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San Arnoldo Janssen profesaba un profundo amor a María como Madre de Dios. Para él, María es el mejor modelo para las Congregaciones por él fundadas. El P. Gier, más tarde Superior General, dijo: "No se puede concebir el amor que el Padre Arnoldo tenía a la Madre de Dios". El la amó por su hermosura, por su relación especial con la Santísima Trinidad, por darnos la Palabra de Vida en su Hijo y sobre todo la amó muy tiernamente por ser "su" madre. Este amor desbordó en una admiración por vivir una existencia tan profunda por Cristo. Y en su admiración vio a María como el modelo de su propia vida y muy explícitamente de nuestra vida misionera. El color celeste del hábito de las Hermanas Siervas del Espíritu Santo, tiene por base para recordarles la pureza y humildad de María, cuyas virtudes hay que imitar. Las medallas que dio a las Hermanas, también llevaban la figura de María. La devoción al Inmaculado Corazón de María forma parte esencial de la tradición familiar desde los comienzos de la Congregación y es la herencia espiritual que Dios mismo diera a nuestro venerable Fundador, legado como un Don a él y a nosotros. Cualquiera fuese la razón del amor dilecto de Janssen por el Inmaculado Corazón de María, "el espejo sin mancha del Corazón de Jesús" (así lo denominaba), fue muy profundo. "El buen Dios entregó a su Madre la llave de su Corazón Divino, para que pudiese sacar del mismo todas la gracias que contiene". La Fiesta de la Natividad de María (8 de septiembre) se celebra con particular solemnidad, porque implica también el nacimiento de la Congregación del Verbo Divino. En ese día, Janssen predicó su primer sermón y se lo elogió intencionalmente para la apertura de la casa misional de Steyl (1875): "Si consideramos que el nacimiento de la Madre de Dios es también el de la Casa Misional de Styel, no lo es tanto como un honor y una feliz coincidencia, cuanto como una invitación a hacernos más y más dignos de la protección de tan excelsa patrona... Si todos nosotros somos los hijos menores de María, entonces también nuestra Casa de Misión puede llamarse hija de María. Quiera Dios sea una hija que le agrade". María no sólo sirve de modelo para los misioneros. San Arnoldo Janssen creía con entera convicción en su obra intercesora para las misiones: "El misionero debe ver en María el perfecto modelo para toda actividad apostólica". Esta súplica orada por nuestro fundador nos fue legada para todos sus hijos espirituales: “Bajo tu protección nos acogemos, Santa Madre de Dios, no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos de todo peligro, oh Virgen bendita y gloriosa.” Para orar y ahondar 1. ¿Qué te llama la atención de lo leído? ¿Qué queda resonando en vos? 2. Mirando los diferentes elementos de la espiritualidad de Arnoldo: ¿Cómo ha sido tu transitar en la espiritualidad Arnoldina? 3. Mirando nuestro aquí y ahora, ¿Qué aporta esta espiritualidad al mundo de hoy? 4. ¿Qué gestos/prácticas religiosas de Arnoldo que heredamos siguen válidas en tu propia vivencia de fe? Espiritualidad de San Arnoldo Janssen Claro está que San Arnoldo Janssen no inició una nueva escuela de espiritualidad en el sentido clásico de las escuelas de espiritualidad como la de los dominicos o franciscanos. Pero falso sería concluir, de tal premisa, que su espiritualidad no contiene nada de distintivo y propio. Una espiritualidad es una viviente síntesis de diversos elementos, principios evangélicos y valores humanos. La esencia de la espiritualidad de San Arnoldo Janssen reside en considerar a Dios como el Dios que se comunica, que se revela. "Revelar" no debe ser tomado aquí en el mero sentido de comunicar información, sino en el de que una persona transmite sus ideas, informa sobre sí misma, comunicando algo de su verdadero ser. Proclamar la Palabra (el Verbo Divino) es asegurar que en Dios ese tipo de autocomunicación es visto como lo más sublime. Dios pronuncia su Palabra, su Verbo, que contiene plenamente y revela todo su ser. Es aquí donde nuestra espiritualidad se vuelve carisma: el del servicio misionero. En esto consiste el carisma de nuestro fundador: anunciar el Evangelio en cercanía a las realidades de los hombres y mujeres de hoy. El Prólogo del Evangelio de San Juan: "En el principio era el Verbo...", fue para San Arnoldo una oración aprendida desde la niñez. La Eucaristía y la Sagrada Escritura infundieron renovada vitalidad a sus actitudes de adoración y gratitud. Como hombre de su tiempo, experimentó la influencia de determinadas devociones en su vida de oración. Éstas significaron disponibilidad frente a la voluntad de Dios que se fue manifestando en su entrega al apostolado de la oración y en la veneración especial al Espíritu Santo. Tales devociones fueron tomando variado matiz a medida que San Arnoldo avanzaba en el amor y servicio y se expresaron concretamente en la fundación de tres Congregaciones. La Santísima Trinidad La Trinidad constituyó el real fundamento de toda la espiritualidad de Arnoldo Janssen, porque este Verbo Divino dicho por el Padre desde la eternidad, nos fue pronunciado en el tiempo a nosotros, los seres humanos. También la vida del San Arnoldo Janssen llegó a ser una Palabra, una palabra de respuesta a tan generoso ofrecimiento de Amor. Si Él me amó por entero, solía decir, la única adecuada respuesta que puedo dar, es amarlo totalmente. Arnoldo Janssen no sólo fue captado y tensado por el Verbo Divino, sino que poseía también una extraordinaria devoción por el Espíritu Santo. La misma le venía en parte de su propia y personal inclinación. Comprendió que el poder y la exigencia de la Palabra de Dios deviene en la potencia del Espíritu. Llegó a ver claramente que el Verbo Divino envió al Espíritu para hacer precisamente de la Palabra del Padre una Palabra eficaz y dinámica, uniéndolo al Verbo Divino y, por su intermedio, al Padre. Estas dos grandes devociones -al Verbo Divino y al Espíritu Santo- es el aporte prototípico de Janssen a su espiritualidad. Arnoldo Janssen centró su vida espiritual, básicamente, en el Misterio Cristiano; de ello su espiritualidad toma su fuerza característica, su hondura y perdurabilidad. El Espíritu Santo obró la Encarnación del Verbo Divino; ese mismo Divino Espíritu puede realizar la encarnación de los ideales del Verbo Divino en nuestro compromiso cristiano y misionero. Cuando llegó el tiempo de fundar la Congregación de las Hermanas, su visión había madurado tanto que no veía ninguna incongruencia en llamar a una Congregación "Verbo Divino" y a la otra "Siervas del Espíritu CEAJ Argentina Santo". Por el contrario, así se expresaba más profunda y fundamentalmente su perspectiva de la misma misión de Cristo, el Hijo. Este modo explícito de expresar la unión del Verbo Divino y del Espíritu Santo, es la contribución característica del Padre Arnoldo y muestra cuán honda era su idea teológica al respecto. "Rogué al Espíritu Santo quiera iluminarlos y fortalecerlos a todos ustedes y unirlos con el vínculo del amor, así como Él responde a la voluntad del eterno Padre de amor. ¡Quiera bendecirnos a todos y concedernos aquellas virtudes que espera de nosotros!" El Sagrado Corazón La devoción al Sagrado Corazón de Jesús fue la primera en jugar un rol decisivo y particular en la existencia de San Arnoldo Janssen. Para promover la perspectiva misional fundó, en 1874, "El Pequeño Mensajero del Sagrado Corazón" (revista misional). No debe extrañar, pues, que cuando legaron materializarse sus planes de fundar una casa misionera, su amor por el Sagrado Corazón le sirviera claramente de guía. El 16 de junio de 1875 compró el primer lote de tierra en Steyl y se consagró, junto con sus compañeros, al Sagrado Corazón. Tal fue la repercusión del hecho para los iniciales miembros de la Congregación, que el segundo Superior General, Nicolás Blum, manifestó: "El 16 de junio de 1875 es propiamente el día en que nace la Congregación del Verbo Divino". En tal fecha los primeros miembros se consagraron al Sagrado Corazón y a los fines de la obra, en pro de la conversión de los no-cristianos. Oficialmente, la Casa Misionera se abriría el 8 de septiembre. Fue entonces cuando San Arnoldo dio el segundo lema de la Congregación: "¡Que viva el Corazón de Jesús en los corazones de las personas! La Palabra del Padre dirigida a nosotros, no fue una palabra de ira o de condenación, sino de amor, una Palabra pronunciada de una manera que nosotros podemos comprender mejor, la palabra que sale de un corazón humano. El Verbo Encarnado es la autocomunicación del Padre. Su amor infinito se expresó por medio de afectos y sentimientos humanos, emociones humanas en el hombre de Jesús: "En Jesucristo se manifestó el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" En el lenguaje ordinario, el "corazón" hace referencia a la profundidad de la persona. Popularmente designa también la vida afectiva. El Corazón, pues, es símbolo de la personalidad e intimidad total del hombre, donde habitan los sentimientos, emociones, deseos y pasiones. Desde ahora podemos vislumbrar, en consecuencia, que "el Corazón de Jesús" significa mucho más que un símbolo de su amor. El mismo P. Arnoldo escribió: "Veneremos de una manera especial el Corazón de nuestro Señor Jesús. Puesto que él es el símbolo de su amor, nos muestra sus virtudes admirables y toda la vida interior del Señor. Aspiremos, pues, adentrarnos más y más mentalmente en su anchura y profundidad y procuremos ser imitadores de sus virtudes y participar de sus dones. Pidamos a él que arda en nuestros corazones el fuego de su amor ardiente, con que ama tan heroicamente a Dios y a los hombres, sin preocuparse por sus propios intereses". Así, para Janssen, fue natural pensar a menudo y hablar de Cristo refiriéndose a su Corazón Sagrado. Fue esta devoción quien lo guió a través de su compromiso en el Apostolado de la oración, a ampliar sus horizontes apostólicos, más allá de las fronteras, al mundo entero y a comprometerse él mismo para realizar el lema "Viva el Corazón de Jesús en los corazones de las personas". "La mejor manera de venerar al Corazón de Jesús es haciendo nuestros sentimientos de acuerdo con la admonición de la Sagrada Escritura: «Tengan entre ustedes los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús». Esto quiere decir que vivamos y trabajemos en nuestro estado de vida de acuerdo con nuestras fuerzas, por esa causa por la cual el Corazón de nuestro divino modelo se entregó y ofreció todo lo que tenía". El Espíritu Santo La devoción al Espíritu Santo fue la que el P. Arnoldo recomendó más enfáticamente, mencionándola con más y más ardor a medida que transcurría su existencia. Fue tanto lo que escribió sobre el tema en sus últimos años, que sólo nos es dado trazar un panorama sucinto, a través de lo que dejó escrito y de lo que consignan nuestras Constituciones. Ellas expresan su celo por el Espíritu Santo y el anhelo de que su devoción se intensifique en todos los miembros de nuestras Congregaciones. La espiritualidad centrada en el Espíritu de nuestro Fundador comenzó en el seno de su familia; su padre tenía una profunda devoción por el Espíritu Santo, y en su lecho de muerte hizo prometer a sus hijos que seguirán su costumbre de asistir y dedicar la Misa de los Lunes a su honra. En la propia vida de San Arnoldo, el Espíritu Santo ocupó un sitio siempre relevante. El 3 de octubre de 1887, Janssen se consagró por entero al Espíritu Santo. Refiriéndose al hecho, escribiría luego en su testamento espiritual: "Me he ofrecido enteramente a Él, en cuerpo y alma y le pedí la gracia de conocer la grandeza de su amor, de vivir y morir sólo por Él. Quiera asistirme en este mundo, libre de pecados y me permita actuar en plena perfección, según la voluntad de Dios". El 8 de diciembre de 1888 consagraría la Congregación del Verbo Divino al Espíritu Santo y el 8 de diciembre de 1889 marca la fecha oficial de la fundación de las Hermanas Siervas del Espíritu Santo. Quería un grupo de Hermanas Misioneras, expresando así su amor por el Espíritu Santo y su inmenso deseo de que dicho amor inspire a muchos. Habiendo bebido luz y fuerza del Espíritu Santo durante su vida, ¿qué sorpresa que en su lecho de muerte de Él recibiera alegría y esperanza? Dos gracias especiales había pedido cuando se consagrara en 1887: conocer la grandeza del amor del Espíritu Santo y vivir y morir por Él. Su petición fue oída. En su agonía, repetía susurrando jaculatorias, especialmente del "Ven Espíritu Santo". "Es mi firme convicción de que, si al Espíritu Santo se lo glorifica más en la iglesia, también la glorificará más Él y le dará las gracias que necesita para vencer los errores y hará de que ya no haya sino un solo rebaño bajo un solo pastor" María, Madre del Verbo En el plan de la salvación y en la vida de la Iglesia, la función de María es peculiar y determinante. María trajo al mundo la Palabra de Dios (el Verbo) encarnada: Jesús. En la Anunciación, su consentimiento la hizo Madre del Hijo de Dios, la Palabra se volvió carne en sus entrañas. Su sí a Dios hecho con absoluta fe en su Palabra, causó su santidad y la capacitó para que de su seno naciera el Salvador. CEAJ Argentina