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RED SAFE WORLD
Seguridad integral desde una perspectiva global
Documento nº 189
Campo de estudio: cultura arabo-islámica
Autor: Omer Freixa
La representación del otro. La visión del Islam en Occidente tras
los atentados del 11-S
Índice
1 Introducción………………………………………………………………………….………………….. p. 2
2. Representaciones del Islam y actitud frente al mundo árabo-islámico en Occidente tras el 11-S:
A. Antecedentes…………………..…...…………………………………….………………….. p. 4
B. Estados Unidos…………………………………………………...………………………….. p. 7
C. España………………………………………………………….………………………….... p. 13
3. La islamofobia como categoría analítica………………………………………………...………… p. 15
4. Conclusión: un “Islam imaginario” frente a la realidad………………………………………...…. p. 18
1. Introducción
El atentado perpetrado por diecinueve miembros árabes de la célula terrorista Al Qaeda a
objetivos norteamericanos el 11 de septiembre de 2001 en las ciudades de Nueva York y
Washington, causó la muerte de unas 3.000 personas y cambió la historia universal. Guió
una modificación sustancial en la política exterior del país agredido siendo el peor episodio
local sufrido desde el fin de la Guerra de Secesión1. Para muchos, el siglo XXI debiera
comenzar con este hito.
La agresión provocó varios cambios en la sociedad de los Estados Unidos y con ello una
transformación del mito de su pretendida invulnerabilidad, acompañada por una visión
crecientemente negativa de los principales acusados, los oriundos de Oriente Medio. Si se
suponía que el enemigo simbólico (y real) tradicional estaba derrotado con la caída del
bloque soviético a partir de 1989, en el imaginario de los Estados Unidos, el 2001 confirmó
que el nuevo enemigo a vencer serían los árabes y los musulmanes (términos confundidos
entre sí), todos ellos injustificadamente asociados a grupos fundamentalistas y violentos, en
realidad, una muy reducida parte del mundo árabo-islámico.
La imagen de las torres derrumbándose se torno simbólica y mostró la vulnerabilidad del
país: el símbolo del capitalismo mundial cayendo en apenas hora y cuarto. En momentos de
debilidad política del entonces presidente George W. Bush, el atentado fue aprovechado
para incitar una “cruzada contra el terrorismo” que asumió un cariz sumamente patriótico y
elevó la popularidad del mandatario.
Desde la década de 1980 la presencia in crescendo de los Estados Unidos en los asuntos de
Medio Oriente (a partir de 1991 cómo única e indiscutida superpotencia), alentó un
resentimiento creciente y generalizado de sus poblaciones, sumado a sus complicaciones
internas, gobiernos despóticos y altos índices de pobreza y analfabetismo. En efecto, en
2005 el PBI de todos los países de la Liga Árabe no superaba al de España2. A un
crecimiento galopante de la población no correspondió un desarrollo económico
equivalente durante las décadas de 1970 y 1980. En otras palabras, se dio un crecimiento
pero no una transformación profunda de las estructuras3.
Con aquella sumatoria indicada, se potenció el anti-americanismo entre los árabes. Se
produjo una serie de ataques a objetivos norteamericanos durante las décadas de 1980 y
1990 (Beirut -1983-, Mogadiscio -1993-, el World Trade Center de Nueva York -1993- y
las Embajadas en Kenya y Tanzania -1998-), frente a los cuales Estados Unidos no
respondió con demasiada fuerza, pronunciando sus líderes afirmaciones de enojo pero un
1
Malise Ruthven. Epílogo, en Albert Hourani. La historia de los árabes. Buenos Aires: Javier Vergara
Editores, 2003, p. 549.
2
Felipe Maíllo Salgado, Acerca del fundamentalismo y del terrorismo islamista, Conferencia pronunciada en
Miranda de Ebro, 20 de enero de 2005, p. 43.
3
Hourani. La historia…Ob. Cit., Cap. 25, p. 521.
tanto vagas y bombardeando zonas remotas y despobladas. Pero, en suma, no fue hasta
aquel martes trágico de septiembre de 2001 en donde Washington decidió atacar con todo
su poderío4. La invasión inmediata de Afganistán, donde se supone se hallaba escondido el
autor ideológico del 11-S, el saudí Osama Bin Laden, y la invasión de Irak de marzo de
2003 crisparon más el ambiente. Un año más tarde se producía el atentado en Madrid. Todo
indicó que se trató de una respuesta de los grupos terroristas ante el rechazo y la
indignación que causó el hecho de que España participara un año antes de la coalición
militar cuyo accionar derribó el régimen de Sadam Hussein en Bagdad.
El anti-americanismo, potenciado por la secuela de hechos descriptos, también tiene su
espejo desde el otro campo. Proliferó una visión despectiva en la forma de describir al
“otro” de parte de Occidente y principalmente de los norteamericanos. Desde el 2001 creció
la “islamofobia”, un conjunto de visiones estereotipadas y prejuicios en la descripción del
que no es como uno en referencia estrictamente al musulmán. Estas impresiones se plasman
ante todo en los medios de comunicación y, por caso, en la política europea que restringe
las políticas de inmigración al interior de la UE.
La desconfianza hacia el Islam no es un fenómeno reciente. Antes del 11-S, políticos e
intelectuales de Occidente advertían su peligrosidad5. A mediados de la década de 1990 se
comenzó a hablar del choque de culturas en el marco de sustitución de un paradigma que
explicara el nuevo orden internacional a partir de 1989, o bien de la colisión entre el Islam
y el cristianismo. En todo ello hay generalización en exceso. Es necesario ordenar los tantos
y ofrecer una explicación más acentuada en la representación del “otro”.
Por su parte, el orientalismo, término acuñado por Edward Said6, es un lugar común para
describir desde Occidente la visión particular que se tiene sobre Oriente, ateniéndose a una
descripción imperfecta y cargada de rasgos estereotipados que se retrotrae al pasado y fue
construida para perpetuar en ese entonces el dominio colonial y las condiciones de
inferioridad de los colonizados. Desde antaño, la convivencia entre musulmanes y
cristianos en la Edad Media distó de ser armónica. La continuidad en los vínculos negativos
a partir de los tiempos que corren tiene una redefinición que acentúa sus rasgos perniciosos,
sobre todo a la luz de los hechos de 2001 y la nueva cruzada contra el terror. Asimismo, el
mundo islámico revirtió el argumento del orientalismo, esta vez para reducir Occidente a
categorías descriptivas predeterminadas, mientras desde este último la discriminación racial
y el etnocentrismo recrudecieron, sobre todo, a partir de 2001.
4
Bernard Lewis. Faith and Power. Religion and Politics in the Middle East. New York: Oxford University
Press, 2010, Cap. 5, p, 76.
5
Mohamed Bensalah. Islam y representaciones mediáticas, en Revista CIDOB d´Afers Internacionals
(Barcelona), N° 73-74, 2006, p. 70.
6
Edward Said. Orientalism. London: Penguin Books, 1977.
La idea central de este trabajo es explorar la forma en que el discurso de Occidente, y
particularmente en los Estados Unidos, construye la visión sobre el mundo arabo-islámico.
La década que dista de aquel 11 de septiembre insta a reflexionar sobre un tema de
actualidad que compromete la seguridad internacional y la carga simbólica que conlleva en
el campo de las representaciones abona más terreno para incrementar el odio y el prejuicio,
producto de la ignorancia mutua.
El trabajo implica una revisión del discurso de los medios así como abonar una reflexión
teórica en torno a precisar los términos implícitos en las discusiones. Recuérdese que hablar
de Islam es aludir a un concepto muy vasto, que abarca la realidad de millones de personas
y un simplismo exagerado. Entre muchas otras consideraciones, debe considerarse que no
todos los musulmanes son terroristas, ni idénticos entre sí, además de que no todos los
árabes son musulmanes ni que todos ellos son de ese origen7. No es éste el espacio para
abordar la historia del terrorismo, por lo que los hechos fácticos no están presentes, por
caso, el proceso de constitución de Al Qaeda.
Por último, dado el amplio espacio geográfico que lleva implícita la noción de Occidente,
es dable destacar que por motivos espaciales el desarrollo del trabajo quedará inscripto al
análisis del discurso y la visión sobre el musulmán dentro de dos países: España y Estados
Unidos. Otro fundamento que alienta dicha elección: comparten la dolorosa característica
de haber sido objeto de los ataques terroristas de hondas repercusiones, uno de ellos por
lejos el más mortífero de la historia.
2. Representaciones del Islam y actitud frente al mundo árabo-islámico en Occidente
tras el 11-S
A. Antecedentes
La visión frente al mundo árabo-musulmán por parte del mundo occidental comprende un
imaginario colectivo lleno de prejuicios y estereotipos que no son novedad. En efecto, los
atentados del 11-S han exacerbado ese bagaje8.
Rastreando los orígenes de esas tergiversaciones, el historiador debe remontarse a los
conflictos entre cristianos y musulmanes desde la Edad Media, a fin de observar que ya en
esas épocas existió temor hacia los musulmanes, el mejor impulsor de una mirada
deformada de la realidad. Las Cruzadas, ya sea entendidas como un episodio en la aventura
cristiana de reconquista o, por el contrario, mal comprendidas como el primer ejemplo de
agresión imperialista de Europa al Tercer Mundo9, deben ser analizadas como un capítulo
7
Laura Navarro. Contra el Islam: la visión deformada del mundo árabe en Occidente. España: Almuzara,
2008, Introducción General, p. 25.
8
9
Navarro. Ob. Cit., Introducción General, p. 18.
Lewis. Faith and Power…Ob. Cit., Cap. 2, p, 14.
aleccionador al interior de una historia de enfrentamientos constantes. En una palabra,
generaron una repugnancia inmensa por el Islam en la mentalidad europea10.
Desde la expansión de la fe musulmana a partir de la muerte del Profeta Mahoma en el
siglo VII, Europa casi no tuvo capacidad de respuesta frente al avance islámico imparable,
sintió miedo por los acólitos de dicha fe y una suerte de sobrecogimiento ante ellos, mayor
que el sufrido ante otros episodios de invasiones pretéritas de lo que consideraban ahora
bárbaros aún más fanáticos y despiadados. El último trauma europeo de los tiempos
medievales continuó en época moderna con la amenaza turca otomana, que se cernió en el
siglo XVII sobre Viena, puerta de la cristiandad que consideró al Islam una amenaza
permanente. Desde el comienzo, esta religión fue considerada una fe rival y fraudulenta,
verdadera amenaza para el orbe cristiano11.
España mantiene la peculiaridad de haber sido la única región, y particularmente en
Europa, que siendo invadida por los musulmanes en el siglo VII, pudo expulsarlos,
retornando a la antigua fe. Desde 1492, con la expulsión de judíos y musulmanes, quedó
muy marcada la oposición entre moro y cristiano. El moro que no huyó quedó relegado a la
categoría de morisco, musulmán convertido, y fue objeto de desprecio y sátiras. Se le
atribuyó la vagancia y la pereza como características innatas. Los acontecimientos externos
determinaban su imagen como la de invasor y amenazador, por caso, las guerras entre los
Habsburgo y el Imperio otomano. Desde allí, la imagen no se alteró mucho: salvaje,
fanático y enemigo. La imagen del “morito bueno” ocupó un paréntesis durante la
ocupación colonial de Marruecos (1912) y su conversión en protectorado para legitimar el
dominio hispano, aunque interrumpida tiempo más tarde por el ascenso de Francisco
Franco al poder. Por haber colaborado el moro militarmente con él, su imagen volvió a ser
la tradicional, cargada de estereotipos de lascivia y brutalidad.
La visión negativa sobre el Islam de Marruecos se aplicó, generalizando, desde España a
todo el mundo islámico. Por su parte, dentro del estereotipo moro, más una cuestión
fenotípica que otra clase de caracterización, ingresaron poblaciones tan diversas como
bereberes, árabes, persas, etc. En definitiva, tras doce siglos de estereotipos negativos
contra el musulmán, no es casual que se siga asociando en España al marroquí con la
suciedad, el ruido y la delincuencia12.
Por las particularidades propias de su historia, la relación de los Estados Unidos con la
población musulmana es más reciente. A comienzos del siglo XX se dio un incremento
notable de dicha población y en 1997 esta minoría en suelo norteamericano se estimaba
entre 4 a 6 millones de habitantes. Por tal motivo, la “amenaza roja” a partir de 1989 fue
10
Jorge Capetillo Ponce. El Islam en Estados Unidos: la construcción de una imagen, en El Colegio de México,
Estudios de Asia y África XXXII:1, 1997, p. 67.
11
Said. Ob. Cit., Cap. 1, p. 59, Lewis, Faith and Power…Ob. Cit., Cap. 2, p. 17.
12
Navarro. Ob. Cit., Cap. I, p. 76.
reemplazada por la “amenaza verde”, además de motivos intrínsecos al mundo áraboislámico que acrecentaron el nivel de desconfianza del otro lado del mundo, como el
embargo petrolero de 1977, la revolución iraní de 197913, los hechos que desencadenaron el
ataque norteamericano a Libia en 1986, y la invasión iraquí de Kuwait que detonara la
segunda Guerra del Golfo Pérsico en 1991, entre otros.
El mundo árabe, núcleo del Islam, está sumido en el estancamiento desde las
descolonizaciones, hace ya más de medio siglo, lo que implica temor para Occidente
debido a que los musulmanes extremistas culpan a aquél y su discurso por sus propias
desgracias y la destrucción de su sociedad tradicional14. Otro argumento de peso consiste en
que si los afganos pudieron con los soviéticos tras una década de luchas, ahora,
desaparecido el bloque comunista, irían contra el otro superpoder restante, el imperio
americano, su antiguo aliado contra los comunistas en Asia.
Otro punto en contra frente a los musulmanes. La creación en 1948 del Estado de Israel en
Palestina, fomentada entre otros poderes por el norteamericano, también repercute en el
actual odio al musulmán y el árabe. Ese Estado asediado por vecinos árabes, implica la
construcción de un discurso en el que deba defenderse de dirigentes considerados
“terroristas” como Yasser Arafat, líder de la OLP. En cierta forma, el grado de
acercamiento cordial de los países árabes a Jerusalén implicó mayor o menor desagrado en
el público local, como las negociaciones de paz con el líder egipcio en 1978 lo dejaron
manifiesto. Desde allí Egipto, junto a Arabia Saudí, se consideraron fieles aliados de
Washington.
Las tropas norteamericanas estacionadas en Arabia durante 1991 dieron una tregua frente al
rechazo a lo árabe. Se transmitieron documentales y se brindaron imágenes más respetuosas
del mundo islámico, desde los desiertos arábigos. Más significativo fue el hecho de que
Arafat negociara la paz con Israel. Sin embargo, esa armonía duró poco, en abril de 1993
un grupo radical islámico se atribuyó el atentado al WTC. Nuevamente apareció la figura
del musulmán asociada a actos de barbarie y se insistió en el sentido de yihad
(erróneamente) como el de guerra santa, explicado tal elemento como constitutivo de la
mentalidad islámica.
En definitiva, en los Estados Unidos se ha construido una imagen tan negativa de los
musulmanes, de su religión y cultura, como la que el macartismo construyó de los
comunistas durante la década de 1950, como explica Edward Said en su libro Covering
Islam de 1981. Tanta impregnación tuvo dicha imagen peyorativa en el público
norteamericano que el atentado de Oklahoma de 1995, cuya responsabilidad finalmente
recayó en grupos radicales locales, al comienzo quiso ser imputado a grupos musulmanes
fundamentalistas.
13
14
Capetillo Ponce. El Islam en Estados Unidos…, en Ob. Cit., p. 67.
Maíllo Salgado. Acerca del fundamentalismo…, conferencia, p. 47.
Al Islam se lo acusa de ser misógino, autoritario, fanático e incluso terrorista. Si bien se lo
conoce poco, hay consenso en sostener que no resulta del todo aceptable en EEUU.
Simplemente, los prejuicios formados en Europa al calor de centurias fueron trasplantados
sin el menor ejercicio crítico a la otra orilla del Atlántico. Es muy frecuente observar la
caricatura que los representa como codiciosos vendedores de petróleo (sobre todo forjada
post 1977). Con la revolución iraní y la crisis de los rehenes en Teherán que le siguió,
quedó asociada al mundo árabo-islámico la figura del terrorista (si bien los iraníes distan de
ser árabes), y en los prolegómenos de 2001, comenzaron a ser tildados de fundamentalistas,
fanáticos religiosos15. Resulta un denominador común que a partir del 11-S un pensamiento
más maduro sobre el Islam haya sido progresivamente desplazado por uno más vulgar y
enarbolado por expertos en la mayoría de los casos con escasa especialización en estudios
islámicos, o acreditando esas credenciales pero más enfocados en cuestiones geopolíticas y
estratégicas16.
B) Estados Unidos
Los musulmanes son una colectividad fuerte en los Estados Unidos. En 2008 un estudio
indica 7 millones17. Ante ese panorama demográfico no era de extrañar que las medidas
tomadas contra ellos tras el 11-S fueran extremadamente severas. Como se apuntó, ya antes
de los atentados existía cierta desconfianza hacia el musulmán, si bien esa población
compartía los mismos derechos civiles que el resto de los ciudadanos. Pero tras septiembre
de 2001, todo cambió para ellos. Automáticamente se convirtieron en sospechosos y fueron
vilipendiados por el gobierno.
El presidente George W. Bush no hizo rodeos. Dentro de su visión dicotómica del mundo
alentó a ultranza una guerra despiadada y vengativa contra “el Imperio del mal”, para él
todos los musulmanes del mundo. Sin reflexionar, unió integrismo a toda visión del Islam.
La lucha contra el terrorismo sería la causa del “buen pueblo americano”. Asimismo, Al
Qaeda, convertida en enemigo público número uno de los Estados Unidos, respondió
lanzando anatemas y una lucha sin cuartel contra “nuevos cruzados y judíos”18.
También se modificó sustancialmente la imagen sobre el terrorista y, por extensión, de
todos los musulmanes sospechosos de serlo. Aumentaron los prejuicios y los preexistentes
crecieron, si bien la demonización es anterior al 11-S19. Con evidentes implicancias
culturales, se alteró la visión del “otro” para presentarlo en los medios y en el discurso
académico como sexual y racialmente distinto al norteamericano normal, o bien enfermo,
15
Capetillo Ponce. El Islam en Estados Unidos…, en Ob. Cit., p. 74.
Navarro. Ob. Cit., Cap. IV, p. 269.
17
Abdus Sattar Ghazali. Islam & Muslims in the post-9/11 America. California: Eagle Enterprises, 2008,
Introduction, p. 4. http://amperspective.com/Islam_and_Muslims_in_Post_9-11_America.pdf, fecha de
consulta: 28 de agosto de 2011.
18
Bensalah. Islam y representaciones mediáticas, en Ob. Cit., p. 71.
19
Sattar Ghazali. Ob. Cit., Cap. 6, p. 78.
16
como si actuara un virus en el tejido social de las comunidades musulmanas20. El
patriotismo imperante, de allí en más, ensalzó la heterosexualidad marcando una desviación
de la norma de aquéllos sujetos que debían ser enderezados, monstruos o anormales de
Occidente, según terminología foucaultiana. Esa monstruosidad fue la que alentó los
discursos sobre el terrorismo, presentando a los extremistas como sujetos irracionales llenos
de odio, de conductas sexuales desviadas o de una heterosexualidad fallida, y malvados por
naturaleza, destinados a ser destruidos. Una vez más se halla presente el tópico maniqueo
ya referido21.
Muy poco tiempo después del atentado, aparecieron símbolos patrióticos de lo que Bush
definiera como “la cruzada contra el terrorismo”. Esas imágenes aluden a la relación entre
el patriotismo y la heterosexualidad. Por ejemplo, para reafirmar el ego patrio, fue muy
difundido un poster en el que Bin Laden era penetrado analmente por el Empire State o un
juego electrónico de un sitio web en el que entre varios tormentos que se le podían
infringir, estaba la penetración anal como castigo homosexual. Estos ejemplos dan cuenta
de que mientras se mostraba al terrorista como monstruo descarriado (y sodomita), la
población recibía un instructivo normalizador. Asimismo, se daba a entender que si el
ciudadano no estaba a favor de esa cruzada no tenía el coraje suficiente y de tal modo sería
considerado un afeminado (por tanto homosexual). De más decir, la cruzada antiterrorista
promovió una homofobia que en Nueva York llegó a generar casos de agresión a miembros
de esa comunidad, y en especial de color22.
La normatividad estatal supone la domesticación de los potenciales enemigos. A
continuación se enunciará en forma breve cuál fue la actitud del gobierno norteamericano
respecto de los musulmanes residentes en su territorio.
En primer lugar, se detuvo la inmigración árabe y musulmana por restricciones legales,
aumentado con ello el número de deportados. El Acta Patriótica fue un pilar más en la
erosión de los derechos civiles de los musulmanes que llevaría, entre otras medidas, a la
discriminación institucionalizada contra el musulmán. Interrogatorios y pesquisas
arbitrarias fueron la regla, así como en julio de 2002 una medida de control sancionada,
extensiva a todos los no ciudadanos, para declarar su situación a la brevedad so pena de ser
deportados, arrestados o confiscados sus bienes. A individuos de este grupo se autorizó a
detenerlos por siete días en forma preventiva sin presentar cargos en la medida que fueran
sospechosos de ejercer actividad terrorista. Algunos musulmanes fueron obligados por el
gobierno a espiar a sus hermanos de fe.
20
Alberto López Bargados. Narrativas del miedo: sobre la construcción de la amenaza islamista en
Barcelona, en Rastros de Dixan. Islamofobia y construcción del enemigo en la era post 11-S. Barcelona:
Virus, 2009, p. 135.
21
Jasbir Puar - Amit Rai. Monster, Terrorist, Fag: The War on Terrorism and the production of docile patriots,
en Social Text (Duke University Press), Vol. 20, N° 3, 2002, p. 118.
22
Puar, Rai. Monster, Terrorist, Fag…, en Ob. Cit., p. 126.
En otro orden, se lanzó una campaña contra las organizaciones caritativas musulmanas ante
la acusación implantada de estar involucradas en el financiamiento de organizaciones
terroristas islámicas, siendo decenas de éstas investigadas por el gobierno y limitadas sus
donaciones. La ciudadanía norteamericana no era un alivio, de hecho ciudadanos
musulmanes vieron sus cuentas bancarias cerradas por el mero hecho de practicar su fe23.
Desde luego, la comunidad musulmana no se mostró pasiva y respondió ante esos ataques
por medio del activismo social, campañas en los medios y el diálogo intercultural, este
último llevado a cabo con la convicción de poder demostrar que su credo es contrario a la
violencia que impulsan los terroristas. Surgió una conciencia dentro de la comunidad de
que sus miembros estaban siendo tratados como ciudadanos de segunda clase y en
consecuencia actuaron24.
El patriotismo es un dispositivo de control. Los medios de comunicación, como las grandes
cadenas televisivas, crearon la imagen de un monstruo a combatir en términos infantiles,
como la lucha contra un engendro, visto como el enemigo público, para salvar a la “gran
familia americana” y cumplir con el objetivo de crear ciudadanos dóciles25. En ese sentido
es interesante observar cómo la CNN cambió su imagen, su anunció de presentación de las
noticias sobre el tema adosando colores patrios, efectuando transmisiones en vivo desde la
“zona cero” para incrementar el sentimiento de ausencia y pérdida, agregando un cambio en
el ángulo de enfoque de los presentadores para dar la sensación de que el público se
familiarizase más con éstos y con la tragedia. Las imágenes difundidas por la cadena de los
responsables del mega-atentado reforzaron la visión negativa del Islam, como la de Bin
Laden, filmado dentro de una caverna y ataviado al uso musulmán antiguo, enfatizando en
el espectador la idea de un rechazo visceral al mundo occidental actual por parte del saudí.
Los otros culpables fueron dados a conocer en fotos de sus pasaportes, reconstruyendo la
gama de color patrio en las presentaciones televisivas26. Esa imagen suponía reconfortar al
público espectador y a la vez concientizarlo sobre la importancia de la “cruzada guerrera”.
La búsqueda de un enemigo para dominarlo e imponer el orden a base de temor ha sido una
constante de la historia. La identificación del enemigo con el Mal, también. Ha llevado a
extremos trágicos durante el siglo XX, pero cuando dicha táctica se creía superada, la nueva
era instaurada tras el 2001 confirmó su resurgimiento de la mano de un orden normativo
mucho más riguroso27. Tal sistema reforzó el ataque al inmigrante y, sobre todo, a partir del
cambio de centuria, al musulmán. La presencia de otras comunidades inmigrantes puestas
en tela de juicio, como la mexicana, quedó eclipsada por esta nueva amenaza. El perfil del
23
Sattar Ghazali. Ob. Cit., Cap. 7, p. 84.
Sattar Ghazali. Ob. Cit., Cap. 1, p. 16.
25
Puar, Rai. Monster, Terrorist, Fag…, en Ob. Cit., p. 131.
26
Souzana Mizan. Visual representations of September 11th and America´s friends and enemies on CNN, en
Todas as Letras (Sao Paulo), Vol. 9, N° 1, 2007, p. 166.
27
AA.VV. Introducción. La letra pequeña, en Rastros de Dixan…Ob. Cit., p. 13.
24
musulmán de ahora en más se construiría a partir de una base fenotípica facial que no
distinguía nacionalidad ni fe. El estereotipo racial, sin reflexionar un ápice en el uso de
estas categorías, de hecho confundiéndolas, era identificable a simple vista28.
A la cruzada sin fin contra un enemigo interno siguió una guerra externa, primero en
Afganistán en octubre de 2001, y más tarde en el corazón de la amenaza según la opinión
pública norteamericana, Oriente Medio. Refiriéndose a los medios, resulta interesante
analizar su papel en dar a conocer el desarrollo de la Guerra en Irak de 2003. En buena
medida, otros aspectos del tema serán desarrollados en la sección siguiente por compartir
características comunes España y los Estados Unidos.
Antes de avanzar, una consideración de rigor sobre la guerra justa. La batalla contra el
terrorismo internacional muestra otra caracterización de los musulmanes a la luz de los ojos
estadounidenses. La cruzada alentada por la gestión Bush, en base a consideraciones
humanitarias, en defensa de las libertades occidentales y con una apología casi de sentido
común frente al respeto por la moralidad, apuntó, entre otras cuestiones, a la idea que el
mundo islámico no tenía un sistema moral.
El orientalismo y los prejuicios persistentes deshumanizaron a los árabes de modo que
hicieron menos penosas (moralmente hablando) sus muertes y, fundamentalmente, el
hincapié sobre la imposición de valores morales definidos por los Estados Unidos a esos
pueblos. La lección a aprender sería que los árabes conseguirían, gracias al esfuerzo
norteamericano, una moral perfecta que jamás tuvieron. En otras palabras, si se
identificaban Estados fallidos desde la perspectiva norteamericana, eso era porque su
funcionamiento era incompatible con los valores morales básicos de la humanidad
(definidos por la potencia), en una palabra, no tenían valores según la perspectiva
occidental y fueron considerados terroristas29. Según este razonamiento, allí radicó la
excusa central para intervenir en Afganistán e Irak. Sin embargo, detrás de esa fachada, se
esconden otros objetivos que redundan en una “tiranía de la justicia”30 y la violación de
soberanías nacionales que prima facie atentan contra cualquier clase de moralidad.
Entonces, y una vez más recurriendo a falsos tópicos, la guerra fue disfrazada en sus
intenciones imperialistas y agresivas por académicos y medios de comunicación, debajo de
la cortina de una convicción de que el curso del imperialismo decadente en Medio Oriente
sólo podría ser salvado por el poder norteamericano. Se utilizaron las mismas mentiras de
siempre para agitar al público local contra el demonio extranjero. Las cámaras mostraron e
informaron pero explicaron casi nada, imágenes descriptivas y descontextualizadas
inundaron las crónicas de guerra. Por caso, los periodistas hablaron de chiíes y suníes sin
28
Sattar Ghazali. Ob. Cit., Cap. 6, p. 76.
Colin Flint - Ghazi-Walid Falah. How the United States justified its War on terrorism: Prime Morality and
the Construction of a "Just War", en Third World Quarterly, Vol. 25, N° 8, 2004, p. 1392.
30
Flint, Walid Falah. How the United States…, en Ob. Cit., p. 1395.
29
dar una explicación al público norteamericano que en su mayoría desconocía sus
significados31.
Las fuentes de información fueron pro-norteamericanas, acallando las voces iraquíes, los
daños infringidos y hechos alarmantes como la destrucción de la Biblioteca Nacional de
Bagdad. Otro silencio notorio se dio en materia de violación de derechos humanos por parte
de los Estados Unidos fuera de su territorio en el escenario de guerra. En definitiva, se
asistió a la paradoja de sentirse simultáneamente sobreinformado y desinformado. En
España, los debates televisivos apuntaban a condenar a Sadam Hussein como un criminal y
a comparar si éste era más malvado que Pinochet o Bush, una vez más, sin molestarse en
entender las causas del conflicto32.
Para cerrar esta sección, volviendo a la representación sobre el musulmán en el país, es
necesario pasar revista a la forma en que el cine construyó su imagen (siendo Estados
Unidos el país del mundo con la mayor industria cinematográfica), así como algunos
géneros televisivos.
Por empezar, no sólo las películas transmiten una visión negativa del árabe y el musulmán.
Series y programas infantiles también. En suma, todo este dispositivo opera para fomentar
el patriotismo depositando el odio en el otro a partir de una imagen reduccionista y
distorsionada de la realidad, como explica Jack Shaheen en su principal obra, Reel Bad
Arabs: How Hollywood Vilifies (2001)33. Las películas infantiles transmiten una visión de
un Oriente que merece y justifica el protectorado de una potencia superior, como Aladdin
(1992), una versión inocente del orientalismo, con referencias imprecisas a la cultura
árabe34. Mientras que la serie 24, emitida por la cadena Fox a partir de 2001, difundía un
mensaje de Islam asociado a terrorismo, al considerar que cualquier vecino musulmán o
árabe podía ser un terrorista35.
El cine hollywoodense desde antaño, al referirse a Medio Oriente y los árabes, ha incurrido
en el dualismo de crear buenos y malos, repitiendo hasta el hartazgo estereotipos
caricaturescos. Como los malvados carecen de valores y honor, se observa cómo
determinada película alienta un mensaje de tutela norteamericana, por caso en Three Kings
(1999). Los filmes describen la región como indómita, sugiriendo la necesidad de control.
El patrón de presentación de los árabes no cambió, por el contrario, se está volviendo más
problemático, siendo presentados en formas raciales y religiosas, conservándose el
31
Navarro. Ob. Cit., Cap. IV, p. 244.
Navarro. Ob. Cit., Cap. IV, p. 252.
33
Sattar Ghazali. Ob. Cit., Cap. 6, p. 79.
34
Navarro. Ob. Cit., Cap. III, p. 201.
35
Sattar Ghazali. Ob. Cit., Cap. 6, p. 76.
32
estereotipo negativo que los hace pasar casi sin excepción por villanos, cínicos y ladrones,
incluso a niños36.
Con el fin de la Guerra Fría el cine sufrió una transformación. El papel del enemigo pasó a
ser de árabes y musulmanes en vez de soviéticos, y los primeros mucho más difamados que
otrora. Desde 1979, el impacto de la Revolución Iraní dejó su marca en la producción
cinematográfica. Se reforzó la asociación del personaje musulmán con la idea de violencia,
se configuró el perfil del terrorista, y surgieron a lo largo de esa década varias cintas que
justificaron y alentaron la intervención norteamericana, presentando a los árabes como
primitivos, ambiciosos (identificados con el petróleo) y desunidos a no ser por el odio a
Occidente. La marca del exotismo nunca desapareció, sobre todo muy presente en los
primeros tiempos de la industria y retomándose a partir de los ´80. Fue apareciendo en las
temáticas a partir de la década de 1970, y con el correr del tiempo reforzándose, la idea de
ferocidad del árabe y su carácter despiadado. Por ejemplo, en la serie de la NBC The West
Wing llevada al cine bajo el título The Siege (1998) y en True Lies (1994). Estas
producciones claramente permitieron pensar la vinculación entre terrorismo e Islam. En
efecto, la primera anticipó de algún modo en su trama el 11-S37.
Desde los atentados, Hollywood ha hecho un esfuerzo en vilificar aún más a árabes y
musulmanes con una simple ecuación: musulmanes y árabes norteamericanos igual a
terrorismo. Se intensificó la creencia en que 300 millones de seres humanos son malvados,
una horda de locos. La explicación de por qué estereotipos negativos ya llevan
reproduciéndose en la pantalla grande obedece a razones políticas, el apoyo norteamericano
a Israel alienta un convencimiento en el público norteamericano sobre la maldad intrínseca
de sus vecinos árabes para no dejar a ese pequeño Estado solo. En segundo lugar, no hay
participación árabe ni musulmana en la industria del cine americano.
Recapitulando, la representación de Hollywood sobre el árabe y el musulmán obedece a
tres ítems que refuerzan la deshumanización: la riqueza, el terrorismo y la otredad, como un
actor incivilizado y diabólico. Asimismo, la fe musulmana aparece ligada a
fundamentalistas, demostrando la peligrosidad intrínseca del Islam, una característica que
asumió plena efervescencia a partir de septiembre de 200138. Muchas de las películas
producidas son aventuras en las que el desierto sirve de espacio de espectáculo sin importar
la vida de sus habitantes. Las imágenes permiten suponer los olores nauseabundos que
transmite el ambiente con el calor desértico, deshumanizando aún más a sus pobladores39.
36
Sulaiman Arti. The evolution of Hollywood's representation of Arabs before 9/11: the relationship between
political events and the notion of “Othernes”, en Journal of the MeCCSA Postgraduate Network, Vol. 1, N° 2,
2007, p. 4. http://journalhosting.org/meccsa-pgn/index.php/netknow/article/viewFile/31/67, fecha de
consulta: 29 de agosto de 2011.
37
Arti. The evolution of Hollywood's representation…, en Ob. Cit., p. 16.
38
Sattar Ghazali. Ob. Cit., Cap. 6, p. 80.
39
Navarro. Ob. Cit., Cap. III, p. 174.
C) España
Como el prejuicio se sustenta en falsos mitos, en España, tanto como en el resto de Europa,
empezó a circular uno de ellos a partir de principios del nuevo siglo. La teoría conspirativa
islámica para hacerse con el poder en Europa, o Eurabia, supone la imagen de un musulmán
fanático, al igual que la avaricia atribuida a los judíos también generó la creencia de que
anhelan ser dueños del mundo40.
Actualmente, con casi un millón de musulmanes en su territorio, España se mantuvo en
estado de alerta total una vez sucedido el 11-S. En 2008 mostró ser el país más islamófobo
de Europa, cuando el 80% de sus habitantes respondió que tenía una imagen negativa sobre
el Islam41. La Unión Europea en forma inmediata después de los atentados al otro lado del
Atlántico, tomó medidas antiterroristas y muchas otras contra la inmigración considerada
ilegal, convirtiéndose aceleradamente en Fortress Europe42. Como se indicó anteriormente,
en la Península los estereotipos negativos preexistentes sobre el moro y la desconfianza se
reforzaron tras esa fecha. Para observar como esta visión continúa con extremo vigor
conviene reseñar un hecho. En su clase inaugural en Georgetown, el entonces presidente
Aznar afirmó que los problemas españoles comenzaron en el siglo VIII con la invasión
mora. En otras clases posteriores explicó que los españoles de hoy están en guerra como en
el pasado contra los musulmanes, “O nosotros acabamos con ellos o ellos acaban con
nosotros. No hay término medio”, remató43.
El 11 de marzo de 2004 cuatro artefactos explosivos estallaron cada uno simultáneamente
en líneas de trenes cercanas a Madrid, provocando un saldo de 191 muertos y 1.400 heridos
en lo que se registra como el atentado más grave en la historia del país. Las culpas cargaron
en primera instancia con la agrupación ETA, pero más tarde se supo que los autores fueron
miembros de células yihadistas.
Este hecho, sumado al 11-S, alimentó una tendencia comunicativa en el país, si se quiere
bifronte. Existen dos posturas frente a la transmisión de noticias concernientes al espacio
arabo-islámico, que también puede extenderse a los Estados Unidos. Muchos medios
comunicativos presentan una visión execrable frente al Islam, o en otros términos, “su
facilidad para ponerse conscientemente al servicio de mistificadores y directores de
conciencia, tan presentes en la esfera político-mediática”44; mientras otros caen presa de
prejuicios arraigados repitiendo lo que se cree porque es el único punto de referencia.
40
AA.VV. Introducción. La letra pequeña, en Rastros de Dixan…Ob. Cit., p. 9.
Abdennur Prado. La islamofobia como ideología dominante, en Rastros de Dixan…Ob. Cit., p. 39.
42
Iñaki Rivera Beiras. (Nuevamente) sobre el concepto de enemigo. La guerra como racionalidad geopolítica
consitutiva, en Rastros de Dixan…Ob. Cit., p. 19.
43
Prado. La islamofobia como ideología dominante, en Rastros de Dixan…Ob. Cit., p. 49.
44
Bensalah. Islam y representaciones mediáticas, en Ob. Cit., p. 75.
41
Se construyó una demonología acerca del Islam que implica transmitir sólo imágenes
negativas del mismo para representarlo como algo nocivo en sí: vinculándolo con lo
violento, mostrando sólo a líderes terroristas o clérigos fanáticos cuando dentro de ese
mundo todos ellos son marginales, o informando sobre el papel sometido de las mujeres, el
uso del hiyab antes que problemas más graves como el desempleo o la discriminación a la
que son sometidas45.
Por tal motivo, el mundo árabo-islámico en España sólo es objeto de noticias (en primer
lugar) cuando se habla de terrorismo, seguido por inmigración magrebí y también por
guerras y el petróleo. Se configura una representación simple y reducida de ese espacio, en
donde las noticias relativas a éste son presentadas y explicadas a partir de imágenes,
descripciones y cifras, pero sin ahondar en reflexiones o explicaciones serias y profundas46.
Las explicaciones en los mass media consideran lo étnico-religioso antes que la descripción
social, económica y política en la explicación del fundamentalismo. Dentro del tópico
orientalista tan difundido, se apropia la categoría “islámico” como un esencialismo que lo
explica todo. Un simplismo que comete el equívoco de hacer de lo racial una interpretación
dominante, sin basamento científico alguno, y del cual derivan características intrínsecas y
naturalizadas, como concebir a los musulmanes antimodernos por más que lo enmascaren
detrás del uso de teléfonos celulares y cadenas de televisión por satélite47.
Este análisis simplista además pierde de vista que el mundo islámico es heterogéneo y que
buena parte del origen del terrorismo guarda relación con el comportamiento de Occidente
en el pasado, dato que las cadenas de comunicación ocultan. El terrorismo es visto en los
medios como un fenómeno meramente religioso, perdiendo de vista una esencia mucho
más compleja y aplicando una errónea explicación monocausal. También se informa mucho
sobre los fundamentalistas islámicos, pero muy poco sobre integristas cristianos y judíos, o
se habla del terrorismo islámico pero no de un “terrorismo católico” o uno judío,
insinuando que los únicos generadores de violencia son los musulmanes y el origen
inevitable de los actos violentos surge del Islam48.
Cuando hubo arrestos a presuntos miembros de la red Al Qaeda en España, poco se hizo
para distinguirlos de entre musulmanes ordinarios. Es decir, actualmente cualquier
musulmán integrado puede ser en potencia un terrorista. La amenaza es latente. Las
imágenes en televisión refuerzan ese peligro. Más de las veces muestran a grandes
colectivos, no a individuos separados, en escenas violentas. Reparan en la pobreza (sin
asumir los medios, sus causas), gestos irracionales de tristeza, dolor, expresando lo que en
el fondo sustenta esta visión: la irracionalidad, como cuando se los muestra encolerizados
45
Prado. La islamofobia como ideología dominante, en Rastros de Dixan…Ob. Cit., pp. 44-45.
Navarro. Ob. Cit., Cap. IV, p. 221.
47
López Bargados. Narrativas del miedo…, en Rastros de Dixan…Ob. Cit., p. 136.
48
Navarro. Ob. Cit., Cap. IV, p. 228.
46
expresando gritos de fe como “Dios es grande”. Además, la cobertura de noticias
internacionales está centralizada en España por dos grandes cadenas: AP y Reuters. Nada se
transmite de Al Jazeera49.
La reacción inmediata al 11-S en España fue defensiva. Se dictaron leyes antiterroristas
ocupando el país en ese entonces la presidencia de la UE y se ordenó el refuerzo de
vigilancia de las fronteras entendiendo que incrementar los recursos en pos de la lucha
contra la inmigración también reforzaría la cruzada contra el terrorismo. El gobierno quedó
autorizado a intervenir comunicaciones e ingresar a domicilios sin permiso judicial previo,
en casos de terrorismo, entre otras numerosas medidas. En base al modelo norteamericano,
en España también recrudeció el sistema penal, por ejemplo, con un aumento de 30 a 40
años en la pena para terroristas. Las críticas aparecieron por doquier, denunciando que
todas las medidas antedichas coartaban la libertad de derechos. Sin embargo, el recambio
de gobierno en 2004 no torció dicho rumbo cada vez más restrictivo de la ley.
El incremento en el número de efectivos policiales en la lucha contra la inmigración no
deseada acarreó violaciones flagrantes a los derechos fundamentales, mayores casos de
abusos y maltrato policial contra inmigrantes, dato que la prensa local esconde. En síntesis,
los inmigrantes son los nuevos depositarios de los males sociales y los más expuestos
chivos expiatorios. Se ha conformado una “ciudadanía excluyente” 50.
Merece, por su carácter evocativo sobre la estigmatización de la representación del
musulmán, echar un vistazo a la repercusión que tuvo en los medios españoles la difusión
de las caricaturas sobre el Profeta que publicó el periódico danés Jyllands-Posten el 30 de
septiembre de 2005. La discusión fue vista como un “choque de civilizaciones” (según la
expresión acuñada por Samuel Huntington en 1996) entre un Occidente liberal y defensor
de la libertad de expresión y un Islam censurador. Si la primera permitió un ataque a la
figura de Mahoma, luego se defendió dicha representación oprobiosa alegando que los
musulmanes ni siquiera poseen el derecho a caricaturizar. Ante la ira generalizada de éstos,
las preguntas del momento a responder fueron por qué los musulmanes son tan sensibles a
la caricatura o responder por qué no ríen. Una vez más los medios filtraron información: en
realidad, las protestas musulmanas fueron en su mayoría pacíficas y las denuncias a los
periódicos labradas dentro de marcos legales51.
3. La islamofobia como categoría analítica
La islamofobia tuvo su auge tras el 11-S, auspiciando la cultura de un mundo en guerra, en
la cual los musulmanes son vistos como el enemigo opuesto a los valores occidentales,
demonizándolos y despojándolos de su condición humana. Surgió como visión tras la caída
49
Navarro. Ob. Cit., Cap. IV, p. 235.
Rivera Beiras. (Nuevamente) sobre el concepto de enemigo..., en Rastros de Dixan…Ob. Cit., p. 33.
51
Navarro. Ob. Cit., Cap. IV, p. 256.
50
del bloque soviético. Si bien no comporta una definición jurídica, se puede definir como
una enfermedad psicosocial basada en el odio al otro e inducida por determinados centros
de poder para generar mayor control social y dominio. Por caso, si el enemigo es interno,
cualquier musulmán puede ser considerado sospechoso de ser terrorista, lo cual difumina la
separación entre ambos52.
La islamofobia se ha convertido en una ideología dominante. En efecto, ésta es una variante
del fascismo que demoniza a sus víctimas, las aísla y persigue como colectivo. Se ha
convertido hoy por hoy en un elemento en la generación de consenso político y la base para
entender la política inmigratoria en la UE, convirtiendo al viejo mundo en una fortaleza que
trata a los inmigrantes musulmanes como ciudadanos de segunda clase y mano de obra
barata53.
Este discurso ha ganado adeptos en el campo académico y en la intelectualidad del mundo
occidental. Se lo asocia a la noción de orientalismo en el sentido de que justifica una
mirada inferior del Islam a efectos de ser sometido a un proyecto colonizador que corrija
sus principales defectos, la pretendida ausencia de democracia y el papel oprimido de la
mujer. En efecto, el debate consiste en analizar si la democracia liberal es compatible con el
Islam fundamentalista o con la religión en sí54.
La islamofobia es una versión actualizada del antisemitismo clásico contra el judío, aunque
esta vez el principal defecto no sea la avaricia sino el fanatismo. De tal modo, se pasó del
“problema judío” al “problema islámico”, que repercute en el terreno de la identidad
nacional. En España, todo el que se opone a la visión nacional-católica del país es acusado
de ser antiespañol o traidor a la patria. Es decir, ningún español pudiera ser terrorista
porque eso está reservado a los musulmanes. Así éstos son arrastrados a los márgenes por
no practicar la religión que identifica la esencia nacional y ser creyentes de una fe que
atenta contra la modernidad, conformándose como una subcultura que queda al margen de
la cultura dominante y físicamente se ubica en la periferia. También pesan los ocho siglos
de dominio islámico. De hecho, se concibe la presencia musulmana en pleno siglo XXI
como un resabio indeseado, legado de esa época pretérita contra el que Aznar llamaba a
luchar. Se enseña a los españoles que los únicos y verdaderos nacionales de al-Andalus
eran los cristianos y que ocho siglos de presencia árabe no forman parte de su historia
patria55. De este modo, renace el enfoque del choque de civilizaciones, como en plena Edad
Media, y recrudece la discriminación diaria contra el musulmán, asociado a la figura del
inmigrante, este último acosado por el racismo y la xenofobia56.
52
Navarro. Ob. Cit., Cap. IV, p. 230.
Prado. La islamofobia como ideología dominante, en Rastros de Dixan…Ob. Cit., p. 37.
54
Lewis, Faith and Power…Ob. Cit., Cap. 4, p. 63.
55
Sophie Bessis. Occidente y los otros. Historia de una supremacía. Madrid: Alianza, 2002, Cap. 3, p. 63.
56
Prado. La islamofobia como ideología dominante, en Rastros de Dixan…Ob. Cit., pp. 49-50.
53
En los últimos años se registraron en la UE numerosos casos de violencia contra los
musulmanes, es decir, individuos visualmente identificables con el credo, lo mismo en los
Estados Unidos y otros países. En el caso español, no existe ningún organismo que se
dedique al monitoreo de estas acciones islamófobas. Ataques perpetrados en la vía pública
a individuos, incendios y embates contra mezquitas, hostigamiento a imanes, mujeres que
portan velo, profanación de cementerios islámicos, incidentes en aeropuertos por la simple
apariencia de ciertos pasajeros, son ejemplos de estas prácticas de intolerancia. Es decir, la
violencia se descargó sobre un chivo expiatorio estigmatizado y estereotipado en una
simple descripción visual, así como los lugares físicos asociados a ellos, como las
mezquitas. Inclusive el mundo académico alienta actitudes islamófobas con estudios
basados en otros análisis foráneos y sin trabajo de campo, en suma, de validez científica
dudosa, una pseudoliteratura que crea una realidad artificial57. Si, por el contrario, un
académico esboza un discurso respetable del Islam, automáticamente es acusado de
islamofilia o angelismo58.
No es éste el espacio para entrar en la crónica de hechos que excederían con creces el límite
de extensión. Sólo señalar cifras. En España se contabilizaron entre enero de 2004 y mayo
de 2005, 30 agresiones antimusulmanas. Con todo, la actitud del Estado no es
declaradamente antimusulmana, si bien la islamofobia domina toda la sociedad. El aparato
estatal niega dicho problema y da por sentada la libertad religiosa. Pero las instituciones
vulneran derechos religiosos de los musulmanes. Por ejemplo, impone trabas a la práctica
del entierro islámico, prohíbe pautas de alimentación en lugares públicos o impide la
apertura de nuevas mezquitas59. La legislación ya se mencionó en dos secciones
precedentes.
Sin lugar a dudas, la islamofobia en los Estados Unidos constituye uno de los tantos
dispositivos en la producción de una “industria del miedo” para mantener controlada a la
población civil y alentar agresiones imperialistas. Un público no muy grande pero
férreamente impregnado por esta concepción en los primeros días tras el 11-S criticó al
presidente Bush atribuyéndole debilidad, por haber afirmado que mientras el Islam
promueve la paz, en realidad el credo fue saboteado por el accionar de unos pocos
terroristas60. Como se vio, pronto deshizo esa opinión y lanzó la cruzada casi religiosa
contra el enemigo, referida con anterioridad, que acrecentó aún más el odio. Como
resultado, en diciembre de 2004 una encuesta reveló que la mitad de los norteamericanos
estaban a favor del recorte de libertades civiles de los musulmanes del país61.
57
Prado. La islamofobia como ideología dominante, en Rastros de Dixan…Ob. Cit., p. 61.
Navarro. Ob. Cit., Cap. IV, p. 269.
59
Prado. La islamofobia como ideología dominante, en Rastros de Dixan…Ob. Cit., p. 58.
60
Stephen Schwartz. Islamophobia: America’s New Fear Industry, en PKP Forum (Lousiana), 2010, p. 19.
http://www.islamicpluralism.org/documents/1640.pdf, fecha de consulta: 20 de agosto de 2011.
61
Sattar Ghazali. Ob. Cit., Cap. 2, p. 27.
58
A nivel interno, la islamofobia se manifestó en varias facetas. Al igual que en Europa hubo
ataques contra individuos (350 en las primeras semanas tras el 11-S) y mezquitas, así como
la prohibición de construir nuevas. La iglesia norteamericana se alineó a la cruzada contra
el terror enarbolando las banderas de la lucha religiosa. Se sostuvo que la guerra contra el
Islam (porque se consideró que todo terrorista era musulmán) reivindicaría a la cristiandad
tras siglos de confrontaciones históricas contra los infieles, una vez más mostrándolos
como el fruto de un credo demoníaco y pervertido. Aparecieron opiniones negativas sobre
Mahoma, asimilándolo a un fanático religioso o un pervertido sexual, y la idea de que el
Islam era un enemigo más duro que el nazismo. Asimismo, se construyeron puntos de
acercamiento entre éstos dos. Un autor se refirió al Corán como “El Mein Kampf islámico”
y la execración del libro sagrado alcanzó niveles alarmantes entre los norteamericanos, con
prácticas tales como quemas o, en los interrogatorios, maltratos (arrojarlos por el inodoro)
como forma de tortura. La interpretación religiosa del conflicto hizo retrotraer a un tópico
del pasado, el combate entre dos religiones, una verdadera y otra falsa62.
La lucha contra el terrorismo internacional asimismo encendió enconados odios frente al
Islam. Bush mismo lo alentó. En efecto, el lenguaje se hizo más virulento conforme
avanzaba la agenda internacional intervencionista de la superpotencia, en la lucha contra un
enemigo caracterizado como fascista. Un personaje de los medios declaró dos días tras el
11-S: “Deberíamos invadir sus países, asesinar a sus líderes y convertirlos a todos al
cristianismo”. Otro anunciador en un programa de radio llamó a eliminar, por lo menos, a
100 millones de musulmanes. El entonces presidente afirmó que los iraníes son todos
estúpidos y caracterizó a todo musulmán como imbécil y terrorista.
En conclusión, de todo lo expuesto, queda claro que la islamofobia yace en la formación
ideológica del país y no es una ideología política, se trata de un concepto abstracto que
obedece a una construcción política y cultural, en detrimento del “otro”63.
4. Conclusión: un “Islam imaginario” frente a la realidad
Todos los estereotipos acerca del árabe y el musulmán descriptos a lo largo de estas páginas
constituyen parte de un “Islam imaginario”. Si lo imaginario se construye a partir del
desconocimiento del “otro” a quien se desprecia, entonces ese imaginario continúa
anteponiendo distancia y acrecentando la ignorancia hacia el que no es como uno. En
Occidente esta representación del Islam, una sencilla superchería, ha conseguido un
predominio monopólico sobre el entendimiento de la realidad. Tan fuerte resulta ese
imaginario creado que así explica cómo deja sumidos en la impotencia a sus víctimas64
62
Sattar Ghazali. Ob. Cit., Cap. 2, p. 22.
Stephen Sheehi. Islamophobie: The Ideological Campaign Against Muslims. Clarity Press, 2011,
Introduction, p. 6.
64
López Bargados. Narrativas del miedo…, en Rastros de Dixan…Ob. Cit., p. 123.
63
Los norteamericanos, así como los españoles, por lo general tienen muy poco contacto
personal con los musulmanes y por lo tanto no los conocen bien. De este modo resulta
cómodo continuar absorbiendo opiniones moldeadas por los medios de comunicación. Los
prejuicios se ponen de moda y son funcionales a una lectura de poder65. En efecto, las
representaciones construidas por los mass media sobre el Islam y los árabes se explican
como un pensamiento mágico, irracional e incuestionable, que mantiene las ideas
adecuadas a tenor de sembrar un clima de temor y alarma social66.
Sin el papel de los medios de comunicación el temor mundial ante el 11-S no se hubiera
conocido y los atentados no hubiesen tenido el impacto simbólico que tuvieron. Por su
parte, los perpetradores se valieron de la tecnología occidental para cometer los atentados,
por caso, volando ellos mismos los aviones de pasajeros más avanzados del planeta67. Los
medios son tan culpables de haber lanzado a la fama a Al Qaeda y de convertir en estrellas
mundiales a personajes como Sadam Hussein y Bin Laden, entre otros, así como de
continuar generando las visiones deformantes de la realidad que es explicada infantilmente
como un choque entre las fuerzas del bien y del mal68. Siglos de desencuentros y carencia
de autocrítica han llevado a una visión maniquea durante el siglo XX entre Occidente y el
Islam. Nasser, Khomeini, Hussein y, ya en el siglo XXI, Bin Laden, se han convertido en
los íconos de tal interpretación dualista69.
No obstante, hay interpretaciones más elocuentes. Para descomponer la imagen de un Islam
imaginario existen autores que se han dedicado con éxito a difundir una imagen positiva y
justa en base a lecturas serias de ese mundo cultural. Entre otros, Ignaz Goldziher, Samir
Khalil Samir, John Tolan, Bernard Lewis, Albert Hourani, Karen Armstrong, han
demostrado que el Islam no es una religión que promueve la violencia y rescataron del
pasado aportes fundamentales para la construcción de la sociedad moderna, como el primer
renacimiento europeo del siglo XII, un hecho histórico impensable sin el aporte del mundo
islámico. No obstante, según algunos, el mundo occidental se considera deudor de la
tradición grecorromana y ha expulsado los orígenes no cristianos y orientales de la
civilización europea70.
En los siglos de dominación islámica de la Península Ibérica, en contraste a la visión
negativa expuesta con anterioridad, la significativa contribución árabe en España ha dejado
huellas indelebles como mejoras técnicas en materia agrícola junto a la introducción de
65
Sattar Ghazali. Ob. Cit., Cap. 2, p. 27.
AA.VV. Introducción. La letra pequeña, en Rastros de Dixan…Ob. Cit., p. 9.
67
Malise Ruthven. Epílogo, en Albert Hourani. La historia…Ob. Cit., p. 561.
68
Bensalah. Islam y representaciones mediáticas, en Ob. Cit., p. 80.
69
Larbi Sadiki. One “Islam”, Many “Islams”: Understanding the Arab-Islamic Perspective on 11 September in
a Globalising World, en Irish Studies in International Affairs, Vol. 13, 2002, p. 44.
70
Bessis. Occidente…Ob. Cit., Cap. 1, p. 25.
66
nuevos cultivos, la extensión de los vínculos comerciales hacia los confines europeos,
múltiples aportes lingüísticos, etc71.
Se ha naturalizado la idea de que Occidente siempre fue superior al resto, pero durante gran
parte de su existencia el mundo árabo-islámico constituyó una floreciente sociedad
eminentemente urbana y letrada, mientras que el occidente medieval mostraba signos
evidentes de retraso, con ciudades cuya población en las cuatro más grandes del siglo XV
apenas albergaba 100.000 habitantes y las restantes eran más reducidas. Ninguna en Europa
llegaba a la talla de El Cairo, ciudad en el orden del cuarto de millón de pobladores a
comienzos del siglo XIV72. En lo que se conoce como Edad Media los cristianos
aprendieron mucho de los árabes, aunque no fue así en sentido inverso, los últimos vieron a
los occidentales como bárbaros de cuya fe el Islam no tenía nada que temer ni menos
aprender73, aunque todo cambiara a partir del siglo XVI, con el despertar de la hegemonía
europea.
El término “islam” se ha convertido en el foco de todas las perversiones que caracterizan
actualmente al “otro”. La historia antioccidental que se enseña en los países árabes insiste
en la grandeza árabo-islámica, un logro alcanzado de época anterior al dominio colonial.
De todas formas, esos países no pueden escribir sin ver el punto de referencia, ese
Occidente que tanto odian74, mientras éste teme a los musulmanes por su afán vengativo.
Como 2001 representó una estocada fatal en el orgullo de Occidente y el mito de su
superioridad, todas las formas de abordar la presencia del “otro”, como la denigración total
del musulmán, no son más que estrategias para recomponer dicha supremacía. Si los
musulmanes desean ser tratados dignamente, indica el ideal, entonces no debieran
cuestionar la superioridad de Occidente, algo que contrasta con la terrible evidencia del 11S. El discurso del islam radical es peligroso para los occidentales porque representa una
alternativa amenazadora en busca de la supremacía universal75. En ese sentido, se explica
cómo después de haberse criticado y descartado el enfoque del “choque de civilizaciones”
de Huntington, ciertos analistas hayan vuelto a recuperar esta explicación que se suponía
había quedado anacrónica hasta 2001.
En definitiva, repensar el mundo árabo-islámico, libre de los prejuicios tradicionales
esbozados a lo largo de estas páginas, es el requisito indispensable para el logro de dos
objetivos: repensar el mundo occidental en su relación con el “otro” (para replantear, por
caso, las intervenciones norteamericanas en el exterior cumpliendo con los derechos que
71
Bernard Lewis. The arabs in History. New York: Oxford University Press, 2002, Cap. 10, p. 180.
Hourani. La historia…Ob. Cit., Cap. 7, p. 148.
73
Lewis. The arabs…Ob. Cit., Cap. 7, pp. 138-139.
74
Bessis. Occidente…Ob. Cit., Cap. 12, p. 298.
75
Bessis. Occidente…Ob. Cit., Cap. 11, p. 256.
72
proclaman defender76) y alcanzar el multiculturalismo, generando integración. Por su parte,
no es fácil lograr que el pluriculturalismo sea un antídoto contra el terrorismo islámico y
otros excesos pero, y hasta el momento, el accionar de esos grupos ha causado
paradojalmente más muertes a musulmanes que a los infieles que pretende aniquilar77.
---------------------------A modo de epílogo. La llegada a la Casa Blanca de Barack Obama en enero de 2009
implicó una actitud más conciliadora frente al Islam. En un discurso el presidente
afronorteamericano sentenció “No fue una religión la que nos atacó, fue Al Qaeda”. Por
ende, en septiembre de 2010, ante un nuevo aniversario del 11-S, afirmó que su nación bajo
ningún concepto estuvo ni estará en guerra con el Islam78.
No obstante las buenas intenciones del mandatario, que también promovió la creación de un
Estado árabe en Palestina, los musulmanes de Estados Unidos están preocupados frente al
arremetimiento de la islamofobia en consonancia con el décimo aniversario de los
atentados. Una cuestión son los dichos, y otra los hechos. Es decir, los prejuicios siguen
latentes más allá de la buena voluntad de algunos, como por ejemplo, la de Obama quien en
agosto de 2010 defendió la idea de construir una mezquita en la denominada “Zona
Cero”79.
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www.redsafeworld.net
76
77
78
Bessis. Occidente…Ob. Cit., Prólogo, p. 12.
Maíllo Salgado. Acerca del fundamentalismo…, conferencia, p. 54.
Diario El Mundo, España, edición del 11-10-2010.
http://www.elmundo.es/america/2010/09/11/estados_unidos/1284213575.html. Fecha de consulta: 30 de
agosto de 2011.
79
BBC Mundo, edición del 14 de agosto de 2010.
http://www.bbc.co.uk/mundo/internacional/2010/08/100813_mezquita_zona_cero_obama_lav.shtml.
Fecha de consulta: 31 de agosto de 2011.