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Silencio y compartir
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Peticiones
Parroquia
Ntra. Sra. del Camino
Oración Jóvenes
Canto: “Majestad”
(18-nov-16)
Canto: “Y alabándote”
¿Cómo podré agradecer tanta bendición?
¿Cómo podré responder a tu amor?
Levantando mis manos Señor
Declarando que tú eres Dios
Y dejándome llevar por el soplo de tu amor.
Y alabándote, y alabándote, y alabándote
Señor
Quiero adorarte, Señor, desde el corazón
Y descalzarme ante ti, santo Dios.
Tu perfume me inunda, Señor,
Tu presencia está dentro de mí
Y tu gracia se derrama por todo este lugar.
De nuevo nos convocas para estar un rato contigo en Comunidad.
Dispongámonos a hacer silencio, dejemos nuestras preocupaciones a un
lado y que sea hoy Jesús el que hable. Tiene un mensaje reservado para
cada uno de nosotros. Hagamos hoy como María, guardemos en el
corazón esas palabras que nos llamen la atención y pidamos para que
Jesús nos enseñe lo qué nos quiere decir a través de ellas.
“Jesús, mi Rey”
Canto: “No adoréis a nadie”
Canto: “Aleluya, canta la tierra”
Evangelio
La ALEGRIA DEL EVANGELIO llena el corazón y la vida entera de
los que se encuentran con Jesús…
El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta
de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón
cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de
la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los
propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los
pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría
del amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien…
Invito a cada cristiano (…) a renovar ahora mismo su encuentro
personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse
encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso… (Evangelii
Gaudium)
Lectura del santo evangelio según san Lucas (23,35-43):
En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo: «A
otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el
Elegido». Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y
diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.»
Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el
rey de los judíos». Uno de los malhechores crucificados lo insultaba,
diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.» Pero
el otro lo increpaba: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo
suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que
hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.» Y decía: «Jesús,
acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.» Jesús le respondió: «Te lo
aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.» Palabra del Señor
REFLEXIÓN
El rey mendigo
Quién no conoce el viejo cuento del Príncipe y el mendigo? ¿No os parece una
linda parábola para describir la realeza de Jesús?.
Había un principito que un día salió solo a pasear por la calle, se encontró con
otro joven que parecía una copia suya. ¿Nos parecemos, verdad? Sí, respondió el
mendigo, pero mientras yo visto estos harapos usted viste sus galas y sus joyas y
sus collares. Avergonzado el Príncipe le dice: pero podemos cambiarnos las
ropas si te parece. Y el mendigo se vistió con las vestiduras del Príncipe mientras
el Príncipe se vistió con los harapos del mendigo.
Comenzó a recorrer la ciudad diciendo que él era el Príncipe, pero todo el mundo
se rió de él y nadie le creía. Y hasta lo tomaron por loco. Nadie le daba nada
mientras mendigaba. Y debió trabajar por un mísero salario. Mientras tanto, el
mendigo vestido de Príncipe vivía la gran vida en el palacio. El príncipe
mendigo debió de ir a la guerra. Y un día le dice al General que la batalla estaba
mal planificada, que su padre lo hubiera hecho de otra manera. ¿Y quién eres tú
para darme lecciones a mí?
Murió el Rey y el Príncipe mendigo le sucedió en el trono. Lleno de
resentimiento por la miseria que había vivido, oprimía al pueblo ansioso de sus
riquezas. Mientras tanto el verdadero Príncipe, tras las rejas de palacio esperaba
a que alguien le diese una limosna. En esto aparece un guardia y descubre unas
señales en el cuello del Príncipe mendigo y lo reconoció. Y descubrieron que el
verdadero mendigo era el falso rey, mientras que el verdadero Príncipe hacía de
mendigo.
Destituyeron al falso rey y comenzó a reinar el verdadero. Pero en ningún
momento quiso vengarse del usurpador. Y cuando todos alababan el arte de
gobernar de su rey y su generosidad él respondía: “Es gracias a haber vivido y
sufrido con mi pueblo por lo que hoy puedo
ser un buen rey”.
Este es el cuento. ¿Y lo de Jesús?
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Silencio y compartir
Quiero seguirte
Es imposible ser cristiano
y ser aceptado con naturalidad por la sociedad,
porque ser de los tuyos, Señor,
es ser signo de contradicción;
es denunciar la manera de vivir que tenemos,
por las desigualdades que genera,
por los vacíos que provoca,
por la cantidad de perdedores que deja en la cuneta,
porque destruye la familia y la amistad.
Cuando uno opta por seguirte
y vivir como tú, Jesús,
tiene que poner su corazón en las personas,
y despegarse de las cosas;
tiene que elegir entregar su vida,
en vez de beneficiarse a sí mismo y a los suyos;
tiene que gastar su vida en los demás,
sabiendo que su tiempo es de todos y ha de compartirlo.
El que quiera seguirte, será criticado,
y como tú, sentirá el rechazo de los suyos,
la desaprobación de los que viven cómodos,
la ironía de los que viven instalados…
Porque tú desinstalas, Señor.
Tú te cuelas en el horario de uno
y le vas metiendo personas y situaciones,
de forma que su vida no sea suya,
sino una historia entregada y regalada,
como lo fue la tuya entera.
Señor, cuando no me sienta entendido,
dame fuerzas para apoyarme en ti.
Gloria al Padre…