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Utilidad del diccionario contextual en la enseñanza
del español a estudiantes franceses
José Carlos DE HOYOS PUENTE
Université de Valenciennes
María Belén VILLAR DÍAZ
Université Lumière-Lyon 2
Introducción
Los últimos años han sido testigo de un vertiginoso desarrollo de la lexicografía
española. Tal desarrollo debe ser vinculado, en parte, al trabajo llevado a cabo en el
ámbito de lo que podríamos denominar la “lexicografía académica”, promovida
esencialmente por la Real Academia Española de la lengua. No en vano, a un nuevo
ritmo de publicación, que ha conducido a la aparición de sucesivas ediciones del viejo
conocido DRAE, se suman proyectos lexicográficos tan interesantes como el del
Diccionario Panhispánico de Dudas, recientemente publicado, o el del Diccionario
Histórico del Español, proyecto que comienza a dar sus primeros pasos de la mano del
profesor y académico José Antonio Pascual. No obstante, el gran salto cualitativo, en lo
que a la lexicografía española respecta, proviene del espectacular desarrollo de lo que
llamaremos la “lexicografía comercial”; la absoluta revolución de nuestros diccionarios
surge, así, de proyectos dirigidos por uno o varios profesores universitarios, amparados
económicamente por el Estado, las universidades y las editoriales. Entre estos
diccionarios citaremos, por no quedarnos sino con algunos de los más conocidos, el
Diccionario Salamanca de la Lengua Española (DSal, 1996), coordinado por Juan
Gutiérrez Cuadrado, el Diccionario del Español Actual (DEA, 1999), dirigido por
Manuel Seco o el Diccionario de Uso del Español Actual, más conocido como Clave
(1996), coordinado por Concepción Maldonado, así como proyectos todavía en curso,
como el del Diccionario Coruña de la Lengua Española, dirigido por José Álvaro Porto
Dapena.
Junto a estos diccionarios, y en el seno de la “lexicografía comercial”, ve la luz
en 2004 el resultado de uno de los proyectos más originales que se han llevado a cabo
hasta nuestros días, naciendo así REDES, un diccionario diferente del que nos propone
la lexicografía tradicional. La diferencia radica fundamentalmente en el hecho de que,
frente a los diccionarios que todos conocemos y empleamos cotidianamente con el fin
de descodificar el significado desconocido de una determinada palabra, REDES permite
llevar a cabo la operación contraria, a saber, la codificación de un escrito. En otras
palabras, si el diccionario tradicional es utilizado para comprender un texto, REDES
sirve, más bien, para redactarlo. Ciertamente, no debemos olvidarlo, alguno de los
diccionarios arriba citados presenta tímidos intentos de acercamiento al proceso de
codificación, especialmente DSal; sin embargo, REDES nos conduce a la codificación
de manera sistemática, siendo ésta precisamente su función fundamental. Así, no
encontraremos en REDES la definición de ninguna de las entradas que en él aparecen,
sino su combinatoria léxica, es decir, su capacidad de combinarse con otros signos de la
lengua para formar sintagmas naturales de la misma.
Utilidad del diccionario contextual en la enseñanza del español a estudiantes franceses, pp. 1033-1043
Nuestro objetivo en la presente comunicación es presentar este novedoso
diccionario, con especial atención a su utilidad en el ámbito de la enseñanza del español
en Francia. Si bien en un primer momento nos propusimos abarcar igualmente la
aplicación de REDES a la lexicografía bilingüe, lo cierto es que las limitaciones de
extensión impuestas por los editores nos han obligado a decantarnos por profundizar
únicamente en el aspecto pedagógico. El acercamiento que proponemos será, pues,
esencialmente didáctico, valor que primará sobre el lingüístico, puesto que, a pesar de
nuestra condición de lingüistas, nos encontramos aquí no para descender a los lugares
más recónditos de la teoría lingüística española, sino para poner en relación los dos
mundos a los que pertenecemos, el español y el francés. No debemos olvidar, de todos
modos, que REDES es, fundamentalmente, un diccionario lingüístico, creado
exclusivamente a partir de nociones semánticas. Y ello es, precisamente, lo que nos
animó, en su día, a proponer un acercamiento al mismo desde la perspectiva de la
enseñanza. En realidad, fue el diálogo con algunos de nuestros compañeros de fatigas en
la universidad francesa acerca de la dificultad de manejo de REDES, el que nos incitó a
tratar de explicar no sólo en qué consiste el diccionario en cuestión, sino también, y
sobre todo, cómo podemos explotarlo en nuestras aulas. En este sentido, prestaremos
atención privilegiada a las aplicaciones relativas a la composición en español y la
traducción inversa, así como a aplicaciones diversas establecidas en función del nivel de
español de los alumnos.
1. REDES: un diccionario lingüístico
No es nuestra pretensión, en esta sencilla presentación de REDES, aportar
conocimientos nuevos acerca del mismo, sino, simplemente, vulgarizar –si se nos
permite utilizar esta voz- los datos que el propio director del diccionario, Ignacio
Bosque, ofrece como introducción al mismo. Baste señalar que, además de una breve
introducción, apta para todos los públicos, Bosque dedica en REDES una extensa
segunda introducción –de casi 150 páginas- a los lingüistas de profesión que quieran
comprender el alma de su proyecto lexicográfico. No en vano anticipábamos que
REDES era, en esencia, un diccionario lingüístico...
Ahora bien, fieles a nuestro objetivo didáctico, trataremos de no divagar en
exceso por los farragosos terrenos de la lingüística y centrarnos en explicar, de forma
sucinta, qué es y para qué sirve REDES.
El proyecto de Ignacio Bosque, madurado durante largos años1, parte de una
idea clara: la combinatoria de las palabras en la lengua no es libre, sino que se halla
sometida a una serie de restricciones, no sólo gramaticales –como suele pensarse y
estudiarse-, sino también y sobre todo semánticas. Como señala el lingüista: “REDES
pone de manifiesto que existe una estrecha relación entre la intensión y la extensión de
muchos conceptos y también que los paradigmas extensionales distan mucho de ser
ajenos a la estructura del sistema lingüístico” (XCIV).
Dicho de otro modo, el significado de las palabras (su intensión) y el número de
individuos u objetos a los que tal significado puede aplicarse (su extensión) mantienen
una relación definida por una serie de restricciones semánticas, que no son puntuales,
1
Para una información detallada de las bases teóricas del diccionario aconsejamos la lectura de Bosque
(2001a, 2001b).
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sino que, por el contrario, forman parte de la estructura misma del sistema de la lengua.
Así, no es de extrañar que los hablantes de español utilicemos, instintivamente,
sintagmas codificados en la lengua como “desear ardientemente” (y no “desear
fogosamente”) o “concurso reñido” (y nunca “concurso peleado”). Ello no es casual,
sino que responde a la existencia de una selección semántica -mucho menos analizada
hasta el momento que la llamada “selección categorial o gramatical”- que determina la
combinación léxicamente adecuada.
REDES es, en definitiva, un diccionario de restricciones semánticas, un
diccionario combinatorio o contextual que funciona por el principio de la selección
léxica. Dos elementos participan en este proceso de selección: el predicado y el
argumento. Resumiendo de modo casi grotesco (nótese que en español no podemos,
como en francés, “resumir groseramente” –cuestión de combinatoria léxica-), digamos
que el predicado es el elemento seleccionador, mientras que el argumento es el elemento
seleccionado2: “Los predicados, sean de individuos o de eventos, restringen a sus
argumentos, es decir, acotan el conjunto de nociones que estos pueden designar y lo
reducen de manera muy diversa” (CXVII).
En el primero de los sintagmas arriba propuestos, por ejemplo, desear no es más
que el argumento seleccionado por el adverbio ardientemente (no olvidemos que los
adverbios son siempre predicados de los eventos), del mismo modo que en el segundo
ejemplo reñido funciona como predicado seleccionador del argumento concurso.
De acuerdo con estos principios teóricos, REDES presenta algunas de las
estructuras sintagmáticas habituales de la lengua española, partiendo para ello de la
información que le proporciona un basto corpus, conformado en su mayor parte por
textos periodísticos de los últimos 20 años y especialmente de la última década, textos
procedentes de la prensa española y latinoamericana. Los criterios de selección de los
sintagmas recuperados en el corpus son la frecuencia de aparición y la naturalidad del
uso, estadístico el primero y estrictamente lingüístico el segundo, criterios cuya
coincidencia es casi absoluta (primando el segundo en caso de no coincidencia).
Ahora bien, una de las cuestiones que pueden plantearse atañe a la organización
de la macroestructura del diccionario, es decir, a las entradas que forman parte del
mismo. El usuario del diccionario se interroga acerca de cómo utilizar el diccionario,
acerca de cuáles son las entradas que puede buscar en él: ¿los predicados o los
argumentos? Pues bien, REDES ofrece la posibilidad de ubicar una combinación léxica
tanto a partir del elemento seleccionador como del elemento seleccionado. Para ello, los
2
La diferencia entre argumentos y predicados nace en la lógica moderna de la mano de G. Frege y sus
conceptos de función y de argumento. Esta división rompe con el concepto de la oración basada en la idea
aristotélica que dividía partes de la oración en sujeto y predicado de tanto éxito en la Edad Media y en la
época moderna, a partir de la Gramática y la Lógica de Port-Royal. El análisis que plantea Bosque se
orienta más hacia la óptica fregeana que hacia la tradición aristotélica, partiendo también de la base –no
expresa en su introducción, pero probablemente subyacente a su trabajo- de que “el significado de las
palabras debe ser buscado en el contexto de todo el enunciado, nunca en las palabras aisladas” (G. Frege,
Fundamentos de la aritmética, 1884). El principio de contextualidad –segundo de los presentados en los
Fundamentos- podría ser el origen de toda la reflexión entorno a predicados y argumentos y, en el fondo,
también la semilla del presente diccionario REDES.
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redactores han creado dos tipos de entradas diferentes3, analíticas unas –las que
conciernen a los predicados- y abreviadas (en forma de listas de palabras) otras –las
relativas a los argumentos-. Ello presupone que el usuario, no necesariamente iniciado
en la teoría lingüística de la predicación, puede en todo momento localizar la
combinación sintagmática que necesita, partiendo de cualquiera de los dos elementos
que forman parte de la misma. Volviendo a nuestros ejemplos, las cuatro voces
seleccionadas, desear, concurso, ardientemente y reñido aparecerán como entradas en
REDES; las dos primeras lo harán como entradas abreviadas, de acuerdo con su
condición de elementos seleccionados, mientras que las dos últimas darán lugar a
entradas analíticas, en función de su condición de elementos seleccionadores. Lo
interesante, además, es el complejo y bien creado sistema de referencias cruzadas, que
permitirán al usuario acceder directamente de un elemento de la combinación léxica al
otro.
Cabe señalar, de todos modos, que no todas las combinaciones “naturales” del
español aparecen en REDES. Y ello se debe no sólo al hecho, comprensible, de que
resulta absolutamente imposible recopilar la totalidad de las combinaciones léxicas de
una lengua en un solo diccionario, sino también a las propias bases teóricas de creación
de la obra lexicográfica. Como explicábamos con anterioridad, REDES es un
diccionario lingüístico, cuya razón de ser pasa por las restricciones semánticas que rigen
la combinatoria sintagmática; así, “el objetivo de REDES no es describir los
comportamientos de los individuos, sino las propiedades combinatorias de las palabras”
(CXXII).
Esta afirmación se inscribe en uno de los ámbitos más problemáticos de la
investigación semántica (en el que, por razones evidentes, no vamos a detenernos): la
nada nítida frontera entre los datos lingüísticos y los extralingüísticos, entre las
exigencias debidas al funcionamiento interno de la lengua y las que responden al
contacto del hablante con el mundo que lo rodea. Así, dice Bosque en dos ocasiones:
“Este diccionario no contiene una entrada para el verbo comer en la que se informe de
las cosas que uno puede comerse (todas, en realidad; lo que le ocurra después al
organismo no es asunto de la lingüística)” (LXVII).
Dicho de otro modo, el usuario no podrá encontrar en el diccionario REDES
sintagmas como comer manzanas o jugar al fútbol; ciertamente, se trata de sintagmas
frecuentes y naturales en la lengua, pero responden más a las costumbres propias de los
humanos que a la influencia de factores de orden exclusivamente semántico.
Encontraremos, sin embargo, comerse el mundo o jugar sucio, combinaciones que sí se
inscriben en la restricción semántica analizada por Bosque.
Un último aspecto en el que queremos insistir brevemente antes de abordar las
aplicaciones prácticas de REDES en nuestras aulas es la relación existente entre el
diccionario analizado y el concepto genérico clásico de colocación. Sin duda, los
profesores y alumnos de francés conocerán el Dictionnaire Explicatif et Combinatoire
du français contemporain dirigido por el profesor Igor Mel’čuk; su primera impresión
puede ser, así, de déjà-vu, en el sentido de que REDES no parece sino la adaptación al
español del trabajo del investigador canadiense. Sin embargo, si bien en ambos casos se
3
En realidad hay cuatro tipos de entradas diferenciadas en REDES, aunque para los fines didácticos que
perseguimos en la presente comunicación es suficiente con tener en cuenta los dos tipos principales, aquí
explicados.
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parte de la noción de combinatoria léxica, la concepción de los mecanismos semánticos
que sustentan teóricamente ambos trabajos difiere de manera destacable. De este modo,
frente a la idea de restricción semántica, defendida y analizada por Bosque, los
representantes de la llamada “teoría sentido-texto” (citemos, por ejemplo, a Mel’čuk en
el ámbito del francés y a Margarita Alonso (1994-1995, 2001) en el del español) parten
de la noción de función léxica, que permite definir toda la red de relaciones semánticas
que una palabra guarda con el resto de palabras de la lengua. Sin duda, un usuario no
lingüista de los diccionarios combinatorios puede pensar que tal divergencia teórica no
le afecta en absoluto y, sin embargo, basta comparar una misma entrada en REDES y en
DEC para darse cuenta de que la capacidad de aprovechamiento de ambas obras no es la
misma. El diccionario de Bosque es, como decíamos al principio, apto para todos los
públicos, independientemente de que un lingüista pueda ver en él detalles ocultos para
un profano o bases de análisis semántico carentes de interés para aquél; el DEC, por su
parte, presenta una complejidad formal tal que sólo los iniciados en la teoría sentidotexto pueden acceder a un uso productivo del mismo.
2. REDES en el aula.
No es casual que Ignacio Bosque insista, en sus diversos artículos y conferencias
consagrados al proyecto lexicográfico de REDES, en la idea de que uno de los
privilegiados receptores del diccionario es el conjunto de estudiantes de español como
lengua extranjera.
Evidentemente, REDES no puede sustituir en el aula a las gramáticas y
diccionarios bilingües o monolingües; no obstante, supone una buena ayuda
complementaria, especialmente en lo que atañe a la resolución de dudas de tipo
sintagmático, ante las cuales el alumno, en la mayor parte de las ocasiones, se siente
abandonado a su suerte. De hecho, si es verdad que en el aula se insiste en la corrección
de los llamados falsos amigos semánticos (más de una vez nos hemos visto en la
obligación de comentar que en realidad una constipation no es un constipado), así como
de los que podríamos apelar falsos amigos gramaticales (¿cuántos de los docentes que
enseñan español en Francia no están cansados de corregir complementos directos sin
preposición?), no menos cierto es que los falsos amigos combinatorios no constituyen
uno de los objetivos esenciales de nuestros programas académicos, cuando, en realidad,
conducen con frecuencia a la codificación de sintagmas extraños, comprensibles, cierto,
pero muy poco naturales. El hecho, incontestable, de que español y francés, como
lenguas hermanas que son, comparten un número importante de casos de combinación
no es, sin embargo, excusa para olvidar este aspecto del aprendizaje, pues, como
tendremos ocasión de comprobar, no siempre la proximidad de las lenguas permite crear
combinaciones aceptables. Veámoslo de modo práctico, a partir de ejemplos que no han
sido creados ad hoc, sino que proceden de nuestra propia experiencia docente del
presente curso académico.
2.1. Traducción inversa
Tomemos, para comenzar, este pequeño fragmento de la novela C’est bien de
Philippe Delerm: “Alors on se sentait vaguement mal à l’aise.”
Nada parece, en esta sencilla frase, susceptible de recibir atención privilegiada y,
sin embargo, fijémonos en el adverbio vaguement. La forma adverbial correspondiente
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–vagamente- existe, en efecto, en español. El alumno que consulte un diccionario
bilingüe puede sentirse tranquilo tras haber traducido vaguement por vagamente, pues
esa es la solución que el diccionario propone. No obstante, ¿es realmente correcta en
español la secuencia nos sentíamos vagamente incómodos? La consulta del DRAE no
ofrece respuesta a tal interrogante, pues, en su vaguedad habitual, define vagamente a
partir de su equivalente sintáctico-semántico de una manera vaga. Sólo el alumno
motivado que haya decidido, en un afán de verificación científica, ir más allá y que haya
podido consultar DSal, comprobará la existencia de una interesante observación al
respecto: “Suele asociarse a contextos de recuerdo, remembranza, parecido, intuición o
expresión: Me acuerdo vagamente de su sonrisa. Vagamente vino a decir que no.”
Ninguno de los contextos evocados por DSal se documenta en el fragmento que
traducimos, lo que debería llevarnos a pensar que, en realidad, la utilización del
adverbio en el contexto que nos ocupa no es adecuada. Pero ¿cómo tener la certeza de
que el adverbio vagamente y el adjetivo incómodo no se combinan de modo natural en
español? REDES proporciona de forma sistemática tal información, dándonos cuenta de
su uso prioritario con verbos.
En la secuencia traducida, el adverbio no selecciona un verbo, sino un adjetivo y
entre los escasos adjetivos seleccionados por el adverbio vagamente en español
(vagamente misterioso; vagamente familiar) no parece encontrarse el que aquí nos
interesa. En conclusión, no parece apropiado traducir a la ligera vaguement por
vagamente, pues, si es cierto que tal opción respeta las reglas gramaticales de la lengua
española, no responde estrictamente a las restricciones semánticas de la misma.
Llegados a este punto, nos vemos obligados a señalar que si bien REDES nos ha
permitido confirmar la ausencia de equivalencia combinatoria en el caso estudiado, no
nos ofrece sin embargo, en este caso –afortunadamente es una excepción-, la posibilidad
de encontrar la traducción más adecuada. De hecho, si una vez rechazada la opción de
retomar el adverbio vagamente, buscamos en REDES el adjetivo incómodo, para
comprobar los predicados que pueden seleccionarlo y encontrar así una traducción
sintagmáticamente aceptable, lo cierto es que tal opción no se presenta en el diccionario,
cuyas propuestas de predicación responden en todos los casos a una semántica de la
totalidad (sumamente, terriblemente, visiblemente). Ello resulta curioso, teniendo en
cuenta que a cualquier español le resulta más que natural la secuencia ligeramente
incómodo, que reproduce perfectamente el contenido semántico del adverbio vaguement
utilizado en francés. Sólo podemos desear que el trabajo llevado a cabo hasta ahora por
el equipo de Bosque continúe desarrollándose, para poder completar en la medida de lo
posible las combinaciones presentadas en la microestructura de REDES.
Si, para comenzar nuestra ejemplificación, nos hemos detenido en un adverbio
en -mente no ha sido por casualidad, sino de acuerdo con una realidad tangible: español
y francés ofrecen, como señalábamos con anterioridad, una combinatoria léxica similar;
sin embargo, hay determinados elementos de la lengua que parecen presentar
características propias a cada una de las dos lenguas, siendo uno de los más destacados,
precisamente, el de los adverbios de este tipo, no sólo utilizados con menor frecuencia
en español, sino también empleados a menudo de manera divergente. Sigamos con el
texto de Philippe Delerm para comprobarlo: “Dans la chambre, on avait installé le
Subbuteo, un super jeu de football qui reproduit vraiment les actions du foot”.
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La conciencia lingüística de cualquier hablante de español va a indicarle que no
es del todo aceptable una traducción del tipo: “En la habitación habíamos instalado el
Subuteo, un super juego de fútbol que reproduce verdaderamente las jugadas del
fútbol”.
Independientemente de los problemas específicamente ligados al elemento
léxico (como la imposibilidad en español de diferenciar léxicamente football y foot),
nos interesa detenernos, una vez más, en el adverbio vraiment y en su equivalente
español verdaderamente. El asunto no difiere en absoluto del desarrollado
anteriormente, a no ser por el hecho de que, en esta ocasión, el alumno no podrá
encontrar en REDES la entrada verdaderamente. En realidad, la vaguedad del concepto,
que puede aplicarse prácticamente a todo (como el verbo comer al que arriba hacíamos
alusión) conduce a que las restricciones semánticas que permitirían recogerlo como
entrada no sean pertinentes. ¿Qué hacer, pues, en un caso como éste? Simplemente,
acudir al argumento seleccionado sintagmáticamente por el adverbio. Busquemos
reproducir en REDES: “◊ al detalle36, al pie de la letra16, aproximadamente, a todo
volumen, con detalle, de memoria10, detalladamente, en cadena62, en serie8,
estrictamente, exactamente, fielmente, fotográficamente, literalmente2, miméticamente1,
minuciosamente, punto por punto15”.
El alumno, que, evidentemente, conoce el significado de vraiment está en
condiciones de seleccionar en la lista de predicados propuestos aquel que más le
convenga semánticamente; si decide conservar la forma adverbial cuenta con tres
posibilidades: detalladamente, exactamente y fielmente. Pero REDES le permite ir
todavía más allá y afinar el resultado obtenido, pues la revisión de las entradas
correspondientes a estos tres adverbios le va a permitir comprobar que únicamente el
último aparece combinado con el verbo reproducir. De este modo, nuestro estudiante
habrá compensado su carencia de competencia lingüística gracias al diccionario
contextual, para llegar así a la secuencia que, sin duda, un hablante nativo habría
seleccionado de modo instintivo: reproducir fielmente.
Pero no sólo el paradigma adverbial proporciona ejemplos interesantes en el
dominio de la traducción inversa. Veamos rápidamente otras posibilidades, a partir de
un fragmento robado a Marguerite Yourcenar (Le coup de grâce)4: “J’eus le temps de
me répéter dix fois que Sophie avait peut-être un dernier appel à m’adresser”.
Qué frase tan sencilla y cuántas dudas gramaticales (el artículo delante del
sustantivo temps, problemas preposicionales varios, la elección de indicativo o
subjuntivo con el adverbio de duda), pero fijémonos también en la dificultad
combinatoria de appel y adresser, porque en español “suena raro” (diría un nativo)
dirigir un llamamiento. Y si suena raro es porque, efectivamente, como nos muestra
REDES, llamamiento no se combina naturalmente en español con el verbo dirigir: “◊
atender, desoír13, emitir29, formular17, hacer, hacer extensivo4, lanzar20, secundar, surtir
efecto25.”
Así pues, más que dirigir llamamientos, los españoles hacemos llamamientos...
Finalmente, el uso de REDES puede resultar útil a cualquier estudiante en caso
de duda acerca de cuál de todas las acepciones que le propone el diccionario bilingüe es
4
Dos traducciones posibles: “tuve tiempo para/de repetirme diez veces que Sofía tenía quizá un último
llamamiento que hacerme”, “tuve tiempo para/de repetirme diez veces que Sofía quizá tuviera un último
llamamiento que hacerme”.
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la más apropiada en el contexto concreto que desea traducir. Así, por ejemplo, en su
famosa novela Les fourmis, Bernard Werber introduce la siguiente frase: “Ils
s’enfoncèrent dans les ténèbres”.
Sencillo, sí, pero no tanto, porque el diccionario bilingüe proporciona
posibilidades diversas para la traducción del verbo s’enfoncer (incluso eliminando
aquellas que, gracias al ejemplo presentado, pueden asociarse a contextos específicos,
como irse a pique –un barco- o arrellanarse –en un sillón-): hundirse, desaparecer,
desvanecerse, internarse, penetrar, entregarse, sumirse, absorberse, adentrarse.
Veamos si la entrada tiniebla(s) de REDES puede ayudarnos: “◊ adentrarse (en),
arrastrar (a), arrojar (a), bajar (a), cernerse34, emerger (de), esclarecer(se), estar (en),
hundir(se) (en)27, precipitarse (a), quedar (en), sepultar(se) (en), sumergir(se) (en),
sumir(se) (en)11, surgir (de) vivir (en/entre)”.
De acuerdo con la microestructura de la entrada, crearemos así secuencias que,
con toda seguridad, son aceptables en la lengua (con la ventaja añadida de que, a pesar
de no tratarse de un diccionario sintáctico, REDES nos proporciona en casos como éste
el régimen preposicional de los verbos seleccionados): hundirse en las tinieblas,
sumirse en las tinieblas o adentrarse en las tinieblas. Si continuamos nuestra búsqueda,
seleccionando las entradas hundirse, sumirse y adentrarse, podremos determinar,
además, que la combinación más frecuente en nuestra lengua es, sin duda, sumirse en
las tinieblas.
Por supuesto, ello no quiere decir que estas sean las únicas soluciones posibles,
puesto que internarse en las tinieblas o penetrar en las tinieblas son secuencias que
cualquier hablante nativo podría no sólo comprender, sino también aceptar. Sobra decir
que REDES (Bosque insiste en ello) no es un diccionario normativo, sino puramente
orientativo. La elección de las posibilidades combinatorias en él repertoriadas no es
exclusiva, sino simplemente una garantía de naturalidad lingüística.
2.2. Composición en español
La utilidad de REDES no se reduce a la resolución de dudas de traducción
inversa, pues, como señalábamos al principio, se trata de un diccionario concebido más
que para descodificar escritos para codificarlos. De aquí que podamos aprovecharlo en
el aula para mejorar la fluidez escrita de nuestros alumnos de español.
Pongamos un ejemplo preciso. A menudo, cuando nuestros alumnos redactan
ejercicios de una determinada longitud, como disertaciones, por ejemplo, tienden a
repetir una y otra vez las formulaciones léxicas que conocen, a menudo calcadas sobre
el francés. El uso de REDES puede servirles, así, no sólo para ampliar su conocimiento
léxico del idioma, sino también para adquirir combinaciones que, de otro modo,
permanecerían ocultas para ellos. Una muestra clara es la que nos proporciona el
sustantivo derrota (muy utilizado estos últimos años en las oposiciones de CAPES y
Agregación, siendo uno de los temas el ejército español). Veamos cómo puede ser una
derrota, según REDES:
Derrota ◊ abrumador21, abultado24, a cuestas2, a domicilio23, amargo55,
aparatoso3, aplastante4, bochornoso, catastrófico4, clamoroso8, claro,
consecutivo, contundente, definitivo, demoledor38, desolador60, doloroso,
esperable, estrepitoso2, frustrante, fuerte, fulminante, gran(de), histórico,
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honroso10, humillante, importante, inapelable18, inesperado, inevitable,
inexorable23, inmerecido, inminente, irremediable, llamativo70, merecido,
nuevo, resonante, rotundo5, sensible, severo15, soberano, sonado,
sorprendente, sorpresivo ◊ [...]
La mayor parte de los adjetivos que en español pueden unirse al sustantivo
derrota funcionan igualmente en francés, de manera que en ambas lenguas tenemos
derrotas abrumadoras (écrassantes), contundentes (accablantes) o estrepitosas
(fracassantes). Sin embargo, une défaite honteuse no es en español una derrota
vergonzosa (nótese que el adjetivo no forma parte de la lista ofrecida en el diccionario),
sino una derrota bochornosa, del mismo modo que une défaite magistrale no es,
exactamente, una derrota magistral, sino una derrota soberana, combinación a la que
no puede acceder el estudiante de español a partir de su propia lengua materna, teniendo
en cuenta, sobre todo, que el significado del adjetivo no es fácilmente aprehensible en
relación con el sentido “recto” del término soberano y que, además, son muy pocas las
realidades que en español pueden recibir la calificación de soberanas.
Un caso similar es, por poner otro ejemplo, el del adjetivo mayúsculo, que
presenta restricciones semánticas muy marcadas en nuestra lengua (resulta muy
enriquecedora la lectura de la entrada mayúsculo del diccionario)5.
Un último ejemplo: el alumno podrá aprender, gracias a REDES, que un dolor es
profundo, mientras que una pena, además de profunda, puede ser honda. Asimismo –y
esta es una duda frecuente en el aula-, descubrirá que una acogida puede ser calurosa o
cálida, mientras que la atmósfera o el entorno solamente pueden ser cálidos y una
bienvenida sólo calurosa.
Evidentemente, la combinación de adjetivos y sustantivos no es sino una de las
muchas posibilidades que ofrece el diccionario contextual a la hora de trabajar en la
redacción de un texto. El alumno tendrá la ocasión no sólo de comprobar si los verbos,
adverbios o sustantivos empleados en francés pueden usarse igualmente en español,
sino también de aprender infinidad de elementos acerca de la significación y, por tanto,
de la combinatoria semántica de muchas palabras del idioma al que se dedica.
2.3. Otras aplicaciones
Muy brevemente, citaremos la posibilidad de aplicar REDES a otros usos en el
aula.
En el caso de los estudiantes que se inician en el español, el diccionario
contextual puede ser muy interesante en lo que a la ampliación de léxico respecta. Así,
por poner una muestra, cabe trabajar en el marco de la descripción física (todos los que
han enseñado alguna vez el uso de los verbos ser y estar saben que se trata de un paso
obligado), a partir de entradas como pelo u ojo.
Otra aplicación nada desdeñable atañe a los alumnos de especialidad que
trabajan en literatura. Sin entrar en detalles diremos que, como explica Bosque en sus
apuntes lingüísticos sobre el diccionario, lo que a veces consideramos redundancias no
lo son en realidad, sino que constituyen únicamente el resultado de las combinaciones
5
En sintagmas como error, sorpresa, escándalo, problema, decepción u otros recogidos por el
diccionario.
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semánticas naturales de la lengua. Es decir, el hecho de que dos palabras como
compromiso e inexcusable (por retomar uno de los ejemplos del propio lingüista) se
unan con extremada frecuencia en la lengua no es sino el síntoma evidente de la
presencia en ambas de uno o varios rasgos semánticos que permiten su combinación
sintagmática. De acuerdo con esta idea, es posible que REDES ayude a los alumnos a
identificar en sus comentarios de texto las verdaderas figuras de estilo, las auténticas
creaciones literarias, separándolas de lo que no son sino usos naturales y frecuentes del
idioma. Por otra parte, la lectura atenta de las entradas de REDES que participan en las
creaciones literarias que hayan podido identificar en los textos analizados, van a
permitirles comprender mejor tales creaciones y el efecto expresivo, irónico o
simplemente lírico que provocan. Pongamos un sencillo ejemplo. En La sombra del
viento, Carlos Ruiz Zafón dice: “Al enfilar la calle Canuda me embistió una brisa helada
que cortaba el bullicio”.
Evidentemente, estamos ante un uso literario, puesto que la combinación cortar
el bullicio no es en absoluto natural en la lengua. Pero será el análisis de la entrada
cortar en REDES el que nos va a permitir llegar a lo más profundo de la creación
idiomática: de hecho, distintas posibilidades semánticas del verbo se combinan en el
sintagma que nos ocupa; puesto que el escritor establece como sujeto de la acción a la
brisa helada, cabría esperar que el argumento seleccionado por cortar fuese la
respiración o, a lo sumo, la piel (ambos casos aparecen documentados en el
diccionario). Sin embargo, la introducción del sustantivo bullicio provoca la adscripción
de cortar a un terreno colectivo no esperado y a la semántica de ‘impedir’, que nada
tiene que ver con el sentido en que la brisa helada corta las cosas, aproximándose, más
bien, a la significación de sintagmas como cortar el suministro o cortar la ayuda
(igualmente documentados en la microestructura de la entrada). REDES nos permite, de
este modo, identificar las distintas clases léxicas (o extensiones) a las que se aplica en
español el verbo cortar y analizar con ello de forma más precisa cualquier suerte de
creación lingüística particular ajena a los usos naturales del idioma.
Conclusiones
REDES no puede ser considerado como un útil único y aislado de trabajo en el
aula. REDES no funciona como una simple varita mágica capaz de aportar soluciones
inmediatas a las dudas lingüísticas, incluidas las dudas de orden sintagmático. REDES
no es –todavía- un diccionario perfecto, pues presenta en esta su primera edición ciertas
lagunas (recordemos el sintagma ligeramente incómodo arriba estudiado), lagunas que
pueden y deben subsanarse en ediciones posteriores.
Pero REDES es una interesante herramienta de trabajo, que aporta al estudiante
extranjero una parte de esa competencia lingüística de la que carece, esa misma
competencia que permite a los hablantes nativos combinar instintivamente las palabras
de manera adecuada. REDES, en definitiva, abre las puertas a una nueva concepción de
la enseñanza de lenguas, que no se reducirá a la mera corrección de errores gramaticales
o léxicos, sino que mostrará un renovado interés hacia la semántica, hacia la
combinación sintagmática de las palabras en la estructuración lingüística del idioma.
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José Carlos DE HOYOS PUENTE, María Belén VILLAR DÍAZ
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