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21 CAMPUZANO_29 CARRILLO.qxd 31/03/16 12:52 Página 21 TRIBUNA Por Carles Campuzano* S ostener la recuperación económica y la creación de empleo en base a la mejora de la competitividad por la vía de los salarios es un camino hacia la pobreza. Ha tenido sentido que durante los peores momentos de la crisis se optase por la devaluación salarial para mejorar la competitividad exterior de los bienes y servicios producidos en España. Las alternativas a la devaluación salarial eran escasas para un Gobierno que no podía devaluar su moneda, que había agotado su capacidad fiscal de estimular la economía y que debía continuar financiado su endeudamiento en unos mercados internacionales que desconfiaban de la capacidad de recuperación de España. Fue doloroso e injusto para muchos trabajadores en la medida en que el peso del ajuste de la crisis se ha concentrado en el empleo y en los salarios; ciertamente, las clases medias y las clases populares de la sociedad han sido las grandes perjudicadas de la crisis. Y ello explica los fenómenos más rupturistas del complejo escenario político en el que estamos instalados. Si somos honestos, esta política seguramente fue útil en su momento para permitir evitar los riesgos económicos y sociales de hace unos pocos años. Pero esa estrategia no puede ni debe fundamentar el tan pregonado cambio de modelo productivo que todos proclamamos, ni permite una recuperación justa de la crisis. La respuesta no puede continuar siendo crear empleos mal pagados. Sabemos que una economía que crea empleo mal remunerado ahonda en las desigualdades, con todo su efecto destructor de la cohesión social y la confianza política; no genera los ingresos fiscales que permiten financiar el Estado del Bienestar en general, y el sistema de pensiones en concreto; incrementa el gasto asistencial necesario para garantizar una vida digna a los trabajadores y pensionistas pobres; promueve la emigración de los trabajadores jóvenes cualificados y no estimula la inversión privada para aumentar la productividad y mejorar la competitividad de las empresas por la vía de la calidad de los bienes y servicios producidos. Un cambio del modelo de recuperación económica exige un amplio abanico de medidas. Entre ellas, un aumento progresivo y moderado, pero sostenido en el tiempo, del Salario Mínimo Interprofesional hasta, como mínimo, alcanzar la recomendación de la Carta Social Europea que lo sitúa en el 60% del salario medio, como mecanismo de estímulo al empleo de calidad, a la mejora de la productividad y a la reducción de las desigualdades. En el caso español, en los últimos años las decisiones del Gobierno se han alejado de estos parámetros. El Salario Mínimo a lo largo de los últimos cinco años ha aumentado un 2,15% (con un incremento del 0,5% respecto al pasado año 2015), dejando el Salario Mínimo diario en 21,84€, en términos mensuales en 655,20€, (y en términos anuales en 9.172,80€ en 14 pagas), representando alrededor del 40% del salario medio. En el caso de Catalunya, en un modelo centralizado de fijación del Salario Mínimo, éste representa aún una cuantía menor en relación al salario medio, en la medida en que los sueldos son más altos en Catalunya, reduciendo su capacidad efectiva de compra. Por eso, en Estados Unidos el movimiento de las ciudades y los Estados fijando salarios mínimos superiores al fijado a nivel federal es tan poderoso y extendido. EUROPA PRESS Salario justo y competitividad empresarial El peso del ajuste de la crisis se ha concentrado en el empleo y en los salarios; las clases medias y las clases populares de la sociedad han sido las grandes perjudicadas de la crisis Y, evidentemente, si comparamos nuestro Salario Mínimo con los Estados de nuestro entorno, la comparación no se resiste. Efectivamente, el SMI español para 2016 es uno de los más bajos de la UE. Así, el de Francia (1.467€/mes) es un 92% más alto; el de Alemania (1.473€/mes) un 93% más alto; el de Bélgica (1.502€/mes); el de Holanda (1.508€/mes) un 97% más alto; Reino Unido (1.529€/mes) un 100% más alto, y el de Irlanda (1.546€/mes) un 102% más alto. Pero es que además, estamos describiendo Estados que tienen un PIB per cápita alrededor de un 50% superior al español pero en cambio tienen un Salario Mínimo un 100% superior. Los críticos con aumentar el Salario Mínimo acostumbran a afirmar que esto perjudicaría a los trabajadores menos formados, con opciones a empleos mal pagados y que van a tener menos posibilidades de encontrar trabajo; nos proponen un complemento salarial para los trabajadores pobres, como alternativa a la subida del SMI. Es decir, que con los impuestos de todos subvencionaremos a las empresas que no pueden pagar sueldos justos. No me parece una buena alternativa. Invirtamos, de una vez, a fondo y en serio, en formación y reciclaje profesional para los desempleados menos formados, rebajemos selectivamente y temporalmente los costes de Seguridad Social para la contratación de estos desempleados, pero seamos capaces de garantizar que el empleo efectivamente permite a las personas vivir dignamente y contribuir con sus impuestos a la financiación de un modelo de protección social. Diría que no es mucho. ● * Portavoz adjunto de Democràcia i Llibertat en el Congreso de los Diputados nº 1149. 4–10 de abril de 2016 21