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Actores, escenas y clases de antropología y arqueología en la UNT
Patricia ARENAS 1
Sergio CARRIZO 2
The aim of this study is to investigate the production and teaching of academic anthropology and
archaeology, practiced within the scope of the National University of Tucuman, in the first half of
the twentieth century. This work will be done from the analysis of different types of documents. It
will take into account the lessons taught in the chairs where knowledge is deployed on
anthropology and archeology, the contents of these classes, the productions of literature and the
authors selected and used in classrooms. The broad universe of teachers has been used as selection
criteria to the practices in the directors chairs the Institute of Anthropology between 1938 and
1960. It will take into account production in classrooms and Liberani Hernández; Radamés Altieri;
the creation of the career of Anthropological Sciences at UNT; Branimiro Males and Pedro
Krapovickas.
Introducción
La Antropología como disciplina académica ha recorrido en el país una larga
historia institucional, en un campo disciplinar que comenzó a configurarse a fines
del XIX, con el auge de las creación de los museos y más tarde con creación de
cátedras y carreras universitarias.
Abordar el tema de la producción de la antropología y de la arqueología en la
periferia del centro de producción más importante del país, como fueron Buenos
Aires y La Plata, es colocarse en situación de hacer una arqueología del saber.
En este trabajo se contextualizarán las prácticas, escenas y actores, que en el
marco el Instituto de Antropología (hoy Instituto de Arqueología y Museo de la
Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo) marcaron el curso
histórico de las Ciencias del Hombre en Tucumán. Del amplio universo de
docentes se ha utilizado como criterio de selección a las prácticas en cátedras de
los directores del Instituto de Antropología haciendo énfasis, entre los años 1928
y 1960. Se trabajará con la producción de Radamés Altieri (1904-1942), la
creación de la carrera de Ciencias Antropológicas, Branimiro Males (1897-1968)
y Pedro Krapovickas (1926-1996). Asimismo se analiza una experiencia
pedagógica extrauniversitaria, que instala un tema en la comunidad tucumana.
Cada uno de ellos representa un trayecto del desarrollo institucional y tienen
además, miradas divergentes sobre las prácticas profesionales y sobre la forma de
enseñar antropología y arqueología. Esta condición ha llevado al Instituto de
Etnología de la UNT (hoy IAM) por distintas maneras del hacer del disciplinar.
Sin embargo es necesario aclarar, que esta investigación reconstruye una historia
altamente fragmentaria y que la misma se basa en documentación diversa y
dispersa. Por lo tanto, en algunos casos, existen informes de gestión y en otros
contamos con fuentes primera mano, como programas, etc. Esto determina su
carácter preliminar.
1
Al indagar estos actores académicos, sus producciones y sus transposiciones
didácticas, se busca interpretar el pasado disciplinar de la Antropología y la
Arqueología en su matriz provincial. Dicho pasado forma parte de la cultura
intelectual local, que puede ser entendida en sus lógicas y en relación con el
medio social que lo contiene.
Explorando y poniendo de manifiesto qué fue lo que estos antropólogos y
arqueólogos determinaron como lo antropológicamente plausible de ser
enseñado/aprendido, se intenta conformar una mirada reflexiva que aporte al
conocimiento de saberes disciplinares que fueron y son practicados en la UNT.
La Universidad Nacional de Tucumán, desde su misma fundación, por motivos
que hay que indagar con profundidad, tenía entre sus discursos a la Antropología
y la Arqueología. Además del Instituto de Etnología creado en 1928, en los
pliegues de las carreras de Derecho y en los profesorados de Historia y Geografía
aparecen las clases /de Antropología y de Arqueología/ en campos disciplinares
diferentes y con objetivos distintos. Por este motivo, nos interesa indagar en
momentos de la producción y enseñanza de aquellas disciplinas académicas,
impartidas desde diferentes espacios: el Colegio Nacional, el Instituto de
Arqueología y las carreras de Ciencias Antropológicas e Historia.
Un antecedente: la Arqueología en el Colegio
A fines del siglo XIX una imagen romántica de las cosas de indios circulaba en
los medios académicos y en el imaginario social de la época. El trabajo del
arqueólogo como buscador de tesoros y el descubrimiento de grandes ruinas del
pasado, movilizaron a aficionados y viajeros a su búsqueda. En la provincia, un
temprano descubrimiento efectuado en 1877 por el profesor de zoología y
botánica Inocencio Liberani y el dibujante Rafael Hermández, contribuyó a esta
imagen3.
El Colegio Nacional de San Miguel de Tucumán, fundado el 1 de marzo de 1865,
tenía como misión formar y dar continuidad en los estudios a los jóvenes varones
de la élite local. Estos colegios poseían gabinetes de ciencias naturales y pequeños
museos, con perfil de anticuarios y repositorios de objetos, en donde se exponían
restos humanos, fósiles y piezas paleontológicas. Por iniciativa personal en
diciembre de 1876, Liberani realizó una excursión a los Valles Calchaquíes para
buscar fósiles e incorporar piezas como material didáctico al Gabinete de Ciencias
Naturales del Colegio.
Liberani no sólo se encontró los fósiles que necesitaba, sino que además localizó
importantes sitios arqueológicos. El impacto que provocó el hallazgo de ruinas
pasa las fronteras provinciales y despiertan gran interés en el estado nacional. En
1877 O. Leguizamón, ministro de Justicia, Culto e Instrucción, financia una
nueva expedición. De esta manera el estado queda implicado en la práctica
arqueológica, no sólo como soporte financiero, sino que Liberani recibe
instrucciones del ministro sobre la forma de registro de las evidencias
2
arqueológicas: La recolección de los objetos más interesantes que pudiesen
atestiguar la existencia de una raza, haciendo vida civilizada, debe hacerse de la
manera más solemne y formal en presencia de varias personas, levantando en un
libro especial actas de cada descubrimiento que firmarán los presentes, para
comprobar en todo tiempo las exhumaciones hechas, con fijación de día y hora,
procedimientos empleados y demás hechos que sean conducentes a establecer la
autenticidad de las averiguaciones practicadas” 4.
Esta práctica que vincula arqueología, estado nacional y la provincia se da en
medio de un contexto político de construcción del estado nación y de delimitación
de las jurisdicciones provinciales (Carrizo 2009). El tema acá es si los hallazgos
de Liberani pertenecen o no a la provincia de Tucumán. Esto se verifica en la
presencia en los sitios arqueológicos de un notario que acreditaba la veracidad de
los hallazgos, por medio de un documento que daba fe de su autenticidad.
Los manuscritos de la expedición fueron difundidos, y el campo científico se hizo
eco del descubrimiento de Liberani. El naturalista Florentino Ameghino (18541911) contribuirá en gran parte a la divulgación de esta experiencia, pues en La
Antigüedad del Hombre en el Plata (1880) el autor nombrará a estos precursores
de la arqueología en el NOA. Las evidencias arqueológicas descubiertas formaran
parte de lo que posteriormente se denominó Período de Desarrollo Regionales
(950 d. C- 1480 d. C) y serán más tarde, objeto de estudio de los centros de
práctica de la arqueología emergente de fines del siglo XIX y comienzos de XX.
Por ejemplo, las expediciones del Museo Etnográfico de Buenos Aires (fundado
en 1904) que llevaron a Juan B. Ambrosetti a Pampa Grande (1906) y La Paya
(1907)5.
Sin embargo, y a pesar del impacto del descubrimiento, los resultados de la
expedición fueron tardíamente publicados por la UNT en los años 1950, por
una gestión llevada adelante por Ernesto Padilla (1873-1951). En ese momento, el
rector de la Universidad Horacio Descole, estará a cargo de la presentación de la
obra y el mismo Ernesto Padilla, escribirá del prólogo, donde se detallan las
peripecias de la empresa6.
Javier Nastri (2003) quien analizó en sentido de perspectiva histórica la
conformación de la región arqueológica de los Valles Calchaquíes, propone que el
resultado destacado de la expedición de Liberani fueron los dibujos de los
hallazgos. Este autor rescata la relevancia gráfica y no tanto interpretativa que
tuvieron los manuscritos de esta expedición y marca además, la red de sentidos
que la misma aportó a los conocimientos disciplinares propios de la arqueología.
Por lo anterior, la empresa de Liberani y Hernández será caracterizada como de
pionera en el campo de la disciplina de la época.
Sin embargo este descubrimiento tuvo una importante relevancia pedagógica. La
intensión de Liberani de enseñar a sus alumnos con objetos concretos y dar
materialidad a sus prácticas docentes es importante, pero también lo es, a la hora
de dar representación a una imagen de lo indio. Es significativo que mientras
Liberani recuperaba y relevaba materiales arqueológicos de indios muertos, el
3
estado nacional avanzaba su frontera contra el indio vivo. De alguna manera a
través de los objetos, Liberani hacía ingresar representaciones sobre los indígenas
en una institución formal de la educación argentina7. En los lugares donde no
existió este tipo de iniciativa, otros mecanismos fueron utilizados para dar
representación a lo aborigen. Podgorny (1999) ha investigado los manuales
escolares utilizados entre 1880 y 1987/89. Para esta autora la enseñanza de la
historia se mantuvo ligada en el discurso de los intelectuales, al sentimiento de la
nacionalidad, mientras que los objetos arqueológicos fueron prácticamente
olvidados de la didáctica de la Historia, pero sirvieron para dar un lugar social y
una imagen moralizante y ficcional, de los pueblos aborígenes. En la época, estos
terminaron en las vitrinas de los museos.
La labor desplegada por Liberani y Hernández, cuya contribución fue relevante,
constituye una escena dentro del decurso histórico de la Antropología y
Arqueología practicada en Tucumán. No llegó a configurar ni una tradición ni dio
origen a una institución especializada, lo que no es el caso de la experiencia, en la
UNT, del antropólogo suizo-norteamericano Alfred Métraux.
Un proyecto pedagógico a través de un museo
Los orígenes del actual Instituto de Arqueología y Museo se encuentran en la
organización planeada por la gestión de Juan B. Terán en 1928. Ese año se
convocó al antropólogo Alfred Métraux8. Su impronta está en la modernidad de su
proyecto académico-pedagógico que incluía la creación de un instituto de
investigación, un museo y una biblioteca. El proyecto se completaba con un
ambicioso plan editorial, equiparable con las publicaciones más importantes del
mundo en el área de los estudios antropológicos.
Mientras duró su gestión, estuvo en forma intermitente en la provincia entre 1928
y 1934. Formado como discípulo de Erland Nordesnkiöld y de Paul Rivet,
Métraux fue convocado por Terán, corresponsal de Rivet, para organizar un
instituto9 que llamó de Etnología, adhiriendo a una tradición francesa que relega a
la Antropología al campo de la Antropología Biológica.
El 7 de junio de 1928 Alfred Métraux escribió una carta a Terán en la que adjuntó
dos planes para este futuro instituto bajo el nombre: Proyectos sobre la creación
de un Museo Etnográfico y Arqueológico en la provincia de Tucumán y Proyecto
acerca de la formación de una biblioteca de etnografía americana en Tucumán10.
En ellos su objetivo fue claro: la investigación y la docencia. Métraux entendía
que formar colecciones etnográficas y arqueológicas eran necesarias para
investigar y para ser exhibidas como patrimonio. La idea de crear un museo
vinculado a la Universidad, se equiparaba con los casos del Etnográfico de la
Universidad de Buenos Aires (1904) y del de Ciencias Naturales de La Plata
(1883), donde investigación, docencia y exhibición se encontraban entre sus
objetivos principales.
La intensión pedagógica-formativa específica en temas antropológicos y
arqueológicos está presente en la creación de una Biblioteca de Americanismo
4
para Tucumán. En sus viajes a Europa busca catálogos y precios en Alemania y
Francia. Para comenzar la construcción de ese acerbo pone a disposición de las
autoridades de la UNT, su propia biblioteca.
El Museo debía exponer piezas para dar cuenta del mapa cultural de la diversidad
ecuménica. Por ello, realizó políticas de intercambio y venta de piezas a distintos
museos del mundo (del Hombre en París, el de Gotemburgo en Suecia). El
esfuerzo editorial fue para divulgar, no sólo sus propias investigaciones en el
NOA y en el Gran Chaco (Arenas 2002-2003), sino también abrió la revista a
especialistas internacionales que publican en su idioma original (Carrizo 2010),
como los casos del lingüista checo Loukotka; de los suecos Sven Loven; G.
Izikowitz, H. Ploetz y E. Nordenskiöld; G. Lindblom del Etnográfico de
Estocolmo; F. Speicer de Bale y H. Baldus de Berlin y el antropólogo alemán
Kurt Nimuendajú, lo que señala el ecumenismo del proyecto Métraux.
Sin duda, esta experiencia en una universidad de la doble periferia, resulta
significativa y a pesar de las quejas sobre el escaso presupuesto que manejó
Métraux para tan ambicioso proyecto, permitió a la UNT aparecer en la escena de
la antropología mundial (Francia, Alemania, Estados Unidos)
Los museos son la forma más directa de llegar a un público general con temas
como el mundo natural y cultural, el pasado y las tradiciones. Pero la pedagogía
de los museos es aún más amplia, pues no solo construyen discursos para el
público que los visita, sino también para disciplinar a la misma comunidad
académica, ya que encuadra e institucionaliza a las prácticas de las ciencias. En
este sentido, Podgorny y Lopes (2008) han estudiado aquellas instituciones
surgidas en el seno de las sociedades eruditas metropolitanas y provinciales como
lugares de producción de conocimientos científicos asociados a la especialización
disciplinar. El proyecto de museo de Métraux contemplaba una imagen
representativa de las culturas de la Argentina, teniendo en cuenta la existencia de
pueblos originarios contemporáneos, los que tendrían un lugar en el Museo. Esto
es sin duda una novedad como proyecto museográfico. Sin embargo el proyecto
educativo no quedó solo circunscrito al Museo y la Biblioteca, también pasó por
la cátedra. En 1930 pide autorización para dictar un curso libre de Etnología que
titula “Los elementos fundamentales de las civilizaciones indígenas de
Sudamérica”, para lo cual estaba especialmente preparado como etnógrafo.
El proyecto etnográfico de Métraux estaba diseñado para la región NOA. Tal
propuesta encajaba perfectamente con el regionalismo con el que había sido
diseñada la UNT. Su etnografía tuvo un sentido prospectivo, pues buscó y
exploró a comunidades aborígenes que se encontraban en proceso de desaparición,
haciendo una antropología de rescate. Pero además, porque dejó tendencia dentro
del campo antropológico nacional e internacional.
Los motivos del alejamiento de Métraux de Tucumán fueron múltiples: la
constante queja por la falta de presupuesto para sus trabajos; las penosas gestiones
que lleva adelante para publicar las revistas y la falta de apoyo económico para
sus viajes. Todo esto desgasta la voluntad de un joven antropólogo que
5
encontrará, en otros lugares dentro del campo de las Antropologías centrales, un
espacio para desplegar su vocación11. Queda así instalado una forma de hacer
antropología vinculada al campo etnológico que reúne el trabajo de campo
intensivo, las publicaciones de las investigaciones y la formación de colecciones
para museos públicos, con expresa intensión didáctica.
Etnohistoria para la Antropología y Arqueología
Por varias manos pasó la dirección del antiguo Instituto de Etnología fundado por
Métraux. Radamés Altieri (1903-1942) se hará cargo por un breve período entre
1938 y 1942. Sin titulo académico impartió clases de Etnografía y Prehistoria para
los estudiantes de la carrera de Historia, que había sido creada en 1936 en la
Facultad de Filosofía y Letras de la UNT. Con su gestión se seguirá sosteniendo
la línea de trabajo en etnografía y etnohistoria que Métraux proyectó para la
institución. Las fuentes etnohistóricas siempre tuvieron un lugar en las
investigaciones y publicaciones de Métraux, en tanto vías de interpretación para
los registros etnográficos, estrategia también empleada para la interpretación de
los contextos arqueológicos del NOA (entre otros, J. B. Ambrosetti, E. Boman, A.
Quiroga)
Altieri no tuvo la posibilidad de realizar estudios sistemáticos pero se dedicó, en
forma independiente a estudiar idiomas. Fue influenciado por R. Pardal y José
Imbelloni con quién trabó relación en el Museo Argentino de Ciencias Naturales,
donde trabajó (Tartusi 2000)12. Durante su gestión en la UNT, a través del
Departamento de Investigaciones Regionales recientemente fundado y que
funcionara por entonces en la FFyL, Altieri se dedica especialmente a editar las
Publicaciones Especiales del Instituto. Se trata de cinco publicaciones -entre 1939
y 1943-, que abordan aspectos lingüísticos de la lengua quechua, yunga y una
gramática mataca, proyecto al que se agrega la reedición del texto del Padre
Lozano (1773) sobre el Chaco Gualamba y el de Florian Pauke (1749-1767) sobre
los indios mocovíes13, trabajos de jesuitas misioneros, considerados preetnólogos: misioneros entre los infieles y propagadores de la fe.
A partir de estas publicaciones y de las investigaciones del mismo Altieri el difuso
campo de la Antropología se acerca más a los estudios de Etnohistoria en busca de
explicaciones y interpretaciones en Arqueología y la Etnografía Es así, como
este proyecto editorial toma dimensión dado que no hay antecedentes de
publicaciones de esta envergadura a nivel nacional. La UNT estuvo, desde un
principio comprometida con la política editorial en el campo de la Antropología.
La gestión Altieri dará continuidad a la experiencia de Métraux en el tema
(Carrizo 2010).
Para la edición de la obra de Pauke, Altieri tomó contacto con la Institución
Cultural Argentino Germano y con la industria azucarera representada, en este
caso, por Ricardo Staudt14, empresario, de origen alemán, ciudadano argentino
desde 1920, militante nazi y hábil con los negocios, lo que le permitía apoyar
emprendimientos culturales como este. Staudt fue el único orador en el Luna Park
el 13 de marzo de 1938, día que la comunidad germana festejó en Buenos Aires el
6
Anschluss (la anexión de Austria al Reich)15. La edición de la obra de Pauke fue
financiada por la UNT, por la Institución Cultural Argentino Germano, y por R.
Staudt. La imprenta Coni de Buenos Aires editó una serie de lujo de veinte
volúmenes numerada con números romanos: el “I fue para el Presidente de la
Nación, Ramón J. Castillo”; y, el II, para “SE der Führer und Reichskanzler Adolf
Hitler”, ejemplar enviado a la Embajada Alemana en Buenos Aires (Tartusi 2000:
19). Como gestor editorial Altieri aquí busca recursos fuera de la Universidad
para la edición de la obra, contactando con una institución cultural y con una
empresa privada azucarera.
En 1939 en Notas del Instituto de Antropología se edita la Guía para la
investigación etnológica de George Murdock16. Esta Guía comenzó a trabajarse
en 1937, con el objetivo de organizar los archivos culturales de los EEUU. El
primer ensayo se dio a conocer en 1937 y, dos años después, con la traducción de
Altieri, el Instituto editará una primera versión en español. Esta traducción tan
temprana, proyecta al Instituto a una escala continental.
En cuanto al campo disciplinar, el Instituto de Antropología venía realizando
trabajos que tenían la marca de un abordaje etnográfico de rescate y de la
antropología cultural clásica. Esto se acompañaba con la lectura y publicación de
fuentes etnohistóricas, la producción de monografías etnográficas, intensivos
trabajos de campo y la formación de colecciones. Se continúa una línea de trabajo
que se dirime entre abordajes sui generis de la Escuela Histórico-Cultural y los
desarrollos de los estudios de áreas realizados por la antropología norteamericana.
En 1940, Altieri solicita la incorporación del Instituto de Antropología (ex de
Etnología de Métraux) a Filosofía y Letras, para organizar una institución
científica con el museo, la biblioteca y las cátedras (Berberián y Capuano 1974).
Lo que podría considerarse en cierto sentido un cambio, salir de la esfera del
espacio académico de las ciencias naturales e instalar un discurso arqueológico y
antropológico en una facultad, en la que se forman expertos en Historia y
Geografía (Arenas-Taboada 2010).
Con respecto a la enseñanza de temas antropológicos, Altieri dictará clases de
Etnografía y de Prehistoria. De sus clases se desprenden conceptualizaciones de lo
se que entiende por Antropología. A la Etnografía la considera una disciplina
elástica que contempla el estudio de los grupos humanos que no pertenecerían a la
Historia, observados desde tres miradores: el aspecto somático, que incluye la
variedad racial y el origen de un grupo, el aspecto lingüístico y el aspecto cultural.
Este último abarca el campo ergológico (cultura material) y el campo animológico
(de anima=alma), representado por la religión, la filosofía, magia, forma de
gobierno y vida social17.
La Etnografía es colocada en el cuadro general de las Ciencias del Hombre que
abarcan la Antropología General, la Antropología Física y la Antropología
Cultural, que comprenden a su vez a la Arqueología, Etnología, Musicología y
Sociología Primitiva –esta caracterización remite a la Escuela Sociológica
Francesa-. Considera Altieri en sus clases que la Etnografía necesita ciencias
7
auxiliares como la Historia, invirtiendo la clásica ecuación de la Etnografía como
auxiliar de la Historia y disputándole el poder hegemónico que esta tenía en el
campo de las Ciencias Sociales. Desde George Niebuhr (1776-1831) y Leopoldo
von Ranke (1795-1886) el rigor científico, la proliferación de archivos y el
basamento de una profesión de historiador habían sido los elementos de la
plataforma para la creación de cátedras y departamentos de esta materia en varias
de las universidades europeas desde principios del siglo XIX, cuando todavía no
existía una tradición científica denominada Antropología18.
En sus clases también aparece como novedad de la época el Folklore “una ciencia
nueva de difícil explicación” que se encuentra “entre el mundo indígena y el
mundo español”. Siempre dentro de la Etnografía, junto al Folklore, se encuentra
también para Altieri la Tradición. Esta última debe ser entendida como una
ciencia que debe contemplar a pueblos con y sin escritura, como la Historia lo
hace. De esta manera en torno a la Etnografía aparecen disciplinas que tienen
como objeto de estudio, al patrimonio cultural de un pueblo.
Así las lecciones de Altieri configuran una Antropología que recorre ejes
temáticos como raza y cultura; cultura material, espiritual y mental, ciclos
culturales y lenguas indígenas. Trabaja espacios geográficos como el Gran
Chaco, que Métraux y Palavecino habían investigado. La bibliografía de las
clases era de origen alemán y de orientación histórico cultural, a la que le agregan
algunas lecturas de la antropología norteamericana como F. Boas y R. Lowie, lo
que muestra su actualización bibliográfica y una postura por lo menos ecléctica.
De los antropólogos locales enseña textos de Lehmann-Nietsche y José Imbelloni
y los clásicos de las fuentes etnohistóricas. Esta diversidad muestra un amplio
espectro de autores con distintas orientaciones. Su condición de traductor le
permitió producir materiales para ser utilizadas en las cátedras, que hoy pueden
consultarse en la Biblioteca Reyes Gajardo del IAM.
Las lecciones hacia adentro de la Carrera de Ciencias Antropológica
En 1947 se produce otro hito importante en la escena académica local: la creación
de la carrera de Ciencias Antropológicas, en el marco de un proyecto peronista de
Universidad. Fue cerrada en 1952 y solo egresaron dos antropólogos (Miguel
Angel Torres -más tarde director del IAM- y Graciela Soledad Nieto). Esta
experiencia -diez años antes de fundarse en la UBA, junto con las carreras de
Ciencias de la Educación, Psicología, y Sociología, en el marco de un proyecto
nacional desarrollista-, sienta un precedente de importancia dentro del campo de
la antropología/arqueología en la provincia. Las redes políticas y académicas que
permiten la creación de la carrera en Tucumán, para impartir en forma sistemática
clases que habiliten títulos para la práctica de la antropología, reúne voluntad
política, un cuerpo de profesores con un capital específico, una demanda desde
el entorno social y un lugar físico. La Facultad de Ciencias Culturales y Artes19
será el espacio en el que se generen las condiciones que hicieron posible la
creación de la carrera de Ciencias Antropológicas20, cuya denominación incluye
8
una concepción epistemológica, respecto de lo que un colectivo profesional,
señala como campo disciplinar.
En 1944 el Consejo Superior de la UNT aprueba el traspaso del Instituto de
Antropología a la Facultad de Filosofía y Letras, lo que marca un corrimiento
del campo de las ciencias naturales, locus del nacimiento de la experiencia del
campo de la Arqueología y la Etnología en la UNT, hacia las Ciencias Históricas
y las Humanidades. Materias vinculadas a la currícula de la naciente carrera se
dictaban en la facultad en los profesorados de Historia y Geografía, y muchos de
los profesores que se harán cargo de las cátedras de la flamante licenciatura
tenían la doble identidad de profesores de la casa e investigadores del Instituto de
Antropología.
Durante 1944- 1946 se dispone a reorganizar el Instituto de Antropología21
nombrando, en poco tiempo (1944-1947), una serie de administradores, con
distintos propósitos: Orestes Di Lullo, María de las Mercedes Constanzó, Antonio
Serrano y Osvaldo Paulotti. Orestes Di Lullo, un notable de la cultura santiagueña
de reconocida militancia peronista, se hace cargo brevemente como interventor
del Instituto de Antropología. Autor del Cancionero Popular de Santiago del
Estero, obra publicada en el marco de los proyectos de recuperación de
cancioneros populares incentivados por A. Rougés y E. Padilla. Hacia fines de
1946, María de las Mercedes Constanzó es convocada para “reestructurar” el
Instituto de Antropología22, siendo la primera mujer que, aunque de manera
interina, se hace cargo de la institución. Fue profesora de Prehistoria y Etnografía
en la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL, UNT) durante los años 1946-1947.
Luego, en septiembre de 1946, ya en la intervención reorganizadora de Horacio
Descole, es requerido el profesor Antonio Serrano (1899-1982). Era profesor
egresado de la Escuela Normal de Paraná y había estudiado Geografía e Historia
en la Facultad de Ciencias de la Educación de Paraná. Llegó a Tucumán como
“organizador general” con funciones directivas23, cargo del que se hará efectivo
en hasta octubre de 1946. Para ello fue solicitado a la Universidad Nacional de
Córdoba en donde se desempeñaba como Director del Instituto de Arqueología,
Lingüística y Folklore Doctor Monseñor Pablo Cabrera. En Tucumán estuvo sólo
alrededor de un mes para organizar el Instituto, aunque ya había pertenecido al
plantel docente de la UNT desde 1939, cuando fuera designado profesor titular de
Prehistoria y Arqueología Americana y Geografía Humana. En 1959 volverá a
ocupar cargos en la UNT.
La corta gestión de Osvaldo Paulotti (1947-1948) dejó huellas en la práctica de la
Antropología en el Instituto. Bajo su dirección el Instituto contó con una
vicedirección a cargo de Mario Uriondo24, y el plantel administrativo se
completaba con un Jefe de la Sección de Antropología, en este caso, Armando
Vivante, y otro de la Sección de Arqueología, a cargo de Dick Edgard Ibarra
Grasso. Completaban el equipo un encargado de la Sección Dibujo y Modelado;
otro de la Biblioteca; uno más de Restauración y ayudantes estudiantiles. Ya
aparecen en el Instituto, como adscriptos alumnos de la Carrera de Ciencias
Antropológicas recientemente creada. Esta organización remite a una unidad
9
académica estructurada para cumplir con funciones de investigación, docencia y
extensión a través del Museo y las cátedras, mostrando un plantel que ocupa
cargos administrativos en todos los rubros necesarios para la gestión de un
Instituto.
La carrera se gesta en este ambiente de cambio de política universitaria. Contará
con un equipo docente integrado por reconocidos antropólogos en el campo
nacional: Osvaldo Paulotti25 quien desarrolló una intensa actividad en el campo
de la Antropología Física. Armando Vivante, un porteño licenciado en Geografia
y doctorado en Filosofía que realizara trabajos en el campo de la Etnografía y el
folklore y el arqueólogo difusionista Dick Edgar Ibarra Grasso. Estos tuvieron a
su cargo el dictado materias específicas en los profesorados universitarios, a la vez
que cumplían con tareas de investigación en el Instituto. Un aspecto notable del
proyecto de la carrera es que incorporan como temática la museología, que
estaría a cargo Américo Giménez, Rodolfo Cerviño y Lidia B. Carrasco,
adelantándose a la inserción de esta especialidad como carrera universitaria26.
Esta se proponía formar licenciados especialistas en Antropología, Etnología y
Lingüística, además de técnicos museólogos, lo que no deja de ser una novedad en
el campo disciplinar de la época. La carrera convocaba una amplitud de docentes.
El estamento era diverso y en el convergían distintas practicas, formaciones,
intereses e ideologías que hacían de cada cátedra un universo temático, político y
por lo tanto epistemológico.
El plan de estudio de la carrera aprobado en 1947 estaba estructurado en tres
partes. La primera era el Ciclo Básico establecido por la Facultad de Ciencias
Culturales y Artes para todos los profesorados y licenciaturas. De este Ciclo
Básico y común se habrían desprendido alumnos de otras carreras interesados por
la Antropología, como lo es el caso del por ese entonces estudiante de Historia,
Rodolfo Cerviño que llegara a ser bibliotecario del Instituto de Arqueología.
En segundo término, y luego de finalizar este primer ciclo se continuaba con el
Ciclo Aplicado, el cual a su vez se presentaba en dos grupos, que a continuación
reproducimos:
“El Grupo A constaba con cursos como: Prehistoria General, Etnografía
General - ambas a cargo de Paulotti-, Lingüística Románica y General dictada por el Instituto de Lenguas y Literatura Española-,
Antropogeografía General -dictada por el Instituto de Estudios
Geográficos-, Sociología - dictada desde la carrera de Historia- y para
finalizar este grupo era necesario cumplimentar un Seminario de
Etnografía- Museología I a cargo del profesor Américo Giménez.
El Grupo B constaba por su parte con cursos como: Arqueología
Americana, Etnografía Americana, Antropología Física General y
Americana, Lenguas Americanas - a cargo de Dick Edgar Ibarra Grasso-,
Folklore - a cargo de Armando Vivante-, y con respecto al Seminario de este
grupo se presentaban dos alternativas, por un lado Museología II a cargo
de Rodolfo Cerviño, por otro lado aparecía la alternativa de: Técnicas del
arqueólogo y del etnógrafo, entendida esta como Antropología Social.
Existía además un tercer Ciclo de Especializaciones dividido en tres
secciones: Sección de Etnología, Sección de Antropología Física y Sección
Lingüística.
La primera de las especializaciones, que estaba abocada íntegramente a la
Etnología con cursos como: Arqueología Argentina, Museología General y
Americana, Civilizaciones e Instituciones Indígenas, y con tres seminarios:
10
Religiones y Mitografía Americanas, Fuentes Americanas y Técnicas de
excavaciones y relevamientos.
La segunda de las especializaciones del tercer ciclo de la carrera estaba
dedicada a la Antropología Física que constaba en los cursos con tres
espacios: Anatomía e Histología, dictada por el Instituto de Fisiología de la
carrera de Farmacia y Bioquímica, Biología General, también dictada por
la cátedra de la carrera anteriormente mencionada y Geología General,
dictada por el Instituto de Geología y Mineralogía. Además esta
especialización constaba entre sus seminarios con tres espacios:
Somatología, Biotipología y Matemática y Estadística.
La tercera de las posibilidades de las especializaciones estaba abocada a la
Lingüística, con dos cursos: Civilizaciones e Instituciones Indígenas y
Lenguas de cultura americana. Además aparecía en esta especialidad dos
seminarios: Religiones y Mitografía Americanas y Técnica del Lingüista”27.
En el grupo A de materias aparece como novedad un espacio vinculado a las
lenguas románicas – latín y lenguas indoeuropeas- para el estudio de fuentes,
una arqueología prehistórica y una materia de orientación sociología, lo que no
deja de ser una novedad. Es posible, que el perfil dado a la carrera se proponga la
formación de recursos humanos locales para la administración y gestión de los
museos. Se incorporan materias técnicas del arqueólogo y del antropólogo.
En la etapa de Especialización –Etnología (mitografía, religión, civilizaciones e
instituciones indígenas; Antropología Física (bioquímica, farmacia, histología y
geología somatología y biotipología) y Lingüística (lenguas indígenas y técnicas
lingüística). En esta currícula no aparece la Arqueología como especialización,
cuya práctica, si bien estuvo inserta en el Instituto no tuvo un desarrollo
importante sino hasta pasados los años ´60, cuando curiosamente el Instituto
desaparece para fusionarse como Museo de Arqueología.
La reforma de Horacio Descole planteó, la reestructuración universitaria a través
de departamentos e institutos. En 1947, las lecciones de Antropología y
Arqueología dependerán del Departamento de Antropología. Allí funcionarán las
secciones Etnografía, Arqueología, Antropología Física, Folklore y Fuentes
Americanas (esta última ligada a la Etnohistoria). Los estudios de folklore habían
tenido un gran impulso y apoyo del gobierno y de la Universidad, financiando los
trabajos de campo y publicaciones de Juan Alfonso Carrizo – cancioneros
populares de las provincias del NOA, generando así un campo de estudio
específico.
El cierre de la carrera en 1952, se produce en el marco de una gestión
universitaria por lo menos conflictiva. Aceñolaza (2008) marca una caída
desacelerada de las inversiones presupuestarias para sueldos docentes y los
laboratorios de investigación. Los profesores de la licenciatura no eran en su
mayoría tucumanos y hay documentación de archivo que muestra los constantes
reclamos de pagos de sueldos y partidas presupuestarias.
Antropología para la comunidad organizada
11
El campo de la Antropología en Tucumán a parece en escena con las Etnografía
de áreas de Métraux y las experiencias museográficas que privilegian las
clasificaciones por áreas geográficas. La Arqueología practicada también
tempranamente, abrió un campo de estudio amplio en el NOA que luego será
retomado en los años ´60.
El campo de la Antropología Física (hoy Biológica) tenía en la Argentina una
larga tradición iniciada en los primeros trabajos en el Museo de La Plata, a fines
del siglo XIX y comienzos del XX, donde la problemática del hombre fósil
americano y el origen mismo de los americanos, permitió la constitución de un
campo disciplinar. Más tarde, fueron con los trabajos de José Imbelloni, que la
especialidad cobra relevancia, sobre todo con sus cuadros clasificatorios de la
población americana, basados en características somáticas y craneoscópicas, los
que pretendían dar cuenta de los orígenes raciales y variaciones culturales,
desde paradigmas antievolucionistas y antimaterialistas.
Pero Tucumán será el espacio académico en el que la Antropología Física se
transforma en el estudio de las poblaciones vivientes, en una suerte de
Antropología e Higiene, Antropología Escolar y Militar, dentro de una
Antropología definida en la época como social. Esto se da en el marco de un
proyecto político que tenía al pueblo de la nación como sujeto histórico. Será la
incorporación del antropólogo servio-croata Branimiro Males, quien instalará
estas temáticas en el seno de la comunidad científicas local. Males ingresa a la
UNT por vía extraordinaria, a pedido de Paulotti que era director interino del
Instituto de Antropología. El artículo 61 de la Ley Nº13.031 permitía nombrar
profesores en forma directa sin pasar por concursos de ningún tipo. Se lo contrató
para dictar la materia Antropología Física General. Como mencionamos
anteriormente, Males asume como “encargado interino” el 4 de diciembre de
1948 y dos años más tarde será nombrado Director del Instituto de
Antropología28, cargo que ejerció hasta 1958.
En 1946 en Buenos Aires se había creado el Instituto Étnico Nacional (IEN), en el
marco de un plan de políticas públicas del gobierno del General Perón. Se definió
a sí mismo, como “una entidad dedicada a la investigación seria (...) de nuestro
propio pueblo” (IEN 1948)29. Funcionó dentro distintas estructuras del estado
nacional. El mismo Perón, en un discurso en 1946, reclama un estudio
antropológico de la población que permita garantizar la asimilación de los
inmigrantes a la Nación en proceso de re-construcción, mediante el conocimiento
científico de la población30. Se proponía como una institución capaz de llevar
adelante el estudio antropológico de la población nativa y de su distribución
territorial, tanto desde el punto de vista somatológico como sociocultural,
generando pautas que operaran, entre otras cosas, como selectores de inmigración
conveniente para la etapa.
Males fue jefe de sección de Antropología Racial ni bien llegado de Europa,
durante la gestión de Santiago Peralta, antropólogo de reconocida militancia
antisemita31. En 1952 se le encargó la organización y la dirección del Instituto
Étnico del Norte Argentino, que dirigió hasta 1954. Durante la gestión de
12
Descole se crean Institutos y delegaciones (misiones) en las provincias de Salta,
Jujuy, Santiago del Estero, Chaco y Formosa. En Salta es que B. Males
desarrollará parte de su intensa actividad académica ocupando también el cargo
de Jefe de Laboratorio Provincial de Antropología de esa provincia. Además de
sus antecedentes en gestiones vinculadas al Estado, Males estuvo a cargo (entre
los años 1950-1952) de las cátedras de Antropometría, Etnología y de Defensa
Nacional, que funcionaba en la UNT, en la que dictaba Antropología y
Etnogénesis Argentinas32.
A través de Males la Antropología estará presente en el II Congreso de
Planificación (Salta, 1950); el Congreso de Psicología Argentino (Salta Tucumán, 1953) y el Seminario Regional de la Vivienda del Noroeste Argentino
(1955). Es así como Antropología se relaciona estrechamente con el Estado que
demanda los saberes y prácticas de la disciplina en distintos campos, haciéndose
cargo de asesoramientos en cuestiones étnicas, teniendo presencia en el
Ministerio de Defensa, contribuyendo al desarrollo físico y mental de la
población, comprometida con temas vinculados el pueblo (como nuevo sujeto
socio-antropológico).
Así la Antropología estará al servicio de un proyecto político que hace irrumpir en
la escena política a nuevos actores sociales receptores de políticas públicas, en el
que la Antropología puede aportar su capital científico. En este contexto, aparece
por primera vez en el campo de la Antropología lo que Males llamó Antropología
Social, definida en este contexto como aquella que se ocupa de las influencias
del medio ambiente social en la formación y preformación de las variaciones
típicas, sean morfológicas, sean funcionales o psíquicos (Males 1953:247)
El médico social, el estudioso de las cuestiones sociales, el legislador de trabajo,
el político no podría ignorar los resultados de esta Antropología, pues
conociéndolas se convencerán que siempre hay un ritmo y compensación en las
variaciones humanas y que las manifestaciones de la vida, sean de forma o de
función, siempre obedecerían a causas determinadas (op.cit.). Es así como los
reglamentos, las normas deben coincidir armónicamente con las necesidades de la
gente. Esta será la contribución a una sociedad más justa y más sana.
Dos museos sin Instituto: la gestión de Pedro Krapovickas
En 1959 se produce la desaparición legal del Instituto como unidad de
investigación y docencia, trasformándose en dos museos: el de Etnografía y el de
Prehistoria. El proyecto de Males de desarrollar una institución de Antropología
Aplicada al campo de la biología humana se diluye. Se dejan de publicar las
revistas del Instituto y aparecen en la escena institucional estos dos museos. En
mayo de 1960, historiador y arqueólogo Pedro Krapovickas se hará cargo de
dictar la cátedra de Prehistoria y Arqueología de la carrera de Historia en FFyL33.
En 1962 se hará cargo también, por extensión de sus funciones docentes, de la
dirección del Museo de Prehistoria y Etnografía y de realizar trabajos de
investigación en la especialidad”34. En términos administrativos ya no existe el
13
Instituto. En la misma disposición se le encarga formar discípulos y crear un
equipo de investigadores preferentemente argentinos, que sean capaces de
continuar por sí solos la obra de conjunto emprendida y de realizar obra propia y
original en la especialidad elegida”35, aquí aparece una vez más la idea de los
recursos humanos locales.
Krapovickas enseña en la cátedra y además investiga. Sus contribuciones están
dedicadas a la Arqueología de las tierras altas del NOA, en especial del altiplano
andino (Krapovickas 1965). Sus textos abordaron distintos tópicos: registros y
análisis de colecciones recuperadas por otros investigadores; vínculos entre
vestigios arqueológicos y sociedades contemporáneas al ingreso de los
conquistadores; además de un conjunto importante de trabajos monográficos
sobre áreas y sitios (Albeck y Ruiz 2004). Antes de asumir la dirección del
Instituto, en 1958-1959 publica un texto que se constituiría en un clásico de la
disciplina, de consulta obligada de varias generaciones de especialistas:
Arqueología de la Puna Argentina, publicado por la Universidad Nacional de
Cuyo, temática en la que continuó trabajando durante su gestión como Director
del Instituto.
Aparentemente Krapovickas realiza sólo una excavación arqueológica en
Tucumán, y es consecuencia de la información brindada por un miembro de la
Fundación Miguel Lillo. Es así que, en 1961, excava en Alto de Medina, en una
finca de propiedad del Dr. Usandivaras, miembro de la Comisión Asesora de la
Fundación Miguel Lillo (Krapovickas 1968). En el trabajo se describe la
excavación y se analizan e interpretan los materiales. Sin embargo, en la Base de
Datos del IAM no hay registro de materiales procedentes de este sitio. Dos
publicaciones lo vinculan con la Arqueología de Tucumán y fueron realizadas
durante su gestión como Director. Por un lado, el texto mencionado anteriormente
sobre la excavación en Alto de Medina, publicado en Chile recién en 1968
(Krapovickas 1968). Por otro, la descripción detallada de una pieza del Museo de
Prehistoria de Tucumán (Krapovickas 1961).
Durante los años de su gestión en Tucumán también participó en la Misión
franco-argentina a Sudán para apoyar los trabajos de rescate de la UNESCO por
la construcción de la Represa de Asuán (Aksha)36. Esta misión fue dirigida por el
historiador Abraham Rosenvasser participando Pedro Krapovickas y el
arqueólogo Alberto Rex González. La importancia de la misión argentina al
Sudán puede apreciarse en el hecho de que, en sesión del 7 de noviembre de 1962,
el Honorable Consejo Universitario de la UNT concede licencia con goce de
haberes a Krapovickas y además, le otorga una ayuda de mil dólares para
participar en la misión37.
Para Krapovickas (s/f) la universidad tiene un rol importante en la formación de
arqueólogos. En este sentido, considera que la tarea debe cumplir con tres
aspectos fundamentales: la creación de un saber arqueológico, es decir un
experto en un campo específico; la difusión de ese saber, o sea la publicación de
los resultados en el campo de las prácticas y la conservación por medio de los
14
museos universitarios y la protección de los monumentos históricos y
arqueológicos.
En el aspecto educativo Krapovickas (op.cit) hace énfasis en que la enseñanza de
la Arqueología debe ceñirse a serias reglas metodológicas y que debe caminarse
hacia dos direcciones: una es la formación general que dan las asignaturas en las
carreras en las cuales están incluidas, la otra, es la creación especial de personal
científico idóneo, tarea que por resolución se le había encomendado. Este énfasis
en la formación especifica universitaria hacia dentro del campo de la Arqueología
viene a poner orden en tanto la práctica de la disciplina era llevada adelante por
distintos actores, sin formación académica específica, muchas veces en calidad
de aficionados. Es un intento de dar especificad y peso a la formación
universitaria.
Krapovickas sitúa los orígenes de la Arqueología en la Argentina entre los años
1875 y 1880 con los primeros trabajos y comunicaciones que se pueden
caracterizar como arqueológicas y que aportan los primeros datos sobre
antigüedades prehispánicas. De esta época son los nombres de los casi legendarios
Liberani y Hernández, que aparecen aquí fundando una genealogía para la
Arqueología del NOA, a pesar de ser esta cuestión todavía discutida con los
porteños.
Algunas reflexiones para profundizar
A través de Liberani y Hernández, en la provincia de Tucumán la práctica
arqueológica aparece tempranamente. Si bien surge fuera del espacio
universitario, logra en ese momento conformar una de las tantas instancias de
partida que el campo disciplinar tuvo en nuestro. También el relevante de la
expedición de Liberani y Hernández el carácter pedagógico que la misma tuvo.
Deberemos esperar hasta la llegada de Métraux para que la UNT proyectara una
Antropología académica que aparece definida como Etnología y con una misión
de rescate frente a un mundo que se va (Métraux). Este primer proyecto estuvo
vinculado a la creación un museo – para la difusión de saberes a un público
general-, la formación de una biblioteca especializada y la edición de una serie
de publicaciones que dieran cuenta de los trabajos realizados en la región y el
mundo.
Con el alejamiento de Métraux el decurso del Instituto siguió por vías que su
primer director había trazado. La Antropología se vuelve Etnohistoria en la
gestión Altieri que sigue haciendo énfasis en el aspecto editorial. A la tarea
investigativa se le sumaron las clases en las cátedras de los profesorados. De esta
manera se cumplía una doble tarea: investigar y enseñar. La década de 1930
marca el ingreso de la Antropología en los claustros de la UNT en espacios
definidos y con los contenidos específicos de la disciplina.
15
Sin embargo la introducción de materias vinculadas a las Ciencias del Hombre y
el desarrollo de una institución abocada a la temática, propulsó la creación de la
carrera de Ciencias Antropológicas en el contexto de una administración
peronista. Esta iniciativa, de corta duración, marca la capacidad organizativa y de
gestión del colectivo de antropólogos que generaron el proyecto. Es necesario
seguir indagando los factores que determinaron su cierre.
Los contenidos de las materias dictadas para los profesorados y en la carrera
marcan una formación erudita de sus docentes, los cuales utilizan tanto autores
clásicos de la Antropología germana de la época como los de la Antropología
norteamericana. Los textos de autores locales, sobre todo las lecturas que hacen
de Imbelloni, señalan una preferencia por el paradigma Histórico-Cultural de
origen vienés.
Con la búsqueda de la UNT de formar especialistas locales a través de la carrera
aparece, a través de B. Males, una Antropología que estará al servicio de un
proyecto político. Dicho proyecto incorporó a nuevos actores sociales los cuales
fueron receptores de políticas públicas. Pero para generar tales políticas se hacía
necesario que distintas disciplinas científicas aportaran conocimiento, y en ello la
Antropología no se quedará atrás.
La década de 1960 marcará un giro y un retorno en la dinámica de la
Antropología practicada en la UNT. La vuelta con énfasis a la Arqueología, de la
mano de Pedro Krapovickas, puede ser el inicio de la historia actual del Instituto
de Arqueología y Museo. En cierto sentido varios de elementos que su mirada
prescriptiva señalaba, en torno a la enseñanza de la arqueología universitaria, se
han visto plasmados en los egresados que en esta especialidad la UNT dio y
seguirá dando.
1
Instituto de Arqueología y Museo- Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo- Universidad Nacional de
Tucumán- [email protected]
2
Instituto de Arqueología y Museo- Facultad de Filosofía y Letras- Universidad Nacional de Tucumá[email protected]
3
Inocencio Liberani nació en Ancona, Italia, el 28 de Agosto de 1847. Llegó a Buenos Aires proveniente de ese país en
1874. Fue nombrado por el presidente Nicolás Avellaneda Profesor de Zoología y Botánica del Departamento Agronómico
(hoy Escuela de Agricultura y Sacarotecnia) y Profesor de Historia Natural del Colegio Nacional (1872/1905). Además fue
Profesor de Historia Natural, Fisiología, Higiene, Física y Química de la Escuela Normal, a propuesta del Director D. Paul
Groussac (1878). Trabajó como presidente de la Comisión Nacional de Higiene en la Provincia. Incursionó en política,
siendo Concejal Municipal en cinco períodos (1882, 1890, 1894, 1895 y 1880). Asistió a la provincia en cuestiones
pedagógicas. Falleció en esta provincia el 15 de Diciembre de 1921. Rafael Hernández: fue el dibujante de la expedición.
Sin datos biográficos.
4
Liberani y Hernández, 1950:137.
5
Para una reseña de la obra de Ambrosetti, consultar Babot, P. 1998.
6
Actualmente la Biblioteca del IAM cuenta, entre sus obras más importantes, con el original de 1877, donde se han
señalado con lápiz las correcciones y agregados que habrían de hacerse para la edición de 1950.
7
No existen referencias sobre las piezas arqueológicas aportadas por Liberani. Tal vez formaron parte del Museo de
Historia Natural de la provincia, creado en 1915.
8
Nacido en 1902 en Lausana (Suiza), Alfred Métraux, se crió en la ciudad de Mendoza donde su padre fue un reconocido
cirujano. Estudió en el Gymnasium de Lausana y siguió sus estudios en l´École Nationale de Langues Orientales (se
diploma en 1925); en La Sorbona (se doctora en 1928). Continuó sus estudios en Suecia con Erland Nortdenskiöld en el
Museo Etnográfico de Göteborg. Su erudición ya venía marcada por estas experiencias de estudio en los lugares más
importantes para la formación en disciplinas como la Etnología. Fue también alumno de Paul Rivet, quien lo relacionó con
la UNT y, más específicamente, con J. B. Terán, su rector. Para aspectos biográficos y de su obra, remitimos a: Aurioi y
Monnier [eds.] (1998), Arenas (1998, 2002-2003), Bilbao (2002), Monnier (2003), entre otros.
16
9
El 30 de octubre es la fecha de inicio del contrato de Métraux, aunque se firma recién el 19 de diciembre de 1928, cuando
llega a Tucumán. El contrato es por dos años, con un sueldo de $800, suma relativamente importante. Legajo Métraux, A.
R. UNT.
10
Carta de A. Métraux a J. B. Terán, 07/06/1928, Göteborg. Legajo Métraux, A. R. UNT.
11
Luego de su paso por la UNT, Métraux iniciará un gran periplo que mostrará su gran cosmopolitismo y las redes
científicas que armó durante su etapa por Tucumán. En 1936-38, se lo encuentra en Bishop Museeum de Honolulu; en
1938-39, como profesor invitado en la Universidad de Yale; 1939-1941, es becario de la Fundación Guggenheim con la que
visita Bolivia y el Gran Chaco argentino. En 1940 vuelve a EEUU y renueva la Beca. Formó parte del Institute of Human
Relations Area Fields entre 1941-1945 y del Bureau of American Indians y trabaja en la edición del Handbook of American
Indians.
12
Se trata de un trabajo inédito de Marta Tartusi, presentado en el VI Congreso Argentino de Antropología Social
(septiembre de 2000, Mar del Plata), donde realiza una aproximación a la gestión de Altieri en el Instituto. El artículo está
basado en documentos a los que tuvo acceso, pero que no se encuentran en el actual archivo del IAM. Una copia fue
entregada a P. Arenas, en vísperas del Congreso.
13
Florian Pauke, Hacia allá y para acá (Una estada entre los indios mocovíes. 1749 - 1767).
14
Staudt fue tesorero de dicha institución, cuyo director era el tucumano Gregorio Aráoz Alfaro. En su ciudad natal, Berlín,
realizó estudios de derecho y en Bélgica se especializó en técnicas textiles. Después de la Primera Guerra, se estableció en
la Argentina, donde se desempeñó como cónsul de Honduras y después de Austria, hasta las vísperas de la Segunda Guerra.
Al nacionalizarse argentino (en 1921), el gobierno de los EEUU no pudo reclamarlo al final de la guerra. Desarrolló
grandes negocios a partir de una asociación con la compañía Siemens destinada a representar, ante el gobierno argentino, a
la fábrica de armas Bofors. En la década del treinta fue un contribuyente importante de las campañas de recolección de
fondos organizadas por los nazis en la Argentina (Rogelio García Lupo, diario La Nación, “El complot del Dr. Perriaux”,
edición del 18/03/2001).
15
De este gobierno anexionista, fue Ministro de Educación el austriaco Osvaldo Franciscus Ambrosius Menghin (18881973), profesor de Prehistoria en las Universidades de Buenos Aires y La Plata entre 1948 y 1973 (Arenas 2009).
1616
Murdock consultó a más de cien especialistas y así fue construyendo la versión final. La primera estuvo estrechamente
vinculada al proyecto del Institute of Human Relations de la Universidad de Yale, conocido como Cross-Cultural Survey.
En 1942, la Oficina del Coordinador de Asuntos Interamericanos de Gobierno de los EEUU hizo un contrato con la
Universidad de Yale para preparar un Índice Estratégico de América Latina. También el estado norteamericano encargó a
la misma institución una Guía para ser utilizada en las Islas del Pacífico. Así fue como se prepararon manuales para uso de
las fuerzas armadas y los servicios militares de espionaje e inteligencia, es decir, las investigaciones antropológicas y las
estrategias militares relacionadas estrechamente (Palerm y Palerm 1989).
17
Apuntes de Etnografía – Radamés Altieri 1941. Archivo del Instituto de Arqueología y Museo (IAM- UNT)
18
Consultar Moradiellos, E. 2001
19
La Facultad de Filosofía y Letras, opera un cambio de denominación –Facultad de Ciencias Culturales y Artes- que más
allá de los semántico, marca una postura frente a los campos disciplinares y una orientación que será necesaria indagar
20
Igual titulo que hasta hoy otorga la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Buenos Aires.
21
Un local destinado a la Dirección, Secretaría, Biblioteca, Sección Etnográfica y el Museo de Etnografía y Folklore,
ubicado en la calle Buenos Aires 260. Otro local con la Sección Arqueología, Prehistoria, Sección Americanística, el
Museo de Arqueología y Prehistoria, en la calle Laprida 366
22
Expediente 3954/F/1946, nota del 01/08/1946, A. R. UNT.
23
Expediente Nº 4844/F/946, nota del 11/09/1946, A. R. UNT.
24
Uriondo era egresado de la Facultad de Ciencias Culturales y Artes. De la Secretaría del Instituto de Etnografía pasó a
Jefe de Sección y ocupó también el cargo de Director Interino.
25
Estudió grupos sanguíneos de la Puna (1943-45); somatología de los indios del Chaco (1948); comportamiento racial y
sexual de las reacciones gustativas (1949); somatología de los indios chaquenses (1949); craneología de Catamarca (1949)
y tipología de cráneos del noroeste (1950).
26
En la UNT en la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo se otorga actualmente el titulo de técnico
Universitario en Documentación y Museología Arqueológica
27
Revista del Instituto de Antropología, UNT, vol. 3, nº3, 1947.
28
Expediente 1153-C-950, 29/12/1950, A. R. UNT.
29
Palabras Inaugurales, Anales del Instituto Étnico Nacional, 1948, Tomo I, s/n de página.
30
Segunda Conferencia de Prensa del General Perón sobre el Plan Quinquenal, 2 de octubre de 1946.
31
Esta etapa coloca también al Instituto de la UNT en una larga lista de administraciones universitarias que estuvieron a
cargo de antropólogos europeos con fuerte relación y compromiso con el nazismo (Lazzari 2004; Carrizo 2007; Arenas
2009). Males está denunciado como uno de ellos.
32
En una carta que se encuentra en su Legajo Personal (Expediente Nº 40182/958), se lee: “El estudio de la población
argentina se inició únicamente por el Dr. Males (en 1947): no conocemos la antropología (morfológica y funcional) del
Hombre Argentino. La Secretaria de Guerra va a apoyar con todos los medios al Prof. Males, como apoyó siempre. La
provincia y el Comando de Salta van a organizar y ya cuenta con los medios para el traslado (avioneta de la Provincia y
avión militar Salta - Tucumán o Tartagal - Jujuy)”. Documento sin firma, A. R. UNT.
33
Expediente Nº 75.812-K-960, 23/05/1960. Legajo Krapovickas, A. R. UNT.
34
Expediente Nº 76.268-K-962, 27/07/62. Legajo Krapovickas, A. R. UNT.
35
Expediente Nº 76.268-K-962. Resolución Nº 263-20-962. Legajo Krapovickas, A. R. UNT.
36
La misión realizó, entre 1961 y 1963; los objetos egipcios recuperados fueron distribuidos entre Argentina, Sudán y
Francia ([http://www.fcnym.unlp.edu.ar/museo/info-excavacion.htm]).
37
Expediente Nº 76865-962. Resolución Nº 1454-962, 13/11/1962, A. R. UNT.
17