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Hermosa Juventud
Mabel Hale
6. Haciéndose Hermosa
“Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme a Jehová, esa será
alabada.”
Proverbios 31:30
Algunas veces, más para mi entretenimiento, leo en las revistas aquellas cartas cómicas que las
chicas escriben a los especialistas en belleza. Si estas cartas pudieran ser resumidas todas en una, se
leería algo así: “¿Cómo me hago bonita para ser admirada por mi buen parecer? Quiero ser librada
de todas las imperfecciones de mi piel, de mi nariz chata y pecas, de las espinillas y el pelo fibroso.
Que tenga mis manos y brazos muy bien formados, y que no sea demasiado corpulenta ni demasiado
delgada. Dígame Srita. Especialista. ¿Cómo puedo ser bonita?” El hombre más sabio de todos ha
contestado esta pregunta en las palabras más apropiadas: “Engañosa es la gracia, y vana la
hermosura; la mujer que teme a Jehová, esa será alabada.” Cada chica es una amante de la belleza.
Casas hermosas, muebles hermosos, flores hermosas, frutas hermosas, caras hermosas—cualquier cosa
donde la belleza se encuentre, se encontrarán chicas que la admiren. Desde el tiempo en que puede
levantar sus pequeñas manos y sus labios de bebé pueden balbucear palabras, ella admira “las cosas
bonitas”. Y cuando un poco de aquella belleza le pertenece, su placer es ilimitado. Cada chica anhela
ser hermosa. Existe una naturaleza en la mujer, tan profunda como la humanidad que la obliga a
luchar por la buena apariencia. No existe pena más triste para una jovencita que estar convencida
que es irremediablemente fea e indeseable. ¡Oh, lágrimas amargas que se han derramado sobre las
pecas o una piel áspera y llena de granos, y la energía que se ha empleado en pintar, polvear,
ondular y rizarse para ser hermosa!
El deseo de ser hermosa no es poco femenino. Una mujer que no es hermosa no puede hallar su lugar.
Pero, acuérdate, la verdadera belleza no está en el rostro, sino en el alma. Existe una belleza tan
profunda y tan duradera que brillará más que la cara más fea y la hará atractiva. Esta es la belleza
que se debe buscar y admirar primero. Es un atributo de la mente y del corazón y se manifiesta en
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palabras y hechos. Un corazón feliz, un rostro sonriente, palabras y actos cariñosos, y el deseo de ser
útil, hará a cualquier chica hermosa.
Un deseo de ser atractiva y de buen parecer no es de condenar por completo. Hermosura de rostro y
figura no le son dadas a todas; pero cuando se presentan pueden ser una bendición, si se utilizan
correctamente. Sin embargo una chica no tiene porque sentir que su vida está arruinada si carece de
estas cosas. El cuidado apropiado de su persona y vestido hará a una chica de otra manera fea, bien
parecida. ¡Que más desagradable que una mujer desaliñada y desordenada! Su cabello despeinado,
su cara y cuello con necesidad de jabón y agua, su vestido con necesidad de arreglarse, sus zapatos
deteriorados; presenta una imagen que de verdad ahuyenta. Aunque pueda tener un buen corazón
y muchas otras cualidades envidiables, sin embargo su aspecto descuidado los oculta de la vista. Pero
la que se mantiene siempre a sí misma vestida con buen gusto y de forma ordenada y su persona
limpia y pulcra es atractiva y agradable. Su cuidado personal sólo incrementa el encanto de su
personalidad. Es de lamentar si cualquier chica carece de un sentimiento de preocupación y
vergüenza en caso que sea encontrada con un vestido descuidado y desordenado. Ella debe disfrutar
mantenerse presentable y atractiva, no sólo cuando sale o recibe invitados, sino también por los de su
casa. Sin embargo cuando una chica se pinta y maquilla que parece un anuncio para cosméticos,
muestra un corazón necio, que no es hermoso.
En el tocador de una cierta escuela, surgió la pregunta entre algunas chicas sobre quien tenía las
manos más hermosas. La maestra escuchó a sus chicas atentamente. Ellas compararon sus manos y
explicaron los secretos para conservarlas bonitas. Nettie dijo que una chica no podía tener manos
perfectas y a la vez lavar trastes o barrer. Maude habló de los efectos dañinos del viento, el frío y
demasiada luz solar. Stella dijo de su crema para el cutis favorita. Ethel habló del manicure
apropiado. Al fin la maestra habló.
“A mi parecer Jennie Higgins tiene las manos más hermosas de todas las chicas en la escuela”, dijo ella
tranquilamente.
“¡Jennie Higgins!” exclamó Nettie con asombro; “¿Por qué?, sus manos son ásperas y rojizas y se miran
como si no tuviera cuidado de ellas. Nunca pensaría que son hermosas.”
“He visto esas manos cargando comida exquisita para el enfermo, y reconfortar la frente del anciano.
Ella es la ayuda principal de su madre viuda, y es la que hace el ordeño; y acarrea la leña y el agua,
sí; y lava los trastes mañana y noche, para que su madre se libre de ese duro trabajo. Nunca he
sabido que esté demasiado cansada para hablar bondadosamente a su hermanita y ayudarla en sus
juegos. He encontrado esas manos ocupadas ayudando a su hermano con su papalote. Les digo que
pienso que son las manos más hermosas que he visto, ya que siempre están ocupadas ayudando a
alguien.”
Esta es la belleza por la cual cada chica debería esforzarse—la belleza que viene de la generosidad y
la utilidad, La belleza de rostro y figura es secundaria en importancia, aunque no para ser
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despreciada. Si se usa adecuadamente, la belleza personal es un don bueno; sin embargo si perturba
la cabeza de la chica, se convierte en una maldición para ella.
Piensa en aquellas mujeres de las que se habla mucho en la prensa, o que han logrado hechos
honorables, como Florence Nightingale, Clara Barton o Edith Cavell, y considera si alguna vez has
escuchado si eran hermosas o no. Nadie piensa siquiera en tales pequeñeces cuando hablan de
aquellas que son grandes de alma. La chica que depende de su bello rostro o figura para atraer,
debe ser compadecida. Esos artículos en las revistas que tanto exaltan la idea de la belleza personal
están consintiendo la parte inferior de la naturaleza. Una puede ser perfectamente hermosa en la
medida que esa clase de belleza les va, y carecer en gran medida, de la verdadera belleza que es
como una diadema real sobre la cabeza. Aquellas que dedican mucho tiempo para incrementar sus
encantos personales están viviendo en un nivel inferior, que está totalmente apartado del camino de
convertirse en mujer. Un alma hermosa que destaca en un rostro feo es mucho más atractiva que un
hermoso rostro que refleja un alma llena de egoísmo y frialdad.
Mi pequeña amiga, no te preocupes del buen parecer que la naturaleza te ha dado, cuida y presta
atención a la pulcritud personal y al vestirte, que nunca aparezcas en todo tu esplendor; el desorden
y la negligencia ocultan la belleza de los actos amables—pero la grandeza de alma y la nobleza de
corazón ocultan la fealdad del rostro. No puedes ver el uno por el otro. Busca primero la bondad y la
pureza, entonces esfuérzate en conservar el cuerpo en armonía con la belleza del corazón. Toma tu
tiempo para hacerte presentable, pero no utilices el tiempo ante el espejo que debe ser ofrecido para
el servicio amoroso. Deja que tu principal encanto sea de corazón y espíritu, no de rostro y figura.
Busca la verdadera belleza que dura incluso en la vejez.
Salomón, en uno de sus dichos sabios, expresó claramente el mal que le viene a una mujer que es
bonita de rostro pero carece de la verdadera belleza del alma. “Como zarcillo de oro en el hocico de
un cerdo, es la mujer hermosa y apartada de razón.” (Proverbios 11:22) Como los cerdos cavan en la
tierra y hunden la joya de oro en la inmundicia y el lodazal, así una mujer bonita que no es
bondadosa arruinará su belleza hasta lo más bajo. Existen muchas tentaciones peculiares para
aquellas que son solamente lindas de cara. Sin la verdadera belleza de alma un rostro bonito es un
don peligroso.
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