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Roger Backhouse
Historia del análisis
económico moderno
Versión española de
Esther Rabasco y Luis Toharia
(Programa de
mica y Social dz:'l
\
Alianza
Editorial
18.1.
La Economía histórica inglesa
Antecedentes históricos
La década de 1870 fue testigo del surgimiento de la economía histórica, tanto en Inglaterra, donde se había perdido la confianza en la economía política clásica, como
en Alemania, donde nunca se había consolidado la versión ricardiana deductiva de
la economía política clásica l. Aunque existían vínculos entre las dos -eliffe Leslie
e Ingram, en concreto, conocían perfectamente los escritos de la escuela alemanalos orígenes y la naturaleza de las dos variantes de la historia económica eran muy
diferentes 2.
El economista que suele considerarse el precursor de la economía histórica inglesa es Richard Jones, cuyo Essay on the Distribution of Wealth and the Sources of Taxation (1833) contiene una crítica directa de las doctrinas ricardianas, cuyos defectos
se atribuyen al método de Ricardo. Por ejemplo, en lo que se refiere a la renta, Jones sostenía que Malthus había propuesto su teoría de la renta como una explicación
de circunstancias históricas específicas, pero que
Sin embargo, Ricardo, al no tener en cuenta el reducido alcance del campo al que podían aplicarse fácilmente estos principios, los tomó como único punto de partida para deducir las leyes
que regulaban la naturaleza y la-cantidad de ingresos generados por la tierra en todos los lugares y en todas las circunstancias; y no conforme con esto, partió de los mismos datos reducidos y limitados para construir un sistema general de la distribución de la riqueza y para ex\ plicar las causas de las variaciones de la tasa de beneficios o del volumen de salarios en toda
la,.superficie del globo. Basta una única mirada general al mundo tal y como es actualmente
1
2
Para algunas excepciones, véanse las págs. 61.
Spiegel (1983) llama a las variantes de la economía histórica «baconiana» y «hegeliana».
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para ver que [el sistema hipotético creado por Ricardo] es totalmente incoherente con la condición pasada y presente de la humanidad 3.
La causa de estos errores se hallaba en que los hombres preferían «la vía de la predicción a la de la inducción»: se había construido una estructura de doctrinas basada
solamente en observaciones de una pequeña parte de la superficie de la tierra 4. Esto
no quiere decir que Jones rechazara totalmente el razonamiento deductivo, sino más
bien que creía que los economistas necesitaban dedicarse más tiempo a observar antes de hacer deducciones: «han abandonado tan pronto el deber de vivir largo tiempo
y humildemente entre las cosas, que podrían emprender prematuramente la tarea más
fascinante de establecer las máximas de validez general» 5. Así, cuando Jones investigó la renta, su estudio contenía un análisis de numerosos tipos de renta.
Sin embargo, su obra también tiene otra cara. Es su afirmación de que la economía política debe ocuparse de «la estructura económica de las naciones», es decir,
de las relaciones entre las diferentes clases que son creadas en primera instancia por la institución de la propiedad del suelo y por la distribución de su excedente; modificada y alterada
posteriormente... por la introducción de los capitalistas 6.
Sólo conociendo esta estructura o «anatomía económica» podía explicarse la suerte
anterior de las diferentes personas 7.
Además de la obra de Jones, deben mencionarse las de otros dos autores corno
antecedentes importantes de la economía histórica inglesa. La primera es la obra de
sir Henry Maine sobre la jurisprudencia, en la que, en lugar de intentar reconstruir
el derecho partiendo de principios racionales, corno era el enfoque de Bentham, sostenía que éste debía estudiarse histórica y comparativamente. Según Cliffe Leslie,
Maine había expuesto las falacias inherentes a los conceptos de naturaleza y derecho
natural y había refutado el mito de que existía un «código natural» que los legisladores sólo podían transgredir a su propio riesgo 8. La segunda es la obra de Comte
y su llamamiento en favor de la construcción de una ciencia social unificada, en la
que no tenían cabida las abstracciones clásicas.
Cliffe Leslie
El autor que inició los debates ingleses sobre el método en la década de 1870 fue Cliffe Leslie 9, con su artículo «The political economy of Adam Smith» (1870). Su principal argumento consistía en que la economía política no era un conjunto de leyes
Jones (1833), pág. vii,
Ibtd., págs. xxii-xxiii.
5 Ibídem.
" Jones (1859), pág. 560.
7 Spiegel (1983), pág. 398.
8 Cliffe Leslie (1870), pág. 152; véase Koot (1975), págs. 326-7.
9 Koot (1975), pág. 313. Cliffe Leslie quería encontrar soluciones a los problemas de la Irlanda agraria, para los cuales no servían los métodos de la economía clásica.
3
4
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pues sus «leyes» no eran universales e inmutables, sino que variaban de
época a otra y de un lugar a otro 10. Cliffe Leslie sostenía que Smith, aunque se
dado cuenta de que esta idea era válida en el caso de autores anteriores, no
sido capaz de ver que también se aplicaba a su propio sistema 11. También destacó la importancia de la inducción en la obra de Smith, afirmando que su combinación de la inducción y la deducción le habían permitido evitar errores en los que habían caído sus seguidores 12. Sin embargo, Smith no había utilizado suficientemente
la inducción, pues
dado el sesgo que impartía la propia teoría, debido en parte a que era nuevo el método de
interrogar a la propia naturaleza y a que las reglas de la inducción no estaban bien asentadas,
consideraba que ... cuando se interrogaba a la naturaleza, ésta confirmaba sus predicciones 13.
Cliffe Leslie criticaba, además, la idea de que la economía política debía basarse 13
en el supuesto de la conducta egoísta y afirmaba que éste no era el enfoque de
Smith 14. Sostenía, pues, que no podía recurrirse a su autoridad para defender los
argumentos de la economía política abstracta de su época.
Esta idea se desarrolló en lo que Ingram (1893) describió más tarde como «la primera formulación sistemática de un autor inglés de los fundamentos filosóficos del
método histórico» 15, el artículo de Cliffe Leslie «On the philosophical method of political econorny» (1876). El primer argumento de este artículo era que la heterogeneidad tanto de la propia riqueza como del deseo de riqueza era importante, pero
que la economía deductiva no prestaba atención a ninguno de los dos. Como no explicaba la naturaleza de la riqueza (ya estuviera formada, por ejemplo, por edificios,
tierra u ornamentos) 16 y corno no tenía en cuenta toda la variedad de motivaciones
humanas (considerando como causas perturbadoras o como ficciones todas las que
no fueran el deseo de riqueza), «el método apriorístico y deductivo no explica las
causas que regulan la naturaleza ni la cantidad de riqueza» 17. Por lo que se refería
a la distribución de la riqueza, pensaba que para explicar qué investigaciones históricas eran necesarias había que tener en cuenta que ésta no dependía solamente del
intercambio sino también de la posesión de la propiedad.
A partir de este argumento, sostenía que la evolución de la sociedad debía analizarse en su conjunto.
Lo cierto es que la economía de toda nación, por lo que se refiere a las ocupaciones y actividades de ambos sexos, a la naturaleza, la cantidad, la distribución y el consumo de riqueza,
es el resultado de una larga evolución en la que ha habido tanto continuidad como cambios y
de La que el lado económico no es sino un aspecto o fase. Y las leyes de las que se deriva deben buscarse en la historia y en las leyes generales de la sociedad y la evolución social 18.
Cliffe Leslie (1870). pág. 148.
Ibíd .. pág. 149.
12 Ibíd. pág. 160.
13 Ibíd .. pág. 162.
t; Ibid., pág. 150.
15 Ingram (1893), pág. 228.
16 Cliffe Leslie (1876), pág. 217.
17 Ibíd., pág. 227.
18 Ibídem.
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El período neoclásico, 1890-1939
Las causas morales, políticas y econormcas debían considerarse conjuntamente:
«Cada estado económico sucesivo [del progreso social]... tiene una economía que
está conectada indisolublemente con el desarrollo físico, intelectual, moral y civil» 19.
El método filosófico de la economía política tenía que explicar esta evolución, teniendo en cuenta las instituciones económicas, políticas y sociales 20.
Tres años más tarde (1879), Cliffe Leslie publicó otra crítica, en cierto sentido
más penetrante, de la economía política ortodoxa, basada no tanto en el razonamiento inductivo como en un argumento teórico 21, consistente en que la economía política ortodoxa se basaba más que en una mera búsqueda general de riqueza: también
postulaba la existencia de «un conocimiento absoluto y presciencia», o «información
perfecta» y «previsión perfecta», según la terminología moderna. Según Cliffe Leslie, sin este postulado desaparecería la uniformidad de las tasas de salarios y beneficios esencial para la teoría ortodoxa: la competencia sólo igualaría los rendimientos
si los individuos pudieran encontrar actividades en las que los rendimientos fueran
inusualmente altos o bajos 22. Si se abandonara la uniformidad de las tasas de salarios y beneficios, también debería abandonarse la teoría del valor basada en el coste
de producción. Cliffe Leslie sostenía que la complejidad de la economía era creciente y, con ella, el grado de incertidumbre.
La libertad industrial y la división del trabajo, los dos pilares del sistema de Adam Smith, producen un mundo económico, cuya inmensidad, complejidad y cambios incesantes son absolutamente incompatibles con los principales postulados de la teoría ricardiana 23.
Bagehot
La relatividad histórica de las doctrinas económicas también era aceptada por Bagehot (1876), defensor de la economía política deductiva. Criticaba a los que sugerían
que la economía política inglesa podía aplicarse a todos los estados de la sociedad
con el argumento de que las causas que analizaba sólo eran las principales en «una
sociedad de comercio competitivo y maduro, como la que tenemos en Inglaterra» 24.
En esas sociedades, las demás causas podían agruparse con el nombre de «ficción»,
mientras que en otras sociedades «no económicas», eran las más importantes. Así
pues, Bagehot quería que se «minimizara» la autoridad de la economía política en el
sentido de que «debe defenderse su autoridad, pero [deben] señalarse sus fronteras» 25. Si se hiciera esto, la economía política podría ser menos abstracta, pues una
vez que se hubiera abandonado el principio de la aplicabilidad universal, las doctrinas podrían ilustrarse con hechos de las sociedades a las que se aplicaran. El obje-
19
\
20
Ibídem.
Ibid., ~pág. 242.
21 El economista que ha prestado más atención a este argumento de Cliffe Leslie quizá sea Hutchison,
desde 1937 hasta 1981.
22 Cliffe Leslie (1879), pág. 939.
23 Ibid., pág. 941.
24 Bagehot (1876), pág. 26; d. la pág. 9.
25 Ibid., pág. 27.
Otros enfoques
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tivo que perseguía Bagehot al examinar los postulados de la economía clásica inglesa, a saber, la libre movilidad del capital y el trabajo, era demostrar que «no es una
teoría discutible de alcance ilimitado sino una cosa sumamente cierta y útil de alcance limitado» 26.
Aunque aceptaba la lógica de la crítica histórica, todavía aceptaba el status científico de la economía ortodoxa. La razón por la que aceptaba una gran parte de la
economía clásica, en lugar de rechazarla, como hacía Cliffe Leslie, era sencillamente
su interpretación de lo que observaba a su alrededor. Mientras Cliffe Leslie pensaba
que los factores eran inmóviles, lo que sorprendía a Bagehot era su movilidad. Extraían conclusiones diferentes, no porque defendieran puntos de vista metodológicos
diferentes, sino porque interpretaban la evidencia empírica de forma distinta.
Ingram
Mientras que Cliffe Leslie y Bagehot extrajeron sus ideas de fuentes inglesas, el enfoque de Ingram refleja la influencia de Comte, que para él era «el mayor maestro
que ha analizado nunca el método sociológico» 27. En su alocución a la British Association pronunciada en 1878, realizó una crítica comteana de la economía ortodoxa, que constaba de cuatro puntos 28. 1.0 Sostenía, como Jones y Cliffe Leslie, que
los fenómenos económicos no podían separarse de otros aspectos de la sociedad 29.
Incluso en las cuestiones en las que los aspectos económicos eran los más importantes, como el libre comercio frente a la protección, era necesario tener en cuenta los
aspectos no económicos. 2. Criticó a los'economistas ortodoxos por concebir y presentar sus conceptos de una forma «excesivamente abstracta» 30. Su crítica no se refería a la abstracción per se, sino a la pérdida de contacto con la realidad. Como ejemplo citó el argumento de Cliffe Leslie de que el «deseo de riqueza» se utilizaba para
referirse a una gran variedad de deseos, cuya naturaleza y efectos eran diferentes.
3. Se había exagerado el papel de la deducción, pues ésta sólo era posible en los
casos sencillos: «los fenómenos sociales son, en general, demasiado complejos y dependen de condiciones demasiado variadas como para ser susceptibles de esa determinación a priori» 31. En contraste con el intento injustificable de Senior de deducir
todos los fenómenos de la vida industrial de cuatro postulados, Ingram sostenía que
la misión de la deducción consistía en verificar y controlar las inducciones. Por otro
lado, tampoco podía olvidarse la dimensión histórica de la economía, ya que los hechos sociales eran incomparables, cualquiera que fuese su complejidad, independientemente de su historia 32. 4. Relacionada con este argumento estaba la observación
final de que las conclusiones, tanto teóricas como prácticas, que se extraían de la economía política eran mucho menos absolutas de lo que sugerían los economistas or0
0
0
\
Ibíd., pág. 33.
Ingram (1878), pág. 47.
2~ Estas ideas fueron desarrolladas por Ingram (1893).
2'1 Ingram (1878), págs. 69 y sigs.
30 Ibíd., pág. 55.
31 Ibíd., pág. 59.
32 Ibíd., pág. 60.
26
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todoxos 33. Los teoremas económicos sólo podían aplicarse a una determinada fase
del desarrollo. Para Ingram, las conclusiones de la economía política ortodoxa no
eran inútiles, sino que tenían una aplicabilidad limitada.
Sidgwick y Marshall
Los economistas más importantes que trataron de preservar la tradición ricardiana
fueron Sidgwick y Marshall. El enfoque utilizado por el primero en Principies of Political Economy (1883) era conciliador: sostenía que la oleada de críticas de que había sido objeto la economía política, tanto por parte de Cliffe Leslie como por parte
de Jevons, había sido saludable, pero se había llevado demasiado lejos. Sidgwick afirmaba que su objetivo era «eliminar las controversias innecesarias, formulando estos
resultados de una manera más cauta y prestando la debida atención a las críticas y
sugerencias de los autores recientes» 34. Sostenía que la oposición entre el método
inductivo y el deductivo se había llevado a «unos términos innecesariamente duros
e inflexibles» 35.
E! enfoque metodológico de Sidgwick podría considerarse pragmático, pues en lugar de proponer un método concreto de uso general, analizó por separado lastres
ramas de la disciplina: la producción, la distribución y el intercambio 36. Por lo que
se refería a la producción, pensaba que los métodos acertados eran principalmente
los inductivos 37, mientras que la distribución y el intercambio eran más susceptibles
de un tratamiento deductivo, excepto en lo que se refería a la dinámica, para la que
era más importante la inducción a partir de hechos históricos 38. Aunque concedía
un importante papel al método hipotético deductivo, sostenía que para aplicarlo siempre era preciso utilizar la inducción, que es el enfoque que utilizó más tarde
Keynes 39.
Marshall siguió el método 40 de Sidgwick, aunque se aproximó más al enfoque histórico. Es importante su argumento de que
no podemos dar un carácter universal a los dogmas económicos, pues la única parte de la doctrina económica que puede pretender ser universal, carece de dogmas. No es un conjunto de
verdades concretas, sino una máquina para descubrir verdades concretas, parecida, por ejemplo, a la teoría de la mecánica 41.
Marshall subrayaba, pues, la continuidad con los economistas clásicos ingleses, al
tiempo que eludía la cuestión de la validez de sus doctrinas 42. Aunque sostenía que
33 Ibid., pág. 66.
34'Sidgwick (1883), pág.' 7.
Ibidem.
Ibid., págs. 28-9.
37 Ibid., págs. 30-2.
38 lbid. , págs. 33-4.
39 Véanse las págs. 412 y sigs.
40 Véanse también las págs. 133 y sigs.
41 MarshaU (1885), pág. 159.
42 cr. Kadish (1982), págs. 131 y sigo y 135.
35
36
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....
Otros enfoques
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era poco todo lo que se dijera sobre la importancia de la labor realizada por la escuela histórica en la «reconstrucción de la historia de los hábitos e instituciones económicas» 43, pensaba que «no nos ayuda en manera alguna a prescindir de la utilización del "organon" económico, sino, más bien, a utilizarlo como ayuda en cada
paso que demos» 44.
La aparición de la historia económica
El resultado de estas controversias fue doble. Los economistas ortodoxos acabaron
concediendo, en general, y en mayor o menor medida, un papel tanto al análisis histórico como al deductivo. Pero más importante fue el surgimiento de la historia económica como una disciplina independiente tanto de la economía como de la historia.
Un historiador económico ha situado su «despegue» en el período 1882-1904 y ha atribuido su creación especialmente a cuatro pioneros: J. E. Thorold Rogers, Arnold
Toynbee, W. J. Ashley y William Cunningham 45.
Para Rogers, cuya teoría económica seguía siendo ortodoxa, la investigación histórica proporcionaba ejemplos de leyes históricas derivadas independientemente.
Ejemplos de este enfoque son History of Agriculture and Prices in England
(1866-1902) y Six Centuries of Work and Wages (1884), en los que reúne una abundante información estadística sobre la historia económica inglesa. En cambio la importancia de Toynbee reside, en palabras de Ashley, en que
en un momento en que el estudio de la economía política había caído hasta el nivel más bajo
en Inglaterra, contribuyó quizá más que nadie a despertar de nuevo el interés por ella, a volver a creer en su seriedad como disciplina científica, a confiar otra vez en que sirviera de ayuda para resolver los acuciantes problemas económicos... Enfocó este nuevo interés hacia el examen histórico del desarrollo social y el examen directo de los fenómenos existentes 46.
Las conferencias que pronunció en 1881-82 47 introdujeron por primera vez el término «revolución industrial», haciendo un gran hincapié en sus consecuencias sociales
adversas.
Sin embargo, tal vez la figura más importante enel desarrollo de la disciplina fuera Cunningham 48, cuya aportación fue doble. En primer lugar, publicó el primer manual, The Growth of English Industry and Commerce (1882) y continuó trabajando
sobre este tema en sucesivas ediciones, cuyo tamaño aumentó enormemente. En segundo lugar, insistió en la necesidad de considerar la historia económica como una
disciplina independiente de la economía. En 1889 formuló el primer ataque directo
contra «The present position of economics» de Marshall, sosteniendo que mientras
algunos economistas como MiB y Marshall estuvieran
Marshall (1885), pág. 165.
Ibíd., pág. 165-6.
4~ Harte (1971), págs. xii, xix. Una gran parte de la exposición siguiente procede de esta fuente. Para
más detalles de la metáfora rostoviana, véase la pág. 364.
46 Ashley (1889), pág. 429.
47 Estas se publicaron póstumamente (1908).
48 Harte (1971), pág. xi.
\
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El período neoclásico, 1890-1939
dispuestos a excluir del análisis una gran gama de fenómenos o a empeñarse en representar
las transacciones de la vida medieval de tal manera que parecieran acordes con las prácticas
modernas, deben esperar que se les acuse de no tener en cuenta los hechos 49.
Cunningham mantenía que la historia económica no debía tratarse meramente «como
un campo del que podemos elegir ilustraciones adicionales de las verdades universales», sino que debe «permitirnos comprender la vida real tanto del pasado como de
la actualidad» 50. Su ataque a la postura de Marshall fue seguido de un ataque a la
forma en que utilizaban los economistas la historia económica. En «The perversion
of economic history» (1892b), criticó el uso que hacía de ella Marshall en sus Principles 51. Según Cunningham, la historia económica estaba pagando el precio de estar demasiado de moda; los economistas corrientes, que partían de la existencia de
libre competencia y de las leyes de la oferta y la demanda, manifestaban estar extraordinariamente interesados por la historia y deseaban hacer todo 10 que estuviera
en su mano por ella. Cunningham proseguía: «a este cortés deseo, seguramente no
es descortés replicar laissez [aire, laissez alter». Sin embargo, esto no era 10 que los
economistas no harían; ni la dejarían estar ni la ejercerían seriamente; tratarían de
«incorporar algunos de sus resultados a esa curiosa amalgama que es el núcleo central de la tradición económica; y el resultado es la perversión de la historia
,;.
5')
econormca» -.
El primer profesor de historia económica no fue Cunningham, sino Ashley que
obtuvo una cátedra en la Universidad de Harvard en 1892. Aunque su interés por la
historia provenía de fuentes inglesas, fue el economista histórico inglés en el que más
influyó la escuela histórica alemana 53; Comte también ejerció en él una gran influencia. Ashley no veía en las generalizaciones hacia las que debía tender la investigación
histórica «meras correcciones o ampliaciones de doctrinas económicas actuales», sino
«conclusiones sobre el carácter y la secuencia de las fases del desarrollo económico» 54. Sin embargo, su tono general era conciliador, a diferencia del de Cunnigham 55. En su lección inaugural (1893), pidió una tregua en la controversia y sugirió
que los teóricos y los historiadores intentaran en los veinte años siguientes dejarse
«totalmente solos» los unos a los otros y permanecer callados en los temas en los que
no pudieran llegar a un acuerdo 56.
Sin embargo, esta propuesta de compartimentalizar la disciplina no se debía a que
abandonara sus ideas comteanas, pues seguía mostrándose escéptico respecto al Valor de la teoría económica. Se trataba, más bien, de que pensaba que los dos enfo-
Cunningham (1889), págs. 109-10.
Ibid., pág. 110. Obsérvese que Marshall tuvo, de hecho, cuidado en no hacer afirmaciones exageradas sobre la validez universal de las doctrinas económicas. Véase la pág. 134.
51 Véase Kadish (1982), págs. 150-1. También merece la pena mencionar la lección inaugural (1892a)
de Cunníngham.
52 Cunningham (1892b), pág. 491.
53 Koot (1980), págs. 188-9.
54 Ashley (1893), pág. 7.
55 Kadish (1982), págs. 217-18, atribuye la diferencia a sus posiciones académicas; Cunningham tenía
poco que perder atacando a Marshall y Ashley tenía poco que ganar.
56 Ashley (1893), pág. 8.
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50
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Otros enfoques 267
ques debían juzgarse por sus resultados. Sin embargo, sus esperanzas de que se creara una economía histórica capaz de ser un serio rival de la teoría económica se vieron frustradas, por lo que no pudo reconciliarse con la compartimentalización que
había defendido antes y buscó unos lazos más estrechos con la economía que -confiaba- pudieran transformarla 57.
La consolidación de la historia económica llegó en los años veinte en que algunos
historiadores económicos contrastaron, en una serie de detallados estudios, las generalizaciones formuladas por los pioneros. Una obra característica de esta fase es Economic History of Modern Britain (1926) de Clapham 58. La disciplina se había independizado de la economía: la economía se había despojado progresivamente de la historia y los historiadores se habían despojado progresivamente de la teoría 59. Tras
«Of empty economic boxes» (1922) de Clapham, ya no hubo más batallas metodológicas entre los historiadores económicos y los economistas 60. La historia económica del período de entreguerras era una criatura muy diferente de la economía histórica de finales del siglo XIX 61.
18.2. La economía histórica alemana
Antecedentes históricos: la «escuela histórica más antigua»
Suele afirmarse que la economía histórica alemana tiene su origen en la labor de tres
economistas, cuyos escritos datan de finales de la década de 1840, Roscher, Hildenbrand y Knies: la primera aportación importante se debe a Roscher y se remonta a
1843. Su objetivo no era oponerse a la teoría ricardiana sino complementarla y completarla 62. Por lo que se refería a los métodos ricardianos, pensaba que podían servir para contrarrestar la indolencia que pudiera haber en la utilización de métodos
«histórico-estadísticos» y «práctico-políticos» 63. Sin embargo, a diferencia de los ricardianos, le interesaba el organismo social en su conjunto y deseaba analizar la influencia de las distintas instituciones en el bienestar de la nación y proponer normas
que pudieran servir de guía a los estadistas 64. Según Schmoller, este enfoque era un
intento de conectar la enseñanza de la economía política con la tradición «cameralista» en la formación de los administradores. Para que las doctrinas clásicas fueran
útiles para los administradores, era preciso corregirlas y aproximarlas lo más posible
a los hechos 65.
Koot (1980), pág. 192.
Harte (1971), pág. xxvii.
59 En los años 60, resurgieron los vínculos entre la economía y la historia económica con la «nueva
historia económica», pero sólo fue la economía la que influyó en la historia económica. La influencia en
el sentido inverso se limitó a la literatura dedicada al desarrollo económico y a algunos aspectos de los
trabajos sobre el crecimiento.
\.
60 Hartwell (1973),1 pág. 33.
61 Hartwell compara la historia económica de los dos períodos.
~62 Gide y Rist (1909), pág. 582.
63 Pribram (1983), pág. 215.
64 Ibid., pág. 214; véase también Glde y Rist (1909), pág. 382.
65 Ibíd., págs. 382-3.
57
• 58
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El período neoclásico, 1890-1939
En cambio, Hildenbrand se fijó un objetivo muy distinto:
abrir una vía a una perspectiva esencialmente histórica en la economía política y transformar
esta ciencia en un conjunto de doctrinas sobre el desarrollo económico de las naciones (>(,.
Así pues, a diferencia de Roscher, se oponía a la concepción clásica de la economía
política que, a su juicio, era una red de intercambios entre los hombres motivada por
la búsqueda del interés personal 67. Su aportación más positiva a la formulación de
leyes de desarrollo fue la distinción de tres fases, basada en los cambios observables
de las instituciones monetarias y crediticias, a saber, la natural, la monetaria y la
crediticia.
Knies (1853) adoptó otra postura; no sólo puso en entredicho la economía política clásica sino también la afirmación de Hildenbrand de que existían leyes naturales de desarrollo. Enfocó la economía política de una manera relativista.
Las condiciones de la vida económica determinan la forma y el carácter de la teoría económica. Tanto el tipo de argumento empleado como los resultados obtenidos son productos del desarrollo histórico. Los argumentos se basan en los hechos de la vida económica concreta y los
resultados llevan la marca de las situaciones históricas. Las generalizaciones de la economía
son simples explicaciones históricas y manifestaciones progresivas de la verdad. Cada paso es
una generalización de la verdad tal como se conoce en esa determinada fase de desarrollo. Ninguna fórmula ni ninguna serie de fórmulas puede pretender ser nunca la última 68.
Schmoller y la escuela histórica «más joven»
69
Aunque Roscher, Hildenbrand y Knies contribuyeron extraordinariamente a establecer la economía histórica en Alemania, sus enfoques eran muy diferentes, por lo que
no surgió una verdadera «escuela», pese a que se utilizó frecuentemente el término.
La aparición de una escuela histórica propiamente dicha se produjo en la década de
1870 como consecuencia de la labor de Schmoller, cuya influencia fue dominante en
la economía alemana hasta 1918. Una de las causas del repentino debilitamiento de
su influencia fue su estrecha relación con el imperio Hohenzollern, pues contribuyó
a fundar, en 1872, la Verein ¡ür Sozialpolitik, organización comprometida a alejar a
la clase trabajadora de las causas revolucionarias mediante una política de reformas
sociales 70. La Verein, a diferencia de la American Economic Association , que abandonó pronto aspiraciones parecidas, continuó apoyando esta política, y sus miembros, entre los que figuraba Schmoller, participaron activamente en la política social
de Bismarck. Sin embargo, esto no quiere decir que Schmoller subordinara la economía política a los fines políticos, pues insistía mucho en que debía dejarse que los
hechos hablaran por sí solos.
Al igual que sus predecesores y los historiadores ingleses contemporáneos, des66
67
68
69
70
Hildebrand (1848), pág. Y, traducido en Gide y Rist (1909), pág. 383.
Pribram (1983), pág. 215.
Knies (1853), págs. 24-5, traducido en Gide y Rist (1909). págs. 390-1.
Hutchison (1953), Spiegel (1983) y Mitchell (1969).
Hutchison (1953), pág. 185.
Otros enfoques 269
tacaba la naturaleza orgánica de los fenómenos sociales. Donde difería de Hildenbrand y de los comteamos era en su oposición a que la investigación histórica se ocupara de descubrir leyes naturales de desarrollo económico: «Ni siquiera podemos sa- .
ber si la vida económica de la humanidad posee alguna unidad o muestra algún rastro de desarrollo uniforme o avanza» 71. Sostenía que aunque podían hacerse algunas generalizaciones,
Disfrazando las proposiciones de «leyes», se les da una apariencia de necesidad que no poseen
o se concede demasiada importancia a verdades relativamente insignificantes, despistando a
los que las aplican 72.
Aunque por motivos prácticos quizá fuera necesario referirse a una ley de desarrollo, ese tipo de ley no era ni empírico ni similar a las leyes científicas.
El método adoptado por la escuela de Schmoller consistía en realizar detalladas
monografías históricas. En cada caso había que hacer juicios de valor a partir de los
hechos. Sin embargo, a pesar de oponerse a los métodos abstractos de Menger, no
defendía, sobre todo en sus últimos escritos, el empiricismo puro, desprovisto de teoría, ni afirmaba que la economía fuera una disciplina exclusivamente histórica.
El mismo se basaba principalmente, aunque no exclusivamente, en datos históricos;
sin embargo, esto no era así en el caso de todos sus alumnos. Spiethoff es el principal ejemplo de los que prestaban mucha atención a la teoría 73.
La obra más importante de Schmoller, Grundriss der Volkswirtschaftslehre (1900)
ilustra su método. Tal vez su principal característica sea su amplio alcance (Ashley,
por ejemplo, lo describió como «un estudio panorámico olímpico»), que abarcaba
cuestiones como la naturaleza y el origen de las distintas instituciones, que no se tenían en cuenta en la mayoría de los tratados de economía. Todos los temas se analizaban desde cuatro puntos de vista: histórico, estadístico, analítico y práctico 74.
Aunque la teoría de Schmoller era débil, no se mostraba renuente a teorizar, tomando, por ejemplo, parte de su teoría del valor de Menger y Bóhm-Bawerk 75. La virtud del Grundriss de Schmoller y de la escuela histórica, más en general, reside en
que reunieron una enorme variedad de material histórico y empírico y su defecto en
que no lo integraron. El Grundriss de Schmoller todavía era, en palabras de Mitchell, «un tratado de elementos básicos» 76.
Spiethoff, Sombart y Weber
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Los autores que atacaron las ideas de Schmoller y de la Verein [úr Sozialpolitik a prinéipios del siglo XX siguieron muy diversos caminos. Quien se encontraba más próximo a Schmoller en algunos aspectos era Spiethoff, con su obra sobre los ciclos eco71
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Schmoller (1900), traducido en Gide y Rist (1909), pág. 385.
Schmoller (1900), pág. 356, citado en Hutchison (1953), pág. 182.
Hutchison (1953), pág. 183; véase la pág. 220.
Ibid., pág. 184; cf. Mitchell (1969), págs. 556 y sigs.
Hutchison (1953), pág. 184; cf. Schumpeter (1954), pág. 813.
Mitchell (1969), pág. 574.
Hutchison (1953), pág. 185-6; Schumpeter (1954), págs. 816-7.
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El período neoclásico, 1890-1939
nómicos 78. Este, aunque utilizó la teoría mucho más que Schmoller, se limitó a realizar análisis bastante sencillos, investigando detalladamente los hechos y describiendo las pautas que surgían. Sostenía, además, que sus explicaciones sólo eran relevantes para circunstancias históricas específicas. Así, por ejemplo, su teoría del ciclo económico sólo se aplicaba al período 1822-1913. Había, sin embargo, importantes diferencias entre su enfoque y el de Schmoller. Una de ellas es el hecho de que sólo
prestaba atención a la economía. Sin embargo, más importante es su reconocimiento
posterior de un gran número de «estilos» de vida económica, cuyo análisis requería
su propia teoría, así como conceptos extraídos de la teoría pura atemporal 79. Un «estilo» era la forma que adoptaba la actividad económica en un período dado y se caracterizaba por ciertas uniformidades, en particular, por uniformidades de las pautas
institucionales 80. Esas generalizaciones estaban lejos del escepticismo de Schmoller
sobre las posibilidades de descubrir regularidades económicas.
Aun más distante del cauto enfoque de Schmoller se encontraba el de Sombart,
ejemplificado en Der Moderne Kapitalismus (1902). Mientras que Schmoller se había
preocupado de buscar datos históricos, Sombart apenas prestó atención a este aspecto. Lo que sí creó, y ése fue el motivo del éxito del libro, fue un marco especulativo,
influido por Marx, para comprender la historia económica. Para Sombart, un sistema económico no se caracterizaba solamente por su tecnología y por sus instituciones sino también por su «espíritu», por la fuerza que recogía los impulsos creativos
de una cultura e inspiraba toda la vida de una época 81.
Sin embargo, más importante, especialmente para las ciencias sociales en su conjunto, que Spiethoff o Sombart, fue Weber, conocido principalmente por su trabajo
sobre los orígenes protestantes del capitalismo 82 y por sus escritos metodológicos 83.
Su aportación a esta última faceta fue doble. En primer lugar, la ciencia económica
era neutral, es decir, estaba exenta de valores 84. No era posible extraer conclusiones para la política económica de estudios positivos, por lo que, según Weber, los
sociólogos no debían valerse de su autoridad para exponer sus propias ideas éticas o
políticas. En segundo lugar, propuso el concepto de «tipo ideal». Se trataba de una
construcción mental que ponía el énfasis en determinados rasgos de la realidad a expensas de otros con el fin de facilitar la formulación de hipótesis. El ejemplo clásico
es el «hombre económico» de la teoría económica.
Aunque la defensa de Weber de una ciencia social libre de valores influyó en los
economistas y aunque la aportación de Spiethoff al ciclo económico constituyó el punto de partida de una gran parte de las obras posteriores, donde más influyeron los
sucesores de la escuela histórica no fue en la economía. Esta nunca adquirió un alcance suficiente para recoger las ideas de Sombart y Weber. Las cuestiones que plan.tearon éstos quedaron para los sociólogos y los historiadores económicos.
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84
Véase Spiegel (1983), págs. 428 y sigs. y 179.
Spiethoff (19~2); cf. Schumpeter (1954), pág. 816; Seligman (1962), pág. 34 Y sigs.
Seligman (1962), pág. 36.
Ibid., pág. 15; d. Spiegel (1983), pág. 428.
Weber (1904).
Selecciones en Brodbeck (1982).
Este es el significado del término wertfreiheit.