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UNA SEMBLANZA DE AMÈRICA LATINA
DOLORES PADIERNA LUNA
En América Latina está surgiendo un nuevo bloque de pueblos y gobiernos de izquierda, que
están trabajando muy duro para superar la injusticia social, la violencia, la concentración de la
riqueza, la redistribución del ingreso mediante mejores remuneraciones y políticas sociales.
Brasil, Cuba, Bolivia, Argentina, Venezuela, El Salvador, Nicaragua, Ecuador, Uruguay,
Paraguay, Chile, Honduras y la izquierda en México están creando condiciones para salir del
atraso, para alcanzar los sueños de las décadas de historia, ese sueño que se expreso en la
rebeldía del Che Guevara, en el canto de Mercedes Sosa, en la obra de García Márquez, en la
poesía de Gabriela Mistral y en la resistencia pacífica de Andrés Manuel López Obrador en
México.
Tal vez el triunfo de la Revolución Cubana en 1959 marcó una nueva etapa de
transformaciones en América Latina. A pesar de ese estúpido bloqueo económico que padece
la heroica Cuba desde hace 50 años, esa gesta motivó nuevos movimiento revolucionarios en
otras latitudes y la acción organizada de distintas fuerzas de izquierda en la región; como la
elección de Salvador Allende en Chile en 1970, en triunfo de la revolución sandinista en
Nicaragua en 1979, la creación del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional en
1980, sólo por mencionar algunos. En respuesta se impuso desde Estados Unidos la política
intervencionista que hizo propalar las dictaduras militares para destruir, perseguir o
desarticular a partidos, movimientos y organizaciones de izquierda o democratizadoras.
Luego, el desmoronamiento del Bloque Social Europeo y la Perestroika en la antigua Unión
Soviética fue el motivo para que en América Latina se aplastaran verdaderos procesos
revolucionarios y de transformación. Vino el golpe de estado en Chile en 1973, la invasión
militar estadounidense en Granada en 1984, la ofensiva conocida como “guerra de baja
Intensidad” que derrotó a la revolución sandinista; la desmovilización del movimiento
guerrillero en México, la firma de los “Acuerdos de paz” en Guatemala y el Salvador, sin que
nada de ello detuviera el proceso de democratización en América Latina ni pusieran fin a los
sueños de libertad, justicia, soberanía, de millones de nacionalistas, revolucionarios y
demócratas de nuestra región latina.
Estados Unidos tuvo que modificar sus planes, dando paso a la táctica de imponer
“democracias neoliberales” que tuvieron la característica de tener una fachada de
gobernabilidad democrática y participación ciudadana en procesos electorales para imponer
en realidad su modelo de acumulación de capital en un grado superior y más agresivo que ha
causado hambre, dolor y destrucción por todas partes. La indignación, el hartazgo de nuestras
poblaciones, la extrema concentración de la riqueza, dio cause a la inconformidad y crisis
política.
Movimiento obreros, colonos, maestros, médicos, estudiantes, socialistas, feministas, etc.
organizaron los paros cívicos y huelgas que marcaron otra etapa de lucha por la
democratización de nuestras naciones, ello dio auge a luchas electorales combinadas con
movimientos sociales como ocurrió en México en 1988 con Cuauhtémoc Cárdenas candidato
de un conjunto de fuerzas progresistas y de izquierda que formaron el Frente Democrático
Nacional. Comenzó una etapa en que la izquierda ganaba espacios vetados para ella por las
fuerzas de derecha y se acude al fraude electoral y a despojar de sus victorias a las alianzas
político sociales progresistas, nacionalistas y democratizadoras.
Vino el triunfo de Luiz Ignacio Lula Da Silva en Brasil, de Néstor y Cristina Krishner en
Argentina, de Michelle Bachelet en Chile, Tavare Vázquez en Uruguay, Daniel Ortega en
Nicaragua, el de Hugo Chávez en Venezuela, el triunfo de Evo Morales en Bolivia, de Rafael
Correa en Ecuador, Alan García en Perú, el avance fundamental de Andrés Manuel López
Obrador de México que ganó la presidencia en 2006; sin dejar de mencionar al resistencia de
la revolución socialista en Cuba con Fidel y Raúl Castro; lideres de izquierda que con excepción
de México se convierten en presidentes de sus países y están desarrollando sus naciones
desde la lógica del bienestar para sus pueblos.
El fracaso del modelo neoliberal que arrojó nulo crecimiento económico, la exclusión de los
sectores populares, el incremento de las desigualdades, el desmantelamiento de la asistencia
social, empobrecimiento, desempleo, etc., abrieron poderosos movimientos sociales, batallas
ideológicas ganadas por la izquierda que han abarcado la economía, la política, la sociedad; se
están reconstruyendo los espacios democráticos, fortaleciendo los derechos civiles, sociales y
políticos, se está instaurando un nuevo modelo económico solidario y la refundación del
Estado mediante nuevas Constituciones para que las instituciones estén al servicio del bien
común y no de las elites económicas.
En otros países estamos observando un renacimiento de la participación ciudadana en la
búsqueda del sacar del poder a los gobiernos neoliberales que todavía quedan. Movimientos
que denuncian las políticas regresivas, el saqueo de los recursos naturales, los afanes
privatizadores de los gobiernos de derecha; obreros, campesinos, sectores populares
organizados, trabajadores y desempleados; movimientos masivos de indígenas, sindicalistas,
están siendo los protagonistas de grandes cambios en América Latina y tal vez el golpe de
estado en Honduras sea un acto dirigido a revertir este proceso de ascenso al poder de
gobiernos progresistas y de izquierda, quizá no solo fue fraguado por la oligarquía Hondureña,
si no que ese golpe haya contado con el respaldo de la ultraderecha de Estados Unidos, y sea
una señal de que los norteamericanos seguirán defendiendo sus intereses estratégicos.
Este foro también tiene el objetivo de brindar la más amplia solidaridad para el Presidente
Zelaya en Honduras y su pueblo que está librando una lucha de resistencia ejemplar. Hacemos
la más enérgica exigencia de que Honduras regrese a la legalidad, la salida inmediata del grupo
que tomó de facto un gobierno constituido democráticamente. Honduras necesita que las
solidaridades de todo el mundo se traduzcan en el hecho concreto de restituir en su cargo al
Presidente Zelaya.
Preocupa sin duda el acoso brutal que padece Venezuela que intenta hacer fracasar ese
proceso democrático; importuna saber que en las próximas elecciones de Bolivia esté metida
la CIA con una política divisionista para golpear al gobierno de Evo Morales; angustia el
proceso de Argentina por no tener la certeza de que ganará el socialismo o se impondrá la
derecha reaccionaria. También llama la atención la sucesión presidencial en Brasil que pueda
ganar la ofensiva de la derecha feroz contra la candidata a suceder a Lula Da Silva.
En Uruguay falta la segunda vuelta y se avizoran problemas para que José Mujica gane también
el Congreso; al igual que en Chile quieren dividir a la izquierda en la segunda vuelta aunque se
confía en los muchos avances que ha tenido el gobierno de Bachelet y Lula.
Estamos obligados a cuidar los cambios que se están haciendo en Cuba en materia económica
y política para contrarrestar el bloqueo del que es victima pero también a levantar la voz para
exigir que se quite ese obstáculo comercial que pretende matar de hambre a la revolución.
Organizar acciones para que se respete su soberanía, para que se termine esa política
injerencista, asfixiante, violatoria de los tratados internacionales. Unificar fuerzas y esfuerzos
para que ese pueblo noble, heroico, digno, libre y socialista de Cuba que ha resistido 50 años
de bloqueo imperialista triunfe y pueda firmar sus convenios comerciales y financieros con el
resto del mundo y ello signifique una nueva etapa de esplendor para la isla.
Los pueblos latinoamericanos estamos cansados del imperialismo norteamericano; la crisis
económica global de ahora significa el debilitamiento de la hegemonía unipolar de Estados
Unidos y tendrá que darse paso a un mundo multipolar. La recesión de esa economía afectó y
arrastró a las economías de América Latina, principalmente a México, el país mas afectado de
todo el mundo. Estamos dando la lucha por cambiar al gobierno usurpador que nos robó la
Presidencia de la República y que acaba de decretar junto con sus partidos de derecha en el
Congreso el aumento de impuestos para los pobres y las clases medias, el incremento mensual
a las tarifas eléctricas, de la gasolina, el gas y el diesel pero dejo intactos lo regímenes
especiales de privilegio que permiten transferir recursos públicos a los 400 grandes grupos
corporativos transnacionales mexicanos, cuyos accionistas aparecen en la lista de los hombres
mas ricos del planeta.
Urge construir una alternativa real al neoliberalismo, al imperialismo, al capitalismo. Urge
profundizar las relaciones y alianzas en América Latina; estructurar solidaridades con los
movimientos de izquierda, no dejar que el imperialismo nos derrote.
América Latina está integrada por 20 países con una población de 568 millones de habitantes
que represen tan el 8.3% de la población mundial. El Producto Interno Bruto de la región en
2008 fue de 4 billones 500 mil millones de dólares. Es una región rica en recursos humanos y
naturales, sus materias primas, su petróleo, sus minerales, sus aguas, sus tierras son los
objetivos del gran capital internacional.
Producto de las políticas neoliberales, las tasas de crecimiento económico han sido
insuficientes para alcanzar niveles de desarrollo adecuado para los grandes rezagos y
necesidades de la población. A ello se agrega la inequitativa distribución del ingreso que
caracteriza a la mayoría de los países. De acuerdo a las estimaciones de la CEPAL, luego de 6
años consecutivos de crecimiento, el PIB de América Latina se contraerá un 1.9% en 2009 lo
que equivale a una reducción del PIB por habitante de alrededor del 3%, se pronostica un
aumento del desempleo que llevaría a una tasa de desocupación del 9%.
Esta interrupción de la fase de crecimiento económico se produce en el contexto de una crisis
global cuyo origen se sitúa en los sistemas financieros de países desarrollados, pero que tiene
efectos diferenciados por las características estructurales especificas de cada país. La crisis se
ha traducido principalmente en una marcada reducción del comercio exterior y de los precios
de las exportaciones entre el ultimo trimestre de 2008 y el primero de 2009. Adicionalmente
se proyecta un deterioro de los términos del intercambio de alrededor del 12% para la región
en su conjunto. En algunos países se anticipa un impacto negativo adicional derivado de la
caída de las exportaciones de servicios a raíz de los menores ingresos por turismo, sector que
también ha resultado perjudicado debido a la gripe por el virus A(H1N1).
Además han operado otros factores relevantes mas difíciles de cuantificar, como la
destrucción de riqueza derivada de la considerable reducción de los precios de los activos y los
efectos del deterioro de las expectativas sobre la inversión y el consumo privado. En algunos
países, la evolución del consumo privado se ha visto afectada además por la reducción de las
remesas de emigrantes.
Gracias al desendeudamiento externo, el fortalecimiento fiscal, la acumulación de reservas
internacionales un una mejora en la inserción de la región en los mercados financieros
internacionales, esta se encuentra en mejor situación que en el pasado, lo que ha contribuido
a ampliar los espacios para llevar a cabo una acción que contrarreste los efectos de la crisis.
Aun cuando se proyecta un deterioro del saldo de la cuenta corriente de la balanza de pagos
de la región y una merma en los ingresos de divisas por concepto de inversión extranjera no se
prevén situaciones complicada en términos de la capacidad de los países de América Latina
para afrontar sus compromisos externos en 2009.
Dentro de la gravedad de la economía internacional, algunos indicadores permiten hacer un
análisis moderadamente optimista y avalar la posibilidad de que lo peor de la crisis haya
quedado atrás. Ello permite pensar en el inicio de un proceso de recuperación gradual en la
segunda mitad de 2009 que, sin embargo, será lento y no estará exento de riesgos. La
paulatina mejora del cuadro externo se consolidaría en 2010 y la región podría volver a crecer
a un ritmo estimado del 3.1%, que resulta inferior al observando en los últimos años y que no
permitiría revertir rápidamente el deterioro de los indicadores observados este año.
La velocidad de recuperación de la región depende de la capacidad de los gobiernos para
establecer políticas que contrarresten los efectos de la crisis, lo que a su vez depende, entre
otras cosas, de la disponibilidad de recursos para este efecto.
Las profundas transformaciones de los mercados y su creciente integración, así como los
acelerados cambios tecnológicos requieren el examen, desde una perspectiva apropiada a
cada caso, de una institucionalidad laboral desarrollada en el marco de economías menos
integradas a la economía global. Al mismo tiempo, es indispensable enfrentar las debilidades
de la institucionalidad existente, que dejan a amplios sectores en una posición desprotegida y
no contribuyen al mejoramiento de la inserción laboral de grupos excluidos sobre todo
mujeres y jóvenes con bajo nivel educativo. Es necesario avanzar en la aplicación de mejoras
tendientes tanto a aumentar la protección laboral como a favorecer el incremento de la
productividad, así como promover condiciones laborales mas justas y fortalecer la legitimidad
social de la institucionalidad.
Los retos de América Latina son enormes. Reducir significativamente la pobreza y desigualdad
debe ser la prioridad de las políticas públicas. Para ello es indispensable cambiar radicalmente
el modelo de desarrollo y la orientación de los gobierno. Queda muy claro que para mejorar el
nivel de vida de la población no es suficiente las fuerzas del mercado, son los gobiernos
nacionales los que deben asumir el compromiso ineludible de equilibrar las enormes
desigualdades existentes mediante la implementación de nuevos modelos económicos, como
lo está haciendo Venezuela, Bolivia y Brasil entre otros.
Solo por citar un ejemplo de cambio de modelo económico, Brasil comenzó desde la década
de los 90s a aplicar un modelo económico basado en el mercado interno, diversifico su
mercado externo fo9rmando el BRIC (Brasil- Rusia- India- China) un bloque económico no
formal. A logrado la autosuficiencia alimentaria y esta desarrollando una industria innovadora
con tecnología nacional, esta exportando tecnología y diversificando sus fuentes de energía
con miras a la transición energética.
En síntesis América Latina vive un proceso vertiginoso de cambios; la izquierda está avanzando
y tomando el poder político en la mayoría de los países. Hay un rechazo marcado hacia las
políticas neoliberales que ha motivado una decidida lucha por su soberanía, su democracia,
por el reconocimiento a la diversidad étnica y cultural, por la ampliación de los derechos
económicos en la búsqueda de mejores niveles de vida. En varios países donde el avance
político es mayor, se hace una crítica radical al sistema capitalista de denominación y se tiene
en perspectiva cambios estructurales que permitan un nuevo sistema económico, político y
social justo, igualitario y libertario.
La izquierda Latinoamericana enfrenta varios retos: hacer un frente común en respaldo a los
avances que ha tenido, implementar acciones de solidaridad con los movimientos sociales de
la liberación en los países cuyos gobiernos son impuestos como en Honduras y México;
impulsar políticas alternativas al neoliberalismo que disminuyan la desigualdad; fortalecer los
tratados económicos regionales que restan fuerza al imperialismo como el MERCOSUR y el
ALBA; contrarrestar el control de Estados Unidos exigiendo el restablecimiento inmediato del
Presidente Zelaya en el cargo para el que fue electo por el pueblo de Honduras el fin del
bloqueo económico a Cuba, decretado por la ONU en 18 ocasiones, instrumentando los
resolutivos del Foro de Sao Paulo y de la Internacional Socialista.
Finalmente, la izquierda resulta indispensable, es la única que puede resolver la grave
situación de exclusión y pobreza en que viven amplias mayorías en nuestros países; la que
puede luchar por la soberanía nacional, por la defensa del patrimonio, por la aplicación de
derechos sociales, la esperanza de mejorar las condiciones de vida e impulsar la
transformación a fondo que garantice la equidad social, la paridad entre los géneros, la
superación y el progreso de la población, en todos los ordenes, el desarrollo sustentable y un
modelo socialista alternativo que impulse la redistribución de la riqueza, solo puede lograrlo la
izquierda Latinoamericana.
Profundicemos pues nuestras relaciones y nuestras alianzas por el bien de las poblaciones de
nuestra región