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Luis María Zieher
María Cristina Brió
Tratado de
Psicofarmacología y Neurociencia
Volumen II
Trastornos depresivos
Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
Luis María Zieher
María Cristina Brió
Tratado de
Psicofarmacología y Neurociencia
Volumen II
Trastornos depresivos
Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
Editorial Sciens
BUENOS AIRES
Tratado de psicofarmacología y neurociencia: trastornos depresivos. Parte II:
farmacología y estrategias terapéuticas / Luis María Zieher ...[et.al.], dirigido por
Luis María Zieher. - 1a ed. - Buenos Aires: Sciens, 2010.
v. II, 232 p. ; 24x17 cm.
ISBN 978-987-23649-7-7
1. Psicofarmacología 2. Farmacología. 3. Neurología. I. Zieher, Luis María, dir.
CDD 616.8
PRIMERA EDICIÓN
SEPTIEMBRE DE 2010
IMPRESO EN ARGENTINA
Queda hecho el depósito
que establece la Ley 11.723
ISBN: 978-987-23649-7-7
© 2010, Editorial Sciens S.R.L. ®
Juan F. Seguí 3569, 2° “C”, C.A.B.A.
Tel/Fax: (5411) 4802-8775
www.sciens.com.ar
[email protected]
No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o la transformación
de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes 11.723
y 25.446.
Índice
Autores ................................................................................................................................................... 10
Prólogo ................................................................................................................................................... 13
María Cristina Brió
Presentación de la obra ......................................................................................................................... 15
1 - Rasgos de ansiedad: modelo neurocognitivo de su relación con la depresión ............................. 19
Luis María Zieher
2 - Farmacoterapia y psicoterapias en los trastornos de ansiedad y depresivos:
aspectos neurobiológicos y resultados clínicos ................................................................................... 27
Sebastián Alejandro Alvano, Mariana Moncaut, Luis María Zieher
3 - Desarrollo de nuevos antidepresivos: su problemática .................................................................. 59
Luis María Zieher
4 - Farmacología de las drogas antidepresivas .................................................................................... 69
Héctor Jorge Bertera, Natalia Fantacone
5 - Tratamiento farmacológico de la depresión mayor ...................................................................... 123
Héctor Jorge Bertera, Carolina Kralj
6 - Abordaje farmacológico de la depresión resistente ...................................................................... 151
Héctor Jorge Bertera
7 - La actividad física como complemento de los fármacos antidepresivos
en el tratamiento de los trastornos depresivos ................................................................................ 187
Rafael Groisman
Apéndice - Clasificación de los antidepresivos según el mecanismo de acción
e incidencia de efectos adversos ......................................................................................................... 221
Sebastián Alejandro Alvano
EDITORIAL SCIENS
9
Director
Luis María Zieher
Médico.
Ex Profesor Titular y Director del Curso de Médico Especialista en Farmacología, 1º
Cátedra de Farmacología, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires (UBA).
Investigador Principal del CONICET.
Director de la Maestría en Psiconeurofarmacología, Universidad Favaloro.
Presidente del Comité Independiente de Ética para Ensayos en Farmacología Clínica,
FEFyM.
Editora
María Cristina Brió
Médica.
Especialista en Psiquiatría infantil.
Especialista en Pediatría.
Magister en Psiconeurofarmacología y en Psiconeuroinmunoendocrinología, Universidad
Favaloro.
Docente del Posgrado de Psiconeurofarmacología, Universidad Favaloro.
Médica psiquiatra del CESAM Nº 1 “Hugo Rosarios”, CABA.
10
Autores
Sebastián A. Alvano
Médico Psiquiatra Universitario, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires (UBA).
Director y Profesor Estable de la Maestría en Psiconeurofarmacología de la Universidad
Favaloro (UF).
Profesor a cargo de Terapéutica I en la Carrera de Médico Especialista Universitario en
Psiquiatría (UBA), dictada en la Unidad Académica Hospital Moyano.
Supervisor y Docente del Servicio de Psicopatología del Hospital Ramos Mejía.
Senior Member, WPA Educational Liaisons Network (WPA ELN) for Argentina, World
Psychiatric Association (WPA).
Presidente Honorario y Miembro del Consejo Asesor Permanente de la Asociación de
Psicofarmacología y Neurociencia Argentina (APNA).
Héctor J. Bertera
Médico Psiquiatra.
Médico Especialista en Psiquiatría y en Psicología Médica.
Profesor de "Terapéuticas Biológicas", Carrera de Especialistas en Psiquiatría, Universidad
del Salvador.
Docente Adscripto UBA. Jefe de Trabajos Prácticos, 1ª Cátedra de Farmacología,
Universidad de Buenos Aires.
Natalia Fantacone
Médica.
Residente de Psiquiatría, Hospital Tornú.
Departamento de Docencia e Investigación, CITPAD.
Ex Becaria de la Fundación contra la Lucha de las Enfermedades Neurológicas de la
Infancia (FLENI).
Ex Becaria del Hospital Italiano de Buenos Aires.
Rafael Groisman
Médico especialista en Psiquiatría.
Miembro titular en función didáctica de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
Magister en Psiconeurofarmacología (Universidad Favaloro).
Presidente del Capítulo Interfase Neurociencia-Psicoterapia de la Asociación de
Psiquiatras Argentinos (APSA).
Presidente del Capítulo Deporte y Salud Mental de la Asociación Argentina de Salud Mental
(AASM).
Integrante del Grupo Universitario de Psiconeurofarmacología.
Profesor adjunto de Psicopatología y Psicoanálisis II de las carreras de Psicología y
Psicopedagogía, Universidad del Museo Social Argentino (UMSA).
Profesor adjunto de Neurobiología en el Instituto Superior de APSA, carrera de médico
especialista.
EDITORIAL SCIENS
11
Profesor adjunto de Neurobiología en la maestría en Psicopatología en el Instituto Universitario
de Salud Mental de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA).
Carolina Kralj
Médica.
Residente de Psiquiatría, Hospital Cosme Argerich.
Departamento de Docencia e Investigación, CITPAD.
Ex docente de la 3ª Cátedra de Farmacología, Facultad de Medicina, Universidad de
Buenos Aires.
Mariana C. Moncaut
Médica Psiquiatra Universitaria, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires (UBA).
Coordinadora y Docente de la Maestría en Psiconeurofarmacología de la Universidad
Favaloro (UF).
Prólogo
La segunda parte del volumen sobre depresión se enfoca en las terapéuticas para tratar la
enfermedad, por un lado los abordajes psicoterapéuticos y, por el otro, los farmacológicos.
Una resiliencia inadecuada para enfrentar el estrés, vinculada con la enfermedad depresiva, puede presentarse a nivel psicológico, biológico o ambos. Por lo tanto, la psicoterapia
orientada a detectar y resolver los estresores psicosociales, y la farmacoterapia a restablecer la funcionalidad de los circuitos neurobiológicos implicados, son estrategias que
ofrecen, desde lugares diferentes, la posibilidad de tratar adecuadamente el trastorno.
En este volumen se proporcionan los principios básicos de los tratamientos que incluyen
la individualización del plan terapéutico, los cuidados a largo plazo así como recomendaciones relacionadas con la remisión y la recaída de la patología basándose en el consenso
internacional en la materia.
También se analiza el papel que cumple el ejercicio físico en la prevención y en el tratamiento de los estados depresivos. Los mecanismos a través de los cuales ejercería su
acción son similares al de los antidepresivos, como lo demostraría el hecho de que involucran a factores neurotróficos como el BDNF.
A la descripción detallada de la farmacología de las principales drogas antidepresivas se
agregan una gran cantidad de consideraciones y sugerencias prácticas destinadas a colaborar con el psiquiatra en la toma de decisiones cuando debe medicar.
Dra. María Cristina Brió
EDITORIAL SCIENS
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Descripción de la obra
Capítulo 1
Rasgos de ansiedad: modelo neurocognitivo de su relación con la depresión
Se desarrolla un modelo neurocognitivo por el cual los individuos que presentan altos rasgos de
ansiedad son particularmente vulnerables a desarrollar depresión cuando se enfrentan con el estrés
y la adversidad. Se describen, por otro lado, los circuitos y mecanismos que permiten alcanzar, mantener o restaurar el equilibrio homeostático como también los desajustes que provocan patología.
Capítulo 2
Farmacoterapia y psicoterapias en los trastornos de ansiedad y depresivos: aspectos neurobiológicos y
resultados clínicos
Este artículo explora cómo las estrategias psicoterapéuticas asociadas con la farmacoterapia son
eficaces en el tratamiento de la depresión. Relaciona cada abordaje con su sustrato neurobiológico
y brinda una explicación de los mecanismos que subyacen a cada tratamiento específico.
Capítulo 3
Desarrollo de nuevos antidepresivos: su problemática
Describe el estado de la investigación y el desarrollo de nuevos antidepresivos con un mecanismo
diferente al monoaminérgico que pudiera mejorar el perfil de los actualmente utilizados. También se
analizan las dificultades con las que tropieza la investigación debido a la falta de modelos animales
de depresión, la imposibilidad de la utilización de placebos y la corta duración de los ensayos clínicos. Por otra parte, se resumen las áreas del cerebro vinculadas con la depresión y las alteraciones
observadas en estudios de imágenes.
Capítulo 4
Farmacología de las drogas antidepresivas
Este capítulo está destinado a presentar las particularidades de la farmacocinética y la farmacodinamia de los antidepresivos de uso frecuente, y plantea los fundamentos farmacológicos para el
uso racional de estas drogas. Se detallan las bases moleculares y la cascada de eventos que, finalmente, promoverán los efectos terapéuticos, ya sea en el abordaje de los trastornos depresivos como
en otras aplicaciones.
Capítulo 5
Tratamiento farmacológico de la depresión mayor
Se delinean las principales estrategias farmacológicas que rigen por consenso internacional, en la
actualidad, para la depresión mayor y la depresión resistente. Se describe, además, el interjuego que
se plantea entre el cuadro bajo tratamiento, las características de cada paciente en particular y la
farmacología de los antidepresivos, trabajando exhaustivamente los fundamentos de su uso racional
derivados de la interacción de los factores referidos.
Capítulo 6
Abordaje farmacológico de la depresión resistente
El tratamiento de la depresión resistente es un problema central en la salud pública a nivel mundial. Este capítulo trata sobre la necesidad de delimitar y diferenciar los conceptos de respuesta al
tratamiento, respuesta parcial, ausencia de respuesta, síntomas residuales, remisión y recuperación.
Por otra parte, se prioriza la realización de un diagnóstico presuntivo ante toda falta de respuesta, y
la revisión del diagnóstico y del tratamiento, así como la posibilidad de optimización del abordaje.
EDITORIAL SCIENS
15
Capítulo 7
La actividad física como complemento de los fármacos antidepresivos en el tratamiento de los trastornos
depresivos
Este texto analiza las evidencias que muestran el papel del ejercicio físico en la prevención y en el
tratamiento de los estados depresivos. Describe la vinculación del ejercicio con el mecanismo de
acción de los antidepresivos y brinda una perspectiva nueva a tener en cuenta para las estrategias
terapéuticas indicadas en el trastorno.
Apéndice
Clasificación de antidepresivos
Esta clasificación establece las diferencias de los antidepresivos sobre la base de los mecanismos
de acción y la incidencia de efectos adversos. Permite, de esta manera, la selección del fármaco a
través de criterios farmacocinéticos y farmacodinámicos, indispensables a la hora de medicar a un
paciente.
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1
Rasgos de ansiedad: modelo neurocognitivo de
su relación con la depresión
Luis M. Zieher
Resumen
Si bien la exposición al estrés tiene impacto considerable en el desarrollo de la depresión existe considerable variación en la susceptibilidad de los individuos a sus efectos
adversos.
El rasgo de personalidad de alta ansiedad es un factor de vulnerabilidad importante para
desarrollar depresión.
Los sistemas neuromodulatorios que participan en el procesamiento de los eventos
amenazantes producen rápidas adaptaciones conductuales que pueden reconfigurar redes
anatómicamente definidas en circuitos funcionales diferentes. Esto influencia la función
cognitiva (percepción, atención, aprendizaje y memoria).
Se desarrolla un modelo neurocognitivo por el cual los individuos que presentan altos
rasgos de ansiedad son particularmente vulnerables a desarrollar depresión cuando se
enfrentan con el estrés y la adversidad. Esto genera una cascada neurocognitiva disfuncional al enfrentar al estrés, sustentada en parte en alteraciones del eje HPA y en la pérdida de las interacciones sociales que permiten afrontar las situaciones adversas.
Cuando la hiperactividad amigdalina se cronifica, la corteza prefrontal es incapaz de
moderar al cerebro límbico y, por ende, es indispensable el uso de las herramientas psicofarmacológicas junto con las terapias psicológicas de base cognitiva-conductual y cognitivo-emocional.
La percepción de eventos externos amenazantes se vincula con circuitos que en el sistema nervioso central (SNC) son capaces de evaluar su calidad e intensidad (procesamiento
bottom up, o de abajo hacia arriba) para generar la respuesta top down (de arriba hacia
abajo) tendiente a proteger o defender la integridad psicofísca del individuo (respuesta
alostática) y, finalmente, alcanzar o restaurar nuevamente el equilibrio homeostático.
En ello intervienen mecanismos fásicos (rápidos) que involucran la activación del locus
coeruleus (LC), la amígdala y la corteza prefrontal (PFC) y otros más lentos (plásticos) de
tipo neuroendócrino con participación del eje hipotálamo pituitario adrenal (eje HPA).
EDITORIAL SCIENS
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
Reseteo de las redes: una teoría simplificada de la
función del LC
En modelos derivados de estudios en
crustáceos, el input sincronizado de un
pequeño número de células neuromodulatorias puede interrumpir abruptamente la
actividad de las redes neurales y reorganizar los elementos en nuevas redes funcionales. Una sola memoria puede participar
en varias redes, y una red anatómicamente
única puede participar en múltiples funciones dependiendo del estado del sistema.
Esto permite al organismo desarrollar
rápidas adaptaciones conductuales en respuesta a cambios imperativos del entorno.
Los neuromoduladores pueden reconfigurar redes anatómicamente definidas en circuitos funcionales diferentes, tanto en propiedades intrínsecas de neuronas como de
fuerza sináptica.
El sistema NA emerge evolutivamente en
la transición de los cefalocordados a los
vertebrados, y las características de los
sistemas neuromodulatorios son claramente preservados a través de la filogenia:
anfibios – reptiles – peces y aves. Las neuronas NA se concentran en pequeños
núcleos. En los invertebrados, si bien no se
concentran en núcleos, se distribuyen y
descargan de modo simultaneo en distintas
áreas que proyectan ampliamente sobre
blancos (redes), actuando sobre GPCR
(receptores acoplados a proteínas G)
influenciando tanto la excitabilidad celular
como la fuerza sináptica.
De lo que se deduce que la función general de los sistemas neuromodulatorios
consiste en promover una rápida plasticidad en redes.
Las neuronas modulatorias NA modulan
la ganancia de la actividad evocada en las
áreas sensoriales que, o mejoran la selectividad o aumentan la magnitud de las respuestas neuronales a la estimulación sen20
sorial, aumentando los inputs extracorticales y su relación con los intracorticales,
todo lo cual constituye influencia aguda a
corto plazo, pero además la NA promueve
la plasticidad a largo plazo. Esto influye en
la función cognitiva (percepción, atención,
aprendizaje y memoria).
El LC es el que primero varía con el estado de vigilancia, aumentando fásicamente
su nivel de actividad la que varía de acuerdo con el nivel de la vigilia (arousal) y la
atención: las neuronas del LC muestran
baja actividad durante los estadíos de baja
vigilancia conductual, como la alimentación y la interacción social, pero responde
fásicamente a estímulos nuevos y salientes de todas las modalidades sensoriales.
Estudios en primates indican que la actividad del LC mantiene enfocada la atención
on line pero se habitúa rápidamente si no
hay refuerzo (condicionado o extinción). La
manipulación farmacológica (antidepresivos monoaminérgicos) facilita la adaptación a cambios conductuales por estímulos
discriminativos y pude ser deteriorada por
la desnervación noradrenérgica proveniente de la corteza frontal medial.
En la figura 1 se muestran las interacciones anatómicas entre el LC y otras estructuras cerebrales, que reciben aferencias de
un conjunto limitado de estructuras cerebrales (CF y núcleo central de la amígdala)
y, por el contrario envían proyecciones a
prácticamente todas las estructuras del
cerebro anterior (núcleo basolateral de la
amígdala, tálamo, sistema olfatorio, neocorteza e hipocampo).
En registros simultáneos de la actividad
del LC la mFCx (corteza frontal medial) y el
CeA (núcleo central de la amígdala) se
observa que, ante la presentación del estímulo y con una latencia media de 155 ms,
se activan las neuronas del LC y, a los 250
ms, se produce la inhibición tónica de la
LM Zieher // Rasgos de ansiedad: modelo neurocognitivo de su relación con la depresión
FIGURA 1
Tomado de Bouret S y Sara SJ. Network reset: a simplified overarching theory of locus coeruleus noradrenaline function. Tins 28 (N°11) Nov 2005. 28: 574-581.
neuronas del CeA y de la mFCx. Esto indica
que la activación de las neuronas del LC es
siempre temprana en los ensayos y precede cualquier expresión conductual de
aprendizaje. Esto mostraría que la actividad
del LC facilita la transición y permite el
reseteo de las redes involucradas en la
adaptación neuronal y conductual.
Haciendo una extensión de los modelos
simples hasta el rol de los neuromoduladores del SNC de los vertebrados y las funciones cognitivas superiores, se deduce
que estados cognitivos como la focalización
de la atención, la expectativa y la preparación de respuestas se corresponden con
patrones electrofisiológicos específicos
que reflejan redes, funcionalmente también específicas, y que las transiciones se
corresponden con modificaciones abruptas
de los patrones de actividad oscilatoria de
las redes (no hay cambios progresivos)
(Figura 2).
La señal NA tiene una función de reseteo,
y facilita cambios en redes difusas del cerebro anterior que median funciones cognitivas específicas (promueve cambios cognitivos). Cambios a largo plazo en frecuencias
de descargas (firing rate) se correlacionan
con estados atencionales y performance
conductual en una tarea.
Modelo neurocognitivo de la depresión/ansiedad
Los individuos con altos rasgos de ansiedad desarrollan una aumentada reactividad
amigdalina que influencia la actividad en el
hipocampo y la PFC. A la inversa, la PFC
ejerce una débil inhibición de la función
amigdalina. Este perfil está acompañado
por un aumento fásico de la actividad del
eje HPA y su consecuente incremento de
los niveles de GC (fásicos) que acrecientan
aún más la activación amigdalina (Figura 3).
Este patrón de interacciones entre el
cerebro y el sistema neuroendócrino acompañado, en las personas con altos rasgos
de ansiedad, por un patrón cognitivo de
respuestas interrelacionadas donde se
presta mayor atención a los estímulos de
tipo amenazante, se interpretan los estímulos ambiguos o neutros como negativos
y se incrementan las respuestas al miedo o
temor. Esto se acompaña de déficits neuropsicológicos en la función ejecutiva, atención, memoria de trabajo y nuevos aprendi-
EDITORIAL SCIENS
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
FIGURA 2
Tomado de Bouret S y Sara SJ. Network reset: a simplified overarching theory of locus coeruleus noradrenaline function. Tins 28 (N°11) Nov 2005. 28:
574-581.
zajes. A su vez, se incrementan las memorias negativas, tanto las asociadas con
miedo, así como las memorias episódicas.
Cuando los individuos ansiosos son
expuestos a eventos vitales estresantes,
este perfil neurocognitivo vulnerable responde con: sensibilización amigdalina
(hiperreactividad al miedo o temor), que
progresivamente se cronifica a hiperactivación aun bajo condiciones basales con
mayor influencia (en los dos sentidos)
sobre las funciones del hipocampo y de la
PFC, cuya funcionalidad resulta disminuida. La PFC no es efectiva, por lo tanto, en
su función de restringir o limitar la hiperreactividad amigdalina, sea por medios directos o por incrementar el efecto inhibitorio
de la PFC sobre la amígdala (objetivo de la
psicoterapia cognitiva conductual o terapia
cognitiva emocional). Sin embargo, debe
notarse que la habilidad que tienen personas ansiosas no depresivas de limitar la
actividad amigdalina a través de la PFC no
22
alcanza en individuos depresivos para
“enfriar” la actividad de una amígdala
hiperreactiva por lo que se deberán explorar otras alternativas en estas condiciones.
Es fundamental entender que, en estos
casos, la cronificación de la hiperactividad
amigdalina no puede ser revertida solamente con las terapias de base psicológica,
y que resulta necesaria la utilización de
psicofármacos que limitan directamente la
actividad amigdalina.
El bias (sesgo o prejuicio) atencional y
las memorias negativas se traducen en un
sesgo anímico congruente de “pensamientos negativos”, presta atención selectiva
hacia lo negativo y se recuerdan sólo las
memorias negativas. Este patrón de dinámicas neurales lleva a una funcionalidad
alterada del eje HPA (con eventual incremento en los niveles de glucocorticoides
basales) como consecuencia de una cronificación de la hiperactividad amigdalina
basal. Las funciones de la PFC y el hipo-
LM Zieher // Rasgos de ansiedad: modelo neurocognitivo de su relación con la depresión
campo resultan por tanto afectadas, lo que
lleva a una alteración cognitiva progresiva
con déficits en:
- la atención,
- la memoria de trabajo,
- los nuevos aprendizajes,
- la función ejecutiva.
Tanto el sesgo de “reverberación” negativa (rumiación) como los déficits cognitivos
vuelven al individuo ansioso inefectivo para
enfrentar los desafíos cotidianos de la vida
y se incrementan los sentimientos de:
- (helplessness) desamparo, impotencia,
- (hopelessness) desesperanza, falta de
remedio,
- (worthlessness) sentimiento de inutilidad, falta de autoestima, falta de mérito.
Todas ellas son alteraciones características de la depresión, junto con las alteraciones fisiológicas típicas como los patrones
alterados del:
- apetito,
- sueño,
- actividad sexual,
- peso corporal.
Estas disfunciones llevan, en otro nivel, a
la pérdida de los refuerzos o ayudas del
medio social y sus graves alteraciones
socio-psico-fisiológicas que son el “código”
de la depresión.
A su vez, el patrón neurocognitivo característico de los individuos con alta ansiedad
determinan tanto el incremento como la
reverberación de estos procesos neurocognitivos que pavimentan el camino que
muda un “episodio” depresivo a un trastorno depresivo mayor (MDD).
En apoyo de este modelo neurocognitivo,
los estudios de neuroimágenes indican que
los sistemas relacionados con la motivación y el estrés que incluyen a la amígdala
están patológicamente activados en la
depresión mayor, y que este incremento se
asocia con un juzgamiento automático sesgado hacia la negatividad, un procesamiento emocional alterado, una mayor sensibili-
FIGURA 3
Tomado de Sandi C, Richter-Levin G. From high anxiety trait to depression: a neurocognitive hipothesis. Trends in Neurosciences. 2009. 32: 312-320.
EDITORIAL SCIENS
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
dad de la memoria hacia los eventos negativos que hacia los neutros o positivos
(siendo la activación amigdalina por la
memoria correlacionada con la severidad
de la depresión), y por último, la disfunción
de la corteza prefrontal y de los sistemas
de neurotransmisión monoaminérgicos
que modulan esas respuestas.
Hay correlación positiva de los niveles
plasmáticos de cortisol con la depresión, y
aquellos depresivos que portan alelos cortos del gen para el transportador de serotonina muestran mayor incremento de actividad amigdalina, comparados con los
depresivos que no tienen los alelos de riesgo, aun cuando los estímulos emocionales
se encuentran enmascarados y no son
accesibles al procesamiento conciente.
La depresión se asocia, además, con
déficits cognitivos, particularmente de la
memoria de trabajo, y disminuye la capacidad de la corteza medial prefrontal para
modular las salidas de la amígdala en
eventos relacionados con ansiedad.
Sin embargo, en humanos normales, una
actividad amigdalina aumentada por eventos, predice respuestas más rápidas y
ayuda a la detección de estímulos relevantes, con lo que no se puede asignar significado patológico sólo a un aumento de actividad amigdalina, por lo que deberán buscarse otros índices o marcadores para optimizar la detección de aquellos individuos
con rasgos de alta ansiedad que puedan
desarrollar este proceso neurocognitivo
que desemboca en depresión, antes de que
se vuelva irreversible.
Esto involucra un enfoque holístico con
estudios combinados:
- genéticos,
- neuroendócrinos,
- neuropsicológicos.
Se deberá prestar particular atención a
entender, en estos pacientes de riesgo, el
24
papel de las memorias distorsionadas de
los eventos adversos, el condicionamiento
al miedo y la dificultosa extinción de las
memorias de eventos traumáticos desarrollados por individuos con alta ansiedad
expuestos a diferentes fuentes de estrés.
Propuestas referentes a la clasificación de los trastornos
del ánimo en el DSM V
En este apartado se reseñará un comentario publicado recientemente por Constance
Holden en la revista Science destinado a
mostrar los avances que se discuten para
la futura edición del DSM V, prevista para
2013.
Muchos debates se han generado por los
esfuerzos de revisar en el DSM la conexión
entre ansiedad y depresión. Si bien la
ansiedad no está listada entre los síntomas
de la depresión mayor, la mayoría de los
casos de depresión son depresión ansiosa
(Goldberg, en Holden, 2010).
En el DSM V se propone una “deconstrucción” de las enfermedades psiquiátricas y se reconoce que pocas de ellas existen en su forma pura y que la norma es la
comorbilidad y el entrecruzamiento de
características.
Quizás la depresión es el mejor ejemplo
de ello, ya que puede coexistir con cualquier otra condición psiquiátrica y cuando
es la principal queja, su curso es influenciado por muchos otros factores entre los
cuales el abuso de sustancia y la ansiedad
son dos de los más importantes. Tanto que
la relación entre ansiedad y depresión es
tan cercana que quizás la depresión se
podría subsumir en una supercategoría de
desesperanza humana, miedo (o temor) y
angustia existencial (Fawcett, en Holden,
2010). Los depresivos ansiosos tienen
mayor riesgo de suicidio y hay una diferencia de cinco veces en respuesta a los AD,
con mucha mejor respuesta de la depre-
LM Zieher // Rasgos de ansiedad: modelo neurocognitivo de su relación con la depresión
sión no ansiosa. De ahí que se propone a la
depresión mixta con ansiedad como categoría plena y no como apéndice (DSM IV).
Esto crea cuestiones de categoría ya que
los trastornos de ansiedad son un grupo
separado que incluye:
- trastorno de ansiedad generalizado,
- fobias,
- pánico,
- TOC,
- PTSD.
Los síntomas que definen estos dos últimos son mucho más variados que los asociados con la ansiedad y la depresión.
Muchos de los nuevos datos hablan de
una relación entre la ansiedad y la depresión; otros son discrepantes.
Los estudios de familias y de genoma
completo muestran que ambos comparten
los mismos genes.
Imágenes neuroquímicas y respuestas a
drogas sugieren, en cambio, importantes
diferencias, “el cerebro ansioso no se ve
igual al depresivo” (Schatzberg, en Holden,
2010).
Estudios en gemelos muestran una vulnerabilidad genética común subyacente,
pero los factores ambientales parecen
determinar si un gemelo se vuelve ansioso
o depresivo (Schatzberg, en Holden, 2010).
En otra área de fronteras del “reino sombrío de la depresión” resulta difícil, a veces,
distinguirla de la enfermedad bipolar en
que la depresión alterna con manía (grandiosidad, hiperactividad, pensamientos
acelerados, y la depresión mayor puede
coexistir con uno o dos síntomas maníacos,
con riesgo de aparición de un TBP completo o que los AD gatillen un episodio maníaco en los vulnerables.
Esto llevó al grupo de trabajo a bajar un
poco la barrera para el diagnóstico bipolar.
Otra área de frontera difusa es con la psicosis que involucra ideas delirantes y alucinaciones. La separación entre enfermedad
bipolar y esquizofrenia como enfermedades distintas ha empezado desvanecerse
con estudios genéticos e imagenología y
semejanzas biológicas (en ondas cerebrales y movimientos oculares) (Goldlberg, en
Holden, 2010). En el bipolar I, la forma más
severa, la psicosis es frecuente. Estudios
genéticos han demostrado que la vulnerabilidad a la psicosis es un “común denominador en algunas familias tanto con esquizofrenia como con enfermedad bipolar, las
que serían los extremos de un continuum y
con el trastorno esquizoafectivo en algún
punto intermedio”.
Se desconoce donde conducirán las revisiones propuestas (Regier, en Holden,
2010) considera que la ansiedad y la depresión podrían combinar o converger en una
supercategoría de “trastornos de internalización”.
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EDITORIAL SCIENS
25
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
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2
Farmacoterapia y psicoterapias en los trastornos
de ansiedad y depresivos: aspectos neurobiológicos
y resultados clínicos
Sebastián A. Alvano, Mariana C. Moncaut, Luis María Zieher
Resumen
En los trastornos depresivos y de ansiedad, al igual que en el resto de los trastornos psiquiátricos, diferentes reportes y estudios clínicos avalan que el tratamiento conjunto de
farmacoterapia con una psicoterapia adecuada logra mejores resultados que cada una por
separado. Los primeros reportes clínicos han sido sustentados a lo largo del tiempo con
diferentes ensayos clínicos controlados. En la actualidad, el entendimiento de los factores
etiopatogénicos y de la neurobiología subyacente a los diferentes trastornos psiquiátricos
comienzan a relevar el sustrato neurobiológico de estos estudios, dejando atrás viejas
dicotomías teóricas. En última instancia, los distintos tipos de terapias modulan las áreas
y los procesos involucrados en los mecanismos de aprendizaje y memoria. Si bien la mayor
cantidad de trabajos presentados fueron realizados con terapia cognitiva o terapia cognitiva conductual (CBT), en la actualidad también se están relevando los sustratos neurobiológicos sobre los cuales actuaría la terapia psicoanalítica. Las áreas involucradas, los tipos
de memoria y sus procesos de modificación, presentarían algunas diferencias según la
medicación o la terapia utilizada, así como la latencia y el efecto sostenido a lo largo del
tiempo.
En su conjunto, estos trabajos demuestran que el uso racional de la medicación debe
incluir, entre las diferentes variables para tener en cuenta, el uso combinado de terapia
farmacológica con un procedimiento psicoterapéutico.
Introducción
Los avances neurocientíficos, clínicos y
farmacológicos se articulan para una
mejor comprensión del uso racional de la
terapéutica.
Un cuerpo creciente de estudios clínicos
y farmacológicos diseñados avalan (ensa-
yos clínicos controlados) en su mayoría, los
reportes clínicos previos que demostraban
mayores beneficios con el accionar conjunto de terapias farmacológicas y psicoterapéuticas en los distintos desórdenes psiquiátricos (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11).
A su vez, los trabajos neurocientíficos
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
sobre las variables etiopatogénicas, y el
sustrato biológico que subyace a los diferentes trastornos, fundamentan la combinación de ambos procedimientos. Los estudios en los cuadros depresivos y de ansiedad son un ejemplo de esto (12, 13, 14, 15, 16).
Las diferentes áreas que conforman las
redes neuronales involucradas en estos
trastornos son las mismas, o por lo menos
están muy emparentadas, con aquellas que
intervienen en procesos fisiológicos normales como el procesamiento emocional y
la respuesta al estrés.
Las modificaciones en esta red se van a
producir por la interacción gen–entorno,
sobre todo con las experiencias tempranas
de la vida, donde los circuitos involucrados
son altamente plásticos, esto es, capaces
de modificar su citoarquitectura y sus funciones fisiológicas.
Así, las transformaciones de los circuitos
neuronales por procesos de plasticidad
podrán modificar el pensamiento, la conducta y los sentimientos futuros, y serán
las que proporcionan la individualidad de
cada uno de nosotros (17, 18, 19, 20).
Numerosos estudios en humanos, simios
y roedores, revelaron los efectos significativos del entorno en favorecer, o provocar,
una disfunción en los mecanismos de neuroplasticidad, incluyendo tanto el nivel
celular, como el molecular, y modificaciones epigenéticas durante el desarrollo.
En el caso de los desórdenes depresivos
y de ansiedad, diferentes estudios avalan
un modelo de disrupción de la neuroplasticidad, por temor y otros diferentes tipos de
estresores, que llevarán a una carga alostática, que contribuye en forma importante
en la fisiopatología de estos trastornos, y es
bloqueada o revertida por la medicación
(21, 22, 23, 24).
Nestler advierte que los modelos animales no han permitido separar estos dos
28
trastornos. La validación reversa establece
que un modelo de depresión o ansiedad no
es válido si no es corregido por la medicación en uso; sin embargo, fármacos como
los antidepresivos pueden modificar ambos
tipos de trastornos (25).
La diferencia entre los distintos trastornos depresivos y de ansiedad estaría dada,
por un lado, por las experiencias previas de
vida y los recuerdos resultantes (que junto
con la predisposición genética afectarán la
red previamente mencionada) y, en segundo lugar, porque en los diferentes trastornos no intervendrían exactamente las mismas áreas, dentro de la red involucrada, ni
estas se afectarían con igual fuerza. Se
provocan, así, diferencias disfuncionales
por niveles de sistemas altamente interconectados, y el procesamiento final de esta
red en conjunto es distinto para cada desorden (12, 13, 17, 18, 19, 20).
De esta manera, las variables etiopatogénicas involucradas permiten comprender
que en el tratamiento de los diferentes
trastornos, si bien la medicación puede
conducir las alteraciones fisiológicas y
neuroplásticas a su rango de normalidad y
disminuir la signosintomatología, así como
a facilitar en muchos casos nuevos engramas de aprendizaje y memoria, un tratamiento adecuado debe incluir diferentes
procedimientos psicoterapéuticos (12, 13).
Más allá de la mejoría sintomática lograda por la medicación, los abordajes psicoterapéuticos y psicosociales cumplen un
papel central en la mejoría del funcionamiento vincular, social y laboral. También,
en la disminución del riesgo de recaídas y/o
recurrencias a mediano y largo plazo, etapas en las cuales trabajos previos demuestran menor efecto terapéutico para las benzodiazepinas en los trastornos de ansiedad
y los últimos estudios farmacológicos discuten la eficacia de los antidepresivos en
SA Alvano, MC Moncaut, LM Zieher // Farmacoterapia y psicoterapias en los trastornos de ansiedad y depresivos: aspectos neurobiológicos y resultados clínicos
los trastornos depresivos. Por otro lado,
ante la falta de respuesta, el agregado de
una psicoterapia, a diferencia de una polifarmacia irracional, evita interacciones
riesgosas y la potenciación de efectos adversos. Los hallazgos fisiológicos y neurobiológicos también avalan la importancia de la
implementación conjunta de estas herramientas terapéuticas (3, 6, 9, 12, 13, 14, 15,
16, 26, 27).
El entendimiento de los mecanismos
subyacentes sobre los que actúan las terapias farmacológicas y psicológicas, junto
con un correcto diagnóstico clínico del desorden involucrado, y la comprensión de la
problemática vital que aqueja a la persona
tratada, orientan al terapeuta en el proceso
de recuperación del paciente para que
adquiera nuevas y positivas experiencias de
vida (12, 13).
Método
Se realiza una revisión bibliográfica de
los principales artículos publicados en
PUBMED y en revistas especializadas en
Farmacología, Psicofarmacología y Psiquiatría.
Se toman, también, los libros de los autores más jerarquizados sobre el tema bajo
tratamiento. La información recogida ha
sido categorizada, ordenada y clasificada
según los hallazgos más relevantes y mejor
documentados.
Sinopsis del procesamiento emocional y la respuesta al
estrés
Emociones y sentimientos
Las emociones ponen pasión a nuestros
actos, refuerzan nuestros recuerdos y gobiernan parte de nuestra vida.
Un estado emocional tiene dos componentes, a saber, uno que, utilizando el
cuerpo como su teatro, produce una suma
de cambios corporales, mediados por un
grupo de respuestas periféricas: autóno-
mas, endócrinas y del sistema motor,
donde participan estructuras subcorticales, que serán activadas por el complejo
nuclear amigdalino, como el hipotálamo y
diferentes núcleos del tronco encefálico.
Este componente se denomina emoción
propiamente dicha, estado corporal emocional (ECE), o expresión somática de las
emociones, y se diferencia del que le sigue,
que es el sentimiento o experiencia conciente emocional.
La toma de conciencia de la emoción se
produce en segundo término, una vez que
diferentes cortezas reciben la suma de los
cambios que ocurren en el ECE. Es decir
que la “experiencia emocional conciente o
sentimiento” se produce por la lectura que
las cortezas hacen de lo que le sucede al
cuerpo (12, 13, 28).
La amígdala (estructura con forma de
almendra enterrada, literalmente, en la porción anteromedial de cada lóbulo temporal)
desempeña un papel fundamental en el
procesamiento emocional y en la respuesta
al estrés.
Distinto tipo de información puede llegar
a la amígdala como:
1- las aferencias sensoriales que traen la
información del mundo externo, o
2- la información proveniente de señales viscerales y nociceptivas, capaces de desencadenar estados de miedo, ansiedad o depresión.
La información que viaja por vías que utilizan el tálamo como una estación previa
puede llegar a la amígdala a través de dos
vías separadas: la vías talámicas directa,
que por arribar a la amígdala sin pasar por
corteza es más rápida; y la indirecta, que
más lenta, ya que previamente la información es llevada y procesada a nivel cortical.
Una vez que la información llega a la amígdala, esta será quien coordine la activación
de las áreas encargadas del procesamiento
emocional.
EDITORIAL SCIENS
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
FIGURA 1
El procesamiento emocional
Esquema general
Algunas áreas relacionadas con el procesamiento emocional estarían afectadas en la neurobiología de diferentes
trastornos de ansiedad y/o del estado de ánimo.
Tomado de Alvano. Avatares de la clínica, 2004.
Como ya se dijo, un estado emocional
tiene dos componentes, el primero es su
“expresión” somática, que se manifiesta en
el cuerpo y que va seguido, en segundo término, del sentimiento o la “experiencia”
emocional conciente, que es la toma de
conciencia de la emoción.
La información sensorial llega al grupo
basolateral de la amígdala y se proyecta
luego al núcleo central (CeA), desde donde
salen las eferencias recíprocas hacia las
estructuras diana.
De esta forma, la amígdala va a coordinar
la activación tanto de las áreas que intervienen en la “expresión” somática inconsciente de las emociones (áreas del hipotálamo y núcleos del tronco encefálico), como
la de las cortezas que están relacionadas
con la “experiencia” emocional conciente
(formación del hipocampo, corteza cingulada anterior, corteza prefrontal, la ínsula).
30
Las vías talámicas directa e indirecta
permiten entender cómo la información
puede llegar a la amígdala dando una respuesta somática, antes que tomemos conciencia de lo que ha ocurrido y nos demos
cuenta de que tenemos miedo. Así, la evaluación inconciente de un estímulo que causa
temor precederá a la evaluación conciente.
Si se toman como ejemplo la signosintomatología que caracteriza una crisis de
angustia, esta consta, al igual que lo que
ocurre con otras emociones, de dos componentes: el primero de ellos se manifiesta
por la expresión somática (palpitaciones,
sudoración, temblores, sensación de ahogo
o de atragantarse, opresión torácica, náuseas, mareos), mientras que el otro tiene
que ver con la experiencia emocional conciente o sentimiento, donde se ubican los
síntomas cognitivos como desrealización,
miedo a perder el control o volverse loco,
SA Alvano, MC Moncaut, LM Zieher // Farmacoterapia y psicoterapias en los trastornos de ansiedad y depresivos: aspectos neurobiológicos y resultados clínicos
miedo a morir (12, 13, 15, 16, 17, 18, 20).
La interacción gen–entorno como base etiológica de los
trastornos de ansiedad y depresivos
Según lo mencionado se podrá comprender que, tanto los factores ambientales,
como la predisposición genética desempeñan un papel esencial en el desarrollo de
los cuadros depresivos y de ansiedad, y
muy probablemente, con diferente peso, en
la totalidad de los trastornos psiquiátricos
(17, 18, 21, 22, 23, 29, 30, 31, 32).
En este sentido, se debe considerar que
desde diversas disciplinas siempre han
existido investigadores que intentaron salir
de interpretaciones simplificadoras, considerando una policausalidad en la etiología
de los diferentes cuadros.
Dentro de este contexto no podemos dejar de
remitirnos a las “Series Complementarias”
de Sigmund Freud, quien en su obra
Lecciones de Introducción al Psicoanálisis
(1916-1917), describe estas series, en las
cuales explica que la constitución hereditaria, más las experiencias infantiles, componen la predisposición a partir de la cual el
vivenciar traumático del adulto puede desencadenar la neurosis (33).
Esta línea de pensamiento tiene vigencia
en los científicos más celebres de la actualidad. En una publicación de la serie Nature,
Charney, citando a Petronis y Glazier, describe: “Podríamos decir entonces que lo que
más se acepta en la actualidad es que
muchos genes involucrados, y no uno solo,
al interactuar con factores evolutivos y
ambientales –tanto los del "día tras día"
como otros más profundos–, provoquen
modificaciones epigenéticas del ADN. Esto,
se suma a mecanismos enteramente aleatorios, que pueden conducir finalmente
hacia el desarrollo de conductas humanas
tanto normales como patológicas’’ (31).
Por su parte Hen, en otra publicación de
la misma serie, señala: “La susceptibilidad
a un trastorno (en el decurso de la vida)
puede determinarse mediante la influencia
combinada de factores genéticos y ambientales durante el inicio del desarrollo’’.
Los circuitos emocionales son particularmente vulnerables a esos factores durante
los períodos evolutivos tempranos, cuando
se elaboran y refinan las conexiones sinápticas y cuando los circuitos cerebrales son
altamente plásticos.
En el mismo artículo, Hen demuestra
que, tanto una buena predisposición genética, como un entorno favorable durante el
desarrollo facilitan la resiliencia; es decir,
la capacidad de recuperación frente a un
daño. Sin embargo, esto no ocurre cuando
a una mala predisposición genética se le
suma un entorno desfavorable (34).
Weaver y Meaney demostraron que un
buen cuidado maternal en las ratas durante la primera semana de vida promueve
mecanismos epigenéticos a través de los
cuales aumenta la expresión de los receptores a glucocorticoides (GR) hipocampales, lo que lleva a una disminución de la
respuesta del eje hipotálamo–pituitario–
adrenal (HPA) frente al estrés, con mayor
supervivencia celular, sinaptogénesis y
performance cognitiva. Estos fenómenos
no ocurren con un mal cuidado maternal,
pero pueden ser revertidos si las crías se
cruzan y son amamantadas por madres
con buen cuidado (22, 35, 36).
En un trabajo reciente, Meaney et al.
demostraron que en humanos los niños
abusados alteran la respuesta al estrés del
eje HPA y se incrementa el riesgo de suicidio. Los estudios post mórtem mostraron
diferencias en las víctimas de suicidio con
historia de abuso infantil, en los mecanismos epigenéticos que regulan la expresión
de los GR a nivel hipocampal. Estos hallazgos se correlacionan con los resultados
EDITORIAL SCIENS
31
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
previos en ratas, y demuestran que el cuidado parental desempeña un papel central
en la regulación epigenética de la expresión de los GR (36).
Zimmermann señala que, tanto los eventos adversos de la vida relacionados con
pérdidas o separaciones (como muerte y
divorcio), como la exposición a un evento
traumático, predicen un sustancial incremento en la incidencia de episodios depresivos entre los sujetos con labilidad familiar, pero no en aquellos sin esta labilidad.
Los humanos muestran heterogeneidad
en las variaciones individuales de la respuesta al estrés y a la adversidad. De esta
manera, los eventos estresantes durante la
vida desarrollan solo un riesgo moderado
de sufrir depresión (37).
El trastorno por estrés postraumático
(PTSD) constituye un ejemplo, al igual que
otros trastornos psiquiátricos, en el cual
los factores ambientales de riesgo parecen
estar modulados por factores genéticos. El
trastorno solo emerge en el 10 al 20 % de
los individuos expuestos al trauma (38).
Así, la predisposición genética puede contribuir a esta heterogeneidad en la respuesta, ya sea por una menor capacidad de
recuperación luego de sufrir una perturbación (resiliencia), o por cambios adaptativos
incorrectos después de la exposición al
estrés, como la disminución de la neurogénesis y de la concentración del BDNF (Brain
derived neurotrophic factor; Factor neurotrófico derivado del cerebro, en español) en
el hipocampo, entre otros (21, 22, 32).
De esta forma, la interacción gen-entorno se encuentra en el centro de la etiología
de este tipo de trastornos, y cada una de
estas variables es necesaria, concomitantemente con la otra, aunque raramente
suficiente para poder provocar, por sí sola,
un desorden determinado (32, 37).
Las variables que entran en juego en la
32
etiología de este tipo de trastorno permiten
comprender la importancia del tratamiento
conjunto psicofarmacológico y psicoterapéutico. Mientras que la medicación regula
los disbalances fisiológicos y neuroplásticos provocados por la interacción genentorno, llevando al cerebro a un estado
donde la formación de nuevos engramas de
aprendizaje y memoria sean posibles,
serán los procesos psicoterapéuticos los
que permitan que el paciente module los
mecanismos que modifican esos engramas, posibilitándose nuevas experiencias
vitales, que a su vez refuercen esa modificación. Por su parte, el conocimiento de las
modificaciones neurobiológicas subyacentes permite una mayor comprensión del
accionar, tanto de las terapias farmacológicas, como el de las psicológicas. Asimismo,
los diferentes reportes y estudios clínicos
diseñados avalan las ventajas del tratamiento combinado (6, 9, 12, 13).
Anormalidades neuroanatómicas y fisiológicas relacionadas con la patogenia de los trastornos de ansiedad y
depresivos
Tal como se ha mencionado, la interacción gen-entorno opera como causa etiológica para desarrollar cuadros depresivos
y/o de ansiedad; es decir, desenvolviendo la
patogenia al facilitar cambios disfuncionales dentro de regiones límbicas altamente
interconectadas. Intentaremos abordar las
principales fallas en cada una de estas
regiones, así como en las conexiones entre
ellas (12, 17, 18).
Comenzaremos con las alteraciones en
la amígdala, como el área capaz de coordinar a muchas otras relacionadas con el
procesamiento emocional. En contraste
con las reducciones observadas en la corteza prefrontal y en el hipocampo de los
pacientes depresivos, estudios de imágenes de resonancia magnética funcional
SA Alvano, MC Moncaut, LM Zieher // Farmacoterapia y psicoterapias en los trastornos de ansiedad y depresivos: aspectos neurobiológicos y resultados clínicos
(fMRI) y de tomografía por emisión de positrones (PET) mostraron que la actividad de
la amígdala está aumentada en estos
pacientes. Estas modificaciones se observan en estados de tristeza transitoria en
voluntarios sanos, y se hacen crónicas en
pacientes depresivos, pero revierten a niveles normales con los tratamientos exitosos
(23, 31, 39, 40).
Distintos estudios demostraron que la
amígdala es hipertrófica e hiperactiva en la
depresión. El aumento en la actividad de la
amígdala se ha relacionado tanto con variaciones genéticas del SERT, como con el
estrés crónico. A su vez, este enaltecimiento activa al eje hipotálamo-pituitario-adrenal (HPA) con la consiguiente liberación de
CRH. Este, además de dar la respuesta
neuroendócrina correspondiente (que si no
se apaga contribuirá a dañar el hipocampo), posee efectos directos por los cuales
provocará un feed-back positivo, principalmente por la activación de los receptores
CRF1, en áreas como la amígdala, entre
otras, con aumento del estado de alerta y
del estrés. Se produce, así, una sobreactivación del circuito neuronal que controla
las emociones, el miedo y la ansiedad, facilitándose tanto expresiones faciales congruentes con los diferentes cuadros emocionales, como la hipertimia, observable en
distintos trastornos del estado de ánimo
(que será displacentera para la depresión),
y el alerta excesivo (hiperarousal), (incremento del estado de vigilia) presente en
determinados desórdenes de ansiedad (12,
17, 18, 41).
La relación del aumento de la actividad
de la amígdala con emociones disfóricas se
podría deber a la relación de esta con diferentes tipo de memoria.
Las fallas en el aprendizaje y en la memoria episódica desempeñarán un papel preponderante, tanto en los trastornos depre-
sivos como en los de ansiedad, aunque
también pueden intervenir componentes
amigdalinos de la memoria emocional, principalmente en algunos cuadros de ansiedad.
En los cuadros depresivos, el paciente
presentará incapacidad para incorporar
nuevos engramas de memoria autobiográfica, capaces de modificar el carácter desagradable de los sucesos vitales previos. Estas
fallas en la memoria declarativa se deberían,
entre otras variables, a una disminución de
la neurogénesis en el giro dentado del hipocampo.
El estrés disminuye la expresión de dos
factores neurotróficos, que serían entre
otros, fundamentales en la regulación de la
neurogénesis. El BDNF, que interviene
principalmente en la supervivencia neuronal, por aumentar en el interior de la célula la expresión de la principal proteína
antiapoptótica, la Bcl-2, y el VEGF (Vascular
endotelial growth factor; Factor de crecimiento del endotelio vascular, en español),
que participa fundamentalmente en los
mecanismos de proliferación. La contribución genética también puede influir en alterar la expresión tanto del BDNF y de la
Bcl2, como la de los receptores a glucocorticoides, necesarios para la retroalimentación negativa del eje HPA. Todas estas alteraciones van a ser revertidas por el uso de
antidepresivos.
Una de las primeras alteraciones que
provoca una conducta estresante prolongada a nivel hipocampal es la atrofia y la
retracción de las dendritas apicales de las
células piramidales, principalmente del
área CA3. Este efecto lleva a una reducción
del neuropilo (conjunto de axones y dendritas dentro de la materia gris) sin que exista
una franca pérdida neuronal, tal como ha
sido documentado en estudios post mórtem y de neuroimágenes en pacientes que
habían sufrido múltiples episodios depresi-
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
vos. En ellos se observó una disminución
del volumen hipocampal (inespecífica para
este trastorno). Esta alteración, entonces,
sería una consecuencia de estados depresivos repetitivos, a diferencia de lo que ocurriría en el PTSD, como se verá luego,
donde la misma presidiría al trastorno (12,
17, 18, 23, 38, 40, 42, 43, 44, 45).
En un reciente trabajo de perspectivas
publicado en la revista Neuron en su 20º
aniversario (octubre de 2008), Barres analizó las evidencias del papel de las células
gliales tanto en el desarrollo, como en la
función del cerebro y sus enfermedades.
Sorprendentemente, nuevas evidencias
involucran en la depresión una pérdida masiva de oligodendrocitos y mielina dentro del
lóbulo temporal.
Al extraer el RNAm de lóbulos temporales humanos y analizar los perfiles genéticos se encontró una disminución de tres
veces en los genes totales de oligodendrocitos. Estos hallazgos se corresponden con
estudios histológicos previos y son independientes de tratamientos con antidepresivos. Por su parte, la pérdida de mielina es
la más drástica anormalidad que se ha
reportado en esta enfermedad (46, 47).
Estos hechos tendrían un correlato con la
tan mencionada disminución de serotonina
en el SNC de los depresivos; es de hacer
notar que los oligodendrocitos expresan
altos niveles de actividad de dopa-decarboxilasa, enzima involucrada en la síntesis de
serotonina a través de la decarboxilación
del 5-OH-triptofano, lo que indicaría que
los bajos niveles de serotonina son un efecto más que una causa de la depresión.
Dado el bajo recambio de los oligodendrocitos a lo largo de la vida, la pérdida de mielina no sería fácilmente reemplazada tal
como se sabe que ocurre en las neuronas
hipocampales. Si la tasa de nueva generación es aún menor por estrés, esto llevaría
34
a una pérdida sustancial de mielina.
Tratamientos que promuevan la generación de nuevos oligodendrocitos podrían
ser beneficiosos para el abordaje de la
depresión (46, 47, 48).
El hipocampo, junto con la porción anterior de la corteza cingulada (CCA), la corteza prefrontal (CPF) y la ínsula, entre otras
estructuras, interviene en los sentimientos.
En estos casos se producirá lo observable
en los pacientes depresivos: sentimientos
de inutilidad, desamparo, culpa, fatalidad
(ver luego tríada de Beck) e ideación suicida (12, 17, 18, 49).
Más allá de su claro papel en la memoria
declarativa, el hipocampo es una llave
reguladora de muchas otras áreas, entre
ellas, de las funciones de la corteza prefrontal (CPF) (17, 18, 40).
Un largo cuerpo de estudios post mórtem
y de neuroimágenes de pacientes depresivos han reportado reducciones en el volumen de la materia gris y la densidad de la
glia en la CPF, en forma similar a lo que
ocurre en el hipocampo, como consecuencia del estrés crónico. Esta “hipofrontalidad” se observó en diferentes áreas de la
CPF. Esta desempeña un papel central en
la fisiopatología de muchos trastornos,
entre los cuales se encuentran los desórdenes de depresión y ansiedad, así como en
la modulación que diferentes terapéuticas
pueden desarrollar (17, 18, 40).
Las alteraciones cognitivas en la depresión mayor fueron postuladas como un
endofenotipo central. Estas se observan
principalmente en dos dominios, por un
lado, las fallas en la memoria explícita,
para la cual el hipocampo desempeña un
papel central; y por otro lado, aquellas que
son establecidas como un criterio diagnóstico, como las fallas en la concentración y
en la atención, tareas donde está ampliamente involucrada la CPF dorsolateral
SA Alvano, MC Moncaut, LM Zieher // Farmacoterapia y psicoterapias en los trastornos de ansiedad y depresivos: aspectos neurobiológicos y resultados clínicos
(CPFDL), al igual que en las tareas ejecutivas y en la memoria del trabajo (working
memory), aunque en esta última también
interviene en menor grado la corteza prefrontal subgenual (13, 31, 40).
A su vez, el hipocampo y la CPFDL funcionan en forma cooperativa, y pueden participar en los déficits mencionados.
La sección orbitofrontal (superficie orbital y medial) de la CPF (COF) posee conexiones recíprocas con la amígdala. La existencia de vías inhibitorias de la COF y de las
regiones ventromediales (rostral y subgenual) del giro cingulado explica el papel de
dampening (proceso de atenuar o frenar)
de la corteza prefrontal subgenual sobre la
amígdala. En particular, el papel de las
áreas 24 y 25 de Brodman (corteza cingulada rostral y subgenual) que tienen conexión
directa con la amígdala y están afectadas
en la depresión.
También, indirectamente la PFCDL, filogenéticamente más nueva, inhibe a la
amígdala, a través de la modulación de las
cortezas ventrales y mediales (más antiguas filogenéticamente). Todo ello en su
conjunto conlleva a una desinhibición con
incremento continuo de la actividad amigdalina y aumento de la reactividad emocional. Por su parte, las conexiones inhibitorias de la amígdala que vuelven a la PFC
tienden a volver deficitario el control de la
emoción.
El depresivo agudo tiene disminuida la función de la CPF, posiblemente a punto de partida de la aumentada reactividad amigdalina.
Estos hechos quedan confirmados por
estudios de PET y fMRI en sujetos sometidos a tareas de control ejecutivo como de
working memory, que son deficientes en la
depresión, fenómeno que es aún más marcado en la PFCDL izquierda, según se ha
corroborado también en estudios de EEG
(13, 27).
El estrés agudo afecta la plasticidad
sináptica en la proyección de la amígdala a
la corteza prefrontal, en ambos sentidos.
Así, la CPF es hipoactiva en la depresión, y
la potenciación de las vías excitatorias
hacia esta se encuentran disminuidas.
Contrariamente, la amígdala es hipertrófica
e hiperactiva en la depresión, y los inputs
hacia esta, provenientes de la CPF, aumentan esta hiperactividad, ya que el estrés
puede cambiar los mecanismos habituales
de LTD (depresión a largo plazo) a LTP
(potenciación a largo plazo) (21, 23).
De esta manera, existe una importante
modulación recíproca entre la amígdala, la
CPF y el hipocampo, que desempeñará un
papel preponderante en la fisiopatología de
los cuadros depresivos y de ansiedad.
Factores genéticos o del entorno pueden
afectar a cualquiera de las tres áreas y la
interacción entre ellas, generando las
variaciones individuales, y las alteraciones
en el procesamiento de la información, que
pueden llevar a los síntomas observados en
los diferentes trastornos de ansiedad.
Distintos desórdenes de ansiedad fueron
asociados con un aumento de la actividad
de la amígdala y con una reducción de la
neurogénesis hipocampal (hecho que se ha
relacionado con una más rápida respuesta
al miedo aprendido). En el PTSD, por ejemplo, se observó tanto un aumento de la respuesta de la amígdala como una disminución del volumen del hipocampo. A través
de los trabajos de Gross y colaboradores,
en 2004, se postula que, en los pacientes
con PTSD, el volumen hipocámpico reducido es un cuadro preexistente que determina la susceptibilidad de sufrir el trastorno.
En sentido inverso, se piensa que en la
depresión la disminución del volumen del
hipocampo sería una consecuencia del
desorden, sobre todo cuando es repetitivo,
aunque en este trastorno el proceso no
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
está del todo dilucidado.
Estas correlaciones indicarían que tener
un hipocampo pequeño aumenta la predisposición hacia el estrés ambiental. A su
vez, la reducción de esta área, que se
observa en diferentes desórdenes, no se
produciría solamente por factores genéticos, sino también estará influida por variables ambientales.
También la inhabilidad de la CPFm en
regular la respuesta amigdalina, puede
facilitar la aparición de cuadros de ansiedad (13, 38).
Investigaciones realizadas con seres
humanos y con roedores demuestran que
los sistemas neurales que almacenan
recuerdos inconscientes, implícitos, con
carga emotiva, son diferentes de los que
generan los recuerdos de sentimientos
conscientes y explícitos.
La lesión selectiva de la amígdala impide
que un estímulo con carga emotiva suscite
una respuesta emocional, sin afectar la
memoria explícita. Por su lado, las lesiones
del hipocampo, el parahipocampo y/o las
cortezas de asociación producen una alteración clara de la memoria declarativa,
consciente. En el ejemplo anterior afectará
la capacidad de recordar el contexto en que
se produjo el estímulo.
Así, mientras que un área interviene en la
memoria del hecho aversivo (hipocampo),
la otra desempeña un papel central en la
experiencia productora del miedo (amígdala).
La amígdala, entonces, ejercería un
papel fundamental en ciertos tipos de
memoria implícita (no declarativa), interviniendo en los recuerdos vinculados al
temor, los que puede conservar toda la
vida, y en el procesamiento inconsciente de
los indicios del miedo (12, 15, 16).
La amígdala desempeña un papel central
tanto en el temor innato, como en el temor
aprendido, que es, según demuestran los
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trabajos del Premio Nobel Eric Kandel, un
componente crucial del pánico, del trastorno por estrés postraumático (PTSD), de las
fobias y de otras formas de ansiedad, como
se verá en la segunda parte de este trabajo
(15) (16).
Pero la amígdala no es la única área
implicada en el miedo condicionado; ya que
cuando recibe un estímulo emocional su
respuesta es regulada tanto por la CPF
medial (CPFm), como por el hipocampo. El
hipocampo está involucrado en el procesamiento de la situación o contexto que despierta miedo, y brinda, así, la información
que determina que la respuesta sea diferente frente a una situación de miedo real o
imaginaria.
La CPFm, por su parte, es central en
regular el grado por el cual la amígdala
expresa la respuesta al miedo; es decir que
la misma ajusta la reacción de miedo en
respuesta a la condición de cambio ambiental, e interviene también en su extinción del
(el proceso por el cual un estímulo condicionado pierde su propiedad de despertar
miedo cuando no predice un daño durante
un largo período). Los estudios de Liz
Phelps confirmaron el papel del hipocampo
humano en el procesamiento contextual
del estímulo de miedo; mientras que los
trabajos de Le Doux demostraron que la
activación de la CPFm humana puede estar
alterada durante su extinción (13, 38).
Por su parte la “fatalidad”, observable
durante los cuadros depresivos, sería el
resultado de la incapacidad de modificar la
visión negativa que han dejado vivencias
previas adversas. Beck, quien si bien provenía del psicoanálisis fue uno de los precursores de la terapia cognitiva, postuló que el
estado de ánimo depresivo es una consecuencia de la alteración cognitiva que describió en una tríada formada por la visión
negativa o fatídica del paciente depresivo
SA Alvano, MC Moncaut, LM Zieher // Farmacoterapia y psicoterapias en los trastornos de ansiedad y depresivos: aspectos neurobiológicos y resultados clínicos
sobre sí mismo, sobre el entorno y sobre el
futuro.
Estudios neuroimagenológicos (PET y
fMRI) permitieron demostrar que los aspectos emocionales de la depresión sobre los
cuales actuaría la CBT, en particular el
“pensamiento negativo repetitivo” se asocia con:
- Actividad límbica incrementada,
- Actividad disminuida en la PFC.
Las proyecciones amigdalinas a estructuras corticales y subcorticales como el
hipocampo intervienen en la creación y el
mantenimiento de las asociaciones emocionales de la memoria. El incremento de
su actividad guarda relación con los aumentos en el pensamiento negativo repetitivo
(incremento de la actividad amigdalina no
modulado) (12, 17, 18, 27, 49).
Este circuito neuronal desempeña un
papel central en el accionar de diferentes
psicoterapias, como se verá en la segunda
parte de este trabajo.
La hipofuncionalidad del lado izquierdo
de la corteza cingulada subgenual, con la
consiguiente falta de inhibición amigdalina,
fue relacionada con un incremento tanto en
el alerta simpático como en las respuestas
del eje HPA ante el estrés, tal como se
observa en determinados cuadros depresivos. La mujer demuestra mayor respuesta
al estrés que el hombre, lo que guarda
relación directa con la mayor incidencia de
la depresión en la mujer (17, 18).
La desregulación neuroendócrina en la
depresión atípica sería diferente de la que
ocurre en el patrón melancólico. Mientras
que en este último existe una hiperfunción
del eje HPA y de la función noradrenérgica
(mediado por el CRH), en la depresión atípica se describió lo contrario.
Por otro lado, las alteraciones neuroendócrinas descriptas en el PTSD, también
serían distintas de aquellas observadas en
la depresión. En el PTSD se sugiere un
aumento de la activación simpática y central mediada por CRH con un incremento
del feed-back negativo por cortisol, con su
consiguiente disminución.
Los glucocorticoides pueden modular
diferentes mecanismos orgánicos (entre
ellos los de aprendizaje y memoria), y se
requieren oscilaciones fisiológicas para su
normal funcionamiento. En el PTSD posiblemente la alta activación simpática en
conjunto con los bajos niveles de cortisol
faciliten una sobreconsolidación de la
memoria en el momento del trauma. Por
su parte, la alteración hipocampal anteriormente mencionada, limita la flexibilidad
cognitiva haciendo más dificultoso contextualizar y reinterpretar la experiencia del
trauma, y alterando de esta manera la
recuperación, aun en ausencia de la vivencia traumática (38, 50).
Tanto la CPF como el hipocampo interactúan con la vía mesolímbica relacionada
con la gratificación y la motivación. A este
nivel el estrés puede aumentar la liberación de dopamina desde el área tegmental
ventral (ATV) hacia el núcleo accumbens
(Nac). Sin embargo, el estrés crónico puede
causar una adaptación de larga duración
en esta vía, que puede contribuir a la desregulación observada en la depresión
(Nestler, 2006). Se produce, así, una activación atenuada del Nac en respuesta a estímulos novedosos, que cursa con anhedonia. Este efecto es mediatizado, en parte,
por la liberación de BDNF, actividad dependiente, dentro de las neuronas del Nac. De
esta manera, en este nivel el BDNF sería
sintetizado en la glía, inducido por el estrés
y pro-depresivo, y podría participar también
en la vulnerabilidad para desarrollar evitación social.
Por otro lado, se hipotetizó que una proyección excitatoria indirecta del hipocampo
al ATV es crítica para coordinar la frecuen-
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
cia de disparo de las células dopaminérgicas del ATV en respuesta a estímulos novedosos. Las fallas en la función hipocampal,
antes descriptas, pueden facilitar la reducción del tono dopaminérgico a este nivel y
contribuir a la anhedonia.
Por su parte, los síntomas neurovegetativos de la depresión, como las alteraciones
del ritmo circadiano, el aumento (o la disminución) del sueño y del apetito, o la disminución del interés sexual, fueron relacionados con alteraciones del hipotálamo.
Diferentes trabajos demuestran que el
estado metabólico influye fuertemente en
el humor y la motivación. Neuronas que
contiene la hormona concentradora de
melanina (MCH) se encuentran en proyecciones que van del hipotálamo lateral a distintas regiones límbicas, incluyendo el Nac,
y proveen una importante señal orexínérgica. Una disminución global, o dentro del
Nac, de MCH produce efecto antidepresivo.
En contraste con este efecto prodepresivo,
otros péptidos, estimulantes del apetito,
tales como la orexina y la ghrelina, pueden
ejercer una función antidepresiva, sobre todo
en condiciones de baja ingesta calórica.
Además de modular otras áreas, el hipocampo también regula la respuesta frente
al estrés del eje HPA, a través de su proyección al hipotálamo, que provee una
importante fuente de modulación negativa,
como ya se ha dicho. De esta manera, la
disfunción hipocampal puede contribuir a
la desregulación de la respuesta al estrés
observada durante la depresión.
Finalmente, se debe tener presente que
la mayoría de los circuitos prosencefálicos
antes mencionados, son significativamente
modulados por las proyecciones monoaminérgicas del mesencéfalo y los núcleos del
tronco encefálico: dopamina proveniente
del ATV, serotonina del núcleo dorsal del
rafe, localizado en la sustancia gris peria38
cueductal, y noradrenalina del locus coeruleus (17, 18, 25, 31, 40, 52).
En la fisiopatología de los trastornos
depresivos y de ansiedad, diferentes porciones de la corteza prefrontal, la amígdala
y el hipocampo, entre otras áreas, desempeñarían un papel central (13, 27, 38).
La terapia conductual, incluyendo lo cognitivo conductual (CBT), opera por aumentar (bolstering) la función de la CPF y facilitar los mecanismos de extinción, mientras
que los antidepresivos, muchos de los cuales tienen eficacia demostrada tanto en los
trastornos depresivos como en los de
ansiedad, actúan más directamente sobre
el hipocampo y la amígdala. En cambio, las
benzodiazepinas, que son utilizadas principalmente en los trastornos de ansiedad,
tienen un importante efecto amigdalino.
Así, los distintos tratamientos terminarían
en el mismo estado final común, con la
normalización fisiológica y neuroplástica
de estas áreas, entre otras. Sin embargo,
las diferencias en los efectos a corto plazo
serían cruciales para comprender por qué
la CBT produce un mayor efecto sostenido
en el tiempo que los antidepresivos, y éstos
que las benzodiazepinas.
Por su parte, los circuitos y mecanismos
modulados tampoco tendrían la misma
preponderancia en las diferentes tipos de
terapias. Si bien en este sentido no se
puede hacer una división estricta, ya que
diferentes áreas y procesos estarían involucrados en distintas clases de psicoterapias.
La CBT es menos dependiente de la toma
de conciencia, e involucra principalmente
el aprendizaje implícito, los mecanismos de
extinción y los sistemas neurales implicados en estos procesos. Por su parte, en la
terapia psicoanalítica, que presenta menor
cantidad de trabajos clínicos, desempeñarían un papel central la working memory, la
memoria declarativa (especialmente la epi-
SA Alvano, MC Moncaut, LM Zieher // Farmacoterapia y psicoterapias en los trastornos de ansiedad y depresivos: aspectos neurobiológicos y resultados clínicos
sódica), los procesos de reconsolidación, y
las áreas y circuitos relacionados, aunque
en este tipo de psicoterapia también se
modificaría, aunque más lentamente, el
aprendizaje implícito (12, 13, 15, 16, 27).
Uso combinado de abordajes psicoterapéutico y psicofarmacológico
Según datos proporcionados por la
Asociación Americana de Psiquiatría
(American Psychiatric Association, APA) y
el Colegio Americano de Neuropsicofarmacología, el tratamiento de un episodio
depresivo no debe finalizar con la remisión
de la “fase aguda”, sino que esta fase debe
ser seguida por una “fase de continuación”
y, en la mayoría de los casos, por una “fase
de mantenimiento”. Mientras que la falta
de “continuación” facilita las recaídas
(retorno de la signosintomatología dentro
del mismo episodio), el no “mantenimiento” predispone a las recurrencias (nuevos
episodios), que en los pacientes depresivos
con discontinuación de la medicación es de
3 a 5 veces mayor que el riesgo experimentado por la población general en experimentar un primer episodio.
La fase aguda tiene como meta la “respuesta” del antidepresivo. En humanos se
denomina “respuesta terapéutica” a una
disminución de la gravedad del síndrome
mayor o igual (≥) a un 50 %, esperable en
un lapso de 4 a 8 semanas. La evaluación
se debe realizar, en la medida de lo posible,
a través de las escalas estándar de depresión: HAM-D 17 (Hamilton para la depresión
de 17 ítem), o en la MADRS (Montgomery–
Asberg). En estas escalas la reducción
antes mencionada (del 50 % o más), se
debe considerar a partir de la puntuación
de la línea de base.
Por su parte, el objetivo de esta fase es la
“remisión” del episodio. Se entiende como
tal el retorno al estado premórbido, lo cual
es definido por el hecho de que el clínico no
hallará ningún criterio diagnóstico para el
síndrome, ya que el paciente presentará
una abstinencia completa de síntomas
(remisión completa), o hallará solamente
síntomas mínimos, que deben ser del 10 %
o menos que el cuadro original (remisión
incompleta). La “remisión”, entonces, es un
grado de mejoría mayor que la respuesta,
en el cual los individuos regresan a su funcionamiento normal.
Generalmente se considera una
puntuación menor o igual (≤) a 7 en la escala HAM-D17, o menor o igual a 12 en la
MADRS, durante un período de tres semanas.
Un porcentaje de pacientes pueden tener
una “respuesta” insatisfactoria con el tratamiento antidepresivo inicial a la dosis
habitual del antidepresivo, por lo que serán
designados como “no respondedores o
refractarios al tratamiento”.
Por su parte, el porcentaje de remisión
logrado en la población en estudio es
menor que el porcentaje de respuesta.
Mientras que el rango de “respuesta” en
los trabajos clínicos varía entre el 50 y el 70
%, solo un pequeño porcentaje de los
pacientes, alrededor del 20 al 30 %, logra
una “remisión” del cuadro, retornando al
estado premóbido. Estos cuadros son definidos como “depresión residual”.
Diferentes estudios demuestran que,
tanto las fallas en la respuesta como en la
remisión, y también la falta de las fases de
continuación o de mantenimiento, pueden
empeorar el curso clínico de la enfermedad, con recaídas, recurrencias y peor respuesta a los tratamientos posteriores. En
este sentido, la psicoterapia debe ser considerada una herramienta terapéutica esencial para optimizar el tratamiento.
Diferentes trabajos clínicos y neurobiológicos avalan estos hechos (26, 53, 54).
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
Datos clínicos
El tratamiento secuencial alternativo
para aliviar la depresión (STAR*D: The
Sequenced Treatment Alternative to Relive
Depression) es el más extenso y costoso
estudio, patrocinado por el Instituto Nacional
de Salud Mental (National Institute of
Mental Health, NIMH) de los Estados
Unidos, que se ha realizado hasta ahora
sobre la eficacia de los antidepresivos en la
depresión unipolar (26).
Para completar el objetivo de la remisión,
los investigadores del STAR*D trabajaron
con diferentes tipos de estrategias en
aquellos pacientes que no alcanzaron tal
objetivo con el tratamiento inicial. Las
estrategias fueron establecidas en cuatro
niveles (desde una monoterapia inicial con
citalopram), por los cuales van pasando los
pacientes que no lograron el objetivo en el
nivel anterior. Algunas de ellas coinciden
con las recomendaciones de las guías de
tratamiento de la Asociación Americana de
Psiquiatría (53).
Más allá de su objetivo inicial, el STAR*D
ha brindado diferente tipo de información.
Si bien algunas de ellas son contradictorias, como la combinación de medicación
que potencialmente puede desarrollar un
síndrome serotonérgico, otras son de gran
utilidad, como los resultados beneficiosos
que aporta el tratamiento combinado de
psicoterapia con psicofármacos.
Diversos artículos detallaron las conclusiones obtenidas a partir del STAR*D, dentro de las cuales encontramos que la
depresión mayor es frecuentemente crónica, grave, y se asocia con comorbilidades
tanto psiquiátricas como médicas (55).
La información obtenida revela que, una
vez iniciado el tratamiento farmacológico,
el tiempo necesario para alcanzar la respuesta o la remisión ha sido mayor al esperado (55).
40
Por otro lado, cuando la remisión se da
en el tiempo esperado es consistentemente asociada con un mejor pronóstico. El
abandono o el descuido del seguimiento
una vez alcanzada la remisión aumenta las
recaídas.
Esto valida la jerarquía de la remisión,
como punto clínicamente significativo e
indica, además, la importancia de un tratamiento con un seguimiento minucioso.
A su vez, estos resultados en el seguimiento señalan la necesidad de efectuar
estudios futuros, a más largo plazo, para
examinar la durabilidad de la mejoría y
para identificar a los pacientes con repetidas recaídas (55).
Al evaluarse la eficacia de las estrategias
de utilización de terapia cognitivo conductual (CBT), contra medicación en el segundo nivel de tratamiento, en pacientes con
depresión mayor externados, quienes no
habían recibido beneficio luego de que se
les administra un tratamiento inicial con
citalopram, los datos han reportado resultados beneficiosos (56).
La CBT es la forma de psicoterapia mejor
estudiada como terapia aguda para la
depresión mayor y fue propuesta como
alternativa útil para aquellos pacientes que
no responden a los antidepresivos.
Un trabajo publicado por Schatzberg et al.
donde compara CBT con nefazodona demuestra que la CBT resulta ser más efectiva
cuando es utilizada después de haber habido respuesta a la nefazodona, que cuando
la nefazodona es utilizada luego de no
haber respuesta a la psicoterapia (53, 57).
Por su parte, en el STAR*D la estrategia
de aumentación en el segundo nivel de tratamiento con CBT y con medicación fue
igualmente bien tolerada y no se observaron diferencias significativas entre los grupos, en los porcentajes de pacientes que
alcanzaron la remisión de acuerdo con la
SA Alvano, MC Moncaut, LM Zieher // Farmacoterapia y psicoterapias en los trastornos de ansiedad y depresivos: aspectos neurobiológicos y resultados clínicos
HAM-D score (Hamilton Rating Scale for
Depresión - Escala de Hamilton para la
depresión), ni en los porcentajes de los que
alcanzaron la remisión o la respuesta evaluados por el QIDS-SR (Quick Inventory of
Depressive Symptomatology-Self Rating/
Cuestionario breve de sintomatología
depresiva) (56).
El hallazgo más importante de este estudio fue que la CBT, tanto sola como combinada con citalopram, resultó generalmente
tan efectiva como varias de las estrategias
farmacológicas estudiadas en el segundo
nivel del STAR*D. Entre los participantes
que optaron por la estrategia de aumentación, la adición de CBT, resultó en la misma
probabilidad de remisión y exhibió una
similar disminución de los síntomas que
con el agregado de bupropión o buspirona.
Sin embargo, menos de un tercio de los
pacientes estudiados remitieron con alguna de las estrategias del segundo nivel en
el STAR*D, lo cual indica que todavía hay
espacio para lograr mejoras en el tratamiento de la depresión.
Los pacientes que fueron asignados al
grupo con aumento de la medicación tendieron a alcanzar la remisión y la respuesta más rápido que aquellos con CBT. El
beneficio de la CBT fue más lento de observarse, resultando en una media de 15 a 20
días de diferencia para alcanzar la remisión, en relación con la medicación. El
tiempo en llegar a la remisión fue de 55,3
días para el grupo con CBT y de 40,1 días
para el grupo con medicación.
Cuando la necesidad de mejoría es imperativa, estas semanas de ventaja resultan
considerablemente importantes en pacientes con sintomatología grave (56).
Los trabajos previos de Klein (1993) y de
Elkin (1995) sugieren que con la terapia
interpersonal (IPT) se obtienen mejores
resultados que con la terapia cognitiva en
los pacientes con síntomas depresivos más
graves (58, 59).
Un estudio aleatorizado, que utilizó IPT
semanal, mensual y bimensual como tratamiento de mantenimiento para mujeres
con depresión recurrente, puso de manifiesto que es un buen método de profilaxis
en aquellas pacientes que alcanzaron la
remisión.
Ese trabajo revela que en las pacientes
que requirieron la adición de farmacoterapia, la monoterapia con IPT resultó menos
eficaz en el tratamiento de mantenimiento.
Lo que sugiere que, en estas mujeres, una
vez alcanzada la remisión, se debe continuar con ambas y no solo con IPT (10).
El tratamiento a largo plazo de la depresión recurrente se ha transformado en un
importante foco de investigación en la
práctica psiquiátrica. Existe suficiente evidencia para avalar que la farmacoterapia
más efectiva para la profilaxis resulta del
mantenimiento de la misma dosis del antidepresivo con la cual fue alcanzada la
remisión. En este sentido, la psicoterapia
también puede resultar beneficiosa.
Jarret y Hollon demostraron la eficacia
del tratamiento de continuación, con sesiones de refurerzo (booster), con CBT seguidas al tratamiento agudo; así también diferentes resultados señalan la posible utilidad de la IPT como estrategia de mantenimiento a largo plazo (10).
En 1991, Frank publicó un trabajo aleatorizado y controlado donde evaluó la eficacia
del mantenimiento con IPT en los pacientes
que habían recibido, durante el tratamiento
agudo, IPT e imipramina. El tiempo medio
de recurrencia fue de 54 semanas durante
una fase de mantenimiento de 3 años. En
aquellos pacientes en cuyo tratamiento se
intensificó la IPT, el tiempo medio de recurrencia se duplicó, y fue cercano a 102
semanas (10, 60). Beneficios similares fue-
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
ron observados en un estudio aleatorizado,
doble ciego y controlado contra placebo,
realizado por Reynolds en 1999 y publicado
en JAMA, con IPT de mantenimiento en
pacientes de edad avanzada (10, 61).
En 2007, Berger et al. publicaron en
American Journal of Psychiatry, los datos
obtenidos en un estudio aleatorizado controlado, realizado en 124 pacientes hospitalizados con diagnóstico de depresión mayor
(DSM-IV), durante 5 semanas, en el que
compararon los resultados del tratamiento
de un grupo que recibió IPT más farmacoterapia contra un régimen que incluyó
medicación además de manejo clínico
intensivo.
En los resultados se observó que los
pacientes tratados con medicación más IPT
presentaron una reducción significativa de
los síntomas depresivos en la 5º semana.
Las diferencias en los rangos de respuesta
favorecen al grupo que, además de medicación, recibió IPT (70 %) comparada con los
que recibieron medicación con manejo clínico (51 %). También los rangos de remisión resultaron más altos (49 % contra 34
%) para los pacientes que recibieron IPT.
Los pacientes que recibieron IPT mostraron menor rango de recaídas, solo un 3 %
experimentó recaídas comparados con el
25 % obtenido en el otro grupo.
A partir de los datos obtenidos, se sugiere que la combinación de psicoterapia y farmacoterapia puede ofrecer mayores ventajas para el tratamiento, que el tratamiento
estándar, especialmente en depresiones
graves (62).
Las ventajas a largo plazo del tratamiento combinado en pacientes depresivos graves también quedan demostradas con los
trabajos de Miller y Bowers (62, 63, 64, 65).
También, en los trastornos de ansiedad la
utilización de psicoterapia ha reportado
importante beneficios. En 2007, Gorman
42
publicó los resultados de un trabajo aleatorizado y controlado, con 172 pacientes con
pánico que fueron asignados a grupos que
recibieron solo imipramina, imipramina
más CBT, o placebo. Los pacientes que
recibieron imipramina más CBT experimentaron menos efectos adversos, por disminución de la percepción de los mismos,
en comparación con aquellos que solo recibieron imipramina (66).
Las Guías de Tratamiento para el Desorden
de Pánico de la Asociación Americana de
Psiquiatría de 2009 también recomiendan
enfáticamente el uso de psicoterapia. La
CBT es considerada primera línea de tratamiento, junto con los inhibidores selectivos
de la recaptación de serotonina (IRSS) y los
inhibidores de la recaptación de noradrenalina y serotonina (IRNS), presentado los primeros la mayor cantidad de evidencia.
Otras terapias que presentan, junto con
estas, la mayor cantidad de trabajos controlados aleatorizados que demostraron
alta eficacia en el pánico, son los antidepresivos tricíclicos (los cuales presentan
una alta incidencia de efectos adversos,
con alto riesgo de efectos cardiovasculares
y anticolinérgicos) y algunas benzodiazepinas (principalmente alprazolam y, en segundo lugar, clonacepam, entre otras). Estas
últimas si bien presentan la ventaja de una
respuesta más rápida, tienen como inconvenientes la sedación (con el riesgo que
implica usar maquinaria), las alteraciones
cognitivas, el síndrome de abstinencia y la
imposibilidad de utilizarlas como monoterapia, cuando existe comorbilidad con trastorno del estado de ánimo o adicción, aún
existen pocos trabajos que demuestren su
eficacia a largo plazo. La psicoterapia psicodinámica focalizada en el pánico también
demostró ser eficaz en un trabajo controlado aleatorizado.
Si bien para el tratamiento inicial no exis-
SA Alvano, MC Moncaut, LM Zieher // Farmacoterapia y psicoterapias en los trastornos de ansiedad y depresivos: aspectos neurobiológicos y resultados clínicos
ten suficientes evidencias de la superioridad de un tratamiento sobre otro, ni que el
tratamiento combinado de farmacoterapia
con psicoterapia haya reportado mayor eficacia, esta última sí es recomendada para
los pacientes en los que no se obtiene respuesta con la monoterapia inicial. Además,
resulta conveniente señalar que el agregado de un tratamiento psicosocial a la farmacoterapia, tanto en el inicio como en
algún punto del tratamiento más tardío,
puede reducir las recaídas cuando la farmacoterapia es retirada (67).
Con respecto a las normativas para el
tratamiento del trastorno obsesivo compulsivo (TOC), tanto la CBT como los IRSS son
estrategias terapéuticas recomendadas en
las Guías de Tratamiento de la Asociación
Americana de Psiquiatría de 2007. Sin
embargo, la elección de las estrategias
más apropiadas, dependerá de factores
como la naturaleza y la gravedad de los síntomas, las comorbilidades psiquiátricas y
médicas con sus respectivos tratamientos,
la disponibilidad de CBT, la historia personal y las preferencias del paciente.
Inicialmente, la CBT es recomendada
para pacientes que no se encuentren gravemente deprimidos y/o ansiosos como
para cooperar con esta modalidad de tratamiento, o que prefieran no recibir farmacoterapia. Sin embargo, en los pacientes que
no estén dispuestos a colaborar con la
CBT, y que previamente hayan tenido buena
respuesta a los fármacos, o que prefieran
ser tratados solo con farmacoterapia, los
IRSS son la opción recomendada.
El tratamiento combinado deber ser considerado en pacientes con inadecuada respuesta a la monoterapia, con comorbilidades psiquiátricas en las cuales los IRSS
resultan efectivos, y en aquellos que deseen
limitar el tiempo de tratamiento con IRSS,
ya que estudios de seguimiento no contro-
lados sugieren que la CBT podría retrasar o
atenuar las recaídas cuando se suspende
el tratamiento con IRSS.
El tratamiento con farmacoterapia solamente también debe considerarse en
aquellos pacientes con TOC grave, buscando que la medicación disminuya la gravedad de los síntomas, lo suficiente para permitir al paciente comenzar con el tratamiento combinado con psicoterapia (18).
Las Guías Prácticas para el Tratamiento de
Pacientes con Estrés Agudo y Estrés
Postraumático (TEPT) de la Asociación
Americana de Psiquiatría (marzo de 2009)
sugieren a la psicoterapia como mecanismo
estandarizado para el tratamiento de estos
trastornos.
Mientras que estudios recientes demostraron la eficacia de la psicoterapia en el
tratamiento de excombatientes, el tratamiento combinado con farmacoterapia
manifestó una mayor disminución de la
sintomatología del TEPT en sobrevivientes
a una injuria aguda.
Con excepción del prazosín, no existe evidencia significativa respecto de la utilización de farmacoterapia en el TEPT presente en excombatientes. Incluso algunos
estudios sugieren que los IRSS no son
recomendados sin un nivel de confidencia
previa en esta población particular.
En este terreno, donde los estudios epidemiológicos demuestran un creciente
aumento en el número de casos, y donde
todavía se precisa una mayor cantidad de
estudios clínicos que permitan estandarizar las medidas de éxito de un tratamiento,
resulta central comprender la importancia
de la utilización de psicoterapias que puedan ser potenciadas por nuevos fármacos u
otras formas de intervención (69).
Basado en diferentes trabajos, Gahemi
postula que existe una desconexión básica
entre la mejoría sintomática y funcional en
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
muchos pacientes con trastornos del estado de ánimo. En este sentido, se debe considerar la importancia de las intervenciones psicosociales para los trastornos del
estado de ánimo, ya que frecuentemente la
farmacoterapia produce mejoría sintomática pero no recuperación funcional.
Frecuentemente -refiere el autor- los
pacientes no retornan a su nivel previo de
trabajo, estudio y/o relaciones interpersonales, y presentan solo una remisión parcial. El agregado irracional de medicación,
con la posible potenciación de efectos
adversos, solo empeora la calidad de vida;
mientras que la psicoterapia y las intervenciones psicosociales facilitan una mejor
recuperación funcional, y en los pacientes
internados facilitan las externaciones.
Por otro lado, en la actualidad se discute
la eficacia del tratamiento antidepresivo a
largo plazo.
La Guía de Tratamiento para los Desórdenes
Psiquiátricos de la Asociación Americana
de Psiquiatría (Compendium 2006), advierte que interpretar los datos de la eficacia
sobre los trabajos clínicos de la farmacoterapia para depresión mayor puede ser
complicado, ya que entre otros factores, los
datos frecuentemente son por eficacia de
prueba a corto plazo (6-12 semanas), las
cuales no revelan si los tratamientos son
efectivos en el mediano o en el largo plazo.
También Gahemi, en su Guía de Tratamiento
para los Desórdenes Anímicos (2008), menciona que la eficacia de los tratamientos
antidepresivos a largo plazo es menos
establecida que la eficacia a corto plazo.
Fue publicado un metaanálisis sobre 10
trabajos de tratamiento a largo plazo con
nuevos antidepresivos que avalan su eficacia. Sin embargo, la mayoría de estos estudios (con IRRS y otros nuevos antidepresivos) tienen solo un año de duración.
Últimamente algunos trabajos sugieren
44
una falta de beneficio a largo plazo con
antidepresivos. En un estudio realizado en
Italia, 80 pacientes fueron transferidos, aleatoriamente, del tratamiento con antidepresivos a CBT, con un seguimiento de 4 a 10
años; los resultados indicaron que aquellos
que continuaron con el tratamiento antidepresivo empeoraron más que los que cambiaron a la CBT (26, 53).
De esta manera, a diferencia de lo que
ocurre con los trabajos que avalan el uso
de la psicoterapia, existen pocas evidencias
sobre los efectos duraderos de la terapia
antidepresiva que brinde protección contra
las recurrencias.
Un trabajo realizado por de Rubeis et al.
comparó los resultados de la CBT con los
obtenidos con medicación antidepresiva
(ADM) en el tratamiento de pacientes depresivos. En esta investigación, 240 pacientes
gravemente depresivos fueron asignados
aleatoriamente a ADM (n = 120) CBT (n = 60)
y placebo (n = 60). El grupo ADM fue tratado con paroxetina (más litio o desipramina,
según la necesidad). Más allá de lo criticable de la combinación por el potencial síndrome serotonérgico y/o interacciones a
nivel del citocromo P450 que puede acarrear,
las deducciones que se extraen son interesantes.
En este estudio se demostró que en las
primeras 8 semanas, en las cuales los
resultados fueron comparados contra placebo, tanto el grupo con CBT como el que
recibió ADM superaron al placebo. En las
siguientes 8 semanas, período en que no se
continuó con placebo, tanto el grupo con
ADM como el tratado con CBT cumplieron
con los criterios de respuesta sin diferencia
significativa entre ambos, con aproximadamente un 58 % de pacientes “respondedores” en cada uno a las 16 semanas (57.5
para ADM contra 58,3 para CBT).
En una segunda fase se demuestran los
SA Alvano, MC Moncaut, LM Zieher // Farmacoterapia y psicoterapias en los trastornos de ansiedad y depresivos: aspectos neurobiológicos y resultados clínicos
resultados de la continuación del estudio
durante un año. Para esto los pacientes
que respondieron con ADM a 16 semanas,
fueron asignados aleatoriamente a ADM o
placebo, mientras que los que respondieron a CBT, quedaron solamente con sesiones de refuerzo (booster), de tres sesiones
al año, con un máximo de una por mes. Los
resultados revelaron que el 76 % de los tratados con placebo tuvieron recaídas, contra
el 31 % que recibieron refuerzo con CBT.
Los pacientes que continuaron con ADM
también obtuvieron mejores resultados
que los que continuaron con placebo con
un 47 % de recaída. Después de la fase de
continuación, a los pacientes con ADM que
no recayeron se les discontinuó la medicación. De ellos, el 54 % presentó recurrencia
(es decir, un nuevo episodio) comparados
con sólo 17 % de pacientes con CBT.
Estos hallazgos son consistentes con
estudios previos, e indican que la CBT tiene
un efecto duradero que no se obtiene con la
medicación antidepresiva (70).
Estos datos clínicos tendrían algún sustrato
biológico, como se explicará a continuación.
Datos neurobiológicos
En un artículo reciente publicado en
Nature Reviews Neuroscience, de Rubeis
refiere que, mientras que la CBT y la ADM
posiblemente provoquen modificaciones
neuronales similares capaces de disminuir
la signosintomatología relacionada con la
depresión, algunos efectos duraderos de la
CBT pueden deberse a mecanismos que
normalmente no son modulados en el
mismo sentido por la ADM (27).
Según mencionamos, en la fisiopatología
de los trastornos depresivos y de ansiedad,
diferentes porciones de la corteza prefrontal, la amígdala y el hipocampo, entre otras
áreas, desempeñarían un papel central (13,
27, 38).
En el trabajo mencionado de Rubeis
demostró, mediante estudios neuroimagenológicos, que la terapia conductual, que
incluyó lo cognitivo conductual (CBT), opera
por aumentar (bolstering) la función de la
CPF, y facilitar los mecanismos de extinción; mientras que los antidepresivos,
muchos de los cuales tienen eficacia
demostrada tanto en los trastornos depresivos como en los de ansiedad, actúan más
directamente sobre el hipocampo y la
amígdala (27). En cambio, las benzodiazepinas, que son utilizadas principalmente en
los trastornos de ansiedad, tienen un
importante efecto amigdalino.
Los trabajos del Premio Nobel Eric Kandel
explican en gran medida el accionar de las
diferentes terapias. Según se señaló en la
primera parte de este trabajo, los sistemas
neurales que almacenan recuerdos inconscientes, implícitos, con carga emotiva, son
diferentes de los que generan los recuerdos de sentimientos conscientes y explícitos. Así, mientras la lesión de la amígdala
podría desempeñar un papel fundamental
en ciertos tipos de memoria implícita (no
declarativa), e intervenir en los recuerdos
vinculados con el temor (sin afectar la
memoria explícita), las lesiones del hipocampo, el parahipocampo y/o las cortezas
de asociación producirían una alteración clara
de la memoria declarativa, consciente.
En una de sus últimas obras, Kandel postula que el temor aprendido es un componente crucial del pánico, del trastorno por
estrés postraumático (TEPT), de las fobias y
de otras formas de ansiedad (16).
A través del condicionamiento clásico se
puede comprender el temor aprendido.
Este le enseña a un animal a asociar dos
estímulos, uno inocuo (como un sonido) y
otro lo suficientemente intenso como para
generar temor instintivo, por ejemplo,
como una descarga eléctrica.
EDITORIAL SCIENS
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
Si bien el sonido solo no suscita respuesta, cuando se aplican los dos estímulos juntos, reiteradamente, el animal aprende a
asociarlos, ya que el sonido anuncia la descarga eléctrica. Una vez que se hace esta
asociación, el sonido solo puede generar la
respuesta de temor.
Tanto en los roedores como en los humanos, el temor innato y el aprendido discurren por un circuito neural cuyo centro es la
amígdala.
La información relativa al sonido y a la
descarga son conducidas por vías distintas.
Así, el sonido pasará de la cóclea al tálamo,
y a partir de allí seguirá por dos vías, una
directa, que llega al núcleo lateral de la
amígdala, y otra indirecta, que primero pasa
por la corteza auditiva. Finalmente, las dos
vías que trasmiten información sobre el
sonido terminan en las neuronas piramidales del núcleo lateral amigdalino (16).
Este circuiterío permite comprender los
siguientes dos hechos.
Por un lado, que la existencia de dos vías
separadas, una que pasa por la corteza y la
otra que la evita, determinará que la eva-
FIGURA 2
Temor aprendido
El condicionamiento clásico enseña a un animal a asociar dos estímulos: EC (sonido) con el ENC (descarga eléctrica) que genera temor instintivo. El temor aprendido refuerza las vías talámicas directa (más rápida), e indirecta (más lenta), y las conexiones sinápticas de la amígdala, a través de mecanismos de LTP e incrementa la respuesta al mismo, y es un componente crucial TP, PTSD, de las fobias y de otras formas de ansiedad.
Kandel observó que las células piramidales del NLA utilizan, como transmisor del GLU, el PLG (péptido liberador
de gastrina). Este es un NT excitatorio que será liberado sobre interneuronas gabaérgicas inhibitorias. Se establece, así, un circuito de retroalimentación negativa. En ratones modificados genéticamente sin receptores del
PLG, se interrumpe, y se observa un aumento del LTP en el NLA, con un recuerdo significativamente intensificado y persistente del temor aprendido, y un incremento descontrolado del mismo, mientras que el temor innato no
se modificó (Kandel, 2007).
Tomado de Alvano SA. Avatares de la clínica. 2004.
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SA Alvano, MC Moncaut, LM Zieher // Farmacoterapia y psicoterapias en los trastornos de ansiedad y depresivos: aspectos neurobiológicos y resultados clínicos
luación inconsciente de un estímulo que
causa temor preceda a la evaluación consciente. De esta manera, la vías talámicas
directa (más rápida), y la indirecta (más
lenta), permiten entender cómo la información puede llegar a la amígdala y generar
una respuesta somática antes de que
tomemos conciencia de lo que ha ocurrido
y nos demos cuenta de que tenemos miedo,
como ya se ha expuesto en la primera parte
de este trabajo (12, 16).
El otro hecho observado es que el temor
aprendido refuerza las vías correspondientes y las conexiones sinápticas de la amígdala, a través de mecanismos de potenciación a largo plazo (LTP), incrementando así
la respuesta.
Kandel, al investigar los mecanismos
capaces de controlar este tipo de temor,
observó que las células piramidales del
núcleo lateral utilizan un neurotransmisor
peptídico, denominado péptido liberador de
gastrina. Al igual que el glutamato producido por estas neuronas, este péptido es un
neurotransmisor excitatorio, que será liberado sobre interneuronas gabaérgicas inhibitorias, que poseen receptores para él, y
son células blanco del núcleo lateral amigdalino. Estas, a su vez, se conectan nuevamente con las células piramidales. Se
establece, así, un circuito de retroalimentación negativa: una neurona excita una
interneurona inhibitoria, que, a su vez, inhibe a la neurona que la excitó (16).
Con el fin de investigar si a través de este
circuito se podía controlar el temor, Kandel
utilizó ratones modificados genéticamente
en los que se habían eliminado los receptores del péptido liberador de gastrina, por lo
que el circuito de retroalimentación inhibitorio estaba interrumpido. En estos ratones
se observó una mayor excitación que, a su
vez, provocaba un incremento descontrolado del temor.
El mecanismo en juego era un aumento
de la potenciación a largo plazo (LTP) en el
núcleo lateral, con un recuerdo significativamente intensificado y persistente del
temor aprendido, mientras que el temor
innato no se modificó.
Una vez demostrado esto, el mismo grupo
de investigadores trabajó sobre el sentimiento opuesto al temor, la sensación de
seguridad. Para esto provocaron una disociación entre el estímulo condicionado (sonido), y el estímulo no condicionado (descarga
eléctrica), y observaron que cuando estos
dos estímulos eran separados los ratones
dejaban de actuar defensivamente. El
mecanismo que en este caso había entrado
en juego era el opuesto al LTP, denominado depresión a largo plazo (LTD), hecho que
sugiere que la señal hacia la amígdala se
había reducido notablemente (16).
Como ya se señaló, la amígdala no es la
única área implicada en el miedo condicionado, ya que cuando recibe un estímulo
emocional, su respuesta es regulada tanto
por la CPF medial (CPFm), como por el
hipocampo.
El hipocampo está involucrado en el procesamiento de la situación o el contexto
que despierta miedo y brinda, así, la información que determina una respuesta diferente según si la situación de miedo es real
o imaginaria.
La CPFm, por su parte, es central en
regular el grado por el cual la amígdala
expresa la respuesta al miedo. De esta manera, la CPFm ajusta la reacción de miedo
según el cambio ambiental, e interviene
también en su extinción (38).
La extinción es el proceso por el cual un
estímulo condicionado pierde su propiedad
de despertar miedo cuando no predice un
daño durante un largo período. Se trata así
de un nuevo aprendizaje durante el cual un
animal comienza a aprender que el estímu-
EDITORIAL SCIENS
47
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
lo no condicionado ya no sigue más al estímulo condicionado. De esta manera, si no
hay un reforzador de la memoria, interno o
externo, esta tiende a la extinción (12).
Factores genéticos o del entorno pueden
afectar a cualquiera de las tres áreas, y a la
interacción entre ellas; quedan las variaciones individuales, y las alteraciones en el
procesamiento de la información, que pueden llevar a los síntomas observados en los
diferentes trastornos de ansiedad.
Por ejemplo, diferentes trastornos de
ansiedad fueron asociados con un aumento
de la actividad de la amígdala y una reducción de la neurogénesis hipocampal (hecho
que fue relacionado con una respuesta más
rápida al miedo aprendido). Por su parte, la
disminución del tamaño del hipocampo fue
vinculada con la predisposición a sufrir un
TEPT. También la inhabilidad de la CPFm
en regular la respuesta amigdalina puede
facilitar la aparición de cuadros de ansiedad (12, 38).
Por su parte, la “fatalidad”, observable
durante los cuadros depresivos, sería el
resultado de la incapacidad de modificar la
visión negativa que han dejado vivencias
previas adversas.
Como ya se dijo, Beck postuló que el
estado de ánimo depresivo es una consecuencia de la alteración cognitiva que describió en una tríada (ver “Anomaliades neuroanatómicas y fisiológicas...”).
Así, la disminución de la neurogénesis
hipocampal, ya descripta, podría estar relacionada, entonces, con esta visión fatídica.
El incremento de la actividad amigdalina
guarda también relación con los aumentos
en el “pensamiento negativo repetitivo”.
Estos descubrimientos podrían explicar
el accionar de diferentes terapéuticas,
entendiéndose por un lado algunos de los
mecanismos a través de los cuales los
moduladores gabaérgicos, como las ben48
zodiazepinas, ejercen un efecto ansiolítico
(16). Por otro lado, permite comprender
cómo los antidepresivos, por su parte,
actuarían al facilitar cambios plásticos a
mediano y largo plazo, que están bien
demostrados principalmente a nivel hipocampal, y que favorecen el armado de nuevos engramas de memoria, capaces de evitar las asociaciones facilitadoras del temor
aprendido (12). Finalmente, estos hallazgos
permiten que se comience a deducir el
efecto de ciertas psicoterapias sobre estos
mecanismos de aprendizaje y memoria.
Por ejemplo, se puede provocar una extinción del temor aprendido, logrado por los
mecanismos de condicionamiento, a través
de la presentación repetida del estímulo
condicionado (sonido), sin que sea seguido
del estímulo no condicionado (descarga
eléctrica), como ya se señaló más arriba.
También la evocación, a través de los mecanismos de reconsolidación de la memoria,
puede ayudar a la reinterpretación y la contextualización de los hechos, según se verá
más abajo.
Los distintos tratamientos farmacológicos y psicoterapéuticos terminarían en el
mismo estado final común, con la normalización fisiológica y neuroplástica de las
áreas involucradas. Sin embargo, determinadas diferencias en su accionar serían
cruciales para comprender por qué la CBT
produce un mayor efecto sostenido en el
tiempo que los antidepresivos, y éstos que
las benzodiazepinas. Parecería que la
modulación plástica sobre los mecanismos
más complejos de aprendizaje y memoria,
más que los simples cambios fisiológicos,
sería directamente proporcional a la duración sostenida del efecto.
Por su parte, los circuitos y mecanismos
modulados tampoco tendrían la misma
preponderancia en los diferentes tipos de
terapias. Si bien en este sentido no se
SA Alvano, MC Moncaut, LM Zieher // Farmacoterapia y psicoterapias en los trastornos de ansiedad y depresivos: aspectos neurobiológicos y resultados clínicos
puede trazar una división estricta, ya que
diferentes áreas y procesos estarían involucrados en distintas clases de psicoterapias.
La CBT es menos dependiente de la toma
de conciencia, e involucra principalmente
el aprendizaje implícito, los mecanismos de
extinción y los sistemas neurales implicados en estos procesos. Por su parte, en la
terapia psicoanalítica, que presenta menor
cantidad de trabajos clínicos, desempeñarían un papel central la memoria de trabajo, la memoria declarativa (especialmente
la episódica), los procesos de reconsolidación, y las áreas y los circuitos relacionados, aunque en este tipo de psicoterapia
también se modificaría, aunque más lentamente, el aprendizaje implícito.
Como ya se dijo, el paciente depresivo
presenta disminuida la función de la CPF
con una reactividad amigdalina aumentada.
En el trabajo publicado en Nature Reviews
Neuroscience, de Rubeis demostró, mediante estudios de tomografía por emisión de
positrones (PET) y de imágenes por resonancia magnética funcional (fMRI), que la
CBT opera por aumentar la función de la
FIGURA 3
La hiperactividad de la amígdala ↓ la función o la eficiencia de la CPF.
CPF, y provoca un efecto top down que disminuye la actividad amigdalina. Por su parte,
la medicación antidepresiva opera más
directamente al disminuir la actividad de la
amígdala y, en el hipocampo, al provocar
un efecto botom up (27).
De esta manera, ambos tipos de tratamiento conducen a la normalización de
funciones corticolímbicas. Sin embargo, el
efecto duradero de la CBT se debería a su
actividad sobre la CPF, a través de la cual
se facilitan los mecanismos de extinción, al
conformar un “modelo cognitivo” capaz de
corregir el pensamiento maladaptativo (lo
cual requiere la operación activa de la CPF),
y construir nuevos habilidades (skills).
Estos hechos determinan la importancia
de prestar atención a la evolución temporal
de los aspectos cognitivos y emocionales,
no solo durante las etapas iniciales del tratamiento, sino también en el largo plazo.
Controlar cognitivamente las reacciones
emocionales prepotentes que generan los
aspectos negativos de la sintomatología
depresiva a largo plazo, ayuda a “acomodar
las creencias y los sentimientos a nuevas evidencias”, con efectos largamente duraderos.
Según lo mencionado, el hecho de que la
CPF subgenual (corteza cingulada anterior
–CCA-: área 24 de Brodmann, y CPF orbitomedial –CPFOM-), que habitualmente, a
través de vías inhibitorias, atenúa o frena
(dampening) la actividad amigdalina, presente una actividad disminuida, puede predecir una buena respuesta a CBT. Por su
parte, una actividad aumentada de la
misma puede predecir una mejor respuesta a la medicación antidepresiva.
También los pacientes adultos que reportan trauma en edades tempranas de la vida
responden mejor a CBT.
En el futuro, determinados endofenotipos
podrían ser herramientas de valor pronóstico en la selección de CBT o de medicación
EDITORIAL SCIENS
49
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
antidepresiva (27).
Si bien para la terapia psicoanalítica la
cantidad de trabajos básicos y clínicos es
escasa, el hecho de que requiera, entre
otras condiciones, de la toma de conciencia, y que trabaje facilitando los mecanismos de evocación, ha permitido hipotetizar
sobre los sustratos biológicos que podrían
estar en juego.
Prestigiosos neurocientíficos como Joseph
LeDoux, Eric Kandel, Patricia Goldman
Rakic y Michael Gazzaniga, han relacionado, por lo menos en parte, la toma de conciencia con la memoria de trabajo o working memory (WM). Este tipo de memoria
se encuentra afectada en pacientes depresivos graves (27).
Más allá de la definición práctica de este
tipo de memoria, como una memoria de
corto plazo crucial para planificar y ejecutar, la misma abarcaría mecanismos complejos, que requieren de la coordinación de
información sincronizada a través de diferentes regiones cerebrales (13). Alan
Baddeley, quien en 1986 desarrolló la idea
de WM, sugirió que este tipo de memoria
integra momento a momento las percepciones a través del tiempo, las ensaya, y las
combina con la información guardada
sobre la experiencia, las acciones y los
conocimientos pasados (15).
De esta manera, la WM puede procesar
información de diversas fuentes, permitiendo que la información sea comparada,
contrastada, integrada, y cognitivamente utilizada para las funciones ejecutivas. Para
lograr estas operaciones mentales, la WM
debe permitir guardar la información temporariamente. En consecuencia, esta memoria es crucial para muchos aspectos, aparentemente simples, de la vida cotidiana, como
llevar adelante una conversación, añadir
una lista de números, o conducir un automóvil, así como para otras actividades
50
notablemente más complejas (13, 20).
Diferentes áreas de la CPF intervienen en
WM. La parte de la CPFm correspondiente
a la CCA fue involucrada en las funciones
ejecutivas; en cambio la CPF ventral –CPFV–
especialmente la COF interviene en la WM
brindando la información emocional. Pero
es la CPF lateral –CPFL–, filogenéticamente más nueva, ya que solamente está presente en los primates, la mayor región
implicada en la WM. Su desarrollo confiere
una característica única a la cognición de
los animales superiores, ya que permite la
integración con diferentes funciones
envueltas en áreas mediales y ventrales.
Por ejemplo, animales inferiores, como las
ratas, pueden emplear almacenamientos
temporarios, especialmente sobre información emocionalmente relevante, y también pueden focalizar la atención en determinados estímulos, pero están más limitados que los primates para categorizar el
mundo, discriminar entre diferentes estímulos y eventos, relacionar o asociar una
cosa con otra on line, y usar el resultado de
ese análisis cognitivo para guiar la resolución del problema y la decisión que conviene tomar (13).
La idea de que el lenguaje embellece la
WM, y hace la conciencia humana única,
tiene alguna relación con la noción de
Michael Gazzaniga, quien fue el tutor de la
tesis doctoral de LeDoux, y autor del libro
El pasado de la mente. La esencia de la
teoría interpretativa de Gazzaniga es que
nuestro conocimiento consciente de quiénes somos depende de la interpretación
lingüística que hacemos de nuestras experiencias previas. Hecho que está relacionado con la noción de una narrativa o conciencia construida de sí mismo. De esta
manera, la emoción desempeña un importante papel en la teoría de la conciencia de
Gazzaniga y, a su vez, la conciencia, en la
SA Alvano, MC Moncaut, LM Zieher // Farmacoterapia y psicoterapias en los trastornos de ansiedad y depresivos: aspectos neurobiológicos y resultados clínicos
forma de WM, está fuertemente implicada
en el procesamiento emocional, especialmente en la toma de conciencia o en los
sentimientos (13, 72).
La memoria episódica o autobiográfica,
que forma parte de la memoria explícita o
declarativa, junto con la memoria semántica, también está íntimamente relacionada
con la toma de conciencia de sí mismo, la
WM y la CPF (12, 13, 20).
Como ya se dijo, la memoria declarativa,
consciente, se altera claramente con las
lesiones del hipocampo, el parahipocampo
y/o las cortezas de asociación. Dentro de
estas últimas, el daño de la CPF en humanos provoca una alteración clara de la
recuperación consciente de la memoria
episódica, además de la de otras memorias
de largo plazo. La CPF es activada durante
la recuperación de la memoria episódica e
interviene junto con el hipocampo y el parahipocampo en su formación (12, 13, 20).
Estos hallazgos sugieren que, para tener
una memoria explícita consciente, además
de no tener dañadas las áreas involucradas, se requiere de dos condiciones: 1- se
debe haber sido consciente de la información en el momento de la experiencia original; lo cual significa que la experiencia ha
sido representada en la WM en el momento que esta ocurrió, y 2- durante la recuperación se debe transferir la información del
circuito cortical almacenado a la WM (13, 15).
A su vez, la evocación de un recuerdo
consolidado puede hacer que este vuelva a
un estado lábil, similar al de la memoria a
corto plazo, en el cual pueda ser modificado, robustecido, cambiado e, incluso, hasta
borrado.
Una vez que se produce la evocación, dos
procesos compiten entre sí, tendiendo a la
extinción, y a la reconsolidación, proceso
por el cual se reformula, de alguna manera, la memoria. De esta manera, el recuer-
do será actualizado, y re-armado, antes de
que se vuelva a almacenar.
Un dato interesante, desde el punto de
vista terapéutico, es que algunos trabajos
sostienen que la evocación de un recuerdo
consolidado puede volver a un estado de
labilidad, capaz de ser re–armado, especialmente si las personas están en estado
de vigilia. Esto podría tener alguna relación
con las observaciones previamente realizadas por Freud, sobre la ineficacia de la hipnosis (12).
Kandel, al retomar los trabajos previos de
Patricia Golman Rakic, da una explicación
de cómo las memorias y los pensamientos
preconscientes e inconscientes pueden
volverse conscientes. Este autor menciona
que los principales aspectos de la WM
están representados en la corteza de asociación prefrontal y que el recuerdo de
alguna información explícita de memoria,
el llamado de preconsciente a consciente,
requiere de la WM. El autor refiere que, en
determinados tipos de condicionamientos
(como en el condicionamiento de traza, que
es una variable del condicionamiento clásico, antes mencionado) el estímulo no condicionado puede activar la WM en la CPF
dorsolateral –CPFDL- y de este modo
actuar, frecuentemente junto con el hipocampo, para reproducir dentro de la conciencia, a través de un proceso asociativo,
aspectos de la memoria procedimental
(inconsciente). El autor refiere, tal como lo
sugería Solms, que la CPF puede estar
relacionada con la coordinación de las funciones capaces de ser moduladas por el psicoanálisis (15, 16).
Conclusiones
Como ya se ha expresado, los circuitos y
mecanismos modulados no tendrían la
misma preponderancia en los diferentes
tipos de terapias. La CBT es menos depen-
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
diente de la toma de conciencia, e involucrar principalmente el aprendizaje implícito, los mecanismos de extinción y los sistemas neurales implicados en estos procesos. Esta terapia opera por aumentar la
función de la CPF, principalmente subgenual, y provoca un efecto top down, que disminuye la actividad amigdalina. Por su
parte, la medicación actúa principalmente
a nivel subcortical, y genera un efecto
botom up. Los antidepresivos con eficacia
demostrada en los trastornos depresivos, y
muchos de ellos también en los desórdenes de ansiedad, actúan más directamente
al disminuir la actividad de la amígdala, y a
nivel hipocampal, así como las benzodiazepinas con eficacia demostrada en los trastornos de ansiedad, modulan principalmente la descarga amigdalina. De esta
manera, los diferentes tipos de tratamiento
terminan con la normalización de funciones corticolímbicas. Sin embargo, los distintos modos de accionar determinarían las
diferencias en el comienzo y en la duración
de acción, según lo demuestran distintos
trabajos clínicos. Así, la CBT tiene un efecto más prolongado que la medicación antidepresiva, y esta que las benzodiazepianas,
hechos que serían inversamente proporcionales al comienzo de acción.
Por su parte, en la terapia psicoanalítica,
que presenta menor cantidad de trabajos
básicos y clínicos, desempeñarían un papel
central la working memory, la memoria
declarativa (especialmente la episódica),
los procesos de reconsolidación, y las áreas
y los circuitos relacionados con los mismos, aunque en este tipo de psicoterapia
también se modificaría, aunque más lentamente, el aprendizaje implícito.
Las terapias que requieren del entendimiento consciente para alcanzar el efecto
terapéutico requieren de modo preponde-
52
rante la función de la working memory y,
por ende, del área más desarrollada filogenéticamente: la CPFL. Si bien esta es la
principal zona involucrada con la WM, en
menor proporción, en este tipo de memoria, también intervienen la CPFm y la CPFV.
Parecería, entonces, que la modulación
plástica sobre los mecanismos más complejos de aprendizaje y memoria, más que
los simples cambios fisiológicos, sería
directamente proporcional a la duración
sostenida del efecto.
Si bien la CPFL, filogenéticamente más
nueva, puede modular la CPFOF, filogenéticamente más vieja, y esta inhibir a la
amígdala, la ausencia de conexión directa
de la CPFL con la amígdala puede estar
relacionado con el mayor retardo en el
tiempo requerido para alcanzar el efecto
terapéutico, que tiene la terapia psicoanalítica. Sobre todo en los trastornos de ansiedad donde la extinción del temor aprendido
desempeña un papel central.
De esta manera, mientras que la medicación permite un rápida respuesta signosintomatológica, hecho fundamental cuando
la necesidad de mejoría es imperativa, la
psicoterapia provee un efecto más duradero. Pero, es con el tratamiento combinado,
que se logra un grado más alto de remisión, de restablecimiento funcional, una
mejor compliance, y un menor número de
recaídas y recurrencias, a mediano y largo
plazo.
Así, mientras el agregado de medicación
a los pacientes refractarios, o que quedan
con síntomas residuales, no siempre cuenta con estudios que avalen su utilización,
esto es que demuestren que la polifarmacia es más efectiva que la monoterapia, sin
producir interacciones riesgosas, ni potenciar efectos adversos que alteren la calidad
de vida del paciente, diferentes trabajos con-
SA Alvano, MC Moncaut, LM Zieher // Farmacoterapia y psicoterapias en los trastornos de ansiedad y depresivos: aspectos neurobiológicos y resultados clínicos
trolados aleatorizados avalan las ventajas
del agregado de una psicoterapia. Hecho
que según los datos actuales se debe considerar dentro del uso racional de la terapéutica.
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3
Desarrollo de nuevos antidepresivos:
su problemática
Luis María Zieher
Resumen
El desarrollo de nuevos antidepresivos que pueden mejorar el perfil de los actualmente
en uso que actúan por mecanismos monoaminérgicos tropieza con una serie de dificultades.
En primer término, de destacar la falta de modelos experimentales (animales) específicos ya que los existentes se muestran activos tanto en depresión como en ansiedad por lo
que no resultan específicos. Esto se correlaciona con las actuales discusiones sobre la verdadera ubicación de la depresión mayor en los manuales de clasificación diagnóstica ya
que la depresión ¨pura¨ no alcanza al tercio de los pacientes que presentan este síndrome y el 70 % restante resultan ser comórbidas, en particular con la ansiedad, por lo que la
depresión con ansiedad pasa a ser un cuadro nosológico con estatuto propio. Los antidepresivos son cinco veces más efectivos en la depresión sin ansiedad.
La investigación clínica de los fármacos sintetizados y evaluados en modelos animales
es también dificultosa en la depresión, ya que muchos países y organismos regulatorios no
permiten el uso de placebos y estos tienen una alta efectividad debido a que los fármacos
activos aprobados y con larga experiencia terapéutica incrementan un 20-25 % la efectividad de los placebos.
Otra limitación en la investigación clínica es la corta duración de los ensayos (6 a 8 semanas) que resultan autorizados.
Se resumen los centros emocionales del cerebro vinculados con la depresión y sus modificaciones en imagenología funcional, así como las principales líneas de desarrollo de fármacos por fuera de los mecanismos monoaminérgicos de los empleados actualmente.
La depresión es una enfermedad crónica,
recurrente, que afecta hasta el 20 % de la
población en el mundo (1,2).
Es una de las 10 causas más frecuentes
de morbi-mortalidad, según la OMS. Se
registra un 40-50 % de heredabilidad, pero
no se conocen genes específicos que estén
involucrados, y, por ende, resulta problemático identificar los factores ambientales
que, al interactuar con genes (no identificados) desencadenan y sostienen la afección. El 50-60 % del riesgo no es genético,
y se postula que el trauma infantil temprano, el estrés emocional, las enfermedades
físicas o las infecciones virales podrían
estar vinculados (3,4).
Más que una enfermedad es un síndrome, por lo cual la compilación de síntomas
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
es muy variable, según los manuales diagnósticos y la interpretación de los profesionales, al igual que su curso y la respuesta a
los tratamientos disponibles, lo que indica
que la depresión incluye numerosos estados mórbidos de distinta etiología y, posiblemente, diferente patofisiología (5).
Una complicación auxiliar es la falta de
pruebas diagnósticas de buena fe, fuera de
la compilación de los síntomas y el conocimiento limitado de las regiones cerebrales
y los circuitos involucrados.
Dada la heterogeneidad de la afección,
diferentes partes del cerebro podrían estar
involucradas en distintos individuos, pero
se conocen áreas cerebrales relacionadas
con los diversos síntomas.
En estudios con animales, el hipocampo y
las regiones frontales del cerebro fueron
las más estudiadas y se asocian con las
anormalidades cognitivas presentes en
muchos pacientes. La amígdala, muy estudiada en la asociación de los estímulos
aversivos o gratificantes con las claves
ambientales, fue asociado, al igual que los
circuitos cerebrales de recompensa (neuronas dopaminérgicas del ATV y sus targets, en particular el NAc) por la prevalencia de la anhedonia (disminución del interés y la capacidad de experimentar sensaciones placenteras), la motivación disminuida y el descenso de los niveles de energía. El hipotálamo se vincula con las anormalidades del apetito, el sueño, las disfunciones sexuales, y de los ritmos circadianos (6).
Los antidepresivos (AD) en uso actúan
sobre la transmisión monoaminérgica (7)
(DA, 5-HT, NA, A o histamina). Lo importante o peculiar de la depresión es que, si bien
no hay una etiología o una patofisiología claramente definidas, existen buenos tratamientos y la mayor parte de los pacientes
responden con los tratamientos óptimos,
como los AD asociados con psicoterapia y,
60
para los casos más graves, las terapias
somáticas (no farmacológicas ni psicoterápicas) como las electroconvulsivas (ECT) y
algunas otras bajo investigación, como la
estimulación magnética transcraneal y la
estimulación cerebral profunda de una
región de la corteza cingulada que muestra
funcionamiento anormal en los estudios
imagenológicos de los pacientes depresivos (15). Sin embargo, estos tratamientos
no son aconsejables ya que sus riesgos y
beneficios no están adecuadamente sustentados en ensayos clínicos controlados.
Las terapias en uso incrementan la actividad de los sistemas noradrenérgicos o
serotonérgicos del cerebro, pero al necesitarse de 2 a 6 semanas de latencia para
que los efectos se manifiesten, los cambios
inducidos por estas drogas que redundan
en el efecto antidepresivo no son aún claros.
Si bien las drogas o los tratamientos son
buenos y seguros, no resultan ideales: por
los efectos adversos, y el hecho de que solo
50 % de los pacientes alcanzan la remisión
completa, aun con psicoterapia incluida. Se
necesitan tratamientos que sean más rápidos, eficaces y seguros.
Los desarrollos farmacológicos se han
basado en obtener bloqueantes de captación más específicos o duales o bien más
seguros.
Los AD llamados atípicos (bupropion,
mirtazapina, tianeptina), o no son atípicos,
o modifican la transmisión noradrenérgica
o serotonérgica, o bien no se está seguro
de su mecanismo de acción. En cuanto a la
agomelatina, recientemente lanzada, que
es un agonista de receptores de la melatonina, también modifica la neurotransmisión
serotonérgica o noradrenérgica.
Al mismo tiempo, se ha acumulado una
significativa cantidad de conocimiento sobre
sistemas no aminérgicos que puden contribuir a la patofisiología de la depresión, pero
LM Zieher // Desarrollo de nuevos antidepresivos: su problemática
aún no se han logrado resultados trasladables a la clínica, ya que los modelos animales con los que se estudiaron los clásicos
AD, no funcionan bien para esas nuevas
drogas o porque no hay medicación usada
en clínica que no sea monoaminérgica, por
lo que la situación no se resuelve al involucrar condiciones conflictivas o dependientes
una de la otra.
Además, los estudios de investigación de
eficacia en fase III son extremadamente
costosos (largos tratamientos en cientos o
miles de pacientes) e involucran el riesgo
asociado al uso de placebos, indispensables en el diseño de los estudios clínicos,
aún cuando los pacientes depresivos presentan respuestas muy altas a los placebos, conduciendo a la falla de los ensayos
clínicos.
Por eso, las empresas no se embarcan
en el estudio de drogas no monoaminérgicas o buscan que estas tengan algún efecto sobre la transmisión 5-HT o NA en algún
área del cerebro, lo que aumenta la factibilidad de lograr su aprobación por las autoridades regulatorias (FDA, EMEA, etcétera).
Esto finalmente lleva a que no se creen
drogas con nuevos mecanismos de acción
(5). Si a esto se agrega que los AD monoaminérgicos producen réditos económicos
muy altos y que los eticistas, con criterios
dogmáticos, no permiten usar placebos en
los ensayos controlados, en muchos países, a pesar de estar adecuadamente protegidos los posibles participantes por criterios de exclusión muy estrictos en cuanto a
los síntomas de ideación suicida, y la corta
duración de los ensayos que es de 6 a 8
semanas, se comprende la falta de avances concretos en este sentido.
La falta de modelos animales equiparables (no se conocen con precisión los factores genéticos y ambientales que la producen) ha llevado a la búsqueda de modelos
que consideran el estrés agudo o crónico.
Pero la relación entre estrés y depresión es
controversial: el estrés solo no produce per
se depresión en la mayoría de los individuos normales; falta una buena distinción
entre depresión y ansiedad, muchos pacientes depresivos padecen de ansiedad, mientras que otros tienen emocionalidad disminuida (8). Más aún: la mayoría de los AD
putativos son tan activos en depresión
como en ansiedad. Por último, se han buscado a nivel molecular los mensajeros alterados en los modelos de estrés para definir
los mecanismos de acción AD de las drogas
monoaminérgicas, por lo que no disponemos de otras alternativas que nos permitan
salir de esta situación (“corset” monoaminérgico).
Modelos animales
No existe un síndrome tipo depresión en
roedores que recapitule o reproduzca todas
las características del síndrome humano.
Además, los genes que subyacen en la vulnerabilidad humana a la depresión no han
sido identificados, por lo que esta no puede
ser reproducida en animales (5).
En general, se ha buscado criar linajes de
roedores con sensibilidad aumentada a
estresores o por inducir vulnerabilidad al
estrés vía mutaciones aleatorias. Los
modelos solo tienen validez predictiva; los
gatilladores experimentales validez etiológica por un lado y, por el otro, los puntos
finales (end points neuroconductuales) que
permiten validar los constructos (face validity) por la apariencia o aspecto de los animales.
Así, la validación etiológica de un modelo
se refiere a la similitud del gatillador de
eventos neuroconductuales en animales y
los factores etiológicos de la depresión
humana. De esta manera, los eventos traumáticos en la infancia o la adultez huma-
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61
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
nas (estrés) pueden desencadenar depresión, por lo que numerosos modelos de
estrés en animales se han usado para gatillar eventos neuroconductuales que –necesariamente– deben medirse con técnicas
de evaluación objetiva. Los modelos basados en estrés aparentan tener mayor correlación etiológica si se los compara con los
modelos de lesión cerebral (bulbectomía
olfatoria), los relacionados con la depleción
monoaminérgica: por reserpina o por disminución de la ingesta de triptófano o la
estimulación inmune por endotoxinas o
citoquinas proinflamatorias. Estos tres últimos no son factores etiológicos corrientes
en la depresión humana.
La validez de aspecto (face) o validez
nominal se refiere a la relación entre una
anormalidad neuroconductual en animales, por ejemplo, la disminución de recompensa, con síntomas parecidos en seres
humanos (anhedonia) (5).
La validez predictiva relaciona la habilidad
de un test conductual animal para predecir
la eficacia terapéutica de los tratamientos
AD. La validación reversa consiste en asociar la eficacia AD de un tratamiento dado
con un modelo animal que es afectado por
la droga en un mismo sentido, lo que implica deducir que actúan sobre mecanismos
biológicos posiblemente similares.
Así, los modelos de desesperanza (despair) tienen buen valor predictivo para los
efectos AD monoaminérgicos, pero su
habilidad para detectar efectos AD no
monoaminérgicos ha sido puesta en duda,
en buena parte, porque no existen AD no
monoaminérgicos aprobados para su uso
en humanos.
Los tests de desesperanza responden
tanto a la administración aguda como subcrónica de drogas (reproduciendo de manera imperfecta lo que sucede en humanos).
Modelos animales que responden a la
62
administración crónica de drogas son los
modelos de estrés crónico (de baja intensidad o impredecible y el estrés psicosocial
por aislamiento), la bulbectomía olfatoria y
la hiponeofagia (novelty supression test)
que no es selectivo para AD, ya que también responde a ansiolíticos benzodiazepínicos (BZD), por lo cual es necesario ajustar los parámetros temporales del tratamiento farmacológico para diferenciarlos.
Circuitos neuronales de la emoción
Las regiones frontales de la corteza y el
hipocampo median aspectos cognitivos de
la depresión como:
• alteraciones de la memoria,
• disminución de la autoestima,
• falta de esperanza o de remedio (“no
hay remedio”),
• culpa (guilt),
• ruina (doom) o predestinación a la ruina
o al fracaso,
• suicidabilidad,
• conductas emocionales en general.
El estriado (en particular el ventral o
nucleus accumbens) y la amígdala son
importantes en mediar respuestas emocionales a estímulos gratificantes o aversivos
y con ellos se vinculan la anhedonia, la
ansiedad y la motivación reducida.
El hipotálamo está involucrado en los
síntomas neurovegetativos de la depresión
como poco o mucho sueño, poco o mucho
apetito y energía, y el desinterés sexual y en
otras actividades placenteras (5).
Todas estas áreas están fuertemente
interconectadas por circuitos paralelos, por
lo que se comienza a diseñar el circuito
neural de la depresión, una enfermedad de
las redes de procesamiento (ver el capítulo
sobre hipótesis de redes en depresión).
LM Zieher // Desarrollo de nuevos antidepresivos: su problemática
Estrategias en el descubrimiento de nuevos AD (9)
1) Antagonistas CRF: el CRF, vía el receptor CRF1 en todo el sistema límbico, media
efectos ansiogénicos del estrés. En cambio,
por su acción en áreas discretas, los receptores CRF2 reducen conductas de ansiedad
a largo plazo. Los antagonistas CRF1 reducen conductas de tipo ansiedad y condicionamiento al miedo en roedores, pero no en
los ensayos AD experimentales (¿falla de
modelo?). Un ensayo clínico abierto muestra que un antagonista CRF1 no peptídico
reduce la depresión y los puntajes de
ansiedad, pero se registraron problemas
farmacocinéticos y de hepatotoxicidad.
Antagonistas CRF2 son ansiolíticos y tienen
alguna actividad en los modelos de desesperanza adquirida (learned helplesness) y
de estrés crónico leve (chronic mild stress).
Los ligandos endógenos parecen ser los
péptidos de urocortina.
2) Antagonistas del receptor a vasopresina:
los SSRI normalizan los niveles de vasopresina. Los antagonistas de receptores V1b
muestran efecto tipo AD por mecanismos
dependientes de la amígdala y se encuentran en fase de investigación clínica. Al no
poseer efecto antagonista V2, no modifican
el aparato cardiovascular ni poseen efectos
sobre la diuresis (10).
3) GC, ¿agonistas o antagonistas?: la deleción selectiva del receptor a glucocorticoides GR2 en el cerebro anterior genera un
fenotipo depresivo que se corrige con AD
tricíclicos. La sobreexpresión GR2 en el cerebro anterior potencia los efectos agudos de
AD y así actúan varios AD que aumentan la
expresión de GR en el cerebro anterior. Un
polimorfismo en el gen FKBP5 (que codifica una co-chaperona de la HSP-90, que
aumenta la afinidad del GR por el cortisol)
se detecta en algunos pacientes depresivos
y estos responden más rápido a los AD (11).
La excesiva activación del GR en el hipo-
campo genera un daño en la región, pero se
ha encontrado que con menores niveles de
esta señal se genera un efecto tipo estrogénico neuroprotectivo (curva de respuesta
en “U” invertida o de “hormesis”). Los
antagonistas GR (mifepristona) o la reducción de la síntesis de corticoides, asociada
con AD, mejora la depresión. La mifepristona usada en fase III ha mostrado mejorar la
depresión psicótica severa, pero sólo se
puede usar para el tratamiento del episodio
agudo, acompañado de hipercortisolemia y
en cursos de tratamiento temporal de no
más de 4 días (12). Dado que la mifepristona no afecta significativamente a los receptores involucrados en el feedback negativo
del eje HPA, no produce graves alteraciones en el mismo, pero sólo se recomienda
como terapia de iniciación para luego continuar con los AD tradicionales. Lo mismo
sucede con el uso de la metirapona, un
inhibidor de la síntesis de corticoides.
4) Sistema de neurokininas: la vía de
señalización de la sustancia P (SP-NK1Gq), activa la fosfolipasa C y se encuentra
altamente expresada en los circuitos que
procesan el miedo y la ansiedad y hay una
fuerte co-localización con 5-HT/NA o sus
receptores en el cerebro humano. Algunos
efectos del estrés se antagonizan con bloqueantes de receptores NK1 y en animales
con KO génico de SP o su receptor NK1 se
desarrolla un fenotipo ansiolítico-antidepresivo. Desde 1998, Kramer (13) publica
sus resultados sobre tratamientos crónicos
con aprepitant, un antagonista no peptídico
del receptor NK1, pero los resultados fueron discordantes y su efectividad antidepresiva resultó incierta, por lo que varias compañías farmacéuticas han discontinuado
está línea de investigación. En cuanto al
mecanismo de acción, que se supone completamente alejado del sistema monoaminérgico, no resulta tal, ya que luego de un
EDITORIAL SCIENS
63
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
período de latencia, la administración crónica de un antagonista NK1 aumenta el
firing de neuronas 5-HT (al igual que en
ratas con KO génico del receptor), incrementa la neurogénesis hipocampal e induce
BDNF.
Todo esto lo indicaría como una buena
droga en terapias diseñadas para incrementar el efecto de los AD en uso, pero no
se aprueban drogas AD que pudieran asociarse con otras (add-on) si no muestran
eficacia AD per se.
5) BDNF y otros factores neurotróficos: en
la figura se muestra una neurona hipocampal normal y su inervación por fibras glutamatérgicas, monoaminérgicas y otros tipos
neuronales. Esto resulta de la señalización
normal por BDNF, cuyos genes son activados por diversos mensajeros químicos. En
b, el estrés severo reduce la señalización
BDNF (se reducen las arborizaciones dendríticas), en parte mediada por un exceso
de GC que interfieren con los mecanismos
normales de transcripción (vía CREB) que
controlan la expresión del BDNF. En c, los
AD aumentan la arborización dendrítica y la
expresión de BDNF en estas neuronas
hipocampales, en parte por activación
CREB, lo que llevaría a una mejoría de
algunos síntomas de la depresión. Es difícil
el desarrollo de agonistas del receptor
TRKB, un receptor ampliamente distribuido
en tejidos centrales y periféricos, y que
actúa sobre complejas cascadas de señalización, Ras-Raf-ERK, PI3K-AKT y PLC.
Por ende, estas proteínas podrían resultar
blancos moleculares para el desarrollo de
AD pero se interponen numerosos obstáculos ¿Cuál es más importante para el efecto
AD?, ¿al ser moléculas tan ubicuas, los
potenciales efectos adversos se multiplican? Además, es difícil obtener moléculas
pequeñas que puedan ser evaluadas. El
BDNF, por otro lado, puede estar vinculado
con efectos opuestos a los antes descriptos. Así, en modelos de estrés crónico y en
el circuito dopaminérgico ATV-NAc, el
BDNF se incrementa, por lo cual mediaría
el efecto plástico del estrés (14). Otros factores neurotróficos, como el FGF, se
encuentran down regulados en el hipocampo de pacientes deprimidos y es un importante regulador de la neurogénesis.
Resulta difícil, con la administración sis-
FIGURA 1
a Estado normal
64
b Estado depresivo
c Estado con tratamiento
LM Zieher // Desarrollo de nuevos antidepresivos: su problemática
témica, imitar los mecanismos neurobiológicos normales ya que los factores de crecimiento se liberan y actúan en áreas restringidas y en períodos de tiempo limitados
y definidos para producir sus efectos neurotróficos. Al generarse eventos plásticos,
estos factores pueden intervenir tanto en
los causantes patofisiológicos que generan
una enfermedad, síndrome o síntoma,
como en aquellos que intervienen en el
mecanismo de acción de una medicación
AD o en un proceso psicoterápico.
Por ende, no debe confundirse un efecto
neurotrófico con un efecto AD ya que
corresponden a niveles de acción diferentes; en un caso, molecular (el efecto neurotrófico) y, en otro, conductual (el efecto AD)
resultante del procesamiento sistémico.
Por ello, solo podrá entenderse la patofisiología de la depresión cuando se alcancen a conocer los mecanismos que vinculan lo molecular, el procesamiento sistémico y la respuesta clínica, objetivo todavía no
alcanzado en la biología de sistemas y sus
bases en la teoría de niveles.
6) Inhibidores de la fosfodiesterasa: el rolipram induce intensas náuseas y vómitos.
Se han buscado inhibidores más selectivos
de la fosfodiesterasa 4 (PDE4) que se
expresa predominantemente en el SNC,
pero siguen siendo las náuseas y los vómitos su principal limitación. La estimulación
AMPc-CREB en el NAc puede ser depresógena. La estimulación del AMPc en la corteza frontal puede disminuir la función cognitiva en animales ancianos. Pero hay cuatro subtipos de PDE4, y alguno podría estar
enriquecido en el hipocampo.
Endocanabinoides y depresión
Los endocanabinoides pueden desempeñar algún papel en la regulación del ánimo.
Durante siglos diversas culturas en todo
el mundo han usado el cannabis sativa por
sus efectos euforizantes e incrementadores del estado de ánimo.
Algunos estudios epidemiológicos hablan
de menores casos de depresión y mayores
afectos positivos entre los consumidores de
marihuana y estudios de casos sostienen
el efecto antidepresivo del cannabis en
algunos individuos clínicamente depresivos. Dado que los efectos centrales son
mediados por activación de receptores CB1
se sugiere que la facilitación de la señalización CB1 podría promover estados de ánimo
positivos y, quizás, efectos antidepresivos.
La señalización CB1. Los ligandos endógenos que ligan a receptores para endocanabinoides son principalmente la amandamida y el 2-araquidonoilglicerol (2-AG) que
intervienen en numerosos procesos biológicos y, en particular, en la llamada “señalización retrógada” ya que se liberan como
consecuencia de la activación postsináptica
e inhiben la descarga del neurotransmisor.
Se encuentra en todas las estructuras y
los circuitos implicados en la depresión,
como la PFC, el hipocampo, la amígdala, el
hipotálamo y los circuitos monoaminérgicos del cerebro anterior.
La deleción genética del CB1R produce
un fenotipo, en ratones, similar al perfil de
la depresión severa típica, con aumento de
ansiedad, alteración de las conductas
motivacionales, de las saliencias recompensadoras, funciones neurovegetativas y
déficits cognitivos en tareas complejas (16).
El uso del rimonabant, un antagonista
selectivo de receptores CB1 para el tratamiento de la obesidad, generó un aumento
significativo de efectos adversos, ansiedad
y depresión, en los ensayos clínicos, en
comparación con los tratados con placebo,
lo que motivó la suspensión de su uso en
Europa y EE.UU., así como en la Argentina.
Niveles circulantes de endocanabinoides
se encontraron disminuidos en dos pobla-
EDITORIAL SCIENS
65
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
ciones independientes de sujetos con
depresión mayor.
Ciertos haplotipos del receptor CB1 confieren mayor vulnerabilidad a la depresión
luego de eventos vitales adversos y mayor
resistencia a la medicación AD.
Los receptores a CB de tipo 1 incrementan la NT monoaminérgica.
En el ensayo clínico STRADIVARIUS se
encontró que 1 de cada 13 individuos tratados con rimonabant por obesidad, incrementó sus índices de ansiedad-depresión
comparados con 1 de cada 47 individuos
tratados con placebo.
Esto contradice el posible papel antidepresivo del rimonabant en algunos estudios
experimentales y clínicos y es avalado por
la observación de que el estado de ánimo
elevado (y menor depresión) por consumo a
corto plazo de cannabis es bloqueado por
rimonabant (17).
Los datos corrientes en este sentido se
limitan al incremento de la señalización
por anandamida (AEA) de los inhibidores de
la FAAH. Recientemente se desarrolló un
compuesto, el JZL-184, que inhibe la MAG
lipasa (e incrementa el 2-AG) y tiene efectos similares a los inhibidores de la FAAH
(hidrolasa de amidas de ácidos grasos) en
la conducta emocional.
Los efectos parecen relacionarse con la
mayor activación de CB1R en la PFC y el
hipocampo y son similares en modelos animales de depresión y ansiedad, altamente
comórbidos en humanos.
Todos los medicamentos antidepresivos
incrementan la señalización por CB1R.
Potenciales efectos adversos y precauciones
La eficacia, la tolerabilidad y la seguridad de estos agentes deberá ser establecida en estudios humanos.
Los agonistas directos CB1 tienen un
perfil de efectos adversos intolerable con
66
abuso, síntomas de tipo psicótico y paranoia. El consumo juvenil de marihuana
aumenta el riesgo de padecer esquizofrenia y adelanta el primer brote psicótico.
Los inhibidores de la FAAH, en cambio,
carecen de esos efectos y de propiedades
reforzadoras en roedores y primates nohumanos.
Dosis muy altas de inhibidores de la
FAAH pueden producir ansiedad por efecto
de la activación promiscua de la AEA en el
receptor TRPV1 (transient receptor potential, vanilloid subfamily, member 1), pero el
antagonismo combinado de la FAAH y del
receptor TRPV1 es más efectivo en modelos animales de depresión que el de los
inhibidores únicos de la FAAH.
Los endocanabinoides se vinculan con
diversos procesos del desarrollo desde la
implantación del blastocito hasta el desarrollo neuronal y la guía axonal por lo que los
potenciales fármacos en estudio no deberían emplearse en períodos críticos del desarrollo (desde la preñez hasta la conclusión de
la adolescencia).
Se deberá evaluar el incremento de otras
etanolamidas de ácidos grasos como la
PEA y la OEA (que quizás no resulten negativas dadas las propiedades antiinflamatorias, de incremento del apetito y del consumo de energía de estos derivados).
Los inhibidores de FAAH no producen
trastornos en la actividad sexual masculina
como sí lo hacen muchos medicamentos
antidepresivos.
Estos estudios tienden a ratificar los
datos empíricos derivados del consumo
recreacional y desmienten las propiedades
antidepresivas de los bloqueantes CRB1, a
contramano de toda lógica farmacológica.
Solo queda para los antagonistas CB1R
(tipo rimonabant) el tratamiento de las disfunciones cognitivas comórbidas de la
impulsividad y de la dependencia a drogas
LM Zieher // Desarrollo de nuevos antidepresivos: su problemática
que entran en el abanico de los trastornos
depresivos y que no son corregidos por las
terapias AD en uso y se relacionan con el
aumento de corrientes excitatorias por GLU
en CPF y a efectos noradrenérgicos y colinérgicos en el hipocampo.
Neurogénesis y depresión
Targets moleculares de la acción de los AD (l8)
El período de latencia de 2 a 6 semanas
hasta la aparición de la respuesta clínica es
indicativo de adaptaciones en targets que
se ubican “río abajo” de los sitios primarios
de acción (SERT, NET, MAO, receptores 2
presinápticos) de los AD en uso.
Las nuevas hipótesis tienden a sugerir
que los AD no solo activan los segundos
mensajeros que, a su vez, activan CREB,
sino que también activan las vías de señalización de factores neurotróficos e incrementan la neurogénesis hipocampal (18).
Estos efectos generados por SSRIs,
SNRIs e IMAOs aumentan tanto la proliferación celular como la neurogénesis en el
giro dentado del hipocampo, en un curso
temporal crónico coincidente con el de la
eficacia clínica de los AD’s.
Los antidepresivos:
• Aumentan los niveles agudos de NA y 5-HT.
• Activan los respectivos receptores acoplados a proteína G.
• Incrementan las concentraciones de
AMPc.
• Activan la PKA.
• Inducen cambios adaptativos en PDE4.
Los AD que activan PLC vía movilización
de Ca2+, activan Ca2+-calmodulina-kinasas
II y IV en la PFC.
La activación de proteínas kinasas (PKA y
CAMK), al permitir la fosforilación “río
abajo”, cataliza la transferencia de un fosfato del ATP a residuos de serina (S 133) del
factor de transcripción CREB. Además, un
mitógeno, señalizando por la vía RASMAPK-MEK-ERK puede fosforilar CREB vía
RSK 2, siendo esta vía también blanco de
cambios en tratamientos crónicos con
AD’s.
La fluoxetina incrementa el P-CREB en
varias regiones (amígdala, corteza, giro
dentado e hipotálamo) y su acción es superior a TCAs o SNRIs.
Modelos genéticos de sobreexpresión del
gen CREB no generan claras evidencias: su
aumento en la amígdala basolateral es
antidepresivo, pero si el aumento ocurre en
el NAc, es depresógeno y ansiogénico.
También el aumento no selectivo de CREB
en todo el cerebro (y no en las áreas límbicas) es prodepresivo, lo que indica que la
activación debe ocurrir en un tiempo y un
espacio adecuados para la respuesta AD.
El incremento de factores tróficos (BDNF,
IGF1), sus vías de señalización (PKB, GSR3b y FOXO-1), al igual que la propia 5-HT,
incrementa la proliferación celular y la
neurogénesis, en particular en el giro dentado del hipocampo.
La tianeptina no señaliza vía AMPc, pero
induce proliferación y neurogénesis, al
igual que previene la disminución de la proliferación por estrés, todo lo cual lleva al
efecto AD.
Si se bloquea la proliferación y la neurogénesis por rayos X, se bloquea el efecto de
los AD en un modelo de hiponeofagia (NST),
pero la irradiación en dosis bajas y repetidas también afecta ERK 1 y 2, PKB y activación de CREB (5).
En resumen, muchos AD’s, al intervenir
en distintos caminos, coinciden en afectar
el CREB, BDNF y la neurogénesis. A su vez,
la neurogénesis incrementada lleva a una
proyección sistémica, involucrando las
redes de procesamiento con el efecto terapéutico de los antidepresivos.
EDITORIAL SCIENS
67
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
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68
4
Farmacología de las drogas antidepresivas
Héctor Jorge Bertera, Natalia Fantacone
Resumen
Este capítulo está destinado a presentar las particularidades de la farmacocinética y la
farmacodinamia de los antidepresivos de uso frecuente, y plantea los fundamentos farmacológicos para el uso racional de estas drogas. Se detallan las bases moleculares y la cascada de eventos que, finalmente, promoverán los efectos terapéuticos, ya sea en el abordaje de los trastornos depresivos como en otras aplicaciones. Se revisan las características de la absorción, la distribución, la metabolización y la excreción de los grupos de antidepresivos, y se describe con detenimiento las diferentes acciones de cada agente a nivel
de las enzimas del citocromo P450, y se detalla las interacciones que puedan ser de riesgo en la práctica. Se examinan también las propiedades farmacológicas, los efectos adversos, su prevención y su manejo, y la toxicidad de los antidepresivos tricíclicos, de los inhibidores no selectivos de la monoaminooxidasa y de los nuevos antidepresivos, con especial
énfasis en aquellos datos que puedan ser de importancia a la hora de la utilización clínica. Si bien no se cuenta actualmente con “un antidepresivo ideal” para todas las depresiones y para todos los pacientes, la descripción detallada y diferenciada de cada uno de los
integrantes del grupo de los antidepresivos clásicos, de los inhibidores selectivos de la
recaptación de serotonina, de los antidepresivos duales y de los agentes agrupados bajo la
denominación de atípicos intenta favorecer el conocimiento farmacológico que permita
elegir un antidepresivo más apto que el resto para cada paciente en particular.
Introducción
Uno de los hechos que marcó el inicio de
la historia de la Farmacología de los antidepresivos modernos, que el descubrimiento casual de los efectos antidepresivos
de la imipramina y la iproniazida.
El hecho de que Roland Kuhn en 1957
descubriera los efectos antidepresivos de
la imipramina, el primer compuesto de los
llamados antidepresivos tricíclicos, junto
con los trabajos efectuados por Kline y por
Crane sobre la utilización de la iproniazida
en pacientes con trastornos depresivos1,
fueron el puntapié inicial para direccionar
los esfuerzos de la Farmacología básica
hacia el desarrollo de drogas cada vez más
selectivas y/o con nuevos mecanismos de
acción, cuya investigación continúa en la
actualidad.
1. A partir de observar la mejoría de pacientes con tuberculosis tratados con isoniacida.
EDITORIAL SCIENS
69
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
Clasificación de los antidepresivos
Existen distintas clasificaciones de los
fármacos antidepresivos que los agrupan
según diferentes criterios (mecanismo de
acción a nivel molecular, estructura química, combinación del mecanismo de acción
e incidencia de efectos adversos, entre
otras). Sin embargo, ninguna de ellas ha
logrado imponerse por sobre las demás,
razón por la cual se plantea una de las clasificaciones propuestas, por considerarse
que permite ciertas generalizaciones para
cada grupo2.
En primer lugar, dividiremos a los antidepresivos en dos grandes grupos, por un
lado, el de los antidepresivos clásicos (antidepresivos tricíclicos, ATC), que considera
la estructura química como criterio para
denominar al grupo, y a los inhibidores de
la monoaminooxidasa (IMAO) no selectivos,
que considera el mecanismo de acción
como criterio para denominar al grupo) y,
por otro, el de los nuevos antidepresivos.
El criterio para la designación de los nuevos antidepresivos se basa en la mayor
selectividad de los mecanismos de acción
de este grupo respecto a la de los agentes
clásicos, haciendo referencia a las acciones
tempranas a nivel molecular y no a las tardías3.
Respecto al grupo de antidepresivos atípicos, es su mecanismo de acción temprana la cualidad que los distingue de los
anteriormente planteados (ver Tabla 1).
Mecanismo de acción de los antidepresivos
Se describirán las acciones que, al presente, explican mejor los efectos terapéuticos y adversos de los antidepresivos.
Acciones tempranas o precoces
- Se desarrollan rápidamente luego de la
administración de los antidepresivos.
- No presentan correlación temporal con
el efecto antidepresivo.
- Generalmente determinan un cambio
(incremento) de la disponibilidad de neurotransmisores aminérgicos en la biofase
(según el mecanismo que corresponda para
ese agente antidepresivo)4 a partir de la
cual se desencadena la cascada de acciones de estos fármacos.
- A menudo esto conlleva una disminución del turnover del neurotransmisor, y una
reducción de la frecuencia de descarga neuronal.
TABLA 1
Antidepresivos clásicos
Inhibidores de la monoaminooxidasa
(IMAO) no selectivos
Antidepresivos tricíclicos (ATC)
Nuevos antidepresivos
Inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO) selectivos
Inhibidores selectivos de la recaptación
- Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS)
- Inhibidores selectivos de la recaptación de noradrenalina (ISRNA)
- Inhibidores selectivos de la recaptación de dopamina (ISRDA)
Antidepresivos duales*
Antidepresivos atípicos
* En sus acciones tempranas combinan la modulación de la neurotransmisión serotonérgica y de la noradrenérgica.
2. No obstante, los antidepresivos agrupados en la misma clase tienen características que los diferencian entre sí.
3. Aquellas que se producen como manifestación de la puesta en juego de mecanismos neuronales de adaptación a las acciones tempranas, y a la cascada de eventos que determinan acciones genómicas.
4. Los mecanismos que derivan en un incremento de la disponibilidad del neurotransmisor en biofase pueden
ser: el bloqueo de la captación neuronal de aminas (como los inhibidores selectivos de la recaptación, los inhibidores mixtos de la recaptación y los antidepresivos tricíclicos); la inhibición del catabolismo del neurotransmisor
(IMAO no selectivos y selectivos), el bloqueo de los receptores presinápticos inhibitorios (en el caso de la mirtazapina y mianserina), o bien por la combinación de mecanismos.
70
HJ Bertera, N Fantacone // Farmacología de las drogas antidepresivas
- Algunas de las acciones tempranas se
asocian con el perfil de efectos adversos.
Acciones a mediano y/o largo plazo
- Presentan correlación temporal con el
efecto antidepresivo.
- Se pueden plantear dos instancias:
1. Como expresión de mecanismos neuronales de adaptación a las acciones tempranas o precoces; por ejemplo, la regulación hacia abajo5 de los adrenoceptores b,
la subsensibilidad al estímulo b del sistema
de formación de AMPc, cambios en los adrenoceptores , las alteraciones en los receptores serotonérgicos
2. Cascada de eventos intracelulares que
determinan acciones genómicas e inducen,
así, diferencias en la expresión génica respecto del estado pre-antidepresivo.
Acciones a nivel genómico y mecanismo de
acción de los fármacos antidepresivos
El aumento de la disponibilidad del neurotransmisor aminérgico en la biofase, a
partir de las acciones tempranas, provoca
la activación de receptores postsinápticos
serotonérgicos y noradrenérgicos y, de esta
manera, estimula la actividad de la adenilciclasa y produce un aumento de los niveles de AMPc.
El aumento sostenido del AMPc genera, a
su vez, mayor activación de la PKA: punto
de partida inicial de una cascada de eventos moleculares, que ocasiona la fosforilación de los factores de transcripción, entre
ellos la proteína CREB6 (proteína de unión
al gen que regula el sistema del AMPc).
El CREB produce la activación de genes y
factores neurotróficos, entre ellos el BDNF
(o FNDC: factor neurotrófico derivado de
cerebro): gen miembro de la familia de los
factores de crecimiento nervioso, que ha
demostrado en modelos animales de depresión tener efectos antidepresivos y, vía activación de su receptor tirosina kinasa subtipo B (trkB), mediar las siguientes acciones:
- Intervenir en procesos neurotróficos
(induce el crecimiento de neuronas serotonérgicas y noradrenérgicas).
- Participar en la remodelación de la arquitectura sináptica y en la plasticidad neuronal.
- Generar un aumento de conexiones sinápticas.
- Participar en los procesos de diferenciación y crecimiento neuronal.
- Proteger ante procesos de neurotoxicidad
Entonces, el tratamiento continuado con
antidepresivos produce un aumento del
mensajero responsable de la síntesis de
CREB (y de la proteína CREB) en el hipocampo y es este aumento el que ocasiona:
- Un incremento en la expresión del
BDNF (y de su receptor tirosina kinasa),
fundamental en el efecto antidepresivo.
- La puesta en marcha de mecanismos
adaptativos de los receptores a las acciones tempranas de los antidepresivos (down
o up regulation).
- La inducción de cambios en la expresión génica.
El tratamiento con diferentes clases de antidepresivos posiblemente converge en una vía
intracelular común: luego del tratamiento continuado por 12 a 21 días*, es la activación de
factores de transcripción como CREB y sus
genes blanco activados, el responsable de las
acciones neurotróficas y antiapoptóticas que
establecen las bases fundamentales del efecto
antidepresivo.
5. Down regulation.
6. Esta activación CREB puede inducirse tanto de la forma descripta (vía AMPc a partir del estímulo de receptores serotonérgicos 5HT4, 5HT6 y 5 HT7, o b adrenérgicos), como por otras rutas, tales como la activación de proteinkinasas calcio dependientes (a partir del estímulo de receptores serotonérgicos 5HT2, o  1 adrenérgicos).
*: Es importante remarcar que el tiempo de latencia para la aparición del efecto antidepresivo se corresponde
con el tiempo de tratamiento continuado necesario para la inducción de las modificaciones mencionadas.
EDITORIAL SCIENS
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
Aumento de la disponibilidad del neurotransmisor
activación de receptores
activación de segundos mensajeros
estímulo PKA
fosforilación de factores de transcripción que controlan la
expresión génica (CREB)
aumento de
proteína CREB y de la expresión de BDNF
Efecto antidepresivo.
El efecto antidepresivo
Clásicamente, el efecto antidepresivo es
entendido como una disminución progresiva del vigor psíquico de la ideación depresiva, cuya descripción se extiende a la sintomatología acompañante del humor displacentero (ver Tabla 2).
Con el curso del tratamiento, los cambios
se fortalecen y se produce un restablecimiento, generalmente ad integrum, de las
funciones previamente alteradas.
Para la mayoría de los pacientes, el tiempo promedio necesario para la manifestación de estos cambios ronda las 2 o 3
semanas (previo tratamiento ininterrumpido a dosis terapéuticas). No obstante, fueron descriptos casos de modificaciones
sustanciales antes de completarse el período de latencia, como también rara vez se
han evidenciado respuestas tardías (2 o 3
semanas más allá de lo esperado).
Otros efectos comunes a gran parte de los fármacos
antidepresivos disponibles en la actualidad
Viraje a la manía inducido por antidepresivos
El viraje (switch) consiste en la inversión
del estado de ánimo (del humor depresivo)
hacia un cuadro de tipo hipomaníaco o
maníaco (switch maníaco). Dependiendo de
los distintos criterios de selección de
pacientes, antidepresivos y diagnósticos, la
frecuencia de presentación varía entre el
0.8 % y el 30 %, aproximadamente, y son
factores de riesgo para presentar viraje a
manía por antidepresivos los siguientes:
• Trastorno bipolar (mayor para el tipo II
que para el tipo I).
• Cantidad de episodios maníacos o hipomaníacos previos.
• Antecedentes familiares de alta frecuencia de crisis maníacas espontáneas.
• Antecedentes de viraje por antidepresivos.
• Temperamento hipertímico premórbido.
En los pacientes más vulnerables al
switch, y particularmente los que cursan
con trastorno bipolar, ¿cómo diferenciar
entonces si el cuadro corresponde a la evolución de la enfermedad o es más bien
secundario al efecto antidepresivo? Resulta
oportuno remarcar que los episodios maníacos en el viraje inducido por antidepresivos son de menor gravedad y de menor
duración respecto de aquellos episodios no
inducidos por antidepresivos.
Además, no necesariamente el paciente
TABLA 2
El efecto antidepresivo
Disminución de la persistencia e intensidad de las
ideas depresivas
Dismunición de repercusión de ideas depresivas en el
paciente
Recuperación de la capacidad de atención sobre contenidos ideativos de tinte distinto del depresivo
Mejora el estado de ánimo
Corrección de las alteraciones en el sueño, del apetito, de la iniciativa
Recuperación de la capacidad para percibir el placer
Menor contenido de angustia sobre la visión del pasado
Menor frecuencia y vigor de las ideas de culpa
Menor magnitud y frecuencia en la aparición de ideas de muerte o suicidio (si hubiese)
72
HJ Bertera, N Fantacone // Farmacología de las drogas antidepresivas
que presenta viraje con un antidepresivo
vaya a presentarlo con otros. Los antidepresivos que exhiben menor propensión a
inducir el viraje son los ISRS y el bupropión
con frecuencias que no superan el 4 %;
mientras que los duales tricíclicos, IMAO
no selectivos y nuevos, en forma global,
aproximadamente triplican esta frecuencia.
Intensificación transitoria de síntomas
En el inicio de la terapia farmacológica se
puede observar un efecto paradojal transitorio de empeoramiento inicial del cuadro
que se desarrolla en el 6 al 15 % de los
pacientes.
Este efecto no es exclusivo de los trastornos depresivos (ya que también fue descripto en trastornos por pánico, por ejemplo).
Activación de síntomas psicóticos
En pacientes esquizofrénicos se ha visto
una exacerbación del contenido delirante
del pensamiento así como de fenómenos
alucinatorios, razón por la cual se promueve un seguimiento estrecho de estos
pacientes con el propósito de evaluar la
necesidad de reajuste de las dosis de los
antipsicóticos.
Efectos sobre el sueño
Si bien pueden producir alteraciones del
sueño como efecto adverso, usualmente
los antidepresivos mejoran los trastornos
del sueño que integran el cuadro depresivo.
Consecuencias de la mejoría del estado
depresivo
El paciente depresivo exhibe, en general,
insomnio (en los cuadros depresivos endógenos por excelencia) o bien hipersomnia
(en las formas atípicas de depresión). Los
antidepresivos corrigen las alteraciones
del sueño secundarias al cuadro depresivo
de base7.
Efectos adversos sobre el sueño
La capacidad de producir sedación es
diferente para cada antidepresivo según el
perfil de afinidad que posea para receptores como los histaminérgicos H1 y los adrenérgicos 1. Dado que las potencias antidepresivas e hipnosedantes no varían en la
misma dirección, la frecuencia y la intensidad de este efecto depende de las propiedades farmacodinámicas del agente. Es
conveniente que los antidepresivos sedativos sean administrados, preferentemente,
antes de acostarse, mientras que para los
antidepresivos desinhibidores (o psicotónicos) que pueden producir insomnio, se
recomienda su administración matinal. Es
frecuente la aparición de tolerancia luego
de 1 a 2 semanas para ambos efectos.
Efectos sobre el EEG y el umbral convulsivo
Cuando se utilizan dosis bajas de antidepresivo, son frecuentes los cambios de tipo
sincronizador del EEG, mientras que si las
dosis son más altas estos efectos varían, y
pueden llegar a inducir una sobreestimulación y convulsiones en casos de sobredosis8.
Los antidepresivos de mayor riesgo en el
paciente predispuesto son: el bupropión, la
mianserina y los antidepresivos tricíclicos.
Los IMAO (exceptuando los derivados hidrazínicos en sobredosis) no suelen producir
convulsiones.
Efectos sexuales
Si bien uno de los factores que más frecuentemente condiciona el abandono del
tratamiento antidepresivo en los tratamien-
7. En correspondencia con la latencia del efecto antidepresivo e independientemente de las propiedades sedativas o estimulantes del antidepresivo en particular.
8. No obstante, en pacientes epilépticos o con lesiones cerebrales pueden aparecer aun con dosis terapéuticas.
EDITORIAL SCIENS
73
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
tos a largo plazo resulta ser la afección del
desempeño sexual, se debe remarcar que
el restablecimiento del deseo sexual y/o la
recuperación del desempeño sexual se
manifiesta paralelamente a la mejora en el
cuadro depresivo.
En general, comienzan a presentarse
como efectos de significación luego de
varias semanas de administración. La
ausencia de percepción de efectos adversos sexuales previamente podría explicarse
en el contexto de la inhibición global de
funciones que genera la depresión.
La incidencia de efectos adversos sexuales varía considerablemente según el
método de registro y el diagnóstico de los
pacientes: mientras las cifras registradas
por referencia espontánea van del 2 al 10
%, alcanzan el 50 % al 75 % si se utilizan
cuestionarios específicos.
La menor afectación del deseo y del
desempeño sexual parece darse con el
bupropión y la nefazodona.
No se debería subestimar la importancia
de los efectos adversos a nivel sexual. Una
completa y exhaustiva anamnesis, que considere la historia previa de manera detallada, la provisión de información y la discusión con el paciente sobre las opciones
terapéuticas son algunos de los pilares
terapéuticos recomendados.
Si se respetan las dosis terapéuticas eficaces, se puede intentar la reducción de
dosis de manera temprana. Asimismo,
para aquellos antidepresivos de vida media
corta (sertralina o citalopram dentro de los
ISRS, venlafaxina entre los duales, etcétera), pueden intentarse “vacaciones de
droga”9 y luego reiniciar la administración,
ya que sería de buena práctica balancear la
decisión de evitar suspensiones o cambios
con el riesgo de recaída o de recidiva.
En algunos pacientes puede resultar útil
adicionar antidepresivos como el bupropión, la nefazodona o la mirtazapina, conducta que conlleva la sumatoria de efectos
adversos sobre otros órganos. Tal vez en
estas situaciones se pueda plantear el
reemplazo del antidepresivo por alguno de
estos fármacos. Lamentablemente hay
pacientes en los que se pierde el beneficio
antidepresivo obtenido previamente con la
primera droga.
Si bien los efectos adversos sexuales no
son efectos cruzados, no sería una estrategia de primera línea rotar el antidepresivo por
otro de características similares. Tampoco la
medicación coadyuvante, que debería considerarse como una de las últimas alternativas.
Se ha propuesto:
- La ciproheptadina, bloqueante serotonérgico (fundamentalmente en los tratamientos con la fluoxetina, pero no es muy
bien tolerada).
- La yohimbina (alcaloide indólico derivado de la corteza de árboles de la familia
Rubaceae y en la Rauwolfia serpentina):
antagonista de los receptores presinápticos
2 adrenérgicos, cuyo bloqueo central
aumenta la liberación de noradrenalina y la
tasa de disparo en núcleos noradrenérgicos
del cerebro10, y a nivel periférico resulta en
un incremento del ingreso sanguíneo en el
pene, disminución del retorno venoso o en
ambos mecanismos, y una latencia para los
efectos beneficiosos de dos a tres semanas.
- El sildenafil, inhibidor de la fosfodiesterasa específica tipo V cicloguanosina monofosfato (cGMP), isoenzima predominante en
el cuerpo cavernoso; relajaría el músculo
cavernoso, permitiendo el aumento de la
9. Drug hollidays. En los de vida media larga (por ejemplo, fluoxetina), la suspensión podría ser algo más prolongada, y si bien el riesgo de reaparición del cuadro de base podría ser inferior, la eficacia de la estrategia también.
10. Efecto adicional sobre receptores -adrenérgicos de los cuerpos cavernosos.
74
HJ Bertera, N Fantacone // Farmacología de las drogas antidepresivas
irrigación sanguínea vía NO.
- Una alternativa previa a toda asociación
de fármacos resulta ser la terapia sexual
breve, con objetivos focalizados.
Antidepresivos tricíclicos (ATC)
Los antidepresivos tricíclicos son fármacos químicamente relacionados con antipsicóticos de estructura tricíclica, fenotiazinas, tioxantenos y dibenzoxepínicos. La imipramina pertenece al grupo de las dibenzazepinas, fármacos vinculados con las fenotiazinas (Figura 1).
El anillo central de 7 átomos (azepina) deriva de la sustitución del azufre de la fenotiazina por un puente etileno (-CH2-CH2-). El
ciclohepteno es el anillo que resulta de sustituir en la molécula del tioxanteno el azu-
fre por un grupo etileno, y el núcleo tricíclico derivado es el dibenzociclohepteno cuya
droga patrón es la amitriptilina (Figura 2).
Según la estructura del anillo central que
presenten se distinguen:
- Dibenzocicloheptanos (dibenzocicloheptadienos): amitriptilina (amina terciaria), nortriptilina (amina secundaria).
- Dibenzoazepinas: imipramina, clomipramina (aminas terciarias), desipramina
(amina secundaria).
- Dibenzoxepinas: doxepina (amina terciaria) (Figura 3).
- Dibenzocicloheptatrienos: protriptilina
(amina secundaria).
- Dibenzoxazepinas: amoxapina (amina
secundaria) (Figura 4).
La cadena lateral puede terminar en una
FIGURA 1
FIGURA 3
FIGURA 2
FIGURA 4
EDITORIAL SCIENS
75
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
TABLA 3
Aminas terciarias
FIGURA 5
Aminas secundarias
El átomo de N terminal de
la cadena lateral actúa
como N terciario dado que
posee tres sustituyentes
alquílicos (Figura 6)
Presentan mayor potencia
de bloqueo del transportador presináptico de serotonina (SERT) que del
transportador presináptico de noradrenalina (NET)
Imipramina
El átomo de N terminal de
la cadena lateral actúa
como N secundario dado
que posee dos sustituyentes alquílicos (Figura 7)
Presentan mayor potencia
de bloqueo del transportador presináptico de noradrenalina (NET) que del
transportados de serotonina (SERT)
Desipramina (desmetilimipramina o norimipramina)
Amitriptilina
Nortriptilina (desmetilamitriptilina)
Clorimipramina (clomi- Protriptilina
pramina)
Doxepina
Amoxapina
Trimipramina
amina terciaria o secundaria, dependiendo
del número de sustituyentes del átomo de
nitrógeno, y es esta subdivisión química la
que tiene implicancia clínica, razón por la
que será considerada para la descripción
farmacológica (Ver Tabla 3).
Mecanismo de acción
Como ya se había mencionado en la descripción del mecanismo de acción de los
antidepresivos en general, estas acciones
pueden dividirse en dos tipos (Ver Figura 5).
Bloqueo de la captación neuronal de aminas
Los antidepresivos tricíclicos bloquean
competitivamente la captación neuronal de
aminas, produciendo de esta manera una
mayor disponibilidad de NA y 5-HT a nivel
sináptico. Realizan esta acción al operar
sobre transportadores presinápticos de
aminas (SERT para 5-HT y NAT para la NA),
ambos acoplados a Na+. Todos los tricíclicos tienden a bloquear la recaptación de
Acciones
tempranas
Gatillan el efecto terapéutico
(algunas de ellas son responsables de efectos adversos
Acciones
tardías
Se relacionan temporalmente
con el efecto terapéutico y
son responsables de él
5HT y de NA, aunque las aminas secundarias bloquean con mayor potencia el transportador de noradrenalina (NAT) que las
aminas terciarias, mientras que respecto
del transportador de serotonina (SERT)
sucede lo inverso (Ver Tabla III).
Si bien se ha postulado al déficit de
monoaminas como el mecanismo que
explicaba la patogenia de los trastornos
depresivos, no puede explicarlos de manera exclusiva. El hecho de que drogas como
la cocaína o las anfetaminas11 carezcan de
eficacia antidepresiva, o el fenómeno de
que el efecto antidepresivo sea diferido12 y
no simultáneo al del bloqueo de la captación de aminas (que sucede a las pocas
horas de la administración del fármaco)
han sido sustento para objetar que el bloqueo de la captación sea la única condición
para producir el efecto antidepresivo. No
obstante, de no producirse el bloqueo de la
captación, no se originarían los subsiguientes cambios que se evidencian cuando se
administran antidepresivos tricíclicos. En
consecuencia, el bloqueo de la captación es
condición necesaria pero no suficiente para
el efecto antidepresivo de los antidepresivos tricíclicos, y es el puntapié inicial para
que se suceda una secuencia de eventos
que, ya sea como consecuencia directa del
bloqueo o como mecanismo compensatorio, conducirían ese efecto antidepresivo.
11. Asimismo, inhiben la captación de aminas.
12. En general, 14 a 21 días de la administración continuada.
76
HJ Bertera, N Fantacone // Farmacología de las drogas antidepresivas
Aumento de la disponibilidad de neurotransmisor en biofase
El aumento de la disponibilidad de neurotransmisor en biofase es consecuencia del bloqueo de la captación de aminas. Este mecanismo de recuperación presináptica es el de
mayor importancia en la finalización de la
acción de los neurotransmisores aminérgicos.
Disminución de la frecuencia de descarga en
los núcleos monoaminérgicos del tronco
encefálico
El aumento de la NA en la biofase produce mayor estimulación de los autorreceptores presinápticos 2 y, a mediano plazo,
una regulación en menos de los receptores
adrenérgicos b, con la consiguiente disminución de la tasa de disparos de las neuronas noradrenérgicas en el locus coeruleus
(LC). La disminución de la tasa de disparo
en el LC podría justificar la razón por la
cual resulta eficaz el uso de estas drogas
en el abordaje farmacológico de los trastornos por pánico. Dado que el LC posee
aferencias serotonérgicas, se explicaría la
eficacia de los bloqueantes de la recaptación de 5-HT en estos cuadros. Asimismo,
se ha demostrado la reducción del firing en
los núcleos del rafe (NR).
Disminución de la velocidad de recambio de
aminas
La disminución de la velocidad de recambio (turnover) de aminas estaría vinculada a
los mecanismos de feedback inhibitorio.
Los autorreceptores de los terminales y/o
somatodendríticos activados inducirían una
reducción en la velocidad de la síntesis y la
liberación del neurotransmisor.
Bloqueo de receptores -adrenérgicos
Si bien los antidepresivos tricíclicos pro-
ducen el bloqueo de los receptores 1 y 2,
las manifestaciones del bloqueo de receptores adrenérgicos que se traducen en
efectos adversos en la clínica se pueden
considerar derivados específicamente del
bloqueo de receptores 113 (el bloqueo de
este subtipo de receptor es aproximadamente 30 veces mayor que el de los receptores 2).
Es importante apreciar que, si bien las
afinidades de los antidepresivos tricíclicos
por los receptores M y 1 son marcadamente menores que los de las drogas
patrón, las dosis utilizadas en clínica son
capaces de producir algún grado de bloqueo de estos receptores. Podemos dividir
a los antidepresivos tricíclicos en tres grupos: un primer grupo de fármacos con
mayor afinidad por los receptores M que
por los 1 (protriptilina), un segundo grupo
de fármacos con mayor afinidad por los
receptores 1 que por los M (trimipramina,
doxepina, nortriptilina, amoxapina), y un
tercer grupo de fármacos con afinidad
similar (cociente de afinidades menor que
2) para ambos receptores (imipramina, clomipramina, amitriptilina, desipramina).
Bloqueo de receptores muscarínicos
Si bien el bloqueo M central es el responsable del efecto antiparkinsoniano de
varios fármacos del grupo, es importante
remarcar que el bloqueo M frecuentemente explica varias de las contraindicaciones y
efectos adversos de estos psicofármacos.
La afinidad de los distintos antidepresivos
tricíclicos para los receptores M es entre 9
y 500 veces menor que para la atropina, y
se halla un perfil de efectos atropínicos
más leve para las aminas secundarias que
para las terciarias.
13. La hipotensión arterial ortostática es la expresión clínica más representativa de este bloqueo.
EDITORIAL SCIENS
77
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
Bloqueo de receptores histaminérgicos
El bloqueo H1 es el de mayor relevancia
ya que determina muchos de los efectos
sedativos y el aumento de peso evidenciable con algunos de estos fármacos. La afinidad de los antidepresivos tricíclicos por el
receptor H1 varía considerablemente respecto a la de la difenhidamina (puede ser
desde 8 veces menor hasta 60 veces mayor).
Down regulation de los adrenoceptores b
Aunque en la actualidad se otorga mayor
jerarquía a la cascada de eventos que conduce a variaciones en la expresión génica
como pilar fundamental de la patogenia de
la depresión, la desregulación de los receptores b ha sido previamente propuesta como
parte esencial de las disfunciones neurobioquímicas en este trastorno, y existen ciertos aspectos que es necesario destacar.
La administración de antidepresivos tricíclicos produce una disminución de la densidad de receptores postsinápticos de noradrenalina y de receptores b-adrenérgicos
(en la corteza cerebral, el cerebro límbico,
el cerebelo, entre otras áreas). Este efecto
sería una respuesta adaptativa secundaria
al bloqueo de la captación, y se requieren al
menos 5 días de administración continua
para poder objetivar estos efectos.
El hecho de que ciertos antidepresivos no
tricíclicos exhiban regulación en menos y
otros no, y que la regulación descendente
de receptores suela producirse cronológicamente antes del comienzo del efecto
antidepresivo, favorecería la hipótesis que
postula que la down regulation de los adrenoceptores b postsináptica en el SNC no
resulta indispensable para lograr el efecto
antidepresivo.
Por último, en relación a lo anteriormente expuesto, es oportuno señalar que la
regulación en menos de adrenorreceptores
b requiere de la indemnidad de las vías
serotonérgicas centrales y forma parte de
la cascada de acciones del efecto antidepresivo de varios grupos de fármacos14 y
del electroshock.
Subsensibilidad del sistema generador de
AMPc
Cuando se administran antidepresivos tricíclicos, en un primer momento aumentan
los niveles de AMPc pero, luego de 5-7 días
de administración continua se evidencia
una notoria atenuación del incremento de
los niveles de AMPc secundario a la estimulación b15.
Entre los eventos moleculares probablemente asociados con la atenuación del
aumento de los niveles citosólicos de AMPc,
vale destacar:
• La disminución en la expresión de Gs.
• El desacople receptor-proteína Gs.
• La traslocación del nucleótido cíclico
del citosol al núcleo.
El hecho de que existan antidepresivos
que produzcan esta disminución de la
capacidad de respuesta del sistema de la
adenilil ciclasa a la estimulación b a pesar
de no modificar la densidad de los adrenoceptores b, entre otras cosas, confirman
que la subsensibilidad del sistema de la
adenilil ciclasa a la estimulación b es un
fenómeno independiente (al menos en
parte) de la down regulation de los adreno-
14. La regulación descendente del los b adrenorreceptores por la administración de antagonistas selectivos no
induce efectos antidepresivos.
15. Téngase presente que la estimulación b adrenérgica se asocia con la activación de una proteína Gs (proteína
G del subtipo s, estimuladora), que activa a la adenilil ciclasa, y aumenta el nivel intracelular de AMPc conduciendo a la transducción de la activación de dicho receptor.
78
HJ Bertera, N Fantacone // Farmacología de las drogas antidepresivas
ceptores b16.
Cambios en los adrenoceptores 
Si bien se ha propuesto una regulación en
menos 2 presináptica y/o subsensibilidad
de estos receptores y una subsensibilidad
1, existen investigaciones contradictorias
al respecto. (De haber cambios, no sería
ilógico atribuirlos a fenómenos adaptativos
en respuesta a las acciones precoces.)
Muchos expertos consideran que, para el
efecto antidepresivo, el balance entre la
sensibilidad de los receptores  y b podría
ser de mayor peso que los cambios inducidos en cada uno de los adrenoceptores de
manera individual.
Cambios en los receptores serotonérgicos
Debido a que la down regulation de
adrenoceptores b exige la indemnidad de
las vías serotonérgicas centrales, resulta
natural considerar que los cambios en los
sistemas adrenérgicos y serotonérgicos
están interrelacionados.
La administración crónica de antidepresivos produce: activar
• Reducción de la densidad de los receptores 5-HT2 postsinápticos.
• Subsensibilidad (down regulation) de los
autorreceptores somatodendríticos 5-HT1A17
y de los receptores presinápticos 5-HT1D.
• Aumento en la densidad y sensibilidad
de los receptores 5-HT1A postsinápticos en
el hipocampo.
Otros cambios a mediano-largo plazo
Asimismo, en la literatura se ha teoriza-
do sobre otras acciones que podrían estar
implicadas en el efecto antidepresivo, tales
como la disminución de los sitios de fijación
para imipramina-H3, la menor densidad de
sitios receptores benzodiazepínicos, dopaminérgicos presinápticos, el restablecimiento de la
tasa de disparo del LC18 y de los núcleos del
rafe, y el aumento en la cantidad de receptores para GABAb y opioides, entre otros.
Cascada de eventos intracelulares que determinan acciones genómicas y cambios en la
expresión génica
Acciones a nivel genómico
Ya fueron descriptas en el apartado de
mecanismo de acción de antidepresivos. El
aumento de la disponibilidad del neurotransmisor aminérgico en la biofase, a partir de las acciones tempranas, provoca la
activación de receptores postsinápticos
serotonérgicos y noradrenérgicos y, de esta
manera, estimulan la actividad de la adenilciclasa y producen un aumento de los
niveles de AMPc, mayor activación de la
PKA, que ocasiona la fosforilación de los
factores de transcripción, entre ellos la
proteína CREB19 (proteína de unión al gen
que regula el sistema del AMPc). El CREB
produce la activación de genes y factores
neurotróficos, entre ellos el BDNF (o FNDC:
factor neurotrófico derivado del cerebro).
Acciones farmacológicas y reacciones adversas
Efectos en el SNC
Efecto antidepresivo (ver apartado de efectos comunes a los antidepresivos)
Tras la administración de un antidepresi-
16. Por el contrario, la disminución de la producción de AMPc estimulada por la fosfokina, detectable en el hipocampo como consecuencia de la administración continua de varios antidepresivos sí es dependiente de la disminución de la densidad y función de los receptores b.
17. Regula la frecuencia de disparo neuronal en núcleos del rafe.
18. Reducido al comenzar el tratamiento.
19. Esta activación CREB puede inducirse, tanto de la forma descripta (vía AMPc a partir del estímulo de receptores serotonérgicos 5-HT4, 5-HT6 y 5-HT7, o b adrenérgicos) como por otras rutas, tales como la activación de
proteinkinasas calcio dependientes (a partir del estímulo de receptores serotonérgicos 5-HT2, o 1 adrenérgicos).
EDITORIAL SCIENS
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
vo tricíclico a un paciente con depresión, se
evidencia un efecto antidepresivo luego de
transcurrido el período de latencia20. Sin
embargo, su administración a un sujeto no
depresivo genera un estado general de
malestar21 sin que se desarrollen efectos
euforizantes o estimulantes del humor.
Los antidepresivos tricíclicos, al igual
que cualquier otro antidepresivo, pueden
promover incrementos en la frecuencia de
aparición de ideas o conductas suicidas o
autolesivas, especialmente al iniciar el
tratamiento, o cuando se realicen incrementos de dosis. Si bien esto no significa que
aumente la tasa de suicidios, se recomienda
que en estas situaciones (comienzo o cambio
de dosis en el tratamiento), se realice un
seguimiento con controles frecuentes del
paciente, pesquisando puntualmente la
aparición de ideas o gestos suicidas.
A menudo sucede que al inicio de la
administración de estas drogas se exacerban síntomas propios del cuadro que trata,
que, si bien son transitorios, pueden predisponer a discontinuar con el tratamiento
(cuadro distinto al de la taquicardia refleja a
la hipotensión ortostática que, en pacientes
con crisis de angustia, puede ocasionar cierta aprensión por malinterpretar el evento
como el inicio de una crisis de pánico).
Viraje (Inversión del estado de ánimo)
La frecuencia de presentación de este
efecto varía del 0.8 al 10.5 %22 de los
pacientes, y es más frecuente en aquellos
que presentan antecedentes de bipolaridad
(y esencialmente del subtipo bipolar II).
Activación de síntomas psicóticos
En correspondencia con lo previamente
expuesto, los tricíclicos pueden, en particular, recipitar fenómenos alucinatorios y un
incremento del vigor del contenido delirante del pensamiento.
Efectos globales sobre la actividad psicomotriz
La variedad de los efectos que los antidepresivos tricíclicos pueden producir sobre
la actividad psicomotriz incluye:
• Decaimiento (leve) en las funciones psicomotrices.
• Torpeza.
• Sensación de debilidad muscular generalizada.
• Disminución de la capacidad de reacción.
• Incoordinación.
• Inquietud psicomotriz.
• Agitación.
Estos efectos pueden ser la razón de la
suspensión del fármaco. No obstante, al
indicar dosis iniciales bajas, con reajustes
progresivos, se evitan muchas de estas
manifestaciones y en caso de presentarse,
desaparecen gradualmente con la discontinuación del tratamiento.
Efecto sedativo
Las aminas terciarias tienen propiedades
sedativas más pronunciadas que las aminas secundarias23, y esta acción a menudo
desarrolla tolerancia en 1 o 2 semanas de
tratamiento.
Efectos sobre el sueño
En línea con lo mencionado anteriormente, los tricíclicos mejoran los trastornos
20. En promedio a las 2 a 3 semanas de tratamiento continuado.
21. Embotamiento del sensorio, sedación, sueño, torpeza, astenia, sequedad de boca, dificultades en la acomodación visual, entre otras.
22. Mayor que cuando se prescriben ISRS o bpropión.
23. Asociada al bloqueo de los receptores H1 y 1.
80
HJ Bertera, N Fantacone // Farmacología de las drogas antidepresivas
del sueño secundarios al cuadro depresivo
(como consecuencia de la mejoría del estado depresivo).
Por otra parte, según la potencia del bloqueo de los receptores H1 y 1 en SNC,
cada agente podrá generar mayor o menor
efecto hipnosedante. Los antidepresivos tricíclicos cuya estructura química corresponde a la
de aminas terciarias en su mayoría
pertenecen el grupo de los antidepresivos
tricíclicos sedativos (con propiedades hipnógenas más marcadas) y son de administración preferencial nocturna, mientras que
aquellos cuya estructura química corresponde
a la de aminas secundarias en su mayoría
pertenecen al grupo de los desinhibidores
(también denominados psicotónicos) y son
de administración preferencial matutina.
Asimismo, los antidepresivos tricíclicos
sedativos
• Disminuyen del número de despertares
• Incrementan el sueño de etapa 4
• Demoran la aparición del sueño REM
• Reducen la etapa REM
• No se recomienda usarlos como hipnóticos en el insomnio que no es secundario a
depresión.
Tanto las consecuencias sobre el sueño
debido a la mejoría del cuadro de base,
como los efectos adversos descriptos como
suelen remitir (desarrollo de tolerancia)
luego de 1 a 2 semanas y, en consecuencia,
irán desapareciendo cuando aparece el
efecto antidepresivo.
Efectos sobre la memoria
En pacientes de edad avanzada son frecuentes las fallas de memoria de tipo lacunar (asociado al bloqueo muscarínico)24 y
asimismo pueden coexistir fallas atencionales
(favorecidas por la sedación inducida por el
bloqueo H1 y 1 adrenérgico).
Efectos sobre el EEG y el umbral convulsivo
Se ha observado que, si se administran
altas dosis, la incidencia de crisis convulsivas (o bien de signos de sobreestimulación)
puede alcanzar cifras del 1 %. Estas últimas se observan más frecuentemente en
casos de sobredosis, o bien, a dosis terapeúticas pero en pacientes predispuestos
(epilépticos, pacientes con lesiones cerebrales por ejemplo).
A dosis bajas, predominan los cambios
de tipo sincronizador del EEG (o sea, se
corrige la desincronización observada a
nivel electroencefalogáfico en muchos
pacientes depresivos).
Efectos sensoriomotrices
El temblor es fino, rápido, continuo, que
afecta sobre todo a los miembros superiores25
(en especial, las manos) y, mucho más
raramente, a la lengua y a los miembros
inferiores, es uno de los efectos adversos.
También pueden generar mioclonus de
moderada intensidad, parestesias, cefaleas,
sensación de opresión cefálica (en banda) y
síndromes vertiginosos, entre otros.
Toxicidad central de los antidepresivos
Consiste en un síndrome confusional por
efecto anticolinérgico que puede ocurrir
generalmente en pacientes predispuestos
(ancianos, etcétera) o en casos de sobredosis, o ancianos. Generalmente el cuadro se
presenta con fallas mnésicas de tipo lacunar o anterógrado, progresando hacia una
confusión con desorientación, alucinaciones, incoherencia asociativa, delirium,
24. Puede representar el comienzo de un cuadro confusional de tipo atropínico.
25. Aparentemente, sería debido a estimulación b-adrenérgica a nivel muscular. Se trataría con dosis bajas de
propranol.
EDITORIAL SCIENS
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
alteraciones del nivel de conciencia26. La
presencia de síntomas confusionales representa una de las indicaciones de suspensión inmediata del antidepresivo, y puede
requerir incluso varios días para la desaparición de los síntomas.
Efectos cardiovasculares
La hipotensión ortostática debida al bloqueo 1, principalmente, es uno de los
efectos adversos que se observa con mayor
frecuencia. El cuadro suele iniciarse con
mareos, vértigos o inestabilidad postural,
taquicardia refleja ante bruscos cambios de
posición, etcétera. En ancianos y pacientes
predispuestos (por ejemplo: deshidratados)
pueden presentarse hipotensión grave e,
incluso, colapso que puede llegar a ser criterio de suspensión la droga. Si bien la
hipotensión ortostática suele desarrollar,
en forma parcial, tolerancia, se debe advertir al paciente, los familiares y las enfermeras, con el fin de que adopten las medidas de precaución necesarias para evitar
caídas. Por último, resulta interesante
plantear el papel de la depresión en la
fisiopatogenia de la hipotensión postural, a
raíz de que pacientes no depresivos tratados con imipramina presentaron menor
frecuencia de hipotensión postural que
aquellos que la reciben por presentar una
depresión.
Efectos sobre el ECG
Es importante subrayar los efectos de los
antidepresivos tricíclicos sobre el ECG (fundamentalmente en pacientes que reciben
altas dosis, en casos de sobredosis, o en
pacientes que posee trastornos de la conducción previos). Los antidepresivos tricíclicos:
• Prolongan el intervalo PR (por enlentecimiento de la conducción intraventricular).
• Prolongan la duración del complejo
QRS (con el consiguiente aumento del
intervalo sistólico).
• En casos de dosis altas o sobredosis
producen un aplanamiento de la onda T (T
isoeléctrica o negativa), depresión del segmento ST y aleteo o fibrilación auricular.
• Efecto quinidino símil (efectos de membrana similares a los de los antiarritmicos
del grupo I-A).
Esta propiedad se asocia a efectos
antiarrítmicos o arritmogénicos, según las
dosis y las condiciones previas del miocardio, y debido a su capacidad de bloqueo de
canales iónicos (canales rápidos de sodio)
No se recomienda su indicación en pacientes
con bradiarritmias, con bloqueo AV de
primer grado (a menos que el paciente presente un marcapasos) ni después de un
infarto agudo de miocardio.
Efectos a nivel del aparato digestivo
Producen xerostomía27 y trastornos del
gusto (sabor metálico o agrio). Ambos se
encuentran en relación al bloqueo M1 que
presente la droga. Debido a que muchos
pacientes disminuyen la xerostomía al
mejorar la depresión, se considera la posibilidad de que pueda ser parte de la sintomatología propia del cuadro depresivo.
Además, es uno de los efectos adversos
más frecuentes del placebo.
Efectos sobre el estómago y el esófago
Disminuyen el tono de los esfínteres
esofágicos y gástricos. Se debe tener en
cuenta estos efectos en individuos con
antecedentes de hernia hiatal. Asimismo,
26. Puede observarse disartria, hipo o hiperreflexia, nistagmus, alucinaciones visuales, y cuadros de excitación
psicomotriz, aunque son muy poco frecuentes.
27. Como efectos secundarios a la sequedad de boca, pueden observarse moniliasis, aumento de la incidencia de
caries dentales, y han sido descriptas glositis, estomatitis, y ulceraciones bucales.
82
HJ Bertera, N Fantacone // Farmacología de las drogas antidepresivas
producen enlentecimiento del vaciado gástrico.
Efectos sobre el intestino
Pueden reducir la motilidad gastrointestinal y generar así constipación de distinta magnitud (por bloqueo M) e incluso
pueden llegar al íleo adinámico (más frecuente
en ancianos durante la hospitalización).
Hepatotoxicidad
La ictericia no es una manifestación frecuente, y si se presenta puede ser debida a
colestasis intrahepática. Puede haber aumentos transitorios de las transaminasas (más
frecuentemente en mujeres de edad avanzada), así como aumentos en la fosfatasa
alcalina.
Efectos urológicos
Puede evidenciarse aumento de la
capacidad de retención vesical y retención
urinaria28. En la literatura se han publicado
casos de obstrucción urinaria en recién
nacidos cuyas madres recibieron antidepresivos tricíclicos durante el embarazo.
En el tratamiento de la enuresis infantil
actual, estas drogas han quedado relegadas a un segundo plano.
Efectos sexuales
Las aminas terciarias ocasionan efectos
adversos sexuales con mayor frecuencia
que las aminas secundarias.
Los efectos de mayor incidencia son: la
inhibición del deseo sexual y el retardo en
la eyaculación y/o en el orgasmo. Con menor
frecuencia, la impotencia total o parcial y los
trastornos eyaculatorios (eyaculación
dolorosa, eyaculación retrógrada). De todos
modos, lo anteriormente expuesto debe ser
considerado a la luz de la consideración
que al mejorar la sintomatología depresiva
a menudo se observa una recuperación de
las funciones sexuales previamente afectadas por la depresión.
Efectos sobre el aparato respiratorio
A las dosis terapéuticas, no hay afección
de los centros respiratorios. La sequedad
de mucosas (nasal y traqueobronquial) se
corresponde con el bloqueo muscarínico e
histaminérgico y sólo excepcionalmente
pueden producir dificultades respiratorias.
En los pacientes con diagnóstico de asma
bronquial puede observarse, una disminución en la cantidad de secreciones respiratorias con aumento de la viscosidad del
esputo y cierto efecto broncodilatador, que
puede contribuir a una disminución de las
dosis de broncodilatadores.
Efectos oculares
Los efectos más frecuentes son los
trastornos en la acomodación y la visión
borrosa, y son debidos al bloqueo muscarínico. El efecto más temido es el aumento de la
presión intraocular, fundamentalmente en
pacientes con glaucoma de ángulo estrecho donde la presión intraocular puede
aumentar aún con dosis bajas.
Efectos sobre la sudoración
El efecto más común es la hipersecreción
facial29 y toráxica (en relación a la actividad
adrenérgica). No obstante también pueden producir disminución de la sudoración (bloqueo M).
Efectos endócrinos y metabólicos
El aumento de peso es uno de los efectos
adversos más frecuentemente observado
cuando se administran antidepresivos tricíclicos (en el 12-25 % de los casos) y la ganan-
28 Las altas dosis de tricíclicos, la edad avanzada y la patología prostática previa son factores que predisponentes.
29. Puede detectarse en 20-30 % de los pacientes asociada o no a “llamaradas” de calor, sofocones, etcétera.
EDITORIAL SCIENS
83
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
cia ponderal no guarda relación con el
antecedente de pérdida de peso por la
depresión. Existe una ganacia ponderal inicial, producida de forma brusca (coadyuvado por la mejoría en el humor y el apetito)
y, posteriormente, un aumento más lento
pero constante que algunas veces alcanza
cifras de 0,5 a 1 kg/mes. Además, se evidencia una mayor avidez descripta por los
hidratos de carbono 30 que no parece
corresponderse con estados de hiperinsulinemia o hipoglucemia que podrían precipitarla. Se ha hipotetizado sobre los
mecanismos que podrían desencadenarla y
se mencionan:
• Efectos pronoradrenérgicos sobre
receptores  centrales
• Inhibición del centro de la saciedad
• Bloqueo H1 central
La hiperglucemia es rara (disminución de
la secreción de insulina como por menor
sensibilidad secundaria al aumento de
catecolaminas).
También ha sido descripta la ginecomastia, galactorrea, amenorrea (más frecuentemente con la Amoxapina), por hiperprolactinemia y rara vez alteraciones en la liberación de
hormona antidiurética.
Efectos hematológicos
La aceleración de la velocidad de sedimentación globular, leucocitosis, leucopenia, agranulocitosis, monocitosis, eosinofilia,
trombocitopenia son los efectos que se
manifiestan con mayor frecuencia. De
manera excepcional pueden producir anemia aplástica.
Efectos dermatológicos y alérgicos
Prurito, la urticaria, eritema, exantemas,
edema angioneurótico, vasculitis cutánea,
fotosensibilidad y/o ictericia son los efectos
dermatológicos más observados. La fotosensibilidad (con reacción eritematosa y
edema en zonas expuestas a la luz solar),
es cruzada con otros psicofármacos y polivalente. Suele remitir al suspender la
droga31.
Intoxicación aguda
Aproximadamente el 25 % de los intentos
de suicidio se realiza por medio de una
sobreadministración de antidepresivos; y
aunque la mortalidad global de intentos de
suicidio realizados con antidepresivos tricíclicos no sobrepase cifras del 3 %, es innegable
el elevado riesgo de este grupo de psicofármacos32: una dosis solamente 10 veces
mayor a la dosis diaria puede ser mortal.
Las altas cifras de incidencia de sobredosis
accidental en niños, no dista de ser un dato
alarmante.
El cuadro comienza con clínica de una
intoxicación de tipo atropínico, en general
entre 1 y 2 h postingesta, a la que, habitualmente, se suman signos de neurotoxicidad
y cardiotoxicidad, que si bien generalmente
no se extienden más allá de las primeras
24 h, deben extremarse los controles
durante 72 h (Se han descripto la aparición
de arritmias hasta los 7 días del cuadro).
Las manifestaciones clínicas características comprenden la tríada: síndrome anticolinérgico, signos derivados de la toxicidad cardiovascular y signos derivados de
la neurotoxicidad (ver Figura 6). En los
casos fatales, la muerte se produce por
paro cardíaco y/o arritmias.
Otras manifestaciones pueden ser acidosis metabólica, hipoxia, depresión respira-
30. Independientemente de la edad y sexo de paciente.
31. No obstante, ciertos pacientes pueden no necesitar la presencia posterior del fármaco para desencadenarla
ante la exposición a la luz.
32. Mayor que los ansiolíticos y los antipsicóticos.
84
HJ Bertera, N Fantacone // Farmacología de las drogas antidepresivas
FIGURA 6
Cuadro clínico intoxicación aguda por antidepresivos tricíclicos
Intoxicación aguda con
antidepresivos tricíclicos
Síndrome
anticolinérgico
Cardiotoxicidad
Neurotoxicidad
- Midriasis
- Ciclopejía
- Sequedad de mucosas y piel
- Ileo paralítico
- Retención urinaria
- Hiperpirexia
- Taquicardia sinusal
- Arritmias auriculares
- Psicosis tóxica confusional
- Hipotensión arterial marcada
- Taquicardia
- Arritmias ventriculares
- Ensanchamiento del QRS
(proporcional a la gravedad de
la intoxicación)
- Bloqueo A-V
- Asistolis
- Inquietud y agitación inicial
- Cuadro de confusión
- Delirio
- Alucinaciones
- Desorientación
- Hiperreflaxia (tardía)
- Convulsiones (tardía)
- Coma
toria; a veces, distonías o hiperreflexia.
El tratamiento sintomático y debe necesariamente efectuarse en unidades de
cuidados intensivos. La recomendación es
no utilizar fisostigmina para tratar el síndrome atropínico (puede inducir bradicardias riesgosas y asistolia) como tampoco
los depresores cardíacos, los simpaticométicos (potenciación con los antidepresivos tricíclicos) y los antiarrítmicos del
grupo I-A que potencian la cardiotoxicidad.
Farmacocinética
Absorción y biodisponibilidad
Presentan buena absorción por vía oral,
ya que son altamente lipofílicos (estructura
de tres anillos insaturados)*. La absorción
se realiza en el duodeno en su mayor parte.
La biodisponibilidad por vía oral resulta
diferente para cada droga, hecho que se a
asocia a posibles diferencias en la eliminación presistémica. El Tmáx es de 2 a 8
horas luego de la toma aunque, cuando se
lo administra de forma continuada puede
existir un retardo en el vaciamiento gástri-
co (efecto anticolinérgico), y la velocidad de
absorción puede enlentecerse llegando a
presentar Tmáx que pueden diferir 12
horas (o más) luego de la administración33.
Distribución
Presentan una distribución generalizada
y no uniforme. A excepción de los recién
nacidos y los niños que tienen menor fracción de droga unida a proteínas, estos fármacos presentan una unión a proteínas
plasmáticas mayor del 90 %. Asimismo
presentan altos volúmenes aparentes de
distribución (Vd) de varios L/kg. Las concentraciones que alcanzan en leche materna no difieren en demasía a las que se
encuentran en plasma razón por la cual, se
recomienda que las madres que no amamanten a sus hijos durante el tratamiento
con estas drogas.
Biotransformación y eliminación
La biotransformación microsomal hepática es la principal vía de eliminación de los
antidepresivos tricíclicos. El t½ se modifica
33. Considerar en casos de sobredosis de antidepresivos tricíclicos.
*: Si se las administra por vía intramuscular la nortriptilina y la desipramina se absorben de manera irregular;
no así la imipramina, la clomipramina y la amitriptilina que se absorben adecuadamente.
EDITORIAL SCIENS
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
según la droga y suele ser mayor en
pacientes de edad avanzada. Se metabolizan a través de CYP1A2 y el CYP2D6, que
determinan procesos de hidroxilación y
desmetilación, previo a su conjugación34.
Las aminas terciarias son N-desmetiladas,
dando origen a aminas secundarias, también activas, pero cuya potencia para la inhibición de la recaptación serotonérgica y noradrenérgica difiere respecto de las primeras.
Desmetilación Conjujación
Aminas 3° ® Aminas 2° ® Metabolitos
Las velocidades de las mencionadas oxidaciones están predeterminadas por marcadores genéticos individuales, es por ello
que los sujetos que presentan isoenzimas
que oxidan lentamente los fármacos antidepresivas, pueden presentar toxicidad con
dosis menores a las usuales, y mayor riesgo de padecer arritmias cardíacas (véase
intoxicación aguda), debiéndose usar dosis
más bajas. Asimismo, la inhibición de estas
isoenzimas por otros factores, puede conllevar a un aumento de riesgo de toxicidad,
al promover aumentos en las concentraciones plasmáticas y/o vida media de los
tricíclicos.
La fracción de la dosis excretada por
orina sin metabolizar es, generalmente,
menor del 2 % y en ningún caso supera el 4 %.
Interacciones medicamentosas
Las mismas se evidencian en la Tabla IV.
Contraindicaciones
Absolutas
• Infarto de miocardio reciente .
• Embarazo.
• Hipersensibilidad a los antidepresivos tricíclicos.
• Síndromes confusionales.
Relativas
• Cardiopatías graves no controladas
• Arritmias cardíacas
• Antecedentes de hipotensión arterial grave
• Hipertrofia de próstata
• Glaucoma de ángulo estrecho
• Ileo paralítico
• Epilepsia no controlada
• Hepatopatias
• Nefropatias.
Indicaciones
Psiquiátricas
• Trastornos depresivos.
• Trastornos de pánico (con o sin agorafobia asociada).
• Trastornos fóbicos.
• Trastorno obsesivo-compulsivo.
• Trastornos postraumáticos.
• Enuresis.
• Trastorno disfórico premenstrual.
• Coadyuvantes en la bulimia nerviosa.
• Trastornos por deficit de atención en la
infancia (con o sin hiperactividad).
No psiquiátricas
• Tratamiento de dolores crónicos (especialmente cuando el dolor se presenta como
equivalente depresivo).
Está descripta la utilización de algunos
antidepresivos tricíclicos en cuadros de
migraña, colon irritable, dismenorreas, dolor
pelviano crónico, etcétera. Sin embargo, se
deben tener en cuenta los riesgos arritmogénicos potenciales.
Inhibidores de la monoaminooxidasa
Este grupo de antidepresivos incluye fármacos disímiles, que tienen por característica común la de inhibir la desaminación
oxidativa de aminas naturales.
Las monoaminooxidasas (MAO)
Las monoaminooxidasas (MAO) son un
34. Los inhibidores de estas isoenzimas pueden promover incrementos en las concentraciones plasmáticas y/o
vida media de los tricíclicos, con mayor riesgo de toxicidad.
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HJ Bertera, N Fantacone // Farmacología de las drogas antidepresivas
TABLA 4
Interacciones medicamentosas de los antidepresivos tricíclicos
IMAO
Etanol
Barbitúricos
Tabaco
Rifampicina
Griseofulvina
Doxicilina
Benzodiazepinas
Bloqueantes H1
Depresores del SNC
Baclofeno
Antopsicóticos fenotiazínicos
Metilfenidato
Cimetidina
Disulfiram
Isoniazida
Cloranfenicol
Anticonceptivos esteroides
Testosterona
Fluvoxamina
Fluoxetina
Paroxetina
Sertralina (altas dosis)
L-DOPA
Anticoagulantes orales
Agonistas adrenérgicos
Soluciones anestésicos locales
con adrenalina
Metildopa
Clonidina
Diuréticos
Bloqueantes M
Bloqueantes H1*
Quinidina*
Fenoxinbenzamina*
Fenotiazinas alifáticas y piperidinínicas*
Tiroxina
Triiodotironina
Litio
Carbamazapina
Antiarrítmicos I-A
Carbón activado
- Crisis aguda: hipertermia, hipertensión, hiperreflexia, convulsiones, coma y muerte (mecanismo no aclarado). Crónicamente: mayor incidencia de aumento del peso corporal, potenciación del bloqueo M, mayor toxicidad de los antidepresivos tricíclicos (por inhibición de su
metabolismo).
- Potenciación de la depresión del SNC. Disminución de las concentraciones de antidepresivos tricíclicos (por inducción enzimática).
- Disminución de las concentraciones de antidepresivos tricíclicos (por inducción enzimática).
- Sobresedación, sueño, trastornos de la memoria y de la motricidad (por potenciación de
efectos de depresores del SNC).
- Potenciación de la hipotonía muscular.
- Aumento de los niveles séricos de los antidepresivos tricíclicos (por inhibición del metabolismo microsomal). Mayor riesgo de toxicidad (especialmente en ancianos, niños, desnutridos y deshidratados).
- Aumento de las concentraciones plasmáticas de los tricíclicos, con aumento de los efectos
adversos y de la toxicidad (por inhibición al CYP1A2).
- Aumento de las concentraciones plasmáticas de los tricíclicos, con aumento de los efectos
adversos y de la toxicidad (por inhibición al CYP2D6).
- Retraso de la absorción del antiparkinsoniano (por retardo en la evacuación gástrica por
bloqueo muscarínico).
- Aumento de potencia anticoagulante (por mayor absorción secundaria al retardo del transito intestinal por bloqueo M).
- Potenciación de los efectos simpaticomimeticos. Hipertensión (por inhibición de la captación neuronal de aminas por los antidepresivos tricíclicos).
- Mayor riesgo de hipotensión por fenómeno de Dale (debido al efecto bloqueante ).
- Disminución o reversión del efecto antihipertensivo (por el efecto bloqueante 2 de los antidepresivos).
- Hipotensión pronunciada por bloqueo 1 (antidepresivos tricíclicos) en un paciente con
depleción de volumen.
- Suma de efectos anticolinérgicos. Mayor incidencia de taquiarritmias y de síndrome de confusión mental.
- Potenciación del efecto antidepresivo y mayor riesgo de taquiarritmias.
- Potenciación del efecto antidepresivo en algunos pacientes (mecanismo no dilucidado).
- Mayor riesgo de bloqueo A-V y de taquiarritmias. Interacción potencialmente letal.
- Disminución de la biodisponibilidad oral de los antidepresivos tricíclicos (por adsorción del
Carbón activado en el tubo digestivo).
* por bloqueo M
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grupo de flavoproteínas presentes en la
cara externa de la membrana mitocondrial.
Estas isoenzimas, utilizando como cofactor
flavina-adenina-dinucleótico (FAD), catalizan
la desaminación oxidativa de aminas primarias a aldehídos.
Generalmente el aldehído se oxida al
respectivo ácido carboxílico por acción de
una aldehído deshidrogenasa. Menos frecuentemente el aldehído se reduce al alcohol primario (glicol deaminado) por acción
de una aldehído reductasa.
La actividad de MAO
• Aumenta con la edad
• Disminuye en situaciones de estrés
• Es influenciada por varias hormonas
circulantes.
Se distinguen dos tipos de MAO (Tabla V).
La recaptación de aminas se encuentra
acoplada a la MAO-A mitocondrial de las
terminaciones nerviosas. El acceso de un u
otro sustrato deriva de que éstos penetran
en los compartimientos por mecanismos
selectivos como es el caso de los transportadores Na+ dependientes de NA, DA y
5-HT35 ubicados a nivel de las respectivas
terminaciones nerviosas.
Las MAO, normalmente no sólo inactiva a
las catecolaminas y 5-HT, sino también a la
tiramina, triptamina, feniletilamina, etcétera,
aminas de estructura semejante que provienen
de la ingesta de alimentos, o bien son producidas por acción bacteriana intestinal,
que pueden ser potencialmente tóxicas.
Los inhibidores de la MAO se dividen
según varios criterios: los IMAO clásicos
son inhibidores no selectivos (es decir,
interfieren con la actividad de la MAO-A y
MAO-B). Los nuevos IMAO son inhibidores
selectivos de la enzima (los IMAO-A selectivos son eficaces en el tratamiento de los
trastornos depresivos).
Clasificación de los inhibidores de las MAO
Los IMAO pueden dividirse en tres grupos:
Los IMAO hidrazínicos son inhibidores
irreversibles de la enzima.
Las propargilaminas (pargilina, clorgilina, selegilina) se unen de manera estable
al grupo prostético (flavina) de la MAO inactivándolo, lo cual ocasiona una inhibición
que resulta prácticamente irreversible.
La tranilcipromina, un análogo de la anfetamina, se comporta como un inhibidor
reversible 36. En este último caso el
restablecimiento de la actividad enzimática
es mucho más rápido que para los dos gru-
TABLA 5
Tipos de MAO y características
Tipo de MAO
Localización predominante*:
Sustratos preferenciales
MAO A
Algunos sitios del SNC, en las varicosidades
adrenérgicas, ganglio cervical superior,
intestino, placenta e hígado
La 5-HT, la adrenalina, la NA, la tiramina, la
DA y sus inhibidores selectivos, la clorgilina
(irreversible) y la moclobemida (reversible).
MAO B
En el sistema dopaminérgico nigroestriatal y
algunas otras zonas del SNC, en la pineal y
en las plaquetas.
Feniletilamina (FEA), la benzilamina, la tiramina, la DA y sus inhibidores selectivos, la
selegilina (irreversible) y la caroxazona
(reversible).
* En cuanto a la localización conviene destacar que ambas isoenzimas se expresan tanto a nivel del SNC como a
nivel periférico, pudiendo ser distintos los sustratos que acceden a ambos tipos de isoenzimas.
35. NAT, DAT y SERT respectivamente.
36. Actuando in vivo.
88
HJ Bertera, N Fantacone // Farmacología de las drogas antidepresivas
pos anteriores.
Los inhibidores selectivos reversibles de
la MAO-A o de la MAO-B son típicos inhibidores
enzimáticos reversibles.
Esta acción inmediata es la que promueve la cascada de eventos descriptos
que genera los efectos diferidos a nivel
genómico.
Consecuencias precoces o tempranas de la inhibición de
la MAO
- Aumento de la disponibilidad de neurotransmisores en la biofase
La inhibición del catabolismo de NA, DA,
5-HT37, sustratos naturales de la enzima,
produce un aumento de su disponibilidad a
nivel cerebral. Este aumento genera una
mayor inhibición de la reacción limitante de
su síntesis, y con ello una disminución en el
recambio del neurotransmisor.
- Potenciación de los efectos de precursores de aminas biógenas y aminas simpaticomiméticas
Si en este contexto de inhibición del
catabolismo de aminas se administran precursores de aminas, por ejemplo, L-DOPA,
se producen acciones más marcadas del
producto final. Asimismo, la NA y la adrenalina administradas como fármacos, son
captadas por las varicosidades adrenérgicas y, la menor degradación de estas por la
MAO resulta en un aumento de su disponibilidad en biofase y de sus efectos.
FIGURA 7
- Aumento de la síntesis del cotransmisor octopamina (Figura 7).
Efecto tiramínico
La ingesta de distintos alimentos provee
el ingreso de menor o mayor cantidad de
tiramina alorganismo (ver luego en este
capítulo). En condiciones normales, la
tiramina es degradada por las MAO intestinal y hepática, pero al inhibirse la MAO, la
tiramina proveniente de los alimentos no se
degrada de manera suficiente, y esto resulta en una proporción anormalmente alta de
tiramina que alcanza por vía sanguínea las
terminaciones adrenérgicas. Es en estas
terminaciones, donde la actividad de la
enzima también se encuentra bloqueada,
entonces la tiramina ingresa en la vesícula
y desplaza a la NA, y puede originar un
grave cuadro hipertensivo38.
Esta NA que es desplazada de la vesícula
sináptica, en condiciones normales una
parte sería metabolizada por la MAO, mientras que otra pasará a la hendidura sináptica (liberación calcio independiente o
tiramínica) pero, en el contexto del bloqueo
de la MAO, la proporción que pasa a la hendidura sináptica es mayor, y esto explica la
potenciación de los efectos de todas las
aminas adrenérgicas de acción indirecta o
mixta (por ejemplo, anfetamina, efedrina).
Consecuencias mediatas o tardías de la inhibición de la MAO
- Down regulation de los adrenoceptores
( y b1)
- Subsensibilidad del sistema de formación de AMPc.
- Cambios a nivel de receptores serotonérgicos (down regulation de los 5-HT1A
presinápticos).
- Otras.
37. Los cambios de los niveles de 5-HT parecen ser más precoces que los de catecolaminas.
38. También denominado síndrome del queso.
EDITORIAL SCIENS
89
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
Efectos a mediano y largo plazo de los IMAO
De manera análoga a lo descripto para
los antidepresivos tricíclicos, tras la administración continuada de IMAO se produce una
cascada de eventos intracelulares que
establecen acciones genómicas y con ellas
cambios en la expresión génica que determinan el efecto antidepresivo.
Acciones farmacológicas y efectos adversos
Efectos en el SNC
Efecto antidepresivo: la tranilcipromina
puede presentar acciones estimulantes de
tipo anfetamínico, razón por la cual simula
exhibir una respuesta más precoz que la de
otros antidepresivos. Este efecto dista de
ser efecto antidepresivo per se y tiene lugar
fundamentalmente en la primera semana
de tratamiento.
Otros efectos psiquiátricos
El switch maníaco (viraje del humor a un
cuadro de tipo maníaco) es equivalente al
de los antidepresivos tricíclicos, y en
pacientes psicóticos puede existir una
reactivación de la sintomatología delirantealucinatoria.
Efectos globales sobre la actividad psicomotriz
Ansiedad, nerviosismo, experiencia subjetiva de aceleración del pensamiento e
insomnio son efectos observados a menudo
asociados al perfil estimulante de estos agentes.
No obstante un tercio de los pacientes presenta sedación y en un porcentaje menor
de pacientes fue descripta la astenia, sensación
de debilidad, fatiga y déficit de la iniciativa.
Efectos sobre el EEG y el umbral convulsivo
A dosis terapéuticas los IMAO no inducen
cambios significativos en el EEG, como tampoco alteran en gran medida el umbral
convulsivo. Cuando se alcanzan niveles de
droga suficientes para inhibir la glutamato
descarboxilasa –GAD39, con los derivados
hidrazínicos pueden inducir convulsiones
(sobredosis).
Efectos sobre el sueño
Pueden ser propios de un perfil específico de acciones sobre el sueño o bien
secundarios a la mejora del cuadro depresivo. La característica de estos fármacos es
la supresión del sueño REM, razón por la
cual son de utilidad en el abordaje terapéutico de la narcolepsia. La moclobemida, al
prolongar los estadíos 1 y 2 del sueño noREM, alarga su latencia40. Muchos pacientes
al iniciar el tratamiento (especialmente con
la tranilcipromina) presentan despertares
frecuentes, asociados a somnolencia diurna por lo cual la prescripción de la mayor
parte de la dosis por la mañana constituye
una estrategia terapeútica efectiva.
Efectos sensoriomotrices
Las cefaleas son una manifestación frecuente, y la primera conducta ante esta
presentación debe ser la de descartar el
episodio hipertensivo secundario a transgresiones de las prohibiciones dietéticas, o
a interacciones farmacológicas.
Las neuropatías periféricas son una
expresión de un déficit de piridoxina que
produce la fenelzina y otros IMAO hidrazínicos. Clínicamente se manifiestan como un
cuadro de polineuritis que puede afectar a los
miembros superiores e inferiores y puede verse
asociado a parestesias, dolor, déficit motor
moderado y, ocasionalmente, hiperreflexia.
Finalmente, los IMAO son de utilidad en
el tratamiento del dolor crónico y difuso
dado que elevan el umbral de percepción
de estímulos dolorosos41.
39. Con la consiguiente disminución de la síntesis de GABA.
40. Sin modificar en forma significativa la duración del sueño REM.
41. Efecto que se produce por el aumento de la disponibilidad de 5-HT en las sinapsis de las neuronas del rafe.
90
HJ Bertera, N Fantacone // Farmacología de las drogas antidepresivas
Toxicidad central
Si bien infrecuente, y asociado a pacientes
con factores de riesgo (deshidratados,
ancianos, con lesiones cerebrales) los
IMAO pueden predisponer a la aparición de
un síndrome de excitación de diversos grados de intensidad. Este puede manifestarse
como una simple irritabilidad con temblor,
mareos y disartria leve, o llegar a presentarse con excitación psicomotriz, alucinaciones, mioclonías, hipertonía muscular e
hiperreflexia.
Los síndromes confusionales son raros42
y desaparecen luego de varios días de suspensión de la droga.
Efectos cardiovasculares
Los IMAO pueden frecuentemente producir hipotensión arterial ortostática, de
aparición gradual, de desarrollo progresivo,
y más tardía que la de los antidepresivos
tricíclicos43. Si bien en la mayoría de los
casos es leve y tolerable, no suele desarrollar
tolerancia, y pueden inducir hipotensión en
posición supina. Es más frecuente en
ancianos (en ellos el 5 %-10 % puede acompañarse de vértigo postural).
Se considera que el mecanismo básico
de producción de la hipotensión consiste en
la acumulación en las vesículas sinápticas
del cotransmisor octopamina (agonista
parcial de receptores adrenérgicos) que al
liberarse con noradrenalina se comporta
como antagonista parcial, entonces la
hipotensión constituye el efecto neto sobre
la regulación de la presión arterial. Sin
embargo, se han propuesto varios mecanismos para el efecto hipotensor de los IMAO:
1. Aumento de la síntesis de octopamina
Dada la desviación en el metabolismo de
las catecolaminas (como consecuencia de
la inhibición de la MAO), los sustratos se
desvían hacia la síntesis de FEA, tiramina, y
octopamina. Esta última se irá acumuladando progresivamente en las vesículas
sinápticas hasta que se libera con la NA
como cotransmisor44.
2. Bloqueo parcial de la transmisión ganglionar: En los ganglios simpáticos la DA no
puede ser degradada y, por consiguiente,
aumenta la inhibición producida por las
células SIF (interneuronas dopaminérgicas
denominadas células pequeñas intensamente fluorescentes). Se induce así un
potencial postsináptico inhibitorio lento que
hiperpolariza la neurona postsináptica. En
consecuencia, ante el estímulo colinérgico
de los nervios preganglionares, disminuye
la frecuencia de descargas de la neurona
postsináptica que conlleva al mencionado
efecto hipotensor.
3. Disminución del recambio o turnover
de NA por inhibición de la tirosina hidroxilasa por producto.
4. Incremento en la estimulación adrenérgica en SNC (a consecuencia de la
mayor disponibilidad de NA en la biofase).
5. Inhibición de la liberación de NA por el
estímulo nervioso (efecto bretílico o simpaticopléjico).
No obstante, según la dosis administrada
o interacción que exista entre los IMAO y
otros agentes, puede ser factible la inducción de hipertensión arterial.
Efectos en el miocardio
Los IMAO no desarrollan efectos importantes sobre la conducción cardíaca, no
poseen actividad quinidino-símil, y pueden
promover taquicardia refleja secundaria a
la hipotensión arterial. En el electrocardiograma generan alteraciones mínimas y en
42. Menos frecuentes que para los antidepresivos tricíclicos.
43. De hecho, la hipotensión ortostática obedece a otra fisiopatología que la de los antidepresivos tricíclicos.
44. Tanto el desarrollo, el lento efecto hipotensor, como la ausencia de desarrollo de tolerancia se correlacionan
con este fenómeno.
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91
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
las dosis habituales, la fracción de eyección
del corazón prácticamente no se modifica.
La fenelzina y la tranilcipromina, posiblemente debido a sus propiedades anfetaminosímiles, pueden provocar fibrilación
auricular y asimismo, han evidenciado un
efecto inotrópico positivo. Existe evidencia
sobre la supresión del dolor de la angina de
pecho producida por estos fármacos, pero
el aumento de mortalidad motivó el abandono del uso de los IMAO como antianginosos (por producir un cuadro de isquemia
silente del miocardio).
Hepatotoxicidad
A diferencia de los primeros IMAO (derivados de la hidrazina), los IMAO no hidrazínicos rara vez producen hepatotixidad, aunque
producen de manera acotada una ictericia
hepatocelular leve y reversible.
Otros efectos periféricos
A diferencia en lo que sucede con los antidepresivos triclíclicos, los efectos atropínicos
son mucho más atenuados y mejor tolerados. Asimismo, con dosis terapéuticas no
hay manifestación clínica de efectos simpaticomiméticos.
Los inhibidores selectivos y reversibles
de la MAO-A (IRMA) parecen producir
mínimos efectos sobre el apetito y el peso
corporal.
No obstante, los IMAO no selectivos pueden
producir, al comienzo del tratamiento, efectos anorexígenos (por acciones de tipo
anfetamínico) con desarrollo de tolerancia
precoz, pero luego generan un aumento del
apetito (especialmente una mayor avidez
por los hidratos de carbono), y una ganancia de peso corporal a largo plazo.
Las discrasias sanguíneas son raras.
Pueden presentarse dermatopatías con
erupción maculopapular y prurito.
Efectos en la sexualidad
Si bien existe recuperación del deseo
sexual y de las funciones previamente
alteradas secundarias al tratamiento de la
depresión, los IMAO no selectivos pueden
producir alteraciones en la sexualidad, que
en general son transitorias y reversibles45.
Se ha observado impotencia, anorgasmia y
pérdida del deseo sexual. En la literatura se
describe el retardo de la eyaculación como
efecto observable, aunque no se recomienda el uso de IMAO como estrategia terapeútica de la eyaculación precoz.
La moclobemida es el agente del grupo con
mejor perfil de efectos adversos a este nivel.
Intoxicacion aguda
La intoxicación con IMAO se manifiesta
con una instalación dentro de las primeras
6 horas posteriores a la sobredosis. La tríada clínicamente característica comprende
la hipertermia, cambios en la tensión arterial y síntomas delirantes (ver Figura 8).
El tratamiento es inicialmente sintomático
Se debe tener presente las interacciones
potenciales que involucran a los IMAO (especial precaución en el uso de los depresores
del SNC y de los agentes simpaticomiméticos).
Farmacocinética
Los IMAO presentan una rápida absorción tras su administración vía oral (Tmáx
de 1 a 3 horas), si bien algunos alimentos o
antiácidos pueden retardarla. La biodisponibilidad es de aproximadamente 50 % (efecto de primer paso hepático)46.
Los IMAO se distribuyen de manera
45. La moclobemida solo en raras ocasiones induce efectos adversos a nivel sexual, que con frecuencia son solo
moderadamente superiores a la de la nefazodona y al bupropión.
46. Alcanza cifras de 50 %-60 % para la tranilcipromina, y del 50 % para la moclobemida.
92
HJ Bertera, N Fantacone // Farmacología de las drogas antidepresivas
FIGURA 8
Intoxicación aguda con IMAO
Síntomas psiquiátricos
Hipertermia
- Síndrome delirante
- Alucinaciones auditivas
(menos frecuente visuales)
- Exitación psicomotriz
- Agitación
Cambios en la TA
- Hipotensión arterial o bien
- Hipertensión arterial
* Progresivamente se suman hiperreflexia, hiperpirexia y convulsiones.
generalizada, pasan a la leche materna,
atraviesan la barrera hematoencefálica
rápidamente y alcanzan concentraciones
cerebrales cercanas a ¼ de las plasmáticas. El Vd es generalmente superior al volumen del agua corporal (1,5 a 4 l/kg para la
tranilcipromina, 1,4 a 2,2 para la moclobemida). El porcentaje de unión a proteínas es
variable según el agente. La metabolización se efectúa fundamentalmente a
nivel hepático. La tranilcipromina y la
meclobemida tienen una t½ de 2 a 3 h y de
1 a 3 h, respectivamente. La primera se
oxida a ácido hipúrico, o bien se conjuga
con ácido acético o con glucurónico, y se
comporta como un inhibidor débil de la
CYP2D6 y de la CYP2C1947. La velocidad de
eliminación de la fenelzina depende del
fenotipo acetilador de cada paciente (dado
que se acetila por n-acetil transferasas o
NET), y en general para el grupo sólo mínimas cantidades de estos fármacos se excretan de manera inmodificada por vía renal.
Interacciones medicamentosas
La interacción más grave de los IMAO es
el síndrome del queso, cuya presentación
se observa con dosis de al menos 10 mg de
tiramina por vía oral.
El mismo se manifiesta con cefalea
intensa, punzante, o bien cualquiera de las
formas clínicas de una crisis hipertensiva
(incluso símil crisis del feocromocitoma).
Los pacientes que reciben IMAO tienen
contraindicada la ingesta de alimentos con
alto contenido de tiramina.
Alimentos ricos en tiramina
• Quesos. Quesos duros, maduros, fermentados (camembert, cheddar, suizo,
gruyere, brie, eddam, roquefort, brick,
etcétera). El contenido de tiramina de las
muzzarelas puede ser bajo o alto, según el
origen.
• Bebidas alcohólicas: cervezas, vinos
tintos (especialmente, espumantes), jerez,
licores, vermut. El vino vhianti es de un particularmente alto contenido en tiramina.
• Embutidos: chorizos, embutidos fermentados (salchichas, salchichón, salame).
• Carnes y derivados: extractos de carne,
cubitos de sopa, paté de hígado, conservas
(de carne roja o de pescado), carnes o
pescados en escabeche, adobados, ahumados, cualquier carne que no sea fresca.
• Vegetales: lentejas, habas, porotos verdes
(leguminosas en general), higos demasiado
maduros o envasados. Preparaciones en
escabeche, chucrut, salsa de soja, frutas
demasiado maduras.
• Otros: levadura y productos a base de
levadura.
47. Aunque con significado clínico escaso y dosis dependiente.
EDITORIAL SCIENS
93
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
Otros inhibidores selectivos reversibles de
la MAO-A (IRMA), entre ellos la moclobemida, presentan menor riesgo de inducir el
síndrome del queso, debido al bloqueo
competitivo que producen (la tiramina
desplaza al IRMA de su unión con la enzima). No se ha evidenciado este cuadro en
pacientes tratados con inhibidores selectivos de la MAO-B (selegilina)48.
Tratamieno del síndrome del queso
La conducta debe ser semejante a la de
una crisis hipertensiva de feocrocitoma:
fenoxibenzamina, fentolamina, prazosín o
clorpromazina; teniendo especial precaución de no utilizar bloqueantes b-adrenérgicos si previamente no se administró un
bloqueante .
Otras interacciones
• Fármacos pronoradrenérgicos (ya sea
porque son precursores de la NA, porque
pueden desplazar a la NA de las vesículas, o
bien porque son inhibidores de su captación)49:
desencandena crisis hipertensivas.
• Depresores del SNC, alcohol: se potencian sus acciones y toxicidad por inhibición
del metabolismo.
• Otros antidepresivos de mecanismo de
acción serotonérgico, anfetamina o
meperidina: se produce un síndrome serotonérgico: hipertermia (temperaturas de 40
a 43 °C), espasmos musculares, mioclonías, vértigo, convulsiones y coma. Si
bien el mecanismo no ha sido dilucidado,
se postula que es independiente de las
propiedades anfetaminosímiles de algunos
compuestos, y que la 5-HT cumple un papel
fundamental, pues si se inhibe su síntesis
se puede prevenir el cuadro en animales de
laboratorio.
• Reserpina: se anula el efecto antihipertensivo; fue descripto un cuadro de
hipertermia, hipertensión y midriasis50.
• -Metildopa: crisis hipertensivas.
• Bloqueantes ganglionares: potenciación de la hipotensión.
Contraindicaciones
Absolutas
• Insuficiencia hepática grave o no controlada.
• Síndrome confusional en agudo.
• Paciente con deterioro o fallas cerebrovasculares.
• Hipersensibilidad a un IMAO determinado.
• Embarazo.
• Feocromocitoma.
Relativas
• Paciente poco confiable en el cumplimiento de las indicaciones de su dieta o con
hábitos dietéticos inalterables.
• Hipertensión lábil.
• Antecedentes de descompensaciones
psicóticas frecuentes.
• Insuficiencia cardiocirculatoria grave.
• Alcoholismo.
• Abuso de sustancias.
• Hipotensión.
Indicaciones
• Síndromes depresivos
Fundamentalmente las denominadas
depresiones atípicas, caracterizadas por
aumento del apetito y del peso, hipersomnia, y componentes fóbicos y/o hipocondríacos, las depresiones involutivas del
gerente, así como en otros tipos de síndrome depresivo.
• Trastornos por pánico (con o sin agorafobia).
• Fobias sociales.
48. En el hígado y el intestino la actividad de MAO-A es la predominante.
49. Anfetaminas, efedrina, otras aminas adrenérgicas de acción mixta o indirecta, antidepresivos tricíclicos, levodopa, entre otros.
50. La hipertensión se observa si la reserpina se administra a un paciente o animal tratado previamente con IMAO.
94
HJ Bertera, N Fantacone // Farmacología de las drogas antidepresivas
• Trastornos obsesivo-compulsivos.
• Trastornos fóbicos.
• Trastornos borderline de la personalidad.
• Narcolepsia.
• Son drogas de reemplazo de los antidepresivos tricíclicos cuando éstos están contraindicados, cuando resultaron inefectivos
o no fueron adecuadamente tolerados.
• Los IMAO pueden ser drogas útiles para
el tratamiento farmacológico del dolor
crónico.
Dosificación usual
Moclobemida: 150-450 mg/día (máximo:
600 a 750 mg/día). Fue retirada de la comercializacin en la Argentina.
Tranilcipromina, 10-60 mg/día (máximo:
90 mg/día).
Fenelzina: 15-45 mg/día (máximo: 90
mg/día). No se comercializa en la Argentina,
pero es el IMAO de uso más frecuente en
EE.UU.
Nuevos antidepresivos
Si bien frecuentemente se denomina
antidepresivos de segunda generación o
atípicos a los compuestos que plantean
diferencias en sus estructuras químicas y/o
en algunos de los mecanismos de acción
respecto de los tricíclicos y de los IMAO, tal
vez sea preferible, con el fin de evitar confusiones, designar a este grupo como antidepresivos nuevos (Ver Tabla 6).
Como se mencionó inicialmente en este
capítulo, se incluyen en este grupo varias
subfamilias de acuerdo con sus acciones
inmediatas en la neurotransmisión, entre
ellas:
1. Inhibidores selectivos de la monoaminooxidasa, cuya droga patrón es la moclobemida,
inhibidor selectivo de la MAO-A.
2. Antidepresivos inhibidores selectivos
de la recaptación de neurotransmisores:
I. Inhibidores selectivos de la recaptación
de serotonina, cuya droga patrón es la
Fluoxetina.
II. Inhibidores selectivos de la recaptación
de NA, por ejemplo, reboxetina.
III. Inhibidores selectivos de la recaptación
de DA, por ejemplo, amineptino.
3. Antidepresivos duales:
I. Inhibidores mixtos de la recaptación NA
/ 5HT –IRNS, como ejemplos, venlafaxina y
milnacipram.
II. Antidepresivos duales antagonistas de
receptores aminérgicos, como la mirtazapina,
droga que bloquea receptores 2, 5-HT2 y
5-HT3 al actuar por mecanismo dual noradrenérgico y serotonérgico.
4. Antidepresivos atípicos, donde se incluyen
otros bloqueantes 2, como:
- La mianserina (actúa sólo por mecanismo noradrenérgico).
- La tianeptina (droga atípica que a la
inversa de los ISRS, estimula la recaptación
de 5-HT y reduce la respuesta del eje
TABLA 6
Nuevos antidepresivos
Inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO) selectivos
Inhibidores selectivos de la recaptación
- Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS)
- Inhibidores selectivos de la recaptación de noradrenalina (ISRNA)
- Inhibidores selectivos de la recaptación de dopamina (ISRDA)
Antidepresivos duales
- Inhibidores mixtos de la recaptación NA / 5HT (IRNS)
-Antidepresivos duales antagonistas de receptores aminérgicos
Antidepresivos atípicos
EDITORIAL SCIENS
Moclobemida (IMAO-A)
Fluoxetina
Reboxetina
Amineptino
Venlafaxina
Milnacipram
Mirtazapina
Mianserina, Tianeptina, Bupropión
95
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
hipotálamo-pituitario-adrenal al estrés y
atenúa los cambios y déficits neuronales
generados por éste en el hipocampo).
- El bupropión (droga cuyo mecanismo de
acción inmediato no está claramente
delimitado).
Propiedades comunes
Los nuevos antidepresivos producirían a
nivel intracelular los eventos que determinan acciones a nivel genómico condicionando los cambios en la expresión génica,
previamente descriptos (ver apartado sobre
el mecanismo de acción antidepresivo).
A manera de reseña, mencionaremos lo
siguiente:
Estímulo sostenido de la adenilciclasa y
de la actividad de AMPc
¯
Activación de la PKA
¯
Cascada de eventos moleculares (fosforilación de los factores de transcripción,
entre ellos: CREB)
Recordemos que esto último puede
inducirse vía AMPc a partir del estímulo de
receptores serotonérgicos 5HT4, 6 y 7, o b
adrenérgicos o bien por otras rutas, como
la activación de proteinkinasas calcio
dependientes, a partir del estímulo de
receptores serotonérgicos 5HT2, o 1
adrenérgicos.
A largo plazo, en EL hipocampo el
tratamiento continuado con ISRS, ISRNA
aumenta los niveles del mensajero responsable de la síntesis de CREB y de la proteína CREB. El CREB induce la activación de
factores neurotróficos, especialmente de
BDNF (o FNDC: Factor Neurotrófico Derivado
del Cerebro). Es importante remarcar que el
tiempo para la inducción de CREB se correlaciona con el tiempo de latencia para el efecto antidepresivo.
96
La importancia del BDNF
En modelos animales de depresión, el
BDNF se comporta como droga antidepresiva, estimula el crecimiento de neuronas
serotonérgicas y noradrenérgicas, interviene en los procesos de plasticidad neuronal, participa en la remodelación de la
arquitectura sináptica y en la generación de
un aumento de conexiones sinápticas, participa en los procesos de diferenciación y
crecimiento neuronal y protege ante procesos de neurotoxicidad, y sus acciones son
mediadas por el receptor tirosina kinasa
subtipo B (trkB) media.
Por consiguiente, el aumento de la síntesis de CREB y de la proteína CREB resultante determinan:
a) Un aumento en la expresión del BDNF,
de papel preponderante en el mecanismo
del efecto antidepresivo, y de su receptor, TrkB.
b) La puesta en juego de los mecanismos
adaptativos de los receptores a las acciones
tempranas de las drogas antidepresivas
(aparición de los efectos de los antidepresivos
sobre los distintos receptores celulares).
c) La inducción de una modificación en la
expresión génica.
Efectos comunes de los distintos subgrupos de nuevos
antidepresivos
El efecto antidepresivo
Es importante entender que, independientemente del mecanismo de acción y de las
acciones tempranas o iniciales (que conducen a vías finales comunes a nivel de
acciones genómicas), el efecto antidepresivo es, per se, único para todos los antidepresivos. Es decir, clínicamente el mismo, y
se requiere el mismo período de latencia
(de 14 a 21 días) para el comienzo del efecto antidepresivo.
HJ Bertera, N Fantacone // Farmacología de las drogas antidepresivas
Viraje del estado de ánimo y reactivación de
Síntomas psicóticos
Si bien no se ha establecido la incidencia
específica de switch y de la reactivación de
síntomas psicóticos para cada fármaco, es
de dudar que su incidencia sea mayor con
los nuevos antidepresivos. No obstante,
ningún agente está exento de la posibilidad
de inducir tales efectos.
Toxicidad y tolerancia
Los índices terapéuticos y los riesgos de
intoxicación, en general, son menores que
los de los agentes clásicos. Asimismo, el
perfil de efectos adversos es mejor tolerado con los antidepresivos nuevos y, en caso
de presentarse efectos molestos son, en su
mayoría, de curso más benigno. La
propiedad de ser fármacos selectivos les
confiere mecanismos de acotados a determinados blancos moleculares (que se consideran vinculados con el efecto) con lo que
se evitan así interacciones con los receptores M, 1, H1 y canales iónicos rápidos
asociados a la conducción intracardíaca. Esto
explicaría la ausencia de efectos adversos
anticolinérgicos, hipotensión ortostática, efectos nocivos importantes sobre la conducción
cardíaca, entre otros. Sin embargo, esto no
significa que carezcan de interacciones
como se desarrollará luego.
En el abordaje farmacológico inicial de
los trastornos depresivos, y especialmente
si los pacientes presentan complicaciones
clínicas asociadas, los nuevos antidepresivos son drogas de primera elección.
Los inhibidores selectivos de la recaptación
de serotonina y los antidepresivos duales
son fármacos de primera línea en casos de
depresión moderada y grave no tratada, en
los casos en que no hay respuesta a otros
agentes, cuando éstos no son tolerados o
están contraindicados.
Sin embargo, muchas veces existen limita-
ciones para su prescripción; por ejemplo
todos los nuevos antidepresivos están contraindicados en:
• Embarazo y lactancia.
• Hipersensibilidad a la droga.
• Cuadros tóxico-confusionales.
• En asociación con IMAO.
• Hepatopatías (contraindicación relativa).
Inhibidores selectivos de la captación neuronal de 5-HT
(ISRS)
Farmacodinamia
Este grupo de antidepresivos bloquea la
captación de 5-HT por las terminales nerviosas
serotonérgicas de manera selectiva, sin
afectación de la captación de catecolaminas.
El bloqueo de la captación de 5-HT promueve un aumento de la 5-HT a nivel de la
biofase que produce una menor tasa de
recambio (turnover) de este neurotransmisor, vía estímulo de autorreceptores 5HT1A y 5-HT1D que inhiben la liberación de
5-HT.
A mediano-largo plazo se producen varios
mecanismos adaptativos:
• Aumento del disparo y la liberación de
5-HT por las neuronas serotonérgicas en
respuesta a la regulación descendente o
downregulation, de los receptores serotonérgicos somatodendríticos de tipo 5HT1A y presinápticos 5-HT1D.
• La regulación descendente de receptores postsinápticos de tipo 5-HT2 en el
hipocampo, especialmente. (Este cambio
adaptativo se asocia con el efecto ansiolítico que estos fármacos también poseen
luego de una a dos semanas de tratamiento).
Como se mencionó en párrafos previos,
al no interactuar de manera significativa a
nivel de receptores colinérgicos, histaminérgicos y 1 o 2 adrenérgicos,
dopaminérgicos (ni tampoco generar
acciones directas sobre receptores serotonérgicos), no se detectan efectos clínicos
EDITORIAL SCIENS
97
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
relevantes derivados de ellos51.
Los cuerpos de las neuronas serotonérgicas situados en los núcleos del rafe (NR)
ejercen acciones inhibitorias sobre las neuronas noradrenérgicas del locus coeruleus
(LC). Por consiguiente, la disminución del firing-rate de los NR, libera al LC de esta inhibición, con lo que se desencadena la regulación
hacia abajo de los receptores adrenérgicos bpostsinápticos y 2-presinápticos.
Los mecanismos a largo plazo a nivel
genómico fueron descriptos con anterioridad.
Efectos adversos de los ISRS
A menudo, al iniciar el tratamiento con
ISRS, muchos pacientes experimentan la
aparición de cierto nerviosismo, a veces
ansiedad o insomnio, náuseas, vómitos,
anorexia, pérdida de peso o molestias gastrointestinales52; las cefaleas, los mareos,
los vómitos, las diarreas o la sudoración
son algo menos frecuentes.
Si bien transcurrido el período de latencia se evidencian los efectos ansiolíticos
característicos de este grupo (drogas de
elección para el abordaje farmacológico de
los trastornos de ansiedad), inicialmente la
mayor parte de los agentes del grupo
pueden expresar un perfil clínico estimulante53. De hecho, es posible que desencadenen inicialmente síntomas tales como
inquietud psicomotriz, ansiedad e insomnio, razón por la cual resulta eficaz asociar
benzodiazepinas durante las dos o tres
primeras semanas de tratamiento, ya que
existe desarrollo de tolerancia para estos
efectos tempranos.
La somnolencia, los temblores y la sudoración no son manifestaciones observadas
frecuentemente. No obstante, la primera
puede ser evidente con la administración
de fluvoxamina, y no es extraño que se presente con la paroxetina.
Los temblores, así como otros síntomas
extrapiramidales por ISRS presentan una
incidencia baja, pero es un efecto que
puede llegar a observarse, fundamentalmente si se utilizan dosis altas, titulación
rápida del antidepresivo, y en paciente de
edad o predispuestos54.
Con respecto a los efectos de los ISRS
sobre el sueño, es importante destacar
que, además de los conceptos expuestos
previamente para los antidepresivos en
general, estas drogas pueden disminuir la
fracción de sueño REM, con aumento concomitante del contenido onírico.
Si bien puede producirse una pérdida de
peso a consecuencia del estado nauseoso y
del efecto anorexígeno central (la serotonina tiene un efecto facilitador de la saciedad,
en el núcleo paraventricular del hipotálamo),
se observa un rápido desarrollo de tolerancia para las nauseas y a largo plazo, en
algunos pacientes, el efecto resultante
puede ser de ganancia ponderal.
Los señalamientos sobre el viraje del
humor hacia la manía y la activación de síntomas psicóticos, en individuos predispuestos, son igualmente válidos haciendo
51. Algunos agentes presentan variaciones a nivel farmacodinámico: la paroxetina bloquea muy débilmente los
receptores muscarínicos. La nefazodona si bien inhibe la captación de 5-HT también, bloquea los receptores 5HT2, razón por la cual en general se la ubica entre los atípicos.
52. Los efectos gastrointestinales son aparentemente secundarios al estímulo directo sobre receptores serotonérgicos gastrointestinales.
53. Con excepción de la fluvoxamina, cuyo perfil es sedativo.
54. Se postula que el bloqueo de la recaptación neuronal en terminales de neuronas originarias de los NR, producen un aumento de la 5-HT en la biofase. La 5-HT al estimular receptores 5HT2C de neuronas gabaérgicas promueve un incremento de la inhibición GABA sobre neuronas dopaminérgicas de los ganglios basales (mecanismo del extrapiramidalismo de estas drogas).
98
HJ Bertera, N Fantacone // Farmacología de las drogas antidepresivas
la salvedad la que también si bien pueden
producir exacerbación inicial y transitoria
de los síntomas propios del cuadro a tratar
en algunos casos (como en el trastorno de
pánico), este efecto adverso se presenta
menos frecuentemente que para los tricíclicos.
En ocasiones, los ISRS pueden inducir un
síndrome con intensa apatía e indiferencia
(los pacientes, o bien su entorno, lo refieren
como un cambio en ciertos rasgos de personalidad, o como un estrechamiento del
espectro de respuestas emocionales); si
bien no hay estudios aleatorizados controlados que respalden la prescripción de distintos agentes (a partir de una casuística
limitada), rotar el antidepresivo elegido
puede ser una alternativa viable.
Es posible que se produzcan cuadros de
agitación (especialmente en pacientes de
edad) o bien de acatisia y, en estas circunstancias, se sugiere intentar una reducción en la
dosis implementada (aunque dentro del
rango terapéutico), o bien asociar propranolol ante acatisia o tal vez, más sensatamente, proceder al cambio del agente.
Es posible que en pacientes predispuestos (o por sobredosis) puedan producir
convulsiones. No obstante, los ISRS rara
vez tienen efectos sobre el EEG.
Los efectos adversos a nivel sexual son
una de las causas más frecuentes de abandono de la medicación. Se calcula que 1 de
cada 4 pacientes no tolera estas reacciones
adversas, que con dependencia del espectro del cuadro puede ir desde la disminución del deseo sexual, el retardo orgásmico
o la disminución de la satisfacción orgásmica en ambos sexos, hasta la menor
lubricación vaginal en la mujer, o el retardo
de la eyaculación y la impotencia en el
hombre. La incidencia de estos trastornos
en la esfera sexual parece ser ligeramente
mayor para la paroxetina y la sertralina. No
obstante, en la literatura se describe que,
tanto las alteraciones en la lubricación vaginal como las disfunciones erectivas, suelen
mejorar con el transcurso del tratamiento.
Es oportuno remarcar que el aumento en
los niveles de prolactina (observable con
ISRS, ATC, IMAO y antipsicóticos, por ejemplo), puede generar disminución de la libido
y de la capacidad erectiva (así como de
ginecomastia, galactorrea, etcétera).
Se postula que, si bien la serotonina produciría un efecto inhibitorio en la función
sexual, el balance serotonina/dopamina
parecería ser de mayor importancia que la
mera alteración de la disponibilidad de un
solo neurotransmisor.
De todos modos, se considera a los ISRS
como drogas de reemplazo de los tricíclicos cuando éstos generan disfunción sexual.
Menos del 10 % de los pacientes ha manifestado reacciones inmunológicas o dermatológicas (erupciones cutáneas, urticaria,
elevación de transaminasas, fiebre, artralgias y leucocitosis). Producen mínimos
efectos anticolinérgicos, cardiológicos y
sobre la presión arterial.
En asociación junto con los IMAO pueden
dar cuadros tóxicos graves.
La sertralina por la misma razón y la fluoxetina serían ISRS de elección en pacientes con
diagnóstico de diabetes dado que mejoran
la sensibilidad a la insulina, las acciones
periféricas y hepáticas de la insulina y, en
diabéticos tipo 2, la tolerancia a la glucosa
y las hiperglucemias.
Por último, vale destacar que en casos de
sobredosis, se considera que todos los
ISRS parecen compartir considerablemente menos riesgo que los tricícliclos y
los IMAO.
Farmacocinética
La fluoxetina (Figura 9) presenta una
buena absorción luego de la administración
oral, la cual permanece inalterada por la
EDITORIAL SCIENS
99
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
TABLA 7
Propiedades de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS)
Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina
Propiedades
Citalopram
Fluoxetina
Fluvoxamina
Paroxetina
Sertralina
Absorción
Rápida
Muy lenta
Lenta
Lenta
Muy lenta
Efecto de la presencia
Muy pobre
No se modifica No se modifica No se modifica
Aumenta la
de alimentos
absorción
Biodisponibilidad oral
80 %
70 a 90 %
> 90 %
> 90 %
80 a 95 %
Tmax
2a4h
6a8h
2 a 10 días
2 a 10 días
4,5 a 9 días
Unión a proteínas1
< 80 %
95 %
< 80 %
93 a 95 %
98 %
Inhibición sobre
No significativa
Importante
Importante
Importante
Solo ante dosis
Citicromo P450
(Inhibe GT2)
altas
Vida media
28 a 35 h
48 a 96 h
15 a 22 h
19 a 24 h
22 a 26 h
Metabolito activo
Desmetil-citalopram Norfluoxetina
No
No
Desmetil-sertralina
Actividad del metabolito No significativa
Igual
No
No
10-20 % de la
sertralina
Vida media del metabolito
49 h
4 a 15 días
14 a 16 h
62 a 104 h
Estado estable
7 a 10 días
30 días
5 a 7 días
7 a 14 días
5 a 7 días
Autoinhibición del metaNo
Sí
No
Sí
No
bolismo
Bertera HJ, Fantacone N (2010)
FIGURA 9
ingesta conjunta de alimentos. Presenta
una biodisponibilidad entre el 70 y el 90 % y
el Tmáx se alcanza entre 6 y 8 h luego de la
administración de dosis únicas. El Vd
supera al volumen del agua corporal y la
fracción unida a proteínas plasmáticas es
cercana al 95 % (Tabla 7).
La fluoxetina presenta metabolismo
hepático y posee una vida media es de 4872 horas (aunque llega a 96 o más horas si
se la administra de manera continuada). La
norfluoxetina, metabolito activo de la fluoxetina, presenta una vida media de 4 a 15 días,
razón que explica por qué, a diferencia de
otras de las drogas del grupo (que alcanzan
las concentraciones estables en plasma a
los 5-7 días), la fluoxetina y la norfluoxetina
alcanzan el estado estacionario alrededor
de los 30 días de la administración inicial55.
Tanto la fluoxetina, como su metabolito
desmetilado, inhiben a distintos citocromos
P450.
La fluoxetina inhibe de manera potente
tanto in vitro como in vivo el CYP 2D6. En
consecuencia, interfiere en la biotransformación de antipsicóticos, de otros antidepresivos (especialmente de los tricíclicos),
entre otros fármacos, con la consiguiente
posibilidad de generar:
• Aumento en las concentraciones de
estos fármacos.
• Mayor vida media de depuración.
• Incremento marcado de los efectos farmacológicos.
• Mayores riesgos por toxicidad.
Asimismo, la fluoxetina también inhibe el
CYP 2C1956, pero sin tanta potencia como
55. La norfluoxetina bloquea la recaptación de 5-HT con la misma potencia que la droga madre.
100
HJ Bertera, N Fantacone // Farmacología de las drogas antidepresivas
TABLA 8
Fluoxetina inhibe
CYP 2D6 (+++)
CYP 2C19
Norfluoxetina inhibe
CYP 2D6
CYP 3A4
para el CYP 2D6. La norfluoxetina no solo
inhibe al CYP 2D6, sino que también es
inhibidora del CYP 3A4 (Tabla 8).
La excreción es mayoritariamente por
riñón (80 %) y en segundo lugar por heces
(15 %). Por lo hasta aquí expuesto, en
pacientes con diagnóstico de insuficiencia
hepática o renal se debe realizar reajuste
de dosificación.
La fluvoxamina (Figura 10) posee una
velocidad de absorción lenta, inalterable
por la presencia o ausencia de alimentos, y
cuyo Tmáx se alcanza luego de 2 a 10 horas
de su administración vía oral. La biodisponibilidad oral que supera cifras del 90 % y
ostenta relativa afinidad por las proteínas
plasmáticas (77 %). La vida media de la fluvoxamina es de 15 a 22 horas.
La fluvoxamina es un inhibidor potente
del citocromo P450 1A257, así como, con
menor potencia, del CYP 2C9, el CYP 2C19
y el CYP 3A4. Por consiguiente, con el objeto de minimizar la posibilidad de toxicidad,
es mandatario a la hora de combinar fluvoxamina con teofilina o alprazolam (sustratos de estas enzimas) reducir las dosis
de estos últimos.
Es el ISRS con mayores efectos sedativos
(puede provocar somnolencia e hipersomnia
fundamentalmente al inicio del tratamiento).
Los efectos adversos observados con
mayor frecuencia son náuseas, vómitos,
ansiedad, insomnio, sudoración, temblor,
sequedad de boca y disfunciones sexuales58.
Puede presentarse hipotensión postural,
palpitaciones y leve disminución de la frecuencia cardíaca.
La paroxetina (Figura 11) es un derivado
fenilpiperidínico que posee una lenta
velocidad de absorción tras la administración vía oral (Tmáx de 2 a 10 horas).
Sufre importante metabolismo de primer
paso (50 %) que, de administrarse de manera
continua y resultar saturado, deriva en un
aumento de los niveles plasmáticos más
altos tras dosis repetidas.
Al iniciar el tratamiento se metaboliza y
genera inhibición del CYP 2D6 (t½ de 12
horas), efecto que produce, a medida que
va pasando tiempo de tratamiento, la saturación de la enzima y que la paroxetina
FIGURA 10
FIGURA 11
57. Se han detectado interacciones con clozapina, con distintos antidepresivos tricíclicos, con teofilina, etcétera.
58. Principalmente, eyaculación anormal.
EDITORIAL SCIENS
101
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
pase a ser metabolizada por CYP 3A4 (t½
de 20- 24 h). Al ser un potente inhibidor del
CYP 2D6, al igual que con la fluoxetina, se
propone no asociarla con antidepresivos
tricíclicos o con otros sustratos de esta
enzima.
El estado de equilibrio se logra a los 7 a
14 días de tratamiento continuado. No se
han identificado metabolitos activos.
Los efectos adversos más frecuente
observados son náuseas, vértigo, somnolencia (dado que exhibe un perfil ligeramente sedativo), astenia, sudoración, temblores, sequedad bucal y constipación
(afinidad leve sobre receptores muscarínicos). Lamentablemente, a menudo induce
disfunciones sexuales (alteraciones orgásmicas y eyaculatorias e impotencia).
La sertralina es una naftilamina (Figura
12), que presenta lenta absorción, y su fracción biodisponible aumenta si se administra con las comidas. El volumen de distribución es amplio y presenta alta unión a
proteínas (98 %). Dado que esta droga
inhibe al citocromo P450 2C (de manera
débil) y en baja proporción al CYP 2D6, no
se evidencian interacciones de riesgo59.
El principal metabolito de la sertralina es
la N-desmetilsertralina (t½ de 62-104 h),
cuya acción farmacológica es escasa,
(solamente alcanza a 1/10 de la actividad
del compuesto madre, en estudios in vitro),
y se lo considera clínicamente inactivo. Su
efecto es muy leve sobre la recaptación
neuronal de NA y DA y carece de actividad
estimulante, sedante, anticolinérgica o cardiotóxica en animales60.
Los efectos adversos más frecuentemente
hallados con la sertralina son náuseas, somnolencia, insomnio, sudoración, temblor,
sequedad de boca, reblandecimiento de
heces y disfunciones sexuales (principalmente retardo en la eyaculación).
El ISRS de mayor selectividad es el citalopram (Figura 13). Este derivado de la fenilbutilamina presenta una cadena lateral
dimetilaminopropilo (propia de los antidepresivos tricíclicos).
El citalopram, a diferencia de otros ISRS,
se absorbe rápidamente, posee una biodisponibilidad cercana al 80 % y presenta escaza
unión a proteínas (menor al 80 %). Luego
de 2 a 4 h de la administración de una dosis
oral de 20 mg, alcanza una concentración
sérica máxima de 50 nmol/l. Su volumen
aparente de distribución (Vd) es de 15 l/kg.
Si bien se metaboliza en el hígado (por
FIGURA 13
FIGURA 12
59. En el caso que se utilicen dosis altas (mayores a 150/200 mg por día), la inhibición del citocromo puede ser
más importante.
60. En voluntarios sanos no produjo sedación ni interfirió la actividad psicomotora.
102
HJ Bertera, N Fantacone // Farmacología de las drogas antidepresivas
medio de reacciones de desmetilación,
deaminación y oxidación), el compuesto
predominantemente hallado en plasma
resulta ser la droga inalterada. Aunque su
metabolito desmetilado conserva actividad
farmacológica61, no se evidencia clínicamente (no logra concentraciones suficientes
para ello), y la probabilidad de generar efectos centrales es muy baja (dado que atraviesa
muy pobremente la BHE).
El citalopram es considerado, dentro del
grupo, el agente con menor probabilidad de
interacciones a nivel farmacocinético. Los
efectos adversos observados más frecuentemente son náuseas, somnolencia,
sudoración, temblor y sequedad de boca. El
citalopram posee mínimo efecto sedantivo,
disminuye la cantidad de sueño paradójico
y aumenta el porcentaje de las fases de
sueño profundo.
Asimismo, potencia el efecto antinociceptivo de los analgésicos narcóticos62.
El escitalopram es el enantiómero activo
del citalopram y conserva la propiedad de
este último de ser el ISRS con mayor selectividad por la recaptación de serotonina en
relación con los transportadores de NA o
de DA. El citalopram es una mezcla
racémica de (S)-(+) y (R)-(-) citalopram, en
la cual el (S)-enantiómero63 es el que posee
actividad inhibitoria de la recaptación de
serotonina.
La absorción del escitalopram tras la
administración vía oral es adecuada, y permanece inalterada ante la presencia o
ausencia de alimentos. Presenta un Tmáx
de 5 h y una escasa fracción de droga unida
a proteínas (56 %). La t½ es de 27 a 32 h. Se
metaboliza a nivel hepático dando origen a
metabolitos desmetilados (S-DCT) y didesmetilados (S-DDCT). Las dosis utilizadas varían
entre 10 a 20 mg por día en una sola toma,
salvo en ancianos y en pacientes con insuficiencia hepática en donde se prescriben
10 mg por día.
Indicaciones y dosis de los ISRS
Considerando lo expuesto para las indicaciones generales de los nuevos antidepresivos, los inhibidores selectivos de la
recaptación de 5-HT también son de utilidad en el abordaje farmacológico de los:
• Trastornos crónicos por ansiedad
(trastorno de pánico, trastornos obsesivocompulsivos, fobia social, entre otros).
• Distimias (son drogas de primera elección).
• Depresión atípica.
• Bulimia Nerviosa (en particular la fluoxetina a dosis de 60 mg/día).
En estudios de metanálisis con pacientes
que demostraron adecuada respuesta al
tratamiento se ha evidenciado que el
aumento de la dosificación de los ISRS no
implica un incremento proporcional de la
eficacia medida. Esto, en correspondencia
con la selectividad de estos fármacos a
nivel de un “blanco” molecular, se traduce
en respuestas clínicas planas mientras que
los efectos adversos aumentan de manera
proporcional al incremento de la dosis
administrada.
Las dosis usuales varían para cada agente,
y son:
Fluoxetina: 20-60 mg/día (máximo: 80
mg/día).
Fluvoxamina: 100 - 300 mg/día.
Paroxetina: 10-40 mg/día (máximo: 50
mg/día).
61. Inhibe la recaptación de serotonina con una potencia de aproximadamente el 20 o 25 % de la sertralina, con
inhibición débil de la captación neuronal de NA.
62. Si bien el citalopram no posee afinidad por los receptores opioides.
63. El estereoisomerismo se refiere a 2 moléculas que, con la misma estructura química básica, difieren solamente en la distribución espacial de los átomos.
EDITORIAL SCIENS
103
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
Sertralina: 50-100 mg/día (máximo: 200
mg/día).
Citalopram: 20-60 mg/día.
Se recomienda el uso de la mínima dosis
efectiva.
Interacciones
Ante la necesidad de indicar un fármaco
antidepresivo a un paciente que está recibiendo medicación, o bien, cuando se requiere
agregar al esquema de medicación otra
droga a un paciente que se halla comprometido clínicamente, se recomienda plantearse
una serie de interrogantes previamente a la
indicación. Se sugiere analizar si, en teoría,
existen interacciones potenciales entre
esos medicamentos, y de existir, de qué
manera interactúan, por qué mecanismos y
si puede la interacción manifestarse clínicamente. Asimismo, es de buena práctica
cuestionarse si es la mejor indicación posible, o si hay otras drogas sustitutas, y en
caso de ser la mejor elección posible,
plantearse qué medidas preventivas, paliativas o terapéuticas podrían indicarse ante
la confirmación de esta interacción.
Habiendo considerado esto, es menester
remarcar que cuando la vía de metabolización del fármaco sea una sola, y/o si el
índice terapéutico es estrecho (cuando sus
concentraciones plasmáticas terapéuticas
y tóxicas están muy próximas entre sí) las
interacciones a nivel del citocromo P450
serán tanto más importantes.
Sin embargo, la relevancia que una interacción pueda tener clínicamente, está dada
sólo por la evidencia (y su ratificación) en el
uso en el ser humano.
Uno de los puntos para tener en cuenta, y
en congruencia con lo expuesto en párrafos
previos, es que algunos ISRS (como la fluoxetina y la paroxetina, y en menor medida la
64. Imipramina, amitriptilina, desipramina, nortriptilina.
65. Tioridazina, perfenazina.
104
sertralina) inhiben el CYP 2D6 y, por lo
tanto, la asociación con otros psicofármacos (especialmente con antidepresivos
tricíclicos64, o con algunos antipsicóticos65)
determina una disminución en la velocidad
de biotransformación de estos fármacos,
cuyos niveles plasmáticos pueden verse
compromentidos por esta propiedad (ocasionando así mayores riesgos de toxicidad).
Algo semejante ocurre con varios fármacos
tales como b-bloqueantes, carbamazepina,
agentes antiarrítmicos del grupo Ic, etcétera.
Es oportuno remarcar que en el caso que
deba coadministrarse tanto fluoxetina,
paroxetina o dosis altas de sertralina junto
a cualquier droga que sea sustrato de esta
isoenzima, debe implementarse a mínima
dosis y con máximo cuidado.
Varias son las consideraciones para
tener en cuenta a la hora de reemplazar un
antidepresivo por otro: si se debe reemplazar un tricíclico por alguno de los ISRS
nombrados, se sugiere dejar un período de
tiempo (wash out) con el fin de que se produzca la eliminación del tricíclico, mientras
que en caso de la situación inversa, es
recomendación dejar para la sertralina, un
período de lavado de 3 a 5 días, para la
paroxetina un período de lavado de 7 a 10
días, y para la fluoxetina un período de
lavado de 25 a 30.
La fluoxetina, al inhibir el CYP 2C19,
aumenta los niveles séricos de fenitoína, la
concentración y la t½ del diazepam. Existen
reportes que mencionan el aumento del
nivel de carbamazepina en administración
conjunta con la fluoxetina (efecto indirecto,
a través de su metabolito, la norfluoxetina,
por inhibición del CYP 3A4).
En pacientes en tratamiento con Litio,
debe subrayarse que la fluoxetina modifica
la farmacocinética de este, con el consiguiente
HJ Bertera, N Fantacone // Farmacología de las drogas antidepresivas
aumento o disminución de la litemia.
Asimismo, la fluoxetina aumenta la concentración plasmática del haloperidol,
clozapina, el diazepam, el alprazolam, la
imipramina, la desipramina, entre otros.
Dada la fracción unida a proteínas de este
agente, existe la posibilidad de generar
interacciones incrementando los niveles
plasmáticos de droga libre de otros fármacos unidos a proteínas (digitoxina, anticoagulantes orales, etcétera).
La utilización conjunta de ISRS con IMAO
queda estrictamente contraindicada por el
potencial tóxico de dicha interacción. El
“síndrome serotonérgico”66 debe ser evitado y, en este sentido, se desaconseja la
asociación de ISRS con triptofano. Tampoco
se recomienda la administración conjunta
con otros fármacos con acciones sobre el SNC.
Otras interacciones
La fluvoxamina inhibe el CYP 1A2, el CYP
2C y el CYP 3A4: por la primera inhibición
aumenta la concentración en plasma del
haloperidol, de la clozapina; (y altera la farmacocinética de la teofilina, de la cafeína y
de la difenilhidantoína); por la segunda disminuye, por ejemplo, la desmetilación de la
imipramina; y la tercera es la inhibición que
explica, por ejemplo, por qué debe ajustarse la dosis de alprazolam, en caso de
administrarse conjuntamente con la fluvoxamina.
Las interacciones potenciales de la
paroxetina son debidas, en su mayoría, a la
inhibición potente del CYP 2D6. La fenitoína
(entre otros anticonvulsivantes) altera los
niveles plasmáticos de la misma.
Si bien la administración conjunta de
paroxetina con warfarina no altera el tiem-
po de protrombina, en pacientes que se
encontraban bajo tratamieno con ambas se
ha descripto un aumento de sangrado ante
esta asociación.
La cimetidina incrementa los niveles
plasmáticos de la paroxetina en una proporción no menor: el aumento alcanza
cifras del 50 %.
La sertralina inhibe el CYP 2C1967, con la
consiguiente inhibición sobre el metabolismo de la tolbutamida (también es factible
una reducción en la excreción de esta última). Si se utiliza diazepam endovenoso en
pacientes que reciben sertralina, la t ½ del
diazepam puede verse prolongada, y en
pacientes que están bajo tratamiento con
sertralina a los que se les administran
otras drogas con alta unión a las proteínas
(digitoxina, warfarina), estas pueden verse
desplazadas.
La cimetidina aumenta los niveles plasmáticos del citalopram y de la sertralina al
afectar su clearance.
Inhibidores de la recaptación neuronal de noradrenalina
Reboxetina
La reboxetina es marcadamente selectiva
y, al actuar sobre el transportador de noradrenalina (NAT), tiene un potente efecto
inhibidor sobre la recaptación de NA.
Se genera así un aumento en la disponibilidad de la noradrenalina en la hendidura
sináptica, que, adaptativamente provoca
regulación en menos de los receptores
adrenérgicos b, y desensibilización de la
adenililciclasa acoplada a NA. Asimismo,
se afectan los sistemas de fosforilación
Ca2+/calmodulina dependientes68.
66. Expresado clínicamente por inquietud psicomotriz, excitación psicomotriz grave, fiebre, diarrea y otros síntomas gastrointestinales.
67. A dosis altas también inhibe el CYP2D6.
68. Los estudios in vitro han demostrado que la reboxetina no tiene una alta afinidad sobre los receptores adrenérgicos, muscarínicos, de histamina y dopamina cuando se utilizan dosis terapéuticas.
EDITORIAL SCIENS
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Farmacocinética
Presenta una rápida absorción (Tmax:
0,5-2 h), con biodisponibilidad oral mayor al
90 %. Luego de la administración de 4 mg
de reboxetina a sujetos controles, se alcanzan niveles pico (de 130 ng/ml) durante las
dos horas posteriores a su administración.
Presenta distribución generalizada y alta
unión (97 %) a proteínas plasmáticas
(mayor a 1-glicoproteína ácida) y una t½
de 13 h. Se metaboliza a nivel hepático
siendo el CYP3A4 la vía principal y se encontró hidroximetabolitos en orina como producto de excreción69. No se ha demostrado que
inhiba de manera importante los sistemas
enzimáticos metabolizadores de drogas
citocromos, a menos que se utilicen dosis
muy altas. La eliminación es fundamentalmente renal, razón por la cual se plantea
reajustar la dosis ante insuficiencia de este
órgano.
Efectos adversos
Se observó sequedad de boca, constipación, sudoración, ansiedad, inquietud e
insomnio, o bien, menos frecuentemente:
mareos, taquicardia, parestesias, dificultades miccionales. Se ha descripto su acción
proconvulsivante. A dosis de 4 a 8 mg/día
puede generar impotencia sexual e hipotensión arterial.
Dosis
Su dosis usual es de 4 a 8 mg/día (máximo de 10 mg), generalmente fraccionado
en dos tomas diarias.
Interacciones
Se contraindica la administración conjunta con IMAO y se sugiere no utilizar conjuntamente con ergotamina. Asimismo,
extremar los cuidados ante el uso de
adrenalina, noradrenalina o dopamina
endovenosas.
Las drogas que modulan la actividad de
CYP3A4 podrían aumentar las concentraciones plasmáticas de reboxetina.
A pesar de ser retirado recientemente de
la comercialización, en la Argentina, la
reboxetina ha sido el exponente del uso de
los inhibidores selectivos de la captación
neuronal de NA (IRNA).
Atomoxetina
Si bien no ha sido comercializado como
antidepresivo, la atomoxetina es un inhibidor
altamente específico de la captación neuronal de NA (HS-NRI). Este derivado benzenopropamínico no posee efecto psicoestimulantes.
Su indicación específica es en el tratamiento del trastorno por déficit de atención e
hiperactividad, tanto en niños como también en adolescentes y adultos.
Inhibidores selectivos de la recaptación neuronal de DA
Amineptina
La amineptina, droga prototipo de los
bloqueantes de la captación de DA, fue retirada de la comercialización en numerosos
países, por haberse identificado la posibilidad de abuso y dependencia. En la
Argentina, el ANMAT la incorporó a la lista
II de la ley 19.303 en enero de 2004.
Produce la activación del sistema
dopaminérgico debida a la: inhibición de la
recaptación de DA por los terminales
dopaminérgicos, y por aumento de la liberación
del transmisor.
A dosis terapéuticas inhibiría la recaptación
de DA (inhibición competitiva), mientras que
a dosis más altas, produciría un aumento en
69. La droga es predominantemente metabolizada por medio de una hidroxilación del anillo etoxifenoxi y/o dealquilación y oxidación del anillo morfolino.
106
HJ Bertera, N Fantacone // Farmacología de las drogas antidepresivas
la disponibilidad sináptica de 5-HT (inhibición de su captación neuronal). Asimismo,
produciría efectos estimulantes en el SNC.
Farmacocinética
Presenta rápida absorción ante administración por vía oral (Tmáx de 1 a 3 h). Se
distribuye de manera rápida y se metaboliza vía hepática. Presenta una vida media
del orden de las 2 h70.
Efectos adversos
Ansiedad, insomnio, náuseas, algias gastrointestinales e inhibición de la secreción
de prolactina. No provoca efectos de tipo
anticolinérgico o cardiotóxico de importancia.
Puede presentar cierta toxicidad hepática, que se puede manifestar como hepatitis,
durante los primeros 3 meses de tratamiento.
Dosis
La dosis de amineptina es 100-200 mg/día
(máximo: 400 mg/día).
Se consideró a la amineptina como droga
de segunda línea en la depresión mayor71.
Se ha sugerido como droga para el abordaje farmacológico de la depresión en las
depresiones en el anciano, en depresiones
con predominio de la inhibición psicomotriz
y en pacientes con enfermedad de Parkinson
y depresión.
Antidepresivos duales
Inhibidores mixtos de la recaptación neuronal de NA y 5HT (IRNS)
Según lo expuesto en párrafos previos, se
designa bajo esta denominación a los antidepresivos cuyas acciones tempranas se
producen en dos de los sistemas de neuro-
transmisión: serotonérgica y noradrenérgica.
El primer subgrupo engloba a antidepresivos que promueven una inhibición de la
recaptación de ambas monoaminas (en orden
de potencia decreciente de la captación:
duloxetina, venlafaxina y milnacipram) con
una afinidad por receptores a neurotransmisores baja a comparación de los antidepresivos tricíclicos (y, de este modo, ostentan un mejor perfil de efectos adversos).
Venlafaxina
La venlafaxina (Figura 14) es un derivado
feniletilamínico que inhibe la recaptación
de 5-HT y de la NA y, a diferencia de los
antidepresivos tricíclicos clásicos, carece
prácticamente de capacidad para bloquear
la captación neuronal de DA72. La venlafaxina es 64 veces menos potente para inhibir
la captación de NA que para la de 5-HT,
razón por la cual, a dosis bajas, la inhibición de la recaptación se limita a la serotonina, y al aumentar la dosis, produce
inhibición de la recaptación de NA (tiende a
optimizar la performance noradrenérgica)
permitiendo así situarse en distintos puntos de la curva dosis/respuesta. Por lo
hasta aquí expuesto, se extiende el espectro
de pacientes que responden al tratamiento.
Farmacocinética
La biodisponibilidad tras la administración vía oral supera el 90 %; el Tmax se
logra a las 2 a 4 h y se amplía a 6 h si se usa
una forma de liberación sostenida (XR:
extended release)73.
Los alimentos retrasan levemente la
absorción. El volumen aparente de distribución es de 6-7 l/kg. La unión a proteí-
70. Tiene un metabolito activo cuya t½ es 24 h pero, aparentemente, menos potente que la droga madre.
71. Exceptuando a pacientes con complicaciones cardiovasculares o ante la necesidad de evitar efectos anticolinérgicos.
72. Asimismo, no evidencia afinidad significativa por los receptores muscarínicos, -adrenérgicos o histaminérgicos. No
desarrolla acciones sobre receptores a BZD, a opioides, NMDA o PCP ni tampoco modifica la actividad de la MAO.
73. El tal caso el valor de la Cmax está disminuído en un 20 %.
EDITORIAL SCIENS
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
nas sólo alcanza cifras cercanas al 30 % y
se metaboliza el 95 % por metabolismo
hepático. La venlafaxina tiene una t½ de 5 h.
La biotransformación utiliza la vía del
CYP 2D6, produciendo un compuesto que
posee actividad similar a la de la droga
madre: el O-desmetilvenlafaxina. Este
metabolito es sustrato de CYP3A4, y alcanza sus concentraciones máximas cerca de
las 4 h, con una t½ de 11h.
Ante una insuficiencia hepática el aclaramiento hepático de la venlafaxina se reduce en
un 50 % y el su metabolito activo en un 30
%, respectivamente.
La principal vía de excreción es la renal;
el 90 % de la dosis administrada se recupera en la orina dentro de las 48 h (5 %
como droga inalterada, 30 % como Odesmetilvenlafaxina no conjugada, y 25 %
como O-desmetilvenlafaxina conjugada).
Se sugiere fraccionar la dosis diaria en 2
o 3 tomas, a menos que se utilicen preparados de liberación sostenida (en cuyo caso se
administra en una sola toma diaria).
Efectos adversos
Los efectos adversos más frecuentes son
náuseas, molestias gastrointestinales, pérdida de apetito, mareos cefaleas y astenia;
puede inducir sedación o somnolencia diurna (asociada o no a insomnio nocturno),
sequedad de boca y sudoración.
Las náuseas, el malestar gastrointestinal, el insomnio y los vértigos, así como la
somnolencia, los escalofríos, los temblores, la pérdida de apetito, la disminución
de peso y las disfunciones sexuales, parecen ser reacciones de intensidad relacionada con la dosis utilizada y las del primer
grupo suelen ir atenuándose con el curso
de tratamiento.
Si bien la frecuencia de afectación del
rendimiento sexual es menor que la producida por los ISRS, no logra a disminuír la
tasa a niveles tan bajos como los observados con drogas tales como la moclobemida, la nefazodona y el bupropión.
Cabe destacar que la venlafaxina puede
producir aumento de la presión arterial74,
así como incremento de la frecuencia
cardíaca.
Indicaciones:
La venlafaxina resulta ser un fármaco de
primera línea en el abordaje de los trastornos
depresivos como droga de reemplazo de
otros agentes que hayan resultado ineficaces o mal tolerados75.
Asimismo se propone en el trastorno por
ansiedad generalizada y en los trastornos
por pánico.
Dosis
La dosis de Venlafaxina es de 75 a 225
mg/día (hasta 375mg/día), debiendo ser
reducida en insuficiencia hepática o deterioros
severos76 de la función renal (ClCr < 30
ml/min) mínimamente reducida en un 50 %.
Interacciones
IMAO: está contraindicada su administración conjunta. El período mínimo que
debe transcurrir luego de la suspensión del
IMAO para administrar venlafaxina es de 2
semanas.
Cimetidina (disminuye el efecto de
primer paso hepático de la venlafaxina).
Haloperidol (disminución de la depuración del haloperidol sin cambios en la
74. La elevación de la presión arterial es dosis dependiente (a partir de los 150 mg), con lo que se deben extremar las precauciones en el caso de indicarla a pacientes hipertensos.
75. En pacientes hipertensos o con otros trastornos cardiovasculares debe ser utilizada con cuidado.
76. En caso de deterioro moderado de la función renal (valores de clearence de creatinina (ClCr) de 70-30 ml/min)
es menester reducir la dosis en un 25 %.
108
HJ Bertera, N Fantacone // Farmacología de las drogas antidepresivas
vida media).
Inhibidores al CYP2D6 (aumentan el nivel
de venlafaxina y disminuyen las concentraciones de su metabolito activo).
Ritonavir (disminuye la depuración de
venlafaxina).
Adrenalina, noradrenalina, dopamina: no
corresponde asociarlas (riesgo de hipertensión y arritmias). Asimismo, corresponde
suspender ante anestesia. (Para dosis
altas, ver milnacipram).
Milnacipram
El milnacipram es un derivado del ciclopropano que produce inhibición selectiva de
la recaptación neuronal de 5-HT y de NA
con potencia similar para ambas, sin evidenciar, como otros fármacos del subgrupo, afinidad por receptores a neurotransmisores.
A pesar de esta inhibición, luego de la
administración continua el milnacipram no
induce subsensibilidad de los receptores b
adrenérgicos a la estimulación de la NA, ni
de los receptores 5-HT2 (aunque promueve
desensibilización de los receptores 2).
El milnacipram puede producir una leve
activación simpáticomimética como mecanismo reflejo de las propiedades inhibitorias
de la NA.
Farmacocinética
Posee una rápida y completa absorción
por vía oral. Esta permanece inalterada por
alimentos. La biodisponibilidad absoluta
alcanza cifras del 85 a 90 %. A dosis habituales
evidencia una cinética lineal, y presenta un
Tmax a las 2 h de su administración.
Presenta un amplio volumen de distribución (5 l/kg), con una unión proteínas que
no supera el 13 %. La principal vía de eliminación resulta ser la conjugación con glu-
curónico. Posee una t½ de 8 h. No interacciona con el sistema CYP 45077.
La principal vía de excreción es la renal,
que se produce por un mecanismo de
secreción tubular activa. Se elimina el 60 %
como droga inalterada, y el resto como
derivados conjugados luego de un lapso de
12 h, aproximadamente.
Efectos adversos
Las cefaleas, la sequedad de boca, los
vértigos, la sudoración, la ansiedad y los
dolores abdominales son efectos adversos
frecuentes y dependientes de la dosis.
Asimismo, puede generar disuria con
mayor incidencia en pacientes de sexo masculino. También puede provocar hipotensión
ortostática, cansancio, náuseas, vómitos,
constipación y disfunciones sexuales. Es
posible que ocasione temblor, palpitaciones e insomnio. En animales y humanos
ha sido descripto un aumento transitorio de
la presión arterial (de moderada magnitud),
así como un incremento en la frecuencia
cardíaca.
Dosis
El rango de dosis terapéuticas va de 50 a
200 mg/día, dividida en dos tomas. Debe
ajustarse en caso de insuficiencia renal, no
así en caso de insuficiencia hepática.
Interacciones
IMAO: se contraindica su coadministración (tanto selectivos A y B como no
selectivos). Agonistas 5HT1D (sumatriptan): riesgo de crisis hipertensiva y vasoconsitricción coronaria.
Adrenalina, noradrenalina, dopamina por
vía parenteral.
Clonidina (y drogas afines).
Digoxina: no estárecomendado asociar y,
77. Su único metabolito activo prácticamente no se detecta en plasma.
EDITORIAL SCIENS
109
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
de ser imprescindible la asociación, se
deben extremar los cuidados (potenciación
de los efectos cardiotóxicos).
Carbamazepina: los niveles plasmáticos
disminuyen en un 20 % (inducción enzimática).
Debe suspenderse la administración ante
anestesia.
No interacciona con el litio.
Duloxetina
La duloxetina es un potente inhibidor de
la recaptación de 5-HT y de NA78 que ostenta afinidades semejantes por los transportadores de NA y 5-HT. Si bien se ha
descripto una atenuación pronunciada del
incremento de calcio en respuesta al estímulo del receptor 5-HT2A, no es antagonista de estos receptores, como tampoco de
otros receptores los serotonérgicos, muscarínicos, histaminérgicos H1, adrenérgicos
1 y 2 y dopaminérgicos.
El hecho de que la duloxetina aumente la
capacidad total de la vejiga y mejore la
actividad del esfínter uretral, promueve la
indicación potencial de este agente en la
incontinencia urinaria por esfuerzo y en la
vejiga sobreactiva79.
Farmacocinética
Presenta buena absorción luego de la
administración por vía oral (Tmáx de 6
horas). Si se lo administra conjuntamente
con alimentos, se retrasa la absorción (4
horas adicionales aproximadamente). La
unión a proteínas es de 90 %. La vida media
es de 12,5 h (9,2 a 19,1 h). Presenta metabo-
lismo fundamentalmente por el CYP 2D6 (y
en menor medida, por CYP 1A2) y excreción
por vía renal.
La duloxetina inhibe al CYP 2D6 de manera
más potente que la sertralina. No obstante,
esta inhibición no es tan marcada como la
efectuada por la fluoxetina y la paroxetina.
Efectos adversos
Los efectos adversos observados más
frecuentemente son náuseas, sequedad
bucal, insomnio, vértigos y constipación80.
Puede provocar somnolencia, diarrea, disminución del apetito, incremento de la salivación, entre otros. A nivel sexual, pueden
exhibir disminución de la libido, retardo
eyaculatorio e impotencia sexual. En caso
de administrarse dosis superiores a 60
mg/día es posible evidenciar cierto aumento de la presión arterial y/o leve disminución de la frecuencia cardíaca.
Dosis
El rango de dosis varía entre 40 a 120
mg/día, administrados en dosis divididas
(dosis usual de 60 mg/día)81.
Se proyecta su comercialización en nuestro
país.
Antidepresivos de acción noradrenérgica y serotonérgica
específicos
En la actualidad, el único exponente de
este otro grupo de antidepresivos duales es
la mirtazapina, que, al actuar por medio del
antagonismo de los receptores adrenérgicos presinápticos, modifica los sistemas de
neurotransmisión noradrenérgicos y sero-
78. Presenta mayor potencia que la venlafaxina.
79. Con disminución dosis dependiente de la frecuencia de los episodios de incontinencia, aparentemente por
acción a nivel del control central del reflejo miccional, y no por acciones a nivel vesical.
80. Muchos de estos efectos adversos desarrollan tolerancia: las náuseas, por ejemplo, a menudo aparecen en
las primeras 48 hs y pueden remitir o atenuarse marcadamente a los 5 días de administración continuada.
81. Se ha planteado que presentaría un balance más equilibrado en la inhibición del transporte de 5-HT y de NA, y que
el bloqueo de la recaptación de NA y, por lo tanto, los efectos sobre la NA, se manifiestan con dosis desde 60 mg/día.
110
HJ Bertera, N Fantacone // Farmacología de las drogas antidepresivas
tonérgicos.
Mirtazapina
La mirtazapina es un antidepresivo
tetracíclico derivado piperazinoazepínico
(análogo de la mianserina) cuya acción
antidepresiva procede de las modificaciones que ejerce a nivel de la neurotransmisión serotoninérgica y noradrenérgica.
La mirtazapina antagoniza los autoreceptores y hetereorreceptores 2 presinápticos, favoreciendo de este modo la liberación
de 5-HT y NA.
Esta última, aumentada en su liberación,
estimula neuronas serotonérgicas (vía
receptores 1), generándose así un aumento
de la actividad eléctrica de ellas y, por consiguiente, dando lugar a mayor liberación
del transmisor 5-HT (mecanismo dual,
noradrenérgico y serotonérgico).
Dado que la mirtazapina es antagonista
específico de los receptores 5-HT2 (productores de ansiedad, nerviosismo y alteraciones
de la presión arterial) y 5-HT3 (que pueden
ocasionar náuseas y vómitos), la estimulación de los receptores 5-HT se ejerce
sobre sitios 5-HT1 solamente. Este hecho
se condice con el perfil de efectos adversos
que presenta este fármaco (menor componente serotonérgico en comparación con
los inhibidores mixtos de la recaptación, o
los ISRS). De manera análoga, el efecto
hipnofórico que presenta este agente está
en relación al antagonismo que produce a
nivel de receptores 5-HT1c, y de los receptores histaminérgicos H1, razón por la cual
debe administrarse en una única toma al
final del día.
Farmacocinética
Presenta buena absorción tras la administración oral, la cual permanece inalterada
por la ingesta de alimentos (Tmax cercano
a las 2 horas). La biodisponibilidad es del
50 %.
Luego de trascurridas 2 h de la administración vía oral de 20 mg, logra concentraciones séricas máximas de aproximadamente 0.1 µg/ml. Su t½ se ubica entre las
20 a 40 horas, y es menor para pacientes de
sexo femenino que para el sexo masculino.
La unión a proteínas plasmáticas del 85 %.
El metabolismo de la mirtazapina es
hepático, y sufre procesos de desmetilación y oxidación previos a su conjugación.
La vía CYP 3A4 genera uno de sus
metabolitos principales, la desmetilmirtazapina (DMM), cuya actividad es aproximadamente una décimoava parte de la
actividad de la droga madre82. La eliminación se completa fundamentalmente a
través de la excreción urinaria (85 %) y de
las heces (15 %).
Efectos adversos
Como efectos adversos más frecuentes
se evidencia sobresedación, aumento del
apetito y del peso corporal y sequedad de
las mucosas (a consecuencia del bloqueo
de receptores histaminérgicos H1). Es
importante remacarcar que la disminución
de la dosis no suele reducir la sedación; no
obstante sí afecta la eficacia antidepresiva.
A nivel sexual la incidencia de efectos
adversos es inferior a la observada con los
ISRS. No produce efectos anticolinérgicos
ni cardiotóxicos a las dosis habitualmente
administradas (15-60 mg/día). Si bien no se
asocia a la inducción de discrasias sanguíneas, ha sido descripta la agranulocitosis en el 1 ‰, generalmente a las 4-6 semanas
y reversible ante la suspensión del
tratamiento.
82. Asimismo, otros hidroximetabolitos son generados vía CYP 2D6 y CYP 1A2.
EDITORIAL SCIENS
111
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
Dosis
Inicialmente se administran 15 mg/día
durante los primeros 4 días.
Posteriormente, se incrementa la dosis
hasta alcanzar 30 o 45 mg/día, siempre en
una única toma diaria (dada su vida media
y sus características farmacocinéticas). En
las insuficiencias hepática y renal se disminuye el clearance, con lo que resulta
necesario reducir la dosis.
Interacciones
IMAO: se contraindica su uso conjunto.
Depresores del SNC (alcohol, benzodiazepinas,
etcétera): potenciación de efectos.
No se recomienda la asociación con fármacos que suelen producir discrasias sanguíneas.
Carbamazepina: es factible la disminución
de los niveles plasmáticos de mirtazapina.
Cimetidina: aumenta la biodisponibilidad
de la mirtazapina (es necesario ajustar la
dosis en tal caso).
Antidepresivos atípicos
Mianserina
La mianserina es un antidepresivo
tetracíclico antagonista de los receptores
adrenérgicos 1, presinápticos 2, de los
histaminérgicos H1, y serotonérgicos 5HT1
y 5HT2. Tiene como característica que es el
antidepresivo con mayor potencia de bloqueo de los receptores 2 presinápticos.
Este último, es un receptor metabotrópico
asociado a una proteína G subtipo i – inhibitoria-, cuyo estímulo inhibe la liberación de
noradrenalina. Por lo tanto, al antagonizar
estos receptores, la mianserina provoca la
liberación del neurotransmisor.
Paralelamente, bloquea los receptores 5HT2 con mayor potencia que los 5-HT1.
Una de las principales diferencias con
respecto a la mirtazapina es el bloqueo de
receptores 1 adrenérgicos, hecho que
determina que el mecanismo de acción de
este fármaco sea solamente noradrenérgico. Asimismo, la mianserina puede reducir
la respuesta del sistema generador de
AMPc ante el estimulo adrenérgico83.
Farmacocinética
Se absorbe rápidamente tras su administración vía oral, presentando una
biodisponibilidad de 20 %. El Tmáx es de 3
h. El porcentaje de unión a proteínas es del
90 %. El volumen de distribución es de 13 a
18 l/kg, y el clearence de 11,7 ml/min/kg.
Se elimina por metabolización microsomal
hepática con una t½ del orden de las 12 h
(10 a 27 h). El estado estacionario se logra
luego de 5 días. Se propone para la
mianserina y su desmetilderivado, un
metabolismo dependiente de CYP2D6. Los
metabolitos principales son 3 siguientes: la
N-desmetilmianserina, la 8-OH-mianserina (activos) y mianserina-N-óxido. La
excreción es por vía renal, en su mayoría
como derivados conjugados, y solamente
un 5 % como droga sin metabolizar.
Efectos adversos
Puede producir sedación diurna exagerada, disminución del rendimiento, astenia,
fatigabilidad y aumento de peso. La mianserina ha demostrado provocar aumento en la
incidencia de convulsiones.
Se deben realizar controles hematológicos seriados durante los primeros 3 meses
ya que su utilización fue vinculada a granulocitopenia, agranulocitosis y anemia aplástica.
Puede provocar hipotensión, elevación de
transaminasas, hepatitis y reacciones alérgicas (rash, fiebre, artralgias). Puede
deprimir las erecciones peneanas noctur-
83. Por un mecanismo que puede no incluir la regulación descendente de los adrenoceptores .
112
HJ Bertera, N Fantacone // Farmacología de las drogas antidepresivas
nas de manera significativa. Los efectos
anticolinérgicos y cardiológicos son raros.
Indicaciones
Depresiones con gran componente
ansioso, y/o con inquietud o insomnio:
especialmente en pacientes cardiológicos o
con intolerancia a efectos anticolinérgicos
de los agentes clásicos.
Contraindicaciones
Comunes a todos los nuevos antidepresivos.
Pacientes con antecedentes convulsivos
o con daño cerebral.
Dosis
Su dosis es de 60-90 mg/día (máximo:
240 mg/día).
Interacciones
IMAO: no se recomienda la asociación.
Bupropión (riesgo proconvulsivo).
Depresores centrales: se contraindicar el
consumo de alcohol u otros depresores del
SNC.
Clonidina: altera el efecto antihipertensivo por antagonismo a nivel de receptores
adrenérgicos.
Warfarina: altera los concetraciones
plasmáticas.
Nefazodona
La nefazodona es un antidepresivo
fenilpiperazínico cuya acción principal consiste en la inhibición de la captación neuronal de 5-HT, y el bloqueo importante de
los receptores 5-HT2A (acción que lo sitúa
en el grupo de antidepresivos atípicos).
No tiene afinidad por receptores
dopaminérgicos, colinérgicos o histaminérgicos, y si bien produce leve inhibición
de la recaptación de NA y antagonismo de
los receptores adrenérgicos 1, estas
propiedades no son de relevancia clínica.
Esta droga, no exhibe el perfil estimulante de muchos de los ISRS, y el hecho de
que no produzca efectos adversos en la
esfera sexual como otros agentes, posiciona a esta droga en un lugar particular:
resulta ser una adecuada alternativa como
droga de reemplazo de otros antidepresivos.
Farmacocinética
Presenta buena absorción tras la administración oral (Tmax de 1 a 3 h), exhibe una
unión a proteínas del 98 % (interacciones
potenciales con otras drogas de similar
característica), y posee una t ½ de 2 a 5 h.
Presenta hidroximetabolitos y mCPP (mclorofenilpiperazina) como derivados. Este
último es sustrato del CYP2D6 y normalmente se halla en concentraciones mínimas (menores al 5 % de las de la droga
madre). La mCPP se comporta como agonista de receptores 5-HT1, 5-HT2A y 5-HTC;
en consecuencia, cuando se coadministra
un inhibidor del CYP2D6 suele dar lugar a
manifestaciones clínicas como náuseas,
mareos, ansiedad, agitación y síntomas de
pánico.
Efectos adversos
Sedación, somnolencia (no debida al
antagonismo de receptores H1), sequedad
de boca, visión borrosa, cefaleas, constipación y muchos de las reacciones adversas clásicas de los ISRS84 son efectos
adversos frecuentes; ha evidenciado provocar parestesias, hipotensión ortostática
(ambos efectos aproximadamente con una
incidencia del 4 %) y bradicardia sinusal. Si
bien se han reportado casos de insuficiencia hepática probablemente atribuibles a
84 Especialmente náuseas, vértigos, astenia, agitación, insomnio.
EDITORIAL SCIENS
113
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
nefazodona, el retiro de la comercialización
en algunos países fue asociado a razones
comerciales.
Dosis
Las dosis usuales son de 200 a 400
mg/día (máximo: 600 mg/día). Se recomienda el uso de la mínima dosis efectiva.
Interacciones
IMAO: se contraindica la administración
conjunta.
Triazolam y alprazolam: aumento marcado de las concentraciones (por inhibición
del CYP 3A4).
Cisaprida, terfenadina, o astemizol: se
contraindica su administración conjunta
(riesgo de inducir arritmias cardíacas).
Digoxina: se contraindica de manera relativa su coadministración (incremento de las
concentraciones plasmáticas de digoxina).
Carbamazepina85.
Propranolol (la nefazodona puede alterar
su cinética).
Inhibidores del CYP 2D6: puede promover
la aparición del cuadro de toxicidad por
acumulación del metabolito mCPP descripto
previamente. Se debe tener en cuenta este
efecto ante la administración conjunta o
sucesiva sin wash out.
Trazodona
Este derivado triazolopiridínico inhibe
débilmente la recaptación de 5-HT, y por
medio de su metabolito activo, la m-clorofenil-piperazina (mCPP86), antagoniza con
los receptores serotonérgicos 5-HT1A, 5HT1c y 5-HT1D. Asimismo, puede desarrollar
acciones agonistas de receptores 5-HT1, 5HT2A 5-HTB y 5-HTC, contribuyendo indirectamente a facilitar la transmisión nora-
drenérgica. Produce el bloqueo de los
receptores H1 y 1 adrenérgico, no así de
los receptores muscarínicos.
Se discute la eficacia de la trazodona
como antidepresivo de primera línea, no
obstante, se la considera como facilitador
del sueño por sus efectos hipnóforos87.
Farmacocinética
Presenta una adecuada absorción tras la
administración vía oral (Tmax de 1 a 2 h).
Los alimentos enlentecen la absorción y a
la vez la incrementan en un 20 %. Posee
una unión a proteínas del 90-95 %. El
metabolismo es hepático, por CYP3A4 y en
menor proporción por el CYP1A2. La mclorofenil-piperazina (mCPP), metabolito
del CYP3A3, es sustrato del CYP2D6, razón
por la cual puede aumentar sus niveles
plasmáticos ante la administración
simultánea de inhibidores de esta isoenzima, y paralelamente el riesgo de efectos
adversos derivados. La t ½ de la trazodona
es de 3 a 10 h. La excreción es principalmente renal, y se halló menos del 1 % de
droga inmodificada.
Efectos adversos
A menudo produce hipotensión ortostática
(bloqueo 1), mareos, vértigos, trastornos
gastrointestinales, sequedad de boca y
cefaleas. En caso de prescribirse a ancianos,
deben extremarse los recaudos por el riesgo
de caídas o por sobresedación o por
cuadros confusionales. Puede producir
arritmias (se han descripto la inducción de
bradicardia), casos graves de priapismo y
erupción cutánea. Corresponde destacar que
se ha observado exacerbación de síntomas
de pánico en pacientes con trastorno de
pánico, y de las manifestaciones obsesivas
85. Se requiere disminución de las dosis de la carbamazepina para evitar toxicidad.
86. Asimismo metabolito de la nefazodona.
87. Incrementa las etapas 3 y 4 del sueño, aumenta el tiempo total de sueño y la latencia del REM, sin modificar la fase REM.
114
HJ Bertera, N Fantacone // Farmacología de las drogas antidepresivas
en el TOC.
Interacciones
IMAO: se contraindica la administración
conjunta.
Clonidina, guanetidina (entre otras): disminución de su efecto antihipertensivo.
Carbamazepina, fenitoina: disminución
de las concentraciones plasmáticas de la
trazodona (y viceversa: ésta última puede
aumentar las concentraciones de ellas).
Digoxina: incrementa los niveles plasmáticos con potencial toxicidad.
Inhibidores del CYP2D6: aumentan los
niveles de mCPP.
Hipotensores: potenciación de su efecto
Depresores del SNC: potenciación de su efecto.
Bupropión
A este antidepresivo de estructura de tipo
feniletilamínico, frecuentemente se lo sitúa
dentro de los inhibidores selectivos de la
recaptación de DA. No obstante, este antidepresivo y deshabituante del tabaco,
además de inhibir débilmente la captación
neuronal de DA y favorecer su liberación,
también inhibe la captación neuronal de la
NA (con mínimos efectos a nivel de la 5-HT).
De esta forma aumenta la DA extracelular en
el núcleo accumbens88.
Farmacocinética
Posee una adecuada absorción tras la
administración vía oral, presenta una
biodisponibilidad mayor al 85 % (Tmáx de 3
h)89. Se une a proteínas plasmáticas en un
80 %, y su t ½ es de 10 a 20 h90. El efecto de
primer paso hepático es marcado, y se biotransforma en este órgano (principalmente
por la CYP2D6 y, en menor medida, por
CYP1A2, 2A6, 2C9, 3A4 y 2E1), y generan
hidroxiderivados activos, cuyas concentraciones incluso pueden superar a las de
bupropión.
El estado estacionario se alcanza en 5-7 días.
• Respecto del hidroxibupropión, los
valores del AUC y de la Cmáx son aproximadamente 3 y 14 veces más altos, respectivamente, que los valores de Cmáx y AUC
de bupropión y los niveles plasmáticos
máximos de dicho derivado se alcanzan
después de unas 6 horas de la administración de una dosis única de bupropión. El
hidroxibupropión, junto con el bupropión
son inhibidores de la isoenzima CYP2D6.
• Respecto de treohidrobupropión, la
Cmáx es semejante a la del bupropión,
pero el AUC des aproximadamente 5 veces
mayor que el de bupropión. También en
este caso, los niveles plasmáticos de treohidrobupropión se alcanzan después de
unas 6 horas de la administración de una
dosis única de bupropión.
La excreción es principalmente por vía
renal (87 %) y por heces (10 %).
Efectos adversos
Los más frecuentes son temblor, insomnio, pesadillas, cefaleas, nerviosismo,
inquietud psicomotriz y agitación, todos
ellos dosis-dependientes. Asimismo, se ha
observado un efecto proconvulsivante,
especialmente con dosis altas, o ante reajustes bruscos o marcados de dosis91.
Se ha evidenciado que puede generar molestias gastrointestinales, náuseas, dolores e
irregularidades menstruales. Se ha propuesto
como droga de reemplazo de otros antide-
88. En los EE.UU. no se han reportado casos de abuso por la utilización de bupropión por períodos prolongados; no obstante presenta una estructura química semejante a la del anorexígeno dietilpropion.
89. La administración oral de 150 mg en comprimido de liberación prolongada a voluntarios sanos, generan concentraciones plasmáticas máximas (Cmáx) de 100 nanogramos/ml a las 2,5 a 3 horas.
90. La t ½ del hidroxibupropión: 20 horas, del treobupropión: 37 horas y del eritrohidrobupropión 33 horas.
91. No se recomienda su uso en paciente predispuestos a las convulsiones, ni reajustes de dosis superiores a los 150 mg cada 72 h.
EDITORIAL SCIENS
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
presivos ante la intolerancia a efectos
adversos sexuales por la baja incidencia de
efectos adversos en esta esfera.
Indicaciones
Cuadros de depresión en pacientes
parkinsonianos.
Depresiones con predominio de la inhibición psicomotriz (si bien ha sido cuestionada su eficacia).
Deshabituación al tabaco: se recomienda
administrarlo antes de que el paciente deje
de fumar y establecer el intento de suspensión del tabaco en la segunda semana.
Dosis
La dosis de bupropión es de 150-300
mg/día (máximo: 450 mg/día), en 2 tomas.
Se inicia el tratamiento con 150 mg y luego
de tres días se aumenta a 300 mg.
Interacciones
Se contraindica la asociación con IMAO:
incremento del riesgo convulsivo con todos
los fármacos que inhiban al CYP2D6
Benzodiazepinas, alcohol (su consumo o
su suspensión brusca): disminuyen el
umbral convulsivo para el bupropión.
Carbamazepina: reduce los niveles séricos de bupropión.
Nicotina: si bien es frecuente esta asociación
promueve el aumento de la presión arterial.
Levodopa: potenciación de los efectos adversos.
Litio: puede alterar la cinética del litio.
Tianeptina
La tianeptina, antidepresivo dibenzotiacepinínico, que, a diferencia de los
inhibidores de la recaptación, favorece la
captación neuronal de 5-HT (en contraposición al mecanismo de los inhibidores de la
recaptación). Asimismo, induce un aumen-
to en la actividad dopaminérgica que puede
colaborar al efecto antidepresivo.
En modelos experimentales:
• Protege a las células del hipocampo de
la atrofia dendrítica inducida por el estrés
crónico.
• Aumenta los niveles extracelulares de
ácido 5-hidroxiindolacético (5-HIAA) en
hipocampo e hipotálamo. Este hecho no produce una disminución del nivel de las concentraciones plasmáticas de 5-HT a largo plazo.
• En modelos de estrés inescapable92, el
incremento de 5-HT en hipocampo es notorio y persistente.
Paralelamente, al reducir la liberación de
ACTH y corticosterona inducida por estrés
crónico, la tianeptina amortigua la hiperestimulación del eje hipotálamo-hipófisoadrenal en respuesta al estrés. Asimismo,
las dendritas de las células piramidales
CA3 sufren menos cambios hipotróficos a
consecuencia del estrés.
Farmacocinética
Posee buena absorción tras la administración por vía oral (Tmax de 1 a 2 h). La
biodisponibilidad es alta, llegando al 98 %.
Presenta un 95 % de unión a proteínas
plasmáticas. Reacciones de b-oxidación y
desmetilación la metabolizan a nivel hepático; su principal metabolito activo es el MC5
(ácido pentanoico). Su t ½ de 2,5 a 7 h93 y la
de su metabolito activo es de 7 h. La excreción es vía renal.
Efectos adversos
Frecuentemente produce molestias gastrointestinales, náuseas, diarreas, como
también vértigos, sedación, temblores y
erupciones cutáneas. No varía la presión
arterial ni genera cambios en la conducción
cardíaca. Tampoco produce efectos adversos
92. El estrés perjudica la plasticidad sináptica a nivel del hipocampo (neuronas CA1). Existen mecanismos serotonérgicos que median los efectos del estrés inescapable, con aumento de los niveles de 5-HT en el hipocampo.
93. Se administra a razón de tres comprimidos por día.
116
HJ Bertera, N Fantacone // Farmacología de las drogas antidepresivas
anticolinérgicos, ni variaciones marcadas en el EEG.
Indicaciones
La tianeptina ha demostrado respuestas
favorables en:
Trastornos depresivos.
Distimias.
Depresión asociada a alcoholismo.
Síndrome por retiro de benzodiazepinas.
Cabe remarcar su efectiva acción ansiolítica.
Interacciones
Su combinación con IMAO se encuentra
contraindicada.
El ácido acetilsalicílico puede desplazarla
de su unión a proteínas plasmáticas.
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5
Tratamiento farmacológico de la depresión mayor
Héctor Jorge Bertera, Carolina Kralj
Resumen
Los trastornos depresivos representan un conjunto de trastornos afectivos que se registra, al menos, en el 10 – 15 % de la población. El riesgo de padecer depresión es dos a tres
veces más alto para quienes tengan antecedentes familiares, y la prevalencia de suicidio
en pacientes con trastornos afectivos se ha estimado entre un 25 % y un 30 %. Por estas
razones, el tratamiento de la depresión mayor ha sido objeto de múltiples estudios y abordajes, tanto desde la psicoterapia como desde la farmacoterapia. Este capítulo desarrolla
una propuesta de abordaje farmacológico sustentada en la articulación de las bases farmacológicas de las drogas antidepresivas con la terapéutica, planteando un permanente
interjuego entre el cuadro que se tratará (el diagnóstico de depresión, de gravedad, de subtipo clínico, de evolución, etcétera), el paciente (sus características, su comorbilidad clínica y psiquiátrica, su posicionamiento frente a la farmacoterapia, su entorno psicosocial,
etcétera), y la farmacología de los antidepresivos. Se detallan las distintas etapas del abordaje farmacoterapéutico de la depresión, centrándose en la selección individualizada de un
antidepresivo para la etapa aguda, y sobre la base de los fundamentos del uso racional
derivadas de la interacción de los factores mencionados. Se destaca la importancia de que
en esta elección para la fase aguda se considere la etapa de continuación y de mantenimiento, y se propone una guía del procesamiento de las decisiones basada en la evidencia
disponible al presente en el tratamiento de la depresión mayor.
Introducción
El progreso en el ámbito de los tratamientos de los trastornos depresivos es
permanente, sobre todo de la denominada
depresión mayor. Aún no se puede afirmar
que contemos con un antidepresivo ideal,
pero en función de la ampliación del espectro de opciones disponibles, resulta cada
vez más concreta la posibilidad de elegir un
agente antidepresivo que muestre mayor
adecuación para cada paciente, o para cada
cuadro depresivo.
Actualmente se cuenta con numerosos
antidepresivos de perfiles de acción distintos ya que, a pesar de que muchos de ellos
comparten vías finales comunes, presentan
características diferenciales importantes
para tener en cuenta en la prescripción,
dado que la mayoría de las drogas son
similarmente seguras y efectivas.
La depresión es una enfermedad muy
frecuente, grave, y en la que existe una
EDITORIAL SCIENS
123
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
marcada tendencia a la recurrencia, e incluso
que puede progresar a la cronicidad del
episodio. Su tasa de prevalencia en la
población general oscila entre el 5 y el 6 %.
Entre las personas que se asisten ambulatoriamente por otros trastornos médicos la
prevalencia de cuadros depresivos varía del
10 al 30 %. En los pacientes internados en
servicios de Medicina General, la prevalencia se calcula entre el 11 y el 26 %. Si se
hace referencia a pacientes psiquiátricos,
la tasa de prevalencia puede alcanzar hasta
el 50 %.
En algún momento de la vida, 8 de cada
100 adultos padecerán un episodio de
depresión mayor. La forma depresiva
mayor monopolar es 10 veces más frecuente que la forma bipolar. En mujeres, la
prevalencia oscila entre el 7 y el 27 % y, en
los hombres, entre el 3 y el 8 %. Con referencia a la gravedad, es una de las enfermedades con mayor morbimortalidad, con
una tasa de mortalidad del 2 % y del 15 %
de intentos de suicidio durante el curso evolutivo de un trastorno depresivo mayor. Los
intentos son más frecuentes en mujeres
que en hombres pero la tasa de suicidio
consumado prevalece en el sexo masculino. Con respecto a la alta tasa de recurrencia, se considera que el 50 % de los individuos que han presentado un episodio
depresivo mayor registrará un segundo
episodio a lo largo de su vida.
De la población que haya exhibido dos
episodios depresivos mayores, el 70 %
suele presentar un tercer episodio y así la
probabilidad de aparición de un nuevo episodio depresivo aumenta cuanto mayor es
el número de episodios previos. Esto deberá tenerse muy en cuenta a la hora de decidir la duración del tratamiento y, por lo
tanto, la elección de un antidepresivo en
particular.
Otro dato preocupante es que cerca del
124
60 al 80 % de los episodios depresivos cursa
sin consulta por parte de la persona enferma, condicionando al paciente, como ya se
dijo, a la posibilidad de un mayor número
de episodios a lo largo de la vida. No obstante, si se consideran los consultantes
(que representan cerca del 20 al 40 % de
todos los episodios depresivos), entre el 70
y el 90 % de los casos de depresión no es
diagnosticado, o cuando sí se realiza un
diagnóstico correcto, no suelen recibir un
tratamiento farmacológico adecuado. Esto
se traduce en que solo entre un 7 y un 30 %
de los consultantes alcanza a ser tratado
con agentes antidepresivos. Si se piensa
que de este porcentaje de pacientes hay un
alto índice de respuestas parciales o
ausentes y que, como ya se dijo, del 30 al 60
% de estas respuestas incompletas o ausentes son debidas a fallas en el diseño o el
cumplimiento del tratamiento, se comprenderá entonces la importancia del
manejo terapéutico adecuado en la depresión y, en consecuencia, de un manejo farmacológico pertinente.
El 60 % de las recaídas se producen dentro de los 6 a 12 meses del primer episodio.
La depresión mayor tiene un índice del 80
% de recurrencias a lo largo de toda la vida
e incluso con algunos de los cuadros que
evolucionan a formas crónicas, lo que
implica distintos grados de discapacidad.
Los abandonos del tratamiento implican
mayor riesgo de recaída, de recurrencia, de
cronicidad y de un aumento de la prevalencia de suicidio.
Es necesario detallar el aumento de los
costos de salud que implica la persistencia
de una depresión mayor. Como resultado
de una evolución tórpida de la enfermedad,
se duplica el número de estudios a los que
es sometido el paciente, aumenta la
demanda de consultas, hay más hospitalizaciones (con mayor duración de cada una),
HJ Bertera, C Kralj // Tratamiento farmacológico de la depresión mayor
a lo que se suma la farmacia o polifarmacia, al ausentismo laboral, la reducción de
la productividad (los costos se duplican);
sin dejar de mencionar los costos subjetivos, la repercusión sobre la autoestima, las
relaciones interpersonales, la calidad de
vida del paciente y los costos a nivel del rol
social, entre otros.
En consecuencia, es fundamental pensar
en la repercusión de la enfermedad, no
solo en el entorno inmediato del paciente,
sino que también se debe considerar los
costos a largo plazo, en otras palabras, en
los costos transgeneracionales de los episodios depresivos.
Estrategia farmacológica de la depresión mayor
El tratamiento de la depresión mayor
puede dividirse en varias fases, como se
puede observar en la figura 1. La primera
fase se denomina fase de abordaje agudo
de tratamiento y se extiende desde el comienzo de la estrategia farmacológica hasta que
se obtiene la remisión del cuadro. En un
tratamiento exitoso de la depresión mayor
esta fase suele durar entre 6 y 12 semanas.
A la fase aguda de tratamiento, en el caso
que se haya obtenido la remisión del episo-
dio, le sigue la fase de continuación que se
extiende por 4 a 9 meses y que tiene por
objetivo la consolidación de la respuesta.
De consolidarse la mejoría, se inicia
luego la etapa de tratamiento de mantenimiento que se desarrolla, en general, a lo
largo de uno o más años.
Durante la fase aguda, entonces, el objetivo es alcanzar la remisión, durante la fase
de continuación el objetivo es evitar la recaída, y durante la fase de mantenimiento el
objetivo es evitar las recurrencias.
Se entiende por recaída la reaparición
sindromática que se produce luego de
haber tenido algún tipo de respuesta (ya
sea parcial o total) al tratamiento antidepresivo y sin que haya finalizado la fase de
continuación; en otras palabras, sería la
reaparición del síndrome a pesar de la continuidad del tratamiento sin haber pasado
aún a la fase de mantenimiento.
Por recurrencia se entiende aquella restitución del síndrome depresivo que se produce durante la fase de mantenimiento. La
distinción es importante ya que por recurrencia se entiende que se ha presentado
un nuevo episodio de depresión y esto es
importante en función de decidir cuáles
FIGURA 1
Kupfer, 1991.
EDITORIAL SCIENS
125
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
son las opciones terapéuticas de que se
dispone para continuar con el tratamiento.
En cambio, la recaída se considera como la
aparición del cuadro sindromático dentro
del mismo episodio depresivo, no la aparición de un segundo episodio. En el caso de
que un paciente que cursa un primer episodio depresivo mejore parcial o totalmente (presentando una respuesta parcial o
una remisión del cuadro) y recaiga en el
período agudo o de continuación, se lo
sigue considerando como paciente con un
solo episodio depresivo. En el caso contra-
rio, en el que se produzca la reaparición de
un cuadro depresivo durante la fase de
mantenimiento, ya se estaría hablando de
un paciente que cursa un segundo episodio
de depresión, con lo cual el período de tratamiento de mantenimiento luego de obtenerse la respuesta sería mucho mayor.
Tratamiento de la fase aguda de la depresión mayor
La elección de un antidepresivo para el
abordaje durante la fase aguda del tratamiento de la depresión mayor depende de
la interacción de numerosos factores. Entre
FIGURA 2
Factores que intervienen en la elección de un antidepresivo
Características
farmacológicas
de cada
grupo de
antidepresivos
Rasgos distintivos
de
cada agente
en particular
Aceptabilidad
(adhesión y
calidad de vida)
Diagnóstico de
síndrome.
Riesgo suicida
Diagnóstico de
subtipo y
de la gravedad
del cuadro
Elección de
un
antidepresivo
Historia de la
depresión
(episodios previos y
su
respuesta al tratamiento)
Índice terapéutico,
tolerabilidad aguda
y a largo plazo
Costos del abordaje
farmacológico
(vs. costos de no
hacer tratamiento)
Comorbilidad
psiquiátrica
y clínica
126
Eficacia general y
eficacia puntual
o diferenciada
Patobiografía
Antecedentes
familiares
(clínicos, psiquiátricos, y
repuestas a tratamiento)
HJ Bertera, C Kralj // Tratamiento farmacológico de la depresión mayor
ellos se puede mencionar: el diagnóstico
de depresión mayor, el diagnóstico de subtipo de depresión, la gravedad o severidad
del cuadro (de acuerdo con los criterios
mencionados en el DSM IV), las características farmacológicas de cada grupo de antidepresivos, los rasgos distintivos de cada
agente en comparaciones intragrupo, la
comorbilidad psiquiátrica y clínica en cada
paciente en particular, los costos del abordaje farmacológico que se elegirá, la historia previa del paciente (tanto como respecta a episodios depresivos previos como a la
respuesta a tratamientos farmacológicos
anteriores a la depresión), la patobiografía
del paciente y los antecedentes familiares
tanto clínicos y psiquiátricos, como de respuesta farmacológica en el caso de que
haya habido tratamiento con psicofármacos. También podrían mencionarse otros
factores intervinientes a los que se hará
referencia posteriormente.
El diagnóstico del subtipo de depresión y la gravedad
Diagnosticar el subtipo es importante en
función de la eficacia clínica. Gran parte de
la eficacia del uso de psicofármacos, en
general, deriva de la precisión diagnóstica,
ya que un error en esta etapa inevitablemente conduce a elecciones terapéuticas
inadecuadas y, por lo tanto, a ineficacias en
los abordajes terapéuticos. En el caso de la
depresión mayor, hay distintos subtipos clínicos y distintos grados de gravedad de los
cuadros que se presentan en la clínica cotidiana, que serán determinantes en la elección de los antidepresivos con el fin de
lograr eficacia clínica.
Conviene aquí diferenciar el concepto
clásico de eficacia clínica referido al porcentaje de pacientes que presenta una respuesta determinada o a un porcentaje de
respuestas en una población estudiada.
Hoy el concepto clínico de eficacia de los
psicofármacos está ampliándose y comienza a involucrar no sólo la respuesta terapéutica, sino la posibilidad de alcanzarla;
esta posibilidad está muy condicionada por
la aceptabilidad del tratamiento farmacológico por parte del paciente. La aceptabilidad involucra la concepción de adhesión al
tratamiento y, a su vez, de la percepción
subjetiva de calidad de vida manifiesta por
el paciente durante el curso del tratamiento. La aceptabilidad condiciona el éxito del
tratamiento, dado que el incumplimiento
de los planes prescriptos constituye una de
las causas más comunes de los fracasos
terapéuticos, sobre todo en el trastorno
depresivo mayor.
Si la eficacia, en el sentido amplio,
empieza a contemplar la aceptación por
parte del paciente, la tolerancia a los fármacos, determinada a su vez por el perfil
de efectos adversos en interacción con
cada paciente en particular, será de gran
importancia para elegir un grupo de antidepresivos para ese paciente.
La tolerabilidad se puede considerar
dentro de dos márgenes. Un corto plazo,
que llamaremos tolerabilidad en la etapa
aguda, es decir, que contempla aquellos
efectos adversos que suelen ser frecuentes
al comienzo de la prescripción y la administración del antidepresivo. Y la tolerancia
a largo plazo, o tolerancia en la etapa de
continuación y mantenimiento del tratamiento, que son efectos adversos que se
suelen presentar con la continuidad de la
administración del fármaco. Son dos grupos distintos y de diferente manejo.
Finalmente, al considerar que nos encontramos frente al abordaje de pacientes que
presentan un potencial riesgo de suicidio,
el índice terapéutico de los fármacos de
cada uno de los grupos de antidepresivos
también constituirá un factor para considerar siempre en interacción con el paciente
EDITORIAL SCIENS
127
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
(no tiene la misma significación prescribir
un agente con un índice terapéutico bajo a
un paciente con depresión leve y ausencia
de ideación suicida, que la misma prescripción realizada a un paciente con gravedad o
rasgos melancólicos de la depresión e ideación, plan o conductas suicidas).
Si hablamos de eficacia clínica en el sentido tradicional podemos decir que los antidepresivos no evidencian diferencias significativas en los porcentajes de población
que responde a cada uno de ellos (cabe
señalar que no contamos al presente con
suficientes trabajos que comparen directamente los distintos antidepresivos entre sí).
En otras palabras, todos los antidepresivos
tienen una eficacia clínica general similar
(aunque no idéntica, como parecen sugerir
distintas revisiones sistemáticas de lo
publicado). Las diferencias, sutiles de por
sí, que se pueden encontrar entre los distintos grupos, parecen depender en parte
del subtipo de depresión mayor y/o de su
gravedad más que de una característica
peculiar de un agente en particular.
El objetivo de la reducción progresiva de
la sintomatología que lleve al paciente a
una remisión del trastorno depresivo mayor
debe estar permanentemente equilibrado
TABLA 1
Tolerabilidad aguda y a largo plazo
Tolerabiliad
Tolerabilidad aguda
- Tipo y magnitud de los efectos adversos que se presentan tempranamente al comenzar a administrar
un fármaco antidepresivo
- Consecuencias más significativas:
Fallas en la adhesión (incumplimiento de dosis)
Abandonos tempranos
Tolerabilidad a largo plazo
- Tipo y magnitud de los efectos adversos que se presentan ante la administración continuada de un fármaco antidepresivo
- Consecuencias más significativas:
Complicaciones evolutivas
Fallas en la adhesión (incumplimiento, suspensión inconsulta)
128
con el objetivo de evitar los efectos adversos que pueden causar el abandono del
tratamiento y, en algunos casos, evitar el
riesgo clínico que puede implicar el uso de
un antidepresivo de índice terapéutico bajo.
Como se observa en el capítulo de descripción farmacológica de las drogas antidepresivas, si hablamos de grupos de fármacos antidepresivos y su relación con los
índices terapéuticos, los antidepresivos tricíclicos (ATC) son los que presentan el índice terapéutico más bajo de todos los grupos. Fue la causa de que quedaran relegados a un segundo lugar a pesar de que, aún
hoy, son drogas para considerar seriamente, en especial en algunos pacientes que no
presentan respuestas adecuadas a psicofármacos más modernos.
Los inhibidores de la monoaminooxidasa
(IMAO), para hacer referencia específicamente al grupo no selectivo de los IMAO (en
la Argentina el único exponente es la tranilcipromina), si bien no tienen un índice terapéutico tan bajo como ocurre con los antidepresivos tricíclicos, sí presentan una
serie de interacciones con otros fármacos y
con alimentos que podrían, de no ser
advertidos correctamente, generar complicaciones clínicas graves, algunas de ellas
que implican incluso, riesgo de vida. Estos
dos grupos de antidepresivos han sido
entonces, como ya se dijo, relegados a
segunda o tercera línea de elección debido
principalmente a estas características de
dificultades en su manejo y al riesgo indiscutible en casos de sobredosis o de interacciones con fármacos o alimentos.
Características clínicas de la depresión para considerar
en la elección del agente antidepresivo
Como ya se expuso, por un lado, los antidepresivos presentan muy pocas diferencias a la hora de evaluar su eficacia tomando la población de pacientes depresivos en
HJ Bertera, C Kralj // Tratamiento farmacológico de la depresión mayor
su conjunto; y por otro, existen datos que
permiten afirmar que, de acuerdo con ciertas características de la depresión, algunos
agentes o, en ocasiones, un grupo de antidepresivos brindan mayor probabilidad de
obtener una respuesta favorable. En las
depresiones leves y moderadas es difícil
establecer hoy diferencias de eficacia para
los distintos representantes de los grupos
antidepresivos. En cambio, en las depresiones más graves, algunos datos permiten
afirmar que los antidepresivos duales (venlafaxina) y los antidepresivos clásicos, es
decir los antidepresivos tricíclicos y el
grupo de los inhibidores no selectivos de la
monoaminooxidasa, parecerían inducir una
respuesta en un porcentaje de pacientes
algo mayor que las que producen los agentes selectivos. Si bien el porcentaje de respuesta no es altamente significativo, debe
considerarse que constituye un factor de
elección en ausencia de respuesta a un primer abordaje o a un abordaje previo con
inhibidores selectivos, por ejemplo, un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina (ISRS).
En trabajos de metaanálisis, que aún no
han sido replicados y, por lo tanto, tienen
una validez sujeta a posterior confirmación,
los inhibidores duales de la recaptación de
serotonina y de la noradrenalina parecerían
ser algo más eficaces que los agentes
selectivos en las depresiones mayores para
lograr la remisión total del cuadro en un
número superior de pacientes.
TABLA 2
Eficacia
- Porcentaje de respuestas en una población determinada
- Determina una posibilidad de respuesta
- En el paciente en particular, depende no solo de
la interacción droga-depresión, sino también de la
aceptabilidad por parte del paciente
- Calidad de vida durante el abordaje farmacológico
- Adhesión
Cipriani y colaboradores (2009) compararon las tasas de respuesta y de discontinuación de los antidepresivos nuevos, y
concluyeron que la sertralina, el escitalopram, la venlafaxina y la mirtazapina parecerían promover respuestas más significativas que el resto de los agentes de segunda generación en la depresión mayor. Estas
conclusiones no dejan de ser orientadoras,
y debe considerarse con la cautela que
obliga el hecho de que no surgieron de trabajos comparativos directos entre las distintas drogas. Es decir que los resultados
no tienen la validez y la confiabilidad de un
metaanálisis convencional de trabajos
doble ciego controlados contra placebo
donde se hayan homologado diseños similares de los estudios, dosis comparables,
poblaciones similares, etcétera, estimados
generalmente como una de las mejores
evidencias disponibles para evaluar los
efectos de un tratamiento.
Nuevamente, esto requiere de posterior
validación y las diferencias, a pesar de todo,
no son de una magnitud que justifique que
este sea el único factor para tener en cuenta en la elección de estos agentes frente a
otros en los cuadros de depresión mayor.
De hecho, las recomendaciones de los
comités de expertos en el área (por ejemplo, el American College of Physicians
Guideline for the treatment of MDD) con
respecto a que los nuevos antidepresivos
tienen una eficacia muy similar, y que por
lo tanto, en la selección de un agente se
debe tener muy en cuenta el perfil de efectos adversos (tolerabilidad) y los costos, no
se han modificado.
El número de episodios también es un
factor para evaluar en la selección, esto se
plantea en relación, por supuesto, con el
perfil de efectos adversos, especialmente a
largo plazo. Si se está frente a un primer
episodio de depresión mayor, el abordaje
EDITORIAL SCIENS
129
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
TABLA 3
Tratamiento antidepresivo
Episodio
Único (inicial)
Segundo episodio
Segundo, con predictores
Tercero
Duración
1 Año
3 A 5 años
Indefinida
Indefinida
farmacológico total rondará, en cuanto a su
duración, cerca de un año. En cambio, ante
un segundo o un tercer episodio los tiempos de mantenimiento se extienden significativamente, hasta en algunos casos puede
llegar a plantearse el tratamiento por tiempo indeterminado, y hasta de por vida.
Por lo tanto, el perfil de efectos adversos
a largo plazo de los distintos agentes dentro de cada grupo debe ser tenido en cuenta ya desde el momento de la elección inicial. Y esto es así, porque tanto la tolerancia, como la aceptabilidad y el cumplimiento del tratamiento no serán los mismos
ante un fármaco que, por ejemplo, aumente el peso de manera continuada en un
abordaje de aproximadamente un año, pero
que se pueda realizar control con prevención, medidas paliativas, actividad física y
modificaciones en la dieta; que en el caso
de un tratamiento a cinco años o por períodos más prolongados. Por lo tanto, algunos
antidepresivos que promueven un significativo aumento de peso no serían los ideales
para un tratamiento de un segundo, un tercero o un cuarto episodio depresivo.
La elección del antidepresivo también
debe ser evaluada en función de la evolución del cuadro. En las depresiones de
mayor tiempo de evolución, al ser crónicas
(un subtipo clínico de depresión), tanto
como en algunos cuadros de depresión con
remisión parcial frente a un tratamiento
(que a diferencia de la depresión crónica es
una característica de la respuesta al tratamiento y no de la depresión en sí misma),
tal vez sea más recomendable utilizar un
130
antidepresivo dual (ya sea los inhibidores
mixtos de la receptación serotonina/noradrenalina o los noradrenérgicos y serotonérgicos específicos) que aborde el cuadro
depresivo desde el punto de vista bioquímico, y en cuanto a las acciones inmediatas o
tempranas del mecanismo de acción antidepresivo, actúe sobre las dos vías de neurotransmisión involucradas con mayor frecuencia en la fisiopatología del trastorno.
La eficacia debe estimarse según los
subtipos sintomáticos de depresión. La
depresión atípica es uno de los ejemplos de
respuesta diferencial para distintos grupos
de antidepresivos. Es una entidad clínica
que se distingue, precisamente, por presentar una respuesta distinta al grupo de
inhibidores no selectivos de la monoaminooxidasa (IMAO) con respecto a la respuesta
a los antidepresivos tricíclicos (ATC), en
contraste con lo que previamente se veía
con la depresión melancólica donde ambos
grupos demostraban eficacia bastante
similar.
La depresión atípica surge, entonces,
para identificar un subtipo de depresión
presente en pacientes que no responden al
tratamiento con el que sí respondían quienes padecían de depresión melancólica y
que, además, no tenían los síntomas clásicos descriptos para la depresión. Desde
principios de la década de 1960 se considera que el descriptor más clásico de la
depresión atípica es la inversión de los síntomas vegetativos. Los autores coinciden
en señalar que las principales características sintomáticas son la presentación de
hipersomnia e hiperfagia con aumento de
peso. Se trata de una depresión que va
acompañada de una significativa reactividad del humor frente a estímulos ambientales, así los pacientes desarrollan una
marcada sensibilidad, en especial frente al
rechazo proveniente de los vínculos inter-
HJ Bertera, C Kralj // Tratamiento farmacológico de la depresión mayor
personales.
Un cuarto ítem se menciona muchas
veces como característica de la depresión
atípica: la parálisis de Leyden, que consiste
en la sensación de pesadez pronunciada en
las extremidades, aunque este síntoma en
la actualidad es mucho menos frecuente
en la presentación clínica que los otros
mencionados. Numerosos autores advierten que la depresión atípica tiene una alta
prevalencia, cerca del 28 al 30 %, con lo
cual es importante tenerla en cuenta para
el diagnóstico en función de la posibilidad
de que existan respuestas diferenciales
para los distintos antidepresivos. Es un
subtipo de depresión de evolución tórpida,
con alta tasa de recurrencia, con frecuencia
de síntomas residuales interepisódicos y
con alta probabilidad de recaída cuando se
interrumpe el abordaje farmacológico.
En la depresión atípica los ISRS son fármacos de primera línea, no tanto por su
mayor eficacia (dado que las evidencias de
su eficacia son aún contradictorias e insuficientes) sino, sobre todo, por su mayor
facilidad de manejo y mejor tolerancia. Se
sabe que los inhibidores no selectivos de la
monoaminooxidasa son más eficaces que
los antidepresivos tricíclicos en la depresión atípica y probablemente algo mejor
que los fármacos inhibidores selectivos de
la recaptación de serotonina; no obstante,
como ya se dijo, quedan relegados como
fármacos de segunda elección. La mayor
eficacia de los IMAO no selectivos en comparación con los ATC fue demostrada en
varios estudios doble ciego. En el primero
de ellos, publicado en 1988, se comparó
fenelzina contra imipramina contra placebo
y se halló que a la sexta semana el porcentaje de pacientes que respondían a la fenelzina era del 70 % superando ampliamente
a la imipramina que registró una respuesta
cercana al 50 % en los pacientes tratados, y
al 30 % de respuesta que se obtuvo con el
placebo.
Similares resultados se observaron en
una replicación de ese mismo estudio,
publicado dos años más tarde, donde incluso la respuesta a la fenelzina se mostraba
aun superior al estudio anterior alcanzando
casi un 80 % de respuesta en depresiones
atípicas, la imipramina mantenía un porcentaje de respuesta cercano al 50 % y con
el placebo únicamente se observó un 20 %
de respuesta.
Es interesante también mencionar que
este tipo de diferencia de respuesta no se
observa en depresiones no atípicas. Al
comparar la fenelzina, la imipramina y el
placebo en depresiones reactivas sin sintomatología atípica se evaluó una eficacia
similar entre ellas. Estudios publicados en
la década de 1990, y que utilizaron un diseño cruzado, ratificaron estos hallazgos. En
uno de estos trabajos fueron incluidos
pacientes que no habían respondido al placebo en uno de los estudios previos de
depresión atípica, y se los sometió a tratamiento con fenelzina o imipramina.
Nuevamente se observó una respuesta
algo superior del 60 % con la fenelzina,
pero sin llegar al 40 % de respuesta con la
imipramina.
Por último, en un diseño cruzado con los
pacientes no respondedores a la imipramina que fueron sometidos a tratamiento con
fenelzina, luego de seis semanas se observó que el 70 % de quienes habían sido tratados con este IMAO no selectivo presentaban una respuesta positiva. A la inversa,
solo el 40 % de pacientes con depresión atípica, y que no habían mostrado respuesta
favorable a la fenelzina, respondieron cuando se les suministró imipramina durante
seis semanas. Con respecto a las comparaciones de los ISRS con los IMAO no
selectivos son pocos los trabajos publica-
EDITORIAL SCIENS
131
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
dos, no obstante lo cual existen hallazgos
interesantes. Hay trabajos que muestran
porcentajes de respuesta similares para la
fluoxetina y la fenelzina, al menos en la
escala de Impresión clínica global, pero
cuando se toma la Escala Hamilton de
depresión como índice de medición de respuesta se registran cifras ligeramente
favorables a la fenelzina en comparación
con la fluoxetina, aunque estos resultados
no son estadísticamente significativos.
Cuando se comparó moclobemida (un inhibidor de la monoaminooxidasa selectivo
para la MAO A) con fluoxetina, la moclobemida mostró superioridad en los pacientes
que respondieron a la sexta semana, quienes mostraron un índice de respuesta cercano al 70 % contra un 60 % que no respondieron a la fluoxetina.
Por otra parte, en algunos trabajos publicados en los que se comparó fluoxetina con
imipramina y placebo no se lograron detectar diferencias significativas entre estos
antidepresivos. Nuevamente se reafirmaría
el concepto de que los IMAO no selectivos
parecen ser los más eficaces, a su vez, los
ISRS tendrían un eficacia mayor que los
antidepresivos tricíclicos (salvo algunos
estudios en contrario), y en algunos trabajos se observó una eficacia semejante a la
obtenida con los IMAO no selectivos. Por
todo esto, se considera que los ISRS son de
primera elección fundamentalmente por su
mejor tolerancia y mayor facilidad de
manejo. Dentro del grupo de los ISRS, la
TABLA 4
Eficacia
General: todos los agentes antidepresivos presentan
eficacia similar (aunque no idéntica) entre sí, si se
considera a toda la población de pacientes con
depresión, en conjunto.
Puntual o diferenciada: frente a distintos subtipos clínicos de depresión, y ante diferente gravedad, hay
antidepresivos que ostentan mayor eficacia que
otros para esos cuadros en particular.
132
fluoxetina en este caso seria de elección
sobre todo debido a que presenta mayor
número de estudios comparativos realizados con inhibidores no selectivos de la MAO
por lo cual sería el fármaco dentro de ese
grupo con mayor respaldo en la bibliografía.
Otro subtipo de depresión que registra
una respuesta farmacológica diferente
para un grupo que para otro es la depresión
melancólica. Esta se caracteriza por una
notoria anhedonia, con marcada falta de
reactividad, y se asocia en general con un
despertar angustiado temprano con un
ritmo circadiano que demuestra cierta
mejoría vespertina. Se observan modificaciones en la actividad psicomotriz (ya sea
en más o en menos), hay disminución del
apetito, culpa, alteración del peso, y en
general constituyen episodios de gravedad.
Este subtipo fue tratado tradicionalmente
con antidepresivos tricíclicos, en especial
en las formas graves, aunque estudios
recientes mostraron que la venlafaxina
podría tener resultados similares a los ATC
y en algo superiores a los ISRS. Por lo
tanto, en la depresión melancólica es probable que la venlafaxina u otros antidepresivos mixtos (sobre todo los antidepresivos
inhibidores de serotonina/noradrenalina)
puedan considerarse drogas de primera
elección.
Otro subtipo es la depresión con sintomatología catatónica. En este subtipo no se
han identificado agentes con los cuales se
haya evidenciado una respuesta más favorable que con otros, con lo que se considera que los ISRS podrían ser las drogas de
primera elección y, recién ante su fracaso,
convendría evaluar otras opciones.
Por último, se deberá trazar una distinción en cuanto al manejo del tratamiento
antidepresivo en aquellos cuadros acompañados de sintomatología psicótica. En las
depresiones que se asocian a síntomas psi-
HJ Bertera, C Kralj // Tratamiento farmacológico de la depresión mayor
cóticos (en general trastornos depresivos
mayores más frecuentemente graves) la
sintomatología psicótica puede ser congruente o no congruente con el estado de
ánimo. La diferencia del manejo farmacológico consiste que en aquellos episodios
depresivos mayores con síntomas psicóticos congruentes con el estado de ánimo
(ideación delirante de culpa, ideas de ruina,
etcétera) se acepta que el abordaje primario debería ser realizado únicamente con el
antidepresivo, aguardando la respuesta a él
a fin de evaluar posteriormente la necesidad de asociar fármacos antipsicóticos, o
por el contrario, de prescindir de ellos.
Cuando la sintomatología psicótica no es
congruente con el estado de ánimo, el consenso actual indica que desde el inicio del
tratamiento farmacológico se debe combinar un antidepresivo con un antipsicótico.
En estos casos no hay que minimizar la
importancia de las posibles interacciones
farmacológicas (especialmente farmacocinéticas) que pueden existir entre estas
combinaciones. Como se expuso en el capítulo de farmacología de los antidepresivos,
muchos de los ISRS inhiben al CYP450 y
sus distintas subfamilias, muchas de ellas
isoenzimas encargadas de la metabolización de antipsicóticos. En consecuencia, la
combinación de un ISRS que inhibe el
CYP2D6, por ejemplo, con un fármaco
antipsicótico que es metabolizado a través
de esta vía, puede ser de riesgo, ya que la
inhibición podría determinar el incremento
de las concentraciones plasmáticas del
antipsicótico, una mayor vida media y, por
lo tanto, mayor frecuencia de presentación
de efectos adversos (incluso algunos de
alto riesgo para el paciente), o bien el
incumplimiento de los planes prescriptos,
justamente por la presentación de esos
efectos que generan una baja adhesión.
Una mención especial merece la depre-
sión puerperal o depresión mayor de inicio
en el posparto, actualmente considerada
como un episodio depresivo mayor más
(antes no se lo consideraba episodio depresivo a la hora de establecer el número de
recurrencias). Debe ser diferenciada de la
tristeza posparto, de breve duración y autolimitada, que no requiere tratamiento, y si
bien tiene características propias, la clínica
se asemeja a una depresión mayor.
Estas depresiones puerperales deben ser
tratadas con antidepresivos ya que hay evidencias de que si este cuadro no es tratado
genera una significativa alteración en el vínculo madre-hijo, con mayor riesgo de depresión a largo plazo en el hijo de la paciente y,
además, debe tenerse en cuenta que el tratamiento con antidepresivos simultáneo a
la lactancia, en general es bien tolerado
tanto por la madre como por el bebé.
Los antidepresivos, usualmente, se
secretan en la leche materna en muy bajas
concentraciones, para algunos de ellos no
significativas, y la elección de un antidepresivo no se hace por una mayor respuesta de
alguno en especial comparado con los
demás, sino por las reglas generales de
interacción de los distintos factores mencionados. La decisión de suspender o no la
lactancia deberá evaluarse teniendo en
cuenta la posición materna frente a ella, la
situación económica que determina la
importancia de la lactancia y, a su vez, la
tolerancia al fármaco elegido. Los antidepresivos que se utilizan con más frecuencia
son los ISRS, y quizás el agente más adecuado en estos casos sea la sertralina, en
función de carencia de efectos anticolinérgicos que, aunque leves, están presentes
con la paroxetina, y por un manejo más
fácil debido a que su vida media es más
limitada en comparación con esta última.
Las dosis del antidepresivo deben ser las
habitualmente eficaces para estos agentes,
EDITORIAL SCIENS
133
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
y los tiempos de tratamiento serán los
corrientes para cualquier depresión mayor.
Por último, la depresión mayor en el curso
de un cuadro de trastorno bipolar (llamado
por algunos autores depresión bipolar), así
como los estados mixtos (que también forman parte del trastorno bipolar) serán
abordados en otro apartado.
Las características farmacológicas como factores de
elección del antidepresivo
Las características farmacológicas de
cada uno de los grupos de antidepresivos y
los rasgos distintivos de cada agente en
particular son determinantes en la elección
del antidepresivo ya que, como vimos, hay
pocas diferencias en cuanto a la eficacia de
los distintos agentes cuando se toma a la
población en general de pacientes con cuadros de depresión mayor. Así como no hay
un antidepresivo que se haya mostrado
más eficaz que el resto, tampoco existe evidencia concreta e irrefutable de que alguno
de los agentes de estos grupos tenga un
comienzo de acción más rápido que los demás.
La sumatoria de estas afirmaciones lleva
a poner en primer plano, cuando se considera la elección de un antidepresivo, aquellos rasgos farmacológicos de grupo y de
drogas en particular que promuevan mayor
facilidad en el uso clínico, las acciones que
se traduzcan en efectos adversos de difícil
tolerancia para el paciente, las acciones
que deriven en situaciones de riesgo inmediato o a largo plazo y, finalmente, la presencia de algunos efectos secundarios que
puedan ser utilizados en beneficio del
paciente en determinadas condiciones particulares.
Ya se hizo referencia al índice terapéutico
bajo de los ATC como determinante de la
seguridad en el manejo en la etapa aguda,
lo que ha hecho que estos fármacos sean
desplazados del primer plano que tuvieron
134
durante muchos años. También se refirió,
en la parte de farmacología general de los
antidepresivos, que las aminas secundarias tienen un índice terapéutico algo más
alto que las aminas terciarias y que el riesgo (especialmente cardiológico) de estas
drogas era consecuencia de la combinación de algunos receptores como los muscarínicos junto con las acciones en los
canales rápidos de sodio durante la fase 0
del potencial de acción, cuyo bloqueo
determina un enlentecimiento de la conducción y riesgo ante una sobredosis.
Así como la seguridad en la administración aguda se refiere sobre todo al riesgo
de vida, y teniendo en cuenta que también
hay una seguridad en el manejo a largo
plazo que luego mencionaremos (principalmente algunos riesgos a nivel cardiovascular y también para los actualmente muy
estudiados síndromes metabólicos), la
tolerabilidad aguda o a corto plazo, por otro
lado, hace referencia sobre todo al confort
del paciente ante la administración del
antidepresivo, o en otras palabras, a la calidad de vida o por el contrario a su afectación.
De esta manera, la primera aproximación
a la tolerabilidad aguda puede ser realizada a partir de la clasificación clínica, ya que
uno de los efectos que pueden influir son
los efectos sedativos. Así, tenemos dentro
de la clasificación clínica un número de
agentes que tienen mayor efecto sedativo
que el resto, y que fueron agrupados bajo la
denominación de “sedativos”. Por lo pronto, la trazodona, la mirtazapina, la mianserina, la fluvoxamina, seguidas de la paroxetina, son los más sedativos dentro de los
nuevos antidepresivos. Mientras que entre
los ATC, la amitriptilina, la clomipramina y
la imipramina se destacan por su mayor
efecto sedativo. Estos efectos, como derivan en general de acciones directas sobre
receptores (especialmente bloqueo de los
HJ Bertera, C Kralj // Tratamiento farmacológico de la depresión mayor
receptores histaminérgicos H1), suelen
desarrollar tolerancia cerca del quinto al
decimoquinto día, por lo cual están involucrados en la tolerabilidad aguda desde el
punto de vista de la administración clínica.
A pesar de ello, en muchos pacientes
estos efectos se tornan beneficiosos, especialmente cuando se está realizando el
abordaje de una depresión mayor con alto
componente ansioso o de agitación. En
estos casos, así como en aquellos asociados con insomnio como sintomatología
central del cuadro depresivo, el efecto
sedativo puede ser considerado beneficioso
y no adverso. Es importante destacar que la
eficacia antidepresiva en una depresión
ansiosa será similar sea el antidepresivo
del grupo sedativo o no. En otras palabras,
ya no se considera que para las depresiones ansiosas deba utilizarse exclusivamente un antidepresivo sedativo, así como que
para las depresiones inhibidas deba utilizarse preferentemente un antidepresivo
psicotónico o desinhibidor, ya que hay evidencia de que ninguno de los grupos es
más eficaz para un subgrupo de presentación clínica de un trastorno depresivo. No
obstante, el uso de los sedativos en una
depresión con ansiedad o insomnio puede
ser de utilidad hasta que aparezca el efecto antidepresivo, aportando a la utilización
de una menor cantidad de fármacos coadyuvantes como ansiolíticos o hipnóticos.
A pesar de ser obvio, cabe mencionar que
en caso de utilizarse antidepresivos sedativos se recomienda su administración en
dosis única nocturna o, en caso de utilizar
dosis fraccionadas, concentrar la mayor
cantidad de la dosis durante la noche, para
minimizar el efecto sedativo y usarlo a favor
de un mejoramiento del sueño. También
vale subrayar que en aquellos casos en los
que se pueda titular lentamente la dosis
esto facilitará el desarrollo gradual de la
TABLA 5
Clasificación clínica
Psicotónicos
Bupropion
Reboxetina
Fluoxetina
Venlafaxina
Amineptina
Moclobemida
Nortriptilina
Desipramina
Intermedios
Sertralina
Citalopram
Milnacipram
Amoxapina
Imipramina
Sedativos
Paroxetina
Nefazodona
Fluvoxamina
Mianserina
Mirtazapina
Trazodona
Amitriptilina
Clomipramina
tolerancia a los efectos sedativos, y minimizará la importancia de la sedación como
factor de decisión en la elección de un antidepresivo.
Siguiendo con la tolerabilidad a corto
plazo, cada grupo de antidepresivos se distinguirá por presentar un perfil de efectos
adversos tolerados con mayor o menor
facilidad por los pacientes. Los ATC presentan numerosos efectos adversos que
pueden complicar la tolerancia del paciente sobre todo al comienzo del tratamiento;
si bien se registran diferencias significativas o no significativas entre los distintos
agentes.
De esta manera, la amitriptilina presenta
mayor cantidad de efectos anticolinérgicos
a causa del bloqueo muscarínico de receptores M1, generando sequedad de boca,
constipación, tendencia a la retención urinaria, dificultades visuales como visión
borrosa, entre otros efectos de tipo atropínico. La imipramina y la clomipramina tienen efectos moderados en este nivel y las
aminas secundarias, en comparación con
las terciarias, presentan una tendencia
mucho menor a presentar efectos anticolinérgicos; no obstante, estos son más intensos en comparación con cualquier agente
antidepresivo utilizado en la actualidad.
También la amitriptilina es, dentro de los
ATC, la más hipotensora, seguida por la
imipramina y luego la clorimipramina, y
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
otra vez, la nortriptilina y la desipramina
son las que exhiben menor potencia para
inducir hipotensión. Entonces, las acciones
de bloqueo muscarínico, 1 y sedativas
(estas últimas derivadas de la combinación
del bloqueo 1 e histaminérgico H1) de los
ATC, hace que de ser prescriptos en un
abordaje agudo de la depresión, deban
manejarse con una titulación lenta de dosis
a fin de minimizar el impacto de estos efectos, permitiendo el desarrollo lento y gradual de tolerancia, para evitar de esta
manera suspensiones o incumplimientos
por parte del paciente.
En cuanto a la tolerabilidad a corto plazo,
los IMAO no selectivos presentan también
acciones de bloqueo muscarínico, aunque
no tan intenso como el de los ATC. La hipotensión arterial, por su mecanismo (ya descripto en el capítulo anterior, sobre farmacología de los antidepresivos), debe ser
tenido en cuenta casi como un efecto de
presentación diferida en el tiempo, a diferencia de los ATC, con los que se presenta
desde el inicio. En el caso de los IMAO es
necesaria la acumulación del neurotransmisor octopamina y, por lo tanto, se presenta más tardíamente en el curso del tratamiento. A su vez, la tolerabilidad también
está dada por la necesidad de evitar determinados alimentos que, si bien no son
demasiado significativos en número, pueden condicionar el cumplimiento por parte
del paciente.
Los ISRS tienen un perfil de efectos
adversos habitualmente mejor tolerado; la
frecuencia de presentación de efectos
adversos no es tanto menor que en el
grupo de antidepresivos clásicos, aunque
existe una marcada diferencia en el tipo de
efectos, lo que los hace más aptos para el
manejo como fármacos de primera línea.
En la tolerabilidad a corto plazo, los efectos
que más frecuentemente pueden generar
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dificultades en el manejo clínico son los
trastornos gastrointestinales, la diarrea (aparentemente más común con la sertralina),
las náuseas, los vómitos (infrecuentes), la
disminución del apetito, además de la presentación ocasional de vértigos o cefaleas.
Como podemos ver, son efectos en general
mejor tolerados que los que provocan otros
grupos de antidepresivos.
En el caso de los inhibidores mixtos de la
recaptación de noradrenalina/serotonina
convendría diferenciar la venlafaxina de los
otros dos exponentes (milnacipram y duloxetina), dado que la venlafaxina a dosis bajas,
75 mg/día por ejemplo, tiene un perfil de
efectos adversos muy similar al de los
ISRS, y solo al aumentar la dosis a 150
mg/día, aparecen efectos de la línea noradrenérgica, ya que al producirse a esas dosis
una inhibición más significativa de la
recaptación de la noradrenalina aparecen
manifestaciones derivadas de la mejora de
la función noradrenérgica, que generan en
algunos pacientes trastornos del sueño,
ocasionalmente taquicardia, palpitaciones
y con menor frecuencia y como complicación más grave, se puede observar aumento de la tensión arterial. La duloxetina y el
milnacipram, al no tener distinta afinidad
por los transportadores de serotonina y
noradrenalina, generan una inhibición
simultánea de ambos transportadores al
iniciar la administración con las dosis
usuales, con lo cual el perfil de efectos
adversos manifiestos desde el comienzo
del tratamiento representa una combinación de efectos de la línea serotonérgica
similar a la de los ISRS, y de la línea noradrenérgica, como mencionamos para las
dosis altas de venlafaxina.
El principal problema en la tolerabilidad
aguda de los fármacos noradrenérgicos y
serotonérgicos selectivos (la mirtazapina,
su único exponente) es la marcada somno-
HJ Bertera, C Kralj // Tratamiento farmacológico de la depresión mayor
lencia con un incremento paralelo muy
acentuado del apetito que deriva en una
ganancia ponderal significativa. La somnolencia se transforma en el principal obstáculo al comienzo del tratamiento, y la
ganancia de peso será posteriormente
mencionada como factor de interferencia
en relación a la tolerabilidad a largo plazo.
En cuanto a los antidepresivos atípicos,
es digno de mencionar en cuanto a la tolerabilidad aguda, la sedación, la somnolencia y el aumento del apetito que suele generar la mianserina, fármaco que también
bloquea los receptores histaminérgicos H1.
En otras palabras, cuando se considera
la elección de un antidepresivo para el tratamiento de una depresión mayor, uno de
los factores de más interés será el perfil de
efectos adversos mejor tolerado o que
implique menor riesgo para el paciente en
función de sus antecedentes de respuesta
farmacológica, de sus intercurrencias como
de las características clínicas del cuadro
que presente, y de otros aspectos a los que
se hará referencia más adelante.
A esta altura, para poder hablar de la
tolerabilidad a largo plazo de manera adecuada, es necesario hacer mención a los
consensos actuales referidos a la duración
aconsejada para los tratamientos de mantenimiento de acuerdo con las características evolutivas de los cuadros de depresión
mayor. En la tabla 3 figuran las recomendaciones en las que coinciden la mayor parte
de los autores y que refieren que el tratamiento de mantenimiento debe extenderse
no menos de un año ante un primer episodio (el episodio debut de depresión mayor
en un paciente), debe extenderse por un
periodo 3 a 5 años ante un segundo episodio de depresión mayor cuando se considera una evolución no complicada, y finalmente, un tratamiento de mantenimiento
de duración indefinida (incluyendo el con-
cepto de tratamiento de por vida) para un
tercer episodio de depresión mayor y para
todos los subsiguientes.
Algunos autores plantean que, aun ante
un segundo episodio, el tratamiento de
mantenimiento podría tener una duración
indefinida en aquellos casos que se presentan con lo que se ha denominado predictores de evolución complicada (predictores de mayor frecuencia de recurrencias).
Estos predictores consisten en la comorbilidad de la depresión mayor con abuso de
sustancias, con un trastorno límite de personalidad, o con trastornos graves de
ansiedad. Se incluye en este grupo a los
pacientes que debutan con un episodio
depresivo luego de los 60 años o que han
presentado un intervalo intercrítico muy
breve entre episodios a pesar de la continuidad del tratamiento antidepresivo.
También se menciona como predictores la
recuperación interepisódica parcial, el
antecedente inmediato de una distimia que
anteceda a un episodio depresivo, cuadros
graves, o dos episodios de depresión mayor
graves en pacientes con familiares con episodios de depresión mayor graves. En estos
casos, entonces, se postula la conveniencia
de continuar con un tratamiento de mantenimiento mas allá de los 5 años recomendados para un segundo episodio no complicado.
Como ya se dijo, resulta necesario antes
del abordaje terapéutico, evaluar al escoger el antidepresivo, la tolerancia a largo
plazo. Debe tenerse en cuenta, de acuerdo
con estos parámetros, cuál sería la duración estimada a priori del tratamiento de
mantenimiento, ya que algunos efectos
adversos de los tratamientos a largo plazo
se pueden manejar (cuando estamos hablando de un período limitado de administración), mientras que otros complican su
manejo clínico en la práctica cotidiana
cuando la extensión proyectada o esperable
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
es prolongada.
Pasaremos ahora a describir los efectos
adversos de importancia para la tolerabilidad a largo plazo. En este sentido, los antidepresivos tricíclicos presentan en primer
plano la persistencia de algunos de los
efectos adversos presentados en agudo (la
sequedad de boca y la constipación no suelen desarrollar tolerancia de manera total),
a esto se le suma el incremento progresivo
del peso corporal que pueden presentar algunos pacientes y las dificultades sexuales.
En cuanto a los IMAO, la hipotensión arterial y el aumento ponderal pueden ser
situaciones de difícil manejo en tratamientos a largo plazo. Para los ISRS los efectos
adversos a nivel sexual fueron citados
recurrentemente como uno de los ítems de
mayor dificultad de manejo en la etapa de
mantenimiento, sobre todo cuando se
extiende durante varios años. Los inhibidores mixtos de la recaptación también suelen generar dificultades sexuales como
principal efecto manifiesto a largo plazo al
igual que los noradrenérgicos/serotonérgicos selectivos. La mirtazapina, por otro
lado, se considera que es uno de los fármacos –junto con algunos exponentes de
los ATC como la amitriptilina– que más
aumento de peso inducen ante la administración continuada. Dentro de los fármacos
atípicos, la mianserina suele promover
aumento de peso de manera similar a la
mirtazapina. El aumento de peso y las dificultades sexuales se transforman en dos
de las dificultades para el cumplimiento
adecuado de la toma de medicación y motivos frecuentes para la suspensión inconsulta por parte del paciente y para el cumplimiento de los planes prescriptos de
manera estricta.
¿Cuáles son los fármacos que promueven menos aumento de peso y cuáles de los
antidepresivos suelen inducir efectos
138
adversos sexuales con menor frecuencia?
Con respecto al primer interrogante, el
aumento de peso es común a todos los antidepresivos, aunque se sabe que el grupo de
los ISRS y algunos de los atípicos, como el
bupropión y la tianeptina, si bien presentan
este efecto adverso, lo hacen en menor
medida. Esto no significa que promuevan
descenso de peso; la pérdida ponderal es
un efecto adverso inicial con los tratamientos con ISRS derivados de la disminución
del apetito y es generado por la mejora en
la performance serotonérgica a nivel central (recordar que la serotonina a nivel
hipotalámico es “el neurotransmisor de la
saciedad”), pero este efecto tiene una duración limitada entre 20 y 40 días, y da paso
posteriormente a la ganancia de peso. El
incremento de peso, cuando es muy significativo como con los fármacos citados,
donde esto ocurre en mayor magnitud,
aumenta el riesgo de presentación de síndrome metabólico y, por lo tanto, se trata ya
de complicaciones en lo que a la seguridad
del tratamiento a largo plazo respecta.
Con respecto a los efectos adversos
sexuales, y respondiendo al segundo interrogante, el fármaco que con menor frecuencia promueve disminución del rendimiento sexual (ya sea por disminución del
deseo, impotencia, anorgasmia u otros
efectos nocivos sobre la sexualidad) es el
bupropión. Estos datos no son menores si
consideramos que cuando se promueve el
interrogatorio dirigido en los tratamientos
de mantenimiento con respecto al desempeño sexual, cerca del 75 % de los pacientes que reciben ISRS, responden afirmativamente sobre alguna afectación del desempeño, y esto ha sido citado como una de las
primeras causas de abandono o incumplimiento del tratamiento. Algunos metaanálisis concluyen que la mirtazapina, la paroxetina y la sertralina parecerían inducir
HJ Bertera, C Kralj // Tratamiento farmacológico de la depresión mayor
TABLA 6
Aumento de peso con fármacos antiderpresivos
Grupo de
Riesgo
antidepresivos
comparativo
Antidepresivos
++++
clásicos
+++
(Tricíclicos e IMAO)
++/+++
++
ISRS
+
Duales
Atípicos
++
++++
++++
Drogas en particular
(de mayor a menor)
Amitriptilina
Imipramina
Desipramina
Paroxetina
Otros ISRS
Venlafaxina
Venlafaxina y otros I. Mixtos
Mirtazapina
Bupropión
Mianserina
efectos adversos sexuales con mayor frecuencia que otros antidepresivos.
En la elección del antidepresivo también
habíamos planteado la seguridad, tanto en
agudo como a largo plazo, y en el largo
plazo debe involucrar también la potencialidad de interacciones con otros fármacos.
Esto es debido a que, dado el largo plazo de
los tratamientos, no solo hay que considerar las interacciones presentes al indicar el
tratamiento, sino las que potencialmente
puedan presentarse ante la necesidad, en
el futuro, de algún tipo de fármaco.
Clásicamente, los IMAO fueron el ejemplo paradigmático de drogas cuya utilización se complicaba sobre todo en la administración prolongada en función de los
riesgos de interacciones, tanto:
1) con algunos alimentos (el efecto tiramínico o “efecto queso” presentado ante
ciertos quesos duros o añejados, extractos
de carne, algunas bebidas alcohólicas,
entre otros);
2) como con otros fármacos, ya sea porque los IMAO inhiben el metabolismo de
otras drogas (tales como las de acción
adrenérgica por mecanismo directo o indirecto, o agentes depresores del SNC, como
el alcohol, por ejemplo), o por la posibilidad
de promover síndromes serotonérgicos en
Observaciones
Los IMAO similares a la
desipramina
En las primeras 8 semanas pueden generar pérdida de peso
Dosis bajas
Dosis altas
combinación con otras drogas que actúan
sobre la neurotransmisión serotonérgica
(de allí la contraindicación general de
administrar IMAO en combinaciones con
otros agentes serotonérgicos antidepresivos).
Lo expuesto determinó que estas drogas
quedaran restringidas a una segunda o tercera elección en el abordaje de una depresión que no responda previamente a los
antidepresivos habituales. Las drogas que
actualmente presentan interacciones potenciales tanto en agudo como en el largo
plazo están representadas por los ISRS. La
naturaleza de las interacciones de los ISRS
se fundamenta en las acciones que ejercen
sobre las enzimas del CYP450; la fluoxetina,
dentro de los ISRS, es el agente que puede
presentar el mayor número de interacciones
o, mejor dicho, que puede presentar interacciones con mayor número de drogas. Esto se
debe a que es un potente inhibidor del
CYP2D6; que, a su vez, metaboliza a otros
antidepresivos como los ATC, otros ISRS
dentro de los cuales se encuentra la fluoxetina misma, el desmetilcitalopram y la
paroxetina; también la clozapina, la risperidona, el haloperidol, la tioridazina son
metabolizadas por esta misma enzima de
manera significativa y otras drogas (ver listado completo en el capítulo 4: Farmacología
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
de las drogas antidepresivas).
La paroxetina, a la vez, también es un
inhibidor potente del CYP2D6, pero no ejerce acciones inhibitorias sobre el CYP2C9,
CYP2C10 ni CYP2C19, a diferencia de la
fluoxetina, con lo que el listado de interacciones potenciales de esta última de mayor
amplitud.
La fluvoxamina, que fue retirada del mercado en la Argentina, es un inhibidor potente del CYP1A2 y moderado del 2C19.
Las dos drogas que presentan menor
número de interacciones dentro del grupo
de los ISRS son la sertralina y el citalopram. No obstante, hay que considerar que
la sertralina en dosis altas (al alcanzar o
superar los 200 mg/día) puede ejercer alguna inhibición sobre las enzimas del CYP450
(especialmente el CYP2D6). Es importante
señalar que las interacciones a nivel del
citocromo P450 serán tanto más importantes y significativas cuando la vía de metabolización del fármaco sea única o cuando
sus concentraciones plasmáticas o tóxicas
sean próximas entre sí. Es decir que no
toda interacción potencial termina teniendo repercusión en la clínica.
En la práctica clínica existe la posibilidad
de que aparezcan interacciones que limiten
la elección de un antidepresivo, por ejemplo, pacientes que reciben o vayan a recibir,
por una condición física particular, agentes
antiarrítmicos, betabloqueantes o combinaciones de antipsicóticos.
Para que las indicaciones farmacológicas
sean coherentes habría que responder previamente a algunos interrogantes: no solo
si la interacción es posible, sino cuál es la
naturaleza de esa interacción, si no hay vías
de metabolización secundarias de esa
droga, que pueden convertirse en primarias si se inhibe alguna de las familias del
citocromo; si en realidad se puede dar esta
interacción, cómo se manifestaría clínica140
mente, y quizás la pregunta más importante, es si a pesar de la interacción, esa droga
sigue siendo la mejor indicación posible.
De ser este el caso, estos fármacos no
estarían contraindicados de manera absoluta, pero sí nos obliga a pensar la prescripción desde esta perspectiva, a fin de
estar atentos al seguimiento adecuado
para prevenir cualquier complicación que
pudiera surgir de esta combinación, e
incluso para prescribir medidas paliativas o
resolutivas en respuesta a una presentación clínica adversa derivada de que se concretara la interacción. No se puede dejar de
mencionar la posibilidad de que se generen
síndromes serotonérgicos cuando se combinan dos drogas que actúan sobre la
transmisión serotonérgica, ya sean estos
inhibidores selectivos o no de la recaptación de este neurotransmisor.
Facilidad del manejo del antidepresivo que se utilizará
La facilidad del manejo incluye ciertas
características de las drogas referidas más
a particularidades de cada agente que a
características grupales. La velocidad con
que se puede alcanzar el dosaje óptimo
está relacionada con la presencia de efectos adversos iniciales de intensidad que
puedan obligar a un manejo de las dosis
con titulación lenta, como ocurriría con los
ATC; esto puede complicar su elección
como agentes de primera línea en algunos
pacientes.
Las posibilidades de utilizar dosis únicas
son múltiples, y los beneficios o desventajas varían de acuerdo con cada paciente. En
el caso de algunos pacientes, resulta adecuado administrar dosis únicas diarias en
función de que esto probablemente mejore
el cumplimiento; y también serán convenientes los fármacos de vida media prolongada, o que se presenten con fórmulas de
liberación prolongada. Por el contrario, en
HJ Bertera, C Kralj // Tratamiento farmacológico de la depresión mayor
otros pacientes, resultarán más útiles las
dosis múltiples, para tolerar mejor los
efectos adversos, o incluso debido a que
algunos subjetivamente sienten que el
efecto terapéutico es más ostensible en 2 o
3 tomas diarias. Saltear la toma de una
dosis única implica el olvido de toda la
dosis diaria, en cambio el olvido de una de
las tomas únicamente generaría la pérdida
de una fracción.
La posibilidad de monitoreos específicos
a veces orienta a pensar más en la elección
de un agente que en otro, a pesar de que
aun con los agentes en uso actualmente no
se cuenta con métodos de dosaje aptos
para el uso clínico diario.
La vida media y la presencia de metabolitos activos puede incidir en la elección e
influye en la facilidad del manejo de la
droga. Las drogas de vida media prolongada tienen como desventaja la extensión del
período de lavado en el caso de necesidad
de cambio de droga, o ante la presencia de
un efecto adverso que obligue a una suspensión, y si se presentara un efecto adverso grave su persistencia será mucho más
prolongada que con los agentes de vida
media corta. A su vez, los de vida media
corta suelen provocar con mayor frecuencia síndromes por retiro cuando hay suspensión de la droga, o incluso en ocasiones
promueven sintomatología ante el simple
olvido de una o dos dosis.
Los agentes de vida media corta que obligan a varias tomas diarias están asociados
con mayores dificultades en la adhesión al
tratamiento. De esta manera podemos
pautar que la fluoxetina, que presenta una
vida media promedio de 3 días y un metabolito de 5 a 15 días de vida media, es un
fármaco que puede generar complicaciones ante la necesidad de suspensión inmediata, dado que la droga activa continuará
circulando durante un período de lavado
que se calcula aproximadamente cercano a
un mes. El citalopram (t½: 28 a 35 horas), la
sertralina (t½: 22 a 26 horas) y la mirtazapina (t½: 20 a 24 horas) presentan una vida
media promedio cercana a 24 horas, con un
período de lavado de aproximadamente 5
días. Para la paroxetina, que inhibe su propio metabolismo (al inhibir al CYP2D6), presenta un período de lavado de 7 a 10 días.
Otras drogas son de vida media más
corta, como la tianeptina (t½: 7 horas), lo
que obliga a indicar la administración de
varias dosis diarias. Si bien la venlafaxina
tiene un t½ de 5 horas, es metabolizado a
un compuesto activo, la desmetilvenlafaxina (t½: 11 horas), al que se considera responsable del efecto antidepresivo. Las formulaciones de liberación prolongada de
venlafaxina permiten su administración en
una única dosis diaria (si se usa el preparado de venlafaxina común debe indicarse
por lo menos dos tomas diarias). El bupropión tiene una t½ de 10 a 14 horas, pero por
sus efectos proconvulsivantes se recomienda la administración de 3 tomas diarias de la dosis habitual. Los ATC e IMAO
permiten, por lo general, una toma única
diaria aunque a veces se suele fraccionar la
dosis en función de mejorar la tolerabilidad
de los efectos adversos.
Existen otros factores farmacocinéticos
que podríamos mencionar, como ciertas
diferencias en el porcentaje de unión a proteínas de los distintos antidepresivos. El
citalopram y la fluvoxamina son los dos
ISRS que tienen menor unión a proteínas
plasmáticas, pero como todos los antidepresivos en general, especialmente los
ISRS, presentan una unión lábil a las proteínas plasmáticas, por lo que en caso de
coadministración con otras drogas que se
unan fuertemente a las proteínas plasmáticas, es mucho más frecuente que la droga
desplazada sea el antidepresivo y no la
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
droga con la que compite. El desplazamiento significaría que la peligrosidad de
esta interacción (en el caso de los ISRS)
está prácticamente ausente ya que la droga
desplazada generaría escasos efectos
adversos, como hemos señalado previamente.
Conclusiones
El objetivo de este capítulo fue brindar un
panorama general de los factores que inciden en la elección de un antidepresivo y que
dependen sobre todo de los fármacos, ya
sea de los grupos de antidepresivos, o de
las características de cada agente y se
expuso, a su vez, sobre la eficacia y la facilidad de manejo. También se hizo referencia a los diagnósticos de tipos y subtipos de
depresión. Incluso no se ha nombrado aún
el más importante: la historia previa de la
respuesta farmacológica es el predictor
más seguro de buena respuesta para la
elección del mismo antidepresivo en el
actual episodio. Esta modalidad de respuesta se evidencia tanto a nivel individual
como familiar. No obstante, en relación a
los antecedentes familiares, hay que considerarlos seriamente en algunos pacientes.
Cuando un familiar, habiendo tenido o no
buena respuesta a un fármaco, ha evolucionado desfavorablemente (por ejemplo,
una evolución con múltiples descompensaciones y con deterioro a largo plazo, o internaciones recurrentes), el fármaco puede
adquirir para el paciente una significación
negativa. En este caso conviene elegir otro
agente antidepresivo para evitar el efecto
nocebo (efecto placebo negativo) por la animadversión al antidepresivo en cuestión.
Otro factor importante en la elección es
la comorbilidad clínica y psiquiátrica. La
comorbilidad clínica, por un lado, brinda
una pauta del perfil de interacciones del
fármaco actual con la enfermedad clínica
142
de base del paciente, y que puede tornar
menos conveniente un antidepresivo que
otro. Con respecto a la comorbilidad psiquiátrica, varios trastornos no incluidos
dentro del capítulo de trastornos del estado
de ánimo son pasibles de ser tratados con
antidepresivos; ejemplos de ellos son los
cuadros de ansiedad, pánico, fobia social,
trastorno obsesivo compulsivo, etcétera.
Entonces, este tipo de comorbilidad
constituye un argumento más que respalda
la elección, por ejemplo, de un ISRS, como
fármaco de primera elección, o ante su fracaso, permite pensar en otros fármacos
que también puedan tener acciones a nivel
serotonérgico. Es sabido que el TOC se asocia frecuentemente con depresión mayor y
que, en muchos casos, la prescripción de
un ISRS es indiscutiblemente de primera
elección; ante su fracaso se podrá considerar un segundo ISRS, o en otras ocasiones,
y derivado de otros factores, elegir un inhibidor mixto de la recaptación, o incluso en
cuadros más graves pensar en la clomipramina (con evidencia de eficacia tanto en
trastornos depresivos como para el trastorno obsesivo compulsivo). Esto es sólo un
ejemplo de cómo una comorbilidad clínica
va marcando el ritmo de las elecciones de
los distintos antidepresivos de acuerdo con
el momento del tratamiento.
En general, la eficacia de las drogas clásicas y de los denominados nuevos antidepresivos (o “antidepresivos de segunda
generación”) es similar. No obstante, los
agentes clásicos presentan mayores riesgos ante sobredosis intencionales o accidentales o en combinación con ciertos
medicamentos. Además, los nuevos antidepresivos suelen presentar un perfil de efectos adversos más fácilmente tolerados,
hechos determinantes en la elección de un
grupo de antidepresivos como opción de
primera línea para el tratamiento de la
HJ Bertera, C Kralj // Tratamiento farmacológico de la depresión mayor
depresión mayor, mientras que los clásicos
quedan reservados como opción terapéuti-
ca en situaciones específicas.
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EDITORIAL SCIENS
149
150
6
Abordaje farmacológico de la depresión resistente
Héctor Jorge Bertera
Resumen
No menos de un 30% de los pacientes con depresión mayor no responden adecuadamente a los abordajes farmacológicos convencionales. Muchas de estas respuestas inadecuadas se producen por fallas en el diseño o en la ejecución y puesta en práctica de los
planes de tratamiento, y no son verdaderas resistencias. Aun así, el tratamiento de la
depresión resistente, al presente, es ya un problema central en la salud pública a nivel
mundial. Estas afirmaciones derivan en la necesidad de poder delimitar lo más estrictamente posible y a diferenciar los conceptos de respuesta al tratamiento, respuesta parcial,
ausencia de respuesta, síntomas residuales, remisión y recuperación. Por otra parte, se
impone un diagnóstico presuntivo ante toda falta de respuesta, y se deben revisar tanto el
diagnóstico como el tratamiento. Luego de plantear los diagnósticos diferenciales, si es
posible y necesario, se propone la optimización del abordaje, y luego, una vez realizado el
diagnóstico de certeza de depresión resistente, y a la luz de los conocimientos actuales,
surgen varias alternativas. La sustitución del agente utilizado primariamente, su potenciación a través de la adición de otras drogas al esquema de tratamiento, o la combinación de
fármacos antidepresivos entre sí han generado diversos resultados, y cada una de ellas
representa una alternativa más apta para algunos pacientes que para otros. El capítulo
despliega las controversias sobre el tema, y las distintas posibilidades concretas a fin de
proponer una guía de procesamiento racional de las opciones para la toma de decisiones.
Una respuesta adecuada a la medicación
antidepresiva implica que entre la segunda
y la octava semana de iniciado el tratamiento (más frecuentemente entre la tercera y la sexta) comienza a evidenciarse
una atenuación de la sintomatología depresiva en las distintas áreas (cognitiva, afectiva, volitiva y en parámetros biológicos
secundariamente alterados), que progresa
con mayor o menor velocidad hasta la
remisión de las manifestaciones sindromá-
ticas. Sin tratamiento, el cuadro clínico
persiste desde varios meses hasta dos
años (a veces mucho más), y luego mejora
espontáneamente de manera gradual, aunque hoy sabemos que la depresión es una
enfermedad con mayor tendencia a la cronicidad en comparación con lo que se pensaba previamente.
En el trastorno depresivo mayor tratado
farmacológicamente, si bien algo más del
60 % de los abordajes son exitosos dentro
EDITORIAL SCIENS
151
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
del primer mes, lamentablemente existe
un porcentaje que oscila entre el 30 y el 50
% de los pacientes, que no evidencian una
respuesta óptima ante la monoterapia antidepresiva (25 al 50 % de los pacientes que
responden alcanzan la remisión, el resto
son respuestas parciales). Estos pacientes
representan un desafío de suma importancia para el clínico, ya que los costos de la
persistencia del síntoma para el paciente
(económicos, humanos, personales y familiares), e incluso para la salud pública, son
extremadamente altos, puesto que se trata
de una enfermedad altamente discapacitante, mucho más de lo que se pensaba
hace algunos años. Esto sin mencionar las
altas tasas de morbilidad y mortalidad, y el
elevado riesgo de suicidio.
En muchos de estos fracasos terapéuticos intervienen como determinantes los
errores y las fallas en el tratamiento.
Esta es una de las bases que sustentan
una afirmación de considerable trascendencia: la ausencia de respuesta a un tratamiento antidepresivo no implica obligatoriamente depresión resistente (aunque sí
puede determinar su presunción y la necesidad de replantear el diagnóstico y el tratamiento). No es infrecuente que los fracasos del tratamiento se deban a abordajes
desacertados o insuficientes, pero diagnosticadas de manera equivocada como depresión resistente o refractaria y luego tratadas de acuerdo con este diagnóstico, cuando lo correcto sería centrarse en efectuar
correcciones al esquema de abordaje inicial.
Terminología adecuada para un diagnóstico correcto
Cuando se intenta establecer pautas
generales para el abordaje de una falta de
respuesta a un plan de tratamiento farmacológico, no se puede eludir la necesidad
de definir, en primera instancia, algunos
términos como “respuesta antidepresiva”,
152
“ausencia de respuesta”, “respuesta parcial”, “remisión”, “recuperación”, entre
otros. En la tabla 1 se reseñan las concepciones más aceptadas en cuanto a la terminología relacionada con la respuesta a los
antidepresivos en la depresión.
Conviene tener en cuenta que, si bien los
criterios para el diagnóstico y las escalas
de evaluación, habituales en la investigación clínica, no son fácilmente trasladables
a la práctica diaria, el cuidado puesto en la
precisión de los diagnósticos y la generalización del uso de escalas, sin dudas nos
aproximan a un mejor abordaje de los eventos que aparecen en el curso de los tratamientos.
Remisión (respuesta completa)
Actualmente la respuesta deseable a los
antidepresivos en la depresión mayor es la
remisión total de la sintomatología, con
desaparición de las manifestaciones clínicas
del síndrome depresivo (remisión sindromática).
Cuando se evalúa el subgrupo de pacientes con respuesta completa (remisión), suelen tomarse puntajes críticos de las distintas escalas habitualmente empleadas para
la evaluación del paciente depresivo (6 o
menos de 6 para la Escala de depresión de
Hamilton (HAM-D), 1 o 2 en la Impresión
clínica global de mejoría, 9 o menos en la
Escala de depresión de Beck).
TABLA 1
Conceptos de respuesta, respuesta social, remisión, recuperación y síntomas residuales
Concepto
Ausencia de
respuesta
Respuesta parcial
Respuesta
Síntomas
residuales
Remisión
Recuperación
HAM-D
Reducción menor o igual al 20 %
Reducción del 21 al 49 %
Reducción igual o mayor al 50 %
Respuesta, con puntaje final
mayor o igual a 8
Respuesta, con puntaje final
menor o igual a 7
Remisión y retorno a la función
HJ Bertera // Abordaje farmacológico de la depresión resistente
Recuperación
Si bien remisión y recuperación son términos usados frecuentemente como sinónimos, hay distintas posturas que proponen
diferenciarlos: para algunos investigadores
el término recuperación implica la conservación de la remisión durante un extenso
período (desde semanas hasta 6 meses);
para otros, la completa ausencia de síntomas; y hay quienes hasta proponen considerar su definición desde la perspectiva del
paciente: optimismo, confianza en sí mismo,
recuperación de la forma de ser normal y
habitual. En lo personal, coincido con aquellos que creen preferible reservar este término para la condición en la cual, una vez
alcanzada la remisión, se consigue una restitución global a los niveles previos de funcionamiento.
No obstante, existe una segunda acepción para el término, que refiere a cuando
se ha cumplido el período de tiempo asintomático para considerar que un episodio
depresivo ha concluido. En ese caso, en
muchos textos se cita este evento como
“recuperación del episodio”. Puede que sea
conveniente utilizar otra expresión, y tal vez
la expresión “conclusión del episodio” sea
el más adecuado.
Respuesta
La definición del concepto de respuesta a
un antidepresivo en la depresión mayor
implica que debe presentarse una atenuación significativa de los síntomas, como se
evidencia por una disminución de un 50 % o
más de la puntuación de la HAM-D.
Clásicamente, en los trabajos de investigación se exige que, para que exista respuesta antidepresiva, debe registrarse una disminución igual o mayor al 50 % del puntaje
inicial de las escalas de medición usadas
en depresión, tales como la Escala de
depresión de Hamilton, la Escala de depre-
sión de Montgomery-Asberg (MADRS), u
otras. En la práctica, la magnitud de la persistencia de síntomas de depresión al finalizar la evaluación dependerá directamente
del puntaje inicial (de la gravedad de los
síntomas al momento de la evaluación inicial), por lo que la disminución de un porcentaje del puntaje puede (y suele) expresar, en realidad, que un número variable de
los pacientes continúa con síntomas. En
otras palabras, hay pacientes que presentan respuesta favorable, pero que continúan con síntomas de depresión.
Los antidepresivos suelen generar respuesta antidepresiva en el 50 a 70 % de los
pacientes, pero solamente de un 25 a un 50
FIGURA 1
Esquematización de las secuencias de abordaje de la depresión
Población con
depresión: 3 a 10 %
Sin consulta:
60 a 80 %
Episodios
no tratados
Consultantes:
20 a 40 %
Subdiagnóstico
o tratamiento no
farmacológico:
70 a 90 %
Tratamiento con
antidepresivos:
7 a 30 %
50 a 70 %
responden
al tratamiento
Episodios
autolimitados
Episodios con complicaciones
(cronificación, suicidio, etcétera)
Remisión
25 a 50 %
Respuesta parcial
50 a 75 %
Respuesta incompleta o
ausente: 30 a 60 % por
fallas en el tratamiento
30 a 50 %: Ausencia
de respuesta ante el
tratamiento inicial
Bertera, 2007
EDITORIAL SCIENS
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
% de ellos alcanzarían la remisión del episodio. Entre un 60 % y 75 % de los pacientes tratados no alcanzan la recuperación
completa (Fig. 1).
Como ya se dijo: el objetivo del tratamiento con fármacos antidepresivos es la
recuperación total y completa del episodio.
Desde esta perspectiva, la respuesta parcial también puede ser entendida como una
forma atenuada de falta de respuesta.
Síntomas residuales
Cuando con el tratamiento antidepresivo
se obtiene una respuesta, si la puntuación
final de la HAM-D es igual o menor a 7, en
general se habla de remisión. Un número
mayor señala la existencia de síntomas
residuales, que son aquellos que continúan
presentes a pesar de haberse alcanzado
previamente una respuesta antidepresiva.
Los síntomas residuales más frecuentes
son los subsindrómicos que corresponden
al área afectiva, somática y cognitiva, y las
alteraciones del sueño. La persistencia de
síntomas residuales es uno de los predictores más confiables de recaída, de recurrencia y de intervalos interepisódicos más cortos (ensombrece el pronóstico evolutivo,
con recaídas más frecuentes y rápidas y
déficits en el funcionamiento que se asocian con alteraciones neuroanatómicas),
por lo cual actualmente se considera que
debe seguir optimizándose y ajustándose el
tratamiento antidepresivo hasta alcanzar la
repuesta adecuada.
Respuesta parcial
Existe cierto consenso sobre el concepto
de que por respuesta parcial se entiende
aquella mejora que implica una reducción
de la puntuación de las escalas habitualmente usadas en depresión, igual o mayor
al 20 % con respecto a la puntuación de
pretratamiento, pero sin alcanzarse un 50
154
% de disminución. En otras palabras, se
promueve un discreto cambio en el estado
de la depresión con respecto al período de
pretratamiento, pero insuficiente para
modificar el síndrome depresivo que afecta
al paciente.
Ausencia de respuesta (y seudorresistencia)
Teniendo presente que el objetivo del tratamiento antidepresivo es la remisión del
cuadro, y aunque diversos autores suelen
considerar que la ausencia de respuesta
consiste en la inexistencia de cambios favorables en la sintomatología con respecto al
pretratamiento, se suele definir como
ausencia de respuesta en depresión mayor
aquellas situaciones clínicas en las que el
paciente no presenta remisión, con un
abordaje farmacológico con dosis adecuada y tiempo suficiente (aunque exista una
respuesta parcial). Como ya se mencionó,
la falta de respuesta puede deberse a errores en el tratamiento y, por lo tanto, estos
casos no deben ser encuadrados como
resistencia.
Seudorresistencia (o falsa resistencia)
Comprende todas las situaciones clínicas
en las que no se presenta la respuesta
antidepresiva esperada por razones identificables –y ajenas a la auténtica resistencia– relacionadas con fallas en el diseño y
con la concreción adecuada del plan de
tratamiento. Como ejemplos frecuentes de
seudorresistencia pueden citarse la falta
de adhesión y los tratamientos inadecuados (estos son lamentablemente muy
comunes, en especial la subdosificación y
el tratamiento por tiempo insuficiente).
Entre el 30 y el 60 % de los casos de ausencia de respuesta se deben a tratamientos
inadecuados.
La clasificación que se propone en este
apartado cumple apenas funciones de
HJ Bertera // Abordaje farmacológico de la depresión resistente
orientación. En especial los factores asignados al paciente que, en muchas ocasiones pueden darse al mismo tiempo con los
que derivan del profesional, ya sea porque
este haya brindado información incompleta
o que haya sido formulada de manera ineficaz, o bien que se hayan registrado dificultades en el trabajo sobre el contrato de tratamiento, solo por citar algunos ejemplos.
1. Factores derivados del paciente
La evidencia que respalda la afirmación
de que la falta de adhesión al tratamiento
(errores en las dosis, omisión de dosis,
modificación inconsulta de las tomas, cambio del intervalo interdosis, interrupción del
tratamiento) es una de las causas más frecuentes de fracasos del tratamiento farmacológico. Sin embargo, esto no significa en
absoluto una referencia a una actitud irresponsable, torpe o descuidada del paciente,
más aun, algunas de estas situaciones quizás puedan evitarse con un trabajo adecuado sobre el cumplimiento de las indicaciones. Esto involucra también desmitificar
los efectos nocivos de la medicación, que
por fantasías o por información inadecuada
el paciente pueda tener (lamentablemente,
la información técnica a la que se accede
por Internet es de muy variada calidad y fiabilidad). No es infrecuente que la ideación
de culpa contribuya a la falta de adhesión,
al tornar a la depresión en un “justo castigo” para algunos pacientes que la padecen,
quienes vivencian la enfermedad como derivada de sus errores y responsabilidades.
Otras veces la necesidad del fármaco se
subestima por ciertas tendencias culturales del paciente o de su familia. Es indiscutible que, cuando el costo del fármaco no
está al alcance económico del paciente, no
existe adhesión posible. La interrupción
temprana tanto “por falta de respuesta”
(cuando no transcurrió todavía el período
de latencia), o por haber mejorado (falta de
información sobre la necesidad de mantener la administración continuada para consolidar la respuesta), también son eventos
de frecuente observación.
2. Factores derivados del profesional
Un gran grupo de factores pueden ser
encuadrados dentro de lo que podría llamarse “manejo de la información”. La
información brindada por el especialista
debe ser evaluada para cada paciente en
particular, pero hay alertas generales. Las
instrucciones que no quedan registradas
por escrito promueven el mal cumplimiento del plan; las prescripciones complejas,
las anotaciones confusas y hasta la falta de
claridad en la escritura son factores que
pueden llevar al fracaso de un tratamiento
farmacológico. Ahora bien, lamentablemente, hay pacientes que se encuentran
medicados con dosis subterapéuticas de
antidepresivos. Esto constituye un error
médico serio, dados los costos y contingencias peligrosas de la depresión mayor (que
incluyen el alto riesgo de suicidio). La prescripción de antidepresivos en dosis insuficientes (por debajo de las dosis establecidas como mínimas para alcanzar el efecto
antidepresivo) lógicamente reduce de modo
significativo la oportunidad del paciente
frente al cuadro afectivo.
Una situación similar se observa cuando
directamente no se prescriben antidepresivos a pacientes con depresión mayor, por
desconocimiento o mitos y creencias del
profesional responsable del tratamiento, o
por exceso de expectativas depositadas en
la psicoterapia o en la contención que un
sistema de tratamiento pueda brindar.
Ahora bien, cuando se hace referencia a
las dosis mínimas necesarias para alcanzar la respuesta antidepresiva ¿estamos
hablando de que éstas son las dosis ade-
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
cuadas, o el concepto de adecuación es
diferente?; por otra parte, ¿cuánto tiempo
debe durar un tratamiento, para evaluar si
la respuesta se presenta o si se enfrenta un
caso de ausencia de respuesta?
a) Dosis insuficientes
Aunque ocasionalmente se ha publicado
alguna investigación en la cual se alcanzó
el efecto antidepresivo con dosis bajas de
algunos agentes (por ejemplo, con 5 mg
diarios de fluoxetina), las dosis sugeridas
como habituales para el tratamiento de la
depresión mayor son, sin duda, las que se
deben prescribir para el abordaje inicial de
estos trastornos afectivos.
La discusión surge al interrogarse sobre
la dosis frente a la cual la ausencia de respuesta sugiere la resistencia al tratamiento
farmacológico. Las posturas y propuestas
han sido variadas y variables a lo largo del
tiempo, y según los distintos autores.
Algunos investigadores defienden la idea
de que las dosis efectivas mínimas son las
que deben considerarse para evaluar la
respuesta. Esto se debe a que con varios de
los antidepresivos más usados en la actualidad no se han alcanzado respuestas
superiores al duplicar o triplicar la dosis, y
en cambio sí se termina promoviendo la
aparición de mayor intensidad en los efectos adversos. Otros son partidarios de
aumentar las dosis hasta alcanzar la dosis
máxima planteada para cada agente, antes
de considerar que no hubo respuesta frente a la droga en cuestión. También existen
quienes alertan sobre la inconveniencia de
desestimar la tolerancia del paciente al
incremento de la dosis como parámetro
para establecer el límite en cada individuo.
Es indudable que la dosis con la que debe
evaluarse primariamente la respuesta es,
como mínimo, la dosis inferior de la franja
establecida en carácter de terapéutica. En
156
aquellos casos en que con estas dosis no
se obtenga una respuesta adecuada, y
según el agente utilizado, el siguiente paso
puede ser la optimización de la dosis.
Ahora bien, conviene plantearse en qué
casos se justifica optimizar la dosis.
Si bien ciertos fracasos terapéuticos pueden asignarse a alguna dificultad para
alcanzar concentraciones plasmáticas adecuadas, la dosificación incorrecta suele,
mucho más frecuentemente, ser el determinante habitual de la seudorresistencia.
En la actualidad, se suele postular que
frente a un individuo con depresión mayor
que no responde a las dosis iniciales, quizás sea conveniente alcanzar una dosis que
represente 2/3 partes de las dosis máximas, siempre que la tolerancia del paciente lo permita, antes de diagnosticar ausencia de respuesta.
Esto, si bien es cierto, no debe contraponerse con el concepto de dosis adecuada
refiriéndose a su individualización. La dosis
adecuada sería entonces “personalizada”
en función de la interacción de varios factores (Figura 2). Solo el interjuego de los factores puede dar respuesta al planteo de
cuál es la oportunidad adecuada para optiFIGURA 2
Factores intervinientes en la concepción de “dosis adecuada” en la clínica
Respuesta
actual
(Parcial o
ausente)
Antecedentes
de respuestas previas al
tratamiento
Dosis
adecuadas
El agente
antidepresivo
utilizado
Tolerancia
Interacciones
Intercurrencias
HJ Bertera // Abordaje farmacológico de la depresión resistente
mizar la dosis, y ningún factor por separado suele ser parámetro decisivo.
Magnitud de la respuesta actual: las respuestas parciales con una dosis determinada del antidepresivo parecerían justificar
un incremento de la dosis mucho más que
la falta de respuesta. En consecuencia, un
paciente que, habiendo tenido antecedentes de respuesta favorable con la misma
droga y dosis, comienza a exhibir falta de
respuesta, hace replantear no solo la adhesión sino también la dosis utilizada.
Antecedentes de respuestas previas al tratamiento: la historia de necesidad de dosis
altas para obtener la remisión en tratamientos previos refuerza la alternativa de
alcanzar dosis altas (incluso, a veces, las
dosis máximas toleradas por el paciente).
Esto es especialmente cierto cuando existen antecedentes de ausencia total de respuesta a otras drogas ya ensayadas sin
resultados favorables en el paciente.
La droga utilizada: con algunos agentes,
aumentar la dosis es un recurso sumamente útil; la venlafaxina (a diferencia de
los otros representantes del grupo de inhibidores mixtos de la recaptación, como el
milnacipram y la duloxetina) presenta diferente afinidad por los transportadores de
serotonina y de noradrenalina, por lo que a
dosis bajas, de 75 mg diarios, se comporta
como inhibidor de recaptación de serotonina y, al aumentar la dosis (150 mg diarios o
más), se alcanza la inhibición del transportador de noradrenalina, mostrando una
curva de dosis respuesta bimodal, que justifica el incremento de la dosis cuando no
hay respuesta favorable, ya que se amplía
la población de pacientes que responden.
No ocurre lo mismo con los otros miembros del grupo. Si bien la evidencia es con-
trovertida para los ISRS, parecería que no
se justifica aumentar la dosis de fluoxetina,
y posiblemente ocurra lo mismo con otros
exponentes del grupo.
Existen dudas con la sertralina (podría
tratar de alcanzarse la franja de dosis de
10-150 mg diarios). Con respecto a los antidepresivos clásicos, la franja de dosis de la
tranilcipromina es amplia (10 a 80 mg diarios), y existen muchos trabajos en los que
la respuesta se alcanza con 20 a 40 mg (si
se implementaron 10 mg como dosis inicial, posiblemente sea razonable un incremento ante la falta de respuesta). Lo
mismo ocurre con los antidepresivos tricíclicos (cuando las dosis usadas son menores a 150 mg por día de imipramina –o
dosis equivalentes para otros tricíclicos– se
justifica el incremento de dosis), aunque
con varias drogas del grupo no contamos
aún con dosajes plasmáticos. Conviene
tener en cuenta, que a pesar de que los
rangos de las concentraciones plasmáticas
sean discutibles, pueden sin embargo,
representar una guía útil ante la duda surgida por la ausencia de respuesta frente a
una dosis teóricamente eficaz.
Tolerancia y otros factores: cuando se planteó el tema de tolerancia en el apartado de
elección de un antidepresivo en el tratamiento agudo de la depresión mayor, se
hizo referencia a que no solamente hay que
considerar los efectos adversos iniciales,
sino la posibilidad de sostener luego la
misma droga, y en la dosificación que vaya
resultando eficaz en agudo, para el tratamiento de consolidación y también durante
el período de mantenimiento. Esto muchas
veces obliga a cuestionar el incremento de
la dosis, aun cuando hablemos de optimización, ya que este último término debe
contemplar el concepto de calidad de vida,
o si se quiere, el grado de satisfacción del
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
paciente en tratamiento, ya que de lo contrario se promueve el incumplimiento, la
omisión de dosis o las suspensiones inconsultas del fármaco. Esto significa que pueden y deben ser manejados los efectos
adversos cuando se presenten, pero estos
factores deben ser tenidos en cuenta a la
hora de decidir la conducta que se adoptará.
Las interacciones, tanto farmacocinéticas como farmacodinámicas con otros fármacos, pueden determinar que una dosis
habitualmente eficaz no sea suficiente para
promover concentraciones plasmáticas
adecuadas para desarrollar el efecto antidepresivo.
Con respecto a otros factores intervinientes (múltiples e inabarcables en su totalidad), solamente mencionaremos las intercurrencias, ya que las hay tanto psiquiátricas (por ejemplo, la descompensación de
un TOC en el curso de un trastorno depresivo mayor), y clínicas (hiper o hipoalbuminemia), que pueden influir a favor o en contra de la idea de aumentar la dosis inicial
como conducta de elección ante la falta de
respuesta.
Conviene remarcar que la dosis adecuada no se puede establecer dogmáticamente, y que debe considerarse el interjuego
entre numerosos factores intervinientes en
la consecución de una respuesta antidepresiva eficaz.
b) Tiempo adecuado
El concepto de cuál es el tiempo durante
el cual debe aguardarse la respuesta antidepresiva antes de introducir cambios en el
tratamiento ha variado sustancialmente
con el tiempo. Ya es historia antigua la propuesta de que la latencia para el efecto
antidepresivo era de un promedio de 14 a
21 días; también se abandonó el concepto
de que el tiempo suficiente de espera de
una respuesta era de 4 semanas.
158
Quitkin y colaboradores (2003) publicaron
un trabajo en el que realizaron el seguimiento de un grupo de 840 pacientes tratados con 20 mg por día de fluoxetina, y evaluaron la respuesta antidepresiva en las
semanas 4, 6, 8, 10 y 12, sin modificar la
dosis en ningún momento del estudio,
independientemente de la respuesta. Cerca
de la mitad (51 %) de los pacientes del
grupo que completaron el curso del estudio
y que no habían evidenciado mejoría en la
cuarta semana, había alcanzado la remisión al concluir la semana 12. Entre el 31 y
el 41 % de quienes no presentaban respuesta antidepresiva en la sexta semana,
alcanzaron la remisión al final del estudio,
pero solamente el 23 % de los pacientes
que no evidenciaban respuesta en la semana 8 lograron la remisión en la semana 12.
Por ello, los autores concluyeron que el
tratamiento con fluoxetina debe extenderse
por al menos 8 semanas antes de considerar ausencia de respuesta o fracaso de tratamiento. Más allá de este lapso, consideran que debe cambiarse la estrategia de
tratamiento. En el mismo estudio se observa que el 48 % y el 42 % de los pacientes
que habían alcanzado solo una mejora parcial en su cuadro a la sexta y a la octava
semana, respectivamente, llegaban a la
semana 12 con remisión sindromática, también sin modificar la dosis inicial de fluoxetina.
En consonancia con estos resultados,
quizás se pueda recomendar una espera de
6 semanas cuando el paciente no evidencia
signo alguno de mejoría, especialmente en
aquellos casos en que no hay factores
agregados (por ejemplo, ambientales o
comorbilidad) que puedan haber complicado la respuesta antidepresiva. En aquellos
pacientes en los que se detecten cambios
favorables con respecto a la evaluación inicial, y que presentan una mejoría parcial,
HJ Bertera // Abordaje farmacológico de la depresión resistente
aun siendo la respuesta insuficiente, quizás
resulte conveniente extender el período de
tratamiento durante 8 semanas. El tiempo
transcurrido al que se hace referencia
debería considerarse siempre a partir del
momento en que se alcanzan las dosis
antidepresivas útiles.
3. Otras consideraciones
Existen otros factores que pueden contribuir a la aparición de falsas resistencias.
Uno de los más significativos está representado por la utilización de genéricos. Un
genérico es un medicamento que tiene el
mismo principio activo, forma farmacéutica, concentración, composición, potencia,
vía de administración y bioequivalencia que
un medicamento de marca u original.
Habitualmente es menos oneroso, ya que
su precio no incluye los costos atribuidos al
prolongado proceso de investigación y desarrollo que concluyó en su aplicación clínica.
Los estudios de bioequivalencia tienen
por finalidad la comparación de la biodisponibilidad de dos preparados farmacéuticos con el mismo principio activo, que
determinen efectos biológicos sin variaciones en los efectos terapéuticos e indeseados.
La biodisponibilidad se estima a partir de
curvas de concentración del fármaco o
sustancia activa en el plasma, el suero o la
sangre total. Se determina experimentalmente la velocidad con la que un producto
farmacéutico activo o una molécula activa
se absorbe y llega a estar disponible en su
sitio de acción, y se efectúa midiendo la
concentración del fármaco o sus metabolitos en uno o varios sitios accesibles. En
general se admite que la variabilidad aceptable en la biodisponibilidad no debe superar el 20 % en más o en menos de diferencia con el producto original.
Las variables de biodisponibilidad más
significativas son el área bajo la curva
(ABC), que alude al grado de absorción, la
concentración plasmática máxima (Cmax),
que depende de la velocidad y de la magnitud de la absorción, y el tiempo requerido
para alcanzar la concentración máxima
(Tmax), que depende, primariamente, de la
rapidez de absorción.
La variabilidad es significativa clínicamente cuando se trata de antidepresivos,
por sus características químicas, porque en
poblaciones especiales (como los pacientes de edad, los polimedicados, o quienes
presentan intercurrencias clínicas) pequeñas variaciones pueden generar diferencias
en la respuesta clínica. A su vez, puede
ocurrir que dos genéricos que se encuentran uno en el límite superior de la variabilidad aceptada para la biodisponibilidad, y
otro en el límite inferior, también deriven
en diferencias en la respuesta cuando se
los compara. De esa manera y otras, las
diferencias en la bioequivalencia que involucra el uso de un genérico pueden conducir al desarrollo de una seudorresistencia.
A fin de evitarlo, podría recomendarse iniciar los tratamientos con los preparados
originales, y si por motivos económicos es
necesario plantear un cambio, proceder
luego de consolidada la respuesta, con lo
que de existir ausencia de respuesta, no
quedará duda de si fue por no utilizar el
medicamento original o por falta de respuesta a la droga.
Los casos en los cuales un subtipo de
depresión, para el que existe evidencia de
que ciertos antidepresivos promueven una
respuesta más frecuente que otros (IMAO
para la depresión atípica, combinación de
antidepresivos con antipsicóticos en la
depresión con síntomas psicóticos no congruentes con el estado de ánimo), representan un escenario que genera cierta disyuntiva sobre si debería o no diagnosticarse seudorresistencia cuando el antidepresivo utilizado, que no pertenece al grupo
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
identificado con mayor eficacia selectiva,
no produce la remisión, (se podría definir
como un esquema de abordaje inicial optimizable; o como un tratamiento inadecuado “cualitativamente”, al no haber implementado la droga más eficaz para ese subtipo de depresión particular).
Con respecto a la falta de respuesta que
pueda atribuirse a las presencias de intercurrencias clínicas no detectadas o no tratadas correctamente (hipotiroidismo subclínico, abuso de sustancias), y aquellas
derivadas de interacciones que alteren la
farmacocinética o la farmacodinamia de
las drogas antidepresivas usadas (otros
fármacos, alcohol), son indudablemente
casos de seudorresistencia. En estos casos,
probablemente la conducta adecuada para
adoptar puede ser no modificar el plan,
sino tratar la injerencia interpuesta por el
factor en cuestión, que impide la respuesta
antidepresiva.
En este punto no se puede dejar de citar
un debate surgido recientemente, a partir
de un metaanálisis realizado por Fournier y
colaboradores (2010), que sugiere poner en
duda la eficacia de los antidepresivos en las
depresiones leves y moderadas, con respecto a las depresiones graves. Si bien el
estudio ha sido cuestionado en su metodología, nos introduce en dos cuestiones
comunes en la práctica clínica: en los
casos de depresiones leves y moderadas, la
evaluación de la presencia o ausencia de
respuesta tal vez no sea totalmente adecuada. No es infrecuente que algunos
pacientes se muestren satisfechos con una
respuesta parcial, ya sea porque lo entienden como un grado de cambio aceptable, o
porque desconocen que actualmente el
concepto de respuesta adecuada implica
alcanzar la remisión total; ante esta instancia, algunos suspenden el tratamiento y no
son considerados no respondedores, o
160
pueden no comentar la persistencia de síntomas al profesional, o este minimizar los
comentarios o descripciones del paciente o
asignar los síntomas persistentes a otros
factores.
Por lo tanto, es necesario pesquisar permanentemente durante el seguimiento del
paciente los alcances de la respuesta al antidepresivo.
Por último, es necesario el diagnóstico
diferencial entre “depresión crónica” y
“depresión resistente”. La cronificación es
inherente al curso evolutivo de algunas
depresiones, en tanto que la resistencia es
pertinente a la terapéutica y a la respuesta
al tratamiento (a la interacción del sujeto
con el medicamento). La cronificación suele
ser de peor pronóstico, ya que gran parte
de los cuadros de resistencia pueden evolucionar hacia una recuperación completa.
Depresión resistente
El objetivo de este apartado es realizar
una revisión del diagnóstico, identificar y
corregir falsas resistencias y evaluar tanto
la ausencia de respuesta como la resistencia al tratamiento.
El diagnóstico y el abordaje
Como ya se dijo, ante la ausencia de respuesta a un antidepresivo en un primer
abordaje de la depresión mayor, la conducta inicial e inmediata del profesional tratante debe centrarse en establecer si existe
algún error o falla en el diseño, en la implementación o en la ejecución del tratamiento. En estos casos se diagnosticaría una
falsa resistencia y deberán realizarse ajustes, correcciones o modificaciones puntuales del plan de tratamiento en curso.
En caso de arribar a la conclusión de que
estamos frente a una falta de respuesta
real, que permite declarar legítimamente
algún grado de resistencia al tratamiento,
HJ Bertera // Abordaje farmacológico de la depresión resistente
se formula un segundo conjunto de interrogantes, ya no diagnósticos, sino sobre la
terapéutica, es decir, las conductas específicas para adoptar ante el paciente que presenta una depresión que no responde al
tratamiento, siempre bajo la concepción de
un uso racional de los psicofármacos. Ante
una resistencia verdadera, se promueve la
introducción de cambios sustanciales en el
plan prescripto, como cambio de droga,
sustitución o potenciación.
El diagnóstico
¿Cuáles son los criterios que deben cumplirse para que pueda diagnosticarse resistencia al tratamiento con antidepresivos?
Diversos autores plantearon criterios diagnósticos de distinto grado de rigor y exigencia, que varían muy ampliamente (Tabla 2).
El concepto más y laxo propone considerar
toda ausencia de respuesta como depresión resistente. En el otro extremo, se plantea que la depresión resistente debe diagnosticarse solamente ante el fracaso de
tres intentos terapéuticos (criterios tal vez
exageradamente rigurosos, basados en
una acepción rígida del concepto de resistencia).
De la misma manera, hay variaciones en
la exigencia del tipo de drogas ensayadas, y
de las dosis utilizadas y el tiempo de cada
intervención farmacológica. Hay quienes
también plantean que solo se debería
hablar de resistencia si se cuenta con el
dosaje de concentraciones plasmáticas
(criterio inaccesible actualmente para las
drogas agrupadas como nuevos antidepresivos).
De una u otra manera, todas las definiciones de depresión resistente comprenden dos componentes o requisitos: a) que
exista ausencia de respuesta, y b) que el
tratamiento antidepresivo sea adecuado.
El diagnóstico de depresión resistente, en
una visión resumida, podría plantearse
cuando durante el curso del tratamiento de
un episodio de depresión mayor primaria
no hay remisión ante al menos dos tratamientos, que hayan sido sucesivos, con
monoterapia, de dos agentes antidepresivos
farmacodinámicamente diferentes, administrados en dosis adecuadas (dosis efectivas mínimas para los nuevos antidepresivos, 150 mg por día de imipramina o equivalente) y por tiempo suficiente (no menor a
6 semanas sin ninguna respuesta, no
menos de 8 semanas si hay evidencia de
mejoría parcial).
En la tabla 3 se propone una estratificación gradual que amplía esta concepción a
distintas alternativas que pueden presentarse como ausencia de respuesta, e incluye algunas conductas que se adoptarán
ante las diferentes situaciones farmacote-
TABLA 2
Criterios para el diagnóstico de depresión resistente
Exigencia
Menor
Mayor
Tratamientos
N°
Requisitos
1
2
2
2
3
3
Con drogas farmacodinámicamente distintas
Uno de ellos ATC o IMAO
Drogas distintas
ATV o IMAO y TEC
Dosis
Las establecidas como
dosis efectivas mínimas
2/3 de las dosis
máximas
Dosis máximas
Tiempo
4 - 6 semanas
8 semanas
12 semanas
Otros
Puede incluir falsa
resistencia
Descartar la falsa
resistencia
Concentración
plasmática efectiva
Bertera, 2007
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
TABLA 3
Ausencia de respuesta a un antidepresivo en la depresión mayor
Ausencia
de respuesta
Falsas
resistencias
Resistencia
al tratamiento
Refractariedad
Concepto
Abordaje con monodroga antidepresiva con la
cual no se alcanza la remisión de un episodio de
depresión mayor (excluidas las falsas resistencias).
Todas las situaciones clínicas en las que no se
presenta la respuesta antidepresiva esperada
por razones identificables, derivadas de fallas en
el diseño y/o la concreción adecuada de un plan
de tratamiento con drogas antidepresivas.
Leve (Grado I): respuesta parcial ante un segundo antidepresivo, indicado ante ausencia de respuesta previa (en dosis y tiempo adecuados).
Moderada (Grado II): ausencia persistente de
respuesta ante la administración de dos tratamientos antidepresivos sucesivos (dosis y tiempos adecuados).
Grave (Grado III): ausencia de remisión ante tres
tratamientos antidepresivos farmacodinámicamente distintos sucesivos, o ante dos, si uno de
ellos incluyó un ATC o un IMAO.
Ausencia de respuesta ante tres tratamientos
ATD farmacodinámicamente distintos, que haya
incluido uno de ellos un ATC o un IMAO.
Abordaje
Cambiar de antidepresivo (ante ausencia
de respuesta, y si la gravedad del cuadro lo
permite), o potenciar (asociaciones). Luego,
tratamiento de continuación (consolidar la
respuesta) y de mantenimiento (prevenir
recurrencias).
Corregir fallas en el diseño y/o en la concreción del plan antidepresivo.
Optimizar el tratamiento (elección de la
droga, dosis y tiempo).
Cambiar de antidepresivo (ante ausencia
de respuesta, y si la gravedad del cuadro lo
permite), o potenciar (asociaciones).
Indicación de un ATC o de un IMAO, o
potenciación.
Potenciación.
Terapéutica electroconvulsivante.
TABLA 4
Predictores de farmacorresistencia en la depresión mayor
Subtipos, rasgos
clínicos o historia de la
depresión
Comorbilidad
Factores situacionales
Depresión atípica.
Depresión melancólica.
Depresión con síntomas psicóticos.
Depresiones de larga duración; depresión crónica, de más de 2 años de
evolución.
Inicio de la enfermedad a edades más tempranas y más tardías.
Mayor número de episodios previos (recurrencias múltiples).
Hospitalización prolongada, o historia de dos o más hospitalizaciones previas.
Persistencia de síntomas subsindrómicos luego del tratamiento.
Necesidad de varios intentos terapéuticos antes de alcanzar la remisión.
Depresión doble (depresión mayor y distimia).
Depresión con abuso de sustancias.
Alcoholismo.
Comorbilidad con trastornos crónicos de ansiedad.
Comorbilidad con trastornos de personalidad.
Enfermedades médicas.
Falta de redes sociales adecuadas.
Relaciones interpersonales conflictivas.
Disfunciones familiares.
De Amsterdam et al. (1994); Fava (2003); Frank et al. (1993); Keitner et al. (1992); Keller et al. (1986) y Klerman et al. (1989).
162
HJ Bertera // Abordaje farmacológico de la depresión resistente
rapéuticas.
En la tabla 4 se enumeran los factores
que habitualmente son citados con mayor
consenso como predictores de dificultades
en la respuesta farmacológica.
serie de pasos, a saber:
1) Nueva evaluación diagnóstica (identificar errores diagnósticos, o condiciones
médicas o psiquiátricas comórbidas que
puedan interferir con la respuesta terapéutica adecuada).
2) Evaluación del tratamiento (de ser
necesario ajuste u optimización del plan):
- Adecuación de la indicación
- Interacciones
La terapéutica farmacológica de la ausencia de respuesta
La falta de respuesta al tratamiento farmacológico no encuadra necesariamente
una población homogénea de pacientes; es
probable que en el futuro se puedan identificar subgrupos de pacientes con depresión
mayor, que por sus características distintivas orienten hacia una mejor elección para
cada subgrupo. Al no ser esto posible
actualmente, se pueden sugerir algunas
pautas generales de abordaje (Tabla 5,
Figura 3). El primer paso se da cuando
surge la presunción diagnóstica de depresión resistente, ante la ausencia de remisión del cuadro de depresión mayor frente
a un primer abordaje farmacológico. Para
efectuar un diagnóstico de certeza de esta
condición ya se mencionó la necesidad de
descartar las falsas resistencias, y luego
verificar el cumplimiento de los criterios de
diagnóstico. Para ello conviene seguir una
TABLA 5
Ausencia de respuesta al tratamiento con antidepresivos: diagnóstico y abordaje
• Diagnóstico:
– Criterios para el diagnóstico presuntivo
– Criterios para el diagnóstico diferencial
• Ausencia de respuesta
• Respuesta parcial
• Falsa resistencia
• Depresión resistente
• Depresión refractaria
• Otros
• Abordaje:
– Revisión del diagnóstico
– Optimización del tratamiento
– Cambios en el abordaje
Bertera, 2007.
FIGURA 3
Conductas ante la presunción de depresión residente
Ausencia de respuesta
Replantear
diagnóstico
Síndrome
Diagnóstico de
comorbilidad
Clínica
Psiquiátrica
Subtipo
Optimizar
tratamientos
Adecuación
(cualitativa)
Interacciones
Adherencia
Dosis
Tiempo
EDITORIAL SCIENS
163
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
- Adhesión
- Dosis
- Tiempo
3) Confirmación del diagnóstico y abordaje farmacológico.
El abordaje farmacológico de la depresión
resistente
Concretamente, se proponen dos alternativas (ver Figura 4): 1) Estrategias de
asociación (a. potenciación y b. combinación), o 2) Suspensión y cambio del antidepresivo –sustitución– (ver Tabla 6). Al no
contar con datos suficientes que permitan
establecer predictores de respuesta de certeza, no es posible dar respuestas definitivas sobre la indicación de una u otra estrategia. No obstante, se puede establecer
una orientación general que puede servir
de auxiliar para pensar la oportunidad de
cada indicación.
La elección de una alternativa es precedida de un juego de interacciones de distintos
factores, entre los que conviene citar:
a) El cuadro que se tratará: el tiempo de
evolución y la gravedad de la depresión, y la
historia y la magnitud de la respuesta al
iniciar el abordaje farmacológico. En ocasiones, un tiempo de evolución muy prolongado, o la gravedad de las manifestaciones
depresivas orientan a pensar que, en el
FIGURA 4
Abordaje farmacológico de la depresión residente
Paciente que
no responde
Optimizar el
tratamiento
Sustitución
Adherencia
Elección adecuada
Dosis adecuadas
Tiempo suficiente
164
Potenciación
Litio
Combinación
Hormona tiroidea
caso de haber obtenido una respuesta parcial con el primer abordaje, la sustitución
del antidepresivo por otro (opción recomendada a veces dogmáticamente ante la
falta de remisión en un primer intento terapéutico), podría no representar la mejor
elección. En un cuadro grave y con alguna
mejoría, a veces conviene no correr el riesgo de suspender el antidepresivo indicado
(y no obtener ni siquiera la respuesta parcial ya alcanzada), con las graves consecuencias que implica para el paciente el
presentar un reagravamiento luego de
haber alcanzado algún alivio sintomatológico inicial. Por el contrario, en depresiones leves o moderadas probablemente se
privilegie el abordaje con monodrogas, y
quizá lo adecuado sea la sustitución.
b) El paciente que se encuentra en tratamiento: el tratamiento se desarrolla en un
paciente con particularidades únicas; la
historia del paciente, su estado clínico
general, su respuesta (y la de sus familiares) en episodios previos, la administración
concomitante de otros tratamientos farmacológicos, sus actitudes frente a la medicación y otros componentes de su complejidad individual, suelen ser de importancia
en el interjuego de factores.
Como ejemplos de algunas de estas puntualizaciones, diremos que el estado clínico
general del paciente será determinante
para evitar las combinaciones de fármacos
que puedan implicar algún riesgo (por
ejemplo, con litio), o que por caso, el antecedente de dificultades para obtener la respuesta deseada en episodios previos puede
orientarnos a pensar en combinaciones o
en potenciaciones más rápidamente que en
otros pacientes. Pero si ese mismo paciente presenta mal estado general o se
encuentra polimedicado por otras patologías, también podría considerarse suspender
el antidepresivo y reemplazarlo por otro, a
HJ Bertera // Abordaje farmacológico de la depresión resistente
fin de no correr el riesgo de sumar efectos
adversos o interacciones.
Los antecedentes familiares de respuesta, si bien son buenos predictores para el
abordaje del episodio actual, a veces son
resignificados por el paciente, hecho que lo
lleva a identificarse con un familiar de evolución desfavorable a largo plazo. Por lo
tanto, decidir la elección de la misma droga
que pudo facilitar la remisión de un episodio en un familiar, se transforma en una
elección que genera desesperanza y agravamiento.
También, las actitudes de cada individuo
frente a la medicación permiten señalar la
existencia de pacientes “farmacofóbicos”,
frente a los cuales se debe trabajar intensivamente sus temores para evitar que se
sienta como sujeto experimental de combinaciones, u optar por la sustitución del
antidepresivo y no por estrategias de suma.
c) El antidepresivo que ya está recibiendo el
paciente: el perfil farmacológico del antidepresivo que recibe el paciente, la presencia
y la gravedad de los efectos adversos (y su
tolerancia), y el número y tipo de intentos
de tratamiento previos para el cuadro
actual, despliegan un sinnúmero de datos
para considerar en su interacción con los
factores ya mencionados. En algunos
pacientes, la optimización de dosis del tratamiento instituido es inadecuada por su
susceptibilidad ante los efectos adversos.
En ese caso orienta a sustituir el antidepresivo por otro de diferente perfil de efectos
indeseados. No obstante, si ya hubo fracasos terapéuticos previos con monodrogas,
estaría indicado realizar combinaciones o
potenciación.
para cada paciente según la interacción de
factores sobre la que se ha insistido, sin
tentarse por implementar algoritmos dogmáticos, ya que esto atenta contra la optimización del abordaje para cada paciente
en particular. No obstante, existen algunos
datos orientadores, surgidos de la investigación clínica.
Intentando razonar pautas generales, la
sustitución de un fármaco con el cual no se
ha obtenido la respuesta deseada, parece
una alternativa especialmente válida:
- cuando se está tratando una depresión
leve o moderada,
- frente a un primer episodio depresivo
en la historia de un paciente sin antecedentes familiares significativos,
- o por ejemplo, cuando se trata de individuos con rechazo a la medicación, o con
tendencia a presentar susceptibilidad a
efectos adversos, o en mal estado general
o polimedicado,
- o ante dificultades económicas extremas,
- o frente a la combinación de factores.
No debemos olvidar que el tratamiento
se extenderá al menos por un año de duración, y que esto es determinante en la elección de opciones.
Por otra parte, cuando se opta por la
combinación de fármacos, no se corre el
riesgo de perder la respuesta parcial obteTABLA 6
Alternativas farmacológicas ante la depresión resistente
Opciones
Optimización
Sustitución
Combinación
¿Cuándo sustituir, cuándo potenciar, cuándo combinar?
De acuerdo con lo planteado, cualquier
esquematización rígida es peligrosamente
limitativa. El tratamiento debe decidirse
Potenciación
EDITORIAL SCIENS
Concepto
Adecuar la indicación, trabajar sobre
la adhesión del paciente, mejorar las
dosis, ampliar el tiempo de tratamiento.
Suspender el fármaco y reemplazarlo por otro antidepresivo.
Uso de dos antidepresivos de manera
simultánea.
Se mantiene al antidepresivo y se
adiciona una segunda droga no antidepresiva.
165
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
nida (cuando se alcanzó una mejora con el
primer abordaje). La desventaja es que se
incrementen los efectos adversos existentes, se sumen nuevos efectos adversos, o
se generen eventos indeseados como consecuencia de alteraciones en las concentraciones plasmáticas por interacciones
farmacológicas (ya sea en los sistemas
metabolizadores de drogas, o por interacciones a nivel farmacodinámico, que generen complicaciones clínicas como el síndrome serotonérgico).
Para algunas estrategias de potenciación
se han descripto predictores de respuesta,
pero como pauta general puede considerarse la alternativa cuando, ante una respuesta previa parcial se requiere una respuesta terapéutica más rápida, o cuando el
paciente es de alto riesgo suicida, o con un
cuadro depresivo de evolución prolongada,
o cuando ya hubo más de un fracaso con
una monodroga.
Posternak y Zimmerman (2001) compararon ambas estrategias en pacientes con
depresión resistente, sin poder identificar
diferencias estadísticamente significativas
entre ambas (45 % de respuestas favorables en el grupo de sustitución del antidepresivo, contra 56 % de mejora en el de
potenciación). Otros autores han sugerido
resultados similares.
En los últimos años, se ha desarrollado
un trabajo que, por sus características, es
de importancia para evaluar las opciones
de abordaje terapéutico de la depresión
mayor que no responde al abordaje inicial.
La investigación de referencia (The National
Institute of Mental Health Sequenced
Treatment Alternatives to Relieve Depression,
66 STAR*D), fue realizado durante 5 años,
con más de 4.000 pacientes con depresión,
tratados inicialmente con citalopram, y que
no habían presentado respuesta adecuada
al tratamiento.
166
Los pacientes fueron asignados a una de
7 distintas opciones de tratamiento: suspensión del citalopram y reemplazo por 1sertralina, 2- venlafaxina, 3- bupropión o 4por terapia cognitiva; o 5- combinación de
citalopram con terapia cognitiva, 6- con
buspirona, o 7- con bupropión.
Ante la persistencia de la falta de respuesta adecuada, se procedió a cambiar a
1- nortriptilina o 2- mirtazapina, o 3- a la
potenciación con litio o 4-con hormona
tiroidea. Finalmente, en el protocolo se
estipuló que a los pacientes que seguían
sin remisión, se los asignaba a 1- tranilcipromina o 2- a una combinación de venlafaxina con mirtazapina.
Si bien la metodología aplicada fue cuestionada en varios aspectos (se excluyen
depresiones psicóticas, no hay grupo control con placebo, y fue objetada la elección
de las drogas utilizadas para reemplazo o
para la potenciación), el trabajo aporta
algunos datos para tener en cuenta, siempre que sean utilizados con criterio.
De acuerdo con los resultados de este
estudio, aproximadamente 1 de cada 4
pacientes cuya depresión no había remitido
con el abordaje inicial con citalopram,
lograron alcanzar la remisión con el reemplazo por sertralina, venlafaxina o bupropión. Según los autores, no se detectan
diferencias significativas en la respuesta o
en la tolerancia entre estas drogas.
Siguiendo con los resultados de esta
investigación, se observó que en cerca del
30 % de los pacientes, se logró la remisión
con la combinación de antidepresivos (citalopram con buspirona, o con bupropión).
Los pacientes que no respondieron a estas
estrategias fueron medicados con nortriptilina o mirtazapina (la sustitución del tratamiento previo por cualquiera de los dos fármacos produjo un resultado similar para
ambos: remitieron el 10 a 20 % de los
HJ Bertera // Abordaje farmacológico de la depresión resistente
pacientes, sin detectarse diferencias significativas en cuanto a velocidad de comienzo
de acción, ni al tipo o intensidad de los
efectos adversos), o se procedió a la potenciación con litio o con hormona tiroidea.
Con cualquiera de las dos estrategias de
potenciación cerca del 20 % de los pacientes lograron estar libres de síntomas; los
efectos adversos fueron mejor tolerados
por los individuos sometidos a potenciación
con T3 que con litio; de hecho, los abandonos fueron más numerosos en el grupo con
litio (23 %) que con T3 (10 %). Como se
puede observar, la eficacia a esta altura es
muy modesta. Por último, solo un 10 % de
los que previamente no habían obtenido
remisión la alcanzaron cuando se los asignó a las opciones de la etapa 4 del estudio,
en la cual la combinación venlafaxina-mirtazapina evidenció similar eficacia pero
mejor tolerancia que la tranilcipromina.
Es necesario insistir nuevamente que
este estudio, si bien suma datos importantes a todas las investigaciones previas, no
debe ser considerado una guía del manejo
clínico, sino un aporte más a la investigación
de los tratamientos de la depresión resistente.
Sustitución del antidepresivo
La elección de un fármaco u otro no se
centra en evidencias irrefutables, sino que
se apoya en algunos datos surgidos de la
investigación en el área. Para la sustitución
del antidepresivo es necesario tener en
cuenta el fármaco que el paciente tomaba
a fin de evitar interacciones famacocinéticas y farmacodinámicas.
El período de lavado necesario para el
retiro de la droga que ya recibía el paciente
es importante para algunos reemplazos, ya
que los dificulta o los impide. La fluoxetina
en mayor medida, y la paroxetina, en menor
escala, son dos de los antidepresivos con
los que se requiere mayor período de lavado cuando pueden darse interacciones con
el nuevo antidepresivo. Ante esto no es
infrecuente que cuando el paciente haya
estado recibiendo alguno de estos dos ISRS
se opte por su reemplazo por otras drogas
con las que no se suelan generar interacciones farmacodinámicas (síndrome serotonérgico), o farmacocinéticas (ambas inhiben de manera significativa al CYP2D6).
Actualmente, la sustitución de un antidepresivo por otro, cuando no se obtuvo remisión con un primer fármaco, representa
una de las alternativas de primera línea
ante un primer episodio de depresión (un
uso racional de los antidepresivos involucra
la búsqueda de abordajes con monodroga),
cuando se intenta evitar la aparición de
efectos adversos que se sumen a los que ya
genera el primer antidepresivo, o que se
potencien efectos adversos preexistentes.
Algunas de estas indicaciones plantean
una de las alternativas de selección de la
droga de reemplazo: buscar un agente que
tenga un perfil de efectos adversos diferente a la droga inicialmente administrada,
cuando estos han sido limitantes del ajuste
de dosis, cuando han sido la causa de la
suspensión del tratamiento inicial, o simplemente cuando la tolerancia no fue la
adecuada.
Por otra parte, la falta de respuesta a un
agente de un grupo determinado de antidepresivos no es predictor de falta de respuesta a otro representante del mismo grupo.
En consecuencia, cuando en un paciente no
se presentaron efectos adversos de intensidad significativa con un antidepresivo, el
reemplazo por otro integrante de la misma
familia no queda descartado.
No son pocos los clínicos que proponen
que, si no hubo respuesta con un antidepresivo, para la elección del fármaco sustituto se considere un mecanismo de acción
EDITORIAL SCIENS
167
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
diferente a aquel que ostentaba la primera
droga. Si bien todos los antidepresivos confluyen en vías de acción final comunes para
el efecto antidepresivo, ejercidas a nivel
genómico (descripta en el apartado de farmacología de los antidepresivos), cada
grupo presenta mecanismos de acción
tempranos diferentes (inhibición selectiva
de la recaptación neuronal de un neurotransmisor, inhibición dual, inhibición de la
metabolización, bloqueo de receptores presinápticos).
Sustitución por venlafaxina, o por otros inhibidores mixtos de la recaptación (duloxetina,
milnacipram)
Como referente paradigmático de la sustitución de un antidepresivo por venlafaxina, citaremos el trabajo publicado por De
Montigny y colaboradores en 1999, realizado en 159 pacientes con depresión resistente (152 evaluables en cuanto a la eficacia), en el cual el 28 % de los pacientes (45
de 152) alcanzó la remisión, y se observó
respuesta favorable en el 58 % en la HAMD 21 (88 de 132 pacientes), y en la CGI-I en
el 88 % (116 de 132 pacientes).
La venlafaxina surge como una opción
interesante por su perfil farmacodinámico,
tanto para la combinación como para la
sustitución de otros antidepresivos, ya que
al inhibir la recaptación de serotonina y la
de noradrenalina, abriría una segunda
opción de abordaje ante el fracaso de un
inhibidor selectivo. Además, al tener escasa injerencia sobre enzimas citocromales
(solo débil bloqueo del CYP2D6), no suele
plantear en la clínica interacciones importantes durante la sustitución. Los efectos
adversos más comunes son las cefaleas,
los trastornos en el sueño, los síntomas
gastrointestinales, la sudoración y la sequedad de boca.
168
Sustitución por mirtazapina
También con este antidepresivo el perfil
de acción dual (noradrenérgico y serotonérgico) determina una alternativa de relevancia, ya que además, al no desarrollar
acciones sobre la recaptación, la mirtazapina representa un cambio en cuanto al sitio
de la neurotransmisión en el cual actúa el
antidepresivo (bloqueo de los auto y heterorreceptores 2 presinápticos favoreciendo
la liberación de NA y de 5-HT por estímulo
nervioso, y bloqueo de receptores 5-HT2 y
5-HT3).
Ya se ha realizado con éxito la sustitución
tanto de ATC como de ISRS por mirtazapina
(Fava et al., 2001). Los pacientes que requirieron la suspensión de ISRS por intolerancia a los efectos adversos, y también aquellos en los que no se había obtenido una
respuesta adecuada al tratamiento con
ISRS, respondieron favorablemente (48 %
en el primer grupo, 33 de 69 pacientes; 53
% de los del segundo, 9 de 17 pacientes).
Si bien en uno de los grupos se realizó un
lavado de 4 días del ISRS, no hubo diferencias detectables entre los pacientes en los
que se respetó el período de lavado y en los
que no se realizó. El perfil de efectos adversos observados incluyó sedación, somnolencia, aumento del apetito y del peso corporal, y cefaleas.
Sustitución por bupropión
El bupropión suele ser de utilidad ante el
deterioro del rendimiento sexual secundario a ISRS, y suele ser utilizado como sustituto de un antidepresivo que debe suspenderse por efectos adversos sexuales.
También fue estudiado con buena respuesta en pacientes resistentes al abordaje previo con antidepresivos tricíclicos y con
ISRS, con resultados favorables, aunque en
parte de la población que obtuvo buena
respuesta se utilizaron dosis altas (675
HJ Bertera // Abordaje farmacológico de la depresión resistente
mg/día). También es de destacar la escasa
incidencia de efectos sobre el peso corporal, como ventaja significativa para algunos
pacientes.
En las dosis usuales el bupropión prácticamente no ejerce acciones de magnitud
significativa sobre la transmisión serotonérgica, pero un reemplazo de un ISRS por
esta droga, realizado con suspensión
demasiado abrupta del fármaco con el cual
no hubo respuesta adecuada, puede promover la aparición de un síndrome por
supresión.
Por otra parte, el elevado potencial proconvulsivo de esta droga obliga a instalar
las dosis lentamente (no mayor a 150 mg
por semana), y no superar los 450 mg al
día. Esta titulación lenta obligada es complicada ante depresiones graves, en las
cuales hay que considerar que ya hubo un
período de depresión hasta que se llegó a
la consulta y fue iniciado el tratamiento;
que luego el tratamiento inicial no generó
los beneficios esperados, y que además, se
debe aguardar el tiempo de titulación hasta
llegar a la dosis sugerida por los investigadores, y que después debe transcurrir el
tiempo de latencia para el efecto antidepresivo. Como se verá, no es una opción que
plantee facilidades en el manejo clínico
diario del paciente con depresión grave.
Sustitución por un antidepresivo tricíclico (ATC) o por un
inhibidor de la monoaminooxidasa (IMAO)
Si bien, actualmente, reemplazar un ISRS
por un ATC no representa una opción de
implementación rutinaria, especialmente
por contar con fármacos con perfiles de
efectos adversos mejor tolerados por los
pacientes, es recomendable tenerla en
cuenta entre las alternativas de sustitución, especialmente en depresiones graves, en la melancolía y en pacientes hospitalizados. En el estudio de Peselow y cola-
boradores (1989) la sustitución de paroxetina (30-50 mg por día) por imipramina (150250 mg por día) promovió un 75 % de respuestas favorables. Por el contrario, con el
reemplazo de imipramina por paroxetina,
solo se alcanzó un 50 % de respuestas favorables. En realidad, es una estrategia que
puede implementarse sin mayores riesgos,
si se respeta el período de lavado necesario
para evitar interacciones, ya que la paroxetina inhibe el CYP2D6, y la imipramina es
sustrato de esta enzima (se desaconseja la
sustitución inmediata con tricíclicos para
los cuales la metabolización vía citocromo
pueda estar afectada por el ISRS administrado previamente). Igualmente, el ATC
debe titularse gradualmente, con dosis
bajas iniciales y aumentos progresivos.
Cuando no se contaba con los antidepresivos modernos, en el intento de evitar la
prescripción de un IMAO no selectivo o la
estrategias de potenciación, se recurría al
reemplazo de un tricíclico por otro tricíclico; en general, se optaba por reemplazar
una amina terciaria (imipramina, amitriptilina, clomipramina) por una secundaria
(nortriptilina, desipramina), y viceversa.
Lamentablemente, esta estrategia no ha
sido debidamente documentada.
La sustitución de un antidepresivo (en
general ISRS) por un IMAO no selectivo
luego del fracaso de un tratamiento previo
es posible, si se toman los recaudos necesarios para evitar la posibilidad de una crisis hipertensiva por interacciones con otros
fármacos (aminas de acción simpaticomimética directa o indirecta, por ejemplo), o
la inducción de un síndrome serotonérgico.
Para evitar el síndrome serotonérgico, en
principio, se recomienda respetar estrictamente el período de lavado (vinculado con
la vida media de cada antidepresivo, y que
incluso debe ser de 4 a 5 semanas en el
caso de la fluoxetina, y de 10 días para la
EDITORIAL SCIENS
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
paroxetina, por ejemplo). Esta demora en el
inicio del nuevo abordaje terapéutico en un
paciente que evoluciona desfavorablemente, y en el cual luego debe aguardarse el
período de latencia para evaluar la respuesta antidepresiva, no siempre es posible
en la práctica (aunque la latencia es inevitable para todos los antidepresivos). Pero,
si a esto le sumamos las advertencias
necesarias derivadas de las interacciones
con alimentos y con otros fármacos, así
como el perfil de efectos adversos menos
favorable que el de los agentes más
modernos, es explicable que esta opción
haya quedado relegada a un segundo
plano.
La sustitución por un IMAO suele ser
efectiva, y existen varios trabajos sobre los
resultados favorables obtenidos al instalar
un IMAO como reemplazo ante el fracaso
de un abordaje previo con antidepresivos
tricíclicos, o de un ISRS. De acuerdo con la
mayor parte de los estudios publicados, el
porcentaje de respuestas es, en general,
superior al 50 % (comúnmente se aproxima
al 60 % de los pacientes estudiados, y en
algunos trabajos llega a casi el 70 %).
Estrategias de potenciación
En las estrategias de potenciación se
mantiene la administración del antidepresivo que el paciente recibía.
Potenciación con litio
El agregado de litio al plan de tratamiento es la estrategia más ampliamente estudiada y aceptada como instrumento para
obtener la potenciación de la respuesta
antidepresiva. Siempre debe tenerse presente el bajo índice terapéutico del litio, y
tomar las precauciones necesarias en el
paciente con ideación suicida.
Modo de administración: luego de haber
170
evaluado al paciente, y de haber descartado situaciones clínicas que puedan contraindicar la prescripción de litio (por ejemplo, la insuficiencia renal grave), o condiciones que puedan tornar riesgosa la administración (paciente con ideación suicida,
sin entorno continente), se suele instalar
inicialmente 600 mg por vía oral (divididos
en dos tomas), y luego de 1 semana realizar el control plasmático. Si se usan los
preparados de liberación controlada, suelen instalarse inicialmente 450 mg diarios,
y rápidamente (si hay buena tolerancia)
incrementar la dosis a 900 mg/día, para
luego solicitar la litemia de control. Si el
paciente no evidencia respuesta y el dosaje
arroja resultados inferiores a los 0,5
mMol/l, se propone aumentar la dosis
hasta alcanzar la concentración plasmática
adecuada, tratando luego de mantener litemias entre 0,5 y 0,9 mMol/l. No obstante, si
el paciente evidencia mejoría clínica, aunque la litemia sea de 0,4 mMol/l, se puede
sostener la misma dosis.
Eficacia: la mayoría de los estudios clínicos controlados en pacientes en que se ha
estudiado la potenciación con litio, muestran rangos de respuesta cercanas al 50 %
(40 al 65 %).
Niveles de la litemia: los niveles plasmáticos de litio determinados como efectivos se
han establecido en valores superiores a los
0,4 mMol/l (que puede requerir un rango de
dosis por vía oral de 600 a 1.500 mg/día),
aunque en general se recomiendan litemias más elevadas. Actualmente se tiende
a alcanzar litemias que oscilen entre 0,6 y
0,9 mMol/l. Si se realizaran ajustes de
dosis, para cada ajuste se debe aguardar
nuevamente 1 semana antes de la nueva
litemia, tanto como el tiempo de latencia
para el efecto de potenciación
Latencia para el efecto: el efecto potenciador de la respuesta antidepresiva puede
HJ Bertera // Abordaje farmacológico de la depresión resistente
presentarse tempranamente (dentro de las
primeras 48 horas de la incorporación),
pero lo más común es que se requieran no
menos de 3 semanas, y hasta 6 semanas,
para alcanzar la respuesta deseada.
Mantenimiento: de obtenerse una respuesta favorable, la administración de litio
debería mantenerse durante un período de
no menos de 1 año. En el caso de confirmarse un trastorno bipolar no diagnosticado previamente, en algunos casos el mantenimiento se debería extender por períodos más prolongados.
Efectos adversos en la potenciación con
litio: el agregado de litio al plan de tratamiento antidepresivo puede generar la
aparición de efectos adversos previamente
ausentes, tales como temblor, molestias gastrointestinales, polidipsia, poliuria, aumento del peso corporal, hipotiroidismo, dermatopatías y diabetes insípida.
Potenciación con hormona tiroidea
La prescripción de hormona tiroidea
surge claramente ante la detección de un
hipotiroidismo, incluso ante una depresión
con hipotiroidismo subclínico coexistente.
No obstante, la indicación de hormona
tiroidea como potenciadora de la respuesta
antidepresiva fue estudiada independientemente de la presencia o ausencia de patología tiroidea previa, y actualmente es una
de las alternativas para tener en cuenta
ante la falta de respuesta a los antidepresivos. La triiodotironina es de elección por
haber evidenciado respuestas superiores a
las alcanzadas con tiroxina.
Modo de administración: se utilizan dosis
de T3 entre 25 mcg a 50 mcg/día. La potenciación con tiroxina –T4– habitualmente se
realiza con dosis de 50 a 100 mg/día.
Eficacia: la eficacia clínica como droga
potenciadora de la administración conjunta
de un antidepresivo oscila entre el 40 y el 61
% de los pacientes con depresión resistente.
Latencia: la latencia para el efecto potenciador se ha estipulado en un rango que
oscila entre los 6 (respuestas tempranas) a
30 días.
Mantenimiento: de obtenerse una respuesta favorable, la administración de hormona tiroidea debería mantenerse durante
un período de aproximadamente 1 a 3
meses, excepto cuando se utiliza como
hormona de sustitución frente a la existencia de hipotiroidismo (la prescripción se
ajustará al diagnóstico endocrinológico).
En el caso de diagnosticarse un trastorno
bipolar no detectado previamente, el mantenimiento no se debería prolongar más
allá de 1 mes. Algunos autores recomiendan que, cuando no se detecte hipotiroidismo previo, el tratamiento no se debería
extender más de un mes, a fin de evitar la
interferencia con el funcionamiento tiroideo
normal.
Efectos adversos en la potenciación con
triiodotironina: el agregado de T3 al plan de
tratamiento antidepresivo no suele generar
la aparición de efectos adversos, y de
hecho, como se mencionó en la descripción
del STAR*D, suele tolerarse mejor que la
adición de litio. No obstante, fueron descriptos algunos efectos activantes (nerviosismo, insomnio, irritabilidad) y se ha citado la posibilidad de que ejerza acciones
arritmogénicas.
Potenciación con buspirona
La buspirona es una azaspirodecanodiona, con alta afinidad por los receptores 5HT1A, se comporta como agonista sobre
los autorreceptores presinápticos somatodendríticos 5-HT1A, y como agonista parcial
sobre los receptores postsinápticos. Tiene
una afinidad moderada por los receptores
D2, pero sin significación clínica. El agonismo 5-HT1A presináptico induce una regula-
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ción descendente de estos receptores y de
los receptores 5-HT2, y como consecuencia, una disminución de la frecuencia de
descarga de las neuronas serotonérgicas.
Además, genera un incremento en la
activación de los receptores 5-HT1A postsinápticos, y a través de su metabolito 1PP (1
pirimidinil piperazina) por bloqueo de
receptores 2 adrenérgicos, aumenta la
tasa de descarga de las neuronas del locus
coeruleus.
Por el mecanismo de acción, presenta
interacciones con ciertos antidepresivos:
se contraindica su asociación con IMAO
(crisis hipertensiva), y debe ser administrado con precaución en pacientes que reciben
ISRS o trazodona (puede, aunque muy raramente, inducirse síndrome serotonérgico).
La fluvoxamina aumenta los niveles plasmáticos de la buspirona, y en administración conjunta con haloperidol, suele inducirse un aumento de los valores plasmáticos de este último.
Modo de administración: para las estrategias de potenciación con buspirona se utilizan dosis de 20 a 50 mg por día.
Eficacia: la población de pacientes estudiada es muy limitada, por lo que resulta
necesario desarrollar más investigaciones
a fin de dilucidar el papel de la buspirona
en la depresión resistente. En el estudio
multicéntrico STAR*D, la potenciación del
tratamiento con buspirona mostró promover la remisión en cerca del 30 % de los
pacientes que no habían respondido al citalopram como monodroga.
Latencia: la latencia para el efecto potenciador es de 2 a 4 semanas, y son infrecuentes las respuestas tempranas.
Mantenimiento: no se ha establecido un
tiempo de mantenimiento específico para
la potenciación con buspirona, pero se
recomienda continuar con la administración por un período no inferior a 3 o 6 meses.
172
Efectos adversos: los efectos adversos
más frecuentes son de tipo activante como
inquietud, nerviosismo y excitación. Puede
generar molestias gastrointestinales, náuseas, mareos y cefaleas. Se ha descripto
viraje a manía o hipomanía en pacientes
bipolares y reactivación de síntomas psicóticos en esquizofrénicos.
Landen y colaboradores (1998) utilizaron
buspirona para potenciar a ISRS –fluoxetina, paroxetina o citalopram– en un estudio
doble ciego, pero con una inusual respuesta favorable al placebo, que prácticamente
anula las posibilidades de extraer conclusiones válidas, y a pesar de que en este
estudio la buspirona potencia al antidepresivo de base en cerca del 60 % de los
pacientes estudiados, la diferencia con el
placebo no es estadísticamente significativa.
Joffe y Schuller (1993) evaluaron la eficacia de la buspirona (20 a 50 mg por día) en
25 pacientes con depresión mayor sin respuesta previa a la fluoxetina (20 a 40 mg por
día) o a la fluvoxamina (50 a 100 mg por
día), con respuestas favorables (mejoría
más remisión) en el 68 % de los pacientes.
La buspirona también fue estudiada en
combinación con clomipramina, con resultados favorables.
Potenciación con pindolol
El pindolol es un bloqueante de los
receptores adrenérgicos beta con propiedades antagonistas del receptor serotonérgico 5-HT1A. Estos receptores serotonérgicos somatodendríticos median la inhibición
presináptica de la liberación de serotonina.
El pindolol bloquea estos receptores, e
induce una desinhibición de la actividad
neuronal en terminales y de la liberación
de 5-HT.
Modo de administración: se inicia la
potenciación con dosis de 2,5 mg diarios, y
HJ Bertera // Abordaje farmacológico de la depresión resistente
se llega a 7,5 mg por día. Debe mantenerse la administración por más de 6 semanas, antes de evaluar la respuesta.
Eficacia: muy discutida y con resultados
incongruentes entre diferentes estudios.
En el trabajo prospectivo sobre depresión
resistente STAR*D, cerca de un 30 % de los
pacientes que no habían respondido adecuadamente al citalopram alcanzaron la
remisión al potenciar el esquema de tratamiento con buspirona.
Latencia: 4 a 6 semanas.
Efectos adversos: los más comunes son
náuseas, molestias gastrointestinales, diarrea, ocasionalmente bradicardia moderada e irritabilidad.
Se recomienda el trabajo de Brousse y
colaboradores (2003) quienes revisan el rol
del pindolol en combinación con antidepresivos en el abordaje farmacológico de la
depresión. Los autores destacan la falta de
concordancia en los resultados de distintos
estudios realizados con el fin de evaluar la
potenciación de la respuesta antidepresiva,
no obstante, consideran que tal vez fuera
conveniente desarrollar estudios con dosis
más altas.
Potenciación con antipsicóticos atípicos
La potenciación con antipsicóticos atípicos, cuando son adicionados a un plan de
antidepresivos frente al cual no ha habido
respuesta adecuada, representa una de las
estrategias sobre las que más están trabajando tanto los investigadores como los clínicos.
Muchos de los antipsicóticos atípicos
antagonizan receptores serotonérgicos 5HT2A, 5-HT2C, y receptores dopaminérgicos D2, y este podría ser el fundamento farmacodinámico de los beneficios que pueden sumarse respecto de la tolerancia a los
efectos adversos de los ISRS.
No debe olvidarse que algunos de los
ISRS más utilizados desarrollan potentes
acciones inhibidoras sobre distintas isoenzimas del citocromo P450; algunas de las
isoformas inhibidas representan vías de
metabolización de varios agentes antipsicóticos, con el riesgo de generar incremento de las concentraciones plasmáticas, de
la intensidad de los efectos adversos y
hasta de la toxicidad de estos fármacos. El
CYP2D6 es potentemente inhibido por la
fluoxetina y por la paroxetina, y el CYP 1A2,
es inhibido fuertemente por la fluvoxamina,
con lo cual cualquier combinación debe
manejarse con cautela y, especialmente,
con un seguimiento estrecho y adecuado.
Estas advertencias no traducen una contraindicación ni siquiera relativa, ya que la
mayoría de los antipsicóticos presenta vías
alternativas de biotransformación que, ante
el bloqueo de la vía primaria, sirven al objetivo de metabolizar el fármaco.
La olanzapina, la risperidona, la quetiapina, la ziprasidona y el aripiprazol fueron
ensayados con éxito en distintos trabajos,
cuando se los implementa como potenciadores de la respuesta ante el fracaso previo
de un antidepresivo.
La tolerabilidad es un aspecto central en
las estrategias de potenciación, y esto
adquiere especial relevancia cuando se
piensa en implementar antipsicóticos. Si
bien los atípicos han reducido significativamente la incidencia de extrapiramidalismo
y otros efectos adversos de difícil manejo
(como las disquinesias tardías), en comparación con los antipsicóticos típicos, no
están en absoluto exentos de efectos indeseados. De hecho, en varios de los trabajos
publicados hay una alta proporción de
abandonos debido a los efectos adversos
de la potenciación. Además, como la mayoría de las investigaciones realizadas se
limitan de 4 a 12 semanas de duración, no
se puede contar con una evaluación real de
la incidencia de los efectos adversos que
EDITORIAL SCIENS
173
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
suelen presentarse a mediano-largo plazo
con este grupo de drogas.
Olanzapina
La olanzapina fue el antipsicótico atípico
más estudiado en la potenciación de antidepresivos en la depresión resistente, y evidenció eficacia en varios trabajos de potenciación (aunque no en todos).
Modo de administración: la estrategia de
potenciación en general se implementa inicialmente con dosis de 5 mg diarios, que se
aumenta según la respuesta clínica y la
tolerancia aguda (especialmente a la sedación). Si no aparece sedación displacentera
y la depresión es grave, puede incrementarse la dosis rápidamente (cada 48 o 72 h)
hasta alcanzar 15 mg diarios (aunque no se
recomienda superar la dosis de 20 mg por día).
Eficacia: resultados contradictorios. Se
observaron respuestas favorables en un 10
y hasta en un 60 % de los pacientes. Véanse
los trabajos clínicos de Shelton y colaboradores (2001) y de Dube y colaboradores (2002).
Latencia: se suelen observar beneficios
desde la primera semana de iniciada la
potenciación.
Efectos adversos: al principio del tratamiento, los efectos adversos reportados
con mayor frecuencia son sedación exagerada y somnolencia. En el mediano plazo,
el aumento del apetito y del peso corporal
suelen ser significativos, y limitar el período de mantenimiento.
Quetiapina
Existen referencias de su eficacia en la
coadministración con antidepresivos en la
depresión resistente.
Modo de administración: en los trabajos
publicados el rango de dosis es amplio,
desde 50 a 600 mg diarios. La dosis media
suele ser cercana a los 200 a 300 mg diarios.
Eficacia: en un estudio doble ciego se
174
obtuvo la remisión en el 31 % de los pacientes que previamente no habían respondido
al antidepresivo. El porcentaje de abandonos fue alto (38 %), especialmente debido a
la sumatoria de efectos adversos.
Latencia: el comienzo de la mejoría clínica aparentemente se presentaría desde la
primera semana de tratamiento.
Efectos adversos: somnolencia, sedación
y letargo. La sedación, la sequedad de boca
y el aumento de peso fueron los efectos que
más frecuentemente promovieron abandonos del tratamiento con quetiapina.
Risperidona
Hay evidencia preliminar que parece respaldar la posibilidad de que la risperidona
sea utilizada como alternativa de potenciación en la depresión mayor que no responde al tratamiento con un antidepresivo.
Modo de administración: se instalan dosis
de 0,5 a 1 mg diarios. Aunque algunos autores que sugieren 2 a 4 mg diarios, estas dosis
pueden promover efectos adversos que en
estos cuadros deben tratar de evitarse.
Eficacia: se reportan resultados discordantes. Se mencionan respuestas favorables en 20 a 40 % de los pacientes.
Latencia: cuando se observan efectos
beneficiosos, suelen detectarse desde la
primera semana de iniciada la potenciación. Se mencionan efectos sobre el sueño
(disminución de la etapa REM) y repercusión favorable sobre el desempeño sexual.
Efectos adversos: en general es bien tolerada. No se recomiendan dosis mayores
porque pueden inducir extrapiramidalismo
(quizás más frecuente cuando se combina
con inhibidores potentes del citocromo
P450 2D6). A mediano plazo se puede promover hiperprolactinemia.
Ziprasidona
La evidencia que respalda su uso como
HJ Bertera // Abordaje farmacológico de la depresión resistente
TABLA 7
Antipsicóticos atípicos en la potenciación de antidepresivos
Droga
Olanzapina
Quetiapina
Risperidona
Ziprasidona
Rango de dosis (mg/día)
5 a 20
100 a 400
2a4
80 a 160
alternativa de potenciación en la depresión
mayor que no responde al tratamiento con
antidepresivos es muy limitada e insuficiente.
Modo de administración: se instalan dosis
de 0,5 a 1 mg diarios.
Eficacia: se describen respuestas favorables en 50 % de los pacientes (remisiones
en el 25 %).
Latencia: en general, observables en la
primera semana.
Efectos adversos: es un fármaco que
puede producir prolongación del QTc.
Otras alternativas de asociaciones farmacológicas
Si bien fueron propuestas y ensayadas
otras alternativas de potenciación (psicoestimulantes: metilfenidato, dextroanfetamina, pemolina; anticonvulsivantes: carbamazepina, ácido valproico, lamotrigina,
gabapentina; melatonina, inositol, agonistas dopaminérgicos como bromocriptina,
amantadina o pergolida, con antagonistas
2 como la yohimbina), la evidencia es
insuficiente.
Combinación de antidepresivos
Si bien la combinación de un segundo
antidepresivo es una estrategia desarrollada con mucha frecuencia en la práctica, su
principal sustento es básicamente empírico. La mayoría de la evidencia actual para
respaldar esta indicación se centra en
estudios abiertos, no controlados. De
acuerdo con estos trabajos, parecería
poder alcanzarse un beneficio en un promedio cercano al 60 % de los pacientes sin
respuesta adecuada al tratamiento antidepresivo previo. Se propone que, de alcanzarse una respuesta favorable, la combinación se mantenga por un periodo de 6 a 9
meses tras el comienzo de la mejoría,
momento en el que se procedería a suspender (lenta y gradualmente) uno de los
fármacos.
En el caso de que la combinación se haya
implementado ante una ausencia total de
respuesta al primer antidepresivo, se procederá a retirar la primera droga. Ante
combinaciones efectuadas para mejorar
una respuesta parcial, dependerá del agente con el que se alcanzó el mayor beneficio
en la esfera anímica, suspendiendo el otro
fármaco.
Bupropión
Numerosos investigadores publicaron
reportes de casos o estudios abiertos que
sugieren la eficacia de la combinación con
ISRS y con otros antidepresivos, pero la evidencia para que su uso sea generalizado es
insuficiente.
Modo de administración: se administra en
dosis divididas, iniciando la potenciación
con 150 mg diarios. Nunca antes de transcurrida una semana se incrementa la dosis
a 300 mg diarios, en 2 tomas. Deberían
transcurrir al menos 8 horas entre dosis
sucesivas. Ninguna dosis única debe exceder los 150 mg para evitar concentraciones
máximas elevadas de bupropión y/o sus
metabolitos. Transcurrida otra semana, se
aumenta nuevamente la dosis, alcanzando
la dosis diaria: 450 mg (150 mg diarios cada
8 h). No se deben modificar la dosis recomendada ni los intervalos de administración a fin de reducir el riesgo de convulsiones.
Eficacia: se ha planteado una eficacia que
oscila entre el 25 y el 40 % de respuestas.
Latencia: pueden observarse respuestas
tempranas cerca de la tercera semana,
EDITORIAL SCIENS
175
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
pero no parece diferir de la latencia observada con el resto de los antidepresivos.
Efectos adversos: los más frecuentes son
el insomnio y la sequedad de boca. El
potencial proconvulsivo intrínseco del
bupropión obliga a extremar las precauciones y a realizar un seguimiento adecuado.
Debe ser administrado con extremo cuidado a pacientes con historia de convulsiones, especialmente si se lo combina con
otros antidepresivos (también antipsicóticos, teofilina, esteroides sistémicos, etcétera) porque disminuyen el umbral convulsivo. Debe extremarse la cautela (o evitarse) ante la discontinuación abrupta de una
benzodiazepina. Se ha publicado la precipitación de ataques de pánico durante el tratamiento combinado.
Venlafaxina
La venlafaxina es un antidepresivo dual,
que conjuntamente con la duloxetina y con
el milnacipram conforma el grupo de los
inhibidores mixtos de la recaptación de
serotonina y de noradrenalina, pero con la
particularidad, como ya se mencionó, de
que presenta mayor afinidad por el SERT
que por el NAT, lo que contribuye a que en
dosis bajas se comporte casi como un inhibidor selectivo de la recaptación serotonérgica, y al aumentarse las dosis por encima
de 150 mg diarios, se inhiba también significativamente la neurotransmisión noradrenérgica.
No hay suficiente evidencia sobre las
características y respuestas en la potenciación con venlafaxina o congéneres, porque
no se han realizado más que investigaciones aisladas, ante lo cual, como con el
bupropión y otros antidepresivos, se deben
realizar estudios de diseño metodológico
adecuado (incluyendo población suficiente)
antes de generalizar cualquier recomendación de uso corriente.
176
Modo de administración: se suministran
preferentemente los preparados de liberación controlada, y la potenciación se inicia
con 50 a 75 mg diarios. Puede aguardarse a
fin de evaluar la respuesta a esta dosis,
pero en general se suele intentar alcanzar
150 mg diarios rápidamente, a fin de que se
manifieste el perfil de acción dual antes
señalado (con la duloxetina y con el milnacipram las dosis usuales ya corresponden a
un mecanismo mixto, serotonérgico y noradrenérgico, de acción).
Eficacia: se describe una eficacia que
varía entre el 30 y el 40 % de respuestas.
Latencia: la respuesta antidepresiva
puede comenzar a evidenciarse cerca de la
tercera semana (para cada escalón de
dosis -75 -150 mg diarios).
Efectos adversos: con dosis de 75 mg diarios se registran efectos adversos de la
línea serotonérgica (pérdida de apetito,
náuseas, molestias gastrointestinales). Al
alcanzarse una dosis igual o mayor a 150
mg diarios, pueden aparecer efectos adversos que se deducen derivados de la mejora
en la función noradrenérgica (nerviosismo,
trastornos del sueño, aumento de la frecuencia cardíaca, y en algunos pacientes,
hipertensión arterial, que conviene controlar con pretratamiento, y en controles de
seguimiento. No obstante, parecería que la
combinación con otros antidepresivos no
incrementa el riesgo de aparición de los
efectos sobre la tensión arterial.
Mirtazapina
La mirtazapina también es un antidepresivo dual, cuyo perfil farmacodinámico se
expresa en acciones sobre la neurotransmisión serotonérgica y la noradrenérgica.
Además, sus acciones tempranas se desarrollan a través del bloqueo de receptores
(tanto auto como heterorreceptores) 2
presinápticos, favoreciendo la liberación de
HJ Bertera // Abordaje farmacológico de la depresión resistente
NA y de 5-HT por estímulo nervioso.
Además, el hecho de que la estimulación
de los receptores 5-HT se ejerza esencialmente sobre sitios 5-HT1, ya que la mirtazapina bloquea los receptores 5-HT2 y 5HT3, condiciona un perfil de efectos adversos distinto del de los inhibidores de la
recaptación (no suele generar náuseas, ni
tampoco molestias gastrointestinales de
magnitud). Lamentablemente, por su bloqueo de los receptores histaminérgicos H1,
sí promueve somnolencia, aumento del
apetito y del peso corporal.
También para la mirtazapina se requieren
estudios con metodología adecuada para
arribar a conclusiones válidas. No obstante, se perfila como una droga que empíricamente va ganando un lugar dentro de las
estrategias de potenciación. Hay estudios
en los que se utilizó mirtazapina como
estrategia de potenciación de ISRS, de venlafaxina, desipramina y otros, que mostró
ser eficaz en un subgrupo de pacientes.
Modo de administración: se suele iniciar la
potenciación con dosis de 15 mg diarios, en
administración nocturna, a fin de atenuar
los efectos molestos de la sedación, e
incluso aprovechar el bloqueo H1 ante la
presencia de trastornos del sueño. De
acuerdo con la tolerancia que evidencie el
paciente, puede ser beneficioso aumentar
paulatinamente la dosis hasta un máximo
de 45 mg por día. Debido a la vida media de
eliminación de mirtazapina (entre 20 y 40 h)
no conviene realizar los ajustes de dosificación antes de 1 a 2 semanas de tratamiento, para evaluar correctamente la respuesta terapéutica a una dosis determinada.
Eficacia: se describe una eficacia que
varía entre el 20 y el 40 % de respuestas.
Cuando se prescribe en asociación con
ISRS, puede observarse una disminución
de la presentación o de la intensidad de los
efectos adversos sobre el desempeño sexual
observados con estos antidepresivos.
Latencia: la respuesta antidepresiva puede
comenzar a evidenciarse cerca de la tercera semana.
Efectos adversos: la sedación, la somnolencia, la sequedad de mucosas y el aumento del apetito y del peso corporal son los
más comunes. Existen informes sobre 2
pacientes tratados con mirtazapina que
desarrollaron agranulocitosis (recuento de
neutrófilos < 500/mm3 con signos asociados: fiebre, infección, etcétera) durante el
tratamiento y 1 paciente con neutropenia
grave (reversible al discontinuar el tratamiento), aunque no se han reportado estos
efectos en estudios de combinación con
otros antidepresivos.
Mianserina
La mianserina es un antidepresivo que se
comporta como antagonista de los receptores adrenérgicos 1, de los receptores presinápticos 2, de los histaminérgicos H1, y
serotonérgicos 5-HT1 y 5-HT2. En combinación con ISRS los resultados hasta el
presente son contradictorios, con trabajos
en los que se mostró eficaz para potenciar
la respuesta antidepresiva a la fluoxetina
en pacientes previamente refractarios, y
otros en los que no se registró tal efecto (no
se obtuvo mejora significativa al adicionar
mianserina a la sertralina). Esta divergencia en los resultados puede deberse a las
diferencias existentes en la gravedad de la
depresión en las poblaciones estudiadas, y
a que la mianserina fue asociada a la sertralina en dosis bajas (30 mg por día).
Nuevamente, se requieren más investigaciones clínicas para ubicarla adecuadamente entre las estrategias de combinación.
Modo de administración: se suele iniciar la
potenciación con dosis de 15 a 30 mg diarios, en administración nocturna (efectos
sedativos intensos). De acuerdo con la tole-
EDITORIAL SCIENS
177
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
rancia, se recomienda aumentar paulatinamente la dosis hasta alcanzar dosis de 60 a
90 mg por día.
Eficacia: se describe una eficacia que
varía entre el 20 y el 40 % de respuestas.
Latencia: fueron descriptos beneficios a
partir de la tercera o cuarta semana.
Efectos adversos: la mianserina suele
generar somnolencia, aumento del apetito
y del peso corporal. Puede promover hipotensión, por lo cual se recomienda advertir
al paciente, y prescribir medidas paliativas
en caso de presentarse. Es uno de los
agentes antidepresivos de mayor potencial
proconvulsivo intrínseco (aunque menor
que el del bupropión).
Antidepresivos tricíclicos
Existen evidencias de que la asociación
de antidepresivos tricíclicos a ISRS puede
mejorar significativamente la respuesta. Se
deben tener en cuenta las interacciones
farmacocinéticas potenciales, ya que los
sistemas enzimáticos que metabolizan los
tricíclicos (CYP2D6) pueden ser eficazmente inhibidos por algunos ISRS (especialmente por fluoxetina, norfluoxetina y paroxetina, y con dosis altas de sertralina) y generarse consecuencias clínicas de riesgo. Al
existir otras opciones, que ya fueron descriptas, esta combinación parece no justificarse como elección de primera línea.
Otras opciones
Si bien no son estrategias que serán desarrolladas en este apartado, es necesario resaltar que existen también opciones o alternativas no farmacológicas de tratamiento de
la depresión mayor y de la depresión mayor
resistente (psicoterapia en distintas formas, terapéutica electroconvulsivante,
estimulación del nervio vago, luminoterapia), gran parte de las cuales han sido
178
reportadas como abordajes eficientes de la
depresión resistente, tanto como único tratamiento como en coadministración con
antidepresivos.
Conclusiones
El tratamiento de la depresión mayor
tiene como objetivo lograr la remisión.
Mientras no se alcance este objetivo, se
debe continuar realizando ajustes en el
plan de abordaje, respetando los períodos
de latencia luego de implementar estos
cambios, modificando las prescripciones
tantas veces como sea necesario hasta
alcanzar la recuperación funcional y social
completa del paciente.
Las respuestas incompletas, parciales o
insuficientes, o la ausencia de respuesta al
abordaje, plantean un importante desafío,
que deben ser enfrentadas con actitudes
activas, desde la revisión de la adhesión del
paciente, el replanteo del diagnóstico de
tipo y subtipo de depresión, la pesquisa de
comorbilidad psiquiátrica y clínica, y la evaluación de la adecuación (dosis y tiempo
suficientes) del tratamiento.
Al arribarse a un diagnóstico de depresión resistente, la respuesta refleja inicial
incluye la optimización del tratamiento, y
luego, la elección de alguna de las alternativas planteadas: suspender el antidepresivo y proceder a su reemplazo por otra
droga, la implementación de estrategias de
potenciación (la adición de litio es la opción
de potenciación más aceptada, y en segunda línea, la potenciación con hormonas
tiroideas o con otras drogas), o la coadministración conjunta de dos antidepresivos.
Como se señaló, la abundancia de propuestas de abordaje tiene dos significados.
Por un lado, la ausencia de un método
marcadamente superior en cuanto a eficacia e inocuidad. Por el otro, que se dispone
HJ Bertera // Abordaje farmacológico de la depresión resistente
de un espectro amplio de recursos para
adecuar el tratamiento a cada paciente; y
esto implica que una fracción cada vez
mayor de pacientes puede responder a
alguna forma de abordaje.
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La actividad física como complemento de los
fármacos antidepresivos en el tratamiento de
los trastornos depresivos
Rafael Groisman
Resumen
La gran prevalencia de los trastornos depresivos, y la perspectiva de que ésta siga creciendo en los próximos años, pone de manifiesto la importancia de mejorar el abordaje
terapéutico de las mencionadas condiciones patógenas. Entre los recursos de posible
implementación, la actividad física juega un rol que paulatinamente está siendo más considerado por los consensos de expertos. En este capítulo se presentan los diversos mecanismos por los cuales la actividad física ejerce su acción, y que darían una base racional
para su inclusión dentro del conjunto de recursos terapéuticos a ser aplicados en estos
trastornos. Luego de una introducción en la que se revisan el funcionamiento del Sistema
Nervioso Central y el concepto de resiliencia, se presentan los resultados de dos grandes
grupos de investigaciones. Por un lado, las que exploran la eficacia de la aplicación del
ejercicio en pacientes depresivos, y por otro, las que centrándose en el nivel molecular,
establecen hipótesis respecto de los numerosos mediadores (neurotransmisores, neuropéptidos, factores neurotróficos, etc.) que intervendrían en estos efectos benéficos.
Introducción
Una gran proporción de la población
mundial padece trastornos depresivos y de
ansiedad. En efecto, según Kaplan y
Sadock, el trastorno depresivo mayor tiene
una prevalencia a lo largo de la vida de
aproximadamente el 15 %, y puede llegar
hasta el 25 % en mujeres. Respecto de los
trastornos de ansiedad, estos autores
refieren una prevalencia anual del 17 % en
los Estados Unidos. De acuerdo con los
estudios de la Organización Mundial de la
Salud (OMS), y tal como señala Lecrubier,
del Hospital La Salpetrière, de París, se
estima que para 2020 la depresión será la
segunda causa de discapacidad en el
mundo. La primera causa serán las enfermedades cardiovasculares, con las que la
EDITORIAL SCIENS
187
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
depresión guarda una íntima relación, tal
como se señala en el estudio de Surtees,
Wainwright, Luben, Wareham, Bingham y
Khaw, publicado en el American Journal of
Psichiatry, en febrero de 2008.
Esta información permite inferir la
importancia de optimizar la prevención, el
diagnóstico y el tratamiento de los trastornos depresivos y de ansiedad. A su vez, la
comprensión del funcionamiento del
Sistema Nervioso Central (SNC), da un
sustento racional a la aplicación de los
recursos diagnósticos y terapéuticos.
El funcionamiento del SNC y los recursos complementarios en salud mental
En el prefacio de su libro En busca de la
memoria, Kandel afirma que “la comprensión de la mente humana en términos biológicos se ha transformado en la tarea
científica fundamental del siglo XXI”. En la
opinión de este autor, la combinación de
aportes de disciplinas como la Filosofía, la
Psicología, el Psicoanálisis y la Biología del
cerebro, ha llevado al nacimiento de una
nueva ciencia de la mente. Esta ciencia
mixta, continúa Kandel, se fundamenta en
cinco principios:
a) La mente es un conjunto de operaciones que lleva a cabo el cerebro, que es un
órgano biológico complejo.
b) En cada función mental intervienen
circuitos neurales especializados de distintas regiones cerebrales.
c) Los circuitos están constituidos por las
mismas unidades elementales de señalización: las células nerviosas.
d) Los circuitos neurales utilizan moléculas específicas para transmitir señales en
el interior de las células nerviosas y también entre dos células distintas.
e) Las mencionadas moléculas específicas, que constituyen el sistema de señales,
se han conservado a lo largo de millones de
188
años de evolución.
Por su parte, Alvano define al SNC como
un sistema “complejo, dinámico y abierto”.
La primera de las características mencionadas significa que el cerebro no tiene un
único centro coordinador ni una neurona
para cada función. Se trata de un sistema
que ejecuta funciones analíticas y de
mando simultáneamente (en paralelo).
Alvano, citando a Singer, destaca que esta
forma de funcionamiento hace que la coordinación temporal resulte fundamental. El
propio Singer amplía estos conceptos en su
trabajo de 2007.
“Sistema dinámico” se refiere a que el
cerebro no es estático; por el contrario,
continúa modelando su citoarquitectura y
funciones fisiológicas durante toda la vida.
En las más de 100.000 millones de neuronas que lo componen van estableciéndose
nuevas conexiones entre sí –al mismo
tiempo que otras se podan– lo que da al
cerebro la particularidad de funcionar
como un sistema adaptativo y neuroplástico.
Bertalanffy fue el primero que planteó la
necesidad de considerar al organismo biológico como un “sistema abierto”, dentro
del marco de su “Teoría General de
Sistemas” [García, 2007].
Al referirse Alvano al SNC como un “sistema abierto”, alude a la necesidad que
tiene el cerebro de una fuente externa. Este
autor destaca entonces la importancia del
entorno, que a través del ambiente familiar
y sociocultural, se correlacionará con el
neurodesarrollo. De esta manera, las diferentes corrientes de la Psicología, que clásicamente han estudiado las variables psicosociales, encuentran actualmente la
posibilidad de profundizar el diálogo con la
Neurobiología.
Además, Alvano señala que “mente” no
es homologable a “psiquismo”. Desde la
perspectiva de este autor, “mente” alude al
R Groisman // La actividad física como complemento de los fármacos antidepresivos en el tratamiento de los trastornos depresivos
complejo procesamiento cerebral, mientras que el “psiquismo” resulta del interjuego entre lo biológico, lo cultural y lo vincular. Desde esta posición, Alvano establece una diferencia entre el trastorno mental,
con una signosintomatología universal y
causas manifiestas; y la enfermedad, que
responderá a causas “individuales y, generalmente, aunque sea en parte, latentes”.
Esta concepción queda ilustrada en la Figura 1.
La búsqueda de una complementariedad
entre la Neurociencia y las escuelas psicoterapéuticas se opone al punto de vista
reduccionista, que atribuye exclusivamente
a la alteración de un sistema de neurotransmisión y/o un área neuroanatómica
específica, la fisiopatología de un determinado cuadro patológico. La simplificación
es sostenida también por quienes, formados dentro de alguna de las escuelas psicoterapéuticas, desconocen los aspectos
biológicos en juego en los distintos cuadros
psicopatológicos. En consecuencia, una
visión abarcativa debería prevalecer a la
hora de pensar la estrategia de abordaje y
decidir la instrumentación de recursos
complementarios, tanto diagnósticos como
terapéuticos. De lo contrario, se caería en
FIGURA 1
Relación mente-psiquismo-cultura
Cambios neuroplásticos
Mente
Daño latente
Psiquismo
Cultura
Entorno
Procesamiento sistémico de las distintas áreas del sistema nervioso central
Tomado de Alvano, 2004.
Amenaza
manifiesta
el error de pensar la fisiopatología, el diagnóstico y el tratamiento de determinada
condición clínica, sólo desde la base provista por ciertos estudios bioquímicos, imagenológicos o psicométricos.
El objetivo de este capítulo es aportar
elementos para intentar responder los
siguientes interrogantes:
1. ¿Puede considerarse la aplicación de
la actividad física un recurso complementario válido en el tratamiento de las depresiones leves y moderadas?
2. Si lo anterior pudiera afirmarse, ¿cuáles serían los mecanismos involucrados en
estos efectos benéficos?
En relación con esto último, resulta de
especial interés estudiar si la actividad física ejerce sus efectos a través de los mismos mecanismos –en sus distintos niveles– utilizados por los fármacos antidepresivos. Por este motivo, se presenta una síntesis de la Neurobiología de los trastornos
depresivos, que aporta las bases del uso
racional de los fármacos antidepresivos en
tales condiciones patológicas. A continuación se enunciarán algunos de los mecanismos que los investigadores postulan
como base neurobiológica de los efectos
del ejercicio. Podrán compararse, entonces, los mecanismos involucrados en la
acción de los fármacos antidepresivos con
los que intervienen en la conducta de ejercicio, para establecer similitudes y diferencias entre ambos. Finalmente, se presentará una síntesis de los trabajos revisados en
los que se investiga el efecto de la actividad
física sobre los trastornos depresivos.
El ejercicio y la actividad física en salud mental
En 1979, Kobasa estudió un grupo de 161
ejecutivos que estaban sometidos a situaciones vitales estresantes. De ellos, quienes tenían una tasa de enfermedad más
EDITORIAL SCIENS
189
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
baja, presentaban un perfil de personalidad
que el investigador llamó “personalidad
resistente” (hardiness). Tres años después,
Kobasa, Maddi y Puccetti estudiaron rasgos
de personalidad y conducta de ejercicio
como amortiguadores independientes en la
relación estrés-enfermedad, en una población de 137 ejecutivos de empresas. Los
autores concluyeron que aquellos individuos que agregaban ejercicio físico al llamado perfil de personalidad resistente,
permanecían más saludables que aquellos
que presentaban sólo una de esas variables, lo que los llevó a proponer un efecto
aditivo. Los investigadores postularon que
la personalidad resistente amortiguaría los
eventos estresantes al modificar la perspectiva que se tiene de ellos, mientras que
la actividad física lo haría disminuyendo la
exigencia que esos eventos imponen al
organismo. Se podría considerar estos
hallazgos desde la actual hipótesis de
redes (ver luego, Neurobiología de la
depresión). En ésta, como señala Zieher,
“cuando el proceso adaptativo y su elaboración psicológica no encuentran salida,
debido a la incapacidad del individuo para
afrontar la carga alostática, se produce el
estrés y, a largo plazo, emerge la depresión”. Lo descripto por Kobasa y Maddi, en
el nivel observacional, estaría en consonancia con las concepciones contemporáneas sobre la Neurobiología de la depresión.
En 1985, Taylor, Sallis y Needle estudiaron la relación entre la actividad física y el
ejercicio con la salud mental, tanto en
poblaciones psiquiátricas como en poblaciones no clínicas. Estos autores señalan
que la evidencia sugiere que la actividad
física y el ejercicio probablemente alivien
algunos síntomas asociados con depresión
leve y moderada. Además, el ejercicio
podría proveer beneficios para el paciente
alcohólico o que padece abuso de sustan190
cias, al mejorar la imagen de sí mismo, las
destrezas sociales y las funciones cognitivas; y reducir los síntomas de ansiedad. La
actividad física es capaz también de modificar aspectos de la personalidad tipo A (con
tendencia a la patología cardiovascular) y
de la respuesta fisiológica a los estresores.
Taylor y colaboradores sostienen que se
desconocen los efectos de la actividad física sobre la esquizofrenia. En relación con
este tema, puede consultarse el trabajo de
Klam, McLay y Grabke, quienes se ocupan
de factores vinculados a la salud de pacientes esquizofrénicos. Usher, Foster y Park
ofrecen una revisión en relación con el síndrome metabólico vinculado con esta enfermedad y al uso de antipsicóticos atípicos.
Por otra parte, en el ya citado artículo de
Taylor y colaboradores, los investigadores
también alertan sobre los riesgos del ejercicio “obligatorio”, que produce efectos psicológicos negativos en quienes lo practican
compulsivamente. Entre estos efectos se
destacan el desarrollo de adicción al ejercicio, la excesiva competitividad, la exacerbación de una anorexia nerviosa ya presente y
una exagerada preocupación consigo mismo.
Charles Hillman y colaboradores realizan
también una revisión del efecto del ejercicio sobre las funciones cognitivas. Las
investigaciones sobre la relación entre el
ejercicio y la cognición comenzaron en 1930
–puntualizan Hillman y colaboradores– y
fueron acumulándose en las décadas
siguientes un creciente número de evidencias de que el condicionamiento físico se
acompaña de un más rápido tiempo de
reacción. En la década de 1970 estos estudios fueron sistematizados, y se halló que
los adultos mayores que participaban en
actividad física con regularidad, presentaban una mayor velocidad psicomotora, en
relación con los sujetos control sedentarios. Renee Goodwin, del Departamento de
R Groisman // La actividad física como complemento de los fármacos antidepresivos en el tratamiento de los trastornos depresivos
Epidemiología de la Universidad de Columbia,
presentó en 2003 una revisión sobre la asociación entre actividad física y bienestar
psicológico, satisfacción vital y funcionamiento cognitivo. En este estudio, Goodwin
encontró una relación consistentemente
negativa entre actividad física y depresión y
ansiedad. Este autor puntualizó también
que, en estudios previos, la inactividad física se había asociado con un riesgo incrementado de padecer episodios depresivos.
Los pacientes ancianos con trastornos
depresivos pueden verse especialmente
beneficiados con la inclusión de actividad
física en sus programas de tratamiento.
En efecto, Mather, Rodríguez, Guthrie,
McHarg, Reid y McMurdo publicaron en
2002 un ensayo clínico controlado con adultos mayores con trastornos depresivos de
baja respuesta. Luego de 10 semanas, el
grupo asignado a actividad física mostró
una disminución del 30 % en la puntuación
en la Escala de Hamilton para depresión
(HRSD).
En el mismo sentido orientan los resultados obtenidos por Palmer en 2005. La autora, luego de señalar que en ese momento
uno de cada ocho individuos en los Estados
Unidos era mayor de 65 años, ubicó a la
depresión como uno de los cinco problemas mayores de salud que deben enfrentar
los adultos mayores. La actividad física,
destaca la investigadora, es una prioridad
para los adultos mayores, que no sólo
mejoran su estado de ánimo, sino que también disminuyen sus posibilidades de desarrollar una discapacidad. Además, el ejercicio
contribuye a mejorar el sueño y aliviar síntomas de enfermedades cardíacas, pulmonares y articulares.
Otro grupo de pacientes –también dentro
del campo de la salud mental–, que podría
eventualmente beneficiarse con la aplicación sistemática del ejercicio, es el integra-
do por quienes padecen epilepsia. Arida,
Scorza, dos Santos, Araujo Peres y
Cavalheiro, de la Universidad Federal de
San Pablo, señalaron en 1998 que la aplicación de un programa de ejercicio en
pacientes con epilepsia era controversial.
Comenzaron sus estudios con animales de
laboratorio, trabajando con el modelo de
epilepsia temporal de pilocarpina. En esta
investigación, los investigadores concluyeron que el ejercicio no fue un factor inductor de convulsiones en ese modelo experimental de epilepsia. Cinco años después, el
mismo grupo realizó una encuesta en la
que se evaluó el hábito del ejercicio en
pacientes epilépticos brasileños. De los 100
pacientes encuestados, la mitad realizaba
actividad física. Del total de entrevistados,
84 nunca habían tenido convulsiones al
realizar actividad física, y no consideraban
que el ejercicio pudiera precipitarlas. Los
investigadores afirmaron que, en general,
los encuestados pensaban que el ejercicio
podría mejorar el tratamiento médico.
En 2004, los mismos autores continuaron
sus estudios en animales de experimentación y observaron que el ejercicio interfería
con la epileptogénesis, induciendo una disminución de las espigas en las ratas que
realizaron ejercicio. En este mismo grupo
de ratas, se observó también un realce de
la última fase de la potenciación de largo
plazo. Los investigadores concluyeron que
la actividad física podía reducir la respuesta exagerada (hyperresonsiveness) del Area
CA 1 del hipocampo y vincularon estos
resultados a la influencia que el ejercicio
tiene sobre los factores neurotróficos, en
especial el BDNF y el NGF. Este grupo de
investigadores publicaron dos trabajoa
sobre la misma temática en 2007. En el primero, trataron de discernir si la actividad
física voluntaria y la forzada podrían inducir
cambios morfológicos diferentes en el
EDITORIAL SCIENS
191
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
hipocampo y utilizaron como indicador la
distribución de parvalbúmina. Entre los
animales de experimentación, se incluyeron ratas control y ratas con epilepsia.
Algunos animales realizaron ejercicio
voluntario, otros, ejercicio forzado, y a su
vez, el ejercicio podía ser de duración
aguda (10 días) o crónico (45 días). Las
ratas normales exhibieron un mayor número de células teñidas con parvalbúmina en
el hilus del giro dentado tanto con el ejercicio voluntario como con el forzado, y también con el ejercicio de breve duración
tanto como con el ejercicio crónico. Los
animales con epilepsia mostraron un incremento de las células teñidas sólo con el
ejercicio agudo, ya sea voluntario como forzado. Para los autores los hallazgos
demuestran que estos cambios ocurren
sólo en la fase temprana de la epilepsia.
En el segundo de los trabajos mencionados los investigadores, luego de referirse al
efecto anticonvulsivante de la melatonina,
describen cómo, en animales de experimentación a los que se les realizó la pinealectomía, el ejercicio revirtió el kindling
amigdalino desarrollado a partir de la
extracción de la pineal.
Las referencias correspondientes a los
efectos benéficos del ejercicio físico sobre
los trastornos de ansiedad serán expuestas
en el volumen dedicado a estos trastornos.
Neurobiología de la depresión
En su trabajo sobre hipótesis de redes en
la Neurobiología de la depresión (2005),
Zieher ofrece una completa revisión del
tema. El autor señala que “los tres principales niveles de acción (molecular, señalización intracelular y procesamiento por
redes neurales) fueron sucesivamente
involucrados en la fisiopatología de la
depresión”.
La hipótesis aminérgica, vinculada con el
192
nivel molecular, fue el eje de los trabajos
de Schildkraut y colaboradores en la década de 1970. En 1973 publicaron las mediciones del metabolito urinario de la noradrenalina, el 3–metoxi 4–hidroxifenilglicol
(MHPG) en pacientes depresivos. El trabajo
buscaba correlacionar la excreción urinaria
del metabolito con subtipos clínicos de
depresión. Cinco años después, Schildkraut,
esta vez junto a Orsulak, Schatzberg,
Gudeman, Cole, Rhode y LaBrie, publicaron
un estudio en el que propusieron una clasificación de los trastornos depresivos,
tomando en cuenta la excreción urinaria de
MHPG y otros metabolitos urinarios.
En efecto, como señaló Scolari, las teorías iniciales que buscaban explicar la
Neurobiología de la depresión lo hacían
basándose en los mecanismos de acción
de las primeras drogas antidepresivas. De
esta forma, se postuló que la depresión era
causada por un disbalance del nivel extracelular de monoaminas en el SNC. Más
tarde se llegó a la conclusión de que la
etiología de la depresión no podía ser explicada simplemente como un desequilibrio
químico de neurotransmisores.
Siguieron, entonces, a las primeras hipótesis (teoría monoaminérgica), las llamadas hipótesis químicas o moleculares,
donde el acento pasó a estar puesto en
cambios a largo plazo, vinculados con la
producción o la actividad de moléculas en
el cerebro. Se observó que los antidepresivos, administrados a largo plazo, se contraponían a estos cambios moleculares. Estas
hipótesis moleculares abrieron la posibilidad de identificar y estudiar la relación de
los trastornos depresivos con el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal (HPA), el estrés
crónico y las conductas maternantes.
Los procesos en juego son especialmente complejos y se vehiculizan a través de
diversas vías de señalización. Diversas
R Groisman // La actividad física como complemento de los fármacos antidepresivos en el tratamiento de los trastornos depresivos
familias de receptores pueden participar en
la activación de genes, información de la
que se carecía en el momento del predominio de la teoría monoaminérgica de la
depresión. La activación de genes, a su vez,
puede dar lugar a cambios en la citoarquitectura y/o en la fisiología celular, hecho
que permite superar los supuestos de la
teoría monoaminérgica, que limitaba sus
hipótesis a disbalances químicos.
En los últimos años, el énfasis ha pasado
a ponerse en las vías de señalización que
mejoran la neuroplasticidad y la resiliencia
celular, así como los factores capaces de
afectarlas, al inducir fallas en la señal neuroplástica.
En 2005, Castrén señaló que la evidencia
disponible en ese momento indicaba que lo
que podría subyacer a la depresión serían
problemas en el procesamiento de la información, más que cambios en el balance
químico. En efecto, los antidepresivos inducirían cambios plásticos en la conectividad
neuronal, que llevarían gradualmente a un
mejoramiento del procesamiento neuronal
de la información y a la recuperación del
estado de ánimo.
Por su parte, y en relación con los antidepresivos, Alvano refiere que: “La administración crónica de diferentes clases de
antidepresivos produce el mismo efecto
final: un aumento de la expresión del
Factor neurotrófico derivado del cerebro
(BDNF) y de su receptor en regiones límbicas, y es de especial interés el incremento
producido en las neuronas piramidales del
área CA 3 y las células granulares del giro
dentado del hipocampo. El efecto antidepresivo se relaciona con los efectos neuroplásticos y de promoción de la supervivencia celular”.
Lo más aceptado actualmente para explicar, tanto la etiopatogenia de los trastornos
depresivos como los de ansiedad, es la inter-
acción gen-entorno. Esto ha sido afirmado
nuevamente, en el reciente Symposium
sobre Complejidad Biológica: “Genes, circuitos y conducta”, que se llevó a cabo en el
Instituo Salk de California, en enero de
2008. Los avances interdisciplinarios en
Neurociencia llevan a pensar que, tanto en
el campo de las funciones sensoriales y las
motoras, como en lo relacionado con las
emociones y el aprendizaje, tiene lugar una
estrecha interrelación entre la información
genética, los circuitos neurales y la conducta. La información genética regula el
desarrollo y el funcionamiento de los circuitos neurales que, a su vez, determinan
la salida conductual.
Otra de las cuestiones en la que los científicos han avanzado recientemente es en la
determinación de cómo la regulación de la
cromatina ejerce una influencia sobre la
depresión.
En efecto, Meaney, estudió la relación
entre los cuidados maternales como un
modelo para comprender la plasticidad de
la cromatina dependiente de la experiencia.
En su trabajo de 2005 sostuvo que las conductas maternas afectan la expresión de
genes, lo que a su vez tiene efectos
“corriente abajo” sobre el eje hipotálamohipófisis-adrenal, estrechamente ligado
con la respuesta al estrés y a la depresión.
Los hallazgos expuestos llevan a la etapa
actual, representada por la hipótesis de
redes, donde se jerarquiza el almacenamiento y el procesamiento de la información del SNC. Si bien no se resta importancia a los neurotransmisores, cambia el
papel que se le asigna al SNC, al que ya no
se lo concibe como dedicado exclusivamente al manejo de compuestos químicos. Sin
embargo, las teorías mencionadas no
deben ser tomadas como mutuamente
excluyentes, sino como complementarias.
EDITORIAL SCIENS
193
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
Efectos celulares del ejercicio
Nybo y Secher, del Departmento de
Fisiología Humana del Instituto August
Krogh de Copenhague, estudiaron en 2004
las perturbaciones cerebrales provocadas
por el ejercicio prolongado. Los autores
evaluaron las respuestas neurohumorales
y metabólicas del cerebro al ejercicio.
Evaluaron tanto las respuestas circulatorias relacionadas con el flujo cerebral global y regional como el recambio energético
cerebral. Son también estudiados en este
artículo el cociente saturación de oxígeno/captación de glucosa y las respuestas
termodinámicas.
Los investigadores destacan que en los
últimos años se han desarrollado muchos
métodos de evaluación del metabolismo
cerebral, la circulación y la neurotransmisión. Las técnicas de imágenes permiten
estudiar el flujo sanguíneo cortical regional
(CBF), la captación de glucosa y la neurotransmisión con gran resolución. El PET y
la MRI pueden ser difíciles de realizar, dado
que requieren que el sujeto no mueva la
cabeza, lo que se ve dificultado en el ejercicio intenso. En el caso del SPECT, en el que
se inyecta un marcador, el estudio puede
realizarse luego del ejercicio.
Monoaminas
La relación entre el ejercicio y la neurotransmisión cerebral fue abordado por
Meeusen y De Meirleir en 1995. Los autores, del Departamento de Fisiología y
Medicina del Deporte de la Universidad
Vrije de Bruselas, afirmaron que si bien
existían grandes discrepancias en los protocolos de investigación, los resultados
mostraban la existencia de cambios en la
síntesis y el metabolismo de las monoaminas durante el ejercicio. Además, señalaron que posiblemente las interacciones
entre los neurotransmisores cerebrales y
194
sus receptores específicos podrían desempeñar un papel en el inicio del cansancio
durante el ejercicio prolongado. Los autores destacaron que técnicas de investigación, de reciente aplicación en ese momento, como la microdiálisis, permitieron objetivar que la liberación de la mayor parte de
los neurotransmisores era influida por el
ejercicio.
Diez años después, Meeusen retornó
sobre el tema, y señaló que entre su trabajo anterior y el de 2005 se habían realizado
numerosos estudios con técnicas de microdiálisis. Esto permitió explorar la liberación
de neurotransmisores en distintas áreas
del cerebro de animales de experimentación mientras realizaban ejercicio. De esta
manera pudo monitorearse la relación
entre la liberación de neurotransmisores
durante el ejercicio y las conductas motoras, las experiencias de recompensa y la
termorregulación. Además, el autor mencionó los efectos benéficos del ejercicio
sobre el estado de ánimo, que se relacionarían con factores neurotróficos.
En ese segundo artículo puede observarse la evolución en la investigación de la
depresión, que va desde la teoría monoaminérgica hacia la químico-molecular. En
efecto, el autor, si bien relaciona el ejercicio con la liberación de neurotransmisores,
va destacando la importancia de la actividad física en función de los mecanismos
neuroplásticos.
De todas maneras, los sistemas monoaminérgicos parecen conservar algo de protagonsimo a la hora de comprender los
efectos benéficos del ejercicio. Akhavan,
Emami-Abarghole, Safari, Sadighi-Moghaddam, Vafael, Bandagi y Rashidy–Pour, del
Departamento de Farmacología de la
Universidad Semman de Irán, publicaron
en 2008 un estudio sobre crías de madres
que habían realizado ejercicio. En principio
R Groisman // La actividad física como complemento de los fármacos antidepresivos en el tratamiento de los trastornos depresivos
los investigadores observaron que, tanto el
ejercicio voluntario, como la natación forzada de ratas preñadas, mejoraron la
memoria y el aprendizaje de sus crías.
Luego, se preguntaron si la neurotransmisión noradrenérgica y serotonérgica, y los
receptores NMDA cumplían algún papel en
la mediación de los efectos del ejercicio
materno sobre sus crías.
Con la finalidad de responder ese interrogante eliminaron ambos sistemas monoaminérgicos y bloquearon los receptores
NMDA en los cerebros de las crías. El bloqueo de estos últimos abolió significativamente el aprendizaje y la memoria en todos
los grupos de experimentación. La eliminación del input noradrenérgico y el serotonérgico no atenuó significativamente el
aprendizaje y la memoria en crías cuyas
madres eran sedentarias, mientras que
revirtió significativamente los efectos positivos del ejercicio materno sobre el aprendizaje y la memoria de sus crías.
Por ese motivo, los autores concluyeron
que los sistemas noradrenérgico y serotonérgico del cerebro de las crías parecen
desempeñar un papel específico en la
mediación de los efectos benéficos del
ejercicio materno sobre el aprendizaje y la
memoria de su descendencia.
Además, las catecolaminas cumplirían
un papel en la neuroinmunomodulación
que se desarrolla durante el ejercicio. En
2007, Ortega, Giraldo, Hinchado, Martín,
García y De la Fuente publicaron un trabajo
en el que estudiaron el papel de las catecolaminas como “mediadoras del estrés” y/o
“señales de peligro” para la respuesta de
inmunidad innata. Los investigadores, del
Departamento de Fisiología de la Universidad
de Extremadura, en España, señalan que
las catecolaminas, usualmente vistas como
inmunosupresoras, pueden también estimular mecanismos innatos de respuesta
inmunitaria, como la función fagocítica. En
las conclusiones de su trabajo, postulan
que las catecolaminas podrían ser las primeras “señales de peligro” para el sistema
inmune durante el estrés inducido por el
ejercicio.
Endorfinas/dopamina
Sforzo, Seeger, Pert, Pert y Dotson estudiaron, en 1986, la ocupación de los receptores opioides en el cerebro de la rata luego
del ejercicio. En el trabajo, los autores
señalaron que el incremento de las betaendorfinas periféricas inducido por el ejercicio probablemente no tuviera una acción
supraespinal. Por otra parte, propusieron
que el estrés inducido por la natación prolongada, que aparentemente alteraría la
ocupación de los receptores a opioides,
podría depender de la duración del ejercicio.
En 1988, Alföldi, Kárteszi, Simkó y
Farsang, del Departamento de Medicina de
la Universidad Semmelis de Budapest,
estudiaron la interacción entre la dopamina
y los opioides en 13 pacientes con hipertensión esencial leve no tratados. En el estudio, cruzado, doble ciego y aleatorizado, los
participantes realizaron una ergometría,
después de haber recibido metoclopramida
o placebo y naloxona o placebo. Después de
la ergometría, los niveles de ACTH, betaendorfina y cortisol plasmáticos se incrementaron significativamente, en todos los
grupos. Sin embargo, sólo la administración de naloxona potenció la respuesta de
ACTH, beta-endorfinas y cortisol al ejercicio. Esta potenciación de la liberación de
hormonas por la naloxona, fue bloqueada
por la administración previa de metoclopramida. Los autores concluyeron que, en
la regulación de la respuesta hormonal al
ejercicio, existe una estrecha interacción
entre la dopamina y los opioides.
EDITORIAL SCIENS
195
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
Factor neurotrófico derivado del cerebro
(BDNF)
El ejercicio, tal como describen Zieher y
colaboradores, demuestra tener efectos
benéficos sobre la salud neuronal. Estos
autores refieren que estos hallazgos se han
obtenido “tanto a través de la aplicación de
modelos animales como en trabajos con
pacientes”. Entre la bibliografía que citan
los autores en relación a este tema se destacan los trabajos de van Praag en animales de experimentación y las observaciones
de Cotman en seres humanos. “Más específicamente, la conducta de ejercicio activa
cascadas moleculares y celulares que promueven y mantienen la plasticidad del
cerebro vía BDNF, neurogénesis, aumento
de la vascularización cerebral, cambios
funcionales en la estructura neuronal y
resistencia neuronal a las daños”.
El trabajo de van Praag, Kempermann y
Gage, consiste en un estudio conjunto entre
el Laboratorio de Genética del Instituo Salk
y el Departamento de Neurología de la
Universidad Regensburg de Alemania. Los
autores afirman que “la exposición a un
ambiente enriquecido incrementa la neurogénesis en el giro dentado de roedores
adultos. Sin embargo, el enriquecimiento
ambiental consiste en muchos componentes, como una mayor oportunidad de
aprendizaje, un aumento en la interacción
social, más actividad física y una vivienda
más amplia”.
Con la intención de discernir entre los
diferentes efectos producidos por los distintos componentes del ambiente enriquecido, los investigadores asignaron, a distintos grupos de ratas, diferentes condiciones.
De esta manera comprobaron que los animales de experimentación que realizaron
aprendizaje en la plataforma de Morris y
natación no mostraron un incremento en la
neurogénesis. Por su parte, aquellos que
196
corrieron (ejercicio voluntario), incrementaron el número de células marcadas con
bromodeoxiuridina (BrdU), en un número
similar a aquellos que vivieron en una caja
con juguetes, túneles y mayor interacción
social.
Además, la actividad física ejercería efectos diferentes a los que producen otros
estímulos que se incluyen también en el
llamado “ambiente enriquecido“. Como
señala Alvano: “es interesante notar que
tanto el enriquecimiento como el correr
tienen el mismo efecto sobre la diferenciación; sin embargo, correr incrementa la
proliferación celular en el giro dentado
mientras que este efecto no se observa con
el enriquecimiento”.
El estudio ya citado de Cotman y Berchtold,
del Departamento de Envejecimiento Cerebral
de la Universidad de California, publicado en
2002, se refiere al ejercicio como intervención conductual, y destacó los efectos
benéficos de la actividad física, especialmente en adultos mayores. Los autores
señalaron que, a partir de estudios en animales, pudo profundizarse la comprensión
de los mecanismos subyacentes a estos
efectos, y destacaron el papel que desempeña el incremento del BDNF y otros factores neurotróficos. Además, y mediante las
técnicas de microarray, los autores afirmaron que el ejercicio activa perfiles de expresión de genes que podrían beneficiar los
procesos de plasticidad cerebral.
Las siguientes figuras (con sus textos
explicativos), tomadas del trabajo de Cotman
y Berchtold, ilustran lo expuesto hasta aquí.
Mecanismos por los cuales el ejercicio
voluntario prepara al cerebro para codificar
información valiosa proveniente desde el
entorno. En la figura 2, se propone que el
ejercicio podría actuar como una vía que
prepara al hipocampo para responder a la
estimulación ambiental, mientras que al
R Groisman // La actividad física como complemento de los fármacos antidepresivos en el tratamiento de los trastornos depresivos-
mismo tiempo asegura la viabilidad de las
neuronas para resistir a los daños. Estas
respuestas, a su vez, retroalimentan al
cerebro en una modalidad actividad-dependiente.
El reforzamiento de la codificación y la
resistencia neural mediados por el ejercicio
pueden involucrar factores como el BDNF,
una molécula candidata prototípica que
puede ayudarnos a comprender de qué
manera el ejercicio beneficia al cerebro.
Múltiples factores controlan la expresión de
BDNF en el hipocampo. El BDNF se expreFIGURA 2
Ejercicio y plasticidad sináptica
Estímulos
ambientales
Hipocampo
BDNF
Múltiples genes
Promoviendo
Plasticidad
sináptica
El ejercicio
prepara mecanismos de
codificación
Tomado de Cotman y Berchtold, 2002.
Codificación,
resistencia a
los daños
sa en neuronas glutamatérgicas y su nivel
está modulado por la actividad neural y el
input de los neurotransmisores desde el
septum medial, los núcleos del rafe y el
locus coeruleus.
En 2008, van Praag presentó una detallada revisión del tema, en la que se centró en
la relación entre la neurogénesis inducida
por el ejercicio y el mejoramiento del
aprendizaje. Uno de los puntos que destaca
la autora es que el ejercicio no sólo incrementaría el número de nuevas neuronas,
sino que también ejercería una influencia
sobre la morfología de estas nuevas células, lo que sugiere que los efectos benéficos del ejercicio serían tanto cuantitativos
como cualitativos.
Además, en relación a los cambios en la
plasticidad sináptica, van Praag señala que
estos ocurren en las mismas regiones en
las que la neurogénesis fue estimulada, lo
que indicaría que las nuevas células podrían cumplir un papel funcional en este proceso.
En relación con los efectos benéficos del
ejercicio sobre el envejecimiento, la autora
destaca que el ejercicio puede revertir par-
FIGURA 3
Efectos del ejercicio y factores intervinientes
Septum medial (Ach/ GABA)
Ejercicio
Hipocampo
BDNF
IGF 1
Estrógenos
Glucocorticoides
Barrera hematoencefálica
Otros genes asociados a
plasticidad sináptica
Locus coeruleus (NE)
Núcleos del Rafe (5HT)
Factores
periféricos
Regulación
genómica
Cambio
estructural
vascular
neuronal
neurogénesis
Aumento de la salud
neuronal
Tomado de Cotman y Berchtold, 2002.
EDITORIAL SCIENS
197
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
cialmente la disminución de la neurogénesis y la cognición, condiciones asociadas
con el envejecimiento normal. Ratas con
envejecimiento normal y que habían sido
sedentarias hasta el momento de la investigación, mejoraron su memoria espacial
luego de realizar ejercicio durante un mes.
Además, la supervivencia de las células
nuevas de animales añosos que realizaban
ejercicio, alcanzó el mismo nivel que el que
presentaron los animales jóvenes sedentarios. El análisis morfológico de las nuevas
neuronas de animales que realizaron ejercicio, tanto jóvenes como añosos, no mostró diferencias en la citoarquitectura de las
dendritas, como ilustra la figura 4.
Puede decirse, entonces, que tanto los
antidepresivos como el ejercicio aumentan
los niveles de BDNF y que este mecanismo
es uno de los responsables de los efectos
benéficos de ambos recursos terapéuticos.
Esto podría llevar a pensar en una única
“vía final común” de sus acciones. Sin
embargo, se verá a continuación otros
posibles caminos involucrados en estos
efectos.
Otros factores neurotróficos
Factor de crecimiento similar a la insulina IGF I
El papel del IGF I en relación con el ejercicio y su efecto neuroprotector fue estudiado por Carro y Trejo en un trabajo de
2001. Estos autores muestran el efecto
neuroprotector del ejercicio frente a varios
tipos de daño cerebral (inyección hipocampal de ácido domoico o acetilpiridina en el
tallo cerebral).
Carro y Trejo –dando por sentado que el
IGF I circulante media muchos de los efectos del ejercicio sobre el cerebro– inyectaron anticuerpos anti IGF I en parte de los
animales de experimentación. Estos respondieron frente a las neurotoxinas de la
misma forma en que lo hicieron los animales sedentarios, lo que llevó a los investigadores a postular que el ejercicio previene y
FIGURA 4
Neurogénesis en el giro dentado de ratas jóvenes y añosas
El ejercicio realzó la neurogénesis tanto en ratones jóvenes (c) como añosos (d), en comparación con los controles sedentarios jóvenes (a) y añosos (b).
Las imágenes en el lado derecho de la figura corresponden a otro estudio en el que se inyectó un marcador en
el giro dentado de ratones, tanto jóvenes (e) como añosos (f), que realizaron ejercicio. En (g) y (h) se muestra una
ampliación de las imágenes de las espinas dendríticas.
Tomado de van Praag, 2008.
198
R Groisman // La actividad física como complemento de los fármacos antidepresivos en el tratamiento de los trastornos depresivos
FIGURA 5
Mecanismo de acción del ejercicio y de los antidepresivos
Esquema que sintetiza las vías de señalización que pueden ser activadas por el IGF I y las monoaminas luego del
ejercicio y la administración de antidepresivos.
Tanto el ejercicio físico como los antidepresivos (en este caso un IMAO) son capaces de aumentar la síntesis y la
liberación de NA, la cual entonces se liga al receptor noradrenérgico. Luego de ligarse la NA, el receptor noradrenérgico dirige la conversión de adenilatociclasa a través de la conversión del ATP en AMP c, que activa la
PKA. La PKA, finalmente, lleva a la fosforilación del CREB y a la subsiguiente transcripción del BDNF. El BDNF
es transportado fuera de la célula, se liga a su receptor, trkB, que se autofosforila y lleva entonces a la activación
de dos (y quizás más) vías de señalización de supervivencia putativas, Akt y ERK 1 y 2, las cuales, a su vez, también inducen la fosforilación y la transcripción del BDNF. Además, tanto el ejercicio físico como la tranilcipromina incrementan el monto de IGF I circulante tanto del SNC como de la periferia. El IGF I, entonces, se liga a su
receptor, el IGF-1R, que interactúa con IRS-1, este a su vez, puede también activar la Akt y la ERK 1 y 2. Sin
embargo, en presencia de anti IGF I circulando en la periferia, el IGF-1 no se liga a su receptor, IGF-1R, con lo
que se inhibe, por lo tanto, la activación de la vía de señalización de supervivencia Akt y la transcripción corriente abajo del BDNF.
Modificado de Chen y Russo-Neustadt, 2007.
protege el daño cerebral a través de un
incremento de la captación de IGF I por el
cerebro.
Chen y Russo-Neustadt, de la la Universidad
de California, publicaron en 2007 un trabajo
en el que plantean que la captación del
IGF-I por parte del cerebro es esencial para
inducir un incremento del BDNF hipocampal. Según los investigadores, la captación
del IGF I no sólo mediaría el incremento de
la expresión del BDNF inducido por el ejercicio, sino también del que se observa por
efecto de los antidepresivos. En este trabajo, los autores utilizaron la tranilcipromina.
EDITORIAL SCIENS
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LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
Concluyeron con el planteo que futuras
investigaciones deberían evaluar si los
efectos de otros antidepresivos también
dependen del IGF I para regular los niveles
hipocampales de BDNF. Estos estudios
permitirán conocer más sobre el IGF I
como un blanco para incrementar la eficacia de los antidepresivos y un medio para
mejorar el mantenimiento neuronal a lo
largo de la vida. El siguiente esquema,
tomado de esta publicación, ilustra lo central de sus aportes.
En 2008, Trejo y Torres-Alemán estudiaron los efectos del ejercicio sobre el aprendizaje espacial y la ansiedad, y plantearon
que estos efectos están mediados por un
mecanismo dependiente de IGF I y relacionado con la neurogénesis hipocampal.
Tomando en cuenta que los efectos estimulantes del ejercicio sobre la neurogénesis
hipocampal dependen, entre otros factores,
del IGF I circulante, examinaron si los efectos conductuales del ejercicio estaban relacionados con variaciones en la neurogénesis hipocampal, y si esta aumentaba o disminuía de acuerdo con los niveles de IGF I
plasmático. Ratones mutantes con bajo
nivel de IGF I circulante tuvieron una neurogénesis hipocampal reducida junto con un
aprendizaje espacial disminuido. Estos
déficits no mejoraron con el ejercicio. Sin
embargo, la administración de IGF I exógeno mejoró el déficit cognitivo y restauró la
neurogénesis hipocampal en este tipo de
animales de experimentación. Los autores
concluyeron que muchos, aunque no todos
los efectos benéficos del ejercicio sobre el
funcionamiento cerebral, dependen de los
niveles circulantes de IGF I.
Factor de crecimiento del endotelio vascular
(VGF)
Ronald Duman, de la Universidad de Yale,
ha hecho importantes aportes respecto de
200
cómo el estrés puede predisponer a la
depresión. En diciembre de 2007, el equipo
que este investigador formó junto a
Hunsberger, Newton, Bennett, Duman Ch,
Russell y Salton, publicó un trabajo en el que
se destaca la vía de señalización del VGF y el
papel que desempeña en la depresión.
Los autores utilizaron una técnica de
microarray para identificar, en el hipocampo de la rata, un perfil de genes regulados
por el ejercicio que no había sido descripto
hasta esa fecha. Uno de los blancos que
más resulta influenciado por el ejercicio es
el gen que codifica para el VGF, péptido del
que ya se conocía su acción sobre la plasticidad sináptica.
En este trabajo, los autores mostraron
que la administración de un péptido derivado de VGF sintético produce una fuerte respuesta antidepresiva en las ratas y, por el
contrario, la mutación del VGF produce
efectos opuestos. Los resultados –concluyen los autores– sugieren un nuevo papel
para el VGF, y permite destacar la importancia de esta vía de señalización para el
desarrollo de nuevos fármacos antidepresivos.
Endocanabinoides
Dietrich, del Departamento de Ciencias
Sociales y Conductuales de la Universidad
de Beirut, y Mc Daniel, del Georgia College,
publicaron en 2004 una revisión sobre la
relación entre el sistema de los endocanabinoides y el ejercicio. Los autores señalan
que el ejercicio induce cambios en el estado mental, incluyendo analgesia, sedación,
ansiolisis y un sentido de bienestar. El
hecho de que el ejercicio incremente los
niveles plasmáticos de los endocanabinoides sugiere –afirman los autores– que esta
podría ser una posible explicación para
esos cambios.
En el inicio de su trabajo se refieren a la
euforia del corredor (runner's high), que
R Groisman // La actividad física como complemento de los fármacos antidepresivos en el tratamiento de los trastornos depresivos
antes del descubrimiento de los opioides
los científicos atribuían a alteraciones en
las catecolaminas adrenalina y noradrenalina. Luego se desarrolló la “hipótesis
endorfínica”, que, de acuerdo con Dietrich y
Mc Daniel, ha tenido resultados equívocos y
se ha basado frecuentemente en estudios
con fallas metodológicas. La principal de
estas fallas está relacionada con el hecho
de que los estudios han considerado los
niveles circulantes de endorfinas, que son
muy grandes como para atravesar la barrera hematoencefálica.
Los autores encontraron, por su parte,
que el ejercicio de resistencia activa el sistema de endocanabinoides, sustancias
capaces de reducir el dolor y alterar los
procesos emocionales y cognitivos. En una
posición que los aleja de una perspectiva
reduccionista, los investigadores afirman
que su intención no es sustituir un neurotransmisor por otro, perpetuando una concepción simplista de una variedad compleja de procesos psicológicos.
Los autores proponen redefinir la euforia
inducida por el ejercicio de manera que sea
más operacionalizable y explican en qué
consiste el sistema de endocanabinoides,
sus ligandos y receptores. Luego comparan
la analgesia producida por el ejercicio con
el efecto de los canabinoides, y estudian los
efectos psicoactivos y motores de estos
últimos. Antes de las conclusiones, revisan
la relación entre los canabinoides, su efecto adictivo y la “adicción a correr”. Los
investigadores expresan con claridad que
no se trata del mismo fenómeno, si bien
sugieren que existen ciertas similitudes.
Proteínas del shock térmico
En 2007, Liberek, Lewandowska y Zietkiewicz
publicaron un trabajo dedicado a estudiar
el papel de las proteínas chaperonas en el
control de la desagregación proteínica. Allí
se explica que, si bien la estructura de la
proteína se relaciona con la secuencia de
aminoácidos que la componen, el proceso
de plegamiento in vivo requiere de la asistencia de chaperonas moleculares. Los
autores señalan que el estrés inducido por
el calor es uno de los factores que induce
agregación proteínica y continúa siendo
uno de los modelos más utilizados para
estudiar el tema. El núcleo de este trabajo
consiste en estudiar cómo la proteína del
shock térmico 70 (Hsp 70), entre otras,
libera y favorece el plegamiento de polipéptidos atrapados en agregados proteicos. A
continuación se mencionan algunos artículos que estudian la relación entre proteínas
del shock térmico y el ejercicio.
En 2004, Atalay, Oksala, Laaksonen,
Khanna, Nakao, Lappalainen, Roy, Hänninen
y Sen estudiaron cómo el ejercicio reguló
en alza las defensas antioxidantes endógenas y la expresión de las proteínas del
shock térmico. Los investigadores, del
Departamento de Fisiología de la Universidad
de Kuplo, en Finlandia, señalaron que en la
diabetes se habían reportado alteraciones
en los antioxidantes endógenos y en las
Hsp. Con la intención de estudiar el efecto
del ejercicio sobre estas alteraciones, indujeron diabetes en un grupo de ratas. Este
grupo de animales y otro grupo control no
diabético realizaron ocho semanas de ejercicio de resistencia. Al cabo de ese período,
la expresión de la Hsp 72 se incrementó en
todos los tejidos. De todas maneras, las
ratas diabéticas fueron más susceptibles al
estrés oxidativo, si bien el ejercicio indujo un
incremento de las Hsp en todas las ratas.
En 2005, Hung, Cheng, Chang y Lin, del
Departamento de Terapia Física de la
Universidad Cheng Kung de Taiwan, estudiaron cómo el acondicionamiento físico
previo ejerció un efecto protector frente al
shock circulatorio inducido por el calor.
EDITORIAL SCIENS
201
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
Esto permitió validar la hipótesis de que el
ejercicio ejercería esta acción protectora a
través de una sobreexpresión de la Hsp 72
en múltiples órganos. Los animales de
experimentación fueron divididos en cuatro
grupos. Uno de ellos no realizó actividad
física, mientras que los otros recibieron
entrenamiento de ejercicio durante una,
dos, o tres semanas, respectivamente. El
efecto protector del ejercicio se comprobó
solamente en el último grupo.
Muriasits, Cutlip, Geronilla, Rao, Onderlin
y Alway, de la División de Fisiología del
Ejercicio de la Universidad de Medicina de
West Virginia, estudiaron en 2006, cómo el
entrenamiento de resistencia incrementó
los niveles de Hsp 72 en el músculo esquelético de ratas jóvenes y adultas. Sus resultados, por otra parte, fueron consistentes
con la hipótesis de que niveles más altos de
estrés oxidativo en los músculos de animales de mayor edad, limitan los niveles y/o la
función de las Hsp en respuesta al estrés
inducido por las contracciones de alta
intensidad.
Finalmente, en 2007, Chen, Chen, Chou,
Lo, Hung y Lin comprobaron que la sobreexpresión de Hsp 72 inducida por el ejercicio protegió frente al shock térmico a los
animales de experimentación que lo habían
realizado. Respecto de los anteriores trabajos, esta investigación agregó una valiosa
información: el ejercicio no sólo redujo el
desarrollo de hipertermia e hipotensión,
sino que además, demostró un efecto protector frente a la isquemia cerebral y el
daño neuronal.
Aplicación del ejercicio en los trastornos depresivos
En esta sección se incluye una síntesis de
los principales trabajos consultados respecto de este tema, siguiendo un orden
cronológico.
En 1989, Martinsen, Hoffart y Solberg, del
202
Departamento de Psiquiatría del Hospital
de Forde, en Noruega, estudiaron a 99
pacientes internados que reunían criterios
del DSM III R para depresión mayor, trastorno distímico o trastorno depresivo no
especificado. Los pacientes fueron asignados, en este estudio aleatorizado, a dos
grupos de acondicionamiento físico. Ambos
grupos realizaron tres horas semanales de
entrenamiento físico durante ocho semanas. Uno de los grupos realizó ejercicios
aeróbicos mientras que el otro llevó a cabo
actividad física anaeróbica, es decir, por
períodos más breves y con mayor intensidad. La puntuación en escalas de depresión disminuyó en ambos grupos, sin diferencias significativas entre ellos. Los autores concluyeron, entonces, que los efectos
antidepresivos asociados con el ejercicio no
estarían restringidos a las formas aeróbicas de entrenamiento.
Un año después el propio Martinsen
publicó un trabajo en el que destaca los
efectos benéficos del ejercicio en el tratamiento de pacientes con formas leves y
moderadas de trastornos depresivos unipolares. Según este estudio, el efecto antidepresivo del ejercicio no parece estar asociado con un incremento de la capacidad
aeróbica. Más de la mitad de los pacientes
continuaron con actividad física después de
un año de haber concluido el programa de
ejercitación. Estos pacientes que continuaron ejercitándose, presentaron menor puntuación en escalas de depresión que los
pacientes sedentarios y consideraron que
la actividad física fue el elemento más
importante de los planes de tratamiento
ampliado. Martinsen concluyó entonces
que el ejercicio parecía ser un promisorio
nuevo abordaje en el tratamiento de la
depresión no bipolar leve y moderada.
En 1994, el mismo autor revisó 12 trabajos en los que se estudió cómo una inter-
R Groisman // La actividad física como complemento de los fármacos antidepresivos en el tratamiento de los trastornos depresivos
vención de ejercicio afectó a los pacientes
depresivos. Martinsen señaló que algunos
trabajos tenían fallas metodológicas, pero
destacó que todos los resultados apuntaban en la misma dirección: el ejercicio
aeróbico es más efectivo que la ausencia de
tratamiento, pero no significativamente
diferente de otras formas de terapia, incluyendo varias estrategias psicoterapéuticas.
Los resultados se limitaron a pacientes con
depresiones unipolares leves y moderadas;
y es para estos casos que Martinsen aconseja tener en cuenta el ejercicio como
alternativa o como recurso que pueda
agregarse a las modalidades de tratamiento tradicionales.
En 1997, Broocks, Meyer, George, Pekrun,
Hillmer-Vogel, Hajak, Bandelow y Rüther,
de la Clínica de Psiquiatría de la Universidad
Georg-August de Göttingen, estudiaron el
valor de la actividad física en el tratamiento de las enfermedades mentales. Los
autores se refirieron a la existencia de
numerosos trabajos en voluntarios sanos,
que mostraron que el ejercicio tuvo un
efecto positivo sobre la ansiedad, los síntomas depresivos, la autoestima, la concentración y la tolerancia al estrés.
Por otra parte, Broocks y colaboradores
señalaron que pocos estudios controlados
examinaron el potencial del ejercicio en los
trastornos psiquiátricos, a pesar de la
buena cantidad de evidencia accesible que
muestra que la actividad física es efectiva
en depresiones leves y moderadas y en
trastornos de ansiedad. En coincidencia
con los trabajos de Martinsen y colaboradores ya mencionados, este grupo también
señaló que los efectos terapéuticos no
guardan una correlación con cambios en la
adaptación cardiopulmonar en la mayor
parte de los estudios. Por lo tanto, otros
mecanismos neurobiológicos y psicológicos podrían explicar la eficacia del ejercicio
regularmente realizado. Los autores ofrecieron algunas sugerencias respecto de
cómo el ejercicio debería ser integrado y
evaluado en el tratamiento de los trastornos psiquiátricos.
La evaluación de 156 adultos que presentaban trastorno depresivo mayor fue el objetivo del trabajo que Babyak, Blumenthal,
Herman, Khatri, Doraiswamy, Moore,
Craighead, Baldewicz y Krishnan publicaron en 2000. Los investigadores, del Centro
Médico de la Universidad de Duke, asignaron aleatoriamente a los voluntarios a uno
de los siguientes grupos: ejercicio aeróbico, tratamiento con sertralina y una combinación de ambos recursos.
El programa duró cuatro meses y los
resultados fueron evaluados mediante la
Entrevista diagnóstica y la Escala para
depresión de Hamilton (HRSD), junto con la
autoevaluación en la que se aplicó el
Inventario de depresión de Beck. Las evaluaciones se realizaron en el momento del
inicio, luego de cuatro meses de tratamiento y después de seis meses de concluido.
Los resultados indicaron que, luego de
cuatro meses de tratamiento, los tres grupos mostraron una mejoría significativa.
Las tres condiciones de tratamiento exhibieron una tasa similar de remisiones, es
decir, pacientes que ya no presentaban criterios diagnósticos de trastorno depresivo
mayor y cuya puntuación en la Escala de
Hamilton era menor a 8.
Sin embargo, a seis meses de concluido
el tratamiento, los sujetos del grupo que
realizó ejercicio tuvieron tasas de recaída
significativamente menores que los sujetos
que sólo recibieron tratamiento farmacológico. Los autores del estudio destacan la
reducción de las probabilidades de desarrollar depresión entre aquellos que continuaron ejercitándose durante el período de
seguimiento. Concluyeron, entonces, que el
EDITORIAL SCIENS
203
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
ejercicio es un tratamiento posible para el
trastorno depresivo mayor y que está asociado con un efecto terapéutico benéfico,
especialmente si el paciente continúa ejercitándose.
En 2001, Dimeo, Bauer, Varahram, Proest
y Halter, de la Universidad Freie de Berlín,
realizaron un trabajo conjunto entre el
Departamento de Medicina del Deporte y el
Departamento de Psiquiatría de esa institución. La finalidad fue evaluar el efecto a
corto plazo del ejercicio en pacientes con
depresión mayor de intensidad moderada a
grave. Participaron 12 pacientes con una
edad promedio de 49 años, que cumplían
criterios para episodio depresivo mayor de
acuerdo con el DSM IV. El ejercicio consistió en una caminata de 30 minutos, siguiendo un patrón de entrenamiento por intervalos, realizada diariamente durante diez días.
Al finalizar el programa de entrenamiento, hubo una reducción sintomatológica clínicamente relevante. Se hallaron también
reducciones estadísticamente significativas
en la puntuación de la Escala de Hamilton,
con valores promedio de 19.5 (antes) y 13
(después). La escala de autoevaluación de
intensidad de los síntomas también mostró
una marcada reducción, pasando de valores promedio de 23.2 a 17.7. Según los
investigadores, se observó una fuerte
correlación entre las puntuaciones objetivas y subjetivas para depresión. Los autores concluyeron que el ejercicio aeróbico
puede producir una mejoría sustancial en
el ánimo de pacientes con trastorno depresivo mayor en un corto plazo.
Ahmadi, Samavatt, Sayyad y Ghanizadeh,
del Departamento de Psiquiatría de la
Universidad Shiraz, de Irán, estudiaron en
2002 a 311 mujeres estudiantes de deportes a las que les administraron el Inventario
de depresión de Beck. Dividieron la muestra total en varios subgrupos.
204
El primer subgrupo, compuesto por 60
estudiantes, mostró una disminución promedio en la puntuación de 3.5 al cabo de
cuatro semanas de ejercicio, en comparación con la evaluación que se les había
hecho antes de comenzar a ejercitarse.
El segundo subgrupo estaba compuesto
por 200 estudiantes. De ellas, 100 estaban
comenzando a desarrollar un programa de
actividad física, mientras que las otras 100
ya llevaban dos meses de ejercicio. La puntuación promedio para las que recién
comenzaban fue 13.3, y para quienes ya
habían ejercitado durante dos meses, 10.2.
En el tercer subgrupo, los investigadores
compararon los resultados de la evaluación
de estudiantes que habían practicado natación por menos de un mes, con los valores
que arrojó la misma evaluación en nadadoras profesionales. Las puntuaciones promedio fueron 10.5 y 6.5, respectivamente.
En todos los casos, los autores consideraron que las diferencias resultaron significativas, por lo que concluyeron que la actividad física se asocia con menores valores
promedio en el Inventario de depresión de
Beck.
En 2003, Goodwin, del Departamento de
Epidemiología de la Universidad de Columbia
en Nueva York, estudió la asociación entre
actividad física y trastornos mentales en la
población adulta en los Estados Unidos.
Mediante un análisis de regresión múltiple,
comparó la prevalencia de trastornos mentales entre aquellos que informaron realizar actividad física sistemática y aquellos
que no se ejercitaron. La información fue
obtenida de la Encuesta Nacional de
Comorbilidad, sobre 8.098 adultos, con
edades de entre 15 y 54 años, lo que se
consideró una muestra representativa de la
población de los Estados Unidos.
El 60.3 % de los adultos informó realizar
actividad física regularmente, y esto fue
R Groisman // La actividad física como complemento de los fármacos antidepresivos en el tratamiento de los trastornos depresivos
asociado con una menor prevalencia de
depresión mayor y trastornos de ansiedad
(ataques de pánico, fobia social, fobias
específicas y agorafobia). Esta asociación
se mantuvo luego de ajustar las variables
vinculadas a diferencias sociodemográficas, trastornos físicos autorreportados y
comorbilidad con otros trastornos mentales. El autor señaló la necesidad de investigar, en estudios longitudinales, el mecanismo de esta asociación a lo largo de la vida.
El mejoramiento de las funciones ejecutivas a través del ejercicio aeróbico en
pacientes deprimidos fue el tema estudiado en 2003 por Kubesch, Bretshneider,
Freudenmann, Weidenhammer, Lehmann,
Spitzer y Grön, del Departamento de Psiquiatría
de la Universidad de Ulm, en Alemania.
Partiendo de la afirmación de que el ejercicio aeróbico mejora las funciones cognitivas en controles sanos, los autores se propusieron poner a prueba la hipótesis de
que la actividad física también podía tener
el potencial de incrementar las funciones
ejecutivas en pacientes con trastorno
depresivo mayor. Con este objetivo, 24
pacientes que reunían criterios del DSM IV
para trastorno depresivo mayor y 10 sujetos
control sanos, realizaron 30 minutos de
ejercicio aeróbico. Luego fueron evaluados
con cuatro tests neuropsicológicos computarizados; se tomó como variable de performance el tiempo de reacción. Los resultados mostraron que no hubo alteraciones
dependientes del ejercicio significativas en
el tiempo de reacción del grupo control.
Entre los pacientes depresivos, se registró
una disminución significativa en el promedio del tiempo de reacción en dos de los
cuatro tests. Los autores concluyeron que
un programa de ejercicio de 30 minutos
tuvo un efecto positivo en los procesos de
control ejecutivo en pacientes depresivos,
lo que parecería estar específicamente
asociado con el funcionamiento de la corteza cingulada anterior.
Una interesante información neurobiológica aporta el estudio de Kiive, Maaroos,
Shlik, Töru y Harro, de 2002, del Centro de
Ciencias Conductuales y de la Salud de la
Universidad Tartu, de Estonia. Los autores
diseñaron un estudio para comparar las
respuestas de la hormona de crecimiento,
el cortisol y la prolactina al ejercicio físico,
y buscaron diferencias entre pacientes
depresivos y sujetos control. Los pacientes
reunían criterios diagnósticos del DSM IV
para trastorno depresivo mayor y los síntomas depresivos subjetivos fueron puntuados inmediatamente antes del estudio con
la Escala de depresión de MontgomeryAsberg.
La hormona de crecimiento, el cortisol y
la prolactina fueron medidos antes e inmediatamente después de un test de ejercicio
cardiopulmonar fisiológicamente estresante en bicicleta. Después del ejercicio, y con
intervalos de 30 minutos, se hicieron otras
tres mediciones adicionales de los niveles
hormonales. No se encontraron diferencias
significativas en los niveles basales de hormona de crecimiento, cortisol o prolactina
entre los voluntarios sanos y los pacientes
depresivos. Los niveles plasmáticos de
hormona de crecimiento y cortisol aumentaron significativamente durante el ejercicio físico tanto en los pacientes como en los
controles, aunque retornaron a la línea
basal a los 90 minutos.
No se registraron diferencias significativas entre ambos grupos en la respuesta al
ejercicio de la hormona de crecimiento o el
cortisol. Sin embargo, la prolactina aumentó sólo en el grupo de los pacientes depresivos durante el ejercicio. Los autores concluyeron proponiendo como hipótesis que
el ejercicio agudo podría tener, sobre la
liberación de serotonina, un efecto más
EDITORIAL SCIENS
205
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
fuerte en los pacientes depresivos, lo que
se reflejaría en el incremento de la concentración plasmática de prolactina.
El estudio que Dunn, Trivedi, Kampert,
Clark y Chambliss, del Centro de Investigación
Conductual de Colorado, Estados Unidos,
publicaron en 2005 no sólo aborda la cuestión de la eficacia del ejercicio en el tratamiento de la depresión, sino también de la
dosis en que la actividad física debería ser
realizada. La investigación fue realizada entre
1998 y 2001 y se analizó entre 2002 y 2003.
Los 80 participantes, cuyas edades estuvieron comprendidas entre los 20 y los 45,
eran pacientes con diagnóstico de trastorno depresivo mayor, de gravedad leve a
moderada. Cada uno fue aleatoriamente
asignado a uno de los grupos entre los que
se distribuyó la población estudiada. Estos
grupos se diferenciaban en el gasto energético que implicaba la actividad física.
El diseño del estudio incluyó también un
grupo de ejercicio placebo que funcionó
como control y que realizó ejercicios de
flexibilidad a lo largo de las 12 semanas de
duración de la investigación.
El grupo que realizó actividad física con
mayor gasto energético (17.5 kcal/kg/
semana, dosis coincidente con la recomendada por salud pública), mostró una reducción del 47 % de la puntuación en la escala
de Hamilton en relación con el valor al inicio del estudio.
El grupo que realizó ejercicio con menor
gasto energético (7.0 kcal/kg/semana, llamado “baja dosis”), mostró al cabo de las
12 semanas una reducción de sólo el 30 %
en la puntuación de la escala de 17 ítems
de la Escala de Hamilton, prácticamente
igual al efecto del grupo de ejercicio placebo, cuyo puntaje fue un 29 % menor.
Esto llevó a los investigadores a concluir
que el ejercicio aeróbico a dosis equivalentes a las recomendadas por Salud Pública
206
es un tratamiento efectivo para el trastorno
depresivo mayor de gravedad leve a moderada. Una dosis menor resulta comparable
con el efecto del placebo.
La revisión de Broocks de 2005 hace referencia a los numerosos estudios que, en
voluntarios sanos, demostraron efectos
psicológicos positivos del ejercicio sobre
síntomas depresivos y de ansiedad, autoestima y manejo del estrés. En este sentido,
reitera lo que ya había manifestado en su
trabajo de 1997, inclusive en lo que hace al
mejoramiento de los cuadros depresivos y
otros trastornos psiquiátricos a través de la
actividad física.
Lo novedoso de esta revisión radica en el
intento de avanzar en la comprensión de
los mecanismos neurobiológicos del ejercicio, posiblemente involucrados en su eficacia terapéutica. El autor afirma que existe
evidencia experimental de que la actividad
física induce una regulación en baja de
algunos receptores serotonérgicos centrales, que desempeñan un papel importante
en la patogenia de la ansiedad y la depresión. El artículo ofrece también algunas
recomendaciones prácticas acerca de
cómo deberían aplicarse los programas de
ejercicio en el tratamiento de los trastornos
psiquiátricos.
El siguiente estudio fue realizado en 199
pacientes internados por un equipo de la
Facultad de Kinesiología y Ciencias de la
Rehabilitación de la Universidad Católica
de Leuven, en Bélgica. Knapen, Van de
Vliet, Van Coppenolle, David, Peuskens,
Knapen y Pieter. Los autores se propusieron estudiar los cambios en el concepto
físico de sí mismo, la autoestima, depresión y ansiedad, luego de un programa de
16 semanas de actividad física.
Separaron a los participantes –pacientes
internados no psicóticos– en dos grupos,
aleatoriamente. El primer grupo realizó
R Groisman // La actividad física como complemento de los fármacos antidepresivos en el tratamiento de los trastornos depresivos
ejercicio aeróbico y entrenamiento con
pesas. El segundo, un programa psicomotor general con ejercicios y relajación. La
representación de sí mismo fue evaluada
mediante el uso de la versión holandesa
del Perfil de autopercepción física en el
momento del inicio del estudio, después de
ocho semanas, y después de finalizada la
intervención de 16 semanas. En los mismos momentos de evaluación, se tomaron
el Inventario de Rosenberg de autoestima,
el Inventario de Beck de depresión y el
Inventario de ansiedad Rasgo, para medir
autoestima, depresión y ansiedad, respectivamente. Después de las 16 semanas,
ambos grupos mostraron mejorías significativas en todas las mediciones. Los resultados sugirieron que ambos programas de
terapia psicomotora fueron igualmente
efectivos en el mejoramiento de la representación de sí mismo. Además, la relación
entre el mejoramiento de la representación
física de sí mismo y el efecto positivo sobre
la autoestima, la depresión y la ansiedad,
argumenta a favor del papel potencial de la
representación física de sí mismo en el
proceso de recuperación de los pacientes
con trastornos depresivos y de ansiedad.
Bartholomew, Morrison y Ciccolo, del
Laboratorio de Psicología del Ejercicio de la
Universidad de Austin, Texas, estudiaron en
2005 los efectos de 30 minutos de ejercicio
en una población de pacientes con trastorno depresivo mayor. Los pacientes, 40 en
total, fueron divididos aleatoriamente en
dos grupos. Uno de los grupos realizó ejercicio en cinta durante treinta minutos a una
frecuencia cardíaca del 60 al 70 % del
máximo que, de acuerdo con su edad, podía
predecirse. El otro grupo descansó sin
moverse por el mismo lapso.
Todos los participantes completaron
tanto el Perfil de estados de ánimo (POMS)
como la Escala subjetiva de experiencias
de ejercicio (SEES) 5 minutos antes del
estudio y 5, 30 y 60 minutos después de
finalizada la experiencia. Ambos grupos
reportaron similares reducciones en las
mediciones de distrés psicológico, depresión, confusión, cansancio, tensión y enojo.
Sin embargo, sólo el grupo que realizó actividad física evidenció un significativo incremento en la puntuación de la sensación de
bienestar y el vigor. Los autores arribaron a
la conclusión de que el ejercicio de moderada intensidad tiene un mayor efecto
sobre los estados de valencia positiva que
el descanso pasivo.
Los efectos antidepresivos del ejercicio y
su relación con la neurogénesis en el adulto es el tema del estudio que en 2006 publicaron Ernst, Olson, Pinel, Lam y Christie,
del Programa de Neurociencia de la
Universidad de Columbia Británica en
Vancouver. Los autores se refirieren a la
hipótesis que relaciona la disminución de
la neurogénesis con la depresión, que apareció luego de que se descubriera el
aumento de la neurogénesis inducida por
los antidepresivos. En efecto, los efectos
terapéuticos de estos fármacos aparecen
luego de un tiempo que se aproxima al
tiempo que demoran las nuevas neuronas
en transformarse en funcionales.
Al igual que los antidepresivos, el ejercicio también incrementa la neurogénesis
hipocampal, tal como se observó en ratas
que tienen acceso a una running wheel,
cuando son comparadas con animales control. La hipótesis de los autores es que el
ejercicio también debería aliviar los síntomas del trastorno depresivo mayor, a través de un mecanismo que involucraría un
aumento de la neurogénesis. Según los
investigadores, existe evidencia que sostiene la hipótesis de que el ejercicio alivia el
trastorno depresivo mayor a través de
varios mecanismos que median este efec-
EDITORIAL SCIENS
207
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
to, incluyendo la neurogénesis del adulto.
El estudio TREAD (Treatment with Exercise
Augmentation for Depression), publicado
en 2006, fue llevado a cabo por un equipo multidisciplinario de investigación del Departamento
de Psiquiatría de la Universidad de Dallas,
Texas. Participaron en él tanto especialistas en el tratamiento de la depresión, como
en fisiología del ejercicio y otros campos
relacionados.
Trivedi, Greer, Grannemann, Church,
Galper, Sunderajan, Wisniewski, Chambliss,
Jordan, Finley y Carmody afirman que, a
pesar de los recientes avances en el tratamiento farmacológico del trastorno depresivo mayor, aproximadamente la mitad de
los pacientes que recibe tratamiento con
medicación antidepresiva no alcanza la
remisión sintomática completa. Por otro
lado, los autores señalan que existe evidencia de que el ejercicio puede reducir la sintomatología depresiva cuando se aplica en
el tratamiento del trastorno depresivo mayor.
El propósito de esta investigación, que se
desarrolló con fondos del Instituto Nacional
de Salud Mental de Estados Unidos (NIMH),
fue evaluar la eficacia relativa de dos dosis
diferentes de actividad física como estrategias de potenciación del tratamiento farmacológico de un trastorno depresivo
mayor llevado a cabo con un inhibidor
selectivo de la recaptación de serotonina
(ISRS). El estudio incluyó 12 semanas de
tratamiento de la fase aguda, más otras 12
semanas de seguimiento posteriores al
tratamiento. Además de la atención prestada a los cambios en los síntomas depresivos como resultado central, la investigación
evaluó, de una manera abarcativa, la función psicosocial y la adhesión al tratamiento.
En este trabajo los investigadores explican las bases racionales y el diseño del
TREAD, enunciando algunos temas que
consideran centrales en la investigación
208
actual del tratamiento del trastorno depresivo mayor. Dentro de estos temas se destacan: 1) el uso de estrategias de potenciación en el tratamiento de trastornos depresivos en general; 2) el uso de estrategias no
farmacológicas en el tratamiento de trastornos depresivos; 3) las consideraciones
respecto del diseño de un ensayo clínico
bien controlado, usando dos grupos con
tratamiento activo; 4) la implementación de
un programa de adhesión para el uso del
ejercicio como estrategia de tratamiento.
Los autores consideran que el estudio
TREADS constituye, por su diseño, una
herramienta útil para evitar las fuentes de
posibles sesgos que cuestionen su validación externa e interna, factores que han
limitado las investigaciones anteriores respecto de los efectos del ejercicio en el
campo de la salud mental.
La posibilidad de evaluar la evolución a
largo plazo de un grupo de pacientes, sugerida en el trabajo ya citado de Goodwin, es
uno de los elementos de peso del trabajo
de Harris, Cronkite y Moos. En esta investigación, publicada en 2006, se estudió una
cohorte de 424 pacientes depresivos adultos durante 10 años. Los autores señalaron
que las investigaciones epidemiológicas
que habían examinado la relación entre la
actividad física y la depresión hasta ese
momento habían sido realizadas, casi
exclusivamente, con muestras tomadas de
la comunidad.
Con la intención de evaluar las asociaciones entre la actividad física, el ejercicio y la
depresión en una muestra de pacientes inicialmente deprimidos, Harris y colaboradores tomaron información en 4 oportunidades a lo largo de 10 años de seguimiento.
Las variables observadas estuvieron relacionadas con la actividad física, con cómo
los pacientes enfrentaron el ejercicio, la
depresión y otros constructos demográfi-
R Groisman // La actividad física como complemento de los fármacos antidepresivos en el tratamiento de los trastornos depresivos
cos y psicosociales. Las mediciones fueron
hechas al inicio del estudio, al año, a los 4
años y a los 10 años. Se realizaron correcciones para analizar la evolución individual
de las depresiones y los investigadores refirieron una tasa de retención del 90 %.
Los resultados mostraron una asociación
entre mayor grado de actividad física y
menor presencia de depresión, inclusive
luego de corregir factores como género,
edad, problemas médicos y eventos vitales
negativos. La actividad física contrarrestó
los efectos que las condiciones médicas y
los eventos vitales negativos ejercen sobre
la depresión. Por otra parte, la actividad
física no se asoció con depresiones subsiguientes. La actividad física contrarrestó los
efectos que las condiciones médicas y los
eventos vitales negativos ejercen sobre la
depresión. El ejercicio, que eventualmente
podría ser experimentado como un estímulo
estresor, fué afrontado (coping) por los pacientes sin que estos desarrollaran depresiones
subsiguientes.
Sin embargo los investigadores señalan,
como una limitación, que las mediciones
de ejercicio y la actitud frente a él incluyen
sólo algunas actividades físicas y que no se
tomaron en cuenta la duración y la intensidad del ejercicio.
De todas maneras, los autores afirman
que sus resultados sugieren que más actividad física está asociada con una reducción en la aparición de depresión. Además,
la actividad física parece ser especialmente útil en el contexto de problemas médicos
y estresores vitales mayores. De lo anterior
–señalan los investigadores– se desprende
la importancia clínica de estimular a los
pacientes deprimidos a realizar actividad
física, por sus beneficios potenciales y sus
pocos riesgos.
Con una muestra mucho menor que la
anterior y focalizando en los beneficios de
la actividad física a corto plazo, el estudio
de Knubben, Reischies, Adli, Schlattmann,
Bauer y Dimeo, publicado en 2007, se llevó
a cabo con pacientes depresivos internados. La intervención realizada por los
investigadores de la Universidad Charité de
Berlín, consistió en asignar aleatoriamente
a cada uno de los 38 pacientes que intervinieron, a un grupo de caminata o de ejercicio placebo (elongación y relajación).
Todos los pacientes se encontraban ya
bajo tratamiento farmacológico antidepresivo. El entrenamiento físico se realizó
durante 10 días, y las herramientas utilizadas en la evaluación de la depresión fueron
la Escala Bech-Rafaelsen de melancolía
(BRMS) y la escala del Centro para Estudios
Epidemiológicos de Depresión (CES-D).
Después de 10 días de actividad física, la
reducción de la puntuación de depresión en
el grupo que se ejercitó fue mucho mayor
que en el grupo placebo. Las puntuaciones
promedio fueron: BRMS 36 % contra 18 %,
respectivamente, y 41 % contra 21 % en la
CES-D, también respectivamente. La proporción de pacientes con una respuesta clínica (reducción del BRMS de más de 6 puntos) fue también mayor para el grupo que
ejercitó (65 % contra 22 %). Los investigadores refieren en sus conclusiones que el
ejercicio de resistencia puede ayudar a
mejorar el ánimo de algunos pacientes con
depresión mayor en un corto plazo.
Diez años después de su primer trabajo
en relación con este tema, Broocks, junto a
Ahrendt y Sommer, volvió a ocuparse del
entrenamiento físico en el tratamiento de
los trastornos depresivos. Este autor, luego
de puntualizar que la actividad física es
actualmente un componente obligatorio en
los tratamientos de muchas condiciones
clínicas y ortopédicas, señala que en el
campo de la Psiquiatría la interacción entre
el acondicionamiento físico y el bienestar
EDITORIAL SCIENS
209
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
TABLA 1
Ejercicio y depresión. Trabajos con pacientes depresivos y/o sujetos control
Autor / año
Objeto
Martinsen, Hoffart, Solberg, Compara efectos antidepresivos del
ejercicio aeróbico y anaeróbico.
1989.
Beneficios del ejercicio en el trataMartinsen, 1990/94.
miento de la depresión.
Broocks y col., 1997 /2005.
Babyak y col., 2000.
Dimeo y col., 2001.
Ahmadi y col., 2002.
Ejercicio, depresión y trastornos de
ansiedad.
Tratamiento de ejercicio en la depresión mayor.
Evaluar efectos a corto plazo del ejercicio en pacientes con depresión mayor.
Varios tipos de ejercicio y puntuación
en Inventario de depresión de Beck.
Goodwin, 2003.
Asociación entre actividad física y trastornos mentales.
Kubesch, 2003.
Ejercicio y funciones ejecutivas en
pacientes c/ DM.
Dunn y col., 2005.
Ejercicio en el tratamiento de DM.
Knapen y col., 2005.
Compara cambios en autoestima y
depresión en dos actividades físicas.
Bartholomew y col., 2005.
Efectos del ejercicio en DM.
Ernst y col., 2006.
Efecto antidepresivo del ejercicio y neurogénesis.
Trivedi y col., 2006.
Ejercicio como estrategia de potenciación en DM.
Actividad física y DM en una cohorte de
10 años.
Ejercicio a corto plazo en DM.
Harris y col., 2006.
Knubben y col., 2007.
Broocks y col., 2007.
Entrenamiento físico en el tratamiento
de la DM.
DM: depresión mayor // T. ans: trastornos de ansiedad
210
Número de pacientes
Resultado
99 / los efectos AD del ejercicio no se
limitan al ejercicio aeróbico.
/ el ejercicio parece promisorio en el
tratamiento de pacientes depresivos.
No bipolares leves y moderados.
Los efectos terapéuticos no guardan
correlación con el fitness cardiovascular.
156 / el tratamiento con ejercicio es
factible y benéfico, sobre todo si se
continúa en el tiempo.
12 / el ejercicio aeróbico puede producir
un mejoramiento en pacientes con DM.
311 / el ejercicio está asociado con un
promedio más bajo del Inventario de
depresión de Beck.
8098 / La actividad física sistemática
está asociada con una disminución de
la prevalencia de DM y TAns.
24 DM /10 Sujetos control 30’ de ejercicio aeróbico en pacientes DM tiene efectos positivos en procesos ejecutivos.
80 / el ejercicio a las dosis recomendadas en salud pública es un tratamiento
útil en DM leve a moderada.
199 / las dos modalidades de actividad
física fueron igualmente efectivas en el
mejoramiento de la autoestima.
40/ 30’ de ejercicio fueron suficientes
para mejorar el ánimo y bienestar de
los pacientes.
/ el ejercicio alivia la DM posiblemente
a través de mecanismos que involucran la neurogénesis.
TREAD tiene validez interna y externa.
424 / mayor cantidad de actividad física está
asociada con menor incidencia de DM.
38 / el ejercicio de resistencia puede
mejorar el ánimo de pacientes con DM.
/ Existe mayor reconocimiento del
lugar de la actividad física en el tratamiento de los trastornos psiquiátricos.
Se requieren más estudios.
R Groisman // La actividad física como complemento de los fármacos antidepresivos en el tratamiento de los trastornos depresivos
mental ha sido cada vez más reconocido.
Mientras tanto, ha surgido sólida evidencia para postular que el ejercicio llevado a
cabo regularmente se asocia con efectos
terapéuticos en pacientes depresivos y,
posiblemente, también en otras condiciones psiquiátricas.
Este trabajo de revisión de la literatura
relevante en este tema, ofrece también una
síntesis de los efectos neurobiológicos del
ejercicio. En el trabajo ya citado que este
autor publicó en 2005 (91), Broocks se
había referido a la regulación a la baja, propiciada por el ejercicio, de algunos receptores serotonérgicos involucrados en la
ansiedad. En el artículo de 2007, el autor
explicita que se trata del receptor 5-HT2C
central, que desempeña un papel importante en la patogenia de la ansiedad y la
depresión. Además, agrega el investigador,
el ejercicio estimula la producción de BDNF
en varias regiones cerebrales. Finalmente,
Broocks pone el acento en los aspectos
prácticos y motivacionales que deben
tenerse en cuenta para que resulte exitoso
el establecimiento de un programa de ejercicio en el tratamiento de trastornos psiquiátricos.
La tabla 1, sintetiza lo expuesto hasta aquí.
Conclusiones
Evidencia del efecto benéfico del ejercicio
sobre los estados depresivos y de ansiedad
Retomando nuevamente los interrogantes ya planteados en la Introducción, y
luego de pasar revista a los trabajos citados, podemos concluir que el ejercicio
constituye un recurso complementario válido en el tratamiento de los trastornos
depresivos. Los mecanismos a través de
los cuales ejerce su acción benéfica coinciden, por lo menos parcialmente, con los de
los antidepresivos. En efecto, en el trabajo
Duman, Schlesinger, Russell y Duman, de
marzo de 2008, los autores vuelven sobre el
tema y sostienen que el ejercicio crónico en
las ratas induce cambios conductuales
similares a los producidos por los antidepresivos. El mecanismo subyacente –continúan los investigadores– podría involucrar
al BDNF de una manera semejante a la que
se propone para los fármacos antidepresivos.
Por otra parte, podemos pensar que los
efectos benéficos del ejercicio sobre los
trastornos depresivos podrían explicarse,
además, por algunos otros mecanismos,
como los vinculados a sus efectos benéficos sobre enfermedades no psiquiátricas
(cardiovasculares, cáncer, diabetes tipo II,
osteoporosis, etcétera). El progreso en la
comprensión de los mecanismos involucrados en los efectos benéficos del ejercicio podría llevar a una eventual aplicación
“racional” de la actividad física.
Las guías de tratamiento de la American
Psychiatric Association, en su edición de
abril de 2000, no mencionan el ejercicio
como posibilidad de recurso complementario en el tratamiento de los trastornos depresivos. En el agregado de 2005 (Guideline
Watch), señalan que “dada la evidencia de
los beneficios del ejercicio en pacientes
depresivos adultos mayores, el ejercicio
podría ser de valor en otros subgrupos de
pacientes con depresión mayor”.
Los autores de la guía toman la información de dos artículos. La primera referencia
corresponde al trabajo de Mather y colaboradores, de 2002. La otra cita incluida en la
Guideline Watch hace mención del trabajo
de Babyak y colaboradores. Sin embargo,
deben tenerse en cuenta las características
de esta población de pacientes a la hora de
pensar en aplicar el ejercicio.
En efecto, el editorial de Stein, en el que
comentó el ya citado trabajo de Dunn y
colaboradores, señala como uno de los
puntos para evaluar, la dificultad que supo-
EDITORIAL SCIENS
211
LM Zieher - MC Brió // Tratado de Psicofarmacología y Neurociencia, Volumen II, Trastornos depresivos. Parte II: Farmacología y estrategias terapéuticas
ne comprometer a pacientes desanimados
y sin energía en la tarea de realizar actividad física enérgica durante 30 minutos
todos los días. Sin embargo, y a pesar de
que Stein piensa que el trabajo de Dunn
deja muchas preguntas sin contestar, su
opinión es favorable hacia la aplicación del
ejercicio, dada la asociación entre depresión
e inactividad física u obesidad. Concluye
señalando que, si el ejercicio tiene la capacidad potencial de atacar dos de los mayores motivos de preocupación en salud
pública, como la depresión y la obesidad,
deberían realizarse otras investigaciones para
avanzar en la comprensión de sus efectos.
El ejercicio como recurso valioso en la
promoción de la salud, es uno de los temas tratados por Ken Fox, titular del Departamento
de Ejercicio y Salud de la Universidad de
Bristol y consejero del gobierno de Gran
Bretaña en relación a actividad física y
salud pública. Son numerosos los estudios
de este investigador que avalan la eficacia
de la actividad física en diferentes condiciones patológicas, tanto del campo de la clínica médica como de la salud mental.
Dentro de esta última, en especial los trastornos depresivos y de ansiedad, puede
destacarse el trabajo que publicó junto a
Biddle y Boucher en el 2000, que se centra
en la relación entre la actividad física y el
bienestar psicológico.
También la Organización Mundial de la
Salud destacó la importancia de incluír la
actividad física en la promoción de la salud,
al designar al Día Mundial de la Salud de
2002: “Move for health”.
La literatura citada parece mostrar,
entonces, una asociación entre horas de
actividad física y mejores indicadores de
salud mental. Sin embargo, parece cuestionable afirmar que la actividad física por sí
sola, e independientemente de otros factores, pueda resultar una variable determinante a la hora de evaluar la salud mental
de un individuo. El estudio de Sagatun y
colaboradores, del Centro de Salud Mental
de Niños y Adolescentes de Oslo, Noruega,
realizado en 2.489 estudiantes y publicado
en 2007, señala que si bien hubo una fuerte correlación entre la cantidad de horas de
actividad física a la edad de 15 años y el
FIGURA 6
Tratamiento de los trastornos depresivos y remodelación de las redes neuronales
Modificado de Zieher, 2005.
212
R Groisman // La actividad física como complemento de los fármacos antidepresivos en el tratamiento de los trastornos depresivos
nivel de salud mental en el seguimiento
realizado tres años después, esta asociación disminuyó al ajustarse otras variables.
Esto subraya la importancia de tomar cada
variable dentro del entorno, contexto más
abarcativo, que incluye lo vincular y social.
El presente capítulo no constituye un
metaanálisis de esta temática, debido a
que el número de artículos consultados es
menor al requerido para un trabajo de esa
naturaleza, y además, los trabajos consultados no presentan homogeneidad respecto de las muestras y las metodologías. Sin
embargo, los 18 trabajos citados en relación con los trastornos depresivos y el ejercicio pueden considerarse una base adecuada que permite sostener las conclusiones aquí expresadas.
A pesar de esto, y observando la práctica
clínica cotidiana, parece existir una subprescripción de la actividad física.
Callaghan afirma que, a pesar de los
antecedentes en varias culturas de la apli-
cación benéfica del ejercicio, y de los trabajos actuales que desde el campo de la
salud mental promueven la actividad física,
ésta es poco indicada y reconocida como
una intervención válida. Esto lleva al autor
a preguntarse si se trata de una indicación
menospreciada. Ya en 1993, Sherman y
Hershman se preguntaban con cuánta frecuencia los médicos clínicos indicaban
actividad física y por qué los médicos de
atención primaria la aconsejaban tan poco.
En su investigación, sobre una población de
1.000 médicos, consideraron cómo los profesionales percibían el posible éxito de su consejo, la creencia del propio médico respecto
de la eficacia de la actividad física y su edad.
Si, a partir de lo expuesto hasta aquí,
incluyéramos al ejercicio como recurso
complementario en el tratamiento de los
trastornos depresivos, junto a los psicofármacos, la terapia electroconvulsivante y la
psicoterapia, ésto podría permitirnos modificar el esquema de Castrén.
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EDITORIAL SCIENS
219
220
Apéndice
Clasificación de los antidepresivos según el
mecanismo de acción e incidencia de efectos
adversos
Sebastián Alejandro Alvano
La comprensión de los complejos procesamientos biológicos que subyacen a las
diferentes manifestaciones psiquiátricas,
permite un mejor entendimiento del mecanismo de acción de los fármacos, en este
caso antidepresivos, así como facilita la
investigación y el desarrollo de nuevas líneas terapéuticas.
Los mecanismos de acción (nivel molecular) inmediatos, por los cuales estas drogas producen el aumento de las monoaminas son predominantemente presinápticos
y diferentes para cada grupo. Estos llevan a
una activación sostenida de los receptores
postsinápticos, que desencadenarán acciones neuroplásticas a mediano y a largo
plazo. Estas, a diferencia de las primeras,
son menos específicas ya que generalmente son comunes a todas las terapias antidepresivas, farmacológicas y no farmacológicas, que exhiben una eficacia terapéutica
constatada. A su vez, estas acciones irán
revirtiendo, en distintos niveles de acción,
aquellas alteraciones originadas por un
entorno estresante sobre un organismo
predispuesto, hasta llegar a remitir la signosintomatología resultante, y obtener el
efecto antidepresivo (nivel de observación).
Debemos recordar que las monoaminas,
una vez que interactúan con los receptores
postsinápticos, el principal mecanismo por
el cual finalizan su acción es la recaptación
por las mismas terminaciones presinápticas que las liberó, mecanismo denominado
recaptación neuronal o tipo I. Este mecanismo es seguido, en gran medida, por su
catabolismo intracelular, donde intervienen enzimas tales como la monoaminooxidasa -MAO- (principal enzima vinculada
con este proceso) y la cateco-o-metil transferasa (COMT).
Las acciones presinápticas de los antidepresivos, en grandes rasgos, serán principalmente la inhibición de la recaptación
neuronal tipo I, o la inhibición de la MAO.
Otro grupo de drogas actuará bloqueando
autorreceptores, ubicados en la presinapsis, que inhiben la liberación del neurotransmisor.
En 1996, bajo la tutoría del Prof. Luis M.
Zieher, se publicó una clasificación de los
antidepresivos, según sus mecanismos de
acción tempranos y la incidencia de efectos
adversos que estos provocan (lo cual no
indica su gravedad) para, de esta forma,
evitar las denominaciones utilizadas en la
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clasificación tradicional de estos fármacos,
las cuales prestan a confusión: “IMAO”
(denominación establecida por el mecanismo de acción), “tricíclicos” (denominados
así por su estructura química), “de segunda generación” (dentro de estos se incluyeron fármacos con diferentes estructuras y
mecanismos de acción, pero que a diferencia de los IMAO y los tricíclicos presentaban
menos efectos adversos), “atípicos” (denominación utilizada tanto para hacer alusión
a la estructura química, como al mecanismo de acción, o bien como sinónimo de
segunda generación), y finalmente la denominación de “nuevos antidepresivos”
(donde se incluyeron los últimos fármacos
desarrollados que, por no podérselos
incluir en las denominaciones anteriores,
dados sus diferentes perfiles farmacológicos, se agruparon bajo este nombre).
En la actualidad existen una gran cantidad de compuestos no monoaminérgicos
para ser aprobados por la FDA como antidepresivos. Debido a esto en esta clasificación creé la “Clase B”, que incluye los “fármacos no monoaminérgicos”, que se
encuentran en investigación y desarrollo.
Muchos de ellos actúan sobre alguno de los
blancos que los antidepresivos monoaminérgicos modulan a través de sus acciones
neuroplásticas a mediano y largo plazo.
Clasificación de los antidepresivos según el mecanismo
de acción e incidencia de efectos adversos
Se debe tener en cuenta que los fármacos son agrupados según las acciones tem-
FIGURA 1
Clase A: fármacos monoaminérgicos
Clase A I: inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO) (1)
Clase A II: bloqueantes puros de la recaptación neuronal tipo I (2)
AIIa: noradrenérgicos y serotonérgicos con alta incidencia de efectos adversos (antidepresivos tricíclicos, tipo clomipramina)
AIIb: relativamente selectivos con baja incidencia de efectos adversos (antidepresivos de segunda generación o atípicos): (3)
ISRSs, inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, tipo escitalopram
AIIc: noradrenérgico y serotonérgico con baja incidencia de efectos adversos (nuevos antidepresivos):
IRNSs, inhibidores de la recaptación noradrenérgica y serotonérgica, tipo venlafaxina
AIId: noradrenérgico y dopaminérgico con baja incidencia de efectos adversos (antidepresivos atípicos): bupropión
Clase A III: fármacos con un mecanismo de acción diferente a los de la clase I y II (4)
Distintas denominaciones clásicas según el fármaco:
Antidepresivos de segunda generación o atípicos, tipo mianserina, trazodona
Nuevos antidepresivos, tipo mirtazapina, tianeptina
Clase B: fármacos no monoaminérnicos: en investigación y desarrollo
Referencias de la clasificación resumida
(1) La incidencia y tipo de efectos adversos varían según el subgrupo (los inhibidores no selectivos, tipo tranilcipromina, producen los de mayor frecuencia y gravedad).
(2) La denominación “puros” hace referencia a que los fármacos de esta clase no utilizan ningún otro mecanismo de acción relevante, relacionado con su efecto antidepresivo. De esta forma se diferencian de fármacos como la trazodona que es un SARIs,
inhibidor de la recaptacion y antagonista del receptor 5-HT2A (ver clase III).
(3) Originariamente esta clase incluía al amineptino, un inhibidor selectivo de la recaptación de dopamina y a la reboxetina un
inhibidor selectivo de la recaptación de noradrenalina. Ambos retirados del mercado.
(4) Incluye fármacos con diferentes mecanismos de acción entre sí. En la clasificación desarrollada (que no se muestra) estos
se dividen según el sistema monoaminérgico que modulan y la incidencia de efectos adversos, siendo esta última baja para la
mayoría de ellos.
Entre paréntesis figuran las denominaciones clásicas y los principales ejemplos.
Alvano, 2009; modificado de Alvano y Zieher, 1996; Avatares de la clínica.
222
SA Alvano // Clasificación de los antidepresivos según el mecanismo de acción e incidencia de efectos adversos
pranas más relevantes, aunque muchos de
ellos poseen otros mecanismos de menor
importancia. Si bien la mayor parte de las
acciones tempranas son presinápticas,
algunas de ellas, sobre todo en fármacos
de la clase A III, se desarrollan a nivel postsináptico.
Además de permitir una denominación
lógica, según hemos mencionado más arriba, esta clasificación permite sacar algunas conclusiones someras acerca de la eficacia, los efectos adversos y ciertas interacciones farmacodinámicas de estos fármacos. Si bien son variables fundamentales para considerar en la elección de un
antidepresivo, esta información no debe
sustituir el profundo conocimiento que se
requiere tener de cada uno de los medicamentos que se utilizarán.
Así, esta clasificación permite recordar
algunos datos, como el tipo y la cantidad de
sistemas de neurotransmisión que son
modulados, al menos en forma temprana,
por el fármaco; la incidencia de reacciones
adversas a medicamentos (RAM) y ciertas
interacciones farmacodinámicas, como el
síndrome serotonérgico. Sin embargo, se
debe tener presente que si bien los fármacos agrupados en una misma clase, pueden exhibir características comunes, estos
generalmente presentan diferencias importantes entre sí.
El hecho de saber el tipo y la cantidad de
sistemas monoaminérgicos que son modulados en forma temprana por el antidepresivo se relaciona con la hipótesis que avala
la mayor eficacia de los antidepresivos duales en la depresión grave y/o con patrón
melancólico.
La denominación duales fue tomada originariamente para los moduladores serotonérgicos y noradrenérgicos, como los
antidepresivos tricíclicos (tipo clomipramina), los inhibidores de la monoaminooxida-
sa (IMAO), los inhibidores de la recaptación
noradrenérgica y serotonérgica (IRNS’s, tipo
venlafaxina), y para la mirtazapina, aunque
algunos autores también han incluido dentro de esta clase al bupropión, que es un
modulador noradrenérgico y dopaminérgico, sin embargo, se han realizado la misma
cantidad de trabajos que demuestran su
alto índice de respuesta en la depresión
grave o con patrón melancólico.
La excelente respuesta obtenida a través
del tiempo por los IMAO no selectivos, y por
los denominados antidepresivos tricíclicos
(clase AIIa de esta clasificación) fue, y sigue
siendo en la actualidad indiscutida, aunque
estos están limitados por la alta incidencia
de efectos adversos. En tal sentido, según
las indicaciones de la American Psychiatric
Association (APA), los IMAO no selectivos
debido a las interacciones alimentarias y
medicamentosas que presentan, y a la incidencia y gravedad de sus efectos adversos,
nunca deben ser considerados fármacos de
primera elección.
Ante el surgimiento de los inhibidores
selectivos de la recaptación de serotonina
(IRSS), se han desarrollado numerosos
estudios clínicos que demostraron para los
IRSS una excelente eficacia (en la mayor
parte de los pacientes) y una menor incidencia de efectos adversos con relación a
los antidepresivos anteriormente mencionados (IMAO y antidepresivos tricíclicos).
En la actualidad, si bien las opiniones en
cuanto a la eficacia de los antidepresivos
están divididas, los estudios clínicos revelan distintas conclusiones como se verá a
continuación.
La noción de que todos los antidepresivos
tienen la misma eficacia se debe a que no
se pudo comprobar que ningún antidepresivo aprobado por la FDA tenga un rango de
respuesta, en los trabajos clínicos, superior al 50-75 % de la población en estudio.
EDITORIAL SCIENS
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En humanos se denomina respuesta
terapéutica a una disminución de la gravedad del síndrome mayor o igual a un 50 %,
esperable en un lapso de 4 a 8 semanas.
Esta noción varía cuando, en vez de la
respuesta, se toma la remisión como criterio de eficacia, ya que en estos casos pueden aparecer diferencias entre los antidepresivos. La remisión es un grado de mejoría mayor que la respuesta, que se define
como cercano al estado premórbido. La
remisión es más difícil de alcanzar que la
respuesta, solo un pequeño porcentaje de
los pacientes logra una remisión del cuadro, y puede volver a su funcionamiento
normal.
La especulación sobre la mayor eficacia
que podían alcanzar los antidepresivos
duales, por modular una mayor cantidad de
sistemas monoaminérgicos, ha sido investigada, y se demostró esta hipótesis en distintos estudios diseñados y/o metaanálisis
en depresión severa o con patrón melancólico. Esta eficacia ha sido comprobada principalmente para los tricíclicos y la venlafaxina comparados son los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (IRSS),
aunque también existen algunos trabajos
que constataron una mayor eficacia para la
duloxetina y la mirtazapina.
Los IMAO, por su parte, demostraron una
eficacia similar a los tricíclicos, e incluso
algunos estudios han puesto en evidencia
que podrían ser una opción útil ante la falla
de respuesta de los tricíclicos.
De esta manera, los trabajos mencionados señalarían que, por lo menos algunos
de los antidepresivos denominados duales,
pueden lograr una remisión más completa
que los IRSS en la depresión grave y/o con
patrón melancólico. La excepción sería el
escitalopram, que en diferentes estudios
presentó una eficacia comparable con los
duales en este tipo de depresión.
224
En la clasificación de los antidepresivos
según el mecanismo de acción y la incidencia de efectos adversos se puede observar
diferencias en la incidencia en este último.
Así, se puede apreciar que algunos fármacos y/o grupos presentan una baja incidencia de RAM, principalmente por no producir
bloqueo muscarínico. Si bien, en forma
general, este tipo de medicación sería la
más adecuada para los pacientes clínicamente complicados o de la tercera edad,
esto no significa que los efectos adversos
que produce el fármaco y/o el grupo no
puedan ser graves para un paciente en particular, de lo que se deduce que antes de
medicar es necesario conocer en profundidad, entre otras cosas, la farmacología de
la medicación que se utilizará, así como el
cuadro completo del paciente, a través de la
historia clínica. Resulta necesario, entonces,
solicitar interconsultas y los estudios complementarios correspondientes, e informar
al paciente sobre los principales efectos
adversos, los cuales deben ser exhaustivamente monitoreados durante todo el tratamiento, pero sobre todo en la etapa inicial.
A través de la clasificación de los antidepresivos mencionada, se puede observar
que los tricíclicos y los IMAO provocan la
mayor incidencia de efectos adversos. Por
su parte, los IRSS, la venlafaxina, la mirtazapina y el bupropión, sobre todo cuando
presentan algún tipo de formulación de
liberación controlada o extendida, son los
medicamentos con menor incidencia de
RAM. Dentro de estos, según diferentes
trabajos, los IRSS, y especialmente el escitalopram, estarían entre los fármacos de
primera elección para ser utilizados en los
pacientes con mayor riesgo clínico, como
los de tercera edad.
El último dato clínico que brinda la clasificación de los antidepresivos según el
mecanismo de acción y la incidencia de
SA Alvano // Clasificación de los antidepresivos según el mecanismo de acción e incidencia de efectos adversos
efectos adversos se refiere a algunas interacciones farmacodinámicas. Las interacciones medicamentosas pueden ser farmacocinéticas o farmacodinámicas. Dentro de
estas últimas, una de las más importantes
para considerar es el síndrome serotonérgico. Se trata de una complicación potencialmente fatal, provocada por el uso de
una polifarmacia con fármacos serotonérgicos. Si bien, al igual que lo que sucede
con lo expuesto sobre efectos adversos, en
cuanto a que no se puede extraer importantes conclusiones a través de una clasificación, ésta también debería servir para
evitar las interacciones que pueden dañar
gravemente al paciente.
El desarrollo de nuevos antidepresivos,
junto con los estudios clínicos de ellos, permitirá seguir ampliando y perfeccionando
esta clasificación.
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EDITORIAL SCIENS
225
Esta edición de 5.300 ejemplares
se terminó de imprimir en
Gráfica Pinter S.A.
México 1352, Ciudad Autónoma de Buenos Aires
en el mes de septiembre de 2010.