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INTRODUCCIÓN
El hombre ha intentado descifrar el misterio de sí mismo recurriendo a los
dioses, quizás intuyendo que ahí se hallaba la respuesta a la cuestión de sus orígenes y de su destino, o quizás creyendo que la palabra primera y última sobre el
hombre compete a la divinidad. Sin embargo, este intento prometeico no podría
dejar de encontrarse con unos límites derivados del hecho de que la naturaleza,
la historia, los dioses y la razón humana ni agotan el misterio de los orígenes
ni constituyen una respuesta definitiva a la cuestión del destino. Quizá, porque
en la nocturnidad que habita el misterio del hombre se dibuja la figura de una
‘Presencia’ que es la clave para su autocomprensión, por lo que no debe buscar
lejos de sí mismo la respuesta a su enigma, sino que debe retomar el itinerario
siempre nuevo de lo humano y del camino hacia dentro. Hecho de polvo de las
estrellas, no puede renunciar a la cuestión de su identidad, pues no puede suprimir ese ímpetu que tiende hacia las estrellas.
Por ello, su vida se desliza en un permanente estado de carencia, de deseo
de una respuesta plena que no termina de alcanzar, meta que continuamente
parece desplazarse delante de él. La interrogación “¿Qué es el hombre?” se
densifica cuando el hombre mismo se comprende como ‘asombro’ suscitado en
el interior mismo de Dios que lo llama a sobrepasar sus ilusiones y espejismos
a la hora de comprenderse: “¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el
ser humano para que de él te preocupes?” (Sal 8, 5). Con esta interrogación en
el corazón y en la esperanza de encontrar una respuesta en ‘exceso’ queremos
iniciar la justificación de este itinerario.
En el momento en que se plantea la cuestión de justificar la elección del
estudio de un autor determinado, diversas razones de orden circunstancial, sentimental e intelectual se mezclan formando un entramado denso en que se hace
difícil distinguir los distintos hilos que lo constituyen. Sin embargo, siempre es
posible distinguir los motivos que a priori han determinado esta elección de los
que se pueden hallar, a posteriori, una vez concluida la obra y alcanzada una
cierta distancia crítica que hace posible una perspectiva de conjunto.
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paulo rodrigues
A priori, la elección de Adolphe Gesché (1928-2003), insigne teólogo belga
de la academia lovaniense, se funda en el relieve que su obra ha adquirido en
los últimos años, en el mundo secular y teológico, como un ejemplo logrado de
diálogo con el pensamiento secular y la cultura contemporánea. Su capacidad
para dejarse estimular por los elementos enriquecedores de la cultura y por las
preguntas y esbozos de respuesta ahí latentes, aliada a su capacidad expositiva y
propositiva de los contenidos de la fe, conformes al lenguaje y comprensión contemporáneas, hacen de él un interlocutor destacado en el diálogo de la teología
con el pensamiento secular. A la calidad literaria de sus escritos, que cubren un
amplio espectro de temas teológicos, se une la claridad expositiva y el enriquecimiento aportado por los ‘ecos’ de los interlocutores de la otra ‘ladera’, cuyo
pensamiento jamás rechaza en bloque, sino que matiza continuamente, destacando lo que puede tomar como fuente de inspiración de su quehacer teológico y
circunscribiendo aquello que es incompatible con la fe cristiana. Por lo demás,
la ausencia general, hasta el momento, de estudios amplios o académicos dedicados a la obra del autor, constituyó un impulso para la realización de un itinerario
que señalase el valor y la originalidad de su aportación en el campo teológico.
A posteriori, concluido nuestro itinerario, emergen distintos motivos que
pueden ratificar la elección realizada. Adolphe Gesché es un teólogo provocador
que interpela y desinstala de ‘certezas’ adquiridas y respuestas petrificadas, de
cuestiones y claves de comprensión predeterminadas, enseñándonos a pensar
con ‘exceso’, a buscar los armónicos de lo divino en los ecos de la cultura humana y a abrirnos a la permanente novedad del Dios de las ‘sorpresas’.
La obra teológica de Gesché se diversifica en un amplio espectro temático,
por lo que es necesario justificar también la elección del estudio de la ‘antropología teológica’ en este teólogo. Aquí se identifican razones externas que derivan
de los retos de la contemporaneidad y razones internas que emergen de la configuración propia de la obra del autor.
La contemporaneidad se caracteriza por el perfilamiento de un humanismo
ateo, que apoyado en una particular lectura de la historia y reflexión filosófica,
pretende afirmar que un mundo sin Dios es un mundo más ‘humano’, pues
plantea la cuestión de la autonomía e identidad del hombre desde un dilema que
opone al hombre a Dios (aut homo aut Deus) y que sólo se resuelve por la eliminación de uno de los términos (en este caso por la eliminación de ‘Dios’). Así, la
‘muerte de Dios’ representa el presupuesto fundamental para la autorrealización
del hombre (Feuerbach, Marx, Nietzsche, Freud). Sin embargo, este ‘humanismo’ pronto se convierte en un anti-humanismo teórico y práctico, pues al negar
un Dios personal, un ‘Fundamento’, devalúa cualquier opción ética y se hace
incapaz de fundar adecuadamente la dignidad del hombre, por lo que a la ‘muer-
pensar al hombre
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te de Dios’ (Nietzsche, Merleau-Ponty) sucede la ‘muerte del hombre’ (Malraux,
Foucault), suspendido de sí mismo y relegado a un ‘desierto’ metafísico.
Las actuales circunstancias hacen necesario un discurso sobre el hombre
que, incorporando el contrapunto de la Alteridad, le libere del reduccionismo y
de la tautología en que le encierra una comprensión exclusiva desde sí mismo
y desde la pura inmanencia. De hecho, la problemática del hombre se plantea
de nuevo críticamente siempre que, al cerrarse el horizonte del sentido y de la
Trascendencia, se agudiza la conciencia de su finitud y precariedad. Por ello, la
problemática antropológica es la encrucijada del pensamiento actual, una vez
que la idea que se haga del hombre determina su historia y su destino. ¿No se
conquistará el hombre al contacto con el Absoluto?
La antropología teológica, como discurso sobre el hombre a la luz de la
revelación y de la fe, en el espejo de la Trascendencia, puede aquí aportar una
contribución única al permitir recuperar las dimensiones del hombre anuladas
por las antropologías reduccionistas, aportando una visión unitaria y coherente
del hombre afirmado como objeto privilegiado del amor de Dios, la única criatura que Dios ha querido por sí misma y que llama a participar de su vida divina.
El desarrollo de una antropología teológica que, asimilando las aportaciones
de las ciencias humanas, contemple el ser humano bajo la luz más intensa de
la revelación –la única que le da la medida exacta de lo que es–, constituye un
reto teológico ineludible en la contemporaneidad que se viene concretando en
numerosos artículos, manuales y monografías publicados en los últimos años1.
La elección del tema se justifica también por la naturaleza de la obra de
Gesché y su comprensión propia de la labor teológica. Por un lado, toda su
obra constituye un esfuerzo por propiciar la afirmación del Dios cristiano en
la conciencia de sus contemporáneos, por lo que trata de desentrañar Su huella
(vestigia Dei) en los interrogantes y deseos del hombre hodierno, expresadas
en la cultura, literatura y arte. Por otro lado, en su obra, aunque la teología no
pueda ser reducida a antropología, la consideración teológica del hombre le es
transversal, dado que la teología hablando de Dios, habla del hombre y de su
relación recíproca (teología antropológica). Por fuerza de razón, al menos desde
la Encarnación, hombre y Dios están ‘mutuamente’ referidos, dado que en el
Verbo Encarnado, Jesucristo, se propone al hombre el paradigma definitivo en
1 Para una perspectiva bibliográfica consultar: A. Matabosh, “‘Manuals’ d’antropologia teològica
en la dècada dels ’80 (I)”, Revista catalana de teología, 16 (1991), 187-201; Id.,“‘Manuals’ d’antropologia
teològica en la dècada dels ’80 (II)”, Revista catalana de teología, 16 (1991), 405-419; Id., “Llibres sobre
antropologia teològica en la dècada dels ’90 (I)”, Revista catalana de teología, 27 (2002), 465-481; Id.,
“Llibres sobre antropologia teològica en la dècada dels ’90 (II)”, Revista catalana de teología, 28 (2003),
489-506; Id., “Llibres sobre antropologia teològica en la dècada dels ’90 (III)”, Revista catalana de teología,
29 (2004), 477-494.
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el que puede descifrarse. Por ello, toda la obra de Gesché es un discurso del
hombre y sobre el hombre que habla de Dios en la fe.
Finalmente, el título Pensar al hombre, pretende reflejar adecuadamente
la especificidad del contenido de este libro y recoge un ‘eco’ del título programático de la obra teológica de Gesché Dieu pour penser, desarrollada en siete
volúmenes. Con ello, se pretende afirmar que deseamos realizar una reflexión
expositiva sobre el ‘hombre’. Sin embargo, no se trata de pensar en el hombre
desde cualquier punto de partida o perspectiva, sino de recoger en algunas líneas
axiales el pensamiento teológico de Gesché sobre el hombre, disperso en sus
obras, de modo que constituya una exposición sintética estructurada según un
principio formal que exprese y articule la lógica interna de su pensamiento y
pueda constituir el esbozo de una ‘antropología teológica’.
Dar forma sintética, articulada y estructurada al pensamiento del autor
sobre una temática omnipresente y dispersa a lo largo de cientos de páginas de
su obra Dieu pour penser, a que hemos limitado nuestro estudio, dado que ahí se
presenta su pensamiento ‘último’, significa disponer de un principio orientador y
de una estructura adecuada que permita expresar su pensamiento respetando su
lógica interna. De este modo, sería del todo inadecuado imponer un desarrollo
temático según el orden propuesto en diversos manuales de antropología teológica, pues ello no respetaría el ‘orden’ subyacente a la lógica interna del pensamiento del autor, conduciendo al riesgo de que el ‘contenido nuevo’ extravasara
y rompiera al ‘recipiente’.
La lectura de las obras de Gesché hace caer en la cuenta de que su itinerario
teológico no parte del hombre simplemente o del hombre ideal, sino del hombre
en su situación ‘real’, que carga el ‘peso’ de los interrogantes y contingencias de
la vida. Por ello, el mal, la muerte y la fatalidad, interrogantes que entrecruzan
el ‘enigma’ del hombre, constituyen un punto de partida que desarrolla e ilumina
bajo la luz que emana de la sobreabundancia de la gracia que es la ‘salvación’.
De un modo sintético, se podría afirmar que su itinerario “va del exceso del mal
a la sobreabundancia de la gracia por el camino del enigma”2. Este itinerario,
conforme explicitaremos en su momento, se realiza bajo un pensamiento sobreabundante (in mentis excessu), bajo la idea ‘excesiva’ que es Dios, el único que
puede resolver la contingencia inherente a la vida humana, que ilumina y descifra al ser humano en su realidad más profunda y el único que le puede ofrecer
ese ‘exceso’ inaudito que es la ‘salvación’.
Por todo ello, se optó por dotar a este libro de una estructura que pusiese en
evidencia las principales líneas axiales del pensamiento antropológico del autor,
2 J.-M. Maldamé, “L’anthropologie théologique de A. Gesché: de l’excès au mystère par le chemin
de l’énigme”, Le Supplément, 232 (2004), 78.
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evitando cualquier lectura parcial o unilateral que rompiese la estructura interna
de su pensamiento. En este sentido, no nos dejamos condicionar por esquemas
previos de lectura, o de estructura, sino que ordenamos los contenidos, buscando
el esquema más adecuado a la exposición y expresión de la lógica interna subyacente a su pensamiento. Juzgamos al final, que el hilo de Ariadna que atraviesa
este libro, permite un itinerario ‘paralelo’ –guarda una equidistancia sin ser
coincidente o superpuesto– al que se puede deducir de los escritos de Gesché.
Articulado en cinco capítulos, este itinerario se inicia con el capítulo “Un
‘exceso’ para pensar en el hombre” en que se contextualiza al autor y se esboza
su ‘epistemología teológica’, su metodología y su particular comprensión de la
teología y de la antropología teológica, tomando como perspectiva su visión
propia sobre estas cuestiones.
Dado que, como hemos referido, en la cuestión del enigma del hombre se
entrecruzan otras cuestiones que en cierto modo la preceden, provocan y constituyen el punto de partida de la reflexión teológica de Gesché, el segundo capítulo “Cuestiones previas sobre el ‘enigma’ del hombre” está dedicado a explicitar
los interrogantes y obstáculos fundamentales que se interponen en el camino del
hombre hacia la comprensión de sí mismo y su cumplimiento: el mal, el pecado,
la muerte y la fatalidad.
El capítulo tercero “La cuestión del hombre: del ‘enigma’ a la ‘identidad’”,
al interrogarse propiamente sobre la identidad del hombre, constituye el núcleo
de este libro. Ahí se descubre al hombre en una crisis de identidad en la confrontación con la Alteridad absoluta, su ‘prueba’ y camino hacia su identidad plena.
La recuperación del concepto de ‘creación’ permite el desarrollo de una ‘teología
de la creación’ adecuada para pensar en el hombre en su relación con el cosmos
y con Dios. Desde aquí, es posible comprender el desvelamiento cristiano de
la libertad humana como ‘creación’, por la que el hombre ‘creado creador’ es
imago Dei.
El capítulo cuarto “La ‘salvación’: el don de una respuesta en ‘exceso’”,
coronamiento de la estructura, se desarrolla desde la categoría de ‘salvación’
entendida en su doble dimensión de ‘liberación’ (sentido negativo) y ‘cumplimiento’ (sentido positivo). Este capítulo constituye a la vez una respuesta a los
interrogantes planteados en el capítulo segundo y la apertura del horizonte del
cumplimento del hombre, creado imago Dei y llamado a compartir la vida divina como hijo adoptivo en el Hijo. El desarrollo de la soteriología y escatología,
constituye la clave de bóveda de la antropología teológica, cerrando así el ‘arco’
salvífico que establece una lógica de continuidad entre creación y escatología,
inicio y fin, abarcando y descifrando el enigma del hombre desde los orígenes
hasta su consumación en la eternidad.
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El quinto capítulo “Una antropología teológica en diálogo”, al moverse
extramuros de la lógica interna del autor que habíamos desplegado en los capítulos precedentes, sirve de contrapunto al capítulo primero (se expone la perspectiva del autor sobre la antropología teológica), desarrollando una evaluación
de la ‘antropología teológica’ de Gesché y de su metodología teológica, con un
distanciamiento crítico que toma como perspectiva las líneas generales para una
antropología teológica dibujadas en la Constitución pastoral Gaudium et Spes y
la propuesta de J. L. Ruiz de la Peña para la estructuración de una antropología
teológica.
Intencionalmente articulamos los cinco capítulos en ‘quiasmo’ (A-B-C-B’A’) de modo que la temática planteada en el primer capítulo (A) tiene su contrapunto en el quinto (A’); las cuestiones que se abren en el segundo (B) alcanzan
su respuesta y resolución en el cuarto (B’); en el capítulo central situamos la
cuestión clave de la identidad del hombre (C). Esquemáticamente:
A. Capítulo I – Un ‘exceso’ para pensar en el hombre
B. Capítulo II – Cuestiones previas sobre el ‘enigma’ del hombre
C. Capítulo III – La cuestión del hombre: del ‘enigma’ a la ‘identidad’
B’. Capítulo IV – La ‘salvación’: el don de una respuesta en ‘exceso’
A’. Capítulo V – Una antropología teológica en diálogo
Esta correspondencia no se verifica solamente a un nivel ‘macroscópico’
sino también al nivel del desarrollo de los epígrafes de los capítulos, pues, por
ejemplo, cada una de las cuestiones que se desarrolla en el capítulo II (el mal,
el pecado, la muerte, la fatalidad) encuentra su respuesta en un epígrafe propio
del capítulo cuarto.
Esta forma de estructuración no obsta al desarrollo lineal de la temática,
expuesta en cinco capítulos que constituyen un cuerpo de pensamiento con
continuidad de fondo, de modo que cada uno da paso al siguiente. El trabajo
presente se despliega partiendo de la epistemología teológica de Gesché y de su
visión de la antropología (Cap. I), propone los grandes interrogantes y obstáculos que están presentes en el camino del hombre (Cap. II), plantea la cuestión
del enigma del hombre desvelando su especificidad a la luz de una teología de
la creación (Cap. III), para pasar en seguida al planteamiento de la liberación y
cumplimiento del hombre, como exceso de un don que es la salvación (Cap. IV),
convergiendo, al final, en una evaluación del itinerario realizado, un ejercicio
de valoración por contraste con la lógica de otras propuestas de antropología
teológica, cuanto a líneas axiales fundamentales y estructura posible (Cap. V).
pensar al hombre
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Naturalmente, desde el inicio somos conscientes de la amplitud del tema
elegido, el cual necesita de una acotación para adquirir proporciones abarcables.
No pretendemos aquí dar cuenta de todos los contenidos, cuestiones, implicaciones o desarrollos en esta materia desplegados a lo largo de toda la obra del
autor, con sus matices y evolución, sino que desarrollamos las cuestiones y
temas esenciales que forman parte de una antropología teológica fundamental y
especial que incorpora la teología de la creación, la soteriología y la escatología.
Los distintos epígrafes a lo largo de los capítulos II, III y IV, constituyen cuestiones y temas de antropología teológica, cuyo conjunto ofrece una visión de la
identidad, origen y destino del hombre según el pensamiento de Gesché.
Dada la amplitud de materiales disponibles y teniendo en cuenta la metodología de trabajo del autor optamos por circunscribir nuestro análisis más detallado al estudio de su obra Dieu pour penser, articulada en siete volúmenes, que
recoge artículos anteriormente publicados y a los que agrega nuevos materiales
explícitamente compuestos para cada volumen, a fin de completarlo y otorgarle
una cierta unidad orgánica. Nuestra opción se fundamenta en que esta obra, realizada al final de su vida, condensa lo más significativo de su pensamiento y su
posicionamiento definitivo en algunas cuestiones. No obstante, hemos querido
incorporar aportaciones de otros escritos suyos (artículos en revistas y en obras
de colaboración, fichas personales, etc.), siempre que creímos necesario introducir una aclaración, una precisión, un matiz, o incluso, cuando detectamos una
carencia de extensión en el tratamiento de una cuestión o temática.
En suma, proponemos un itinerario que estando en armonía con el pensamiento de Gesché y moviéndose en su lógica interna, reproduzca su pensamiento, lo descifre en su contexto y problemática, para percibir mejor cómo su obra
afronta la cuestión del hombre y su problemática a la luz de la Revelación y en
diálogo con la cultura contemporánea. Esto desde una perspectiva que, deseando
sea lo más ‘semejante’ posible a la del autor (itinerario paralelo), sin embargo,
será siempre la nuestra.