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EL SEGUIMIENTO RADICAL DE JESÚS P. Steven Scherrer, MM, ThD www.DailyBiblicalSermons.com Homilía del lunes, 13ª semana del año, 1 de julio de 2013 Gén. 18, 16-33, Sal. 102, Mat. 8, 18-22 “Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos” (Mat. 8, 21-22). El deber normal es que un hijo entierre a su padre, como José lo hizo para su padre Jacob (Gén. 50, 5) y como Tobit mandó que le hiciera su hijo Tobías (Tob. 4, 3). Pero aquí vemos que la situación es diferente con la llamada radical de Jesús a algunos de sus discípulos de dejar todo para seguirle. Jesús es el unigénito Hijo de Dios encarnado en a tierra, el Mesías y Salvador del mundo. Cuando él llama a un hombre a dejar todo para seguirle, nada debe tener precedencia sobre esta llamada, ni siquiera la obligación normal que un hijo entierre a su padre. Jesús estaba siempre viajando de un lugar a otro. Si este discípulo particular quería seguirle, tendría que dejarlo todo ahora para seguirle, porque mañana Jesús estaría en otra aldea. Tendría que dejar el entierro de su padre a otras personas que no han dejado todo para seguir a Jesús. Este seguimiento radical dispensa a uno de esta obligación que de otro modo sería normal. Este es el significado del seguimiento radical —dejándolo todo para Jesús—. En su forma más radical, literal, y completa esta llamada incluye también la renuncia al mismo matrimonio y familia para seguir a Jesús como un célibe, haciéndose un eunuco por causa del reino de los cielos (Mat. 19, 12). Esta es la vida consagrada, una vida que “se preocupa de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor”. No “se preocupa de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer” (1 Cor. 7, 32-33 BJ). Si uno se preocupa de las cosas del mundo, “está por tanto dividido” (1 Cor. 7, 34 BJ). Jesús llama a algunos a no ser divididos, sino que más bien a amar a Dios con un corazón completamente indiviso. Estos son a quienes él llama a seguirle por dondequiera que va, y por eso no pueden quedar en su casa, ni siquiera enterrar a su padre. “Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero” (Apc. 14, 4). Estos forman un grupo especial entre los redimidos, las primicias para Dios entre ellos. En esta forma más radical de la llamada de Jesús, uno vive sólo para Dios y deja de vivir una vida mundana. Uno abandona un estilo mundano de vida, y deja de vivir como la cultura alrededor de él vive. Su vida viene a ser por tanto una señal a los demás para inspirarles. Es un testimonio de Cristo al mundo, y bendice a todos. Es una vida que de una manera radical sirve sólo a un señor, y no trata de servir ambos a Dios y a las riquezas y placeres del mundo, porque esto es imposible (Mat. 6, 24). Uno renuncia a las riquezas y placeres del mundo para servir sólo al Señor con un corazón indiviso, para amarle con todo el corazón (Marcos 12, 30) de la manera más radical y completa posible. Es, pues, una vida que se aborrece a sí mismo en este mundo por amor a Cristo (Juan 12, 25) y que se pierde en este mundo a causa de él (Marcos 8, 35). Esta es la vida que recibirá la recompensa céntupla (Mat. 19, 29). 2