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Empleos verdes, transición justa, oportunidades y retos para
mujeres y jóvenes.
El empleo global no se ha recuperado desde que la crisis global estalló en 2008. La tasa de
empleo era del 60.3 en 2011, casi un punto por debajo de lo que estaba antes de estallar la
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crisis, desde entonces se han destruido 50 millones de empleos. El desempleo juvenil ha
aumentado un 80% en las economías desarrolladas y en dos tercios en las economías en
desarrollo. En la actualidad, la primera preocupación del movimiento sindical mundial es el
empleo, para los quienes lo han perdido, para los jóvenes y para las mujeres que quieren
incorporarse al trabajo asalariado
Sin embargo, al principio de la crisis, en septiembre de 2008, La Organización Internacional del
Trabajo (OIT) presentó estudio “Empleos Verdes: Hacia el trabajo decente en un mundo
sustentable y de bajas emisiones de carbono” realizado por encargo del Programa de Naciones
Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y con el apoyo de la Confederación Sindical
Internacional (CSI). En él se definen los empleos verdes como los que “reducen el impacto
ambiental de las empresas y sectores económicos hasta alcanzar niveles sustentables” se
establece la necesidad de que estos sean decentes, con derechos dentro y fuera de la
empresa. Y se establece que esta clase de empleos son un importante yacimiento de empleo
para todos los países.
El sindicalismo global está convencido de la necesidad de construir un modelo de desarrollo
universalizable, que respete los límites ambientales del planeta, que revierta la mercantilización
y degradación del patrimonio natural, en que los esfuerzos y las oportunidades por hacerlo se
repartan equitativamente de acuerdo con las distintas responsabilidades y capacidades de
cada país. Un modelo solidario por imperativo moral y porque el desafío de la sostenibilidad
compromete las expectativas de toda la humanidad.
Este modelo de desarrollo sustentable que reclamamos a los gobiernos reunidos en la
Conferencia de NNUU sobre Desarrollo Sustentable de Río+20 debe incluir la generación de
empleos verdes y decentes como los entendemos los sindicatos. Numerosos estudios en
distintas regiones del mundo demuestran como las actividades respetuosas con el planeta
tienen una enorme capacidad de generar empleo en sectores como la energía, la agricultura, la
preservación del patrimonio natural, el transporte, la construcción, la industria y los servicios.
En todos los casos estudiados, el balance neto en términos de empleo es positivo, y las
inversiones necesarias se compensan sobradamente por los retornos sociales, pero también
fiscales que los empleos verdes generan. Las oportunidades se dan en todos los países y en
todas las economías, tanto aquellas en desarrollo como en las emergentes y las más maduras.
El cambio en la manera de producir bienes y servicios es inevitable, porque el actual modelo de
desarrollo es insustentable: los recursos energéticos y las materias primas no son inagotables
ni baratos, y su consumo insostenible tiene impactos desastrosos sociales y ambientales. No
podemos continuar degradando el capital natural y poniendo en riesgo la calidad de recursos
como el agua, los suelos o el aire. Debemos afrontar el reto de mitigar y adaptarnos al ya
irreversible cambio climático. El cambio de modelo es inevitable si la humanidad quiere
mantener las expectativas de bienestar de todos los habitantes de la tierra, sobretodo de los
más vulnerables.
El movimiento sindical tiene una responsabilidad en hacer que ese cambio sea deseable, y en
que la gente trabajadora se beneficie de él. El giro hacia la sostenibilidad de la actividad
1
El mundo del Trabajo 2012. OIT.
1
económica no solo debe tratarse de reparto de sacrificios, debe ser sobre todo un justo reparto
de oportunidades. La propia definición de empleos verdes implica la gradualidad del cambio de
modelo. No se trata de una pugna entre futuros empleos verdes –sustentables y decentes, hoy
minoritarios- y los empleos actuales, que no han incorporado todavía la dimensión de
sostenibilidad. Debemos generar nuevos empleos mucho más sustentables, pero también
enverdecer los existentes. Son muy pocas las actividades que deberemos abandonar y no de
hoy para mañana. El proceso de cambio será progresivo, necesita de objetivos ambiciosos,
estables y a largo lazo, apoyados por políticas públicas con las mismas características.
Para poner de manifiesto la capacidad de generación de empleo de los empleos verdes, y
como respuesta a la crisis de empleo mundial, en un reciente estudio llevado a cabo por la CSI
se concluye que invirtiendo el equivalente al 2% del PIB en los sectores que reducen el impacto
ambiental, podrían crearse hasta 48 millones de empleos en los 12 países estudiados de las
regiones de Asia y el Pacífico, África, América y Europa.
Este proceso debe ser fuente de oportunidades para la gente trabajadora al mismo tiempo que
se nos protege de los riesgos que todo cambio supone. Para ello el sindicalismo internacional
ha elaborado el concepto de Transición Justa. Transición Justa debe incluir una serie de
políticas y medidas para garantizar que el resultado de la evolución hacia una economía más
sustentable ambientalmente tiene como resultado más cohesión y justicia social. Esta es la
forma en que el sindicalismo internacional entiende el objetivo de “una economía verde en el
contexto del desarrollo sustentable y la erradicación de la pobreza” que se discute en la
Cumbre de Río+20. La Transición Justa debe construirse con políticas públicas de carácter
normativo, fiscal y de apoyo selectivo que favorezcan el enverdecimiento de la actividad
económica y el desarrollo de nuevos yacimientos de empleos verdes y decentes.
Es especialmente importante destacar que hoy casi el 40% de las personas sin empleo del
mundo –más de 80 millones- tienen entre 14 y 24 años. Por ello, deben desarrollarse políticas
dirigidas especialmente a capacitar a los jóvenes para los empleos verdes y proporcionares un
empleo decente. El desempleo juvenil no puede achacarse a los altos costes laborales o a
protección laboral estricta. Muy al contrario los jóvenes están sobre representados en empleos
temporales y precarios, que no les proveen de las capacidades profesionales para el futuro.
Los empleos verdes son primordiales para proporcionar empleo a las nuevas generaciones que
se incorporan por primera vez al trabajo asalariado. Sin embargo, la educación y la formación
profesional existente no está orientada a dar a los jóvenes las competencias necesarias para
desempeñarse en estos empleos sustentables y con derechos.
Los empleos verdes tienen que suponer una verdadera oportunidad también para las mujeres.
Debido a la segregación de género en el empleo, a comportamientos basados en la tradición o
en la discriminación, la ausencia de igualdad disminuye el acceso de las mujeres al empleo en
todos los sectores, también los verdes. Tal como se demuestra en el último informe de la CSI,
Congeladas en el tiempo, la brecha entre salarios femeninos y masculinos no han disminuido
en los últimos diez años. Las trabajadoras rurales de los países de bajos recursos son un
grupo marginado, a pesar de ser la base de un hogar sustentable, ellas se encargan de la
provisión de alimento, agua y energía. Se espera que gran parte de los nuevos empleos verdes
surjan en los sectores de la construcción, la industria y la producción de energía, hasta hoy
fuertemente masculinizados. Las mujeres tendrán más oportunidades en el sector terciario
donde se emplean la mayoría en la actualidad. Sin embargo las actividades que más empleos
verdes generaran en este ámbito se corresponden con los mejores empleos, ingeniería
servicios empresariales y finanzas, hoy mayoritariamente ocupados por hombres
Es pues necesario que tanto los gobiernos como los sindicatos actúen para evitar la tendencia
a que las mujeres queden excluidas de los beneficios del cambio de modelo productivo hacia la
sustentabilidad. Debe aumentar la proporción de empleos verdes ocupados por mujeres y
asegurar la calidad de estos. No se trata sólo de una cuestión de justicia. El cambio hacia la
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sustentabilidad es imposible sin la aportación fundamental de las mujeres, quienes
desempeñan la mayoría de las tareas clave para alcanzarla. De forma acentuada en los países
menos desarrollados, donde se encuentra la mayoría de la población mas vulnerable a los
riesgos que comporta el actual modelo de producción
Objetivos y compromisos equitativos de desarrollo sustentable, a sí como políticas y medidas
de acuerdo con los principios de Transición Justa harán del movimiento sindical y la gente
trabajadora impulsores y defensores del cambio de modelo de desarrollo hacia la
sustentabilidad. Nuestra visión une las dimensiones social y ambiental del desarrollo
sustentable de forma que se refuerzan mutuamente en lugar de limitarse entre sí. Y hace de los
empleos verdes y decentes un instrumento fundamental para la erradicación de la pobreza
hacia un mundo sustentable y más justo.
Demandamos a los gobiernos una transición justa basada en los siguientes elementos:
1. Invertir en sectores generadores de empleo que reduzcan el impacto de las actividades
productivas en el medio ambiente. La CSI llama a invertir el equivalente al 2% del PIB
en estos sectores económicos con políticas que garanticen la calidad del empleo y los
derechos laborales.
2. Crear agendas de Transición Justa a nivel global, regional y nacional, de forma que,
adaptadas a realidades distintas, se consigan resultados equivalentes en términos de
sostenibilidad y calidad del empleo así como de justicia y bienestar.
3. Los programas educativos y de formación para el empleo deben capacitar a las
personas, especialmente jóvenes y mujeres, para que se beneficien de las nuevas
oportunidades de empleo y facilitar las adaptaciones necesarias para la permanencia
en el mercado de trabajo
4. Incluir el dialogo social a todos los niveles para hacer a las mujeres y hombres
trabajadores protagonistas del cambio productivo y de sus empleos y carreras
profesionales, garantizar en la negociación colectiva la participación en las decisiones
hacia la sostenibilidad, en la organización y acceso de la formación para el empleo
5. Establecer contenidos de protección social en los programas de transición justa
comunes para toda la población trabajadora, garantizar el trabajo sano y seguro en
todo el mundo así como protección específica para los trabajadores de las actividades
que deban ir abandonándose
6. Incluir en los programas de empleo verde medidas de antidiscriminación, reducción de
la segmentación laboral y eliminación de las diferencia salariales por razón de género,
disposiciones que tengan en cuenta la familia, establecimiento de cupos y planes
específicos para aumentar la contratación en trabajos no tradicionales, iniciativas de
aprendizaje y formación específicas para mujeres.
7. Hay que avanzar en una educación secundaria obligatoria y gratuita para todas y todas
e invertir en formación ocupacional con especial atención a las profesiones de sectores
ambientalmente sostenibles, adaptando los contenidos ofrecidos a las necesidades del
futuro.
8. Hay que poner en práctica políticas activas de empleo y crear centros de empleo
especialmente para los jóvenes. Estas políticas deberían incluir los sectores de la
economía sostenible baja en carbono.
9. Las políticas de Transición Justa de los países en desarrollo deben contar con
financiación y transferencia de tecnología de manera que la opción por un modelo de
desarrollo más sustentable no sea a costa de las expectativas de su población de
aumentar sus rentas, calidad del empleo y bienestar social. La CSI reclama a los
gobiernos reunidos en la Cumbre de Río+20 el establecimiento de una tasa sobre las
transacciones financieras que, además de limitar la economía especulativa, sirva para
financiar el desarrollo sustentable.
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