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Uso de Medicamentos
durante la Lactancia
La lactancia materna como alimentación
exclusiva, se considera la mejor forma de
alimentación para los recién nacidos durante
los primeros seis meses de vida. Según la
OMS, a partir de esta edad, sigue siendo la
alimentación idónea, junto con el inicio de la
nutrición complementaria, aconsejando que se
debiera mantener la lactancia hasta los 2 años.
La lactancia materna como alimentación exclusiva, se considera la
mejor forma de alimentación para los recién nacidos durante los
primeros seis meses de vida. Según la OMS, a partir de esta edad,
sigue siendo la alimentación idónea, junto con el inicio de la nutrición
complementaria, aconsejando que se debiera mantener la lactancia
hasta los 2 años.
Las investigaciones realizadas han puesto de manifiesto múltiples
ventajas de la lactancia materna tanto para los propios lactantes,
como para las madres, las familias y la sociedad en general,
considerando no sólo aspectos como la salud y el estado nutricional e
inmunológico, sino también el desarrollo psicológico, social,
económico y ambiental.
La lactancia materna se ha asociado con una reducción en la tasa de
mortalidad infantil así como de la morbilidad de enfermedades
infecciosas. Así mismo, esta demostrado que la lactancia materna
mejora el desarrollo cognitivo y disminuye el riesgo de aparición de
diferentes enfermedades mediadas inmunológicamente.
La leche es una suspensión de grasas en una solución de proteínas,
hidratos de carbono (predominando la lactosa) y sales minerales. La
composición de la leche materna no es constante, observándose
variaciones según la fase de la lactancia, la hora del día, la fase inicial
o fase final de la toma. Estas variaciones enriquecen el proceso
nutritivo de la lactancia natural, actualmente inimitable, inigualable e
insuperable como alimento para el bebé.
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La administración de fármacos constituye uno de los principales
motivos por el que los médicos indican la suspensión de la
lactancia materna y/o por lo que la madre por temor a producir un
daño en el lactante decide suspender la misma.
Aproximadamente el 90% de mujeres toman medicamentos
durante el periodo de lactancia, y es frecuente que dejen de dar el
pecho por este motivo pese a no estar fundamentado su peligro real
más que para un muy pequeño porcentaje de principios activos.
Suprimir la lactancia sin un motivo importante supone un riesgo
innecesario para la salud.
Es fundamental que el profesional analice previamente a la
prescripción de medicamentos el riesgo puntual de exponer al niño
a una droga que pasa a la leche materna, considerando
principalmente qué cantidad de esa medicación se excreta en la leche
y cuáles son los riesgos de presentar efectos adversos en el lactante
con los niveles posiblemente alcanzados.
En general la mayoría de los medicamentos que una paciente ingiere
se excretan en mayor o menor medida por la leche. En muchos casos
no se dispone de información completa o fiable sobre determinado
fármaco.
Adicionalmente, que un medicamento se excrete en la leche materna
no implica necesariamente toxicidad para el lactante, ya que tendría
que alcanzar determinadas concentraciones para originar efectos
adversos en el lactante; y en la mayoría de los casos los niveles
plasmáticos alcanzados son de escasa relevancia clínica.
Como norma general, no hay que recomendar la interrupción de la
lactancia antes de asegurarnos de que esta medida es absolutamente
imprescindible motivo por el cual es fundamental realizar la consulta
oportuna antes de efectuar la recomendación.
Cuando el tratamiento es esencial para la madre, éste debería
administrarse siguiendo recomendaciones generales, como por
ejemplo administrar el agente luego de la última toma. Hay que
distinguir entre excreción dentro de la leche materna y efectos en el
niño amamantado. Los fármacos en la leche no siempre ejercen
efectos perjudiciales para el niño, ya que el medicamento puede ser
farmacológicamente inactivo, destruido en el aparato gastrointestinal
o simplemente no absorbido.
De todos modos, el neonato y el lactante pequeño son
particularmente susceptibles a los efectos de los fármacos; tienen
bajo peso, riñones e hígados inmaduros y su capacidad de eliminar
medicamentos es, generalmente, inferior a la de su madre, por lo que
se puede producir acumulación. La toxicidad temprana puede quedar
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enmascarada por la falta de síntomas o por la dificultad de interpretar
un comportamiento de queja inespecífica.
Se debe considerar la ecuación beneficio/riesgo del medicamento,
valorando la real necesidad del agente para la madre, por ejemplo
una enfermedad materna banal suele no justificar el uso de fármacos.
Si la enfermedad materna exige tratamiento farmacológico durante la
lactancia, se debe seleccionar un agente respecto del cual se haya
reunido amplia experiencia; éste será administrado en la dosis más
baja posible y durante el período más breve compatible con un
tratamiento eficaz.
Es importante controlar reiteradamente al lactante mientras la madre
recibe tratamiento farmacológico, con el fin de detectar efectos
adversos tempranamente, si bien éstos pueden quedar enmascarados
por ausencia de síntomas. Se recomienda observar al niño para
reconocer tempranamente cambios en los patrones de alimentación y
sueño, inquietud, agitación, depresión, exantema. Ante la aparición
de algunos de estos signos, la terapia debe ser suspendida
inmediatamente.
En la Sección Pasaje de Fármacos a la Leche Materna del
Vademécum Pediátrico del Hospital de Niños “Dr. Ricardo Gutiérrez”
se describe la “Guía para el uso de fármacos en la mujer que
amamanta”. Los autores proponen una clasificación de riesgo a modo
de orientación de la conducta a seguir:
Clasificación de riesgo:
1: Autorizado durante la lactancia (sin riesgos).
2: Autorizado durante la lactancia con control clínico del lactante
(precaución).
3: prohibido durante la lactancia (contraindicado).
4: No hay información sobre pasaje mamario (su uso queda
supeditado al criterio clínico del pediatra).
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