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ANALITICA INTERNACIONAL
Grupo Coppan SC
Abril 28, 2009
El efecto de la crisis económica en los países en desarrollo
El Banco Mundial presentó en el mes de abril el Reporte de Monitoreo Global,
que destaca los impactos previsibles de la crisis económica sobre los países en
desarrollo y cómo puede ésta afectar el alcance de las metas del milenio. La
respuesta que cada país ha dado a la crisis está determinada por la solidez de
su economía y por su dependencia en los flujos de capital privado.
Para los países en desarrollo, a esta recesión global se suman factores previos
negativos como el alza en los precios de los alimentos y los incrementos de
precios en los energéticos. Se espera que en conjunto estos factores tengan
un fuerte impacto en los niveles de bienestar de la población.
Los países de bajos ingresos se verán afectados por la reducción en sus
volúmenes de exportación, los precios en las materias primas, la disminución
de remesas, divisas por turismo, inversión extranjera directa y ayuda
extranjera. Los desbalances de las finanzas públicas -propiciados por los
precios de alimentos y energéticos-, muy probablemente generen crisis de
pagos en muchas de estas naciones, lo que hará todavía más difícil la
recuperación.
El reporte estima un crecimiento para el mundo en desarrollo en 2009 de tan
sólo una cuarta parte de lo que se esperaba antes de la crisis: 1.6% frente al
promedio de 8.1% en 2006-2007. En África sub-sahariana caerá del 6.7% a
1.7%, mientras que en América Latina y el Caribe se espera un crecimiento
negativo. El ingreso per cápita en términos reales se espera se reducirá en
más de 50 países en desarrollo.
La Organización Internacional del Trabajo estima que al menos 30 millones de
personas estarán desempleadas en 2009 y que de éstos, 23 millones estarán
en países subdesarrollados. En caso de que la recuperación sea más lenta, se
estima que el desempleo podría llegar hasta 50 millones de trabajadores. En
cuanto al número de pobres el panorama es también desalentador: se espera
que la crisis provoque un retroceso en los avances logrados en años
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Analítica Internacional
precedentes y que el estancamiento de la economía global sea causa de la
emergencia de entre 55 y 90 millones de nuevos individuos que vivirán en
extrema pobreza.
El impacto de largo plazo de esta crisis puede tener un impacto profundo e
irreversible en el bienestar de muchas personas. Por ejemplo, se estima que
entre 2009 y 2015, el número de muertes infantiles pasará de 200 mil a 400
mil por año y que se agravarán los problemas de salud por la cantidad y
calidad de los alimentos. Hasta ahora la crisis en el sector alimentario ha
afectado a 44 millones de personas provocándoles problemas de malnutrición.
Esta cifra podría verse incrementada debido a que los hogares de menores
recursos, en este tipo de circunstancias, reducen la cantidad y/o la calidad de
los alimentos.
Antes de la crisis de alimentos (2007) se estimaba que había en el mundo en
desarrollo 850 millones de personas con hambre crónica. Las estimaciones
ascendieron a 960 millones en 2008 y se espera que la cifra rebase los mil
millones en 2009. Esto hará inalcanzable la meta del milenio de erradicación
del hambre en el mundo. Adicionalmente, se señala en el reporte el riesgo de
una mayor deserción escolar a nivel mundial, pues la crisis inducirá a muchas
familias a suspender los estudios de sus hijos sin que sea seguro que éstos
regresen a las aulas una vez acabada la desaceleración.
El grupo de los 20 adoptó acuerdos para incrementar los estímulos fiscales
para impulsar la demanda y para adecuar la regulación del sistema financiero
internacional. Sin embargo, de acuerdo con el Banco Mundial, es necesario
tomar medidas adicionales en el caso de los países en desarrollo, si se quiere
evitar una crisis mayor. Entre las medidas a implementar en estos países se
destacan:
1) Asegurar una respuesta fiscal adecuada para impulsar el crecimiento y
proteger a pobres y grupos más vulnerables del impacto de la crisis –que
sea consistente con la estabilidad macroeconómica.
2) Impulsar el sector privado y recobrar el clima de confianza para la inversión
privada, en particular en el sistema financiero.
3) Redoblar esfuerzos hacia las metas de desarrollo humano, incluyendo los
esfuerzos del sector privado.
4) Incrementar la ayuda a los más pobres y a los grupos más vulnerables en
países duramente golpeados por la crisis.
5) Mantener el libre comercio y avanzar en los acuerdos de la Ronda de Doha.
6) Asegurar que los organismos multilaterales cuenten con el mandato, los
recursos y los instrumentos para impulsar una respuesta efectiva a la crisis
global.
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Analítica Internacional
En el reporte se detalla cada una de éstas medidas. También se hace un
balance acerca de la factibilidad de alcanzar las metas del milenio para cada
país, mostrando indicadores de pobreza, educación, inversión en
infraestructura, proyecciones de remesas, etc.
Si bien el desempeño es irregular y algunos países lo hacen mejor que otros
(i.e. China, que ya ha rebasado varias de las metas del milenio vs. África subsahariana), también es cierto que estos avances podrán verse mermados por
el impacto de la crisis en los indicadores de bienestar humano.
De acuerdo con el Banco Mundial, al menos 90% de los países en desarrollo se
encuentran alta o medianamente expuestos a la crisis, pues presentan lento
crecimiento y /o altas tasas de pobreza y desigualdad. Tres cuartas partes de
estos países no poseen capacidad fiscal para financiar programas de rescate o
aminorar el descenso en la producción y el consumo. Incluso aquellos en
buenas condiciones macroeconómicas (como es el caso de México) requieren
asistencia financiera externa para poder combatir la crisis.
En las buenas noticias el reporte señala que al menos la mitad de los países
más vulnerables tienen buenas condiciones macroeconómicas y capacidad
institucional para propiciar las políticas fiscales necesarias. En última
instancia, el reporte enfatiza la necesidad de reconsiderar en forma global el
imperativo de las metas del milenio para los países pobres en el contexto de
la crisis, lo que está en el mismo nivel de prioridad que los acuerdos
alcanzados por el G-20 para “arreglar” el sistema financiero internacional y
ofrecer una respuesta eficaz a la crisis global.
*Con la colaboración especial de Aleister Montfort.