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Alberto Romero(*)
LA GLOBALIZACIÓN Y SU IMPACTO EN EL DESARROLLO HUMANO
(GLOBALIZATION AND ITS IMPACT ON HUMAN DEVELOPMENT) Resumen
En el documento se analiza el proceso de globalización y su relación con el desarrollo humano. Con este fin se explica la naturaleza de la globalización en la actual etapa del desarrollo mundial y el desarrollo humano, como criterio para medir el alcance de los beneficios que esta pueda ofrecer a los países más atrasados. El objetivo es establecer en qué medida es posible reorientar el actual pro­
ceso de globalización, a favor del desarrollo humano mundial y local. Se concluye que mientras per­
sista el actual esquema de reproducción capitalista a escala global, la globalización tenderá a favo­
recer más a un pequeño grupo de países altamente desarrollados, en detrimento de la mayoría de la población del planeta, haciendo muy difícil superar los retos del desarrollo humano.
Palabras clave: Globalización, desarrollo humano, división internacional del trabajo, división trans­
nacional del trabajo, empresas transnacionales. Abstract
The paper analyzes the globalization process and its relationship with human development. To fulfil this aim, the nature of globalization in the current world development stage, as well as human development, are explained, as criteria to asses how the benefits of this process may have reached less developed countries. The objective is to determine in which way is possible to reorient the glob­
alization process, in order to promote the global and local human development. It is concluded that as long as the current world capitalist reproduction scheme persists, globalization will tend to primary benefit a small group of highly developed countries, to the detriment of most people in the planet, and turning out more difficult to overcome human development challenges.
Keywords: Globalization, human development, international division o labour, transnational divi­
sion of labour, transnational enterprises.
JEL: F02, F13, F21, F23, F5.
(*) Economista. Doctor en Economía. Profesor universitario. Investigador independiente. Contacto. http://www.econfinanzas.com, [email protected]
Entelequia. Revista Interdisciplinar, nº 5, otoño 2007
Alberto Romero / 247
U
no de los temas de mayor actualidad es el de la globalización, en todas sus ma­
nifestaciones. Existe una literatura tan vasta sobre el particular, que pareciera re­
dundante insistir en su estudio y explicación. No obstante, si tenemos en cuenta las múlti­
ples interpretaciones que existen sobre este proceso, las cuales van desde su apología in­
condicional, pasando por las propuestas re­
formistas de la misma, hasta quienes incluso declaran su muerte inminente1, resulta con­
veniente seguir investigando para entender las perspectivas de la globalización en el ac­
tual contexto socioeconómico mundial.
El objetivo central del estudio es analizar la relación entre globalización y desarrollo humano, para ver en qué medida es posible reorientar la primera, de tal manera que sus logros beneficien al segundo. La hipótesis es que mientras persista el actual orden econó­
mico y político internacional no será posible superar las desigualdades entre los países, las regiones y las poblaciones dentro de cada nación.
Al comienzo del estudio se analiza la glo­
balización como proceso, aclarando que este no es un fenómeno nuevo, sino que arranca por lo menos cinco siglos atrás. Igualmente se analiza el papel de las empresas transna­
cionales en la globalización, mostrando cómo estas de hecho comandan dicho proce­
so, dentro de una sui géneris división del trabajo, o división transnacional del trabajo, resultado de su actividad a escala global.
El soporte ideológico de este proceso es el pensamiento neoliberal, que promueve el li­
bre comercio y la hegemonía del mercado, como regulador de las relaciones de produc­
ción en el mundo. En la práctica, los progra­
mas de ajuste promovidos por organismos internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), han empeorado la situación social y económica de los países menos desarrollados, convir­
tiéndolos paulatinamente en enclaves del ca­
pital extranjero.
En la segunda parte se hace un recuento del concepto de desarrollo humano, a partir de las definiciones del PNUD2 y de Amartya Sen. Posteriormente, se muestra la situación actual del desarrollo humano, a partir del análisis de las desigualdades imperantes a escala mundial y de los diferentes indicado­
res que existen sobre el particular. Finalmente, se concluye que mientras persista el actual esquema de reproducción capitalista a escala global, la globalización tenderá a favorecer más a un pequeño grupo de países altamente desarrollados, en detri­
mento de la mayoría de la población del pla­
neta, haciendo muy difícil superar los retos del desarrollo humano.
La globalización
No existe en la actualidad área del cono­
cimiento que no esté vinculada, directa o in­
directamente, al tema de la globalización. Este fenómeno ha permeado prácticamente todos los campos de la actividad humana: economía, cultura, política, ecología, etc., adquiriendo así un carácter pluridimensio­
nal. El impresionante avance de las fuerzas productivas a escala mundial durante el si­
glo XX, especialmente en la segunda mitad, profundizó la división internacional del tra­
bajo, modificando el contenido de conceptos como ventajas comparativas y dando origen a otros como ventajas competitivas, determi­
nadas por factores relacionados con la eco­
nomía del conocimiento, la cual está deter­
minada por el uso de los saberes en la toma de decisiones en materia de producción, consumo e inversión, así como en la produc­
ción y reproducción del propio conocimiento 2
1
Ver, por ejemplo, Bello (2007).
Entelequia. Revista Interdisciplinar, nº 5, otoño 2007
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
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(Vilaseca y otros, 2002: 6). De acuerdo con el Banco Mundial,
“Una economía basada en el conocimien­
to se sustenta fundamentalmente en el uso de las ideas, más que en las habilida­
des físicas; en la aplicación de la tecnolo­
gía, más que en la transformación de ma­
terias primas, o la explotación de mano de obra barata. Es una economía donde el conocimiento es creado, adquirido, transmitido y usado más eficientemente por individuos, empresas, organizaciones y comunidades, con el fin de promover el desarrollo económico y social” (World Bank, 2003: 1).
En este proceso las nuevas tecnologías han desempeñado un papel fundamental, en especial las tecnologías de la información y comunicación (TIC)
El avance de los medios de transporte de mercancías y personas, el cual ha acortado significativamente las distancias geográficas, así como la velocidad con que fluye la infor­
mación alrededor del mundo, han “aplana­
do” la tierra, haciendo mucho más fácil (po­
tencialmente) la integración de los merca­
dos, de las regiones, de las culturas y, en fin, de la sociedad global.
En este contexto aparece el concepto glo­
balización, el cual empieza a emplearse de manera permanente en los ámbitos académi­
cos y políticos desde de la década de los ochenta del siglo XX. A partir de entonces, la globalización ha venido siendo enfocada desde diferentes posiciones, dependiendo del campo de acción del conocimiento y de los intereses en juego3. No obstante, existen 3
Para el director de la Organización Mundial del
Comercio- OMC, Pascal Lamy, “la globalización
puede definirse como una fase histórica de expansión acelerada del capitalismo de mercado, similar
a la experimentada en el siglo XIX con la llegada
de la revolución industrial. Se trata de una transformación fundamental de las sociedades, debida
a la reciente revolución tecnológica que ha condu-
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rasgos comunes a todas las interpretaciones, en el sentido de ver en la globalización una etapa avanzada de la división internacional del trabajo, caracterizada por una mayor interacción e interdependencia de los factores y actores que intervienen en el proceso del desarrollo mundial. Estos factores y actores son de índole económica, social, política, ambiental, cultural, geográfica, religiosa, etcétera, e involucran relaciones entre Estados, regiones, pueblos, empresas, partidos, etcétera4.
El proceso de globalización se efectúa a través de los flujos comerciales, de capital, información y conocimiento, que circulan al­
rededor del mundo y que involucran, en ma­
yor o menor medida, a la mayoría de los paí­
ses. Sin embargo, este proceso es profunda­
mente asimétrico y favorece a un pequeño de grupo de naciones altamente desarrolla­
das, quienes controlan la economía mundial, mientras la mayoría de países debe confor­
marse con el papel de actores pasivos y alta­
mente vulnerables a los cambios internacio­
nales, influenciados por las políticas aplica­
das por los centros de poder económico, po­
lítico y militar. Esta vulnerabilidad es evi­
dente en épocas de crisis financieras, como el caso de la crisis asiática o la crisis mexica­
na de comienzos de los noventa. También se manifiesta ante la oscilación de los pre­
cios de los bienes primarios, de cuya expor­
tación depende la mayoría de los países en desarrollo. cido a una reestructuración de las fuerzas económicas y sociales en una nueva dimensión territorial.” (Lamy, 2006).
4
De acuerdo con la Organización Internacional del
Trabajo-OIT “La globalización ha puesto en marcha un proceso de cambio de gran alcance que
afecta a todos. Las nuevas tecnologías, asentadas en políticas de mayor apertura, han creado un
mundo más interrelacionado que nunca. Ello no
sólo entraña una mayor interdependencia en las
relaciones económicas — el comercio, la inversión, las finanzas y la organización de la producción a escala global —, sino también una interacción social y política entre organizaciones y personas de todo el mundo” (OIT, 2004: X).
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Es la globalización de los “arriba” y de los de “abajo”. La globalización desde arriba se manifiesta en la hegemonía económica, polí­
tica y cultural de los países más desarrolla­
dos, cuyos principales agentes, las empresas transnacionales, introducen en los países en desarrollo (los de abajo) un modo de vida diferente, a imagen y semejanza de las po­
tencias dominantes. Es la tecnocracia supra­
nacional, que desde los principales centros del pensamiento moldea y controla el mun­
do, gracias a su poder económico, científico y militar5. La globalización no es la simple suma de economías, culturas, regiones, países, sino un entramado complejo de relaciones e inte­
racciones, las cuales tienden a conformar un todo homogéneo, dentro del cual, sin em­
bargo, operan fuerzas integradoras y desin­
tegradoras. Es la unidad dialéctica de fuer­
zas centrífugas y centrípetas que en su accio­
nar profundizan los nexos de interdependen­
cia entre las economías y los países, sin que desaparezcan las desigualdades, así como los rasgos característicos de cada nación. En esto coincide la mayoría de los expertos que han analizado el proceso de la globalización.
La globalización implica también una ma­
yor interacción cultural entre los pueblos, gracias al desarrollo de las nuevas tecnologí­
as de información y comunicación. Sin em­
bargo, similar a lo que ocurre con la econo­
mía y la política, la globalización tiende a imponer la hegemonía cultural de los países más desarrollados sobre el resto del mundo. 5
Como señala Salbuchi, “Se trata de una usina intelectual –un "banco de cerebros" o
think tank– que reúne y coordina a las mas
preclaras, seleccionadas e influyentes mentes de los Estados Unidos y que, a su vez, se
relaciona con otras naciones e instituciones
del mundo desarrollado y en vías de desarrollo, con el objetivo de diseñar y planificar
aquellos procesos políticos, económicos, sociales y culturales que inexorablemente han
de conducir al planeta hacia esa naciente estructura supra-nacional del anhelado nuevo
orden mundial” (Salbuchi, 1999).
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La penetración cultural de las grandes po­
tencias no es algo nuevo (baste mencionar, por ejemplo, la colonización cultural durante el sometimiento colonial de América Latina, con la consecuente destrucción de las cultu­
ras locales). Este proceso se ha intensificado en las últimas décadas gracias al uso de nue­
vas tecnologías, tales como la televisión sate­
lital, la telefonía inalámbrica, el uso de los ordenadores personales, pero sobre todo, el creciente uso de la Internet, la red mundial de millones de computadores conectados en­
tre sí. La Internet no solo ha modificado el concepto de tiempo y espacio, sino que per­
mite conectar a millones de personas de di­
ferentes partes del planeta, alrededor de in­
tereses comunes en todos los campos del sa­
ber y del entretenimiento. También ha servi­
do como vehículo de mercadeo y comerciali­
zación de bienes y servicios a escala global. Sin embargo, la penetración de la Inter­
net en el mundo aún es muy limitada y se concentra en el grupo de países más desarro­
llados. En la actualidad el número de usua­
rios de Internet en el mundo se estima en más de mil millones de personas, con una penetración en promedio del 16.6%. Por re­
giones, Asia, con el 56.5% de la población mundial concentra el 35.6% de los usuarios, seguida de Europa (12.3% y 28,6% respecti­
vamente) y Norteamérica (5.1% y 21.2% respectivamente). Por países, 20 concentran el 64.1% del total mundial de usuarios, des­
tacándose Estados Unidos (18,7%), China (11.8%), Japón (8,3%), India (4,9%) y Ale­
mania (4.8%). Sin embargo, el grado de pe­
netración difiere notoriamente de un país a otro. Así, mientras en Estados Unidos, Japón y Alemania la penetración es de 68.7%,
67.2% y 60.6% de la población, respectiva­
mente, en China y la India este indicador es de apenas 9,4% y 4.5%6.
De otro lado, pese al innegable avance del comercio internacional y de los flujos fi­
6
Ver: Éxito Exportador. “Estadísticas mundiales del
Internet”.
http://www.exitoexportador.
com/stats.htm [Consulta: abril 10 de 2007].
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nancieros, la mayor parte de la actividad se realiza al interior de los países, o dentro de mega bloques económicos, como la Unión Europea o el TLCAN7. Se estima que no más del 20 por ciento de la producción mundial se destina al comercio internacional y que 9 de cada 10 trabajadores laboran en sus respectivos países. Igualmente, más del 90 por ciento de la acumulación de capital se hace con ahorro interno, mientras que la contribución de las inversiones de las transnacionales a la formación de capital fijo no rebasa el 10 por ciento mundial (De la Garza, 2001: 24). El avance de la globalización ha sido obs­
taculizado también por conflictos bélicos, ta­
les como la primera y segunda guerra mun­
diales, así como por las grandes crisis econó­
micas de carácter hemisférico. Igualmente, las políticas proteccionistas y discriminato­
rias, practicadas por las naciones opulentas, impiden que la mayoría de los países partici­
pe activamente en los intercambios comer­
ciales y financieros; o sea, no logran globali­
zarse, y si lo hacen es solamente a través de las transnacionales residentes en sus econo­
mías de enclave. La globalización como proceso no es un fenómeno nuevo8. Empieza con las grandes 7
Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
8
Para Ferrer la globalización tiene una antigüedad
de cinco siglos. Según este autor, “el surgimiento
del primer orden global coincidió con un progresivo aumento de la productividad, inaugurado con el
incipiente progreso técnico registrado durante la
Baja Edad Media. La coincidencia de la formación
del primer orden económico mundial con la aceleración del progreso técnico no fue casual. La expansión de ultramar fue posible por la ampliación
del conocimiento científico y la mejora en las artes
de la navegación y la guerra” (FERRER, 1998).
Para la CEPAL “El proceso contemporáneo de internacionalización se remonta al surgimiento del
capitalismo en Europa a fines de la Edad Media, a
la nueva actitud científica y cultural que encarnó el
Renacimiento, y a la conformación de las grandes
naciones europeas y sus imperios. La expansión
del capitalismo es el único fenómeno histórico que
ha tenido alcances verdaderamente globales,
aunque incompletos. Con mayor intensidad que
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conquistas territoriales, en especial con la colonización de América, y se profundiza después de la llamada revolución industrial, que convirtió a Inglaterra en la primera po­
tencia mundial 9. La formación de sistema mundial de la economía fue posible gracias a la ofensiva comercial de Inglaterra en el si­
glo XIX y a la consolidación del sistema colo­
nial, dominado por la potencias europeas, quienes a comienzos del siglo XX ya se habí­
an repartido todos los territorios, converti­
dos en fuentes de materias primas y en mer­
cados para sus manufacturas. El capitalismo mundial había dejado atrás la etapa de la li­
bre competencia y había entrado en su fase monopolista, soporte económico del impe­
rialismo. Esta situación contribuyó a la ex­
pansión global de la economía, a través, fun­
damentalmente, de la internacionalización del capital.
Para algunos, el mundo se encontraba más integrado a finales del siglo XIX que en la actualidad, pues aunque los aranceles eran más elevados existía mayor movilidad de personas, bienes y capitales entre los paí­
ses, existían menos trabas no arancelarias y las migraciones eran más fáciles, pues no se exigía pasaporte10. Sin embargo, estamos ha­
blando de un momento histórico en que el sistema colonial aún no se había derrumba­
do por completo y el sistema mundial de la economía no había alcanzado la madurez y complejidad que adquirió después de la se­
otras regiones del mundo en desarrollo, la historia
de América Latina y el Caribe ha estado estrechamente vinculada a esta evolución desde fines del
siglo XV” (CEPAL, 2002: 18).
9
Marx y Engels, a mediados del siglo XIX, ya veían
la inexorable “globalización” del modo de producción capitalista, gracias al avance de los medios
de producción, en especial el perfeccionamiento
de los instrumentos de trabajo y el progreso de las
comunicaciones. En palabras de los autores “espoleada por la necesidad de dar cada vez mayor
salida a sus productos, la burguesía recorre el
mundo entero. Necesita anidar en todas partes,
establecerse en todas partes, crear vínculos en todas partes” (MARX, 1983: 31).
10 Ver: Streeten (2001: 34) y James (1999: 12-14).
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gunda guerra mundial. La competencia en­
tre las potencias, la lucha por los mercados, los recursos naturales y las esferas de in­
fluencia, las guerras económicas, indican que la integración capitalista continúa sien­
do apenas una tendencia. Esta posibilidad se fortaleció con el derrumbe del sistema socia­
lista, cuando el capitalismo volvió a ser el modo de producción predominante a escala mundial. No obstante, las contradicciones entre el centro y la periferia capitalista, así como al interior del grupo hegemónico den­
tro del sistema, dificultan la integración.
El soporte material de la globalización es la profundización de la división internacio­
nal del trabajo, en la cual el predominio eco­
nómico, científico, político y militar corres­
ponde a un reducido grupo de países alta­
mente desarrollados, mientras los llamados países menos avanzados y en desarrollo, que constituyen la inmensa mayoría, deben con­
formarse con su condición de abastecedores de materias primas y compradores de bienes industriales y tecnología. Los avances experi­
mentados por estos países en la inserción in­
ternacional están determinados por la pre­
sencia del capital extranjero en sus economí­
as, el cual ha ido perfeccionando un esque­
ma de inserción apendicular, donde las deci­
siones estratégicas son tomadas desde afue­
ra, por las empresas transnacionales. En es­
tas condiciones, cualquier posibilidad de de­
sarrollo independiente es cada vez más difí­
cil. Además, el entramado de relaciones eco­
nómicas a escala mundial ­determinado por el uso de las nuevas tecnologías, el incre­
mento del flujo de mercancías y capitales y la tendencia general hacia lo que algunos han denominado acertadamente “economía de casino”, por la importancia creciente de la especulación financiera, más que por el intercambio de mercancías11­ ha acentuado 11 Se estima que las transacciones financieras realizadas en menos de una semana “casi que triplican el volumen anual del comercio mundial”. De
ahí la propuesta de cobrar un impuesto a las transacciones financieras mundiales, con el fin de cre-
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la vulnerabilidad de las economías, especial­
mente las menos desarrolladas, frente a las oscilaciones de los mercados internaciona­
les, los precios de las materias primas y las crisis financieras 12.
Como señala Gélinas (2006), “la supremacía de los mercados financieros coloca a los grandes banqueros al mando de la mega máquina de la globalización” y el papel de los bancos centrales de los países subordinados se reduce a garantizar el am­
biente apropiado para el buen funciona­
miento de los mismos. En este proceso el pa­
pel de las llamadas instituciones de la globa­
lización, el FMI y el Banco Mundial, allanan el terreno para que el capital financiero in­
ternacional explote a sus anchas a la mayo­
ría de los países que dependen del financia­
miento externo y de la inversión extranjera. Como señala Stiglitz
“En los problemas del FMI y las demás instituciones económicas internacionales subyace un problema de Gobierno: quién decide qué. Las instituciones están domi­
nadas no sólo por los países industriali­
zados más ricos sino también por los in­
tereses comerciales y financieros de esos países, lo que naturalmente se refleja en las políticas de dichas entidades” (Sti­
glitz, 2002: 44)13.
ar un fondo para paliar el flagelo de la pobreza.
Ver: Sierra (2007). Esta economía especulativa ha
provocado escándalos como los de Enron y
WorldCom en Estados Unidos y es la causa de la volatilidad de los mercados financieros del mundo.
12 Como señala un reciente informe de Naciones
Unidas, “Los países pobres tienen economías y
estructuras de exportación menos diversificadas,
que los hacen mucho más vulnerables a las variaciones de los precios de los productos básicos y a
las perturbaciones de los mercados financieros internacionales. Además, los países en desarrollo
tienen menos voz en los procesos de negociación
en los que se fijan las normas que rigen los mercados mundiales” (Naciones Unidas, 2006: 4).
13 El rechazo a estas políticas se ha visto reflejado
en la posición que asumió el gobierno argentino,
al congelar el pago de la deuda, o en la expulsión
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Globalización o transnacionalización
Dado el papel preponderante de las em­
presas transnacionales (ETN) en el funciona­
miento de la economía mundial, se puede afirmar que más que globalización lo que está ocurriendo es la transnacionalización de las relaciones de producción imperantes en los países más desarrollados del sistema ca­
pitalista. Es precisamente a través del accio­
nar de las transnacionales que se ha intensi­
ficado la globalización de las relaciones de dominio y sometimiento económico, políti­
co, cultural y militar de la mayoría de los pa­
íses, por parte de un puñado de superpoten­
cias, encabezadas por los Estados Unidos de Norteamérica. A través de su funcionamien­
to, las empresas transnacionales han ido per­
feccionando una división del trabajo que les permite actuar prácticamente sin control, lo­
grando de esta manera socavar los endebles cimientos de las economías de la periferia capitalista. En este proceso, las transnacio­
nales trasladan sus producciones a los países donde los salarios son muy inferiores a los que se pagan en los lugares de origen de es­
tas empresas14 y donde obtienen grandes be­
neficios de los gobiernos locales, tales como la exención del pago de impuestos, entre otros. Las condiciones de explotación de la fuerza de trabajo en las maquilas son inhu­
manas, no existe libertad de afiliación sindi­
cal y los trabajadores son sometidos a todo tipo de presiones. La jornada laboral se ex­
tiende hasta 12 horas diarias y se obliga a trabajar los sábados y domingos15. del representante del Banco Mundial en Ecuador,
como protesta por el chantaje ejercido por esa entidad contra el gobierno. Ver: “Rafael Correa expulsa del país al delegado del Banco Mundial”.El
Comercio, 27 de abril-07. Quito, Ecuador.
14
En Centroamérica, por ejemplo, el salario
por hora oscila entre 0,27 dólares en Nicaragua y 1,30 dólares en Costa Rica y El Salvador, contra casi 25 dólares en Alemania, 17
en Japón y más de 16 en Estados Unidos.
Ver: Trucchi (2006).
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Se va creando así una división del trabajo sui géneris, donde los países menos desarro­
llados se especializan en la maquila, por en­
cargo de las empresas extranjeras, abando­
nando el mercado interno y articulando su desarrollo más a los intereses de los países desarrollados que de los suyos propios16. Es la división transnacional del trabajo, donde el viejo esquema de la gran empresa que admi­
nistraba todo el proceso desde su casa ma­
triz en el país de origen, fue reemplazado primero con la creación de empresas filiales en los diferentes países alrededor del mun­
do, con las cuales se estableció un creciente intercambio de bienes y servicios intra­firma, donde el producto pasó a ser el resultado del ensamblaje de partes elaboradas al mismo tiempo en distintos lugares del planeta, “per­
diendo” de esta manera su “nacionalidad”, su “made in” 17. En la actualidad, según Sam Palmesano, jefe de la IBM, hay que hablar de la “empre­
sa globalmente integrada”, la cual configura su estrategia, gestión y operaciones, como una simple entidad global, que ubica perso­
nal y empleos en cualquier parte del mundo, basándose en el costo, las habilidades y el entorno de negocios adecuados e integrando las operaciones horizontal y globalmente. 15 Trucchi (2006). Varios testimonios sobre la violación de los derechos humanos por parte de las
maquilas se pueden consultar en: http://www.reluita.org/sindicatos/maquilas/index.htm
16 Tal es el caso de México, por ejemplo, donde la
mitad de las exportaciones industriales corren por
cuenta de las maquilas. Ver: Romero (2006: 37).
17 Como señalo en otro escrito “el factor predominante en la actual división internacional del trabajo
continúa siendo el control de la producción, el comercio, los flujos de capital financiero, la inversión
y, lo que es más importante, los mayores avances
tecnológicos, por parte de las empresas transnacionales, lo que de hecho ha modificado sustancialmente el ordenamiento mundial, configurando
una especie de división transnacional del trabajo,
bajo la cual los procesos productivos y sus resultados aparentemente pierden la nacionalidad, debido a que el producto se elabora al mismo tiempo
en varios países, pero parcialmente” (Romero,
2002: 23).
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Dentro de este esquema el trabajo fluye ha­
cia aquellos lugares donde se hace mejor, con más eficiencia y de mayor calidad. Se toma como ejemplo el caso de Bangalore en la India, donde IBM ha hecho grandes inver­
siones 18.
La importancia económica de las empre­
sas transnacionales es evidente. De acuerdo con la revista Forbes, en el 2004 las 2 mil empresas más grandes del mundo realizaron negocios equivalentes al 60% del PIB mun­
dial (32 billones de dólares), acapararon el 85% de los activos mundiales y obtuvieron beneficios por 760 mil millones de dólares (Gélinas, 2006). Pero aparte de lo anterior, las ETN son ante todo destructoras del medio ambiente, de los ecosistemas y explotadoras de pobla­
ciones ­en las peores condiciones­ en los paí­
ses a donde trasladan sus empresas conta­
minantes, como sucede en el caso de las compañías petroleras.
El soporte ideológico de la globalización
El soporte ideológico de la globalización es el pensamiento neoliberal, el cual absolu­
tiza el papel del mercado, de la libre compe­
tencia y del sector privado y minimiza el pa­
pel del Estado en el desarrollo económico y social. Desde este punto de vista, la globali­
zación es el argumento que usan sus defen­
sores para tratar de justificar la “inevitabili­
dad” de someter el desarrollo a los dictados del mercado capitalista, bajo el supuesto de la igualdad de oportunidades para todos los países en el actual ordenamiento económico internacional. Al contrario, tal como lo de­
muestran los hechos, pese a la innegable mejoría en el posicionamiento de un grupo de países en desarrollo en el contexto mun­
dial de la economía, especialmente los lla­
mados países de industrialización reciente, la brecha relativa que separa al puñado de potencias dominantes (aglutinadas alrede­
dor del llamado grupo de los siete) del resto de los países del hemisferio, no solo se con­
serva sino que tiende a profundizarse, espe­
cialmente en las actividades relacionadas con el conocimiento de vanguardia.
Los adeptos a la globalización tratan de convencernos de las bondades de la libre competencia y de la apertura de los merca­
dos, como premisa para salir del atraso. Sin embargo, al tiempo que predican el libre cambio y la apertura de los mercados nacio­
nales a las mercancías extranjeras, los países más desarrollados adoptan políticas protec­
cionistas de toda índole, como los subsidios a los productores locales y las restricciones de tipo fitosanitario para los productos forá­
neos, limitando de esta manera la entrada de productos agropecuarios y de manufactu­
ras, provenientes de las naciones primario exportadoras. Al no poder expandir sus ex­
portaciones, y ante la estrechez estructural de sus mercados internos ­consecuencia de situaciones sociales altamente desiguales, lo que a su vez limita la capacidad de ahorro interno­ las naciones menos desarrolladas deben recurrir cada vez más al endeuda­
miento externo para poder atender las nece­
sidades del desarrollo, dedicando parte im­
portante del producto nacional al pago de las acreencias.
Pero, igual que con la globalización, el problema de fondo no es el mercado, pues sin este no es posible que funcione la econo­
mía. La experiencia socialista así lo demues­
tra. La dirección de la economía de manera centralizada y planificada dio al traste con la productividad y la satisfacción de las cre­
cientes necesidades de la población, lo que con el tiempo condujo a la crisis del sistema de producción. Por eso, anteponer el volun­
tarismo a la espontaneidad del mercado no tiene sentido. Se requiere, por lo visto, com­
binar adecuadamente el accionar del merca­
do con la intervención eficiente del Estado, teniendo como fin la búsqueda incesante del bienestar de la población y la conservación y mejoramiento del medio ambiente. En este 18 The Economist (2007).
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sentido, no hay que seguir deificando ni sa­
tanizando al mercado, sino modificar las re­
laciones sociales que le sirven de soporte, haciendo que trabaje para la gente y no al contrario, que la gente trabaje para el mer­
cado, que es lo mismo que decir: para una minoría privilegiada de la sociedad.
Los efectos de la globalización
Sustentada en la fetichización del merca­
do, la globalización capitalista promueve al máximo el consumismo desaforado en las naciones opulentas, la cultura del “úselo y tí­
relo” (como diría Galeano), con el conse­
cuente deterioro del medio ambiente y el agotamiento de los recursos naturales no re­
novables. Este modo de consumo se traslada a través de múltiples canales a las naciones menos desarrolladas, las cuales, sin haber al­
canzado el nivel de desarrollo adecuado, se ven abocadas a asimilar patrones culturales ajenos a sus propias realidades. Como señalo en otro escrito, “Este modelo de consumo produce dis­
torsiones de índole estructural, impidien­
do el desarrollo del mercado interno y generando expectativas de vida no acor­
des con la realidad de sus economías. A la larga, estos países terminan converti­
dos en mercados para los bienes y servi­
cios, así como para el conocimiento, pro­
venientes de las naciones más avanza­
das” (Romero, 2002: 134)19. Un efecto importante del proceso de glo­
balización, bajo el comando de las transna­
cionales, es la imposición, por parte de orga­
nismos internacionales como el FMI y el Banco Mundial, de políticas de ajuste estruc­
19 El caso de Argentina es la prueba irrefutable de lo
dañinas que pueden resultar las fórmulas recomendadas por los técnicos del FMI, sino se tiene
en cuenta el desarrollo integral de la economía, el
cual debe incluir la variable social como uno de
sus principales componentes.
Entelequia. Revista Interdisciplinar, nº 5, otoño 2007
tural de las economías dependientes, tales como una mayor apertura de sus economías a la competencia externa, privatización de las empresas estatales, flexibilización jurídi­
ca para que haya una mayor afluencia de in­
versiones extranjeras, flexibilización en ma­
teria laboral para garantizarles a las empre­
sas nacionales y extranjeras un marco jurídi­
co de explotación del recurso humano local más ventajoso, por ejemplo los contratos a término fijo y los estímulos a los empresarios que generen puestos de trabajo, lo cual con­
tribuye a la precarización del empleo.
Otra de las “recomendaciones” de estos organismos es el recorte del gasto público, que se traduce en la práctica en el desmejo­
ramiento de la seguridad social, la presta­
ción de servicios públicos, la educación y la salud, entre otros. El argumento de los de­
fensores de la globalización capitalista es que con los “ajustes adecuados”, los países en desarrollo podrán insertarse exitosamen­
te en la economía internacional, es decir, globalizarse. Sin embargo, los resultados de más de una década de ajustes han demostra­
do que la pobreza y las desigualdades socia­
les y territoriales, en vez de disminuir au­
mentan20. Uno de los efectos más nocivos del proce­
so globalizador ha sido la creciente contami­
nación del medio ambiente, por cuenta del manejo inadecuado e irresponsable de los recursos naturales, como: a) deforestación por la tala indiscriminada de árboles, lo que a su vez incrementa la desertificación y el desbordamiento de los ríos por la sedimenta­
ción; b) emisión de gases, que ha provocado el cambio climático, así como las sequías y las inundaciones en diferentes lugares de la tierra; c) el recalentamiento global, que ha provocado el deshielo de los glaciares, lo cual incrementará el nivel del mar, con la consecuente desaparición futura de miles de poblaciones asentadas en sus costas. 20 Sobre este tópico recomiendo ver: Toussaint
(2002).
Alberto Romero / 255
El creciente consumo de combustibles fó­
siles, estimulado por el aumento del uso de vehículos automotores, ha disparado la emi­
sión de gases tóxicos, que atentan contra la salud de millones de habitantes de los gran­
des centros urbanos. Lo grave de esta situa­
ción es que la solución de reemplazar los combustibles fósiles por biocombustibles, puede resultar peor, pues, como en el caso de Estados Unidos, el maíz, materia prima para la producción de etanol, está provocan­
do el aumento del precio de este cereal, con el consecuente perjuicio para los consumido­
res de alimentos21. También empeoran esta situación los llamados transgénicos, que no solo pueden traer efectos negativos para la salud del consumidor, sino que al introducir su producción en los países menos desarro­
llados puede llevar a la ruina a millones de pequeños productores, que no están en con­
diciones de adquirir las costosas semillas y la tecnología, vendidas por transnacionales como la estadounidense Monsanto22, que también comercializa el temido herbicida glifosato, empleado para fumigar los cultivos de coca y que afecta la salud de los campesi­
nos y destruye los cultivos legales adyacen­
tes.
Rasgo característico de la fase actual del desarrollo capitalista mundial es la profundi­
zación de la tendencia general hacia el para­
sitismo económico, representado por el pre­
dominio del capital financiero especulativo sobre la circulación de mercancías. Esta si­
tuación afecta directa o indirectamente a las 21 En México, la orientación de la producción de
maíz para elaborar etanol está amenazando
el alimento básico de la dieta diaria de los
mexicanos, especialmente los más pobres: la
tortilla. Ver: Small (2007).
22 No hay que olvidar los efectos negativos de
la llamada “revolución verde”, que no solucionó el problema del hambre en el mundo (a
pesar del incremento de la productividad),
pero si creó mercados para los productos
químicos de las transnacionales, los cuales
causaron, y continúan causando, daños significativos a la salud y al medio ambiente.
Entelequia. Revista Interdisciplinar, nº 5, otoño 2007
naciones menos desarrolladas, expuestas a las oscilaciones de los mercados financieros internacionales. Perspectivas de la globalización
En el informe sobre las perspectivas glo­
bales de la economía el Banco Mundial es optimista al señalar que:
“La próxima globalización –una profunda integración con la economía mundial a través del comercio, los flujos de infor­
mación, las finanzas y la migración­ ofre­
cerá nuevas y mejores oportunidades para incrementar la productividad y ele­
var los ingresos. Los productores que participan en los grandes mercados inter­
nacionales podrán producir en gran esca­
la, acceder a tecnologías y conocimien­
tos más apropiados y participar en la cre­
ciente integración global de las cadenas productivas. Los consumidores en todas partes tendrán acceso a los últimos pro­
ductos internacionales” (The World Bank, 2007: vii)23. Sin embargo, como lo deja entrever el in­
forme, esta posibilidad es solo potencial. Tal vez en otro contexto la globalización podría significar una oportunidad histórica para la mayoría de países que padecen atraso socio­
económico y son víctimas de un orden eco­
nómico y político internacional adverso a sus intereses. Esto solo será posible en la medida que el proceso globalizador genere condicio­
nes en las que el mercado trabaje para la gente, y no al contrario, que la gente trabaje para el mercado, controlado por el capital transnacional. El soporte capitalista de la globalización impide que se den estas condi­
ciones, toda vez que el afán por obtener be­
neficios a corto plazo, sin pensar en las con­
secuencias del modelo de desarrollo consu­
23 Una crítica a este informe se puede ver en:
Woodward (2007).
Alberto Romero / 256
mista y depredador imperante, hace que se profundicen las desigualdades entre las na­
ciones. Por eso, una cosa es reconocer que el proceso de globalización es inevitable y otra, creer que esta lleva implícita la solución de los males que padecen los países menos de­
sarrollados. ­tales como un mejor estado de salud, conocimientos y destrezas y el uso que la gente hace de las capacidades adquiridas ­para el descanso, la producción o las ac­
tividades culturales, sociales y políticas. Si el desarrollo humano no consigue equilibrar estos dos aspectos, puede ge­
nerarse una considerable frustraci6n hu­
mana.
Desarrollo humano: aspectos conceptua­
les
Según este concepto de desarrollo huma­
no, es obvio que el ingreso es sólo una de las oportunidades que la gente desearía tener, aunque ciertamente muy impor­
tante. Pero la vida no sólo se reduce a eso. Por lo tanto, el desarrollo debe abar­
car más que la expansión de la riqueza y 1os ingresos. Su objetivo central debe ser el ser humano.” (PNUD, 1990: 34).
No cabe duda de la necesidad urgente de humanizar la globalización. Por eso hay que impulsar el desarrollo humano como alter­
nativa al actual ordenamiento mundial, bus­
cando un mayor equilibrio socioeconómico y político, con sostenibilidad, pensando en la calidad de vida de las generaciones futuras. En este sentido es importante analizar el concepto de desarrollo humano. La definición más completa de desarrollo humano la da el PNUD:
“El desarrollo humano es un proceso en el cual se amplían las oportunidades del ser humano. En principio, estas oportuni­
dades pueden ser infinitas y cambiar con el tiempo. Sin embargo, a todos 1os ni­
veles del desarrollo, las tres más esencia­
les son disfrutar de una vida prolongada y saludable, adquirir conocimientos y te­
ner acceso a 1os recursos necesarios para lograr un nivel de vida decente. Si no se poseen estas oportunidades esenciales, muchas otras alternativas continuarán siendo inaccesibles.
Pero el desarrollo humano no termina allí. Otras oportunidades, altamente va­
loradas por muchas personas, van desde la libertad política, económica y social, hasta la posibilidad de ser creativo y pro­
ductivo, respetarse a si mismo y disfrutar de la garantía de derechos humanos.
El desarrollo humano tiene dos aspectos. La formación de capacidades humanas Entelequia. Revista Interdisciplinar, nº 5, otoño 2007
Se trata de un desarrollo donde las perso­
nas puedan tener la vida que valoren y apro­
vechar su potencial como seres humanos (PNUD, 2006: 5). Como señala el informe, “En última instancia, el desarrollo huma­
no se basa en la realización de nuestro potencial. Se basa en lo que las personas pueden hacer y en lo que pueden conver­
tirse –sus capacidades– y en la libertad de disponer de opciones reales en la vida” (PNUD, 2006: 12).
A partir de esta definición no es difícil en­
tender que hasta el momento este tipo de desarrollo ideal no existe en ningún país del mundo, incluyendo los de orientación socia­
lista. Y es que si bien se han logrado progre­
sos en materia de ingreso, servicios públicos y educación, entre otros, aún persisten las desigualdades sociales y la exclusión en ma­
teria de participación y toma de decisiones en los asuntos que competen a la mayoría de la población. Uno de los precursores de la adopción del concepto de desarrollo humano es el premio Nobel Amartya Sen (aunque el le atribuye la Alberto Romero / 257
idea original a su amigo Mahbub ul­Haq) (Sen, 2006). Para Sen,
“Una concepción satisfactoria del desa­
rrollo debe ir mucho más allá de la acu­
mulación de riqueza y del crecimiento del producto nacional bruto y de otras variables relacionadas con la renta....El desarrollo tiene que ocuparse más de mejorar la vida que llevamos y las liber­
tades de que disfrutamos” (Sen, 2000: 30­31). En otro escrito Sen recalca que
“El desarrollo humano, como enfoque, gira alrededor de lo que considero la idea fundamental del desarrollo, a saber: la promoción de la riqueza de la vida hu­
mana entera, antes que la de la econo­
mía en la que los seres humanos viven, que es sólo una parte de aquélla. Este es, creo, el eje central del enfoque del desa­
rrollo humano” (Sen, 2006).
En este sentido, para hablar de desarrollo no basta con los indicadores tradicionales del crecimiento del PIB, o del PIB por perso­
na, o de la acumulación de capital, que, como se sabe, tienden a favorecer a la mino­
ría de la población, en detrimento de la ma­
yoría, que debe conformarse con las sobras del crecimiento. Para Sen el desarrollo debe estar ligado a la expansión de las libertades. Como señala el autor, “la concepción del desarrollo como un proceso de expansión de las libertades fundamentales lleva a centrar la atención en los fines por los que cobra importan­
cia el desarrollo y no solo en algunos de los medios”, pese al papel destacado que estos desempeñan en el proceso (Sen, 2000: 19).
Entelequia. Revista Interdisciplinar, nº 5, otoño 2007
Para que esto sea posible es necesario eli­
minar las principales fuentes de privación de la libertad, tales como la pobreza, la escasez de oportunidades económicas, las privacio­
nes sociales sistemáticas, el abandono de los servicios públicos y “la intolerancia o el ex­
ceso de intervención de los Estados represi­
vos” (Sen, 2000: 19).
Este planteamiento choca de frente con la ortodoxia imperante de ver el desarrollo como el simple crecimiento del PIB, sin tener en cuenta el impacto social del mismo. Es a partir de este cuestionamiento que se plan­
tea el concepto de desarrollo humano. Se trata de un enfoque cualitativo del de­
sarrollo, donde el centro y fin del mismo es el ser humano, donde lo importante es no sólo el “nivel de vida”, sino la “calidad de vida”. Por eso nada más alejado de la reali­
dad que el dogma imperante en los círculos del pensamiento económico neoliberal, que lo que es bueno para la economía, para el crecimiento, también lo es para toda la po­
blación. Según Max­Neef, “la economía está para servir a las personas y no las perso­
nas para servir a la economía”. La no obser­
vancia de este postulado llevó a que Costa Rica, de país ejemplar en materia de desa­
rrollo social, por culpa del endeudamiento se haya visto obligado a recortar el gasto pú­
blico en educación, salud, pensiones, etc. (Max­Neef, 2006). Otro postulado del autor es que “el desa­
rrollo tiene que ver con personas y no con objetos”; por eso cuando se habla de creci­
miento económico a secas, se tiene en cuen­
ta es el crecimiento de las cosas y no del bie­
nestar de las personas. Es más, el crecimien­
to desaforado, consumista, depredador del medio ambiente, se convierte, en un mo­
mento determinado, en perjudicial para el ser humano. Es lo que el autor llama el “um­
bral” del crecimiento: Alberto Romero / 258
“en toda sociedad parece haber un perío­
do en el cual el crecimiento económico convencionalmente medido y convencio­
nalmente entendido conlleva a un mejo­
ramiento de la calidad de vida, pero solo hasta un cierto punto, el punto umbral; cruzado este, si hay más crecimiento eco­
nómico, se comienza a deteriorar la cali­
dad de vida” (Max­Neef, 2006)24.
países en una red de interdependencia. En términos del desarrollo humano, sin embargo, el espacio entre los países se ha caracterizado por profundas y, en al­
gunos casos, incluso crecientes desigual­
dades en el ingreso y las oportunidades de vida” (PNUD, 2005: 4)
Crecen las desigualdades
Para medir el impacto de este crecimiento existe el “indicador de progreso efectivo”, el cual suma todo lo que es realmente positivo y resta lo negativo (costos de contamina­
ción, costos de desertificación, destrucción de calidad natural, incremento de enferme­
dades cardiovasculares, etc.). A partir de este indicador, países como Inglaterra no sa­
len bien librados (Max­Neef, 2006).
Según el informe del PNUD de 1999 so­
bre desarrollo humano, la diferencia de in­
greso entre el 20 por ciento de la población que vivía en los países más ricos y el 20 por ciento de quienes vivían en los países más pobres era de 74 a 1 en 1997, por encima de la relación 60 a 1 en 1990 y de 30 a 1 en 1960, lo cual evidencia la creciente brecha entre ambos grupos de población (PNUD, 1999: 3). Situación del desarrollo humano a es­
cala mundial
De acuerdo con Naciones Unidas, la desi­
gualdad mundial de ingresos (con excepción de China e India) continúa aumentando, lo cual contradice los supuestos beneficios de la globalización. Según este organismo,
La profundización de la globalización, le­
jos de cerrar la brecha que separa al grupo de países altamente desarrollados del resto del mundo, la amplía, especialmente en lo económico y lo tecnológico, pero sobre todo en lo social. Como señala el informe del PNUD 2005,
“La integración mundial está dando lu­
gar a una interconexión cada vez más profunda. En términos económicos, el es­
pacio que separa a las personas y los paí­
ses se está reduciendo a pasos agiganta­
dos en la medida en que el comercio, la tecnología y la inversión unen a todos los 24 Este planteamiento encuentra eco en un re-
ciente documento del Banco Mundial, donde
se señala que “el crecimiento económico, si
bien es fundamental para mejorar la calidad
de vida, está dañando lo que muchos llaman
los “bienes públicos mundiales”. Esto genera
inquietud acerca de la sostenibilidad del crecimiento a largo plazo” (The World Bank,
2007: xi).
Entelequia. Revista Interdisciplinar, nº 5, otoño 2007
“Durante los decenios de 1980 y 1990 se creía que el creciente papel del mercado mundial conduciría a la reducción de las diferencias de ingresos entre países po­
bres y países ricos. En realidad, se regis­
tró esa convergencia de ingresos entre un pequeño número de países, pero muchos otros quedaron excluidos de esa tenden­
cia, a pesar de que prácticamente todos los países del mundo habían abierto sus sistemas comerciales y financieros al mer­
cado mundial.” (Naciones Unidas, 2006: 2).
Según el informe del PNUD sobre desa­
rrollo humano 2005, “El ingreso total de los 500 individuos más ricos del mundo es superior al ingre­
so de los 416 millones más pobres. Más allá de estos extremos, los 2.500 millo­
nes de personas que viven con menos de Alberto Romero / 259
dos dólares al día –y que representan el 40% de la población mundial– obtienen sólo el 5% del ingreso mundial. El 10% más rico, casi todos ellos habitantes de los países de ingresos altos, consigue el 54%” (PNUD, 2005: 4­5)25.
Pero la brecha que separa a los ricos de los pobres no es solo de ingreso. Como des­
taca el PNUD, a finales de los noventa del si­
glo XX el 20 por ciento de la población que vivía en los países con alto ingreso poseía el 86 por ciento del PIB mundial, contra el 1 por ciento que tenía el 20 por ciento de los que sobrevivían en los países más pobres. Igualmente, el primer grupo controlaba el 82% de los mercados mundiales, el 68% de la inversión extranjera directa, mientras que al segundo grupo le correspondía el 1%, res­
pectivamente (PNUD, 1999: 3).
En el 2005, el grupo de países más avan­
zados (29 en total), con el 15,3% de la po­
blación, concentraba el 52,3% del PIB mun­
dial y el 69,1% de las exportaciones globa­
les. En ese mismo año, las 7 economías más avanzadas del mundo, con el 11,4% de la población, concentraban el 41,2% de la pro­
ducción mundial y el 40,4% del total de las exportaciones de bienes y servicios. En el otro extremo, 145 de los llamados países emergentes y en desarrollo, con el 84,7% de la población global, concentraban el 47,7% del PIB y el 30,8% de las exportaciones mundiales. De ese grupo, solo dos países: China e India, con el 38% de la población mundial, participaban con el 21,4% de la producción y el 7,8% de las exportaciones de bienes y servicios globales, especialmente China (15,4% y 6,6% respectivamente). En 25 Esto no descarta la existencia de pobreza en los
países más desarrollados, como Estados Unidos,
donde en el 2004 el número de personas por debajo del umbral de pobreza era de 37 millones,
equivalente al 12,7% de la población, afectando
especialmente a los negros (24,7%) y a los hispanos (21,9%). En ese mismo año, 45,8 millones de
personas no tenían acceso a la seguridad social
en salud, lo que representa el 15,7% de la población. Ver: DeNavas-Walt et.al (2005: 9,16).
Entelequia. Revista Interdisciplinar, nº 5, otoño 2007
América Latina sobresalen Brasil y México, que con una población del 4,6% producen el 4,4% y exportan el 2,3% del total mundial (FMI, 2006: 201, cuadro A). Como podemos ver, a pesar de su disminución con respecto a los datos de 199926, la producción y el co­
mercio mundiales no solo continúan contro­
lados por las grandes potencias, sino que también dentro del grupo de países en desa­
rrollo las asimetrías son bastante evidentes.
En estas circunstancias, se estima que si los países de ingresos altos dejaran de cre­
cer, América Latina, por ejemplo, tardaría hasta el año 2177 y África Sub­Sahariana hasta el 2236 para alcanzarlos. Solo se sal­
van China e India, que han mejorado consi­
derablemente su situación de pobreza en los últimos años27, aunque esta continúa siendo dramática.
La pobreza de ingreso
La pobreza de ingreso ha sido analizada desde hace años, especialmente por el Banco Mundial. De acuerdo con la metodología uti­
lizada, en el primer grupo de indicadores es­
tán las personas que viven con menos de un dólar al día y en el segundo, las que subsis­
ten con menos de dos dólares diarios.
Como se observa en el cuadro 1, en 2002 existían en el mundo más de 1000 millones de personas sobreviviendo con un dólar al día. Se trata de la población más pobre del planeta. En comparación con 1990 se nota una disminución de más de 200 millones de personas que salieron de la pobreza extre­
ma, gracias a los avances en países como China. Según los indicadores de desarrollo mundial del Banco Mundial 2007, esta ten­
dencia continúa y en 2004 ya se calculaba en 985 millones el número de personas en situación de pobreza extrema28. En el otro 26 Ver Romero (2002: 132-133).
27 Olesti R (2007).
28 Banco Mundial (2007).
Alberto Romero / 260
extremo se encuentran los países africanos al sur del Sahara, donde los pobres extremos aumentaron de 227 a 303 millones entre 1990 y 2002, lo que representa el 44,6% y 46,4% de su población total, respectivamen­
te (Cuadro 1), aunque para 2004 parece ha­
ber mejorado un poco la situación29. Solo dos regiones (Asia del Sur y Africa Sub­Sa­
hariana) concentraban en el 2002 el 73,2% de los más pobres; si le agregamos Asia Oriental y Pacífico el porcentaje se eleva al 94,4%. Lo más dramático es que en las dos primeras regiones los pobres extremos repre­
sentan un alto porcentaje de su población, aunque en Asia del Sur este indicador cayó 10 puntos en los años mencionados.
Sur y África Sub­Sahariana, que en 2002 concentraban el 61,5% del total de pobres de los países en desarrollo. Las regiones que más han avanzado en materia de reducción de este tipo de pobreza son Asia Oriental y Pacífico, especialmente China. Como se pue­
de observar, en 2002 casi la mitad de la po­
blación de estos países eran pobres con me­
nos de dos dólares de ingreso diario, con tendencia a la disminución, si comparamos con 1990 (60,8%). Para el 2015 se espera una reducción de la pobreza por este con­
cepto a 1,993 millones de personas, lo que representa una disminución del 23,7% con respecto a 2002.
Para el 2015 se espera reducir el número de pobres extremos a 617 millones de perso­
nas, especialmente en China y Asia del Sur, mientras que para África Sub­Sahariana se prevé más bien un incremento de los mis­
mos, aunque en términos relativos se espera una reducción de 8 puntos porcentuales. En general, se espera que para el 2015 la pobla­
ción más pobre equivaldrá al 10,2% de la población de los países en desarrollo, contra el 21,1% en 2002. O sea que si en términos absolutos, entre 2002 y 2015 la reducción del número de los más pobres será de 394 millones de personas, lo que representa un 39%, su participación en la población total se reducirá en más de la mitad (Cuadro 1).
El panorama de la pobreza es aún más desolador si tomamos como indicador el nú­
mero de personas que viven con 2 dólares diarios. De acuerdo con el cuadro 2, en 2002 existían en el mundo más de 2,600 millones de personas “viviendo” con dos dólares dia­
rios, un poco menos que en 1990 (2,654 mi­
llones). Si se excluye China, el número de personas pobres se incrementó en 13,6% en el mismo período. Las regiones en peores condiciones por este concepto son Asia del 29 Según el Banco Mundial, para 2004 el número de personas con pobreza extrema en esta
región había caído a 298 millones de personas. Ibídem.
Entelequia. Revista Interdisciplinar, nº 5, otoño 2007
Alberto Romero / 261
empeora si se tiene en cuenta que un alto porcentaje de los asalariados no recibe ni si­
quiera el mínimo y trabaja en condiciones de informalidad 30.
Lo que se puede deducir de este breve análisis es que la pobreza de ingreso está le­
jos de ser resuelta, más si se tiene en cuenta que con dos, o incluso con diez dólares dia­
rios, no es posible satisfacer las necesidades básicas. Indicadores del desarrollo humano
El método utilizado por el Banco Mundial para medir la pobreza con base en la pobla­
ción que vive con 1 dólar al día ha sido cues­
tionado por diversos autores y organismos. Como señala Chossudovsky, “El parámetro de un dólar al día no tiene una base racional: la población en los pa­
íses en desarrollo con ingresos per capita de dos, tres o incluso cinco dólares, con­
tinúa golpeada por la pobreza (incapaci­
dad para cubrir los gastos básicos en ali­
mento, vestido, cobija, salud y educa­
ción).” (Chossudovsky, 2002)
En un reciente estudio se afirma que 4 mil millones de personas en el mundo (apro­
ximadamente el 62%), que constituyen la base de la pirámide económica, con ingresos inferiores a 3 mil dólares al año (expresados en paridades de poder de compra locales), viven en pobreza relativa (World Resources Institute, 2007: 3). Esto significa un ingreso promedio diario de 8 dólares por persona que, como en el caso de Colombia, represen­
tan apenas un poco más del salario mínimo vigente (433,700 pesos), el cual no alcanza a cubrir las necesidades básicas. El problema Entelequia. Revista Interdisciplinar, nº 5, otoño 2007
Para entender a cabalidad la situación de los países y sus poblaciones es importante analizar los diferentes factores que compo­
nen el índice de desarrollo humano (IDH). Este enfoque va más allá de la simple com­
paración por niveles de ingreso, pues, como hemos visto, el desarrollo humano implica tener en cuenta factores que directa o indi­
rectamente tienen que ver con la calidad de vida de las personas y que no siempre son susceptibles de medición. De acuerdo con el PNUD, “El IDH provee una medida compuesta de tres dimensiones del desarrollo huma­
no: vivir una vida larga y saludable (me­
dida por la esperanza de vida); tener educación (medida por la tasa de alfabe­
tización de adultos y de matriculación en la enseñanza primaria, secundaria y ter­
ciaria); y gozar de un nivel de vida digno (medido por el ingreso según la paridad del poder adquisitivo). El índice no es en 30 Además, como señalo en otro escrito, “los más
pobres se ven agobiados por la inseguridad social, la exclusión de los beneficios derivados del
avance económico, debido a la carencia de capacidades, de información y de acceso a los recursos de crédito. También son víctimas del aislamiento social, de la falta de acceso a la justicia,
de la brutalidad policíaca y la ineficiencia y corrupción de las instituciones gubernamentales. Por lo
regular, el trabajo de los más pobres se ubica
principalmente en la zonas rurales y en el sector
informal urbano” (Romero, 2002: 117).
Alberto Romero / 262
modo alguno una medida integral del desarrollo humano. Por ejemplo, no in­
cluye indicadores importantes tales como respeto por los derechos humanos, la de­
mocracia y la igualdad, aunque sí provee una amplia perspectiva para ver del pro­
greso humano y la compleja relación en­
tre el ingreso y el bienestar” (PNUD, 2006: 47).
De todas maneras, como señala el infor­
me, existe una relación estrecha entre los in­
dicadores de desarrollo humano y los ingre­
sos:
“Por lo general, los indicadores de desa­
rrollo humano tienden a subir o bajar en función de los ingresos, lo cual no resulta muy sorprendente. Ingresos promedios muy bajos y altos niveles de pobreza de ingresos contribuyen a la falta de liberta­
des verdaderas en el mundo y niegan a las personas la capacidad de tener una nutrición adecuada, de recibir tratamien­
to para sus enfermedades o de recibir educación” (PNUD, 2006: 48)31.
De acuerdo con el cuadro 3, en 2004 el índice de desarrollo humano global era igual a 0,741. En los países con desarrollo huma­
no (DH) alto este indicador es considerable­
mente superior al promedio mundial (0,923), contrario a lo que ocurre con los de DH bajo (0,556). América Latina y el Caribe se sitúan por encima no solo del promedio global, sino frente a los países de DH medio, aunque distanciados del primer grupo. En la región, los tres primeros lugares correspon­
den a Argentina (0,863), Chile (0,859) y México (0,821), clasificados por el PNUD dentro del grupo con DH alto. Como se pue­
de observar, estos países están por encima del promedio mundial y regional (0,795). Un segundo grupo, conformado por Brasil (0,792), Colombia (0,790) y Venezuela (0,784) posee índices por encima del prome­
dio mundial y de los países con DH medio. Dentro del conjunto de los 177 países toma­
dos para el estudio, los latinoamericanos ocupan las siguientes posiciones: Argentina (36), Chile (38), México (53), Brasil (69), Colombia (70) y Venezuela (72). La evolución del IDH a lo largo de los años no ha sido igual para todos los países y no necesariamente los más desarrollados económica y tecnológicamente son los que muestran los mejores resultados. Noruega (que ocupa el primer lugar en el mundo), por ejemplo, aumento su IDH de 0,868 en 1975 a 0,965 en 2004, mientras que Estados Unidos, lo aumentó de 0,868 a 0,948 du­
rante el mismo período. (UNDP, 2006: p.
288, table 2). Sin embargo, en la mayoría de los países mejoró el IDH durante el período analizado, aunque no como habría de espe­
rarse, pues se trata de la mayor parte de la población mundial.
Por componentes del IDH podemos obser­
var que en promedio, a escala global, la es­
peranza de vida al nacer en 2004 era de 67,3 años. Este indicador relativamente bajo se debe fundamentalmente al poco progreso que ha experimentado el grupo de 31 países con DH bajo (45,8 años en promedio) y el de 83 países con DH medio, con 67,3 años, similar al promedio mundial. América Latina y el Caribe aparecen con una esperanza de vida de 72,2 años, cinco puntos por encima del promedio mundial. Similar situación se observa en los países latinoamericanos selec­
cionados, donde destacan Chile, México y Argentina (Cuadro 3). Un resultado similar para este indicador se obtiene en el cuadro 5, donde se calcula para el período 2000­2005, según la agrupación de países por ingreso.
31 Claro que hay excepciones, como en el caso de
Viet Nam, que siendo un país bien pobre posee
un IDH similar a países con ingreso per cápita superior (PNUD, 2006: 48).
Entelequia. Revista Interdisciplinar, nº 5, otoño 2007
Alberto Romero / 263
ferior en los de DH bajo (46%). América La­
tina ha logrado un importante avance en este aspecto (81%), muy por encima del pro­
medio mundial y del grupo de países con DH medio (66%). En la región, los países que muestran un mejor desempeño son Argenti­
na (89%), Brasil (86%) y Chile (81%). Un indicador importante para el cálculo del IDH es la tasa de alfabetización de las personas con 15 años y más que, desafortu­
nadamente, no aparece en el cuadro 3 para el promedio mundial, ni para los países de DH alto. Para el caso de América Latina es considerable (90,2%), al igual que los países de la región incluidos en el cuadro. En gene­
ral, como señala la UNESCO, la tasa de anal­
fabetismo en la población de 15 años y más, cayó del 36,6% en 1970 al 18,3% en 2005, siendo mayor el impacto positivo en hom­
bres que en mujeres. Sin embargo, en térmi­
nos absolutos, el número de analfabetos en 2005 era de 847 millones de personas, igual que 35 años atrás (1970), notándose un des­
mejoramiento en el caso de las mujeres, que constituyen la mayoría (63,7%)32. Otro indicador relevante es la tasa bruta de matriculación, que incluye la educación primaria, secundaria y terciaria, combina­
das. Como podemos ver en el cuadro 3, en 2004 este indicador era del 67% a escala mundial, siendo muy superior en los países con DH alto (91%) y considerablemente in­
Finalmente está el PIB por habitante. Como muestra el cuadro 3, coincidiendo con el cuadro 4, el promedio mundial del ingre­
so por persona en 2004 era de 8,833 dóla­
res, siendo 3 veces mayor en los países con DH alto (26,568), considerablemente por debajo en el grupo con DH medio (4,901) y bastante inferior en el de DH bajo (1,113). El ingreso en el primer grupo es casi 24 veces superior al del tercero y 5,4 veces por encima del segundo (Ver cuadro 3). Si tomamos el cuadro 4, que agrupa a los países por ingreso, vemos que en 2004 esa diferencia era de 13,6 y 4,6 veces superior, respectivamente. Según el cuadro 3, en América Latina el ingreso por persona (7,964) está por debajo del promedio mundial, al tiempo que en Argentina (13,298) este es superior no solo a promedio global, sino a de los grupos de países con DH medio y bajo. Similar situación se da en el caso de Chile y México, aunque en menor proporción. El ingreso de Brasil está ligeramente por encima del promedio latinoamericano,
considerablemente superior al de los grupos de países con DH medio y bajo, pero por debajo del promedio mundial. Colombia y Venezuela están por debajo del promedio mundial y latinoamericano, así como de Argentina, Chile, México y Brasil.
Como podemos observar en el cuadro 4, la tendencia general del ingreso per capita en los últimos 29 años ha sido hacia su crecimiento. Así, en los países con ingreso alto este aumentó 5 veces, en los de ingreso medio 3,1 veces y en los de ingreso bajo 6,6 veces. A escala global este crecimiento fue de 4,7 veces.
32 UNESCO (2002).
Entelequia. Revista Interdisciplinar, nº 5, otoño 2007
Alberto Romero / 264
frente a Bolivia (30,3), Brasil (26,5) y Co­
lombia (25,2) (CEPAL, 2007: 87). Sin embargo, más que el ingreso per capi­
ta, es la distribución del mismo entre la po­
blación lo que permite comprender mejor la situación del desarrollo humano en determi­
nado país o región. En este aspecto hay to­
davía enormes diferencias. América Latina, por ejemplo, es considerada la región con peor distribución del ingreso en el mundo. Así, en 2005 para el grupo de países escogi­
dos (18 en total), el 40% de los hogares más pobres recibía en promedio apenas un 14% del ingreso total. Por debajo de este indica­
dor se encuentran países como Bolivia, Re­
pública Dominicana, Brasil, Guatemala y Honduras. Por su parte, el 50% de los hoga­
res que se ubica en la zona media y media alta de la estructura distributiva (equivalen­
te a la suma de los deciles quinto al noveno) percibía aproximadamente la mitad del in­
greso total. El 10% de los más ricos de la re­
gión concentra aproximadamente el 36% de los ingresos, siendo mayor la concentración en Bolivia, Brasil, Colombia y Nicaragua (CEPAL, 2007: 85). Para la CEPAL, esta es una de las características más importante de la desigualdad existente en la región. De acuerdo con el informe, el ingreso de los ho­
gares del 10% más rico es 19 veces superior al del 40% de los hogares más pobres. Esta relación varía entre menos de 10 veces con relación a Uruguay (9,3) y más de 25 veces Entelequia. Revista Interdisciplinar, nº 5, otoño 2007
En el cuadro 5 se presenta el progreso en cuanto a supervivencia. Un indicador impor­
tante es la esperanza de vida al nacer. En 2000­05 la esperanza de vida en el mundo era de 67 años. Para los países con ingreso alto este indicador era igual a 78,6 años, muy por encima del promedio global y de los países con ingreso medio (70 años). El grupo más quedado por este concepto es el de ingresos bajos, con apenas 58,3 años. América Latina, con 71,7 años, está por enci­
ma del promedio global y del grupo con in­
greso medio. Colombia y Venezuela se ubi­
can por encima del promedio global y latino­
americano. Si comparamos estos datos con períodos anteriores se nota un cierto avance, pero también retroceso, como es el caso de los países con ingreso bajo. En efecto, para el período 1995­2000 la esperanza de vida fue de 66,7 años, similar a la de 2000­05. Por su parte, los países con ingreso bajo re­
trocedieron de 63,1 años a 58,3 (Romero, 2002: 124, cuadro 1).
Otro indicador es la tasa de mortalidad de lactantes, que para 2004 era de 51 por cada Alberto Romero / 265
1000 nacidos vivos, 7 menos que en 1998 y 46 que en 1970 (Romero, 2002: 124, cuadro 1), lo que representa un avance importante. Los países con menor impacto por este con­
cepto son los de ingreso alto (6 por 1000), similar a 1998, aunque muy por debajo de 1970 (21 por 1000). En los países con ingre­
so medio este indicador es de 27 por 1000, muy por debajo del promedio mundial y de su similar en 1970 y 1998. La peor situación corresponde a las naciones con ingresos ba­
jos (77 por 1000), por encima del promedio mundial y de los dos primeros grupos, y aunque mejora con respecto a 1970 (114 por 1000) desmejora en relación a 1998(72 por mil). Colombia (18 por 1000) y Vene­
zuela (16 por 1000) muestran un importan­
te avance por este concepto. Seguidamente está la tasa de mortalidad de niños menores de 5 años, que a escala glo­
bal es de 75 por 1000 nacidos vivos (Cuadro 5), 9 menos que en 1998 y muy por debajo de 1970 (148 por 1000)33. El mejor desem­
peño corresponde a los países con ingreso alto (7 por mil) e ingreso medio (34 por mil), aunque peor que en América Latina (31 por 1000), mientras que los de ingreso bajo (117 por 1000), muestran el peor com­
portamiento, incluso comparado con 1998 (108 por 1000), aunque mejor que en 1970 (177 por 1000). Colombia (21 por 1000) y Venezuela (19 por 1000) muestran un com­
portamiento mejor que el de América Latina y de los países con ingreso medio y bajo.
Finalmente está el indicador de la Pobla­
ción que se estima sobrevivirá hasta los 65 años. En el mundo, el 73,1% de las mujeres y el 64,5% de los hombres en 2000­05 cum­
plían con este indicador, siendo muy supe­
rior en los países con ingreso alto: 89,7 y 81,6 por ciento, respectivamente. Los países con ingreso medio mostraban cifras por de­
bajo del primer grupo, pero superiores al promedio mundial: 78,7% para los hombres 33 Romero (2002: 124, cuadro 1). La información
para 1970 y 1998 corresponde a esta fuente, a no
ser que se indique lo contrario.
Entelequia. Revista Interdisciplinar, nº 5, otoño 2007
y 68,4% para las mujeres. La peor situación corresponde al grupo con ingreso bajo: 58,5 y 52,6 por ciento. En América Latina el pro­
medio (79,7% y 68,2%) está por encima del mundial y muy similar al del grupo de países con ingreso medio. Colombia y Venezuela aparecen con muy buenos promedios, supe­
rados solo por el grupo de los más ricos. Como podemos ver, la tendencia general es que los hombres viven menos que las muje­
res. Resumiendo, se puede afirmar que ha ha­
bido un importante avance en materia de desarrollo humano, según los indicadores de los cuadros 7, 8 y 9. Sin embargo, persiste una situación precaria para el grupo de paí­
ses de DH e ingresos bajos, que incluye un importante porcentaje de la población mun­
dial. De otra parte, para evaluar completa­
mente el estado del desarrollo humano en el mundo, las regiones y los países, es necesa­
rio ampliar el abanico de indicadores, inclu­
yendo aspectos como el acceso de la pobla­
ción a los servicios públicos de calidad, a la salud y la educación adecuadas, a la partici­
pación en la toma de decisiones sobre políti­
cas que tienen que ver con sus intereses, a la justicia oportuna y eficiente, a la libertad de expresión, a las oportunidades de insertarse productivamente a la sociedad y, en fin, a todo aquello que garantice el cumplimiento de los derechos humanos. Todo esto es obje­
to de futuras investigaciones.
Como un adelanto se puede mencionar el caso del acceso al agua potable (líquido im­
prescindible para la vida), indicador impor­
tante, que nos permite evaluar la situación real del desarrollo humano en el mundo. Como señala el PNUD, “El agua condiciona todos los aspectos del desarrollo humano. Cuando a alguien se le niega el acceso a agua limpia en su casa o cuando carece de acceso al agua como recurso productivo, sus opciones y Alberto Romero / 266
su libertad quedan limitadas por las en­
fermedades, la pobreza y la vulnerabili­
dad. El agua es el origen de la vida de to­
das las cosas, incluido el desarrollo hu­
mano y la libertad humana” (PNUD, 2006: 12).
Según este informe, “Actualmente, unos 1.100 millones de habitantes de países en desarrollo care­
cen de un acceso adecuado al agua y 2.600 millones no disponen de servicios básicos de saneamiento” (PNUD, 2006: 12).
La causa de esta situación está en la po­
breza, la desigualdad, el poder, las institu­
ciones, y no en la escasez del agua. Mientras que en el 20% de los países con mayores re­
cursos el 85% de los hogares tiene acceso al agua corriente, en el 20% de los países me­
nos desarrollados solo lo hace el 25% (PNUD, 2006: 19). Esta situación es más dramática en el grupo de países con mayor atraso, en los barrios marginados de las grandes urbes de los países en desarrollo y en las zonas rurales de los mismos. Por eso, incluso en el caso de que se cumplieran los Objetivos de Desarrollo del Milenio para el 2015, aún quedarían 800 millones de perso­
nas sin agua y 1.800 millones sin servicios de saneamiento básico en el mundo (PNUD, 2006: 15). Conclusiones
Existe una estrecha relación entre globali­
zación y desarrollo humano, en la cual la primera actúa en contra de los intereses del segundo. El avance en el cumplimiento de las metas para mejorar esta situación tropie­
za con el carácter excluyente y polarizador del actual proceso de globalización, que Entelequia. Revista Interdisciplinar, nº 5, otoño 2007
tiende a favorecer más a un pequeño grupo de países altamente desarrollados, los cuales concentran el conocimiento de punta y la producción, aparte de controlar el comercio y las finanzas internacionales. Mientras per­
sista este esquema de reproducción a escala global, será difícil alcanzar el equilibrio en­
tre las naciones, lo cual generará mayores conflictos y frustraciones.
Los defensores de la globalización capita­
lista tratan de hacernos creer que para inser­
tarse exitosamente en dicho proceso hay que someter las economías nacionales a la “libre” competencia y dejar que el mercado se en­
cargue de introducir los correctivos necesa­
rios. Sin embargo, como se ha enfatizado muchas veces, mientras el mercado funcione solo en beneficio de las minorías, dejando de lado a la mayoría de la población, se repro­
ducirán inevitablemente las condiciones que impiden establecer un orden económico in­
ternacional más justo y equilibrado. Los úni­
cos beneficiados en este proceso han sido los países más avanzados y sus empresas trans­
nacionales.
El desarrollo humano, como alternativa al desarrollo sustentado en el saqueo de las na­
ciones y la explotación de los pueblos ­por parte de los países más desarrollados y sus ETN­ para satisfacer el apetito sin límites de las minorías privilegiadas, requiere mucho más que voluntad política de los gobernan­
tes del mundo. Las llamadas metas del mile­
nio, así como la propuesta de gravar los mo­
vimientos financieros internacionales, para ayudar a los países más pobres, son apenas un pequeño paso en el largo camino de transformaciones estructurales, cuyo objeti­
vo final debe ser la configuración de un nue­
vo orden internacional, donde efectivamente la mayoría de los países pueda decidir sobre su futuro, y no como ocurre en la actualidad, cuando un puñado de potencias económicas y militares deciden por el resto de la huma­
nidad. Alberto Romero / 267
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