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Pondré en ustedes un corazón nuevo y un espíritu nuevo. Quitaré de ustedes ese corazón duro
como la piedra y les pondré un corazón dócil. Ezequiel 36:26 DHH
abía una vez una niña
que no quería pelar
papas. Ah, no sólo eso;
tampoco quería ayudar a su
mamá con los quehaceres, ni
quería cuidar a su hermanito.
Realmente no le gustaba hacer
nada en casa. Lo único que le
gustaba a esa niña era escribir.
Ella escribía, escribía, y escribía.
LE DECÍAN «PAPITA»
Su nombre era Frida, pero
sus hermanos le habían puesto
el apodo de «Papita», ya que
todas las veces que su mamá le
pedía que pele papas se ponía de
mal humor.
Papita tenía muy mal carácter. Zapateaba,
gritaba, y lloraba de ira. También golpeaba a sus
hermanitos. Su papá no sabía qué hacer con ella. La
castigaba, pero ella seguía igual.
Papita necesitaba un nuevo corazón. Pero, ¿quién le podría cambiar el corazón? Uno de sus hermanos pensaba que
sería bueno que la operaran y le pusieran un corazón de una
niña buena. Pero no sería fácil encontrar una niña que quisiera regalar su corazón a Papita. ¿Quién podría ayudarla?
CORAZÓN SIN REMEDIO
PAPITA BUENITA
Muchas veces Papita había
tratado de portarse bien; pero
no podía. En sus cuadernos
había escrito: QUIERO PORTARME BIEN. Pero nuestra amiguita Frida no se portaba bien.
Al escuchar la enseñanza
de la maestra decidió pedir a
Jesucristo que se sentara en
el trono de su corazón. No fue
difícil. Ella simplemente dijo:
«Señor Jesús, tú sabes
que soy mala. Soy desobediente, mentirosa, peleadora. Quiero portarme bien; pero
no puedo. Por favor, entra en mi
corazón y cambia mi vida. Siéntate en
el trono y ayúdame a ser obediente.»
Esa sencilla oración de Papita cambió todo.
Jesús le dio un nuevo corazón, bueno y obediente,
«¿Qué ha pasado con nuestra Papita? –preguntaba el
papá–. Creo que ya tenemos que decirle Papita buenita,
porque ya no es la misma niña de antes.»
Esa era la pura verdad. Papita ya no era la misma. Jesús
estaba sentado en el trono de su corazón y le ayudaba a
hacer lo bueno.
Un día, una niña invitó a Papita a la escuela dominical. Por
primera vez ella escuchó las hermosas historias de la Biblia.
Le gustó tanto que volvió a asistir, semana tras semana.
Poco a poco Papita comprendió cómo era su corazón. Un
domingo aprendió un texto que le hizo reflexionar:
«Quitaré de ustedes ese corazón duro como la piedra y
les pondré un corazón dócil.»
Eso es algo para mí –pensó Papita–. Necesito un corazón nuevo. Soy mala; tengo un corazón duro. ¿Qué puedo
hacer? ¿Quién podría alguien darme un nuevo corazón?
Quisiera tener un corazón bueno.
PELABA PAPAS CANTANDO
JESÚS EN EL TRONO
Así como Jesús cambió el corazón de Frida «Papita», quiere cambiar el tuyo también. Él quiere sentarse en el trono de
tu corazón, perdonar tus pecados, y hacerte un niño o una
niña diferente. Pídeselo, como hizo Papita.
Un día la maestra habló del trono que tenemos en el corazón. ¿Para quién será ese trono? El Señor Jesucristo quiere
sentarse en el trono, pero nosotros muchas veces estamos
tan bien sentados allí que no le damos cabida.
La Biblia dice que Jesús está tocando a la puerta de nuestro corazón. Él quiere entrar y cambiar nuestra vida. Jesús
es el único que nos puede dar un nuevo corazón. Cuando Él
está sentado en el trono nos ayuda a hacer lo bueno.
¿Recuerdas que a Papita no le gustaba pelar papas?
Ahora las pelaba cantando. No sólo pelaba papas. También
cuidaba a su hermanito y ayudaba en casa con todo lo que
su mamá le pedía que hiciera. Y lo hacía con gozo.
Muy pronto su papá, su mamá, y sus hermanos fueron a la
escuela dominical. Ellos también querían conocer a Jesús.
«Si Jesús ha cambiado a Papita, nos puede cambiar a
nosotros también», dijo el papá. Y Jesús lo hizo. La salvación
no era solamente para Papita, sino para toda la familia.
PARA TI TAMBIÉN
ORACIÓN
«Señor Jesús, te pido que cambies mi corazón. Perdona mis pecados y dame un nuevo corazón. Quiero tener
un corazón obediente. Amén.»
«La Perlita» con Tía Margarita ­305 1/2016 | Salvación  misperlitas.wordpress.com ­| ©2016 hermanamargarita.com