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QUÉ HACER PARA CREAR EMPLEO?
Los economistas neoliberales, representados en España por los que trabajan
alrededor de FEDEA financiados por la banca y las grandes empresas, vienen
afirmando que es preciso llevar a cabo reformas laborales encaminadas a reducir
el coste del trabajo para poder reducir el desempleo.
Presentan siempre sus propuestas como si fueran el resultado de análisis científicos
inapelables pero es importante que la ciudadanía sepa que no cuentan con más evidencia
empírica que la que tienen otros análisis que proponen fórmulas alternativas para
combatir el desempleo. Y, en consecuencia, que siguiendo sus propuestas, como se
viene haciendo, es completamente improbable que se pueda reducir la tasa de paro que
se registra en nuestra economía.
Los economistas neoliberales afirman que las instituciones del mercado de trabajo
(salarios, mecanismos de negociación, sindicatos, costes de despido, formas de
contratación...) son las que determinan que haya más o menos facilidad para crear
empleo y que, por tanto, son las determinantes de las tasas de paro existentes. Afirman
que en países como España esas instituciones constituyen rémoras que impiden que las
empresas contraten a más trabajadores y que, por tanto, hay que reformarlas para
hacerlas más flexibles, es decir, menos costosas y más favorables a las estrategias
empresariales.
El punto de partida de estas formulaciones es considerar que el trabajo es una mercancía
más y que el paro simplemente refleja un exceso de oferta en el mercado que se puede
resolver si se baja el precio del trabajo, el salario. Cuando las instituciones son rígidas o
inadecuadas (como entienden que ocurre en España) no se producirá ese descenso del
salario y por tanto perdurará el paro. Un paro que estos economistas denominan
“voluntario” porque sería el resultado de que los trabajadores no aceptan otras
condiciones más flexibles o menos onerosas para las empresas. Las propias clases
trabajadoras, y más concretamente los sindicatos que se suponen que son quienes
representan sus intereses, serían los culpable de que hubiese desempleo, de lo cual
también deducen que lo deseable sería que la presencia sindical fuese mínima, bien
haciéndo desaparecer a los sindicatos o reformando la negociación colectiva para lograr
que tengan la menor influencia posible en la determinación de las condiciones de
trabajo.
Hace ya unos sesenta años que economistas como Keynes o Kalecki pusieron de relieve
que este enfoque partía de asumir hipótesis irrealistas y que el análisis económico y la
evidencia empírica mostraban que eran otros factores los que actuaban como
determinantes de la tasa de paro. A pesar de ello, los economistas neoliberales han
seguido manteniendo hasta hoy esas hipótesis, lo que no se puede explicar sino como el
resultado de una opción ideológica, legítima, pero no científica, como siempre quieren
hacer creer cuando presentan sus propuestas, que cuenta con un gran apoyo financiero y
mediático porque proporciona criterios políticos de actuación muy favorables a los
grandes grupos de poder económico.
Efectivamente, el hecho de que esta tesis haya sido sostenida por los grandes
organismos económicos internacionales, por las patronales y por los grandes centros de
poder es lo que ha permitido que, a pesar de su falta de fundamento científico, se haya
convertido en la inspiradora de las políticas laborales y económicas de los últimos años,
orientadas, como se sabe a flexibilizar y liberalizar los mercados laborales.
Recientemente, mientras que los economistas neoliberales continúan insistiendo en sus
propuestas de reforma laboral, se acaba de publicar un artículo en el “Cambridge
Journal of Economics” (2011, 35; pp. 437–457) en el que de nuevo se demuestra (en
este caso para la experiencia de 20 países de la OCDE incluida España) que la evidencia
empírica no da apoyo a sus tesis.
En su trabajo “Capital accumulation, labour market institutions and unemployment in
the medium run” los economistas Engelbert Stockhammer y Erik Klär demuestran que
los factores que tienen que ver con la acumulación de capital y con las variables
macroeconómicas que actúan sobre el lado de la demanda tienen una influencia mucho
más significativa que las instituciones del mercado laboral sobre las tasas de paro a
medio plazo.
Se evidencia así una vez más que las propuestas de reforma de los economistas
neoliberales no son las más adecuadas para generar empleo y que, por el contrario, lo
mejor que se puede hacer para conseguir crear puestos de trabajo es actuar sobre el
mercado de bienes y servicios, y no solo sobre el laboral, para lograr que haya demanda
efectiva suficiente.
Las propuestas de reformas laborales de los economistas neoliberales que trabajan
financiados por las grandes empresas y la banca y que en parte han aceptado nuestro
gobierno no solo no permitirá generar más empleo (como incluso reconocen sus
defensores más honestos) sino que, a la vista de evidencias como las que muestra este
artículo, lo que hará será dificultar que se cree a medio plazo.
Las reformas laborales que plantean los neoliberales y aplicadas en los últimos años
perjudican a la creación de empleo porque deprimen la demanda efectiva y, por tanto,
empeoran las condiciones de la acumulación del capital que es un factor mucho más
determinante a medio plazo de la tasa de paro.
Para crear empleo hay que hacer otra cosa, según nos sugieren trabajos empíricos como
el que acabo de mencionar. Hay que estimular la inversión productiva, hay que crear
capital social y sostener una demanda efectiva potente que principalmente puede
provenir de la masa salarial, puesto que las rentas del capital y las más altas tienden a
dedicarse en mayor proporción al ahorro que, en ausencia de las reformas necesarias del
sistema financiero, es absorbido por éste último y derivado hacia la inversión
especulativa.
La receta más adecuada para combatir el paro facilitando la generación de puestos
empleo es crear condiciones macroeconómicas que dinamicen el mercado de bienes y
servicios. Limitarde a actuar sobre el mercado laboral para abaratar el empleo y para
proporcionar condiciones más favorables de contratación para la gran empresa no lo
garantiza a medio plazo. Podría ser una buena solución para la empresa considerada
aisladamente pero no para el conjunto de ellas y, sobre todo, para las pequeñas y
medianas que no disponen de la válvula de escape de los mercados globales.
Naturalmente, esto no puede entenderse en el sentido de que cualquier marco
institucional del mercado de trabajo sea favorable para la creación de empleo. Debe
procurarse que proporcione condiciones adecuadas para la intermediación y para el
mejor encuentro entre la demanda ya la oferta de trabajo. Lo que apunta la evidencia
empírica y que parece que no están dispuestos a entender los economistas neoliberales
es que la vía más efectiva para crear empleo es otra, la de dinamizar la demanda y evitar
que la economía se especialice tan inadecuadamete como lo ha hecho la española en los
últimos años, de una forma muy rentable para la banca y las grandes empresas que
financian a estos economistas para que difundan sus propuestas de reformas pero muy
poco útil para crear empleo perdurable y de calidad.
Por eso, los principales obstáculos que ahora debe superar nuestra economía para poder
generar puestos de trabajo decente son las reformas que se han llevado a cabo y las
políticas de austeridad y freno a la actividad que se aplican.
Juan Torres