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EL USO A LARGO PLAZO DE TENOFOVIR DISOPROXIL
FUMARATO INCREMENTARÍA EL RIESGO DE SUFRIR
ENFERMEDADES HEPÁTICAS GRAVES
Dicho riesgo también se vería aumentado por didanosina,
estavudina y fosamprenavir
Francesc Martínez - 02/02/2016
Según nuevos hallazgos del estudio D:A:D publicados en AIDS, el
uso de tenofovir disoproxil fumarato (Viread®; también en
Truvada®, Atripla®, Eviplera® y Stribild®) incrementaría el riesgo de
padecer enfermedad hepática terminal en un 46% tras 5 años de
tratamiento con el fármaco. Este tipo de fenómeno de toxicidad no
había sido descrito hasta la fecha, por lo que hasta los propios
autores del estudio se han mostrado sorprendidos al respecto y han
hecho un llamamiento a realizar más estudios para verificar sus
hallazgos.
Es un fenómeno bien conocido que los antirretrovirales, como
tantos otros grupos de fármacos, pueden presentar cierto grado de
toxicidad hepática. En la gran mayoría de casos se trata de
fenómenos leves o asintomáticos de tipo transitorio. De hecho,
pocos estudios se han centrado en toxicidades más graves tales
como la enfermedad hepática terminal, que puede condicionar la
aparición de varices esofágicas sangrantes, encefalopatía hepática,
síndrome hepatorrenal y/o precisar de un trasplante hepático.
También poco se ha investigado sobre el desarrollo de cáncer
hepático asociado a toxicidad por uso de antirretrovirales.
Para profundizar en los conocimientos sobre la seguridad a largo
plazo del tratamiento antirretroviral, investigadores del estudio
D:A:D (Siglas en inglés de Recopilación de datos sobre los efectos
adversos de los fármacos frente al VIH) analizaron datos
prospectivos de 45.000 participantes con el VIH que tomaron
antirretrovirales en el período del estudio, comprendido entre los
años 2004 y 2014. Entre las hipótesis de los investigadores se
encontraba que dos fármacos de la familia de los análogos de
nucleósido –didanosina (ddI, Zerit®) y estavudina (d4T, Videx®)–
podrían inducir enfermedad hepática grave, ya que su capacidad
para generar fibrosis hepática ha sido evidenciada por varios
estudios.
En el presente análisis, la relación entre cada uno de los
antirretrovirales y la enfermedad hepática terminal o el cáncer
hepático se estableció tras ajustar los resultados en función de
diversos factores de confusión tales como edad, etnia, tabaquismo,
vía de transmisión del VIH y coinfección por el virus de la hepatitis B
(VHB) o el de la hepatitis C (VHC).
La exposición a cada antirretroviral se midió de forma acumulativa
en períodos de 5 años, partiendo de la hipótesis de que el riesgo de
enfermedad hepática se incrementaría con la exposición
prolongada a los fármacos.
La mitad de los participantes eran blancos. El 74% eran hombres, la
mayor parte de los cuales (algo más del 60%) eran hombres gais y
otros hombres que practican sexo con hombres (HSH). La mediana
de la edad en el momento de la inclusión era de 40 años y la
mediana del recuento de CD4 en ese mismo momento era de 434
células/mm3.
Los participantes fueron seguidos durante una mediana de 8,4
años. Un total de 319 episodios de enfermedad hepática terminal o
de cáncer hepático fueron registrados durante el seguimiento. La
incidencia global de dichas dos patologías fue de 1,01 casos por
cada 1.000 persona-años de seguimiento, considerada por los
investigadores como “baja incidencia”.
La mediana de la edad de los participantes con enfermedad
hepática grave fue de 47 años. La vía de transmisión del VIH más
frecuente entre estas personas fue el uso de drogas intravenosas
(54%) y su mediana del recuento de CD4 fue de 266 células/mm3.
En el conjunto de participantes fueron frecuentes las hepatitis
víricas. Así, el 72% de estas personas tenían infección por el VHC y
el 40% tenían infección por elVHB. El 83% de los episodios
hepáticos tuvo lugar entre personas coinfectadas por el VIH y el
VHB y/o el VHC.
La incidencia de enfermedad hepática terminal o cáncer hepático
entre personas sin hepatitis víricas fue muy baja (de 0,19 casos por
cada 1.000 persona-años de seguimiento.
Las enfermedades hepáticas en fase terminal más frecuentes
fueron encefalopatía hepática (el 43% de los casos) y varices
sangrantes (el 27%).
La evolución clínica de los participantes con enfermedad hepática
terminal fue muy mala. Tres cuartas partes de ellos fallecieron
durante el seguimiento y la mediana de la supervivencia tras el
diagnóstico fue de unos 3 meses. La tasa de mortalidad a un año de
estas personas fue del 63%.
Tal como se esperaba, estavudina incrementó el riesgo de padecer
enfermedad hepática terminal o cáncer hepático en un
46% (cociente de riesgo [CR]: 1,45 por cada 5 años de tratamiento;
intervalo de confianza del 95% [IC95%]:1,20-2,77) y didanosina
incrementó dicho riesgo un 32% (CR: 1,32 por cada 5 años de
tratamiento, IC95%: 1,07-1,63).
Fosamprenavir (Telzir®) incrementó el riesgo de padecer
enfermedad hepática terminal o cáncer hepático un 47% (CR: 1,47
por cada 5 años de tratamiento, IC95%: 1,01-2,15).
Tenofovir aumentó el riesgo de padecer enfermedad hepática
terminal o cáncer hepático un 46% (CR: 1,46 por cada 5 años de
tratamiento, IC95%: 1,11-1,93).
Aunque tenofovir también es un medicamento utilizado para el
tratamiento de la infección por el VHB –un virus que deteriora la
función hepática e incrementa el riesgo de cáncer hepático- y que
las personas con dicho virus podrían estar sobrerrepresentadas
entre quienes tomaban tenofovir, la asociación entre tenofovir y la
toxicidad hepática grave se mantuvo incluso al excluir del análisis a
personas con hepatitis víricas.
Los autores del estudio reconocieron algunas posibles limitaciones
tales como no haber recopilado datos sobre el consumo de alcohol
o sobre el uso de medicamentos hepatotóxicos utilizados en el
tratamiento de la neumonía por PCP o la tuberculosis.
De confirmarse los resultados del presente estudio en lo relativo a
tenofovir,será importante tenerlos en cuenta de cara al uso del
fármaco tanto dentro del tratamiento antirretroviral como en la
profilaxis preexposición (PrEP, en sus siglas en inglés), donde
tenofovir disoproxil fumarato desempeña un papel esencial.
El reciente desarrollo de la nueva formulación de tenofovir
(tenofovir alafenamida [TAF]) podría reducir la toxicidad apuntada
en el presente estudio, ya que permite dosis más bajas de tenofovir
y ello podría reducir en gran medida su impacto hepático.
Fuente: Aidsmap / Elaboración propia (gTt).
Referencia: Ryom L et al. Use of antiretroviral therapy and risk of
end-stage liver disease and hepatocellular carcinoma in HIV-positive
persons. AIDS, online edition.
Grupo de trabajo en tratamientos gTt Barcelona, España