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Mundo del
Trabajo
Seminario Nacional:
“Una mirada al
mundo del trabajo y
a los trabajadores y
trabajadoras en Chile
www.caritas.cl
Una mirada al mundo del trabajo en Chile
CONTENIDO
Presentación
Lorenzo Figueroa: Unas palabras de apertura.
Panel:
“Trabajo y Trabajadores en Chile”
Raúl González Meyer: Para repensar al trabajo como experiencia de
humanización.
Marco Kremerman: La Degradación del Trabajo en Chile: Del Salario Ético a la Calidad del Empleo.
Guillermo Sandoval: Sindicalismo: Tiempo de Repensarlo.
Reflexiones finales
Bibliograf ía
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
Presentación
Durante el mes de agosto de 2011, en el marco de las Semanas So-
ciales, la Pastoral Social Caritas de la Conferencia Episcopal, convocó a los integrantes de las Comisiones Nacionales de Pastoral de
los Trabajadores y de los Temporeros, a dialogar con profesionales
y académicos que iluminaran diversos aspectos de la realidad cambiante del mundo de trabajo, con el fin de poder actualizar miradas,
diagnósticos y revelar los nuevos desaf íos que desde esa realidad interpelan la acción de la Iglesia.
En esa oportunidad, apoyaron este esfuerzo, Raúl González, doctor
en Economía, académico de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano e integrante del Grupo Repensar la Economía; Marco
Kremerman, economista, investigador de la Fundación SOL que se
especializa en los temas del trabajo; y Guillermo Sandoval, periodista, encargado del Área de Animación Socio Laboral de la Vicaría de
Pastoral Social y de los Trabajadores del Arzobispado de Santiago. Ellos abordaron esta realidad desde los marcos conceptuales que están
construyendo una imagen del trabajo; desmenuzaron las tensiones
que viven los trabajadores frente a su realidad laboral y propusieron
nuevos estándares para analizar la situación del trabajo en Chile; y
constataron la vigencia y los desaf íos para un sindicalismo acorde a
los signos de los tiempos.
Ofrecemos las exposiciones que se realizaron en este encuentro junto con algunas reflexiones finales fruto del diálogo con los participantes, como un aporte al caminar de los trabajadores que la Iglesia
en Chile desea seguir acompañando.
Santiago, agosto de 2011
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
Unas palabras de apertura.
Lorenzo Figueroa,
Director Pastoral Social- Cáritas Chile
El objetivo de este encuentro no es sólo reflexionar, descubrir en que
está este mundo del trabajo, las transformaciones que ha sufrido en
las últimas décadas, sino también el sentido que hoy día tiene el trabajo, las condiciones en que se realiza.
Para nosotros es interesante tener un diálogo con gente que viene
de diversas instituciones con distintos puntos de vista, buscar juntos
respuestas para una tarea de capital importancia para la Iglesia como
es: la de dignificar el trabajo, como dimensión fundamental de vida
humana, y lo queremos hacer este mes de agosto, en el que se conmemora el mes de la solidaridad en recuerdo de nuestro santo, el
Padre Hurtado, y también por que el lema que estamos reflexionando este año como Pastoral Social- Cáritas es “Hablemos de justicia
social”.
Todos sabemos que nuestro país ha tenido grandes logros, grandes
avances, pero que también históricamente ha arrastrado una situación de inequidad muy grande, y así como hoy día está el tema de la
educación en la agenda pública, de igual forma el tema del trabajo ya
que también está ligado a la búsqueda, a la aspiración de este país a
lograr una mejor equidad, una mayor justicia donde se incluya a los
trabajadores y trabajadoras y a sus familias, sólo así se podrá alcanzar
el verdadero desarrollo.
Es desde este contexto que nos pareció interesante tener esta conversación, agradecemos la participación de la División del Trabajo del
Gobierno de Chile, de Fundación SOLMIRU, de FLACSO, de la Vica-
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
ría de los Trabajadores y también de personas de las diferentes diócesis que acompañan a las y los trabajadores. Sin duda esta reflexión
conjunta nos ayudará a buscar pistas para que desde nuestras instituciones, particularmente desde nuestra pastoral, podamos avanzar
en promover mejores condiciones de vida y de trabajo para nuestra
sociedad, este es el objetivo que nos hemos propuesto y por eso reitero la bienvenida y la gratitud a quienes han acogido este llamado.
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
Panel:
Trabajo y Trabajadores en Chile
Para repensar al trabajo como
experiencia de humanización
Raúl González Meyer
Académico Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
Economista, Magíster en Desarrollo, Doctor en Ciencias Sociales.
Miembro del Grupo Repensar la Economía.
Introducción
El objetivo de este artículo es reactualizar una discusión sobre el trabajo como actividad humana y sugerir que su experimentación satisfactoria debiese constituir uno de los fines del desarrollo. Significa
reponer el trabajo como actividad sobre la que se reflexiona y que es
intervenida desde propósitos utópicos, asumido con potencialidades
para humanizarse y humanizar la existencia de las personas y sociedades. En contraste con la importancia de esa re-significación del
trabajo, debemos reconocer la baja posición actual que ocupa como
objeto de reflexión. La actividad laboral ha quedado relegada de ser
pensada como esfera de realización, de humanización y de utopía.
1. Perspectivas limitadoras de la experiencia
humanizadora del trabajo
Es necesario reconocer que una discusión sobre la representación o
concepto del trabajo que existe en la sociedad forma parte del propósito de humanizarlo. En esa dirección es interesante hacer un recorri-
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
do histórico de algunas concepciones del trabajo que han eliminado
la noción de que en esa actividad se juega un contenido clave para
orientar el desarrollo.
Una primera es la consideración del trabajo como fuerza productiva,
tanto en la acepción f ísica como cognitiva de ese término. En particular, A. Smith (Blaug, M., 1985) realizó una trascendental valorización del trabajo concebido como pilar de la creación de la riqueza,
con una potencialidad de constante aumento de su productividad,
resultante de la permanente división y consecuente especialización
de los trabajos concretos. Sin embargo, la otra cara de esta valorización es que el trabajo es reducido a su calidad de fuerza productiva.
No es concebido ni se reflexiona sobre él en tanto esfera con sentido
en sí.
Más de un siglo después, esta visión fue llevada al extremo por F.
Taylor (Taylor, F, 1947), que se ocupó de la manera en que, organizacional y funcionalmente, los trabajadores podían rendir el máximo. En ese contexto, son entendidos básicamente como máquinas de
producción, de las cuales se debe disponer en la mejor forma posible.
En particular, ello condujo a la racionalización de la práctica laboral
en la dirección de la máxima segmentación del proceso productivo
y de la máxima estandarización de las tareas. El delirio taylorista del
aumento de la productividad, solo puede ser fundamentado porque,
gracias al aumento de la producción y el consumo, se va a dar lugar a
una vida mejor para las personas. Pero si esa vida mejor es el propósito, resulta contradictorio que, en función de ello, las personas sean
sacrificadas en la esfera del trabajo y su vida pueda tornarse en un
martirio. El único beneficio pensable para el trabajador es el ingreso
que le permite acceder al consumo que lo “libera” del trabajo.
Otra noción del trabajo es la construida desde un plano moral, y que
lo define como una virtud humana asociada a las ideas de laborio-
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
sidad, de uso útil del tiempo, de disciplinamiento, de superación.
Como contracara, ello levanta una condena con lo que es representado como su negación: la ociosidad, la pereza, la holgazanería, el juego, que representan conductas humanas improductivas y, en algunos
casos, pecaminosas . El no-trabajo aceptable queda concebido esencialmente como momento recuperador -a través de la recreación, el
descanso y el consumo, ponderados- para reiniciar el esfuerzo laboral. En esta visión, el trabajo aparece rescatado, pero desconectado de
su potencialidad de esfera realizadora de un bienestar. Se lo presenta
más bien como actividad disciplinada y disciplinaria, en función de
finalidades exteriores a un desarrollo humano, que aparta de otras
actividades entendidas como tiempos vacíos e improductivos (Hopenhayn, M, 1988). Esa visión del trabajo, con raíces en el protestantismo religioso, se consolida mucho más ampliamente como valor
social en la medida en que adquiere centralidad en la cultura de la
sociedad burguesa (Weber, M, 1967).
Emparentada con aquella visión, en algunas raíces religiosas hay una
noción del trabajo que lo representa como un orden de la realidad
definido por el sacrificio, consecuencia de la desobediencia respecto
de los preceptos o mandatos divinos. El trabajo es la actividad obligada para sobrevivir -es necesario ganar el pan con el sudor de la frente-, pues ya no hay más paraíso, en que todo era un don. La fuerza y
la eternidad del trabajo están en que sin él perecemos; pero también
contiene la dureza y el sacrificio de la existencia (Hopenhayn, M.
1988). Con ello, resulta una representación del trabajo en que su carácter penoso aparece como una cualidad intrínseca, no dependiente
de condiciones técnicas o sociales. De este modo, es dif ícil imaginar
o dar lugar a una visión exaltante del trabajo como fuente de humanización y realización personal, de esfera de actividad potencialmente
realizadora de quienes trabajan.
Podemos también identificar una noción del trabajo como recurso
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
clave para el desarrollo nacional, a menudo expresado como el “capital humano” para el desarrollo (Cepal, 1992). El trabajo es a la vez, macroeconómicamente hablando, un capital para la sociedad y la economía; y en un plano microeconómico, el capital con que cada persona
cuenta para su desarrollo En parte, es una noción anclada en la ya
señalada, del trabajo como fuente de la riqueza; pero en esta aparece
más nítidamente identificado como un “objeto” de inversión social y
personal. Se hace necesario mejorar la productividad del trabajo para
producir desarrollo, pero su experiencia como tal no constituye algo
establecido en el orden de las finalidades. A ello se agrega actualmente que esa calidad de recurso clave para el desarrollo debe ser aún más
destacada, pues los países están obligados a competir. Por un lado se
valora aún más al trabajo como capital humano; y por otro deviene
una actividad presionada en función de un fin todavía más abstracto y
fuera del control del trabajador: tener competitividad.
Otra visión, dominante actualmente en el mundo de la enseñanza
universitaria de la economía y con base en la teoría neoclásica, es la
del trabajo definido como un displacer y productor de desutilidad.
En tanto tal, los sujetos regulan la cantidad de trabajo que están dispuestos a ofrecer en un mercado del trabajo, buscando equilibrar el
acceso a las dos fuentes de utilidad a su alcance: la del consumo de
bienes y servicios, y la del ocio. En suma, la actividad laboral es un
mal y es la oposición a dos bienes generadores de utilidad: el ocio,
y los bienes y servicios. Este marco interpretativo no deja lugar a
las motivaciones no instrumentales o no pecuniarias presentes en el
trabajo. Además, aun cuando tal interpretación expresase parte de
la realidad, esta no es reconocida como consecuencia de las características que toma el trabajo, que para buena parte de los trabajadores
lo hacen pesado y duro. Al velar esa parte del análisis, se termina
por concederle un carácter intrínseco a situaciones que podrían ser
históricas y modificables.
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
También podríamos identificar una lectura implícita del trabajo en la
aproximación keynesiana, que prioriza el propósito del pleno empleo
para la política económica. Hay en ello una valorización del trabajo,
expresada como la preocupación central por que el sistema económico asegure empleos para todos los que lo desean. Este postulado
quedó elevado a imperativo referencial y justificatorio de la política
económica. Sin embargo, esa perspectiva ayudó a dejar en un segundo plano lo relativo a la calidad de la experiencia humana del trabajo. Considerando la centralidad que tuvo el pensamiento keynesiano
puede entenderse como válida la afirmación de que el siglo XX (hasta
el predominio del neoliberalismo) no es más el del trabajo, sino el del
empleo: un mundo donde el trabajo ya no tiene la necesidad de ser
pensado como objeto de humanización o liberación (Méda. D, 1995).
Por último, podríamos identificar un enfoque de origen más reciente
-las últimas décadas- que considera el trabajo como una actividad
que está perdiendo la centralidad estructurante de la vida moderna.
Y ello tanto en su materialidad organizadora de la sociedad, dada la
disminución de los empleos ofrecidos; como en la subjetividad, en
tanto el valor moral rector del trabajo pierde su jerarquía en la escala
de valores (Offe, C. 1992). En este sentido, hablar hoy de valorización
del trabajo iría a contramarcha de un período que aparece caracterizado justamente por un movimiento inverso: una transición desde
la “sociedad del trabajo” -propia del paradigma industrializador modernizante, ya sea en la variante capitalista o socialista- hacia una
mayor importancia objetiva y subjetiva de otras dimensiones de la
existencia -la recreación, la ciudadanía, la experiencia de lo estéticoque se autonomizan de la esfera del trabajo.
Si bien los fenómenos en que están fundados estos planteamientos
son reales, debe señalarse que resulta fuera de lugar, tanto desde una
fotograf ía del momento actual como de la proyección de tendencias
futuras pertinentes, concluir que lo que ocurre en la esfera del tra-
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
bajo ha pasado a ser secundario en la vida de las personas. Dentro
de una temporalidad analíticamente pronosticable, seguiremos ocupando una parte aún significativa de nuestras horas activas en la vida
laboral, lo que es válido para la mayoría de las personas en edad de
trabajar según nuestras definiciones. Todavía más importante es que
lo que allí nos ocurra seguirá siendo decisivo para nuestra calidad de
vida, lo que a su vez definirá una situación marcadora para quienes,
queriendo ser de los elegidos con trabajo, no lo sean.
Como síntesis de las aproximaciones destacadas, podemos decir
que el trabajo ha sido concebido como castigo, displacer, valor moral, medio para un fin externo a él -el goce de bienes o el desarrollo
nacional-, resultante y base de la demanda agregada en su forma de
empleo remunerado, y como estructurante en decadencia de la vida
y los sentidos sociales. La mayoría de tales aproximaciones presentan
ambigüedades, pues valorizan el trabajo de manera muy significativa,
pero siempre solo en calidad de un medio instrumental para otros
fines y, por lo tanto, carente de una cualidad realizadora intrínseca.
2. Perspectivas aportadoras para una
experiencia liberadora del trabajo
Como contratara de lo anterior, en un panorama histórico, desde
planteamientos humanistas, laicos y religiosos, se han elaborado
visiones del trabajo que han contribuido a destacar significaciones
que constituyen una fuente ético-filosófica para su humanización, así
como una base para la crítica a su alienación y embrutecimiento.
Una reflexión importante proviene de la filosof ía alemana del siglo
diecinueve, en especial con Hegel y Marx, que valorizan el trabajo
como fuerza creadora y creativa, propiamente humana, en que se expresa el despliegue de la humanidad. Para Marx, en el objeto produ-
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
cido el trabajador realiza su individualidad. El objeto es su creación,
y su contemplación produce la felicidad de reconocer una potencia
real en la personalidad propia (Marx, C. 1979). Estas aproximaciones
se actualizan con pensadores más recientes. Al decir de E. Fromm,
el trabajador, cuanto más desarrolla su trabajo, más desarrolla su individualidad. Moldeando y recreando la naturaleza, aprende a hacer uso de sus potencias y aumenta su destreza y su poder creador
(Fromm, E. 1966). Por oposición, el trabajo pierde capacidad de desarrollo de la individualidad cuando se despoja al trabajador de su
derecho a pensar y moverse libremente, y de aproximarse al trabajo con su capacidad creadora, su curiosidad e independencia (J. J.
Gillespie -Free Expression in Industry- citado por Hopenhayn, M.
1988), o cuando se le limita a hacer movimientos diseñados por otros
(Friedmann, G. 1961).
Una implicancia instrumental de estos planteamientos es que el aumento de la productividad del trabajo no necesita montarse sobre un
trabajador dominado y reducido a una especie de máquina. Al contrario, la productividad puede verse mejorada si el trabajo responde
a las necesidades de realización y de desarrollo de la individualidad
de los trabajadores. De allí se van a actualizar las ideas de la variedad
de funciones: de potenciar, y no limitar, el uso de las capacidades
humanas del trabajador.
En esa obra creativa que es el trabajo, el sujeto también se hace, se
construye, tanto en su realidad individual como en su realidad colectiva, entendida como humanidad. En particular, en la filosof ía de Hegel y Marx hay un ensalzamiento del trabajo en términos de expresión
y clave de la constitución e historia de lo humano y la humanidad. En
Hegel, el trabajo no solo es productor de riqueza, ni únicamente la
materia presente común a todas las mercancías que permite su intercambio -como en Smith y parte mayoritaria de la economía política
del siglo XIX-, sino que adquiere un sentido trascendente. El hombre
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
no se recrea tan solo con la conciencia o la contemplación, sino que
activamente con su creación, que es su expresión y la creación de sí
mismo. El trabajo es autocreación: a través del trabajo, el hombre
domina y transforma la naturaleza y, en ese sentido, se hace humano
y humaniza el mundo. Como totalidad, la humanidad se recrea en
un movimiento ascendente a través del trabajo (Chamley, P: 1965).
Marx refuerza el carácter central del trabajo en la historia humana y
en la definición y significado de lo humano. La historia universal es
la generación del hombre por el trabajo humano, en que el trabajo
humaniza lo natural y lo pone al servicio de la humanidad.
El diagnóstico según el cual el trabajo real no responde a su característica esencial, lo hace un trabajo alienado, lo que implica una
alienación de la naturaleza humana. Estos planteamientos fueron la
base, por una parte, de la crítica respecto de las condiciones reales en
que el trabajo existe, en particular su carácter alienado respecto de
los sujetos que lo ejercen. Por otra, de la afirmación de una postura
utópica sobre el trabajo que busca conciliar su realidad -dura y bruta- con su esencia humana; y que, para lograr tal conciliación, busca
transformar las condiciones en que el trabajo ocurre.
Otra fuente de humanización del trabajo proviene de lo que se fue
constituyendo como la moderna teología católica sobre el trabajo y
que fue desplazando la idea del trabajo como castigo. Para Santo Tomás, el trabajo humano establece una continuidad con la creación
iniciada por Dios. El acto primero y constituyente de la vida en la
lectura religiosa -la creación divina- encuentra su prolongación en
el trabajo, que es creación humana. Para San Agustín, la creación es
entendida no como acto sino como obra, como proceso en curso que
vive en el trabajo humano, por lo que en el trabajo humano es Dios
quien trabaja y continúa creando (Hopenhayn, M. 1988).
Esta concepción fue reforzada en las encíclicas sociales de los siglos
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
XIX y XX. Pablo VI señalaba que mientras más científico y mejor organizado fuese el amenaza con deshumanizar a quien lo realiza, convirtiendo al trabajador en esclavo suyo. En ese caso; el trabajo pierde
su humanidad en tanto deja de ser inteligente y libre y, por ello, ya no
es un acto creador (Hopenhayn, M. 1988). En Mater et Magistra se
señala que la justicia no está solamente relacionada con la distribución de la riqueza, sino que también radica en que se permita a los
hombres realizar su naturaleza creadora en la actividad productiva.
En este sentido, el trabajo no es concebido solo como dominación de
la naturaleza, sino también como fuente del desarrollo personal para
quien lo ejecuta. Lo contrario es olvidar el mandato divino y contrariar la propia esencia del hombre (Juan XIII, 1982).
De lo anterior podemos retomar el significado del trabajo para la existencia de los individuos, y su impacto en la posibilidad de desarrollo de
individualidad, de identidad, de satisfacción, de experimentar logro o
frustración como creador. Aunque reflexiones antiguas, ellas nos hacen volver a mirar algo que permanece decisivo en nuestra calidad de
la vida. Los elementos ligados a la alienación, a la rutinización, a la
desvalorización, a la falta de espacios creativos, siguen siendo materias
llenas de significado. Ello, no obstante que ya no concibamos ni desde
un punto de vista filosófico ni sociológico, que la centralidad del trabajo
sea aquella que encontramos en algunos de los enfoques mencionados,
en que lo propiamente humano se recrea -es decir, se origina y es producido- en el acto del trabajo. Más bien deberíamos asumir que esa
condición se construye y expresa en y desde dimensiones múltiples,
como la capacidad de experimentar la belleza, o la de percibirse y actuar como ciudadano en tanto constructor del orden público. Sin embargo, la negación de esa visión demasiado vertebral del trabajo como
estructurante de la realidad objetiva y subjetiva de la sociedad o como
exponente de “lo humano”, no puede llevar a un desconocimiento de
que lo que en el trabajo nos ocurra determinará en grados altos nuestra
afirmación, satisfacción o negación como sujetos.
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
3. Recientes fenómenos ideológico-culturales
y organizacionales deshumanizadores
En este terreno de la concepción y valoración del trabajo es importante constatar que en las últimas décadas han existido situaciones
fácticas e ideológicas o culturales que han contribuido a disminuir
la importancia o lugar del trabajo en el pensamiento emancipador o
liberador.
Primero, el aumento del poder y peso de los empresarios bajo una
aproximación dominante que trata al trabajo como un mero “costo
de producción”. Ocurre, además, un ensalzamiento de lo empresarial que invierte ciertas tendencias de las décadas anteriores de creciente reconocimiento de los trabajadores y sus organizaciones como
sujetos con derechos. Segundo, un ensalzamiento o una aceptación
acrítica de la realidad de la globalización como un espacio en el que
se debe competir duramente y en el que las mejorías laborales suelen ser vistas como una pérdida de competitividad en el mercado
mundial. Ello se refiere a los salarios y a las condiciones generales
del trabajo. Tercero, desde la década del 70 se acentuó en el mundo
la brecha entre los buscadores de trabajo y los puestos de empleo
efectivamente creados. Esto llevó, incluso, a planteamientos que produjeron un gran impacto como el de la idea del “fin del trabajo”. Esto,
por razones lógicas, ha actuado como una fuerza que focaliza y reduce la cuestión amplia del trabajo como experiencia humana hacia
el tema del empleo. Se trata menos de pensar en cómo avanzar a que
esa experiencia sea algo gratificante y humanizante, y más en centrarse en cómo tener el máximo número de puestos de trabajo para
reducir el desempleo.
Por último, hemos vivido tiempos en que el aumento del consumo
como orientación de las conductas ha adquirido una enorme centralidad y ha tendido a “sacrificar” a la esfera del trabajo, experimentán-
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
dola como un simple medio para cubrir los costos de esa necesidad
de aumentar los niveles de consumo. Podemos decir que el lugar del
consumo en la experiencia actual ha facilitado el trabajo duro y doctrinalmente debilitado. Detrás del intento de aumentar el consumo se
mezclan muchos factores diversos: alcanzar niveles mínimos dignos,
necesidad de reconocimiento e integración, angustias existenciales,
búsqueda de prestigio, necesidades identitarias, etc.
Asimismo han ocurrido cambios recientes en el plano de la organización de las empresas y la configuración de los mercados que han tendido a tener efectos negativos para las condiciones de los trabajadores. Así, las empresas han buscado disminuir sus funciones internas y
sus trabajadores estables y permanentes. Han aumentado la cantidad
de trabajadores rotatorios adaptando estrictamente su número a los
ciclos de mayor o menos necesidad que tengan de ellos. Ello ha estado asociado a los procesos de subcontratación y de terciarización del
trabajo que debilita a los trabajadores en cuanto a sus posibilidades
de obtener mejores condiciones laborales. En algunos casos frente
a ellos hay un responsable o interlocutor difuso por los procesos de
terciarización o subcontratación.
Esto suele conectarse con otro fenómeno que es la enorme concentración que se produce en la mayoría de los mercados. La gran oligopolización de los mercados hacen que coexistan, en cada uno de
ellos, algunas grandes empresas o cadenas que tienen un gran poder
sobre el mercado y suelen establecer negociaciones desde posiciones de poder fuerte. Su contracara es una gran cantidad de pequeñas
empresas en condiciones precarias, con baja productividad, bajos ingresos, bajo acceso al crédito razonable y que, por lo tanto, no tienen
muchas condiciones para generar un trabajo de buena calidad.
Lo anterior debe ser fuertemente enfatizado para el caso chileno. La
cantidad de personas y de horas que componen la fuerza y el tiempo
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
laboral, ha tendido a aumentar. Es decir, una mayor proporción de
personas y durante más horas -en especial si consideramos el tiempo
de traslado al trabajo- depende, en la calidad de su vida, de las modalidades que tenga su vida laboral. Esto, si bien no quiere ser contradictorio con la pérdida de intensidad objetiva y subjetiva del trabajo
como centro determinante del sentido de la vida de cada uno, sí nos
muestra que estamos lejos de una situación en que su importancia
sea baja.
4. La mantención en la conciencia social del
trabajo como experiencia problemática a humanizar
A pesar de lo señalado respecto de una pérdida de jerarquía del trabajo, asumido como una experiencia a transformar en la dirección
de una experiencia gratificante, ello no desaparece totalmente de la
conciencia social e individual. Más allá de la herencia o presencia de
aquellas visiones liberadoras antes señaladas, en esta no desaparición
influye el que existen realidades que terminan recordando que lo que
se juega en esa experiencia es significativo.
Lo clave es que el trabajo sigue ocupando una importante cantidad
de horas de nuestras vidas. Nuestra vida diaria está atravesada por el
trabajo. En Chile ello ha sido resaltado por la cantidad de horas que
se destinan al trabajo remunerado, a las que cabe que agregar el trabajo doméstico y no remunerado, en general. A ello habría que sumar
el aumento de lo que podríamos llamar “los males del trabajo” expresados en un volumen alto de situaciones de angustia, stress, inseguridad, que se experimentan en el trabajo. Una importante cantidad
de licencias están asociadas a situaciones de carga psicológica originadas en las relaciones con el trabajo y en las relaciones de trabajo.
Muchos signos actuales muestran que sus formas insatisfactorias, en
la medida que sobrepasan ciertos grados, han multiplicado las llama-
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
das enfermedades laborales . Es decir, aunque quisiésemos esconder
esta experiencia humana del trabajo en los subterráneos de nuestra
conciencia y no hacerla objeto de reflexión, pareciera que finalmente
ella se pronuncia de manera fuerte cuando se nos devuelve como experiencia desagradable que, además, ocupa una parte sustantiva de
nuestra vida.
Como contracara de ello está el hecho de que cuando sí resulta una
experiencia gratificante, el trabajo nos genera la experiencia de una
mejor calidad de vida. Además, la calidad de esa experiencia, puede
tener fuertes repercusiones en la calidad de vida y la posibilidad de
desarrollarnos en otras esferas complementarias, como de lo doméstico-familiar; de lo comunitario-barrial y de lo ciudadano-público.
En definitiva, la experiencia laboral constituye un factor clave de la
calidad de vida que tenemos.
Este planteamiento de un buen trabajo es no solo, entonces, un buen
deseo nacido de la especulación acerca de un mundo mejor, sino que
conceptualiza bien la experiencia vital -aunque no necesariamente
su procesamiento intelectual- de quienes trabajan. La observación
nos dice que la calidad de vida sigue ligada de manera muy importante a lo que se experimenta en el trabajo. Esta perspectiva de un
buen trabajo supone que su problemática no es reducible a la sola
disminución reducción de las horas de trabajo; sino, más fundamentalmente, se refiere al aumento de la calidad de las horas que estamos
en el trabajo.
Esta realidad de base hace que a pesar de su desvalorización antes
descrita, se creen nuevos enfoques que buscan actualizar la búsqueda de un trabajo más humanizado. Es decir, están también presentes
hechos que limitan el que haya una reducción total del trabajo -y,
por tanto, de los trabajadores- a un simple medio, y que mantienen
vigente una cierta legitimidad del propósito de un “buen trabajo”.
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
El de mayor visibilidad en las décadas recientes ha sido la idea de
“trabajo decente”, referido a la existencia de normativas y derechos de
validación internacional ligados a la Organización Internacional del
Trabajo (OIT, 1998), aunque relativamente focalizados a los derechos
de sindicalización y negociación y a identificar situaciones límites,
como el trabajo forzoso o esclavo, el trabajo infantil, o la discriminación en el empleo. Esto ha tenido el valor de no reducir la cuestión laboral solo a la disminución de las tasas de desocupación. Asimismo,
la persistencia en la Iglesia Católica de una idea de trabajo “humano”,
actualizada en Encíclicas Sociales últimas, que hacen presente tanto
el peligro como el impacto de su cosificación y precarización. También podemos señalar la herencia aún presente -a pesar del debilitamiento, en los últimos decenios, de los movimientos sindicales y de
los Estados de Bienestar- del reconocimiento de derechos laborales
durante el siglo XX. También se ha planteado que la idea de Responsabilidad Social empresarial, referida inicialmente a acciones orientadas a la comunidad en general o a la comunidad del entorno local
de una empresa, incluya también, de manera central, la relación con
los trabajadores.
En esta preocupación puede ser situada, también, la idea del salario
ético familiar -que alcanzó visibilidad social a partir de una intervención de Mons. Alejandro Goic- que busca asegurar que todo salario
asegure condiciones básicas y dignas de una familia. Es decir, el salario a partir del cual las personas pueden tener una oportunidad
para entrar a desarrollarse, en la medida que también hayan otras
condiciones.
5. Dimensiones para una aproximación
integral a la humanización del trabajo
Con la finalidad de aportar un cierto marco de referencia para pensar
al trabajo en la perspectiva de su humanización, inicialmente pue-
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
den identificarse cuatro grandes dimensiones desde las cuales dicha
experiencia debe ser aprehendida y considerada: i) el trabajo como
componente de la individualidad, identidad y satisfacción de las personas; ii) el trabajo como componente de la integración social; iii) el
trabajo como determinante del carácter de la sociabilidad; iv) el trabajo como determinante en el acceso a los bienes y servicios básicos
y aumento del bienestar.
La primera se refiere a la identidad e individualidad. Dentro de una
sociedad compleja en que cada uno de nosotros es varias cosas a la
vez y puede tener varias identidades simultáneas, aunque de distinto
grado e importancia, el trabajo debiese generar grados de identidad;
de identificación con lo que se hace, de orgullo, de conexión consigo
mismo. Abrir un campo de desarrollo laboral y profesional; de aprendizaje de nuevas materias y actividades en que uno experimenta un
desarrollo personal. Es la relación del trabajo con la constitución y la
realización de los sujetos, primeramente asociada a la del acto (potencialmente) creador que en su ejercicio está presente.
La segunda se refiere a la calidad de la sociabilidad en el espacio del
trabajo. Es decir, a aquel cuerpo de relaciones más directas de cada
trabajador y que constituyen un tipo de relaciones de proximidad.
Esto fue materia de análisis social con el desarrollo capitalista de las
fábricas que alcanza su carácter más pleno cuando, asociado al espacio del trabajo, se configura un hábitat más amplio dentro del cual se
constituye una cultura obrera (Remy. J. 1996). Este reconocimiento
debe hacerse aun cuando, hoy en día, por lo general no se den esas
relaciones de alta proximidad e implicancia integral que surgieron
en las “ciudades obreras” del pasado, y tengamos procesos más consolidados de individuación, de privacidad, de distancia, de heterogeneidades personales y de cambios de trabajo durante la vida laboral.
Dentro de esas condiciones distintas, es pensable la idea de camaradería laboral, de entorno social grato, de implicancia en un colectivo,
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
de espacio de sociabilidad gratificante, como propósitos de un buen
trabajo.
Pareciera que el trabajo puede mejorar mucho, como experiencia,
mediante el efecto vitalizador que ejercen la implicación y la participación del trabajador. Ello sería la base de una sociabilidad en la
que se vivencie una unidad con otros en la producción de bienes o
servicios. Como señala E. Fromm, muchos trabajos serían atrayentes
si fuera satisfactorio el ámbito de sociabilidad en que se desarrollan,
aun cuando sus aspectos técnicos no lo fueran tanto. Es lo que a veces se llama el “clima” o el “ambiente” laboral. Ese puede ser grato o
ingrato; puede ser refrescante o puede ser angustiante.
La tercera dimensión se refiere a la integración social que produce el
trabajo. La producción de bienes y servicios ocurre a partir de una
creciente interdependencia de unidades económicas, trabajos y lugares que contribuyen a llegar a productos finales. El trabajo bajo
la forma remunerada, y su permanente división técnica, se hacen
más estructurantes de los tejidos que configuran la sociedad. De la
“armatura” que va configurando la división social del trabajo, de las
características que ella tome, podemos concluir que va a depender
-al menos en parte- la calidad o la precariedad de esa integración. A
partir de esto, el trabajo ha sido conceptualizado desde la dimensión
de la integración social, en el sentido de “ser y sentirse parte de”. Esto
también fue objeto de pensamiento utópico sobre el trabajo. Marx
señalaba que el goce (uso) por otro sujeto del producto elaborado por
cada trabajador, le permite a este experimentar la satisfacción espiritual de que el trabajo propio satisface necesidades de otros; que su
trabajo es útil. En este sentido, constituye el medio a través del cual
se realiza su más esencial sociabilidad e integración (Marx, C. 1979).
En igual perspectiva, en el Concilio Vaticano II se señala que por el
trabajo el hombre se une a sus hermanos y les hace un servicio, puede
practicar la verdadera caridad y cooperar al perfeccionamiento de la
21
Una mirada al mundo del trabajo en Chile
creación divina (Hopenhayn, M. 1988). El trabajo está obligado a contribuir a grados mayores de integración social, generando puestos de
trabajo dignos, con reconocimiento social. En este sentido profundo,
el trabajo se nos presenta como una materia de naturaleza pública.
Por último, una cuarta dimensión, es la relación del trabajo con asegurar las condiciones materiales de la existencia (bienes y servicios).
Esto proviene, tanto de las remuneraciones que se reciben, como de
los servicios a los cuales la realidad laboral contractual da derechos.
La reproducción de la vida familiar y personal pasa a depender esencialmente de la capacidad de vender fuerza de trabajo en el mercado,
proceso paralelo al debilitamiento de otras maneras de asegurar la
reproducción personal y familiar, como la autoproducción. El Estado
Bienestar, según su realidad en cada país, fue creciendo y complementando esas rentas, en particular para quienes las tenían más bajas
pero nunca suplantó al trabajo remunerado -salvo en los regímenes
socialistas- como mecanismo esencial de acceso al consumo (Offe,
C. 1992). Si, en tanto tal, el trabajo no logra permitir los niveles adecuados de consumo, queda degradado y ve fuertemente limitadas sus
posibilidades de humanización en los planos antes analizados.
Han ocurrido en los últimos decenios dos fenómenos que se suman.
Por un lado, el debilitamiento del Estado Social; y por otro, una mayor
dificultad para la inserción y permanencia en el trabajo (Rosanvallon,
P. 1995). El mercado del trabajo se ha hecho más incierto como lugar de generación de los ingresos personales y familiares. El aumento
del desempleo y el limitado aumento en la creación de puestos de
trabajo, han ido haciendo dif ícil el que las necesidades de consumo
familiar puedan satisfacerse a través de la inserción laboral; pero, a la
vez, ésta sigue siendo el mecanismo esencial para asegurarlo.
Un buen cumplimiento de esa función por parte del trabajo, dada la
importancia que tiene, supone la consideración de varios aspectos. El
22
Una mirada al mundo del trabajo en Chile
primero es el de la estabilidad de los flujos de ingresos provenientes
del trabajo, lo que supone la capacidad de mantener baja la tasa de
desempleo y evitar que se reduzcan los niveles salariales. Esto, a su
vez, implica la capacidad de controlar o amortiguar los efectos de los
ciclos económicos, así como los efectos del aumento de productividad sobre la caída de la demanda de trabajo.
Un segundo aspecto necesario de considerar es el establecimiento de
fondos de ingresos que sirvan para mantener los flujos a los trabajadores cuando el trabajo se pierda por un tiempo (seguros de desempleo). Lo tercero es asegurar que, llegado el momento del retiro de
la fuerza de trabajo, haya seguridad de que los flujos de ingreso existirán y serán suficientes para asegurar adecuados niveles de vida, lo
que nos refiere a los sistemas de pensiones existentes, pero también
a las tasas de ocupación que la economía presente en los medianos
plazos.
Por último, este rol del trabajo como base del consumo también está
relacionado, en términos de su buen desempeño, a la estructura de
los trabajos ofrecidos, de tal manera que no haya diferenciales de ingreso demasiado altos entre las personas. Puede ocurrir que determinados niveles salariales y de ingresos sean experimentados, aun
cuando aumenten, como empobrecimiento relativo en ambientes en
que ellos son altamente concentrados.
Esta mirada amplia de los aspectos que están presentes en la experiencia del trabajo, de las dimensiones que se juegan en la experiencia
laboral nos permitiría avanzar hacia la idea de lo que sería “un buen
trabajo” y una experiencia laboral socialmente gratificante. Asimismo nos da un lente para mirar lo que está pasando con el trabajo y
cuanto está contribuyendo o se está alejando de los desaf íos a los
cuáles debe responder. En función de esos desaf íos es que es interesante considerar la realidad y las potencialidades de desarrollar ex-
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
periencias de economía social de carácter solidario, cooperativo u
otras. En ellas se dan formas de propiedad y de gestión de las actividades económicas que resultan consistentes, al menos como voluntad, con los elementos que hemos antes descritos como deseables en
la experiencia laboral. Esto nos lleva a la importancia de comprender
la economía como una de tipo plural en que coexisten sectores privados, públicos y sociales.
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
La Degradación del Trabajo en Chile:
Del Salario Ético a la Calidad del Empleo
Marco Kremerman
Economista, Investigador Fundación SOL
1.- Introducción
Actualmente en Chile, el trabajo no está cumpliendo los objetivos
fundamentales de realización, identidad, integración y satisfacción
de necesidades. Específicamente, se detectan siete complejas y preocupantes paradojas:
i) Trabajo y no me alcanza para vivir: Los bajos salarios observados en Chile, se traduce en que se configura la categoría de trabajador pobre, vale decir, todas aquellas personas que trabajan,
incluso bajo jornada completa, pero que se encuentran por debajo
de la línea de pobreza estadística. Además, existe otro grupo de
trabajadores que si bien no se sitúa por debajo de la línea de la
pobreza, recibe salarios insuficientes que no les permite satisfacer
las necesidades más básicas de su grupo familiar y debe recurrir al
endeudamiento.
ii) Trabajo y no tengo tiempo para vivir: Salarios insuficientes,
el aumento del costo de la vida y la privatización de servicios de
primera necesidad como la educación y la salud, provocan que
muchos trabajadores y trabajadoras en Chile deban trabajar en
más de un lugar o recurrir a jornadas extendidas para aumentar
sus remuneraciones. Además, el bajo poder negociación de los
trabajadores gatilla que terminen aceptando formas de trabajo al
margen del sistema de protección de derechos laborales, sin con-
25
Una mirada al mundo del trabajo en Chile
tratos y prácticamente sin limitación de jornada. El resultado de
todo ello, es que se coloniza el tiempo de vida familiar y de esparcimiento, produciéndose la paradoja de que aquella persona que
trabaja para ganarse la vida, termina perdiéndola.
iii)El Trabajo como lugar de frustración y tensión: El mal trato de
las jefaturas y los mandos medios, la baja densidad de las relaciones laborales y la inseguridad e inestabilidad permanente implícitas en las formas atípicas de trabajo, generan que el espacio del
trabajo se transforme en un lugar agreste, más que un lugar donde
las personas se realizan y desarrollan sus talentos. Los bajos niveles de sindicalización y negociación colectiva acentúan las asimetrías de poder entre empleadores y trabajadores, por tanto, los
últimos, ante el temor de perder su fuente de empleo, terminan
aceptando malas condiciones e incluso por debajo de los mínimos
establecidos por los cuerpos legales.
iv)Trabajo para consumir: En la medida que las personas no laboran en actividades vinculadas con lo que estudiaron o en lo que
desearían trabajar, el trabajo se transforma en una actividad instrumental, que permite pagar las cuentas de fin de mes para gran
parte de los chilenos o acceder al consumo de bienes y servicios
que entregan status e intentan suplir los vacíos de identidad que
ya no se encuentran en otras instituciones sociales.
v) Trabajo y no me relaciono con mi empleador ni mis compañeros: La profundización y extensión de la subcontratación, el
suministro de trabajadores, los contratos atípicos de corta duración y el uso indiscriminado del multirut, han provocado que se
atomicen las relaciones laborales y que dejen de coincidir en una
misma faena de trabajo el empleador final y sus trabajadores, erosionando los espacios de sociabilidad e identidad asociados a una
relación laboral.
26
Una mirada al mundo del trabajo en Chile
vi)El Trabajo como costo de producción: La economía se encuentra totalmente disociada de los fines que persigue el trabajo y sus
definiciones más clásicas. La aceptación del mercado de la mano
de obra y la fijación de salarios de acuerdo a la ley de maximización de utilidades, han desembocado en la consolidación de una
doctrina empresarial que considera al trabajo fundamentalmente
como un medio de producción, en la medida que su valor altera el
resultado final o las ganancias que cada compañía “quiere” obtener después de cada ejercicio.
vii)Trabajo y no soy ciudadano: Quien se endeuda o destina gran
parte de su tiempo disponible a trabajar, quien concibe el trabajo
como una actividad instrumental o, simplemente, quien no puede influir colectivamente en la determinación de sus condiciones
de trabajo dif ícilmente podrá ejercer su ciudadanía, en la medida
que no puede participar activamente de la actividad política, dado
que no tiene satisfechas sus necesidades básicas, no tiene tiempo
o sencillamente está desacoplado de la política y sus expresiones
comunitarias.
Si sumamos a este conjunto de paradojas, el pobre debate que se observa a nivel nacional en relación al trabajo, el presente y futuro se ve
poco auspicioso.
Tras la vergonzosa tragedia de los 33 mineros que quedaron encerrados bajo tierra, el Gobierno prometió un Nuevo Trato Laboral, sin
embargo, nada de ello ha sucedido, después de un año de ocurrida
la tragedia.
La actual ministra del Trabajo, Evelyn Matthei, al constatar múltiples
violaciones a las leyes laborales, como fue el caso de los trabajadores
del Supermercado Santa Isabel encerrados con llave mientras realizaban un turno nocturno, o el chofer de Pullman Bus que trabajó
27
Una mirada al mundo del trabajo en Chile
más de un mes en forma continuada, o el caso de los trabajadores paraguayos que laboraban en el fundo del empresario Francisco Javier
Errázuriz o las malas condiciones observadas en una empresa de tratamientos de residuos, ha manifestado su indignación, vinculando el
descontento social con las malas condiciones laborales (Cooperativa,
11-8-2011 http://bit.ly/pkhLBc).
No obstante, más allá de la indignación y las palabras de las autoridades, no se observan intenciones de aplicar cirugía mayor en el mundo
del trabajo. El único documento que circula y ha sido revisado por la
cartera de Trabajo, corresponde a “Los Nudos Laborales y una Estrategia de Reforma”, escrito en el CEP por Andrea Repetto y Ricardo
Solari, y su versión 2.0 elaborada por académicos de la Universidad
Adolfo Ibañez, donde participan también Solari y Repetto, además
de Francisco Del Río, Marcelo Albornoz y Andrés Allamand antes de
asumir como ministro de Estado. Se trata de un documento bajo la
lógica del ganar-ganar (win-win) que no toma como antecedente la
enorme asimetría de poder que existe entre empleadores y trabajadores y la deuda histórica que existe con estos últimos.
Aún más, el Gobierno ha centrado su discurso en materia de trabajo
en la meta de la creación de 1 millón de empleos de calidad bajo su
administración de 4 años, meta que tal como se verá más adelante
solo se ha alcanzado cuantitativamente, ya que los nuevos puestos de
trabajo, principalmente, han sido trabajos de muy baja calidad.
Finalmente, después del reajuste del Salario Mínimo, en donde el Gobierno solo estuvo dispuesto a un aumento de $10 mil -y por primera
vez en la historia se tuvo que recurrir a un veto presidencial ya que
Diputados y Senadores no llegaron a acuerdo-, la política de remuneraciones se ha desplazado a la discusión sobre el Ingreso Ético Familiar, el cual pretende delegar en el Estado la responsabilidad de los
exiguos salarios en Chile.
28
Una mirada al mundo del trabajo en Chile
2.- El Problema del Diagnóstico no Consensuado
La Fundación SOL considera que la dirección y el contenido de esta
discusión incipiente, presenta un conjunto de omisiones de carácter
estructural que imposibilitan recuperar el sentido y la valoración del
trabajo en Chile, entregando un diagnóstico errado que conducirán
a políticas erradas y que no permitirá zanjar la enorme deuda que la
sociedad chilena tiene con sus trabajadores.
No solo hay un problema de voluntad política o un disenso acerca
de los medios más adecuados para avanzar en mejores condiciones
laborales. El consenso social no existe, porque:
a) Los poderes económicos están sobre-representados en las esferas
políticas y en el parlamento.
b) No se han examinado ni problematizado las causas estructurales
que explican la situación del trabajo en Chile.
En este sentido, las condiciones básicas para el debate y la discusión
de potenciales cambios deberían ser:
• Reconocer que durante los últimos 35 años, hemos asistido a un
proceso constante de degradación y subvaloración del trabajo.
Ningún Consejo, Mesa, Comisión o Pacto, puede comenzar a sesionar sino realiza un mea culpa nacional que constate este hecho.
• El trabajo como actividad contiene un potencial liberador y es una
fuente de expresión y de generación de riqueza social, pero eso se
ha retorcido.
• Un país que no coloca en el centro al trabajo no es un país sano.
Eso está sucediendo en Chile y se refleja en los siguientes déficits
estructurales:
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
2.1.- Estrategia de Desarrollo sin Empleo
En Chile se puede observar una verdadera obsesión por el crecimiento económico, sin embargo, se desconocen las profundas heterogeneidades que estructuralmente coexisten en el aparato productivo
nacional. Esto ha posibilitado la configuración de una estrategia de
desarrollo “a la chilena”, donde participan estratos modernos, estratos intermedios y primitivos o tradicionales de la economía, encadenados bajo relaciones asimétricas, con las empresas de menor
tamaño ubicadas en las fases precarias de las cadenas productivas,
pero totalmente dependientes de las reglas del juego definidas por
las grandes empresas. El resultado de este diseño ha sido la segmentación del mundo del trabajo y el aumento de la concentración, generando un impacto limitado del crecimiento económico, vale decir, los
beneficios del crecimiento del PIB son capturados mayoritariamente
por los grupos económicos y por los altos ejecutivos de las empresas.
La regla de oro observada en los últimos años para mantener el dinamismo de la economía, es la erosión del empleo clásico asociado a un
sistema de protección de derechos, reemplazado por trabajo flexible,
desprotegido y un importante contingente de subempleados.
Luego de conocer los datos de empleo del trimestre abril-junio 2011,
el gobierno celebró la tasa de desempleo del 7,2%, sin embargo, dado
que se trata de una tasa que contiene fenómenos ocultos, desde la
Fundación SOL consideramos que para tener un adecuado diagnóstico del mundo del trabajo se requiere mirar otros indicadores y uno
de ellos es la Tasa de Desempleo Integral (TDI).
¿Por qué una Tasa de Desempleo Integral (TDI)?
• Permite tener una mirada mucho más completa del problema del
30
Una mirada al mundo del trabajo en Chile
•
•
•
•
desempleo, Incorporando el efecto de los desalentados y subempleados.
Recoge las recomendaciones internacionales de la OCDE,
EUROSTAT y Naciones Unidas conducentes a identificar con mayor precisión los grupos vulnerables.
El último informe de la OCDE, Economic Outlook 89, señala la
necesidad de incorporar el efecto de los desalentados y subempleados en la tasa de desempleo.
Es un indicador que se utiliza por los más avanzados institutos de
estadística a nivel mundial
A raíz de la crisis financiera mundial se recomienda con urgencia
construir y monitorear nuevos indicadores para seguir el desempeño de la economía. Ejemplo: informe encargado por el presidente Sarkozy a los premios Nobel de Economía Amartya Sen y
Joseph Stiglitz.
Al revisar los datos entregados por la Nueva Encuesta de Empleo
del INE, se constata que entre enero-marzo 2010 y abril-junio 2011,
mientras los desocupados y los desalentados caen, el subempleo se
incrementa en 26%, lo cual ha sido uno de los factores centrales para
explicar la disminución en la tasa de desempleo oficial registrada durante este año.
El subempleo ha llegado a su nivel más alto desde que es posible medirlo (enero-marzo 2009), con más de 742 mil personas que trabajan
jornada parcial y quieren trabajar tiempo completo, pero no encuentran ese tipo de empleo. Si esta tendencia continúa se proyecta un
mundo del trabajo con niveles aún más altos de precarización y amplia subutilización de las horas potenciales de la fuerza de trabajo.
En períodos de bonanza económica, cuando los empleos que se
crean son de baja calidad (tal como se observa actualmente en Chile),
la TDI es un fiel reflejo de la real magnitud del desempleo en la eco-
31
Una mirada al mundo del trabajo en Chile
nomía. Por ello, mientras la tasa de desempleo oficial es de 7,2%, la
TDI alcanza a 12,4%. Lo mismo sucede en las regiones afectadas por
el terremoto y las mujeres, ya que se puede apreciar que la supuesta
recuperación o la mayor participación en la fuerza de trabajo se están
dando principalmente por el incremento del subempleo.
2.2.- La amenaza a la Calidad del Trabajo
La aplicación precoz de ciertas políticas económicas, provocó un
surgimiento especialmente masivo de formas “atípicas” de empleo, a
través de la modalidad de la subcontratación, suministro de trabajadores, trabajo temporal y subempleo, que han acentuado la degradación del concepto de trabajo. Se observa una especie de “institucionalización de la precariedad” y una transformación de la economía
nacional en un conjunto de cadenas productivas en donde solo la
parte final de este engranaje se beneficia de la bonanza, desplegándose un circuito de flexibilidad funcional que termina beneficiando
a los trabajadores de mayor calificación de los sectores avanzados o
modernos de la economía.
¿Hacia dónde va el millón de empleos?
Al analizar el tipo de empleos que se han creado bajo la administración del Gobierno del presidente Piñera, los datos no son muy alentadores. Si bien, se registra una variación de los ocupados de 557 mil
entre el trimestre enero-marzo 2010 y abril-junio 2011 (vale decir, se
ha superado ya el 50% de la meta), el 62% de esta cifra son trabajos
“por cuenta propia”, “personal de servicio doméstico”, “familiar no remunerado”, o empleadores de microempresas de menos de 5 personas. A pesar de que las mujeres explican más del 55% de la variación
de la ocupación (con 308 mil empleos), sólo el 28% de estos empleos
femeninos son asalariados.
32
Una mirada al mundo del trabajo en Chile
El trabajo por cuenta propia que se observa en este período es principalmente precario, con alta presencia de jornada parcial y trabajadores de baja calificación. No se trata de emprendimientos robustos
ni profesionales independientes.
A la hora de analizar el trabajo asalariado, los datos dan cuenta que,
a nivel agregado, aumenta en 203 mil personas. No obstante, el 100%
de la variación de los ocupados asalariados corresponde a empleo tercerizado, lo cual es una señal de mayor precarización e inestabilidad
en el mundo del trabajo. A pesar de que el gobierno había anunciado
que el empleo asalariado comenzaría a aumentar y el cuenta propia
a disminuir, y se revertiría la tendencia natural de todo proceso de
recuperación económica de avanzar vía trabajo independiente, esta
situación no solo no ha ocurrido, sino que se observa una tendencia
inversa, llegando a tal punto que la participación del empleo asalariado en el total de ocupados disminuyó en los últimos 15 meses, desde
un 70,3% a un 67,8%, vale decir, 2,5 puntos porcentuales.
Junto a la TDI, Fundación SOL ha elaborado otros indicadores alternativos para dar cuenta de la calidad de los empleos en Chile. Uno de
ellos es el Índice de Empleo Protegido, el cual se define como todo
aquel empleo que cumpla con los atributos de contrato formal indefinido con protección laboral. En el trimestre abril-junio 2011 se
observa que solo un 38,9% del total de ocupados y un 52,9% de los
asalariados presentan un empleo protegido, vale decir, con contrato
escrito, indefinido, liquidación de sueldo y cotizaciones para pensión, salud y seguro de desempleo. Esto representa una disminución
en la protección del empleo en más de 4 puntos porcentuales con
respecto al trimestre diciembre-febrero 2011.
Un segundo indicador corresponde al de “Subordinados Independientes”, el cual se define como los asalariados que no tienen liquidación de sueldo, vale decir, deben enfrentar todas las normas y sis-
33
Una mirada al mundo del trabajo en Chile
temas de control de un trabajo dependiente, pero no cuentan con el
sistema de protección de derechos laborales que caracteriza a un asalariado convencional. En el trimestre abril-junio 2011, esta categoría
alcanzó un 20,6% del empleo asalariado (privado, público y servicio
doméstico), lo que equivale a 1.121.975 personas. Este porcentaje
para el caso de las mujeres asalariadas llegó a 25,2%.
Finalmente, se destaca el Indicador de Inserción Laboral, que resulta
de analizar la población en edad de trabajar (mayores de 15 años) y
su vinculación con el mundo del trabajo según distintos anillos de inserción. En el trimestre abril-junio 2011 se puede observar que mientras un tercio de los mayores de 15 años se encuentran efectivamente
inactivos, sólo un 22% tiene un alto grado de inserción (28% para
los hombres y 16% para las mujeres), definido como todos aquellos
ocupados que se registran en la Nueva Encuesta de Empleo con un
empleo indefinido formal protegido y los empleadores de empresas
de más de 10 personas y que se caracterizan por mayores niveles de
formalidad, protección, continuidad y permanencia. El 45% restante o se inserta de manera endeble a través de trabajos esporádicos,
informales o desprotegidos o presiona para entrar al mundo del trabajo. En síntesis, más de 6 millones de personas presentan serios problemas de inserción.
¿Qué sucede con los Salarios?
De acuerdo a los datos de la encuesta CASEN 2009, el 70% de los
trabajadores asalariados del sector privado reciben ingresos inferiores a $300 mil por su ocupación principal y 1 de cada 3 vive en un
hogar perteneciente a los 2 primeros quintiles. Es el fenómeno de
lo que se conoce en la literatura anglosajona como working poor o
trabajador pobre. En este sentido, la política de reajuste del Salario
Mínimo cobra enorme relevancia, en la medida que se transforma
34
Una mirada al mundo del trabajo en Chile
en “el” momento que tiene un grupo importante de trabajadores en
Chile para obtener un aumento en sus remuneraciones, sobretodo
si consideramos que la negociación colectiva solo cubre a un porcentaje marginal de los ocupados. Más de 1 millón de trabajadores
ganan el salario mínimo y a diferencia de lo que se piensa, en las
grandes empresas también se paga. Así mientras en las empresas
de menor tamaño el 22% de los trabajadores gana el mínimo, en las
empresas de más de 50 trabajadores (medianas y grandes), cerca
de un 13% se encuentra en igual situación, vale decir, las brechas
entre pequeñas y grandes empresas no son tan grandes como se
acostumbra a decir.
En el año 1995, la política de reajuste del salario mínimo consideró
un factor de equidad, lo que se vio reflejado en el reajuste que se hizo
entre 1998 y 2000, con un aumento anual real promedio de 7,6%. No
obstante, después de este aumento pactado a 3 años, nunca más se
volvió a considerar sustancialmente el factor de equidad y el reajuste
real promedio se situó en torno al 2,3%.
La política de fijar un salario mínimo que permita al menos cubrir la
línea de la pobreza para una familia de 4 personas, fue planteada hace
algunos años por el obispo Alejandro Goic a través de un llamado nacional por un Salario Ético equivalente a $250 mil. El actual gobierno
ha tomado parte de esta propuesta, pero la transformó en un Ingreso
Ético Familiar que, en vez de asegurar un pago mínimo adecuado por
el trabajo, delega en el Estado la responsabilidad.
El actual salario mínimo de $182.000, sólo permite cubrir el 65% de
la línea de pobreza familiar y alcanza para pagar el arriendo de una
pieza por $100.000, comprar 1 kilo de pan al día, movilizarse ida y
vuelta al trabajo, pagar una cuenta de luz básica y comprar 10 litros
de leche y 5 litros de parafina para calefaccionar el hogar.
35
Una mirada al mundo del trabajo en Chile
Si se mantienen los actuales niveles de reajuste del salario mínimo,
recién el año 2090 alcanzará a cubrir el 100% de la línea de la pobreza, por ello, Fundación SOL ha realizado una propuesta que no fue
considerada en el reajuste del presente año, pero que será presentada
nuevamente en la discusión futura, que consiste en un plan de reajuste de mediano plazo que involucre a este y al siguiente gobierno de tal
forma que el salario mínimo, al año 2017, pueda cubrir el 100% de la
línea de la pobreza actual, el 90% de una línea de pobreza revisada o
cerca del 70% de un Umbral Mínimo de Satisfacción.
Un resultado natural de los bajos salarios, del subempleo y de la falta
de empleo, es el grave problema de la desigual distribución de los
ingresos que históricamente arrastra la sociedad chilena y que se ha
mantenido en los últimos años. Específicamente, de acuerdo a los
datos de CASEN 2009, El ingreso autónomo per cápita en el 5% de
los hogares más ricos es 830 mayor al 5% de los hogares más pobres.
Todo lo anterior, está ocasionando que un grupo importante de los
trabajadores de Chile, laboren bajo un régimen inferior de protecciones, quedando al margen de los derechos básicos vinculados a la
condición de trabajador típico (seguridad ocupacional, participación
en las utilidades de la empresa, derecho a sindicalizarse y negociar
colectivamente, entre otras).
Lo paradójico es que gran parte de estos trabajadores pobres o
aquellos que se encuentran subempleados, laboran en sectores muy
pujantes, pero en las fases precarias de sus cadenas productivas y
ayudan a generar la riqueza que concentran los privilegiados de este
engranaje. Ante la amenaza del desempleo, a estos trabajadores se
les exige adaptabilidad, polifuncionalidad y movilidad, recurriendo a
la necesidad de ser flexible ante un entorno global muy competitivo.
Sin embargo, esta flexibilidad funcional permite que el sector moderno crezca y que las desigualdades se reproduzcan.
36
Una mirada al mundo del trabajo en Chile
Por tanto, es posible ser trabajador y no tener aseguradas las condiciones mínimas de independencia económica y social.
En un corto plazo, podríamos tener una economía con plena actividad (en donde la mayoría esté trabajando en malas condiciones pero
subsidiados por el Ingreso Ético Familiar), pero sin pleno empleo de
calidad (trabajos bien remunerados y protegidos). De esta forma,
se pretende abordar el problema de la distribución de la riqueza al
margen de la esfera del trabajo y delegar en el Estado, una negociación que debería ser resuelta por las empresas y las organizaciones
de trabajadores.
2.3.- Déficit Democrático en el Trabajo
Existe un debilitamiento profundo de los espacios colectivos en donde los trabajadores puedan democráticamente negociar mejores condiciones laborales. En Chile no más del 15% de los trabajadores están
sindicalizados y menos del 10% está cubierto por un instrumento colectivo. No todos los trabajadores pueden sindicalizarse ni negociar
colectivamente y sólo existen instancias de negociación descentralizada a nivel de empresas, que cada vez son más atomizadas e ineficaces debido a la fragmentación que éstas practican, vía división de
RUT o razones sociales.
La acumulación de riquezas se ha realizado a partir de la destrucción
de las instituciones sociales y los derechos adquiridos por los trabajadores. Resulta insólito y digno de un país subdesarrollado que todavía
se mantengan las reglas impuestas en la dictadura militar a través del
Plan Laboral de 1979, en donde se permite reemplazar a los trabajadores que están llevando a cabo su derecho legal de huelga; se protege
excesivamente el rol de los grupos negociadores y se restringe la posibilidad de negociar de manera colectiva más allá de la empresa.
37
Una mirada al mundo del trabajo en Chile
En síntesis, pocos trabajadores negocian y quienes lo hacen, negocian poco y mal.
En gran parte de los países que se denominan desarrollados, grupo
selecto al que Chile pertenece teóricamente a través de su incorporación a la OCDE, existen instancias de negociación centralizadas a
nivel nacional o por rama de actividad y un respaldo institucional,
político y social de los sindicatos. El destino de la mayoría de las personas se juega en el espacio del trabajo y por ello cualquier norma o
regla que limite la posibilidad de que los trabajadores negocien colectivamente sus condiciones laborales, es sinónimo de un gran déficit
democrático.
3.- Propuestas
Desde el retorno a la democracia no contamos con soluciones reales
para el mundo laboral. No se puede llegar a ser un país desarrollado: i) con una desigualdad extrema en los ingresos y gran cantidad
de trabajadores pobres; ii) con un crecimiento económico sostenido
pero que no beneficia a las grandes mayorías del país; iii) Con un Estado focalizado sólo en dar ayudas a los más pobres para paliar falta
de ingresos, sin promover responsabilidad de las empresas y; iv) con
profundas asimetrías de poder entre trabajadores y empresarios.
No podemos pensar en el Desarrollo sin colocar al centro una preocupación por la calidad del trabajo. Se necesita urgentemente un
cambio de enfoque. La protección de los derechos de los trabajadores
no puede ser vista como un obstáculo para la economía. En este sentido, Fundación SOL propone como punto de partida un conjunto de
propuestas distribuidas en 7 ejes temáticos:
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
3.1.- La calidad del trabajo debe ser el objetivo principal
No existe evidencia inequívoca de que empleo y desempleo dependan directamente del grado de regulación legal sobre el trabajo asalariado. A pesar de que carecemos de políticas fiscales, de fomento,
monetarias y crediticias que sean proempleo, se le exige esto a la legislación laboral. Sin embargo, no se puede culpar a la regulación
laboral por el desempleo. La legislación laboral tiene que garantizar
prosperidad para las personas que deben trabajar para vivir. No basta
contar cuántos desempleados hay; debemos conocer lo que obtienen
los ocupados con su trabajo. Por ello, se propone:
• Legislación laboral que asegure calidad.
• Fomento de políticas económicas proempleo.
• Políticas activas de empleo existentes deben reorientarse.
3.2.- Combatir la inestabilidad laboral
Se suele decir que los costos de despido son altos, pero sólo el 7% da
derecho directo a Indemnización por Años de Servicio. Además hay
normas que disminuyen el impacto para el empleador. Por tanto, el
problema real es la inestabilidad, considerando los altos costos económicos, humanos y sociales de despidos.
Los términos de contrato por el fin de la vigencia pactada o por despido decidido por el empleador, cuadriplican la renuncia o mutuo
acuerdo; por ello se propone:
• No otorgar más facilidades empresariales para despedir.
• Implementar medidas para estimular la estabilidad de los trabajadores.
• Regular legalmente los despidos masivos.
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
3.3.- Corregir las desigualdades en la subcontratación
Considerando que la Ley de Subcontratación (2007) mejoró solo algunos aspectos y que se utiliza como subterfugio para abaratar costos de mano de obra, se propone:
• Reconocer el derecho de los trabajadores subcontratados del giro
principal a recibir la misma remuneración base de los trabajadores directamente contratados en las mismas faenas. O sea, a igual
trabajo, igual remuneración.
3.4.- Concepto de empresa
Solo en el Código del Trabajo se define empresa. Es un caso inexistente en derecho comparado y que surge con el Plan Laboral (1979).
Las consecuencias negativas del multirut han sido difundidas ampliamente: dificulta la identificación del empleador, permitiendo que
las empresas contraten a los trabajadores bajo una razón social y declaren las utilidades bajo otra, y fragmentando los sindicatos y la negociación colectiva. El problema del multirut empresarial no son solo
abusos puntuales que pueden corregirse con multas, sino que la ley
es injusta al tratar de distinta forma los intereses empresariales y de
los trabajadores. En consecuencia, se propone: Derogar el concepto
legal de empresa.
3.5.- Negociación colectiva real para todos los trabajadores
La regulación de la negociación colectiva y la huelga no cumple los
estándares de la OIT. Sin embargo, ha existido y existe oposición
empresarial y política para fortalecer la Negociación Colectiva. La
40
Una mirada al mundo del trabajo en Chile
ausencia de negociación explica porqué los salarios medios que se
pagan en Chile, son indiferentes a las ganancias que acumulan las
empresas, y la debilidad de la negociación se conecta con debilidad
de sindicatos y con un derecho a huelga prácticamente inexistente.
Por tanto, se propone:
• Derecho a negociar a todos los trabajadores bajo amparo del derecho a huelga;
• Prohibir el reemplazo de trabajadores durante la huelga;
• Ampliar las materias que pueden negociarse;
• Destrabar la negociación colectiva supraempresa, permitiéndola
bajo diversos niveles.
• Prohibir grupos negociadores en empresas en que ya opere un
sindicato;
• Garantizar al trabajador que se afilie a un sindicato que se le aplicará el acuerdo colectivo que obtuvo esa organización y eliminar
la extensión empresarial de beneficios colectivos;
• Simplificar los procedimientos de negociación, mejorando el acceso a información por parte de los trabajadores;
• Reconocer sin limitaciones el derecho de huelga; y
• Reducir el plazo máximo de vigencia de los acuerdos colectivos.
3.6.- Fiscalización laboral más eficiente y efectiva
Dado que se observa una escasa capacidad institucional para que la
Dirección del Trabajo cumpla con fiscalización de leyes laborales, no
se puede seguir aprobando reformas laborales si no se cuenta con
adecuada capacidad para hacerlas cumplir. En base a esto, se propone: Aumentar el número de fiscalizadores, potenciar la carrera funcionaria y privilegiar la fiscalización preventiva.
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
3.7.- Cambios en el Sistema de Participación de los Trabajadores
en las Utilidades
Las empresas han internalizado como costo fijo el pago de gratificaciones, adoptando en un porcentaje mayoritario el pago según el
Artículo 50º del Código del Trabajo, vale decir, un 25% de las remuneraciones con un tope de 4,75 Ingresos Mínimos Legales distribuidos en 12 meses. Por esto, existen muchas empresas que obtienen
considerables utilidades, pero dado que distribuyen de esta forma,
los trabajadores solo terminan obteniendo un 1% o 2% de las ganancias. Por tanto se propone:
Recuperar el sentido genuino del sistema de participación de utilidades, generando un mecanismo en donde efectivamente se reparta
un porcentaje importante a los trabajadores (podría ser el 30% de las
utilidades financieras, de acuerdo a una definición ajustada del Artículo 47º del Código del Trabajo).
En síntesis, los llamados a aumentar la productividad, el esfuerzo y
construir confianza, a cambio de nada, supone como antecedente de
que existiera una deuda “de” los trabajadores. Sin embargo, es crucial
reconocer que Chile tiene una profunda deuda “con” los trabajadores.
Sin un sistema de relaciones laborales auténtico, representativo, y
con verdadero derecho a huelga, Chile no será un país moderno y
desarrollado.
Las innovaciones legales que proponemos en este documento permitirán un cambio de enfoque muy importante en las decisiones políticas
sobre nuestra economía: pondrán en el centro de nuestro desempeño
económico la preocupación por mejorar la calidad del trabajo. No obstante, no basta con cambios legales, además, se requieren estrategias de
desarrollo muy diferentes a las implementadas hasta ahora.
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
Sindicalismo: Tiempo de Repensarlo
Guillermo Sandoval
Periodista. Encargado del Área de Animación Socio Laboral
de la Vicaría de Pastoral Social y de los Trabajadores
del Arzobispado de Santiago.
1.- Introducción
No es fácil el tema que me piden. Provocar sobre lo sindical. Lo que
suele ocurrir generalmente entre nosotros es permitir que afloren
primero los sentimientos de identidad, de cercanía, con el movimiento sindical. Cómo no reconocer su aporte a la recuperación de la
democracia, al mejoramiento de las condiciones de vida de los más
pobres, a la construcción progresiva de mayores niveles de justicia
social.
Todo eso es cierto, pero la pregunta es si acaso es toda la verdad o hay
algo más que decir.
El desaf ío que deseo asumir es dar una mirada que -reconociendo la
enorme obra del sindicalismo en el país- nos permita alcanzar niveles
superiores, éticos y prácticos para un mejor sindicalismo. No quiero
ser pretencioso. Se trata sólo de un intento, al que deben sumarse
muchos otros.
Lo que de todas maneras deseo dejar en claro, es que lo hago desde
una valoración positiva del movimiento sindical. Más aún, desde una
identidad cercana a este movimiento.
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
Evolución Tasas de Sindicalización del Total de la Población Afiliada a
Sindicatos Activos, años 1990-2010
Tasa de Sindicalización (Pob. Afil./Asal. Sector privado+P. de Servicio+Trab. por cta. propia)
Tasa de Sindicalización (Pob. Afiliada / F.T. Ocupada)
Tasas regionales de sindicalización 2010
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
Tasas regionales de sindicalización 2008-2010
2008
2009
2010
Arica y Parinacota
Tarapacá
Antofagasta
Atacama
Coquimbo
Valparaíso
Metropolitana
O'Higgins
Maule
Bío Bío
Araucanía
Los Ríos
Los Lagos
Aysén
Magallanes
2.- La perspectiva cristiana del trabajo
Demos primero una mirada al concepto cristiano sobre el trabajo.
Una breve mirada. Sólo para recordar desde donde hablamos.
La Iglesia tiene una larga tradición de identidad con el mundo del trabajo. Desde el Génesis: “ganarás el pan con el sudor de tu frente”, que
es una frase que ha motivado a algunos para afirmar que el trabajo
es una maldición; cuando en realidad es una invitación divina a todo
ser humano para dar lo mejor de su propio ser; es una invitación a
participar en la Creación.
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
Me gusta mucho, porque es explicativa, la frase del Padre Hurtado:
“El trabajo puede ser definido como el esfuerzo que se pone al servicio de la humanidad; personal en su origen, fraternal en sus fines,
santificador en sus efectos”. Con razón el cardenal Silva Henríquez
decía que cuando un trabajador está cesante, una parte de la Creación queda sin hacer.
También el Padre Hurtado dice que “el trabajo es una esfuerzo fraternal, es la mejor manera de probar el amor por los hermanos, responde a las exigencias de la justicia social y de la caridad”.
Dicho de otra manera, y para abreviar, nuestra concepción sobre el
trabajo se funda en una antropología cristiana: el hombre y la mujer
son creatura y criatura de Dios. Más aún, somos parte del Cuerpo
Místico de Jesús. ¡Cada uno de nosotros es parte de Cristo! De allí
surge nuestra dignidad de personas: somos hijos de Dios. Somos hermanos de Dios en Jesús el Cristo. Y como el propio Jesús, asumimos
el trabajo de nuestras manos y de nuestro intelecto como una forma
de continuar la obra creadora de Dios. En definitiva, no es el trabajo
lo digno, sino la persona que lo realiza. Nos preocupa la dignidad del
trabajador .y por ello defendemos sus derechos.
Tampoco está de más agregar que el trabajo tiene diversas dimensiones. Una de ellas es su condición de espacio de socialización. Las
personas permanecen en su actividad laboral más tiempo del que dedican a la familia. Allí se relacionan con otros que viven en su misma
condición, que tienen sus mismos intereses, que muchas veces son
contrapuestos con los de aquellos que representan el capital. Para la
defensa de esos intereses en condiciones de mayor equidad, se hace
necesario el sindicato.
Hay quienes preguntan si es necesario el sindicalismo, acaso está
vigente hoy, o se trata de una organización correspondiente a otro
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
tiempo y que debería dejarse en los museos. La respuesta de la Iglesia sigue siendo la de siempre; un especial apoyo y reconocimiento
a la labor de los sindicatos a la organización social de los trabajadores. Es que la agregación de los intereses de los trabajadores no puede darse en otra entidad que no sea el sindicato. “Una función bien
definida del sindicato, es la de representar a los trabajadores en la
determinación de sus condiciones de trabajo. El día en que todos estos problemas estén solucionados, que la sociedad tenga estructuras
plenamente humanas, ese día dejarán de ser necesarios… Hoy día no
sólo son necesarios; son imprescindibles”, escribía en 1950 Alberto
Hurtado. Esa es una afirmación primera y permanente.
Obviamente, las condiciones señaladas para que dejen de existir aún
no se logran. Nadie podría señalar en serio que la sociedad o la mayor parte de las empresas chilenas gozan de condiciones plenamente
humanas. Ejemplos hay muchos. ¿Cuántos son los trabajadores que,
teniendo trabajo y contrato, viven bajo la línea de pobreza? ¿Cuántos son los trabajadores que disponen de un ambiente laboral digno?
¿Cuántos deben trabajar muchas más horas extras que las legalmente permitidas? ¿Cuántos deben buscar el sustento suficiente en una
segunda ocupación? ¿Son suficientes los metros cuadrados en que
viven muchos de los trabajadores? La segregación de la ciudad -la
inequidad territorial- lleva a preguntarse ¿qué proporción de su vida
pasa un trabajador arriba de un bus? O, ¿cuántos caminan largos trechos, porque el pasaje de ida y vuelta es más de un kilo de pan para
su familia?
¿Cuál es la calidad de la educación a la que pueden acceder sus hijos?
Y si logran llegar a la educación superior, ¿por cuántos años estarán
endeudados ellos y sus hijos para conseguir ese nivel? ¿Por qué este
año han aumentado tanto los comedores o los cupos en los comedores populares de la Iglesia de Santiago? ¿Qué niveles de capacitación
tienen posibilidades reales de alcanzar?... ¿por qué?… ¿por qué?
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
Son muchas las interrogantes que no nos permiten aprobar el examen que proponía el Padre Hurtado.
Frente a esa realidad, muchas veces la otra: ¡riqueza ostentosa y codicia sin límites! Esto no es sino la siembra de vientos. El santo chileno
hablaba con palabras de verdad: “si los poseedores de la riqueza se
niegan a acceder a las legítimas demandas del trabajador, son ellos
mismos quienes encienden la lucha social”.
Entremedio, para ser correctos, también hay quienes tratan de establecer un espacio de justicia. Trabajadores y empresarios que buscan
mejores caminos para que el crecimiento se transforme en desarrollo. Lamentablemente, no la mayoría. Porque los más, como afirma el
dicho popular, “tiran para su santo”… sólo que ese santo no es Alberto
Hurtado. Estos datos forman parte de una segunda afirmación.
Vivimos aún situaciones de grave desconfianza: razones históricas;
abusos e ideologismos, anteriores y posteriores al golpe de Estado de
1973. Razones que hoy no deberían serlo, aún nublan las relaciones
laborales. Esto ya no debería escribirse en estas páginas, pero sigue
siendo una realidad. Es una tercera afirmación.
Y las tres, nos permiten decir, sin temor a equivocarnos, que no vivimos una sociedad plenamente humana. Entonces, por cierto que “es
evidente que los trabajadores necesitan del sindicato”. Porque todos
deben tener participación más justa en los bienes dados por el Creador ¡para todos!
Lo que el Padre Hurtado llamaba “redención proletaria”, es decir, la
construcción del Reino de Dios desde ya mismo, “ha de ser obra del
propio pueblo organizado en torno a sus intereses gremiales, sin mezcla de otra consideración”. Esto es una aplicación concreta y correcta
del Principio de Subsidiariedad de la enseñanza social de la Iglesia.
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
3.- La vigencia del Sindicato y sus desafíos
Por ello es necesario el sindicato, y ningún servicio de bienestar, por
excelente que sea, podrá reemplazar el gesto digno de la defensa de
sus intereses, de crecimiento humano. Ningún paternalismo puede
reemplazar lo que el hombre y la mujer construyen con su propio
esfuerzo: tampoco es posible suplantarlos en la construcción de mejores condiciones laborales. Eso daña a la persona humana, la achata,
la empobrece. Por ello, también, es que las prácticas antisindicales
que desarrollan algunos empresarios -no pocos, por desgracia- son
tan contrarias al querer de Dios, por que con ellas se está agrediendo
la dignidad de las personas, el primer Principio y fundante de la Doctrina Social de la Iglesia.
Me preguntaban hace poco si San Alberto Hurtado seguiría creyendo en el sindicato. No me cabe duda que seguiría siendo un entusiasta de la organización sindical. Pero tampoco cabe duda que no sería
complaciente con su organización: en primer lugar, porque siempre
gustaba del camino más dif ícil cuando había que escoger entre varios. El nos diría con toda claridad que la organización sindical de
hoy requiere una profunda revisión y lo diría desde la afirmación de
su importancia. Y coincidiría también con lo que la mayor parte de
los chilenos dice, según la reciente encuesta de CERC: los sindicatos
son legítimos y deberían tener alta aprobación por parte de la ciudadanía.
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
Legitimidad de los Sindicatos
Mar '98
Oct '07
May '11
73
60
30
54
27
14
Los sindicatos están
obsoletos
10
Los sindicatos no están
obsoletos
19
13
NS/NR
3.1.- Realismo sindical
El Padre Hurtado proponía lo que llamaba un movimiento sindical
realista, “aquel que lucha por un nuevo orden, y este no es materialista, sino humano, centrado en la grandeza del hombre”. Un sindicalismo que prepara el advenimiento de una sociedad que “asegure el
respeto de la persona y su pleno desarrollo espiritual, f ísico y económico. En una palabra, que asegure el perfeccionamiento del hombre
en sí mismo y en su vida familiar y social”. Una organización que promueva el perfeccionamiento entre sus miembros: técnico para mejorar su empleabilidad; económico, promoviendo el ahorro, alcanzar
una propiedad (una vivienda propia), con adecuadas leyes sociales; y
moral, acentuando y defendiendo la dignidad de la persona humana
y el respeto de su libertad.
Una organización que no se detiene en las conquistas inmediatas,
sino que mantiene la vista fija en un nuevo orden económico-social
que esté “orientado al bien común y basado en una economía humana”.
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
3.2.- Sindicalismo y política partidista
Tenía claro que la organización, en oportunidades, suele ser transformada “en un feudo político o en un medio de dominio de unos
cuantos caudillos que han aprovechado de él para medrar, cuando no
se han alzado con los fondos sindicales comprometiendo el porvenir
de la clase trabajadora, su honra y su bienestar”.
Ciertamente hoy, como ayer, denunciaría esta situación. Lo haría,
desde la perspectiva de la búsqueda de la verdad y aspirando a un
mejor sindicalismo. “El sindicalismo no rehúye el trato de los políticos; lo busca para bien de la clase trabajadora, pero no se vincula
(no se amarra, en palabras de hoy) con ningún partido determinado”,
porque en su caminar busca construir “un nuevo orden de justicia
social, y habrá justicia social cuando sea el bien común y no el interés
particular el que regule la distribución de los bienes”, cuando se tenga
en consideración que “el hombre (y la mujer) tienen dignidad y derechos sagrados que nadie, ni el capital, ni el Estado, ni la clase trabajadora pueden sacrificar”. De paso, podemos decir hoy, la aplicación
concreta del Principio del Destino Universal de los Bienes.
3.3.- Capacitación sindical
San Alberto Hurtado miraría el nivel de la discusión y las propuestas sindicales y -de seguro- diría que para fortalecer al movimiento
de los trabajadores organizados, es necesario que sus dirigentes se
preparen para ser actores respetados en la discusión pública. “El sindicalismo debe adaptarse a las nuevas condiciones de la economía
moderna. (…) Las organizaciones sindicales en el futuro no podrán
desempeñar adecuadamente su cometido, si no están dirigidas por
hombres de gran capacidad y sólida formación técnica”.
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
No se trata de un tema menor. El prestigio de una organización pasa
por la calidad de sus dirigentes. No sólo por ser combativos o carismáticos, sino porque esa valentía que expresa al calor del corazón,
debe ir siempre acompañada de la racionalidad e inteligencia de las
propuestas.
Es preciso acentuar los programas de capacitación, especialmente
para nuevos dirigentes, aquellos llamados a traer aire fresco a la organización y a complementar el trabajo de quienes tienen experiencia.
El cuidado de los puestos de trabajo, el resguardo de los intereses
de los trabajadores en su condición de consumidores, la solidaridad
con quienes no tienen trabajo, son -entre otros- temas que también
requieren de la responsabilidad social del sindicato.
Hay que decirlo, también existen dirigentes que lo son casi exclusivamente para contar con un fuero que asegure su propio puesto de
trabajo. Nada más ajeno al sentido profundo del sindicalismo, cuya
aspiración suprema es “conseguir y asegurar el respeto a la persona
humana y su desarrollo espiritual, f ísico y económico. En una palabra, el perfeccionamiento del ser humano en sí mismo y en su vida
familiar y social”.
3.4.- Incorporación de la mujer
Otro desaf ío relevante hoy, es la incorporación de la mujer a las tareas sindicales. La mujer ha ingresado con fuerza al mundo del trabajo. Es una necesidad para superar la pobreza, pero esa es solo la
justificación económica de este fenómeno. La mujer no solo quiere
salir de su casa para cumplir un rol económico de proveedora en su
hogar, aunque sea cierto que, en muchos casos, es el soporte de su
familia. También debemos reconocer que en los tiempos actuales la
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
mujer desea realizarse personalmente en el desarrollo de sus capacidades laborales. Es una realidad nueva, cultural y social, además de
económica.
Sin embargo, en esta realidad, el sindicato ha permanecido como un
espacio esencialmente masculino y este es un desaf ío para el movimiento sindical.
Tasa de sindicalización según sexo
Hombres
15,3
8,2
2002
16,1
8,9
2003
15,7
15,3
14,7
Mujeres
14,6
9,6
9,6
9,2
9,6
2004
2005
2006
2007
15,0
15,9
11,7
12,3
2008
2009
15,3
11,6
2010
3.5.- Transparencia
Otro de los problemas acuciantes del sindicalismo chileno, es su dispersión. Su fragmentación.
Sin duda que mayor unidad es más fuerza y que la legislación actual
no facilita esa unidad, pero son al menos dos los caminos que se deben que revisar sobre este aspecto. La legislación es uno, y también
en qué medida las propias prácticas sindicales ocasionan la falta de
unidad. Algunas de ellas son las que tienen que ver con la transparencia de la gestión.
53
Una mirada al mundo del trabajo en Chile
Diversas críticas han sido hechas públicas en el último tiempo y,
aceptando que puede tratarse de maniobras destinadas a desprestigiar al propio movimiento sindical, es esa –justamente- una razón de
más fuerza que obliga a la mayor prolijidad en la gestión. No deben
dejarse flancos para el deleite de quienes no comparten la idea de la
existencia de los sindicatos. Además, porque estas críticas también
han surgido desde el interior del propio movimiento sindical.
En nuestra opinión, representar a miles de trabajadores, obliga a la
mayor transparencia sobre al menos dos aspectos fundamentales: las
finanzas, desde luego. Quien paga una cuota debe saber en qué se
ocupa su dinero.
Sin embargo, tan importante como lo anterior o más, es la publicidad de las cifras de afiliación de cada organización. Si hiciéramos el
ejercicio de sumar la cantidad de afiliados que dice tener cada central
sindical, seguramente no tendríamos argumentos para hablar de baja
en la tasa de sindicalización nacional. Mucho menos si agregamos
que una suma casi similar a la de sindicalizados cuyos sindicatos pertenecen a las centrales, no están en ellas.
Sería bueno -para fortalecer al movimiento sindical- que sean públicas las cantidades de afiliados por sindicatos y en representación de
cuántos votan en cada ocasión. Que sean el autocontrol y el control
social, los que señalen si efectivamente las cifras son correctas o están infladas. Nada fortalecería más a los sindicatos que sus datos de
finanzas y afiliación fueran públicos, sin intervención de organismos
estatales, sino simplemente sujetos al control social y al propio y auténtico autocontrol de organizaciones sindicales.
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
3.6.- Unidad sindical
Los datos anteriores, la verdad no nos cabe duda, ayudarían también
a los procesos unitarios. El Padre Hurtado era muy claro al respecto:
“si el trabajador (…) quiere completar su libertad política con su libertad económica; si quiere asumir la parte de responsabilidad que le
incumbe en la dirección del trabajo, en la reforma de las estructuras
económicas de su país y del mundo, no tiene más que un camino:
unirse a sus compañeros de trabajo”. En palabras de la Doctrina Social de la Iglesia, el Principio de Participación.
Agrega enseguida el mismo Padre Hurtado que no se puede “perder
de vista la necesidad que tiene de tender a la unidad de la clase trabajadora”, y añade como condiciones para ello “la unidad de la clase
trabajadora no se puede obtener presionando las conciencias y la libertad de los sindicatos para obligarlos a entrar en organizaciones
que no son de su agrado, no impidiéndoles a veces por la fuerza y
con actos de matonaje determinadas consignas: esa unión es una tiranía tan grave y a veces peor que la que pretenden sacudir y lastima
penosamente la dignidad del trabajador”. Más aún, agrega que “para
asegurar las conquistas de la clase trabajadora, hay que obtener su
unidad de acción, mientras la pluralidad de organizaciones asegura
la libertad de la persona”.
3.7.- Diálogo social
Desde esta realidad, es posible asumir plataformas y estrategias para
defender a sus afiliados. El cristianismo social, “reconoce la existencia de la lucha de clases y quiere suprimirla, suprimiendo la causa del
conflicto, que es la injusticia social, la explotación del trabajador”. Es
decir, para no correr el riesgo del conflicto social, tan costoso para
el crecimiento de un país, es necesario invertir en justicia social, tan
55
Una mirada al mundo del trabajo en Chile
rentable para la economía, para las conciencias y para la salvación de
las almas.
Agregaba el Padre Hurtado que la sola existencia del sindicato es
bastante en muchos casos para que el entendimiento se produzca
entre patrones y trabajadores en un plano de armonía y justicia. No
cabe duda que propugnaba un estilo de negociación que hoy la OIT
denomina diálogo social: “buenas condiciones de trabajo -decía- no
pueden obtenerse sino en una industria próspera en la que capital y
trabajo colaboren armónicamente”. No me cabe duda que el Padre
Hurtado -como lo han sido los dos últimos Papas- sería un entusiasta
promotor del concepto de trabajo decente de la OIT.
A veces resulta dif ícil decir esto, y hasta es políticamente incorrecto.
Pero mantener el actual estado de cosas -falta de transparencia, de
adecuada democracia interna, de nuevas formas de lucha- solo daña
a la organización de los trabajadores. Y los intereses de unos pocos,
no pueden ser tan relevantes como para evitar enfrentar, de una vez
por todas, los hechos que al interior de la propia organización dañan
los intereses del sindicalismo, protegiendo causas subalternas.
Desde esta plataforma -un sindicalismo fuerte en la verdad- es posible avanzar efectivamente en la representación de sus intereses, y podría dar un paso importante en la línea de replantearse en términos
como los ha señalado Benedicto XVI en Caritas in Veritate. Vivimos
un cambio epocal y a éste la empresa no es ajena, sino al revés: es
protagonista de ese cambio. La forma en que se organiza el trabajo
hoy no es el modelo fordiano. Con mucha propiedad, quienes me antecedieron en el uso de la palabra, han dado cuenta de ese fenómeno.
El sindicalismo está atrasado en ese camino. Es absolutamente necesario repensar la forma en que debe estructurarse el sindicalismo del
futuro.
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
4.- Conclusiones
Como vemos, los desaf íos son muchos.
Un cambio de época genera escenarios inciertos, y nos movemos
como en terreno pantanoso. Es una tarea hermosa, pero ardua, la
que enfrenta el sindicalismo. Frente a ello, no es lo más relevante
cual sea la identidad política de sus liderazgos, lo que importa es que
anterior esa identidad, esté presente de manera efectiva su condición
de representantes de los intereses de los trabajadores chilenos, sindicalizados y no sindicalizados. Eso, en cada empresa, en cada sector,
en todo el país.
Es importante tener una organización transparente, con líderes capacitados adecuadamente, con capacidad de diálogo, con mayor
participación femenina, con verdadera preocupación por la unidad
sindical fundada en los valores de la democracia interna de las organizaciones, que sea capaz de generar confianza en sus afiliados -que
conocen y valoran su importancia- principal sustento de su verdadera fuerza.
Porque al sindicalismo también la verdad lo hará libre, es que planteamos lo que hemos dicho esta mañana: es urgente la transparencia.
Así, me parece, tendremos un sindicalismo fuerte, poderoso, capaz
de defender los intereses de sus afiliados y de la sociedad entera. Un
sindicalismo de este tipo, me pienso, será un gran aporte al necesario
fortalecimiento y profundización de la democracia que nuestro país
-y especialmente los más pobres- tanto necesitan.
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
Reflexiones finales
Decía el P. Hurtado: “No es el trabajador el que debe dar gracias a
la sociedad por el trabajo que se le otorga es más bien la sociedad la
que vive gracias al trabajo de sus ciudadanos”, esto muestra un poco
el foco desde donde se debe mirar el mundo del trabajo. Lo que ha
ocurrido de alguna manera en el país es que se ha tenido un proceso de transición bastante alargado en el tiempo y que ha estado en
manos de las élites, elitismo que ha permanecido por mucho tiempo
por lo que hay una necesidad de participación evidentemente mayor,
la participación es tremendamente débil en el trabajo en el barrio, en
la ciudad. Hay que generar espacios de participación, y por lo tanto
hay que fortalecer las instituciones en la verdad, en la transparencia,
en la renovación adecuada y suficiente, hay un tema de un cambio
cultural profundo al que hay que dedicarse.
Los medios de comunicación son otro aspecto relevante que impacta
esta realidad, ciertamente están trivializando el sentido del trabajo
y las relaciones laborales, pues en forma simultánea administran un
bien público pero también son empresa, lo que hace que se privilegie lo financiero sobre el bien público. ¿Cómo trabajar entonces por
la verdad? Hay que denunciar y anunciar, denunciar las injusticias y
anunciar con el acompañamiento del testimonio, para ello lo fundamental es asumir la Enseñanza Social de la Iglesia, conocerla, vivirla,
difundirla, esta no es conjunto cerrado de normas, es una construcción permanente. Hay una urgencia grande desde nuestra perspectiva para todos como agentes pastorales, la DSI es el tesoro mejor
guardado de la Iglesia, el tesoro escondido, ¿dónde está en los seminarios, en la universidad, en las escuelas sindicales, en la pastoral?,
hay que estudiarla para transformarla en vida de la sociedad chilena.
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
El diagnóstico aunque refleja una situación amarga y de impotencia,
tiene propuestas y luces de esperanza. Hay que ver cómo se aborda
este tema, cómo lo orientamos. El problema que se tiene en Chile,
es de orden valórico. Hay que pararse con la convicción que tenía
Jesús, ahí se fundamentan los valores. Es bueno hacerse preguntas
sobre las visiones culturales y políticas con que se maneja la realidad
y los diagnósticos. La Iglesia puede abrir estos espacios, convocar
instituciones, a la Ministra del Trabajo y hablar sobre la desigualdad
salarial, sobre las condiciones laborales, sobre el significado que dan
a la productividad y sobre lo ético en el mundo del trabajo. Hay que
hablar sobre la definición de mercado y ser conscientes de cómo es
el mercado el que actualmente gobierna todas las relaciones sociales,
políticas y económicas. Lo cultural y lo valórico ya no tiene importancia. Actualmente en el mundo del trabajo hay la posibilidad de
hablar públicamente, se necesita libertad para que el diagnóstico de
la realidad se amplíe y se busquen propuestas y acuerdos entre todos.
El tema de la crisis social es algo que es pertinente plantearse desde el punto de vista analítico, utilizando un gran intelectual italiano
Gramsci, él habla de crisis cuando una sociedad ya no puede reproducirse en los términos que venía reproduciéndose, no porque alguien no quiera que se reproduzca, es como la crisis de los 30, el
modelo industrializador en Chile no fue una idea loca, sino surgió
para resolver una cosa que no podía resolverse a la manera antigua.
Hay una pregunta bien pertinente que se debe hacer hoy día: ¿cual es
la magnitud de lo que se está viviendo? y que por supuesto es dif ícil
contestar. Da la impresión que la desigualdad que ha estado presente
en Chile en los últimos 30 años con más fuerza, se está tornando
insoportable e intolerable. Al parecer esta sociedad implosiva como
la llamó el sociólogo francés Alain Tourine hace unos años, está empezando a botar lo que guardó y se está topando con otra realidad
y es que la sociedad chilena ha vivido procesos de muchos y fuertes
cambios donde los diversos sectores que la conforman han quedado
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
ubicados en lugares diferentes, es una sociedad muy dinámica donde
se han producido procesos de mejoramiento en distintos grados y niveles de los que la mayoría de los chilenos no se hicieron conscientes.
Se podría decir ¿no será que muchas de las cosas que estamos viendo
también expresa la rabia que se vive en el trabajo? Por ejemplo. Porque si vemos el movimiento estudiantil, mucho de los jóvenes estudiantes que se pronuncian tienen el aval de la familia, hay un aval
social, familiar que expresa una cierta rabia, un cierto malestar, es el
gran cambio, uno de los grandes cambios diferente a lo que ocurrió
con los pingüinos.
A propósito de trabajo, educación y economía, se hace un llamado de atención al hecho que a pesar de que los estudiantes lograran
alcanzar todas sus demandas, surgiría otra crisis relacionada con el
mundo laboral y económico y es que la estructura de empleo que
hoy día genera la economía chilena, es una estructura que no está
capacitada para recepcionar una magnitud de estudiantes o un grupo
más culto, más preparado, más formado, que además va a tener más
expectativas, más exigencias laborales. Chile este perdiendo hoy día
una gran oportunidad porque tiene grandes empleos que ofrece y no
tiene el capital humano para usarlos, y por tanto hay que formar este
capital humano, lo que tenemos es una gran cantidad de empleos que
no necesita mucha capacitación, gente muy universitaria, entonces
el cambio estructural en la educación nos lleva a un punto inmediato que es el tipo de modelo económico y la estructura productiva y
de empleo que genera ese modelo económico. No podemos tratar
el tema educacional al margen del modelo de desarrollo económico,
sería un gran error porque en este momento como se dijo anteriormente, si se resolviera el tema educativo, la estructura productiva
económica del país sería incapaz de estar a la altura de esta mayor
preparación o formación y eso es un tema clave que hay que atender.
Finalmente hay que recordar que la Iglesia católica chilena desde el
60
Una mirada al mundo del trabajo en Chile
lema del bicentenario: “Chile una mesa para todos” abrió posibilidades de ser una mesa inclusiva, participativa, integrada, permanente,
por lo que este debate del mundo del trabajo debe continuarse. Se
tienen argumentos, capacidad para conversar con libertad, decisión
para buscar la verdad e impregnar de Evangelio el mundo del trabajo.
Compartir experiencias, tener encuentros, abrir espacios de diálogo,
no de confrontación, sino de consenso, de acuerdos comunes, es un
imperativo ético que la Iglesia debe promover por el bien de los trabajadores y trabajadoras de Chile.
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Una mirada al mundo del trabajo en Chile
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PARTICIPANTES
Arquidiócesis de Concepción
Diócesis de Linares
Diócesis de Chillán
Fundación SOLMIRU
Dirección Regional del Trabajo
Diócesis de Talca- Fundación CRATE
FLACSO- Chile
Unión Nacional de Trabajadores
Comisión Justicia y Paz CECH
Diócesis de San Felipe
Equipo Repensar la Economía
Vicaria de la Pastoral Social y de los Trabajadores
Fundación SOL
Academia de Humanismo Cristiano
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