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IV CONGRESO VIRTUAL DE ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA
NAyA. Octubre del 2004.
Turismo, sustentabilidad y globalización.
Lic. Guillermina Fernández
Universidad Nacional del Centro. Argentina.
E-mail: [email protected]
Lic. Aldo Guzmán Ramos
Consultor en Turismo y Patrimonio. Argentina.
E-mail: [email protected]
El proceso de globalización, a partir de la expansión de los grupos dominantes de la
economía y del extraordinario avance de la tecnología, principalmente en las
comunicaciones y en el transporte, ha generado una tendencia creciente hacia la
homogeneización del planeta.
Pero este proceso, en el cual se articulan individuos, regiones y ciudades, al mismo
tiempo excluye a una porción mayor de grupos sociales y territorios, generando un
desarrollo extremadamente dual en el mundo, fenómeno nunca visto en la historia de la
humanidad. Frente a un desarrollo considerable de la tecnología y la ciencia al servicio
de ciertos sectores sociales y de las actividades económicas encontramos un aumento de
la desigualdad, de la exclusión social y de la fragmentación del empleo. Si a esto
agregamos los impactos ambientales negativos, tenemos un desarrollo insustentable del
planeta.
Dentro de este proceso de cambio global, el turismo, que por sus características tiene
un marcado carácter internacional, se ve afectado en gran manera, tanto de manera
positiva como negativa.
La era de la globalización implica toda una serie de efectos, directos e indirectos, en el
turismo:
- la expansión del turismo internacional viene acompañada de nuevos mercados y de
destinos turísticos emergentes que supondrían una paulatina redistribución de los flujos
turísticos a nivel mundial.
- la desregularización del transporte aéreo facilita el desarrollo de los viajes a larga
distancia.
- la expansión empresarial hacia nuevos destinos es cada vez mayor, así como los
procesos de concentración empresarial.
- la comercialización, y el marketing en general, de los productos turísticos incorporan
progresivamente nuevas tecnología.
- la conservación del medio ambiente se ha convertido en una exigencia incuestionable
del mismo modo que debe conciliarse la identidad cultural de los destinos turísticos con
la tendencia a la homogeneización antes mencionada.
Uno de los elementos clave, considerando el rol del turismo dentro de este proceso
global, esta dado por el valor particular de la actividad, por ser una actividad creadora y
receptora de valor agregado, generadora de
efecto multiplicador, acelerador y
movilizador y que posee una proyección mundial de crecimiento del 4,4% anual. A
partir de allí puede formar parte de las actividades motoras de desarrollo local,
promoviendo el rescate de la identidad nacional y del patrimonio cultural y natural de
los pueblos. Para ello los proyectos turísticos deben tener una participación de capitales
locales fuertes, de forma tal que los efectos de la apertura y comercialización
competitiva dejen sus beneficios en el país y no actúen como canales de crecimiento
para otras regiones.
Debemos considerar, que desde el punto de vista económico, el turismo es una actividad
que integra la producción, distribución y consumo de bienes y servicios para satisfacer
las necesidades y deseos de los turistas. Por lo tanto, cuando se desarrolla el turismo, al
mismo tiempo se estimulan una serie de empresas que generan ingresos para la
comunidad. Esto es el efecto multiplicador del turismo, por requerir de la creación o
desarrollo de diversas actividades económicas. Considerando esta perspectiva, a medida
que el número de turistas se incrementa hacia cualquier destino, aumentan las
necesidades expresadas, crece el consumo de bienes y servicios locales y esto se refleja
en una mayor producción y un mayor crecimiento, con un efecto dinamizador que
induce a un potencial crecimiento económico.
Para cuantificar el importante desarrollo de la actividad turística dentro del actual
proceso de globalización, podemos recurrir a los siguientes datos: Por ejemplo según la
World Travel and Tourism Council (WTTC, 1998) para el año 2005 se proyecta que
esta industria genere 7 trillones de dólares y cerca de 338 millones puestos de trabajo
directos e indirectos en el ámbito mundial. Por otro lado, la Organización Mundial del
Turismo (OMT, 1999), proyecta que para el año 2020 se espera un volumen de 1.200
millones de viajeros. Dicho movimiento, dadas las características particulares de esta
actividad, puede generar un número extraordinario de empleos directos e indirectos, es
decir, puede representar ingresos excepcionales de considerable magnitud. Pero también
semejante volumen de turistas puede representar un serio problema para el patrimonio
turístico, natural y cultural, del mundo, repercutiendo finalmente en las posibilidades a
largo plazo de desarrollo turístico. La pregunta es ¿podemos controlar el crecimiento del
turismo dentro del proceso de globalización y por otro lado ¿quien o quienes manejan
los hilos de la actividad a nivel mundial?
Las empresas transnacionales turísticas, en la búsqueda de dominar el universo de
destinos turísticos, adhieren a los lineamientos de la economía liberal, en cuanto a la
apertura absoluta del comercio internacional, la desregulación de las actividades, el
ingreso ilimitado de capitales, etc., sin importarles demasiado sus efectos sociales y
económicos a nivel local. Estas empresas aprovechan que los países subdesarrollados,
tienen una débil capacidad de negociación para imponerles programas que poco
benefician a la sociedad local.
Además, así como el avance en las comunicaciones y el transporte han permitido un
desarrollo considerable del turismo, la globalización esta generando, a partir de la
homogeneidad mencionada anteriormente, una perdida de la diversidad planetaria,
poniendo en serio riesgo el desarrollo económico del turismo. Como expresa Ramonet
(1999), "de un extremo a otro del planeta se impone un estilo de vida parecido,
expandido por los medios de comunicación. En los barrios acomodados de las grandes
ciudades del mundo, el encanto de la diversidad cede ante la fulminante ofensiva de la
estandarización, la homogeneización y la uniformización. Por todas partes triunfa la
world culture, la cultura global”. El impacto de estos efectos debe ser considerado, de
hecho muchos países ya lo están haciendo, en toda su gravedad, no solo desde un punto
de vista cultural, sino desde una perspectiva económica.
No solo las empresas multinacionales tienen un papel importante en el desarrollo del
turismo. Simultáneamente, instituciones multilaterales como el Banco Mundial,
agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y organizaciones
comerciales como el Consejo Mundial de Viajes y Turismo se dedicaron a convertir el
turismo en una industria verdaderamente mundial, en estrecha relación con el capital
internacional.
Esto nos esta conduciendo a un turismo mundial cada vez más centralizado y
competitivo, ilustrando mejor que cualquier otro sector económico el alcance mundial
de las empresas transnacionales. En los últimos años, estas empresas presionaron a
gobiernos de todo el mundo para que liberalizaran el comercio y la inversión en los
servicios, utilizando como uno de los mecanismos de presión a la Organización Mundial
del Comercio (OMC). A través de esta se tiende a abolir las restricciones a la propiedad
extranjera, se facilitan franquicias, concesiones y contratos de administración, se otorga
a las compañías turísticas extranjeras los mismos beneficios que a las locales y se les
permite trasladar personal a través de las fronteras a su antojo, abrir filiales en otros
países y realizar pagos internacionales sin ninguna restricción.
Relacionado a lo anterior, el Consejo Mundial de Viajes y Turismo presentó su "Visión
del Milenio" sobre la actividad, que implica, sintéticamente, los siguientes puntos:
- Lograr que los gobiernos acepten los viajes y el turismo como una actividad
estratégica y una prioridad en materia de empleo;
- Promover mercados abiertos y competitivos mediante la aplicación del Acuerdo sobre
Comercio de Servicios, la liberalización del transporte aéreo y la desregulación de las
telecomunicaciones en mercados internacionales; y
- Eliminar las barreras al crecimiento del turismo, que implica la expansión y mejora de
la infraestructura, por ejemplo construcción de aeropuertos, modernización y aumento
de la capacidad de los ya existentes, construcción y mejora de caminos e instalaciones
turísticas.
Pero pese a los aparentes logros de la economía liberal, en algunos países en desarrollo,
más de dos tercios de los ingresos del turismo internacional nunca llegan a la economía
local debido a la gran fuga de divisas, por lo tanto a medida que se implementan nuevos
acuerdos de libre comercio e inversión, la situación empeora. Esto lleva a cuestionar
seriamente la afirmación de que la globalización y la liberalización del turismo
producen riqueza y progreso social y preserva el ambiente. Por lo tanto no existe un
desarrollo sustentable del turismo.
Además, los acuerdos multilaterales que facilitan la globalización han demostrado
escasa o ninguna preocupación por los problemas ecológicos. Si bien en este aspecto la
OMC discutió propuestas de "normas ambientales" y "ecoetiquetas" elaboradas por
organismos internacionales, podemos preguntarnos ¿esas medidas no responderán a los
intereses de empresas multinacionales, que intentan apropiarse de la agenda ambiental e
impulsar la autorregulación?
La Asamblea General de la ONU adoptó una resolución sobre turismo sustentable como
parte de su "programa para la aplicación de la Agenda 21", el plan de acción adoptado
en la Cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro en 1992. Esta resolución
reconoce la necesidad de considerar la importancia del turismo en el contexto de la
Agenda 21. Entre otras cosas, establece que "para un modelo sustentable de consumo y
producción en el sector del turismo, es esencial fortalecer las políticas nacionales y
aumentar la capacidad en las áreas de planeamiento físico, evaluación de impacto y uso
de instrumentos económicos y regulatorios, así como en la información, la educación y
el marketing".
Es importante destacar que esta resolución de la ONU subraya la necesidad de una
regulación democrática del desarrollo del turismo, en contraste con los esfuerzos de
desregulación de los agentes de la globalización de la industria.
Para finalizar podemos decir que una parte muy importante de la población mundial
perdió la fe en la economía globalizada, al tener que pagar por las actividades de
especuladores inescrupulosos y sufrir además los programas de ajuste estructural
impuestos por el Fondo Monetario Internacional. Esto puede observarse en las
numerosas protestas antiglobalización en todo el mundo, incluido Estados Unidos.
Además, la crisis generó un considerable debate público sobre el impacto de la cultura y
el estilo de vida global, incluido el consumismo y el desperdicio de recursos.
A medida que las sociedades comienzan a reconocer que el crecimiento económico
extremadamente liberal, tiene efectos devastadores sobre la cultura y el ambiente,
perciben que es mejor una regulación estricta del turismo aunque eso implique la
limitación del número de visitantes y de la extensión espacial de las actividades
turísticas.
Lo que la actual situación parece confirmar es que el desarrollo mundial del turismo no
puede encaminarse hacia la sustentabilidad con las estructuras políticas y económicas
fijadas (por decirlo de alguna manera) por la globalización. Para ello es necesario dar
valor a la escala local para que juegue un rol particular en la realización de un proyecto
concreto de dinamización endógena y políticas participativas. Esto significa que los
esfuerzos para aplicar programas turísticos, sociales, ambientales y económicamente
sustentables, difícilmente tendrán éxito si no se realizan cambios estructurales
profundos en el sistema mundial. Por lo tanto las desigualdades seguirán siendo la
característica más importante en este momento de la historia de la humanidad y el
turismo solo lograra profundizarlas.
Bibliografía:
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