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la Edad delO.J.D.: Hielo, la Tierra expe276380 rimentó un aumento de tempeE.G.M.: 1851000 ratura de unos cinco grados centígrados. ATarifa: medida que la capa 13740 € helada que cubría gran parte de Área: 339 cm2 Norteamérica se retiraba hacia- los estudios de paleoclima. En aquel tiempo, el Ártico no tenía hielo en verano (fenómeno que, según los climatólogos, se dará de nuevo dentro de unos años) y 30% en las tierras cercanas la tempe- 2046 y 2065, y cinco o seis grados por encima de la media actual a finales de siglo. Esos modelos climáticos permiten analizar la respuesta física de la atmósfera y de los océanos a los futuro, 03/08/2013 como el efecto de las nunegie. Fecha: Los científicos analizan en su bes o el ciclo del carbono, pero afirmanSOCIEDAD que la mayor incertiinforme los efectos de estas alte-Sección: dumbre31 reside en el nivel que raciones sobre los ecosistemas yPáginas: advierten que muchas especies alcanzarán de las emisiones de tuvieron en el pasado que adap- la actividad humana. Cada raza tiene su propio sistema de regulación genética EMILIO DE BENITO, Madrid La raza está en los genes. Pero estos no son los únicos factores biológicos que identifican a cada población humana. El epigenoma —un sistema de activación o silenciamiento de los genes— también se ha demostrado específico, según un estudio del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (Idibell) que publica Genome Research. Para entender la importancia del epigenoma, basta pensar en que todas las células de nuestro cuerpo tienen los mismos genes. Pero unas son de músculo, otras neuronas, otras de hueso. La explicación de esta variedad es el epigenoma, que hace que los genes correspondientes estén activos o no. Es como si en un inmenso manual (el genoma) estuvieran las instrucciones para fabricar todas las herramientas de una ferretería. Solo un sistema de señalizaciones hace que los operarios sepan qué necesitan para hacer martillos, y qué para hacer sierras. Un sistema tan importante de activación y desactivación, de interruptor, biológicamente se resuelve con un sencillo mecanismo: ponerles una molécula de señalización. Como estas suelen ser grupos metilo, al proceso se llama metilación. El gen metilado queda, así, generalmente, inactivado. El descubrimiento del grupo que dirige Manel Esteller ha permitido asociar la secuencia de metilaciones a distintas razas. “Hemos estudiado los epigenomas de 300 individuos sanos de tres grandes poblaciones humanas (caucasianos de Estados Unidos, asiáticos de la etnia han de China y africanos subsaharianos) y hemos encontrado diferencias epigenéticas que permiten identificar cada grupo de humanos”, dice Esteller. Esta especificidad en el proceso de metilación es muy importante para el proceso adaptativo de las poblaciones humanas. La clave de la evolución son los cambios del genoma, pero esto es difí- Las tres razas, cuadro de Francisco Laso. cil. En cambio, cambiar la epigenética es mucho más fácil. Esta reacciona mejor al entorno. Esteller lo explica así: entre los cambios atribuidos a la metilación “cabe destacar los relacionados con la diferente resistencia a in- fecciones debidas a virus y bacterias”. Así que cuando alguien apele a que una raza lleva la música o la violencia en los genes para explicar que es algo inmutable, que piense que a lo mejor está en el epigenoma.