura y algunas
manufacturas (v. gr. textiles). Viendo las cosas de esta manera, la globalización
bloquea el desarrollo económico "nacional" en el Sur al tiempo que desestabiliza el
manejo macroeconómico por déficits comerciales y endeudamiento público
externo, reforzando por esto mismo la dependencia de capitales foráneos.
Eso lleva a plantear algo similar a lo que en su momento se debatió en torno a la
tesis del intercambio desigual, que suscitó Arghiri Emmanuel (1980) en los años
sesenta y setenta. Este autor, utilizando los esquemas de reproducción de Marx,
llega a mostrar que la desigualdad en el intercambio comercial de mercancías
surgía esencialmente por las diferencias de salario entre los países, lo que ponía
en entredicho el principio socialista de la solidaridad internacional del proletariado.
Su tratamiento del salario como una variable independiente o exógena a la
empresa capitalista con sede nacional, determinada por las condiciones sociales e
históricas de cada país, llevó también a un debate aparte, como el que mantuvo
con Christian Palloix para quien el salario estaba determinado por la productividad
del trabajo (tesis de la economía neoclásica). La cuestión fue que la discusión
sobre el intercambio desigual, llevada a la arena de la política, suscitó posiciones
encontradas en torno de si la naturaleza del conflicto radicaba en el enfrentamiento
entre países "ricos" y países "pobres" (conflicto Norte-Sur) o en una alianza
"solidaria" del proletariado y los dominados de todos los países contra la burguesía
mundial (propuesta hecha por Charles Bettelheim). La primera implica posturas
nacionalistas en el sur (y oportunistas en el norte) en virtud de las cuales se instiga
a la "clase obrera" para apoyar los intereses económicos, supuestamente
"nacionales", de las "burguesías" de los países subdesarrollados. [10]
Pareciera entonces que la globalización estimula el resurgimiento, en los países
del sur, de un nacionalismo renovado en la política, desde el centro hacia la
izquierda, más aun si se aprecia que entre capital y trabajo está nada menos que
el Estado. De aquí a defender el estado de bienestar en la política y la intervención
del estado en la economía (o defendiendo las empresas públicas de las
privatizaciones) solo hay un paso. ¿Significa esto una suerte de neopopulismo? En
todo caso, ¿dónde estaría la continuidad y dónde la ruptura con respecto al
populismo, el estatismo y el nacionalismo?
2.3 Las nuevas condiciones del enfrentamiento
El problema para la crítica de la economía política del capitalismo, en su etapa
actual de globalización, es que, a diferencia de los siglos XIX y XX, la generación
del plusvalor ya no descansa solamente en la explotación del trabajo asalariado.
Como ya se ha señalado, el conocimiento técnico y científico tiende a desplazar a
la fuerza física del obrero del proceso de valoración del capital, como viene
sucediendo en las ramas e industrias de punta que lideran y experimentan con
mayor intensidad la revolución tecnológica; la producción en tiempo real tiende a
ser el sucedáneo de la producción según el clásico "tiempo de trabajo". El
desplazamiento del trabajo asalariado, como tendencia, también debe quedar
reflejado en la composición orgánica del capital pues la nueva tecnología,
plasmada en los equipos y maquinaria moderna, exige para su manejo una
capacidad de trabajo altamente calificada, entrenada y capacitada (además de
convenientemente disciplinada y "educada"). Los trabajadores que no tengan la
21
suerte ni el privilegio de reunir estos requisitos de calificación para ser empleados
como fuerza de trabajo del capital en las nuevas condiciones, son
irremediablemente condenados a vegetar en el mercado laboral como mano de
obra temporal, subocupada, autoempleada, o lanzados al abismo del "cuarto"
mundo del lumpenproletariado, indigentes y pobres extremos.
Aquella es la base estructural del retorno del desempleo en Europa y los Estados
Unidos, de la ampliación de la masa de marginados y desplazados en el Sur, así
como de la masificación del «ejército industrial de reserva» en todo el sistema.[11]
La globalización obliga además a replantearse el contenido de (y la utilidad
práctica de seguir utilizando) las categorías económicas tradicionales como
trabajo, empleo y producción, exigencia igualmente válida para esquemas de
interpretación distintos como los análisis neoclásico y keynesiano.
Cabe preguntar: ¿es relevante seguir planteando el conflicto político en términos
de capital y trabajo, o de «lucha de clases»? Si dos de las tres "novedades" que la
globalización nos trae consisten en la escala planetaria con que ahora opera el
capital, más la dominación en todo sentido mediante la "homogeneización cultural",
entonces es toda la sociedad la afectada y no son únicamente los trabajadores.
Pero hay una "novedad" adicional a tomar en cuenta y que abona a favor de esta
posición, a saber: El capitalismo creció y se desarrolló más de la cuenta, favoreció
a algunos países, culturas, territorios y clases sociales más que a otros, pero nos
ha comprometido a todos en la crisis ambiental. Entonces, el nuevo escenario del
conflicto es el de la aldea global donde el centro y la periferia se han
entremezclado (ya no son claramente distinguibles ni separables).
Sostener que es "toda la sociedad" la afectada corre el riesgo de llevar a
posiciones nacionalistas y proestatistas de nuevo cuño, que ponen el acento en la
confrontación entre estados fuertes y estados débiles o sus equivalentes (conflicto
Norte / Sur, países "ricos"/ países "pobres"), tal como sostendría cualquier postura
política a la usanza de la antigua balanza de poder del siglo XIX (Polanyi 1992).
Esta cuestión así planteada nos lleva necesariamente a debatir la naturaleza real
del Estado en la globalización.
La globalización, sea mediante las políticas de desregulación de los mercados
nacionales, o las modernas tecnologías y las comunicaciones en tiempo real, ha
abolido prácticamente las fronteras entre los países para la libre circulación de
capitales y mercancías. En una palabra: fronteras para los pueblos, libertad para el
capital. Pero al mismo tiempo el concepto de sociedad civil, adscrito a la primera
modernidad, ha dejado de ser tal para ser sustituido por el de la sociedad civil
transnacional, esto es, la pérdida del carácter "nacional" que encerraba el
concepto de sociedad en la sociología clásica. Por tanto, la globalización hace
desaparecer virtualmente la soberanía nacional del Estado en materia económica y
socava los fundamentos del «nacionalismo metodológico» de la primera
modernidad donde sociedad y estado aparecían integrando una misma
arquitectura (marco referencial) con base en el territorio (Ulrich Beck 1998).
¿Qué fuerza política puede tener el propugnar un Estado "nacional" en medio de
un capitalismo globalizado que literalmente destruye el empleo y expulsa a los
trabajadores hacia la precariedad (lo que se llama un capitalismo sin trabajo) y, a
consecuencia de esto, "resquebraja también la alianza histórica entre capitalismo,
Estado del Bienestar y democracia"? (Beck 1998, p. 97)
III.América Latina y la Globalización
3.1 La nueva dependencia
22
América Latina vivió un proceso de desarrollo que podría caracterizarse como de
capitalismo nacional, desde -digamos- 1945 hasta mediados de los 80 con
intervalos de políticas económicas más o menos liberales. Dornbush y Edwards
(1992) llaman "populismo económico" a todas las experiencias que tuvieron lugar
en dicho periodo, donde incluyen desde las variedades de nacionalismo estatal
hasta los experimentos de socialismo y las políticas heterodoxas. La justificación
teórica y política -para ellos- es que todas esas modalidades compartieron el
intervencionismo estatal, que distorsionaba el libre desempeño de la economía y el
cual vendría a ser el origen de todas nuestras desgracias según la reacción
neoliberal de los 80.
Sin embargo, el desarrollo del capitalismo en América Latina no hubiera tenido
lugar sin la participación / intervención del Estado, tal como aconteció en aquel
periodo. El Estado latinoamericano fue una instancia privilegiada porque allí se
definían y regulaban (políticamente) las grandes orientaciones del desarrollo, y es
la dirección económica de esa instancia la que fue decididamente disputada por
los neoliberales. Hoy en día las políticas económicas son gobernadas y
monitoreadas desde afuera por una tecnocracia internacional y desde los centros
de poder económico financiero.
La alianza que había entre capital estatal y capitalismo privado, que rigió con el
modelo de sustitución de importaciones para desarrollar los mercados internos, fue
quebrada y reemplazada por una nueva fórmula: la del minimax, que significa
menos Estado y más Mercado. Con una gran diferencia: las economías de los
países dependen, de ahora en adelante, sola y exclusivamente de los mercados
mundiales respecto de los cuales las consignas son: ¡Exportad o morir! y ¡¡creced,
creced, creced!! El Estado fue reducido y refuncionalizado para resguardar las
fronteras, mantener el orden interno y asegurar condiciones irrestrictas a la libre
entrada / colocación / circulación de capitales en cada territorio.
La adicción a las divisas sea bajo las modalidades de inversión extranjera, fondos
de cooperación o colocaciones de corto plazo, constituye uno de los mecanismos
de la nueva dependencia de muchas economías en desarrollo, entre ellas
particularmente las de América Latina, porque las políticas económicas de los
países compiten entre si a través del manejo de las tasas de interés y el tipo de
cambio en procura de atraer esos capitales para resolver crisis coyunturales
(léase: de balanza en cuenta corriente, déficit fiscal o stock de reservas
internacionales).
Lo que dichas políticas evidencian es la articulación entre el Estado y el capital
financiero internacional, la cual tiene su concreción orgánica en los acuerdos con
el FMI y el Banco Mundial (Cartas de Intención) o en estrategias más globales
(Consenso de Washington). Las políticas económicas, al menos en América Latina
y el Tercer Mundo, han dejado de ser soberanas desde hace mucho tiempo. La
adhesión a los equilibrios macroeconómicos y al fomento de una "economía sana"
de libre mercado, son los principales argumentos de un discurso supuestamente
moderno y técnico, realista y pragmático, para encubrir con un velo ideológico la
alianza estratégica de las élites empresariales, políticas y tecnocráticas con el gran
capital. En realidad, oculta también la incapacidad (política) del Estado (que en
América Latina es histórica) para tomar decisiones económicas que consideren los
intereses y necesidades de las mayorías postergadas y empobrecidas. Es
necesario, pues, introducir en los países pobres la demanda por democratización
en el manejo de los asuntos económicos de interés público, que ya tienen un
apoyo mundial con lo de Seattle y el Foro Social Mundial.
23
3.2 El Consenso de Washington (CW)
Antes del CW América Latina ya había pasado por experiencias de políticas
macroeconómicas populistas (Dornbush y Edwards 1992) y de estabilización de
corte ortodoxo, ninguna de las cuales consiguió resolver la «crisis fiscal del
Estado» (Bresser Pereira 1991) que, en cambio, en el lenguaje del consenso, está
codificado como un problema de estatismo / populismo.
El CW se puede entender como la gestión macroeconómica del capital en la
globalización. Fue concebido para remover la ingerencia del Estado en la
economía, especialmente en los países del Sur, y lo logró en las cuestiones que se
propuso hacer (privatizaciones, reducción del aparato público, desregulaciones,
apertura y libre entrada de capitales, "flexibilidad" laboral).[12] Paradójicamente, el
Estado recibió la responsabilidad de realizar con aplicación el mismo recetario en
todas partes, y por eso es también un gran perdedor. Esto permite revelar la
incapacidad de la clase política que se turnó en el poder para defender los
intereses de cada país. Dado que la sociedad siempre ha dependido del Estado en
América Latina, al perder el Estado perdió también la sociedad (exceptuando a las
élites económicas) y la clase política se desprestigió.
El CW y otros instrumentos similares tradujeron la voluntad política del Norte de
querer gobernar a las economías latinoamericanas con el mismo rasero. Los
países experimentaron la enajenación de sus políticas económicas, lo que
equivalió a una pérdida de auto-determinación.
El CW impuso a los estados latinoamericanos una doctrina económica cerrada que
bajo el manto de un "consenso" ocultaba los intereses del gran capital. La
revolución económica -mediante la cual las economías de la región son
desestatalizadas- significó también la sistemática desestructuración del sistema de
estados-nación en la región y de los esfuerzos relativamente autónomos de
integración que se habían dado, condición sine qua non para pasar hacia el
reinado del mercado (léase de las grandes transnacionales).
Las políticas económicas inspiradas en el CW y consensos similares privilegian las
variables monetarias (déficit fiscal, tasas de interés, tipo de cambio, encaje
bancario, circulante) sobre las variables reales (producción, empleo, ingresos), lo
que expresa la preeminencia del capital-dinero sobre las otras formas del capital
en el manejo de la economía de un país. La gestión macroeconómica que impone
una estrategia como la del CW se posesiona en dos áreas claves, en torno de las
cuales hace girar todo lo demás: pago de la deuda y gasto público, lo cual hace
que toda gestión macroeconómica sea convertida en asunto de fondos: cuando
hay crisis es por el factor NHP ("NO HAY PLATA"), tal como se mostró
patéticamente en Argentina.
El CW creó entonces un recetario homogéneo y estandarizado que se aplicó por
igual a todas las economías de la región, independientemente de su nivel de
desarrollo; las políticas económicas perdieron no solamente márgenes de
autonomía sino que también les enajenaron su nacionalidad, en el sentido que las
decisiones fundamentales se toman fuera de nuestros países. Se ha implantado la
costumbre de que, antes que un nuevo gobierno se instale, la "comunidad
internacional" tiene que saber qué va hacer con la economía y cuál el rumbo que
piensa seguir, y esto se conoce primero en cónclaves y reuniones especiales; pero
lo que se difunde públicamente son generalidades y lugares comunes. El
secretismo es lo que rodea a las decisiones claves de la política económica.
EL CW equivale a hablar de política macroeconómica estandarizada, que fue
24
consensuada entre todos los organismos internacionales, los países más
desarrollados y las grandes multinacionales, para "gobernar" sobre nuestras
enflaquecidas y famélicas economías. Es decir, para gobernar también a los
pobres. En tanto que consenso, impuso un lenguaje y forma de pensar que se ha
legitimado en la opinión de políticos, banqueros, empresarios y de muchos
economistas locales. Los medios masivos de comunicación lo convirtieron en un
lenguaje de sentido común que se habla y se repite todos los días, aunque muchas
veces sin que la gente entienda bien los contenidos y el sentido que se da al usar
términos técnicos (reducir el déficit fiscal, equilibrar el presupuesto, devaluar la
moneda, etc.) con las consecuencias que encierran para sus condiciones de
existencia.
Los resultados alcanzados por el Consenso de Washington son, en resumen los
siguientes:
1) En términos sociales (educación, salud, seguridad social, pobreza, empleo,
distribución del ingreso) los resultados obtenidos por las políticas económicas del
CW fueron contraproducentes en América Latina. Se profundizaron y ensancharon
la desigualdad social y la inequidad, afectando la gobernabilidad de los países. Los
perdedores de esas políticas fueron y siguen siendo los trabajadores de la ciudad y
del campo, los desempleados, los habitantes que viven en la periferia de las
ciudades, los nuevos pobres (sectores medios urbanos), las mujeres, los jubilados
y los niños.
2) En términos económicos el CW favoreció con creces -y en primer lugar- a la
banca internacional, inversionistas extranjeros, grandes compañías, financistas y
especuladores; en segundo lugar a los grupos empresariales con mayor poder
económico de cada país, esto es, a los principales exportadores y grandes
banqueros, seguidos por los capitales privados que producen para el mercado
interno y que en algunos casos son socios menores de empresas extranjeras. El
crecimiento económico -cuando se dio- se produjo en función de las decisiones y
los intereses corporativos de estos sectores, que fueron los grandes ganadores y
destinatarios del consenso.
IV.Elementos para construir alternativas desde los espacios locales
Desde hace un buen tiempo, en realidad a lo largo de los años noventa, los
ideólogos del capital y del pensamiento único han insistido machaconamente que
fuera de las políticas económicas por ellos promovidas, "no existen alternativas".
¿Es cierto? Lo único cierto es de que, desde América Latina, no ha logrado
constituirse un pensamiento crítico que cuestione los fundamentos teóricos y
filosóficos de la economía dominante, pero que al mismo tiempo vaya en procura
de brindar las bases maestras para la construcción de una nueva economía. Esto
último pasa necesariamente por una práctica junto a los sectores populares y de
todos aquellos que buscan el cambio, experimentando modalidades heterodoxas
de intercambio, organización de la producción, valorización de recursos y
capacidades, distribución del trabajo, es decir, poniendo a prueba y aprendiendo
por ensayo y error. La Nueva Economía, si es que se da, tendrá que venir
asociada necesariamente a la cuestión del empoderamiento desde los espacios
locales.
Resulta importante que el énfasis del desarrollo, puesto actualmente sobre el
crecimiento de la producción material y el consumismo, se desplace hacia una
mayor atención por el ser humano en el sentido de potenciar y liberar sus
capacidades creativas. En este nuevo contexto, que debe ser socialmente
construido, categorías como producción, valor y reproducción tendrán
25
probablemente que ser liberadas de sus connotaciones productivista, economicista
y de apropiación que tienen bajo el capitalismo.
Sin embargo, la economía política no ha desarrollado una crítica de la razón
instrumental ni del poder capitalista sino un discurso de la subalternidad,[13] con
ingredientes neoliberales sobre la "efectividad" del gasto social y eslóganes sobre
la eficiencia de los pobres. El problema de la construcción del discurso político y de
una propuesta de poder societal, corre varios riesgos como quedar encerrados
dentro del paradigma de la "onda larga" capitalista (v. gr. "consensos" de Buenos
Aires y Santiago); pero también se abren las compuertas al retorno de posturas
políticas aparentemente clausuradas como los variados nacionalismos y
populismos. De allí la importancia de actualizar la crítica del capitalismo en un
mundo globalizado, sin dejar de tentar salidas alternativas que la situación exige
sean igualmente globales.
4.1.¿Qué tipo de sociedad emerge tras el «diluvio neoliberal»?
En los países de AL, donde sobre todo se han aplicado con dureza el mismo
recetario, lo que han emergido son sociedades de sobrevivencia o fracturadas en
su tejido social ya que los impactos del ajuste agravaron y aun comprometieron las
condiciones de reproducción de la misma existencia. A diferencia del famoso relato
bíblico, quienes pudieron salvarse de ese diluvio no han sido precisamente los
trabajadores de la ciudad y del campo, ni los más pobres y necesitados.
En cambio, suponiendo que la pregunta se refiera a una sociedad que está siendo
reconstruida, es necesario hacer explícita su premisa principal (sobre el Estado). Al
respecto, ese proceso pasaría primero por la conformación de una coalición de
fuerzas políticas progresistas, "desde el centro hacia la izquierda", que haciéndose
cargo de la reforma del Estado conduzca hacia la democratización sustantiva de la
sociedad. En esto consistiría el "nuevo curso" de la política democrática en
América Latina para los próximos años.[14]
Debemos considerar que, si lo que ha emergido tras el diluvio neoliberal es una
sociedad de sobrevivencia con masas de excluidos, como lo es efectivamente en
no pocos países de América Latina, las tareas de democratización no pueden ser
dejadas para después de que las cuestiones económicas hayan sido atendidas. La
propia reforma del estado y la reforma democrática de las instituciones no pueden
marchar junto con una sociedad debilitada por tanto ajuste macroeconómico y
desprovista por eso de capacidad de organización y conciencia ciudadana para
involucrarse en los asuntos públicos, lo cual deja al régimen democrático
relativamente aislado y expuesto a los grupos de poder económico, las empresas
transnacionales y los organismos internacionales que influyen sobre las finanzas
públicas.
4.2.Democratizar los mercados
Los mercados se pueden democratizar de distintas maneras. Si abrimos el
concepto de "mercado" para incluir relaciones y prácticas más allá del mero
intercambio, la democratización de los mercados implica apostar -en el largo plazopor un proyecto de transformación de las relaciones económicas. Si además
tenemos en cuenta que el mercado es la institución fundamental del capitalismo, lo
que debemos responder al plantearnos una consigna como aquella (democratizar
los mercados) es si queremos mantenernos en la sociedad de mercado o
superarla. Se trata pues de una apuesta estratégica y no de cualquier cosa porque
detrás se halla la construcción de un poder alternativo.
26
La perspectiva de democratización de los mercados tiene que quedar inscrita en
un proceso de transición, cuya posibilidad depende de muchos factores como los
sgtes: el interés y la voluntad que pongan los actores que se involucren, los
propósitos y objetivos que se quieran alcanzar; las relaciones de producción, de
propiedad y de organización económica que se busquen innovar; la tecnología
necesaria; los recursos humanos, materiales y monetarios que se pongan a
disposición; la capacidad para generar nuevas ideas e inventiva, improvisación; las
capacidades y experiencias personales, de grupo e institucionales que concurren;
las actividades económicas, los territorios y espacios donde tengan lugar, etc. No
menos importante es que la política y la economía deben marchar juntas, ya que
los mercados realmente existentes no son entelequias y están conformados por
actores con poder económico y político, incluyendo al propio Estado. Además en
esta "aventura" se deben tomar decisiones, ejercer liderazgo y direccionar /
desencadenar procesos así como efectos multiplicadores.
Hasta no hace mucho se había vuelto vox populi postular una economía de
mercado "con rostro humano". En los hechos significaba combinar el recetario
neoliberal con un nuevo contenido de la política social: mayor asignación del gasto
gubernamental para salud, educación y seguridad social en el presupuesto +
programas de lucha contra la pobreza y el desempleo. Es lo que recomiendan
tecnócratas sensibilizados por la cuestión social como Nancy Birdsall y Augusto de
la Torre (2001). Se trata de una política social que a fin de cuentas permita poner
un poco más de dinero en el bolsillo de los pobres para que puedan consumir y
participar en el mercado, pretendiendo reducir así los niveles de pobreza crítica y
salir paulatinamente de la exclusión (si es que salen). Si esta política reactiva la
demanda agregada lo hará pero con un breve plazo de duración, ya que entre
otras limitantes depende del dinero del Estado y los fondos de ayuda (no
reembolsables) que se puedan conseguir en el exterior, además de someter a los
pobres a esta (nueva) dependencia.
Ese tipo de neopopulismo económico (y político) -si se le puede llamar asísignifica más de lo mismo, donde los mercados se democratizan para los pobres
en tanto consumidores, pero no toca (ni siquiera roza) el poder de los oligopolios y
"todos felices" porque el mercado tiene ahora "rostro humano".
Existen al menos dos maneras de entender la consigna de «democratizar los
mercados». Una, que sea asumida desde el Estado por una suerte de coalición
"progresista" que cubre desde el centro hacia la izquierda (aunque no tan a la
izquierda).[15]
La otra manera de entender el asunto consiste en democratizar y aun recrear los
mercados desde abajo, es decir, por (o con) la propia participación de los sectores
populares. Una cuestión previa a resolver es quiénes son los "sectores populares".
4.3.Las experiencias de economía popular
En muchos países de la región estas experiencias surgieron como respuestas
frente al problema del desempleo y el subempleo. Por ejemplo, los clubes de
trueque en Argentina a partir de mayo 1995, de los que tratamos a continuación.
Lo interesante es observar como se dio el proceso de desarrollo de dicha
experiencia. Empezó en una localidad próxima a Buenos Aires (Bernal) entre 20
personas, luego se propaló a todo el barrio, de aquí se expandió hacia la ciudad
dando lugar a clubes de trueque que luego se denominaron nodos, cuando la "red"
empezó a desarrollarse. El efecto demostración permitió multiplicar la experiencia,
reproduciéndola desde la gran ciudad hacia los municipios y las provincias del
27
interior. De esta manera, el fenómeno fue emergiendo a partir de la periferia
urbana para ir conquistando sucesivamente nuevos espacios (la ciudad, lo local, la
provincia). En su mejor momento, llegó a estimarse en medio millón de personas
los participantes regulares en toda la Argentina, denominados «prosumidores»,
con un movimiento que valorado a precios de mercado fluctuaba entre 400 y 600
millones de dólares al año.[16]
La difusión y marketing de la experiencia argentina se esparció rápidamente por la
región. Así, en Brasil, en la ciudad de Río de Janeiro y en el estado de
Fortaleza/Ceara; está también presente en Montevideo y Chile, en ciudades como
Santiago, Valparaíso y Aconcagua. En la subregión andina la experiencia
argentina inspiró los casos de Rumihuaico y Toctiuco, en Quito - Ecuador, y al
Centro de Servicios de San Marcos en el departamento de Cajamarca, sierra norte
del Perú.
En el mundo existen muchas otras experiencias de intercambio con moneda social,
que utilizan distintas estrategias económicas, organizativas y metodologías de
trabajo. Estos mercados "heterodoxos" constituyen al mismo tiempo una suerte de
laboratorios para ensayar instrumentos y técnicas de gestión para economías
locales (con proyección hacia lo regional), pero son también espacios de
experimentación social para reconstruir relaciones de ciudadanía, institucionalidad
y poder locales.[17]
Como toda experiencia novedosa, la de trueque con moneda social no está exenta
de riesgos, uno de los cuales es que su desarrollo no pueda sobrepasar de lo local
y se queden en prácticas que redunden en nuevas modalidades de
sobrevivencia.[18] En este punto, la capacidad para consolidar una base de
acumulación es un factor crítico o estratégico, ya que supone al menos dos tipos
de articulación: uno al nivel de actividades, entre consumidores y productores
(unidades familiares, comunidades, micro empresas, talleres artesanales), y otro al
nivel territorial entre distintos espacios mercantiles que se articulan, integran y
logran complementarse. Sobre las posibilidades y los potenciales límites que
enfrentan las experiencias de trueque, José Luis Coraggio (1998) ha tenido un
interesante debate con los líderes de la Red Global de Trueque.
Otro tipo de riesgo -a manera de tendencia externa- es que esas experiencias, a
medida que van adquiriendo notoriedad pública e importancia, puede que sean
cooptadas y formalizadas por el Estado, pues predomina el enfoque tradicional de
verlas como actividades "informales". Asimismo, tarde o temprano, la necesidad de
mantener la supervivencia de la experiencia o de desarrollarla a otros niveles, lleva
a buscar el apoyo del gobierno central y/o de las agencias del estado (ministerios,
secretarías técnicas, proyectos especiales, gobiernos provinciales). Sea como
fuere, el acercamiento desde / hacia el Estado requiere de mucha claridad política
acerca de lo que se quiere conseguir en tiempo y lugar, en términos de costos y
beneficios, de relaciones con el poder, de vinculación con otros actores
socioeconómicos, de aprendizaje y maduración, entre otros muchos elementos
que deben ser evaluados concienzudamente.
La democratización de los mercados basándose en el trueque con moneda social
no es la única posibilidad. Existen otras experiencias como las que se orientan
mediante principios de solidaridad, abarcando actividades de producción,
comercio, consumo y finanzas "solidarias". En estos casos, como en los de la
moneda social, los criterios económicos convencionales son subvertidos y la
economía se rige con una racionalidad "social" donde la calidad importa tanto o
más que la cantidad. Véase por ejemplo las formas que asume la economía de
solidaridad en el Brasil, relatado por Paul Singer (1998)
28
Existen además muchos proyectos, actividades y estrategias institucionales, que
asumen la perspectiva del desarrollo humano del PNUD, a través de los cuales se
busca igualmente democratizar a los mercados (sin ser necesariamente un
objetivo explícito), aunque en el fondo no modifican ninguna estructura de poder.
Se hace alusión particularmente a los proyectos de las ONGs, organizaciones
comunitarias y otras formas de asociación sin fines de lucro, que trabajan en
espacios locales, en las periferias de las ciudades, en ámbitos regionales mayores,
con comunidades campesinas o indígenas, con grupos de jóvenes y mujeres, con
desempleados y excluidos. Muchos de estos proyectos reciben fondos del exterior
y hasta forman parte de programas sociales del Estado; en no pocos casos -si son
proyectos de desarrollo productivo- se les exige resultados tangibles,
económicamente medibles en términos del usual costo-beneficio privado o de
costo-efectividad si son de naturaleza social. Por eso y con razón -ha sostenido
J.L. Coraggio (1999)- el paradigma neoliberal se mantiene «vivito y coleando», su
eficacia se debe a que ha sabido imponerse como parte del sentido común,
incorporándose en las prácticas de los supuestos agentes del cambio o de quienes
lo cuestionan, "introyectando sus valores y criterios en el campo democrático",
sirviendo al mismo tiempo de "argamasa ideológica que pretende dar unidad a una
sociedad que se fragmenta materialmente".
En conclusión, la democratización efectiva y real de los mercados involucra
también un cambio de paradigma, una revolución en el pensamiento, en los
hábitos y maneras de pensar, observar, investigar, conceptualizar. ¿Podremos
hacerlo desde las ciencias sociales latinoamericanas?
4.4 La propuesta del Ingreso Ciudadano (IC) [19]
¿Cuáles son los roles que en la economía y la sociedad tendría que cumplir el
Estado para volver aplicable (viable) el IC?, ¿quiénes (qué actores sociales y
políticos) deberán definir esos roles y de qué manera (condiciones de democracia
y gobernabilidad)?; el IC ¿financiarlo con recursos del exterior (endeudamiento,
donaciones, préstamos no reembolsables) o con una política redistributiva
(impuestos a la riqueza, transferencias, contribuciones de solidaridad)? La primera
opción (fuentes externas) conlleva el riesgo de manejar los recursos con criterios
populistas y de clientelismo político; la segunda, en cambio, conduce a la
negociación con los grupos de poder económico y la concertación entre actores
(partidos, organizaciones sociales, gremios empresariales), cuyas premisas
básicas son: transacción entre derechos y compromisos, apertura democrática y
disposición a los cambios.
Se corre el riesgo de confundir el IC con la noción de "ingreso mínimo vital", que
en el marco de las necesidades básicas es un ingreso para pobres e indigentes.
Otro riesgo es creer que el IC forme parte de una política asistencial de nuevo
cuño. Habría que empezar aclarando: ¿quiénes entran en la definición de
ciudadanía/ciudadano? Decir "los miembros de la sociedad" es demasiado
genérico para la realidad latinoamericana, especialmente en países donde lo
étnico convive dislocado de la ciudadanía, de la ciudad y de las políticas
ciudadanas. Una cuestión esencial: si el IC es un asunto de justicia distributiva su
rango debe ser un parámetro socialmente establecido, incentivando para ello a la
participación y diferenciando los espacios de aplicación en el país que se trate
(local, microcuenca, región, urbano y rural). De esta manera quedaría descartada
la imposición de valores únicos u homogéneos de mínimos y máximos. El IC, si es
bien entendido y practicado, puede convertirse en un instrumento de educación
ciudadana, así como en un medio para recrear la institucionalidad desde la base
social, promoviendo además el poder local (y no me refiero a los caudillismos
29
locales).
Lima, Septiembre del 2003
REFERENCIAS
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NOTAS
[1] Economista (Universidad Ricardo Palma, 1990). Consultor en desarrollo
económico local y economía regional.
[2] "Las luchas de clases moldean la división del trabajo nacional e internacional y
determinan las condiciones objetivas que se ocultan detrás de la apariencia
económica inmediata, la oferta y la demanda. A su vez, la estructura de la oferta y
la demanda constituye la base objetiva sobre las que operan estas luchas". (Samir
Amin 1981, p. 109-110). "La jerarquización de los salarios no tiene una base
objetiva de productividad o calificación. Deriva de la lucha de clases y, dentro de
ella, en gran medida de las estrategias del capital, no sólo a la escala de la
empresa sino también a la escala de la sociedad" (op. cit., p. 111).
[3] Cf. sección 7, capítulo XXIV de El Capital, Siglo XXI editores.
[4] Aníbal Quijano, «La historia recién comienza», La República, Lima, 8 de
diciembre 1996, p.25.
[5] La «nanotecnología» hace referencia a las tecnologías convergentes como
nuevo campo de investigación. En relación a ellas están asociados siglas y
nombres como BANG (bit, átomo, neurona y gene); NBIC (nano-bio-info-cogno) o
convergencia tecnológica a nano escala; Ingeniería memética; Socio-Tec. Véase el
informe «La teoría del pequeño BANG: la estrategia de las tecnologías
convergentes» donde se comenta y evalúan los resultados del Seminario:
Converging Technologies for Improving Human Performance" -Tecnologías
Convergentes para el Mejoramiento del Desempeño Humano, realizado en
Washington DC, el 3 y 4 de diciembre del 2001, organizado por la Fundación
Nacional de la Ciencia (NSF) del Gobierno de los Estados Unidos y el
Departamento de Comercio. (Revista La ONDA digital N° 132,
www.uruguay.com/laonda 22-28 abril 2003).
[6] Por ejemplo, en la semana del 12 al 16 de marzo del 2001 se produjeron caídas
bursátiles en las principales plazas de Estados Unidos, Europa y Japón, entre el 5
y 20%, ocasionando multimillonarias pérdidas o fugas de capital. Cf. Humberto
Campodónico, «En sólo una semana se esfumaron 888,000 millones de dólares»,
La República, Lima 18 de marzo 2001, p. 36.
[7] Samir Amin (2001) entiende por mundialización al proceso de polarización de la
economía que, en su forma imperialista, se está dando en torno de 5 grandes
monopolios: 1) el monopolio de las nuevas tecnologías, 2) el control de los flujos
financieros, 3) el control del acceso de los recursos naturales, 4) el control de los
31
medios de comunicación y 6) el monopolio de las armas de destrucción masiva. El
correlato político de este proceso es el nuevo "tablero mundial" en base a la ley del
valor mundializada.
[8] En un diálogo sobre el neoliberalismo, Göran Therbon (en Perry Anderson et.
al, 1997) lo define como "un conjunto particular de recetas económicas y de
programas políticos" que en términos de doctrina se inspiraron en el pensamiento
de Milton Friedman y Friedrich Hayek.
[9] "La historia recién comienza", Ibíd.,
[10] En el Perú esa política estuvo encarnada a lo largo de los setentas y los
ochentas en el «reformismo obrero-burocrático», practicado por el Partido
Comunista Peruano "Unidad", la Confederación General de Trabajadores del Perú
(CGTP), y los partidos socialistas velasquistas.
[11] La «marginalidad» como campo problemático de estudio se inscribe en el
marco de las relaciones entre el movimiento del capital y la estructura de la
población laboral. En este contexto, una sobrepoblación es relativa con respecto a
las necesidades de acumulación de capital, y en tal sentido constituye un «Ejército
Industrial de Reserva», en los términos como lo estableció Marx en el tomo I de El
Capital. Sin embargo, en las condiciones del subdesarrollo latinoamericano, parte
importante de dicha sobrepoblación tendía a crecer en la periferia urbana de las
principales ciudades e independientemente del ciclo del capital, lo cual implicaba
un excedente permanente de mano de obra que no lograba ser incorporada al
aparato productivo y terminó refugiándose en el comercio y diversos servicios,
contribuyendo al fenómeno de la "tercerización" de muchas economías
latinoamericanas. Originalmente, la cuestión estructural de la mano de obra
permanentemente excedentaria con respecto a las necesidades del capital,
buscaba ser rescatada y explicada mediante el concepto de marginalidad, asunto
que generó una de las más importantes controversias y discusiones en el
pensamiento social latinoamericano.
[12] John Williamson (1990) identifica 10 instrumentos de política económica cuyo
manejo "razonable" es apreciablemente valorado por las instituciones de Bretton
Woods (FMI y Banco Mundial) afincadas en Washington. Dichos instrumentos
están referidos al déficit fiscal, gasto público, reforma tributaria, tasas de interés,
tipo de cambio, política comercial, inversión directa extranjera, privatizaciones,
desregulaciones y derechos de propiedad. De allí que se hablara del "Consenso
de Washington".
[13] Aníbal Quijano, «La subalternización de los discursos sociales» (Quijano 1998,
13-62).
[14] En el Perú eso es lo que estaría en trance de ocurrir en los próximos años,
tras la experiencia del «centrismo» y las ambigüedades del toledismo.
[15] A finales de los 90 se llevó en Buenos Aires un cónclave de intelectuales,
líderes y dirigentes políticos de la centro-izquierda latinoamericana, buscando
hallar un consenso en torno de propuestas que ayudaran a aliviar las
consecuencias sociales de los ajustes económicos. A los acuerdos tomados se les
conoce como el «Consenso de Buenos Aires» (cf. Castañeda et al, 1998).
[16] "Diez mil personas inauguraron ayer un mercado del trueque en Quilmes".
Clarín, 2 de mayo 2001 (http://ar.clarin.com). Para la evaluación de la experiencia
argentina consúltese el documento de Ana Luz Abramovich y Gonzalo Vázquez
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(2003).
[17] Los interesados en conocer experiencias en otros hemisferios pueden visitar el
website de Community Exchange Systems in Asia, Africa and Latin America:
http://ccdev.lets.net/index2.html
[18] En los hechos ocurrió que la capacidad de manejo fue desbordada por la
concurrencia masiva, hubo emisión descontrolada de los "créditos" (uno de los
nombres que se le dio al dinero alternativo), la oferta mostraba limitaciones para
atender la gran demanda, y algunas dirigencias no fueron transparentes a la hora
de rendir cuentas; fueron algunos de los numerosos errores y dificultades.
(Abramovich y Vázquez 2003).
[19] Este es un tema lanzado y discutido en la sección Debates N° 2 de urbared
(www.urbared.ungs.edu.ar) en el 2001. Se reproducen aquí parte de los
comentarios enviados por el autor (4 de junio del 2001).
Desglobalización
Rogelio Ramírez de la O
Editorial de El Universal
Lunes 22 de marzo de 2004
Primera sección
LOS ataques terroristas registrados en Madrid confirman un mensaje que ya se repetía en
muy variadas instancias, que la globalización iniciada con la caída del muro de Berlín y la
derrota del comunismo hoy está en receso por varios años.
El terrorismo que antes tenía escala regional ahora ataca a escala internacional hacia el
corazón de la cooperación entre naciones. La lectura obligada es que si España no hubiera
participado en el grupo multinacional conocido como "coalición de los que quieren"
(coalition of the willing, en el término inglés acuñado por la administración Bush) para
atacar a Irak, no hubiera sido blanco de este ataque.
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Cada país participa en proyectos multinacionales sólo cuando los incentivos superan a los
costos de ceder parte de la soberanía. En el caso de España, enviar sus fuerzas a pelear en
un país con el cual no tenía un conflicto directo representó un costo bajo frente al incentivo
de algunos contratos petroleros, por cierto casi insignificantes. Pero otro incentivo, aunque
ambiguo, fue la expectativa de adquirir mayor presencia e influencia internacional bajo el
supuesto de una creciente globalización. Esos incentivos se derrumban hoy frente al costo
de ataques terroristas.
En la década pasada, la globalización hizo que sus incentivos fueran tangibles: inversión
extranjera, más empleos y mayor acceso para los productos nacionales a los mercados
mundiales. Todos se cumplieron mientras la economía mundial creció rápidamente. Países
que transitaron entre el atraso económico relativo y la modernización relativa, como
Hungría, Polonia, o Eslovaquia, pronto descubrieron que querían acelerar esta integración,
buscando la membresía de la Unión Europea y soñando con ver al euro circular como su
propia moneda.
Pero en el fondo todos estos países querían acercarse más y más a la única potencia
mundial, Estados Unidos. Por ello participaron en la "coalición de los que quieren" para
invadir Irak, aun a costa de separarse de los dos principales sostenes de la Unión Europea,
Alemania y Francia, y de provocar la expresión sarcástica del secretario de la Defensa,
Ronald Rumsfeld, al distinguir a la Europa vieja de la Europa nueva.
Los incentivos no son despreciables, tal y como los interpretó México y más tarde Chile, en
América Latina, cuando tuvieron la oportunidad de firmar un acuerdo de libre comercio con
Estados Unidos. En México, además de esta relación comercial, gran parte del beneficio del
acuerdo mejor conocido como NAFTA, era, según los empresarios, que las reformas
estructurales hechas por el gobierno de Carlos Salinas de Gortari quedarían amarradas para
que ningún gobierno futuro pudiera revertirlas.
Desde luego estas son expectativas racionales, pero para que dicha racionalidad sea válida
requiere de condiciones que deben cumplirse de antemano. La más importante de ellas es el
continuo crecimiento de la economía. Libre comercio, libre flujo de capitales, baja inflación
y bajos déficit fiscales sólo pueden ser duraderos con crecimiento.
Por otra parte, esquemas tan simples como libre comercio y ortodoxia fiscal que resultan
automáticamente en crecimiento nunca son válidos por tiempo indefinido. Por eso nunca
debemos perder nuestra capacidad para adaptarnos a condiciones cambiantes.
Quienes creyeron que la globalización sería en progresión lineal padecen provincialismo de
tiempo, como denominó Lionel Robbins a quienes creen que algo es novedoso cuando ya
había estado en boga hace mucho tiempo y después cayó en desuso, pues la evolución
humana tiene muchas descontinuidades.
Frecuentemente se ignora, por ejemplo, que el Patrón Oro había generado un movimiento
global aun más poderoso y duradero en los siglos XVIII y XIX, sólo para derrumbarse ante
una gran crisis mundial y finalmente recibir el tiro de gracia de la Primera Guerra Mundial.
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Hoy, a diferencia de hace diez años, el crecimiento ha fallado y por esa razón la
globalización se va a detener. Una de las causas, al igual que ocurrió con el Patrón Oro, es
la rigidez excesiva de las políticas macroeconómicas de muchos países. Frente a una
vulnerable situación económica en Estados Unidos, el resto de los países con pocas
excepciones se encuentra paralizado sin saber cómo responder.
Pero todos son temerosos y renuentes a abandonar su propia ortodoxia. Así, no reactivan
sus economías, no logran reducir sus presiones fiscales, y caen víctimas del
proteccionismo, como nos lo demuestra la Cumbre de la OMC en Cancún. Países que hace
apenas unos cuantos años mantenían sus fronteras abiertas y deseaban aprovechar la
sinergia internacional, hoy se cierran y aplican barreras al comercio, con el común
denominador de la desconfianza en el entorno global. En otra demostración de lo anterior,
la Unión Europea que hasta hace poco se quería ampliar hacia el este, hoy le dice a Hungría
que por ahora ni piense en ingresar a la unión monetaria.
México ya sufre por varios de estos problemas desde 2001, mismos que ni el gobierno ni
los empresarios esperaban. Sin embargo, no hay aún un diagnóstico correcto y por ello
sufrimos el costo de creer que nuestro crecimiento económico va a fincarse en el entorno
global. Sólo así se explica la parálisis de las autoridades ante la falta de impulso
económico, complicando en exceso la solución de problemas, que simplemente se
acumulan a futuro.
Analista económico.
[email protected]
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