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4/ Entrevista domingo 27 de abril de 2014 DESAYUNO EN Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura 2010, manifiesta su admiración por el movimiento estudiantil “Los estudiantes han entendido que Mario Vargas Llosa es un hombre serio, muy serio. Casi hierático. Esto puedo deberse a la obtención del premio Nobel de Literatura en 2010, o por su más reciente nombramiento (2011) como “marqués de Vargas Llosa” por parte del rey de España, título nobiliario al que el propio escritor peruano se ha referido con humor. Puede formar parte, también, de su gentilicio, tan distinto a la “mamadera de gallo” propia de los pueblos del Caribe a la que se refería su ex amigo y también premio Nobel, recientemente fallecido, Gabriel García Márquez. Sin embargo, la habitual inexpresividad de Vargas Llosa –a juego con el impecable flux y corbata que viste invariablemente en público– se derrumbó por completo durante su encuentro con el movimiento estudiantil venezolano este viernes, en el marco del Encuentro Internacional “América Latina: La libertad es el futuro”, con el que la organización Cedice conmemoró su 30° aniversario. Visiblemente emocionado, Vargas Llosa recibió del dirigente estudiantil merideño Vilca Fernández una franela del movimiento y una bandera de Venezuela, pero ninguno de esos objetos lo marcó tanto como el abrazo con los dirigentes, algo que el escritor peruano consideró en su vida como “más impactante que el premio Nobel”. Lo genuino del sentimiento de admiración de Vargas Llosa hacia las protestas estudiantiles se explica en la importancia que el también presidente de la Fundación Internacional para la Libertad da a esta lucha. “Es magnífico que sean justamente los estudiantes, que siempre han sido idealistas, los que encabezan un gran movimiento nacional de rectificación. Lo que pasa en Venezuela tiene mucha resonancia en toda América Latina”, aseguró el Nobel para el Desayuno en la Redacción de esta semana, que contó con la presencia de Ricardo J. Degwitz, presidente de Notitarde; el director del periódico, Laurentzi Odriozola Echegaray; Haydée Salas, Margarita Jiménez Márquez y Daniel Federico Degwitz, miembros de la junta directiva, el periodista David Ludovic Jorge y el fotógrafo Lisandro Casaña. – ¿Cómo explicar que sean los estudiantes quienes impulsan actualmente la resistencia en Venezuela, cuando el movimiento estudiantil desde siempre ha estado identificado con los ideales de la izquierda? – Es un fenómeno interesante, porque quiere decir que han descubierto que la realidad estaba en contradicción con todas esas ideas Foto: Lisandro Casaña David Ludovic Jorge De izquierda a derecha: Haydée Salas, Margarita Jiménez Márquez, Ricardo J. Degwitz, Mario Vargas Llosa, David Ludovic, Laurentzi Odriozola Echegaray y Daniel Federico Degwitz, durante la entrevista. socialistas, colectivistas y estatistas. En efecto, los estudiantes generalmente han creído en la izquierda, pues vieron en ella el idealismo, la solidaridad y los derechos humanos que pregona. Sin embargo, se dieron cuenta de que la que ahora manda en Venezuela representa justamente lo contrario: Escasez, pobreza, injusticia y atropello a las garantías fundamentales. Los estudiantes están pasando por un proceso similar al de nuestra generación hace ya muchos años, cuando descubrimos que las palabras democracia, libertad y diversidad son realidades necesarias para que la vida sea “vivible”. Los estudiantes han actuado en consistencia con una rectificación de ideales: Entendieron que no es este sistema socialista, vertical y estatista el que trae justicia, libertad e igualdad de oportunidades, sino que es justamente lo contrario, como lo entendieron los cubanos hace mucho tiempo y como se entendió en la Unión Soviética, hasta el punto en que ésta desapareció. – Ud. hace especial énfasis en el rol de los estudiantes en la protesta ¿Qué rol tienen los partidos y factores que intentan dialogar con el Gobierno? – Como lo he dicho en varias entrevistas, no creo que haya una contradicción entre los estudiantes y los partidos. Sería un “regalo de los dioses” para el Gobierno que a partir de esas formas distintas de mantener viva la llama de la resistencia se diera una división en la oposición. Eso es lo que el Gobierno quiere y yo confío en que los dirigentes son bastante inteligentes como para no caer en esa trampa. No tanto como liberalismo Pese a ser un defensor convencido de la causa de la libertad y haber impulsado un partido liberal en el Perú cuando se postuló a la presidencia, los años han dado a Vargas Llosa una visión más bien benevolente de la izquierda, siempre y cuando ésta no atente contra los valores democráticos. Resalta que los gobiernos socialistas (incluso los que podrían calificarse de “extrema izquierda”, como el caso de José “Pepe” Mujica en Uruguay) han tenido que reconocer que la economía de libre mercado es la única capaz de llevar a los países al progreso. – ¿Es posible en Latinoamérica y el mundo una izquierda diferente, que no intente ir hacia el totalitarismo y el intervencionismo estatal? – Por supuesto que sí. Hay una izquierda muy respetable representada por los partidos socialistas en Europa, especialmente en los países nórdicos, que están totalmente identificados con la democracia. Han estado en el poder; seguramente volverán a él, pero han respetado los valores democráticos y la economía de mercado; renunciaron al estatismo y al intervencionismo, porque descubrieron que es ese modelo el que trae progreso a los pueblos y permite coexistencia en la sociedad. El control absoluto de la economía solo produce pobreza, además de burocracia, y por eso ha fracasado. Lo que ocurre en Venezuela no tiene que ver con esa socialdemocracia: Se trata de un estatismo que va a una sociedad comunista, que ya desaparece en el mundo porque fracasó en satisfacer las necesidades más básicas de una sociedad. Ese modelo solo queda en dos países: Cuba y Corea del Norte. ¿Ahí quieren llegar los venezolanos? Creo que la respuesta está en las calles. Se han dado cuenta de que ese modelo estatista y de intervención es un salto al vacío, a la pobreza y a la miseria. – En Latinoamérica, entonces, ¿es suficiente para la libertad que llegue la socialdemocracia al poder? ¿Dónde queda la pretensión política de los partidos y movimientos liberales, como los que se dieron cita en el encuentro de Cedice? – Una democracia no puede pretender que haya unanimidad de pareceres políticos, porque el modelo democrático parte de que la sociedad está hecha de diversas opiniones, costumbres e ideas y que todo eso debe poder coexistir libremente de tal manera que los ciudadanos tengan distintas opciones que elegir. Creo que la socialdemocracia no pone en peligro el modelo democrático. Quizá en algunos casos retarda el desarrollo económico, pero en otros no. En muchos países ha sido el socialismo democrático el que ha impulsado reformas liberales más radicales. Como liberales estamos en contra de los monopolios, y el peor tipo de monopolio es el monopolio político, por lo que no podemos aupar que exista. Si el socialismo camina por la vía de la socialdemocracia, pues en buena hora. – En el caso venezolano, ¿sería suficiente que el cambio fuera solo una rectificación en la política económica? – Definitivamente no. Es necesario que haya cambios políticos. Para que haya democracia no puede haber presos de conciencia ni judicialización de la política. Cuando me he referido especialmente a la crisis económica en Venezuela es porque el modelo que pretende impulsar el señor Maduro están empujándola a un abismo imparable de hiperinflación. Es una bola de nieve que crece y crece, y sabemos lo que significa: La destrucción de todo el sistema productivo y la necesidad de medidas de corrección que luego exigirán terribles sacrificios a la sociedad. Pero insisto en que el Gobierno no tendría que rectificar solo en lo económico, sino también en lo institucional. En Venezuela las libertades civiles se han reducido; la de expresión, por ejemplo, está prácticamente al mínimo, con un gobierno que pone toda clase de trabas a los medios de comunicación. – También lo está el derecho a la protesta, pues acaba de salir una decisión del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) que sostiene que no es un derecho “absoluto” y que obliga a pedir permisos para cualquier manifestación ¿Qué consecuencias puede traer esta decisión para las protestas? – Era algo totalmente previsible; ocurre en todos los regímenes de vocación totalitaria. Lo que demuestra es que la justicia ha sido completamente intervenida por el poder político y hoy en día es un brazo que le sirve para ejercer la represión con apariencia de legalidad. Cauto optimismo Que Latinoamérica y el mundo asocien los apellidos Vargas Llosa a la lucha por las ideas de la libertad no es patrimonio único del Nobel peruano. Su hijo mayor, Álvaro (quien también participó en los eventos por el aniversario de Cedice), es igualmente conocido por sus tesis acerca del populismo y la vocación totalitaria en América Latina, plasmadas en libros como el Manual del perfecto idiota latinoamericano. Las apreciaciones de su hijo, sin embargo, son vistas como “más pesimistas” que las de Mario Vargas Llosa, quien celebra la existencia de diferencias de esta naturaleza entre él y su familiar. “En muchas cosas, en lo esencial, Álvaro y yo coincidimos; pero tenemos discrepancias y eso es muy sano. Justamente que en la familia coexistamos en la diversidad es lo que queremos para la sociedad”, comenta. – ¿A qué se debe esa diferencia y el que usted vea, como dice su hijo, el “vaso medio lleno” respecto a la situación en Latinoamérica? –Yo soy más optimista que Álvaro en muchas cosas respecto a América Latina. Si uno compara el