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12
VIERNES
26 DE
OCTUBRE DE
LA PALABRA ISRAELITA
2012
CULTURA
N
en Biblioteca Jaime Pollak Ganz
Audaz y vanguardista
IMRE KERTÉSZ
Sonia Delaunay - Terk
POR
SONJA FRIEDMANN
Aunque algunos la
consideraron como una
segundona de su famoso
marido Robert, Sonia fue
una artista de grandes y
variados méritos propios.
Sarah Stern nació en Gorodisce, cerca
de Odesa, Ucrania, en 1886. Su padre
trabajaba modestamente en una fábrica de clavos.
Muy pequeña aun (algunos biógrafos dicen que a los cinco años de edad
y otros hablan de ocho) fue adoptada
por uno de sus ricos tíos maternos,
Henri Terk, abogado judío que vivía
en San Petersburgo, adquiriendo así
un nuevo nombre: Sonia Ilintchina
Terk.
Pasó su infancia en esa ciudad,
pero más tarde estudió pintura en
Karlsruhe, Alemania, con Schmidt
Reutter.
En 1905 se fue a París. Allí se inscribió en la Academia de la Palette,
donde se perfeccionó junto a Ozenfant
y Denoyer de Segonzac.
Durante sus años formativos en
Francia, antes de la Primera Guerra
Mundial, fue testigo de la aparición de
dos movimientos artísticos revolucionarios: el cubismo y el fauvismo.
Ante la presión de sus padres
adoptivos para que regresara a San
Petersburgo, se casó en 1910, por conveniencia, con el crítico y marchand
Wilhem Unde. Este era homosexual y,
cuando los Terk vinieron a visitarlos,
disimularon la situación presentando
al amante de Wilhem, Constant, como
su mayordomo. Sonia se apellidó, entonces, Unde.
El matrimonio duró poco. Sonia
frecuentaba el estudio de Robert
Delaunay y quedó embarazada de él.
Ambos se casaron poco antes del nacimiento de su único hijo, Charles
(Vineuil - Saint Fermin, Oise 18 de
O V E D A D E S
«RITMO SIN FIN, DANZA»
enero de 1911, París, 16 de febrero de
1988), quien llegaría a ser un conocido compositor e intérprete de jazz.
Sonia adquirió entonces un nuevo
nombre (el cuarto), Sonia Delaunay Terk, con el que se daría a conocer
como artista.
Sonia y Robert trabajaron codo a
codo los siguientes cuarenta años, hasta la muerte de él en 1941.
Juntos crearon un nuevo estilo pictórico, que el poeta Guillaume
Apollinaire llamó Orfismo (refiriéndose a Orfeo, el personaje mítico griego, conjunción de la música y la poesía) y que se conoce también como
Cubismo Orfico.
Este estilo se define como «El arte
de pintar conjuntos nuevos con elementos no tomados de la realidad visual, sino creados por el artista y dotados de una poderosa realidad». Es,
por lo tanto, un arte puro, caracterizado por la exaltación del color, que
es, al mismo tiempo, tema y forma.
Sonia creo una versión propia del
Orfismo, basada en la yuxtaposición
o contraste simultáneo de colores puros y la desarrolló tanto en pintura
como en diseño de telas y vestuario.
Sus creaciones en este campo suponen
la primera abstracción artística aplica-
da a la ropa y fueron realizadas con el
apoyo de la aristocracia española. Se
puede ver su influencia en los diseños
de Patou, Schiaparelli y en el Pop de
los años ‘60.
En 1914, Sonia, Robert y su hijito habían viajado a España, decididos a permanecer allí hasta el final de la guerra. Se instalaron posteriormente en la
costa norte de Portugal, en Villa da Condo, subyugados por la
luz, que hacía vibrar los colores.
En 1918 la artista, entonces de treinta y dos años de edad, diseñó el vestuario para uno de los Ballets Rusos
de Diaghilev, Cleopatra, que tenía
como primer bailarín a Nijinsky.
Robert se encargó de la escenografía
y los decorados.
Porque la danza y el baile fueron
otra de las pasiones de Sonia. Sus cuadros de esa temática reflejan una progresiva abstracción; aparecen en ella
alusiones a formas y movimientos, recreados de modo no descriptivo.
En 1923 realizó una acuarela titulada «Danse Nº 159». Retomó el tema
en 1937 y nuevamente en 1964, con el
óleo de ciento sesenta y uno por ciento veintinueve centímetros «Ritmo sin
fin, danza», que forma parte de la colección Merzbacher.
En éste, la composición está basada en una alineación circular, agrupada de acuerdo a los contrastes complementarios rojo - verde y amarillo azul. Las monumentales formas se conectan por círculos negros y «halos»
en azul, en serpenteante movimiento.
La única insinuación de forma humana se asoma en el óvalo verde superior, que actúa como cabeza y en una
apenas sugerida pierna. En el extremo inferior derecho, junto a su nombre, la artista anota que este cuadro
está realizado sobre la base de una
acuarela suya de la década del ‘30.
Sonia Delaunay - Terk falleció en
París en 1979. Había dedicado a su arte
y a la preservación de la memoria y la
obra de su esposo todos los últimos
años de su vida.
«KADDISH POR EL HIJO NO
NACIDO»
ACANTILADO, 2001.
Si un hijo es
objetivación humana
del futuro, aquel que
no se ha tenido es
dolorosa constatación
de su ausencia. La
historia colectiva toma
a menudo en lo
individual y sus sufrimientos valor de
ejemplo. Es así como Kertész, en este Kaddish
por el hijo no nacido, hace un doloroso
autoanálisis, brutal, desgarrador y sin
concesiones, sobre 'el acontecimiento
traumático de la civilización occidental',
sufrido directamente por él, y en el que
establece una línea de conexión entre la
sombra alargada que Auschwitz proyecta y la
imposible paternidad.
LISA SEE
«EL PABELLÓN DE LAS PEONÍAS»
SALAMANDRA, 2008.
En la China del siglo
XVII, los manchúes se
han alzado con el
poder tras derrocar a
la dinastía Ming. Ajena
al cataclismo político,
la joven Peonía vive
con su próspera
familia en una
hermosa casa junto al
Lago del Oeste de Hangzhou. Educada de
forma exquisita para convertirse en una
esposa dócil y culta, Peonía espera
emocionada la celebración de su decimosexto
cumpleaños. Numerosos invitados asistirán a
la representación de la famosa ópera El
pabellón de las peonías en el jardín de su
casa y ella conocerá finalmente al joven que
sus padres han elegido para desposarla. Sin
embargo, la noche de la función, Peonía
vislumbra entre los asistentes a un hombre
apuesto y elegante, que despertará en ella
una oleada de nuevas e irresistibles
emociones.
UMBERTO ECO
«LA MISTERIOSA LLAMA DE LA
REINA LOANA»
LUMEN, 2005.
Es triste despertarte
una mañana y ser
incapaz de reconocer a
tu mujer y a tus hijos,
abrir los ojos y no
recordar cuál es tu
profesión, ni dónde
vives o cuáles son tus gustos a la hora de
comer y beber. Esa es la desconcertante
realidad de Giambattista Bodoni, un hombre
de sesenta años que, después de sufrir un
accidente, ha perdido por completo la
memoria personal, la más ligada a las
emociones, y en cambio conserva intacta la
memoria histórica, así que sabe muy bien
quién es Napoleón, pero ve su propia vida
como si acabara de inaugurarla. Para
ayudarle en su proceso de recuperación, su
esposa Paola insiste en que pase una
temporada en el caserón de Solara, un pueblo
en las colinas piamontesas.