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Aparecerá en las Actas del V Congreso de Lingüística General. Universidad de León, León, 2002. LA ESTRUCTURA ERGATIVA DE GUSTAR Y OTROS VERBOS DE AFECCIÓN PSÍQUICA EN ESPAÑOL* JOSÉ LUIS MENDÍVIL GIRÓ Universidad de Zaragoza 1. PROPUESTA. El objetivo de esta comunicación es presentar y evaluar la hipótesis de que los verbos del tipo de gustar y el resto de los que suelen denominarse verbos de afección psíquica en español se pueden explicar de una forma más coherente asumiendo que imponen un sistema ergativo de marcación de caso y concordancia. La propuesta implica, en términos simples, que en un ejemplo como el de (1) el experimentante dativo antepuesto (a Juan), tradicionalmente considerado un complemento indirecto, debe analizarse como un sujeto ergativo y que el argumento pospuesto y concordante (las zanahorias), habitualmente considerado un sujeto, debe analizarse como un objeto directo absolutivo. La semejanza con el patrón de marcación de caso y concordancia de muchas lenguas ergativas es evidente. Véase en (2) un ejemplo del hindi en el que el sujeto lleva caso ergativo y el objeto va en absolutivo, el caso no marcado. Nótese además que la concordancia se establece en femenino con el objeto y no con el sujeto masculino: (1) (2) A Juan le gustan las zanahorias. Hindi (Mahajan, 1989: 220) raam ne rotii khaayii Ram(m) erg. pan(f) comer (part.perf.f.) 'Ram había comido pan' thii ser (pas.f) A pesar de que la tradición gramatical del español se ha resistido a admitirlo, lo cierto es que los experimentantes dativos del tipo de A Juan en la oración de (1) tienen muchas propiedades típicas de los sujetos salvo, claro está, las que canónicamente definen al sujeto en esta lengua: la concordancia con el verbo y el caso nominativo. Sin embargo, es importante observar que estos rasgos de concordancia y caso nominativo definen los sujetos de las lenguas nominativoacusativas, pero no, obviamente, los de las ergativas. A diferencia de lo que se propone en otros tratamientos (Vogel y Villada, 1999) no vamos a cuestionar la noción de sujeto ni su caracterización mencionada en español, sino a mostrar que esos dativos experimentantes se pueden considerar sujetos si admitimos que en español hay un patrón de ergatividad parcial (como lo hay, a la postre, en todas las lenguas ergativas (Dixon 1994: 224)). No es nada original proponer que esos u otros dativos son sujetos. Separándose de la tradición, Masullo (1992), Cuervo (1999), Campos (1999) o La investigación que subyace a este trabajo forma parte del proyecto “Eventos verbales, alternancias y predicados complejos en español” subvencionado por la Diputación General de Aragón (P-114/2001). * Fernández Soriano (1999), entre otros, han argumentado a favor de la existencia de sujetos dativos en español, aunque ninguno de estos autores propone un esquema ergativo, sino que siguen más bien la tradición de los sujetos caprichosos (quirky subjects) desarrollada en el estudio de lenguas como el islandés (Zaenen et al. 1985; Andrews 2001). 2. PROPIEDADES DE SUJETO DEL DATIVO EXPERIMENTANTE. La primera propiedad, y la más llamativa, es el orden. Como se observa en los ejemplos de (3) a (6) el orden más natural en español para estos ejemplos es el de (a) y no el de (b): (3) (4) (5) (6) a. A Luisa le gustan las zanahorias b. La zanahorias (le) gustan a Luisa a. A Luisa le place que la invites b. Que la invites (le) place a Luisa a. A Luisa le molesta que la engañen b. Que la engañen (le) molesta a Luisa a. A Luisa le preocupan tus dudas b. Tus dudas (le) preocupan a Luisa De hecho, el carácter natural y no topicalizado de, por ejemplo, (3a) respecto de (3b) pone de manifiesto que la explicación habitual de que A Luisa no es un sujeto sino un dativo antepuesto o topicalizado no es adecuada. De hecho, vamos a defender que estos dativos no son sujetos por un ascenso puramente sintáctico, sino que se generan por encima de los supuestos sujetos, del mismo modo que en las lenguas ergativas los sujetos ergativos no son derivados sino auténticos argumentos externos. Campos (1999) observa que a diferencia de lo que sucede con otros verbos con anteposición de dativo, el dativo de gustar no está topicalizado. Para ello emplea el argumento de que puede aparecer después de por qué en las interrogativas, como se observa en (7a) mucho más aceptable que (7b), sin supuesta topicalización, o que (7c) con un auténtico dativo antepuesto: (7) a. ¿Por qué a Luis le gustan los deportes? b. ??¿Por qué los deportes le gustan a Luis? c. ??¿Por qué a Luis le dieron caramelos los niños? Lo mismo puede decirse si consideramos la modificación con solamente (Cuervo, 1999: 21). Un objeto topicalizado no la admite, pero nuestros experimentantes dativos sí, como puede verse en (9), claramente preferible a (8): (8) (9) Solamente a Carlos Juan le dio el dinero Solamente a Carlos le gustó la película Por tanto, es posible argumentar razonablemente que el orden natural no marcado para estas construcciones es Dat-V-Nom. La hipótesis de que ciertos verbos en español se rigen por un patrón ergativo de marcación de caso- 2 concordancia podría explicarlo sin afectar al parámetro de orden S-V-O típico del español. Otro argumento de Campos (1999) para defender que el experimentante dativo podría ser sujeto es que es el controlador habitual de sujetos de infinitivo. En (10a) el sujeto Pedro controla el sujeto de conocer con mucha más facilidad que a Luisa, y lo mismo se observa en (10b), donde el dativo A Pedro puede controlar el sujeto de conocer de forma mucho más natural que Luisa: (10) a. Pedroi escribía a Luisaj antes de PRO(i, *j) conocer a María b. A Pedroi le gustaba Luisaj antes de PRO(i, *j) conocer a María Siguiendo también a Cuervo (1999), en (11a) observamos que el dativo puede ser un cuantificador generalizado indefinido, que normalmente pueden ser iniciales si son sujetos, pero no suelen estar dislocados a la izquierda, como se muestra en (11b): (11) a. A nadie le gustó tu libro b. *A nadie vi ayer Por otra parte, como observa Masullo (1992: 90 y nota 1), los constituyentes dislocados a la izquierda no pueden estar cuantificados, lo que parece mostrar que en (11a) no tenemos un elemento topicalizado a una posición no argumental. En los siguientes ejemplos, adaptados de Cuervo (1999: 220 y ss.), observamos lo que la autora denomina ligamiento distribuido, que también muestra que nuestros dativos se alinean en su alcance con los sujetos y se diferencian de otros dativos antepuestos: (12) (13) (14) (15) Los niños llamaron a su madre (cada uno a la suya) *A los niños les llamó la atención su madre (cada una al suyo) A todas las escritoras les gustó su esposo (a cada una el suyo) *Todas las escritoras le gustaron a su esposo (cada una al suyo) En (12) vemos que los sujetos pueden tener la lectura especificada entre paréntesis mientras que los dativos antepuestos de (13) no. Crucialmente en (14) se observa que el experimentante dativo puede tener esa lectura, mientras que con el mismo verbo, el supuesto sujeto no (15), lo que parece evidenciar que es un objeto1. 3. ¿EN QUÉ SENTIDO SON SUJETOS LOS EXPERIMENTANTES DATIVOS? Los hechos reseñados hasta ahora parecen señalar que es plausible considerar estos dativos experimentantes como sujetos. Es importante insistir en que estas y otras pruebas no demuestran que esos dativos sean sujetos, porque para ello deberíamos operar con una definición inequívoca y universal de sujeto. Para empezar, por ejemplo, deberíamos distinguir cuidadosamente entre lo que Keenan (1976) denominaba propiedades de comportamiento y Aunque no es una prueba, ya que la simplificación de las relativas es un fenómeno común, es sintomático que en estas construcciones (por ejemplo, el slogan de una reciente campaña publicitaria: Enhorabuena a todos los que les gusta la rapidez) sea precisamente el dativo del verbo gustar el relativizado como un nominativo. 1 3 propiedades de codificación de los sujetos. Vogel y Villada (1999) observan que muchas propiedades típicas de los sujetos se derivan de rasgos como "ser controlador de concordancia" o "llevar el caso menos marcado". Pero esas y otras son propiedades de codificación que no son uniformes en todas las lenguas. Cuando proponemos que los dativos experimentantes son sujetos no estamos proponiendo que sean sujetos como los de las lenguas nominativoacusativas, sino que son sujetos ergativos. Si nos centramos en las propiedades de los sujetos ergativos, observaremos que en muchas lenguas ergativas son los objetos absolutivos los que se comportan como los sujetos nominativos. Como observa Baker (1997), hay distintas formas de ser sujeto: un argumento puede ser sujeto respecto de su generación como argumento externo y no serlo respecto de sus propiedades de movimiento a posiciones no argumentales o respecto de la asignación de caso morfológico. Baker muestra que incluso en las lenguas consideradas ergativas profundas el sujeto ergativo es el sujeto del SV superior, aunque sea el objeto el que se comporte como sujeto fuera del sintagma verbal (en nuestro caso, por ejemplo, es el objeto el que concuerda con el verbo y el que lleva el caso no marcado). La sensación evidente de que los rasgos de sujeto están repartidos cobra así sentido, algo que no sólo es aplicable a las lenguas ergativas en general, sino también a nuestros ejemplos, como un auténtico caso de ergatividad parcial Además de predecir de forma directa la estructura sintáctica de estas construcciones, la hipótesis propuesta permite evitar las dificultades que como sagazmente señalan Moore y Perlmutter (2000) son inherentes al hecho de que estos sujetos son dativos. Estos autores (considerando ejemplos del ruso) critican la práctica de defender que esos dativos son sujetos y de argumentar que las propiedades de sujeto que no tienen se debe a que son sujetos dativos y no nominativos. Muestran que si se admite esa línea de argumentación la hipótesis de que son sujetos sería infalsable, y tienen razón, ya que siempre podríamos protegerla aduciendo que no son sujetos nominativos, que son sujetos defectivos, etc. Sin embargo, de forma interesante, Moore y Perlmutter (2000: 380) argumentan respecto de ejemplos rusos como el de (16) que en el marco de la Gramática Relacional estos dativos invertidos son sujetos en la estructura inicial que en la superficie son objetos indirectos: (16) Ruso (trasliteración aproximada) Moore y Perlmutter (2000: 383). Borisu nravjatsja takie rubaski Boris-Dat gustan tales camisas 'A Boris le gustan tales camisas' Pero de nuevo vemos que la propuesta de que se trata de sujetos ergativos hace compatibles estas observaciones. El experimentante, por razones que vamos a considerar a continuación, se genera como argumento externo en el SV y en vez de ser un sujeto nominativo se comporta como un sujeto ergativo. El otro argumento se genera como un objeto directo y se comporta como un objeto absolutivo, no como uno acusativo. En este sentido, algunas propiedades típicas de los sujetos que conserva este argumento son precisamente las propiedades que hacen que los objetos absolutivos en lenguas ergativas parezcan sujetos sintácticos. 4 4. LA ESTRUCTURA SEMÁNTICA DE LOS VERBOS DE AFECCIÓN PSÍQUICA. Gustar pertenece a los habitualmente denominados verbos psíquicos, que han recibido mucha atención debido a que constituyen un reto constante a las teorías que pretenden explicar la vinculación entre papeles temáticos, funciones sintácticas y casos. El primer problema que se plantea es qué papeles temáticos llevan los argumentos, por ejemplo, de (1) (Juan y las zanahorias). Para evitar la confusión que implica la peculiar situación del español, vamos a considerar su versión en inglés, que presenta una estructura nominativo-acusativa. En (17) tenemos una de las típicas alternancias en las que, aparentemente al menos, idénticos papeles temáticos ocupan diferentes posiciones sintácticas: (17) a. John likes carrots (A juan le gustan/agradan las zanahorias) b. Carrots please John (Las zanahorias agradan a Juan) Los tratamientos habituales sugieren que John y Carrots llevan los mismos papeles temáticos en (17a) y (17b), lo que como es sabido ha motivado la postulación (Belletti y Rizzi, 1987) de que en uno de los casos (17b) el objeto profundo se ha movido sintácticamente a la posición de sujeto. Este punto de vista implica pues que los verbos que nos interesan (la clase 3 o piacere de Belletti y Rizzi) no seleccionan un argumento externo y que, por tanto, el experimentante se desplaza a la posición de sujeto. Otra opción muy influyente ha sido la de Pesetsky (1995), quien solventa el problema rechazando que haya idénticos papeles temáticos en el objeto de (17a) y en el sujeto de (17b). Sin embargo, la concepción de los papeles temáticos como proto-papeles en el sentido de Dowty (1991) hace innecesario postular otro papel temático básico que refleje esa diferencia semántica. La opción que vamos a tomar asume que en lo esencial los dos argumentos llevan en ambas oraciones los mismos papeles temáticos, pero que éstos son idénticos a las funciones sintácticas, esto es, que los dos sujetos de (17) son lo que Dowty denomina proto-agentes y que los dos objetos son proto-pacientes. Ello implica pues una apuesta firme por la renovada hipótesis de uniformidad de asignación temática (UTAH en sus siglas inglesas) de Baker (1997). De hecho, en español los verbos de afección psíquica presentan habitualmente alternancia (con la excepción, entre otros pocos, de gustar) como puede verse en (19): (19) a. A Juan le molestan los payasos b. Los payasos molestaron a Juan Según nuestra hipótesis en (19) tenemos el mismo verbo, los mismos protopapeles temáticos pero dos esquemas distintos de marcación de caso y concordancia. Esto es, en (19a) tenemos una versión morfológicamente ergativa del verbo molestar y en (19b) tenemos una versión morfológicamente acusativa del mismo verbo. La elección de una u otra dependerá esencialmente de qué argumento se proyecta como externo o sujeto. Obviamente, si a Juan es un acusativo en (19b) no tiene mucho sentido afirmar que (19a) implica un desplazamiento a la izquierda del dativo. De hecho, la alternancia de caso en los dobletes de (19), aunque ha sido frecuentemente observada y adecuadamente puesta en relación con el tipo de causación o el 5 grado de agentividad del sujeto (Gutiérrez, 1999; Campos, 1999), no ha sido explicada de forma satisfactoria. La idea que queremos defender es que una amplia clase de verbos, debido a un efecto de reanálisis, presenta una doble opción de marcación de casoconcordancia, esto es, según dos parámetros disponibles distintos. Supongamos que la estructura léxico-semántica de molestar presenta una entrada léxica simplificada como la de (20)2: (20) molestar: x (estímulo) y (experimentante) Si consideramos únicamente la morfología de los ejemplos de (19), ignorando de momento su sintaxis, parece que es el estímulo el que cualifica como argumento externo, dado que va siempre en nominativo. De hecho una entrada léxica como la de (20) sólo predice el ejemplo de (19b), esto es, el esquema transitivo acusativo normal. Para dar cuenta de (19a) deberíamos postular otra entrada léxica o un movimiento en la sintaxis del argumento experimentante, pero no estaría claro por qué no lleva caso acusativo, salvo que postulemos el dativo específicamente en dicha entrada como un caso inherente, una opción en principio no deseable, aunque muy extendida en la bibliografía sobre quirky subjects. Por supuesto, si además admitimos que en (19a) el dativo es el argumento externo, entonces todavía habría más problemas para salvar la representación de (20), dado que deberíamos introducir una jerarquía temática distinta o, siguiendo la línea de Grimshaw (1990), una estructura aspectual superpuesta que intercambiara los argumentos. Sin embargo, la entrada única para los dos verbos se puede mantener si adoptamos un punto de vista como el de Dowty (1991) y concebimos los papeles temáticos de manera prototípica. La propuesta de Dowty consiste en que sólo hay dos protopapeles temáticos (proto-agente y proto-paciente) que se definen con propiedades semánticas, tal y como se puede ver en (21): (21) Caracterización de Dowty (1991: 572) de los proto-papeles temáticos Propiedades del Proto-Agente: a. Volitional involvement in the event or state, b. Sent[i]ence (and/or perception), c. Causing an event or change of state of another participant, d. movement (relative to the position of another participant), e. Exists independently of the event named by the verb. Propiedades del Proto-Paciente: a. Undergoes change of state, b. Incremental theme, c. Causally afected by another participant, d. Stationary relative to movement of another participant, e. Does not exist independetly of the event, or not at all. En lo que ahora nos concierne esta concepción implica que no es necesario postular que el experimentante es un argumento distinto del agente, del causador o del tema, sino que un experimentante, en tanto en cuanto es sintiente y puede interpretarse como no afectado causalmente puede cualificar como proto-agente y, por tanto, siguiendo el principio de selección de argumentos de Dowty (1991: 576), ser seleccionado como sujeto. Por su parte, el 2 Por conveniencia descriptiva denominaremos estímulo al argumento concordado y experimentante al otro. 6 estímulo, si no se considera como voluntariamente implicado en el evento o como un causador directo, puede cualificar como proto-paciente y, por tanto, codificarse como objeto. Hemos visto en el ejemplo de (17a) o en casos del español como Luis teme las tormentas que los experimentantes pueden ser sujetos y que los estímulos pueden ser objetos directos. Observa Dowty que en predicados como los que nos ocupan ninguno de los participantes en el evento es un obvio candidato para ser el sujeto: ambos, el experimentante (animado y sintiente) y el estímulo (causador aunque inanimado e inactivo) se podrían asimilar tanto al proto-agente como al protopaciente (véase el corolario 1 de Dowty, 1991: 576). Dowty sugiere que serán sutiles diferencias de significado del predicado que describe el evento las que determinarán cuál de los dos argumentos será proto-agente o proto-paciente. Así, en (17b) Dowty observa que hay un sentido incoativo que no aparece en (17a), de manera que es el sentido de cambio de estado del experimentante y la consiguiente interpretación causativa del estímulo el que inclina la balanza hacia esa configuración. Así pues, podemos postular que no es que los verbos psicológicos de este tipo carezcan de argumento externo, sino que cualquiera de los dos argumentos puede considerarse argumento externo. La proyección de (19b) en principio no ofrece problemas. El estímulo, interpretado como causador, es considerado proto-agente y se proyecta como el argumento externo según el patrón común en español de los verbos nominativo acusativos. Si sólo consideramos la prominencia de los argumentos podríamos esperar que la consideración del experimentante como proto-agente debería dar en español un resultado nominativo-acusativo como el de (22a), para molestar o (22b) para gustar, claramente agramaticales: (22) a. *Juan molesta (a) los payasos = 'a Juan le molestan los payasos' b. *Juan gusta las zanahorias = 'a Juan le gustan las zanahorias' Por tanto, parecería claro que estos verbos en español, por defecto, codifican el estímulo como proto-agente y el experimentante como proto-paciente. Sin embargo, la ambigüedad sobre qué argumento es el proto-agente es algo característico de este tipo de verbos en todas las lenguas: cuando el estímulo es inanimado e inactivo el argumento experimentante sobresale como protoagente y adquiere relevancia semántica, pragmática y, en ocasiones, sintáctica. Como es bien sabido, la opción de (22b) en inglés y en otras lenguas es perfectamente legítima, como se observa de nuevo en (23): (23) John likes carrots La cuestión es entonces por qué en una lengua como el inglés el experimentante de este tipo de verbos es nominativo y el estímulo es acusativo mientras que en español el experimentante es un sujeto dativo y el estímulo un objeto nominativo. 5. DISLOCACIÓN Y REANÁLISIS EN INGLÉS Y EN ESPAÑOL. La hipótesis que vamos a mantener es que en español (y quizá en otras lenguas) se ha gramaticalizado un sistema ergativo de marcación derivado de un reanálisis de construcciones de dativo dislocadas. De hecho, es bien sabido que 7 en inglés el verbo de (23) y otros muchos son el resultado de un reanálisis de antiguos experimentantes dativos como nominativos. En (24) tenemos un ejemplo del inglés medio en el que se observa el caso dativo del experimentante antepuesto al verbo y el caso nominativo del estímulo pospuesto: (24) mee likes go see the hoped heaven (Lightfoot, 1991: 128) Lightfoot (1991) argumenta que ese cambio sintáctico es una consecuencia de la pérdida de los casos del antiguo inglés, crucialmente del dativo. Por su parte, Allen (1995: 442) argumenta convincentemente que en inglés antiguo y en inglés medio esos experimentantes dativos ya tenían propiedades de sujetos (y, de hecho, es relativamente frecuente hallar ejemplos en inglés medio en los que los experimentantes dativos ya concuerdan con el verbo en vez de los objetos nominativos). Por tanto, es posible estipular que las construcciones del inglés antiguo, aunque se han tratado habitualmente como construcciones impersonales, ya presentaban un esquema ergativo-absolutivo exaptado de las construcciones dislocadas, esto es, como el español actual. Y en este sentido podríamos concluir entonces que la presencia del caso dativo en español es la explicación de que el verbo gustar (y los de su clase) mantenga este sistema alternativo de marca de caso y concordancia. Esto es, el dativo en este tipo de verbos tendría un papel semejante al que tiene el caso ergativo en las lenguas ergativo-absolutivas. Esa posibilidad no sólo es la única posible para gustar (que no tiene interpretación causativa)3, sino que se mantiene en los verbos alternantes del tipo del de (19), como se muestra de manera más rotunda en el ejemplo de (25a): (25) a. A Luisa le molesta que la molesten b. *A Luisa la molesta que le molesten La inaceptabilidad (descartando el laísmo) de (25b) evidencia que cuando el estímulo no es causador (o al menos causador directo) el experimentante debe ir en dativo. Por tanto, podríamos decir que cuando un verbo de la clase de molestar (como los siguientes: admirar, agobiar, alegrar, asombrar, asustar, convencer, disgustar, divertir, fastidiar, impresionar, molestar, ofender, preocupar, satisfacer, sorprender, urgir) se interpreta no causativamente o como causación indirecta adopta un patrón de caso-concordancia alternativo al canónico4. Lightfoot observa que el reanálisis del experimentante sin caso implicó la externalización de ese papel temático, pero esa no es una asunción del todo necesaria si el experimentante dativo ya era el argumento externo. De hecho, es la externalización semántica del experimentante (su conceptualización como proto-agente) la que explicaría la dislocación del dativo al tópico, su posterior reanálisis en inglés como un sujeto caprichoso y, junto con la pérdida del dativo 3 Al margen del marginal gustar de con experimentante nominativo, que es la forma habitual, por ejemplo, en portugés. Lightfoot (1991) parafrasea de la siguiente manera los sentidos de like en inglés antiguo y actual, respectivamente: 'cause pleasure for', 'derive pleasure from'. 4 Treviño refleja adecuadamente en qué sentido se puede hablar de causación indirecta: "en los payasos siempre les divirtieron el significado es más bien que los niños, como una propiedad intrínseca a ellos, se divirtieron con los payasos" (1994: 132). 8 morfológico, su posterior reanálisis como nominativo. Esto automáticamente implica la asignación de acusativo al otro argumento aun en ausencia de interpretación causativa, como en el ejemplo inglés de (23). 6. ERGATIVIDAD PARCIAL LÉXICAMENTE CONDICIONADA. La ventaja principal de la hipótesis de la estructura ergativa frente a la del caso caprichoso (si es que ésta no es sólo una variante de aquélla) es que se pueden emplear los mecanismos de asignación o cotejo de caso que habitualmente se asumen para las lenguas ergativas y se evita la necesidad de postular un marcado inherente de caso dativo léxicamente especificado y otras dificultades del análisis ya clásico de Belletti y Rizzi (1987). Así, podemos postular que la entrada léxica de gustar o de la variante ergativa de molestar es la básica, mientras que la versión acusativa se daría cuando el verbo se asocia a un operador causativo, en dependencia de la interpretación agentiva del estímulo (habitualmente cuando es animado y controla la acción)5. Considerar básica la entrada léxica ergativa (esto es, la que asigna proto-agente al experimentante) no es una pura estipulación, sino que viene avalada por la propia estructura de esos verbos. Son verbos en los que el supuesto tema (lo que Bouchard (1995) gráficamente denomina psy-choses, 'objetos písquicos', como el gusto, el miedo, la molestia o el agrado) está incorporado en el verbo, que ya no será pues un verbo acusativo, según el esquema abstracto de (26): (26) X estímulo induce, causa Y (molestia/gusto) a Z tema experimentante Si el objeto psíquico Y se verbaliza (muchas veces no lo hace, como en predicados complejos del tipo de dar miedo, dar asco, etc.) el resultado se refleja toscamente en (27), donde observamos un verbo inacusativo biargumental6. (27) molesta/gusta X, (a) Z Las proyecciones de una entrada como la de (27) son típicamente inestables en el sentido de que el experimentante habitualmente será mejor candidato a proto-agente que el estímulo, dado el significado de causación indirecta o de cambio interno. Como hemos visto, la presencia del dativo en inglés antiguo y medio o en español actual posibilitan su reanálisis como caso ergativo a la par que el reanálisis del caso nominativo como absolutivo, un paso bastante natural 5 Podría decirse entonces que la fusión de ese verbo con un v causativo abstracto forzaría la marcación nominativo-acusativa de estos verbos alternantes (véase en una dirección simliar McGinnis, 2000). 6 Nótese que es un verbo inacusativo en el sentido de que no asigna acusativo. Este verbo violaría la llamada "Generalización de Burzio" que estipula que un verbo que no asigna acusativo no asigna papel temático al sujeto. Sin embargo, como ha mostrado Laka (1993) dicha generalización no se aplica a las lenguas ergativas, lo que se puede considerar otro argumento a favor de la propuesta. Esta representación implica que la vinculación del caso dativo al experimentante no hay que estipularla, sino que viene predicha por la asociación universal entre caso dativo y argumentos 'locativos' (Rodrigues Aristar, 1996). Bouchard (1995: 274) observa que es habitual en las lenguas indoeuropeas que estos verbos tengan incorporado el tema. 9 siendo ambos interlingüísticamente los casos no marcados por excelencia y los más frecuentemente asociados a la concordancia verbal. Si nada más sucede el experimentante, puede promocionarse a proto-agente, opción que irá asociada en español a un esquema ergativo de asignación de caso. Si es el estímulo el considerado el argumento externo, entonces se proyectará según el esquema habitual de los verbos transitivos agentivos: el nominativo acusativo. En cuanto al mecanismo de asignación, hay diversas opciones, complejas y debatidas, pero que no son un problema específico de nuestros verbos, sino un problema general a todas las lenguas (o construcciones) ergativas. En un modelo como el que propone Baker (1997), por ejemplo, podríamos asumir que el proto-paciente se genera como hermano de V pero al no recibir caso acusativo se mueve a la flexión para obtener el caso nominativo (y la concordancia), mientras que el experimentante, como proto-agente, se genera en el especificador de V como sujeto y obtiene el caso ergativo del mismo modo que lo reciben los sujetos ergativos en lenguas ergativas, quizá de forma inherente. De hecho, Woolford (1997) considera el caso ergativo como de naturaleza inherente. Otra posibilidad, quizá más atractiva, implica una total identificación entre, de una parte, caso nominativo y ergativo y, de otra, caso acusativo y absolutivo. Según este punto de vista, defendido por Laka (1993), la diferencia esencial de parametrización entre un sistema de marcación ergativo y uno acusativo radicaría en si es el caso que se asigna en tiempo (nominativo y ergativo) o el caso que se asigna en V (acusativo y absolutivo) el que se activa en una lengua. Según Laka en las lenguas ergativas el caso seleccionado es el del verbo y en las acusativas es el de Tiempo. Si esto fuera así bastaría estipular que una clase de verbos léxicamente definida puede seleccionar una opción distinta. En este caso, que la clase de verbos que nos ocupa selecciona la opción de activar el caso del verbo, de manera que el verbo asigna el caso no marcado (absolutivo) al objeto y el caso marcado al sujeto (ergativo). De hecho, como muestra Dixon (1994), la configuración semántica del verbo es interlingüísticamente uno de los criterios habituales de ergatividad parcial, por lo que una ergatividad parcial léxicamente condicionada en español no sería nada extraño ni ad hoc. Quizá no sólo sea cierto que no existen lenguas puramente ergativas, sino que tampoco existen lenguas puramente nominativas, algo que tampoco debería extrañarnos. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS A LLEN, C.L. (1995): Case Marking and Reanalysis. Oxford: Oxford University Press. ANDREWS, A.D. (2001): "Non Canonical A/S Marking in Icelandic". Aikhenvald, A.Y., R.M.W. Dixon y M. Onishi (eds.): Non-Canonical Marking of Subjects and Objects. Amsterdam: John Benjamins, 85-112. B AKER , M.C. (1997): "Thematic Roles and Syntactic Structure". L. Haegeman (ed.): Elements of Grammar. Dordrecht: Kluwer, 73-137. BELLETTI, A. y L. RIZZI (1987): "Los verbos psicológicos y la teoría temática". V. Demonte y M. 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