Download Carlos López Otín “El cáncer es como la guerra”

Document related concepts

Bruce Alberts wikipedia , lookup

Mariano Barbacid wikipedia , lookup

Transcript
Heraldo de Aragón l Domingo 13 de abril de 2003
HOYARAGÓN l 11
Una pica en... Oviedo
■
El bioquímico Carlos López Otín (Sabiñánigo, 1958), catedrático de la Universidad de
Oviedo, estrena una serie de reportajes que HERALDO dedicará cada domingo a los
aragoneses que, tanto aquí como fuera, rompen moldes en su actividad profesional.
■
Carlos López Otín, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de Oviedo, en Formigal, SOLEDAD CAMPO
Carlos López Otín
“El cáncer es como la guerra”
El investigador
aragonés que
trabaja en Asturias
ha recibido varios
premios en
España y el
extranjero por sus
hallazgos contra
el mal del siglo
H
ace quince años, el sabiñaneguense Carlos López Otín
era un prometedor investigador del Centro de Biología Molecular en Madrid que procedía de la
Universidad de Zaragoza, donde inició sus estudios en Químicas. A su
mujer, Gloria, asturiana, le tiraba su
tierra. Entonces, Carlos López sacó
la plaza de profesor de Bioquímica
de la Facultad de Medicina en la
Universidad de Oviedo. A pesar de
que ha tenido muchas “novias” para
irse fuera (el año pasado estuvo seis
meses en Harvard) ha encontrado
su lugar en el mundo. “Me gusta
mucho Asturias y el contacto con
los estudiantes de esta Universidad.
Cuando vine, pude hacerme un hueco para desarrollar una idea primitiva porque no había presión para alcanzar objetivos de forma inmediata. Desde un sitio pequeño también
se puede contribuir a la Ciencia”, resalta el bioquímico aragonés.
En Oviedo se ha rodeado de una
quincena de investigadores (su “otra
familia”) y habla en plural mayestático (“hemos”) para describir los logros de su equipo en la lucha contra
el cáncer, que le ha supuesto unos
cuantos premios a cual más prestigioso, entre ellos el Nacional de Oncología, el Dupont, el de la Federación Europea de Biólogos Moleculares, el Carmen y Severo Ochoa, o
los de las fundaciones de Ciencias
de la Salud y Francisco Cobos. “Nunca he hecho nada para que me los
dieran. Los agradezco porque el reconocimiento científico da más credibilidad, sobre todo si te los dan los
colegas”, sostiene. “Sólo espero que
alguna de las ideas que manejamos
sirva para que la gente viva más y
mejor. Hay ya muchos amigos que
han muerto de cáncer”.
Frente a otras investigaciones que
acorralan al cáncer, sus pesquisas
científicas lo atacan desde dentro.
En su grupo se han descubierto muchas proteasas humanas, algo así
Autorretrato
Nació en Sabiñánigo en
1958. Casado y con dos hijos, Daniel y Laura. Estudió en el instituto de la
capital serrablesa. Empezó sus estudios de Químicas en la Universidad de
Zaragoza para completarlos en Bioquímica en la
Complutense de Madrid,
en la que también se doctoró tras iniciar su labor
investigadora en el hospital Ramón y Cajal. Estuvo
en la Universidad de
Lund, Suecia, en Nueva
York y en Harvard, el año
pasado. Desde 1993 es catedrático de Bioquímica y
Biología Molecular de la
Facultad de Medicina de
la Universidad de Oviedo.
Tiene premios nacionales
e internacionales.
Mi rincón aragonés
A pesar de que reconoce
que su pueblo, Sabiñánigo, no es un dechado estético, lo añora. “Me gusta.
Es mi infancia y lo noto
desde que entro por el
puente de Sardas”. Luego,
le gusta perderse en la rura de las iglesias del Serrablo. Olivan, Larrede... y
llegar hasta Lanuza. Le
priva el Pirineo porque a
su hijo Daniel, de 15 años,
es un naturalista convencido que está enamorado
de los animales. “He descubierto muchas aves y
animales de alta montaña
que no conocía antes porque a mi hijo le encantan”,
confiesa el catedrático,
que regresa en verano y
en Navidad a su pueblo,
donde viven sus padres y
hermanos.
■
Noticia de la semana
Como científico que estudia cómo luchar contra el
cáncer resulta un drama
tremendo la guerra. Es la
aberración más absoluta.
En la puerta del laboratorio de Oviedo hay un cartel de No a la guerra. “Estudiamos la vida y la respetamos en términos absolutos”, sostiene. El investigador aragonés defiende también la postura
adoptada por el político
oscense Luis Acín de
abandonar el PP y su escaño de diputado en el
Congreso por la postura
del Gobierno a favor de la
guerra de Iraq. “Me parece una postura muy defendible”, destaca el catedrático de Bioquímica y
Bilogía Molecular de Sabiñánigo.
como el acelerador de la enfermedad del siglo y de otras, como la artritis. “Son las ejecutoras de las instrucciones de destrucción de los oncogenes. Nuestro objetivo es frenarlas y desarrollar inhibidores frente a
ellas”, explica con claridad meridiana, como hace unos días en el Colegio Mayor Santa Isabel de Zaragoza.
Nunca dice no a una llamada de
Aragón. “Me avisado de Ciencia Viva, una asociación que forman profesores de instituto aragoneses, y de
la Asociación contra el Cáncer de
Sabiñánigo, ambas ejemplares. Esas
conferencias son tan prioritarias como la mejor universidad”, reconoce.
Viene más a hablar de su trabajo que
a descansar, porque le cuesta una
eternidad conectar desde Oviedo.
En su diagnóstico no hay un plazo
para el día en que desaparecerá el
gran mal. “Al cáncer no le hemos visto el final. Va a seguir creciendo,
aunque hay que afrontarlo con talante positivo porque hace cinco
años no se curaban algunos tipos
que hoy sí”, valora el investigador,
confiado en los avances de la Ciencia. “El cáncer es como la guerra.
Tiene un componente de azar. Parece algo lejano y de repente le ponemos nombre, como cuando mueren
dos periodistas españoles en Iraq”.
No obstante, de ese azar salva al
tabaco. “Lamentablemente, hemos
aprendido a interferir con nuestra
biología, que tardamos 3.800 millones de años en optimizar. Fumar es
una forma de no respetar la armonía
del organismo, aunque es parte de la
curiosidad humana. En mi equipo,
hay investigadores que fuman, pese
a que saben el riesgo que implica”.
En su primer año de desembarco
en Asturias, “una tierra que se parece en muchas cosas a mi Aragón”,
también nació su primer hijo, David,
un enamorado de la naturaleza a sus
15 años con quien descubre cada verano riquezas del Pirineo que no conocía pese a nacer a sus pies.
Perdido su acento natal por el pegadizo asturiano, Carlos López, un
ejemplo de la fuga de cerebros de
Aragón, cuenta con tres paisanos
entre sus mejores amigos en Oviedo: José Barluenga Mur, premio nacional de Química, el oncólogo José
María Buesa y el odontólogo barbastrense Juan Cobo. “Barluenga es
una figura en la química mundial”.
A ambos les consta lo heroico que
resulta investigar en España. “Ojalá,
España ocupara, como dicen ahora,
un lugar preminente en investigación. Buscamos dinero fuera de España y con multinacionacionales para salir adelante. Los becarios tienen
el derecho absoluto para un salario
digno. Pasamos mucho tiempo buscando fondos. No estamos en una torre de marfil. Nuestra vida está llena de las mismas dificultades y satisfacciones que la vida cotidiana de
cualquiera alejado de este mundo
tan aparentemente cerrado”, dice.
RAMÓN J. CAMPO