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¿Zozobra o descanso del alma?
Me desperté una mañana con taquicardia… Me puse a orar y me pregunté: “¿Qué te
pasa? ¿Por qué estás tan nerviosa? ¿No ha estado tratando Dios tu problema de
ansiedad desde el año pasado e ibas mucho mejor? ¿De dónde viene ahora otra vez
tanto temor?” – Me levanté y fui a la cocina para desayunar. Abrí la Biblia, y sin tener
que buscar más lejos, ¡¡me saltó a la vista un versículo que hablaba directamente de
mis palpitaciones!! …por el temblor de tu corazón con el que tiemblas… (traducción de
mi Biblia alemana) “Será el Señor que me quiere hablar”, pensé y empecé a mirar el
contexto del pasaje. Os comparto mi descubrimiento, porque fue de gran ayuda
espiritual para mí - y SÍ: ¡era la respuesta de Dios a mis preguntas!
El pasaje se encuentra en Dt.28:65-67 y dice así en la REINA VALERA:
“Y ni aun entre estas naciones descansarás, ni la planta de tu pie tendrá reposo; pues
allí te dará Jehová corazón temeroso y desfallecimiento de ojos, y tristeza de alma; y
tendrás tu vida como algo que pende delante de ti, y estará temeroso de noche y de
día, y no tendrás seguridad de tu vida. Por la mañana dirás: ¡Quién diera que fuese la
tarde! Y a la tarde dirás: ¡Quién diera que fuese la mañana! por el miedo de tu
corazón con que estarás amedrentado, y por lo que verán tus ojos.”
Mi traducción alemana (ELBERFELDER) lo expresa de la forma siguiente:
“…no vivirás tranquilo, ni la planta de tu pie encontrará un lugar de reposo; pues allí
te dará Jehová un corazón que tiembla…, un alma que pierde el ánimo…
…por el temblor de tu corazón con el que tiemblas…”
Y la NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL lo ilustra aún mejor:
“…no hallarás paz ni descanso; …tu corazón perderá toda esperanza; …noche y día
vivirás en constante ZOZOBRA, lleno de terror y nunca seguro de tu vida - …debido al
terror que se apoderará de ti…”
¿Qué quiere decir “zozobra”? No conocía la palabra y la tuve que buscar en un
diccionario, lo que fue muy aclarador: se trata de una emoción de intranquilidad,
preocupación, miedo, tristeza… - ¡y también se usa para el fracaso, un barco que se
hunde y el peligro de hundirse! Allí está, así me siento yo: que la vida me viene grande,
que no sé si voy a poder hacer frente a las olas (los retos) que se levantan contra mí, si
voy a tener fuerzas suficientes, si todo irá bien al final o si me voy a hundir… Zozobra.
Emociones de angustia, de ansiedad, de preocupación; una tremenda sensación de
inseguridad, la vida que pende de un hilo…, sentirte dominada/o por un temor que no
eres capaz de disminuir, no consigues tranquilizarte.
¿De dónde viene tanta angustia?
El versículo precedente nos precisa la situación: “Y Jehová te esparcirá por todos los
pueblos, desde un extremo hasta el otro extremo; y allí servirás a dioses ajenos que
no conociste tú ni tus padres, al leño y a la piedra.” (V.64) Volví una página atrás en
mi Biblia para mirar más de cerca las condiciones en las que Dios iba a aplicar este
castigo, que traería consecuencias tan desagradables. Me sorprendió la explicación
que leí:
“Por cuanto no serviste a Jehová tu Dios con alegría y con gozo de corazón, por la
abundancia de todas las cosas, servirás, por tanto, a tus enemigos que enviare
Jehová contra ti, con hambre y con sed y con desnudez, y con falta de todas las cosas;
y él pondrá yugo de hierro sobre tu cuello, hasta destruirte.” (Dt.28:47-48, RV)
En la tierra prometida, después de haber sido liberado de la esclavitud en Egipto, el
pueblo de Dios iba a tener todo lo que necesitaban y podían desear – además de tener
la presencia del Dios vivo y eterno con ellos como pueblo elegido, el Dios de amor y de
todo poder. Pero no les iba a bastar… Iban a caer en la tentación de añadir otros
apoyos, incluir en su religiosidad ídolos visibles, tangibles, que encontraban en su
alrededor y que los paganos adoraban. El servicio a Dios ya no iba a ser el único, y
mucho menos el más apasionado que llenara su corazón de gozo...
¿No hacemos muchas veces lo mismo?
Dios nos ha bendecido con toda bendición espiritual (Ef.1:3), nos ha dado grandiosas
promesas y todo lo que necesitamos para la vida y piedad (2 P.1:3-4); nos ha rescatado
del reino de las tinieblas y de la esclavitud del pecado y nos ha hecho libres en Cristo,
hijos de Dios, partícipes de la naturaleza divina; Cristo nos ha dado la vida eterna, vida
en abundancia (Jn.10:10)… ¡Y aún somos propensos a apoyarnos en otras cosas, buscar
otras seguridades, esperar nuestra ayuda o nuestro bienestar de otras fuentes!
A mí me gusta planear y organizar – y es bien necesario y muy útil. ¿Pero espero el
éxito y buen funcionamiento de mi vida de mi capacidad de organización y mi esfuerzo
de planearlo todo bien y realizarlo con eficacia, o confío en DIOS? Según, me voy a
encontrar en un estado anímico u otro: “…con hambre y con sed y con desnudez, y con
falta de todas las cosas; y él pondrá yugo de hierro sobre tu cuello, hasta destruirte”
Palabras fuertes, que hablan de escasez de recursos, de agobio y sobrecarga – ¡¡una
nueva esclavitud que puede acabar con nosotros!! Yugo de hierro. Y de allí la angustia.
“Y Jehová te hará volver a Egipto en naves, por el camino del cual te ha dicho: Nunca
más volverás; y allí servís vendidos a vuestros enemigos por esclavos y por esclavas, y
no habrá quien os compre.” (Dt.28:64-68, RV) Dice la NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL:
“…allá te ofrecerás a tus enemigos como esclavo, y no habrá nadie que quiera
comprarte.” ¡Qué ironía! Querer volver a la esclavitud deliberadamente - pero ya no
corresponde: No le corresponde a un pueblo liberado, que es ahora propiedad del Dios
vivo: “Más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo
adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las
tinieblas a su luz admirable…” (1 P.2:9, RV)
La misma gran vocación que tenía el pueblo Israel en el AT la tenemos nosotros, y el
mismo aviso se aplica a nosotros como creyentes: “Estad pues firmes en la libertad
con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.”
(Gal.5:1) Me acuerdo de la importancia que tuvo para mí este aviso en los primeros
años de mi vida cristiana, cuando Dios empezó a liberarme de mis complejos y
temores… ¡Pero hay muchos otros yugos con los que me puedo cargar! La presión del
éxito, la obsesión del perfeccionismo, el afán de agradar a todo el mundo…
Hemos sido salvados para vivir en una dinámica diferente, desarrollar una nueva
manera de vivir – dejando atrás la vieja: la que nos han transmitido nuestros padres, o
el mundo que nos rodea, o la que nos habíamos fabricado nosotros mismo como algo
que “funciona” para sobrevivir. Ahora toca cambiar de rumbo (1 P.1:13-19).
Pero hay un problema: el peligro de las “recaídas” - la tentación de repetir viejos
patrones, volver a funcionar por patrones malsanos pero muy arraigados, que nos son
tan “familiares” que podemos incluso recaer en ellos sin darnos cuenta… Puede ser
que nunca hemos realmente roto con ellos (como Raquel que se llevó los ídolos de su
padre cuando se marchó de casa con Jacob, Gn.31:19), que nunca hemos salido de
ciertas ataduras…, o que hemos caído en la tentación de aferrarnos a otros nuevos. Y
todo lo que nos sirve de apoyo principal, de seguridad primaria, de ayuda nº 1, se
convierte en un “ídolo” que toma el lugar de Dios en nuestro corazón, ¡el primer lugar!
¿Cómo volver a la libertad o cómo descubrirla por primera vez? A veces, Dios usa
zozobras para sacudirnos, para que nos demos cuenta en qué ponemos nuestra
confianza. Cuando el apóstol Pablo estaba a punto de hundirse con su barco, perdió
toda esperanza – y a la vez aprendió a poner toda su confianza únicamente en Dios (2
Co.1:8-10). Es lo que necesitamos hacer: abandonar toda confianza en nosotros
mismos como garantía de nuestra seguridad y éxito, y depositarla en Dios – ¡esperar
de ÉL lo que necesitamos para vivir y sobrevivir! Eso será el camino a la paz (Is.26:3-4).
Cuando quise repasar este estudio, me equivoqué de página al abrir la Biblia y me topé
con una hermosa promesa, que me hizo detenerme en aquel capítulo y descubrir que
Dios quería coronar la lección que me estaba dando con estas palabras amorosas:
“Jehová volverá a gozarse sobre ti para bien…” (Dt.30:6, RV)
Pero nuevamente quise entender las condiciones, y leí entonces el capítulo entero
para ver el contexto de esta promesa. Habla de arrepentimiento, de escuchar la voz de
Dios y volver a ÉL, de amar a Dios con todo mi corazón y toda mi alma… Dice que eso
es la “vida”, la vida verdadera, la vida en la tierra prometida. Y me dice que para ser
capaz de esta entrega total a Dios y poder disfrutar la vida que ÉL me promete, tiene
que “circuncidar” mi corazón. ¡¡Tiene que quitar los “ídolos” de mi vida a los que me
apego!! Tengo que tomar una decisión, adoptar la actitud reflejada en Oseas 14: “No
no s librará el asirio; no montaremos en caballos, ni nunca más diremos a la obra de
nuestras manos: Dioses nuestros; porque en ti el huérfano encuentra misericordia. Yo
sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos.” (v.34) Debo asumir que no son mis esfuerzos que me pueden garantizar el éxito en la vida
ni debo apoyarme en ellos. Descansar más bien en la GRACIA de Dios y su misericordia
para ayudarme en mi limitación y debilidad, aun haciendo yo mi parte. ¡Y entender
que es una manera de honrar a Dios, mientras dejarme dominar por mis viejos
patrones o confiar en mis propios recursos es como decirle a Dios: “Tú no me bastas.”!
JESÚS nos invita a venir a ÉL con nuestros “yugos de hierro” y nuestras ataduras que
nos agotan, para encontrar la paz que anhelamos y poder vivir vidas equilibradas:
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
“V
Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera
mi carga.” (Mt.11:28-30, RV)
¡¡Descanso para nuestra alma en lugar de zozobra!!
Que sea eso nuestro descubrimiento.
Sigrid Py