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Grupo Valenciano del Capítulo
Español del Club de Roma
ISSN:1989-8703
Emprender la nueva
economía
La revista OpinaR, la iniciativa editorial del Grupo Valenciano del Capítulo Español del Club de
Roma a la que damos la bienvenida, nos invita a reflexionar en su primer número sobre “La
necesidad de un cambio de modelo”. Las líneas de este artículo quieren incidir en ese cambio
desde la perspectiva de la economía, pero son unas líneas centradas no sólo en el proceso y perfil
final del nuevo modelo económico, sino también en aquellos agentes que pueden ser provocadores
y protagonistas de ese cambio: los emprendedores.
Muchas y muy autorizadas voces han hablado y escrito sobre la necesidad de un nuevo modelo
en el orden económico. La tarea de diseñar y construir ese nuevo modelo de crecimiento parte,
además, de algunas realidades, que condicionan el proceso y que le proporcionan su elemento
más decisivo: realidades como la de la globalización. Transparencia, control,…esas son algunas
de las palabras que se asocian al engranaje que debe poner en marcha y hacer funcionar el
reinventado orden económico, pero cuando la lupa se pone sobre el contenido de esa nueva
economía, la estrategia hacia la que se dirigen todas las miradas es la de la innovación.
Esas voces, y sus mensajes reivindicativos del papel de la innovación como factor de competitividad
económica, han cobrado una mayor intensidad y sentido desde que en 2007 se iniciara la mayor
crisis internacional durante generaciones, una crisis que ha abierto un debate de magnitudes
respecto a aquella de 1929 y que obliga a la sociedad a crear patrones de desarrollo y crecimiento
inmediatos, pero también estables, sostenibles y a largo plazo.
Miguel Ángel Utrillas
Gerente de la Fundación
Bancaja
La crisis no ha hecho más que imprimir urgencia a esa necesaria evolución hacia una economía
llamada del conocimiento, con sus actividades estrechamente vinculadas a la innovación y el
desarrollo tecnológico; una evolución económica, que ya reunía unanimidad en el mundo académico,
político y empresarial en los años pasados de gran crecimiento económico. Ese intenso crecimiento,
truncado por la actual crisis internacional, no pudo avanzar en la medida de lo deseado hacia ese
modelo, donde la investigación y la innovación sean el motor de la economía y sus empresas,
permitiéndoles llegar a los mercados con unos productos y servicios diferenciados, y de alto valor
añadido.
Un estudio recientemente presentado por el Instituto de Estudios Económicos y Bancaja, realizado
por Luis Gámir y Pedro Durá, pone en evidencia esa asignatura pendiente que es el traslado al
mundo de la empresa de los resultados de la investigación, realizada principalmente en el ámbito
de las universidades. Este estudio revela que por unidad de gasto en I+D, España genera menos
patentes pero más artículos científicos que la media de la Unión Europea.
El estudio pone cifras a un desequilibrio que acompaña al sistema español de ciencia y tecnología,
donde la participación del propio sector empresarial está todavía muy por debajo de los índices
medios de las economías más desarrolladas. La investigación de Gámir y Durá destaca que las
empresas realizan en España el 55% del gasto en I+D, porcentaje muy inferior al 64% de la UE15 y mucho más lejos del 71% de Estados Unidos.
En nuestro país, la responsabilidad y el esfuerzo en innovación se ha hecho recaer principalmente
en la Administración, y ésta ha encontrado en la universidad su apoyo decisivo en esta estrategia
innovadora, lo que ha derivado en la paulatina acumulación de saber científico, pendiente de
desarrollar y aplicar al mundo empresarial.
Si en una época de superávits públicos y fuertes crecimientos, la Administración ha topado con
obstáculos que han frenado la extensión de la cultura innovadora en el entramado empresarial;
en un momento como el actual, en el que la crisis y el déficit limitan el margen de maniobra público
desde el punto de vista presupuestario, se hace más necesario que nunca el apoyo a aquellas
personas que desde la iniciativa privada pueden ayudar a ese cambio y a la creación de empresas.
Aunque son muchos los agentes decisivos que están trabajando por el progreso hacia una nueva
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Grupo Valenciano del Capítulo
Español del Club de Roma
ISSN:1989-8703
economía, definiendo en qué consiste, menor es la intensidad con la que se debate sobre la figura
de aquellos que pueden protagonizar ese progreso: los emprendedores. Ellos pueden ser los
protagonistas de un nuevo modelo económico que ponga en su epicentro a las personas.
Una sociedad que gire la cara a sus emprendedores, la está girando a la que es la principal fuente
de empleo e innovación. ¿Por qué apoyar a los emprendedores?
Los emprendedores son jóvenes. El desempleo juvenil es una de las facturas más costosas que
está pasando la crisis. El paro entre la juventud no tiene sólo un coste económico, sino también
el tremendo coste social de truncar desarrollos personales y profesionales de jóvenes, que pueden
caer en la desmotivación y marginación social por encontrarse permanentemente rechazados por
el mercado laboral. Cifras como esa tasa de paro juvenil superior al 40% que sufre la sociedad
española, deben ser el aliciente para no dejar frustrada ninguna iniciativa emprendedora en los
jóvenes. El apoyo al emprendedor es apoyo a la pequeña y mediana empresa, yacimiento principal
de empleo y riqueza.
Los emprendedores son innovadores. Y lo son cualificada e intuitivamente. Un emprendedor es
una persona que tiene a su favor la cercanía a la realidad, y por tanto al mercado, pero que a la
vez es capaz de observar esa realidad desde una óptica innovadora y diferente, detectando esas
nuevas oportunidades de negocio. Pero esa intuición innovadora, que ha acompañado desde
siempre a los emprendedores, viene acompañada en la actualidad de un nivel de conocimientos
y un acceso a los últimos desarrollos tecnológicos, que ha multiplicado el componente innovador
del emprendedor. Un recorrido, por ejemplo, por las empresas ganadoras en la última edición del
Premio Bancaja Jóvenes Emprendedores permite visualizar ese binomio emprendedor-innovación.
Sin embargo, el impulso empresarial de los emprendedores ha permanecido durante mucho tiempo
al margen de los procesos formativos en la educación, confiando la iniciativa empresarial a ese
llamado espíritu emprendedor. Pero, ¿es todo vocación lo que necesita el emprendedor? Las
personas que trabajamos en la Fundación Bancaja por los emprendedores, estamos convencidos
que a la actitud, hay que sumar también formación.
El estudio realizado por Global Entrepreneurship Monitor (GEM), con datos de 38 países y bajo
el título “Una perspectiva global sobre la Educación y Formación Emprendedora”, revela que el
21% de los emprendedores han recibido formación para poner en marcha su negocio; y que en
la mayoría de estos países, más de la mitad de los individuos que ha recibido formación, participa
en ella de forma voluntaria.
Las universidades son, sin duda, uno de los ámbitos donde la formación emprendedora resulta
más fructífera. En gran parte, debido a que en la mayoría de los casos es la última etapa formativa
antes de acceder al mercado laboral; y sobre todo, porque la investigación de los equipos
universitarios es el principio de muchos proyectos empresariales.
Sin embargo, la formación emprendedora debe tener también una mayor presencia en los niveles
inferiores de educación, abriendo los ojos y ampliando los horizontes de nuestros más jóvenes
estudiantes con la alternativa y oportunidad del auto empleo, recuperando el prestigio, a veces
dañado, de la figura del empresario. En la Comunidad Valenciana ya hay alguna iniciativa que
trabaja en ese sentido, llevando el emprendedurismo a las aulas de los institutos, una iniciativa
con la que colabora la Fundación Bancaja, y que marca un nuevo camino en el desarrollo de la
figura del emprendedor en nuestro país.
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